Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Las Organizaciones Internacionales
Las Organizaciones Internacionales
ANTECEDENTES
Este continente se ha ido formando a través de los siglos y pasando por diversas
etapas en las que la idea de unificación nunca desapareció, aunque la mayor parte de las
veces vino caracterizada por el principio de imposición y no por el de voluntad. Recuérdese
la unidad del Imperio Romano, en el que los factores idioma, transmisión cultural y
ciudadanía fueron decisivos para crear una entidad única conseguida a partir de la conquista
por una maquinaria militar imbatible durante mucho tiempo. O los intentos de Carlomagno
o de Napoleón. También desde la dimensión ideológica y de pensamiento la idea de una
Europa integrada no es ajena al transcurrir de las centurias. Por ejemplo, en torno a los
siglos XIII y XIV, pensadores como Pierre Dubois y Raimundo Lulio ya hablaron de la
necesidad de una comunidad integrada en Europa. En este caso, el sustento de la misma
sería la religión cristiana y sus valores. Para ellos, esto era algo exigible debido a la presión
musulmana que sentían como una amenaza. Ya en el siglo XVIII, el erudito Saint Simón,
en su obra De la reorganización de la sociedad europea, se refería a que Europa debía ser
un estado federal. En el siglo XIX, Charles Lemonnier, fundó un periódico con un título tan
sugerente como Les Etats Unis d’Europe (1867). En el mismo siglo, el filósofo Augusto
Comte (1798-1857) defendía la misma idea. Y el escritor Víctor Hugo (1802-1885)
profetizó que un día las naciones europeas, “sin perder vuestras cualidades distintas y
vuestra gloriosa individualidad, os fundiréis estrechamente en una unidad superior y
construiréis la fraternidad europea” (Mangas Martín y Liñán Nogueras, 1996, pp.4)
En el siglo XX y como una respuesta a la primera gran ruptura de Europa con la
Gran Guerra y a los horrores soportados en la misma, volvieron a alzarse voces que desde
la paz y la concordia pedían la unión de Europa. Así, surgió en 1923 el Movimiento
Paneuropeo. Su fundador fue el periodista y conde austriaco, Coundenhove Kalergi. El era
un claro ejemplo de la posibilidad de entendimiento y unión entre las personas de distintos
pueblos. Había nacido en Tokio, hijo de una japonesa y un austriaco que tenía antecedentes
flamencos y cretenses. Este hombre, que había vivido en distintas partes del mundo, decidió
hacer una publicación periódica en la que se abogara y explicara, precisamente, la
necesidad de vivir unidos y en paz. La revista se titulaba Paneuropa. Poco después, surgió
un libro en el que defendía los mismos principios. Obra clave en la que se refirió a las
fronteras de Europa, tema sobre el que todavía hoy no hay unanimidad de criterios.
También se ocupó de las relaciones internacionales del Viejo Continente con otras
potencias. Asimismo, no se olvidó del problema de nación o de las siempre difíciles
relaciones entre Francia y Alemania. También se refirió al cambio de posición estratégica
que había sufrido Europa en el último siglo, ya que de potencia regidora del mundo, había
pasado a convertirse en un continente fragmentado y asolado por la guerra. En sus propias
palabras:
“en el siglo XIX Europa dominaba el mundo. Los antiguos imperios asiáticos, China, Persia y
Turquía, estaban en decadencia y no parecía muy lejana la época en que se convirtieran en vasallos
de Europa. África fue dividida y los mismo que la India y Australia, sometida a Europa (…) A pesar
de la autonomía americana, Europa continuó siendo el centro del mundo y la política mundial se
identificaba más o menos con la política europea (…) El primer cuarto del siglo XX trajo consigo la
decadencia de la hegemonía mundial de Europa. Hoy día, tanto desde el punto de vista político como
del económico, Europa ha dejado de ser el centro del mundo” (Coudenhove- Kalergi, 2002, pp. 9-
10).
