Yo sé un himno gigante y extraño la luz aparecer. Espíritu sin nombre,
que anuncia en la noche del alma una Brillante rienda de oro indefinible esencia, aurora, que poderosa enfrena yo vivo con la vida y estas páginas son de ese himno de la exaltada mente sin formas de la idea. cadencias que el aire dilata en las sombras. el volador corcel. Yo nado en el vacío, Yo quisiera escribirle, del hombre Hilo de luz que en haces del sol tiemblo en la hoguera, domando el rebelde, mezquino idioma, los pensamientos ata; palpito entre las sombras con palabras que fuesen a un tiempo sol que las nubes rompe y floto con las nieblas. suspiros y risas, colores y notas. y toca en el zenít. Yo soy el fleco de oro Pero en vano es luchar, que no hay cifra Inteligente mano de la lejana estrella, capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, que en un collar de perlas yo soy de la alta luna hermosa!, consigue las indóciles la luz tibia y serena. si, teniendo en mis manos las tuyas, palabras reunir. Yo soy la ardiente nube pudiera, al oído, cantártelo a solas. Armonioso ritmo que en el ocaso ondea, RIMA II que con cadencia y número yo soy del astro errante Saeta que voladora las fugitivas notas la luminosa estela. cruza, arrojada al azar, encierra en el compás. Yo soy nieve en las cumbres, y que no se sabe dónde Cincel que el bloque muerde soy fuego en las arenas, temblando se clavará; la estatua modelando, azul onda en los mares hoja que del árbol seca y la belleza plástica y espuma en las riberas. arrebata el vendaval, añade a la ideal. En el laúd, soy nota, sin que nadie acierte el surco Atmósfera en que giran perfume en la violeta, donde al polvo volverá; con orden las ideas, fugaz llama en las tumbas gigante ola que el viento cual átomos que agrupa y en las ruïnas yedra. riza y empuja en el mar, recóndita atracción. Yo atrueno en el torrente y rueda y pasa, y se ignora Raudal en cuyas ondas y silbo en la centella, qué playa buscando va; su sed la fiebre apaga, y ciego en el relámpago luz que en cercos temblorosos oasis que al espíritu y rujo en la tormenta. brilla, próxima a expirar, devuelve su vigor... Yo río en los alcores, y que no se sabe de ellos Tal es nuestra razón. susurro en la alta yerba, cuál el último será; Con ambas siempre en lucha suspiro en la onda pura eso soy yo, que al acaso y de ambas vencedor, y lloro en la hoja seca. cruzo el mundo sin pensar tan sólo al genio es dado Yo ondulo con los átomos de dónde vengo ni a dónde a un yugo atar las dos. del humo que se eleva mis pasos me llevarán. RIMA IV y al cielo lento sube RIMA III No digáis que, agotado su tesoro, en espiral inmensa. Sacudimiento extraño de asuntos falta, enmudeció la lira; Yo, en los dorados hilos que agita las ideas, podrá no haber poetas; pero siempre que los insectos cuelgan como huracán que empuja habrá poesía. me mezco entre los árboles las olas en tropel. Mientras las ondas de la luz al beso en la ardorosa siesta. Murmullo que en el alma palpiten encendidas, Yo corro tras las ninfas se eleva y va creciendo mientras el sol las desgarradas nubes que, en la corriente fresca como volcán que sordo de fuego y oro vista, del cristalino arroyo, anuncia que va a arder. mientras el aire en su regazo lleve desnudas juguetean. Deformes siluetas perfumes y armonías, Yo, en bosques de corales de seres imposibles; mientras haya en el mundo primavera, que alfombran blancas perlas, paisajes que aparecen ¡habrá poesía! persigo en el océano como al través de un tul. Mientras la ciencia a descubrir no alcance las náyades ligeras. Colores que fundiéndose Yo, en