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1.- Los antecedentes inmediatos. Han pasado más de 20 años desde la reforma
constitucional de 1994, convocada por la Ley 24309, que preveía la elección directa
del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, abría el camino a la autonomía de
la ciudad y ponía sobre el tapete cuestiones fundamentales referidas a las facultades
de gobierno, administración y justicia. Siguiendo ese camino, en diciembre de 1995 la
Ley 24620 dio lugar a la reunión de la Asamblea Constituyente, que a partir de Agosto
de 1996, integrada por 60 representantes electos de los principales partidos políticos,
organizados en 11 comisiones de trabajo, elaboró en 2 meses la Constitución de la
Ciudad de Buenos Aires. Un proceso complejo tendía a dar respuesta a los múltiples
desafíos que los nuevos escenarios globales planteaban a la ciudad: cuestiones
políticas y económicas, cuestiones de representatividad y de gobernabilidad,
cuestiones de renovación de infraestructuras y equipamiento, a escala local y regional.
Los constituyentes encararon su trabajo sin advertir o sin dar importancia al hecho de
que en esa asamblea quedaba de lado la cuestión territorial. Los límites territoriales no
se modificaban. El puerto permanecía bajo jurisdicción nacional, así como los terrenos
de las infraestructuras de alcance nacional que atravesaban la ciudad. Los
mecanismos de intervención urbana concertada que hubieran facilitado la perspectiva
metropolitana, fueron minimizados. El foco de la atención era jurídico-político, la
discusión mayor fue sobre los alcances de la administración de justicia y el poder de
policía. En conjunto, sin embargo, el nuevo estatuto constituyente de la ciudad
resultaba novedoso. La Ciudad Autónoma entraba en el nuevo siglo con credenciales
en principio prometedoras.
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La consolidación de una Buenos Aires metropolitana / Pedro C. Sonderéguer / Noviembre 2017
2.- La búsqueda de un camino propio. A partir de allí Buenos Aires tomó un camino
de jerarquización de la autonomía del núcleo central, lo que la diferenció de las
medidas tomadas por todas las grandes ciudades del mundo ante un crecimiento
urbano extendido más allá de los límites jurisdiccionales. Otras ciudades optaron por
extender las herramientas de la gobernabilidad, desde las conformaciones del Gran
Londres o la Comunidad de Madrid, hasta soluciones más particulares y complejas,
como la Aglomeración Franco-Valdo-Ginebrina de la Gran Ginebra (que rebasa los
límites de Suiza) o el Área Metropolitana de Vigo, que integra un amplio territorio
urbano y rural formado por 14 municipios.
En Buenos Aires quedó fuera del horizonte la renovación territorial sobre la que habría
de ejercerse el gobierno, algo que es cuestión esencial de este cambio de época.
Desde fines del siglo XX el impacto de la globalización sobre el territorio supone
modificaciones profundas en la economía, en el mundo del trabajo y en la vida
cotidiana. Traslados, relación con el espacio público y privado, comunicaciones en
continua renovación, modifican la percepción y los usos de la ciudad. En ese aspecto,
las transformaciones del escenario se parecen más a fines del siglo XIX que a
mediados del siglo XX. Estamos en algún sentido más cerca de 1871 que de la
Constitución de 1949: más cerca de la Comuna de París que de la consolidación del
Estado de Bienestar: la turbulencia social urbana convertida en una constante es una
expresión visible de este proceso. Lo territorial en transformación incide directamente
en la gobernabilidad de la ciudad.
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La consolidación de una Buenos Aires metropolitana / Pedro C. Sonderéguer / Noviembre 2017
Así, una ciudad que tenía una larga tradición de expansión de su jurisdicción optó por
fraccionar sus herramientas de gobierno. Hoy la discusión puede ser en parte saldada
por la realidad. En una enumeración rápida:
a) la cuestión del puerto sigue siendo un gran problema no resuelto de la ciudad, con
pérdida de competitividad en favor del Puerto de Montevideo, que se ha renovado y
capta hoy parte importante del movimiento de contenedores del Río de la Plata. Esta
carga se debe a la economía argentina y su manejo en Montevideo representa
puestos de trabajo y divisas perdidas para Buenos Aires.
d) los bordes de la ciudad, sobre todo en el sur (ribera del Riachuelo) siguen siendo
una zona de nadie, lugar de contaminación, descontrol industrial y marginalidad social,
sin que la ciudad logre encontrar una solución para tierras potencialmente muy
valiosas y hoy presa de todas las especulaciones.
