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Sinopsis
Traducido por Simoriah

Mi decimoquinto cumpleaños fue el peor día de mi vida, y es inconcebible


pensar que otro día en mi futuro sea tan malo. Mi mamá murió en un accidente
en camino a recoger mi pastel. Aunque no hubo señales de ella dos horas más
tarde, y mis amigos comenzaron a llegar a nuestra casa, nunca se me ocurrió
que ella no regresaría.

Eso fue hace seis meses. Mi mamá murió sin decirme quién es mi verdadero
papá. Y durante un tiempo la odié por eso. Creí que se había llevado el secreto
de la identidad de mi padre con ella para siempre. Pero no lo hizo. Maldición, no
lo hizo. Porque hace tres semanas descubrí la verdad. Y todavía estoy dando
vueltas por el shock. Mi papá no es otro que Johnny Jefferson, mega famosa
estrella de rock y una vez mujeriego serial. Y ahora estoy en camino a Los
Ángeles para conocerlo a él y a su familia.

Mi pequeño mundo acaba de hacerse mucho más grande…


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Índice
Sinopsis Capítulo 16

Capítulo 1 Capítulo 17

Capítulo 2 Capítulo 18

Capítulo 3 Capítulo 19

Capítulo 4 Capítulo 20

Capítulo 5 Capítulo 21

Capítulo 6 Capítulo 22

Capítulo 7 Capítulo 23

Capítulo 8 Capítulo 24

Capítulo 9 Capítulo 25

Capítulo 10 Capítulo 25

Capítulo 11 Capítulo 26
3
Capítulo 12 Capítulo 27

Capítulo 13 Capítulo 28

Capítulo 14 Paige Toon

Capítulo 15
Capítulo 1
Traducido por Simoriah

Corregido por Nony_mo

—¡J
essie! ¡Jessica! Abre la puerta.

No es probable. Doy otra pitada a mi cigarrillo y


perezosamente lanzo la ceniza por la ventana abierta.
No voy a desperdiciar un cigarrillo perfectamente
bueno en beneficio de mi estúpido padrastro.

—Jessie, lo digo en serio. Si no abres esa puerta ahora mismo, la derribaré.

Oh, por el amor de Dios. Contrólate, Stu.

—Estoy vistiéndome. ¡Saldré en un minuto! —exclamo.

—No, no estás haciendo eso. Estás en el alfeizar de la ventana fumando y


bebiendo mi buen sidra. Desapareció del refrigerador.
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Entonces él no debería haberla dejado ahí.

—¡Voy a derribar la puerta! —grita. Hay un fuerte golpe.

Maldición, realmente se pone todo tenso.

—¡Estoy desnuda! —grito—. ¡Si quieres ser investigado por los servicios de la
infancia, adelante!

—No me vengas con eso, señorita. ¿Qué diría tu madre?

—No me presiones, Stu. —Sus palabras hacen que mis orejas ardan.

—Estaría tan decepcionada —agrega él.

Lanzo con enojo el cigarrillo por la ventana y avanzo a grandes pasos hacia la
puerta, abriéndola bruscamente.

—¡Al infierno con Mamá! —grito—. ¡Ella está muerta, así que no puede decir
nada!

La expresión en el rostro de Stu hace que quiera estallar en lágrimas, pero


antes de que él pueda tomarme en otro de sus sofocantes abrazos, le cierro la
puerta de un golpe en la cara y vuelvo a trabarla. Y luego me hundo en el piso y
lloro desconsolada. Espero que él tenga el suficiente sentido para dejarme sola.
—¿Jessie? —dice quedamente después de un minuto o algo así.

No tengo tanta suerte.

—Solo déjame sola, Stu —lloriqueo.

—Quiero hablar contigo.

—Bueno, yo no quiero hablar contigo.

—Vamos, Jess, odio verte así. Quiero estar ahí para ti, ayudarte en esto.

—Por favor —me las arreglo para decir apretadamente—. Por favor, sólo
déjame sola.

Silencio. ¿Se ha ido?

—Sabes que no puedo hacer eso.

No.

—Abre la puerta —intenta de nuevo—. Te he hecho un sándwich de dedos de


pescado.

Como si eso fuese a hacerme cambiar de opinión. Aunque, de hecho,


realmente me vendría bien un sándwich de dedos de pescado en este momento. 5
—¿Jessie? —intenta una vez más.

Mi estómago ruge.

—Bajaré en un minuto —cedo, e inclusive a través de la sólida puerta de


madera estoy segura de que puedo oír su suspiro de alivio.

—De acuerdo —dice él suavemente.

Cuando estoy segura de que se ha ido, me levanto y voy hacia el espejo. Mi


nariz está roja, mis ojos hinchados. Mi cabello rubio claro de largo medio está
un poco desordenado, pero me gusta así. Tomo un poco de maquillaje de mi
cómoda y hago lo mejor que puedo para rectificar mi complexión hinchada.
Maldito Stu por hacerme llorar así. Mi delineador está completamente
arruinado y mi rímel está a mitad de camino de mi rostro. Delineo mis ojos
verdes con kohl negro y retoco mi rímel, metiéndome el labial rosa en el bolsillo.
Luego me pongo la gorra de lana negra, tomo mi chaqueta camuflada y salgo
por la ventana.

Son sólo las siete en punto, así que todavía no está oscuro. Sin embargo, hace
bastante frío, considerando que estamos en mitad de junio. Meto las manos en
los bolsillos de la chaqueta y avanzo con fuertes pasos por el sendero en
dirección a la ciudad. Me pregunto si habrá alguien. Saco mi teléfono celular,
pero nadie me ha enviado mensajes. Hago clic en mi bandeja de entrada por si
acaso me he perdido algún mensaje y el primero arriba es de Libby; fue enviado
ayer. Frunciendo el ceño, vuelvo a hundir el teléfono en mi bolsillo. No me
molesto en responder. Mi mejor amiga desde que se mudó a Maidenhead a los
nueve años y medio, quiere saber cómo estoy. Si ella todavía fuera mi mejor
amiga, no tendría que hacer esa pregunta. Cualquier persona con medio cerebro
puede ver que no estoy muy bien.

Quizás sea mi culpa que nos hayamos separado. Pero no puedo soportar
sentarme y mirarla a ella y a su perfecta familia continuar con sus vidas cuando
la mía ha sido destrozada. Ella tiene a su mamá, a su papá y a sus hermanos. Yo
no tengo a nadie. Y no puedo evitar resentirla por eso, aunque una pequeña
parte de mí sabe que es injusto.

De acuerdo, quizás tenga a Stu, pero él no es mi verdadero papá. Ni siquiera


sé quién es mi verdadero papá. Él es un misterio tan grande para mí ahora como
lo fue cuando se me ocurrió preguntarle a mi mamá por él cuando tenía siete
años.

—No importa —me había dicho ella—. Stuart es un mejor padre para ti de lo
que él jamás podría serlo.

Puede que fuera así, pero aun así ella es una perra por ocultarme la verdad.
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¡Oh, Dios! No lo dije en serio. Lo lamento, Mamá. Miro el cielo tempestuoso y
lleno de nubes y mis ojos pican por las lágrimas. Realmente no eres una perra.
Tengo que morderme el labio para evitar que tiemble mientras giro hacia la
izquierda hacia el parque.

Hay un grupo de chicos pateando una pelota de fútbol en la pequeña cancha.


Reviso la escena y veo estelas de humo flotando en el aire en el lado más alejado
del parque, bajo los árboles. Apostaré mi gorra de lana a que Natalie está ahí.
Me dirijo hacia las estelas, preparándome para volverme si estoy equivocada.
Uno de los chicos que está jugando fútbol hace un gol y sus compañeros de
equipo están más que felices. Honestamente, creerías que están jugando en
Wembley. Pongo los ojos en blanco cuando uno de ellos se levanta la camiseta y
la engancha sobre la cabeza como su fuera Cristiano Ronaldo.

Es en ese momento que noto a Tom Ryder. Él está sacudiendo la cabeza con
diversión hacia el chico que está haciendo alarde. Mira hacia mí y me obligo a
mirar más allá de él y a no encontrar su mirada. Oí que rompió con su novia
unas pocas semanas atrás, pero dudo que esté soltero por mucho. Está un año
por encima de mí, y siempre parece tener chicas detrás de él.

Mi pulso se acelera mientras paso junto al partido, manteniendo los ojos fijos
en el grupo de cuatro personas sentadas a mitad de camino de la colina. Mejor
que sean mis amigos o me moriré de vergüenza si tengo que regresar ahora.
—¿Todo bien, Jessie? —El sonido de la voz de Tom me hace saltar, espero que
no de forma notoria.

—Hola, Tom —respondo tan casualmente como puedo, apenas mirándolo.

—¿Vienes a verme jugar fútbol? —pregunta descaradamente, y le doy una


mirada fulminante en lugar de una respuesta. Pero eso no lo desanima. Tiene
tanta confianza que podría embotellarla y venderla en eBay—. ¿Vas a ir a lo de
Mike mañana a la noche? —pregunta, rascándose la parte superior de la cabeza.
Tiene cabello corto y castaño que siempre luce como si estuviera desordenado
con estilo.

—¿Qué te importa? —contesto. De hecho, voy a ir. Mike es el hermano un año


mayor de Natalie. Sus padres se fueron por el fin de semana. ¡Hora de la fiesta!

Tom se encoge de hombros y me sonríe, y mi traicionero corazón salta.

—¡Oye! —Oigo un grito y me vuelvo para ver a Natalie viniendo hacia mí, la
mano levantada en un medio saludo. Alivio me atraviesa y no puedo evitar
sonreír cuando ella me hace un gesto para que me acerque—. No sabía que ibas
a venir esta noche —exclama.

—Yo tampoco. —Me alejo de Tom, y me acerco hacia ella. Juro que puedo
sentir los ojos marrones de Tom haciendo un agujero en mi espalda mientras lo
hago.
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Cuando llego a ella, me da un abrazo, luego me lleva con el resto del grupo.
No puedo evitarlo: miro hacia atrás justo a tiempo para hacer contacto visual
con Tom por un breve segundo antes de que la pelota sea disparada hacia él y lo
distraiga.

Dios, es hermoso. El único problema es que él lo sabe.

Le digo hola a los otros, que resultan ser Dougie, Em y Aaron.

Dougie y Em están en la preparatoria1. Aaron y Natalie están un año más


adelantados que yo y destinados a unírseles pronto. Solo he estado juntándome
con ellos por unos pocos meses, pero ya temo mi último año en la escuela una
vez que ellos se vayan.

—¿Qué te estaba diciendo Tom? —demanda Natalie. Sus ojos azules me


miran intensamente mientras aparta su cabello teñido de negro de su rostro.
Em también se vuelve hacia mí. Es menos llamativa que Natalie, con cabello
castaño y una complexión ligeramente anaranjada.

1Preparatoria: en el original “sixth form college”. Institución para alumnos de 16 a 19 años


donde se preparan para los exámenes de ingreso a la universidad.
—Nada. —Me encojo de hombros—. Sólo me preguntó si voy a ir a tu casa
mañana por la noche.

—Va a ser genial —dice ella con una sonrisa—. ¿Quieres quedarte a dormir?

—Sí, quizás. —Pienso en mi pelea con Stu y el sándwich de dedos de pescado


que él me hizo y siento un cosquilleo de culpa. Sé que no va a estar feliz con que
también salga mañana. Natalie me pasa su lata de sidra y tomo un gran trago, e
intento sacar a Stu de mi mente. No es que realmente necesite más alcohol; la
sidra que bebí antes ya se me ha ido a la cabeza y todavía estoy realmente
hambrienta. Miro a Tom mientras corre por la cancha.

—Vayamos a la tirolesa2 —dice Natalie de repente, poniéndome de pie. Yo rio


y la sigo.

Todavía estamos tonteando diez minutos más tarde cuando el partido de


fútbol termina. Noto a Tom mirar hacia nosotros mientras Natalie arrastra la
polea por la línea y me la entrega. Me subo y me lanzo por el cable, chillando
con risa mientras me sacudo en el aire en el otro extremo. Miro hacia Tom y él
todavía está de pie en el césped, observándome con diversión.

—¿Quieres un turno? —exclamo, animada por el alcohol mientras me bajo del


aparato.

Él le dice algo a uno de sus amigos y se pasea hacia nosotros. Para cuando nos
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alcanza, estoy de nuevo en la plataforma de madera y Natalie está levantando
una ceja hacia mí. Sonrío sardónicamente y rezo por no sonrojarme.

—¿Ganaste? —le pregunto a Tom, mientras se sube a la plataforma y me saca


la polea.

—Por supuesto —contesta él. Está algo sudoroso después del partido, pero
aun así muy lindo—. ¿Estás segura de que esta cosa es segura? —pregunta.

—¿A quién le importa? Vive peligrosamente, ¿verdad?

Él me sonríe y mi corazón aletea. Luego se lanza.

—¡Woooooooo! —grita, mientras algunos de sus amigos gritan y aplauden.

—Te gusta Tom Ryder —canturrea Natalie en mi oído. Yo miro los músculos
en sus brazos mientras él se aferra a la polea.

—¿A quién no? —contesto sin perder un instante. Es el chico más apuesto de
la escuela.

2 Tirolesa: consiste de una polea suspendida por cables montados en un declive o inclinación.
Se diseñan para que sean impulsados por gravedad y deslizarse desde la parte superior hasta el
fondo mediante un cable, usualmente cables de acero inoxidable.
Pronto todos los chicos del partido de fútbol quieren participar y se forma
una fila, pero de repente me siento enferma y algo mareada. Cautelosamente me
bajo de la plataforma.

—Tú eras la siguiente —me dice Tom, sacándole la polea a uno de sus
amigos—. Ellos pueden esperar.

—No, no, está bien. —Le hago un gesto con la mano para que se vaya.

—¿Estás bien? —me pregunta con el ceño fruncido.

—Estoy bien —contesto, subiendo un poco por la cuesta con césped junto a la
tirolesa y sentándome. Él me sigue y se para ahí, mirándome.

—No luces muy bien.

De hecho, me siento enferma. Por favor vete, pienso.

—Estaré bien —digo en voz alta. Demasiado alcohol, muy poca comida,
demasiada excitación. Me llevo la cabeza a las manos e intento no vomitar.

—¡Jessie!

Levanto la vista para ver a Aaron y a Dougie haciendo gestos salvajes con las
manos mientras cruzan el césped a grandes pasos. Señalan al estacionamiento
detrás de mí, pero no puedo ver sobre el montículo en el que estoy sentada. Tom
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mira más allá de mí. Antes de que él pueda decir nada, uno de los chicos
esperando en la tirolesa grita.

—¿Qué hace el Sr. Taylor aquí?

Me pongo de pie en un instante y lo veo cerrando con fuerza la puerta de su


pequeño auto familiar blanco. El Sr. Taylor. Nuestro profesor de Matemática.

También conocido como Stuart, mi padrastro.

Mierda, mierda, mierda.

—Mejor me voy —murmuro, levantándome y alejándome sin mirar atrás.


Oigo risas y bromas en la distancia detrás de mí, y miro hacia arriba una vez
para ver que los rasgos de Stu están fijos en una dura línea.

Todavía estoy peleando contra la urgencia de vomitar cuando me siento en el


auto, una urgencia que se apodera de mí en el momento en que Stuart conduce
con furia controlada fuera del estacionamiento.

—¡Detente! —jadeo, abriendo la puerta con fuerza a tiempo para vomitar en


la acera.
Él no dice una palabra, pero no necesita hacerlo. El aire está espero con su
decepción.

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Capítulo 2
Traducido por Vanehz y flochi

Corregido por Nony_mo

A
la mañana siguiente me levanto con un palpitante dolor de cabeza. La
luz se derrama por debajo de las cortinas y lentamente me levanto y
salgo de la cama, abriendo las cortinas para revelar un hermoso cielo
azul, las nubes de ayer sin verse por ninguna parte. Era hora de que tuviéramos
algo de sol. Probablemente me sentiría feliz si las náuseas no ocuparan tanto
lugar en mi estómago. Un golpe en mi puerta me hace saltar.

—Arriba, Jessie, o llegarás tarde a la escuela.

Por su tono, es claro que Stuart no me ha perdonado.

—Estoy levantada —respondo.

—Estate abajo para el desayuno en diez minutos —dice él firmemente.

No respondo.
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—¡Jessie! —estalla.

—¡De acuerdo! —exclamo petulantemente.

Mi estómago se agita. Lo último que quiero es comida, pero es lo único que


probablemente me hará sentir mejor.

Hoy no tengo tiempo para lavarme el cabello, así que tomo una rápida ducha
y lo arreglo en una trenza desordenada, luego me pongo el uniforme de la
escuela, un vestido a cuadros verde y blanco el cual llega un poco más arriba de
la rodilla de lo que debería estar. Aun así odio ponérmelo. Al menos las
vacaciones de verano serán pronto, así que podré vestirme como quiera.

Mi estómago se retuerce de nuevo, pero esta vez la sensación no es inducida


por la resaca. He estado temiendo las vacaciones de verano. Al menos la escuela
me mantiene la mente ocupada. He alineado un par de turnos extra en la tienda
de ropa donde trabajo, pero eso realmente no va a ser lo mejor. Íbamos a ir a
España; Mamá, Stu y yo. Mamá había estado hablando sobre reservarlo la
semana antes de morir. Yo me había estado quejando porque no quería irme de
vacaciones sólo con Stu y ella, y ella había dicho que quizás también podíamos
pensar en invitar a Libby.
Un nudo se forma en mi garganta y trago rápidamente. No quiero llorar, no
ahora.

Bajo penosamente la escalera hacia la cocina. Puedo ver a Stuart parado


sobre el tostador, pero por un momento me detengo en el corredor e imagino
que es Mamá. Si entrecierro los ojos y miro a través del resquicio borroso, casi
podría ser ella, esperando a que mi tostada saliera.

—¿Mantequilla de Maní o Marmite3? —preguntaría ella. Abro los ojos,


desintegrando la fantasía, y entro a la habitación.

—¿Te gustaría tostada o cereal? —pregunta Stuart, sin mirarme.

Obviamente, aún está realmente enojado.

—Um, tostada, por favor —replico cautelosamente.

Ésta sale de un salto y él la pone en un plato.

—Yo puedo untarle mantequilla —digo, esperando aplacarlo. Abruptamente


me entrega el plato, luego se vuelve hacia la tostadora, poniendo otras dos
piezas de pan para él. Nerviosamente voy a pararme junto a él en la encimera. Él
lanza la mantequilla en mi dirección.

Solo mido un metro sesenta y siete, y soy pequeña, y él me supera en altura 12


por alrededor de quince centímetros. Las camisetas de manga corta que elige
vestir sólo parecen resaltar su figura desgarbada. Tiene cabello oscuro y
desarreglado, y lleva gafas con bordes de carey negro. Yo creo que él luce como
un completo geek, pero aparentemente algunas de las chicas de la escuela creen
que él es atractivo. Geek chic, supongo.

—¿En qué demonios estabas pensando? —estalla repentinamente,


haciéndome dar un salto y apretar la mano contra el pecho.

—¡Por qué no me matas de un susto!

—He tenido suficiente de esto, Jessie. —Me mira, moviendo el cuchillo para
mantequilla en su mano—. ¡Cómo te atreves a escaparte por tu ventana anoche
sin decirme dónde ibas!

—Stu. Baja. El. Cuchillo —digo lentamente, tratando de mantener el rostro


serio. Pero él me mira como si me odiara, y la urgencia de reír se desvanece—. Si
estás harto de mí, ¿por qué simplemente no me echas? No es como si fuera tuya
—escupo—. ¡Al menos Mamá nunca me mintió sobre eso antes de irse y hacer
que la mataran!

La furia cae de su rostro y es reemplazada con remordimiento.

3Marmite: pasta comestible para untar elaborada exclusivamente con extracto de levadura
obtenida como subproducto del proceso de elaboración de la cerveza.
—Oye —comienza a decir, pero no le doy tiempo a terminar, girando sobre
mis talones y tomando mi bolso del piso de la cocina mientras salgo
precipitadamente por la puerta.

—¡Jessie! —grita tras de mí, pero ya me he ido.

Eso fue un poco estúpido, pienso mientras lanzo mi mochila sobre el hombro
y salgo de la pequeña calle cerrada y me alejo de la casa de la década del 70
donde vivimos. Ahora voy a tener que caminar, y la escuela está
condenadamente a kilómetros de distancia.

Tengo que pasar por la casa Libby en mi camino, y me aseguro de estar al


otro lado de la calle para que haya menos oportunidad de que ella me vea.
Mantengo la mirada fija en el camino, pero el instinto se apodera de mí y no
puedo evitar lanzar una mirada a su casa. La gran casa independiente 4 de Libby
es hermosa comparada con nuestra pequeña casa adosada en mal estado. A su
mamá le gusta la jardinería y se nota, los setos pulcramente podados, las flores
estallando de color en sus macetas. El BMW gris de su papá brilla a la luz del sol
en el camino de entrada. Echo un vistazo a través de la ventana de la cocina y
puedo ver a Libby con su melena color jengibre sentada con su espalda hacia mí
en la mesa de la cocina, flanqueada por sus hermanos de cabellera de similar
color jengibre. Repentinamente, su mamá aparece en la ventana y su rostro se
enciende al verme. Rápidamente aparto la mirada antes de que ella tenga la 13
oportunidad de saludarme.

Mi corazón late con fuerza a medida que mis pasos se aceleran, la boca de mi
estómago enferma de tristeza y pesar. La mamá de Libby siempre solía hacerme
sentir como parte de su familia. Pero ahora Libby y yo no tenemos nada en
común. Me pregunto si alguna vez realmente lo tuvimos. Sólo mira su casa, mira
el auto de su padre, mira la pequeña y feliz reunión alrededor de la mesa de la
cocina. No soy parte de su familia. No soy parte de la familia de nadie.

El problema con tener un padrastro que trabaja en mi escuela es que sólo


puedo evitarlo por un determinado tiempo. Lo logro hasta después del primer
recreo, pero luego él me acorrala en el corredor fuera de Física.

—Bueno, al menos tuviste la cortesía de aparecer en la escuela —dice.

Pongo los ojos en blanco.

—No desaparezcas a la hora de estar en casa. Necesitamos hablar.

—De acuerdo, pero voy a salir esta noche —le informo.

4N. de T.: se refiere a una casa separada de las vecinas, a diferencia de la de Jessie, que está
pegada (adosada) a las contiguas.
—Has salido demasiadas noches recientemente… no irás a ninguna parte —
replica él severamente, dándome una dura mirada mientras se aleja por el
corredor hacia su siguiente salón de clase.

Eso lo veremos.

Giro para entrar en mi clase de Física y veo a Tom y a uno de sus compañeros
del equipo de fútbol, Chris, viniendo en mi dirección. Rápidamente bajo la
cabeza. Me pregunto si me vieron vomitar en el estacionamiento anoche. Cuán
condenadamente embarazoso.

—¡Hola, Jessie! —exclama Tom. Vacilo fuera del salón de clases, mirando
hacia atrás para verlo sonriéndome descaradamente. Él hace un gesto con la
cabeza hacia la espalda que se aleja de Stu—. ¿Estás en problemas?

Me encojo de hombros.

—Quizás.

Él me alcanza y Chris se va, levantando una ceja hacia Tom mientras se


retira. Me pregunto qué se supone que significa eso.

—¿Te castigó? —pregunta Tom, llevando mi atención de regreso a él.

—Deja que lo intente. 14


—¿Así que todavía vendrás a la fiesta esta noche?

—Por supuesto. —¿Él quiere que yo vaya?

—Genial. Te veo luego —dice con otra sonrisa, luego corre para alcanzar a su
amigo.

Me doy cuenta de que tengo mariposas en mi estómago y quiero molestarme


conmigo misma, pero no lo estoy. ¿Acaso le gusto a Tom Ryder, el chico más
apuesto de la escuela? Giro y choco directamente con Libby.

—¡Oof! —jadea cuando el golpe le quita el aliento.

—Mira por dónde vas —estallo, empujándola al pasar y entrando al salón.

Sus ojos avellana se arrugan con dolor e inmediatamente me siento culpable.


Odio que ella me haga sentir así. También odiaba como a veces me hacía sentir a
cuando Mamá estaba viva, siempre poniéndose de su lado cuando discutíamos y
nunca del mío. Diciéndome que no debería buscar tantas peleas, que debía estar
agradecida de que mi mamá fuera tan genial. Ahora, Libby me recuerda cómo di
cosas por sentado, y no quiero recordarlo. Otra razón por la que he estado
intentando mantenerme alejada de ella.
Saco la silla con un fuerte chirrido y me dejo caer sobre ella, preparándome
para la miseria que es mi clase de Física. Por el rabillo de mi ojo, veo a Libby ir
calmadamente a tomar asiento junto a Amanda Blackthorn. Amanda le sonríe
brillantemente y Libby le devuelve una sonrisa temblorosa. La amiga más
cercana de Amanda, María, se mudó recientemente al norte, así que el puesto de
MAPS5 está disponible. Apuesto que Libby la toma. Amanda vive a la vuelta de
la esquina de Libby y su vida es igual de perfecta. Son mucho más adecuadas
mutuamente de lo que Libby y yo alguna vez lo fuimos. Diría que no me
importa, pero la verdad es que estaría mintiendo.

Después de la escuela, espero junto al Fiat blanco de Stuart en el


estacionamiento del personal. Lo veo doblar la esquina con una mirada sombría
en su rostro, y se muestra momentáneamente sorprendido de verme allí de pie.
Supongo que esperaba que huyera. Lo haré, muy pronto. Primero le infundiré
una falsa sensación de seguridad…

Dios, ¿cuándo me volví semejante perra?

Cuando Mamá falló en aparecer en mi fiesta de cumpleaños, en ese momento.

El dolor hace que mi corazón duela y en cambio intento endurecerlo en acero.


Me alejo del auto y fulmino a Stu con la mirada mientras se aproxima.

—Tómate tu tiempo, quieres —digo. 15


—Entra al auto —contesta él, destrabándolo.

A regañadientes hago lo que dice.

—¿Cómo estuvo tu día? —pregunta.

—¿Qué, así que ahora vamos a tener una charla sin importancia?

—Bien —dice él abruptamente—. Olvida la conversación. En vez de eso, ¿por


qué no me dices cuándo vas a dejar de hacerte daño así?

Resoplo.

—No seas ridículo.

Él se vuelve para mirarme fijamente.

—Sabes, nadie puede hacerte tanto daño como tú misma.

—¿Estás bromeando? ¡Un asesino serial podría arrancarme el corazón! —


Elevo la voz—. Literalmente, quiero decir —agrego, porque a veces siento que la
muerte de mamá me lo arrancó metafóricamente—. Podría ser violada o

5 MAPS: Mejor Amiga Para Siempre, Best Friend Forever en inglés.


asesinada o… o… —Golpeada por un vidrio que cae de una ventana floja de un
cuarto piso rumbo a recoger un pastel de cumpleaños…

De repente me encuentro conteniendo los sollozos y quiero salir del auto y


correr, correr y correr lejos de aquí, pero la mano de Stuart se encuentra en mi
brazo. Puedo ver lástima en sus ojos y quiero sacármelo de encima, pero no
tengo la energía, así que me siento allí y en cambio lloro lo que queda de mi
corazón destrozado.

—Jessie… está bien. Yo también la extraño —dice Stuart con suavidad—.


Estoy aquí para ti —agrega.

¿Por cuánto tiempo?, pienso. ¿Por qué él debería cuidarme ahora? No me


debe nada. Solo estaba ahí por mi mamá.

Eso no es cierto, dice una vocecita en mi cabeza, pero la sofoco. Porque él no


es mi papa, tanto como mi mamá intentara decirme que era tan bueno como
uno. Nunca lo he llamado “papi”. Es sólo Stu.

Me paso el brazo por la nariz con brusquedad y limpio las lágrimas de mis
ojos, sorbiendo la nariz con ímpetu. Miro con fijeza por la ventanilla.

—¿Vamos a ir a casa o qué? Si alguien me ve sentada con mi profesor de


Matemáticas, nunca superaré la vergüenza. 16
Stu arranca el motor, pero antes de arrancar dice.

—Puedes seguir apartándome, pero no voy a dejar que te vayas. Sólo para que
lo sepas.

Lágrimas calientes pican en mis ojos mientras salimos fuera del


estacionamiento.

Stuart y yo nos asentamos en una incómoda tregua esa noche. Él es lo


bastante inteligente para no obligarme a comer en la mesa de la cocina con él y
forzar una conversación educada. En cambio llevamos nuestros tazones de
spaghetti a la boloñesa a la sala y nos sentamos a comer frente al televisor. Él
apenas alza una ceja cuando dejo caer un rojo spaghetti sobre la alfombra.
Incluso me deja mirar uno de mis reality shows basura, lo cual no es lo suyo.
Quiero decir que me siento razonablemente contenta, excepto que en la parte
trasera de mi mente soy consciente de que esta noche voy a ir a la fiesta de
Natalie y Mike, aunque eso comience la Tercera Guerra Mundial. Me pregunto
si puedo persuadir a Stu de coincidir en sus propios términos. Que yo haya un
ataque antes podría haber suavizado su corazón un poco.

—Gracias por la cena —digo amablemente.

—De nada —contesta él, dándome una mirada cautelosa.


—Stu…

—No vas a salir.

—Stu, por favor —digo, poniendo en silencio el televisor.

—No, Jessie —dice con firmeza.

—¿Por qué no? —Intento mantener la calma. Él se mostrará menos inclinado


a acceder si me pongo a despotricar.

—Porque has estado quemando la vela por ambos extremos durante mucho
tiempo. Te podría venir bien una noche en casa. Natalie y ese nuevo grupo con
el que estás pasando el tiempo son una mala influencia.

—No, no lo son —resoplo.

—Estoy preocupado por ti —agrega él.

—No necesitas estar preocupa…

—¿No? —interrumpe con una mirada dura.

—No. No tienes. —Me miro las manos, estudiando mi esmalte saltado.

—Solo tienes quince años, Jessie. —Señala lo obvio—. Soy responsable de ti, y 17
puede que no te guste, pero tengo que asegurarme de que estés segura.

—¡Estaré segura!

—¿Qué, saliendo a beber y fumar y sabe Dios qué más?

—Sólo es una fiesta en la casa de mi amiga. —Me esfuerzo tanto por no


levantar la voz. Eso no me llevará a ninguna parte—. Sé que he sido difícil
últimamente, pero no es de extrañar… —Un nudo se forma en mi garganta, el
cual es muy útil dado que no tengo que actuar—. Podría venirme bien un poco
de alegría.

—Entonces miraremos una película, comeremos helado.

—¡Oh, por Dios santo, Stu! ¡No soy una niña! —digo agriamente.

Su ceño se frunce.

—Tendré cuidado. No beberé. —Mucho, agrego silenciosamente—. Incluso


puedes llevarme y traerme.

—Oh, bueno, muchas gracias —dice él con sarcasmo—. Qué afortunado soy,
pasando mi noche siendo tu chofer.

—Por favor. —Un intento más para convencerlo y luego me voy a rendir e iré
de todas formas.
Él toma el control remoto, le quita el silencio al TV y fulmina la pantalla con
la mirada.

—Por favor —repito.

No responde, así que voy a tomar eso como un sí.

—Gracias —digo en voz baja, poniéndome de pie y plantando en su mejilla un


beso que de tan raro debería estar en un museo. Corro hacia arriba para
prepararme y por suerte, él no me detiene.

18
Capítulo 3
Traducido por Simoriah y Jessy

Corregido por Nony_mo

―R
ecuerda, nada de fumar ni de beber ―dice Stu con firmeza
desde el asiento del conductor. Estamos en casa de Natalie,
pero le he pedido que se detenga un poco más lejos.

―Lo prometo ―respondo y estiro la mano hacia la manija de la puerta.

―Llámame. Vendré a buscarte a las once treinta como muy tarde. Confío en
ti, Jessie. Por favor no me decepciones.

Maldición, ahora va y me hace sentir culpable.

―De acuerdo, de acuerdo ―digo poniendo los ojos en blanco mientras bajo al
pavimento. Me vuelvo para mirarlo―. Gracias por el aventón. ―Me obligo a
sonreír, pero no puedo ignorar la expresión dudosa en su rostro mientras cierro
la puerta. 19
Camino rápidamente antes de que él pueda cambiar de opinión, los tacones
de mis botas hasta el tobillo resonando contra el pavimento mientras camino.
Llevo mis shorts color caramelo que hacen que mis piernas luzcan realmente
bronceadas y un top color crema con detalles de encaje en las largas mangas. Mi
cabello rubio está suelto y secado de forma desordenada. Llevo maquillaje
oscuro en los ojos y lápiz de labio rosa pálido. Más vale que Tom aprecie el
esfuerzo que he hecho.

La fiesta ya ha comenzado por el sonido del bajo vibrando a través de las


paredes mientras camino por el sendero hacia la casa de Natalie. Espero que los
vecinos no estén en casa. Sus padres son bastante relajados, parte de la razón
por la que ella me gusta. No se quedan ahí como un mal olor ni intentan ser
maternales contigo para intentar hacerte sentir que todo va a estar bien. Al
contrario que los padres de Libby. No me sorprendería si di he hecho hubieran
dado permiso para hacer esta fiesta, aunque se sabe que los vecinos se han
quejado en el pasado por los niveles de ruido. Aguafiestas.

Toco el timbre y un minuto más tarde Natalie abre la puerta, un cigarrillo en


una mano, una lata de sidra en la otra. Me alivia que Stu se haya ido en la
dirección opuesta.

―¡Jessie! ―chilla, arrastrándome hacia adentro y cerrando la puerta de un


golpe detrás de mí. Se ha recogido el cabello en un nudo desordenado con unos
pocos mechones cayendo sueltos alrededor del rostro. Viste un top negro
transparente con shorts negros y zapatos de plataforma.

―¡Wow! ―dice, notando mis shorts―. ¡Luces genial! ―grita sobre la música.

―Tú también ―le grito de regreso.

―¡Creí que estabas castigada!

―Stu cambió de opinión. Pero hubiera venido de todos modos. Él no puede


evitar que yo haga lo que quiera.

―Lo lamento, yo debería conocerte mejor. ―Ella ríe y me guía a través de la


cocina. Echo un vistazo a la sala al pasar, y puedo ver unos pocos cuerpos
holgazaneando en los sofás mientras un chico con auriculares está junto a las
mesas de DJ instaladas en la esquina. Saludo a Mike, el hermano de Natalie, con
la mano y él me devuelve el saludo perezosamente. No hay señales de Tom.

―¿Ya llegó mucha gente? ―pregunto.

―No, pero sólo son las ocho ―contesta ella.

Instantáneamente me pongo nerviosa. ¿Qué tal si él no viene?

―¿Qué quieres beber? ―pregunta. 20


Me vendría realmente bien algo que me relaje. La sidra o el vodka
usualmente sirven, pero luego una imagen del rostro de Stu aparece en mi
mente. Sí prometí…

―¿Sidra? ―me tienta ella.

―Solo beberé una Coca Cola ―digo con decisión.

Ella ríe y me pasa una lata de sidra del refrigerador.

―Hablo en serio ―le digo con una sonrisa, devolviéndole la lata―. Mi hígado
necesita una noche libre.

Ella me da una mirada extrañada y sirve algo de Coca Cola en un vaso. Luego
toma una botella de vodka y en broma lo inclina sobre mi trago.

―Quizás más tarde. ―Pesco mi vaso antes de que ella pueda aderezarlo.

―Vayamos afuera ―dice, poniendo la botella en la encimera y guiándome


hacia las puertas corredizas que llevan al jardín―. He estado diciéndoles a todos
que no pueden fumar adentro, sin embargo aquí estoy yo. ―Ella cruza el umbral
y lanza la ceniza a un arbusto.
Dougie y Em están sentados a la mesa, sus rostros iluminados sólo por las
velas en contenedores de vidrio multicolores en el centro. Intercambiamos
saludos y me siento junto a ellos.

Todavía me sorprende lo relajada que me siento en compañía de este


montón, considerando que son mucho más grandes que yo. Solía verlos en la
escuela, a Dougie y a Em también, antes de que fueran a la preparatoria, pero no
le hablaba a ninguno. Libby siempre les tuvo un poco de miedo, pero yo no les
temía.

De una extraña manera, la razón por la que comenzamos a pasar juntos el


tiempo fue debido a Libby. Alrededor de un año atrás, la mamá de Libby la sacó
de la escuela para una cita con el dentista y ella me dijo que había visto que
Natalie y Aaron se habían escapado de la escuela y fumaban. Dijo que Natalie la
asustaba. Pensé que quizás ella reaccionaba de forma exagerada hasta que al día
siguiente en la escuela, Natalie golpeó el hombro de Libby en el corredor. Luego
se había vuelto y había apuntado dos dedos a sus ojos y luego a Libby, como
diciendo “te estoy observando”. La expresión en el rostro de Libby… ella estaba
aterrorizada. Yo estaba tan furiosa por ella que corrí detrás de Natalie.

―¿A qué demonios juegas? ¡Si ella fuera a delatarte, ya lo habría hecho!

Entonces la Sra. Rakeman salió al corredor y todos nos separamos.


21
Ese fin de semana fuimos a la fiesta de cumpleaños de unos de nuestros
amigos; todo el año estaba invitado. Sus padres eran bastante ricos, así que
armaron una gran fiesta en el club de rugby, y también vino un montón de gente
del año superior. Libby no estaba muy interesada en ir, quería quedarse en casa
y tener una noche de chicas en su lugar, pero yo la convencí. En retrospectiva, ya
habíamos comenzado a querer cosas diferentes. Sólo que yo no pude verlo en
ese momento. Creí que ella también crecería, que seguiría la misma dirección
que yo. Pero nunca lo hizo.

Como sea, Natalie y otros estaba en esta fiesta, y Libby se volvió loca cuando
los vio, pensando que Natalie iba a atacarla. Le dije que la protegería y que no se
preocupara, pero más tarde, cuando fuimos juntas al baño, Natalie salió de un
cubículo. Todavía estaba frente al espejo maquillándose cuando yo misma salí
del baño. La ignoré y me apliqué un poco de lápiz labial y luego sentí sus ojos
sobre mí en el espejo.

―¿Qué? ―estallé, fulminándola con la mirada.

―Me gusta ese color en ti ―dijo ella, para mi sorpresa.

―Usa un poco si quieres. ―Le ofrecí el lápiz labial a regañadientes.


―Gracias. ―Ella lo tomó, se aplicó un poco y me lo devolvió justo cuando
Libby salía del baño luciendo estúpidamente pálida y preocupada. Pero Natalie
no le dio otro vistazo al salir.

Más tarde, la vi en el bar.

―¿Tienes cigarrillos? ―me preguntó.

―Nah, no fumo.

―Pruébalo. Podría gustarte ―dijo con una sonrisa traviesa.

Yo simplemente me encogí de hombros.

Después de eso, ella fue más amistosa conmigo en el colegio, sonriéndome a


veces si nos cruzábamos en el pasillo. Entonces un día la vi entregando lo que
lucían como pequeños panfletos, y al pasar, me dio uno. Era una invitación para
una fiesta de Halloween en su casa. Se corrió el rumor de que los padres de
Natalie estaban fuera de la ciudad y Libby no quiso ir, pero la arrastré conmigo.

Ella fue miserable esa noche. La gente allí estaba un año o dos sobre nosotras,
y muchos de ellos fumaban y bebían. Libby sólo quería irse a casa, pero yo lo
estaba pasando bien. Era diferente a la norma. Estos chicos eran geniales, la
música era buena, y yo estaba orgullosa del hecho de que nosotras –bueno, yo–
hubiera sido invitada. 22
Libby necesita el baño y no quería cruzar la casa sola buscándolo, así que fui
con ella, aunque creía que estaba siendo ridícula. Vi a Natalie y le pregunté
dónde estaba.

―Arriba ―contestó―. Oye, me gustan tus cuernos ―dijo, haciéndome


retroceder con una sonrisa. Yo llevaba brillantes cuernos rojos de diablo y un
vestido negro.

Libby subió las escaleras, echándome miradas nerviosas sobre el hombro.

―Te alcanzaré ―exclamé tras ella, volviéndome hacia Natalie―. Me gusta tu


tatuaje ―dije, asintiendo hacia su brazo. Era uno falso de una araña―. ¿Dolió?
―Mantuve la expresión seria.

―No es real ―se burló ella.

―En serio, Sherlock ―contesté con una sonrisa.

Ella rió.

―Me atrapaste. Sí quiero hacerme uno, sin embargo ―dijo con ligereza―.
Mis padres son relajados, pero no tan relajados… Oye, ven y conoce algunas
personas ―dijo de repente.
Me sentí mal por abandonar a Libby, pero ella estaba siendo tan pegajosa esa
noche y Natalie parecía bien. Me llevó afuera y me presentó a Em y a Dougie,
luego encendió un cigarrillo.

―¿Quieres uno?

Me encogí de hombros y dije seguro, pero me hizo toser y eso los hizo reír.

―Ten un trago ―dijo Natalie, pasándome un vaso de lo que creí era Coca
Cola. Coca Cola y vodka, resultó ser. Me hizo sentir un poco mareada. Libby
salió poco después y lució tensa al verme sentada a la mesa, riendo y bromeando
con todos ellos.

―Mi mamá está en camino ―dijo secamente.

―¿La llamaste? ―pregunté con incredulidad, poniendo los ojos en blanco con
desagrado cuando ella asintió―. ¡Por el amor de Dios, Libby!

Las cosas estuvieron tensas entre nosotras por un tiempo después de eso,
pero eventualmente parecimos superarlo. Y luego Mamá murió y todo se fue a la
mierda.

Todavía me sorprende lo rápido que mi enojo dominó mi tristeza. Al


principio me retiré dentro de mí misma. Nadie podía reconfortarme; yo era
huérfana y nunca me había sentido más sola. Y luego me recuperé. Ya había
23
perdido un montón de escuela después de la muerte de Mamá, pero comencé a
saltarme clases, aunque Stu había decidido que yo estaba lista para regresar. Un
día, me crucé con Natalie y Aaron en el parque y mis pies simplemente me
llevaron hacia ellos. Fue increíblemente fácil igualarles el paso. No hacían
preguntas sobre Mamá. No querían conversaciones de corazón ni darse
palmadas en la espalda por estar ahí para la pobrecita Jessie. No como Libby.
Todo lo que ella quería era preguntarme cómo estaba, abrazarme y hacerme
llorar. No quería su simpatía todo el tiempo. Ella me deprimía continuamente,
recordándome todo lo que había perdido y que había dado por sentado.

Pero Natalie y los otros no lo hacían. Eran divertidos, fáciles, ligeros de


corazón. Eran brillantes y nuevos, me apartaban de mí misma y de mi dolor por
un tiempo. Todavía me apartan de eso.

El timbre suena, sacándome de mis pensamientos. Con resignación, Natalie


me entrega su cigarrillo.

―Sostén esto por mí, Jess.

Ella irá y volverá abriendo la puerta toda la noche. Mike no va a levantarse de


su silla tipo sofá. Ella regresa al interior y miro su cigarrillo e impulsivamente
doy una rápida pitada. Inmediatamente me hace desear beber. Maldición,
beberé un par. Stu lo superará. Además, ahora he roto una promesa, ¿qué
sentido tiene mantener la otra? Regreso a la cocina y tomo el vodka. Estoy
sirviéndome un poco en mi vaso cuando Natalie regresa.

―¡Sabía que cederías! ―exclama.

Miro más allá de ella para ver a Tom y a Chris en el corredor. Debían haber
sido ellos los que tocaron la puerta.

―Hola, Jessie ―dice Tom, nuestros ojos encontrándose.