"Pienso que entre los pueblos que están geográficamente agrupados como los pueblos de Europa,
debe existir una suerte de vínculo federal; estos pueblos deben en todo momento tener la posibilidad
de entrar en contacto, de discutir sus intereses, de adoptar resoluciones comunes, de establecer entre
ellos un lazo de solidaridad, que les permita, en los momentos que se estimen oportunos, hacer frente
a las circunstancias graves, si es que estas surgen. (...) Evidentemente, la asociación tendrá efecto
sobre todo en el dominio económico: esa es la cuestión que más presiona..."
Discurso de Aristide Briand ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones, Ginebra, 5 de Septiembre
de 1929 (http://clio.rediris.es/udidactica/anteceden.htm).
“La idea federalista constituye un principio dinámico que transforma todas las actividades humanas.
No aporta tan sólo un nuevo marco político, sino también nuevas estructuras sociales, económicas y
culturales. Solución de síntesis, consta de dos elementos indisolublemente conjuntos: la solidaridad
orgánica y la libertad, o en otros términos el desarrollo de la persona humana a través de sus
comunidades de vida cotidiana. La verdadera democracia debe ser una articulación de solidaridades
que se eleve desde la base hasta la cumbre, y armoniosamente organizadas a todos los niveles: pero
el federalismo hace de la libertad el principio mismo de esta organización. Federar a Europa, no es
poner en orden, según un plan geométrico, a partir de un centro o de un eje; es sencillamente
confrontar, coyuntar y coordinar –en el espíritu y por métodos que acaban de ser esbozados- las
realidades concretas y heterogéneas que son las naciones, los regímenes económicos, las tradiciones
políticas de Europa. Y es, organizarlos según sus caracteres peculiares, a los que se trata a la vez de
proteger y transferir”. (Mariscal, 2003, pp. 52)
“Los Gobiernos del Reino de Bélgica, del Reino de Dinamarca, de la República francesa, de la
República irlandesa, de la República italiana, del Gran Ducado de Luxemburgo, del Reino de los
Países Bajos, del Reino de Noruega, del Reino de Suecia y del Reino de Gran Bretaña y de Irlanda
del Norte. Convencidos de que la consolidación de la paz, basada en la justicia y la cooperación
internacional, es de interés vital para la preservación de la sociedad humana y de la civilización;
Reafirmando su adhesión a los valores espirituales y morales que son patrimonio común de sus
pueblos y la verdadera fuente de la libertad individual, la libertad política y el imperio del derecho,
principios sobre los cuales se funda toda auténtica democracia; Persuadidos de que para salvaguardar
y hacer que se realice progresivamente este ideal y en interés del progreso social y económico, se
impone una unión más estrecha entre todos los países europeos animados de los mismos
sentimientos; Considerando que, para responder a esa necesidad y a las aspiraciones manifiestas de
sus pueblos, a partir de este momento se requiere crear una organización que agrupe a los Estados
europeos en una asociación más íntima; Han decidido, en consecuencia, constituir un Consejo de
Europa, compuesto de un Comité de representantes de los Gobiernos y de una Asamblea Consultiva,
y con tal propósito, han adoptado el presente Estatuto” (Boletín Oficial del Estado [BOE] 1.3.1978:
https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-1978-5972)
EL CONSEJO DE EUROPA
La realidad era que el Consejo de Europa así diseñado, con una Asamblea
Parlamentaria sin poder de decisión y sólo consultiva, quedaba como una organización sin
poderes efectivos. Ahora bien, el trabajo llevado a cabo por el Consejo de Europa, como
ahora veremos, ha hecho que esta institución haya sido un referente imprescindible de los
procesos posteriores de integración, como la Unión Europea. Los principios que animaron
su creación se han materializado a lo largo del tiempo como los inspiradores de lo que debe
ser una Europa unida: defensa del principio de legitimidad política, preminencia de la
justicia basada en un derecho común europeo, respeto a la herencia común, cooperación
internacional y salvaguarda de la libertad individual y política.
