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¡Venga tu Reino!

3 de Junio del 2013

H.Francisco Ortega,L.C.

En la oscuridad de la noche se visualiza una luz

Llega el ocaso del sol, las estrellas; brillantes, luminosas y hermosas, respiran aire de un
fresco primaveral, y contemplando aquel hermoso espectáculo, me detengo para ver la
inmensidad de la noche.

Sin el sol la noche es oscura y brilla sólo la luz de las estrellas, ¡qué oscuro es ver la noche
sólo con el sonido estrellado de la luna! La noche oculta la belleza de la creación y las estrellas
son las únicas que quedan.

En la vida hay muchas estrellas, unas grandes, otras pequeñas pero que nos alumbran
unas más que otras. De nosotros depende si seguimos la huella de la estrella adecuada. La
vida es un continuo seguimiento de la estrella por la que optamos, y el conocer la verdadera
estrella, el verdadero fin constituye la felicidad del hombre.

¿Cómo saber reconocer la mejor estrella, la más grande, la que me lleva más allá de lo
que yo quiero? Seguramente ningún ser humano quiere sentirse defraudado en el
seguimiento de su estrella, el hombre tiene sed de vida y lucha por algo que no acabe, vivir
sin agotar el cumplimiento de la felicidad.

He aquí la verdadera estrella que va más allá de los límites humanos.

Este mundo es un punto que abraza infinitud de detalles, pero que al final son polvo
comparado con una vida eterna que desenvuelve el deseo de todo hombre, el fin más sublime
del corazón; que envuelve un mar de aventuras, dicho fin es la felicidad.

San Agustín decía:” Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón no descansará hasta que
esté en ti”, ésta es la sublime estrella, multitud de astrónomos han gastado sus prestigiosas
vidas sin saber que la estrella de Dios está cerca de cada hombre; y que trae un brillo que no
acaba y que aún siendo tan grande no cansa a la vista, porque es la estrella más bella.

Hoy, se olvida la estrella de Dios y se pierde el horizonte con la contemplación de otras


estrellas más efímeras, más pequeñas cuyo destello cansa a la vista; el placer, la sensualidad, el
hedonismo, todo invita a una vida sin buscar el horizonte de la eternidad.

La Estrella de la Vida hoy no aparece en el periódico, no se deslumbra en los grandes


canales, en la radio, en el cine. Una vida sin la guía de la estrella divina es una vida sin una clara
guía. Para encontrar la estrella tenemos un telescopio que nos ayuda a visualizar desde lo
oscuro, desde el abismo humano. Dicho telescopio es la fe.” La fe es la prueba de lo que se
espera, la prueba de lo que no se ve.”Dice San Pablo. La fe es la sustancia “que fermenta toda
la masa” y sin ésta no podríamos ver la luminosidad de la estrella de Dios, no podríamos hacer
que la masa que tenemos dentro de nosotros se fermente.
¿Cómo vivir la fe? Es muy sencillo, la fe se vive, viviéndola. La fe es como un ejercicio que hace
un joven que está dotado de cualidades deportivas, tiene la cualidad de ser deportista, pero él
tiene que ejercitarse si quiere ser un gran competidor en las olimpiadas. Por lo tanto, la fe se
robustece ejercitándola, y se consolida en la oración, en el amor, y en constantes actitudes de
confianza en Dios. Así se usa este gran telescopio, y que tiene gran potencia.

Todo se vive en la búsqueda de la estrella, unos momentos en que el telescopio de la fe se


opaca, se daña, o se quiebra; pero el camino de la fe se realiza en la decisión de querer buscar
la estrella. Sin miedo, la fe es grande, a los ojos del mundo se ve demasiado pobre.

¿Cómo acrecentar la fe? La ilusión por ver la estrella se fragua con volver a soñarla. Si, algún
día veremos la estrella, algún día llegaremos a la eternidad; es necesario vislumbrar, soñar con
lo que creemos. Es Dios nuestra certeza y la ilusión del cristiano

La vida es corta, los placeres pasan y es ahora cuando surge la necesidad de tener bien
arraigada la fe, la estrella está ahí pero hace falta creer que nos espera y nos hará
inmensamente felices.

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