―Hola. ―Le entregó el cigarrillo a Natalie y tomo un trago de mi bebida. La


calidez que fluye a través de mi cuerpo bien podría ser inducida por el alcohol,
pero tengo la sensación de que la presencia de Tom contribuye en gran manera.

Dos horas después lo estoy pasando tan bien. Estamos en la sala, el volumen
de la música ha sido subido al máximo y muchos de nosotros estamos bailando.
Creo que Tom se fue afuera, pero he resistido seguirlo como un cachorro de ojos
ansiosos. No hemos hablado mucho. Debe haber cincuenta o sesenta personas
en la casa; algunas están al lado en la habitación de la TV donde Natalie está
programando SingStar en la PlayStation de Mike. He bebido lo suficiente para
permitirme ser arrastrada ahí adentro para “actuar”, lo cual es bueno ya que eso
es exactamente lo que Natalie elige hacerme hacer minutos más tarde.

―¡Vamos, vas a cantar! ―grita, sacándome de la habitación y llevándome a la


siguiente.
24
―¿Te enfrentarás a mí? ―pregunto con una sonrisa.

―Demonios, no. No soy tan estúpida. ¿Quién quiere competir con Jessie? ―le
grita a la habitación llena de gente, sosteniendo mi mano en el aire como si
fuera algún tipo de campeona. Un par de tipos gritan unos borrachos “¡sí!”, así
que ella pone de pie al chico más cercano, un chico de preparatoria de aspecto
desarreglado que creo sale con una de las amigas de Natalie.

―¿Qué canción? ―pregunta Natalie.

—Él puede elegir —digo amablemente, señalando con la cabeza a mi


oponente. No puedo recordar su nombre, pero no me importa, porque estoy a
punto de patearle el culo. El alcohol le hace maravillas a mi confianza.

—Algo de rock o indie —le dice él a Natalie mientras ella navega por el menú.

Perfecto.

—¡“I Believe In A Thing Called Love”! —grita, señalando a The Darkness.


Entrecierro los ojos hacia él. Interesante elección…

Un minuto después toda la habitación está animando y riendo y la mitad de


ellos están cantando a coro. Esto es condenadamente divertidísimo. No logro
alcanzar la puntuación más alta porque es una canción difícil, pero aun así
recibo el Superstar mientras él solo logra Wannabe. Debo haber bebido más de
lo que creo para estar disfrutando tanto. Normalmente nunca canto en público,
y vaya, Tom acaba de entrar a la habitación. Bien, definitivamente estoy
borracha, porque sigo aquí de pie.

Intento no mirarlo mientras mi siguiente competidor elige Celebrity Skin de


Hole. La canción comienza e intento ser una digna rival de Courtney Love.
Puedo decir por la expresión un poco asombrada de Natalie que la estoy
rompiendo… en el buen sentido. Naturalmente, gano otra vez y arriesgo un
vistazo sobre mi hombro para ver a Tom apoyado contra la pared con los brazos
cruzados. Lleva unos jeans negros y una camiseta gris claro, y se ve más sexy
que nunca. Me sonríe y levanta una ceja.

Un grupo de chicas entre risas empujan a una de sus amigas hacia adelante
para cantar a continuación y aparto el cabello de mi rostro y me preparo para
tomar a mi próxima víctima, pero entonces ella elige “Never Tear Us Apart” de
INXS y el suelo se siente como si estuviera alejándose de mí. No esa canción.
Cualquiera cosa menos esa canción.

La última vez que la oí fue en el funeral de mi mamá. Era una de sus


favoritas…

Natalie me mira, todavía sonriendo. Ella no sabe lo que esta canción significa
25
para mí. No éramos amigas cuando Mamá murió; ella no asistió al funeral, ni
siquiera sabía cómo lucía mi mamá. Ése es el propósito. Natalie en una nueva
amiga, parte de mi futuro, no de mi pasado. No como Libby.

Ella adoraba a mi mamá, casi siempre la defendía cuando me hacía enojar.


Libby solía decir que mi mamá era como yo. Ella vivía por su música y era joven
de corazón, un espíritu libre que una vez había sido rockera. Podría haber sido
mi amiga. Pero yo no quería una amiga. Quería una mamá. Como la de Libby.
Alguien que cocinara comidas agradables, hiciera jardinería, usara ropa
apropiada para su edad y que no intentara descargar mi música en su maldita
computadora todo el tiempo.

Fui tan mala con Mamá al respecto, y ahora ella se ha ido y nunca podré
decirle que lo siento. Que la amaba. Que la extraño.

Mi garganta se cierra y no hay forma de que vaya a ser capaz de cantar esta
canción. Así que salgo corriendo de la habitación antes de que lleguemos a la
letra acerca de vivir durante mil años.

Mi mamá ni siquiera vivió para ver cuarenta.

Corro afuera hacia el jardín. Hay un asiento en la parte posterior y necesito


un poco de tiempo y espacio para recomponerme. Me vuelvo para sentarme y
me sacudo de sorpresa cuando veo que Tom me ha seguido.
—¿Estás bien? —me pregunta con preocupación, mientras me desplomo en el
asiento y me seco las lágrimas que corren por mis mejillas.

—Estaré bien —murmuro mientras él se agacha en el suelo directamente


frente a mí. Su rostro está cerca del mío.

—¿Qué sucede? —sus ojos marrones lucen incluso más oscuros en la tenue
luz.

—Esa canción. —Sorbo por la nariz—. Me recuerda a mi mamá.

No sé por qué acabo de decirle eso, como si fuera fácil. Nunca hablo de Mamá
con nadie en estos días.

Él traga con fuerza y su nuez sube y baja. Se pone de pie y por un momento
pienso que va a dejarme, que esto es demasiado, pero en su lugar, se sienta
junta a mí.

—Está bien llorar. Sé que no es lo mismo, pero cuando mi papá se fue debo
haber llorado todos los días durante seis meses. Quizás más —dice.

—No sabía que tu papá se había ido —respondo con voz temblorosa,
sorprendida.

Él inclina su barbilla hacia mi dirección, pero no encuentra mi mirada. 26


—Nos abandonó hace poco más de un año.

—¿Adónde se fue? —pregunto.

—A Estados Unidos. Con una mujer con la que había estado teniendo una
aventura por tres años. —Él suena amargo.

—Dios —digo—. ¿Y no lo has visto desde entonces?

ÉL baja la mirada a sus manos.

—No he querido. Mi mamá estaba devastada.

—Pero tú obviamente sí quieres verlo —le digo suavemente, mi mente


sintiéndose milagrosamente clara considerando la copiosa cantidad de vodka
que he consumido.

Tom sacude la cabeza.

—No podría.

Tengo la sensación de que podría, pero que siente que no puede, por lealtad a
su mamá. En todo caso, eso hace que me guste más.

—Lo siento tanto.


—¡JESS! —llama Natalie desde la casa—. ¿Estás ahí?

—Sí —grito de vuelta con poca energía.

Ella se apresura por el sendero del jardín y luego se detiene en seco cuando
me ve a Tom.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Estoy bien —contesto. Luego, para mi consternación, Tom se levanta.

—Las dejaré solas —dice él.

Casi dejo escapar un “¡no te vayas!”, pero Natalie toma su lugar y mi corazón
se contrae mientras lo veo avanzar a grandes zancadas hacia la casa.

—¿Qué están diciendo todos? —le pregunto con desanimo mientras él entra a
la casa.

—Oh, no te preocupes por ellos. Sólo creen que saliste corriendo a vomitar.

—Genial. —Obviamente estoy siendo sarcástica.

—¿Fue así?

—¡No! —exclamo—. Solo tuve un mal recuerdo. —No quiero entrar en 27


detalles.

—¿Sobre tu mamá? —pregunta ella con incomodidad.

—Sí. Pero no me hables de ello o podría llorar de nuevo —le advierto.

—Es bien. —Parece aliviada. Aquí hay incluso más pruebas de que a ella no le
gustan las charlas de corazón a corazón.

—¿Qué dijo Tom? —pregunta curiosamente.

—No mucho.

—Lo siento, no habría interrumpido si hubiera sabido que estabas aquí afuera
con él —se disculpa.

—No seas tonta —descarto.

Ella me da un codazo.

—¿Quieres otro trago?

—No, creo que será mejor que me modere.

—¿Preocupada por el Sr. Taylor? —bromea ella.

—Un poco —admito sinceramente.


—¿Un cigarrillo, entonces? —ofrece—. No me quedan, pero puedo robarle
uno a alguien si quieres.

Sonrío.

—No, está bien.

—Eres una cantante condenadamente increíble —dice de repente, con una


sonrisa, ofreciendo su mano para que la choque—. Deberíamos formar una
banda.

—¿Oh, sí? —Sonrío, devolviéndole el gesto a medias—. ¿Y qué vas a tocar?

—No lo sé. Solo golpearé una batería en el fondo.

—Suena como si tuviéramos un single Número Uno justo ahí —digo


secamente.

—Me pregunto si Tom toca la guitarra —medita ella, antes de darme un


codazo nuevamente—. Le gustas tanto.

—Volvamos adentro —respondo con una sonrisa.

De regreso en la cocina busco algunos refrigerios

—No puedo ir a casa borracha —le digo a Natalie, quien comienza a sacar 28
papas fritas y galletas de los armarios—. De hecho, ¿qué hora es? —Stu dijo que
vendría por mí a las once y media a más tardar. Miro alrededor en busca de un
reloj porque mi teléfono está en mi bolso en el dormitorio de Natalie. El
microondas dice 12:33.

—¡Mierda! —exclamo—. ¿Ese reloj está bien?

—Nah. —Ella le resta importancia—. Siempre está mal.

—¿Qué hay de ese? —Apunto a la pantalla digital del horno, que dice 10:45.

—No, ese también necesita un reajuste.

—Maldita sea —murmuro en broma, saliendo a grandes pasos de la


habitación hacia el pasillo. Iré a buscar mi celular. Probablemente debería
enviarle un mensaje a Stu, de todas maneras. Me vuelvo para subir las escaleras
al trote, pero me detengo de repente cuando veo a dos personas acurrucadas en
el cuarto escalón. Ellos levantan la vista y mi estómago cae. Son Tom e Isla: su
ex.

—Lo siento —digo, mientras Tom se inclina hacia Isla para darme espacio
para pasar. Pensé que habían terminado, pero aquí están, luciendo bastante
íntimos.
Siento nauseas cuando entro a la habitación de Natalie y busco mi teléfono.
Hay tres llamadas perdidas de Stu. ¡Maldición! Son las 11.25pm. He estado
bebiendo, he estado fumando, pero si le envío un mensaje ahora, al menos no
me odiará por fallarle también con lo del límite de tiempo. Tipeo un mensaje.
Lo siento. Lista ahora.

Él me contesta de inmediato para decir que viene en camino. Meto el teléfono


de vuelta en mi bolso y lo cuelgo sobre mi hombro antes de prepararme para
regresar abajo. Tom y Isla todavía están sentados en el escalón, hablando en voz
baja.

—Disculpen —digo mientras comienzo a bajar, con mi corazón latiendo más


fuerte en mi pecho. Una vez más, Tom se hace a un lado para mí.

—¿Te vas? —pregunta él, espiando mi bolso.

—Sí, tengo que irme.

No miro a Isla, pero puedo sentir la tensión entre ellos. Apuesto que intenta
recuperarlo, ¿y porque él no habría de ser persuadido? Ella es popular,
inteligente y hermosa. Yo debo parecer un desastre a su lado. Si yo fuera Tom,
tampoco estaría interesado en la chica loca que llora en las fiestas.
Mordiéndome el labio para evitar que tiemble, voy a despedirme de Natalie. La
encuentro en el jardín, fumando con algunos de los otros. 29
—Me voy —le digo en voz baja, inclinándome para darle un abrazo.

—¿No puede ser? ¿En serio? —Ella se aleja con sorpresa.

—Sí, Stu está en camino.

—¿No puedes quedarte un rato más?

—No, se volverá loco si lo hago esperar.

—De acuerdo. —Luce decepcionada—. Llámame mañana.

—Lo haré. —Me dirijo de regreso a la casa y hacia la puerta principal,


resueltamente evitando mirar hacia las escaleras mientras salgo por la puerta.

—Has estado fumando —dice Stuart en el momento en que subo al auto—. Y


bebiendo. Apestas —añade airadamente.

—Estoy aquí, ¿no? —respondo.

—¡Santo Dios, Jessie! —espeta él—. ¿Cuándo va a parar esto?

—Por favor, Stu —digo con cansancio—. He tenido una noche difícil.
—¡Me importa un bledo! —Él levanta la voz—. Me lo prometiste. Me has
decepcionado. ¡Sigues decepcionándome! ¿Cómo puedo alguna vez confiar en ti
cuando te comportas así?

—Por favor —digo en voz baja, mis ojos llenándose de lágrimas. No tengo la
energía. Ver a Tom con Isla me dolió mucho más de lo que creí que lo haría. En
el jardín parecía haber algo entre nosotros, pero supongo que estaba
equivocada.

—Eres el colmo, ¿lo sabes? —Él se aleja de la acera, y ni siquiera me molesto


en secarme las lágrimas en el camino a casa. Él probablemente piense que lloro
para llamar la atención, pero esta vez se equivoca. Desearía no haber salido esta
noche. No necesito más dolor en mi vida.

30
Capítulo 4
Traducido por Simoriah y flochi

Corregido por Jane

—A
lgunos de nosotros iremos a Henley esta tarde —me dice
Natalie al día siguiente, cuando respondo una llamada suya
en mi descanso del almuerzo.

Estoy en el trabajo y me está volviendo loca estar adentro en un día tan


hermoso. Puedo ver el cielo azul sobre el atrio en el medio del centro comercial,
pero las luces fluorescentes debajo succionan la luz natural del aire, algo que
nunca deja de deprimirme.

—No lo sé —respondo insegura. Stuart todavía estaba de mal humor esta


mañana, incluso después de una disculpa apropiada y sincera.

—Vamos, podemos ir después del trabajo. Somos muchos.

—¿Quiénes? —No puedo evitar preguntar. 31


—Todos. Aaron, Dougie, Em, Mike y un grupo de sus amigos. —Vacila—. No
sé Tom.

Respiro hondo e intento no permitir que me oiga suspirar.

—¿Lo viste anoche con Isla? —Hago la pregunta que ha estado


atormentándome.

—Los vi hablando, sí —responde con incomodidad, y la humillación me


atraviesa. Debe ser tan obvio cuánto me gusta. Desearía que no fuera así—. Sin
embargo, no creo que haya sucedido nada —agrega, intentando calmarme.

—Como sea —digo, y ella no responde, lo cual hace que me retuerza aún más.

—Oh, ven, por favor —intenta de nuevo—. Incluso si Tom no está ahí, todavía
será divertido.

Maldición.

—De acuerdo, ¿por qué no?

Me reúno con los demás en la estación después del trabajo y espero hasta
estar en el tren para enviarle un mensaje de texto a Stu. Usualmente regreso
caminando a casa del trabajo porque no vivimos lejos del centro de
Maidenhead, así que estará esperando que regrese alrededor de esa hora. Él me
llama tan pronto como recibe el mensaje, pero presiono desviar.

—Va a volverse loco —le digo a Natalie, que está sentada junto a mí. Los otros
charlan ruidosamente y juguetean en los asientos alrededor de nosotras. Ella
pone los ojos en blanco. Sus padres son tan relajados que no comprende por qué
Stu es sobreprotector. Intento no demostrar lo preocupada estoy—. Oh, bueno,
ahora está hecho.

Mi teléfono suena para hacerme saber que ha entrado un mensaje. Con


inquietud, miro. Trae su trasero de vuelta aquí ahora mismo.

—¿Qué dice? —pregunta Natalie, así que le muestro—. Oops —comenta.

—Me matará, sabes —reflexiono, relativamente calmada, mientras estudio la


pieza vieja de goma de mascar que ha sido aplastada contra la parte trasera del
asiento frente a mí.

¡Ping! Lo digo en serio.

Me muerdo el labio. Natalie toma mi teléfono para leer el mensaje de Stu.

—¿Qué vas a decir? —pregunta.

Me encojo de hombros mientras miro por la ventanilla un campo lleno de 32


flores amarillas de aceite de colza.

—Ya estoy en el tren, ¿qué puedo hacer?

—Mejor se lo dices —sugiere ella.

Así que lo hago.

¡Ping! ¡Entonces toma el siguiente de regreso a casa!

Suspiro y tipeo una respuesta. Sabes que no voy a hacer eso.

Espero su respuesta por al menos medio minuto. ¡Ésta es la gota que


rebosa el vaso!

Incomodidad se apodera de mí. Me pregunto si finalmente lo he presionado


demasiado. ¿Qué va a hacer? ¿Echarme?

Le escribo de vuelta, Lo lamento. En serio.

Y él responde, Demasiado poco, demasiado tarde.

—Mierda —digo en voz alta, cautelosamente mostrándole a Natalie nuestro


último intercambio—. Oh, bueno. —Intento sonar ligera—. Ya está hecho. Mejor
disfruto mis últimas horas de libertad antes de que él me encierre para siempre.
Un poco de mi mala sensación milagrosamente desaparece cuando llegamos
a la orilla del río para ver a Tom, rodeado de algunos de sus amigos. Ninguna
chica, noto con alivio. Evito sus ojos en una forma que dice que no él no podría
importarme menos mientras vagamos por el parque hacia el río. Es una
hermosa tarde y el aroma de césped recién cortado, agua de río y perejil de
monte llena el aire.

—Huele a verano —le digo a Natalie.

—Huele a fiebre de heno —contesta ella, seguida por una fuerte aspiración
para probar su punto. Estamos riendo cuando llegamos al grupo.

—Hola —dice Tom, apoyándose en sus codos y sonriéndome—. ¿Has venido


directo del trabajo? —pregunta, frustrando mis intenciones de ignorarlo.

—Sí. —Me encuentro sentándome más cerca de él de lo que tenía intención.


Viste jeans hoy y una camiseta naranja desgastada con gráficos estilo surf en el
frente. Su cabello castaño ha sido peinado hasta apartarlo del rostro y sus largas
piernas están estiradas frente a él, cruzadas en los tobillos.

—¿Todavía trabajas en esa tienda de ropa? —pregunta. ¿Cómo supo eso? Oh,
cierto. Vino una vez con Isla. Genial.

—Sí —contesto brevemente, tomando el cigarrillo que Em acaba de


ofrecerme—. Salud —le digo, tomando prestados sus fósforos y encendiéndolo
33
obstinadamente. Sé que no debería, que será una forma más de decepcionar a
Stu, pero me siento angustiada y esto me sacará un poco los nervios.

Tom se vuelve hacia sus amigos. Mi corazón está en mi boca. ¿Por qué tiene
que gustarme tanto?

Alguien ha traído parlantes portátiles y Natalie enchufa si iPod. “Giving Into


It” de Johnny Jefferson comienza a sonar.

—Eso es un poco viejo, ¿verdad, Nat? —dice Chris.

—Me gusta —contesta ella a la defensiva.

—Sabes que Johnny Jefferson solía vivir por aquí —dice Em, soplando humo
de sus labios fuertemente delineados—. Pero ahora regresó a LA.

—¿En serio? —pregunta Natalie con el ceño fruncido—. Pensé que vivía en la
colina cerca de la vieja casa de George Harrison.

—Sí —le dice Em—. Su familia y él se fueron hace poco.

—¿Qué eres, algún tipo de loca acosadora de Johnny Jefferson? —la provoca
Dougie—. Es un poco viejo, ¿verdad?
—Aun así lo haría —dice ella con ligereza—. De todos modos, sólo tiene
treinta y seis años —agrega y todos reímos porque ella conoce su edad exacta. Se
pone un poco roja—. De acuerdo, sí, en cierto modo sé todo lo que hay que saber
sobre él —confiesa.

—¿Tú eres la razón por la que él huyó del país? —pregunta Tom
descaradamente.

—Debería haber sido su razón para quedarse —responde ella


melodramáticamente, apartándose el largo cabello del rostro.

Todos reímos y Tom atrapa mi mirada y levanta las cejas. Quizás sí le gusto…
Sólo desearía saber cómo son las cosas entre Isla y él.

Más tarde, mucho más tarde, entramos a tropezones a la estación de trenes


como un grupo y hacemos nuestro camino de regreso a Maidenhead. Lo he
pasado tan bien esta noche, pero sé que voy a pagar por ello en el minuto en que
llegue a casa, y la idea es aleccionadora.

Tom aparece sobre el asiento frente a mí, pasando los bronceados brazos
alrededor del asiento.

—¿Te espera un problema con tu padrastro? —pregunta, sus ojos marrones


arrugándose en las esquinas. No puedo ver su boca detrás del asiento, pero creo
que está sonriendo.
34
—Probablemente —contesto, intentando no romper el contacto visual a la vez
que el tren comienza a bajar la velocidad en su acercamiento a la estación.

—¿Vas a tomar un taxi? —Natalie desvía mi atención.

—Nah, caminaré —digo, descartándola.

—Caminaré contigo —dice Tom.

Mi estómago está revuelto mientras nos despedimos de los otros y


caminamos junto al camino de circunvalación alejándonos de la estación.

—Realmente quiero ver Two Things —dice, mirando el complejo de cine


Odeon al otro lado de la carretera.

—¡Yo también! —exclamo—. Adoro a Joseph Strike. —Él es muy sexy… uno
de mis actores favoritos.

—Bueno, yo en cierta forma quiero verla por todas las explosiones y cosas por
el estilo, no por Joseph Strike, pero quizá deberíamos ir —dice casualmente, y el
enjambre de mariposas que se había estado desplegando en mi estómago
comienza a ponerse frenético.
—Seguro —contesto tan despreocupadamente como puedo. ¿Quiere decir que
iremos en una cita o sólo como amigos con varios otros? No preguntar por Isla
me está matando. Pero sería tan vergonzoso si él me dijera que regresaron.
Creerá que yo pensé que me había invitado a salir cuando claramente no era así.

No decimos nada por un rato. Camino con los brazos cruzados sobre el pecho
para mantenerme tibia porque sólo visto un ligero vestido amarillo de verano.
No traje la chaqueta de jeans que normalmente uso con este atuendo porque no
esperaba salir esta noche.

—¿Dónde vives? —le pregunto para romper el silencio.

Él mueve la cabeza sobre su hombro izquierdo.

—Cerca del pub Pond House.

—¡Eso está lejísimos! —exclamo—. Podrías haber compartido un taxi con


Natalie y Mike.

Él se encoge de hombros.

—No me molesta caminar.

—A mí tampoco. Cualquier cosa para retrasar lo inevitable —digo con


nerviosismo—. Él va a volverse loco. 35
—No puedo imaginar al Sr. Taylor volviéndose loco con nadie.

Arrugo la nariz.

—De acuerdo, él no se vuelve realmente loco. Sólo me hace sentir muy


culpable. Hace que la vida sea más insoportable aún.

Pasan unos buenos veinte segundos antes de que él diga suavemente.

—Lamento lo de tu mamá.

—Gracias —contesto en voz baja.

—¿Qué hay de tu papá? Me refiero a tu verdadero papá —pregunta luego de


un momento.

—¿Qué hay de él? —contesto.

—No tienes que decirme, pero, ¿lo ves alguna vez?

—Ni siquiera sé quién es, mucho menos dónde está. Mi mamá nunca me lo
dijo.

Él inhala entre los dientes.


—Eso es duro. Estoy enojado con mi papá, pero al menos sé dónde está si
realmente lo necesito. ¿Crees que el Sr. Taylor sepa quién es tu papá?

Frunzo el ceño.

—Lo dudo. ¿Por qué lo sabría? —Por otra parte, Mamá conoció a Stu cuando
eran adolescentes. Salieron por un tiempo y rompieron. Tenía dieciocho cuando
quedó embarazada de mí, pero Stu y ella no se juntaron de nuevo hasta dos años
después—. Quizá le pregunte.

Él me echa un vistazo.

—¿Realmente quieres saber?

—Completamente —digo resueltamente—. No saber ha sido lo más difícil a lo


que me he tenido que enfrentar. Bueno, ya sabes, hasta que Mamá…

Mi voz se desvanece. Obviamente esto palidece en comparación a la muerte


de Mamá.

Doblamos en la rotonda y comenzamos a subir la colina. Creo que es el final


de esa conversación en particular, pero entonces Tom dice.

—Quizá tu mamá no te dijo quién era él por una razón. ¿Qué tal si está en la
cárcel o… peor? 36
Pienso en eso. Mamá claramente no quería que supiera nada sobre mi papá;
tiene que haber una razón para eso. Pero incluso si él lleva una mala vida,
necesito comprender de dónde provengo.

—¿Qué podría ser peor que la cárcel? —respondo.

—No lo sé. —Él luce incómodo.

—Supongo que podría estar muerto —reflexiono en voz alta, y luego una
sensación sombría se apodera de mí. Me detengo en el puente y pongo las
manos en la pared, mirando fijamente hacia abajo las líneas de ferrocarril. Tom
se detiene a mi lado.

—Lo siento —dice con suavidad—. No sé por qué lo dije.

—Sin embargo, tienes razón. —Me vuelvo hacia él para mirarlo a los ojos, los
cuales están llenos de compasión—. ¿Qué tal si él está muerto? Siempre pensé
que él estaba ahí afuera en alguna parte pero, ¿si no es así?

—El Sr. Taylor está bien, ¿no? —dice Tom inquieto, enganchando sus
pulgares en los bolsillos de sus jeans—. Quiero decir, sé que no es tu verdadero
papá pero, ¿no has vivido con él durante años?
—Desde que tenía ocho. —Vacilo—. A veces creo que él debe odiarme —digo
en una voz tan baja, que no estoy segura de que Tom me haya oído.

—Por supuesto que no —dice él—. ¿Por qué pensarías eso?

Un tren pasa haciendo mucho ruido por debajo de nosotros y lo observo


pasar antes de volver a hablar.

—Lo he conocido toda mi vida, pero incluso cuando era pequeña sentía que
había algo extraño en la manera en la que a veces me miraba.

—¿A qué te refieres? —pregunta Tom inquieto.

—No lo sé. Era como si estuviera resentido conmigo.

—Oh. Quizá estaba triste que tu madre te tuviera con otro tipo en vez de él.

—Stu no puede tener hijos —revelo, mirándolo de costado.

—Bueno, eso definitivamente tiene sentido, entonces. Probablemente le


recuerdas lo que no pudo tener.

—Apuesto a que desea que yo nunca hubiera existido —susurro, apartando la


mirada otra vez.

Siento la mano de Tom en mi espalda y me pongo tensa, sintiéndome 37


increíblemente vulnerable. Por lo general no bajo la guardia de esta manera.
Luego de un momento, él deja caer la mano y se para junto a mí, mirando hacia
abajo hacia las vías del tren. Todavía puedo sentir la calidez de su cuerpo junto a
mí, pero desearía que él hubiera dejado la mano dónde estaba.

Suspiro. Ambos hablamos a la vez, pero yo sólo oigo mis palabras.

—Creo que sería mejor que vaya a casa. —Él asiente bruscamente y comienza
a caminar, y yo podría patearme a mí misma porque quiero oír lo que él iba a
decir.

Lo añadiré a la lista de otras cosas que probablemente nunca sabré.

—Vivo justo allí —digo mientras salimos de la carretera principal hacia la


derecha. Me detengo en la entrada de mi calle cerrada—. No tienes que
acompañarme a la puerta. —Estoy medio pensando que podría entrar por la
parte posterior: por el cobertizo y por la ventana de mi habitación, una ruta que
tomo cuando quiero evitar a Stu.

—Está bien —dice, mirando más allá de mí. Probablemente no iba a


acompañarme hasta la puerta de todos modos—. ¿Cuál es la tuya? —pregunta.

Echo un vistazo hacia atrás y me siento avergonzada cuando señalo a la


pequeña casa que llamo hogar, con su revestimiento de madera marrón oscuro y
descuidado jardín. El césped no ha sido cortado en meses. Casi seis meses, para
ser exacta. Un recuerdo regresa de mamá sacando frenéticamente la pequeña
cortadora de césped fuera del cobertizo la tarde de la fiesta de mi cumpleaños.

—No molestes —la había regañado.

—¡Es un desastre! —exclamó ella, su largo cabello oscuro atado en una


desprolija cola de caballo y barro manchando sus pantalones y mejilla
izquierda—. No quiero que todos los padres de tus amigos dejen a sus hijos y
piensen que vivimos en un basurero.

—¿Por qué no, cuando es cierto? —dije sarcásticamente, entonces me fui y me


puse a escuchar música en mi habitación, subiendo el sonido para ahogar el
ruido de ella cortando el césped maniáticamente. Estuvo incluso más apurada
por ir a buscar mi pastel después de eso.

¿Por qué no me ofrecí a ayudar? ¿Por qué siempre fui una mocosa tan
malcriada? ¿Y por qué Stu nunca cortaba el maldito césped? Pero él se
encontraba visitando a sus padres ese día en Bristol, así que no puedo ni
siquiera culparlo. No, sólo puedo culparme a mí misma.

—Nos vemos. —Me vuelvo y me alejo de Tom antes de que él pueda ver que
de nuevo estoy disgustada. Él debe pensar que ya soy un suficiente desastre
emocional tal como están las cosas. 38
Capítulo 5
Traducido por maphyc y Vanehz

Corregido por Jane

T
odas las luces de la casa parecen apagadas mientras me acerco, así que
decido arriesgarme a entrar por la puerta principal. La casa está en
silencio cuando entro. Es casi medianoche y Stu ya se debe haber ido a
la cama. Al menos no tenía que arriesgarme a clavarme una astilla por escalar la
cerca de nuevo. Siento una pequeña ráfaga de alivio, pero es reemplazada
rápidamente con temor. Aun así vamos a pelear; ésta simplemente será
retrasada, eso es todo.

Subo de puntillas a mi habitación y colapso en la cama. Natalie me ha


enviado un mensaje de texto pidiendo una actualización sobre Tom, así que
pasamos diez minutos enviándonos mensajes de ida y vuelta mientras la pongo
al tanto de todos los detalles. Después intento dormirme pensando en el chico
más sexy de la escuela, a quien puedo o no gustarle, más que en mi padrastro
decepcionado. 39
A la mañana siguiente, me tomo mi tiempo para levantarme. Puedo oír a Stu
atareado en la planta baja y me sorprende un poco que no haya venido a
derribar mi puerta; normalmente nunca me deja dormir hasta tarde.
Eventualmente decido que voy a tener que afrontar las consecuencias. Abro la
puerta tentativamente y salgo a la desteñida alfombra verde del rellano. Puedo
oír la radio en la cocina mientras bajo lentamente. Son las diez y media, así que
Stu probablemente esté tomando su taza de café de media mañana ahora.
Asomo la cabeza por la puerta de la cocina y lo veo en nuestra pequeña mesa de
cocina redonda de madera leyendo los periódicos del domingo, su cabello
todavía húmedo de la ducha. Una taza de café humea junto a él. Tan predecible.

Inclino mi barbilla desafiantemente y entro en la habitación, preparándome


para la avalancha.

—Hola —digo.

Él no responde.

—¿Hola? —digo más fuerte.

Él toma un sorbo de su bebida. El silencio es ominoso.


—¿Que, así que ahora me ignoras? —Sé que no debería presionarlo, sé que
debería ir a sentarme y darle una disculpa adecuada, pero parece que no puedo
evitar empeorar las cosas.

Él suspira.

—No tengo nada que decirte.

—Bueno, lo siento, ¿de acuerdo? Quería salir. —Sueno a la defensiva, ni lo


más mínimamente genuina.

Él pasa de página.

—De acuerdo. —Voy a la alacena y saco una taza para hacerme un café; uno
me vendría bien después de anoche. La dejo sobre la encimera con un golpe y
cierro con fuerza la puerta de la alacena mientras lo hago, sólo para enfatizar.

Mi teléfono suena. Es un mensaje de Natalie preguntándome si quiero ir a


Winter Hill con ellos. Espero que Stuart estalle cuando le pregunto si puedo ir,
pero él me dice que está bien.

—¿No te molesta? —pregunto.

—Vas a ir de todos modos, así que, ¿por qué molestarse pidiendo mi opinión?
—responde con calma. 40
Lo fulminó con la mirada y salgo por la puerta.

Dougie me recoge en su golpeado Ford Fiesta. Aaron está en el asiento


delantero y Em y Natalie están en la parte de atrás.

—¡Todavía estás viva! —bromea Natalie.

—Por poco —respondo, todavía dolida por la reacción de Stu. Tengo una clara
sensación de inquietud en la boca de mi estómago. Casi preferiría que se
enfadase conmigo a que me diese la ley del silencio.

Cuando llego a casa más tarde, me detengo por un minuto en el jardín


delantero, mirando el césped crecido y los dientes de león altos con sus mullidas
cabezas blancas. Mamá siempre me hacía pedirles un deseo. Un día, sólo para
herirla, deseé en voz alta que ella me dijera quién era mi verdadero papá. Lo dije
para herirla, y por la expresión dolorida en su rostro, sé que así fue. Ahora que
ella se ha ido, haría lo que fuera para retirar cada cosa hiriente que dije.

Meto la llave en la cerradura y entro en una casa silenciosa.

—¿Estás aquí? —llamo a Stuart en voz alta. No hay respuesta.

Lo encuentro en la sala de estar, mirando la pared.


—¿Qué estás haciendo?—exijo. Él no responde—. Por la mierda, Stu, ¿me
hablarás? —chillo.

—¡Cuida tu lenguaje! —grita él y siento una extraña oleada de alivio al por fin
obtener una reacción de su parte.

—¡Eres tan inútil! —suelto—. ¿Sabes en qué estado luce esta casa? ¿Por qué
no ayudaste más a Mamá cuando estaba viva? ¿Por qué nunca cortaste el
césped? ¡Si Mamá no hubiera tenido que correr por aquí como una loca el día de
mi fiesta, podría no haber muerto!

Sus ojos están muy abiertos, y cuando habla lo hace con sorprendido horror.

—¿Por qué eres siempre una pequeña...? —se detiene y respira hondo.

—¡Vamos! ¡Dilo! —grito, lágrimas llenando mis ojos. Mi siguiente pregunta


sale de la nada—. ¿Sabes quién es mi verdadero papá?

Su boca se cierra abruptamente.

—¿Lo sabes? —pregunto de nuevo.

Él aparta la mirada y la sangre abandona mi rostro.

—¿Lo sabes?—pregunto una vez más, esta vez con sorpresa. Rodeo la mesa de
café y me arrodillo frente a él—. Stuart? —pregunto, mi pulso todavía
41
corriendo—. Stu, ¿por favor? ¿Lo sabes?

Él no me mira a los ojos.

—Creí que cuando Mamá murió nunca sabría la verdad… Si lo sabes, tienes
que decírmelo. —Lágrimas caen silenciosamente por mis mejillas mientras lo
miro fijamente, mi última esperanza para el mayor secreto de mi mundo.

Poco a poco, sus ojos encuentran los míos y sé que la respuesta es sí, lo sabe.

—Por favor, dímelo —le ruego, mientras las lágrimas continúan cayendo sin
descanso por mi cuello, empapando el borde de mi camiseta.

Él se frota el rostro con las manos en un gesto frustrado y perdido, torciendo


sus gafas de carey. Se las quita y se pasa la mano derecha por el cabello,
estudiando las gafas en la izquierda. Espero en un silencio sin aliento. Él sacude
la cabeza.

—No lo sé, Jessie.

—Stu, por favor —digo de nuevo—. Necesito saber. Es por eso que he estado
tan… enfadada… No puedo seguir adelante, no puedo despedirme de ella. No
realmente. Estoy tan herida y molesta porque me ocultó esto. Por favor… —Hay
un bulto del tamaño de una pelota de ping-pong en mi garganta ahora—. Sólo
quiero que alguien sea honesto conmigo. No me importa si él está en la cárcel.
Lo superaré si está muerto. ¿Qué podría ser peor que eso?

Él sacude la cabeza.

—No está en la cárcel.

Mi aliento se queda atascado y me congelo, mirándolo fijamente a la cara.

—Y no está muerto —añade.

—Entonces, ¿quién es?

Él suspira.

—Tiene una familia. No sabe que existes.

—Entonces, ¿eso es todo? ¿No puedo saber quién es mi papá porque él no


sabe quién soy yo? ¿Porque yo podría alterar su pequeña familia feliz? Bueno,
¡qué pena! ¿Qué hay de mí?

—Es más complicado que eso —me dice él.

—¿Cómo podría ser más complicado que eso? —No lo entiendo. Desearía
hacerlo.
42
—Él es… famoso.

—¿Qué? —Mi ceño se frunce. Ahora estoy aún más confundida. ¿Es una
celebridad? ¿Un político?—. ¿He oído hablar de él?

Él asiente lentamente.

—Su nombre es Johnny Jefferson.

Mi mundo se sale de su eje. No porque piense que mi papá es Johnny


Jefferson, sino porque Stuart me acaba de decirme que mi padre es Johnny
Jefferson. ¿Cómo podría ser tan cruel como para burlarse de mí abiertamente?

—¿Cómo puedes? —le pregunto, mi cabeza dando vueltas. ¿Por qué Stu se
mofaría así de mí? ¿Para darme una lección por mi comportamiento?

—No te estoy mintiendo —dice con solemnidad y quiero darle una bofetada
en el rostro—. ¡No lo hago! Te estoy diciendo la verdad.

—Te odio —respondo con amargura.

—Jessie —dice él con firmeza—. Tu papá es Johnny Jefferson.

Lo miro. ¿De qué está hablando?

Stu suspira.
—Tu madre era una groupie de la primera banda de Johnny, Fence, antes de
que se volvieran famosos.

—¿Una groupie? —Sacudo la cabeza confundida. ¿Acaso las groupies no son


verdaderas zorras?

—Sí. Ella seguía a la banda a todas partes, estaba obsesionada con Johnny.

Mi rostro se sonroja.

—¿Estás hablando en serio? Si estás mintiéndome, saldré por esa puerta y


nunca me verás otra vez —juro vehementemente. Quizás eso es lo que él quiere.

—No te estoy mintiendo —responde—. Juro sobre la tumba de tu madre que


te estoy diciendo la verdad.

Me siento mareada mientras mi mundo se separa completamente de su eje y


comienza a rodar cuesta abajo, ganando velocidad mientras avanza. Caigo hacia
atrás y mi espalda golpea la pared. Me deslizo hacia el piso y lo miro con
estupefacción, él me mira desde su sillón.

—¿Lo dices en serio?

—Sí.

—Mierda.
43
Él cierra los ojos brevemente en resignación por mi lenguaje, mientras yo me
preparo para oír el cuento de buenas noches que supera a todos los cuentos de
buenas noches.

—¿Sabes que Candy, tu mamá, fue mi primer amor? Que salimos cuando
teníamos dieciséis años y luego rompimos —comienza a decir.

Asiento impacientemente, porque ya he oído esta historia antes. Estaban en


el mismo año en la escuela, y Stu había estado enamorado de ella durante años.
Unos años atrás me dijo que él creía que ella era la chica más genial que él había
conocido jamás; imagino que era una chica salvaje, mientras que él era un poco
geek. De cualquier forma, ella decidió darle una oportunidad, pero después de
un año, rompieron. Mamá quedó embarazada pronto después de eso, y Stu
estuvo ahí para ella a través de todo eso. Pero sólo fueron amigos hasta que yo
tuve alrededor de seis años, cuando se volvieron a juntar, aunque él no se mudó
con nosotras hasta dos años después. Esos detalles los conozco.

—Cuando Candy tenía diecisiete años, fue a Londres a ver a una nueva banda.
Fence. A mí no me gustaba mucho la música rock, no como a ella, así que fue
con una amiga. —Se detiene por un momento—. Estaba tan excitada cuando
regresó de ese concierto. Compró las entradas para el próximo de inmediato. Se
convirtió en una obsesión. Viajaba alrededor del país yendo a cada concierto que
podía, gastando todo su dinero en ellos. Se volvió más y más distante, y un día
rompió conmigo.

—¿Así de simple? —pregunto.

—Sí. Estaba devastado —admite—. Yo quería que al menos siguiéramos


siendo amigos, pero ella estaba tan interesada en Fence, en Johnny, que no
quería nada conmigo. Yo era demasiado nerd para asociarse conmigo. Siempre
había sabido que ella estaba fuera de mi alcance —reflexiona.

Siento una ola de compasión por él. Suena como si Mamá fuera bastante
dura.

—De cualquier forma, un día, alrededor de un año más tarde, ella sí vino a
golpear a mi puerta. Estaba en un estado tal, realmente disgustada. —Luce
confundido mientras recuerda—. Sólo un par de meses antes de eso había
parecido tan llena de confianza, incluso más de lo usual. Vino a decirme que
estaba embarazada, que el bebé era de Johnny. Le pregunté si estaba segura, y
ella dijo que no tenía dudas, que no había habido nadie más. Ella no sabía qué
hacer, si decirle o quedarse con el bebé.

¿Pensó en abortarme?

—No lo pensó por mucho tiempo —continúa Stuart precipitadamente,


dándome una sonrisa comprensiva—. Sus padres estuvieron completamente
44
desquiciados cuando lo supieron… lo cual es en parte por lo que ella vino a mí.

—¿Sabían ellos que el bebé era de Johnny?

—No. Tu mamá nunca les dijo.

—¿Por qué no?

—Las historias acerca de las mujeres de Johnny comenzaron a llegar a los


encabezados.

—Oh.

—Estaba devastada —dice él con tristeza—. No se había dado cuenta de que


era una de muchas. Creyó que ella era especial. Lo era, pero sólo para mí.

—Oh, mi Dios. —Intento permitir que todo esto se asiente—. Pero, ¿por qué
ella jamás me dijo la verdad?

—No quería perderte.

—¿A qué te refieres? ¡No me habría perdido!

—Ella creía que querrías ponerte en contacto con Johnny. Quizás elegir su
vida por encima de la de ella.
—Pero eso es una locura. ¡Yo no la hubiera abandonado!

—Intenta verlo desde su punto de vista. Mira a tu alrededor. —Se detiene, yo


también lo hago. Observo la diminuta sala con su raída alfombra y los sofás de
segunda mano con descolorido estampado floral; duele reconocer que la esquina
de la izquierda era su lugar favorito para sentarse con las rodillas levantadas y
los pies metidos debajo de ella. Miro la rayada mesa de café que ella recogió de
una tienda de caridad y que ocasionalmente se molestaba en pulir, y las cortinas
que cuelgan descentradas de sus ganchos, desde que accidentalmente me
aferrar a una de ellas para estabilizarme días antes de que ella muriera. Nunca
hemos vivido en un palacio. Nunca hemos tenido fortuna. No, al parecer, como
mi padre biológico.

—Pero él podría habernos ayudado —digo, sacudiendo la cabeza—.


Podríamos no haber tenido que vivir así.

—Ella no quería pedirle ayuda —dice él en un tono que implica que yo debería
saber esto. Y tiene razón. Mamá era obstinada. Nunca le pidió ayuda a nadie, ni
siquiera a sus padres, mis abuelos, quienes nunca tuvieron un gran rol en mi
vida. Mamá nunca los perdonó por eso, y ahora que mi abuelo está muerto y la
abuela en un hogar con demencia senil—. Sí pensó en contarte, pero cuando
fueras mayor —revela Stu.

El comentario de Em de unos días atrás destella en mi mente.


45
—Él vivió cerca por un tiempo, ¿verdad? Mi verdadero papá, a veinte minutos
conduciendo de aquí y yo nunca lo supe.

Stu asiente y se mira las manos con tristeza.

—Ella estaba hecha un desastre cuando él se mudó de vuelta.

—¿Sí?

Él asiente, y puedo ver sus ojos brillar.

—Creo que aún tenía sentimientos por él.

Tose repentinamente, casi con vergüenza. No estoy segura de que quisiera


revelar eso.

