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Tema III

Evolución del la red nerviosa humana.


Notas por Raúl Jiménez Gómez
Versión Marzo 8- 2020
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Tema III
Evolución del la red nerviosa humana.
La evolución o filogenia de la red nerviosa es muy importante, porque su
desarrollo dentro del vientre materno (la ontogenia) es, para algunos, un
resumen de la evolución durante millones de años, que se repite,
milagrosamente, cada vez que se forma un ser vivo, como nosotros.

Hans Hass1 divide la evolución de la red nerviosa en varios momentos


estelares.

I.- La aparición de las neuronas.


El primer momento estelar ocurrió hace más de 1300 millones de años: la
aparición de células capaces de transmitir señales: las neuronas.

El ser viviente más grande del planeta, que se puede ver desde el espacio, es
la gran barrera de coral en Australia. A los pólipos coralinos su alimento les
debe llegar arrastrado por las corrientes hacia una abertura, que hace las veces
de una boca primitiva, en donde son absorbidos los nutrientes y excretados los
desechos. Para una función tan simple no se requiere una red nerviosa. Como
no se puede mover hay peces que lo destruyen y si el medio en que vive se
contamina puede morir.

Un ser vivo más complejo es aquel que se mueve para buscar su alimento.
Para ello, sí requiere células capaces de recibir y transmitir señales: neuronas.
Así, una medusa tiene un anillo nervioso con neuronas que le permite moverse,
huir de los depredadores y buscar alimento.

1 Hass H. Del pez al hombre. 1987;Salvat,Barcelona.


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II.- Los ganglios nerviosos y otras concentraciones


de neuronas.
El segundo gran momento estelar, ocurrió hace más de 700 millones de años.
Las neuronas se reunieron en nudos o aglomerados, para actuar como grupo:
los ganglios de la red nerviosa.

En los animales cuya boca se halla en extremo anterior (gusanos, como los
cienpies), los ganglios se dispusieron al lado de cada pata, en el vientre, y están
unidos por conexiones transversales. Esto es lo que se conoce como una
organización nerviosa en escalera. La cual hacia la parte anterior sube y queda
ubicada sobre la boca.
( Figura 3.1).

Figura 3.1.- Esquema que ilustra la cadena de ganglios ventrales


vistos desde arriba (A). En la zona anterior (B) , se localizan sobre
la cabeza. Es la organización nerviosa dispuesta como una escalera.

En la actualidad existe un pequeño pez, el anfioxo que representa esta


primitiva estructura y no ha cambiado en millones de años (Figura 3.2).
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Figura 3.2.- :Anfioxo. Izquierda: Foto del anfioxo. A la derecha:


dibujo de este animalito. Nótese la boca con filamentos, debajo del
extremo anterior. Encima el tubo neural. (Tomado de Wikipedia).

Tiene un cordón nervioso, o tubo neural, en el dorso que en la parte anterior


termina con una dilatación, pero no tiene cabeza. Tiene boca con filamentos (o
cirros) con los que recorre el suelo marino en busca de alimento; succiona y el
agua es filtrada al salir por las branquias de las que tiene 20 a cada lado. A
diferencia de los gusanos, su boca no es anterior sino debajo y adelante. No se
arrastra, se mueve nadando, tiene una mayor libertad de movimiento. Este
“diseño” ha persistido en nosotros.

Tiene células nerviosas sensoriales en la parte anterior, que son capaces de


percibir la luz, el gusto del agua y los olores; ellas suministran esta información
al cordón nervioso y ahí se generan respuestas para la conducta. Ya ve, gusta y
huele, es decir, tiene una vida de relación.

Hemos visto, hasta ahora, el origen del tubo neural y los troncos nerviosos
para el movimiento. Sin embargo, existen otras funciones en el interior de los
animales que necesitan regulación: las funciones de las vísceras como el
corazón, los pulmones y el intestino. Surge, entonces, una red nerviosa visceral
o vegetativa, involuntaria (por eso algunos la nombran como "autónoma"), que
funciona de manera refleja y se halla no hacia el dorso sino hacia el vientre,
tiene ganglios viscerales y se conoce como la red visceral simpática y
parasimpática.
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Tales redes trabajan de manera “automática” y regulan el intestino, el corazón y


los vasos sanguíneos, las glándulas y la asimilación de alimentos, entre otras
funciones. Hoy se sabe que en el ser humano hay, aproximadamente, 20.000
reflejos viscerales que regulan de manera habitual nuestras funciones internas.
Uno de los centros que regula esta función visceral es el hipotálamo, que está
hacia la base del cerebro.