En la parte menos positiva, el Consejo de Europa ponía en marcha una Europa débil
ya que las controversias y diversidades quedaban puestas de manifiesto desde la propia
creación de la institución. Ahora bien, sin esta primera base difícilmente hoy podría
hablarse de la Unión Europea o de otra institución similar. No hay que olvidar que ha sido
en Estrasburgo, en la sede del Consejo de Europa, donde han nacido la bandera (1955) y el
himno europeo, que transcienden el mero simbolismo para convertirse en verdaderos
significantes de lo que hoy es Europa.
Entre los logros más trascendentales del Consejo de Europa está la aprobación, en
1950, del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades
Fundamentales que se ha convertido en el decálogo a seguir por todos los gobiernos
europeos. Éste faculta no sólo a los estados - práctica habitual en el derecho internacional -,
sino también a las personas individuales para acudir ante el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos siempre que consideren vulnerados sus derechos fundamentales. Este hecho, que
ahora forma parte de otras legislaciones internacionales, en el momento de su aprobación
marcó un hito trascendental en la historia judicial internacional. Por lo anterior, este
Convenio fue absolutamente innovador porque iba más allá de la simple codificación de
derecho positivo típica. Es decir, la enumeración general, sin más, de los derechos
humanos. En este sentido, puede decirse que el sistema es un tríptico: primero, se procede a
las definiciones; segundo, se establecen las medidas de aplicación; tercero, se pone en
funcionamiento un sistema para obligar a su complimiento y, en su caso, sancionar el
incumplimiento. Años después, la Unión Europea, haría suyo este Convenio.
Entre los derechos más importantes que salvaguarda el Convenio, hay que citar el
derecho a la vida (art. 2), el derecho a la libertad y la seguridad (art. 6) y el derecho a un
proceso justo y a que no se aplique a nadie una pena cuando en el momento de cometer una
infracción, ésta no estuviese tipificada como tal (arts. 6 y 7). También son fundamentales,
la prohibición de la tortura (art. 3), la esclavitud y el trabajo forzado (art. 4) o el abuso del
derecho (art. 17). En total era originalmente 18 artículos que recogían otros tantos derechos
o prohibiciones. El resto del articulado, hasta llegar a los 51 actuales, se añadieron cuando
se constituyó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en septiembre de 1959. En
origen, el sistema de protección se arbitraba en la práctica en dos niveles: uno mínimo,
obligatorio en toda su extensión y otro máximo o superestructural, de carácter opcional. El
primero está recogido en el artículo 24 bajo la denominación de Principio de Garantía
Colectiva y se basa en la posibilidad de denuncia interestatal. Con ello, los estados, además
de comprometerse a respetar los derechos y las obligaciones contraídas al firmar el
Convenio, también se comprometen a ser promotores de los mismos, mediante ese sistema
de garantía colectiva (lo que algunos autores han llamado “orden público europeo”
(Sperduti, 1988). Y en el segundo, siguiendo los arts. 25 y 26, se impone la aceptación, por
parte de los estados, del recurso individual ante el Tribunal. Es decir, el sometimiento de
los estados a la jurisdicción contenciosa del Tribunal cuando son acusados ante el mismo
por la violación de un derecho fundamental.
Los jueces son elegidos por la Asamblea Parlamentaria a partir de una terna que
presenta cada estado miembro. Su mandato es por nueve años y no tienen opción a
renovación. Al cumplir 70 años deben retirarse. Si bien, existe un juez por cada estado
miembro, éstos no actúan en nombre de sus países, sino que han de ser independientes y no
pueden ejercer ningún tipo de actividad o estar ligados a ninguna organización política que
pudiera comprometer su independencia o imparcialidad. Además, se exige que sean
profesionales de reconocido prestigio. Cuando por alguna razón, ante un caso concreto, un
juez no esté en condiciones de intervenir, entonces, el presidente del Tribunal deberá elegir
de una lista enviada previamente por el estado del juez retirado, un juez ad hoc (artículo
26).