—De cualquier forma, siempre pensé que merecías saber la verdad.

—¿De verdad? —le pregunto en voz baja.

Él levanta la mirada hacia mí y asiente.

—Gracias —digo.

Él traga.
—Así que, ¿qué quieres hacer ahora?

—¿A qué te refieres? —pregunto.

—¿Quieres… quieres que lo contacte por ti?

Me siento mareada. Diez minutos atrás, no creía que alguna vez supiera
quién era mi verdadero papá. Ahora Stu se ofrece a ayudarme a contactarlo.

—¿Harías eso?

—Sí.

Una diminuta voz en mi interior, pregunta ¿quiere deshacerse de mí? Pero no


quiero saber la respuesta a esa pregunta. No ahora. Ahora mismo quiero
conocer a mi verdadero papá. Sean cuales sean las consecuencias.

46
Capítulo 6
Traducido por Jessy y Aяia

Corregido por Jane

—T
enemos las mismas manos.

Bajo la mirada a nuestros dedos extendidos,


nuestras palmas presionadas mientras yacemos
lado a lado en mi cama individual. Ella tiene razón:
sí tenemos las mismas manos. Enlaza sus dedos con
los míos y aprieta, luego se vuelve y posa un beso en mi sien.

—Me gusta está canción —dice, cuando comienza “Jump Into The Fog” de
los Wombats.

—Es cool —coincido, liberando mi mano con suavidad y dejándola


descansar sobre mi estómago. La amo un montón, pero realmente no me
siento cómoda tumbada aquí de la mano de mi mamá a mi edad.
47
—Tienes buen gusto —me dice y yo sonrío. Imagínate que mi mamá me diga
que tengo buen gusto. Por supuesto que lo tengo, maldición. Pero estoy
contenta, así que no hago un comentario sarcástico. Apoyo la cabeza contra la
de ella y puedo ver su cabello oscuro por el rabillo de mi ojo derecho, de cerca y
fuera de foco. Su cabello es largo y ondulado, y luce más largo y ondulado
junto a mis lacios mechones rubios. Ella tiene ojos color caramelo; los míos son
verdes. Somos diferentes en algunos aspectos, pero similares en muchos otros.
Yo tengo su complexión delgada y a ella le gustaría pensar que tenemos el
mismo gusto en ropa como en música. Pero mientras que yo apenas puedo
lidiar con que ella descargue mis canciones, marco el límite cuando se trata de
que ella incursione en mi armario. Ella levanta una delgada pierna en el aire y
me quedo mirando las uñas de sus pies, pintadas de rojo cereza.

—¿Es ése mi esmalte de uñas? —pregunto acusatoriamente. Ella suelta una


risita y baja el pie. Le golpeo la rodilla y levanto mi pierna y ella me imita. Es
exactamente el mismo tono.

—¡Mamá! —grazno mientras ella baja su pierna pero continua riendo. De


repente, se congela y se queda en silencio.

—¿Qué? —pregunto.

—Nada —le quita importancia—. No me gusta tanto esta canción.


—¿Qué? ¿Por qué no? —pregunto con sorpresa. Es “Locked” de Johnny
Jefferson. Debería venirle como anillo al dedo. Coreo—. “Estoy encerrado
dentro de nosotros y no puedo encontrar la llave, estaba debajo del tiesto que
robaste para mí…”

Abruptamente, ella se levanta y presiona saltar en mi iPod.

—¿Por qué hiciste eso? —La fulmino con la mirada.

—Perdón. —Me esboza una pequeña sonrisa.

—¡Eso es realmente molesto! —la reprendo, bajándome de la cama y


presionando obstinadamente el botón atrás.

—De acuerdo —dice ella con sequedad—. Mejor me pongo a hacer la cena de
todas maneras. —Sale de la habitación y yo me quedo ahí, escuchando los
acordes de la profunda y conmovedora voz de Johnny Jefferson mientras me
pregunto qué diablos fue todo eso…

Ahora entiendo por qué ella reaccionó de esa manera. Mi corazón duele
porque no puedo preguntarle por él, y tengo tantas preguntas. Tantas preguntas
que nunca serán respondidas. La extraño tanto. Me pongo de lado, sabiendo que
podría desearle a cada diente de león en el mundo, pero que ella nunca volverá a
yacer a mi lado. 48
Stuart me pide que mantenga las noticias en secreto por el momento, hasta
que él haya logrado contactar a la gente de Johnny. No me importa, de hecho.
Habrías creído que, habiendo descubierto que mi papá perdido hace mucho
tiempo es una mega estrella mundial, querría gritarlo a los cuatro vientos. Pero
me siento extrañamente privada acerca de la revelación de Stu, como si quisiera
proteger este secreto, cultivarlo, aferrarme a él mientras pueda. Además, ¿a
quién realmente podría decírselo? Libby entendería, pero ya no somos cercanas.
Siento un repentino arrepentimiento ante la pérdida de mi mejor amiga, pero
intento endurecerme; lo hecho, hecho esta. En lo que respecta a Natalie, ella
estaría emocionada, seguro, pero dudo que lo tomara muy seriamente.

Mi cabeza sigue dando vueltas. No sé cómo va a resultar esto. Quizás Johnny


no querrá tener nada que ver conmigo. Sé que voy a ser una gran grieta en la
armadura de su pequeña familia feliz. Ahora está casado y tiene dos hijos, y no
hay que ser un genio para saber que probablemente no voy a ser muy
bienvenida.

Bueno, mala suerte. No le pedí que follara a mi mamá y la dejara


embarazada. Sus acciones tienen consecuencias y él va a tener que enfrentarlas.

Siento una oleada de nervios. Ésa es la bravuconería hablando. En el fondo


me siento como una niñita asustada.
Al día siguiente, estoy en estado de aturdimiento en la escuela. Decido pasar
la hora de almuerzo en la biblioteca, para no tener que hablar con nadie. Entro y
me sorprende encontrar a Libby leyendo tranquilamente un libro en la esquina.
Casi me vuelvo y salgo otra vez, pero ella levanta la mirada y me ve.

—¡Hola! —suena sorprendida.

—Hola —respondo, a regañadientes dejando caer mi bolso en una mesa


cercana.

—¿Estás bien? —pregunta con el ceño fruncido.

Asiento bruscamente.

—¿Por qué no lo estaría?

—Normalmente no te veo aquí —contesta ella, metiendo incómodamente su


cabello detrás de sus orejas. Siempre se ve limpio y ordenado, a diferencia del
mío. Ni siquiera me molesté en cepillarlo esta mañana.

Me encojo de hombros.

—Sólo necesitaba un poco de paz y tranquilidad.

Simpatía cruza su rostro, pero baja la mirada casi antes de que pueda
registrarlo. No he recompensado su reciente empatía con nada más que
49
mezquindad, así que difícilmente puedo culparla. De la nada, la extraño,
realmente la extraño, y quiero desesperadamente confiar en ella. Libby entiende
lo mucho que me ha matado no saber quién es mi verdadero papá. Puedo
confiar en ella.

Tiro de silla y me siento, confundida por mis sentimientos.

La puerta hace un silbido al abrirse y Amanda entra.

—¡Ahí estas! —exclama.

Le echo un vistazo a Libby y veo su rostro iluminarse.

—Pensé que estabas enferma hoy —dice con una sonrisa.

—Tenía cita con el doctor —revela Amanda poniendo los ojos en blanco—. Lo
siento, intente enviarte un mensaje, pero el idiota de Kevin desenchufó mi
cargador así que mi batería estaba muerta.

No sé quién es Kevin (su hermano, su novio) pero no pregunto. Ahora soy yo


quien no pertenece y no quiero estar aquí.

—Vamos, ¿salimos a sentarnos en el césped? —insta Amanda.

—¿Salimos a sentarnos en el césped? —pregunto.


—Olvidé ponerme protector solar esta mañana —contesta Libby con los
labios entornados hacia abajo.

—Podemos sentarnos en la sombra —digo—. Bueno, tú puedes. Me sentaré


junto a ti al sol. Realmente quiero broncearme este verano.

—Desearía poder broncearme como tú —se queja Libby—. Solo terminaré


con aún más estúpidas pecas.

—Tus pecas no son estúpidas —digo con una sonrisa—. Son altamente
inteligentes. ¿Ésa no habla francés? —Hundo un dedo en su brazo.

Ella suelta una risita.

—No, estás pensando en ésta. —Pincha una peca en el otro brazo, luego
indica la que yo señale—. Ésta sabe cómo hacer algebra.

Nos reímos a carcajadas y la arrastro al exterior.

Parpadeo para contener las lágrimas ante el recuerdo, sintiendo una


inesperada punzada de pérdida.

—Vamos, Libs, está precioso afuera —dice Amanda.

—Seguro —contesta Libby. Mete el libro en su bolso. Los ojos de Amanda


revolotean hacia mí, pero no me reconoce. Apenas nos conocemos, y si Libby le
50
ha contado algo sobre mí, dudo que fuera favorable, considerando mi reciente
comportamiento.

Libby se pone de pie y me mira vacilante.

—¿Quieres… quieres venir con nosotras? —pregunta incomoda.

—No, no, está bien —le quito importancia—. No me siento tan bien. Como
dije, quería algo de tranquilidad. —Siento que necesito que darle alguna excusa.
Cualquier deseo de revelar la verdad que ha salido volando por la ventana.

—De acuerdo —dice ella, alejándose de mí y encontrando los ojos de Amanda.


Estoy segura de que se quejarán de mí en el momento en que salgan por la
puerta. No. Libby no es una perra. Ella era una buena amiga. Una mejor amiga.
Y ahora es la de Amanda.

Me aclaro la garganta e intento animarme. Luego veo las tres computadoras


contra la pared de fondo y se me ocurre una idea. Me reubico frente a uno de
ellos.

Google: Johnny Jefferson.


Surgen más de ciento cuarenta millones de resultados. El primero es de su
sitio oficial, el segundo de su club de fans oficial, pero hago clic en el tercer
enlace: Wikipedia.

Podría escribir un ensayo de cinco mil palabras utilizando toda la


información que encuentro, pero las cosas que más sobresalen incluyen lo
siguiente:

Su certificado de nacimiento dice que su nombre es Jonathan Michael


Sneeden.

Sneeden, no Jefferson.

Su padre, Brian Jefferson, abandonó a su madre, Ursula Sneeden, antes de


que Johnny naciera.

Algo que tenemos en común.

Fue criado en Newcastle por su madre.

¿Así que su madre le dio su nombre? La mía también: Pickerill.

Su madre murió de cáncer cuando él tenía trece años.

Y la mía a la edad de quince años… 51


Después de su muerte, él se fue a vivir con su padre en Londres, un viejo
músico, mujeriego serial y alcohólico en recuperación.

Suena familiar. Johnny también ha sido descrito así.

Dejó la escuela para centrarse en la música, tomó el apellido de su padre y


formó Fence en su adolescencia. Firmaron un contrato de grabación y fueron
superestrellas mundiales para cuando Johnny tenía veinte años.

Yo ya habría nacido en esa época.

A la edad de veintitrés, la banda se separó.

¿Cuántos años habría tenido yo en ese entonces? ¿Tres?

Johnny tuvo una muy publicitada crisis, perdiendo el control con la bebida
y las drogas.

¿De tal palo tal astilla?

Dos años después, regresó como artista en solitario y fue más exitoso que
nunca. Conoció a su futura esposa, Meg Stiles, cuando fue a trabajar para él
como su asistente personal.
Él tenía 30 años cuando se conocieron, lo que significa que yo tenía alrededor
de diez. Estaba consumida por la identidad de mi verdadero papá en ese tiempo.
Libby lo recordaría.

Ahora tienen dos hijos juntos: Barney, tres, y un bebé llamado Phoenix.

Tengo medios hermanos. Nunca he tenido ningún hermano. Stuart no podía.


¿Soy la única como yo ahí fuera? ¿O hay otros sobre los que no sé, sobre los que
el mundo no conoce?

Mi cabeza todavía bulle con ese pensamiento un poco más tarde, cuando abro
YouTube y veo algunos videos musicales. Me asusta ver que de hecho me
parezco a Johnny: los mismos penetrantes ojos verdes, el mismo color de
cabello. Un escalofrío recorre mi columna. ¿Qué dirán todos cuando sepan la
verdad?

Me las arreglo para evitar hablar con la gente durante casi todo el día, pero
más tarde cuando voy hacia el estacionamiento del personal, espío a Natalie con
un grupo de estudiantes del 11° año.

—¡Hola! —dice ella.

—Hola —respondo.

—Acabo de terminar mi último examen. 52


—¡Mierda! —exclamo—. ¡Por supuesto que sí! Lo siento, quería mandarte un
mensaje y desearte buena suerte. —He estado tan preocupada. Ayer, después de
Winter Hill, ella se fue a casa a repasar. No es que pensase que podías repasar
mucho para las matemáticas. “A esta altura, lo sabes o no”, fueron sus palabras.

Por el rabillo del ojo, veo a Tom y Chris saliendo del salón. Intento
concentrarme en mi amiga.

—¿Cómo estuvo? —le pregunto.

—De hecho, estuvo bien —dice ella casualmente—. Estoy aliviada de que al fin
haya terminado. ¿Vas a ir a casa de Dougie esta noche? Su fiesta de fin de
exámenes va a ser genial.

—Um, no lo creo… —Tom y Chris llegan a nuestro grupo y comienzan a


bromear con sus compañeros. Todos están emocionados después de terminar
sus exámenes.

—¿En serio? —pregunta Natalie. Le miro para ver que su cara ha caído.

—No puedo —respondo con arrepentimiento.

Ella sonríe con bondad.


—El próximo año pasará volando, Jess —dice, confundiendo mi humor. Cree
que estoy triste porque todos ellos se van y yo me quedo. Y hace un par de días,
ése habría sido mi mayor problema, lo he estado temiendo durante semanas,
pero ahora no. Ahora tengo cosas más grandes en la cabeza.

—Vamos, ven con nosotros. Ayúdame a celebrarlo.

—No, en serio. Tengo que ir a casa.

Tom me mira.

—¿Vas a ir a casa de Dougie esta noche, Jessie?

Mis mariposas levantan sus somnolientas cabezas cuando él me mira con


esperanza, pero incluso ellas están demasiado consumidas con otras cosas para
molestarse en despegar en mi estómago.

—No, no puedo —le digo, notando que Stuart ha salido por la puerta cerca de
la salón del personal. Levanto mi mano para saludarlo y él asiente en
reconocimiento.

—¿Estás castigada? —pregunta Tom.

—No, sólo tengo que irme —le digo, retrocediendo—. Nos vemos —le digo a
Natalie. Ella parece indignada, pero con suerte lo entenderá muy pronto. Tom 53
también parece decepcionado.

Troto hacia Stuart. Él levanta una ceja hacia mí por encima del capó de su
auto.

—¿Qué? —pregunto.

—Sólo estoy esperando a que preguntes si puedes salir con tus amigos —dice.

—No. —Abro la puerta del auto y me subo.

—Huh —dice él cuando aparece junto a mí y enciende el motor.

—¿Alguna noticia? —pregunto ansiosamente.

—No. —Él sacude la cabeza y luce incómodo—. Esto podría tardar un tiempo.
—Me mira—. No te hagas ilusiones.

—Pero sí contactaste a su gente, ¿verdad?

—Sí. —Asiente—. Le dejé un mensaje a su abogado. Lo intentaré otra vez


mañana si no me ha devuelto la llamada para entonces.

Pasan tres días enteros antes de que sepamos algo y para ese momento me he
mordido todas las uñas hasta quedarme en carne viva y consideraría comenzar
con las uñas de los pies si fuera así de flexible. Stuart viene a buscarme a la hora
del almuerzo. Estoy en la biblioteca de nuevo, investigando a Johnny en
internet. Estoy aquí cada vez que tengo la oportunidad. Es como una obsesión.

Me doy cuenta al instante que ha sabido algo. Sus ojos están iluminados y su
cuerpo prácticamente vibra por la emoción.

—¿Qué sucede? —pregunto, empujando mi silla hacia atrás y volviéndome


para enfrentarlo.

Él mira alrededor de la biblioteca para asegurarse de que esté desierta.

—Su abogado me llamó.

Jadeo. Él saca la silla junto a mí y se sienta.

—Dice que necesitarás hacerte una prueba de paternidad.

—Oh. —Me siento descompuesta—. Pero cualquier puede ver que me parezco
a él —digo—. ¿Les enviaste alguna foto por email?

—No lo he hecho todavía. —Él junta las puntas de sus dedos—. Pero no te
preocupes. No me sorprende que quieran hacer una prueba. Probablemente sólo
sea para que puedan estar seguros de que hablamos en serio.

—¿Qué implica? —pregunto con inquietud. 54


—Una muestra de ADN, así que uno de tus cabellos servirá. No tienes que ir a
ninguna parte para hacerlo. Nos van a enviar la prueba.

—¿Qué? —Estoy confusa—. ¿Ni siquiera tenemos que encontrarnos con


nadie?

—No. —Él aparta la mirada—. Quizás cuando la prueba salga positiva.

Creen que estamos haciéndoles perder el tiempo.

—No nos creen —digo débilmente.

Stu pone su mano en mi brazo.

—Lo harán —responde solemnemente—. Pero primero vamos tener que hacer
algunas de las cosas que nos pidan, ¿de acuerdo? —Encuentro su mirada y él me
mira firmemente—. Lo importante es que hemos hecho contacto —me asegura,
apretándome el brazo. Me alegro de que esté siendo positivo.

—De acuerdo. —Asiento, sintiéndome ligeramente mejor. En ese momento,


estoy realmente agradecida de tener a Stu en mi vida.
La prueba de paternidad viene por UPS6 al día siguiente. Cuidadosamente
seguimos las instrucciones y lo enviamos de vuelta el mismo día. Es viernes y no
quiero perder tiempo dejando que pase el fin de semana.

Tengo la intención de pasar desapercibida los próximos días, así que le he


dicho a Natalie que tengo un virus estomacal. Sólo quiero estar con Stu en este
momento. Me siento más cercana a él de lo que jamás lo he hecho. Soy
consciente de la ironía en eso, considerando mi búsqueda para su sustituto.

Esa noche, la noche después de que haya enviado la prueba, se me ocurre que
Johnny bien puede saber sobre mí a esta altura. Me pregunto si le ha dicho a su
esposa. Lo dudo. Supongo que querrá asegurarse de que estoy diciendo la
verdad antes de hacer nada. Pero si Stu conocía a Mamá tan bien como cree,
entonces Johnny tendrá que decírselo pronto.

Si Stu conocía a Mamá tan bien como cree… Esa frase tiene mucho peso. ¿Y
si Mamá mintió? ¿Y si hubo alguien más, aparte de Johnny? ¿Qué tal si Johnny
Jefferson no es mi papá, después de todo? Entonces realmente nunca sabré
quién es mi verdadero papá. La ansiedad me recorre, rápidamente seguida por
una decepción casi aplastante cuando imagino que la prueba de paternidad sale
negativa. No me he hecho a la idea de que Johnny sea mi padre, pero de repente
quiero desesperadamente que lo sea.

El jueves siguiente, Stuart me está esperando en el pasillo fuera de mi clase


55
de Literatura Inglesa.

—Llegó el resultado —dice suavemente, llevándome a un lado mientras mis


compañeros de clase salen de la clase detrás de mí—. Es positivo.

Mi corazón da un salto y me siento mareada. Libby encuentra mi mirada al


seguir a Amanda y la veo mirando dos veces. Dios sabe cómo me veo. Siento que
he visto un fantasma.

—Vamos, vámonos a casa —dice Stu, y me permito ser llevada por él,
demasiado aturdida para señalar que voy a perderme mi clase de Arte.

Me he resistido a contarle a alguien más lo que ha estado pasando, en parte


para no tener que hacerle frente a la humillación si resulta que Johnny no es mi
papá, y en parte porque he querido mantener este secreto cerca de mi corazón.
Pero ahora siento que voy a explotar.

—¿Qué sucede ahora? —pregunto cuando estamos en el auto.

—Nos ha pedido que vayamos a su oficina mañana.

—¿Quién? —Siento pánico. ¿Voy a conocer a Johnny tan pronto?

6 UPS: United Parcel Service, uno de los servicios de mensajería más grades de mundo.
—Wendel Rosgrove, el abogado de Johnny. Su oficina está en Londres.

—Pero voy a perderme la escuela…

Stu me da una mirada. Él sabe que he faltado bastante a la escuela


recientemente, ¿y ahora me preocupa perder clases? Mi rostro esboza una
sonrisa.

—Genial —digo—. Pero, ¿qué hay de ti? ¿Puedes conseguir el día libre?

Me devuelve la sonrisa.

—Diré que estoy enfermo.

Estallo en risas y levanto la mano para que me la choque. Él duda, dejándome


colgada, así que dejo caer mi mano y me encojo de hombros.

—Realmente no debería —dice, más en línea con el padrastro aguafiestas que


he llegado a conocer, y bueno, a amar, supongo—. Pero esto es importante —
añade.

Me muerdo el labio y miro por la ventana. No está equivocado.

56
Capítulo 7
Traducido por Simoriah, maphyc y flochi

Corregido por Simoriah

D
ebo ir al baño diez veces la mañana siguiente, y aun así cruzo las
piernas en el viaje a Londres. Estoy tan nerviosa, tan emocionada,
tan llena de emociones que nunca imaginé que experimentaría de
nuevo, al menos, no profundamente. Cuando Mamá murió, cualquier cosa que
no fuera el dolor se sentía sordo. Mi tristeza dominaba todo lo demás, y no creí
que alguna vez volviera a sentir felicidad pura y sin adulterar. Todavía no sé si lo
haré, pero mi intensa anticipación del presente es una bienvenida distracción
del usual dolor y la ira, eso es seguro.

Wendel Rosgrove trabaja justo al norte de la calle Oxford en un brillante


bloque de vidrio de siete pisos. Así es como luce. Hemos estacionado en un
estacionamiento cercano, sin importar el costo, y mientras caminamos hacia él,
pasando una plaza muy cuidada rodeada de altas casas, busco alrededor un
baño público para aliviar mi necesidad. 57
―Realmente no tienes que ir, sabes. Es todo psicológico ―me dice Stu,
leyéndome la mente.

―Como sea, estallo ―contesto.

―Estoy seguro de que habrá un baño en la recepción ―dice él.

Espero que tenga razón, porque llegamos. Mi reflejo aparece en la brillante


puerta de vidrio y veo que luzco tan pequeña, asustada y perdida como me
siento. Intenté tener mi mejor aspecto hoy. Me peiné el cabello y lo arreglé en
un gran y suelto nudo en la parte superior de mi cabeza. Llevo mi lindo vestido
de verano amarillo de nuevo y mi único par de ballerinas limpias, y me resistí a
ponerme demasiado maquillaje.

Pero ahora desearía haberme puesto un montón. Ahora desearía haber


dejado cabello largo y desordenado. Desearía haber llevado una gorra de lana y
mi chaqueta camuflada. Desearía no lucir como si me importara tanto como lo
hago.

Stuart empuja la puerta y me reflejo desaparece con ella. Él se hace a un lado


para permitirme entrar al vacío espacio de la recepción. Dos mujeres están
sentadas detrás de un gran escritorio hacia delante de nosotros. Una está al
teléfono. La otra levanta la mirada y sonríe.
―¿Puedo ayudarlos? ―pregunta.

Afortunadamente Stu toma el control, porque yo he perdido la voz.

―Estamos aquí para ver a Wendel Rosgrove.

―¿Nombres?

―Stuart Taylor y Jessica Pickerill.

Ella revisa un anotador frente a ella, luego asiente.

―Vayan directo al cuarto piso.

―¿Tiene un baño? ―intervengo.

―Por supuesto. Primera puerta a tu derecha. ―Señala el corredor detrás de


ella. Hago mi camino medio a los saltos, pero cuando estoy segura dentro del
cubículo, la necesidad de ir desaparece. Si así estoy para conocer a su abogado,
¿cómo estaré cuando esté cara a cara con Johnny Jefferson?

Otro escritorio, más pequeño, nos espera en el cuarto piso, pero antes de que
podamos tomar asiento como se nos indica, un hombre canoso vistiendo un
traje con delgadas líneas abre la puerta y asoma la cabeza.

―¿Sr. Taylor? ―pregunta, mirando directamente a Stu, pero su mirada azul 58


gris revolotea hacia mí.

―Encantado de conocerlo ―dice Stu con confianza, yendo hacia él con la


mano extendida. El hombre se mueve para empujar la puerta con la otra mano,
liberando la mano derecha para estrechar la de Stu.

―Wendel Rosgrove ―dice.

―Y ésta es Jessie ―dice Stu, volviéndose y señalándome.

Wendel asiente hacia mí.

―Pasen directamente. ―Empuja la puerta para abrirla y sumisamente sigo a


Stu por el umbral.

Seguimos a Wendel por un largo corredor, con puertas a nuestra izquierda y


derecha. Él abre la puerta al final y casi me ciega la luz a la vez que una vista de
Londres en su momento más soleado toma foco. Estamos dentro del bloque de
vidrio, y ésta es una vista de piso a techo de la ciudad. Directamente hacia
adelante, entre una interrupción entre los edificios, puedo ver la calle Oxford,
llena de taxis negros parachoques contra parachoques y buses rojos de doble
piso. Mamá solía llevarme allí de compras…
―¿Por qué no consigues un trabajo de sábado en TopShop7? ―dice ella
mientras revisamos los estantes―. Hay uno en el centro de Maidenhead.

―Sí, lo sé ―respondo, vagamente consciente de la ironía de que vengamos a


Londres cuando tenemos la misma tienda en casa. Pero ésta rama es la más
grande del país―. Creo que tienes que tener dieciséis años ―respondo.

―Oh, es una lástima ―dice ella―. Sin embargo, ¿podrías trabajar en otra
tienda de ropa? Serías buena con la moda.

―Sí, quizás ―digo pensativamente. Me encantaría tener trabajo y un poco


de dinero propio, pero sólo tengo quince años; bueno, los tendré la semana que
viene. Estamos aquí en un viaje de compras pre—cumpleaños para que pueda
conseguir algo que usar en mi fiesta.

―¿Qué hay de éste? ―Ella sostiene un vestido frente a mí―. El amarillo


realmente te sienta.

―¿Eso crees? ―Arrugo la nariz.

―Definitivamente. Desearía tener tu tono de piel.

Ella siempre ha sido bastante pálida.

―Supongo que debo heredarlo de mi papá, entonces ―digo con irritación y 59


ella se tensa. Otro momento arruinado por el secreto que descansa entre
nosotras.

El dolor que se apodera de mí con el recuerdo me quita el aliento. Pensé que


esto sería suficiente para sacarme a Mamá de la mente, pero estaba equivocada.
Todo en esta búsqueda de mi papá está relacionado con ella; ¿cómo podría no
estarlo?

―Tomen asiento. ―Wendel me trae de vuelta al presente mientras va detrás


de su pesado escritorio de madera oscura. Stu y yo apartamos sillas de cuero
frente a él y nos sentamos. Las sillas lucen caras. Todo aquí luce caro. Echo un
vistazo alrededor a los estantes de madera contra la pared, prolijamente
apilados con libros prístinos, y el sofá de cuero marrón a mi derecha,
acompañado por una mesa de café de vidrio negro altamente lustrado.

―¿Té? ¿Café? ―nos pregunta Wendel.

―No, gracias ―contesta Stu, y me parece que ha perdido algo de su anterior


confianza. O quizás nunca la tuvo en primero lugar. Rápidamente sacudo la
cabeza y aparto la vista.

7 TopShop: tienda de ropa y accesorios inglesa.


―¿Una bebida suave? ―pregunta, y le echo un vistazo para verlo mirándome
directamente.

―No, gracias ―respondo en voz baja.

―Bien. ―Él presiona un botón de su intercomunicador y habla en él―. Café


para mí. Nada más. ―Luego se vuelve y nos observa sobre el escritorio―.
Gracias por venir a verme ―dice en un tono sucinto sin una sonrisa,
haciéndome pensar que se siente de todas maneras menos complacido porque
estemos aquí―. ¿Vamos a los negocios?

¿Negocios?

―¿Puedo ser completamente honesto con ustedes? ―pregunta, y yo asiento,


sintiendo la impaciencia de Stu junto a mí. Ambos claramente deseamos que él
vaya al punto, cualquiera sea éste.

Hay un fuerte golpe en la puerta y una mujer entra con una bandeja. Wendel
se inclina hacia atrás en su silla mientras ella la ubica en el escritorio frente a él.
Él continúa hablando, ignorándola mientras ella sirve su café y le agrega un
toque de crema.

―No hemos tenido una situación así antes. ―¿Soy una “situación”?―. Puede
que eso los sorprenda, considerando la reputación de mi cliente. ―Así que soy la
única en mi posición.
60
La mujer se vuelve y sale por la puerta sin siquiera recibir un agradecimiento
de Wendel. Los modales del hombre son incluso peores que los míos.

―Tengo que decirles que he imaginado que este día llegaría en numerosas
ocasiones.

Siento que estoy sentada en la oficina del director. Me sorprende cuando Stu
habla.

―En ese caso, habrá tenido tiempo suficiente para pensar dónde ir a partir de
aquí ―dice, y detecto un indicio de sarcasmo en su tono.

Wendel se aclara la garganta.

―No es tan simple.

―¿Le ha contado a Johnny de mí? ―me encuentro preguntando. Sus ojos


encuentran los míos.

―Él sabe ―contesta, su tono neutral.

Mi corazón salta.

―¿Su familia sabe?


―No soy libre de discutir eso ―contesta, haciéndome encoger sobre mí
misma―. Lo que me gustaría saber de ti es, ¿qué esperas de todo esto? ―No me
pregunta si mi silencio se puede comprar. Pero sé que eso es lo que él piensa, así
que respondo su pregunta tácita.

―No se trata de dinero ―le digo firmemente―. Quiero conocer a mi


verdadero papá. Siempre he querido conocerlo, o al menos saber quién es. Pero
mi mamá murió hace casi seis meses, sin decirme quién era. Creí que nunca
sabría la verdad, pero ahora que la sé no voy a perder esta oportunidad. Así que
dígale a Johnny Jefferson que mejor le cuente a su familia sobre mí. Porque no
me voy a ir. No seré comprada. Estoy aquí. Y él me debe la cortesía de
conocerme cara a cara.

Sin darme cuenta, me he puesto de pie, mi cuerpo atacado por la tensión y la


nariz cosquilleando mientras lo miro al otro lado de la mesa. Whoa. Vuelvo a
sentarme con un ruido sordo. Luego me doy cuenta de que Wendel me observa
con algo que casi llamaría respeto, si eso no sonara tan incómodo. Quizás no
está acostumbrado a que le hablen así. Bueno, ¿cómo si a mí me importara
quien es él?

―De acuerdo. ―Asiente, el indicio de una sonrisa en sus labios―. Hablaré


con mi cliente.

¿Por qué no lo llama Johnny, como lo hacen todos los demás?


61
―Pero mientras tanto, sería sabio que mantuvieras esto en silencio. No
hables con ningún periodista.

―Como si fuera a hacerlo ―interrumpo.

―Si hubiera querido contarle a alguien, ella ya lo hubiera hecho ―me apoya
Stu.

Su fe en mí es un poco infundada, como descubro al día siguiente cuando


Natalie entra con grandes pasos a mi trabajo e insiste en que vaya a almorzar
con ella.

―¿Dónde has estado? ―demanda saber mientras nos sentamos en la


cafetería del centro comercial. Hoy llueve y ninguna de nosotras trajo paraguas
así que no nos aventuramos afuera―. ¿Realmente estuviste enferma del
estómago?

—Um...

Por la expresión de su cara, ella sabe que estoy mintiendo.

—Es verdad que no me he estado sintiendo muy bien —le digo.


—¿Qué te ha estado sucediendo?—pregunta con el ceño fruncido, sorbiendo
su malteada a través de un sorbete—. Tom me preguntó por ti anoche, sabes.

—¿En serio? —Me animo al instante. Apenas he pensado en él en casi dos


semanas; tan ocupada he estado con todo lo que está sucediendo—. ¿Qué dijo?
¿Dónde fueron?

—Ahora te sientes mejor —bromea, dándole un bocado a su sándwich—.


Algunos fuimos a casa de Aaron —revela entre bocados—. Sus padres han
transformado su garaje en una sala de juegos, así que pasamos el rato y jugamos
al billar.

—¿Qué dijo Tom? —la insto a ir al grano.

—Él solo preguntó dónde estabas. —Ella echa su cabello negro hacia atrás.

—¿Dijo algo más?

—No. Pero sí lucía algo decepcionado.

No puedo evitar sonreír mientras recojo mi propio sándwich. Pero antes de


que pueda levantarlo hasta mi boca, tengo una idea.

—¿Isla estaba ahí?

—No, no estaba, de hecho. Estoy bastante segura de que no están juntos.


62
Mi sonrisa regresa a su lugar.

—¿Quién más estaba allí? —pregunto mientras tomo un bocado. Ella me pone
al día de todos los chismes.

—Deberías haber venido —dice eventualmente, aún sonando un poco


molesta. No está acostumbrada a que le diga que no.

Bajo la mirada.

—No podía.

—¿Por qué no? ¿Qué te sucede?

No estoy segura de cuánto más puedo aguantar tanto secreto. Me muero de


ganas de soltar todo. Tomo una decisión impulsiva. Estoy segura de que Natalie
no se lo dirá a nadie.

—De acuerdo… —Me inclino hacia ella—. Me acabo de enterar de quién es mi


verdadero papá.

Ella frunce el ceño.


—Oh. Wow. —Suena un poco desilusionada, como si esperara algo mejor, y
me doy cuenta de que no tiene ni idea de cuánto he querido saber de él todos
estos años. ¿Por qué lo haría, cuando en realidad no hablamos de cosas serias?
Por alguna razón, me imagino a Libby sentada frente a mí y no puedo evitar
sentir una punzada de arrepentimiento porque ella no fue la primera persona a
la que se lo dije. No importa, la siguiente parte de mis noticias la va a volver
loca.

—Es Johnny Jefferson.

Lucho contra las ganas de reír a carcajadas al ver la expresión en su rostro.


Obviamente, ella cree que le estoy tomando el pelo.

—Buena broma —dice con una mirada irónica, regresando a su almuerzo.

—No estoy bromeando. —Sacudo la cabeza lentamente.

—Ja ja, muy gracioso —dice con sarcasmo.—¿Realmente has descubierto


quién es tu verdadero papá o también bromeabas sobre eso?

—Natalie. —Me estiro sobre la mesa y tomo su mano—. Estoy siendo


honestamente, honestamente seria. Mi mamá era una groupie de Fence cuando
era adolescente.

Ella pone los ojos en blanco y retira su mano. 63


Maldición, no va a creerme…

—¡Hablo en serio! —exclamo—. Stu me lo dijo. Le pregunté muchas veces a


mi mamá quién era y nunca me lo dijo. Luego murió. —La sonrisa cae de mi
rostro. Natalie todavía luce escéptica. No dice nada, demasiado preocupada en
no lucir como una tonta en caso de que esté tomándole el pelo. Pero yo nunca
usaría la muerte de mi mamá para provocar a alguien.

—¿Por qué tu mamá simplemente no te dijo la verdad? —pregunta con ojos


entrecerrados, conteniéndose para no mostrar ninguna emoción—. Quiero
decir, si tu papá es Johnny Jefferson —dice en voz jocosa—. Sin duda eso es una
gran noticia.

—No quería perderme, dijo Stu. Ella creía que querría ir a vivir con él, que lo
elegiría en lugar de a ella. Quiero decir, él es una mega famosa estrella de rock.
—Me encojo de hombros.

Ella sonríe con sarcasmo y apura su bebida.

—Deberías ser una actriz —dice ella cuando ha terminado.

—¡No bromeo! —digo en un fuerte susurro—. Johnny Jefferson es mi padre


biológico. He tenido que hacer una prueba de paternidad. Fui a ver a su abogado
ayer a Londres y me dijo que guardase silencio al respecto, así que es bastante
útil si no me crees porque se suponía que no tenía que decírselo a nadie.

Algo cambia en su expresión y creo que está empezando a entrar en razón.


Luego estalla en risas. Literalmente aúlla de risa, rayando en la histeria.

—¿Hablas en serio? —pregunta de nuevo. Hoy lleva pestañas postizas. Hacen


que sus ojos azules luzcan aún más grandes.

—¡Sí!—Me reclino en mi silla y le sonrío. Ella se lanza hacia adelante y toma


mi mano.

—¿Johnny Jefferson es tu papá? ¿Tu papá?

—¡Sí! ¡Shh!

—¡Santo cielo! —exclama. Me inclino hacia adelante y la golpeo en la cabeza.

—No grites, loca. No quiero que nadie nos oiga. —Pero la cafetería está llena
de gente y todos están cotorreando, así que no creo que nadie esté prestando
atención a dos adolescentes histéricas. Vuelvo a mirar a Natalie. Ella todavía
está mirándome. No estoy segura de si es con incredulidad o si sólo se tambalea
por la verdad. Espero que sea esta última porque estoy harta de intentar
convencerla.
64
—¡Qué montón de mentiras! —dice de repente con una sonrisa irónica,
tirando los restos de su almuerzo sobre la mesa y empujando la silla hacia
atrás—. Tengo que volver al trabajo. —Se pone de pie—. Sin embargo, me alegra
que te sientas mejor. —Me da una palmada en el brazo y sale de la cafetería,
sacudiendo la cabeza con desconcierto.

La miro irse con sorpresa. Todavía cree que estoy inventando esto. Una vez
más me hace pensar en Libby, y cómo las cosas podrían haber sido diferentes si
ella y yo todavía fuéramos amigas.

La lluvia se ha desvanecido por la noche, así que tomo el largo camino de


regreso a casa caminando, mis pies llevándome por un desvío a la casa de Libby.
Camino lentamente en la acera al otro lado de la calle, y echo un vistazo a su
casa. El coche de su papá está en el camino de entrada, pero no hay señales de
vida en el interior. Me siento abatida, pero luego, al igual que la última vez que
pasé por delante, su mamá aparece en la ventana de la cocina y me divisa al
instante. Pero a diferencia de la última vez, no bajo la cabeza y me alejo, por lo
que la veo agitar la mano con entusiasmo. Sonrío tímidamente y ella levanta la
palma, indicándome que espere. Ella sale rápidamente de la vista y luego la
puerta principal se abre.

—¡Jessie! —exclama, sonriendo ampliamente, su rizado cabello rojo


enmarcando su rostro redondo—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien, gracias, Marilyn —respondo con incertidumbre. Mi vida ha
cambiado mucho desde la muerte de Mamá, es como si ya no la conociese. Ella
solía ser como una segunda mamá para mí.

—Pasa y ven a verme. —Ella me hace señas y me siento en la obligación de


ir—. ¡No te he visto en tanto tiempo! —exclama cuando llego a ella, poniendo un
brazo alrededor de mí y atrayéndome para darme un apretón. Torpemente, le
devuelvo el apretón. Ella me es familiar, pero desconocida a la vez—. ¿Tienes
tiempo para una taza de té conmigo? —implora, y vacilo antes de asentir. Ella
me guía a través de la cocina. La casa luce igual que antes, pero se siente como si
una era hubiera pasado desde la última vez que estuve aquí, no sólo unos pocos
meses.

—¿Dónde está Libby? —pregunto.

—Salió con una amiga —responde Marilyn.

Apostaría mi dinero a que esa amiga es Amanda Blackthorn.

—Debería regresar pronto. Sé que le encantaría verte.

¿Por qué me siento tan pequeña y fuera de lugar? Tanto ha sucedido desde la
última vez que me sentí cómoda dentro de estas paredes. Marilyn se pone a
llenar la tetera y a ponerla sobre el fuego. Tiro de una silla de la mesa de la
cocina y tentativamente me siento. Ella regresa después de un rato con dos tazas
65
llenas de té con leche humeante y un plato de galletas.

—Espero que estos no estropeen tu apetito tan cerca de la cena. No quiero


que Stuart se enfade conmigo —dice, tomando asiento junto a mí—. ¡Pero siento
que hace tanto tiempo que no te veo! ¿Cómo estás? —Sus ojos color avellana
penetran los míos, y de repente deseo no haber venido. La simpatía me deprime
siempre, y estoy tan cansada de llorar.

—Estoy bien —respondo, soplando en mi bebida.

—¿Ansías la llegada del verano? —pregunta ella.

—¿Qué verano? —contesto secamente, indicando el clima afuera.

Ella ríe y pone los ojos en blanco.

—Muy cierto. Nos vamos a Portugal cuando la escuela termine, así que espero
que el clima sea mejor allí. —Ella se congela. ¿Recuerda que mamá quería ir a
España? Ningún tema es seguro conmigo. Quizás ella también desea que yo no
hubiera entrado—. ¿Has visto alguna buena película últimamente? —pregunta
débilmente, obviamente luchando para pensar en algo que decir.
—No he ido al cine en años —le respondo con una sonrisa, sintiendo lástima
por ella. Ésta es la razón por la que es más fácil salir con gente como Natalie; no
hay preguntas incómodas, no hay vínculos con el pasado.

Oímos una llave en la cerradura y ella se ilumina instantáneamente,


poniéndose de pie de un salto y asomando la cabeza por la esquina hacia el
corredor.

—¡Libby! —exclama—. ¡Regresaste! Jessie está aquí.

—¿Jessie? —Oigo a Libby preguntar con cautelosa incredulidad. Aparece un


momento después—. ¡Hola! —dice con sorpresa. Lleva jeans y una camiseta azul
claro que reconozco de TopShop. Luce como si hubiera perdido algo de peso. Su
mamá la llamaba gordura de infancia, para su mortificación.

—Hola —le respondo nerviosamente—. Tomé el camino largo de regreso


desde la ciudad. Tu mamá me vio por la ventana. —Siento que necesito explicar
mi presencia.

—Estaba en casa de Amanda —dice ella, llevándose el cabello detrás de las


orejas en ese gesto familiar.

—Tu mamá dijo que estabas en casa de una amiga. Pensé que podría ser
Amanda —respondo, intentando no lucir como si me molestara. 66
—¿Quieres tomar una taza de té con nosotros, Libs? —pregunta Marilyn, la
esperanza en su voz.

—Eh, de acuerdo —dice ella, tirando de una silla.

No tengo idea de qué vamos a hablar.

—¿Vas a salir esta noche? —me pregunta.

—No lo sé —contesto—. Podría unirme a Natalie. —El rostro de Libby se


desanima un poco ante la mención de Natalie—. ¿Qué hay de ti? —pregunto con
rapidez.

—Amanda y yo vamos a ver una película.

—¿En serio? —se entromete Marilyn—. Jessie estaba diciendo que no ha ido
al cine hace años. ¿Qué van a ver?

—Two Things —contesta Libby, y me siento un poco decepcionada cuando


recuerdo que Tom habló sobre ir a verla conmigo. Espero no haber perdido mi
oportunidad con él—. Ven, si quieres —me dice casualmente, e
inesperadamente, realmente quiero ir. Sólo desearía que Amanda no fuera
también.
—Gracias. Quizás. —Sigo a Marilyn con los ojos mientras deambula fuera de
la habitación. Vuelvo a mirar a Libby para verla estudiándose las uñas y
recuerdo la última vez que le hice una manicura. Estábamos teniendo noche de
chicas, la semana antes de mi predestinada fiesta de cumpleaños—. ¿Quieres
que te las pinte? —Me desconcierta oír la pregunta salir de mi boca. Libby
también luce sorprendida.

—Um, de acuerdo —dice.

Mi rostro esboza una sonrisa, y ella instantáneamente la imita.

—¿Vamos arriba? —sugiere.

