La historia de los relojes (denominada también como historia de la relojería)
es la secuencia de eventos que han ocurrido en torno a los descubrimientos
científicos de los relojes y autómatas denominados: guardatiempos (dispositivos mecánicos capaces de fraccionar, contar y guardar memoria de secuencias en el tiempo). Estos dispositivos han sido creados para proporcionar la hora en situaciones donde los astros no podían verse. Algunos de los dispositivos tienen unos orígenes claros en ciertas técnicas y tecnologías bien datadas, como puede ser el caso de los relojes de arena cuya construcción está ligada al soplado de vidrio. Muchas culturas han tenido curiosidad por medir el tiempo y las fechas del calendario con la simple observación de los fenómenos naturales y astronómicos, este conocimiento les ha proporcionado una prosperidad económica debido en parte a que eran capaces de predecir con precisión el tiempo de las cosechas, las plantaciones y demás actividades agrícolas.1 La relojería ha ido pasando por etapas en las que la regularidad de los astros proporcionaba una medida suficiente del tiempo, poco a poco las maquinarias han sido capaces de substituir esa medida hasta que los dispositivos electrónicos y atómicos han alcanzado medidas del tiempo muy precisas empleadas por ejemplo en la localización mediante GPS. Durante este tiempo no sólo ha crecido la habilidad de los relojes para medir el tiempo con precisión y regularidad sino que además el coste de los relojes ha ido bajando hasta llegar a ser muy populares, un ejemplo de este abaratamiento es el reloj de pulsera
Los métodos de medida del tiempo se fundamentan desde sus comienzos en
el sistema sexagesimal, muy común en el mundo occidental. Estos sistemas horarios se originaron hace cerca de 4000 años en Mesopotamia y Egipto;456 un sistema similar fue desarrollado posteriormente en Mesoamérica.7 El primer calendario pudo haberse creado en el último periodo glacial, por una sociedad de cazadores-recolectores quienes emplearon herramientas tales como 'palos' y 'huesos' para trazar mediante alineamientos de la sombra de los mismos o las apariciones de ciertos astros o como conteo de las fases de la luna o de las estaciones.1 Se construyen por esta época disposiciones en forma de círculos de piedra, tales como el famoso Stonehenge,8 que fueron construidos en diferentes partes del mundo, especialmente en la Europa prehistórica y están considerados como uno de los primeros calendarios empleados para predecir las estaciones y los eventos anuales tales como los equinoccios o los solsticios.91 Debido a la falta de registro escrito de esas sociedades megalíticas poco se sabe de las construcciones y de las tecnologías empleadas. El uso de los sistemas horarios ha ido parejo a la historia de la relojería. Los primeros sistemas horarios dividían el día (el arco diurno del sol) en 12 horas, lo que hacía que las horas fuesen más largas en verano, y más cortas en invierno. Esta división del tiempo proporcionó el denominado sistema horario temporario. El sistema de horas itálicas (Horae ab Occasu) y las horas babilónicas (Horae ab Ortu). Las horas canónicas (así como su subdivisión en dos grupos de horas menores y horas mayores) empleadas en las comunidades cristianas. Tiempo Medio de Greenwich