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Cuadro 29
Mercancías del virreinato del Perú ingresadas al mercado de Potosí,
1793

Valor
Mercancía Porcentaje Procedencia
(pesos de a 8 reales)
258.954 30,4
Aguardiente
(240.530) (28,2) (Arequipa)
Coca 235.543 27,6 La Paz, Cochabamba
122.872 14,4
Ropa de la tierra (113.018) (13,2) (Cuzco)
(4.098) (0,5) (Arequipa)
31.105 3,6
Azúcar
(27.535) (3,2) (Cuzco)
28.874 3,3
(5.875) (0,7) (Lima)
Ají
(2.860) (0,3) (Cuzco)
(9.450) (1,1) (Arequipa)
15.625 1,8
Vino
(9.197) (1,1) (Arequipa)
13.693 1,6
Bayetas (156) (0,01) (Cuzco)
(180) (0,02) (Puno)
Otros 145.892 17,1 Virreinato de Buenos Aires
Total 852.558 100
Fuente: Tandeter 1987: 396, 399, 415-419.

Además del comercio registrado, el tráfico total en Potosí ascendía a


4.345.204 pesos, de los cuales 1.052.646 correspondían a “efectos de Castilla”
(importaciones europeas) que incluían el azogue y el hierro, insumos para la
minería, además de la consabida masa de telas europeas. Los “efectos de la tie-
rra”, por tanto, sumaban un 76% del total. De estos bienes, los que no eran re-
gistrados por la aduana representaban 2.440.000 pesos, correspondientes a los
siguientes productos: papas y derivados, maíz, trigo, sal, cebada, leña, madera,
ganado, etc.112 Existen numerosos indicios de que los indígenas participaron
en estos circuitos mercantiles; sin embargo, dado que en principio se hallaban

112. Tandeter 1987: 384.


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exentos de pago por todos los “efectos de la tierra”, es sumamente difícil trazar
las tendencias de dicha intervención. En el Potosí de fines del siglo XVIII, se
detectan numerosos introductores de mercancías con patronímicos indígenas.
La noción de “polo” es menos aplicable a algunos nuevos circuitos econó-
micos que surgieron para articular un espacio interno con el exterior mediante
los productos no convencionales. Tal fue el caso de la cascarilla, producto que
circulaba por las llamadas “carreras” de Lima y Quito, rutas que unían una serie
de ciudades secundarias que actuaban como subcentros de acopio, por donde
transitaban además productos como el jabón y la lejía norteñas, para llegar fi-
nalmente a Lima, donde se concentraba la cascarilla que debía remitirse del
Callao a Cádiz en sucesivas embarcaciones. Paita, el puerto piurano, se convir-
tió en un eje vital de comunicaciones entre Europa y Lima a través de la ruta de
Panamá. Las embarcaciones procedentes de Panamá descargaban mercaderías
en Paita que debían ser enviadas a Lima por tierra, ya que la navegación hacia
el Callao era muy dificultosa. Asimismo, Paita recibía la producción del área
costeña circundante y la sierra de Piura que era remitida a Lima y a Guayaquil.
De este último puerto recibía cacao, zarzaparrilla, maderas y sombreros de paja
toquilla y enviaba harinas, lonas, confites, cueros, azúcar, sebo y legumbres.113
Lima ocupaba una posición especial, por cuanto era el centro de redistri-
bución más importante del virreinato peruano y también el centro principal de
consumo. Debió renunciar a fines del siglo XVIII a su dominio comercial sobre
el Alto Perú, pero siguió recibiendo los bienes importados de distintos puntos
del globo a través de las rutas controladas por la metrópoli española, lo que per-
mitió a su élite comercial seguir ejerciendo su hegemonía. Este papel de Lima se
aprecia, incluso, en su vinculación con un asiento minero como Cerro de Pasco,
el cual constituía por sí mismo un eje de circulación mercantil regional. El co-
mercio en Cerro de Pasco puede dividirse en dos grandes rubros: los insumos
para la minería (entre los cuales era fundamental el azogue) y los artículos de
consumo en general. El azogue utilizado en Cerro de Pasco no provenía en su
totalidad de los yacimientos peruanos, sino también de yacimientos europeos,
los que en algunos momentos llegaron a surtir más de la mitad de lo requerido
para las minas cerreñas (en 1810 y 1813). Otro rasgo interesante es que más de
un 80% del comercio de artículos de consumo registrado en la aduana local
provino de Lima, lo que reforzaba el papel de esta ciudad como centro redis-
tribuidor. De allí provenía la masa de tejidos europeos que, de 1792 a 1798,
llegaron a representar un promedio 40,4% del valor registrado por la aduana.
Incluso el importante giro de aguardiente de las comarcas iqueñas se concentra-
ba en Lima y de allí era remitido al centro minero respectivo.