Me quito las zapatillas al pie de las escaleras, y pensarías que estaban hechos
de plomo, porque me siento significativamente más ligera con cada paso que
subo las escaleras. Llegamos a la pequeña habitación de Libby en la cima del
rellano, con vistas a la calle. Sus hermanos comparten la habitación más grande
en el fondo de la casa. La habitación de Libby luce y huele igual: me complace
ver que en su mundo, al menos, no mucho parece haber cambiado.

—Todavía amas a Joseph Strike —noto, cerrando la puerta y quedando cara a


cara con un poster del actor en toda su torneada y bronceada gloria de torso
desnudo.

—Siempre —contesta, rebotando sobre la cama al sentarse. Su habitación es


67
diminuta, el suficiente espacio para una cama debajo de la ventana, un pequeño
armario a mi izquierda, cubierto con fotos de One Direction y McFly, y un
escritorio atestado a mi derecha. Ella extiende la mano y saca un bolso de
maquillaje del escritorio. Me siento en la cama junto a ella y cruzo las piernas.
Ella rebusca en el bolso y saca quitaesmalte y algunas bolitas de algodón y nos
ponemos a quitarnos nuestro esmalte.

—Te has vuelto a comer las uñas —nota ella con el ceño fruncido.

—Sí —respondo, y entonces sé que voy a decirle por qué.

—¿Qué? —pregunta con los ojos abiertos como platos, viendo la expresión en
mi rostro.

—He descubierto quién es mi verdadero papá.

—¿Qué? —Ella toma mis manos en las suyas, su reacción opuesta a la de


Natalie, la sangre abandonando su rostro porque sabe lo importante que es
esto—. ¿Cómo? ¿Quién?

—Stu me lo dijo —susurro.

—Pero pensé… no… —tartamudea.


—No, yo tampoco pensé que él lo supiera. Nunca pensé en preguntárselo.
Pero lo sabe, y no lo creerás…

—¿Por qué? ¿Qué? ¿Quién es? —Se muere por saber. Nunca he oído tantos
quién, qué, cuándos, cómo y por qué antes en mi vida.

—No me creerás —vuelvo a decir.

—Sí, te creeré. Sabes que lo haré. —Aprieta mis manos un poco más.

—No puedes decírselo a nadie —advierto.

—¡No lo haré! —exclama.

Mi rostro se desanima, porque ella probablemente va a pensar que estoy


bromeando una vez que se lo diga, y no quiero eso realmente. No con Libby.

Respiro hondo.

—Es Johnny Jefferson.

No parece saber qué decir. Creo que sigue intentando comprender. Entonces
ella aparta la mirada, dolor registrándose en su rostro. Cree que estoy
burlándome de ella y no lo encuentra gracioso. Puedo entender por qué; que yo
hiciera una broma con esto sería el mayor insulto considerando las horas que
pasamos preguntándonos sobre mi verdadero papá. Probablemente piensa que
68
Natalie me metió en esto y nos reiremos todos a sus espaldas.

—Sé que no me crees —digo en voz baja, estudiando su rostro—. Pero te lo


prometo, estoy diciendo la verdad.

Espero un largo rato a que me mire, pero no lo hace. Suspiro. Quizás debería
haberme guardado esto por un tiempo más, al menos hasta que sea anunciado
oficialmente. ¿Eso es lo que harán? ¿Anunciar al mundo que soy la hija de
Johnny Jefferson? Mi vida cambiará dramáticamente. La emoción me atraviesa
ante la idea. Sin embargo, no dejaré a mis amigos atrás, prometo en silencio. He
tratado terriblemente a Libby, pero la recuperaré de Amanda. Y Natalie
realmente ha estado allí para mí, por lo que me aseguraré de que esté bien
cuidada…

—Puedes irte, por favor.

Las palabras de Libby atraviesan mis pensamientos y me hieren como un


cuchillo.

Me la quedo mirando, pero aun así ella no me devuelve la mirada. Nunca he


visto una expresión así en su rostro. Parece… casi… enojada.

—Libby, no te estoy tomando el pelo.


—Sólo vete a la mierda, ¿de acuerdo? No sé qué te ha sucedido, Jessie, pero
no necesito que vengas aquí a burlarte de mí —espeta. Toma bruscamente el
quitaesmalte de la cama y devuelve las cosas a la bolsa de maquillaje,
poniéndola con fuerza sobre el escritorio.

Me siento enferma mientras la observo.

—Libby…

Violentamente, ella se estira y me empuja de la cama.

—¡Vete! —alza la voz a la vez que me pongo de pie a tropezones. Odio la idea
de que su madre oiga sus gritos.

—¡Libby, espera! —ruego, sorprendida—. Me conoces. Sabes que no te


mentiría sobre mi papá. —Lágrimas llenan mis ojos y frenéticamente las seco en
tanto intento convencerla—. Es demasiado importante. Podrías pensar que he
cambiado… he cambiado… pero no tanto. —La miro con desesperación y pánico,
hasta que finalmente sus ojos se elevan para encontrarse con los míos. Todavía
luce enojada, furiosa incluso, y la Jessie que Natalie conoce simplemente saldría
de la habitación y le diría que se fuera a la mierda, pero repentinamente ésa ya
no se siente como yo.

—Sé que te he estado alejando. Sé que he sido cruel contigo. Pero lo que le
sucedió a Mamá… Dios, Libby. —Me seco apresuradamente los ojos, pero las
69
lágrimas siguen cayendo—. No te mentiría sobre esto —digo con fervor—. Sabes
en tu corazón que no lo haría.

Sus ojos se entrecierran mientras me contempla, pero veo que su ira está
disminuyendo, y una pequeña chispa de esperanza se enciende en mi interior.

—¿Intentas decirme que tu papá es Johnny Jefferson? —Su voz permanece


escéptica.

Vuelvo a sentarme en la cama con cautela.

—Me he hecho una prueba de paternidad. No hay duda de ello.

—¿Cómo? —pregunta con incredulidad, bordeado con asombro.

—Mi mamá fue una de sus primeras groupies. —Mi rostro se enciende. No he
pensado mucho en cómo fui concebida, pero ahora, frente a Libby, me siento
avergonzada por esta revelación—. Creo que tuvieron algo —admito
débilmente—. Pero no conozco muchos de los detalles. Stu ha intentado
ponerme al corriente.

—¿Stu te lo contó? —Su ceño se frunce.

—Él lo supo todo el tiempo.


Y entonces lo veo: la convicción esbozándose en su rostro, seguido por una
expresión con los ojos bien abiertos de absoluta incredulidad.

—¿Johnny Jefferson es tu papá?

No puedo evitarlo: suelto una risita.

—Sí.

—Dios… ¡Oh, por Dios! —chilla.

—Por favor, no le digas a Amanda. —Espero que ella me reste importancia y


diga algo como: “claro que no”. Pero para mi consternación, no lo hace.

—Ella no le diría a nadie —dice en cambio, un poco a la defensiva.

—Sí, pero aun así no se lo dirás, ¿verdad? —pregunto apresuradamente.

—No. —Luce molesta—. Ella es realmente agradable, sabes. Estoy segura de


que podrías confiar en ella.

—Confío en ti, Libby —digo, mis ojos brillando—. Sé que Amanda es tu amiga
ahora, pero si alguna vez signifiqué algo para ti, no me traicionarás.

Ahora resopla.
70
—¿Traicionarte? Deberías darte un buen vistazo en el espejo antes de
acusarme a mí de hacer eso.

Su tono es amargo y mi boca se cierra abruptamente.

Ella suspira y luce desanimada.

—Mira, no se lo diré a Amanda. —Luego mira su reloj—. Lo siento, pero tengo


que prepararme antes de cenar, de lo contrario llegaré tarde a la película.

—Seguro —murmuro, poniéndome de pie.

—Aun así eres bienvenida de venir con nosotras… —dice con cautela.

—No. Pero gracias. Mejor regreso a casa con Stu.

Me marcho tan silenciosamente como puedo para que su mamá no pueda


preguntarme qué sucede.

No puedo evitar sentirme desanimada. He imaginado la escena donde le digo


a Libby que sé quién es mi verdadero papá tantas veces, y se suponía que nunca
marcharía de esta manera.
Capítulo 8
Traducido por Vanehz

Corregido por Simoriah

L
as reacciones de Libby y Natalie me carcomen esa noche y todo el
día siguiente. No podemos contactar con Wendel porque es domingo,
pero la primera cosa el lunes por la mañana estoy al teléfono con él
mientras Stu se para nerviosamente a mi lado.

—¿Ha hablado con Johnny? —pregunto.

—Sí —responde. Lucho para mantener la compostura.

—Necesito saber cuándo todo esto se volverá oficial.

—¿A qué te refieres exactamente con oficial? —pregunta él cuidadosamente.

—A hacerlo público. No ser capaz de decirle a nadie me está matando —digo, 71


mordiéndome el labio mientras le lanzo una mentira piadosa. Ya le he dicho a
dos personas, con diferentes resultados.

Él vacila.

—Oh. Ya veo.

Espero a que él continúe.

—Eso podría ser un problema.

—¿A qué se refiere? —pregunto con fastidio.

—Mi cliente es una persona muy privada.

—¿Qué? —pregunto con incredulidad. No parece así en los periódicos.

—Ahora —añade Wendel—. Ahora que tiene una familia propia. Es mi trabajo
minimizar el daño y he estado intentando pensar cómo todo esto puede ser
contenido.

Me ha desanimado completamente. Daño. Contenido. Estaba haciéndome


sonar como si yo fuera alguna clase de desastre natural.

—¿Te gustaría conocerlo? —pregunta Wendel.


—Sí —respondo temblorosa.

—¿Cómo te sentirías con ir a Los Ángeles?

Su pregunta hace que mi corazón lata sólo un poco más rápido.

—Eso sería bueno. —Hago el esfuerzo de sonar más en control. Stu cambia su
peso de un pie al otro junto a mí. Él no puede oír el otro lado de la
conversación—. ¿Cuándo estabas pensando? —pregunto.

—Mi cliente y su familia se van de vacaciones a fin de mes y le gustaría que


fueras antes —contesta Wendel—. ¿Cómo estás de tiempo para la siguiente
semana?

Juro que puedo oír mi corazón palpitando dentro de mi cabeza.

—La escuela no termina hasta el siguiente miércoles —le digo, consciente de


la expresión inquisitiva de Stu—. ¿Pero podría ser capaz de tomarme un par de
días libres? —Miro a Stu. Él levanta las manos, las palmas hacia arriba, en un
gesto que dice “dime qué demonios sucede”—. ¿Puede esperar un momento? —
le pregunto a Wendel.

—De acuerdo. —Viene su brusca respuesta.

Cubro el tubo con la mano. 72


—Me pregunta si puedo ir a LA a conocer a Johnny y a su familia la semana
siguiente —le digo a Stuart, incapaz de contener la súplica en mi tono de voz.

El luce sorprendido.

—Oh. Wow. —Él tira de una silla de la mesa de la cocina y se sienta,


pasándose una mano por la boca. Sus ojos caen sobre el tubo—. ¿Puedo?

A regañadientes, entrego el teléfono… y el control.

—¿Wendel? Soy Stuart.

Ahora soy yo la que oye la conversación de un solo lado, y es frustrante.

—Mmmhmm… Sí. Estoy de acuerdo… No, sí, cuanto más pronto mejor…
Imagino que a inicios de la siguiente semana, posiblemente incluso el siguiente
fin de semana… Ya veo… de acuerdo. Bien, eso sería excelente… Sí, lo apreciaría,
las cosas están un poco complicadas en este momento… No, gracias…
¿Deberíamos consultar algunos vuelos?... Oh, bien, sí, eso sería genial…
Esperaremos noticias suyas, entonces… Excelente, muchas gracias… ¿Perdón?...
Oh, sí. No, le reiteraré eso… de acuerdo, entonces. Adiós.
Él termina la llamada y no estoy segura de si debería estar furiosa o
agradecida con él por atar los cabos sueltos. Lo miro expectante. Él todavía
parece conmocionado cuando encuentra mi mirada.

—Wendel va poner a alguien a buscar tus vuelos. Dice que se encargarían de


eso. —Se aclara la garganta, avergonzado, y mi corazón va hacia él. Stu ha
ayudado a mantenerme durante años, algo por lo que ocasionalmente me he
sentido culpable—. Johnny y su familia se van de viaje a finales de julio, así que
tendrás una semana con ellos. ¿Está bien?

—Es perfecto —digo, mi rostro esbozando una sonrisa.

—Wendel me pidió otra vez que mantuvieras esto en secreto —dice Stu en
tono de advertencia—. No puedes decírselo a nadie todavía.

En cierto modo se me olvidó decirle que quizás ya podría haberlo


mencionado.

—¿Quién sabe cómo será Johnny? —añade él—. No querrás desarraigar toda
tu vida si después decides hacer las cosas de forma diferente.

No sé a qué se refiere con eso, pero estoy demasiado distraída para


preguntar. ¡Voy a ir a LA! Salto en el lugar y dejo salir un pequeño chillido.

Stu sonrió, pero guarda algo. 73


—¿Te gustaría que fuera contigo? —pregunta vacilante—. Quiero decir, sé que
no lo ofrecieron, pero podría comprar mi propio boleto.

Mi corazón se hincha con calidez por él y sí lo considero, pero necesito hacer


esto por mi cuenta.

—No, está bien —digo—. Probablemente sea mejor que haga esto sola.

Esa semana en la escuela, Amanda continúa cerca de Libby como un mal


olor. Natalie ha terminado su último examen, así que ya no está en la escuela.
Libby hace un pequeño esfuerzo por incluirme y no la rechazo como lo he hecho
en el pasado, aunque Amanda claramente no me quiere cerca. Quiero contarle a
Libby que Wendel está programando mis vuelos, pero no puedo con Amanda
allí. Libby es cuidadosa de no dejar a su nueva amiga fuera, y yo no puedo evitar
retirarme en mi interior. Las cosas no son como eran, y no estoy completamente
lista para adaptarme.

Vuelo el domingo al mediodía, llegando a Los Ángeles a las 3:30 pm del


mismo día. El vuelo dura cerca de once horas y media, así que Dios sabe cómo
me entretendré en el avión. El vuelo más largo en el que he estado alguna vez
fue a Italia y eso duró alrededor de dos horas y media.
Porque esto todavía es súper secreto, acuerdo quedarme con Johnny y su
familia bajo la excusa de ser la niñera de sus hijos. No me gustó cuando me lo
sugirieron, pero Wendel me aseguró que es sólo para mantener una fachada con
la prensa. También me advirtió que es por mi propia seguridad. Sé que él cree
que soy ingenua, que no tengo idea de en qué me estoy metiendo. Quizás esté en
lo cierto. Pero ya no hay vuelta atrás.

El sábado en la tarde camino de regreso a casa cuando oigo a alguien


llamarme desde el otro lado de la calle. Es Tom.

—Hola —digo, mi estómago dando un salto cuando él cruza la calle para


unirse a mí. Viste su equipo de fútbol y lleva una pelota bajo el brazo.

—Voy a Grenfell Park. ¿Vas en esa dirección? —pregunta él con fácil


despreocupación.

—Puedo tomar un desvío —le digo, mentalmente cambiando el mapa de ruta


dentro de mi cabeza para llevarme a través del parque en lugar de rodearlo.

—Genial. —Caminamos al mismo ritmo—. ¿Vas a salir esta noche? —


pregunta—. No has salido mucho últimamente —agrega.

—No, esta noche no puedo —respondo vacilante, pensando en lo último que


tengo que empacar—. Me voy de vacaciones mañana —explico. 74
—¿En serio? —Él me mira con interés—. ¿Adónde vas?

—Er… LA.

—¿LA? Wow. El Sr. Taylor está gastando en grande.

—No voy a ir con Stu —respondo—. Voy… voy a quedarme con un amigo de
mi mamá. —Exhalo un suspiro de alivio ante cuán fácilmente esta explicación
cae en su sitio. Ni siquiera es una mentira. Bueno, no realmente.

—¿Por cuánto tiempo te vas?

—Sólo una semana.

—Quizás podamos ver Two Things cuando regreses.

—Sí —digo con una sonrisa tímida, complacida de que lo recuerde—. Aún no
la he visto.

—Yo tampoco.

Pausa.

—¿Quieres escribirme? —pregunta él.


—Seguro. —Mi interior se hincha mientras saco mi teléfono—. ¿Cuál es tu
número?

Él me lo recita y me siento nerviosa mientras me detengo en la acera e


ingreso el número en mi teléfono. Dejo caer mi teléfono de regreso dentro de mi
bolso y seguimos caminando.

—¿Qué vas a hacer este verano? —le pregunto, mientras él hace rebotar la
pelota en la acera frente a nosotros como una pelota de básquet.

—Sólo pasar el tiempo. Los chicos y yo vamos a ir a Ibiza por un par de


semanas en agosto.

Apuesto a que conquistará muchas chicas. Urgh.

—Entonces, Isla y tú… —¡Argh, estoy haciendo la pregunta y ni siquiera lo


sabía!

—¿Qué? —pregunta él, haciéndome decirlo.

—Lucían bastante cercanos en la fiesta de Natalie y Mike —dije, sintiéndome


sonrojar.

Él se encoge de hombros y hace rebotar la pelota otra vez.

—Nah. Una vez que está terminado, no doy vuelta atrás.


75
El alivio es inmenso. Charlamos mientras caminamos. Es más fácil hablar
con él ahora que no estoy preocupada por Isla y él.

Después de un rato, señalo el sendero a mi derecha.

—Me voy a casa por ahí.

Él asiente.

—De acuerdo. Buena suerte empacando.

—Gracias.

Él retrocede, luego gira sobre sus tobillos y atraviesa trotando el parque. Yo


sigo caminando, así que él está fuera de mi vista antes de que lo vea alcanzar a
sus amigos.

Tengo la curiosa sensación de que Tom Ryder y yo tenemos asuntos


pendientes. Espero que, en nuestro caso, la ausencia haga que el cariño crezca.
Capítulo 9
Traducido por Jessy y veroonoel

Corregido por Simoriah

P
ongo el libro sobre mi regazo y miro por la ventana de forma ovalada
al cielo azul pálido. Hemos estado volando sobre las nubes por
kilómetros; no me preguntes cuántos. Cientos. Miles. Pero ahora
cuando miro hacia abajo puedo ver el profundo azul del océano, lejos, muy lejos.
Pronto volaremos sobre Estados Unidos. Los nervios se propagan a través de
mí. No puedo creer que esté haciendo esto.

Me sentí extrañamente emotiva despidiéndome de Stu. Él me acompaño


hasta la línea de inmigración y luego esperó mientras yo me abría camino a
través de fila. Tuve un nudo en la garganta todo el tiempo, el cual no se fue,
incluso cuando atravesé las puertas hacia una fila absolutamente astronómica al
otro lado.

Pienso en nuestra conversación en la cafetería en el aeropuerto, justo antes


de que yo pasara hacia el otro lado, donde él no podía seguirme.
76
—¿Por qué regresaste a Mamá? —le pregunte—. ¿Cuándo me tuvo? Yo no era
tuya. Ella rompió contigo y luego durmió con alguien más. ¿Por qué volviste con
ella? ¿Cómo pudiste siquiera perdonarla? —Las preguntas me había despertado
en la noche, pero no había sido capaz de encontrar el momento adecuado para
hacerlas esa mañana. Ahora necesitaban ser dichas, y se me acababa el tiempo.

—La amaba —respondió él simplemente—. Nunca dejé de amarla. La gente


hará lo que sea por sus seres queridos, sin importar las consecuencias, sin
importar el sacrificio. —Su rostro se suavizó cuando me leyó la mente—. Pero tú
no fuiste un sacrificio, Jessie. Te amaba. Todavía lo hago, por mucho que me
sigas alejando. Eso no cambiará. Aunque estés lista para cosas más grandes y
más promisorias, siempre tendrás un hogar aquí conmigo.

—Regresaré pronto —prometí, tragándome las lágrimas.

Él asintió.

—Sé que lo harás. —Sonrió—. Lo creas o no, voy a extrañarte mientras estés
fuera.

Es raro. De alguna extraña manera, las últimas semanas han hecho que Stu se
sienta más como mi papá que nunca antes. Conocer la identidad de mi
verdadero padre me ha hecho apreciar a Stu. Siento una intensa oleada de amor
por él. Gracias por decirme la verdad, le digo dentro de mi cabeza. Mis ojos se
abren rápidamente y una vez más miro fijamente el cielo azul por la ventana del
avión. Pero me gustaría que me lo hubieras dicho tú, Mamá, añado.

Hay una nube de color gris sucio sobre LA, y oigo a una madre diciéndole a su
hijo adolecente en el asiento frente a mí que es smog. No hay otras nubes en el
cielo, no que pueda ver desde este lado del avión, de todas maneras. De hecho,
luce sofocante ahí abajo.

Soy la hija de Johnny Jefferson. Me pellizco. De verdad lo hago. Y duele


condenadamente. No, definitivamente no estoy soñando; mi asidero como pinza
ha dejado una marca roja en mi brazo. ¡Me voy a quedar con Johnny Jefferson!
¡Estoy a punto de conocer a mi papá!

El avión se acerca al smog y me hace pensar en una de mis canciones


favoritas de Wombats, “Jump Into the Fog”. Es la canción que Mamá dijo que le
gustaba cuando estábamos acostadas en mi cama juntas, justo antes de que
comenzara la canción de Johnny. Si no nos hubieran dicho que apagáramos
nuestros equipos eléctricos, la habría puesto en mi iPod. Atravesamos la sucia
nube y mi corazón aletea. Acabo de saltar al… bueno, al smog8.

Para cuando migraciones y saco mi abultada maleta de la cinta


transportadora, es después de la medianoche en el Reino Unido y estoy
comenzando a sentirme un poco aturdida. Intento enviarle un mensaje a Stu
77
para hacerle saber que he llegado bien, pero descubro que la batería de mi
celular está muerta; olvidé cargarlo antes de volar. No pude dormir en el avión.
Todo era demasiado emocionante y yo estaba demasiado nerviosa por conocer a
Johnny. Pude volar en Business, y había tantas buenas películas para elegir que
no quise perder ningún minuto en ello durmiendo. Wendel me contó que el
chofer personal de Johnny, un hombre llamado Davey, estaría esperando para
recogerme. He visto fotografías de paparazzi de Johnny intentando atravesar el
aeropuerto con todos sus fans absolutamente enloquecidos, así que no iba a
venir a buscarme él mismo.

Con el corazón en la garganta, empujo el carro de equipaje por la aduana y


hacia la salida. Visto una camiseta, una chaqueta de jean, jeans negros y botas
negras hasta los tobillos, lo que sé que voy a lamentar una vez que salga, pero
estaba nublado cuando me fui y necesitaba algo cómodo en el avión. ¿Supongo
que podría cambiarme? Demasiado tarde ahora. Salgo rápidamente por la salida
y me enfrento a un mar de rostros, de cuatro filas de ancho. Exploró las
pancartas con la esperanza de ver Jessica Pickerill, Jessie, Srita. Pickerill,
cualquiera de los anteriores, pero me siento mareada por toda la adrenalina y
todo comienza a verse borroso. De pronto, un hombre con piel de ébano usando
un uniforme de chofer azul marino se pone frente a mí.

8N. de T.: alusión a la canción “Jump Into the Fog”, cuya traducción sería “Saltar Dentro de la
Niebla”.
—¿Srita. Pickerill? —pregunta, con una ceja alzada que desaparece bajo la
visera de su gorra.

—Sí —respondo con alivio.

—¡Te reconocí al instante! —exclama, revelando una enorme variedad de


brillantes dientes blancos. Me libera de mi carrito—. Soy Davey. ¡Por aquí,
señorita! —Se mueve a gran velocidad, esquivando hábilmente a otros viajeros.
Me mira por encima del hombro—. Te pareces a tu padre —dice con un
asentimiento conocedor, y me siento abrumada mientras me apresuro para
seguir el ritmo. Él sale rápidamente por las puertas del aeropuerto a la acera en
el exterior y el maldito calor cerca me quita el aliento. Me siento un poco débil.

—¿Estás bien? —pregunta Davey con el ceño fruncido.

—Desearía no haber vestido mis jeans —contesto.

—Puedes cambiarte en el auto —dice él—. Levantaré la división.

Más fácil decirlo que hacerlo, pienso para mis adentros. Y luego veo el auto.
Es más como un bus.

—Wow —exhalo mientras nos acercamos al brillante y largo Mercedes negro.


Davey abre la puerta trasera con un ademán ostentoso y me subo. Hay alfombra
en el piso y un largo asiento de cuero negro a mi izquierda que comienza cerca
78
de la puerta y se curva a lo largo de un lado de la parte trasera del auto. Frente al
asiento, bajo la ventana, hay un bar de un blanco inmaculado, un equipo de
música y lo que supongo es una pequeña nevera.

—¿He de poner su maleta aquí, Srita. Pickerill? —pregunta Davey, indicando


el largo asiento. Debo lucir un poco estupefacta, porque él explica—. ¿Para qué
pueda encontrar algo más fresco para ponerse?

—Oh, s… sí, por favor —tartamudeo.

—Iré a poner el aire acondicionado de inmediato —me promete con una


sonrisa, cerrando la puerta. Se sube a la parte delantera y una pantalla negra se
desliza hacia arriba, separándonos—. Para que tengas algo de privacidad —dice
él, mientras desaparece de la vista. Su voz suena por un intercomunicador—.
Pero puedo oírla si presiona el botón rojo junto al cuenco —me dice—. Por favor,
sírvase un refrigerio, y pregúnteme cualquier cosa que desee. Estaremos en casa
de Johnny en aproximadamente media hora.

—Gracias —digo en voz alta cuando él se queda en silencio, pero no estoy


segura si me oyó. Me siento por un momento e intento asimilar mi entorno. Me
siento muy, muy extraña. Hay cinturones de seguridad por todo el asiento, pero
dejo el mío desabrochado por el momento. Todavía me siento un poco mareada.
Quizás debería tomar una bebida. Me inclino y abro la nevera. Una botella de
champagne, varias latas de refresco, jugo de manzana fresco y, er, ¿leche? Qué
bizarro. Me vendría bien un trago para calmarme, pero no me atrevería a abrir
el champagne, así que me sirvo un jugo de manzana y me vuelvo para mirar por
la ventana, intentando ordenar mis pensamientos.

Todo luce diferente: las tiendas, los pequeños bungalows situados detrás de
césped seco y de aspecto andrajoso, las anchas aceras… Siento como si estuviera
en otro mundo, y lo estoy. Ni siquiera reconozco realmente Estados Unidos de
todas las series de televisión de las que he sido adicta a lo largo de los años.
¿Dónde está el brillo? ¿Dónde está el resplandor? Algo me llama la atención y
veo guirnaldas colgando frente a una de las derruidas casas que pasamos. Ése
no es exactamente el tipo de brillo del que estaba hablando. Hay más
decoraciones de Navidad colgando en los frentes de un montón de casas,
brillando en el sol. Claramente esta gente no está preocupada por la mala
suerte; Mamá solía desmontar nuestras decoraciones el seis de enero, sin
importar qué. Eso sí, mira dónde la llevo. Antes de que pueda pensar más en
eso, me doy cuenta: Tinseltown. Estamos en Tinseltown. Quizás esas personas
dejan sus guirnaldas puestas a propósito9.

Bebo mi jugo y pongo el vaso vacío en un portavasos, luego abro mi bolso y


me miro los contenidos, mi espalda todavía húmeda por el sudor del corto
trayecto del aeropuerto al auto. Veo un destello de plata al interior de mi maleta
y sonrió, sacando el artículo. La guirnalda me ha inspirado. 79
Me quito las botas y los calcetines húmedos, mis pies sintiéndose
maravillosamente frescos mientras salgo de mis jeans. Lanzo mi chaqueta de
jean al bolso y me saco la camiseta, rápidamente poniéndome el vestido
plateado, en caso de que la pantalla de Davey baje accidentalmente. Luego meto
la ropa sucia en el bolsillo interior de mi maleta y dejo que la tapa se cierre, sin
molestarme en cerrar la cremallera de nuevo porque probablemente también
me arregle el cabello y el maquillaje un poco.

Pero no todavía. Todavía me siento un poco mareada, así que me sirvo otro
jugo, saco un paquete de patatas fritas de un armario, y me siento en el asiento
en la parte trasera. Me pongo las gafas de sol de nuevo, pongo los pies en la
parte curva del asiento e intento relajarme. Una sonrisa se forma en mi rostro
mientras miro por la ventanilla una vez más el ancho camino lleno de palmeras
ridículamente altas y delgadas. El cielo es azul por encima de la nube de smog y
los grandes autos reflejan el sol, directamente a mis ojos. Esto es real. Esto es
realmente real.

—Sal del auto —ladra Mamá, un dejo de pánico en su voz.

—¿Qué? —grazno—. No voy a salir con este clima.

9N. de T.: “tinsel” significa “guirnalda” en inglés, pero a la vez “lujo, oropel”. A Hollywood (que
está en Los Ángeles) se le denomina Tinseltown, o Ciudad del Oropel.
Miro hacia afuera de la ventanilla a la oscura noche y la torrencial lluvia
iluminada por los faros de los autos que pasan por el otro de la reserva
central.

Su viejo Peugeot se ha roto, de nuevo, y esta vez estamos en la autopista.


Mamá se las ha arreglado para llevarnos al arcén, y en el arcén planeo
quedarme.

—¡Sal ahora mismo! —grita mientras un camión pasa ruidosamente junto a


nosotras, haciendo temblar y sacudirse al pequeño auto rojo.

—¿Por qué? —levanto mi voz indignada.

—¡Es peligroso! —grita—. ¿Sabes cuánta gente muere en el arcén cada año?

—¿Es ésa una de las cosas que aprendiste en tu curso de concientización


sobre la velocidad? —le pregunto con una sonrisa burlona. Desearía que ella
hubiera sacado los tres puntos en su licencia por exceso de velocidad así
dejaría para que dejara de hablar de eso.

—Sólo sal del auto —espeta—. Camina por la colina hasta la cima.

—¿Qué, y sentarme en la lluvia? —pregunto con incredulidad.

Ella abre la puerta de un tirón y sale del auto hacia el aguacero mientras 80
otro camión pasa, haciendo que el auto vibre violentamente. De acuerdo, da un
poco de miedo aquí, lo admito. De pronto mi puerta está abierta y ella está
inclinada sobre mi asiento y desabrochando mi cinturón. Prácticamente me
arrastra fuera del auto, su cabello mojado chorreando sobre mí.

—¡Maldición, de acuerdo! ¡Ya voy! —grito, luchando para sacarme sus


manos de encima. Ella me empuja cuesta arriba por la colina. Estoy
empapada al instante y realmente muy enojada, muchas gracias. ¿Dónde
está? Miro por encima del hombro con irritación para ver que aún está abajo
junto al auto, sacando su bolso del asiento del pasajero apresuradamente. Al
menos podría haberme permitido sacar el mío. Comienzo a bajar
apresuradamente la colina mientras ella cierra la puerta de un golpe y se
mueve hacia mí y luego, de la nada, un auto se desvía de la autopista y se
estrella en la parte trasera del Peugeot. Grito de horror mientras destellos de
metal contra metal encienden la oscura noche y el Peugeot gira casi 180
grados. El otro auto chilla hasta parar más arriba por la autopista mientras
autos y camiones pasan peligrosamente, y luego estoy en los brazos de Mama
y ella me abraza tan fuerte, y estoy tan agradecida de que esté a salvo que ni
siquiera me importa el ruido de sus gritos histéricos en mi oído.

Pestañeo para contener las lágrimas mientras me alejo de la ventana,


mirando el elegante interior de la limusina. Nunca tuvimos dinero para gastar
en autos nuevos, unos que no se rompieran todo el tiempo. El hombre en el otro
coche en la autopista resultó ileso, afortunadamente, pero nuestro pequeño
coche resultó destrozado y tuvimos que compartir el Fiat de Stu después de eso.
El único lado bueno fue el dinero del seguro, el cual llegó dos meses después.
Mamá estaba tan feliz esa semana, planeando nuestras vacaciones de verano.
No sabíamos que había una bomba de tiempo cerniéndose sobre nuestras
cabezas, contando los últimos días de su vida, una vida que podría haber
perdido dos meses antes, gracias a mí.

Trato de tragar el nudo en mi garganta cuando pienso en cómo ella


probablemente salvó mi vida al obligarme a salir del auto. Si tan sólo hubiera
podido salvar la suya. Si tan sólo hubiera ayudado más en la mañana de mi
fiesta. Si sólo le hubiera dicho que ni siquiera necesitaba un pastel ese año. Si
tan sólo hubiera dicho que no quería una maldita fiesta. Si tan sólo ella no
hubiese estado caminando por la acera en el momento exacto en que una
ventana floja se derrumbó sobre ella, atravesando su precioso y perfecto cuerpo
con fragmentos de vidrio… Si tan sólo, si tan sólo, si tan sólo…

Lágrimas caen por mis mejillas y mi pecho tiembla mientras peleo contra los
sollozos. Podría haber estado yendo a España la semana próxima con Stu y con
ella, en lugar de sentarme aquí sola en una limusina, en un país extraño, a punto
de encontrarme con al maldito Johnny Jefferson. Mi llanto se detiene
abruptamente y me seco las lágrimas mientras la sensación surrealista se
intensifica. Sería mejor que me reponga y me arregle el cabello y el maquillaje 81
antes de que me pierda por completo.

El aire acondicionado ha enfriado el auto… y a mí con él. Me paso los dedos


por el cabello, con la esperanza de que luzca alborotado y no desaliñado.
Cepillarlo sólo hará que luzca peor. Lo sé por experiencia. A mi maquillaje no le
ha ido tan mal, así que me pongo las gafas en la parte superior de mi cabeza y
me aplico un poco de polvo y lápiz labial, luego lo dejo casi como está. No quiero
parecer demasiado arreglada. Miro mi vestido plateado y casi resoplo. De
acuerdo, así que eso es un poco exagerado. Es el tipo de cosa que normalmente
sólo vestiría en una fiesta, pero lo compré la semana pasada en el trabajo y
quería traerlo. Quién sabe qué haré aquí, dónde iré, si lo hago. Y francamente,
me importa muy poco cómo luzco en este momento. Ciertamente no voy a
molestarme en cambiarme de nuevo.

Mis brazos y piernas están un poco fríos ahora por el aire acondicionado y
mis pies están congelados, así que pongo la chaqueta de jean y saco unos
calcetines limpios, poniéndomelos. Arreglaré el calzado más adelante, pero por
ahora sólo quiero relajarme. Ja. Sí, claro. Me pregunto qué tan lejos estamos.

Me inclino y presiono el botón del intercomunicador.

—Hola, ¿Davey?
—Hola, Srita. Pickerill —responde él cálidamente—. Creí que quizás se había
quedado dormida.

—No, pero estoy vestida ahora, ¿si quiere bajar la pantalla?

—Como quiera. —La pantalla se desliza hacia abajo y él me mira por su espejo
retrovisor, un brillo en sus ojos castaños—. ¿Todo listo?

—Más o menos —respondo con una sonrisa nerviosa—. ¿Cuánto falta?

—Diez minutos. Estamos entrando en Bel Air ahora —dice, y miro por la
ventana a tiempo para ver que atravesamos una puerta de hierro forjado de gran
tamaño. Esto se parece más a lo que esperaba. Mansiones bordean las
inmaculadas calles, jardines muy cuidados estallan con color y aspersores
zumban dando vueltas y vueltas, empapando céspedes cuidadosamente
cortados con gruesas gotas de brillante agua. Sonrío y me vuelvo a poner las
gafas de sol a la vez que la calle comienza a subir y las cada vez más enormes
mansiones comienzan a retirarse detrás de altos muros e impresionantes
puertas de seguridad.

Me resulta difícil respirar de nuevo y no tiene nada que ver con la atmósfera.

—Ya casi llegamos —exclama Davey.

¡Dios! ¿En serio? Un cigarrillo me vendría bien en este momento.


82
Rápidamente cierro la maleta y me siento con el pulso acelerado. No necesitaré
ponerme la chaqueta, ¿verdad? De repente no estoy segura sobre el vestido. ¿En
qué estaba pensando? Es muy llamativo, demasiado, demasiado... ¡tarde!

—Llegamos a casa —dice Davey mientras comenzamos a atravesar altas


puertas con cámaras de seguridad apuntando hacia abajo desde altos postes a
ambos lados. Davey baja la ventanilla y saluda a un hombre en una pequeña
oficina al pasar. Si él pudiera verme a través del vidrio polarizado de la limusina,
pensaría que me veo como un conejo encandilado por los faros de un auto. Oh
no, ¿qué hay de mis zapatos?

Comenzamos a conducir por un camino largo. Frondosos árboles verdes,


ricos por el sol de verano, oscurecen en parte la casa. Miro alrededor con pánico
y me doy cuenta de que no tengo más remedio que volver a ponerme las
voluminosas botas negras hasta el tobillo; no importa, es “un look” y puedo
salirme con la mía. Intento inculcarme a mí misma un poco de la confianza que
normalmente siento.

La casa está a la vista: un edificio rectangular largo, grande, de dos plantas,


blanco, marcado con grandes ventanales. Davey se detiene frente a la gran
puerta de entrada de madera y se baja del coche. Siento que no me puedo
mover. Estoy pegada a mi asiento. Esto es, sin duda, lo más asustada que he
estado en toda mi vida.
Davey abre la puerta.

—¿Srita. Pickerill?

No sé por qué todavía no le he dicho que me llame Jessie, pero ahora apenas
puedo respirar, mucho menos hablar, así que me muevo hacia la puerta y me
aferro a ella buscando apoyo mientras pongo una gruesa bota fuera. Aquí voy.

83
Capítulo 10
Traducido por Aria y flochi

Corregido por AmpaЯo

M
is pies crujen en la grava cuando salgo del coche y me enderezo
para ver que la puerta principal se ha abierto ahora y que una
mujer está parada ahí. Parece tener unos treinta años y es delgada
y bonita con cabello rubio lacio que le llega justo a los hombros.

—¡Hola! —exclama, saliendo por la puerta—. Soy Meg, la esposa de Johnny.

Ahora la reconozco de los periódicos. Abro la boca para devolverle el saludo,


pero sintiendo que mi voz va a salir ronca y baja, subo el volumen un poco y
termino sonando más alto y con más confianza de lo usual.

—¡Hola!

Ella viene hacia mí con una mano extendida. Viste shorts blancos y una
camiseta azul marino. 84
—Y tú debes de ser Jessica —dice.

—Jessie —contesto, estrechándole la mano.

—¿Cómo estuvo el viaje? —Ella sonríe y creo que está intentando sonar
amigable, pero luce un poco estresada.

—Fue divertido —respondo, mientras Davey saca mi maleta del coche detrás
de mí.

—¿Debo llevar esto a la Habitación Blanca? —le pregunta.

—Sí, gracias, Davey —responde ella, con verdadera calidez.

Tengo curiosidad por ver la Habitación Blanca, sea lo que sea.

Meg se vuelve a mí y asiente hacia la puerta, haciéndome entrar.

—Me temo que Johnny no está aquí —dice con los labios hacia abajo—.
Prometió que regresaría a tiempo, pero llega tarde. —Pone los ojos en blanco
con buen humor, pero detecto un definitivo filo en su voz—. Pero entra a
conocer a los chicos.

La sigo por el pasillo, luego me detengo en seco cuando entramos a un


espacio enorme y cavernoso, con ventanas desde el suelo hasta el techo con
vistas a la ciudad de LA en la lejanía. Yo creía que la oficina de Wendel era
increíble, pero esto es diferente.

—Wow —digo en voz alta. Hay una enorme piscina justo fuera en una enorme
terraza, pero mi atención es desviada por una risa de bebé. Miro más allá de un
sofá gris carbón en forma de L para ver un niño pequeño de cabello rubio de pie
directamente sobre un niño aún más pequeño, quien está tumbado sobre su
espalda sobre una alfombra peluda de color verde lima. El niño mayor tiene un
pie a cada lado de la cintura del más pequeño y menea las caderas de lado a lado
mientras el más pequeño lo mira y se ríe.

—¡Barney! —grita Meg—. ¡Te he dicho que no te pares así sobre Phoenix!

Barney hace un mohín, pero sale de encima del niño, tambaleándose


ligeramente al hacerlo. Meg rodea los sofás para llegar a él y se arrodilla en el
suelo.

—No debes hacer eso —dice firmemente—. ¿Recuerdas cómo te caíste sobre él
y le hiciste daño?

Barney luce triste y siento lástima por él. Solo intentaba hacer reír a su
hermano pequeño.

Meg me mira y sonríe con una disculpa. 85


—Lamento eso.

Me encojo de hombros y deambulo hacia los sofás.

—Éste es Barney. —Ella aprieta los labios hacia el pequeño, y creo que quizás
ella está intentando mantener el rostro serio—. Y éste es Phoenix —dice con una
sonrisa, haciendo cosquillas al más pequeño y haciéndole reír.

—¡Hola! —digo tan alegremente como puedo.

Barney me mira con ligero interés y luego se arrodilla y comienza a jugar con
un auto sobre la alfombra.

—Barney, di hola a Jessie —insta Meg.

—Hola —dice él casualmente, volviendo a su juego. Meg mira el cielo


mientras el menor se sienta.

—¿Cuántos años tienen? —pregunto. Es tan raro pensar que estos dos
pequeños están emparentados conmigo.

—Barney tiene cuatro y Phoenix acaba de cumplir uno —responde Meg con
una sonrisa.
Hay un sonido de un coche o algo, ¿una moto?, afuera en el camino de
entrada. La cabeza de Meg se lanza hacia la puerta.

—Creo que Johnny ha regresado. —Exhala con alivio, pero yo siento todo
menos eso. Un poderoso retumbar de nervios surge a través de mi cuerpo y me
vuelvo hacia la puerta con el corazón en la garganta. De repente me doy cuenta
de que todavía llevo puestas mis gafas de sol; la luz del sol aquí es tan brillante
que no me di cuenta. Las pongo encima de mi cabeza mientras Meg pasa junto a
mí con paso enérgico.

Desde mi posición en la sala de estar puedo verla abrir la puerta y quedarse


en la entrada con su espalda hacia mí. En el fondo una figura se aproxima,
llevando un brillante casco negro de motociclista. Se quita el casco y el cabello
rubio que le llega justo por debajo de la barbilla lo delata: Johnny Jefferson.
Alcanza a Meg, pero ella no se aparta de la entrada por un momento. Lo oigo
decir.

—¡Lo siento! —Y, sin una palabra, ella se hace a un lado. Él parece contrito
cuando mira más allá de ella y, entonces me ve.

Su rostro luce sorprendido. Meg se vuelve y encuentra mi mirada e incluso


ella luce desconcertada, aunque no sé por qué. Johnny se recompone mientras
se aparta el cabello del rostro y camina a grandes pasos hacia mí, dejando caer
su casco y guantes en la mesa en el corredor al pasar, pero dejándose puesta la
86
chaqueta de cuero negro.

—Hola —dice con una voz profunda que reconozco, deteniéndose delante de
mí. Sus ojos verdes son aún más penetrantes en la vida real y me siento
completamente fuera de mi elemento—. Siento llegar tarde. —Me ofrece su
mano para que la estreche y la tomo. Está caliente y sudorosa por llevar los
guantes.

—Está bien —respondo con timidez.

Es más alto de lo que creí que sería, bien por encima del metro ochenta.

—Jessica, ¿verdad?

—Le gente me llama Jessie —le digo.

—Es bueno conocerte por fin —dice Johnny con un asentimiento decisivo. No
estoy segura de creerle. Esto es tan raro, tan incómodo. No es como si esperara
algún largo abrazo perdido, pero… no sé qué esperaba, en realidad.

—¿Meg te ha ofrecido algo para beber? —pregunta él.

