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UNIDAD DIDÁCTICA 1
1. OBJETIVOS
La encuesta sobre drogas a la población escolar realizada por el Observatorio español del
Plan Nacional sobre Drogas (1999, informe núm. 3), con 19.191 adolescentes escolarizados
de edades comprendidas entre los 14 y los 18 años informa de los siguientes resultados:
z Las drogas más consumidas por los escolares son el alcohol y el tabaco (el 43,9
por 100 consume alcohol al menos una vez a la semana, mientras que el 21,6 por
100 fuma diariamente).
z El cannabis es, después del alcohol y el tabaco, la droga más consumida (el 28,5
por 100 de los escolares son consumidores experimentales).
z Las restantes drogas ilegales se ordenan de mayor a menor porcentaje de consu-
mo, durante el último año, del siguiente modo: cocaína (4,1 por 100), speed y
anfetaminas (3,8 por 100), éxtasis (2,5 por 100), sustancias volátiles (2,7 por 100)
y alucinógenos (2 por 100).
Los resultados de los análisis comparativos del consumo realizado por el citado organis-
mo entre los años 1994, 1996 y 1998 permiten concluir, a juicio de los expertos, que
existe una tendencia a la expansión del consumo de drogas entre los escolares; dicha
tendencia, según se desprende del informe, puede estar favorecida por dos factores im-
portantes: la mayor precocidad en el inicio del consumo de las distintas drogas y la cre-
ciente involucración en el consumo de las mujeres. La evolución de los patrones de consu-
mo permite avanzar que:
Estos datos son, en gran medida, coincidentes con los obtenidos para nuestro país por el
Observatorio Europeo de la Droga y las Toxicomanías –OEDT– de la Unión Europea (OEDT,
1999).
Son muchos los términos utilizados para hacer referencia a la relación de los jóvenes con las
drogas: consumo para el ocio, ocasional, experimental, problemático, patológico, de ries-
go, peligroso, episódico, regular, leve, moderado, grave, etc. Con la finalidad de simplificar
esta cuestión, a continuación vamos a describir las distintas fases por las que pasa un joven
en su relación con las drogas hasta llegar al abuso y la adicción según MacDonald (1984):
Estas etapas o estadios van desarrollando progresivamente la adicción por una sustancia o
sustancias de consumo, un problema que tiende a cronificarse si no es tratado.
Los efectos producidos por el consumo de drogas dependen de muchos factores, tales como
la sustancia consumida, la cantidad que se consume, la personalidad del joven, la situación
sociofamiliar, etc. A pesar de no haber unas señales concretas que nos indiquen que un chico
está haciendo un uso o un abuso de drogas, sí existen una serie de señales o signos indirectos
que pueden ser indicativos de dicho consumo, algunos de los cuales mostramos en la siguien-
te tabla.
Tabla 1 – Señales o signos indirectos de que un joven puede estar consumiendo droga.
A pesar de existir señales o signos indirectos, como hemos visto, que nos alerten sobre el
posible consumo de sustancias psicoactivas por parte de un adolescente, uno solo de
estos signos o señales no es suficiente para realizar un diagnóstico, por lo que se reco-
mienda recurrir a un sistema de diagnóstico, como el DSM-IV-TR (APA, 2000). En él se
describen dos tipos fundamentales de problemas relacionados con sustancias psicoactivas,
que son los siguientes:
necesario que haya uno o más de los síntomas que se exponen a continua-
ción, durante un periodo de al menos 12 meses:
Que el sujeto consuma de modo recurrente la sustancia, lo cual
lleva a que incumpla sus obligaciones en la escuela, el trabajo o en
el hogar.
Consumo recurrente de la sustancia en situaciones que pueden
comprometer la vida del individuo (por ejemplo, conducir un auto-
móvil).
El consumo de la sustancia lleva al sujeto a tener frecuentemente
problemas legales.
El sujeto continúa consumiendo la sustancia, a pesar de sufrir pro-
blemas sociales o interpersonales persistentes o recurrentes causa-
dos o exacerbados por los efectos de la sustancia (por ejemplo,
discusiones con la pareja).
