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Lectura Contratos Civiles y Mercantiles
Lectura Contratos Civiles y Mercantiles
Ej.: Le dono mi casa a mi hijo si se gradúa como abogado, o también ciertos aspectos
especiales atinentes a la cosa como decir que el carro que se va a comprar su placa
no puede terminar en el número 5 o que debe ser de color azul y no gris.
ELEMENTOS DE VALIDEZ DEL CONTRATO:
Son los mismos requisitos para obligarse que señala el Art. 1502 C.C.: capacidad,
consentimiento, objeto y causa lícita. Debe precisarse que las expresiones elementos
y requisitos no son en realidad sinónimas. El elemento se define como algo que es
parte de un todo y requisito, en cambio se entiende como algo que hace relación al
aspecto puramente externo de una cosa, es algo exterior que se requiere para la
validez de un acto o contrato.
Ej.: En el contrato de sociedad son elementos del contrato el aporte del socio y la
pluralidad de socios, en cambio son requisitos la escritura pública y la inscripción en el
registro mercantil. En el contrato de compraventa de inmuebles son elementos el
precio y la cosa vendida y son requisitos de validez en cambio la escritura pública y la
inscripción de la misma en la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos.
La capacidad:
La norma general es la capacidad y la excepción es la incapacidad. La capacidad se
presume, pues todas las personas son capaces excepto aquellas que la ley las
declara incapaces. Existe capacidad de goce que la tienen todas las personas por el
solo hecho de hacerlo y capacidad de ejercicio que la tienen solo ciertas personas
para ejercer ciertos derechos o para adquirir ciertas obligaciones y es evidente que
para suscribir un contrato se requiere capacidad de ejercicio en los términos de ley.
Los incapaces por su parte son absolutos o relativos en los términos de la legislación
civil (Art. 1503 C.C.). En cambio el Código de Comercio por su parte habla de
habilidad e inhabilidad para ejercer el comercio y concluye que son hábiles los
capaces e inhábiles los incapaces.
El consentimiento:
Es el acuerdo de voluntades para la formación de un negocio jurídico, debe estar libre
de vicios y los vicios del consentimiento son el error, la fuerza y el dolo.
El objeto lícito:
Es el que está de acuerdo con la ley, las buenas costumbres y el orden público, lo
contrario es el objeto ilícito. El Art. 1519 C.C. señala: “Hay un objeto ilícito en todo lo
que contraviene al derecho público de la nación. Así, la promesa de someterse en la
república a una jurisdicción no reconocida por las leyes de ella, es nula por el vicio del
objeto”.
En relación con la enajenación de bienes existe objeto ilícito en los siguientes casos:
1. En la enajenación de las cosas que no están en el comercio (Art. 1521 C.C.)
2. De los derechos o privilegios que no pueden transferirse a otra persona. Se tratan de
derechos personalísimos extrapatrimoniales, como el derecho a la vida o la honra.
3. De las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez autorice o el
acreedor consiente en ello (Art. 1521 C.C.).
4. En todo contrato prohibido por las leyes (Art. 1523 C.C.).
Causa lícita:
Es la que está de acuerdo con la ley, con el orden público y las buenas costumbres.
La causa es el motivo o el móvil que impulsa a obrar, la causa siempre produce un
efecto, una consecuencia, no hay efecto sin causa. La causa en Derecho debe ser
lícita y lo contrario a ella es la causa ilícita, no exista causa lícita cuando se constituye
una empresa con dineros derivados del contrabando o del narcotráfico.
Dice el Art. 1524 C.C.: “No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no
es necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente. Se
entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la
prohibida por la ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público”.
La promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe carece de causa y la
promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral tiene causa
ilícita.
También se habla de la falsa causa que se presenta cuando las partes a sabiendas
otorgan un acto jurídico una fuente o causa diferente de la real, cuando los
contratantes se ponen de acuerdo para decir que una deuda que proviene de juego se
originó en un contrato de mutuo, la falsa causa invalida el contrato. Al respecto la
doctrina ha señalado: “la causa se presume en todos los contratos, quien pretenda
desconocerla está obligado a la carga de la prueba”.
LAS BUENAS COSTUMBRES:
En cuanto a la expresión buenas costumbres es evidente concluir que estas tienen
relación directa con los postulados de la moral. La costumbre es una de las fuentes
formales del Derecho, pero requiere para su validez cumplir con ciertos requisitos
como no ser contraria a la ley y estar constituida por hechos o actos públicos,
uniformes y reiterados según lo señala el Art. 3° C.Co. La doctrina ha definido a la
costumbre como la repetición de un hecho de manera constante y uniforme en un
territorio determinado que la acepta como regla obligatoria o aplicable. En conclusión
la costumbre y los actos jurídicos en general deben estar acorde con los preceptos
morales, pues la ley y la moral son postulados que rigen la conducta del hombre.
La ley es coercitiva y proviene del Estado, en tanto que la moral pertenece al fuero
interno de cada persona, se origina en un contexto religioso y su observancia no es
obligatoria como si lo es la ley. El Art. 13 de la Ley 153 de 1887 vigente a la fecha
dice: “la costumbre siendo general y conforme con la moral cristiana constituye
Derecho a falta de legislación positiva”. En conclusión las costumbres deben estar
entonces a tono con la moral.
VICIOS DEL CONSENTIMIENTO.
Hemos dicho que los vicios del consentimiento son el error, la fuerza y el dolo.
EL ERROR:
Filosóficamente es el juicio en el cual el sujeto lo formula equivocadamente el objeto
sin intención y por ignorancia, pero ha de procurarse que error no es lo mismo que
ignorancia, el primero supone el conocimiento equivocado de algo, la ignorancia en
cambio es la ausencia de conocimiento, lo que se ignora o no se conoce.
Partiendo de la concepción del Código Civil sobre el erro encontramos que existe
error de derecho y error de hecho, el primero es un error sobre un objeto de derecho
que no vicie el consentimiento, así lo señala el Art. 1509 C.C.
Este error se refiere al desconocimiento que una persona pueda tener sobre una
norma o sobre los efectos jurídicos de la misma. Si en un contrato se ha tenido como
causa un error de derecho este contrato sería anulable, pues a pesar de que según el
Código Civil este error no vicia el consentimiento, en cambio este contrato al estar
estructurado sobre un error de carencia de causa real y sería anulable.
Igualmente el error de derecho constituye una presunción de mala fe, así lo señala el
Art. 768 C.C. cuando dice: “el error en materia de derecho constituye una presunción
de mala fe que no admite prueba en contrario”.
Así mismo el Art 2315 C.C. en relación con el pago señala la repetición por error de
derecho en el pago cuando establece que se podrá repetir lo que se ha pagado por
error de derecho cuando el pago no tenía por fundamento ni aun una obligación
puramente natural.