—Acaba de llegar —interviene Meg, un poco a la defensiva—. Se las estaba


presentado a los niños.
Johnny señala con el pulgar hacia una pared de cristal curvado.

—Deja que te traiga un jugo o algo.

No estoy particularmente sedienta, pero lo sigo de todos modos, mientras


Meg se queda atrás. Detrás de la pared de cristal curvado hay una enorme
cocina, casi tan grande como toda el área inferior de nuestra casa. Hay una gran
mesa blanca y brillante con ocho sillas que parecen de diseñador de varios
colores: amarillo, rojo, verde, azul. Johnny saca una y me indica que me siente.
Estoy contenta de hacerlo porque mis piernas se sienten como gelatina. Hay dos
grandes neveras plateadas, y él va a una de ellas y la abre, revelando una puerta
llena de latas.

—¿Qué puedo ofrecerte? —pregunta.

—Solo una limonada o algo estaría bien.

Él se pone a servirnos una bebida a ambos, luego grita hacia la sala de estar
para preguntar si Meg también quiere una. Ella declina. Creo que está enfadada
con él por llegar tarde.

—Entonces —dice él, poniendo dos altos vasos de limonada con hielo en la
mesa. Saca una silla amarilla y se siente frente a mí—. Siento no haber estado
aquí cuando llegaste —dice de nuevo con un pequeño encogimiento de hombros.
Parece un poco tenso. No es el único.
87
—No te preocupes por eso —reitero.

Tomo mi vaso y él hace lo mismo, ambos bebiendo un sorbo y devolviendo


los vasos a la mesa a la vez.

—¿Cómo estuvo tu vuelo? —pregunta él después de un momento de


incómodo silencio.

—Estuvo bien. Sólo he volado con easyJet10 antes, así que fue bastante
diferente.

—¿Tu padrastro fue a despedirte al aeropuerto?

—¿Stu? Sí, lo hizo.

Él esboza una pequeña sonrisa hacia mí y de repente recuerdo frente a quién


estoy sentada. ¡Esto es tan raro!

—¡Papi! —La voz sin aliento de Barney rompe el silencio, mientras entra a la
cocina. Meg aparece detrás de él, con Phoenix en la cadera. Barney comienza a
pedirle a Johnny que vaya a ver la pista para coches que ha construido, pero
noto que Meg vacila en sus pasos. Quizás sea la imagen de nosotros sentados

10 easyJet: línea aérea de bajo costo.


frente a frente al otro en la mesa, pero parece un poco asustada mientras se
queda pegada en el sitio.

—Estaré ahí en un segundo, amigo —le dice Johnny a su hijo, distraído. Le


echo un vistazo para verlo levantar una ceja inquisitivamente a su esposa.

Ella lo ignora, dirigiéndose a mí.

—¿Quieres venir a ver tu cuarto, Jessie?

—Claro, sí. —Me levanto.

Johnny y ella me siguen después de una ligera pausa, y me siento


distintivamente incómoda por el tácito intercambio que acaba de tener lugar
entre ellos. No creo que Meg me quiera aquí en absoluto y, en este momento,
incluso comienzo a preguntarme si fue un error. Estoy tan lejos de casa. Sé que
es ridículo, porque sólo acabo de llegar, pero siento un repentino anhelo de ver a
Stuart.

—Por aquí. —Meg me dirige hacia una amplia escalera de hormigón.

—Mira, Papi. —Oigo decir a Barney mientras Johnny sale de detrás de


nosotras para para ir a ver a su hijo.

—¿Cómo estuvo Davey? —pregunta Meg, devolviendo mi atención a ella. 88


—Muy bien. Es amable.

—Ha sido el chofer de Johnny por años. Intermitentemente —añade—. Yo


solía pensar que hablaba con signos de exclamación, pero se ha calmado con la
edad. —Ella sonríe afectuosamente mientras doblamos a la derecha en la parte
superior de las escaleras—. Todavía lo recuerdo recogiéndome la primera vez
que volé a LA para trabajar para Johnny. Así es cómo Johnny y yo nos
conocimos.

Una pared a la altura de la cintura a nuestra derecha nos protege de caer a la


sala de estar de planta abierta de abajo y hay puertas a nuestra izquierda. Miro
dentro de una de las puertas abiertas para ver lo que parece la habitación de un
niño.

—Ésa es la habitación de Phoenix —me dice Meg, deteniéndose por un


momento para que yo pueda mirar dentro. Está decorada con un tema
submarino, un océano de tranquilizantes tonos azules y verdes. La cuna tiene la
forma de un pez.

La siguiente habitación es la de Barney y es incluso más colorida. Su cama


está diseñada para parecer un camión de bomberos, con un brillante edredón
rojo. Hay estantes azules llenos de libros, una mesita y sillas en el centro del
cuarto. Se parece más a una sala de juegos que a una habitación. Apuesto a que
él no tiene idea de lo afortunado que es.

Llegamos a la última puerta del rellano y Meg la abre, retrocediendo para


dejarme pasar.

Ahora veo a qué se refieren con la Habitación Blanca. Aparte de mi


desgastada maleta púrpura al pie de la cama y el enorme televisor negro de
pantalla plana montado en la pared a mi derecha cuando entramos por la
puerta, todo en la habitación es blanco: afelpada alfombra blanca, la cama más
grande que he visto jamás, cubierta con un suave edredón blanco, cuatro
almohadas regordetas y variados cojines blancos. Brillantes y pulidos armarios
empotrados alinean las paredes del lado derecho, y frente a mí hay grandes
ventanas extendiéndose de un lado de la habitación hasta los armarios,
revelando los frondosos árboles verdes en el frente de la casa. A mi izquierda
hay dos puertas.

—Cocina pequeña y baño privado —revela Meg con una sonrisa, notando mi
expresión asombrada.

De repente me doy cuenta que sigo con las botas puestas.

—Lo siento —murmuro, agachándome rápidamente para quitármelas antes


de arruinar la alfombra. 89
—¡No te preocupes por eso! —exclama Meg—. No tienes que quitártelas.

Todavía siento que debería hacerlo.

—Honestamente, las alfombras se limpian cada pocas semanas —me dice,


pero para entonces ya estoy en calcetines. Ubico las botas en el rellano afuera de
la puerta y voy como aturdida a mirar dentro de la primera puerta a mi
izquierda. Deslumbrantes piedras blancas alinean todas las superficies. Hay dos
lavabos a mi izquierda, una ducha grande y abierta a mi derecha y en el fondo
del baño hay una enorme bañera de hidromasaje de piedra. Toallas mullidas de
color blanco cuelgan de los toalleros cromados.

Abro la boca para hablar, pero me encuentro sin palabras. Meg pasa a mi lado
y abre los armarios debajo del lavabo, revelando filas y filas de botellas de
lociones y pociones del color de las joyas. Reconozco algunas marcas realmente
costosas.

—Son todas para ti. No estaba segura de qué te gustaría —dice con una
sonrisa.

Sacudo la cabeza, sin habla. No puedo esperar a probar todos estos


productos. Meg suelta una risita. Encuentro su mirada.
—Lo siento —dice, intentando mantenerse seria—. Es sólo que ésta fue mi
habitación cuando llegué la primera vez a LA, y sé exactamente cómo te sientes.

No creo que lo entienda, pero no lo digo. Nunca he visto tanto lujo en toda mi
vida.

—¿Te dejo para que te instales? —pregunta—. ¿Quieres desempacar o dejarlo


para después? Una de las sirvientas podría hacerlo por ti en la mañana…

¿Tienen sirvientas?

—No, no —le resto importancia—. Estoy contenta de hacerlo por mí misma.

—Eso es lo que pensé que dirías —dice ella y la miro—. Yo era exactamente
igual —agrega.

Le doy una pequeña sonrisa. Quizá tengamos más en común de lo que creí.
Eso espero. Realmente no quiero que me odie por estar aquí.

—Todavía recuerdo enviarle un texto con la foto de esta habitación a mi


mejor amiga —dice con una mirada lejana.

Mi rostro cae cuando pienso en Libby y Natalie. Me siento muy aislada de


ellas en este momento.

—Pensamos en comer temprano porque debes estar cansada por tu vuelo —


90
dice Meg—. ¿Quieres tomar una ducha y descansar un rato? ¿O te gustaría un
recorrido del resto de la casa?

Lo que realmente quiero es volver abajo y ver a Johnny, pero no me siento


cómoda diciéndolo.

—Un recorrido sería estupendo —respondo.

Después de las habitaciones de los chicos, hay dos habitaciones libres más,
una de las cuales tiene muebles predominantemente dorados, la otra verdes. La
penúltima puerta a la que llegamos a nuestra derecha, mientras caminamos a lo
largo del rellano, es el estudio de música de Johnny, y es como los que ves en las
películas, con escritorio lleno de controles, botones y diales. Detrás de un vidrio
hay otra habitación con una batería completa en la esquina y varias guitarras
montadas en la pared. Un micrófono redondo y algo plano cuelga suspendido
del techo justo en el centro.

—Y por último, pero no menos importante, está nuestra habitación —dice


Meg, guiándome fuera del estudio y a la puerta final del rellano. La abre para
revelar un espacio que es probablemente tan grande como mi casa, abarcando
desde el frente hasta la parte trasera de la casa con ventanas de piso a techo con
vistas a la piscina y la ciudad más allá. Está decorada en colores verdes, grises y
amarillos, con una afelpada alfombra de color ahumado y un cobertor con
gráficos simétricos amarillo y verde. El baño de piedra blanco, a mi derecha, da
a los árboles del frente de la casa. Noto que no hay persianas en el baño, pero
Meg responde a mi pregunta no dicha y enciende un interruptor. La ventana de
vidrio claro inmediatamente se vuelve opaca.

—¡Genial! ¡Este lugar es impresionante!

—¿Quieres ver el piso de abajo? —pregunta Meg.

—¿Quieres decir que hay más cosas abajo que no he visto? —pregunto con
confusión.

—Oh, sí —contesta ella con ligereza, guiándome fuera de la habitación. Bajo


las escaleras al trote tras ella. Johnny está sentado con las piernas cruzadas
sobre la alfombra, estudiando con cuidado un pequeño auto.

—¿Puedes arreglarlo? —le pregunta Barney.

—Espera un segundo, amigo —contesta Johnny en voz baja, concentrándose


en la tarea. Él alza la mirada cuando alcanzamos la parte inferior de las
escaleras, y cuando me sonríe mi corazón aletea de una extraña manera. Pero
luego vuelve a apartar la mirada, de nuevo a Barney y al auto en sus manos, y
me siento extrañamente despojada. Me pregunto cómo habría sido si él hubiera
estado allí para mí a esa edad, arreglando mis juguetes rotos. 91
Meg insiste con el recorrido antes de que yo tenga tiempo de pensar mucho
en eso. Me lleva hacia abajo de las escaleras y veo otra fila de puertas, las cuales
se encuentran directamente debajo de las habitaciones. No las noté en mi
camino hacia la cocina.

—Estudio —dice, revelando una gran habitación con dos grandes escritorios—
. La AP11 de Johnny viene la mayor parte de los días.

—¿Eso es lo que solías ser? —Espero que no le moleste que pregunte.

—Sí —contesta ella burlonamente poniendo los ojos en blanco—. Pero a


diferencia de Annie, yo vivía aquí y trabajaba las veinticuatro horas del día
durante toda la semana. —Ríe—. De hecho, todavía vivo aquí y trabajo las
veinticuatro horas.

Ella sale de la habitación y abre la siguiente puerta. Cinco filas de seis


asientos de aspecto cómodo y terciopelo rojo ligeramente inclinados hacia
arriba dan a una gran pantalla en el frente.

—Cine —dice.

—Vaya.

11 AP: Asistente Personal.


—Sólo hazme saber si hay algo que quieras ver y te mostraré cómo funciona.
Incluso tenemos una máquina de palomitas —agrega con un guiño conspirativo.

La siguiente habitación es el gimnasio, un gran espacio lleno de brillantes


equipos con una vista a la parte delantera del jardín. Una fila de televisores de
pantalla plana se alinean en la pared a mano derecha y Meg me dice que un
sauna y una ducha se encuentran en las habitaciones a la izquierda.

—Es una casa tan increíble —contesto, completamente boquiabierta mientras


regresamos a la sala—. Nunca he estado en ningún lugar así antes en mi vida.

Ella sonríe.

—¿Qué te gustaría hacer ahora? —Mira a Johnny y luego de regreso a mí—.


Comenzaré la cena en un rato. ¿Te gusta la pizza?

—Sí, claro.

—Fantástico. —Se remueve en sus pies—. Bueno, ¿te gustaría ir a refrescarte?

—Eh, está bien. Seguro.

Ella sonríe, y parece que fuera casi con alivio. Mientras subo las escaleras se
me ocurre que quizás ellos no sepan qué hacer conmigo.

En la cima del rellano, miro hacia abajo a tiempo de ver a Johnny tomar el
92
rostro de Meg entre sus manos y besarle la frente. Ella me mira y, cuando
encontramos nuestras miradas, luce momentáneamente culpable. Se aparta de
Johnny y la oigo decirle que irá a encender el horno. Para entonces he llegado a
mi habitación.

Entro y cierro la puerta detrás de mí, luego exhalo con fuerza. No me di


cuenta que había estado aguantando la respiración.

Mi cabeza da vueltas. No puedo creerlo. No puedo creer nada de esto. Estoy


en la casa de Johnny Jefferson; y Johnny Jefferson en mi papá. Esto es tan
extraño, tan surrealista.

La sensación permanece conmigo mientras enciendo la ducha y abro el


armario debajo del lavabo, sacando una crema de ducha de lujo. Espero tener
una oportunidad de hablar con Johnny apropiadamente esta noche. Quiero
saber cómo es él, cómo es realmente. Quiero conocer a mi papá, no a la estrella
de rock. Sólo espero que él también quiera conocerme a mí.0

Muy pronto regresaré a mi casa, de regreso en mi diminuta habitación, de


regreso a mi pequeña casa con su desarreglado jardín delantero, de regreso a la
realidad de vivir y respirar cada hora de la vida sin mi mamá. Pero todavía no.
Todavía no. Y ahora mismo necesito aprovechar al máximo cada minuto.
Capítulo 11
Traducido por Vanehz

Corregido por AmpaЯo

M
eg está en la cocina con Phoenix cuando reaparezco veinticinco
minutos más tarde, fresca de la ducha y vistiendo mis shorts color
caramelo y un vaporoso top negro. Mis pies están descalzos, las
uñas de mis pies pintadas de dorado de la pedicura de ayer. Pasé la mayor parte
del día de ayer en el Reino Unido acicalándome para este viaje.

—¿Puedo hacer algo? —pregunto.

—No, sólo toma asiento —responde ella, asegurando a Phoenix en su silla


alta.

—¿Pongo la mesa? —sugiero.

Ella luce como si estuviera a punto de decirme que no de nuevo, pero luego
parece decidirse por lo contrario. 93
—Seguro. —Señala la encimera—. Los cubiertos están ahí. Gracias —añade,
dándome una pequeña sonrisa.

Phoenix balbucea ruidosamente en la silla alta mientras yo me pongo a


trabajar.

—¿Tienes hambre? —le digo, pasándole una cuchara para que juegue. Él no
puede hablar, así que no responde, pero inmediatamente empieza a utilizar el
utensilio para golpear ruidosamente la mesa. Un baterista en proceso—. ¿Vas a
ser músico como tu papá? —le pregunto en voz alta.

—No si yo puedo evitarlo —interrumpe Johnny secamente, y me sobresalto


cuando él aparece en la cocina.

Le doy una mirada interrogante.

—Bebidas, drogas y rock n’ roll —dice y le sonríe a Meg, pero ella no luce
demasiado impresionada, así que él le da una palmada en el trasero. Me quedo
parada ahí incómoda.

—Siéntate, Jessie. —Meg saca una silla para mí al final de la mesa, así que me
siento mientras Johnny organiza algunas bebidas y le grita a Barney que venga a
unírsenos. Los observo a todos zumbando por ahí: Meg abriendo el horno y
estremeciéndose ante la ráfaga de aire caliente mientras saca las pizzas; Barney
entra corriendo con un Buzz Lightyear, gritando, Johnny firmemente sacándole
el juguete y descartando las quejas de su hijo mientras lo hace sentarse en la
mesa del lado opuesto a Phoenix; Phoenix golpeando su cuchara y
balbuceando… Tengo la sensación de que soy una espectadora en una hora de
cenar muy ordinaria. Excepto que ésta no es ninguna hora de cenar ordinaria.
Hay un gran elefante en la habitación y está sentada en la cabecera de la mesa.
Me siento como una extraña, y eso es exactamente lo que soy.

—¿Cómo te sientes? —me pregunta Johnny, mientras se sienta entre Barney y


yo.

—Un poco extraña —admito, y como si estuviera imponiendo mi presencia de


una manera enorme, pero me guardo esto último—. Es como si mi cuerpo
hubiera sido llenado con arena. —No sé si estoy cansada o hambrienta o algo
más.

—Probablemente tengas fatiga por el vuelo —interviene Meg mientras coloca


las pizzas en el centro de la mesa y toma el asiento opuesto a Johnny—. Es, qué,
¿la mitad de la noche en tu horario?

—¿Lo es? —pregunto con sorpresa.

—Tu reloj interno debe estar hecho un lío —observa mientras comienza a
servir. 94
—Oh.

—¿No has viajado a una zona horaria diferente antes? —pregunta Johnny.

—No —respondo, sacudiendo la cabeza—. Bueno, aparte de ir a Europa, pero


eso realmente no cuenta ya que sólo es una hora. No podíamos darnos el lujo de
ir más lejos. —Johnny y Meg se miran y desearía haber mantenido la boca
cerrada sobre nuestra situación financiera—. ¿Ustedes viajan mucho? —intento
llenar el silencio.

—No mucho por el momento, pero voy a salir de gira0 el año que viene —
revela Johnny, comiendo su pizza.

—Eso será genial —digo. ¡Alerta de momento surreal! ¡Mi papá es una mega
estrella global!

—¡Está demasiado caliente! —interrumpe Barney, chillando.

—Dámela —dice Johnny, tomando su plato.

—¿Así que vives en Maidenhead? —pregunta Meg, mientras Johnny sopla la


pizza de su hijo.

—Sí. No muy lejos de Henley, dónde ustedes solían vivir, ¿verdad?


—Correcto.

—Extraña coincidencia, ¿eh? —interviene Johnny, devolviendo el plato a


Barney y regresando a la conversación.

—Sí. —Duele recordar a Stu contándome cómo se sintió mamá cuando él se


mudó tan cerca…—. ¿Recuerdas a mi mamá? —La pregunta se derrama de mi
boca como si tuviera voluntad propia. Meg se tensa y Johnny luce sorprendido—
. Su nombre era Candy —digo bruscamente—. Pero quizás la conocías por su
nombre completo, ¿Candace?

Phoenix elige ese momento para arrojar un trozo de pizza al suelo, haciendo
que Meg se ponga de pie de un salto y maldiga por lo bajo mientras lo limpia.

—Hablaremos sobre esto —me promete Johnny con una mirada significativa.
No añade “pronto”, pero está implícito.

Asiento, mientras la desilusión se precipita sobre mí. Claramente no recuerda


a Mamá y solo está tratando de evadir decírmelo. No necesita preocuparse,
porque no estoy segura de querer oírlo.

Después de una tensa cena con charla sin importancia sobre la escuela,
pasatiempos y cualquier otra cosa que evite asuntos difíciles, casi estoy
quedándome dormida sobre la mesa. Me siento un poco mal dejando a Johnny y
a Meg para que limpien, pero estoy realmente exhausta, así que cuando Meg
95
sugiere que la noche llegó a su fin, no protesto.

Subo las escaleras para prepararme para la cama y luego recuerdo que aún no
le he enviado un mensaje de texto a Stu para hacerle saber que llegué a salvo.
Pesco el cargador de mi celular antes de darme cuenta de que no tengo un
adaptador de corriente americano. Estoy segura de que Johnny y Meg tendrán
uno de repuesto.

Vuelvo a salir de mi habitación, mis pies descalzos casi sin hacer ruido en el
concreto del rellano y la escalera. Meg y Johnny están hablando, en voz baja
pero de tonos furiosas en la cocina. La adrenalina bombea a través de mi cuerpo
mientras me acerco más. Sé que no debería escuchar, pero no puedo alejarme.

—Mira, lo siento, ¿de acuerdo? Pero, ¿qué se supone que haga? —dice Johnny
sobre el sonido de charla infantil de fondo.

—No lo sé, Johnny. Yo… —La voz de Meg falla—. No sabía qué esperar, para
ser honesta, pero tengo un mal presentimiento sobre esto. Sobre ella.

—¿Cuál es tu problema con ella? —demanda Johnny—. Acaba de llegar.

—Sí, luciendo justo como una pequeña aspirante a estrella de rock, con su
vestido plateado, botas y gafas de sol para estar dentro.
Me siento enferma, tan enferma. No fue mi intención causar esa impresión.

—Eso es un poco duro —me defiende Johnny.

—¿Lo es? —preguntó Meg acaloradamente.

—¡Ella acaba de perder a su mamá y descubrió que yo soy su padre, por el


amor de Dios!

—Mantén la voz baja —advierte ella, después de un momento, pero su voz


suena temblorosa—. Todo esto ha sucedido tan rápido. En un minuto supimos
de ella, ¡y al siguiente está aquí! No he tenido tiempo suficiente para
acostumbrarme a la idea.

—Fuiste tú quien sugirió que viniera —señala él airadamente.

—¡Sólo porque nos vamos de viaje la semana después de la que viene! ¡Quería
sacarlo del camino, no que se cerniera sobre nosotros!

¿Qué soy yo, un examen? ¿Y por qué fue Meg la que sugirió que viniera y me
quedara? ¿Johnny no me quiere aquí?

—No puedo creer lo mucho que ella se parece a ti. Tiene tus ojos —continua
ella y tengo que esforzarme para oír sus siguientes palabras porque los niños
están comenzando a comportarse mal—. Aunque sólo los vi cuando finalmente 96
se sacó las gafas de sol —añade sarcásticamente.

—Niños, silencio —silencia Johnny a sus hijos. Suspira—. Mira, sé que esto es
difícil para ti. Sé que no querías regresar a LA y sé que todo este asunto te está
volviendo loca, pero estaremos bien. Te amo.

El sonido de un beso, y luego la oigo sorber por la nariz.

—¿De acuerdo? —pregunta él otra vez, gentilmente.

Ella sorbe por la nariz una vez más y quizás esté asintiendo, quizás está a
punto de responder, pero no espero para averiguarlo. Me apresuro escaleras
arriba, mi corazón golpeando fuertemente.

Ahora sé lo que ella realmente piensa de mí. Y para ser honesta, sólo quiero
golpear mis talones tres veces e ir a casa.
Capítulo 12
Traducido por maphyc y Jessy

Corregido por AmpaЯo

—¡M
AMÁ! —grito. ¿Dónde estás? —Miro alrededor con un
pánico cegador, pero ella no está por ningún lado.
Estoy en mi casa, pero no es en realidad mi casa y los
pasillos son largos y serpenteantes. Oigo la televisión sonando fuerte, así que
doy vuelto la esquina a tropezones para entrar a una gran sala de estar vacía,
casi llorando de alivio cuando la veo sentada en su lugar favorito en nuestro
sofá. Pero ella no me mira. Su rostro luce tenso, pálido, sin sangre. Es como si
ella no pudiera verme.

—¡Ahí estás! —Lucho contra las lágrimas mientras corro a abrazarla, pero
mis brazos se cierran alrededor de nada. Y entonces lo recuerdo. Está muerta.
Y nunca va a regresar.

Me despierto sobresaltada de mi sueño, pero mi dolor es real, y me abruman


los silenciosos sollozos que agitan todo mi hasta que, eventualmente, el nudo en
97
mi garganta disminuye y regreso a la plena consciencia. Es sólo entonces que
recuerdo dónde estoy, y se me ocurre que bien todavía podría estar soñando.
Extiendo ampliamente los brazos y siento el suave algodón de la cama enorme
debajo de mis dedos. No, no estoy soñando. Realmente estoy en la casa de
Johnny Jefferson.

Respiro hondo, sintiéndome completamente agotada. No tengo ni idea de qué


hora es. Las persianas eléctricas que finalmente logré dominar anoche bloquean
toda la luz de las ventanas, así que podría ser medianoche o mediodía, por lo
que sé.

Me escabullí directamente al piso de arriba ayer a la noche después de oír la


conversación de Johnny y Meg, pero yo estuve demasiado tensa para dormir
hasta mucho tiempo después, a pesar de mi cansancio.

Meg cree que soy una aspirante. Me siento tan humillada. Sólo me dejé
puestas las gafas de sol adentro porque estaba tan luminoso que olvidé que las
tenía puestas. Y en cuanto a las botas y el vestido plateado... Bueno, podría
lograr ese estilo de noche, pero ni siquiera yo intentaría llevar un atuendo así de
día. Me pregunto qué piensa Johnny de mí.

Eventualmente me arrastro fuera de la cama e intento hacer funcionar las


persianas de nuevo. El sonido de éstas subiendo es ensordecedor y me preocupa
despertar a Barney en la habitación de al lado y molestar a Meg aún más. Pero
pronto se detienen y la luz revelada detrás de ellas es pálida y gris; la
madrugada.

Quiero llamar a Stu antes de que la diferencia horaria lo dificulte. ¿Me


pregunto si la oficina de la planta baja tiene un adaptador de teléfono de
Estados Unidos? Enciendo las luces halógenas para iluminar la habitación y
mirar el revoltijo de ropa en mi maleta. ¿Qué debería ponerme?

Puedo oír cubiertos tintineando contra la vajilla en la cocina. Alguien está


levantado. Me dirijo silenciosamente a la planta baja con mis pies descalzos y
con cautela rodeo la esquina de la cocina. Son Meg y los niños, desayunando.
Están sorprendentemente tranquilos mientras comen sus cereales.

—Buenos días—digo atontada y ella da un salto del asombro.

—¡Me asustaste terriblemente! —exclama.

—Lo siento.

Ella se recupera rápidamente.

—¿Cómo dormiste? —pregunta con una sonrisa, la cual encuentro imposible


de devolver. No ahora que sé lo que realmente siente acerca de que yo esté aquí.
98
—Nada mal.

—¿Quieres desayunar? Hay tostadas, cereales... o si esperas un rato, Eddie,


nuestro chef, estará aquí y puede hacerte huevos revueltos, una fritura o algo
así.

—Solo me tomaré un plato de cereales —decido, porque no quería parecer


demasiado “aspirante a estrella de rock” al tener a un cocinero atendiendo cada
uno de mis caprichos. Estoy tan enfadada por ese comentario.

Ella aparta su silla de la mesa.

—No te preocupes, puedo hacerlo yo misma —le digo.

—Está bien —insiste. Mártir. Ella se levanta y me alcanza un tazón y una


cuchara, y luego recorre la amplia gama de cereales que se ofrecen. Elijo
Cheerios porque al menos son familiares.

—¿Me preguntaba si tenías un adaptador americano para el cargador de mi


teléfono móvil? —le pregunto cuando estamos sentadas de nuevo en la mesa.

—Por supuesto. Lo siento, ¿no había algunos en tu habitación?

—No lo sé. Realmente no pensé en mirar...


—Prueba en la mesita de noche.

Continuamos comiendo en silencio durante un rato. Le echo un vistazo a su


tazón para ver que está lleno de cosas de colores brillantes, planas, parecidas a
los Rice Krispies. La curiosidad puede más que yo.

—¿Qué son?

—Pebbles —dice ella con una sonrisa tímida, ofreciéndome una caja de cereal
con temática de los Picapiedras—. Siempre tomo cosas para niños. Me gusta lo
dulce.

Noto que los chicos están comiendo simples Rice Krispies.

—Soy una mamá cruel —bromea, habiéndome pillado mirando—. Ellos tienen
que comer de la variedad de bajo nivel de azúcar.

No hago comentarios. ¡Ella es cruel!

—¿Quieres probarlo? —intenta persuadirme esperanzada.

—No, gracias —le contestó llanamente. No quiero nada de ella después del
comentario de la noche anterior.

Su cara cae. 99
—De acuerdo.

Ahora me siento un poco perra. Supongo que no necesito darle más razones
para que no le guste.

—Oh, de acuerdo, entonces —me encuentro diciendo.

Ella parece feliz mientras me alcanza un nuevo plato y vierte un poco. Tomo
un bocado. Oh, Dios mío, es realmente dulce.

—¿Qué te parece?—Sus ojos están grandes con anticipación.

—Siento que a trepar las paredes en un minuto.

Meg ríe y yo tampoco puedo dejar de reír.

—Buenos días. —La profunda voz de Johnny acentúa el sonido de nuestra


risa. Me vuelvo para verlo de pie en la puerta. Su cabello está desordenado y
lleva una camiseta blanca y short de color caqui. Luce cansado, pero sonríe.

—Jesús, Nutmeg, no estás enganchando a Jessie con los Pebbles, ¿verdad? —


¿Nutmeg? ¿Ése es su apodo? Bizarro. Él se acerca a ella y le besa la parte
superior de su cabeza y luego, para mi sorpresa, coloca su mano en mi hombro.
—¿Alguna idea sobre lo que te gustaría hacer hoy? —me pregunta, la calidez
de su contacto filtrándose a través de la delgada tela de mi vestido. Meg nos
echa una mirada y él quita la mano.

—No lo sé. ¿No nos quedaremos aquí? —Me siento extrañamente


decepcionada de que él haya quitado su mano.

—Podríamos hacerlo, si eso es lo que quieres. Pero, ¿pensamos que podría


gustarte ir a la playa de Santa Mónica?

—Todavía no estoy segura de que sea una buena idea —lo interrumpe Meg
con nerviosismo.

—Estará bien —le resta importancia él—. Llevaremos a los chicos.

Los chicos, descubro más tarde, son Samuel y Lewis, dos fornidos
guardaespaldas que también se encargan de la seguridad de Johnny. Nos siguen
en un elegante Mercedes negro, mientras que Davey guía el camino en la
limusina. Me siento en el medio en la parte trasera, entre Phoenix y Barney en
sus dos asientos de auto, mientras que Johnny y Meg toman el asiento de al
lado.

—¿Estás bien? —pregunta Meg con una sonrisa—. ¿No demasiado apretada?

—Estoy bien. 100


—¿Pudiste contactar con tu papá?

—Lo llamo Stu, no papá —la corrijo automáticamente. Ella luce avergonzada,
así que continúo rápidamente—. Sí, lo hice, gracias. Gracias por dejarme usar el
teléfono fijo —le digo a Johnny.

—Cuando quieras —responde él.

No pude contactar a Stuart con mi móvil, porque olvidé que no me permite


hacer llamadas internacionales. No es más que un teléfono barato. Johnny me
dijo que usara uno de los teléfonos de la oficina.

Creo que Meg estaba avergonzada por no haberlo sugerido ella misma, así
que intentó compensarlo acompañándome y mostrándome cómo hacerlo
funcionar. Menos mal, porque yo no sabía cuál era el código de marcado
internacional.

—Llama a casa tanto como quieras —había subrayado ella antes de salir de la
habitación. Quizás se siente culpable, pero no puedo decir que no esté aliviada
de que ella esté siendo extra amable conmigo hoy.

Stu pareció contento de que lo llamase, pero me sentí extrañamente triste al


oír su voz e incluso sentí deseos de llorar cuando colgamos. No le dije que no me
sentía bienvenida porque no quería que se preocupara. Ésta fue mi elección
después de todo, así que tengo que llevarla a cabo. La distancia entre nosotros se
siente más que física por momentos. Siento que estoy bastante sola en esto.

—Con suerte no habrá mucha gente en la playa —dice Meg, sacándome de


mis pensamientos—. Normalmente no estamos levantados y fuera de la casa a
esta hora, ¿verdad? —Ella le da un codazo a Johnny—. Johnny dormiría hasta
tarde cada mañana si pudiera —me dice con buen humor.

—Sí, maldi… quiero decir, maravillosos niños —se corrige a sí mismo, sin
llegar a maldecir. Le da a Meg una mirada descarada. Junto a mí, Phoenix
comienza a quejarse.

—¿Qué te sucede? —pregunto con mi mejor voz para gustarle a una persona
pequeña.

Él sólo sigue retorciéndose con fastidio.

—Odia que lo aten —me dice Meg —. Llegaremos pronto —se dirige a su hijo
menor. Al otro lado, Barney comienza a gemir.

—¡Estoy aburrido! —se queja. Sólo hemos estado quince minutos en el auto.

—¿Quieres que Papi te cante una canción? —pregunta Meg.


101
—¡Meg! —se queja Johnny.

—¡Sí! —interviene Barney.

—De acuerdo —dice él con cansancio—. ¿Qué quieres que cante? —Él me
lanza una mirada de resignación—. Lamento esto

¡Como si me molestara recibir un concierto privado de Johnny Jefferson!

—¡”Beee Beee Oveja Negra”! —bala Barney.

—Otra cosa —dice él firmemente.

—¡”El Viejo MacDonald tenía una Granja”! —intenta Barney otra vez.

—Solía negarme rotundamente a cantar canciones de cuna —me dice él con


ironía—. Pero ahora me he dado por vencido.

Meg me sonríe y Johnny le da una mirada cómicamente fulminante.

—Cantaré Thomas12 —decide Johnny, y Meg aplaude con entusiasmo. Los


chicos la imitan—. Al menos Ringo Starr la considera digna.

12N. de T.: se refiere a la canción de apertura de “Thomas and Friends”, programa inglés para
niños que tiene como protagonista a una locomotora parlante.
Resulta que incluso cuando está cantando el tema musical de un programa de
televisión para niños, la voz de Johnny es increíble.

—¡Thomas! —grita, aplaudiendo una vez y tendiendo las manos hacia Meg en
una especie de “ta-chán”, haciendo una pausa para que ella llene el espacio.

—Él es el descarado —intenta cantar ella, y Johnny hace una mueca teatral
porque su voz para el canto es verdaderamente horrible. Río mientras ellos
continúan de esa manera, pasando por James y Henry y todos los otros amigos
de Thomas. Incluso Barney parece saber algo de la letra y cuando llegan a Toby
“el cuadrado”, no puedo resistir unirme.

Luego los tres continuamos cantando a todo pulmón, Meg completamente


desafinada y yo recordando más o menos la letra mientras los chicos rebotan en
sus asientos con deleite. Por primera vez desde que aterricé, me siento un poco a
gusto.

—¡Otra vez! ¡Otra vez! —grita Barney cuando terminamos, mientras Phoenix
aplaude con alegría.

—¿Una vez más? —me pregunta Johnny con una sonrisa.

—Adelante, entonces.

Esta vez canto junto a él desde el principio y no sé por qué, pero Meg y él
102
comparten una mirada de sorpresa. Intento no permitir que eso me desanime
cuando llegamos a la parte divertida que dice que Thomas es el descarado y todo
eso, pero me doy cuenta que estoy cantando sola.

—¡Tú voz es impresionante! —exclama Johnny con asombro, cuando mi


canto se desvanece. Él le echa un vistazo a Meg—. ¿No es así?

—Sí, lo es. —Ella sacude la cabeza, mirándome de una manera ligeramente


asombrada mientras mi rostro se calienta.

—¡Cántala otra vez! —interviene Barney, pero ahora estoy demasiado


avergonzada.

—En un rato, amigo —le dice Johnny distraídamente.

—¡Awww! —gime él.

—En serio —dice Johnny, mirándome directamente—. Tienes un gran tono.


¿Has tomado lecciones?

—Por supuesto que no. —Lo rechazo con un gesto de la mano y el ceño
fruncido, pero por dentro estallo de orgullo. ¡Johnny Jefferson piensa que soy
una buena cantante!

—¿Por qué no? —pregunta él.


—No lo sé —me encojo de hombros—. Me sentiría demasiado cohibida para
cantar en público. —SingStar cuando estoy borracha no cuenta.

Le echo un vistazo a Barney a mi lado. Él me sonríe y es tan lindo que mi


corazón se hincha de forma inesperada. Recuerdo que él es mi medio hermano y
mi burbuja de felicidad se infla. Me vuelvo para mirar a Phoenix al otro lado,
pero él de nuevo está retorciéndose y gimiendo.

—Casi llegamos —le digo y él me mira. Debo tener una expresión graciosa en
mi rostro porque él me lanza una sonrisa llena de dientes también, y de manera
impulsiva meto mi mano por su costado y le hago cosquillas en las costillas. Él
empieza a reír como un pequeño loco y luego Barney grita—. ¡Hazme cosquillas!
¡Hazme cosquillas! —Y pronto los dos están con un ataque de risa.

Davey nos deja justo frente a la playa y mientras todos salimos en avalancha
del auto, se me ocurre en la forma más surrealista que soy parte de esta familia.
Mi burbuja de felicidad no estalla mientras caminamos por la rambla. Arena
suave y blanca nos separa de la fresca y tranquila agua de mar a nuestra
izquierda, y altas y delgadas palmeras alinean nuestro camino. Hay un largo
muelle lleno de atracciones mecánicas lejos en la distancia.

Un par de mujeres vistiendo shorts y patines pasan, girando segundos


después para mirarnos con expresiones de asombro en sus rostros. Se codean
entre si y ríen, sin dejar de patinar, pero no sin mirar sobre el hombros unas
103
cinco veces. Miro a Johnny, pero él no parece darse cuenta. Luego noto a
Samuel y a Lewis más atrás de él. No me di cuenta de que nos habían seguido,
pero por supuesto que lo hubieran hecho. Sólo son alrededor de las ocho y
media de la mañana así que no hay mucha gente alrededor. Creo que debo
haberme despertado a eso de las seis.

Barney trota frente a nosotros y Meg, quien carga a Phoenix en brazos, lo baja
junto a ella y toma una de sus manos.

—Ya casi camina, pero todavía es un poco inestable —me dice con orgullo,
mientras Phoenix da los primeros pasos a lo largo del camino y luego me ofrece
la otra mano.

—Quiere que lo balancees —me dice Meg.

—Oh, de acuerdo. —Contamos hasta tres y luego lo levantamos alto, mientras


él se ríe a carcajadas. Hacemos esto hasta que mi brazo comienza a doler. Oigo a
Johnny decirle algo detrás de nosotros a sus guardaespaldas, luego trota hacia
adelante y levanta a Phoenix entre Meg y yo—. Vamos, amigo.

—¿Podemos ir a las atracciones? —exclama Barney.

—Ése es el plan —dice Johnny, mientras Lewis aumenta el paso y se nos


adelanta.
Salimos de la rambla hacia la arena y avanzamos hacia la feria. Veo lo que
creo es un zona de juegos en la arena, pero cuando nos acercamos me doy
cuenta que es un equipo de ejercicios para adultos. Un hombre ridículamente
musculoso se balancea por las trepadoras y cuando llega al final y salta, nos
mira. Se congela y luce gracioso, como la estatua de un forzudo. Obviamente ha
visto a Johnny. Johnny lo saluda, pero le toma un par de segundos
recomponerse y devolver el gesto. Seguimos caminando y todavía no puedo
comprender el hecho de que estoy emparentada con una gran celebridad.

La feria parece cerrada, y me pregunto cuánto tendremos que esperar para


que abra antes de que Barney explote de la anticipación, pero, para mi sorpresa,
un sonriente hombre emerge de detrás de la valla de seguridad. Estrecha la
mano de Johnny y luego veo a Lewis detrás de él, revisando el lugar. Debe haber
llamado antes de que saliéramos de casa, porque me sorprende descubrir que
tenemos uso exclusivo de las atracciones por la próxima hora.

Nos subimos a todo. Algunas veces llevo a Barney, algunas veces monto con
Johnny. No he reído tanto en un año. Es la mayor cantidad de diversión que he
tenido desde, bueno, desde que cantamos el tema musical de Thomas en el auto,
pienso con diversión. Nos subimos en la Noria en último lugar. Estoy montando
con Johnny y Barney, mientras Meg está con Phoenix en el carro detrás de
nosotros. Miro hacia abajo para ver que la playa se está haciendo gradualmente
más concurrida, y luego veo crecer a la multitud de personas en el muelle fuera 104
de la feria.

—Hora de irnos —dice Johnny, y cuando bajamos de la atracción, Samuel y


Lewis nos esperan en la parte inferior con expresiones determinadas en sus
rostros.

—Lo tengo —dice Johnny, sin que ellos tengan la necesidad de pronunciar
una palabra. Ya sabe qué hacer.

Debe haber una veintena de personas esperando; no tantas como estoy


segura que Johnny está acostumbrado, pero todavía es temprano y sin duda hay
suficiente gente para asustarme. Entonces veo a un fotógrafo a un lado con un
lente largo, sacando fotos.

—Él está sacando fotos —le susurro a Meg con alarma.

—Está bien —dice ella con calma—. Los paps13 siempre rastrean cosas como
ésta.

—Pero, ¿qué hay de mí? ¿Qué pasa si se enteran de mí?

—Está bien. Nos apegamos a la historia de que eres la niñera de los chicos,
¿recuerdas? No te preocupes —intenta tranquilizarme.

13 Paps: paparazis.
Pero mantengo la cabeza baja, por si acaso.

Para cuando regresamos al auto, estoy impresionada. Ésa fue la experiencia


más extraña. La multitud permaneció en un silencio sepulcral mientras nos
conducían a través de ellos, y luego la mitad de ellos empezaron a enloquecer
por completo. Sus gritos resonaban en mis oídos. Antes creía que Lewis y
Samuel eran grandes, pero de la nada parecieron transformarse en una pared de
ladrillos rodeándonos mientras nos apresurábamos a salir de la playa hacia la
limusina en espera de Davey. Los fans más locos golpearon las ventanas, pero
Davey esperó tranquilamente hasta que Meg y Johnny hubieron atado a los
niños, y luego apretó el acelerador.

El celular de Johnny comienza a zumbar, así que toma la llamada mientras


Meg se inclina para sacar algunos palitos de pan de la alacena, pasando una a
cada niño. Ahora sé porque hay leche en la nevera; es para los niños.

—¿Quieres algo, Jessie? —ofrece ella.

—No, gracias. —Sacudo la cabeza bruscamente.

—¿Estás bien? —Verifica con el ceño fruncido, notando por fin que estoy un
poco asustada. Johnny y ella parecen totalmente calmados.

—Sí —contesto con la voz entrecortada. 105


Ella me mira cautelosa.

—Lo siento, ¿eso te asustó?

—Um, bueno, un poco, supongo. Pero fue algo genial también —digo, porque
tan loco como fue ver a toda esa gente mirándonos, en su mayoría fue excitante.

—Lo siento, debería haberte advertido. Ya me acostumbré a ella —dice ella en


tono de disculpa mientras Johnny continua hablando por teléfono a su lado. Los
chicos mordisquean sus aperitivos, para nada afectados por lo que acabamos de
pasar—. Ellos también están acostumbrados —dice Meg, leyéndome la mente—.
Al principio me preocupaba cómo lidiarían con eso. —Luce pensativa—. ¿No sé
si conoces mi historia con Johnny?

—No mucho —admito.

—Te la contaré alguna vez —promete cuando Johnny termina su llamada.

—Christian —le dice a ella antes de que pregunte.

El rostro de ella se ilumina.

—¿Está bien?
—Sí, ésta bien. Vendrá pronto por trabajo. Quiere saber si estaremos por
aquí.

—¿Le dijiste que vamos de vacaciones la próxima semana?

—Sí, vendrá después.

—Genial. Estaba pensando que ya era hora de que viniera de visita.

Estaré de vuelta en casa para cuando ellos salgan de vacaciones. Anoche


estaba lista para irme, pero después de esta mañana, una semana no se siente lo
suficientemente larga. El aire dentro de mi feliz burbuja se evapora hasta que no
siento nada.

