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UN BAR VACÍO Y UN VASO VACÍO.

BY THEHOLLSTEINSHIP

Sinopsis

—Quieres seguir jugando conmigo, cupcake?—

Laura la miraba, y tal vez es el alcohol o solamente se siente valiente esta noche.

—Claro, Karnstein. Dame todo lo que tienes—

Historia original de: frankters en AO3.

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Capítulo 1: Coincidencias y Juegos.

Sentada en el taburete, apenas en la luz, un vaso de algo en frente de ella. Está sonando el
Jazz y esto no podía ser más cliché.

—Oye— ella le agita la mano al cantinero —dame un cenicero—

—No puedes fumar aquí— Dice él, sin mirarla, limpiando un vaso.

—Oh, vamos. No tengo tiempo para tu mierda. Además, a los otros clientes-—ella apunta al
bar vacio. —-no les importara—

El hombre sonríe, deslizando un cenicero hacia ella. Un suave click después, y ella esta
resoplando humo.

Eso es lo que Laura ve, entrando al pequeño bar. Carmilla fumando y un silencio cantinero.
El levanta su cabeza, mirándola: empapada de pies a cabeza.

La lluvia está cayendo fuerte afuera y este fue el primer lugar al que Laura entro, después de
decirle adiós a sus amigos después de cenar. Ella estaba caminando hacia los dormitorios
cuando la tormenta empezó, y entonces ella se lanzo hacia la primera puerta disponible.

El cantinero ve a Carmilla, apuntando a su iluminado cigarrillo. Laura la ve. Los ojos de la


morena apuntando hacia ella, y de sus labios un espíritu toxico y caliente vuela.

—La conozco, no le importara— le dice ella al cantinero.

El asiente, yéndose desde el mostrador hacia una puerta trasera-


—Hola Carm.— Laura saluda a la otra chica, acercándose.

—Cupcake. ¿Por qué estás aquí?— dice ella, soplando humo en su dirección. Laura sacude
su mano en frente de su cara, el humo si le molesta.

—Estaba caminando hacia los dormitorios pero esta tormenta vino de la nada y solo entre al
primer lugar que vi. ¿Vienes aquí seguido? Pareces conocer al cantinero—

Carmilla sonríe. La oscura chaqueta que está usando se aprieta en su pecho cuando busca
el cenicero, inclinando el cigarrillo para dejar que lo poco consumido caiga en el.

—Algo así. Me deja fumar adentro y cómo puedes ver, no es un hombre hablador. Me gusta
eso—

El hombre reaparece, le entrega una toalla a Laura, y regresa a lo que está haciendo.

—Oh, ¡gracias!— dice ella, empezando a secarse un poco, antes de sentarse en el taburete al
lado de Carmilla.

Laura de nuevo la mira, algo está mal esta noche. Parece perdida en sus pensamientos
como el vaso cerca de ella, mirándolo con ojos nublados. En el segundo que sus ojos se
encuentran, un poco de oscuridad que holgazanea detrás de ellas parece tocar a Laura.

—¿Que vas a beber, sundance?— ella pregunta, poniendo el cigarrillo abajo.

—Yo...— Laura no puede responder, este tal vez no sea el lugar adecuado para pedir
chocolate caliente, pero el cantinero parece amable y ella no tiene ninguna reputación de
mala que mantener.

—Déjame, te parece?— Carmilla dice, con una sonrisa de superioridad. —Oye. Todavía tienes
ese vino blanco italiano, ¿sí? ¿Moscato? Tráele uno—

—¡Gracias!— Laura dice, desconcertada por la manera que Carmilla le habla al hombre, que
silenciosamente desapareció en la puerta trasera. Parece tan calmado, la falta de cortesía
en Carmilla no parece importarle.

—Podrías ser más amable con él, ¿sabes eso?—

—Si, podría—

—Y, ¿vino? No soy una persona de vino, Carm—

—Vas a amar este, confía en mi— dice ella suavemente, no en su tono usual sarcástico. Ella
toma su vaso y un pequeño sorbo de este.

Laura ve el bar. El mostrador donde está sentada cerca de Carmilla es semi-redondo,


enfrentando unas pequeñas mesas de madera y sillas situadas en ningún orden en
específico en el pequeño cuarto. El lugar es bien oscuro. No más que lámparas en la pared
con un encendido bajo, una pequeña línea de lámparas cálidas están colgando detrás del
mostrador. Es acogedor, pequeña, con un viejo sentimiento en el, pero aun así en buena
forma.

El hombre regresa con un vaso, que sitúa con cuidado al frente de Laura.

—Gracias— ella sostiene la vaso de vino, y mira a Carmilla. La otra chica sonríe y choca su
vaso con el de Laura.

—Salud, cupcake. Por las sombrillas olvidadas—

Laura suelta una risita y bebe.

—Oh Dios mío Carm, ¡es muy bueno!—

El vino es genial. Es dulce, tiene un sabor frutal y es mejor que cualquier vino que Laura
alguna vez haya probado.

—Sabía que te gustaría eso. Es uno muy raro de encontrar por aquí, así que disfrútalo. Yo
invito—

—¿Que hay contigo siendo toda amable? ¿Ya estas borracha?—

Carmilla se ríe, sinceramente esta vez. Es algo que Laura no puede escuchar muy seguido,
así que ella sonríe esperando que su compañera de cuarto hable.

—Podría estarlo. ¿No vas a usar esta oportunidad, cupcake?

Sabes, podrías escribir tu titular acerca de la noche que me hiciste confesar todos mis
secretos y se los vendiste a las revistas de chismes. Estoy segura de que te ganarías la vida
con eso. Pero por favor, al menos, agradéceme en tu discurso ganador de Pulitzer.—

—Oh, cállate!— Laura rie.

Hay algo definitivamente raro en Carmilla. Y el hecho de que estén riendo juntas - es lindo. Si
solo pudiera dejar de ser toda gruñona y tratar por una vez al menos ser amigable, tal vez,
solo tal vez, sería una conversación agradable.

—Creí que estabas en medio de un horario de jornada laboral de dieciocho horas, así que
¿por qué estas afuera tan tarde, Laura?—

Carmilla dice su nombre enrollándolo en su lengua, lentamente, saboreándolo.

—Salí con LaF, Perry y Danny. La cena estuvo muy bien y nos quedamos hablando hasta
tarde, así que...—

Carmilla se mofa, sacando un cigarrillo y un encendedor, eso no parece funcionar. El


cantinero aparece cerca de ella, una cerilla llameante en su mano. Carmilla se empuja hacia
el mostrador, encendiendo su cigarrillo desde la mano del hombre. El apaga la cerilla en un
solo movimiento tirándola.

—Olvídalo entonces. En realidad no me importa la asquerosa pareja y la gigante tratando de


conquistarte cada vez que puede. Quiero decir, necesitarías una escalera para besarla,
¿cierto?—

—¡Carmilla! Danny no es... bueno...— Laura suspire, tomando otro poco del vino. —Yo soy la
que la detiene. Quiero decir, ella es una Buena amiga pero... solo eso. Le he dicho un par de
veces ya y me rompe, seguir lastimandola. Ella es tan terca, insistente—

—Oye, si quieres colgare un aviso en nuestro dormitorio que diga -no se permite Xena-—

Laura sonríe, otro primero. Carmilla nunca lo había llamado su cuarto... de ellas. Es dulce, un
cálido y pequeño sentimiento del que no está lista para admitir aun.

—Y ¿por qué estás aquí sola. Carm?—

Laura dice su nombre tratando de imitar la manera en la que la morena dijo el suyo hace un
rato.

—Necesitaba ser melancólica en otro lugar, y difundir la palabra. Pero como puedes ver, solo
esta ese hombre aquí, y mi mágica melancolía no le está molestando. Así que supongo que
terminare la noche. ¿A menos que tengas una mejor idea?—

Carmilla levanta sus cejas, y se sienta en frente de Laura, inclinándose con su brazo en el
mostrador. La sombra en sus ojos se ha ido, reemplazada por una mirada que Laura podría
jurar, podría ver a través de la ropa. Se sonroja por la idea.

—Digamos que pagare los próximos dos tragos, ¿si? Me gusta aquí y creo que todavía está
lloviendo afuera. Y como parece que no tienes una sombrilla...—

—Está bien, preciosa. Pero - déjame usar algunas palabras que he oído en otro lugar - una
chica tiene que fabricar su emoción. Juguemos un juego—

Laura bebe la última gota de vino de su vaso. Esta noche fue interesante. ¿Carmilla en casi
un buen humor y queriendo jugar un juego? A menos que sea strip poker, no soy buena en
eso. Y ¿por qué es sigo pensando en esas cosas?!

—¿Que juego?— Oh por favor no me digas que en realidad es strip poker.

—Has oído hablar de algo llamado verdad o reto, supongo—

—¿De verdad? Oh, gracias a Dios, pensé...— Laura deja de hablar. El vino pudo haber bajado
sus inhibiciones —Nada, no pensé nada. Estoy bien—

—¿Estás segura, cupcake?—


—Si, segura. ¿Y cómo es que conoces estos juegos Carmilla? ¿Y qué retos haríamos aquí,
además de beber?—

—Ese es el punto, cupcake. El verdadero reto es decir siempre la verdad. A menos que
quieras perder el conocimiento muy rápido— dice ella con una sonrisa de superioridad.

El cantinero se acerca con tres vasos de shots, poniéndolos en el mostrador y removiendo


los anteriores.