El Tribunal surgido de la reforma del Protocolo 11, que modificada también los
protocolos 2, 3, 5 y 8, y según el artículo 26, puede sesionar “en formación de juez único,
en Comités compuestos por tres jueces, en Salas de siete jueces y en una Gran Sala de
diecisiete jueces”. Un juez único nunca puede conocer de un caso que afecte al estado por
el que fue elegido. Tiene capacidad para admitir, o no, cualquier demanda presentada según
el artículo 34, “por una persona física, organización no gubernamental o grupo de
particulares”. Si la admite, la pasa a un Comité o una Sala, encargados de volver a revisarla.
El Comité, según el artículo 28, debe tomar su decisión por unanimidad. Y tiene
competencia para “declarar la misma inadmisible o eliminarla del registro de asuntos,
cuando pueda adoptarse tal resolución sin tener que proceder a un examen
complementario”. También puede “declararla admisible y dictar al mismo tiempo sentencia
sobre el fondo, si la cuestión subyacente al caso, relativa a la interpretación o la aplicación
del Convenio o de sus Protocolos, ya ha dado lugar a jurisprudencia bien establecida del
Tribunal”. Señalar que la sentencia así dictada es definitiva. La Sala, por su parte, también
decide sobre la admisibilidad o no de una demanda. Aquí se puede tomar la decisión por
separado. En el caso de que “el asunto pendiente ante una Sala plantea una cuestión grave
relativa a la interpretación del Convenio o de sus protocolos, o si la solución dada a una
cuestión pudiera ser contradictoria con una sentencia dictada anteriormente por el Tribunal”
la Sala, siempre antes de haber dictado sentencia, puede inhibirse a favor de la Gran Sala.
Sólo no podrá hacerlo si una de las partes se opone (artículo 30). La sala también conoce de
las demandas presentadas por los estados y el mecanismo es el mismo que el descrito líneas
arriba. Las sentencias dictadas por una Sala son definitivas cuando las partes declaren que
no la van a someter a remisión o hayan pasado tres meses sin haberlo hecho. También en el
caso de que la Gran Sala rechace la remisión. Y, finalmente, la Gran Sala, conoce tanto de
las demandas presentadas por particulares como las presentadas por los estados que le han
sido elevadas a su consideración. También de aquellas sentencias dictadas por las Salas de
las que se ha solicitado remisión. En ese caso, han de ser cinco jueces de la Gran Sala los
que acepten la petición de remisión y sólo lo harán si la sentencia se refiere a “una cuestión
grave relativa a la interpretación o a la aplicación del Convenio o de sus protocolos o una
cuestión grave de carácter general” (artículo 43). Sus sentencias son definitivas.
Todas las sentencias, independientemente del órgano que las haya dictado, son de
obligado cumplimiento (artículo 46). De hecho, el Tribunal Constitucional español, en su
sentencia 303/1993 de 25 de octubre, referida al derecho a la presunción de inocencia,
expresó taxativamente que las sentencias del TEDH “resultan de aplicación inmediata en
nuestro ordenamiento” (BOE, 1993)
(https://www.boe.es/boe/dias/1993/11/30/pdfs/T00004-00008.pdf).
