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Y UN PRESBÍTERO
El Obispo se revestirá con todos los ornamentos Pontificales, del color del tiempo y
como corresponde a la celebración de la Misa.
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inclinación de cabeza, inicia con los ministros la Confesión. Entretanto el coro canta
el Introito y Kyrie, eleison. Terminada la confesión, el Obispo asciende al altar, lo
besa en el medio y también el texto del Evangelio hacia la izquierda; inciensa el altar
como de costumbre, recibe la mitra y vuelve a la sede, o al faldistorio, del lado de la
Epístola, donde deja la mitra, y vuelto hacia el altar, acercándole el ministro el libro,
leerá el Introito y el Kyrie, eleison; dicho esto, espera sentado con mitra a que el coro
cante el último Kyrie, eleison. Terminado esto, el Obispo se levanta con mitra y
camina hacia el faldistorio, que estará preparado en medio del altar, donde se sienta
mirando hacia los ordenandos. Luego el Arcediano llama a todos los ordenandos,
diciendo:
Accedant omnes, qui ordinandi sunt. Acérquense todos los que han de ser
ordenados.
Al término, deja la mitra, se levanta, y vuelto hacia el pueblo dice Pax Vobis, o
Dominus vobiscum, si no se ha dicho Gloria, y vuelto hacia el altar dice la oración
colecta del día, y la de los ordenandos, bajo un solo Per Dominum nostrum:
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Christum Filium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus,
per omnia saecula saeculorum. R. Amen.
Luego el Obispo, sentado, recibe la mitra, y vuelve al faldistorio, ante el centro del
altar.
LLAMAMIENTO
N. ad titulum Ecclesiae N.
vel N. ad titulum patrimonii sui,
vel Frater N. professus Ordinis N. ad titulum paupertatis.
Quien será ordenado Subdiácono, debe revestir amito (el cual no será fijado
alrededor del cuello, para que facilmente pueda ser puesto sobre la cabeza); también
alba, cíngulo: tendrá también, el manípulo en la mano izquierda y la tunicela de color
blanco sobre el brazo izquierdo también, y la vela en la mano derecha.
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El Obispo sentado, con mitra, amonesta al ordenando sobre el compromiso que va a
contraer, diciendo:
Hijo muy amado, al ser promovido al sagrado Orden del Subdiaconado, debes
considerar todavía de nuevo atentamente cuál es la carga que hoy voluntariamente
apeteces. Hasta ahora eres libre, y te es lícito, según tu desición, pasar al estado
secular; pero si recibes este Orden, en manera alguna te será lícito apartarte de tu
decisión, sino que debes servir perpetuamente a Dios, servirle es reinar, y guardar
castidad, con su gracia, y estar siempre dedicado al servicio de la Iglesia.
Así pues, mientras hay tiempo, piénsalo bien, y si te agrada perseverar en tu santa
resolución, en el nombre del Señor, acércate.
Los ordenandos dan un paso adelante. Cuando todos los ordenandos son religiosos se
suprime este rito, y la monición previa. Luego de ubica de rodillas del lado del
Evangelio donde se postrará. Entonces el arcediano invita al futuro presbítero a que
se acerque, diciendo:
Kyrie, eleison.
Christe, eleison.
Kyrie, eleison.
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Christe, audi nos.
Christe, exaudi nos.
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Sancti Fabiane et Sebastiane, orate pro nobis.
Sancti Joannes et Paule, orate pro nobis.
Sancti Cosma et Damiane, orate pro nobis.
Sancti Gervasi et Protasi, orate pro nobis.
Omnes sancti Martyres, orate pro nobis.
Sancte Silvester, ora pro nobis.
Sancte Gregori, ora pro nobis.
Sancte Ambrosi, ora pro nobis.
Sancte Augustine, ora pro nobis.
Sancte Hieronyme, ora pro nobis.
Sancte Martine, ora pro nobis.
Sancte Nicolae, ora pro nobis.
