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RIMA I y entre las sombras hace  RIMA V

Yo sé un himno gigante y extraño  la luz aparecer. Espíritu sin nombre, 


que anuncia en la noche del alma una Brillante rienda de oro  indefinible esencia, 
aurora,  que poderosa enfrena  yo vivo con la vida 
y estas páginas son de ese himno  de la exaltada mente  sin formas de la idea.
cadencias que el aire dilata en las sombras. el volador corcel. Yo nado en el vacío, 
Yo quisiera escribirle, del hombre  Hilo de luz que en haces  del sol tiemblo en la hoguera, 
domando el rebelde, mezquino idioma,  los pensamientos ata;  palpito entre las sombras 
con palabras que fuesen a un tiempo  sol que las nubes rompe  y floto con las nieblas.
suspiros y risas, colores y notas. y toca en el zenít. Yo soy el fleco de oro 
Pero en vano es luchar, que no hay cifra  Inteligente mano  de la lejana estrella, 
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, que en un collar de perlas  yo soy de la alta luna 
hermosa!,  consigue las indóciles  la luz tibia y serena.
si, teniendo en mis manos las tuyas,  palabras reunir. Yo soy la ardiente nube 
pudiera, al oído, cantártelo a solas. Armonioso ritmo  que en el ocaso ondea, 
RIMA II que con cadencia y número  yo soy del astro errante 
Saeta que voladora  las fugitivas notas  la luminosa estela.
cruza, arrojada al azar,  encierra en el compás. Yo soy nieve en las cumbres, 
y que no se sabe dónde  Cincel que el bloque muerde  soy fuego en las arenas, 
temblando se clavará; la estatua modelando,  azul onda en los mares 
hoja que del árbol seca  y la belleza plástica  y espuma en las riberas.
arrebata el vendaval,  añade a la ideal. En el laúd, soy nota, 
sin que nadie acierte el surco  Atmósfera en que giran  perfume en la violeta, 
donde al polvo volverá; con orden las ideas,  fugaz llama en las tumbas 
gigante ola que el viento  cual átomos que agrupa  y en las ruïnas yedra.
riza y empuja en el mar,  recóndita atracción. Yo atrueno en el torrente 
y rueda y pasa, y se ignora  Raudal en cuyas ondas  y silbo en la centella, 
qué playa buscando va; su sed la fiebre apaga,  y ciego en el relámpago 
luz que en cercos temblorosos  oasis que al espíritu  y rujo en la tormenta.
brilla, próxima a expirar,  devuelve su vigor...  Yo río en los alcores, 
y que no se sabe de ellos  Tal es nuestra razón. susurro en la alta yerba, 
cuál el último será; Con ambas siempre en lucha  suspiro en la onda pura 
eso soy yo, que al acaso  y de ambas vencedor,  y lloro en la hoja seca.
cruzo el mundo sin pensar  tan sólo al genio es dado  Yo ondulo con los átomos 
de dónde vengo ni a dónde  a un yugo atar las dos. del humo que se eleva 
mis pasos me llevarán.     RIMA IV y al cielo lento sube 
RIMA III No digáis que, agotado su tesoro,  en espiral inmensa.
Sacudimiento extraño  de asuntos falta, enmudeció la lira;  Yo, en los dorados hilos 
que agita las ideas,  podrá no haber poetas; pero siempre  que los insectos cuelgan 
como huracán que empuja          habrá poesía. me mezco entre los árboles 
las olas en tropel. Mientras las ondas de la luz al beso  en la ardorosa siesta.
Murmullo que en el alma          palpiten encendidas,  Yo corro tras las ninfas 
se eleva y va creciendo  mientras el sol las desgarradas nubes  que, en la corriente fresca 
como volcán que sordo          de fuego y oro vista,  del cristalino arroyo, 
anuncia que va a arder. mientras el aire en su regazo lleve  desnudas juguetean.
Deformes siluetas          perfumes y armonías,  Yo, en bosques de corales 
de seres imposibles;  mientras haya en el mundo primavera,  que alfombran blancas perlas, 
paisajes que aparecen          ¡habrá poesía! persigo en el océano 
como al través de un tul. Mientras la ciencia a descubrir no alcance  las náyades ligeras.