En nosotros a partir del tubo neural se formó la cuerda espinal protegida por la
columna vertebral. De ella salen cordones nerviosos que inervan lateralmente,
en el tórax y abdomen partes específicas de nuestro cuerpo ( son los nervios
espinales). Luego hacia arriba se formó el cerebelo y dos glándulas (la epífisis y
la hipófisis) y otras zonas tuvieron un gran desarrollo y se convierten en el
cerebro propiamente dicho.

III.- Los instintos.


El tercer momento estelar ocurrió hace más de 600 millones de años, cuando
aparecen los instintos innatos de comportamiento. Con ellos somos impulsados
a buscar el alimento, a reconocer los enemigos para atacar o huir y la búsqueda
de la continuidad de la especie, el instinto sexual. Los actos instintivos generan
experiencias internas que generan placer o disgusto. Estos mecanismos innatos
están regulados principalmente por el tálamo.

IV.- Capacidad de aprender.


El cuarto momento estelar ocurrió hace más de 500 millones de años. Aparece
la capacidad de aprendizaje, ésta no es exclusiva de los seres humanos, las
ballenas jorobadas, los elefantes y los chimpancés también aprenden imitando a
sus padres.

Nosotros, evolucionamos de vivir en los árboles y empezamos a caminar en la


sabana, erectos. Ya no miramos al suelo sino hacia adelante. No nos
arrastramos, ni nadamos, sino que caminamos y no en cuatro patas sino en en
las extremidades posteriores y liberamos las manos. Esto se asoció con un gran
desarrollo del cerebro y de la corteza cerebral.
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Aparece la capacidad de variar, de diferenciar y afinar los mecanismos innatos


por las experiencias individuales. Así, por ejemplo, una rana salta y coge un
insecto que le pica su lengua. Aprende y no vuelve a hacerlo. Ya no actúa como
un autómata, se adapta de manera individual a las condiciones del entorno en
que vive.

La memoria y el aprendizaje llega a su máximo en los mamíferos.Los jóvenes


no son capaces de alimentarse ni defenderse por sí mismos, por lo que
requieren de los padres o del grupo. Así surgen mecanismos de conducta
nuevos: el sistema de comunicación social.

V.- La conciencia del yo


El quinto momento estelar ocurrió hace más de 2 millones de años, cuando
aparece la conciencia de nosotros mismos. Empezamos a pensar y a planear
nuestra vida. Esta conciencia, para muchos, no es sólo humana, sino que
muchos animales la tienen y presentan rasgos individuales. Tienen personalidad.

VI: la vida de relación.


El sexto y último momento estelar aconteció hace más de 20.000 años. Es el
momento de nuestro desenvolvimiento neural máximo: aparece el lenguaje, la
comunicación oral, la vida de relación. Nacen las sociedades, la cultura y la
división del trabajo. Todo esto asociado a una corteza cerebral con millones de
conexiones.

El lenguaje tampoco es exclusivo de nosotros, pues tienen lo que puede


considerarse un lenguaje, los delfines, las ballenas, los elefantes, los pájaros y
muchos otros animales.

Evolución de la red nerviosa visceral.


En relación con la evolución de la red nerviosa visceral se ha propuesto una
nueva hipótesis.
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Stephen W Porges, profesor de la Universidad de Illinois en Chicago, en 1995


propuso una nueva teoría para comprender la red nerviosa visceral, que
denominó “la teoría polivagal”2.

La red nerviosa visceral tiene, según Porges, no sólo dos componentes (el
simpático y el parasimpático), como se ha sostenido, sino tres. Cada una de
ellos tienen una secuencia evolutiva (o filogenética) y son evidencia de que
hemos desarrollado una gran capacidad de supervivencia.

Primera etapa evolutiva: El parasimpático


amielínico dorsal: la quietud.
Esta red es la más primitiva, la más antigua, sus nervios no tienen cubierta de
mielina (son lentos) y el más importante es el vago dorsal. Se inicia en la cabeza
y desciende para inervar las vísceras del tórax (en parte) y el abdomen.