Omnes sancti Pontifices et Confessores, orate pro nobis.
Omnes sancti Doctores, orate pro nobis.
Sancte Antoni, ora pro nobis.
Sancte Benedicte, ora pro nobis.
Sancte Bernarde, ora pro nobis.
Sancte Dominice, ora pro nobis.
Sancte Francisce, ora pro nobis.
Omnes sancti Sacerdotes et Levitae, orate pro nobis.
Omnes sancti Monachi, et Eremitae, orate pro nobis.
Sancta Maria Magdalena, ora pro nobis.
Sancta Agatha, ora pro nobis.
Sancta Lucia, ora pro nobis.
Sancta Agnes, ora pro nobis.
Sancta Caecilia, ora pro nobis.
Sancta Catharina, ora pro nobis.
Sancta Anastasia, ora pro nobis.
Omnes Sanctæ Virgines et Viduae, orate pro nobis.
Omnes Sancti et Sanctae Dei, intercedite pro nobis.
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A spiritu fornicationis, libera nos, Domine.
A fulgure et tempestate, libera nos, Domine.
A flagello terraemotus, libera nos, Domine.
A peste, fame, et bello, libera nos, Domine.
A morte perpetua, libera nos, Domine.
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Una vez que se ha dicho: Ut omnibus fidelibus defunctis, etc. R. Te rogamus, audi
nos, el Obispo con mitra se levanta, sosteniendo el báculo Pastoral con la mano
izquierda, y mirando hacia los ordenandos, quienes permanecen postrados, dice:
Luego el Obispo deja el báculo Pastoral, se arrodilla como antes, y se concluyen las
Letanías.
CATEQUESIS
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significado místico de sus oficios, y les instruye acerca de la forma de cumplirlos con
estas palabras:
De las ofrendas que se presentan al altar, llamadas panes de proposición, solo deben
ponerse sobre el altar las suficientes para la comunión del pueblo, a fin de que no
quede nada que pueda corromperse en el sagrario. Los manteles que cubren el altar
deben ser lavados en un recipiente distinto del de los corporales. Allí donde se lavaren
los corporales no debe lavarse ningún otro lienzo, y el agua que se ha usado se verterá
en la piscina del baptisterio.
Mientras cumples con toda pulcritud y diligencia estos servicios visibles que hemos
descrito, cuida también de realizar los servicios invisibles, según el significado de los
primeros.
En efecto: el altar de la santa Iglesia es Cristo mismo, según el testimonio de San Juan
quien dice, en su Apocalipsis (8, 3), haber visto un altar de oro, levantado ante el
trono, sobre el cual y por el cual las ofrendas de los fieles son dedicadas a Dios Padre.
Los manteles y los corporales de este altar son los miembros de Cristo, es decir, los
fieles de Dios; con ellos se reviste el Señor como con vestiduras preciosas, según
aquello del salmista: “El Señor es Rey, y se vistió de gala” (Ps. 92, 1). Y también dice
San Juan en el Apocalipsis haber visto el Hijo del hombre ceñido con una faja de oro,
esto es, de la multitud de los santos (Apoc. 1, 13).
Si aconteciere, pues, que los fieles, por fragilidad humana, se mancharen en algo, tu
cuidarás de proporcionarles el agua de la doctrina celestial; purificados con ella,
volverán a ser ornamento del altar y se incorporarán nuevamente al culto del sacrificio
divino.
Se, por tanto, de tal forma que puedas servir dignamente a los sacrificios divinos y a la
Iglesia de Dios, esto es, al Cuerpo de Cristo, apoyados en la verdadera y católica fe,
puesto que, según dice el Apóstol: “Todo lo que no procede de la fe, es pecado” (Rom.
14, 23).
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Por esto, si hasta ahora, fuiste perezoso en acudir a la Iglesia, en adelante debes ser
asiduo; si hasta aquí soñoliento, en adelante despierto; si hasta aquí dado a la bebida,
en adelante sobrio; si deshonesto, desde ahora casto.
