Como resultado de la crisis financiera global de 2008, muchos países adoptaron
políticas monetarias sumamente expansivas. Uno de los objetivos no declarados de estas políticas es el debilitamiento de su propia moneda, para fomentar las exportaciones y frenar las importaciones. Para evitar compras especulativas de francos, el Banco Nacional Suizo declaró que si el tipo de cambio bajara por debajo de 1.2 francos por euro, el Banco imprimirá billetes en cantidad suficiente para que regrese a este nivel. El Banco Central de Japón también imprime billetes para prevenir una apreciación indeseada del yen. Lo nuevo es que la expansión monetaria parece no debilitar las monedas. El yen, el dólar y el franco suizo siguen muy fuertes. Los tipos de cambio no se establecen en el vacío y el impacto de una expansión monetaria sobre el tipo de cambio depende de la percepción del mercado y no de alguna regla matemática. En el caso de Estados Unidos la expansión monetaria fortaleció el dólar frente al euro y la libra esterlina porque los mercados pensaron que dicha expansión reactivaría la economía, y de cualquier manera la situación económica de Europa y Gran Bretaña era incluso peor. En consecuencia de estos cambios en el impacto de la política monetaria sobre el tipo de cambio, los mercados cambiarios modificaron la manera en cómo piensan y operan. La paridad de las tasa de interés de los libros de texto parece no funcionar. Los bancos piden prestado en una moneda con baja tasa de interés e invierten en otra moneda con tasa de interés más alta (carry trade). Durante los últimos 30 años carry trade no generó ganancias, sólo en tres. Ahora, cuando las tasas de interés en las principales monedas son cercanas a cero, las posibilidades de llevar a cabo carry trade son muy limitadas. En vez de fijarse en las diferencias en las tasas de interés a corto plazo (que ahora son casi iguales a cero), los inversionistas toman en cuenta las diferencias en el rendimiento real de los bonos a largo plazo. Mientras que en Estados Unidos y Gran Bretaña este rendimiento es negativo (la tasa nominal es menor que el ritmo de la inflación) en Suiza y Japón, donde la inflación es negativa (deflación), el rendimiento de los bonos sigue siendo positivo, lo que aumenta el apetito por las monedas de estos países. La expansión monetaria por parte del Banco Central Europeo no debilitó al euro porque éste ya estaba muy débil, como consecuencia de los temores acerca de una posible desintegración del euro y la política del Banco Central Europeo parecía prevenir este desastre. Ahora un indicador del futuro del euro es el rendimiento de los bonos italianos y españoles. Si este rendimiento sube, es un buen pronóstico de que el euro bajará. La paridad del poder adquisitivo tampoco parece funcionar. Durante los últimos 20 años la estrategia de vender corto las monedas de baja inflación e invertir en monedas de alta inflación generaba buenas ganancias. La razón parece ser el carry trade. Las monedas de alta inflación también tienen tasas nominales de interés altas. Los mercados cambiarios ya no castigan lo que antes se consideraba como un mal comportamiento: inflación y déficit persistente en la balanza de pagos. Esto proporciona a los gobiernos un mayor margen de maniobra para reducir el desempleo y fortalecer el sistema financiero, sin preocuparse demasiado por el tipo de cambio. Basado en “The Weak Shall Inherit the Earth”, en The Economist, 6 de octubre de 2012