Los Arts. 1510 y ss. C.C. trae diferentes modalidades de error de hecho:
1. Error in negotio: El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre la
especie del acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una parte entiende
préstamo a interés y la otra donación. Este error se ha denominado error en esencia o
error in negotio.
2. Error in corpore: Vicia también el consentimiento y recae sobre la identidad de la
cosa específica de que se trata como si en el contrato de compraventa el vendedor
entiende vender fríjoles y el comprador entiende comprar arvejas.
3. Error in substantian: Lo señala el Art. 1511 C.C. cuando la calidad esencial del
objeto es diversa de lo que se cree, este error también vicia el consentimiento.
Ej.: Cuando una de las partes supone que el objeto es una barra de plata y realmente
es una masa de algún otro metal semejante, o cuando se cree que el anillo es de oro
y realmente es de cobre.
4. Error intuito personae: Lo señala el Art. 1512 C.C. que es el error acerca de la
persona con quien tiene la intención de contratar, este error por criterio general no
vicia el consentimiento, salvo que la consideración de esta persona sea la causa
principal de este contrato.
b) SEGÚN EL CÓDIGO DE COMERCIO:
1. Error esencial: En materia comercial existe el error esencial, es aquel que versa
sobre los móviles determinantes del acto o contrato comunes o conocidos por las
partes según el Art. 101 C.Co., este error afecta directamente el fondo que determina
el nacimiento del contrato de sociedad y ha de entenderse que los contratantes no
habrían contratado, se presume que hubieran presumido este error.
El contrato comercial también habla de otras especies de error como el error acerca
de la persona de uno de los socios en el contrato de sociedad y señala el Art. 107
C.Co. que este error solo vicia el consentimiento se celebra en consideración a dicha
persona.
También está el error sobre la especie de sociedad que vicia el consentimiento
cuando la sociedad que se constituye es distinta de la que el socio entendió contraer y
como consecuencia de ese error el socio tiene que asumir una responsabilidad mayor;
todos estos errores producen nulidades relativas.
2. Error común: Los antiguos decían que el error común hace derecho, este error no
es un vicio del consentimiento, por el contrario crea derecho. La doctrina dice al
respecto que existe error común como hacedor de derecho cuando a consecuencia de
un error invencible en una colectividad la apariencia toma forma de realidad creando
una buena fe colectiva y requiere de los siguientes requisitos para que exista error
común:
i. Que sea general o colectivo, esto es que muchas personas hayan incurrido en
él.
ii. Que sea invencible, quiere decir que hasta las personas más diligentes y
estudiosas hayan caído en dicho error.
iii. Que el acto motivado por error común se haya celebrado de buena fe.
LA FUERZA.
Como vicio del consentimiento está señalado en los Arts. 1508, 1513 y 1514 C.C. y
constituye fuerza todo acto que infunde a una persona un justo temor de verse
expuesta ella su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un mal
irreparable y grave. La fuerza vicia el consentimiento solamente cuando es capaz de
producir una impresión fuerte en una persona de sano juicio tomando en cuenta su
edad, sexo o condición (Art. 1513 C.C.) y la fuerza que es considerada como sinónimo
de violencia puede ser de dos clases: física o material y moral o psíquica; entendida
esta última como la amenaza de un mal futuro dirigida contra la persona cuyo
consentimiento se desea obtener o contra un allegado suyo. En conclusión es una
presión psicológica.
TEMOR REVERENCIAL:
Señala el Código Civil que éste no vicia el consentimiento y dice que el temor
reverencial, esto es el solo temor de desagradar a las personas a quienes se debe
sumisión y respeto no basta para viciar el consentimiento.
Debe aclararse que la fuerza puede provenir de un tercero, no es necesario que
provenga solamente de la parte puede beneficiarse de ella que generalmente es el
otro contratante, puede la fuerza provenir de un tercero y la fuerza puede ser ejercida
contra la persona cuyo consentimiento se busca y también contra su cónyuge,
ascendientes o descendientes. Los actos o contratos ejecutados debido a la fuerza
producen nulidad relativa como lo producen todos los vicios del consentimiento y esta
nulidad relativa debe ser alegada por la parte interesada, prescribe en cuatro años y
puede probarse por cualquier medio probatorio.
LA FUERZA COMO EXIMENTE DE RESPONSABILIDAD.
Existe una especie de fuerza que no es considerada vicio del consentimiento sino una
circunstancia eximente de responsabilidad contractual, es el caso de la fuerza mayor y
dice el Art. 64 C.C. que se llama fuerza mayor o caso fortuito el imprevisto a que no es
posible resistir, como un naufragio, un terremoto, etc. La fuerza mayor y el caso
fortuito son dos circunstancias eximentes de responsabilidad que la doctrina las ha
diferenciado, dándole a la primera un carácter más general, como cuando un
terremoto impide firmar un contrato, y la segunda el caso fortuito le da un aspecto más
particular relacionado únicamente con la persona que debía cumplir con la obligación,
el automóvil en que viajaba se estrello y esa persona no pudo firmar el contrato.
EL DOLO.
Se entiende como el engaño o el fraude en que incurre un contratante en perjuicio del
otro. El Código Civil lo define en su Art. 63 como la intención positiva de inferir injuria
a la persona o propiedad de otro. El Art. 1515 C.C. señala que el dolo solamente vicia
el consentimiento cuando es obra de las partes y cuando aparece claramente que sin
él no se hubiera contratado. Por ello en los contratos bilaterales el dolo no puede
provenir de un tercero como si ocurre con la fuerza, esto es vicia el consentimiento
cuando proviene de una de las partes y cuando es principal, en los demás casos
según el Art. 1515 C.C. el dolo da lugar solamente a la acción de perjuicios contra
la(s) persona(s) que lo han fraguado o que se han aprovechado de él, contra las
primeras por el total del valor de los perjuicios y contra las segundas hasta
concurrencia del provecho que han reportado del dolo.
CLASES DE DOLO:
1. DOLO PRINCIPAL: Es aquel que es causa determinante del acto, vicia el
consentimiento. Ej.: Cuando se compra un vehículo atraído por el engaño o dolo del
vendedor, de no haber existido dolo no se hubiese comprado el vehículo.
2. DOLO INCIDENTAL: Cuando no es suficiente para determinar el consentimiento
pero implica condiciones desfavorables para el contratante. Ej.: Comprar un vehículo
que cumple con las expectativas generales del comprador, pero no tiene todas las
características señaladas en el contrato, aquí existe dolo y este dolo no vicia el
consentimiento pero da lugar a la indemnización de perjuicios. Compro una camioneta
que es 4x4 pero es 2x2.
3. DOLO POSITIVO: Cuando proviene de la acción, cuando el que engaña se vale de
maniobras, palabras o actos para persuadir al otro. Ej.: El carro tiene los documentos
al día a sabiendas de que es robado. Este dolo vicia el consentimiento si es principal.