—¿Tu también vas a jugar?— Laura pregunta. El asiente, tomando una botella de Jack
Daniels con su mano y vertiéndolo en los pequeños vasos.

—Ningunas verdades viniendo de mi. Soy más un oyente— dice él.

—Bueno, yo empiezo ya que yo propuse esta cosa. Verdad o bebida...—

—Espera, Carmilla. Yo propuse mas tragos. ¿No crees que deberia ir primero?—

—Roba mis secretos, entonces—

Laura empieza a pensar. Ella espera, y luego, sin ningunas ideas, pregunta la primera cosa
que le llega a la mente.

—¿Alguna vez has jugado strip poker?—

Carmilla se rie.

—Si, lo he hecho. Y dejame decirte, es uno de los pocos juegos en donde extrañamente
pierdo muy seguido—

Oh. Tal vez debería intentar jugarlo con ella entonces... que. Estas. Pensando. Laura Hollis.

—Ahora mi turno. ¿Besaste a la alta pelirroja?—

Mierda. Laura instantáneamente traga su bebida.

—Ouch, ¿pise un argumento delicado? ¿O solo no quieres decirme?—

—Es solo que... oh, maldita sea— Laura pasa una mano por su casi seco cabello, respirando
fuertemente. —Sé que ella tiene sentimientos por mi pero no es mutuo, solo la veo como una
amiga y quiero que conservemos la amistad pero temo que si la sigo rechazando ella tal vez
quiera alejarse de mí, y no quiero eso. Ha tratado de besarme un par de veces, pero... soy
buena esquivando cosas. ¿Y por qué te importa? Y acabo de beber para nada. Te dije todo—

—Si te hace sentir mejor, entonces...—

Carmilla se bebe su propio vaso, y el cantinero lo hace también. El luego llena sus vasos de
nuevo.
—Sin embargo no dijiste nada—

Carmilla la mira a ella, luego al cantinero. Ella le presta el cigarrillo, y él lo lleva hacia sus
labios, dejando que se balancee mientras inhala humo.

—¿Que hay que decir, cupcake? La pelirroja necesita calmarse y darse cuenta de que tú no la
quieres. Y yo pensaría dos veces antes de alejarme de alguien como tú—

—¿A que te refieres con eso?—

Carmilla sonríe, empujándose a sí misma un poco más cerca de Laura.

—Eres única en el mundo, preciosa—

Laura esta muda, y siente sus mejillas volviéndose rojas. Seguramente es el whiskey.
Carmilla acaba de halagarla o este es uno de sus métodos desvergonzados para coquetear?
Tal vez los dos.

—Ahora es mi turno— dice ella.

—Adelante entonces—

—¿Por que soy única para ti?—

Carmilla ya no sonríe, se muerde los labios. Esos labios deben ser muy suaves. Tan...
besables. ¿Estoy borracha? Nunca fui de peso ligero.

—Bueno, buttercup. Eres linda, te daré eso—

Carmilla dice, antes de beber su trago. Algo se rompe dentro de la mente de Laura. Espera,
¿solo soy linda para ella?

—¿Eso es todo?— ella no puede esconder su decepción.

—Oh, vamos— Carmilla está más cerca, pone una mano en su muslo, apretándolo
ligeramente. —No quise decirlo así. Sé que eres más que una cara bonita. Eres terca, tienes
una interesante colección de pelirrojas a tu alrededor y... eres una nerd—

Laura la mira, su boca abierta y lista para aplastar sobre Carmilla todas las cosas que odia
sobre ella. Las galletas robadas, la cosa de la ducha, su basura. Pero Carmilla sigue
hablando.

—Y también eres adorable, inteligente, y si estas encima de algo definitivamente lo logras.


Una cosa más... eres algo hermosa incluso en un vestido mojado—

La mandíbula de Laura está alcanzando los abismos del infierno ahora mismo, y sus
mejillas están sintiendo la temperatura ahí abajo. Se sonríe así misma, mordiendo su propio
labio antes de murmurar un ligero —Gracias—. Ella sitúa su mano en la de Carmilla antes de
removerla.

Carmilla nunca había sido de esta manera con ella. ¿Coqueta? Claro. ¿Pero dulce? No.
nunca.

El cantinero bebe su propio vaso, luego procede a ponerlo con los otros en el lavavajillas.

Carmilla se levanta del taburete, caminando alrededor de el y detrás del mostrador. Ella
encuentra la caja de cerillas y enciende otro cigarro.

—¿Puedes dejar de fumar? ¿No te cansas?—

—Nah, y no te haría daño ¿sabes? ¿Quieres probar?—

Laura lo piensa. Bueno, tienes que intentarlo todo en la vida. Pero fumar es peligroso,
insano.

—Yo no...—

—Relájate, no es como si te fueras a volver adicta por intentarlo—

Carmilla le entrega el cigarrillo. Hay una señal roja en el filtro, dejado por el lápiz labial de
Carmilla.

Me voy a volver adicta a ti si sigues así... si, debo estar borracha. Muy, muy borracha. Laura
inhala. Empieza a toser muy fuerte, y el humo le quema la garganta.

—Aquí tienes— el cantinero desliza un vaso con agua y Laura bebe.

—Carm, es horrible— su voz es más baja, todavía adolorida —¿cómo haces eso todo el
tiempo? Ugh, no lo intentare de nuevo—

Carmilla se sienta de nuevo en el taburete. Su mano conoce la de Laura cuando busca por el
cigarrillo todavía entre sus dedos.

—Es una cosa— dice ella, poniéndolo en el cenicero. —¿Quieres seguir jugando conmigo,
cupcake?

Laura la mira, y tal vez es el alcohol o solamente se siente valiente esta noche.

—Claro Karnstein. Dame todo lo que tienes—

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Capítulo 2: Secretos.
Carmilla descanso sus botas de combate en el apoyapié de Laura debajo de su taburete.
Laura la mira: su usual atuendo negro, como si pudiera derretirse en el cielo oscuro afuera.

La noche tomo un turno diferente del que Laura esperaba. Primero, la lluvia. Y luego este —
juego— con Carmilla.

Y bien, estoy muy curiosa acerca de adonde va esto. Laura piensa.

Ha pasado un tiempo desde que Carmilla empezó a crecer en ella, y no solo de una mala
manera. La atracción física es algo que ella se admitió a si misma hace un tiempo.

No, yo sé eso. La peor parte es que no parece molestarme. Tal vez es por eso que se sintió
tan mal cuando Danny trato de besarme.

—Es mi turno, ¿cierto? Que preguntarte, Laura...— y escuchar su nombre ser hablado con
tanto énfasis es de verdad algo.

—... ¿estás teniendo un buen rato, aquí, solo tu y yo?—

—¿Esa es tu pregunta?—

—Lo es, cupcake. No me gustaría arruinar tu noche—

—Ya que preguntaste...— Laura mira a la otra chica y sonríe. —lo estás haciendo mejor de lo
que pensé—

—Me alegra escuchar eso— dice ella, sonriendo de vuelta.

—Tal vez me salga un poco del tema, ¿pero por que lo conoces?— Laura pregunta, mirando
al hombre. El esta poniendo todas las sillas hacia arriba en las mesas, y empieza a limpiar el
piso. El es tan calmado, controlado. Tal vez es la rutina de los gestos, el cansancio que se
inclina en el.

—No lo sé. Resulta que tenemos buena compatibilidad, eso es todo. Encontré este lugar
hace un tiempo, le gusta mantenerlo abierto hasta muy tarde en la noche. Y no hay muchos
clientes, así que mi solitaria melancolía y yo podemos tener algo de tiempo juntas. En
realidad el no molesta, me gusta eso—

Laura sonríe.

—Wow Carm. En realidad no odias a todo el mundo. Estoy impresionada. Este es muy buen
material para un artículo. Tal vez obtenga una A en periodismo con esto—

—Oh, por favor, cupcake. La misantropía me va bien— Carmilla se inclina hacia Laura,
poniendo su dedo índice en sus labios. Huele a cigarrillos y whiskey derramado. Laura se
resiste la necesidad de saborearlo.
—¿Puede ser este nuestro pequeño secreto? Si no, tendré que mantener tu boca cerrada de
alguna manera—

Laura levanta sus cejas. Esto se está saliendo de control.

Tal vez quería a alguien más todo este tiempo. Todo este tiempo la quería a ella.

Lentamente ella busca la mano de la otra chica con la suya, moviéndola lejos de sus labios.
Laura entrelaza sus dedos con Carmilla, volteando su mano para que el revés de su mano
estuviera en frente de su dirección.

—Si debo hacerlo...— ella puso el revés de la mano cerca de sus labios, su nariz tocándola. Y
Carmilla está todavía quieta como estatua, sus ojos quemando. Laura está segura de que
está ardiendo. —...pero tendrás que darme algo a cambio—

Ella deja la mano de Carmilla, inclinándose en el mostrador y colocando su barbilla en su


mano. Esperando.

Carmilla esta atontada, impresionada por este nuevo lado de Laura que estaba muy bien
escondido en su actitud de nerd. Ella piensa en como una simple coincidencia y un estúpido
juego pueden convertir en una competencia el coqueteo desvergonzado. Y ella no quiere
perder asi.

—¿Y que será, buttercup?—

—Un cambio justo, un secreto por un secreto. Clásico tiempo de vinculación entre
compañeras de cuarto. Dime algo que nadie sepa de ti, Carmilla—

La morena sonríe, toma el casi consumido cigarrillo del cenicero entre sus dedos y
lentamente, dolorosamente lento, lo toca para que las cenizas que quedan caigan. Ella
encierra sus ojos con los de Laura. Carmilla ligeramente separa sus labios, y succiona el
filtro, antes de dejar salir el humo.