las cavernas cóncavas las fuentes de la vida, remedan en el aire do el sol nunca penetra, y en el mar o en el cielo haya un abismo los átomos del iris mezclándome a los gnomos, que al cálculo resista, que nadan en la luz. contemplo sus riquezas. mientras la humanidad siempre avanzando Ideas sin palabras, Yo busco de los siglos no sepa a dó camina, palabras sin sentido; las ya borradas huellas, mientras haya un misterio para el hombre, cadencias que no tienen y sé de esos imperios ni ritmo ni compás. ¡habrá poesía! de que ni el nombre queda. Memorias y deseos Mientras se sienta que se ríe el alma, Yo sigo en raudo vértigo de cosas que no existen; sin que los labios rían; los mundos que voltean, accesos de alegría, mientras se llore, sin que el llanto acuda y mi pupila abarca impulsos de llorar. a nublar la pupila; la creación entera. Actividad nerviosa mientras el corazón y la cabeza Yo sé de esas regiones que no halla en qué emplearse; batallando prosigan, a do un rumor no llega, sin riendas que le guíen, mientras haya esperanzas y recuerdos, y donde informes astros caballo volador. ¡habrá poesía! de vida un soplo esperan. Locura que el espíritu Mientras haya unos ojos que reflejen Yo soy sobre el abismo exalta y desfallece, los ojos que los miran, el puente que atraviesa, embriaguez divina mientras responda el labio suspirando yo soy la ignota escala del genio creador... al labio que suspira, que el cielo une a la tierra, Tal es la inspiración. mientras sentirse puedan en un beso Yo soy el invisible Gigante voz que el caos dos almas confundidas, anillo que sujeta ordena en el cerebro mientras exista una mujer hermosa, el mundo de la forma ¡habrá poesía! al mundo de la idea. Yo, en fin, soy ese espíritu, ¿A mí me buscas? Tu pupila es azul y, cuando ríes, desconocida esencia, —No es a ti, no. su claridad süave me recuerda perfume misterioso —Mi frente es pálida, mis trenzas de oro: el trémulo fulgor de la mañana de que es vaso el poeta. puedo brindarte dichas sin fin, que en el mar se refleja. RIMA VI yo de ternuras guardo un tesoro. Tu pupila es azul y, cuando lloras, Como la brisa que la sangre orea ¿A mí me llamas? las transparentes lágrimas en ella sobre el oscuro campo de batalla, —No, no es a ti. se me figuran gotas de rocío cargada de perfumes y armonías —Yo soy un sueño, un imposible, sobre una vïoleta. en el silencio de la noche vaga, vano fantasma de niebla y luz; Tu pupila es azul, y si en su fondo Símbolo del dolor y la ternura, soy incorpórea, soy intangible: como un punto de luz radi del bardo inglés en el horrible drama, no puedo amarte. RIMA XIV la dulce Ofelia, la razón perdida, —¡Oh ven, ven tú! Te vi un punto y, flotando ante mis ojos, cogiendo flores y cantando pasa. RIMA XII la imagen de tus ojos se quedó, RIMA VII Porque son, niña, tus ojos como la mancha oscura orlada en fuego Del salón en el ángulo oscuro, verdes como el mar, te quejas; que flota y ciega si se mira al sol. de su dueña tal vez olvidada, verdes los tienen las náyades, Adondequiera que la vista clavo, silenciosa y cubierta de polvo verdes los tuvo Minerva, torno a ver las pupilas llamear; veíase el arpa. y verdes son las pupilas mas no te encuentro a ti, que es tu mirada, ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas de las hourís del Profeta. unos ojos, los tuyos, nada más. como el pájaro duerme en las ramas, El verde es gala y ornato De mi alcoba en el ángulo los miro esperando la mano de nieve del bosque en la primavera; desasidos fantásticos lucir; que sabe arrancarlas! entre sus siete colores cuando duermo los siento que se