Colores que fundiéndose  Yo, en las cavernas cóncavas 
        las fuentes de la vida, 
remedan en el aire  do el sol nunca penetra, 
y en el mar o en el cielo haya un abismo 
los átomos del iris  mezclándome a los gnomos, 
        que al cálculo resista, 
que nadan en la luz. contemplo sus riquezas.
mientras la humanidad siempre avanzando 
Ideas sin palabras,  Yo busco de los siglos 
        no sepa a dó camina, 
palabras sin sentido;  las ya borradas huellas, 
mientras haya un misterio para el hombre, 
cadencias que no tienen  y sé de esos imperios 
ni ritmo ni compás.         ¡habrá poesía! de que ni el nombre queda.
Memorias y deseos  Mientras se sienta que se ríe el alma,  Yo sigo en raudo vértigo 
de cosas que no existen;          sin que los labios rían;  los mundos que voltean, 
accesos de alegría,  mientras se llore, sin que el llanto acuda  y mi pupila abarca 
impulsos de llorar.         a nublar la pupila;  la creación entera.
Actividad nerviosa  mientras el corazón y la cabeza  Yo sé de esas regiones 
que no halla en qué emplearse;          batallando prosigan,  a do un rumor no llega, 
sin riendas que le guíen,  mientras haya esperanzas y recuerdos,  y donde informes astros 
caballo volador.         ¡habrá poesía! de vida un soplo esperan.
Locura que el espíritu  Mientras haya unos ojos que reflejen  Yo soy sobre el abismo 
exalta y desfallece,          los ojos que los miran,  el puente que atraviesa, 
embriaguez divina  mientras responda el labio suspirando  yo soy la ignota escala 
del genio creador...          al labio que suspira,  que el cielo une a la tierra,
Tal es la inspiración. mientras sentirse puedan en un beso  Yo soy el invisible 
Gigante voz que el caos          dos almas confundidas,  anillo que sujeta 
ordena en el cerebro  mientras exista una mujer hermosa,  el mundo de la forma 
        ¡habrá poesía! al mundo de la idea.
Yo, en fin, soy ese espíritu,  ¿A mí me buscas?  Tu pupila es azul y, cuando ríes, 
desconocida esencia,                                        —No es a ti, no. su claridad süave me recuerda 
perfume misterioso  —Mi frente es pálida, mis trenzas de oro:  el trémulo fulgor de la mañana 
de que es vaso el poeta. puedo brindarte dichas sin fin,          que en el mar se refleja.
RIMA VI yo de ternuras guardo un tesoro.  Tu pupila es azul y, cuando lloras, 
Como la brisa que la sangre orea  ¿A mí me llamas?  las transparentes lágrimas en ella 
sobre el oscuro campo de batalla,                                        —No, no es a ti. se me figuran gotas de rocío 
cargada de perfumes y armonías  —Yo soy un sueño, un imposible,          sobre una vïoleta.
en el silencio de la noche vaga, vano fantasma de niebla y luz;  Tu pupila es azul, y si en su fondo 
Símbolo del dolor y la ternura,  soy incorpórea, soy intangible:  como un punto de luz radi
del bardo inglés en el horrible drama,  no puedo amarte.     RIMA XIV
la dulce Ofelia, la razón perdida,                                        —¡Oh ven, ven tú! Te vi un punto y, flotando ante mis ojos, 
cogiendo flores y cantando pasa.    RIMA XII la imagen de tus ojos se quedó, 
RIMA VII Porque son, niña, tus ojos  como la mancha oscura orlada en fuego 
Del salón en el ángulo oscuro,  verdes como el mar, te quejas;  que flota y ciega si se mira al sol.
de su dueña tal vez olvidada,  verdes los tienen las náyades,  Adondequiera que la vista clavo, 
silenciosa y cubierta de polvo  verdes los tuvo Minerva,  torno a ver las pupilas llamear; 
        veíase el arpa. y verdes son las pupilas  mas no te encuentro a ti, que es tu mirada, 
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas  de las hourís del Profeta. unos ojos, los tuyos, nada más.
como el pájaro duerme en las ramas,  El verde es gala y ornato  De mi alcoba en el ángulo los miro 
esperando la mano de nieve  del bosque en la primavera;  desasidos fantásticos lucir; 
        que sabe arrancarlas! entre sus siete colores  cuando duermo los siento que se ciernen, 
—¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio  brillante el Iris lo ostenta,  de par en par abiertos sobre mí.
así duerme en el fondo del alma,  las esmeraldas son verdes;  Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche 
y una voz, como Lázaro, espera  verde el color del que espera,  llevan al caminante a perecer; 
que le diga: «¡Levántate y anda!». y las ondas del océano  yo me siento arrastrado por tus ojos, 
y el laurel de los poetas.