4. DOLO NEGATIVO: Cuando se oculta un hecho que de haber sido conocido por la
otra parte no se hubiera realizado el contrato. Ej.: El carro que se compró es volcado
pero se reparó completamente. Esta clase de dolo puede viciar el consentimiento si es
principal.
Otra clasificación del dolo que viene del derecho romano nos habla del dolus bonus y
del dolus malus. El primero, dolo bueno, se presenta cuando la persona exagera las
calidades del producto que vende o negocia, cosa que ocurre con frecuencia sin que a
la hora de la verdad llegue a configurar un vicio del consentimiento, y el segundo, dolo
malo, si tiene la finalidad del engaño y el fraude, por tanto vicia el consentimiento.
En conclusión, para que en los contratos bilaterales el dolo vicie el consentimiento
requiere tres condiciones: que provenga de una de las partes, que sea principal y que
haya tenido efectos, esto es a quien se haya perjudicado como consecuencia del
engaño sufra perjuicios.
LA FUERZA OBLIGATORIA DE LOS CONTRATOS.
El contrato legalmente celebrado se convierte en ley para los contratantes, ello quiere
decir que las cláusulas voluntariamente pactadas por quienes suscriben un contrato
son de estricto cumplimiento para ellos.
Este concepto se analiza según el Código Civil Art. 1602 cuando señala que “todo
contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser
invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”. Las causas
legales se entienden como la condición resolutoria tácita y la nulidad, a ello se refiere
el artículo precedente, figuras que se estudiarán más adelante.
Según el Código de Comercio en su Art 4° consagra que las estipulaciones de los
contratos válidamente celebrados preferirán a las normas legales supletivas y a las
costumbres mercantiles. Las normas legales supletivas a diferencia de las imperativas
que ordenan o prohíben y de las dispositivas que simplemente señalan o disponen
son aquellas que en términos generales suplen o llenan los vacíos que dejan las
partes a nivel contractual.
Ej.: Si en un contrato de compraventa no se dice quién debe pagar los gastos del
registro de la escritura, este vacío que presenta el contrato lo suple la norma general o
en el caso de la sociedad anónima si la reunión de asamblea general de accionistas
no fuere convocada, los socios se reunirán por derecho propio el primer día hábil del
mes de abril a las 10 A.M. en las oficinas del domicilio principal (Art. 422 C.Co.).
En conclusión podemos sostener que en el contrato la voluntad de las partes se
convierte en ley y prevalece sobre normas de tipo general o supletivas pues estas
sólo se aplicarán en caso de vacíos.
Finalmente tenemos el criterio jurisprudencial y la Corte ha dicho dentro de nuestro
régimen contractual que las partes conservan la libertad que le reconoce la ley civil
para reglamentar sus pactos y en el Derecho Positivo Colombiano impera el principio
según el cual las leyes que regulan los contratos son normas supletorias de la
voluntad de los contratantes.
LA BUENA FE.
El Art. 1603 c.c. estipula que “los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por
consiguiente obligan no solo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que
emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por ley pertenecen a
ella”.
Es principio general que la buena fe se presume, la mala fe debe probarse. Buena fe
es la conciencia de estar obrando rectamente de acuerdo con la ley y la moral, pues
estos son dos postulados que norman la conducta del hombre. La ley nace del Estado
y es coercitiva, la moral obedece a un mandato religioso y pertenece al fuero interno
de la persona. El Art. 768 C.C. cuando habla de la posesión dice que “la buena fe es
la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos
exentos de fraudes y de todo otro vicio”. También el Art. 83 C.N. se refiere a ello: “Las
actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas deberán ceñirse a los
postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que aquellos
adelanten ante éstas”. En conclusión, no se necesita en el contrato señalar que se
actúa de buena fe, estos son elementos constitutivos del contrato que se presumen.
En conclusión podemos señalar que la fuerza obligatoria de los contratos radica en
tres puntos fundamentales:
1. El contrato legalmente celebrado es una ley para las partes, esto es las cláusulas
pactadas son obligatorias para los contratantes.
2. Es la ley lejos de ser general, abstracta e impersonal, es sólo aplicable a las partes
contratantes aunque cobija y protege obviamente a terceros involucrados en la
relación contractual.
3. Los contratos deben ejecutarse de buena fe y ésta se presume.
LA RELATIVIDAD DE LOS CONTRATOS.
Se fundamenta en que la ley que nace del contrato sólo es aplicable a las partes sin
perjuicio naturalmente de terceros interesados, es que puede resultar que existan
personas a quienes un contrato que no han realizado puedan involucrarlos activa o
pasivamente, tal es el caso de los causa habientes o herederos de las partes. La ley
contractual no puede exceder el límite propio del contrato y sus consecuencias
jurídicas o patrimoniales y el principio de relatividad implica que el contrato debe estar
enmarcado dentro de los preceptos de la ley y la moral.
LA INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS.
Se analiza este tema desde el punto de vista de la doctrina y desde el Código Civil.
Para la doctrina existen dos métodos:
· Subjetivo: Se fundamenta en la intención de las partes.
· Objetivo: Se fundamenta en lo declarado por las partes.
Nuestro actual Código Civil acoge ambos métodos subjetivo y objetivo y en principio
parecería inclinarse por el método subjetivo cuando establece que conocida
claramente la intención de las partes debe estarse a ella más que a lo expresado,
pero también acoge el método objetivo cuando señala reglas en torno a lo declarado
por las partes.
INTERPRETACIÓN SEGÚN LA INTENCIÓN DE LAS PARTES.
La señala el Art. 1618 C.C.: “Conocida claramente la intención de los contratantes,
debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras”. En este caso prevalece la
intención sobre lo escrito, la voluntad real sobre la declarada. Al respecto la Corte
Suprema de Justicia ha señalado: “La interpretación de los contratos se hace de dos
modos: interpretación auténtica cuando entre las partes no hay discrepancia en el
alcance y sentido de las cláusulas que forman el contrato, y la interpretación judicial
cuando en virtud de distintas apreciaciones de las partes sobre el alcance y sentido
de las cláusulas de un contrato le dan a éste diferente interpretación”. En otras
ocasiones señala la Corte que “corresponde al juzgador determinar el alcance de las
prestaciones debidas, interpretar el contrato y el significado del negocio jurídico
señalado”.
INTERPRETACIÓN LÓGICA.
La señala el Art. 1620 C.C. cuando señala que “El sentido en que una cláusula puede
producir algún efecto, deberá preferirse a aquel en que no sea capaz de producir
efecto alguno”. Esto significa que una cláusula del contrato puede tener dos o más
interpretaciones, en ese caso debe preferirse la interpretación que produzca efectos,
pues recordemos que la finalidad del contrato es producir o crear obligaciones y en
ese sentido el contrato como fuente que es de obligaciones ha de producir efectos
patrimoniales, se debe buscar entonces el pensamiento principal, la idea general del
contrato, no la interpretación aislada.