—Bien.— Dice ella, parándose del taburete. Se acerca a Laura, colocando sus manos en las
rodillas de la chica más pequeña.

—Pero, los secretos...— ella las aparta, poniendo sus caderas entre las piernas de Laura. Ella
busca el cabello de la chica, metiéndolo detrás de su oreja. Carmilla se inclina, su nariz
tocando la mejilla de Laura. Labios cerca de su oído.

—...están destinados para ser susurrados. Y con todo el ruido que tus latidos están haciendo
ahora mismo, no estoy segura si fueras capaz de oírme, sentada donde yo estaba—

Laura está tratando de recolectarse lo mejor que puede. El cuerpo de Carmilla contra el de
ella es nuevo, y tentador escalofrío arrastrándose por su espina dorsal.
¿Alguien puede morir por mariposas en su estomago? ¿Seré la primera? Ella piensa, su
aliento temblando en el cabello de Carmilla. Ella se las maneja para hablar, y es lo más difícil
que jamás haya hecho.

—Puedo escucharte perfectamente ahora, gracias—

Carmilla se ríe contra ella, y por un momento sus labios tocan el lóbulo de la oreja de Laura.

—Me encantaría tu... compañía mas que mi soledad, la mayoría del tiempo. Mientras ella
sigue recordándome lo que no quiero recordar, tu me haces olvidar de mi misma. Tu,
cupcake, me haces perder el control.—

Estoy muerta. Muy muerta. Y termine en una retorcida versión del infierno.

Carmilla camina hacia atrás, sentándose en el taburete como si nada paso.

Laura la mira estupefacta, su boca seca y un poco abierta. Ella instantáneamente se voltea
hacia el mostrador, agarra su shot y lo bebe, poniéndolo de vuelta con un golpe.

No soy tan buena en este juego como pensé. Carmilla es... oh, dios ella es una maestra en
esto. No puedo competir con 300 años de seducción. Debería saber mejor, la próxima vez.
Espera, la proxima vez?

Carmilla esta fumando, sonriendo y mirándola como si quisiera devorarla. En cualquier,


manera, posible.

¿Habrá una segunda vez? Estoy disfrutando esto demasiado.

Sus pensamientos son interrumpidos por el cantinero, ahora cerca de ellas detrás del
mostrador. El está usando un abrigo, y tiene una sombrilla en sus manos.

—Me voy. ¿Necesitas algo más?—

—No. Tengo todo lo que necesito aquí—

Carmilla dice y Laura se hunde más en su asiento. La morena coloca una cuenta en el
mostrador, el hombre la toma.

—Espera, yo dije que pagaría algunos de esos...—

—Está arreglado, entonces.— El hombre dice, colocando un grupo de llaves en las manos de
Carmilla.

—Déjalas en el lugar de siempre. Tengan una buena noche, señoritas—

Con eso, el se va.

—¿Te dio las llaves del lugar?— Laura pregunta, sorprendida.


Carmilla camina detrás del mostrador, y dentro de la puerta trasera. Regresa con una botella
de agua, y empieza a verterlo en dos vasos.

—Si, a veces hace eso. Es por eso que me agrada—

—Es bonito. El confía en ti. Nunca le dejaría mi negocio a alguien en quien no confio. Y... ¿se
supone que debas hacer eso?—

—No te preocupes. La cuenta que le di debería cubrir todo y aun así tendrá una buena
propina. Tal vez es por eso que me deja estar por aquí.—

—Todavía no quiero que lo pagues todo. Puedo gastar algo de mi dinero también, sabes? No
tengo que tener siempre a alguien que me cuide.—

—Relajate buttercup. Quería hacerlo, no lo veas de otra forma. Has cambiado una noche
aburrida en algo interesante. Además, creo que te debo un par de paquetes de galletas y
chocolate y créeme, no me gusta tener deudas—

—Gracias.—

Laura suspira. No argumentando con eso. Ella mira al vaso al frente de ella.

—¿Agua?—

—No quiero que tengas que tratar con una resaca mañana—

Carmilla desaparece de nuevo, botella en mano, en la puerta de atrás. Aparece unos


momentos después, y se quita su chaqueta de cuero. Está usando una camisa oscura cuello
en v.

Las mariposas empiezan a moverse de nuevo en el estomago de Laura, mientras sigue la


curva de sus caderas arriba hacia su pecho con sus ojos. Esa dulce sensación de antes se
transforma en una más de necesidad.

Ella anhela a Carmilla, tanto que duele. Para suprimir sus pensamientos, Laura bebe de su
vaso. No se había dado cuenta de lo sedienta que estaba hasta ahora.

Carmilla es una distracción. Mucha distracción.

Y si no fuera suficiente, ella se inclina en el mostrador en frente de ella, soportándose a sí


misma con sus codos, sonriendo. Laura está segura de que se caerá del taburete.

Ella claramente puede ver en su escote, y no puede dejar de notar el dobladillo de la camisa
de Carmilla levantándose un poco en su espalda baja. Laura no está segura de donde poner
los ojos ya, asi que se decide con problema en los ojos de Carmilla.

Como si fuera mejor.


—Y dime, cupcake. ¿Puedo confiar en dejar mi secreto contigo?—

Oh, eso. Laura recuerda las palabras de la otra chica, y no puede contener el rubor de sus
mejillas. Carmilla es más que una atracción física en este punto. Ella es algo mas.

—Si. No te preocpues. No les avisare a la prensa, si a eso te refieres.—

—¿Y eso por que? ¿Ustedes los periodistas no están siempre escupiendo los secretos de la
gente?—

—Bueno...— Laura se inclina en el mostrador tamben. Su cara tan cerca a Carmilla, está
segura de que se va a perder en las curvas de sus labios. Esta anhelando a Carmilla y es
ahora, o nunca.

—¿... me castigarías si lo hiciera?—

Sus narices se tocan, el momento que sigue parece durar más largo de lo que debería.

—Sabes, cupcake...— Carmilla dice, acariciando la línea de la mandíbula de Laura con su


dedo índice —... no se si quiero mantenerlo en secreto ya—

Laura se rie suavemente.

—¿Carm?— es un susurro en los labios de la otra chica.

—¿Qué?—

—Sabes que dejo de llover, ¿cierto?—

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Capítulo 3: Nuestro Juego.

Carmilla sabe como a whiskey y cigarrillos. Nunca se habían sentido tan bien en los labios
de Laura.

Besarla es electrizante, y la sensación de necesidad crece aun más en la pequeña chica.


Laura se empuja mas al mostrador, escondiendo sus manos en los rulos de color negro y
empujando la cabeza de Carmilla hacia ella. Por un breve momento, labios se separan.
Ambas respiran en la boca de la otra, antes de perderse a si mismas en otro beso.

Ella empieza a comprender lo que Carmilla dijo acerca de perder el control.

Se separan. Carmilla esta sonriente, y lame su labio inferior.

—Wow—
—Lo sé.— El pulgar y el dedo índice de Carmilla levantan la barbilla de Laura, y se mueve más
cerca una vez más.

—Sabes bien, cupcake—

—...gracias—

Laura escupe, su mente en el ojo de la tormenta que está furiosa en su estomago. La


audacia que tenia al coquetear con la morena de repente se ha ido, y se siente vulnerable,
confundida... y excitada.

—Así que...— Carmilla levanta una ceja —...ya que dejo de llover, ¿quieres volver a los
dormitorios?—

—Yo...—

Espera un minuto. ¡Ella es su compañera de cuarto! Tienen un cuarto juntas. ¡Con camas!

Carmilla suelta una risita, y se para detrás del mostrador. Laura se ve con el ceño fruncido,
está pensando en algo.

Ella se inclina en la pared detrás del mostrador, sus brazos cruzados debajo de su pecho,
sonriendo. Ver a Laura en un conflicto acerca de sus emociones es algo que la entretiene, lo
ha hecho desde el primer día que se conocieron. Laura es casi teatral en sus expresiones
faciales, es fácil leerla a veces.

—O, podemos quedarnos aquí un rato—

—¡Sí!—

Laura ve a Carmilla como si encontró la respuesta de un difícil problema.

—¿No estás entusiasmada? ¿Te gusta mucho este lugar?—

—Oh si, ahora mismo me gusta todo lo de este lugar—

—¿De verdad, preciosa? Háblame mas de eso—

Es muy divertido ver a la pequeña chica luchando para decir algo. Laura suelta un respiro.

Cálmate Hollis. No va a comerte. Bueno...

Es inútil.

Ella se voltea hacia el bar vacio. Tal vez, tener a Carmilla fuera de vista la ayudara a
concentrarse.
—Usualmente soy más una persona de café, pero este lugar parece tener algo mas diferente
que el bar usual. Parece tener historias para decir. Puedo notar que no es un edificio nuevo
pero el dueño ama este lugar y lo mantiene cuidado.—

Laura ve a Carmilla de nuevo. Se las arreglo para recolectarse, y esos oscuros ojos viéndola
se están alimentando de la furiosa tormenta una vez más.

Y se deja a si misma irse con ella. No hay nada que perder, nada la detiene. Carmilla tenía un
efecto en ella, pero tal vez es porque se sintió inesperadamente bien en sus labios.

—De verdad me gusta.—

—¿Todavía estás hablando del lugar, buttercup? ¿O estás hablando de mi?—

—Quien sabe. Tal vez de ambas—

Se quedaron en silencio por un tiempo, viajando en el cuerpo de la otra con sus ojos.
Carmilla ama la manera en el que el cabello de Laura esta de lado, revelando un poco de su
cuello. Pero no lo suficiente.

