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El
congreso de 1824. Las tentativas de
unificación. De 1825 a 1829: Unitarios y
Federales.
A comienzos de la década de 1820 el gobernador de Córdoba, Juan Bautista Bustos, convocaba a un
congreso en su provincia para organizar un Estado central federal, que respetara el poder de las provincias
para gobernar sus propios asuntos. Pero Buenos Aires boicoteó este congreso y en 1822 firmó con Santa Fe,
Entre Ríos y Corrientes el Tratado del Cuadrilátero. En él las partes firmantes aceptaban:
Se divisaban en el Congreso provincias a favor de un sistema federal de gobierno (Entre Ríos, Santa Fe,
Santiago del Estero, San Juan, Mendoza, La Rioja y Córdoba), y otras a favor de un sistema centralista
(parte de Buenos Aires, Tucumán, Salta, Jujuy). En tanto, Corrientes, Catamarca, San Luis y Misiones
dejaron la decisión en manos del Congreso.
Una vez reunidos en Buenos Aires, los diputados sancionaron algunas leyes. Por un lado, la Ley
Fundamental (1825), por la cual delegaban en Poder Ejecutivo Nacional provisorio y la conducción de las
relaciones exteriores al gobernador de Buenos Aires. Sin embargo, todas las decisiones que la provincia
tomara, debían ser ratificadas por el Congreso. Además la medida afirmó que provisoriamente las provincias
se regirían por sus propias constituciones.
Así las cosas, la falta de consenso fue aprovechada por los partidarios de Rivadavia para adoptar el
centralismo. La Constitución, aprobada en 1826, no reconocía la autonomía de los Estados
Provinciales, por lo que fue rechazada por la mayoría
de gobernadores. Agotado en el frente interno y sin
recursos económicos para continuar la guerra con Brasil,
Rivadavia negoció el fin de este proceso bélico,
proponiendo la entrega de la Banda Oriental al Brasil.
Cuando la noticia se conoció, Rivadavia se vio obligado a
renunciar pues este hecho fue considerado una paz
deshonrosa. Tal descrédito produjo la disolución del
congreso, la constitución y del poder ejecutivo, estas
“autoridades morían de muerte natural y, junto con ellas, la
Ilustración 2: Bernardino Rivadavia última tentativa, durante la primera mitad del siglo XIX de
conformar una unidad política constitucional con las
provincias que habían quedado del anterior virreinato
(...)Las provincias regresaron pues a su anterior condición de autonomía y Buenos Aires volvía a la
situación institucional previa a la ley de capitalización(...)
(Ternavasio, 2009:160).
Las tratativas diplomáticas fueron continuadas por Manuel Dorrego, que asumiría el gobierno de Buenos
Aires, la conducción de la Guerra y el manejo de las relaciones exteriores, ambas delegadas por el Congreso.
Ante el agotamiento financiero y la presión británica. Dorrego, proclamaba finalmente la independencia
de la República Oriental del Uruguay. En 1828 Dorrego (jefe del Partido Federal) fue derribado del poder
mediante un golpe militar en manos del unitario Juan Lavalle.
Este suceso correspondía a un plan ideado
por los unitarios, de destituir a los
gobernadores federalistas e imponer por la
fuerza la organización centralizada del
país. Lavalle fue nombrado gobernador de
Buenos Aires. Inmediatamente disolvió la
legislatura e inició la persecución de
Dorrego, a quien fusiló sin juicio previo.
La situación llevó a López y Rosas,
entonces comandante general de la
campaña, a atacar Buenos Aires para
Ilustración 4: Fusilamiento de Manuel Dorrego establecer la autoridad federal. Ambos
logran derrotar a Lavalle en Puente
Márquez. Lavalle acorralado política y militarmente decidió entrevistarse con Rosas y firmar el Pacto de
Barracas, a través del cual renunciaba al gobierno y nombraba provisoriamente a Juan José Viamonte para
que restableciera la legislatura de Buenos Aires. A principios de diciembre de 1829, esa institución eligió a
Juan Manuel de Rosas como gobernador de Buenos Aires. Los conflictos entre unitarios y federales
llevarían a las armas en más de una ocasión.