CLASES DE SIMULACIÓN:
Esta puede ser absoluta y relativa. Absoluta cuando las partes celebran un contrato
pero no quieren que dicho acto produzca efectos jurídicos, por ejemplo las ventas de
confianza que se hacen para engañar a terceros; y la relativa que a su vez es de dos
clases:
a) Por la naturaleza del acto: Las partes si quieren celebrar el negocio pero no en la
forma contenida en el contrato.
Ej.: Celebran compraventa pero en realidad lo que hay es donación.
b) Por interposición de sujetos (testaferros): Es el negocio que se celebra por
interpuesta persona. Una tercera persona se hace pasar como parte contractual para
ocultar al verdadero obligado.
La simulación se puede probar por cualquier medio probatorio que señala el Código
de Procedimiento Civil, esto es declaración de testigos, documentos, prueba indiciaria
como el parentesco, la falta de capacidad económica, entre otros.
ACCIÓN DE SIMULACIÓN.
La parte perjudicada con el acto simulado puede interponer la acción de simulación
mediante la cual ataca los actos aparentes celebrados por el deudor en perjuicio del
acreedor. Esta acción judicial se parece a la de nulidad pero es diferente, pues
mientras la nulidad busca destruir el contrato a través de la rescisión por existir un
vicio del consentimiento (error, fuerza, dolo), la acción de simulación es en cambio
todo lo contrario, busca que se declare la existencia del contrato realmente celebrado
sobre el simulado. Se dice que la acción de simulación es una acción prevalente o de
prevalencia porque lo que busca como se dijo es que se declare la existencia
(prevalencia) del contrato celebrado sobre el simulado. Tienen legitimación en la
causa por activa para ejercer esta acción las partes contratantes, los terceros que
justifiquen un interés legítimo (los acreedores) , los esposos cuando mediante la
simulación se enajenan bienes que tienen la calidad de gananciales y los herederos
frente a los negocios simulados del causante.
El objetivo general de la acción de simulación es descubrir el autentico querer de los
simulantes y reparar los perjuicios causados a las partes o a terceros y como objetivo
especial busca concretamente que se declare judicialmente la simulación, que se
declare la existencia del contrato realmente celebrado sobre el simulado (prevalencia),
que se ordenen las indemnizaciones a que haya lugar y que se obtenga la restitución
de los bienes.
Debe aclararse que si el bien ha pasado a manos de un tercero de buena fe, esta
adquisición deberá respetarse y sólo procederá la indemnización, así lo dice la
doctrina. En algunos casos la destrucción del negocio aparente no es posible y esto
se da cuando el bien está en manos de un tercero de buena fe, en este caso la acción
se dirige para obtener la indemnización de perjuicios.
NATURALEZA JURÍDICA:
La doctrina ha señalado que la acción de simulación es una acción de indemnización
de perjuicios. Concluyendo podemos afirmar entonces que la naturaleza jurídica de la
acción de simulación está enmarcada por dos aspectos concretos: acción de
indemnización de perjuicios y acción de prevalencia contractual.
La simulación la declara el juez a través de sentencia (Art. 306 C.P.C.). S i la
simulación es absoluta el contrato es inexistente, por lo tanto hay que restituir lo
recibido y cancelar escrituras, y si es relativa no tiene valor lo que se simula.
Ej.: Si Alberto le dona una casa a Bernardo y se simula una compraventa, vale la
donación porque la compraventa se invalidó.
La prescripción de la acción de simulación de acuerdo a la Ley 791 de 2002 de la
acción ejecutiva es de cinco años y de la ordinaria diez años (Art. 2536 C.C.) y la
prescripción de la acción de la nulidad absoluta es también de diez años y de la
acción de nulidad relativa es de cuatro años.
EL FRAUDE PAULIANO.
Existe fraude pauliano cuando un deudor se insolventa en perjuicio de sus
acreedores, es decir la persona se insolventa para no pagar las deudas, en este caso
entonces los acreedores perjudicados tienen a su favor el ejercicio de la acción
pauliana o acción revocatoria. La doctrina ha dicho que el fraude pauliano no es sino
una de las múltiples manifestaciones del abuso de los derechos, la voluntad de dañar
se dirige no contra un contratante sino contra los terceros acreedores, busca con este
acto la persona insolventarse para defraudar a terceros acreedores.
LA ACCIÓN PAULIANA O REVOCATORIA:
Ha sido definida como la acción que tienen los acreedores que han sido perjudicados
por los contratos celebrados con fraude pauliano con sus deudores. Es la acción que
tiene el acreedor contra el deudor que se ha insolventado para no pagarle, es la
acción que la ley concede a los acreedores para obtener la revocatoria de las
enajenaciones que el deudor hiciere maliciosamente en perjuicio de ellos y esta
acción se llama así por haber sido introducida en el Derecho Romano por el pretor
Paulus, esta acción buscaba que se revoquen los contratos que se realizaban por los
deudores en fraude a sus acreedores.
La acción pauliana procede y puede invocarse respecto de cualquier acto o contrato,
cualquier acto jurídico y en general todos los actos patrimoniales pueden ser
impugnados por esta vía, actos onerosos, hipoteca, prenda, anticresis, actos gratuitos,
donaciones, incluso el arrendamiento.
REGULACIÓN SEGÚN EL CÓDIGO CIVIL:
La regula en su Art. 2491 y que a la letra dice: “los acreedores tendrán derecho para
que se rescindan los contratos onerosos y las hipotecas, prendas y anticresis que el
deudor haya otorgado en perjuicio de ellos, siendo de mala fe el otorgante y el
adquiriente, esto es conociendo ambos conociendo el mal estado de los negocios del
primero. Igualmente dice la norma que los actos y contratos gratuitos serán
rescindibles siendo de mala fe el deudor.
En conclusión para los contratos onerosos se requiere mala fe del otorgante y del
adquiriente, y para los contratos gratuitos solamente mala fe del deudor. La acción
pauliana prescribe en un año contado desde la fecha del contrato (Art. 2491 inc. 3°
C.C.).
EL FRAUDE A LA LEY.
Opera cuando las partes mediante contratos pretenden desconocer o violar la ley.
Tiene un elemento interno y otro externo. El primero se traduce en la intención de
violar la ley y el segundo son los medios de que se valen para hacerlo. Todo fraude
implica mala fe y por ello todo fraude debe ser sancionado y el efecto que genera el
fraude a la ley es la nulidad absoluta por objeto y causa ilícitos y si al propio tiempo se
presenta simulación y fraude a la ley en un acto el juez está obligado a declarar la
nulidad.
LAS NULIDADES.
Esta figura está contemplada en todas las ramas del Derecho y esta palabra proviene
del latín Nullus, nos indica que un acto carece de valor y que no puede producir
efectos jurídicos. Esta sanción también deja sin valor a un acto o contrato. La
aparición de la nulidad como institución jurídica se remonta a la Edad Media tomada
así del antiguo Derecho Romano.