—Buttercup, ya que nos quedaremos un rato aquí, ¿que tal si que te quitas el abrigo?—

Laura todavía está usando un largo abrigo azul oscuro. Tal vez este mojado por la lluvia que
cayó afuera antes, pero no parecía importarle mucho. Bueno, hasta ahora.

—Si insistes...—

Ella afloja el cinturón en su cintura, y se para del taburete. Empieza a desbotonarlo, pero se
detiene, cerrando ojos con Carmilla.

Laura continua, pero en una manera más lenta. Sus labios están ligeramente abiertos, y con
un movimiento delicado ella abre el botón cerca de su pecho. Desliza sus manos hacia
abajo, y abre el de su cintura.

Carmilla está segura de que se va a morder el labio hasta que sangre, mientras las manos
de Laura abren el ultimo botón y lo coloca en su cadera, revelando el vestido que está
usando debajo. Es una sombra de azul más clara, que le llega a la mitad del muslo. Ella se
quita el abrigo, y Carmilla exhala fuertemente.

Laura realmente es hermosa.

La parte de arriba del vestido es de encaje, mangas que cubren los brazos de la chica más
pequeña y que se detiene en los codos. Un pequeño escote, pero Carmilla puede ver su
clavícula. Y se pregunta cómo se sentiría llenar el pequeño espacio del hueso con su boca.

—Ese es un lindo vestido el que tienes ahí, cupcake. Seguro que estas vestida
perfectamente, ¿segura que fue una cena con amigos?—
—Acabo de comprarlo, quería ver cómo me quedaba—

—Oh, te aseguro que te queda bien—

Laura coloca su abrigo en el taburete previamente ocupado por Carmilla. De nuevo, un


silencio pesado cae en ellas. En realidad, mucho silencio.

—¿No

había música tocando antes?—

—Si, ahora que lo mencionas. ¿Quieres ponerla de vuelta, creampuff?—

—Sería lindo, pero... ¿Carm?—

Carmilla desaparece debajo del mostrador, y Laura camina detrás del el también, curiosa. En
un pequeño estante debajo de la línea de vasos está una laptop, y la morena esta agachada
en frente de ella. Una vez más, están rodeadas por un suave jazz tocando bajamente.

—¿Mejor?—

—No es mi genero favorito, pero le queda bien al lugar.—

—Tienes razón— Carmilla se levanta. —Odio los lugares donde la música comercial esta
jodidamente alta, y todos tienen que gritar para hablar con otros. Lo hace sonar todo como
un caos—

—Pensé que te gustaban ese tipo de cosas. Música rock fuerte, gente gritona y caos—

—Depende. Es bueno cuando no quiero escuchar nada en particular. Ayuda a cerrar las
memorias opresivas. Pero a veces tienes que enfrentar tus demonios, ¿sabes? Y la música
mas suave me ayuda a estar en tregua con ellos, incluso si en realidad no dura mucho.—

—¿Recuerdas... todo?—

—¿Que quieres decir?—

—Que tengo diecinueve, y excepto por algunos... buenos recuerdos, o pequeños traumas o
algo parecido, no hay mucho de lo que recuerde haber hablado, no lo sé, hace ocho años.
Tal vez es por eso que dicen que el tiempo sana. ¿Funciona igual para ti?—

—Algo asi. Sabes, haber llevado una vida llena de... cosas... crea algunas memorias. Puedo
recordar algo, pero una gran parte de lo que fui o los detalles están empezando a
desvanecerse. Recuerdas cuando compare esto con algo visto debajo del agua? Eso es. No
hay detalles, solo siluetas sin rostros—

La oscuridad que Laura vio cuando entro al bar apareció por un segundo en los ojos de
Carmilla, pero desaparece el momento después. Ella continua.
—Lo que mayor se queda son los lugares que he visitado, como la primera vez que vi el
océano. No es como si recordara todo, no seré capaz de decirte lo que usaba o el día
exacto, pero puedo sentir la sensación de grandeza mirando al horizonte. Tuve algunos
buenos momentos, entre todo el juego de la carnada—

Ella suspira, y Laura toma su mano.

—Sé que no te gusta mucho lo de los sentimientos pero, en vez de hacer la guerra contra
esos demonios tuyos por tu cuenta, puedes hablar de ello. Sabes donde vivo, asi que...—

Carmilla sonríe.

—Lo siento, sundance, ya he sido muy idiota nostálgica por esta noche. Y...—

Ella se acerca, poniendo su otra mano en la cadera de la otra chica.

—... definitivamente no quiero hablar ahora—

Laura sonríe, sus brazos en los hombros de Carmilla, ella presiona su cuerpo ligeramente en
el de la morena.

—Tienes mejores ideas?—

—Solo cállate, cupcake—

Se besan de nuevo, ningún mostrador separándolas esta vez. Es apasionado pero lento, y
Laura desea que pudiera sostener su aliento más tiempo. Las manos de Carmilla están
agarrando firmemente en sus caderas, manteniéndola cerca. Dolorosamente cerca. Laura se
inclina de nuevo, y muerde el labio inferior de la otra chica.

Y de repente ya no está tocando suelo. Carmilla la sostiene en sus brazos, y la sienta en el


mostrador, empujándose a si misma encima de ella. Sus manos están en sus muslos,
acariciándolos hacia arriba y hacia abajo.

Laura esta cegada por la lujuria: todo lo que siente con cada sentido en su cuerpo es a
Carmilla.

Todo lo que necesita ahora mismo es Carmilla.

Se encuentra a si misma poniendo sus manos debajo del dobladillo de la camisa de la


morena, suavemente tocando su piel. Sus labios están en el cuello de Laura, cepillando
suavemente en su línea de la mandíbula y Laura rasguña en su espalda baja, sintiendo la piel
de gallina debajo de sus dedos. La respiración de Laura se vuelve más y mas pesada
mientras Carmilla gentilmente succiona en la vena yugular. Y colmillos o morder
definitivamente no están en sus intenciones-

Un inesperado sonido las alarma a las dos.


Un vaso está destrozado en el suelo, cerca de las botas de Carmilla.

—Maldicion.—

Las dos se miran, ambas riéndose. Laura presiona sus frentes juntas.

—Sabes que tienes que limpiar eso, ¿cierto?—

—¿Debo hacerlo?—

—Si— Laura empuja a la morena lejos de ella. —Y... necesito irme. Tengo clases mañana—

Carmilla la mira, sus cejas levantadas.

—¿Estas hablando en serio?—

—Si, Carm. Lo estoy. Créeme, me...— ella acaricia la mejilla de la chica —...gustaría
quedarme aquí toda la noche.—

Carmilla toma su mano en la suya.

—Vivimos juntas, ¿sabes, buttercup?—

—Carm— Laura salta del mostrador, alisando su vestido. Apunta al vaso roto en el suelo. —
tienes un trabajo que hacer aquí. Y necesitas cerrar este lugar—

Ella camina lejos de ella, y la siguiente cosa que sabe, tiene su abrigo puesto.

Está sintiendo algo por Carmilla, esta noche ha sido prueba de eso. Y necesita arreglar su
mente, en todo esto. Tal vez se arrepentirá de irse tan temprano, pero nada más.

—Cupcake, ¿está todo bien?—

Carmilla la mira, y Laura puede ver que está preocupada.

Ella se voltea hacia el mostrador de nuevo, agarra la camisa de Carmilla y la empuja cerca,
besándola.

—¿Que fue eso?—

—Carm. Creo que me gusta este pequeño —juego— que estuvimos jugando. Podríamos
hacerlo de nuevo. Mismas reglas, mismo lugar. Yo solo... no quiero que esto termino tan
temprano—

—¿Me estas invitando a salir, sundance?—

—Tal vez. Te veo luego, Carm—


Y con eso se va con la noche, seguida por la suave risa de Carmilla.

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Capítulo 4: Esperando.

Carmilla entra al bar.

Un vaso de whiskey ya está esperando por ella, el cantinero tal vez la haya notado
terminando su cigarrillo antes de entrar.

Hay unos cuantos clientes, ocupándose de sus asuntos. Dos hombres en traje, empresarios
fuera del trabajo probablemente, se ríen juntos. Un grupo de personas discutiendo alguna
película, un hombre solo leyendo un libro. Todos parecen respetar la música que está
sonando, hablando bajo.

Carmilla se sienta en uno de los taburetes en frente del mostrador, buscando su vaso de
whiskey.

El cantinero se para en frente de ella, una pieza de tela en su hombro, sus brazos cruzados.
El está esperando.

No es la primera vez que lo hace. El está esperando que ella empiece a hablar.

¿Y por qué alguien necesitaría un terapista cuando conoces a un cantinero? Es tan costoso
como un vaso puede serlo, mucho mejor. Ella piensa, mirándolo.

—¿Y qué?— ella le pregunta a él.

—Me dijiste la otra vez, ninguna mierda. Es sobre ella, ¿no es asi?— el responde.

—¿Golpe de suerte?—

—No, años de cantinero. He aprendido a amar los pequeños trozos de ideas que este
mostrador parece darle a las personas y, como dije, soy bueno escuchando.—

—¿Que ganas con tu con esto, de todas formas? ¿El emocionante sentimiento de ayudar a
alguien?—

El sonríe.