  RIMA VIII Es tu mejilla temprana 
pero adónde me arrastran, no lo sé.
Cuando miro el azul horizonte   RIMA XV
rosa de escarcha cubierta,                                           [Tú y yo. 
perderse a lo lejos, 
en que el carmín de los pétalos                                                           Melodía.]
al través de una gasa de polvo 
se ve al través de las perlas. Cendal flotante de leve bruma, 
dorado e inquieto, 
Y sin embargo,  rizada cinta de blanca espuma, 
me parece posible arrancarme 
sé que te quejas  rumor sonoro 
del mísero suelo 
porque tus ojos  de arpa de oro, 
y flotar con la niebla dorada 
crees que la afean,  beso del aura, onda de luz: 
en átomos leves 
pues no lo creas.      eso eres tú.
cual ella deshecho.
Que parecen sus pupilas  Tú, sombra aérea, que cuantas veces 
Cuando miro de noche en el fondo 
húmedas, verdes e inquietas,  voy a tocarte te desvaneces 
oscuro del cielo 
tempranas hojas de almendro  ¡como la llama, como el sonido, 
las estrellas temblar como ardientes 
que al soplo del aire tiemblan. como la niebla, como el gemido 
pupilas de fuego, 
Es tu boca de rubíes       del lago azul!
me parece posible a do brillan 
purpúrea granada abierta  En mar sin playas onda sonante, 
subir en un vuelo 
que en el estío convida  en el vacío cometa errante, 
y anegarme en su luz, y con ellas 
a apagar la sed con ella, largo lamento 
en lumbre encendido 
Y sin embargo,  del ronco viento, 
fundirme en un beso.
sé que te quejas  ansia perpetua de algo mejor, 
En el mar de la duda en que bogo 
porque tus ojos       ¡eso soy yo!
ni aun sé lo que creo; 
crees que la afean,  Yo, que a tus ojos, en mi agonía, 
sin embargo estas ansias me dicen 
pues no lo creas. los ojos vuelvo de noche y día; 
que yo llevo algo 
Que parecen, si enojada  yo, que incansable corro y demente 
divino aquí dentro.
tus pupilas centellean,  ¡tras una sombra, tras la hija ardiente 
 RIMA IX
las olas del mar que rompen       de una visión!.
Besa el aura que gime blandamente 
en las cantábricas peñas.   RIMA XVI
las leves ondas que jugando riza; 
Es tu frente que corona, 
el sol besa a la nube en occidente  [Serenata]
crespo el oro en ancha trenza, 
y de púrpura y oro la matiza;  Si al mecer las azules campanillas 
nevada cumbre en que el día 
la llama en derredor del tronco ardiente       de tu balcón, 
su postrera luz refleja.
por besar a otra llama se desliza;  crees que suspirando pasa el viento 
Y sin embargo, 
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,       murmurador, 
sé que te quejas 
al río que le besa, vuelve un beso. sabe que, oculto entre las verdes hojas, 
porque tus ojos 
RIMA X      suspiro yo.
crees que la afean: 
Los invisibles átomos del aire  Si al resonar confuso a tus espaldas 
pues no lo creas.
en derredor palpitan y se inflaman,       vago rumor, 
Que entre las rubias pestañas, 
el cielo se deshace en rayos de oro,  crees que por tu nombre te ha llamado 
junto a las sienes semejan 
la tierra se estremece alborozada.      lejana voz, 
broches de esmeralda y oro 
Oigo flotando en olas de armonías,  sabe que, entre las sombras que te cercan, 
que un blanco armiño sujetan.
rumor de besos y batir de alas;       te llamo yo.
            *
mis párpados se cierran... —¿Qué sucede?  Si se turba medroso en la alta noche 
Porque son, niña, tus ojos 
¿Dime?       tu corazón, 
verdes como el mar te quejas; 
               —¡Silencio! ¡Es el amor que pasa! al sentir en tus labios un aliento 
quizás, si negros o azules 
RIMA XI      abrasador, 
se tornasen, lo sintieras.