Que te lo conceda el mismo Señor que vive y reina, por los siglos de los siglos.
R. Amén.
COLACIÓN
A continuación, el Obispo sentado, recibe el Cáliz vacío con su patena vacía sobre el
mismo, que entrega al Ordenando, quien lo toca con su mano derecha, mientras el
Obispo dice:
Vide cujus ministerium tibi traditur: ideo te admoneo ut ita te exhibeas, ut Deo placere
possis.
Luego el Arcediano, recibe y entrega al ordenando las vinajeras con vino y agua, y el
platillo con el manutergio.
BENDICIÓN
Oremus.
Oremus Deum ac Dominum nostrum, fratres charissimi, ut super hunc servum suum,
quem ad Subdiaconatus officium vocare dignatus est, infundat bene + dictionem suam
et gratiam: ut in conspectu ejus fideliter serviens, praedestinata Sanctis praemia
consequatur, adjuvante Domino nostro Jesu Christo, qui cum eo vivit et regnat in
unitate Spiritus sancti Deus, per omnia saecula saeculorum.
R. Amen.
Luego deja la mitra, y vuelto hacia el altar, el Obispo dice: Oremus.
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Despues el Obispo implora la bendición de Dios sobre el nuevo Subdiácono, vuelto
hacia el ordenando que está arrrodillado, dice sin mitra:
Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus, bene + dicere dignare hunc famulum
tuum, quem ad Subdiaconatus officium eligere dignatus es: ut eum in sacrario tuo
sancto strenuum sollicitumque caelestis militiae instituas excubitorem, sanctisque
altaribus tuis fideliter subministret; et requiescat super eum Spiritus sapientiae et
intellectus, Spiritus consilii et fortitudinis, Spiritus scientiae et pietatis; et repleat eum
Spiritu timoris tui; et eum in ministerio divino confirmes, ut obediens facto, ac dicto
parens, tuam gratiam consequatur. Per Dominum nostrum Jesum Christum Filium
tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus sancti Deus, per omnia saecula
saeculorum.
R. Amen.
RITOS COMPLEMENTARIOS
Fieles: sentados
Luego el Obispo sentado, con mitra, toma el amito del cuello del ordenando, y lo
impone sobre su cabeza, diciendo:
Accipe amictum, per quem designatur castigatio vocis. In nomine Pa + tris, et Fi + lii,
et Spiritus + Sancti.
R. Amen.
R. Amen.
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R. Amen.
Después le entrega el libro de las Epístolas, que toca con la mano, mientras el Obispo
dice:
Accipe librum Epistolarum, et habe potestatem legendi eas in Ecclesia sancta Dei, tam
pro vivis, quam pro defunctis: In nomine Pa + tris, et Fi + lii, et Spiritus + Sancti.
R. Amen.
Concluida la Epístola y una vez que se haya presentado el subdiácono ante el Obispo,
este, permanece sentado en su sede con mitra, entonces se acercan dos “capellani”
uno con el Misal y otro con la palmatoria, quienes se sitúan frente a él para que lea el
Gradual, Aleluya, Tracto o Secuencia interrumpiendo antes del último Verso para
conferir el Orden del Presbiterado, según corresponda: en las Misas de las Cuatro
Témporas, y por indulto Pontificio, en los Domingos y ferias desde el Domingo de
Septuagésima hasta la Pascua exclusive, antes del último verso del Tracto: pero, en el
Sábado de la infra Octava de Pentecostés, y en las Fiestas que tienen Secuencia,
antes del último Verso de la secuencia: ahora, en los Domingos y fiestas durante el
año, y por Adviento, antes del Verso Alleluia. Entonces (Aquí puede tener lugar la
homilía) el Obispo se levanta de la sede con mitra, y camina hacia el faldistorio,
preparado ante el medio del altar, donde se sienta.