—Nunca quise eso, soy un cantinero, no un medico. Puedo encontrar alguien para molestar
con buena música, para hablar cuando estoy aburrido y sus argumentos son bastantes
diversos también. No ocurre todos los días y me gusta la aleatoriedad en ellos. Mantiene mi
trabajo interesante.—
—Soy una de esas personas a las que molestas, ¿cierto?— Carmilla pregunta, con una
sonrisa de satisfacción.

—Si, lo eres— dice él, riéndose. —Deja la mierda y cuéntame de ella, estas muriendo por
hacerlo desde que entraste aquí y no te importo yo ni mi trabajo—

Carmilla suspira fuertemente, recordando las palabras de Laura hablar sobre dejar salir sus
demonios. La chica no es uno de ellos, pero tal vez es algo que pueda comparar con una
picadura de luz. No lastima pero molesta.

—Ella es... diferente. Empecé a darme cuenta de esto hace tiempo. Y esa noche quería ver
que tan lejos podía llegar con ella, ella me sorprendió. Solo estoy...—

—¿De pie en la punta de un abismo en el cual ya has saltado una vez?—

—Si, y fue muy difícil regresar—

El cantinero se agacha, abre el lavavajillas y empieza a colocar vasos en línea con otros,
secando los que todavía tienen agua.

—¿Como ha estado ella estos días?— él pregunta, levantándose en sus dedos para colocar
un vaso de cerveza en un estante alto.

—Ocupada con sus trabajos, ayudando a un idiota en la biblioteca con un texto de sus
clases— ella bebe de su vaso. —Me está evitando. No está en el 307 a menos que sea de
noche y se cae profundamente dormida justo al entrar al cuarto. ¿Que está esperando? Ella
sugirió la maldita cosa—

—Sabes, alguien dijo que el amor verdadero esta en las expectativas y en los momentos que
esperamos para que las cosas pasen—

Carmilla levanta sus cejas, nada impresionada y ligeramente molesta.

—¿Quieres venir y acompañarme en mis clases de filosofía? Creo que te iría bien—

¿Ves? De que sirvió esta charla? De nada. Sigo confundida con lo de Laura y toda la cosa de
esperar me está matando. Tampoco le preguntare, quiero decir, apenas me dice hola en
estos días.

—Aunque, te apuesto que no esperara mucho.— El hombre dice.

—Por favor, dime que no tienes un sexto sentido o algo. Tal vez me vaya sin pagar—

—Oh, nada de eso. Solo que ella estuvo aquí hace un tiempo—

¿Qué?

—¿Aquí? Y... ¿dijo algo? ¿Se engancho en tu mágico mostrador?—


—Bueno...—

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Ayer

Laura entra al bar. El lugar brilla en una nueva luz, tal vez es porque esta vez hay sol viniendo
de las ventanas.

Hay unos pocos clientes que conversan animadamente sentados en la mesa. Todos
parecen estudiantes, de hecho, Laura reconoce a una chica de su clase de periodismo. La
atmosfera ya no es oscura y humeante, si no más relajada.

—Ella no está aquí— una voz dice.

Laura se voltea hacia el mostrador, el cantinero la está mirando.

—Oh, hola. Yo... si, la estaba buscando—

—Nunca la he visto antes de medianoche. ¿Te puedo traer algo?—

—Ya que estoy aquí... ¿hay una mesa libre? Tienes mas clientes hoy—

—No lo creo, puedes sentarte aquí si quieres. Así que, ¿ya te decidiste?—

—Oh, sí, lo siento... tomare un chocolate caliente por favor—

El hombre sonríe.

—Te lo traeré—

El se va a la puerta trasera.

Laura se sienta en uno de los taburetes, pone su mochila en el piso cerca de ella y saca un
cuaderno.

Podría también trabajar en algo ya que estoy aquí. Debo dejar de pensar sobre esa noche.
Dije que podíamos encontrarnos de nuevo pero todo el coraje se ha ido. Cada vez que la veo,
todo lo que puedo recordar es lo bien que sus manos se sentían en mi...

—Aquí tienes—

El cantinero coloca el vaso caliente en frente de Laura. Huele muy bien.

—Gracias— dice ella, tomando el vaso con ambas manos. Ella bebe y sus ojos se abren mas
—oh Dios mío, esto es maravilloso—
—Es chocolate blanco y oscuro mezclado con un poco de canela— el hombre dice.

—La mejor idea del mundo—

Laura vuelve a su cuaderno. Después de unos buenos cinco minutos la pagina sigue blanca,
y esta mordiendo la punta del bolígrafo.

Nada, estoy muy distraída. Este lugar me recuerda a ella.

Ella suspira, y se voltea para mirar por la ventana.

Fue perfecto. El coqueteo, el beso... ¿por qué estoy actuando como un niño de trece años?
No es tu primer enamoramiento, Hollis, contrólate.

Las palabras que Carmilla le dijo hacen eco en su mente.

—Me haces perder el control— dijo ella. Yo. Haciéndole perder el control. Es al revés, pero
ella a veces es muy difícil de leer. Primero es toda melancólica y cínica, luego es coqueta y
dulce. Y no puedo ni imaginarme hablar con ella ahora sin perder mi calma o empezar
alguna clase de nervioso parloteo.

Laura se voltea al bar, luego a su cuaderno. Dándose por vencida, lo aleja, y bebe su
chocolate.

Lo primero. ¿Quieres salir con ella cierto? Si, absolutamente. Solamente no puedo encontrar
el momento adecuado para preguntarle. ¿Tal vez le mande un mensaje?

Ella saca su teléfono, otro espacio en blanco que esta mirando aparece en frente de ella, e
incluso en este momento, las palabras no parecen querer salir.

Tal vez esta en clases o tiene lugares a donde ir. Bueno, tal vez tiene otra cosa que hacer. O
tal vez yo soy una cobarde. No, no lo soy. Le escribiré.

Ella empieza a escribir en su teléfono.

Oye Carm, estoy en el bar, quieres venir?

No, no, mas simple. Simple es la manera.

Oye Carm, quieres venir?

Tampoco sirve.

Oye Carm

Maldita sea.
Ella pone su teléfono lejos. El cantinero reaparece con una serie de vasos en una bandeja,
caminando hacia las mesas.

¿Qué hace un periodista? Recopila información.

Cuando el está de vuelta detrás del mostrador; ella lo detiene.

—¿Puedo preguntarte algo?—

—Claro—

—¿Que sabes de... ella?—

—Whiskey en las rocas, del tipo melancólico, fuma. Ni siquiera se su nombre, pero estoy
seguro que tu sí. ¿Por qué?—

—Lo siento, solo quería ver si ella era... tan reservada con todo el mundo. Ella parece
conocerte, y yo...—

—¿Puedo preguntarte algo?— dice él, interrumpiéndola.

—Sí, claro, no hay problema—

—Relájate, no necesito los detalles de tu cuenta bancaria. ¿Ella te dejo después de esa
noche?—

—¿Que quieres decir?—

—Quiero

decir, ¿no has sabido de ella o la has visto?—

Laura se ríe.

—Oh no, es mi compañera de cuarto. La veo todos los días—

El parece sorprendido.

—Yo... bueno la invite a salir pero no puedo encontrar el coraje para en realidad hacerlo. Fue
mucho más fácil con ella esa noche, pero es como si algún hechizo se hubiera roto y pensé
que si volvía aquí la encontraría y yo hubiera tenido...—

—Date un respiro ahí—

Laura lo miró. El coloca la bandeja encima de las otras en un estante, agarra una botella y
empieza a verter su contenido en un vaso.
—No sé mucho, pero ella no es del tipo que esperara mucho. A ella de verdad le gustas, por
lo que pude ver, así que nada de qué preocuparse, ¿cierto?— Laura se sonroja. —Haz tu
movimiento, el lamentar es lo último que necesito en tu vida—

Con eso, el se va con el vaso en la mano.

Laura bebe la ultima gota de su chocolate.

El tiene razón. Mañana. Mañana lo hare. Si, mañana.

Ella pone la cuenta en el mostrador, y agarra su mochila. Ella espera por el cantinero que
regrese.

—Yo... gracias—

—Mi placer—

Ella sale.

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—...No mucho, ella vino buscándote, tomo chocolate y se fue—

Carmilla le da una mirada.

—No me vas a decir todo, ¿cierto?—

—Lo siento, necesito conseguir las ordenes de los clientes—

El camina lejos de ella.

Si, claro. Voy a matarlo un día... Laura. Laura estuvo aquí y me buscaba.

Su teléfono suena en su bolsillo. Carmilla lo agarra, abre el texto.

Cupcake: donde estas?

Carmilla: Por que te importa?

Cupcake: CARM. Por favor.

Carmilla: Lugar de siempre.

Cupcake: quieres compañia? Puede la solitaria melancolica irse?

Carmilla: Ya se fue.

Cupcake: quieres jugar ese juego de nuevo? Te dejare ganar esta vez
Carmilla: Traelo, cupcake.

Ella lo pone de nuevo en su bolsillo y se muerde el labio, sonriendo. Ella bebe y luego el
cantinero está de vuelta detrás del mostrador.

—¿Puedes empezar a preparar un chocolate caliente por favor? Tendré compañía—

El sonríe, secando sus manos con el paño.

—Claro.—

—Y...— ella lo mira —Gracias... ¿como es tu nombre de nuevo?—

—Oh, puedes llamarme Jack Daniel's, Jim Beam, Johnny Walker... siéntete libre de decidir.
Bueno, no tanto, en realidad no tengo una muy grande cantidad de whiskey aquí.—

Disculpen la tardanza pero pasé unos cuantos días sin internet pero ya actualice y aquí esta
el capitulooooo. Comenten y voten.