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La consolidación de una Buenos Aires metropolitana / Pedro C. Sonderéguer / Noviembre 2017
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La consolidación de una Buenos Aires metropolitana / Pedro C. Sonderéguer / Noviembre 2017
portador de los reclamos sociales. Así, si no fue el peronismo el primer impulsor de las
leyes sociales (fueron los socialistas: Palacios, Manuel Ugarte), fue el peronismo el
que las hizo realidad, profundizó y extendió esos derechos al conjunto de la población,
a partir de las políticas impulsadas por el entonces coronel Perón desde la Secretaría
de Trabajo. Si no fue el peronismo el primer defensor de la educación pública (fue
Sarmiento), fue el peronismo el que incrementó dramáticamente los presupuestos y
expandió la infraestructura de educación hasta abarcar al conjunto de la sociedad,
desde el primer gobierno histórico de Perón y Evita hasta la actual multiplicación de
sedes universitarias en sectores postergados de la ciudad. Si no fue el peronismo el
primer impulsor de los derechos democráticos universales (fueron los radicales que
arrancaron al régimen conservador la Ley Sáenz Peña), fue el peronismo el partido
que hizo de la defensa real de la democracia una bandera irrenunciable y puso el
cuerpo a todos los golpes de estado que arrasaron la República a partir de 1955,
desde la Resistencia a la Revolución Libertadora en 1955 hasta el Proceso de 1976,
desde el Plan Conintes hasta el Plan Cóndor.
Este conjunto de circunstancias delimita hoy el desafío mayor del peronismo, cuando,
al mismo tiempo que representa las esperanzas de los más pobres, tiene claras
dificultades para crecer en las ciudades. Hay allí una anomalía y cuestiones que es
necesario resolver. ¿Es acaso posible pensar en un desarrollo pleno del territorio sin la
participación concertada de las grandes ciudades? ¿Hasta qué punto sobrevive hoy en
la ciudad esta atención directa a los reclamos de la realidad, que llamamos empirismo
de una práctica guiada por el sentido común? ¿Por qué el peronismo, movimiento
esencialmente urbano surgido de la rebelión de los obreros en el 45 y que hoy tiene
presencia en todas las universidades públicas, no alcanza a construir un proyecto
capaz de conducir la renovación urbana que el país necesita? ¿Puede una mirada
técnica orientada por un empirismo escéptico abordar la cuestión urbana (transporte,
espacio público, trabajo, salud, vivienda) y elaborar una agenda? Una agenda urbana
que recupere los valores esenciales de la ciudad, pluralismo y libre discusión común
de los problemas, una agenda capaz de crear trabajo, vincular el conocimiento con la
producción, la construcción de infraestructuras con la economía, el crecimiento de la
ciudad con la respuesta a las demandas de la sociedad.
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La consolidación de una Buenos Aires metropolitana / Pedro C. Sonderéguer / Noviembre 2017
4.- Problemas y herramientas del territorio. En los últimos diez años por lo menos
tres proyectos fueron puestos sobre el tapete, impulsados por municipios del sur, con
la idea de aumentar la conectividad, multiplicar los intercambios y contribuir a disminuir
la brecha:
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La consolidación de una Buenos Aires metropolitana / Pedro C. Sonderéguer / Noviembre 2017
Esta nueva condición política puede dar lugar a una formidable expansión del
potencial de la ciudad, donde las tradiciones políticas de las últimas décadas se
combinen positivamente en la búsqueda de soluciones a los problemas urbanos
(cuestiones de transporte, espacio público, vivienda, salud, empleo, esparcimiento)
abandonando las posiciones de principio o regidas por las exigencias partidarias que
tantas veces complicaron el desarrollo urbano. Hay un largo plazo en la evolución de
las identidades políticas, que en este caso habría que evaluar en el conjunto del área
metropolitana, y hay momentos de mutación o de reconversión, de cara al futuro. En
esta circunstancia existe la oportunidad de una nueva síntesis histórica.
Por otro lado hay hechos difícilmente reversibles que quizás anuncien la emergencia
de cambios sustanciales en la configuración de Buenos Aires: la ruptura de la unidad
del puerto (Dock Sud y Puerto Nuevo separados por Nuevo Puerto Madero, hoteles y
viviendas de alta gama y puertos de veleros) y la aparición de nuevas centralidades en
Parque Patricios (sede del gobierno CABA) son fenómenos destinados a evolucionar
generando su propia dinámica y efectos de largo plazo con impacto en el conjunto de
la ciudad. El panorama está abierto y es posible que el conjunto urbano se encamine a
nuevas formulaciones que se deban tanto a las tradiciones conocidas como a las
peculiaridades de la coyuntura, con resultados a mediano plazo de difícil previsión.
Nada es menos seguro que la perduración de la foto actual.
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