Cuando esta red se activa adecuadamente (está resonante) es la “respuesta de


relajación”. Estamos en relajación profunda sin dormir. Se manifiesta como
paciencia, sabiduría, tener un propósito en la vida, el sistema inmune esta activo
y nos protege, nos conectamos con lo más alto y sublime de nosotros.

El metabolismo disminuye la velocidad. La respiración y el corazón funcionan


más lentamente, se contraen las pupilas, hay congestión de la piel y se aumenta
la digestión y las contracciones intestinales.También se relaciona con el sueño y
la excitación sexual.

Cuando no se activa apropiadamente (está disonante), estamos aburridos,


desinteresados, nos sentimos culpables, frustrados, solos, encerrados. Este
estado nos lleva al hedonismo: el placer, darnos gusto es lo máximo en nuestra
vida. Si esto continúa por mucho tiempo llega el anhedonismo (nada le
complace),la enfermedad y hasta la muerte.

2Porges SW. The polyvagal theory: phylogenetic substrates of a social nervous system. Int J
Psychophysiology. 2001;42:123-146.
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Resumen de Historia Clínica (RHC): El parasimpático amielínico: la quietud.

Doña Gertrudis (*)3, una señora de 70 años, llega callada, triste, no habla y
vestida de negro.
La “traen” a la consulta sus hijas, pues “no quería venir” y están muy
preocupadas porque “el dolor en la cara la tiene muy deprimida”.. Su dolor le
impide vivir una vida tranquila y la afecta no sólo a ella sino, también, a la
familia. Ha recibido múltiples tratamientos sin resultado. Esto la ha llevado a
estar deprimida, cansada, triste. Quiere quedarse quieta, no quiere hablar, ni
comer. Es una reacción de quietud e inmovilidad.

Padecía una neuropatía trigeminal crónica, que una vez tratada produjo no sólo
el alivio del dolor sino el cambio de su estado de ánimo, “volvió a la vida” y el de
su familia.

Si un animal “salvaje” adopta la conducta de quietud, ante una amenaza, es


porque la considera de tal magnitud que se siente incapaz de huir y decide
quedarse quieto, fingiendo estar muerto. Ante esto, le pueden pasar dos cosas:
o el depredador cree que en realidad está muerto y sobrevive o pierde su vida.

Los seres humanos y otros animales, afortunadamente, tenemos un grupo


familiar y amigos que nos cuidan, por eso podemos sobrevivir en muchas
oportunidades.

Segunda etapa evolutiva: El simpático: la actividad


y el estrés.
Es regulado por la red simpática y la suprarrenal, que producen hormonas para
que estemos activos pero, a la vez, nos pueden convertir en “nerviosos y
estresados”.

Cuando está activo adecuadamente, estamos profundamente inspirados,


emanamos felicidad, júbilo, alegría, paz, nos sentimos bien, nos sentimos

3 (*) el nombre es ficticio, pero la historia se basa en hechos reales, esto aplica a todos los nombres de
las personas en este texto.
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conectados con todo y con todos, nos sentimos vivos y se pueden llegar a
estados de éxtasis, de gran felicidad. Se dice que Buda dijo: “Vinimos a ser
felices, no perfectos”.

Cuando está disonante, es el estado conocido como el “síndrome de ataque/


huída”. Ante una amenaza o atacamos o huimos. Como nuestra cultura no
permite atacar a quien nos amenaza, entonces como tenemos que soportarla
aparece el temor, la ansiedad, nos sentimos culpables. Sentimos odio, repulsión,
celos, hostilidad, nos sentimos heridos, insatisfechos, desesperados, ansiosos, y
hasta con pánico.
La respiración se hace más rápida, se acelera el corazón, se dilatan las
pupilas, la piel es pálida y sudorosa, húmeda, la digestión se hace más lenta.

RHC : El simpático: el estrés.

María Esmeralda, una bonita adolescente, hija de una amiga, es estudiante de


universidad. Está sometida a gran estrés, no duerme, consume muchos
alimentos del tipo “chatarra” (hamburguesas, colas, azúcares refinados etc.), no
disfruta la vida, no puede descansar, no tiene tiempo para hacer ejercicio.
Su vida de relación es poco gratificante, está sola y aburrida, ha empezado a
sentir “palpitaciones”, su piel está fría, húmeda y tiene mala digestión. Todo esto
la lleva a desesperarse y estar ansiosa.