—Yo soy ardiente, yo soy morena,  sabe que, aunque invisible, al lado tuyo, 
 RIMA XIII
yo soy el símbolo de la pasión,       respiro yo.
de ansia de goces mi alma está llena. 
  RIMA XVII dos ecos que se confunden;    Al través de tus párpados, dormida, 
 Hoy la tierra y los cielos me sonríen,  eso son nuestras dos almas.      tranquilo fulgor vierten, 
hoy llega al fondo de mi alma el sol,   RIMA XXV cual derrama de luz, templado rayo, 
hoy la he visto... La he visto y me ha   Cuando en la noche te envuelven       lámpara transparente. 
mirado...  las alas de tul del sueño                            ¡Duerme!
        ¡Hoy creo en Dios! y tus tendidas pestañas    Despierta, hablas y al hablar vibrantes 
RIMA XVIII semejan arcos de ébano,       tus palabras parecen 
   Fatigada del baile,  por escuchar los latidos  lluvia de perlas que en dorada copa 
encendido el color, breve el aliento,  de tu corazón inquieto       se derrama a torrentes.
  apoyada en mi brazo,  y reclinar tu dormida    Dormida, en el murmullo de tu aliento 
del salón se detuvo en un extremo. cabeza sobre mi pecho,       acompasado y tenue, 
  Entre la leve gasa          diera, alma mía,  escucho yo un poema que mi alma 
que levantaba el palpitante seno,          cuanto posea:       enamorada entiende. 
  una flor se mecía          ¡la luz, el aire                            ¡Duerme!
en compasado y dulce movimiento.         y el pensamiento!   Sobre el corazón la mano 
  Como en cuna de nácar    Cuando se clavan tus ojos  me he puesto porque no suene 
que empuja el mar y que acaricia el céfiro,  en un invisible objeto  su latido y de la noche 
  tal vez allí dormía  y tus labios ilumina  turbe la calma solemne.
al soplo de sus labios entreabiertos. de una sonrisa el reflejo,    De tu balcón las persianas 
  ¡Oh, quién así —pensaba—  por leer sobre tu frente  cerré ya porque no entre 
el callado pensamiento  el resplandor enojoso 
dejar pudiera deslizarse el tiempo! 
que pasa como la nube  de la aurora y te despierte. 
¡Oh, si las flores duermen, 
del mar sobre el ancho espejo,                            ¡Duerme!
  qué dulcísimo sueño!
        diera, alma mía,  RIMA XXVIII
 RIMA XIX
        cuanto deseo:    Cuando entre la sombra oscura, 
   Cuando sobre el pecho inclinas 
        ¡la fama, el oro,  perdida una voz murmura 
la melancólica frente, 
        la gloria, el genio! turbando su triste calma, 
una azucena tronchada 
  Cuando enmudece tu lengua  si en el fondo de mi alma 
        me pareces.
y se apresura tu aliento  la oigo dulce resonar, 
  Porque al darte la pureza    dime: ¿es que el viento en sus giros 
y tus mejillas se encienden 
de que es símbolo celeste,  y entornas tus ojos negros,  se queja, o que tus suspiros 
como a ella te hizo Dios  por ver entre sus pestañas  me hablan de amor al pasar?
        de oro y nieve. brillar con húmedo fuego    Cuando el sol en mi ventana 
 RIMA XX la ardiente chispa que brota  rojo brilla a la mañana, 
 Sabe, si alguna vez tus labios rojos  del volcán de los deseos,  y mi amor tu sombra evoca, 
quema invisible atmósfera abrasada,          diera, alma mía,  si en mi boca de otra boca 
que el alma que hablar puede con los ojos,          por cuanto espero,  sentir creo la impresión, 
también puede besar con la mirada.         la fe, el espíritu,    dime: ¿es que ciego deliro, 
 RIMA XXI         la tierra, el cielo. o que un beso en un suspiro 
—¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas   RIMA XXVI me envía tu corazón?
en mi pupila tu pupila azul,    Voy contra mi interés al confesarlo;    Y en el luminoso día 
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?          no obstante, amada mía,  y en la alta noche sombría, 
Poesía... eres tú. pienso, cual tú, que una oda sólo es buena  si en todo cuanto rodea 
 RIMA XXII de un billete del Banco al dorso escrita.  al alma que te desea, 
 ¿Cómo vive esa rosa que has prendido  No faltará algún necio que al oírlo  te creo sentir y ver, 
      junto a tu corazón?          se haga cruces y diga:    dime: ¿es que toco y respiro 
Nunca hasta ahora contemplé en el mundo  —Mujer al fin del siglo diecinueve,  soñando, o que en un suspiro 
      junto al volcán la flor. material y prosaica... ¡Boberías! me das tu aliento a beber?