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PRESENTACIÓN Y ELECCIÓN
Reverendísimo Padre: la santa madre Iglesia católica te pide que ordenes a este
Diácono, aquí presente, para el cargo de Presbítero.
¿Sabes si es digno?
El Arcediano responde:
En cuanto le es dado a la fragilidad humana saber las cosas, sé y certifico que es digno
del cargo de este oficio.
El Obispo dice:
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Hermanos carísimos: bien saben que en una nave es común al piloto y a los viajeros el
motivo de seguridad o de peligro, y por esto deben concordar los pareceres de todos
aquellos que tienen una suerte común.
Así pues, no en vano los Padres ordenaron que fuera consultado el pueblo acerca de la
elección de aquellos que han de ser destinados al cuidado del altar; puede suceder,
algunas veces, en efecto, que acerca de la vida y conducta del que es presentado sepan
pocos lo que muchos ignoran, y, además, es obvio que se prestará obediencia con más
facilidad a aquel a cuya ordenación se ha consentido previamente.
La conducta de este Diácono que, con la ayuda de Dios, va a ser ordenado Presbítero
es - me parece - ejemplar y agradable a Dios, y digna, a mi juicio, de la promoción a
mayor dignidad eclesiástica. Mas, para que no suceda que a uno o a pocos les engañe
su pensar o les ciegue la pasión, debe pedirse el parecer del pueblo.
Así, pues, manifiesten libremente lo que sepan acerca de sus actos y costumbres, lo
que opinan acerca de sus méritos; denle el testimonio del sacerdocio más por sus
méritos que por el afecto.
Si alguno, pues, tuviese algo que decir contra él, en nombre de Dios y por su gloria,
salga y dígalo confiadamente; recuerde no obstante su propia condición.
CATEQUESIS
Hijo queridísimo: vas a ser consagrado para el oficio del Presbiterado. Procura
recibirlo dignamente, y ejercitarlo con esmero luego que lo hayas recibido.
Al sacerdote toca: ofrecer (la Eucaristía), bendecir, presidir (la asamblea litúrgica),
predicar y bautizar.
Con gran temor, pues, se ha de subir a tan alta dignidad, y hay que velar para que a los
elegidos les recomiende su sabiduría celestial, su intachable conducta y una larga
práctica de la virtud.
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Por esto el Señor, al mandar a Moisés que escogiera setenta varones de todo Israel
para que le ayudasen, y entre quienes repartiese los dones del Espíritu Santo, añadió:
«...de los que te consta que son ancianos del pueblo» (Num. 11, 16). Los setenta
varones ancianos eran figura tuya, con la condición de que tu guardando el Decálogo
según el Espíritu septiforme, seas ejemplar y des prueba de madurez en la ciencia y en
las obras.
Bajo el mismo misterio y la misma figura, en el Nuevo Testamento, «el Señor escogió
a setenta y dos discípulos y los envió de dos en dos a predicar delante de Él» (Lc. 10,
1), para dar a entender por su palabra y con sus obras a la vez, que los ministros de su
Iglesia deben ser perfectos en la fe y en las obras, y estar fundados en la virtud de la
doble caridad: la de Dios y la del prójimo.
Trabaja, pues, en ser tal que puedas, con la gracia de Dios, ser dignamente elegido
para ayudar a Moisés y a los doce Apóstoles, es decir, a los Obispos católicos
figurados en Moisés y los Apóstoles. Esta es realmente la admirable variedad que
rodea, adorna y rige la Iglesia: en ella, dentro de ordenes diversos, son unos hombres
consagrados Pontífices, otros Sacerdotes de grado menor, otros Diáconos y
Subdiáconos; pero con muchos miembros de dignidad diferente, se forma un solo
Cuerpo de Cristo.