Estaba reaccionando exageradamente ante las exigencias de su vida. Ante


esto puede haber dos caminos, según nuestro desarrollo evolutivo: o busca la
inmovilidad (etapa parasimpática amielínica) o pasa a la tercera etapa, mejorar
la relación consigo misma y con los demás (tercera etapa).

Estos síntomas son manifestación de lo que se conoce, hoy, como una


exagerada función de la red simpática, una “disautonomía”. Cuando se trata
adecuadamente la persona puede regresar a una vida activa y gratificante.
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Tercera etapa evolutiva: Parasimpático mielínico


ventral: La vida en relación.
Es un sistema exclusivo de los mamíferos y se caracteriza por nervios
mielinizados que rápidamente regulan el ritmo cardio-respiratorio, para favorecer
la relación con el medio ambiente.

Los nervios mielínicos relacionados con esta tercera etapa, nuestra vida social,
se hallan en la se sensibilidad de la cara (trigémino); los músculos faciales
(nervio facial) con los que mostramos nuestros estados de ánimo, los músculos
de la lengua (nervio hipogloso) y la garganta (nervios glosofaríngeo y vago) con
los que vocalizamos nuestros sentimientos. Y todo esto afecta el funcionamiento
de nuestras vísceras internas como el corazón y el intestino.

Pero no sólo participan tales zonas sino que, además, participan los “órganos
de los sentidos”: la visión (oftálmico), la audición (auditivo). el equilibrio
(vestibular), el olfato (olfatorio), el gusto (trigémino, facial, glosofaríngeo y vago)
y el tacto (trigémino). Además, hay que agregar los brazos y las manos (nervios
cervicales y pleno braquial) puesto que en nuestra vida de relación saludable
nos abrazamos, nos besamos, nos acercamos, oímos, hablamos, olemos,
gustamos y tocamos al ser que amamos.

Esta tercera etapa es la de la adecuada y feliz relación con nosotros mismos,


con el medio ambiente y con los otros.

Esta etapa es la que se relaciona con el tema central de este libro: el dolor en la
zona trigeminal se puede interpretar como un problema de relación.

Esta red favorece la temprana relación del niño y la madre.

Con ella llegamos al contacto visual (miramos a los ojos), con la voz
(conversamos), nos acercamos sin temor. Produce sensaciones de calidez y de
comezón o picazón en la cara de la emoción que experimentamos con la
sensación de contacto personal a través de la mirada, los oídos, boca, brazos y
manos.
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Es emocionante, que hayamos llegado a este grado de evolución y deberíamos


vivir felices y contentos, abandonando el estrés y los estados de quietud e
inmovilidad y de estrés, que no son sino estados de una inadecuada relación
con nosotros mismos y con aquellos con los que vivimos.

RHC : El parasimpático mielínico: la vida en relación.

Don Jacobo, un hombre de 60 años, venía padecido un dolor en la cara desde


hacía dos años. Vino acompañado por su esposa y una hija que estaban
preocupadas porque dejó de visitar los amigos y no hacía “negocios” como
antes. “Ya hasta dejó de jugar billar”. (fase de inmovilidad). Pero ha buscado
ayuda en muchas oportunidades sin resultado y está desesperado (fase
simpática).
Se le realizó tratamiento y se le indicaron terapias que él mismo podía hacer en
su casa y que le podía hacer su familia.
En la próxima consulta, 15 días después, llegó feliz, acompañado de su
esposa, dos hijas y el hijo, que también están felices porque su dolor
desapareció, “volvió a la vida”. “Ya conversa, oye radio, está comiendo muy bien,
ha vuelto a jugar billar con los amigos y quiere hacer trabajos y negocios”.
En poco tiempo ha recorrido todas las etapas evolutivas que hemos analizado.

Es impresionante, maravilloso y como dicen algunos “milagroso”, que el alivio


de una persona con dolor pueda hacer efectos no sólo en la vida de la persona
doliente, sino en todos sus relacionados y en su vida social. Esto se debe a que
el tratamiento, según Porges, tiene efectos “sociales”. Así debería ocurrir en
todas las personas con dolor. Es lo que se debería lograr.

Vilayanur S Ramachandran y la fase social.

El Dr. Ramachandran es un especialista en neurociencia, famoso por haber


descubierto que con un espejo se puede tratar el dolor de “miembro fantasma”.