ciernen, —¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio brillante el Iris lo ostenta, de par en par abiertos sobre mí. así duerme en el fondo del alma, las esmeraldas son verdes; Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche y una voz, como Lázaro, espera verde el color del que espera, llevan al caminante a perecer; que le diga: «¡Levántate y anda!». y las ondas del océano yo me siento arrastrado por tus ojos, y el laurel de los poetas. RIMA VIII Es tu mejilla temprana pero adónde me arrastran, no lo sé. Cuando miro el azul horizonte RIMA XV rosa de escarcha cubierta, [Tú y yo. perderse a lo lejos, en que el carmín de los pétalos Melodía.] al través de una gasa de polvo se ve al través de las perlas. Cendal flotante de leve bruma, dorado e inquieto, Y sin embargo, rizada cinta de blanca espuma, me parece posible arrancarme sé que te quejas rumor sonoro del mísero suelo porque tus ojos de arpa de oro, y flotar con la niebla dorada crees que la afean, beso del aura, onda de luz: en átomos leves pues no lo creas. eso eres tú. cual ella deshecho. Que parecen sus pupilas Tú, sombra aérea, que cuantas veces Cuando miro de noche en el fondo húmedas, verdes e inquietas, voy a tocarte te desvaneces oscuro del cielo tempranas hojas de almendro ¡como la llama, como el sonido, las estrellas temblar como ardientes que al soplo del aire tiemblan. como la niebla, como el gemido pupilas de fuego, Es tu boca de rubíes del lago azul! me parece posible a do brillan purpúrea granada abierta En mar sin playas onda sonante, subir en un vuelo que en el estío convida en el vacío cometa errante, y anegarme en su luz, y con ellas a apagar la sed con ella, largo lamento en lumbre encendido Y sin embargo, del ronco viento, fundirme en un beso. sé que te quejas ansia perpetua de algo mejor, En el mar de la duda en que bogo porque tus ojos ¡eso soy yo! ni aun sé lo que creo; crees que la afean, Yo, que a tus ojos, en mi agonía, sin embargo estas ansias me dicen pues no lo creas. los ojos vuelvo de noche y día; que yo llevo algo Que parecen, si enojada yo, que incansable corro y demente divino aquí dentro. tus pupilas centellean, ¡tras una sombra, tras la hija ardiente RIMA IX las olas del mar que rompen de una visión!. Besa el aura que gime blandamente en las cantábricas peñas. RIMA XVI las leves ondas que jugando riza; Es tu frente que corona, el sol besa a la nube en occidente [Serenata] crespo el oro en ancha trenza, y de púrpura y oro la matiza; Si al mecer las azules campanillas nevada cumbre en que el día la llama en derredor del tronco ardiente de tu balcón, su postrera luz refleja. por besar a otra llama se desliza; crees que suspirando pasa el viento Y sin embargo, y hasta el sauce, inclinándose a su peso, murmurador, sé que te quejas al río que le besa, vuelve un beso. sabe que, oculto entre las verdes hojas, porque tus ojos RIMA X suspiro yo. crees que la afean: Los invisibles átomos del aire Si al resonar confuso a tus espaldas pues no lo creas. en derredor palpitan y se inflaman, vago rumor, Que entre las rubias pestañas, el cielo se deshace en rayos de oro, crees que por tu nombre te ha llamado junto a las sienes semejan la tierra se estremece alborozada. lejana voz, broches de esmeralda y oro Oigo flotando en olas de armonías, sabe que, entre las sombras que te cercan, que un blanco armiño sujetan. rumor de besos y batir de alas; te llamo yo. * mis párpados se cierran... —¿Qué sucede? Si se turba medroso en la alta noche Porque son, niña, tus ojos ¿Dime? tu corazón, verdes como el mar te quejas; —¡Silencio! ¡Es el