Así pues, hijo muy amado, a quien la decisión de nuestros hermanos ha elegido para
ser colaborador nuestro, guarda en tus costumbres la integridad de una Vida casta y
santa. ¡Date cuenta de lo que haces! Sed imitador de lo que tienes entre manos, de tal
suerte que, pues celebras el misterio de la muerte del Señor, procures mortificar tu
cuerpo de todo vicio y concupiscencia. Que tu doctrina sea medicina espiritual para el
pueblo de Dios. Que el perfume de tu vida sea el placer de la Iglesia de Cristo, para
que con la predicación y el ejemplo edifiques la casa, eso es, la familia de Dios, de
suerte que ni nosotros, por haberte promovido, ni tu por haber tomado tan elevado
oficio, merezcamos ser condenados por el Señor, sino antes bien, ser galardonados por
Él.
Que el Señor nos lo conceda así, por su gracia.
El Obispo impone ahora las dos manos sobre la cabeza del Ordenando; lo mismo
hacen todos los presbíteros que están presentes, significando con esto la unidad del
sacerdocio. La imposición de manos del Obispo es el rito esencial de la ordenación.
Todo se hace en profundo silencio.
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Terminada la imposición de manos, tanto el Obispo como los sacerdotes, tendrán la
mano derecha extendida sobre él, mientras solo el Obispo, que está de pie con mitra,
dice:
Amen.
Y el Ministro: Flectamus genua. R. Levate.
Exaudi nos, quaesumus, Domine Deus noster et super hunc famulum tuum
bene + dictionem Sancti Spiritus, et gratiae Sacerdotalis infunde virtutem: ut, quos
tuae pietatis aspectibus offerimus consecrandum, perpetua muneris tui largitate
prosequaris. Per Dominum nostrum Jesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit, et
regnat in unitate ejusdem Spiritus Sancti Deus.
Ahora, extiende las manos ante el pecho, en tono de prefacio, si el Oficio se hace con
canto, dice:
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Vere dignum et justum est, aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias
agere, Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus, honorum auctor et distributor
omnium dignitatum; per quem proficiunt universa, per quem cuncta firmantur,
amplificatis semper in melius naturae rationalis incrementis, per ordinem congrua
ratione dispositum. Unde et Sacerdotales gradus, atque officia Levitarum, Sacramentis
mysticis instituta creverunt: ut cum Pontifices summos regendis populis praefecisses,
ad eorum societatis et operis adjumentum, sequentis ordinis viros et secundae
dignitatis eligeres. Sic in eremo per septuaginta virorum prudentium mentes, Moysi
spiritum propagasti; quibus ille adjutoribus usus, in populo innumeras multitudines
facile gubernavit. Sic et in Eleazarum et Ithamarum filios Aaron paternae plenitudinis
abundantiam transfudisti, ut ad hostias salutares, et frequentioris officii Sacramenta,
ministerium sufficeret Sacerdotum. Hac providentia, Domine, Apostolis Filii tui
Doctores fidei comites addidisti, quibus illi orbem totum secundis praedicationibus
impleverunt. Quapropter infirmitati quoque nostrae, Domine, quaesumus, haec
adjumenta largire; qui quanto fragiliores sumus, tanto his pluribus in digemus. Da,
quaesumus, omnipotens Pater, in hunc famulum tuum Presbyterii digniitatem; innova
in visceribus ejus Spiritum sanctitatis; ut acceptum a te, Deus, secundi meriti munus
obtineat, censuramque morum ex exemplo suae conversationis insinuet. Sit providus
cooperator ordinis nostri; elucet in eo totius forma justitiae, ut bonam rationem
dispensationis sibi creditae redditurus, aeternae beatitudinis praemia consequatur.
Lo que continua de dice en voz baja, pero de tal manera que los circundantes puedan
oír.
Per eumdem Dominum nostrum Jesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit, et
regnat in unitate ejusdem Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum.
El Ordenando responde: Amen.
Todos los ritos que siguen son simples complementos a la ordenación; desde ahora
los ordenados son ya presbíteros.
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Dicho esto, el Obispo se sienta y recibe la mitra, el Ordenando se arrodilla ante él,
quien le cruza la estola delante del pecho diciendo:
Accipe jugum Domini; jugum enim ejus suave est, et onus ejus leve.