Nuestro Código Civil consagra la nulidad en el Título XX Arts. 1740 y ss. bajo el rótulo
de la nulidad y rescisión, y el Código de Comercio se refiere a ella en los Arts. 899 y
ss.
LA NULIDAD SEGÚN EL CÓDIGO CIVIL.
El Art. 1740 C.C. dice que es nulo todo acto o contrato al que le falta alguno de los
requisitos que la ley exige para el valor del mismo acto o contrato según la especie o
calidad o estado de las partes y concluye diciendo que la nulidad puede ser absoluta o
relativa.
NULIDAD ABSOLUTA:
Las causales las consagra el Art. 1741 C.C.:
1. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita.
2. La nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes
prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza
de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan
3. Hay así mismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente
incapaces.
Ya hemos dicho que el objeto ilícito es el que no está de acuerdo con la ley, el orden
público o las buenas costumbres, igual cosa puede predicarse de la causa.
La segunda causal de nulidad absoluta señalada por la ley que es la producida por la
omisión de un requisito o formalidad hace referencia a los contratos solemnes.
Ej.: Cuando en una escritura pública de compraventa de un bien inmueble falta la
firma de un contratante, el acto es nulo en forma absoluta.
La nulidad absoluta está inspirada en motivos de orden público y seguridad general, lo
que no ocurre con la nulidad relativa.
La nulidad absoluta no debe confundirse con otras figuras como la inexistencia, la
inoponibilidad o la ineficacia de los actos jurídicos.
LA INEXISTENCIA:
Es inexistente el contrato que se celebra sin los requisitos legales que la ley exige
para su perfeccionamiento. El contrato inexistente no nace a la vida jurídica y por eso
se diferencia de la nulidad en que esta el contrato si nace a la vida jurídica pero
adolece de un requisito de formalidad.
LA INOPONIBILIDAD:
Se presenta cuando un contrato no tiene validez frente a terceros y la ley dice que un
negocio jurídico será inoponible a terceros cuando se celebra sin cumplir con los
requisitos de publicidad que la ley exige.
Ej.: Un contrato de sociedad comercial que no se inscribe en la Cámara de Comercio
es inoponible.
LA INEFICACIA:
Es aquel que no produce efectos jurídicos pero opera de pleno derecho sin necesidad
de declaración judicial a contrario de lo que ocurre con la nulidad, esta debe ser
declarada judicialmente, la ineficacia no (Art. 897 C.Co.).
Ej.: Estipular en un contrato de sociedad que alguno de los socios no tendrán derecho
a utilidades.
La señala el Art. 899 C.Co. en tres casos: cuando el negocio jurídico contraría una
norma imperativa salvo que la ley disponga otra cosa, cuando el negocio jurídico tiene
causa u objeto ilícitos y cuando es celebrado por persona absolutamente incapaz.
NULIDAD RELATIVA:
La señala el Art 1766 C.C. que en su parte final señala: “Cualquier otra clase de vicio
produce nulidad relativa y da derecho a la rescisión del acto o contrato” y esas otras
especies de vicios son la incapacidad relativa y los vicios del consentimiento por error,
fuerza y dolo. La nulidad relativa no se inspira en motivos de orden público como la
absoluta, se fundamenta en la protección del interés personal y los actos cobijados
por esta clase de nulidad son aquellos que tienen un vicio no sustancial.
NULIDAD RELATIVA SEGÚN EL CÓDIGO DE COMERCIO:
EFECTOS DE LA NULIDAD.
Declarada judicialmente una nulidad esta se limita a dejar sin valor alguno el acto
afectado o vicio y a restituir las cosas al estado anterior. Al respecto el Art. 1746 C.C.
señala que la nulidad pronunciada en sentencia que tiene fuerza de cosa juzgada da a
las partes el derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no
hubiese existido el acto o contrato nulo a menos de que trate de objeto o causa ilícita.
La rescisión la regula los Arts. 1946 y ss. C.C. cuando expresa que el contrato de
compraventa podrá rescindirse por lesión enorme, entonces si en un contrato se
configura lesión enorme la parte perjudicada puede impetrar la acción de rescisión por
lesión enorme para pedir la rescisión del contrato. Jurisprudencialmente se ha dicho
de manera reiterada que la nulidad conlleva a la invalidez del acto o negocio jurídico
(Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Civil Sentencia de 1° de Julio de 2008
M.P. William Name Vargas).
RATIFICACIÓN DE LA NULIDAD.
Pueden ratificar la nulidad de acuerdo al Art. 1755 C.C. únicamente las partes que
tienen derecho de alegar la nulidad y de acuerdo al Art. 1756 C.C. sólo puede
ratificarlo el que tiene capacidad para contratar.
NULIDAD PROCESAL:
El profesor López Blanco señala que las nociones de nulidad sustancial y nulidad
procesal tienen alcances distintos porque una cosa son las cosas de carácter
sustantivo y otras las de carácter adjetivo, en las primeras está el concepto de validez
o nulidad del acto o contrato en sí mismo considerados, y en las segundas
únicamente se tiene en cuenta el procedimiento invocado para ser efectivo el derecho
sustancial.
LA PRESCRIPCIÓN.
Tiene aparentemente los mismos elementos que la prescripción ordinaria, pero aquí la
posesión es irregular, entonces se configura con el paso del tiempo y posesión
irregular, esta última es la que no reúne los requisitos de la posesión regular, es decir
carece de justo título, de buena fe o de ambos y el tiempo para esta prescripción es
de diez años para todos los casos (Ley 791 de 2002 Art. 6°), es decir la prescripción
adquisitiva extraordinaria requiere posesión material irregular ininterrumpida por
espacio de diez años y se hace valer a través de proceso declarativo de pertenencia
(Arts. 396 a 407 C.P.C.), proceso que puede instaurar todo aquel que pretenda haber
adquirido bienes por prescripción y el efecto jurídico más importante es que convierte
al poseedor en propietario pues la sentencia judicial que declara la prescripción hace
las veces de escritura pública, la que deberá inscribirse en la Oficina de Registro de
Instrumentos Públicos.
PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA:
Esta figura también extingue derechos por el paso del tiempo y es muy parecida a la
prescripción pero en su esencia es diferente. La doctrina dice que la caducidad es la
extinción ipso jure de la facultad de ejercer un derecho o celebrar un acto por no
haberse ejercido dentro de un plazo que la ley establece, parece confundirse esta
figura con la prescripción y sus similitudes son el transcurso del tiempo, inactividad de
la parte para el ejercicio del derecho y la extinción de la acción y sus diferencias
principales son de que la caducidad son de orden público y la prescripción no lo es, la
prescripción es renunciable expresa o tácitamente y la caducidad no, la caducidad no
admite suspensión e interrupción, la prescripción en cambio si admite, la caducidad no
implica una obligación previa porque nace de una norma legal objetiva, la prescripción
por su parte supone la preexistencia de una obligación pues sus términos comienzan
a correr desde que la obligación se hizo exigible.