106
Capítulo 13
Traducido por LizC

Corregido por Jut

R
egresamos a casa al olor de algo dulce y delicioso horneándose.

—Ven a conocer a Eddie —dice Meg con una sonrisa, al ver mi


expresión.

Barney pasa corriendo directamente junto a nosotras hacia la


cocina, gritando.

—¡Galletas!

Llegamos a tiempo para ver a Eddie tomar a Barney en sus brazos. Tiene
entre veinticinco y treinta años, adivino, es más alto que yo con alrededor de un
metro setenta y ocho, y tiene corto cabello rubio y ojos azules.

—¡Hola! —Puedo oír su acento americano, incluso en esa única palabra.


107
—Eddie, ésta es Jessie —nos presenta Meg con una sonrisa.

Él mueve a Barney al otro brazo y se inclina hacia adelante para darme la


mano.

—Mucho gusto —dice.

Barney se retuerce hasta salir de su asidero y corre hacia el horno.

—¡Cuidado! —advierten Meg y Johnny al mismo tiempo, por lo que él se


detiene en seco.

—Estarán listas en dos minutos —promete Eddie.

—¿Chispas de chocolate? —pregunta Meg esperanzada.

—Sí —responde él con una sonrisa descarada—. ¿Quieren té y café en la


terraza?

—Eso sería genial —dice ella cálidamente, volviéndose hacia mí—. Annie
probablemente esté en el estudio. Vayamos a saludar.

Dejamos a Johnny y los chicos en la cocina y nos dirigimos al estudio donde


somos recibidas por una pequeña… bueno, luce un poco como un duendecillo si
soy totalmente honesta.
Ella se pone de pie de un salto y avanza a los saltos para darme la mano.

—¡Hola! ¡Jessie! ¿Cómo estás? —Es pequeña; yo no soy alta, pero me elevo
sobre ella, y tiene cabello negro azabache corto y en punta, centelleantes ojos
verdes y una enorme sonrisa.

—Estoy bien, gracias —respondo.

—Puede sea pequeña, pero pega duro —dice Johnny detrás de mí cuando se
nos une.

De buen humor, Annie pone los ojos en blanco hacia él, luego se vuelve hacia
mí.

—Justo estaba mirando fotos de ti en Internet —dice ella, para mi sorpresa.


También es estadounidense, como Eddie.

—¿Qué? ¿Dónde? —pregunto con alarma.

—En Santa Mónica —dice ella—. No te preocupes, apenas se puede ver tu


rostro. Hiciste un gran trabajo manteniendo la cabeza baja. Cualquiera diría que
has tenido práctica en esto. Unas cuantas de los chicos, sin embargo —le dice a
Meg.

Meg frunce el ceño y Johnny le pone una mano en el brazo en un gesto 108
tranquilizador, creo. Supongo que no le gusta que los chicos estén expuestos a la
prensa.

—¿Quieres verlas? —pregunta Annie.

No sé Johnny y Meg, pero yo ciertamente sí quiero. Annie se reubica en su


escritorio y hace clic en el mouse. Una página completa de fotos aparece. Hay
montones de Johnny y Barney en los autos chocadores; en algunas de ellas se
me puede ver pasando rápidamente detrás de ellos en un auto de color rosa,
pero por suerte el foco está en la superestrella y su hijo. Phew. Después estamos
en el carrusel. Esta vez Meg y Phoenix son objeto de muchas de las tomas
también, con ella sosteniendo a Phoenix en un caballo de colores brillantes. Una
vez más, estoy en algunas de las fotos, pero sólo en el fondo.

Y luego hay un montón de nosotros en la noria. No hay forma de


confundirme en estas fotos, pero la mayoría del tiempo sólo estoy mirando a los
lados y de todos modos, llevo gafas de sol. Por último, hay un montón de
nosotros dejando el parque de atracciones, Barney en los hombros de Johnny,
todo miembros largos y luciendo completamente imperturbable por la atención
mientras nos dirigimos hacia el muelle y por la arena, y Phoenix está en los
brazos de Meg, los cinco rodeados por la pared que son Samuel y Lewis. Mi
cabeza está en su mayoría baja, por lo que hay muy pocas de mi rostro, pero
todavía me siento enferma de preocupación de haberme delaten.
Meg habla en voz baja y preocupada con Annie, mientras que Johnny está de
pie con una mano protectora en la espalda de ella. Me alejo y dudo un momento,
antes de dejarlos con eso.

Barney está en su lugar habitual en la alfombra de la sala jugando con sus


juguetes, mientras Phoenix se abre paso casualmente alrededor de la mesa de
café, aferrándose a ella por apoyo. Sintiéndome todavía nerviosa, me acerco a él
y le ofrezco mis manos, y luego lo ayudo a caminar inestable alrededor del gran
espacio abierto. Eddie sale de la cocina con una bandeja, mirando hacia la
puerta abierta de la oficina con el ceño fruncido.

—¿Está todo bien? —me pregunta.

—No lo sé —contesto con inquietud.

—Llevaré esto afuera —decide en voz alta, colocando la bandeja sobre la mesa
de café antes de abrir la puerta corrediza, tomando la bandeja de nuevo y
saliendo.

Momentos más tarde, Meg y Johnny salen de la oficina. Ella todavía tiene la
cabeza baja. Johnny me mira pero no sonríe, lo cual me hace sentir peor.

—Ven, vamos a tomar un café —le dice a ella—. ¿Galleta de chocolate, amigo?
—le pregunta a Barney al pasar. 109
Nunca he visto a un niño ponerse de pie tan rápidamente.

—Yo lo llevaré —me dice Meg con una sonrisa tensa, liberando las pequeñas
manos de Phoenix de las mías y dejándome sintiendo peculiarmente anhelante.
Ella lo levanta y lo aferra a ella mientras salen, y me siento más que nunca como
un extraño cuando la sigo.

Se sientan juntos en una mesa con bancos con vistas a la ciudad, pero mis
pasos vacilan. Apuesto a que desean que yo no estuviera aquí, que ni siquiera
existiera. Antes de que pueda pensar qué estoy haciendo, me vuelvo y corro.

Estoy en mi habitación, sentada en el borde de mi cama, mordiéndome las


uñas cuando Johnny viene a buscarme. Él golpea la puerta y me llama antes de
abrirla.

—Oye —dice, entrando tentativamente—. ¿Estás bien? —Él luce claramente


incómodo mientras está allí.

—Puedo irme a casa si quieres —le digo con tirantez.

Su expresión cae y luce sorprendido.

—¿Por qué iba yo a querer que te fueras a casa?

—Quiero decir, si no me quieren aquí. —Mis palabras salen corriendo.


—¿Por qué crees que no te queremos aquí? —me interrumpe él.

Inesperadamente, mis ojos se llenan de lágrimas y me doy cuenta de lo


mucho que quiero quedarme. Pero tampoco no quiero hacerlos enfadar
constantemente.

Hay un nudo en mi garganta cuando respondo.

—Todo eso en la playa. Mis fotos. Meg parecía tan estresada…

—Ella no está estresada por ti —me interrumpe Johnny de nuevo. Para mi


sorpresa, se me acerca y se sienta en la cama, poniéndome una mano en el
hombro—. Está estresada por Barney y Phoenix. Odia que los paparazzi tomen
fotos de los chicos.

Mi corazón se levanta. ¿Esto no se trata de mí en absoluto?

—¿En serio? —le pregunto—. ¿Ella no está molesta conmigo?

—Por supuesto que no —me resta importancia Johnny—. De todos modos,


apenas estás en alguna de las fotos, e incluso si lo estuvieras, ella no te culparía.
Nadie lo haría. Está más enojada conmigo que nadie más —añade con las cejas
levantadas, inclinándose hacia delante y apoyando los codos en las rodillas.

—¿Por qué? —pregunto entre lágrimas. El nudo en mi garganta no se ha 110


reducido. En todo caso, ha crecido.

Él se mira las manos, cruzadas frente a él. Tiene tatuajes en las muñecas,
subiendo en sus brazos desnudos.

—Meg odia llevarlos fuera en público —explica—. Ella no quería regresar a LA


en primer lugar. —Él me lanza una mirada irónica—. Yo la convencí. Pero no
podemos vivir así, escondiéndonos de los paps todo el tiempo. No voy a ser un
recluso. Sólo tenemos que seguir adelante con ello. A los chicos no les importa
—añade con ligereza.

—No parecían perturbados en absoluto —concuerdo, notando por primera


vez cuán callosas están las puntas de sus dedos. ¿De tocar su guitarra?

—Exactamente. —Suena como si ésta fuera una conversación que ha tenido


mucho con Meg, y supongo que él se frustra un poco, pero claramente la adora.
Desearía que hubiera sentido lo mismo por mi madre. La idea me hace sentir
triste. Si tan sólo ella no hubiera sido una de muchas.

—¿Qué hay de las fotos en las que estoy? —pregunto—. ¿Qué tal si son
impresas?
—Es poco probable —dice él, perezosamente poniéndose de pie y estirando
los brazos sobre la cabeza—. No con todas las demás para elegir, y por ahora, los
chicos son la atracción principal, no tú. De todos modos, Annie está en el caso.

Puede que sea pequeña, pero pega duro… eso es lo que él dijo.

—Vamos. —Asiente hacia la puerta—. Las galletas de Eddie saben mucho


mejor calientes.

Me pongo de pie de mala gana. Me siento tonta por exagerar, por pensar que
todo es acerca de mí, pero sé que no debería dejar que mi orgullo se interponga
en el camino de unas galletas con chispas de chocolate recién horneadas.

111
Capítulo 14
Traducido por Martinafab, Vanehz y scarlet_danvers

Corregido por Jut

M
e anudo el sarong blanco alrededor del pecho para cubrir la mayor
parte de mi bikini azul brillante. Llevé este mismo sarong más
abajo alrededor de la cintura cuando me lo llevé a las vacaciones a
Francia hace un año, pero ahora me siento extrañamente expuesta.

Es martes por la tarde, y después del encontronazo de ayer con los paparazzi,
he estado bastante contenta de quedarme en casa hoy. Resulta decepcionante
que Johnny haya tenido que dejarnos por una reunión con su sello discográfico
más temprano, pero ya regresó, y Meg ha sugerido que todos vayamos a nadar
juntos. Todavía siento que apenas he hablado con él, pero intento seguir la
corriente.

Meg está aplicándole protector solar a Barney cuando entro por la puerta de
cristal claro junto a la piscina. Él se retuerce y se queja mientras ella se lo frota
por las mejillas.
112
—Quédate quieto —lo reprende.

—¿Crees que estaré bien? —le pregunto, sintiendo el calor del sol en los
brazos. Me he recogido el cabello para que no se me moje, y mis gafas de sol
están de vuelta donde pertenecen: ubicadas en la parte superior de mi nariz.

—Estarás bien —interrumpe Johnny desde atrás. Me vuelvo para ver que él
viste un traje de baño azul marino y nada más. Sus brazos y parte de su torso
están decorados con tatuajes. He visto fotos de él en las revistas donde no lucía
muy diferentes a esto, y ahora está aquí, frente a mí. Vivo. Real. Mi padre
biológico.

—Nunca se puede ser demasiado cuidadoso —murmura Meg, mientras


Barney sigue protestando. Hoy parecía un poco tensa sin Johnny alrededor. No
creo que estuviera contenta con que él tuviera que irse a una reunión.
Terminamos mirando una película en el cine para pasar el tiempo, y yo me
quedé dormida durante un par de horas después. Mi reloj biológico todavía está
en mal estado.

Johnny entra en lo que supongo es el cobertizo de la piscina, una cabaña de


hormigón pintada de blanco y tamaño medio a la derecha de la piscina, y sale
cargado de toallas verdes enrolladas. Va y las deja caer sobre una tumbona por
encima de la valla de cristal que rodea la piscina, antes de regresar al cobertizo.
Un momento después reaparece con un gran cocodrilo inflable debajo de un
brazo y un gran tiburón inflable debajo del otro. Luce cómico y voy hacia la
cerca y ayudo a llevar uno y luego el otro. Él regresa al cobertizo. ¿Qué está
haciendo ahora?

Lanzo los inflables a la piscina y me vuelvo para verlo aparecer con un


colchón inflable doble, retorciéndose para salir por la puerta. Él no luce para
nada como una estrella de rock y no puedo evitar soltar una risita cuando pasa
por encima de la valla de la piscina y regresa al cobertizo. Echo un vistazo a Meg
y ella sonríe cuando Johnny vuelve a emerger con un montón de juguetes y un
par de tubos largos de espuma.

—¿Terminaste ya? —pregunto sarcásticamente, y él me sonríe.

—Más o menos, chica. —Me pasa los últimos juguetes y dejo caer la mitad
mientras él se pasea hacia la puerta de la piscina y entra en la zona vallada. Le
roba a Barney a Meg y le hace girar un círculo, haciéndolo reír.

—Todavía no se lo he puesto en los brazos —dice Meg, con ligera irritación.

—Estará bien —la reprende Johnny, presionando un beso en la nariz de su


hijo que se ríe—. ¿Saltamos juntos?

—¡Sí! —grita Barney.


113
Johnny lo deja en el piso y van al borde de la piscina.

—Uno, dos, tres...

¡Splash!

El agua está sorprendentemente fría, pero el asidero de ella en mi mano es


cálido y firme. Salgo repentinamente a la superficie del lago y mi risa choca
con la de ella cuando me rodea la cintura con las manos, al instante
haciéndome sentir segura y protegida. Tengo cinco años y estamos en el Lake
District14 en un camping de vacaciones, sólo nosotras dos. Me limpio el agua
de los ojos y le sonrío a mi mami, que me devuelve la sonrisa.

—¿Debería lanzarte? —pregunta ella, su cabello castaño goteando


riachuelos de agua su frente y obligándola a parpadear sus brillantes ojos
color caramelo con rapidez.

—¡Sí! —grito de alegría.

14 Lake District: región del noroeste de Inglaterra que incluye un parque nacional.
Me alejo bruscamente del recuerdo y observo cuando las cabezas de Barney y
de Johnny salen del agua. Johnny se aparta el cabello mojado de los ojos y toma
las manos de Barney, tirando de él.

Miro a Meg para ver que su rostro se suaviza mientras los observa.

—¿Barney puede nadar? —le pregunto. Él parece tan pequeño.

—Sí —responde ella, comenzando con el protector solar en Phoenix—. Pero


sólo apenas, y todavía necesita supervisión constante. Así que nunca, jamás,
jamás dejes la puerta de la piscina abierta.

—Por supuesto que no —me mofo. ¿Qué se cree que soy, idiota?

—¿Entras? —grita Johnny, y me doy cuenta de que me está hablando a mí.

Aún dolida por el comentario de Meg, voy al borde de la piscina.

—Prueba con esto. —Él empuja el tiburón inflable a través de la piscina. No


estoy segura, pero, bueno, está bien... Busco a tientas con el nudo en mi sarong y
me siento cohibida cuando lo lanzo a una tumbona, luego posiciono el tiburón
frente a mí y salto a mi destino. El tiburón se tambalea, yo grito e intento
agarrarme y luego me vuelco y quedo absolutamente empapada, cabello y todo.
Ahí va el no querer mojarlo. Johnny aúlla de risa, Barney está histérico y mi
papel como genio de la comedia ha nacido. 114
—¡Sabías que esto iba a pasar! —Me río y salpico a Johnny. El agua azul está
maravillosamente fresca, no fría glacial como el lago de mis recuerdos. Él me
devuelve las salpicaduras, pero uso el cocodrilo como escudo. Miro a Meg y veo
que tiene una extraña expresión en el rostro mientras nos mira, pero Johnny me
salpica y no tengo más remedio que devolvérsela.

Cuando miro otra vez, Meg y Phoenix se han ido.

No nos quedamos mucho tiempo en la piscina. La desaparición de Meg


parece haber puesto nervioso a Johnny.

—¿Crees que está bien? —pregunto con preocupación.

—Estará bien —responde, lo que no me satisface exactamente. Ella estará


bien cuando yo me haya ido, probablemente.

Hay un ruido viniendo de la cocina cuando regresamos a la casa. Sigo a


Johnny a la habitación, donde Meg está dándole de comer a Phoenix en su silla
alta.

—¿Qué te sucedió? —pregunta Johnny—. ¿Pensé que ibas a venir a nadar?

Meg me mira y luego devuelve la mirada a su bebé.


—No me di cuenta de que era casi la hora de la cena de los niños. ¿Puedes ir a
cambiar a Barney? —Suena algo irritada—. Estás chorreando agua por toda la
cocina.

Supongo que eso también se aplica a mí, pienso incómodamente mientras me


aprieto la toalla alrededor de mi cintura.

—Eddie nos ha dejado algo de comida tailandesa —me dice con lo que se
siente como alegría forzada—. Podemos comer cuando estés lista.

—Iré a darme una ducha. Seré rápida —prometo, retirándome de la cocina.


Creo que puede que haya disgustado a Meg. Una vez más.

—Vamos, amigo —le dice Johnny a Barney. Éste me pasa corriendo hacia las
escaleras.

—¡No te resbales! —grita Johnny detrás de él. Todavía tiene los pies mojados.

Barney se queda inmóvil durante dos segundos y luego comienza a saltar al


subir las escaleras, un escalón a la vez, como un conejo de noventa centímetros
de alto. Río entre dientes, a pesar de mí misma.

—¿Me echas una mano para vestirlo? —dice Johnny. Él asiente hacia el
dormitorio de Barney, así que lo sigo, todavía nerviosa.
115
—¿Puedes buscarlo algo de ropa de ese cajón? —dice, mientras desnuda a su
hijo que se retuerce.

Hago lo que me pide, eligiendo shorts rojos y una camiseta azul marino con
un tiburón blanco en el frente. Cuando me vuelvo, Barney está de pie frente a
Johnny, sonriéndole mientras Johnny le seca vigorosamente el agua del pelo.

—Ustedes se parecen tanto —digo, y ambos me miran con sus igualmente


penetrantes ojos verdes. Phoenix se parece más a Meg, reflexiono cuando le
paso la ropa a Johnny.

—A Meg la asustó un poco lo mucho que tú te pareces a mí —revela él,


pasándole a Barney la camiseta por la cabeza.

No esperaba que él admitiera eso. Me siento temblorosa en el borde de la


mesa de los niños.

—Nunca me parecí mucho a Mamá.

Su mandíbula parece apretada en una dura línea y no hace comentarios.


Quería hacerle tantas preguntas sobre ella, pero no ha habido un momento
adecuado, y ni siquiera estábamos a solas ahora con Barney rondando.

—¿Cuándo le diremos a todos sobre mí? —me encuentro preguntando—. Sé


que Meg no está muy feliz de que esté aquí —añado, mi voz vacilando un poco.
—Meg está bien —dice, restándole importancia. Cuando no digo nada, él me
da una sonrisa comprensiva y sé que se da cuenta de que no estoy convencida.
Él mira a Barney y le revuelve el cabello—. No creo que debamos apresurarnos a
contarles a todos sobre ti. Una vez que suceda, no hay vuelta atrás. Pero
hablaremos de eso pronto, ¿de acuerdo?

Realmente no sé a qué se refiere, pero sé que éste no es el momento ni el


lugar para insistir en el asunto.

Johnny aún viste sólo su traje de baño y mis ojos cayeron en la escritura
garabateada en tinta negra de un tatuaje sobre su pectoral izquierdo. Dice
Nutmeg.

—¿Ése es tu apodo para Meg? —pregunto.

Él lo toca con la mano y se encoge de hombros.

—Sí. —Luce un poco avergonzado cuando encuentra mi mirada una vez


más—. Hablaré con ella —promete—. No quiero que te sientas incómoda
estando aquí.

Al día siguiente, Meg viene a buscarme cuando estoy afuera junto a la piscina.

—¿Qué te parecería venir a una fiesta el viernes por la noche? —Se sienta en
la tumbona opuesta a la mía. 116
—¿La fiesta de quién? —pregunto.

—De Michael Tremway. Él es…

—¡Se quién es! —exclamo, excitada. Es el productor ejecutivo de uno de mis


programas de televisión americana favorito, Little Miss Mulholland, sobre una
chica adolescente, Macy, que intenta convertirse en actriz en Hollywood. La
chica que hace el papel de Macy es la hija de dieciséis años de Michael Tremway,
Charlotte.

Meg me entrega un boleto e intento no arrebatárselo, pero fallo.

—Es la fiesta de cumpleaños número cuarenta de Michael —me dice,


mientras leo esa información por mi cuenta—. Pero estoy segura de que habrá
muchos jóvenes también.

—¿Johnny lo conoce? —pregunto sin aliento.

—Johnny conoce a todos —responde ella con una sonrisa irónica—. No va a


muchas fiestas en estos días, pero dice que vendrá con nosotras a ésta.

—¿En serio? —La pregunta sale como un graznido. Entonces mi corazón se


hunde—. No tengo nada que vestir.
—¿Qué hay de ese vestido plateado? —sugiere, antes de golpearse la frente
con la mano—. ¿Qué estoy pensando? —dice con una risa—. ¡Vamos de
compras!

—Pero yo…

—Johnny lo pagará. —Descarta cualquier preocupación con un movimiento


de la mano—. Probablemente te debe cerca de un millón de dólares de
manutención, de todos modos.

Es un comentario sin importancia, pero hace que mi cabeza gire.

Esa tarde, Meg y yo dejamos a los niños con su papá y vamos en la limusina,
cortesía de Davey, a Rodeo Drive.

Me siento como Julia Roberts en Mujer Bonita. Mi corazón no ha dejado de


correr y, mientras salimos del auto en la prístina calle bordeada de palmeras,
pienso que voy a tener algún tipo de ataque. El relucientemente letrero blanco
de Hollywood se cierne enorme en la distancia y no puedo creer que esté aquí.

Gucci, Prada, Armani, Valentino… El sol de la tarde se refleja en las brillantes


vidrieras y parpadeo rápidamente mientras asimilo los hermosos trajes con
joyas incrustadas en los escaparates. Meg sugiere que vayamos a mirar primero,
a probarnos algunas cosas y luego decidir un vestido de fiesta. Me dejo guiar por
ella, demasiado atónita para hacer otra cosa.
117
Es sólo más tarde, cuando estoy parada en un vestidor de Roberto Cavalli,
mirando el reflejo de alguien que difícilmente reconozco, que recuerdo quién
soy y de dónde he venido.

—Estoy esperando… —La voz de mamá corta el denso calor sofocante del
probador.

—Espera —le digo, luchando por levantar el cierre. Su rostro aparece frente
a la cortina; sólo su rostro, cerniéndose como algún bizarro show de
marionetas.

—¡Mamá! —chillo, asegurándome de que ella no haya dejado ninguna


abertura en la cortina para que la gente espíe.

Ella ignora mi protesta.

—¿Necesitas una mano con eso?

Ella entra de todos modos, mostrándome su desaprobación mientras me


estiro pasándola para cerrar la cortina apropiadamente. Levanto mi cabello
para que pueda tener acceso al cierre.
—Ahí está. —Ella me hace girar para poder darme una buena mirada—.
Mmm… —Me mira de arriba a abajo—. Sí, me gusta.

—No necesitas sonar tan entusiasta —digo, sarcásticamente.

Ella sonríe sarcásticamente. No es, y nunca ha sido, una madre efusiva. No


como la mamá de Libby, que estaría más inclinada a decir “¡Wow, cariño, eso
es hermoso!” incluso cuando es cualquier cosa menos eso.

Me vuelvo y miro mi reflejo, mientras ella me examina.

—Está bien —digo encogiéndome de hombros, restándole importancia


porque ésa es su especialidad.

—Llévalo —dice definitivamente.

—Primero veré qué más hay —decido, en parte para hacerla enojar.

—De acuerdo —dice ella, encogiéndose de hombros—. Pero le pediré a la


asistente que lo ponga en espera.

Ella sabía que regresaría por ése, y estaba en lo cierto. Me puse ese vestido en
mi fiesta de cumpleaños, ésa a la que ella nunca llegó.

Parpadeo para alejar las lágrimas mientras miro a la chica en el espejo. Visto
un conjunto de dos piezas de falda estrecha negra y un top ajustado sin mangas.
118
El top muestra mi vientre ligeramente bronceado y tiene un ribete de encaje
negro alrededor del dobladillo, y la larga falda roza el piso con una abertura
hasta la parte superior de mi pierna. Tendría que usar tacones. Y llevaría mi
cabello recogido en un moño desordenado con maquillaje de ojos oscuro. Puedo
imaginármelo perfectamente. No quiero pensar en cuánto cuesta este atuendo,
pero Meg me ha prohibido que mire la etiqueta del precio. La curiosidad me
gana, y casi me atraganto al ver los dígitos.

—¿Puedo ver? —La voz de Meg me saca de mi ensoñación.

—En un segundo —respondo.

Sé que éste es el indicado. Éste es el vestido. Sé lo que mi mamá diría, “Mmm,


sí” o algo por el estilo, pero eso sería suficiente para mí. Desearía que ella
estuviera aquí. La extrañó tanto.

Intento tragar el nudo en mi garganta y entonces abrí la cortina para obtener


la opinión de Meg.

—Hermoso —dice, sacudiendo la cabeza. Le sonrío tentativamente.

Sus comentarios de mi primera noche aquí aún me afectan, pero ella parece
estar haciendo un esfuerzo. Supongo que Johnny debe haber hablado con ella,
como dijo que haría.
—¿Qué piensas? —pregunta ella.

—Lo amo. —Prácticamente suspiro.

—También yo. ¿Quieres probarte otra cosa? —Pausa—. ¿O has tomado una
decisión? —pregunta con diversión.

—No creo que este conjunto pueda ser superado —respondo.

Ella ríe y cierra la cortina.

—Comprémoslo, entonces.

Mientras me cambio nuevamente a mis viejas prendas, le hago una pregunta


a través de la cortina.

—¿Por qué Johnny te llama Nutmeg?

Ella ríe ligeramente.

—Sólo Dios sabe. Mi nombre es Meg, pero cuando trabajaba para él,
simplemente comenzó a llamarme Nutmeg. Ahora se la ha tatuado en el pecho.

—Lo sé. Lo vi cuando fuimos a nadar.

—Probablemente también te ponga un sobrenombre pronto —dice 119


secamente, y desearía poder verle el rostro para poder leer su expresión.

—Ya tengo un sobrenombre. Jessie —señalo, saliendo del probador.

—Por supuesto. Abreviación de Jessica. —Ella sonríe.

Me quedo parada donde estoy.

—¿Cómo llegaste a trabajar para Johnny, si no te importa que pregunte?

—Para nada. Yo solía trabajar como AP de una arquitecta, y luego uno de sus
clientes... ¡Oh! ¡Fue Wendel Rosgrove! Lo has conocido.

—Sí. —Arrugo la nariz.

—¿Qué? —pregunta ella confundida.

—Lo encontré un poco intimidante —revelo. Eso es decirlo amablemente. De


hecho pensé era un poco imbécil.

Meg me lanza una mirada de complicidad.

—Estoy de acuerdo contigo, pero por suerte no tengo mucho que ver con él.
De todos modos, él le dijo a mi jefa que Johnny estaba buscando un nuevo AP y
ella me sugirió para el trabajo.
—Wow. Así de fácil.

Ella ríe irónicamente y se apoya contra la pared, cruzando los brazos.

—Nunca nada es fácil si Johnny está involucrado.

—Mmm. No, supongo que no. —Recojo mis cosas, lista para llevarlas a la
caja.

—Siento lo de tu mamá —dice ella de la nada y la miro con sorpresa—. Yo sólo


quería... sólo quería decirte eso. —Me da una sonrisa incómoda.

—Gracias —respondo en voz baja.

Meg se desplaza sobre sus pies y tengo la sensación de que todavía tiene algo
que decir. Inclino la cabeza hacia un lado, a la expectativa.

—También lamento haber estado un poco rara desde que llegaste. —Me da
una mirada de disculpa.

—Está bien —le digo, incluso si ella no está perdonada totalmente.

—Solía preocuparme que esto sucediera un día —confiesa—. Que el pasado de


Johnny volvería a... —Su voz se corta abruptamente antes de que pueda decir
‘perseguirnos’. Se retuerce—. No quise decirlo como si fuera algo malo. 120
—¿No es así? —Me enderezo más, sintiéndome envalentonada—. Quiero
decir, ¿no soy algo malo en tu opinión? —Si ella quiere decir eso, debería
decírmelo a la cara.

—Eso es lo que estoy tratando de explicar. —Ella sonríe tímidamente—. No


estoy diciendo que esto no sea difícil para mí. Eso sería una mentira, porque
Johnny y yo ya hemos pasado por muchas cosas y de hecho pensé que habíamos
superado todos los obstáculos, que tendríamos nuestro felices para siempre.

—Siento arruinártelo.

—Jessie, no me estás escuchando —dice ella con calma—. Lo que estoy


tratando de decir es que, a pesar de que esto fue un shock, creo que podría ser
bueno para nosotros. Bueno para Johnny. —Respira hondo—. En cierta forma,
me alegra que estés aquí.

Nos miramos durante largos segundos, luego ella sonríe.

—Vamos, la vendedora pensará que estamos robando.

—No, hice bastante de eso en Armani.

—¿Qué? —Ella jadea.

—Es broma. —¡Ja! La tengo.


Ella pone los ojos en blanco y me golpea en el brazo. Estamos ahogando
risitas cuando dejamos los cambiadores.

Los siguientes dos días pasan con alarmante rapidez, y pronto es la noche de
viernes y la hora de la fiesta. Al final, llevo el cabello recogido en una trenza
espiga. Meg llamó a alguien para que nos arreglara el cabello y el maquillaje y
nunca me he sentido más mimada. La fiesta es aquí en Bel Air en la enorme
mansión de Michael Tremway, por lo que es sólo un corto viaje en la limusina
para llegar allí. Meg luce impresionante en un vestido Gucci amarillo dorado
con largas mangas vaporosas y un dobladillo corto que muestra sus largas
piernas. Ella lleva el cabello suelto, un grueso collar de bisutería, y ambas
llevamos tacones negros asesinos. Fuimos a comprar zapatos esta mañana, y sí,
probablemente me maten para el final de la noche.

Johnny viste jeans negros ajustados con un cinturón con tachas de metal y
una camisa gris plateada desabrochada en la parte superior. Es una noche cálida
así que se ha arremangado las mangas y sus tatuajes están visibles. Por alguna
razón imagino a Stu con tatuajes como Johnny y el pensamiento me hace
sonreír.

Johnny se inclina para abrir de la nevera. Saca una botella de lo que luce
como champagne. Se llama Perrier Jouet y tiene una bonita decoración floral
blanca por el lado. ¿Acaso Perrier no es el agua mineral? 121
—¿Quieres una? —le pregunta a Meg con una ceja levantada.

Ella lo mira con cautela.

—No, está bien —decide.

—Nutmeg, está bien. Jessie y tú pueden beber.

¿Él no bebe alcohol? Sé por buscarlo en Google que ha estado entrando y


saliendo de rehabilitación por adicción a las drogas, pero que está limpio ahora;
seamos sinceros, Stu no me habría permitido estar cerca de él si él no lo
estuviera. Pero no me di cuenta de que ni siquiera bebía.

—Jessie sólo tiene quince años —señala Meg.

—¿Y? —intervengo, un poco molesta. Estoy atragantándome por un poco de


alcohol, especialmente si vamos a una fiesta—. En casa bebo todo el tiempo.

Ella no luce convencida. O quizás estoy malinterpretándola y ella no luce


impresionada.

—Un vaso no hará daño. Es una ocasión especial —dice Johnny suavemente
antes de volverse hacia mí—. ¿Jessie? ¿Quieres una copa de champagne?

—¡Sí, por favor! —Nunca he bebido champagne antes.


Meg también toma una copa, pero Johnny toma una lata de Coca Cola de la
nevera y la abre.

Bebo un buen trago de champagne y casi toso y lo escupo. Por Dios, ¡es
efervescente! Prefiero la sidra, para ser honesta. Esto no es lo suficientemente
dulce. Pero es una bebida, así que bebo tan pronto como puedo. Tan pronto
como he terminado llegamos. Miro por las ventanillas de cristal polarizado del
auto para ver una multitud de gente pululando en la calle fuera de un alto muro
de ladrillo. Otros salen de limusinas, siendo fotografiados por los paparazzi que
esperan. Meg aprieta la rodilla de Johnny y luego se vuelve hacia mí.

—No sé durante cuánto tiempo más seamos capaces de proteger su identidad


—dice ella, con calma—. Haremos nuestro mejor esfuerzo, pero sólo intenta
disfrutar esta noche. Si alguien pregunta, apégate a la historia de la niñera.

—De acuerdo —concedo. ¿Por qué están tan reacios a contarle al mundo
acerca de mí?

Antes de que pueda preguntar, la puerta se abre y Davey retrocede para dejar
que Meg salga. Johnny y yo todavía no hemos tenido una adecuada charla a
corazón abierto. Lo que significa que no he tenido la oportunidad de hacerle las
preguntas para las que realmente necesito respuestas. En el par de ocasiones
que he sacado el tema de Mamá, él parece incómodo. De acuerdo, puede que él
no la recuerde, y quizás no quiera hablar de ello frente a Meg, pero no ha hecho
122
precisamente el intento de llevarme a alguna parte, sólo nosotros dos. Fui sola
de compras con Meg, pero es Johnny con quien quiero desarrollar una relación.
¿A qué está jugando? ¿Por qué no hace un mayor esfuerzo? Quizás se siente
incómodo. ¡Mala suerte! La vida es incómoda. De la nada, la irritación me
pincha.

Johnny sale del auto a los flashes de las cámaras de los paparazzi. Respiro
hondo e intento calmarme. ¡Estoy a punto de ir a una fiesta de Hollywood!
Debería estar emocionada. Esta noche tengo que canalizar a la Jessie divertida e
intentar olvidar todo lo demás. Espero a que los flashes lo sigan lejos de la
limusina, y luego me muevo hacia la puerta y, tomando un poco de alivio de la
alentadora sonrisa de Davey, salgo con cuidado, esperando que mis asesinos
tacones de aguja no se doblen por debajo de mí.
Capítulo 15
Traducido por veroonoel, Aяia, scarlet_danvers y Simoriah (SOS)

Corregido por La BoHeMiK

N
o puedo creer que Johnny y Meg no estén ciegos por los flashes
disparándose en sus rostros mientras se dirigen a las puertas. Estoy
un poco perdida en la multitud mientras los sigo, mi cabeza
zumbando por esa copa de champagne que bebí demasiado rápido.

Meg me mira sobre el hombro una vez para comprobar que aún estoy con
ellos, pero Johnny mantiene los ojos fijos hacia adelante. Tengo mi boleto en la
mano, y supongo que permanecen delante de mí en un intento deliberado para
mantener mi identidad en secreto. No puedo evitar sentirme decepcionada, pero
con suerte ellos saben lo que están haciendo.

Mi corazón salta cuando ellos pasan por las puertas, sin que nadie siquiera
revise sus boletos. ¿Y por qué deberían? Johnny y Meg son dos de los rostros
más reconocidos de la farándula. Pero, ¿qué hay si yo no puedo entrar? Siento
un poco de pánico cuando me uno a la fila delante de mí. Obviamente nadie se
123
hace a un lado por mí, como lo hicieron por mi famoso padre. Eventualmente
llego al frente y entrego mi boleto.

—¿Nombre? —pregunta un portero de aspecto formidable.

—Jessie Pickerill —le digo con el corazón acelerado.

Escanea su lista y segundos después, se hace a un lado.

Meg y Johnny me están esperando. Ella sonríe alegremente, pero mis ojos
son atraídos a los de él.

—¿Estás bien? —me pregunta con una ceja levantada.

—Sí —respondo, aún nerviosa. Y luego miro alrededor.

Hay tanto que asimilar. La casa está en la distancia, detrás de una suave
pendiente de césped, y en el césped, hay una amplia variedad de atracciones de
feria pasados de moda: un carrusel, una noria, sillas voladoras, un tobogán en
espiral y tazas de té. Siento que estoy de nuevo en el Muelle de Santa Mónica,
¡excepto que estas atracciones están en el jardín de alguien!

La casa en la distancia es una enorme mansión de tres pisos hecha de piedra


de color crema, con pilares en el frente. El sinuoso camino está bordeado de
flores rosadas, blancas e iluminado con verdaderas antorchas, aunque aún no
está oscuro. Noto que hay carritos de golf, yendo y viniendo de la casa por el
largo camino. Aturdida, sigo a Johnny y Meg a los carritos. No hay fotógrafos
dentro de las puertas, al menos, no que yo sepa, así que espero relajarme
pronto. Desearía poder tomar otra copa de champagne.

Justo cuando pienso eso, veo camareras en vestidos rojos y negro de los años
cincuenta paradas junto a los carros sosteniendo bandejas de madera llenas de
copas de champagne. Algunos líquidos dentro son transparentes y burbujeantes,
otros son de color rosa frambuesa o naranja pálido. También hay algunos vasos
grandes de jugo.

—Champagne, Bellini y Rossini —revela la camarera más cercana a nosotros.


La miro para ver su reacción hacia Johnny. Ella mantiene la calma, pero sus
ojos lo observan por debajo de las pestañas cuando él se inclina hacia adelante y
toma un jugo. Ella luce genial; podría ser una actriz o una modelo con su labial
rojo y su oscuro cabello recogido en una cola de caballo.

—Tomaré un Bellini, por favor. —Meg se sirve una copa, ignorando la obvia
fascinación de la chica con su marido. Me pregunto cómo lidia con eso. Lo
odiaría si fuera ella.

—¿Qué es eso? —le pregunto a Meg, asintiendo hacia el líquido naranja


pálido en la copa.
124
—Champagne y puré de melocotón. El Rossini es champagne y puré de bayas.
¿Tu padrastro nos matará si tomas otra copa?

—Deja que lo intente —me burlo, estirándome para tomar una bebida de
bayas y tomando un sorbo mientras me subo a un carrito que nos espera. Mmm,
esto sabe mucho mejor que esa cosa en el auto. Johnny y Meg se sientan detrás
de mí, mirando hacia atrás, él con el brazo alrededor de los hombros de ella. Él
parece estar tan absorto con ella pero, ¿seguramente ella debe sentirse insegura
cuando tantas mujeres están obviamente interesadas en él?

Música pop suena a todo volumen en los enormes altavoces alrededor del
jardín, pero no ahoga el sonido de gritos y risas provenientes de las atracciones
de feria al pasar junto a ellas. Puedo oler las palomitas y el algodón de azúcar y
espío un par de puestos de perros calientes, con camareros vestidos al estilo de
los años cincuenta con trajes a rayas rojas, blancas y sombreros a juego.

El carrito no se detiene fuera de la casa, sino que conduce a lo largo de ésta.


Doblamos la esquina hacia el jardín trasero y somos saludados por la vista de
una gran piscina en forma ovalada con dos toboganes a cada lado y una fuente
en el medio lanzando chorros de agua cristalina a borbotones. Hay montones de
gente jugueteando con el agua, en su mayoría jóvenes por lo que puedo ver, y
bastantes chicas en bikini y hombres con el torso desnudo en shorts
descansando en las tumbonas posicionadas alrededor de la piscina. En
comparación, esto hace que la fiesta de Mike y Natalie luzca ridícula.

Más allá de la piscina, el extenso jardín continúa, y en la distancia puedo ver


una cabaña de madera ubicada entre troncos de árbol de color blanco plateado.

No puedo creer que una persona sea propietaria de todo esto. Nunca he visto
nada igual en mi vida.

En el interior, la casa me sigue asombrando. Dos amplias y sinuosas escaleras


se curvan hacia arriba y se alejan de la planta baja de un vestíbulo de mármol
blanco y doble altura. Impresionantes exhibiciones de flores están ubicadas
sobre lo que lucen como antiguas mesas de madera tallada.

Un hombre de aspecto distinguido vistiendo una informal camisa blanca y


pantalones negros saluda a la gente a medida que llegan. Me toma unos
segundos reconocerlo como Michael Tremway. Hay una mujer a su lado que
debe ser su esposa. Luce joven, y recuerdo leer en alguna parte que se él volvió a
casarse con alguien que es veinticinco años menor que él. Ella es lo
suficientemente joven para ser su hija. Me pregunto qué opina Macy sobre ella.

—Johnny —dice cordialmente Michael, cuando llegamos a él—. Meg. Luces


estupenda como siempre. —Primero le besa la mano a ella y luego saluda a
Johnny. Me quedo atrás, pero Johnny se hace a un lado y me acerca—. Y ésta es 125
Jessie, mi…

—Nuestra niñera —interrumpe Meg suavemente.

¿Johnny estuvo a punto de presentarme como su hija? Siento una oleada de


irritación hacia Meg por interrumpirlo. ¿A quién intenta proteger, a ellos o a
mí? Tengo el presentimiento de que es la primera.

Michael estrecha mi mano y sonríe, sus ojos grises arrugándose en las


esquinas. Se vuelve hacia su esposa.

—Recuerdan a Colleen. —Ella se adelanta y besa las mejillas de Johnny,


haciendo lo mismo con Meg. Tiene una voz aguda y ligeramente—. Es genial
tenerte de vuelta en Los Ángeles. —Oigo a Michael decirle a Johnny.

—Sí, bueno, no se puede discutir con el clima —responde Johnny—. Feliz


cumpleaños, por cierto —añade.

Hay una conmoción detrás de nosotros. Me vuelvo rápidamente para ver a


una chica, que debe tener mi edad, en un pequeño bikini rojo y con un largo y
oscuro cabello goteando, sentada sobre su trasero en medio del vestíbulo. Luce
conmocionada. Michael Tremway avanza a grandes pasos a través de la
multitud.
—¡Cuántas veces tengo que decirte que no corras en el mármol con los pies
mojados! —exclama él con exasperación mientras llega hasta ella.

La chica se sonroja de un color remolacha profundo mientras se apresura a


ponerse de pie.

—Vete al diablo —sisea, chocando deliberadamente con Colleen al dirigirse a


las escaleras, haciéndola jadear y tambalearse sobre sus tacones.

Atónita, me quedo mirando a la chica, mientras me doy cuenta de que era


Macy de mi programa favorito de televisión. Charlotte Tremway, me corrijo en
mi cabeza.

Michael ríe ligeramente.

—Adolescentes —murmura—. No puedes vivir con ellos, no puedes vivir sin


ellos. —Luego se vuelve para saludar a las próximas personas que llegan.

No puedo evitar sentirme mal por Charlotte por ser descartada por su padre
con tanta facilidad.

Un rato después, me decido a ir a explorar por mi cuenta. Siento que Meg


está tensa de tenerme cerca amenazando con revelar el gran secreto. Los dejo a
Johnny y a ella sentados adentro con algunas personas de la compañía disquera
de Johnny y me voy a pasear por la feria. 126
Mis tacones se hunden en el césped mientras paso junto a un puesto de
perros calientes hacia los anticuados autos chocadores, tomando un Bellini de
una camarera al pasar. Mmm, delicioso. Éste es incluso mejor que el de bayas.
Desearía tener una amiga aquí con quien compartir esta experiencia. Extraño a
Natalie. ¡Se volvería loca en una fiesta como esta!

Pensar en ella me recuerda que me iré a casa pronto. Pero apenas he logrado
conocido a mi supuesto padre en absoluto. No puedo imaginar conocerlo alguna
vez, no como conozco a Stu. Una vez más siento una punzada de nostalgia. En
mi caso, la ausencia definitivamente hace crecer el cariño. Me pregunto si Stu
me extraña. Probablemente no. Apuesto a que está disfrutando de la paz y la
tranquilidad.