Luego impone al Ordenando la casulla, cuya parte trasera estará plegada sobre los
hombros, y la parte anterior desplegada, mientras dice:
Accipe vestem Sacerdotalem, per quam charitas intelligitur: potens est enim Deus, ut
augeat tibi charitatem, et opus perfectum.
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his institutus disciplinis, quas Tito et Timotheo Paulus exposuit; ut in lege tua die ac
nocte meditans, quod legerit, credat; quod crederit, doceat; quod docuerit, imitetur;
justitiam, constantiam, misericordiam, fortitudinem, ceterasque virtutes in se ostendat;
exemplo praebeat; admonitione confirmet; ac purum et immaculatum ministerii sui
donum custodiat; et in obsequium plebis tuae, panem et vinum in corpus et sanguinem
Filii tui immaculata benedictione transformet; et inviolabili charitate in virum
perfectum, in mensuram aetatis plenitudinis Christi, in die justi et aeterni judicii Dei,
conscientia pura, fide vera, Spiritu Sancto pleni resurgat. Per eundem Dominum
nostrum Jesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit, et regnat in unitate ejusdem
Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum.
Todos: Amén.
Ahora el Obispo sin mitra, vuelto hacia el altar, se arrodilla sobre un cojín, ante el
faldistorio, e inicia en alta voz el «Veni Creator». Todos se arrodillan durante la primera
estrofa:
Ven
Veni Espíritu
Creator Creador,
Spiritus, visita las
Mentes almas de
tuorum tus fieles,
visita, llena de
Imple gracia
superna celestial
gratia, los pechos
Quae tu que tu has
creasti, creado
pectora.
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El Obispo se levanta, y la schola continúa el Himno.
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Terminado el primer verso, el Obispo se levanta, se sienta en el faldistorio, con mitra,
deja las quirotecas, toma nuevamente el anillo y se cubre el regazo con el gremial de
lino, el Ordenando se acerca ante el Obispo, haciendo profunda reverencia y
arrodillándose ante él, quien, con el Óleo de los Catecúmenos le unge sus manos,
trazando con el pulgar derecho dos líneas que forman una cruz, es decir, trazando
una línea vertical y luego una horizontal, primero en la mano derecha y luego en la
izquierda del ordenando, ungiendo luego completamente ambas palmas , mientras
dice:
El Obispo luego traza el signo de la cruz sobre la mano derecha del que ordena y
prosigue:
El Ordenando responde: Amen.
El Obispo junta las manos ungidas, y un ministro las ata con un pequeño paño de
lino, a fin de preservar el óleo de contacto.
Una vez consagradas las manos del Ordenando, el Obispo limpia el óleo de su pulgar
con migas de pan. Seguidamente el obispo entrega al Ordenando el cáliz con agua y
vino y la patena con la hostia, es decir, toda la materia preparada para la oblación
del sacrificio eucarístico, el Ordenando toca, con los indices y dedos del medio,
simultáneamante, la copa del Caliz y la patena, sin separar las manos, mientras el
Obispo dice:
Accipe potestatem offerre sacrificium Deo, Missasque celebrare, tam pro vivis, quam
pro defunctis. In nomine Domini.
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de pan, las que seca con las vendas con que las tenia ligadas o con otro lienzo, y esta
agua del lavado se arroja en el sacrarium; hace genuflexión y vuelve a su lugar.
Mientras tanto uno de los diáconos recién ordenandos, si los hubiere, se acerca al
altar con el texto del Evangelio ante el pecho, y dice: Munda cor meum, etc. y canta
el Evangelio, y prosigue la Misa en el orden que corresponde.
Hecha esta ofrenda, el Obispo deja el anillo y las quirotecas, y una vez lavadas las
manos solo recibirá el anillo nuevamente, y se levanta; retirado el faldistorio, accede
al centro del altar, donde depuesta la mitra, prosigue con la Misa.