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Capítulo 5: Rompe el Hielo.

Tranquilízate. Solo es una noche afuera con Carmilla. Si, y todo salió como lo planeaste la
ultima vez, ¿no?

Laura está caminando hacia el bar, ella sabe que Carmilla está esperando ahí por ella. No
puede evitar las mariposas en su estomago.

No sé de que podamos hablar! Quiero decir, si habrá una oportunidad para hablar... maldita
sea. Bueno, no nos hemos visto mucho últimamente. Empezare con eso, si. Hola Carm,
¿como has estado en estos dias?... dios, no tengo remedio.

Ella empuja la puerta y está en el bar de nuevo. Está sonando jazz, como todas las veces
que Laura ha entrado al lugar.

¡La última vez! ¡Oh Dios! ¡Y si el cantinero le dijo a Carm que estuve aquí buscándola y
nerviosa sobre todo esto!

Laura se detiene, paralizada por sus pensamientos y la vista en frente de ella.

Carmilla la ve con una sonrisa de superioridad, sentada en su taburete usual. Está usando
un camisa negra, mangas enrolladas, shorts negros y medias hasta los muslos. Sus
gastadas botas de combate en el reposapiés.

—Bueno, hola cupcake. ¿Te importaría sentarte a mi lado?—


La chica más pequeña asiente, sin habla. Se sienta cerca de Carmilla, dándose cuenta de
que hay un vaso probablemente de chocolate caliente en frente de ella.

Ella sonríe, volteándose hacia la morena.

—Hola Carm. Y gracias por...— ella apunta hacia la taza —esto—

—Ni tuviste que preguntar—

Ambas se sonríen una a la otra, pasando el próximo minuto perdidas en los ojos de la otra.

Oh Dios, es patético.

Laura de repente despierta, agarra su taza y bebe. La pone abajo, y Carmilla empieza a reír.

—¿Que?—

Como si no estuviera lo suficientemente nerviosa.

—Tienes un lindo bigote de chocolate, cariño— dice ella, apuntando hacia su labio superior.
—No me gustaría agregar Bigotes a mi lista de sobrenombres.—

Laura se sonroja, y busca por una servilleta. La mano de Carmilla en su hombro, tiene una
servilleta en la otra mano.

—¿Te importa si...?—

—Oh, sí, claro, gracias— dice ella, mientras Carmilla se acerca.

La servilleta esta casi tocándola, cuando la morena la quita y la reemplaza con sus labios.

Laura está un poco sorprendida al principio, pero se inclina después de un rato, besando de
vuelta a la otra chica. Carmilla sonríe en sus labios, mientras se separan. Están mas juntas
que antes. Carmilla coloca su brazo en el mostrador, el otro en el lado del taburete de Laura.

—Disculpa, no me pude resistir—

—No te preocupes— Laura sonríe —¿Por lo menos estoy limpia ahora?—

—Si, sundance. No mas bigotes para ti—

Laura se relaja.

Besar a Carmilla tiene un extraño efecto en ella, como un hechizo encantador o algo. Todas
sus preocupaciones, todos los nervios tensos que tenía antes, se han ido. Ella reposa su
mano en el mostrador, empezando a girar ligeramente su vaso de chocolate.
—Carm, disculpa por lo de estos últimos días. Estaba... bueno, llena de trabajo como
siempre y Kirsch me pidió ayuda con un texto que estábamos cubriendo en clase. Y... me
pusiste nerviosa. No sabía como actuar cerca de ti. Cuando me fui esa noche... fue como
salir a otra dimensión. Pase un tiempo preguntándome a mi misma si lo que paso fue real,
pero quiero decir, si lo fue ¿cierto? Así que yo solo...—

Carmilla sonríe, bebiendo de su vaso.

—Sabía que tenía un efecto en la personas, pero, de verdad, teletransportar a otras


dimensiones nunca fue una de esas—

—Detente. Intento disculparme aquí, y me está tomando mucho esfuerzo contigo tan cerca
de mi—

—Entonces no lo hagas. Disculpa aceptada, te perdone por hacerme esperar el segundo en


el que entraste por esa puerta—

Laura mira a Carmilla, y con otro gran esfuerzo ella toma su mano en el mostrador. Carmilla
entrelaza sus dedos juntos.

—¿Como lo haces?—

—Que, ¿teletransportar a otra dimensión?—

—No— Laura suelta una risita —Eres toda coqueta y sexy pero dices las cosas más dulces
tan naturalmente—

—Tal vez es porque lo digo en serio. Y... sexy, ¿en serio?—

—Ves, así mismo—

Ambas sonríen. El pulgar de Carmilla empieza a trazar patrones en la mano de Laura. El


silencio entre las dos es cómodo.

Laura bebe de nuevo de su taza.

—Gracias por el chocolate caliente. ¿Sabias que el cantinero le pone canela?—

—Como lo sabría... ¿y cómo tú lo sabes?—

No acabo de admitir que había estado aquí sin ella.

Carmilla levanta sus cejas.

—Sí, bueno... tal vez haya estado aquí una vez, solo para que sepas, casualmente pasando
para ir a clases y pensé que podía parar y ver este lugar durante el día. ¿Sabes que hay
varios estudiantes que conocen este lugar? Es raro, nunca había escuchado de él antes de
un par de días atrás. Así que estaba aquí y ordene un chocolate caliente y fue maravilloso
así que él dijo que era por lo de la canela.—

—Oh, entonces ustedes han estado hablado?—

¿Puedo ir a esconderme a algún lugar?

Laura está congelada, boquiabierta, ojos de par en par.

Carmilla se ríe. Le encanta molestar a la otra chica.

—Relájate. El da unos buenos consejos, ya sea de recetas o... algo mas—

Es el turno de la otra chica de sonreír.

—¿Y cómo sabes eso?—

—Yo... oh, paremos esto, buttercup. está bien claro que ambas hablamos con el hombre,
quiero decir, siempre está aquí, ¿cierto?—

—Cierto.—

Laura se empieza a reír, seguido por Carmilla.

Asi que ha estado hablando con el. Pidiendo consejos. Es lindo saber que también tiene sus
momentos de despiste también, la hace... humana.

Parecen permanecer en este momento, ninguna de las dos hablando o agarrada de manos.
En la parte posterior de la mente de Carmilla algo le dice que el juego que han arreglado
para jugar será diferente esta noche. Aunque en la parte superior de la mente de Laura, no
hay ningún juego.

Es solo cuando la suave sonrisa de la morena se vuelve más grande que Laura recuerda.

—Entonces, Laura— su nombre suena como una sucia palabra susurrada entre las sabanas.
—¿Quieres empezar el juego? En verdad es muy entretenido, y me atrevo a decir, ni siquiera
eres tan terrible—

—No vine aquí a jugar, vine a ganar—

Carmilla rompe en una fuerte risa, dejando que la mano de Laura calle su propia boca. Laura
la escucho reír así solo un par de veces, y usualmente implicaba cosas como Danny
lastimándose a sí misma o los experimentos de LaF saliendo mal.

—No, me retracto— dice ella, todavía riendo. —Eres terrible—

—¡Oye!— Laura golpea el hombro de Carmilla con su mano, luego mira a la morena,
sonriendo —...tienes razón—
Carmilla suspira, terminando su bebida. Luego se voltea hacia la chica más pequeña,
poniendo una mano en su muslo, acercándose.

—¿Necesitas que te enseñe las reglas, cupcake?—

¿Por qué es que cuando sale de ella hasta eso sueno como coqueteo? Ta vez es su voz.

—Enséñame— Laura dice, escondiendo su sonrisa creciendo.

Carmilla bufe, mordiendo su labio. Mira hacia sus pies, tratando de no reír como lo hizo
antes. Toma un tembloroso suspiro.

—Oh por favor Señorita Karnstein, no quiero obtener detención— Laura finge su cara más
apologética.

Ambas se ven antes de reír juntas de nuevo.

Dos vasos aparecen en frente de ellas: el whiskey usual para Carmilla y un pequeño shot de
algo que huele dulce.

—Eso es vodka, vodka con sabor a durazno para ser exacto. Y va por la casa— El cantinero
está mirando a Laura, poniendo una botella de nuevo en un estante más alto. —Nunca he
visto a nuestra amiga melancólica en común riéndose asi, debes ser una bruja poderosa,
señorita. Y no quiero estar en tu lado malo.—

—Oye, ¿el mio también va por la casa?— Carmilla pregunta.

—Nope— dice él, dejando una bandeja llena de vasos.

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Capítulo 6: No como se planeó.

Laura se despierta.

Esta en su cuarto, en su cama. Ella levanta su cobija.

Por lo menos sigo vestida. ¿Que paso anoche... donde esta Carm?

Ella mira a su alrededor, ninguna señal de ella. El sol viniendo de la ventana lastima sus ojos,
y ella se desliza bajo las sabanas.

Malditas resacas... Recuerdo algo...

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Unos tragos más tarde.


Laura y Carmilla estaban sentadas muy cerca, sus rodillas se tocaban. La morena reposaba
su cabeza en su mano, su codo en el mostrador, una sonrisa nunca dejando sus labios.
Todos los clientes se habían ido, son solo ellas y el cantinero limpiando el lugar. Carmilla
estaba fumando.

—¿Que hay contigo y los cigarrillos?— Laura pregunto.