“California Girls” de Katy Perry suena todo volumen de los altavoces del
jardín mientras que más adelante el tiempo de los autos chocadores llega a su
fin. La combinación de música alegre y el alcohol me hacen decidir darles una
oportunidad. Por un golpe de suerte, me las arreglo para conseguir un auto
recién desocupado junto a la barrera. Sostengo mi copa casi vacía entre las
rodillas y disfruto de mi entorno mientras espero que comience el paseo. Las
edades de la gente alrededor van desde los diez a los sesenta. Hay algunos
adolescentes que lucen bastante geniales. Se gritan entre sí desde los autos y,
cuando el paseo comienza, mis ojos se dirigen hacia la parte posterior de la
cabeza de un chico. Tiene el cabello negro y desordenado e incluso desde atrás
puedo decir que probablemente es bastante lindo. Paso entre un par de niños y
él rodea la curva más delante, permitiéndome tener un vistazo de su rostro.
Whoa. Tenía razón. Es guapo. Absolutamente guapo. Bronceado con pestañas
oscuras y pómulos esculpidos. ¿Me pregunto si es actor? Me pregunto si tiene
novia… A lo mejor es gay. Una anciana se estrella a mi lado y luego estalla de
risa. Suelto una risita mientras doblo el volante hacia la derecha y me alejo de
ella en reversa, chocando hacia atrás contra la parte delantera de otro auto. Mi
cabeza se sacude hacia delante por el impacto.

—¡Oye! —Oigo quejarse en broma a un tipo detrás de mí mientras piso el


acelerador. Miro por encima del hombro con una sonrisa para ver que es él. Mis
ojos se agrandan, mientras que los suyos se estrechan, y se inclina hacia
adelante con determinación mientras me persigue. Me lanzo entre dos autos
más y doblo a la derecha bruscamente para aparecer por detrás de él. Él espía lo
que planeo hacer y me rio ante su fingida indignación. De repente, él gira su
auto para que estemos frente a frente, dirigiéndonos a un choque frontal. Cierro
mis ojos y luego, ¡ouch!

—¡Choques de frente no! —nos grita el chico que dirige los autos chocadores.

El chico aprieta sus labios hacia mí e intento mantener una expresión seria
cuando nos encontramos conduciendo lado a lado. Tomo la oportunidad para 127
terminar el resto de mi bebida.

—¿Bebiendo y conduciendo? —pregunta él con un falso horror. Tiene acento


americano—. Chica mala —murmura.

—No sabes ni la mitad. —Volteo el volante bruscamente hacia la izquierda y


giro hacia él.

—¡Oye! —Se ríe haciendo lo mismo hacia mí. Todos los autos se frenan hasta
detenerse cuando la atracción llega a su fin. Maldita sea.

—¡Todos afuera! —grita el operador de los autos chocadores.

Nuestros autos se han detenido uno al lado del otro. Él me lanza una mirada
de reojo y levanta una ceja.

—Odio pensar cómo eres en la calle.

—No tengo licencia —respondo con tranquilidad, tratando de lucir genial y no


demasiado torpe al salir de mi auto.

—¿No? —Él parece sorprendido cuando sale del suyo y me ofrece la mano.
Tiene un tatuaje de estilo cómic que dice “POW!” en el exterior de su antebrazo
derecho, y varias tiras de cuero trenzadas alrededor de sus muñecas. Tomo su
mano instintivamente, la abertura de mi vestido dejando ver la longitud de mi
pierna cuando salgo al liso metal. Al menos con él sosteniéndome la mano no
me tropezaré con mis tacones y haré el ridículo—. ¿Cuántos años tienes? —
pregunta, mientras una niña de unos diez años pasa corriendo junto a mí para
entrar en el auto.

—Quince —respondo, fulminando a la pequeña mocosa con la mirada. Él


parece sorprendido, y entonces me doy cuenta de que apretó su mano con
fuerza, así que la dejo caer como si quemara. Las puntas de sus dedos son duras
como las de Johnny—. Tocas la guitarra —digo sin pensarlo.

—Sí. —Él luce confundido—. ¿Nos conocemos?

—No, sólo una suposición acertada. —Asiento hacia sus manos.

—Aah —dice.

Incluso con los centímetros extra de mis zapatos, él es más alto que yo por
quince centímetros.

Llegamos a la barrera, intentamos esquivar a la gente que corre para tomar


los autos vacíos. Un par de niños que se lo pierden gimen en voz alta. Veo la
vieja mujer que aulló de risa luciendo algo astuta mientras permanece en su
auto.

—Vaca descarada —murmuro. 128


—¿Quién?

—Ella. —Le doy un codazo y señalo—. Esa anciana, quedándose en su auto


para otra vuelta.

Él sonríe y hace un gesto de desaprobación.

—Supongo que tiene que conseguir sus emociones de alguna parte. —


Bajamos al césped y es en ese momento que noto su camiseta: es gris con un
dibujo en líneas negras de un wombat15 en el frente, tocando la guitarra
eléctrica.

—¿Te gusta The Wombats? —exclamo.

—Sí, claro, son geniales. —Sus ojos azul grisáceos me miran detrás de unos
pocos mechones de cabello negro que han caído sobre su frente—. Voy a verlos
en septiembre.

—¡No puede ser! Estoy tan celosa.

—¿No puedes conseguir entradas? —Él engancha los pulgares en las presillas
de los jeans negros.

15 Wombat: marsupial australiano.


—Para entonces no estaré aquí —respondo con tristeza, entregando mi vaso
vacío a una camarera que pasa.

—¿Dónde estarás?

—Maidenhead, ¿no?

—¿Qué?

Suelto una risita, divertida por mi jerga privilegiada.

—Inglaterra.

—¿Es de ahí de dónde eres?

—Eres listo —bromeo. Él sonríe y mi interior se pone todo tembloroso.

—Obviamente sabía que tenías un acento. —Pausa—. Luces realmente


familiar. ¿Te he visto por aquí?

—Lo dudo. Sólo he estado aquí desde el domingo. —Cruzo los brazos.

—¿Cuál es tu nombre?

—Jessie.

—Yo soy…
129
—¡Jack! —interrumpe un chico con un grito. Rompemos el contacto visual y
miramos para ver a otros cuatro adolescentes de los autos chocadores
esperando aproximadamente a diez metros de distancia: dos chicas y dos chicos,
uno de los cuales es el responsable de llamarlo—. ¿Vas a venir al tobogán?

Mi ánimo se hunde.

—Estaré ahí en un momento —exclama él con indiferencia, su mirada


regresando a mí—. Soy Jack, por cierto.

—Eso oí. —Presiono los labios, sintiendo que todavía tenemos la atención de
sus amigos. Una mirada en su dirección y lo compruebo; no se han movido. De
hecho, una de las chicas, una rubia alta y delgada con un vestido lila, parece un
poco incómoda. ¿Es su novia? Quizás no, si él sigue aquí hablando conmigo,
pero apuesto a que quiere serlo. ¿Quién no? Por alguna razón, en ese momento,
mi cerebro elige mostrarme una imagen mental de Tom riéndose.

—¿Quieres venir con nosotros? —me pregunta Jack, moviendo la cabeza en


dirección a sus amigos mientras simultáneamente devuelve mi atención hacia
él.

—Claro. —Me voy a ir pronto, y ¿a cuántas fiestas de Hollywood tengo la


probabilidad de ser invitada? Sería estúpida si no aprovechara al máximo esta
noche. Jack es muy lindo, y no es como si Tom y yo siquiera estuviésemos
saliendo.

Lo sigo hacia el grupo. La chica que noté antes se mueve sobre sus pies, pero
me lanza una mirada asesina.

—Oigan chicos, ésta es Jessie —me presenta Jack, luego señala a cada uno de
sus amigos—. Morgan, Miles, Bryony y Lissa.

Todos dicen hola, algunos con más entusiasmo que otros. Morgan es alto,
delgado, con el cabello corto rubio oscuro y jeans desgastados. Miles es un poco
más bajo y más ancho con cabello oscuro teñido de naranja en las puntas (está
vestido de negro) y Bryony es de mi altura con el cabello oscuro de largo medio.
Lissa, la rubia, apenas me mira a los ojos. Las chicas llevan vestidos que parecen
caros, lo cual me hacen sentir mejor sobre mi traje, especialmente porque los
chicos están bastante informales.

—Tómate tu tiempo —le dice Lissa de mal humor a Jack.

—No tienes que cuidarme, cariño. Me habría reunido con ustedes ahí —
responde Jack con un falso acento de campo. Lissa resopla—. Así que, ¿cuál es
tu historia? —me pregunta con su voz normal mientras caminamos—. ¿Con
quién estás aquí?

—Mi… —Casi digo “mi papá”, pero me detengo justo a tiempo—. Solo con
130
algunas personas que conocen a Michael. —Me obligo a decir Michael y no
Michael Tremway para no sonar completamente desinformada.

—¿Eres una actriz? —pregunta Lissa por encima de su hombro, de una forma
ligeramente condescendiente.

Lanzo la cabeza hacia atrás y río.

—Demonios, no. —Ella luce incluso más sorprendida cuando Jack sonríe.

—¿Qué hay de ti? —le pregunto a él—. ¿Por qué estás aquí?

—Oh, mi papá conoce a Mike.

Mike, no Michael. Maldición. No soné tan informada como había sido mi


intención.

—¿Cuánto tiempo vas a estar en Los Ángeles? —me pregunta cuando


llegamos al tobogán.

—Solo hasta pasado mañana —respondo, mientras él me pasa una esterilla


para usar en el tobogán gigante.

—Qué pena —comenta Lissa maliciosamente, su disposición mejorando


visiblemente.
—Cálmate, Lissa —espeta Jack. Ella sube las escaleras a grandes pasos y con
mal humor frente a nosotros. La seguimos para encontrar una corta fila en la
parte superior.

—¡Permiso! —Me hago a un lado cuando alguien me empuja al pasar,


entonces veo quién es.

—¡Es la anciana prepotente de los autos chocadores! —Tiro del brazo a Jack y
la miramos con asombro.

—¿A quién llaman anciana? —grita ella con enfado sobre el hombro.

¡Mierda, me oyó! Me cubro la boca con la mano.

—¡Tengo cuarenta y nueve años! —grita ella en voz alta mientras se abre
camino a empujones hacia la parte superior.

Jack y yo nos miramos y estallamos en risas. Los sonidos de los chillidos de la


mujer baja por el tobogán sólo nos hacen reír más fuerte.

Todavía me estoy riendo cuando yo misma bajo por el tobogán, y ni siquiera


la imagen de Lissa susurrándole a Bryony en la parte inferior no me borra la
sonrisa del rostro. Jack viene detrás de mí de todos modos, así que me doy
vuelta para esperarlo.
131
—No me acercaría demasiado a él si fuera tú. —Miro por encima del hombro
para ver que Lissa y Bryony se han movido hacia delante, pero es Bryony, no
Lissa, quien habló.

Levanto una ceja.

—¿Es problemático? —Estoy siendo completamente sarcástica, pero ellas no


lo captan.

—Sí —responden ambas con seriedad.

—De acuerdo. Tendré eso en mente esta noche. —Como si fuera a


enamorarme de él en las siguientes horas. Pongo los ojos en blanco y me vuelvo
a tiempo para ver a Jack bajando rápidamente por el tobogán. Problemático o
no, es apuesto.

—¿Estás segura de que no nos conocemos? —pregunta otra vez cuando se me


acerca.

—Confía en mí, si te conociera, te recordaría. —No puedo creer que dijera eso
sin sonrojarme.

Él ríe entre dientes y sacude la cabeza.

—Realmente me recuerdas a alguien.


Y entonces me doy cuenta. ¿Se refiere a Johnny?

—¿Qué? —me pregunta él porque debo haber lucido un poco nerviosa.

—Nada —le quito importancia.

—Vamos. —Él apoya la mano ligeramente en mi espalda y un


estremecimiento me recorre la columna—. Los veo más tarde —le grita a sus
amigos.

“I Knew You Were Trouble” de Taylor Swift comienza a sonar por los
altavoces y es todo lo que puedo hacer para no reírme en voz alta. Quizás Taylor
esté intentando decirme algo 16.

Jack mete la mano en el bolsillo mientras caminamos, sacando un arrugado


paquete de cigarrillos. Él asiente con su cabeza hacia delante.

—Vamos a la parte de atrás. La música es mejor.

—¿No te gusta Swifty? Yo prefiero el rock indie, pero no puedes negar una
canción pegadiza cuando la escuchas.

—Mi hermana pequeña está obsesionada. Pero hay una cierta cantidad de
Taylor Swift que un hombre puede soportar. —Hace una pausa y me ofrece un
cigarrillo. Estoy medio tentada, pero lo rechazo. Realmente no necesito uno y 132
estoy segura de que Meg y Johnny no lo aprobarían.

—Apuesto a que Harry Styles estaría de acuerdo contigo.

—¿Quién? —pregunta él a través de una estela de humo mientras seguimos


caminando.

—Harry Styles de One Direction. Salió con ella.

—Oh, ellos. —Me echa un vistazo—. Ahora todo se está revelando. Pensé que
te gustaba la buena música como los Wombats.

—¡Me gusta! —exclamo—. De todos modos, tú eres el que tiene un tatuaje de


cómic como el de Zayn Malik. —Tomo su muñeca y le doblo el brazo para que su
tatuaje esté a la vista—. Él tiene uno así, sólo que el suyo sólo dice ¡ZAP!

Jack se detiene en seco y me mira directamente.

—¿Zayn?

Me encojo de hombros.

—También está en One Direction.

16 N. de T.: el título de la canción se traduce como “Sabía Que Eras Problemático”.


—Jesucristo —dice él con una sonrisa—. Katy Perry, Taylor Swift, One
Direction… no eres para nada una chica rockera.

Frunzo el ceño.

—¿Quién dice que me gusta Katy Perry?

—Te vi bailando su canción en los autos chocadores. —Levanta una ceja hacia
mí y sigue caminando.

—¿En serio? —¿Él me notó antes de que yo lo hiciera con él? Llegamos al
camino iluminado por antorchas, retrasándonos cuando un carrito pasa
rápidamente.

—Momentos antes de que casi me sacaras de la pista —añade, cruzando el


camino hacia el césped grama del otro lado.

—Sí, bueno, esto viene de alguien que tiene un tatuaje de One Direction —
bromeo.

—No tengo un tatuaje de One Direction —dice él con firmeza, deteniéndose


de nuevo y enfrentándome.

—Aquel que protesta demasiado —le digo con fingido acento meloso.

—Apuesto a que yo me hice el mío primero —dice.


133
—Apuesto a que no.

—¿Cuánto? —Él levanta una ceja.

—¿Cuánto qué?

—¿Cuánto quieres apostar?

Río.

—¿Hablas en serio? ¿De verdad quieres hacer una apuesta sobre esto? —
Vacilo—. De acuerdo, lo haremos —decido—. ¿Cuáles son las probabilidades?

—El perdedor tiene que saltar desnudo en la piscina.

Mi boca se abre.

—De ninguna manera.

—De acuerdo, en ropa interior —admite, caminando.

—¿Me estás tomando el pelo? —Camino detrás de él—. No hay manera en el


infierno de que me meta a esa piscina delante de toda esa gente. No me metería,
ni siquiera si llevara una bikini.
—¿Por qué no? —Él da una pitada informal y me mira de arriba a abajo, una
sonrisa en los labios. Mi estómago se retuerce de los nervios mientras me mira.

—No soy muy exhibicionista —respondo—. Vi a Macy resbalarse sobre el


mármol en su bikini mojado hace un rato. Cayó sobre su trasero.

—¿Macy?

—Sí, ya sabes, la hija de Michael Tremway. —Ahí voy otra vez, diciendo
Michael en lugar de Mike.

Él sonríe.

—¿Te refieres a Charlotte?

—¿Eh? —Entonces me doy cuenta del error y comienzo a reír—. He estado


llamándola Macy en mi cabeza desde que llegué. Little Miss Mulholland es uno
de mis programas favoritos de televisión. —¿Fue realmente poco genial admitir
eso? Oh, bueno, agrégalo a la lista.

Jack parece divertido mientras le da una pitada final al cigarrillo y lo tira al


suelo. Lo piso y lo apretó contra el césped con la suela del zapato.

—¿Estás tratando de iniciar un incendio?

—Suenas como mi mamá —dice él con ironía.


134
Al menos él tiene una.

Ésa es la primera vez que he pensado en mi mamá en toda la noche.

—Necesito otro trago. ¿Al menos aquí no parece importarles el límite de


edad? —Hago una pausa—. ¿Cuántos años tienes, de todos modos?

—Dieciocho —responde él—. Y aquí, eso es todavía menor de edad. Qué


bueno que sea una fiesta privada. Puedes salirte con la tuya en muchas cosas.

La forma en que dice “muchas” suena ominosa.

Vemos a una camarera cerca de la esquina de la casa y tomamos un par de


copas. La música está más fuerte que cuando llegamos y hay menos personas en
la piscina. El cielo ahora está azul oscuro, un matiz naranja visible en el
horizonte detrás de los lejanos árboles. Me pregunto qué hora es. Espero que
Meg y Johnny no me estén buscando.

Jack se sienta en una tumbona y se estira, cruzando las piernas. Palmea la


que está junto a él.

—Toma asiento.
Tengo cuidado de no mostrar mi ropa interior cuando lo hago. Desde aquí
tenemos una vista perfecta de todos los que están en la piscina y la casa detrás.
Ahora todas las luces están encendidas en el interior y las ventanas lanzan un
cálido resplandor que nos alcanza incluso desde esta distancia.

“Hang Me Up To Dry” de Cold War Kids sale del sistema de sonido.

—Me gusta esta canción —digo.

—Mi hermano es el DJ —me dice él.

—¿En serio? Eso es genial.

—Sin embargo, no pasará nada de One Direction —dice para burlarse de mí.

—Oh, lo siento tanto por ti —le regreso la burla—. Vamos, no voy a saltar a la
piscina desnuda o en ropa interior, así que bien puedes contarme cuándo te
hiciste el tatuaje —digo, tomando un sorbo de mi bebida.

—Hace unos cuatro años.

—¡Mentira! —digo a borbotones—. ¡Eso haría que tuvieras catorce en ese


momento!

—Sí. 135
—¡No tienes permiso para hacerte tatuajes hasta que tienes dieciocho años!
Créeme, lo revisé. Al menos, no sin el consentimiento de los padres y no hay
manera de que yo recibiera eso. —Recuerdo esa particular discusión con Mamá.
Como de costumbre, Libby estaba del lado Mamá. No podía creer que yo
considerara hacerme un tatuaje. Fue aproximadamente un mes antes de que
Mamá muriera, pero incluso en ese momento Libby y yo habíamos comenzado a
distanciarnos. Intento no pensar en ello. Lo estoy pasando demasiado bien para
estropearlo ahora—. ¿Es diferente aquí?

—No lo sé —dice él—. El amigo de mi hermano mayor hizo el mío.

—¿Tus padres no se volvieron locos?

Él se encoge de hombros.

—A mis padres realmente no les importa lo que haga. —Mi rostro cae y él se
da cuenta—. Que no les importe no significa que no se preocupen —señala. —
Sólo son bastante relajados, eso es todo.

—Oh. —Suenan como los padres de Natalie, y eso no suena tan mal.

—¿Cómo son los tuyos? —pregunta él.


—Um… —¡Alerta de asesino de conversación! Realmente no quiero hablar de
esto—. ¿Ésa es Macy? —Me enderezo cuando veo a una chica salir de la casa.

Jack sigue mi mirada.

—¿Te refieres a Charlotte?

Whoops. Lo hice de nuevo.

—Ella misma.

Él sonríe sardónicamente.

—¿Quieres que te la presente?

—¿La conoces?

—Conozco a Charlotte —dice él enfáticamente—. Es amiga de mi hermana.

—¡No puede ser! ¿Es simpática? —De la nada me siento nerviosa—. Quiero
decir, ¿ella es…?

—¿Un poco perra? —me interrumpe—. Oh, sí, viene con el territorio de
estrella adolescente —dice tranquilamente—. Pero pareces ser capaz de
comportarte.
136
Levanto una ceja.

—¿Qué se supone que significa eso?

Él sonríe, pero me ignora.

—Aquí viene.

Miro hacia atrás para verla acercarse a la piscina. Un par de sus amigos
sentados en tumbonas se levantan y la saludan. Jack saca otro cigarrillo del
bolsillo, pero se queda dónde está. Irónicamente, declino su oferta de fumar,
demasiado nerviosa para ello. Ella nos mira y su rostro se ilumina.

—¡Hola, Jack! —Deja a sus amigos mirándola mientras se dirige hacia


nosotros—. ¿Dónde está Agnes?

¿Quién es Agnes? ¿Es su novia?

—No está aquí esta noche —responde él.

—Oh sí, me olvidé de Drew y ella.

Ella se inclina hacia adelante y lo abraza, y luego mira su cigarrillo.

—Oh, déjame darle una pitada. —Ella lo toma de entre sus dedos, pero a él no
parece importarle. Ella se posa en el borde de su tumbona, de espaldas a mí. Su
vestido es de corte bajo en la espalda y es tan delgada que puedo verle las
costillas cuando inhala profundamente.

—Necesitaba esto —murmura, dando otra larga pitada al cigarrillo antes de


devolverlo.

—¿Quieres uno? —pregunta Jack.

—No. Mike se volverá loco si me ve.

¿Mike? ¿Llama Mike a su papá?

Jack le da un golpecito en el hombro y mueve la cabeza bruscamente hacia


mí.

―Por cierto, ésta es Jessie.

He estado sentada aquí, observando todo este intercambio y sintiéndome


completamente ignorada, pero ahora ella se vuelve y luce casi sorprendida de
verme. No sabía que yo tenía poderes de invisibilidad.

―Oh, hola ―dice, luego frunce el ceño―. Lo lamento, ¿quién eres?

―Jessie ―repito.

―Eso no responde mi pregunta. 137


―A Jessie le gusta tu show ―dice Jack calmadamente.

―Oh. ―Extrañamente, eso parece aplacarla.

―Vino de Inglaterra de visita por unos días.

―¡Amo Inglaterra! ―dice, repentinamente cálida mientras pasa las piernas


sobre las de Jack para mirarme―. ¿De qué parte?

―Berkshire.

Confundida, ella arruga la nariz.

―No está tan lejos de Londres ―explico.

―Amo Londres ―dice y sus ojos azules se agrandan―. Es tan bonita y tan…
―Piensa buscando la palabra correcta y se le ocurre “pintoresca”.

No estoy segura de eso, pero estoy demasiado distraída para comentarlo. No


puedo creer que esté sentada aquí charlando con Charlotte Tremway.

Ella palmea el muslo de Jack y le roba el cigarrillo de nuevo.

―Entonces, ¿cómo has estado, cariño?


―Sí, estoy bien. Me conoces.

―Sí, así es. ―Ella sopla el humo por encima de la cabeza de él y parece que,
una vez más, invoqué mis poderes de invisibilidad. Ni quisiera quiero saber a
qué se refiere ella con ese comentario. Ciertamente parece muy cómoda con él.

―¿Estás listo para el siete? ―pregunta ella.

―Bastante ―contesta él mientras recupera su cigarrillo―. Mi banda va dar un


concierto el siete de agosto ―me dice.

―Genial ―digo.

―Demasiado genial ―agrega Charlotte, sin mirarme―. Todavía trabajo en


hacerlos estar en mi programa. ―Vuelve a palmearle el muslo.

―Charlotte, ¿quieres un trago? ―exclama uno de sus amigos que está cerca.

―Estaré allí en un minuto ―contesta sobre el hombro, con una voz que suena
aburrida.

¿Todas las chicas de LA son completas perras? Por mucho que sea fan del
programa, realmente no me importaría si su actriz principal se fuera en este
momento.

―Entonces, ¿qué hay de ti? ―le pregunta Jack, y comienzo a pensar que
138
quizás sea hora de ir a buscar a Meg y a Johnny.

―La misma porquería de siempre. C me vuelve loca. Mike es un imbécil.


¿Sabías que va a permitirles que maten a Bessie en la siguiente temporada?

―Sabes que no lo miro ―responde Jack, mientras me devano el cerebro


pensando cuál de los personajes se llama Bessie en la vida real. Me rindo. No
puedo molestarme en pensar en este momento y me encuentro ignorándolos.

“Maps” de Yeah Yeah Yeahs suena ahora. Apoyo la cabeza en la tumbona y


miro las estrellas que comienzan a aparecer en el cielo. Tarareo la canción.

―De acuerdo, una vez más estás comenzando a ganarte algo de mi respeto
―dice Jack. Me doy cuenta de que su comentario está dirigido a mí.

―Tú todavía tienes mucho camino que recorrer ―contesto sin perder el
ritmo.

―¿Cómo es que ustedes dos se conocen? ―interrumpe Charlotte con el ceño


fruncido, sus ojos yendo al tajo del lado de mi falda y mi abdomen expuesto.

―Nos conocimos esta noche ―le digo, metiendo el abdomen como


precaución. No soy para nada el tipo de delgada de Hollywood. En ese momento
veo a Lissa y a Bryony en la terraza. Nos han visto.
―¡Charlotte! ―exclama Lissa.

Genial, son amigas. Por supuesto que lo son.

―¿Dónde demonios han estado? ―exclama Charlotte mientras se levanta


torpemente de Jack y corre hacia ellas.

Solos de nuevo. Finalmente.

“Heart-Shaped Box” de Nirvana comienza a sonar. Johnny luce un poco


como una versión más limpia de Kurt Cobain, pienso. Probablemente debería ir
a buscar a Johnny y a Meg pronto. Pero realmente no quiero dejar a Jack
todavía…

―Tu hermano tiene buen gusto musical ―digo, sacando a Johnny y a Meg de
mi mente por un rato más.

―Ven a conocerlo ―dice Jack de repente, poniéndose de pie.

―De acuerdo. ―Me pongo de pie, conmovida porque quiere que conozca a su
hermano.

―Sabes, todavía me debes una prenda ―dice él mientras caminamos junto a


la piscina―. Gané la apuesta.

―Sí, sí ―le resto importancia―. Te dije que no voy a desnudarme ni a


139
meterme en la piscina en ropa interior.

―En ese caso…

Grito cuando él me toma en brazos y me carga unos pasos hacia la piscina. En


pánico, engancho las manos alrededor de su cuello.

―¡No te atrevas! ―chillo―. ¡Éste es un vestido de Roberto Cavalli! ―Palabras


que nunca pensé que diría.

Él sonríe.

―Puedes comprar otro.

―¡Mi papá me lo compró! ―Y acabo de darme cuenta de que ni siquiera dije


gracias. ¿Qué va a pensar Johnny si tengo que regresar empapada a la limusina?
¿Qué pensará Meg? Eso es lo que haría una aspirante a estrella de rock―. No te
atrevas ―le advierto de nuevo, más seriamente.

―Me debes una prenda ―repite él, más lentamente esta vez.
Instantáneamente soy consciente de cuán cerca están sus labios de los míos.
Calor inunda mi cuerpo cuando lo miro directo a los ojos.
―¡JESSIE! ―Doy un salto por la sorpresa cuando miro más allá de él para ver
a Johnny parado al otro lado de la piscina. Jack también lo ve, y de repente
estoy de regreso sobre mis pies―. Nos vamos ―grita Johnny, instándome a ir
hacia él.

No luce demasiado feliz. Mi corazón se hunde por más de una razón. No


quiero irme todavía. Y no quiero enojar de nuevo a mi papá.

―¿Conoces a Johnny Jefferson? ―pregunta Jack confundido, y soy


consciente de que tenemos la atención de Charlotte, Lissa y Bryony.

―Sí ―respondo con cautela―. Él es… ―No quiero mentir―. Yo… estoy
ayudando con sus niños. ―Bueno, en cierta forma es verdad.

―¿Eres la niñera? ―De acuerdo, él llegó solo a esa conclusión. No es mi


culpa―. Niños afortunados ―agrega, mirando a Johnny.

Río débilmente.

―Si mi niñera luciera como tú, no pensaría en irme de casa.

―Tú no tienes una niñera ―me burlo, antes de poder registrar el hecho de
que estaba coqueteando conmigo.

―Ella tiene cincuenta y un años, el tamaño de un pequeño auto y me ha 140


cuidado desde que era un bebé. ¿Me estás llamando mentiroso?

―¿Tienes una niñera? ―pregunto incrédula.

―Sí.

―¡Bueno, de acuerdo, entonces! ―digo ligeramente, mirando hacia Johnny.


Él señala la terraza junto a la casa y asiento mi cabeza en reconocimiento. Meg
también está ahí.

De repente me siento muy plana.

―Bueno, fue bueno conocerte ―logro decir.

―¿Qué vas a hacer mañana?

Mi corazón que se hunde da un vuelco.

―No lo sé ―respondo―. Probablemente no mucho.

―¿Quieres hacer algo?

No puedo evitar que la sonrisa llegue a mi rostro.

―Seguro.

Él sonríe.
―Dame tu número.

Estoy a punto de dar mi número de celular cuando recuerdo que aquí no


funciona. He estado usando el teléfono fijo de Johnny y Meg toda la semana.

―No lo sé.

―¿Estás tratando de descartarme? ―pregunta él con cautela.

―¡No! No, te juro que no. Dame tu número y yo te llamaré a ti.

Él luce divertido mientras mete la mano en el bolsillo y saca su billetera. Saca


una tarjeta del interior.

―¿Tienes tarjetas de presentación? ―La tomo.

―Te podrían venir bien algunas ―contesta él con un guiño, volviendo a meter
la billetera en el bolsillo.

―Te llamaré ―le digo con una sonrisa, alejándome, claramente consciente de
que las chicas que están cerca me observan.

―Sera mejor que lo hagas ―exclama él―. O de otra manera te rastrearé.

Para cuando llego a Johnny y a Meg, Johnny está golpeteando el pie


impacientemente. 141
―¿Lista para irte? ―pregunta Meg con una sonrisa.

―Sí ―contesto.

Miro a Jack mientras me subo al carrito. Lissa, Bryony y Charlotte lo han


rodeado, pero sé que él me sigue mirando, incluso cuando me doy vuelta.
Capítulo 16
Traducido por flochi, Selene y MaEx (SOS)

Corregido por Simoriah

—¿L
a pasaste bien? —pregunta Johnny cuando regresamos a
salvo al interior de la limusina de Davey. Hay una
brusquedad en su tono y no estoy segura de por qué.

—Sí —contesto.

—Así que conociste a Jack Mitchell.

—¿Ése es su apellido? No llegamos tan lejos.

—A mí me pareció que estaban llegando bastante lejos. —Me da una mirada


incisiva.

—Johnny —interrumpe Meg con el ceño fruncido—. Déjala en paz.

—No necesito que pelees mis batallas. —Las palabras salen antes de darme 142
cuenta. Meg parece sorprendida.

—Oye, relájate, chica, nadie está peleando contra nadie —dice Johnny
rápidamente, sus ojos verdes entrecerrándose con aprehensión.

—Lo siento, es la costumbre —contesto, mi rostro calentándose. Meg luce un


poco molesta cuando se vuelve y mira por la ventanilla. Noto que Johnny le
pone una mano protectora sobre la rodilla.

De repente, me siento molesta. Y en el trascurso del corto viaje a casa, mi


amargura crece y me carcome. ¿Cómo se atreve él a actuar como si se
preocupara por lo que hago? ¿Por qué siquiera estoy aquí? Él no es un padre
para mí. No es nadie.

No, lo siento, mi error, pienso sarcásticamente. Es Johnny Jefferson. La gran


celebridad. Alguien.

Pero se siente como nadie para mí.

Para cuando regresamos a la casa, estoy furiosa. Furiosa como para dar
portazos. De modo irritante, Davey está esperando para cerrar la puerta del auto
detrás de mí, pero la puerta principal es mía.

¡BANG!
—¿Qué demonios? —Johnny gira rápidamente.

Tan pronto como lo hago, me doy cuenta que puedo haber despertado a
Barney y a Phoenix, pero finjo que no me importa.

—Lo siento, no quise despertar a sus preciosos hijos —digo sarcásticamente.

Los ojos de Meg se agrandan de sorpresa. Le da a Johnny una mirada


significativa y sube las escaleras. Sé que va a ver cómo están los niños y a liberar
a la niñera, pero me alegra que nos haya dejado. Ahora Johnny tendrá que
enfrentarme solo.

—Has bebido demasiado —dice Johnny con calma y eso me irrita aún más.

—¡Que te jodan!

—Acabas de llegar aquí y suenas como una estadounidense.

Me acerco furiosa a él.

—¿Preferirías que te dijera que te vayas a la mierda? Bien. ¡Vete a la mierda!

—¡Oye! —él levanta la voz y puedo ver que lo estoy fastidiando.

—¡Llévenlo afuera! —sisea Meg desde el rellano cuando una puerta se abre
arriba y veo a una preocupada niñera aventurarse afuera. Fulmino a Meg con la 143
mirada y luego Johnny va a grandes pasos hacia la puerta que lleva a la terraza y
la abre. Señala hacia afuera, su mandíbula crispándose con irritación mientras
me mira. Cruzo la sala con fuertes pisadas y traspaso el umbral. Él cierra la
puerta.

—¿Qué te sucede? Pensé que te habías divertido esta noche. ¿Por qué actúas
como una malcriada?

—¿Por qué debería importarte? —ataco.

—Vas a tener que ayudarme —dice él con una calma forzada—. No he tenido
que lidiar con muchas chicas adolescentes en mi época.

—Mi mamá sólo era una adolescente cuando la follaste y la dejaste


embarazada. ¿Alguna vez piensas en eso?

Él se tambalea hacia atrás e incluso con la poca luz puedo ver que lo he
dejado aturdido. Mi corazón late violentamente. ¿De dónde vino ese
comentario? Pero es hora de que tuviéramos una conversación sobre mi mamá.

Él respira hondo, y me sorprendo cuando finalmente dice.

—Sí pienso en ella.

—¿Qué? —Pero mi voz instantáneamente más pequeña.


—Sólo… —Luce exhausto mientras camina hacia una silla y se sienta,
encorvado con los codos sobre las rodillas. Asiente hacia la silla opuesta—.
Siéntate.

Hago lo que me dice.

—Entonces, ¿realmente la recuerdas? —Lucho por hacer que las palabras


pasen a través del nudo que tan rápidamente se ha alojado en mi garganta.

—Sí, recuerdo a Candy.

Me sorprende oírlo pronunciar su nombre. Stu hizo parecer que Mamá sólo
había sido otra chica para él, pero quizá haya más en la historia.

—¿Qué… qué sucedió entre ustedes? —pregunto.

Él suspira.

—Ella seguía a la banda, ¿sabes? —Sus ojos son penetrantes en la luz que se
derrama sobre nosotros proveniente de la sala—. Venía a casi todos los
conciertos antes de que tuviéramos éxito, y yo la veía justo al frente. Era difícil
no notar a Candy.

—¿Por qué? —Mi voz sale como un susurro.

Su mirada encuentra la mía.


144
—Era hermosa. Cualquiera podía verlo. Pero había algo más en ella. Tenía un
espíritu libre. Supongo… —Hace una pausa, mirando más allá de mí en
dirección a la sala—. Supongo que me sentía atraído por ella. —Vuelve a
encontrar mi mirada.

Miro por encima del hombro a través de las ventanas del piso al techo, pero
allí no hay nadie ahí. Me pregunto si Meg se ha ido a la cama. Dudo que Johnny
hubiera sido tan abierto conmigo si ella estuviera cerca.

—¿Qué sucedió? —pregunto, pero él luce vacilante—. Tengo que saberlo. —No
quiero rogarle. Sacudo la cabeza y lágrimas calientes llenan mis ojos—. Ella ya
no está aquí para contármelo. —El nudo es colosal ahora, pero no quiero estallar
en llanto ni quitarle mérito a la conversación ahora que de hecho estamos
hablando. Es demasiado importante y mi tiempo aquí se está agotando.

—Dios —murmura él, poniéndose de pie. Lo observo mientras va hacia la


pequeña zona del bar exterior. Él revuelve en un armario debajo de la encimera
por un rato y regresa con un paquete de cigarrillos. Saca uno mientras camina,
metiéndolo entre sus labios. Luce infeliz cuando se para junto a mí y lo
enciende, el brillo de la llama sumándose a la luz proveniente del interior. Se
vuelve a sentar.
—Meg me va a patear el trasero —dice él en voz baja, su acento tomando un
aire estadounidense que he notado aparece a veces.

—¿Por qué?

—Me di por vencido. —Toma una larga y lenta pitada y en cierta manera él se
siente más familiar para mí. Ésta es la imagen que tenía de él en mi cabeza antes
que nos conociéramos. Más estrella de rock, menos esposo y padre cariñoso.

—¿Puedes darme uno, mientras tanto?

Él me mira.

—Es un maldito hábito asqueroso —dice a través de una nube de humo


mientras exhala.

—Lo sé. —Extiendo la mano, palma hacia arriba, y él la mira por un instante.
Luego apaga el cigarrillo.

—No, nada para ti, y nada para mí. Como dije, es un hábito asqueroso.

¿De repente está intentando ser responsable por mí? Normalmente estaría
molesta, pero me siento extrañamente conmovida.

—Háblame de mi mamá —presiono. 145


—La noté en el primer concierto al que vino. —Me doy cuenta de que
contengo la respiración mientras él continúa. Mira a lo lejos mientras
recuerda—. Estaba parada justo al frente. Estaba oscuro, pero yo podía verla.
Estaba tan imbuida en la música. Me gustaba la manera en que bailaba, la
manera en que se perdía… —Él sonríe irónicamente—. Cuando bajamos el ritmo
ella estaba allí de pie y me miraba. —Se encoge de hombros—. Yo tampoco podía
sacarle los ojos de encima. —Hace una pausa—. Pensé en ella después de esa
noche. —Estoy paralizada, observando su rostro mientras habla—. Y luego ella
apareció en el siguiente concierto.

Me imagino la escena: la apuesta estrella de rock cantando una canción lenta


a la bella joven… Me da escalofríos. No es de extrañar que ella se enamorara de
él.

—Dios, me vendría bien un trago —dice él.

—No, no lo necesitas —advierto.

Él levantó una ceja.

—No te preocupes, chica, no voy a quebrarme.

—No sabía que no bebías. Quiero decir, sé... —Hmm, esto es vergonzoso—.
Leí sobre tú adicción a las drogas en Internet —admito.
—Sí. Que me maldigan si vuelvo a eso. —Él mira el cigarrillo en el suelo—.
Esos bastardos hacen que me den ganas de beber. Beber hace que me den ganas
de consumir drogas. Estoy mucho mejor si le digo que no al montón.

—Vamos. —Él señala hacia el otro lado de la terraza. Se levanta lentamente y


comienza a alejarse, así que no tengo más remedio que seguirlo. Rodeamos la
piscina dirigiéndonos hacia la pulida mesa exterior de hormigón gris y él se
desliza en la banqueta, palmeando el espacio junto a él. La ciudad se extiende
ante nosotros. Hay un cielo estrellado sin nubes y la luna está casi llena. El
resplandor de la luna y las luces lejanas de la ciudad iluminan el rostro de
Johnny en un resplandor apagado.

—¿Qué sucedió en el siguiente concierto? —pregunto.

Él mira hacia abajo a la panorámica.

—Fue en el tercer concierto. —Espero pacientemente a que continúe—. Ella


estaba allí de nuevo, de pie justo frente al escenario. Fue en un bar, un lugar
más pequeño. Por lo general, nos íbamos después de los conciertos, a un club o
algo así, pero esa vez convencí a los chicos de pasar un rato en ese lugar. La vi
pidiendo un trago en el bar y fui a ella.

Estoy conteniendo la respiración otra vez.

—Quiero conocer todos los detalles —le digo con firmeza.


146
Él me complace.

—No la miré mientas pedía un whisky con hielo, pero pude sentirla
tensándose junto a mí. Me volví hacia ella y le dije hola. —Él sonríe y me da una
mirada de soslayo antes de mirar hacia delante—. Ella rompió el contacto visual
primero. —Ríe entre dientes de nuevo cuando el recuerdo regresa a él—.
Siempre rompía el contacto visual primero.

Curioso que él recuerde cosas como ésa.

—¿Cuándo se besaron por primera vez? —Lo decía en serio cuando pedí
detalles. Es raro, porque se trata de mi mamá, pero por alguna razón tengo que
saber exactamente lo que sucedió. Quizás sólo necesito saber que ella significaba
algo para él.

—Aah... —Él se mueve incómodo y se pasa una mano por el cabello—. Lo


intenté esa noche.

—¿Ella te rechazó? —pregunto con incredulidad.

Él comienza a reír.
—Ella puso su mano, justo aquí. —Se golpea suavemente el pecho—. Y me
dijo “no lo creo”.

—¿Estás bromeando? ¿Ni siquiera te permitió que la besaras?

—Me dijo por qué después. —Él se encoge de hombros—. Me dijo que yo
perdería interés en ella una vez que ella cediera. —Sonríe—. Sus palabras, no las
mías.

—¿Tenía razón?

—No lo sé —dice él lentamente—. No lo sé.

—Pero es obvio que eventualmente la besaste.

—Bueno, estaba bastante molesto porque ella me rechazó. —Me mira—. Pero
siguió viniendo a los conciertos, siguió parándose justo al frente con esos
grandes ojos tristes suyos y... No me pude resistirme. Teníamos unas pocas... —
Su voz se apaga, luego él encuentra la palabra que está buscando—... seguidoras
en ese momento.

—Quieres decir groupies —digo, desagradándome la palabra y lo que


representa, pero igualmente, no quiero que me mienta.

Él luce avergonzado, pero no me corrige. 147


—Había un montón de chicas. Fue justo cuando comenzábamos a ser
reconocidos. Las compañías discográficas estaban comenzando a mostrar
interés, hablando de contratos discográficos. No nos faltaba... atención.

—Groupies —intervengo de nuevo.

—De todos modos —continúa—. Sé que Candy podía verlas. Sabía que ella
estaba celosa, pero seguía viniendo, y, bueno, comencé a pensar que era sólo la
música lo que le gustaba. Hasta que una noche le di a roadie un pase al
backstage para que se lo diera. No sabía si ella vendría, pero yo estaba hablando
con un par de rubias cuando ella lo hizo y recuerdo la expresión en su rostro.
Pensé que se volvería y saldría corriendo, pero la atrapé antes de que pudiera
hacerlo.

—¿Qué aspecto tenía? —pregunto—. Si puedes recordar...

—Oh, puedo recordarlo. Lucía condenadamente sexy esa noche. —Me da una
mirada de disculpa—. Lo siento.

—Está bien, quiero saber.

—Bueno, es verdad —continúa él—. Vestía un top negro transparente y jeans.


Tenía el largo cabello oscuro suelto y sus ojos parecían más grandes de lo
habitual. La deseaba tanto. —Me mira de nuevo, sin saber si ha dicho
demasiado, si ha sido demasiado abierto—. ¿Estás segura que quieres oír esto?

—Definitivamente, —reitero.

—Le dije que me estaba matando. —De repente él luce agitado, frotándose la
boca con la mano y empujándose el cabello hacia atrás de nuevo—. No debería
haberlo hecho. No lo habría hecho. No debería...

—No deberías, no harías, ¿qué? —interrumpo con impaciencia. ¿Qué le pasa


por la mente?

—Lo arruiné, ¿de acuerdo? —estalla de repente—. No debería haberla llevado


conmigo.

—¿Te arrepientes de haber dormido con ella? —No sé por qué la idea me
duele tanto.

—No. No. —Él sacude la cabeza, bajando la mirada—. No me arrepiento de


eso. Ella era hermosa. Me gustaba. Mucho —dice otra vez, y sé que lo dice en
más de un sentido—. Lo feo fue lo que vino después.

Se rasca la cabeza una vez más y mira hacia el bar detrás de nosotros.

—Cristo, quiero un trago. 148


—No. No lo hagas. —¿Lo estoy presionando demasiado?

Él se vuelve.