Ahora, el ordenado Sacerdote, arrodillado detrás del Obispo, tendrá el misal delante
de si, sobre un banquillo, diciendo: Suscipe sancte pater, etc. y todo lo demás de la
Misa como el Obispo: el que tendrá presente que las oraciones deberá decirlas en un
tono que permita ser oido por el sacerdotes ordenado, a fin de que pueda decirlas a
una con él, y sobre todo las palabras de la consagración, que deben ser dichas al
mismo tiempo por el Obispo y el Ordenado. La Secreta por el Ordenado y la Secreta
de la Misa del día, se dirán bajo una sola conclución Per Dominum, etc.
Tuis, quaesumus Domine, operare mysteriis, ut haec tibi munera dignis mentibus
offeramus. Per Dominum nostrum Jesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit,
et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula
saeculorum. R. Amen.
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Cuando el Obispo termina de decir la oración Domine Iesu Christe, Qui, etc. el
Presbítero asistente pasa a su derecha, haciendo genuflexión al Sacramento al llegar,
y junto al Obispo besan el altar. Enseguida el Presbítero asistente saluda con una
inclinación profunda al Obispo quien pone sus manos sobre él, y recibe la Paz,
después nuevamente hace profunda reverencia al Obispo, y antes de retirarse a
transmitir la paz a quienes corresponda, hace nuevamente genuflexión al Santísimo
Sacramento. De igual forma procederán, sucesivamente, los “diáconos del trono” y
los “diáconos de la Misa”, pero sin besar el altar. Luego accede el Presbítero
ordenado de la misma forma, pero apoyando sus manos sobre el altar y besándolo. El
Subdiácono ordenado, observa el mismo rito, sin apoyar las manos sobre el altar,
sino que la debe tener juntas ante el pecho. El Obispo, dirá a cada uno Pax tecum, a
lo que responderán: Et cum spiritu tuo, y vuelve a su lugar el ordenado, haciendo
profunda reverencia al Obispo, y genuflexión al Santísimo Sacramento.
El Presbítero responde: Amen.
Una vez que se ha dado la comunión al Presbítero, se acercan ante el altar el Obispo,
el Diácono, y el Subdiácono de la Misa; hechas las debidas reverencias con la
genuflexión al Sacramento, estos se disponen ordenadamente, y se apartan un poco a
los extremos del altar, donde enfrentados, el Diácono en la esquina de la epístola y el
Subdiácono en la del evangelio, dicen solo ellos, en voz baja:
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Archangelum, beatum Joannem baptistam, sanctos Apostolos Petrum et Paulum,
omnes Sanctos, et te, pater, orare pro me ad Dominum Deum nostrum.
Misereatur vestri omnipotens Deus, et dimissis peccatis vestris, perducat vos ad vitam
aeternam. R. Amen.
Y con la mano derecha traza una vez la señal de la cruz sobre ellos. El presbítero no
hacen la confesión antes de comulgar, tampoco se le da la absolución, ya que
concelebra con el Obispo.
Domine, non sum dignus, ut intres sub tectum meum: sed tantum dic verbo, et
sanabitur anima mea.
Et accedens, Ordinate porrigit SS. Sacramentum, faciens cum eo signum crucis super
Patenam, et simul dicens:
Se acerca al ordenado para que comulgue el Santísimo Sacramento, con el que hace el
signo de la cruz sobre la patena, y al mismo tiempo dice:
El Subdiácono responde Amen, besa la mano con que sostiene la Hostia el Obispo, y
comulga reverentemente, colocándole este bajo su boca la patena. Después uno de los
ministros le acerca un Cáliz para purificarse, u otro vaso con vino destinado para el
caso; el ordenado se seca con un lienzo la boca y se retira a su lugar.
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Una vez que el Obispo ha dado la comunión, recoge los fragmentos con la patena, los
que deja caer sobre el Caliz, luego purifica los dedos sobre el, y sume la ablución.