113. Aldana 1999: 76-77; Jaramillo 1999: 37.


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El comercio interior provincial hacia Cerro de Pasco provino sobre todo de


Huamanga, región que enviaba tocuyos, pañetes y bayetas, además de artículos
de cuero (zapatos y pellones). En términos de valor, seguía a mucha distancia
el comercio procedente de Lima. De Huánuco procedía la coca, aunque en de-
terminado momento parece perder fuerza la participación de esta región en
el mercado minero; sin embargo, no es posible concluir que esto se debiera a
una situación de deterioro, pues Huánuco siguió proveyendo de coca a muchas
otras regiones. Siendo la coca un artículo específicamente dirigido a los indíge-
nas, habría que tomar en consideración la demanda de la economía campesina
y rural en general como factor explicativo de la persistencia del comercio coca-
lero, pese a la reducción de la demanda centrada en las minas.

Cuadro 30
Procedencia del comercio registrado en la aduana de Cerro
de Pasco, 1793
(valor en pesos de a 8 reales)

Efectos de Efectos de la N.°


Aduana de origen Total
Europa tierra especificado
Lima 208.175,5 143.928,2 — 352.103,7
Cajatambo — 509,0 — 509,0
Huaylas — 11.806,1 — 11.806,1
Conchucos — 333,1 — 333,1
Huamalíes — 93,6 — 93,6
Huánuco — 6.983,4 — 6.983,4
Huancayo y Jauja — 34.488,4 — 34.488,4
Huamanga — 16.982,6 — 16.982,6
Procedencia no
— — 88 88,0
especificada
Total 208.175,5 215.125,0 88 423.388,5
Fuente: Chocano 1983.

Diversa fue la situación de Huancavelica, centro de producción de azogue,


cuya decadencia durante el siglo XVIII provocó que la producción de Huamanga
y la coca de Huanta buscasen como alternativa los mercados de Cerro de Pasco
y el Cuzco.114

114. Urrutia 1983.


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Las tendencias del comercio en el virreinato peruano apuntan a un declive


generalizado, cuando se toma en cuenta todo el período que transcurre de las
últimas décadas del siglo XVIII a las vísperas de la emancipación. Una imagen
ciertamente diferente a la que proporcionan los análisis que se cierran con el
fin del siglo XVIII.115 En Cerro de Pasco, el comercio mostró una tendencia de-
creciente entre 1784 y 1819, similar a la que presentó la minería. Una tendencia
parecida experimentó el mercado arequipeño. El producto principal de expor-
tación era el aguardiente procedente de los valles del Vítor y de Moquegua que,
a partir de 1775, comenzó a decaer, pese a que a fines de siglo el porcentaje
del aguardiente como parte del total de exportaciones procedentes de Arequipa
y Moquegua era abrumador. Esta caída, a su vez, repercutió en la capacidad
de importar bienes por parte de estas regiones. Paralelamente, los datos sobre
el comercio regional piurano indican una propensión general de declive antes
de la independencia, aunque matizada con breves períodos de recuperación de
1799 a 1801 y, nuevamente, de 1808 a 1815, mientras que en el resto de tiempo
se experimentó un estancamiento.116
Esta tendencia decreciente se documenta básicamente a través de las fuen-
tes del comercio registrado y que pagaba impuestos. Es probable que la pro-
ducción de panllevar, que no estaba sometida al fisco y que tenía un circuito
local, obedeciera a otra lógica, aunque solo se tienen datos que apuntan al au-
mento de precios de estos productos en el área limeña entre 1800 y 1820. En
todo caso, se trata de circuitos comerciales mucho más circunscritos y de me-
nor rentabilidad;117 de modo que la caída del nivel general del comercio fue un
ingrediente de la situación deficitaria que afrontó el virreinato peruano en el
umbral de la independencia.

115. Newland y Coatsworth 2000: apartado 2.11.


116. Jaramillo 1999: 68.
117. Haitin 1986.
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