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Porfirio y el problema de los universales

Publicado por Julio Ostalé García | Last updated Jul, 03 2013

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El de los universales es uno de los problemas clásicos en filosofía. Aunque hay numerosos pasajes en las obras de Platón y Aristóteles que tratan de los
universales, el problema como tal es planteado en la Isagoge, una introducción a la lógica de Aristóteles escrita el año 270 por el filósofo neoplatónico Porfirio.

En torno al 500, Boecio traduce la Isagoge al latín y realiza dos comentarios: uno a partir de su propia traducción y otro que parte de la traducción de Mario
Victorino. Comienzan entonces las disputas acerca de los universales, que duran hasta la escolástica tardía del siglo XVII.

El problema de los universales trata de la relación entre particulares y universales, así como de la naturaleza de estos últimos. ¿Existen o son meros
conceptos? Si existen, ¿son corpóreos o incorpóreos? Si son incorpóreos, ¿existen en las cosas sensibles o fuera de ellas?

Universales, predicamentos y predicables


Diferentes cosas pueden compartir un mismo rasgo. Si esta camisa es de algodón, el objeto camisa es un particular del que pueden decirse más cosas, y la
propiedad ser de algodón es un universal que puede decirse de más cosas. Los particulares ejemplifican universales. También se da ejemplificación entre
universales, como cuando decimos que las prendas de algodón transpiran.

Los universales son expresados mediante predicados, que a su vez pueden clasificarse según categorías (los predicamentos de la escolástica) y según
categoremas (los predicables).

 Predicamentos: universales más generales, esto es, no ejemplifican universales de nivel superior. Enumerarlos equivale a clasificar el mundo en sus rasgos
más generales. Aristóteles los estudia en Categorías y distingue diez (sustancia, cualidad, cantidad, relación, dónde, cuándo, posición, tener, hacer y
padecer). Porfirio respeta esa lista.
 Predicables: universales considerados desde el punto de vista de su relación con aquello que los ejemplifica. Aristóteles los estudia en Tópicos y distingue
cuatro. Porfirio distingue cinco.

La Isagoge de Porfirio
Comúnmente llamado Isagoge, que en griego significa Introducción, tiene por título Introducción a las categorías de Aristóteles. Fue leído y comentado en
todas las universidades medievales de Occidente, resultando uno de los textos más influyentes en la historia del pensamiento.

Pese al título, no es tanto una introducción a las categorías como a los predicables. Porfirio consideraba que conocer la clasificación de los predicados desde
la perspectiva de su relación con los sujetos era condición previa para cualquier otro estudio lógico.

Los predicables en Aristóteles


Aristóteles distingue cuatro predicables, entendidos como proposiciones. Parte del esquema "S es P". Por conversión de términos, P es convertible con S si de
"S es P" se sigue "P es S". Por la esencia, P es esencial respecto a S si "S es P" puede verse como respuesta a la pregunta qué es S. Surgen así cuatro
relaciones que un sujeto puede guardar con un predicado:

1. Definición: esencial y convertible, como en "El hombre es animal racional".


2. Género: esencial y no convertible, como en "El hombre es animal".
3. Propio: no esencial y convertible, como en "El hombre es capaz de reír".
4. Accidente: no esencial y no convertible, como en "El hombre está sentado".

En la definición hay un predicado complejo formado por especie y diferencia.

Los predicables en Porfirio


Los cinco predicables de Porfirio son género, especie, diferencia, propio y accidente. Se dividen en esenciales (género, especie, diferencia) y no esenciales
(propio, accidente). Estos últimos dependen de cada individuo particular y del momento en el tiempo.

Para clasificar particulares bastan los predicables esenciales, como demuestra el "árbol de Porfirio", donde se parte de un género generalísimo (una de las diez
categorías) y se desciende hasta la especie especialísima justo antes de alcanzar los particulares.

"La sustancia es ella misma género, bajo la cual está el cuerpo; y bajo el cuerpo, el cuerpo animado; bajo éste, el animal; bajo animal, animal racional; bajo
éste, el hombre; bajo el hombre, Sócrates, Platón y cada uno de los hombres."

Por otro lado, de los predicables esenciales sólo el género y la especie responden a la pregunta qué es, mientras que diferencia, propio y accidente responden
a la pregunta cómo es.

El problema de los universales


La Isagoge plantea, sin después ofrecer soluciones, el problema de los universales. Lo hace en estos términos:

"Así, pues, sobre los géneros y las especies declinaré hablar tanto de si subsisten o son puros y simples pensamientos, como si de son subsistentes corpóreos
o incorpóreos, como también si de están separados o si son subsistentes en las cosas sensibles y dependen de ellas, por ser el tratamiento de todo esto
profundísimo y requerir un examen mayor".
Aunque Porfirio solamente menciona géneros y especies, casi todas las disputas medievales desde Boecio se han dirigido a los universales en general. En
cuanto a la estructura del problema, la segunda disyuntiva depende de la primera; no es tan evidente que la tercera dependa de la segunda.

1. ¿Subsisten los universales por sí mismos? Responder afirmativamente conduce al realismo, que se basa en lo siguiente: si diferentes particulares comparten
una propiedad, ésta existe y es diferente de los particulares. Opuesto al realismo es el nominalismo, cuya variedad más aceptada es el conceptualismo de
Guillermo de Ockham.
2. Si subsisten por sí mismos, ¿son corpóreos? Entendiendo por corpóreo lo material, habría que responder que no (de lo contrario los universales no se
diferenciarían de los particulares). Pero cabe otra interpretación: no puedo tocar el rojo de una rosa, pero sí aceptar que está presente donde está la rosa y
mientras ella dura. Entendiendo por corpóreo lo espacio-temporal, tendría sentido preguntarse si los universales son tropos o bien realidades inespaciales y
atemporales.
3. Si subsisten por sí mismos y son incorpóreos, ¿subsisten en las cosas sensibles? La metafísica de Platón daría una respuesta negativa. Considera que el
mundo se divide en particulares temporales y universales atemporales, siendo realidades distintas cuyo único nexo es la instanciación. En la metafísica de
Aristóteles, que responde afirmativamente a la pregunta, ciertos universales que se consideran esenciales (los géneros y especies) se combinan con la
materia para dar lugar a los particulares.

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