Estando en el extremo de la Epístola, recibe la mitra y lava sus manos.
RITOS DE CONCLUSIÓN
Una vez que el Obispo ha lavado sus manos, deja la mitra, y permaneciendo en el
extremo de la Epistola, de cara al altar, inicia allí cantando el Responsorio, el cual
desde Septuagésima hasta Pascua se dirá sin Aleluya.
Jam non dicam vos servos, sed amicos Ya no os llamaré siervos, sino amigos
meos, quia omnia cognovistis quae míos, pues habéis conocido todo lo que
operatus sum medio vestri, he hecho hallándome en medio de
alleluia. * Accipite Spiritum Sanctum in vosotros. Aleluya. * Recibid en
vobis paraclitum. * Ille est, quem Pater vosotros el Espíritu Santo Paráclito: *
mittet vobis, alleluia. Él es el que os enviará el Padre.
V. Vos amici mei estis, si feceritis, quae Aleluya.
ego praecipio vobis. * Accipite V. Vosotros sois mis amigos, si hacéis
Spiritum Sanctum in vobis paraclitum. lo que yo os mando. * Recibid en
V. Gloria Patri, et Filio, et Spiritui vosotros el Espíritu Santo Paráclito.
Sancto. * Ille est, quem Pater mittet V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
vobis, alleluia. Espíritu Santo. * Él es el que os enviará
el Padre. Aleluya.
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Mientras se canta el Responsorio, el Obispo recibe la mitra, se vuelve hacia el
Presbítero ordenado, que permaneciendo de cara al altar, de pie realizará la
profesión de fe, diciendo:
Y ahora, permaneciendo de rodillas delante del Obispo, el Ordenado pone sus manos
juntas entre las manos de él, quien le interrogará, si es su Ordinario, diciendo:
Y él responde: Prometo.
Entonces el Obispo, manteniendo entre sus manos las del Presbítero ordenado, le da
un beso en la mejilla, como signo de concordia en el ministerio, diciendo:
Y el Ordenado responde: Amen.
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Hijo amadísimo: puesto que el ministerio que tienes entre manos es muy delicado, te
amonesto a que antes de empezar a celebrar misa, aprendas con diligencia de otros
sacerdotes experimentados, todas las rúbricas de la misa, la consagración, la fracción
de la Hostia y la comunión.
El Obispo se levanta con Mitra y báculo, y bendice al Presbítero, que permanece aun
de rodillas delante de él (los fieles sentados), diciendo con voz fuerte y clara:
Oración Poscomunión.
Quos tuis, Domino, reficis Sacramentis, continuis attolle benignus auxiliis; ut tuae
redemptionis effectum et mysteriis capiamus, et moribus: Qui vivis et regnas cum
Deo Patre in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula
saeculorum. R. Amen.
Luego se dicen las otras Poscomuniones, si las hay. Ahora se cantará el Benedicamus
Domino, o Ite, Missa est, según corresponda al tiempo, y el Obispo dirá el Placeat tibi
sancta Trinitas, etc.
Terminado esto, el Obispo recibe la mitra y dice: Sit nomen Domini benedictum, etc.
luego toma el báculo Pastoral, y da la bendición.
ULTIMA EXHORTACIÓN
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Una vez dada la bendición, el Obispo manteniendo el báculo, y sentado en el
faldistorio, se dirigirá a los ordenados, que permanecen de rodillas, con estas
palabras:
Hijos muy amados: Consideren atentamente el Orden que han recibido y la carga
puesta sobre sus hombros; cuiden con empeño de vivir santa y religiosamente, y de
agradar a Dios omnipotente, para que puedan alcanzar su gracia, la cual Él por su
misericordia, se digne concederles.
Después de tu primera Misa, di otras tres, a saber: una, del Espíritu Santo; otra, de la
bienaventurada siempre Virgen María; la tercera, por las almas de los fieles difuntos.
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