La caducidad de los títulos valores está regida por los Arts. 718 C.Co. para el cheque
y 673 para la letra de cambio y para ello ha de tenerse en cuenta las formas de
vencimiento de la letra de cambio que señala el artículo citado. Se entiende por
caducidad la sanción que se le impone al beneficiario de un cheque por no presentarlo
para su pago dentro de los quince días siguientes a la fecha prevista para el pago si
es de la misma plaza, si es de distinta plaza dentro del mes siguiente siempre y
cuando el girador demuestre no haber tenido la suficiente provisión de fondos y
respecto de la prescripción dijimos que el cheque prescribe en seis meses, la letra de
cambio en tres años para el obligado directo, en un año para el obligado en vía de
regreso y para el pagaré y la factura cambiara de compraventa se aplican las normas
de la letra de cambio.
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA.
Es el más importante de los contratos dentro del contexto del Derecho Privado, si bien
no es el más antiguo porque antes que éste existió la permuta o trueque hoy en día es
el contrato de mayor aplicación. El Art. 1849 C.C. lo define así: “La compraventa es
un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en
dinero. Aquélla se dice vender y ésta comprar. El dinero que el comprador da por la
cosa vendida se llama precio”. A su vez el Art. 905 C.Co. lo define así: “La
compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga a transmitir la
propiedad de una cosa y la otra a pagarla en dinero. El dinero que el comprador da
por la cosa vendida se llama precio.”. Tanto el régimen civil como el comercial lo
llaman contrato y a las partes las llaman vendedor y comprador y para ambas
legislaciones existe objeto y precio. La diferencia principal consiste en que el Código
Civil utiliza la expresión “dar” y el Código de Comercio habla de “transmitir” la
propiedad. Resulta más apropiada la definición del Código de Comercio en el sentido
de que toda venta implica transmitir o transferir el dominio de la cosa vendida. El
diccionario hace sinónimas las palabras transferir y transmitir y la Corte Suprema de
Justicia ha dicho que la expresión dar contiene la obligación de entregar. En
conclusión dar es traditar o transferir el dominio. Respecto de otras diferencias el
Código Civil reglamenta la lesión enorme en la venta de inmuebles, el Código de
Comercio guarda silencio; el Código Civil establece el pacto de reserva de dominio
para bienes inmuebles, el Código de Comercio lo hace para bienes muebles e
inmuebles. Finalmente el Art. 740 C.C. establece que “La tradición es un modo de
adquirir el dominio de las cosas, y consiste en la entrega que el dueño hace de ellas a
otro, habiendo por una parte la facultad e intención de transferir el dominio, y por otra
la capacidad e intención de adquirirlo. Lo que se dice del dominio se extiende a todos
los otros derechos reales.”, habiendo por una parte la facultad e intención de transferir
el dominio y por la otra la capacidad e intención de recibirlo. Recordemos que el
tradente es el que transfiere el dominio y el adquiriente el que lo recibe, y los modo de
adquirir el dominio de acuerdo al Código Civil son la accesión, la tradición, la
prescripción, la ocupación y la sucesión por causa de muerte, a ellos debe
agregársele la ley.
El contrato de compraventa se rige por la teoría del título y el modo lo que implica la
realización de dos actos jurídicos distintos y sucesivos: el contrato título y la entrega o
tradición (modo), es decir el contrato que en la venta de inmuebles está contenido en
la escritura es el título y la tradición o entrega es el modo que tratándose de bienes
inmuebles se perfecciona con la inscripción en el registro.
1. En razón del parentesco: Es nulo el contrato entre el padre y el hijo de familia (Art.
1852 C.C.) y se reserva al hijo sobre el cual se ejerce patria potestad y no sobre el
hijo menor y según la Corte Suprema de Justicia este contrato es válido cuando se
celebra entre padres e hijos mayores y también cuando se realiza con dineros propios
del hijo.
2. En razón del cargo que ocupa: El Art. 1853 C.C. prohíbe a los administradores se
establecimientos públicos vender los bienes que administra en todo o en parte, y el
Art. 1854 C.C. amplía esta prohibición para los empleados públicos y para quienes
ejercen jurisdicción. Ellos no pueden comprar ni vender los bienes públicos o
particulares que estén bajo su ministerio como tampoco los bienes en cuyo litigio
intervenido y que se tengan en pública subasta, en caso de hacerlo habrá nulidad
absoluta.
a. Los guardadores, tutores y curadores no pueden comprar los bienes de sus pupilos,
si se trata de bienes muebles podrán hacerlo con autorización del juez y de hacerlo
sin autorización generaría nulidad relativa pues este acto puede ser convalidado
posteriormente por el juez. Respecto de inmuebles la prohibición es total en todos los
casos.
EL CONSENTIMIENTO:
Es el acuerdo de las partes sobre la cosa y sobre el precio y mediante éste la venta se
reputa perfecta cuando se trata de bienes muebles, entratándose de bienes inmuebles
deben cumplirse solemnidades como escritura pública y registro y el consentimiento
debe estar exenta de vicios de error, fuerza y dolo.
OBJETO:
CAUSA:
Es el motivo que impulsa a obrar y en la compraventa ésta debe ser lícita enmarcada
en la moral y el Derecho.
DE LA COSA VENDIDA:
En la compraventa cosa es todo lo que sea susceptible de ser vendido y los requisitos
de ésta son que pueda ser vendida, que exista o se espera que exista. Las cosas que
se pueden vender las señala el Art. 1866 C.C. y son todas aquellas cosas corporales
o incorporales cuya enajenación no esté prohibida por la ley. Bajo este criterio
preguntamos qué es lo que no se puede vender y al respecto encontramos el
siguiente listado:
Los derechos que nacen del pacto de retroventa (Art. 1942 C.C.)
Los bienes comunes a todos por su naturaleza como la luz, el aire, el sol
El segundo caso hace referencia a que la cosa no exista pero se espera que llegue a
existir, cosa común en la vida de los negocios, sucede por ejemplo en las cosechas
futuras, obras de arte que se encuentren en proceso de creación, inmuebles sobre
planos y de acuerdo al Código Civil estos contratos quedan sometidos a la condición
de existir la cosa a menos que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró
la suerte (Art. 1869 C.C.).
El profesor José Alejando Vonimento señala que las arras son penitenciales o de
retractación (Art. 1859 C.C.) y confirmatorias (Art. 1861 C.C.) las que son parte del
precio.
ARRAS SIMPLES, PENITENCIALES O DE RETRACTACIÓN.
Estas arras dan el derecho de retractarse del negocio y no forman parte del precio y el
término para retractarse lo fijan las partes libremente en el contrato y si no lo hacen o
guardan silencio la ley señala el término de dos meses a partir de la fecha de la
promesa.