RIMA XXIII   Voces que hacen correr cuatro poetas  RIMA XXIX
[A ella. No sé...] que en invierno se embozan con la lira;  La bocca mi baciò tutto
Por una mirada, un mundo;  ¡Ladridos de los perros a la luna!  tremante.
por una sonrisa, un cielo;    Tú sabes y yo sé que en esta vida  Dante, Commedia, Inf., V.,
por un beso... ¡Yo no sé  con genio es muy contado el que la escribe,  136.
qué te diera por un beso! y con oro cualquiera hace poesía.   Sobre la falda tenía 
RIMA XXIV  RIMA XXVII      el libro abierto; 
[Dos y uno] [Duerme] en mi mejilla tocaban 
Dos rojas lenguas de fuego    Despierta, tiemblo al mirarte;       sus rizos negros; 
que a un mismo tronco enlazadas  dormida, me atrevo a verte;  no veíamos letras 
se aproximan y, al besarse,  por eso, alma de mi alma,       ninguno creo; 
forman una sola llama. yo velo mientras tú duermes. mas guardábamos ambos 
Dos notas que del laúd    Despierta, ríes, y al reír tus labios       hondo silencio. 
a un tiempo la mano arranca,       inquietos me parecen  ¿Cuánto duró?  Ni aun entonces 
y en el espacio se encuentran  relámpagos de grana que serpean       pude saberlo. 
y armoniosas se abrazan.      sobre un cielo de nieve. Sólo sé que no se oía 
Dos olas que vienen juntas    Dormida, los extremos de tu boca       más que el aliento, 
a morir sobre una playa       pliega sonrisa leve,  que apresurado escapaba 
y que al romper se coronan  suave como el rastro luminoso       del labio seco. 
con un penacho  de plata.      que deja un sol que muere.  Sólo sé que nos volvimos 
Dos jirones de vapor                            ¡Duerme!      los dos a un tiempo, 
que del lago se levantan    Despierta, miras y al mirar tus ojos  y nuestros ojos se hallaron 
y, al juntarse allá en el cielo,       húmedos resplandecen       ¡y sonó un beso!
forman una nube blanca. como la onda azul en cuya cresta                         *
Dos ideas que al par brotan;       chispeando el sol hiere.
dos besos que a un tiempo estallan, 
Creación de Dante era el libro;     Si de nuestros agravios en un libro  umbrales de su pórtico, 
     era su Infierno.       se escribiese la historia,  callad, y que el secreto 
Cuando a él bajamos los ojos,  y se borrase en nuestras almas cuanto  no salga de vosotros. 
     yo dije trémulo:       se borrase en sus hojas. Callad, que por mi parte 
—¿Comprendes ya que un poema    ¡Te quiero tanto aún! ¡Dejó en mi pecho  yo lo he olvidado todo; 
     cabe en un verso?       tu amor huellas tan hondas,  y ella... ella, no hay máscara 
Y ella respondió encendida:  que sólo con que tú borrases una,  semejante a su rostro.
     —¡Ya lo comprendo!      las borraba yo todas!  RIMA XLI
RIMA XXX RIMA XXXVII Tú eras el huracán, y yo la alta 
Asomaba a sus ojos una lágrima  Antes que tú me moriré; escondido  torre que desafía su poder. 
y a mi labio una frase de perdón;  en las entrañas ya  ¡Tenías que estrellarte o que abatirme...! 
habló el orgullo y se enjugó su llanto,  el hierro llevo con que abrió tu mano          ¡No pudo ser!
y la frase en mis labios expiró. la ancha herida mortal. Tú eras el océano; y yo la enhiesta 
Yo voy por un camino; ella, por otro;  Antes que tú me moriré; y mi espíritu,  roca que firme aguarda su vaivén. 
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,  en su empeño tenaz,  ¡Tenías que romperte o que arrancarme...! 
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?  se sentará a las puertas de la muerte,          ¡No pudo ser!
