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Asesinato de líderes sociales y poder territorial

Jaime Castro - Exministro y exalcalde de Bogotá

Diana Sánchez, directora de Minga, ONG defensora de los derechos humanos, plantea en sus
términos exactos un tema tan grave como es el asesinato de los dirigentes sociales, razón por la
que puede decirse con ella que, ante la falta de definición legal, debe entenderse que es líder social
quien guía a la comunidad de la que hace parte en la solución de sus más agudos problemas, por
lo cual tiene que oponerse en muchos casos a los “poderes reales en los territorios”, que pueden o
suelen ser mafiosos dedicados a actividades ilegales. Afirma también que todo “presidente de junta
de acción comunal es un líder”, porque defiende en muchas ocasiones “derechos económicos,
sociales y culturales” de su comunidad, como son “el derecho a la vivienda, la salud, la educación
y el medioambiente”. A título de ejemplo, agregaríamos nosotros, protestan también contra la
violencia de género, el abandono del Estado y la quema y tala de árboles, pues se comprometen
sin reservas con la defensa de la naturaleza. Ayudan en los casos de desastres y calamidades
públicas. Sánchez concluye diciendo que generalmente “son personas que nacen en sectores
marginados y excluidos”[1].

Conviene decir, igualmente, que los asesinatos de los líderes sociales se producen,
mayoritariamente, en las regiones en las que sientan sus reales los actores ilegales del conflicto y
sus disidencias, a más de otras estructuras criminales dedicadas al narcotráfico, la minería ilegal o
el contrabando. Esas organizaciones, para el ejercicio de sus actividades, imponen control territorial
absoluto y total. No toleran que otras organizaciones o personas ejerzan autoridad distinta a la
suya. Por eso se enfrentan con las armas a la fuerza pública. Tampoco aceptan ni respetan la
autoridad política que puedan ejercer los líderes sociales que gozan de aceptación y audiencia en
sus comunidades y podrían representarlas si algunos de ellos son elegidos como ediles, concejales
o alcaldes. No importa el tipo de liderazgo que ejerzan. Lo que cuenta es el que ejerzan en las
comunidades. Por eso los amenazan y condenan. Por las razones anotadas sus asesinatos son
proporcionalmente superiores en Nariño, Cauca, Chocó, Córdoba, regiones de Antioquía y el
Catatumbo y son cometidos por los actores ilegales de nuestros numerosos conflictos.

Analistas y estudiosos del tema coinciden en que no hay una organización o estructura nacional o
de determinada orientación ideológica que conciba y organice el asesinato de los líderes sociales.
Quienes lo hacen son grupos regionales o locales que defienden intereses del mismo nivel
territorial. Naciones Unidas, la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo han establecido que “las
economías ilícitas, que incluyen las drogas y la minería ilegal, son una amenaza para el proceso
de paz” y que los mayores responsables de los asesinatos son “grupos organizados armados que
persiguen poder territorial” para asegurar y controlar el desarrollo de sus actividades
delincuenciales.

Por ello, la solución de fondo a un drama de tanta gravedad, obviamente, es la sanción judicial de
los responsables intelectuales y materiales de los crímenes. También la lucha frontal contra los
actores de nuestros conflictos que ahora llamamos grupos organizados armados, razón por la que
el pacto político que se pide contra el asesinato de los líderes sociales debe hacer parte del acuerdo
que se celebre para combatir el narcotráfico y la erradicación de los cultivos ilícitos.

Este drama viene de tiempo atrás. Las cifras publicadas cuantifican los asesinatos cometidos desde
el 2016 y registran una disminución porcentual de los mismos durante el último año. No es entonces
responsabilidad de uno u otro gobierno. Se equivocan por ello quienes le dan coloración política e
inclusive partidista a las denuncias que no hicieron cuando empezaron a presentarse y multiplicarse
lo que solo ahora se lamentan.
https://www.ambitojuridico.com/noticias/columnista-impreso/constitucional-y-derechos-
humanos/asesinato-de-lideres-sociales-y-poder

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