ARRAS SOLEMNES O CONFIRMATORIAS.
Las partes no tienen el derecho de retractarse del contrato y si forman parte del precio
(Art. 1861 C.C.) y si se dan arras como parte del precio la venta se reputa perfecta y si
estas arras se incumplen el perjudicado puede demandar el cumplimiento del contrato
o la resolución del mismo en ambos casos con indemnización de perjuicios y si en el
contrato no se especifica qué tipo de arras se pactan se entenderán que son arras de
retracto.
CLÁUSULA PENAL.
Se llama cláusula penal pecuniaria y tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una
obligación, la define el Art. 1592 C.C. y es aquella que se pacta para asegurar el
cumplimiento de un negocio y se sujeta a una pena que consiste en dar o hacer en
caso de no ejecutar o retardar la obligación principal y puede pactarse a favor de un
tercero distinto del acreedor, tiene un carácter accesorio y la nulidad de la obligación
principal acarrea la de la cláusula penal, lo accesorio accede a lo principal, por tanto
sirve de garantía y sólo puede exigirse a partir de la mora del deudor y una vez
constituido en mora el deudor puede el acreedor demandar simultáneamente la
obligación principal y la cláusula penal.
La señala el Art. 946 C.C. Es la que tiene el dueño de una cosa singular de que no
está en posesión para que el poseedor de ella sea condenado a restituirla y pueden
reivindicarse las cosas corporales raíces inmuebles excepto las cosas muebles
compradas en feria, almacén o similar y puede reivindicar la propiedad el dueño, el
que tiene la propiedad plena o nuda, absoluta o fiduciaria de la cosa (Art. 950 C.C.) y
esta acción se dirige contra el poseedor actual y la Corte ha dicho que esta acción no
se puede ejercer contra el tenedor. Prescribe en diez años (Art. 1° Ley 791 de 2002).
LA ACCIÓN POSESORIA:
LA ACCIÓN PUBLICIANA:
Son ciertos acuerdos o convenciones que las partes hacen por medio de cláusulas
especiales al celebrar el contrato de compraventa, los pactos accesorios son
elementos accidentales del contrato. El Código Civil enumera tres pactos accesorios a
la compraventa: el pacto comisorio (Art. 1935 C.C.), el pacto de retroventa (Art. 1939
C.C.) y el pacto de retracto o pacto de mejor comprador (Art. 1944 C.C.).
EL PACTO COMISORIO:
Por este pacto se estipula expresamente en el contrato si el comprador se paga el
precio en el plazo convenido se resuelve el contrato de venta. Se parece a la
condición resolutoria tácita con la diferencia de que el pacto comisorio siempre se
expresa en el contrato, por eso también la llaman condición resolutoria expresa y se
refiere solamente al incumplimiento del comprador, no de las partes como ocurre en la
condición resolutoria tácita. En conclusión el pacto comisorio sólo se refiere al
incumplimiento del comprador en pagar el precio acordado y si ello sucede el
vendedor tiene las siguientes acciones: exigir el pago del precio o pedir la resolución
del contrato en ambos casos con indemnización de perjuicios y el Código señala dos
clases de pactos comisorios: simple si aplica de acuerdo a los términos del contrato y
calificado si se le dan 24 horas al deudor a partir de la notificación de la demanda para
pagar la obligación y revivir el contrato (Arts. 1935 a 1937 C.C.) y prescribe en cuatro
años a partir del contrato.
EL PACTO DE RETROVENTA.
Lo contemplan los Arts. 750 y 1931 C.C. y el 952 y ss. C.Co. El pacto de reserva de
dominio puede versar sobre bienes muebles en materia civil y muebles e inmuebles
en materia comercial, se basa en que el vendedor no transfiere la propiedad o dominio
de la cosa vendida sino hasta su pago total, es una limitación al dominio hasta el no
pago total de la cosa de gran utilización en las ventas al público particularmente en
vehículos automotores. El vendedor conserva la propiedad o dominio de la cosa
ajena, por su parte el comprador tiene la posesión, es decir el uso y el goce y una vez
pagada la cosa en su totalidad el dominio de la misma pasa al comprador. Respecto a
efectos ante terceros la reserva de dominio debe inscribirse pues en materia mercantil
sólo produce efectos a partir de su inscripción en el registro mercantil (Art. 953 C.Co.),
si se trata de vehículos automotores ante la respectiva autoridad de tránsito y los
bienes muebles deben ser singularizables (que constituyan una unidad) como un
vehículo, un computador, y no cabe sobre bienes fungibles que se destruyan con el
uso. En caso de incumplimiento en el pago por parte del comprador el vendedor podrá
ejercer la acción de restitución en los términos de los Arts. 948 y 966 C.Co.
PACTO DE EXCLUSIVIDAD:
Este pacto sólo afecta a una de las partes, al que vende y se obliga a suministrar
bienes o servicios a la otra con exclusión de cualquier otro consumidor o comprador y
la otra parte, la que compra se obliga a su vez a no adquirir a ningún otro proveedor el
bien que allí se pacta, puede obligara a ambas partes aunque puede suceder que este
pacto se suscriba dando exclusividad solamente a una de ellas. Este pacto que
teóricamente sería propio del contrato de suministro está considerado por la ley como
una acto de competencia desleal pues el Art. 19 de la Ley 256 de 1999 considera
desleal pactar en los contratos de suministro cláusulas de exclusividad pues debe
advertirse que el suministro es una venta periódica, es un contrato de tracto sucesivo
a diferencia de la compraventa que es de ejecución instantánea.
El Art. 1894 C.C. dice que hay evicción de la cosa comprada cuando el comprador es
privado del todo o de parte de ella por sentencia judicial; del todo cuando se compra
cosa ajena o un bien robado y de parte cuando el bien soporta gravamen o carga real
(hipoteca, prenda o servidumbre). La evicción implica entonces que al comprador se
le despoje de la posesión en virtud de sentencia judicial, para que haya evicción se
requiere que un tercero alegue mejor derecho sobre la cosa comprada y ese tercero
haya iniciado acción judicial que prive al actual comprador de su derecho de
propiedad, es entonces cuando el vendedor debe responder o sanear por evicción. En
conclusión evicción es cuando el comprador es privado del todo o parte de la cosa por
sentencia judicial y saneamiento es la obligación que surge de ello, es decir la
obligación de sanear a cargo del vendedor, es por ello que se habla de saneamiento
por evicción, esta figura viene del Derecho Romano y es propia de la compraventa,
pero también se podría aplicar al arrendamiento, el arrendador está obligado a librar al
arrendatario de toda perturbación de la tenencia.
El vendedor está obligado a sanear al comprador todas las evicciones que tengan una
causa anterior a la venta salvo que se haya estipulado lo contrario en el contrato (Art.