6.1.1. La familia
z El hogar roto: Son muchos los trabajos de investigación que informan de que la
proporción de hogares rotos entre los delincuentes y toxicómanos es claramente
superior a la que se observa en aquellos sujetos que no presentan tales conduc-
tas. De hecho, hallazgos empíricos más recientes afirman que es la presencia de
circunstancias desfavorables ligadas al hogar roto como la discordia entre los
padres, el rechazo hacia el hijo, el consumo de drogas y/o delincuencia de uno o
ambos padres y la supervisión escasa o inadecuada, son las que explican el fenó-
meno de la conducta desviada, pues el impacto del hogar roto en ausencia de
tales condiciones se debilita o incluso desaparece. Este hecho sugiere que la pre-
Otero López y cols. (1991) han constatado que: 1) el adolescente consumidor tiene ami-
gos consumidores, y 2) los adolescentes que no consumen droga pero perciben que sus
compañeros aprueban tales conductas, tienen una mayor probabilidad de iniciarse en su
consumo.
6.1.3. La escuela
La escuela constituye otro contexto de socialización en el que tiene lugar buena parte del
aprendizaje de normas y valores en los primeros años de la vida del sujeto. Por ello, no es
de extrañar la existencia de un amplio consenso entre los investigadores acerca de que
este entorno tiene un impacto crucial sobre el desarrollo de conductas adaptadas versus
desadaptadas en el adolescente.
En cuanto a las variables más estrechamente relacionadas con el ámbito escolar, dos se
han mostrado como especialmente importantes en la aparición, génesis y/o mantenimiento
de las conductas desviadas: la insatisfacción escolar y el fracaso escolar.
Por lo que respecta a la insatisfacción escolar, parece confirmarse que aquellos jóvenes que
presentan comportamiento desviado son también aquéllos que informan estar más insa-
tisfechos con la escuela. En este sentido, la falta de apego a los profesores y la ausencia de
vínculos con el entorno escolar son correlatos importantes de la conducta desviada.
Las variables personales son, sin ningún género de dudas, elementos imprescindibles para
poder explicar adecuadamente la conducta desviada de los adolescentes. Tres son los
determinantes personales que más se han relacionado con la conducta desviada: la
impulsividad, la búsqueda de sensaciones y la autoestima.
Por último, el valor que la persona se concede a sí misma o autoestima constituye otro
referente personal importante en la explicación de la conducta desviada. A este respecto, la
autoestima se ha erigido como un elemento explicativo básico de la conducta desviada: a
medida que disminuye la autoestima, aumenta la probabilidad de desajuste comportamental
del individuo.
z Características del niño: Buena salud, ser niña, temperamento fácil, desarrollo
controlado, nivel de actividad moderado, atención adecuada, desarrollo normal
del lenguaje, locus de control interno, físico atractivo, no ser primogénito, estra-
tegias de afrontamiento flexibles, habilidades sociales buenas, apego seguro, eje-
cución académica alta y alta autoestima.
z Características de la familia y del ambiente: Vivir con los padres, familias sin
muchos niños, cohesión familiar, disciplina consistente, nivel socioeconómico alto,
apoyo a la familia, empleo estable, adecuado cuidado del niño, bajo estrés y am-
biente rural.
z Características de los padres: Buen ajuste psicológico, educación superior, pa-
dres sensibles y responsables, alta autoestima, estilo de afrontamiento flexible,
conocimiento del desarrollo, buena salud, disciplina clara, flexible pero con lími-
tes, inteligencia alta, madre madura, disponibilidad, buenos modelos, crianza cálida
y supervisión cercana.
z Cuidado estable.
z Adultos competentes.
z Buen aprendizaje.
z Habilidades de solución de problemas.
z Control del estrés.
z Autoestima alta.
z Valores claros.
z Relaciones sociales.
z Facilidad para contraponerse a la presión del grupo.
z Responsabilidad social.
z Competencia social y eficacia percibida.
z Estrategias de enseñanza efectivas.
z Buen estudiante.
z Hogares intactos.