—Siempre he estado fascinada por ellos. Y fumar es la primera regla para ser rudo—

—No lo es. Es poco sano, para ti e incluso para mi—

—Es un mal habito que crece en ti, no solo por todo lo de la adicción—

—¿Entonces por que?—

—Dejame explicarte. Tú despiertas, te vistes, y sales. Pero justo antes de empezar otro día
de mierda, un cigarrillo. Es el tiempo que alguien tiene para cortar, pequeños descansos solo
para ti misma. Para pensar acerca del día o tal vez para no pensar en lo absoluto. Eso es lo
que creo que los que renuncian extrañan mas, esos pequeños descansos—

—Aun nada bueno saldrá de eso. Sé que no puede lastimarte la manera que eres ahora, pero
si me molesta. Mucho.—

—Tratare de fumar menos cerca de ti—

—Gracias. Sabes, Carm...— Laura sonrió —... en verdad no me gusta el sabor de los cigarillos
en tus labios—

—Creo que por eso tal vez hasta los deje—

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—¿Que es lo siguiente?—

—¿Lo siguiente a qué?—

—Tu y yo. ¿Que... somos?—

—Lo que tu quieras que seamos. ¿Por que tan preocupada? Nuestra noche aun no termina—

Carmilla parecía calmada, el argumento no la molestaba en lo absoluto. Laura siguió


hablando.

—En realidad yo no estaba buscando esto pero tome la oportunidad. He estado atraída a ti
por un rato pero pensé que se iría con el tiempo. Y tu comportamiento era muy molesto los
primeros días después que te mudaste. No empezamos bien cuando nos conocimos.—
—Estoy de acuerdo. Entiendo lo que estas diciendo. Ni siquiera éramos amigas y nunca
empezamos a salir juntas hasta ahora, pero no quiero empezar a etiquetar las cosas.
Veremos cómo esto va desde ahora, sin presión—

—Genial, me gusta que eres abierta sobre esto—

—Siempre lo soy—

Laura se volteo hacia Carmilla, cejas arribas, una sonrisa en su cara.

—Cariño, no. No quise decirlo así. Siempre estoy abierta a dialogar en estas situaciones,
incluso en el sexo casual. Pero eso no es de lo que quiero hablar ahora—

Ella bebió y puso el cigarrillo en el cenicero.

—Quiero hablar de ti, cupcake.—

—¿Que hay de mi?—

—Cualquier cosa. Entretenme—

La sonrisa de Carmilla se torno más sensual.

—¿Que podría entretenerte? Dejame pensar por un segundo aquí.— Laura dijo —Lo tengo—

—Soy toda oídos—

—El negro es tu color favorito, cierto?—

—Bueno,

casi. Pero esto importa ahora?—

—Si. Estoy usando tu color favorito—

Carmilla miro a Laura. Estaba usando una camisa de botones gris claro, jeans azules,
zapatos marrones. Su abrigo, en el perchero, era azul. Carmilla miro a sus manos, luego a su
cuello. Nada de joyeria negra. Y luego dice un pequeño —Oh.—

Luego todo se vuelve confuso. Algo así.

—Creo que... ¿me gustas?—

—Buttercup, yo sé eso—

—¿Lo sabes?—
—Duh. Estas aquí. Hemos estado mirándonos los labios por no sé cuánto tiempo y lo único
que me está deteniendo ahora mismo es un poco de sentido común.—

—¿Deteniendote de qué?—

—Laura, ¿estás tan borracha?—

—No! Estoy... mareada. ¿Deteniendote de qué?—

—De besarte—

—Oh. Eso. Si. ¿Por qué el sentido común te detiene?—

—Porque te estaría acostando en este mismo mostrador de aquí y empezaría a hacerte


cosas indecorosas. Y no estás en el estado correcto de la mente para apreciar todo eso...
Laura, ¿estas escuchando?—

—¿Qué?—

—Preciosa, creo que deberías empezar a beber agua desde ahora.—

—¿Por que piensas eso? Estoy sobria. Totalmente sobria. Dejame probartelo—

Laura apunto su dedo a Carmilla. Luego toco su nariz.

—Boop.—

—Te llevare a casa, ahora mismo—

—No iré a casa contigo, sería... indecoroso—

—Cupcake, vivimos juntas—

—¿Ya? Pensé que toda la cosa de las lesbianas de querer mudarse juntas pasaba despues
de la segunda cita, ¡no durante! ¿Tomaste mi laptop? ¿Y mi almohada?—

—Si, todo listo—

—Oh gracias a Dios. Sabias que mi compañera de cuarto roba mi almohada? Es tan molesto.
Pero ahora se que él estará seguro.—

—¿Quien?...—

—La almohada—

—Oh, seguro lo esta. ¿Puedes estar de pie?—

—Sí, señor—
Laura salto abruptamente de su taburete, aterrizando en los brazos de Carmilla.

—Repito. ¿Estas segura?—

—No mucho. ¿Puedes dejar de girar, Carm?—

—No estoy girando—

—Si lo estas, ¿estamos bailando vals otra vez?—

—No, no lo estamos. Ojala pudiéramos, pero no estás en el estado de bailar—

—Claro que puedo bailar ahora mismo, quieres que lo...—

—No! Laura, por favor quédate aquí—

—Carm—

—¿Que?—

—Hueles bien—

—Gracias, sundance—

—Eres suave—

—Ese es mi pecho, Laura—

—Es como mi almohoada. Suave. Caliente. ¿Puedo dormir aqui?—

—¿Te das cuenta que estas parada con tu cara en mis senos, cupcake?—

—Pero Carm, estoy cómoda aquí—

—Lo se cariño. ¿Puedes mirarme? Tengo algo para ti—

—¿Es una galleta?—

—No.—

—Ow—

—Bebe esto, cara triste—

Laura bebió del vaso de agua que Carmilla le estaba ofreciendo.

—Pero quiero una galleta ahora—


—Te buscaré una cuando regresemos, ¿ok?—

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¿Cómo me trajo de vuelta? Olvide esa parte. Buena trabajo Hollis, emborracharte con
Carmilla definitivamente era tu plan. ¿Y despertar con dolor de cabeza, sola? Oh si, aun
mejor.

La puerta se abre y Laura saca su cabeza de las sabanas.

—Buenas tardes, cupcake—

—Carm... espera, ¿tarde?—

—Son las dos pm—

—Oh, demonios—

Carmilla sonríe, y le da a Laura una bolsa de papel. Ella la agarra y la abre.

—Carm...—

—Dije que te conseguiría una—

Laura toma y muerde una gran galleta de chocolate, murmurando algo que suena como —
Gracias.—

=================

Capítulo 7: Manchas de chocolate y Libros de filosofía.

Se acabó.

Saliendo por la puerta del salón de clases, Laura siente como si un gran peso es levantado
de sus hombros.

El informe de literatura en que constantemente pensaba estaba terminado, y entregado en


las manos del profesor. Todo lo que tenía que esperar ahora era que estuviera corregido.

Finalmente se terminó. No mas escribir por un tiempo, pero tal vez eso me haga bien. Esto
no ha sido una tarea fácil desde el principio, y considerando... bueno, los últimos días,
realmente estoy aliviada.

Caminando de regreso, empezó a pensar en lo que le impedía concentrarse completamente


en sus deberes de universidad.

Carmilla.
Después de todas esas noches afuera, su comportamiento ha cambiado. Todavía dejaba
ropa por ahí, obstruía el desagüe de la ducha y algunas veces fumaba en el cuarto, pero las
mejoras fueron hechas. Muchas mejoras.

Coqueteaban mucho durante el tiempo que pasaban juntas, y Carmilla se estaba volviendo
un poco pesada en eso, pero a Laura no le importaba. Había mucho mas toques
accidentales entre ellas, y una vez incluso un pequeño beso en los labios pero nada tan
caliente como la noche en el bar.

Carmilla ya no era sarcástica cuando respondía o hablaba con ella, no le robaba el chocolate
pero incluso le compro algo como regalo.

—Probablemente tendrás un efecto lateral por la adicción al chocolate si no lo sigues


comiendo. Y realmente no quiero verlo. Considérame tu empujadora de chocolate oficial
desde ahora— dijo ella.

Y hablando de chocolate...

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Laura todavía podía recordar el momento de pánico.

Ella estaba trabajando en su laptop, una taza de chocolate a su lado. Bebió un poco, pero en
vez de ponerlo de vuelta en el portavasos accidentalmente lo coloco en uno de los libros de
filosofía de Carmilla. Ya era tarde cuando se dio cuenta que dejo una mancha circular en la
portada del libro.

—¡Me va a matar! ¡Estoy muerta!— dijo ella, los ojos de par en par y el libro en las manos.

La puerta se abrió y Carmilla entro. Ella miro a Laura.

—¿Cupcake, estas bien? Te ves como si hubieras visto un fantasma o algo. ¿Viste uno? Sé
que es muy usual por aquí, pero... oye, espera, ¿ese es mi libro?—

Laura estaba congelada de miedo.

—Si... Yo...yo... oh dios mío lo siento mucho Carm, no lo vi y tu usualmente no dejas nada en
mi escritorio estaba tan concentrada escribiendo que no me di cuenta hasta que era muy
tarde, se que te importan mucho tus libros. Definitivamente te comprare otra copia de esto
para ti, por favor dime que no es alguna antigua primera edición o algo que nunca seré
capaz de encontrar, lo siento mucho Carm por favor no me mates...—

Carmilla camino hacia ella y agarro el libro. Su cara estaba sin emoción por unos segundos.