La realidad es que a pesar de que Europa cuenta con una de las legislaciones más
avanzada en esta materia, en la práctica la aplicación de la misma no siempre es óptima. En
el informe que el Comité Europeo de Derechos Sociales ha presentado relativo al
cumplimiento de la Carta en el año 2015, de un total de 762 conclusiones constata hasta
239 vulneraciones de la misma en 31 países distintos (31%), frente a las 432 conclusiones
de conformidad (57%). Asimismo, recogió un número significativo de aplazamientos, 91
casos (12%). Estos se refieren a aquellas circunstancias en las que el Comité, por falta de
información, no ha podido evaluar la situación. En la parte positiva hay que resaltar que la
proporción de casos de conformidad con las disposiciones de la Carta ha alcanzado su nivel
más alto desde 2005. La mayoría de las vulneraciones estaba relacionada con el tema de las
migraciones, los niños y las familias. Es decir, los artículos 7, 8, 16, 17, 19, 27 y 31
(https://www.coe.int/en/web/turin-european-social-charter/developments-and-perspectives-
regarding-the-charter-in-the-council-of-europe-member-states). Refiriéndose a ello, Jagland
reconoció que
“en la situación política y económica difícil que estamos viviendo, se están socavando los derechos
sociales. Los Estados tienen, sin embargo, la obligación de proteger a los más vulnerables,
incluyendo a los ancianos, niños, personas con discapacidad y los migrantes. La Carta Social es a la
vez una constitución social para Europa y un elemento clave de nuestro sistema de derechos
humanos. Por lo tanto, hago un llamamiento a nuestros Estados miembros para cumplir las normas y
las conclusiones de la Carta “ (http://www.abogacia.es/2016/01/27/el-consejo-de-europa-denuncia-
277-vulneraciones-de-la-carta-social-europea-en-31-paises/)
LA UNIÓN EUROPEA
“En el diálogo con terceros países es importante mantener una asociación constructiva y positiva con
los Gobiernos de que se trate. Este enfoque se basa en la inclusión, desde 1992, de la cláusula sobre
los «elementos esenciales» en todos los acuerdos firmados con terceros países. Con arreglo a esa
disposición, el respeto de los principios democráticos y de los derechos fundamentales enunciados en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos constituye un «elemento esencial» del acuerdo.
El objetivo de la cláusula es fomentar la democracia y los derechos humanos en esos países,
promover la adhesión a los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, así como
su ratificación y aplicación, y prevenir las crisis mediante el establecimiento de relaciones coherentes
y duraderas”. Añadía que el diálogo no debía ser solo con los gobiernos, sino que había que incluir a
la sociedad civil y a las ONGs (http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=uriserv:r10101
Complementario a todo lo anterior, no hay que olvidar que la UE tiene abiertos una
serie de “diálogos sobre derechos humanos y la democratización” con más de 40 terceros
países y organizaciones internacionales, como Rusia, China o la Unión Africana. Como
indican las directrices generales, los objetivos son específicos en cada caso, aunque existen
unos temas prioritarios, como la pena de muerte, los derechos de la infancia o la tortura,
entre otros. La decisión sobre con qué países se establecen los diálogos es competencia del
Consejo de la UE y dentro del mismo, tiene un papel esencial en la decisión el Grupo de
Derechos Humanos (COHON). (http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?
uri=URISERV%3Ar10115). Por ejemplo, en el 2015 se abrió el diálogo con Cuba bajo el
liderazgo de Stavros Lambrinidis y se reabrieron con Egipto y Túnez (suspendidos desde
2010) y con Bielorrusia (inexistentes desde 2009). En total, para el 2015 había 34 diálogos
abiertos. Asimismo, se establecen estrategias específicas para ciertos países que se elaboran
desde las oficinas de la UE sitas en el lugar objeto de la estrategia.
“las complejas crisis y las violaciones y abusos generalizados de los derechos humanos y las
libertades fundamentales que se están produciendo exigen un esfuerzo aún más decidido por parte de
la UE. Este Plan de Acción debe permitir que la UE responda a estos desafíos a través de una
actuación más específica, del uso sistemático y coordinado de los instrumentos a su disposición y de
la mejora del impacto de sus políticas y herramientas sobre el terreno. La UE hará especial hincapié
en la apropiación por parte de las instituciones y los mecanismos locales, incluidas las instituciones
nacionales de derechos humanos, así como por parte de la sociedad civil, y en la cooperación con
todos ellos. La UE fomentará los principios de no discriminación, igualdad de género y
empoderamiento de la mujer. La UE garantizará asimismo un enfoque global de la prevención y el
abordaje de los conflictos y crisis centrado en los derechos humanos, e integrará en mayor medida
los derechos humanos en los aspectos exteriores de las políticas de la UE a fin de asegurar una mayor
coherencia de las políticas, particularmente en los ámbitos de la migración, el comercio y la
inversión, la cooperación para el desarrollo y la lucha contra el terrorismo”
http://www.consilium.europa.eu/es/press/press-releases/2015/07/20-fac-human-rights/
“deberían abordar las amenazas a la vida presentes a las puertas de Europa. Para acabar con la
elevada cifra de víctimas mortales en el mar, podrían considerar la opción de trabajar juntos en la
adopción de un enfoque global, en el que intervengan todos los Estados y agentes pertinentes, y basar
su actividad en las conclusiones de la Cumbre Humanitaria Mundial, celebrada en Estambul los días
23 y 24 de mayo de 2016. Podrían considerar asimismo las propuestas de la FRA, formuladas en su
informe de 2013 sobre las fronteras marítimas meridionales de Europa, y relativas al modo de velar
por el derecho a la vida en el contexto marítimo, en concreto, a la manera de garantizar que las
embarcaciones de vigilancia de todas las naciones participantes se doten adecuadamente de agua,
mantas y demás material de primeros auxilios”.