1895 C.C.), pero si existe mala fe del vendedor probada esta estipulación en contrario
será nula. A su vez el Art. 1909 C.C. señala que la estipulación que exime al vendedor
de la obligación de sanear la evicción no lo exime de la obligación de restituir el precio
recibido. La acción de saneamiento la instaura el comprador perjudicado y puede
intentarse solidariamente contra los herederos del vendedor o contra cualquiera de
ellos, lo mismo sucede si son varios vendedores pero cada uno responderá a prorrata
de su cuota hereditaria lo cual rige también para el caso de que sean varios
vendedores aclarando que la acción de saneamiento es indivisible y solo en estos
casos sería divisible. Finalmente la acción de saneamiento por evicción comprende
dos aspectos básicos: la acción de defensa de la cosa o denuncia del pleito y la
acción de restitución y reparación de perjuicios. La denuncia del pleito por evicción se
da cuando el comprador a quien se demanda la cosa vendida por causa anterior a la
venta deberá citar al vendedor para que comparezca a defenderla (Art. 1899 C.C.), se
trata de una denuncia de pleito que señalan los Arts. 54 a 56 C.P.C., acto procesal
que se hace dentro del término de contestación de la demanda.
1. La restitución del precio aunque la cosa al tiempo de la evicción valga menos.
2. Al pago de las costas del contrato o gastos notariales, de registro, impuestos que
hubiese pagado el comprador.
3. La del valor de los frutos que el comprador hubiere sido obligado a restituir al dueño.
5. El aumento del valor que la cosa edita haya tomado por causas legales o por
transcurso del tiempo (Art. 1904 y 1907 C.C.) y en general deberá reconocer al
comprador las mejoras que éste hubiere hecho.
En las ventas forzadas por remate el vendedor no es obligado a salir al saneamiento por
evicción (Art. 1908 C.C.). Esta acción prescribe en cuatro años desde la fecha de la
sentencia de evicción o si la sentencia no se ha pronunciado desde la restitución de la
cosa (Art. 1913 C.C.).
Finalmente en materia comercial la evicción se toca de manera más reducida en los Arts.
940 nums. 2 y 3 y 941 C.Co. y la diferencia esencialmente radica en que aquí la
prescripción es solo de dos años contados a partir del momento en que el comprador
restituye la cosa, pague el precio o purgue el gravamen.
Son los defectos ocultos de la cosa vendida que el comprador no advirtió al comprar y en
este caso el vendedor debe garantizar que la cosa vendida esté libre de defectos
ocultos propios de la naturaleza misma del objeto del contrato y si ello es así debe
responder ante el comprador. Los vicios redhibitorios son siempre ocultos, no pueden
ser manifiestos y evidentes y es lógico que el comprador al conocerlos probablemente
no hubiese contratado o hubiese pedido rebaja del precio pues si el vicio es manifiesto
y a sabiendas se compra no existe engaño. Los requisitos de los vicios redhibitorios
son:
Ante la presencia de los vicios redhibitorios u ocultos el comprador tiene las siguientes
acciones: pedir la rescisión de la venta o pedir la rebaja del precio (acción quantis
minoris), lo anterior conforme al Art. 1917 C.C. Los vicios redhibitorios dan derecho al
comprador para exigir o la rescisión de la venta o la rebaja del precio según mejor le
pareciere y lo hace a través de la acción redhibitoria consagrada en el Art. 1914 C.C.,
si el vendedor conocía los vicios y los ocultó está obligado a pagar prejuicios además
de la restitución del bien o rebaja del precio.
De acuerdo al Art. 1923 C.C. la acción redhibitoria prescribe en seis meses para bienes
muebles y en un año para bienes inmuebles y el tiempo se contará desde la entrega
real pudiendo las partes en el contrato ampliar o restringir este plazo.
Se reducen a dos: pagar la cosa y recibirla. El Art. 1928 C.C. señala que la principal
obligación del comprador es pagar el precio convenido y este debe ser en dinero y en
caso de incumplimiento por parte del comprador el vendedor podrá ejercer la acción
resolutoria, podrá pedir que las cosas vuelvan a su estado anterior o que se cumpla
tardíamente en ambos casos con indemnización de perjuicios (Art. 1930 C.C.).
Respecto de recibir la cosa el Código Civil no lo señala de manera expresa pero si lo
señala el Código de Comercio, el comprador está obligado a recibir la cosa en el lugar
y tiempo estipulado, caso contrario está obligado a indemnizar. En el contrato de
compraventa se presenta la lesión enorme y existe cuando hay una desproporción en
el justo precio de la cosa que se vende o se compra, el Art. 1947 C.C. señala que el
vendedor sufre lesión enorme cuando el precio que recibe es inferior a la mitad del
justo precio de la cosa que vende y para el comprador viceversa.
Ej.: La cosa vendida vale $1’000.000.oo y recibe como precio la suma de $450.000.oo.
Esta acción tiene un carácter objetivo pues solamente se mira la proporción del precio
que puede existir en el contrato que sea inferior o superior a la mitad de justo precio
para que se configure a favor de cualquiera de las partes, esta figura viene del
Derecho Romano y el precio se consideraba vil cuando era inferior a la mitad del
precio.
Esta acción sólo cabe en bienes inmuebles que no se trate de ventas en subasta pública,
que el engaño sea enorme, que no se trate de contratos aleatorios y que no haya
prescrito pues la prescripción opera en cuatro años contados desde la fecha del
contrato. El Art. 1946 C.C. señala que el contrato de compraventa podrá rescindirse
por lesión enorme, ello quiere decir que en la promesa de venta no existe lesión
enorme pues la promesa no produce una obligación de dar sino de hacer y cabe la
lesión enorme en la hipoteca (Art. 2455 C.C.), en la permuta de inmuebles (Art. 1958
C.C.), en la cláusula penal (Art. 1601 C.C.), en el mutuo con interés (Art. 2231 C.C.),
en la anticresis (Art. 2466 C.C.), en la aceptación y partición de la herencia (Arts. 1291
y 1401 C.C.).
El Art. 1887 C.C. dice: si se vende por cabida debe tenerse en cuenta la extensión del
predio y el vendedor debe responder por el número exacto de metros o hectáreas y
esta figura se da en la venta de predios rurales o fincas. Si la cabida real es mayor
que la declarada en el contrato el comprador debe aumentar proporcionalmente el
precio salvo que el precio de la cabida que sobre alcance en más de una décima parte
del precio de la cabida real, en este caso podrá el comprador a su arbitrio o aumentar
proporcionalmente el precio o desistir del contrato y si desiste deben resarcirse
perjuicios a su favor (Art. 1888 C.C.) y si la cabida real es menor que la declarada
deberá el vendedor completarla y se aplicará en viceversa el artículo anterior. Esta
acción prescribe en un año contado desde la entrega y se puede ejercer
simultáneamente con el de la lesión enorme.