—No te preocupes. Este nunca fue de mis favoritos—


—Oh dios mío, estoy tan aliviada. Te comprare otra copia de eso, déjame escribir el nombre
y...—

—No importa, solo es la portada, ningún daño hecho—

—Pero me estoy sintiendo tan mal ahora mismo...—

Carmilla la miro con una pequeña sonrisa diabólica.

—Bueno, si te sientes tan arrepentida, supongo que encontrare alguna interesante manera
en la que puedas pagarme por el daño.—

—¡Lo que sea!—

La sonrisa en la cara de Carmilla creció más.

—Te diré cuando se me ocurra algo—

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Ella todavía no ha traído eso de vuelta. Tal vez se le olvido.

Sí, claro, te gustaría eso. Probablemente está planeando algo diabólico como la custodia de
la almohada amarilla los fines de semana o la inmolación final de la rueda de tarea.

Laura abre la puerta del 307.

Su bolso cae al suelo, como su mandibula.

Nope. Estoy fuera de aqui.

Carmilla esta desnuda.

Bueno, en realidad no pero usando solo pantis. Su espalda esta hacia la puerta y está de pie
con un vaso de sangre en su mano en frente del escritorio, aparentemente leyendo algo.

—Bienvenida de vuelta, preciosa— dice ella, fingiendo con increíbles habilidades de


despreocupación total.

¡Al infierno! O al cielo, puedo sugerir. ¿Esto es un sueño?

Laura coloca su mano en su boca, cerrando la puerta con la otra.

Esto no esta pasando.

—¿Como estuvo tu día? ¿Todo bien? Estas atipicamente callada hoy. ¿Pasa algo?—
Carmilla dice, mientras se inclina en el escritorio, soportándose a sí misma con sus codos.
Laura puede ver sus pantis mejor ahora. Encaje negro, por supuesto, perfectamente
encajando la curva del trasero de la otra chica.

—...Yo...tu estas... ¿qué estás haciendo?—

—Leyendo. Esto se ve interesante, quieres acercarte y darle una mirada?—

Oh Dios.

Laura toma una fuerte respiración, pasa una mano por su cabello. Suficiente espera.

—Siento que puedo ver perfectamente en lo que estoy interesada desde aquí, gracias.—

—Oh, ¿de verdad? Pero déjame tomar esto hacia allá entonces...—

Carmilla voltea, viéndola. Laura explora cada centímetro del cuerpo casi desnudo de la otra
chica con sus ojos. La curva de sus caderas, su estomago, los pechos perfectos.

—Buttercup, cierra tu boca o empezaras a babear. Estoy bien con manchas de chocolate,
pero saliva...—

Laura se inclina en la puerta, Carmilla está a centímetros de ella ahora. Ella pone un libro
abierto entre sus caras.

—Pensé que te gustaría esta parte. ¿Quieres leerla?—

—Tal vez después. Creo que tal vez tenga...— ella pone una mano en la cadera de Carmilla
—...otras cosas que hacer ahora. Carm, ¿puedes hacer algo por mi?—

—¿Que, Laura?—

Carmilla susurra en sus labios, tirando el libro a un lado.

—¿Puedes cerrar esta maldita puerta, por una vez?—

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Capítulo 8: Tarde en la mañana - Epilogo.

Tarde en la mañana.

Hay un hombre limpiando un vaso en un pequeño, vacio bar. La música está sonando bajo y
el esta fumando dentro. Las luces están casi apagadas, excepto por la que está encima del
mostrador principal. Esta tarareando las letras de una canción de jazz que está sonando,
cuando la puerta se abre.
El levanta sus ojos, sin decir una palabra, coloca el vaso que estaba limpiando en el
mostrador, agarra una botella de whiskey y la sirve.

Dos chicas, agarradas de las manos sonriéndose una a la otra, se sientan en los taburetes al
frente de él.

El coloca un vaso de vino blanco en frente de la más pequeña con un movimiento gentil,
mientras empuja el vaso de whiskey descuidadamente hacia la otra chica, cabello negro y
vestida de cuero. Ella toma el vaso, toma y lo pone de un golpe de vuelta al mostrador. Ella
voltea a ver al hombre, mientras el golpea el cigarrillo en el cenicero.

—¿Tienes otro?— la chica de cabello negro pregunta.

—Por favor, me prometiste que tratarías de dejarlo—

Carmilla agarra el cigarrillo de la mano del hombre, mientras el enciende el encendedor. El


humo vuela alrededor.

—Cupcake, es el segundo de hoy. Estoy haciéndolo bien—

—¿El segundo? ¿Cuándo fue el primero?— Laura pregunta, quitándose su abrigo.

—Estabas durmiendo, buttercup—

Laura le da una mirada a su novia, luego procede a beber el vino que está al frente de ella.

—No las había visto por un tiempo— dice el hombre —¿Decidieron pasar y decir hola?—

—¿Aquí por ti? Nah, extraño

a los clientes— Carmilla dice.

—Carm, el bar esta vacio—

—Exactamente—

Ella le da una sonrisa de superioridad a Laura.

—¿Que han estado haciendo en estos días?— el hombre pregunta.

—Heh, hemos estado... ocupadas—

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Carmilla se muerde el labio, la otra chica se sonroja. Y su mente empieza a pensar, sus
memorias bailando en la suave música.
Las manos de Carmilla se movían entre ellas, mientras empezó a desbotonar la camisa de
Laura. Ella sonrió, y fue una sonrisa desviada. Ella la beso rápido, y luego se movió hacia
abajo a los pechos de Laura, mordiendo en su sostén. Laura gimió, mordiendo su labio
inferior. Dejo que su cabeza se fuera hacia atrás y cerros los ojos. Sus ojos se encontraron, y
Carmilla empezó a dejar un largo camino de chupones por el estomago de Laura. Se levanto
de nuevo, presionando su cuerpo contra el de Laura mientras se paraba, y respiro un suave
beso en los labios de la chica más pequeña. Ella volteo a Laura, y la desnudo de su camisa y
sostén, mientras besaba su cuello.

Presionando su casi desnudo cuerpo en la espalda de Laura, agarrando sus pechos, dijo: —
Ojala tu cámara estuviera encendida, buttercup— ella mordió en el ovulo de la oreja —Quiero
que grabes esto, mientras reclamo tu cuerpo solo para mí. Despiadadamente bajo mi toque.
Ya sabes, para la posteridad—

Una de sus manos haló los pantalones de Laura, desabotonándolos. —Quiero que me
grabes follandote— A Laura nunca le importo lo de hablar sucio, pero Carmilla era muy
buena con eso. La idea de ser grabada distrajo un poco a Laura. Mientras sea posible borrar
todo, no había nada de qué preocuparse. Fue traída de vuelta a la realidad por las manos de
Carmilla, lentamente metiéndose debajo de la pretina de sus pantis.

—Soy tuya—

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—¿Laura? ¿Cupcake? ¿Estas ahí?—

Carmilla esta sacudiendo su mano en frente de su rostro. El cantinero está limpiando el piso
detrás de ellas, poniendo todas las sillas hacia abajo en las pequeñas mesas. Carmilla la
está mirando, el cigarrillo medio consumido balanceándose en sus labios.

—Lo siento, estaba... perdida en pensamientos—

Laura gentilmente gira el vaso de vino en frente de ella.

—¿Algo preocupándote?—

—No, solo estaba... recordando. Memorias recientes—

Ella sonríe, mordiéndose el labio. Carmilla agarra la indirecta.

Ella pone un brazo alrededor de los hombros de Laura, acercándose a ella.

—Realmente espero que haya sido algo travieso sobre mi...—

—¿Y que si no lo fue?—

—Estaría muy decepcionada, sundance—


—Oh, mi pobre Carm... no te preocupes, no tienes que estarlo—

Laura agarra la barbilla de Carmilla y la besa suavemente.

—¿En que estabas pensando?—

—Esa vez cuando...—

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Carmilla se detuvo, y se alejo de Laura, y empezó a buscar algo en el cuarto.

—Que...—

Carmilla encontró una banda para el cabello y amarro todo el cabello de Laura en una cola
de caballo. Luego rodo su cabello en sus muñecas, y gentilmente tiro de él.

Laura gimió, su nuca en el hombro de Carmilla mientras mantenía su cabeza hacia atrás.
Ella acostó a Laura en el escritorio, quedándose cerca de ella para no perder su agarre.

—¿Esto te parece bien?— ella pregunto.

—Si.—

Ella puso sus piernas dentro de las de Laura, abriéndolas. Con su mano libre empezó a ir
hacia arriba y abajo por el muslo de Laura, algunas veces presionando fuerte en su piel.

—¿Que quieres que hagas ahora, Laura?—

—Follame.—

Carmilla suavemente se ríe.

—Estaré feliz de hacerlo, entonces.—

Y que dulce obligación fue.

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—...espera, ¿a donde fue esa banda para el cabello?—

—No lo sé, buttercup. Tal vez la perdiste en la ducha después—

Se sonríen una a la otra.

El cantinero reaparece, usando un abrigo.

—Señoritas. Me voy a casa— él deja un grupo de llaves en el mostrador cerca de Carmilla.


—Trata de no romper nada esta vez, ¿ok?—

—Oye, yo pague por ese vaso después—

El sale del bar.

Tarde en la mañana.

Hay dos chicas en un bar vacio, unos vasos vacios en frente de ellas mientras ríen juntas.

Hay un hombre caminando solo, en las calles vacias, tarareando una vieja canción de jazz.

De repente él se detiene.

—Está empezando a llover— dice él, mientras sigue caminando hacia la noche.

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FIN

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