amor que pasa! al sentir en tus labios un aliento quizás, si negros o azules RIMA XI abrasador, se tornasen, lo sintieras. —Yo soy ardiente, yo soy morena, sabe que, aunque invisible, al lado tuyo, RIMA XIII yo soy el símbolo de la pasión, respiro yo. de ansia de goces mi alma está llena. RIMA XVII dos ecos que se confunden; Al través de tus párpados, dormida, Hoy la tierra y los cielos me sonríen, eso son nuestras dos almas. tranquilo fulgor vierten, hoy llega al fondo de mi alma el sol, RIMA XXV cual derrama de luz, templado rayo, hoy la he visto... La he visto y me ha Cuando en la noche te envuelven lámpara transparente. mirado... las alas de tul del sueño ¡Duerme! ¡Hoy creo en Dios! y tus tendidas pestañas Despierta, hablas y al hablar vibrantes RIMA XVIII semejan arcos de ébano, tus palabras parecen Fatigada del baile, por escuchar los latidos lluvia de perlas que en dorada copa encendido el color, breve el aliento, de tu corazón inquieto se derrama a torrentes. apoyada en mi brazo, y reclinar tu dormida Dormida, en el murmullo de tu aliento del salón se detuvo en un extremo. cabeza sobre mi pecho, acompasado y tenue, Entre la leve gasa diera, alma mía, escucho yo un poema que mi alma que levantaba el palpitante seno, cuanto posea: enamorada entiende. una flor se mecía ¡la luz, el aire ¡Duerme! en compasado y dulce movimiento. y el pensamiento! Sobre el corazón la mano Como en cuna de nácar Cuando se clavan tus ojos me he puesto porque no suene que empuja el mar y que acaricia el céfiro, en un invisible objeto su latido y de la noche tal vez allí dormía y tus labios ilumina turbe la calma solemne. al soplo de sus labios entreabiertos. de una sonrisa el reflejo, De tu balcón las persianas ¡Oh, quién así —pensaba— por leer sobre tu frente cerré ya porque no entre el callado pensamiento el resplandor enojoso dejar pudiera deslizarse el tiempo! que pasa como la nube de la aurora y te despierte. ¡Oh, si las flores duermen, del mar sobre el ancho espejo, ¡Duerme! qué dulcísimo sueño! diera, alma mía, RIMA XXVIII RIMA XIX cuanto deseo: Cuando entre la sombra oscura, Cuando sobre el pecho inclinas ¡la fama, el oro, perdida una voz murmura la melancólica frente, la gloria, el genio! turbando su triste calma, una azucena tronchada Cuando enmudece tu lengua si en el fondo de mi alma me pareces. y se apresura tu aliento la oigo dulce resonar, Porque al darte la pureza dime: ¿es que el viento en sus giros y tus mejillas se encienden de que es símbolo celeste, y entornas tus ojos negros, se queja, o que tus suspiros como a ella te hizo Dios por ver entre sus pestañas me hablan de amor al pasar? de oro y nieve. brillar con húmedo fuego Cuando el sol en mi ventana RIMA XX la ardiente chispa que brota rojo brilla a la mañana, Sabe, si alguna vez tus labios rojos del volcán de los deseos, y mi amor tu sombra evoca, quema invisible atmósfera abrasada, diera, alma mía, si en mi boca de otra boca que el alma que hablar puede con los ojos, por cuanto espero, sentir creo la impresión, también puede besar con la mirada. la fe, el espíritu, dime: ¿es que ciego deliro, RIMA XXI la tierra, el cielo. o que un beso en un suspiro —¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas RIMA XXVI me envía tu corazón? en mi pupila tu pupila azul, Voy contra mi interés al confesarlo; Y en el luminoso día ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? no obstante, amada mía, y en la alta noche sombría, Poesía... eres tú. pienso, cual tú, que una oda sólo es buena si en todo cuanto rodea RIMA XXII de un billete del Banco al dorso escrita. al alma