En una de sus libros4 nos enseña que en el cerebro en la zona anterior, o


frontal, se hallan las neuronas motoras con las que movemos la mano para

4 Ramachandran VS, Blakesleee S. Phantoms in the Brain. 1998;Harper, New York.


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agarrar algo. Se ha demostrado que ellas se “disparan” o activan cuando


movemos la mano.
Lo más interesante es que el 20% de esas neuronas se han nombrado “en
espejo”. Tales neuronas se activan en mi cerebro, cuando yo veo que otra
persona mueve el brazo y la mano, es decir, funcionan como un espejo de lo que
hace la otra persona. Sin embargo, es todavía más interesante, que si se coloca
un anestésico local en los nervios de mi brazo, cuando veo que a la otra
persona le tocan o acarician la mano, yo siento en mi mano la caricia. Según
Ramachandran, se ha disuelto la barrera que nos separa por medio del sistema
nervioso. Con sólo ver podemos aprender.

Este aprendizaje es inmediato y, según el autor, por imitación aprendemos de


inmediato y así fue como aprendimos a utilizar herramientas, a hacer fuego, a
construir donde protegernos, aprendimos el lenguaje y elaborar una teoría sobre
la mente. Cada uno aprende mirando sus padres, sus profesores o sus ídolos.
Según él así es que hemos creado nuestra cultura y nuestra civilización.

¿Y cómo podría aplicar esto a la fase social de la evolución del nuestro sistema
nervioso visceral?. Para poder coger algo con la mano, tenemos que verlo y
coordinar la mano con los ojos y para eso utilizo mi sistema de comunicación
social (parasimpático mielínico ventral). Y si lo que voy a coger es un alimento se
activa el olfato y el gusto. Mi sistema de relación, sistema con el cual trasciendo
mi pequeño mundo personal.

El sistema nervioso visceral y el cáncer.

¿Puede aplicarse la hipótesis de Porges, no sólo a nuestra evolución, sino a


otras situaciones de nuestra vida?. Veamos como aplicaría a personas con
cáncer.
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Red Parasimpático amielínica y el cáncer.

Si está resonante, aceptación.

RHC: Parasimpático amielínico y reacción al cáncer.

A Aida, una colega, muy espiritual, le hacen diagnóstico de cáncer de colon.


Los familiares la traen, desesperados, a una clínica especializada en cáncer.
Les dicen que está en “estado terminal” y que lo único que se puede hacer es
cirugía de inmediato, quimioterapia y radioterapia.
La visito en la clínica y dice: “yo sé que es lo que tengo. No me voy a operar.
Estoy tranquila y me voy a ir”.
Al otro día, sin dolor ni sufrimiento, muere. Tres horas antes de la cirugía
programada para esa mañana.

Red simpática y el cáncer.

Si está adecuadamente activo, resonante, la energía que manejamos nos


impide tener cáncer.

RHC: Simpático y reacción al cáncer.

A Isabel, una madre de tres hijos le informan el diagnóstico de cáncer de seno


en grado avanzado, con compromiso de músculos y costillas. Le dicen que es
inoperable y que lo único que le pueden ofrecer es quimioterapia y radioterapia.
Pero el estado del tumor es tan avanzado que estos tratamientos apenas
prolongarán unos meses su vida.
Ella dice: “Doctor, yo no me puedo morir, tengo tres hijos pequeños que no
puedo dejar solos”.

Luego solicita al médico experto en tumores, que le asigne una cita particular,
para que puedan hablar con más calma, pues en una cita de 20 minutos, no es
suficiente.
En la cita en el consultorio del profesional, ella le pide que le muestre fotos del
tumor.
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El médico le muestra, en un libro de patología, fotografías tomadas con un


microscopio del tumor que ella tiene. Luego le muestra un acelerador de
partículas con el cual se hace el tratamiento de estos tumores.
Esta mamá, le pide prestados el libro y la fotografía del equipo, para sacarles
fotocopia. Pero el médico le dice que la fotografía del equipo se la puede regalar
pues es propaganda de los que venden estos equipos que cuestan miles de
millones de pesos. En cuanto al libro, se lo presta y ella reproduce las fotos del
tumor.
En su casa, se sienta en su cama y mira atentamente las fotos de su tumor y
del aparato. Luego cierra los ojos, espera a respirar con calma y se imagina que
el aparato está tratando su tumor con una luz intensamente blanca. Esto lo hace
todos los días.

