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SEMINARIO DIOCESANO SANTO TOMÁS DE AQUINO

MATERIA: Filosofía contemporánea


ESTUDIANTE: Carlos Daniel Mazo Vásquez
PROFESOR: Pbro. Eduin Alberto Salazar Giraldo
FECHA: 22 de octubre de 2012

3. TIPOS DE CARACTERES Y PECULIARIDAD INDIVIDUAL: NÚCLEO DE


LA PERSONALIDAD

a. Caracteres típicos y peculiaridad individual: Distinguimos el carácter


como peculiaridad, como lo que confiere a una persona el sello de la
personalidad, pues así, como a todo objeto en cuanto εἶδος, y teniendo en
consideración su quid, le corresponde una esencia de la vivencia. Cada
vivencia concreta singular, en la conexión de una corriente de la conciencia, es
única.

A todo ámbito de valores le corresponde un género de actos afectivos y de


estimación de los valores, lo que denominamos cualidad del carácter, la cual, es
una cosa típica, algo que varias personas pueden tener en común, o solo un
poco puede tenerlas, dejando claro que Dios como ser omnicomprensivo posee
todos los valores, quedando el hombre reducido a un ser limitado, con carácter,
los cuales no tiene Dios, mostrando la falta de virtudes. Quedando determinada
la persona por unos valores objetivos, quedando una peculiaridad muy intensa,
que hace desaparecer lo típico y se crea la personalidad.

b. La peculiaridad personal como cualidad simple: la peculiaridad personal


es un simple quale, que marca su sello sobre el carácter total y sobre cada
vivencia en particular., lo que plasma en una persona, una personalidad
unitaria, distinguiéndola de las otras personas, aunque no siempre es así, pues
lo que una persona vive no depende solo de él, sino de las circunstancias
externas, pero las disposiciones que esas circunstancias traigan, si causan
disposiciones en las personas.

c. El “núcleo” de la persona o el “yo” de la persona: La disposición original


del carácter se distingue de las otras disposiciones, por el hecho de ser o de
estar en la esencia, la cual se despliega en el curso del desarrollo del carácter,
constituyendo el colorido individual de una persona, estableciendo sus propias
cualidades; pues es una vivencia que esa persona vive y no otra.
4. EL ALMA Y SUS PROFUNDIDADES, SU RELACIÓN CON LA VIDA DEL
SNTIMIENTO Y LA VOLUNTAD

Niveles profundos del “yo” personal: El núcleo de la persona constituye la


unidad indisoluble del carácter, expresándose en la manifestación externa de la
persona, manifestándose pura en el alma de la persona, siendo el alma el
centro de la persona, estando henchida de lo que es propio de ella,
expresándose en estados de ánimo fundamentales en la manera en como el
alma recibe en si al mundo los valores accesibles a ella.

Posición de la voluntad en el “yo” personal: La voluntad, podemos decir


está enraizada en el yo mismo y es allí donde tienen origen todos sus acto,
siendo de vital importancia la libertad, pero quedando claro que las actitudes de
la voluntad, brotan del alma, siendo motivadas por actitudes del sentimiento,
pues el yo puede despertarse a la vida y generar actos de voluntad aunque ya
no tenga poder sobre la vida afectiva.

5. PLASMACIÓN DEL CUERPO VIVO POR MEDIO DE LA VIDA DEL ALMA

La persona es unidad de cuerpo y alma, y aunque tenga como los demás seres
vivos un cuerpo algo que lo hace diferente es expresar la vida interior, el “yo”,
siendo la vida del ánimo la que plasma desde el interior al cuerpo vivo,
constituyendo la unidad de la persona, plasmando su propio carácter ejerciendo
dominio sobre el cuerpo y porqué no sobre la voluntad.

6. EL CONCEPTO PSICOLÓGICO Y RELIGIOSO DEL ALMA

El alma entendida en el sentido de la psicología, comienza a existir con la


existencia del ser vivo al que pertenece, y termina con la muerte de este.
Aclarando que el alma no nace acabada, sino que va adquiriendo sus
cualidades en el curso de su vida; habiendo pues una contradicción con el
concepto religioso del alma, pues en su concepto metafísico, se llega a la
conclusión de que es imperecedera, que se une al cuerpo, pero no necesita de
él; que es una realidad simple, evitando pasar por alguna evolución en la que
vaya adquiriendo sus cualidades.
7. INDIVIDUOS PSIQUICOS NO ESPIRITUALES; SERES CORPORAL-
ESPIRITUAL PRIVADOS DE ALMA Y ESPIRITUS PUROS

Es posible encontrar sujetos que no tengan vida espiritual, con una conciencia
digamos incomprensible, a la cual le corresponde una psique modificada,
podríamos decir entonces que carecen de facultades espirituales,
desconociendo el mundo de los valores, incapaz de tener sentimientos,
quedando claro que para qué pisque y corporalidad han de estar vinculados
para una verdadera limitación de la personalidad.