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo? esperándote allá. Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados 
 RIMA XXXI Con las horas los días, con los días  uno a arrollar, el otro a no ceder; 
   Nuestra pasión fue un trágico sainete 
los años volarán,  la senda estrecha, inevitable el choque... 
     en cuya absurda fábula 
y a aquella puerta llamarás al cabo...          ¡No pudo ser!
lo cómico y lo grave  confundidos 
¿Quién deja de llamar?   RIMA XLII
     risas y llanto arrancan. 
Entonces, que tu culpa y tus despojos  Cuando me lo contaron sentí el frío 
Pero fue lo peor de aquella historia 
la tierra guardará,  de una hoja de acero en las entrañas; 
     que al fin de la jornada 
lavándote en las ondas de la muerte  me apoyé contra el muro, y un instante 
a ella tocaron lágrimas y risas 
como en otro Jordán; la conciencia perdí de dónde estaba.
     y a mí, sólo las lágrimas.
allí donde el murmullo de la vida  Cayó sobre mi espíritu la noche, 
RIMA XXXII
temblando a morir va,  en ira y en piedad se anegó el alma. 
   Pasaba arrolladora en su hermosura 
como la ola que a la playa viene  ¡Y entonces comprendí por qué se llora, 
     y el paso le dejé; 
silenciosa a expirar; y entonces comprendí por qué se mata!
ni aun a mirarla me volví y, no obstante, 
allí donde el sepulcro que se cierra  Pasó la nube de dolor.... Con pena 
algo a mi oído murmuró: —Esa es.
abre una eternidad,  logré balbucear breves palabras... 
  ¿Quién reunió la tarde a la mañana? 
todo cuanto los dos hemos callado,  ¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo... 
     Lo ignoro; sólo sé 
allí lo hemos de hablar. Me hacía un gran favor... Le di las gracias.
que en una breve noche de verano 
    RIMA XXXVIII
se unieron los crepúsculos, y... fue.
Los suspiros son aire y van al aire. 
 RIMA XXXIII
Las lágrimas son agua y van al mar. 
  Es cuestión de palabras y, no obstante, 
Dime, mujer, cuando el amor se olvida, 
     ni tú ni yo jamás, 
        ¿sabes tú adónde va?
después de lo pasado, convendremos 
RIMA XL
     en quién la culpa está.
Su mano entre mis manos, 
  ¡Lástima que el Amor un diccionario 
sus ojos en mis ojos, 
     no tenga donde hallar 
la amorosa cabeza 
cuándo el orgullo es simplemente orgullo 
apoyada en mi hombro, 
     y cuándo es dignidad!.
Dios sabe cuántas veces 
    RIMA XXXIV
con paso perezoso 
  Cruza callada, y son sus movimientos 
hemos vagado juntos 
     silenciosa armonía: 
bajo los altos olmos 
suenan sus pasos, y al sonar recuerdan 
del himno alado la cadencia rítmica. que de su casa prestan 
  Los ojos entreabre, aquellos ojos  misterio y sombra al pórtico.
     tan claros como el día;           *
y la tierra y el cielo, cuanto abarcan,  Y ayer... un año apenas, 
arden con nueva luz en sus pupilas. pasado como un soplo, 
  Ríe, y su carcajada tiene notas  con qué exquisita gracia, 
     del agua fugitiva;  con qué admirable aplomo, 
llora, y es cada lágrima un poema  me dijo al presentarnos 
     de ternura infinita. un amigo oficioso: 
Ella tiene la luz, tiene el perfume,  —¡Creo que en alguna parte 
     el color y la línea,  he visto a usted! ¡Ah, bobos, 
la forma engendradora de deseos,  que sois de los salones 
la expresión, fuente eterna de poesía. comadres de buen tono, 
  ¿Qué es estúpida? ¡Bah!  Mientras y andabais allí a caza 
callando  de galantes embrollos: 
     guarde oscuro el enigma,  qué historia habéis perdido, 
siempre valdrá lo que yo creo que calla  qué manjar tan sabroso 
más que lo que cualquiera otra me diga. para ser devorado 
 RIMA XXXV sotto voce en un coro 
    ¡No me admiró tu olvido!  Aunque de un detrás del abanico 
día,  de plumas y de oro...!
me admiró tu cariño mucho más;           *
porque lo que hay en mí que vale algo,  Discreta y casta luna, 
eso... ni lo pudiste sospechar. copudos y altos olmos, 
   RIMA XXXVI paredes de su casa, 

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