Un colega es quien cuenta esta historia. Dice que él tuvo oportunidad de ver
esta mamá 17 años después, y que en su pecho estaba el tumor sin haber
avanzado y ella estaba bien y sus hijos ya eran adultos.
El cáncer detuvo su crecimiento, seguía ahí como un compañero de camino y
ella había podido realizar su propósito.

Otra historia es la que cuenta un médico ortopedista, el Dr. Robert Becker, en


su libro “El cuerpo eléctrico”5 que nos muestra la resonancia del simpático en
una persona con cáncer.

RHC: Simpático y reacción al cáncer.

Robert, es un leñador canadiense. Su oficio, derribar árboles cultivados para


hacer pulpa de papel. Cierto día sintió un dolor en el hueso del muslo derecho
(el fémur) que no mejoraba con analgésicos.
Acude a una clínica y le toman una radiografía de la zona y descubren un tumor
que había destruido casi todo el hueso en uno de sus extremos con gran peligro
de fractura. Le tomaron una biopsia y el resultado fue un tumor maligno muy
agresivo (osteosarcoma), al cual las personas, incluso con tratamiento, sólo
sobreviven varios meses porque el tumor invade múltiples sitios.
Le informan que la cirugía no es curativa y consiste en amputarle su miembro
inferior derecho.

5 Becker RO. The body electric. 1985;Quill,New York.


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Él dice: “Yo no puedo, ahora, tener cáncer; ni puedo operarme, pues tengo
mucho trabajo pendiente para hacer y nadie lo va a realizar por mí”, abandona la
consulta y retorna a su trabajo.
Dos años después, vuelve al hospital. Quiere que le hagan una revisión para
ver que ha pasado con “eso” que le encontraron hace dos años, informa que ha
seguido bien y trabajando “normalmente”.
Las radiografías muestran que el hueso, del muslo derecho, está
perfectamente normal.

Red parasimpática mielínica y cáncer.

Si está resonante, participación, socialización del cáncer.

Hay personas que cuando reciben el diagnóstico de cáncer, consideran que es


una realidad de la vida que les toca vivir y la asumen junto con el esposo, hijos,
toda la familia y relacionados. Cuando les ofrecen tratamientos, escogen las que
conserven la calidad de su vida. Pueden morir del cáncer, pero son las personas
que mejor responden a los tratamientos, e incluso pueden sanar del cáncer.

Si está disonante, nos encerramos no queremos que los otros conozcan


nuestro problema.

Ryke Geerd Hamer es un médico europeo con varias especialidades: en


tumores, medicina interna, imagenología y otras.

Mientras con la familia paseaban por el mar Mediterráneo, una bala perdida
causó la muerte de su hijo. Luego de esta tragedia y todo el litigio legal posterior,
a su esposa le aparece cáncer y murió. Luego a él le aparece cáncer de
próstata. Y se preguntó: ¿Será que la enorme pérdida que tuvimos, se relaciona
con el cáncer que padeció mi esposa y ahora yo?.

En su consulta, empezó a preguntarles a las personas con cáncer si antes de


su aparición habían tenido un evento muy serio, una pérdida emocional,
económica o de otra naturaleza y para su sorpresa, así era.
Luego, como era radiólogo empezó a examinar con cuidado las tomografías de
esas personas con cáncer y empezó a ver una lesión, que se presentaba en
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diferentes sitios y se relacionaba con el tipo de crisis y de cáncer. Llegó a tanta


su habilidad, sobre tal relación, que en un congreso pidió a los asistentes que le
trajeran tomografías de personas con cáncer y él diría cuál era el cáncer y cuál
era su causa.
Para todos fue una gran sorpresa que en cientos de tomografías no se
equivocó ni una vez !. Parece que es la primera vez que en Medicina se
demuestra algo con una validez del 100%!.

De ahí nace su hipótesis: La causa del cáncer es un conflicto no resuelto,


padecido en aislamiento por un largo período de tiempo.

Es decir, si uno tiene un conflicto y no lo verbaliza, no lo cuenta a sus


relacionados, se encierra y se aísla (fase parasimpática amielínica), está
cultivando la actitud que puede llevarlo a desarrollar un cáncer. Por lo tanto los
conflictos hay que verbalizarlos, la fase parasimpática mielínica, que puede
evitarnos padecer trastornos, tan serios, como un cáncer.

Mayo 2015. Febrero 11 2016.


Edición final Noviembre 2018
Actualización Marzo 8 de 2020.

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