que te desea, ¿Cómo vive esa rosa que has prendido No faltará algún necio que al oírlo te creo sentir y ver, junto a tu corazón? se haga cruces y diga: dime: ¿es que toco y respiro Nunca hasta ahora contemplé en el mundo —Mujer al fin del siglo diecinueve, soñando, o que en un suspiro junto al volcán la flor. material y prosaica... ¡Boberías! me das tu aliento a beber? RIMA XXIII Voces que hacen correr cuatro poetas RIMA XXIX [A ella. No sé...] que en invierno se embozan con la lira; La bocca mi baciò tutto Por una mirada, un mundo; ¡Ladridos de los perros a la luna! tremante. por una sonrisa, un cielo; Tú sabes y yo sé que en esta vida Dante, Commedia, Inf., V., por un beso... ¡Yo no sé con genio es muy contado el que la escribe, 136. qué te diera por un beso! y con oro cualquiera hace poesía. Sobre la falda tenía RIMA XXIV RIMA XXVII el libro abierto; [Dos y uno] [Duerme] en mi mejilla tocaban Dos rojas lenguas de fuego Despierta, tiemblo al mirarte; sus rizos negros; que a un mismo tronco enlazadas dormida, me atrevo a verte; no veíamos letras se aproximan y, al besarse, por eso, alma de mi alma, ninguno creo; forman una sola llama. yo velo mientras tú duermes. mas guardábamos ambos Dos notas que del laúd Despierta, ríes, y al reír tus labios hondo silencio. a un tiempo la mano arranca, inquietos me parecen ¿Cuánto duró? Ni aun entonces y en el espacio se encuentran relámpagos de grana que serpean pude saberlo. y armoniosas se abrazan. sobre un cielo de nieve. Sólo sé que no se oía Dos olas que vienen juntas Dormida, los extremos de tu boca más que el aliento, a morir sobre una playa pliega sonrisa leve, que apresurado escapaba y que al romper se coronan suave como el rastro luminoso del labio seco. con un penacho de plata. que deja un sol que muere. Sólo sé que nos volvimos Dos jirones de vapor ¡Duerme! los dos a un tiempo, que del lago se levantan Despierta, miras y al mirar tus ojos y nuestros ojos se hallaron y, al juntarse allá en el cielo, húmedos resplandecen ¡y sonó un beso! forman una nube blanca. como la onda azul en cuya cresta * Dos ideas que al par brotan; chispeando el sol hiere. dos besos que a un tiempo estallan, Creación de Dante era el libro; Si de nuestros agravios en un libro umbrales de su pórtico, era su Infierno. se escribiese la historia, callad, y que el secreto Cuando a él bajamos los ojos, y se borrase en nuestras almas cuanto no salga de vosotros. yo dije trémulo: se borrase en sus hojas. Callad, que por mi parte —¿Comprendes ya que un poema ¡Te quiero tanto aún! ¡Dejó en mi pecho yo lo he olvidado todo; cabe en un verso? tu amor huellas tan hondas, y ella... ella, no hay máscara Y ella respondió encendida: que sólo con que tú borrases una, semejante a su rostro. —¡Ya lo comprendo! las borraba yo todas! RIMA XLI RIMA XXX RIMA XXXVII Tú eras el huracán, y yo la alta Asomaba a sus ojos una lágrima Antes que tú me moriré; escondido torre que desafía su poder. y a mi labio una frase de perdón; en las entrañas ya ¡Tenías que estrellarte o que abatirme...! habló el orgullo y se enjugó su llanto, el hierro llevo con que abrió tu mano ¡No pudo ser! y la frase en mis labios expiró. la ancha herida mortal. Tú eras el océano; y yo la enhiesta Yo voy por un camino; ella, por otro; Antes que tú me moriré; y mi espíritu, roca que firme aguarda su vaivén. pero, al pensar en nuestro mutuo amor, en su empeño tenaz, ¡Tenías que romperte o que arrancarme...! yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día? se sentará a las puertas de la muerte, ¡No pudo ser! Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo? esperándote allá. Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados RIMA XXXI Con las horas los días, con los días uno a arrollar, el otro a no ceder; Nuestra pasión fue un trágico sainete los años volarán, la senda estrecha, inevitable el choque... en cuya absurda fábula y a aquella puerta llamarás al cabo... ¡No pudo ser! lo cómico y lo grave confundidos ¿Quién deja de llamar? RIMA XLII risas y llanto arrancan. Entonces, que tu culpa y tus despojos Cuando me lo contaron sentí el frío Pero fue lo peor de aquella historia la tierra guardará, de una hoja de acero en las entrañas; que al fin de la jornada lavándote en las ondas de la muerte me apoyé contra el muro, y un instante a ella tocaron lágrimas y risas como en otro Jordán; la conciencia perdí de dónde estaba. y a mí, sólo las lágrimas. allí donde el murmullo de la vida Cayó sobre mi espíritu la noche, RIMA XXXII temblando a morir va, en ira y en piedad se anegó el alma. Pasaba arrolladora en su hermosura como la ola que a la playa viene ¡Y entonces comprendí por qué se llora, y el paso le dejé; silenciosa a expirar; y entonces comprendí por qué se mata! ni aun a mirarla me volví y, no obstante, allí donde el sepulcro que se cierra Pasó la nube de dolor.... Con pena algo a mi oído murmuró: —Esa es. abre una eternidad, logré balbucear breves palabras... ¿Quién reunió la tarde a la mañana? todo cuanto los dos hemos callado, ¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo... Lo ignoro; sólo sé allí lo hemos de hablar. Me hacía un gran favor... Le di las gracias. que en una breve noche de verano RIMA XXXVIII se unieron los crepúsculos, y... fue. Los suspiros son aire y van al aire. RIMA XXXIII Las lágrimas son agua y van al mar. Es cuestión de palabras y, no obstante, Dime, mujer, cuando el amor se olvida, ni tú ni yo jamás, ¿sabes tú adónde va? después de lo pasado, convendremos RIMA XL en quién la culpa está. Su mano entre mis manos, ¡Lástima que el Amor un diccionario sus ojos en mis ojos, no tenga donde hallar la amorosa cabeza cuándo el orgullo es simplemente orgullo apoyada en mi hombro, y cuándo es dignidad!. Dios sabe cuántas veces RIMA XXXIV con paso perezoso Cruza callada, y son sus movimientos hemos vagado juntos silenciosa armonía: bajo los altos olmos suenan sus pasos, y al sonar recuerdan del himno alado la cadencia rítmica. que de su casa prestan Los ojos entreabre, aquellos ojos misterio y sombra al pórtico. tan claros como el día; * y la tierra y el cielo, cuanto abarcan, Y ayer... un año apenas, arden con nueva luz en sus pupilas. pasado como un soplo, Ríe, y su carcajada tiene notas con qué exquisita gracia, del agua fugitiva; con qué admirable aplomo, llora, y es cada lágrima un poema me dijo al presentarnos de ternura infinita. un amigo oficioso: Ella tiene la luz, tiene el perfume, —¡Creo que en alguna parte el color y la línea, he visto a usted! ¡Ah, bobos, la forma engendradora de deseos, que sois de los salones la expresión, fuente eterna de poesía. comadres de buen tono, ¿Qué es estúpida? ¡Bah! Mientras y andabais allí a caza callando de galantes embrollos: guarde oscuro el enigma, qué historia habéis perdido, siempre valdrá lo que yo creo que calla qué manjar tan sabroso más que lo que cualquiera otra me diga. para ser devorado RIMA XXXV sotto voce en un coro ¡No me admiró tu olvido! Aunque de un detrás del abanico día, de plumas y de oro...! me admiró tu cariño mucho más; * porque lo que hay en mí que vale algo, Discreta y casta luna, eso... ni lo pudiste sospechar. copudos y altos olmos, RIMA XXXVI paredes de su casa,