“para abordar los riesgos de la migración irregular a la UE, sus Estados miembros deberían
considerar la oferta de reasentamiento, la admisión por razones humanitarias y otros mecanismos
seguros que faciliten la entrada legal a la UE de las personas que requieren de protección
internacional. Debería brindárseles la oportunidad de participar en tales mecanismos en lugares a los
que tengan acceso. Con el fin de salvaguardar el derecho a la vida familiar consagrado en el
artículo 7 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, pero también de prevenir los riesgos
de entrada irregular para aquellos que desean reunirse con su familia, es necesario superar los
obstáculos prácticos y jurídicos que impiden o demoran significativamente la reagrupación familiar,
y abstenerse de imponer otros nuevos”.
Y como último punto a destacar, es interesante conocer el análisis que la FRA hace
en relación a la aplicación real y efectiva que en los países miembros tiene la Carta de los
Derechos Fundamentales y el uso que los tribunales de justicia nacionales hacen de la
misma. Además, la FRA destacaba la necesidad de que la práctica de la misma debía ser
más igualitaria y coherente en todos los países miembros. Para lograrlo, la FRA propone
“conforme al artículo 51 (ámbito de aplicación)» para determinar, en una fase temprana, si un asunto
judicial o un expediente legislativo plantea dudas con arreglo a la Carta de los Derechos
Fundamentales de la UE. El desarrollo de manuales normalizados sobre medidas prácticas para
comprobar la aplicabilidad de la Carta (hasta la fecha solo unos pocos Estados miembros cuentan con
tales manuales) podría proporcionar a los profesionales del ámbito jurídico una herramienta para
evaluar eficazmente la pertinencia de la Carta en un asunto o en un expediente legislativo”.
BIBLIOGRAFIA UTILIZADA
FREIXES SAN JUAN, T., (2004), “La justiciabilidad de la Carta Social Europea” en
Escritso sobre derecho europeo de los derechos sociales, Valencia, Tirant lo Blanc, pp.113
a 136
JIMENEZ GARCIA, F., (2009), “La Carta Social Europea (revisada): entre el
desconocimiento y su revitalización como instrumento de coordinación de las políticas
sociales europeas”, Revista electrónica de estudios internacionales, nº 17. Disponible:
(file:///Users/saranunezdeprado/Downloads/Dialnet-
LaCartaSocialEuropeaRevisadaEntreElDesconocimiento-3259380.pdf)
INFORMES
http://www.derechoshumanos.net/tribunales/TribunalEuropeoDerechosHumanos-
TEDH.htm ((consultado 7 diciembre 2016)
http://www.derechoshumanos.net/Convenio-Europeo-de-Derechos-Humanos-
CEDH/index.htm#a27 (consultado 30 noviembre 2016)
http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/PoliticaExteriorCooperacion/ConsejoDeEuropa/Doc
uments/Carta%20Social%20Europea.pdf (consultado 8 diciembre 2016)
http://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2004_2009/documents/dv/chartesocialedepliant-/
CharteSocialedepliant-es.pdf (consultado 30 noviembre 2016)
http://www.20minutos.es/noticia/2483745/0/podemos-pide-que-parlamento-inste-al-estado-
ratificar-carta-social-europea-revisada-1996/#xtor=AD-15&xts=467263 (consultado 6
diciembre 2016)