C) EL CONOCIMIENTO DE PERSONAS

1. Experiencia de sí mismo y experiencia del otro. La percepción del


cuerpo vivo ajeno: Para la experiencia de la persona humana, hay dos
caminos: experiencia de sí mismo y experiencia del otro. La persona ajena, el
otro, es percibida por mí, de manera tan inmediata como se percibe una cosa o
la propia persona, percibiendo y considerando solo su cuerpo como apariencia
exterior, pues no se puede oír ni ver el impulso interior de otro ser vivo, pero lo
puedo intuir en lo que se llama una conciencia representante a lo que llamamos
empatía.

El carácter de la representación, puede ser estudiado en vivencias originales y


vivencias representadas. Por eso la empatía en cuanto representación es una
vivencia original, una realidad actual, representando una actual moción vital
original de otra persona, motivada por la percepción externa, aclarando que la
empatía solo está en la percepción exterior y si esta fuese sobrepasada no
sería ya empatía, sino fantasía.

La percepción del otro encierra posibilidades de engaño, pero para percatarnos


de que no haya engaño ha de haber una percepción externa progresiva, y
mediante un examen de la concordancia entre percepción externa y empatía,
quedando clara que la empatía siempre ha de ser corroborada por la
percepción externa.

2. La comprensión de la psique ajena y de la vida anímico-espiritual: Las


sensaciones no son solo estados psíquicos, sino también estados corporales.
La empatía, podemos atribuírsela al individuo psíquico que tiene la percepción,
en cuanto la manifestación externa de éste motiva precisamente la co-
percepción de una conciencia, la cual es motivada por esa percepción externa,
pero es aquí entonces cuando surge un problema, y es que la conciencia cono
este análisis ya hecho, que relegada o más bien limitada a una pura vida de
sensación, faltando la forma del cogito, lo que sería la tensión entre un “yo”
despierto, consciente de sí mismo y una objetividad.

Es entonces donde aparecen ciertas formas del cuerpo vivo, que se muestran
intuitivamente, así como sus movimientos y sus cambios, surgiendo la vida del
“yo”, es por eso que por ejemplo cuando yo miro a los ojos a una persona, veo
en ellos, es decir, en su ser, un “yo”, convirtiendo a los ojos en una especie
como de lenguaje, que si bien no me puede mostrar el yo puro, lo que los ojos
tienen que decir, no se limita a la “yo-icidad” como tal, pues los ojos pueden
convertirse en la expresión de ese impulso interior donde se puede ver tanto
actitudes como sentimientos.

Aunque no por eso deja de ser el comportamiento espiritual que viene a mi


encuentro, algo extraño, algo que yo no realizo, algo de lo que no tengo
conciencia espiritual; es aquí donde juega un papel muy importante los estados
sensitivos, que es cuando estamos conscientes, pero siempre queda la
posibilidad de pasar de lo consciente a lo que es co-consciente, que podemos
decir volver en una forma más concentrada que la vista vaga que se ha dado
antes de un objeto que es lo que podríamos llamar una representación
empatizante.

En contraste con ello en la manifestación expresiva este no es el tema, pues la


mirada comparándolo con la comprensión de una palabra, la cual podríamos
decir constituye el puente, a través del cual la conciencia aprehendente tiende a
su objetivo propio que es el significado.

Ahora bien, la vida espiritual de la persona es siempre el centro de interés, por


eso es la primera característica de manifestaciones expresivas, es por eso que
se dice también, que la manifestación exterior no sólo expresa la vida interior,
sino que corresponde también ella, convirtiendo lo exterior en imagen de lo
interior.

Asimismo, valoramos la fidelidad de la imagen que lo exterior representa, si


esta lo hace de modo claro, y No hay necesidad de reexaminarla.

Podemos representarnos mediante la empatía el estado del alma que se nos


manifiesta en una expresión, y podemos ver que esa realización empatizante o
la vivencia empatizada, tal como llega a ser objetivo de una contemplación
reflexiva, se halla en coincidencia con lo que se muestra originalmente.
Hemos caracterizado, según diversas facetas que nos han acercado a la vida
espiritual ajena, pero nos falta una que parece y puede ser esencial, y es que
cuando nos percatamos de una moción de vida espiritual ajena, podemos decir
que nos compenetramos de ella pueden ser en las vivencias, en los
sentimientos.

Es aquí donde se presenta un enriquecimiento de la vida interior, pues la


penetra de tal forma que es el alma la que vivencia la que aprehende la que
siente, expresándola y apropiándose de todas sus percepciones.

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