—No lo haré. —Sacude la cabeza de nuevo—. No lo haré —dice de nuevo, con


más firmeza esta vez. Tengo la sensación de que está hablando consigo mismo,
más que conmigo.

—¿Qué sucedió después? —presiono gentilmente.

Él no dice nada durante un largo rato. Intento ser paciente, pero casi me
mata. Lo veo tragar saliva y creo que esto lo lastima, pero no puedo estar segura
y me hace dar cuenta de que todavía no lo conozco en absoluto. Finalmente
habla.

—Meg... —Él sacude la cabeza hacia la casa—. Antes de Meg, yo era diferente.
No me comprometía con nada. Si me gustaba alguien, los apartaba. Le hice
eso... a tu madre. —Suspira—. Nos vimos un par de veces después de esa noche,
pero luego ella comenzó a hacerme preguntas, comenzó a querer algún tipo de
compromiso de mi parte. Así que le dije que sólo era algo casual, que no debía
tener ninguna expectativa. Ella se enojó. Yo sabía que sería así. Supongo que le
di la razón. El motivo por el cual ella me rechazó en primer lugar. —Suspira—.
Se fue y creí que no la vería de nuevo. Me dolió, ¿sabes? Más de lo que pensé.
Pero ese mismo día nos ofrecieron un contrato de grabación, y para el almuerzo
una compañía más grande nos ofreció otro trato. Para el final de esa semana,
nuestro manager había sido abordado por cuatro sellos discográficos diferentes,
todos importantes, y tenían una guerra de ofertas por nosotros. No tuve tiempo
de pensar en Candy. Tenía que concentrarme en Fence, en los chicos y en tomar
la decisión correcta.

Noto su pierna moviéndose de forma compulsiva hacia arriba y hacia abajo


debajo de la mesa. Él se muerde la uña y se queda mirando la luna.

—Todavía teníamos dos conciertos más antes de terminar esa gira antes de
comenzar a grabar nuestro álbum debut. La compañía con la que firmamos
quería que hiciéramos una gira por Europa, así que no había mucho que hacer.

—¿Viste a Mamá otra vez? —pregunto.

—Vino a nuestra próxima presentación. Apareció de forma inesperada, no me


llamó para decirme que iba a venir. Me sorprendió porque pensé que se había
dado por vencida conmigo para siempre.

—¿Qué sucedió? ¿Qué le dijiste?

Su pierna se mueve con más violencia. Sacude la cabeza rápidamente. Un mal


presentimiento se asienta sobre mí. Recuerdo a Stuart hablándome de esto. 149
—Te metiste con otra chica delante de ella.

Él no lo niega. Luego asiente rápidamente.

—¿Y en el siguiente concierto? —Apenas me atrevo a preguntar. Él dijo que


tenían dos conciertos más.

—No vino —dice él en voz baja—. Ésa fue la última vez que la vi.

El nudo está de regreso, completamente. Me llevo la mano a la garganta, pero


no puedo deshacerme de él. Realmente necesito llorar. No, necesito sollozar.
Quiero llorar como loca por Mamá y por cómo se debe haber sentido. Cuán
dolida debe haber estado.

Johnny se gira en el asiento para mirarme. No quiero mirarlo, pero lo hago, y


cuando encuentro su mirada me sorprende ver ésta está llena de lágrimas.

—¿Por qué no me habló de ti? —pregunta con tristeza—. No lo entiendo. Sé


que lo arruiné. Sé que debe haber estado enojada.

―Destrozada –lo corrijo.

Él luce miserable al asentir en admisión.


―Pero aun así ella debería habérmelo contado. –Ahora detecto un filo
subyacente en su tono. Me mira–. Yo tenía derecho a saber.

―¿Qué habrías hecho?

Él aparta la mirada una vez más.

–No lo sé. –Luego se vuelve hacia mí–. Pero tú, yo, deberíamos habernos
conocido. Han pasado quince años, Jessie.

―Dímelo a mí –estallo con una chispa de irritación.

―Dios –murmura–. Primero Barney y ahora tú.

―¿Barney? –Estoy confundida.

―Meg tampoco me dijo que él era mío.

Estoy más que sorprendida.

―Estás bromeando. ¿Qué? ¿Cuánto tiempo?

―Ella estaba con otra persona cuando nosotros… tú sabes… ―Su voz se apaga
otra vez. Maldición, él realmente es difícil. Los tabloides no necesitaban
exagerar su reputación como mujeriego en absoluto. Entonces me doy cuenta de
lo que él acaba de decir. 150
―¿Ella no te dijo que estaba embarazada? –pregunto con asombro. No creí
que Meg fuera tan… Dios, quiero decir taimada, pero sé que Mamá también
guardó silencio sobre mí.

―No fue su culpa. –Johnny es rápido para defenderla–. Ella no sabía que el
bebé era mío. Christian era mi mejor amigo. Ella y yo estuvimos juntos primero,
pero yo… bueno, la abandoné y… demonios, no quieres saber todas estas cosas.

De hecho, sí.

–Cuéntame. ―Lo recuerdo diciendo que Christian iba a venir de visita. ¿Es el
mismo hombre? Seguramente no. Hago la pregunta.

―Sí –me dice Johnny–. Ya está todo superado. Meg no sabía que Barney era
mío, no hasta que él fue mayor y comenzó a parecerse a mí.

―Él es igual a ti –concuerdo.

―Ella hizo lo correcto al final –dice él simplemente. Tengo la sensación de


que lo hace sonar mucho más simple de lo que fue. Quizás debería aceptar la
oferta de Meg de darme su versión de la historia en algún momento. Pero esta
noche es sobre Mamá.
―Mamá no te contó sobre mí porque no quería perderme –digo en voz baja–.
Ella pensó que la abandonaría. Que preferiría tener… ―Miro alrededor–. Todo
esto en lugar de la vida que nosotras teníamos. – Me vuelvo para mirar a
Johnny de frente–. Estaba equivocada.

Él encuentra mi mirada durante unos cuantos largos segundos, luego asiente.

–Lo entiendo.

―Ella era mi mamá. –Lágrimas llenan mis ojos–. Nada me habría hecho
elegirte a ti sobre ella.

Él se acerca y coloca una mano en mi hombro.

–Pero podrías habernos tenido a ambos.

Una lágrima rueda por mi mejilla y la seco. Otra la sigue inmediatamente.

―Yo podría haberte ayudado –dice–. Podría haberla ayudado.

Sacudo la cabeza.

–Ella no hubiera querido tu ayuda. No después de lo que hiciste.

―Me habría disculpado –dice él–. Oye, no estoy diciendo que yo habría
cambiado. Me ha tomado de meter la pata a lo grande hacer eso –dice él 151
cínicamente–. Pero podríamos haber tenido una relación. Tú y yo podríamos
haber tenido una relación.

Sorbo por la nariz con fuerza y luego río entre las lágrimas.

―Al menos podemos tener una ahora –añade él, apretándome el hombro y
dejando caer la mano.

Asiento rápidamente, mirándome las manos que descansan en la mesa.

―Es tarde –dice él–. Deberías ir a la cama. Y yo mejor voy y me encargo de la


situación.

―Realmente ella no te regañará por fumar un cigarrillo, ¿verdad? –pregunto


con el ceño fruncido mientras nos levantamos de la mesa.

―¿Sabes cuánto me ha insistido para que deje de fumar? –Levanta una ceja–.
No, ella estará bien. Siempre lo está. Y es por eso que la amo –añade con una
voz suavemente cómica mientras rodeamos la piscina hacia la casa.

Sus palabras me hacen sonreír, pero la calidez que siento es seguida por una
punzada de celos. Espero que Meg sepa cuán afortunada es. Si Johnny hubiera
sentido eso por mi mamá, ¿qué tan diferente sería mi vida?
―Entonces, ¿qué hay de Jack Mitchell y tú, eh? –La expresión irritada está
firmemente de regreso en su rostro.

―¿Lo conoces? –pregunto.

―Conozco a su papá –responde él.

Aah, de acuerdo.

–Bueno, Jack quiere verme de nuevo.

―¿Eso quiere, eh? –Johnny no suena divertido.

―Voy a llamarlo en la mañana –digo, sintiéndome un poco dividida incluso


mientras lo digo. Después de esperar una eternidad para conocer a mi papá,
¿realmente voy a dejarlo para pasar parte de mi último día con un chico
cualquiera? Erm, sí. Ése es el problema con la química. Además, ahora que
finalmente hemos tenido nuestra charla a corazón abierto, estoy segura de que
veré más a Johnny después de este viaje.

Quizás Johnny siente mi determinación, porque no discute.

–Sólo ten cuidado con él. –Es lo que dice–. Su papá Billy era peor que yo en
el pasado.

―¿Cómo?
152
―Él festejaba duro.

―¿Quién dice que Jack es como su papá? –pregunto con suave provocación.

―La manzana raramente cae lejos del árbol17.

―Habla por ti ―estallo, pero él me guiña un ojo. Respiro hondo, dándome


cuenta de que me está tomando el pelo.

―Iré a cerrar y a apagar las luces aquí abajo –dice él mientras volvemos a
entrar–. Ve a descansar, es bastante tarde.

―De acuerdo. –Bostezo ampliamente, cansancio cayendo sobre mí como una


ola. Todo parece tranquilo en el piso de arriba. Meg debe haberse ido a la cama.
Comienzo a subir los primeros escalones y luego me detengo, recordando algo―.
¿Johnny? –lo llamo mientras él cierra la puerta corrediza.

―¿Sí? –Él apaga una luz y se dirige hacia mí.

―Quería decírtelo antes, gracias por el vestido. –El encaje negro de Roberto
Cavalli me ha hecho sentir especial toda la noche.

17 N. de T.: expresión inglesa que podría traducirse como “de tal palo, tal astilla”.
―De nada –dice con una cálida sonrisa–. Luces hermosa.

Le devuelvo la sonrisa y continúo hacia arriba, pero lo oigo murmurar.

―Igual que tu mamá.

153
Capítulo 17
Traducido por scarlet_danvers e Isa 229 (SOS)

Corregido por Jut

P
uedo oír a Meg haciendo el desayuno para los niños en la cocina
cuando salgo de mi habitación a la mañana siguiente. Me duele la
cabeza y me siento decididamente floja por el trago que bebí anoche.

Eddie no trabaja los fines de semana, y no puedo oír a Johnny en la planta


baja. Es probable que todavía esté en la cama después de que estuvimos
levantados hasta tarde. Es el lugar donde yo debería estar. A pesar de mi
cansancio, no dormí bien. Y gracias a mi continuo jet lag, todavía me despierto
al alba. Estoy segura de que habría sido capaz de quedarme dormida de nuevo si
no fuera por mi mente que sigue trabajando. Tanto sucedió anoche. Si no era la
conversación con Johnny reproduciéndose una y otra vez en mi cabeza, era la
conversación con Jack. Nervios agitados se propagan en mí cuando pienso en él.
Me pregunto si él hablaba en serio sobre juntarnos hoy. Todavía me siento
dividida. Sé que probablemente debería olvidarme de él y pasar mi último día 154
con mi familia, pero me siento atraída por él y eso es algo que no puedo
controlar.

Respiro hondo antes de llegar a la cocina.

—Hola —digo mansamente a Meg, permaneciendo donde estoy en el umbral.

—Hola. —Ella suena menos amigable de lo normal. Está alimentando a


Phoenix en su silla alta. Barney está tarareando para sí mientras come de un
cuenco lleno de Rice Krispies.

—Lamento lo de anoche. —No suelo encontrar excusas con facilidad, pero


ésta necesita ser dicha—. Mi intención no era enojarme. Creo que bebí
demasiado —admito.

—Está bien. —Ella parece un poco apaciguada—. Johnny dijo que tuvieron
una conversación de corazón.

—Sí. Me siento mejor después de hablar con él.

—Bien. —Ella me sonríe.

Me acerco a la mesa y saco una silla. Ella lleva otra cucharada de cereal a la
boca abierta de Phoenix. Luce como un pajarito.

—¿Supongo que no tienes alguna pastilla para el dolor de cabeza? —pido.


—En la alacena junto al refrigerador.

Me levanto y los busco, sirviéndome un vaso de agua del dispensador en la


parte frontal de la nevera. También hace hielo. Pensé que era bastante genial
cuando lo descubrí.

—Sírvete pan tostado o cereal —dice ella—. Lamentablemente, hoy no está


Eddie.

Me despedí de él ayer.

—De hecho, ¿no dejó algunos panqueques en la nevera? —pregunto.

—¿Lo hizo?

—Me dijo que lo haría, ya que él no estaría aquí a cocinar mi último par de
desayunos.

—Oh, eso fue dulce —dice ella.

—Dímelo a mí. —Me levanto a mirar y allí, en un plato en el centro del


refrigerador, hay una pila de unos diez gruesos y mullidos panqueques estilo
americano.

—Genial. —Medio me río mientras lo digo, sacando el plato y mostrándoselo


a Meg.
155
—Whoa —dice ella.

—¡Panqueques! —grita Barney, sus ojos iluminándose cuando los ve.

—¿Tus chicos comerán algunos? —pregunto.

—Sí, sirvámoslos todos —responde Meg con una sonrisa.

Johnny aparece cuando llegamos a los últimos.

—Hola —dice, inclinándose para darle un beso a Meg en los labios.

—Ugh. —Ella hace una mueca y se aleja, dándole una mirada sucia.

—Volveré cuando me haya cepillado los dientes —dice él con una sonrisa
irónica, palmeándome el hombro mientras sale de nuevo de la cocina.

—Odio cuando fuma —murmura Meg, empujando su plato a un lado.

—Sí, lo siento —digo culpable—. Creo que podría haber sido mi culpa.

—Él es un chico grande —responde ella oscuramente, pero luego su rostro se


suaviza—. No puedo quejarme demasiado. Ha cambiado mucho por mí.

Recuerdo lo que Johnny me dijo anoche. Acerca de Christian.


—Todavía no me has dicho cómo pasaste de ser empleada de Johnny a estar
casada con él —digo.

Ella mira a Barney.

—Hmm, sí, sí dije que te contaría acerca de eso. Pero ahora probablemente
no sea el momento adecuado. —Ella desordena el cabello de Barney y se levanta
para limpiar la mesa. La historia de mi vida. ¿Cuándo es el momento adecuado?

Después del desayuno voy a buscar la tarjeta de Jack de mi mesita de noche.


Casi tuve un ataque esta mañana preguntando dónde la había puesto porque no
llevé un bolso anoche, pero luego recordé que la había metido en mi sujetador.
Todavía estaba allí esta mañana, luciendo algo desgastada.

Después de la primera mañana, Annie puso un teléfono en mi habitación, así


que no tengo que regresar abajo. Me siento nerviosa cuando levanto el receptor.
¿Es demasiado pronto? Apenas son las nueve y media. ¿Pareceré demasiado
interesada? Probablemente. ¿Tengo algo que perder cuando me voy mañana de
todos modos? Probablemente no.

Miro la tarjeta de Jack. Es negra con amarillo, con letra de aspecto irregular.
Debajo de su nombre dice "All Hype", que supongo es el nombre de su banda.
Hay un número de celular, dirección de correo electrónico y dirección web.

Hmm. Sé que hará que pase un poco de tiempo y no luzca demasiado


156
entusiasta.

Bajo y rodeo la curva hacia la oficina. Está vacía porque Annie, como Eddie,
no trabaja los fines de semana. Saco una silla y enciendo el ordenador de
repuesto del escritorio.

Una rápida búsqueda en Internet me lleva a varios resultados de Jack


Mitchell, en su mayoría fotos de él en la banda, tomadas por fans. Mi corazón
salta cuando hago clic en una, revelando a un Jack apuesto y sudoroso, pero aun
así innegablemente sexy. Jack cantando en un micrófono con una guitarra
colgando de una tira de sus hombros. Está guapísimo. Su cabello negro está
mojado por el sudor y su camiseta también está húmeda, pero él irradia sexo.
Puedo ver su tatuaje de ¡POW! en el brazo que sostiene el micrófono, las
muñequeras de cuero también visibles. Me pregunto, ¿cuándo se tomó esta
foto? Muy recientemente, supongo. Me encantaría verlo tocar en persona.
Recuerdo con una punzada que Charlotte dijo que él tenía un concierto a
principios de agosto.

¡Charlotte! Ni siquiera he pensado en ella desde la noche anterior. ¡No puedo


creer que conociera a Macy de Little Miss Mulholland! Libby se volvería loca. De
repente me siento triste. Triste y cansada. ¿Cómo permití que nos apartáramos
tanto? Ella era una buena amiga para mí. Cuando llegue a casa, realmente
necesito intentar hacer las paces con ella de alguna manera, pero tengo la
horrible sensación de que nunca seremos tan cercanas como lo éramos.

Suspiro y hago clic en otro enlace. Y ante la imagen de Jack luciendo


mortalmente sexy en otra foto en el escenario, algunos de mis malos
pensamientos vuelan por la ventana.

Llego hasta las diez y media antes de llamarlo. Suena dormido cuando
contesta. Mi corazón late con la fuerza de un martillo neumático.

—Hola, ¿Jack? Soy Jessie.

—Jessie...

¡Mierda! ¡No se acuerda de mí! ¿Tengo el número equivocado? ¿Ése es un


siete en lugar de un uno en la tarjeta?

—¡Oh, Jessie! —exclama él de repente—. Jessie de anoche, ¿no?

—Dije que llamaría —intento sonar casual.

—Así que lo hiciste.

Mis nervios se intensifican. ¿Él definitivamente quería que yo lo hiciera?


Prosigo. 157
—¿Te he despertado? Suenas medio dormido.

—En cierta forma todavía lo estoy.

—¿Quieres que llame más tarde?

—No, en lo que respecta a formas de despertar, ésta es bastante buena.

Él suena como si estuviera sonriendo así que me relajo un poco.

—Me alegro de oír eso. —Hago una pausa—. ¿Te quedaste hasta tarde
anoche?

—Un par de horas más.

Me pregunto qué hizo. Sea lo que fuera, espero que no fuera con una chica.

—Mi hermano me puso a pasar música —explica.

—¿En serio? —Phew—. ¿Qué tocaste, One Direction?

Él emite una risa profunda y baja que envía un escalofrío por mi columna.

—Los hubiera pasado para ti si te hubieras quedado.

—Mentira —respondo con una sonrisa.


—Sí, tienes razón.

Una calidez se extiende a través de mi vientre.

—¿Qué vas a hacer después? —pregunta él.

—No tengo planes para esta tarde.

—No puedo esta tarde. Tengo un ensayo con la banda. Olvidé que mi
hermana persuadió a mis compañeros de grupo para tocar en su fiesta de
cumpleaños esta noche.

—¿Se los pidió sin preguntarte primero?

—Ella sabía que yo diría que no —dice esto con mucho cariño.

—¿Por qué?

—Lo entenderás cuando conozca a mi hermana.

¿Qué está diciendo?

—Er, ¿cuándo voy a conocer a tu hermana?

—En su fiesta, esta noche —lo dice como si fuera una cosa segura.

Me río.
158
—Aún no te he dicho si estoy ocupada.

—¿Es así?

—Bueno, yo… —¿No debería tener una última cena con Johnny y Meg?—.
Primero mejor lo consulto con Johnny y Meg. Asegurarme de que no me
necesitan.

—De acuerdo —dice él lentamente.

—Pero debería estar bien —le digo inmediatamente. De verdad, de verdad


quiero volver a verlo. Y al menos puedo pasar el día con Johnny, Meg y los
chicos. Barney y Phoenix estarán dormidos esta noche, de todos modos.

—Genial.

—¿Me puedes decir tu dirección? —le pregunto.

—Iré a recogerte si gustas.

—Eso sería genial. ¿A qué hora?

—¿A las siete y media? Me dará una excusa para salir de aquí.

—¿Eso es todo lo que soy para ti? —bromeo—. ¿Una excusa para no ayudar?
—Oh, eres mucho más que eso para mí.

¡Qué coqueto!

—Hasta luego —dice.

—Espera, ¿no necesitas mi dirección?

—Sé dónde vive Johnny Jefferson. Todo el mundo lo sabe.

—De acuerdo, hasta luego.

—Adiós.

Tengo la sonrisa más grande en mi rostro cuando cuelgo. Me dejo caer hacia
atrás en la cama y le sonrío al techo. Recuerdos de Tom parpadean en mi mente,
haciendo que mi sonrisa vacile. Me pregunto si él ha pensado mucho en mí
desde que me fui. Probablemente está en camino de regreso a Ibiza donde no le
faltará atención. Intento cerrar mi mente a él; y a mi culpabilidad con ello.
Debería vivir el aquí y el ahora mientras pueda. Ha pasado un largo tiempo
desde que me sintiera feliz y llena de ansiedad.

Echo un vistazo por las ventanas hacía de los árboles y el cielo azul más allá.
Entonces, ¿cómo voy a pasar mi último día con Johnny? Piscina. Fácil. Mejor
aplicarme un montón de crema solar. La quemadura solar no es un accesorio 159
que planee utilizar.

Me levanto de la cama y voy hacia los altos y blancos armarios, abriendo el de


la izquierda. Mi bikini está tres cajones más abajo; limpio y recién lavado ayer
por la tarde por Carly, uno de las dos adorables mucamas. La otra mucama,
Sharon, también es dulce. Ella ordenó mi habitación e hizo mi cama cuando
bajé a desayunar. Va a ser un poco extraño regresar a mi pequeña casa. Me paro
en la mullida alfombra y doy un giro de trescientos sesenta grados alrededor del
cuarto. Sí, va a ser difícil.

Johnny está mirando televisión cuando regreso abajo, mi sarong blanco


atado alrededor de la cintura. Es el testimonio de cuánto más cómoda me siento
ahora cerca de él.

—Voy por un chapuzón en la piscina. ¿Te apetece? —le pregunto.

—Um… —Luce bastante absorto en lo que sea que esté mirando. Autos de
carrera de algún tipo.

—Iré contigo —dice Meg, saliendo de la cocina—. Vamos Johnny, es el último


día de Jessie.

—Sí, de acuerdo —dice él, estirándose para tomar el control y apagando la


tele—. Saldré en un segundo.
Salgo y me paro durante un breve momento en la cálida piedra, mirando el
cielo. El día todavía no está demasiado caluroso. Está perfecto. Voy y me paro en
el escalón superior de la piscina y miro abajo hacia la ciudad. El cielo está
despejado, el smog no está tan mal para variar. Le echo un vistazo a la mesa de
hormigón pulido donde Johnny y yo nos sentamos ayer por la noche. Parece tan
irreal: la fiesta y luego regresar aquí. Todavía siento que estoy en medio de un
sueño, y ahora me gustaría tener acceso a algunas pastillas para dormir, porque
no quiero despertar.

Salgo de la piscina, me saco el sarong y lo lanzo en una tumbona. Luego


camino hasta el extremo más profundo, respiro hondo y me zambullo.

Después de un rato, Meg trae a los chicos, los viste y les aplica protector solar
junto a la piscina. Johnny aparece y vaga hacia la cabaña de la piscina, y yo floto
en el agua y lo miro con diversión mientras él trae todos los juguetes inflables.

—¿Vas a intentar dominar al tiburón hoy, Jess? —me pregunta.

—Sólo si dominas al cocodrilo —respondo.

Barney está vestido y listo así que Meg lo deja en la zona de la piscina.

—¿Puedes llevarlo, Jessie? —llama.

—Seguro. —Nado hasta las aguas poco profundas y me pongo de pie—. ¿Vas a
160
saltar? —le pregunto a él.

—¡Sí! —grita, poniendo los dedos de sus pies justo en el borde.

—Uno, dos, tres, ¡vamos! —grito y él salta, creando un gran chapoteo. Me río
y tomo su resbaladizo cuerpecito y él suelta una risita cuando lo hago atravesar
rápidamente el agua.

Echo un vistazo a Meg y la veo sonriendo. Ella se pone de pie con Phoenix y lo
trae a la piscina, acercándomelo mientras Barney sale por su propia cuenta
hacia ella. Hago rebotar a Phoenix, haciéndolo reír.

Johnny pasa el cocodrilo y se para en el borde, lanzándose sobre éste y


volcándose al instante. Barney se parte de risa. Yo también lo hago, y mientras
nado con Phoenix a través del agua hacia su papá, no puedo evitar sentirme
melancólica. Se me ocurrió a principios de esta semana que soy parte de esta
familia. Pero recién ahora comienzo a sentirlo. Voy a extrañar esto. Voy a
echarlos de menos a ellos. Realmente no quiero regresar a casa.
Capítulo 18
Traducido por Aяia, Simoriah (SOS), veroonoel y Selene

Corregido por Simoriah

—T
en cuidado —dice Johnny. Estamos sentados en la sala de
estar y estoy jugando con el iPhone de repuesto que me ha
prestado por esta noche. Levanto la vista y veo que está serio.
Asiente hacia el teléfono—. El número de Davey está guardado ahí. Él espera
que lo llames para que te lleve.

—Jack bien podría traerme de vuelta —respondo con el ceño fruncido.

—Si es el cumpleaños de la hermana de Jack, Jack beberá —dice Johnny con


una mirada intencionada—. Preferiría saber que estás usando a Davey —añade.

—De acuerdo —respondo sin comprometerme, volviendo a mirar el teléfono


súper genial.

—Jessie. 161
Levanto la mirada otra vez.

—Prométeme que llamarás a Davey.

—Está bien, está bien, ¡llamaré a Davey! —exclamo. Por Dios.

Él levanta una ceja hacia mí, pero parece divertido.

—Luces bien —dice—. Bonita camiseta.

Le sonrío.

—Gracias por conseguírmela.

—Cuando quieras. —Él se pasa la mano por el cabello y apoya el brazo en la


parte posterior del sofá. Estamos sentados el uno junto al otro mientras espero a
Jack. Estoy nerviosa, pero el iPhone, y la preocupación de Johnny, me están
distrayendo.

Le leído a los chicos un cuento para dormir, el último, y ahora Meg está
acostándolos.

Fuimos a almorzar esta tarde a este pequeño y lindo café en Melrose Avenue,
seguido de un día de compras. Me sentí como una princesa, completamente
consentida. Creo que Johnny intentaba compensar el tiempo perdido. Eso, o se
siente culpable porque me voy mañana. De hecho pareció decepcionado de que
yo eligiera pasar mi última noche con Jack en lugar de con Meg y él. Casi cambio
de opinión, pero Meg me animó a salir y disfrutar mi última noche en LA con
gente de mi propia edad. Más nervios rebotan dentro de mí. Jack llega tarde…

Visto jeans negros ajustados y una camiseta ajustada color crema, gris y
negra con brillantes gráficos rojos en la parte delantera. Aposté por el look chica
rockera y espero haber tomado la decisión correcta. Si llego y todos están
usando vestidos de gala, voy a lucir como una verdadera idiota. Tengo el cabello
suelto y despeinado, el maquillaje de mis ojos oscuro y brillante y mis zapatos
con plataforma verdes militar puestas. Meg me llevó a que me hicieran la
manicura y la pedicura de camino a casa mientras los chicos veían los dibujos
animados en los reproductores DVD del coche, y el esmalte de las uñas de mis
pies es ahora rojo oscuro.

Suena el timbre, devolviéndome a la vida.

—Ahí está tu viaje —dice Johnny, perezosamente poniéndose de pie.

—No vas a acompañarme a la puerta, ¿verdad? —pregunto con preocupación,


mientras meto el iPhone en el nuevo bolso que compré antes.

—Iba a hacerlo, sí —responde él con una expresión divertida.

—Bueno, no puedes. Se supone que soy tu niñera. Difícilmente vas a


162
vigilarme, ¿verdad?

—Maldición —murmura él, sacudiendo la cabeza.

—¿Qué? ¿Qué preferirías que dijera?

—Preferiría que simplemente lo hagamos público de una maldita vez y decirle


a todo el mundo que eres mi hija.

La esperanza me recorre.

—¿En serio?

Quizás lo piensa mejor.

—Hablaremos de eso pronto —decide y me siento plana otra vez—. Sé la


niñera esta noche.

Mis ojos se entrecierran mientras le miro.

—Jessie, es por tu propio bien —dice él cuando ve mi expresión—. Una vez


que esté ahí fuera, tu vida nunca será la misma.

Hmm. No estoy del todo convencida de que eso sea algo malo.
—Confía en mí —implora—. Vamos, antes de que toque el timbre otra vez y
despierte a los chicos.

—De acuerdo. —Comienzo a pasar junto a él.

—Oye.

Él toma mi brazo y me detengo de repente y lo miro. Para mi sorpresa


envuelve su brazo alrededor de mi cuello y me atrae contra él, besando la parte
superior de mi cabeza.

—Pásalo bien —murmura, dejándome ir.

Sonrío con cautela y me vuelvo para caminar hacia el corredor, pero mis ojos
brillan ante su inesperada ternura. Respiro profundamente, abriendo la puerta
antes de que tenga la oportunidad de exhalar. La imagen de Jack de pie ahí,
apoyado contra un auto negro brillante de aspecto caro, hace que quiera tragar
más aire.

Es incluso más guapo de lo que recordaba: alto, delgado y moreno con jeans
grises rasgados y botas Chelsea rayadas. Lleva una camiseta negra con una
ilustración amarilla de una familia hecha de palotes en la parte delantera, y su
cabello negro está desordenado y cae sobre su frente una vez más.

—Hola —dice, sonriendo.


163
—Hola. —Creo que las mariposas en mi estómago podrían prácticamente
hacerme volar hasta él. Quizás no me arriesgue; usaré mis pies en su lugar.
Cierro la puerta detrás de mí y me acerco al auto. Él abre la puerta y me subo,
luego la cierra detrás de mí. El interior es gris oscuro y huele a cuero fresco.
Puedo saber por el emblema en el volante que es un Audi. Su familia debe de ser
rica, eso es lo que estoy pensando. Y supongo que lo son; especialmente si
estaban invitados a casa de Michael Tremway anoche. No imagino que él se
mezcle con la gente normal. Como yo. ¿Estoy fuera de mi liga?

Demasiado tarde para estar pensando en eso. Jack abre su puerta y se mete,
mirándome.

—Bonita camiseta.

—Gracias. —Asiento hacia la suya—. La tuya también es genial.

—Mi hermana la hizo. —Él arranca el auto y sale por el camino de entrada—.
Es mi única concesión a hacer un esfuerzo en su cumpleaños.

—¿Es diseñadora de moda? —pregunto mientras hacemos nuestro camino


por el sendero de entrada hasta las puertas al final.

—No, pero quiere serlo.


—¿Cuántos años tiene?

—Cumplió dieciséis la semana pasada.

—¿Estoy mal vestida? —pregunto cuando él aminora la velocidad al acercarse


a las puertas.

—No, luces sexy. —Sonríe y asiente a Samuel en la caseta de seguridad junto a


la puerta. Las puertas comienzan a abrirse y saludo a Samuel al pasar.

—Ése es Samuel. Me contó un buen chiste antes —digo, intentando mantener


la calma. ¡Jack acaba de decir que luzco sexy!

—¿En serio?

—¿Quieres escucharlo?

—Claro. —Él gira a la derecha por la calle principal y continuamos subiendo


la colina.

—De acuerdo. Una mujer sube a un autobús con su bebé. El conductor dice,
“Urgh, ése es el bebé más feo que he visto jamás”. Furiosa, ella va a la parte
trasera del autobús y se sienta, quejándose al hombre a su lado: “¡Ese conductor
acaba de insultarme!” El hombre contesta, “Vaya y repréndalo. Vamos, yo
sostendré su mono”. 164
Jack rompe a reír.

—Eso es gracioso.

—Te lo dije. ¿Quieres escuchar otro?

—Claro.

—Fui al zoológico. Sólo había un perro. Era un shitzu18.

Él ríe disimuladamente con diversión.

—De acuerdo, tengo uno. Un sándwich entra a un bar. El barman dice, “lo
siento, no servimos comida”19.

Suelto una risita.

―Dos peces dorados en un tanque de agua. Uno de ellos dice, ¿cómo


conduces esta cosa?

18 N. de T.: en el original, shitzu suena igual a “shit zoo”, que significa “zoo de mierda”, ya que
sólo tiene un perro en exhibición.
19 N. de T.: el sentido original es “we don’t serve food” que significa también “no atendemos/

no le servimos a comida”.
Seguimos así, y después de un rato me doy cuenta de que mis nervios han
desaparecido. Todavía hacemos nuestro camino a través de las colinas; la calle
se ha nivelado un poco así que hemos dejado de subir.

―¿Dónde es la fiesta? ―pregunto.

―Es en mi casa. Justo acá arriba.

Puedo oír la música latiendo antes de que veamos la casa, pero luego
rodeamos la colina y hay una larga pared blanca rodeando los límites con un
techo de tejas rojas visible detrás.

―Aquí estamos.

Hay bastantes autos estacionados en la calle, desde Porsches hasta nuevos y


brillantes Beetles, y un par más están deteniéndose detrás de nosotros. Alguien
hace sonar la bocina de su auto y Jack mira por el espejo retrovisor. Levanta la
mano en un medio saludo y luego mete la mano en el compartimento central y
saca algún tipo de control remoto. Presiona un botón y la pared blanca
comienza a deslizarse hasta abrirse. Miro la casa de estilo español de color arena
en la colina. Luce enorme. Su familia debe ser mega rica. ¿Qué es lo que su papá
hace en realidad? Johnny dijo que lo conocía; que solía ser más salvaje que él.
¿Por qué no le pregunté a Johnny qué hacía? Sea lo que sea, una cosa es segura,
Jack y yo somos de dos mundos muy diferentes. 165
De acuerdo, quizás ya no técnicamente. Ahora que sé soy la hija de Johnny
Jefferson debería encajar correctamente, pero toda esta extravagancia no soy
yo. Me siento amedrentada.

Pero espera. Jack cree que soy una niñera. Eso es bastante ordinario,
¿verdad? Y aun así me invitó. Así que no debe importarle toda esta cosa
material.

Mi cabeza zumba con todos esos pensamientos y estoy tan preocupada que no
reconozco de inmediato a la chica en un corto vestido rosa, parada en el camino
de entrada frente a lo que luce como un garaje para seis autos.

―Estoy en problemas ―murmura Jack.

―¿Qué? ¿Quién es ella? ―Ella tiene una melena bob negra hasta los
hombros, lleva grueso delineador de ojos negro y labial fucsia brillante y no luce
feliz.

Por favor que no sea su ex novia, o incluso peor, su novia actual.

―Ésa es Agnes.

―¿Agnes? ―¿Ésa no es la chica que Charlotte mencionó ayer?


―Mi hermana.

El alivio es temporario. Tan pronto como él detiene el auto frente a ella, ella
avanza a grandes pasos hacia la puerta y la abre de un tirón.

―¿Dónde demonios has estado?

―Relájate, hermanita ―dice Jack con calma―. Sólo fui a buscar a Jessie.

―¿Jessie? ―Ella tiene una mirada furiosa cuando mira dentro del auto, pero
da un salto de la sorpresa cuando me ve―. ¡Oh! No podía verte con el sol
reflejándose en el auto ―dice ella.

―Agnes, conoce a Jessie, Jessie conoce a Agnes ―dice Jack lentamente.

―Hola ―digo débilmente―. Feliz cumpleaños.

―Humph. ―Ella se endereza de nuevo y Jack me da una mirada de disculpas.

―¿Estoy colándome? ―susurro, sintiéndome nerviosa de nuevo mientras él


desabrocha su cinturón de seguridad.

―¡No! ―descarta mi comentario y sale del auto. Con cautela, hago lo mismo.

―Miles, Eve y Brandon ya han instalado ―le dice ella a Jack de mal humor.
166
―Suena como si tuvieran todo bajo control ―contesta él sin perturbarse
mientras yo rodeo la parte delantera del auto hacia ellos dos al otro lado, más
cerca de la casa.

―¿Por qué no me dijiste qué ibas a hacer? ―pregunta ella enojadamente,


mientras yo me quedo unos metros más atrás.

―Estabas ocupada preparándote. ―Él le pone las manos en los hombros. Es


diez centímetros más alto que ella―. Relájate.

La furia en su rostro vacila y por un breve segundo luce como si estuviera a


punto de llorar. Pero luego la furia es firmemente reinstalada.

―¿Vas a llevar eso? ―Ella señala la camiseta de él y luego vuelve a mirarle el


rostro.

―Sí. Es mi favorita.

―Como sea ―estalla ella, pero incluso mientras le da la espalda luce


ligeramente aplacada. Me da un vistazo y me da una buena mirada. Tengo la
horrible sensación de que no estoy bien vestida, pero ahora es demasiado tarde.
Ella se aleja a grandes pasos hacia la casa―. Ve y habla con la banda ―dice
bruscamente sobre el hombre.
―Sí, Señora ―contesta Jack. Me mira y pone los ojos en blanco―. Te lo
advertí.

Erm, realmente no me advirtió tanto.

―¿Estás seguro de que está bien que esté aquí? ―pregunto con preocupación,
mientras él viene a pararse junto a mí.

―También es mi casa. Vamos.

Él apunta las llaves hacia el auto y éste emite un pitido cuando lo traba. No
cruza el patio con baldosas hacia la puerta de madera con intrincadas tallas. En
su lugar, me guía alrededor del lado derecho de la casa estilo español, debajo de
gordas palmeras que dan sombra y junto a plantas que estallan con flores rosas,
naranjas y rojas. La vista está frente a nosotros cuando emergemos desde el
costado de la casa, y es de la ciudad, similar a la vista desde la casa de Johnny.

El jardín desciende; una extensión plana de césped verde y luego una


pronunciada bajada, seguida por dos extensiones planas más y dos
pronunciadas bajadas más. Hay una gran piscina rectangular en la primera
extensión plana, ubicada dentro de una terraza de azulejos de color durazno y
enormes palmeras en macetas. Velas con forma de corazón en fucsia y amarillo
flotan en el agua azul. Un grupo de chicos cool se arremolina en la terraza y el
jardín, riendo y conversando y bebiendo coloridos cócteles. Espío un bar lleno 167
de tragos cerca de la piscina, con dos jóvenes con camisetas negras sirviendo. A
nuestra derecha está lo que luce como una casa más pequeña en el mismo estilo
de arquitectura, pero luego me doy cuenta de que la música viene de ahí. Puedo
ver un montón de gente a través de las cuatro puertas dobles completamente
abiertas.

―Cuarto de juegos ―me dice Jack―. Sólo voy a asegurarme de que los chicos
estén instalados.

“Earthquake” de Labrinth suena a todo volumen de los enormes parlantes


fuera del cuarto de juegos mientras lo sigo hacia allí, el ritmo latiendo a través
de mi cuerpo.

―¿Quién es el DJ esta noche? ―grito.

―Algunos de nosotros ―grita él de regreso―. Yo también tengo que hacer mi


parte.

―¿Qué hay de tu hermano?

―No está aquí esta noche.

¿Qué? ¿No está en el cumpleaños de su hermana? Eso parece algo raro. Pero
llegamos a las puertas dobles y los amigos de Jack lo ven, así que no tengo
oportunidad de hacerle más preguntas. Un tipo viene corriendo y salta y
prácticamente cae sobre él. Algunos otros lo rodean, palmeándole la espalda y
estrechando las manos de formas complicadas.

Riendo, Jack se saca de encima al tipo de dio el salto y que todavía está medio
colgando de su cuello. Viste una camiseta blanca de aspecto sucio y jeans
ajustados con un cinturón con tachas de metal. Su cabello rubio claro está
peinado en un ligero copete y luce como su pudiera ser un miembro de la banda.
Diviso a uno de los chicos de la feria de anoche. Se aparta de Jack y va hacia una
batería en una plataforma elevada. Sí. Sí luce como un baterista.

Es en ese momento que noto a la absolutamente asombrosa y delgada chica


de piel oscura parada en la plataforma ajustando el pie del micrófono. Tiene
cabello negro brilloso peinado en un corte de chico y una y otra vez lanza
miradas furtivas a Jack, pero no se acerca. Observo a Jack y veo que el tipo
rubio le está diciendo algo al oído. Ambos miran a la chica, pero ahora ella
parece estar ignorándolos firmemente.

Uh-oh. Tengo un mal presentimiento de todo esto.

Entonces Jack parece recordarme. Me mira y cuando lo hace, el tipo rubio le


lanza un brazo al cuello. De buen humor, Jack lo golpea en el estómago y él lo
deja ir de nuevo, pero sigue a Jack.

La música no está tan fuerte aquí porque los parlantes exteriores miran hacia 168
el jardín.

―Jessie, Jessie, Jessie ―dice juguetonamente el tipo rubio, guiñando el ojo.


Sus ojos son azul profundo y es muy apuesto. Se inclina hacia adelante y
estrecha mi mano. Es alto, tan alto como Jack, y tiene el tatuaje de una gaviota
en el hombro derecho.

―Éste es Brandon ―dice Jack con una sonrisa irónica, mientras Brandon
vuelve a enderezarse.

―Estás en la banda ―digo. Recuerdo a Agnes diciendo Brandon, Miles e…


Eve. Oh. Miro a la chica en el escenario una vez más. Ésa debe ser ella.
“Earthquake” llega a su final, seguido por un silencio poco natural.

—¡Maldición! —maldice Brandon, alejándose a la carrera de nosotros hacia


unas mesas de DJ.

—Que idiota —murmura Jack, sonriendo, mientras Brandon se apura a poner


otro disco.

—¿Qué toca? —pregunto, mirando a Eva y desafortunadamente captando su


mirada. Rápidamente miro hacia otro lado.

—Bajo. Canta un poco.


—¿Qué hay de ti? —pregunto.

—Guitarra.

—¿También cantas? —Recuerdo ver una foto de él con un micrófono tocando


sus labios. Suspiro.

—Un poco. Pero mayormente es. —La mira y luego de nuevo a mí. ¿Parece
culpable?

—¿Vamos a tomar una copa? —pregunto. Creo que voy a necesitar una para
sobrevivir a esta fiesta.

Resulta que los cócteles junto a la piscina son demasiado débiles, pero Jack
me dice que tiene una disimulada botella de whisky en su dormitorio. El interior
de la casa es enorme, aunque más pequeña que la de Johnny. Hay una gran sala
de estar, que está en consonancia con el estilo español del lugar. Las
habitaciones están llenas de una gran cantidad de muebles de madera oscura, y
hay alfombras, cortinas, cojines y tapetes en todos lados, en contraste con la
casa minimalista de Johnny. Obras de artes pasadas de moda cuelgan en las
paredes. Una vez más, me pregunto qué hace Billy Mitchell. Esto no se parece a
la casa de un hombre salvaje.

—¿Dónde están tus padres esta noche? —pregunto mientras Jack me guía por
las escaleras de madera.
169
—Mi mamá y mi papá están divorciados —me dice sobre su hombro—. Mamá
y Tim estarán en algún lado.

—¿Tim es tu padrastro?

—Padrastro Número Dos —dice él secamente, girando hacia la izquierda en la


parte superior de las escaleras. Caminamos un poco por el pasillo, al parecer hay
cerca de seis habitaciones aquí arriba, y abre la segunda puerta a la izquierda.

Lo sigo. Esto se parece más a lo que esperaba. Su habitación no se parece en


nada al resto de la casa. Posters de bandas de rock indie alinean en las paredes y
su ropa cubre la cama y el respaldo de una silla. Los libros se han volcado en las
estanterías y los armarios están medio abiertos, con los contenidos
derramándose sobre el suelo.

—No tienes una mucama, entonces —bromeo.

—En realidad sí. —Él frunce los labios mientras me mira—. Ha estado
enferma desde el jueves.

—Qué lástima. —Estoy siendo sarcástica.


—Dímelo a mí. —Creo que él también lo está siendo. Pero claro, no lo conozco
tan bien.

Abre uno de los cajones y busca, sacando una botella de whisky. Voy a la
ventana y miro hacia fuera. Tiene una vista del jardín y la ciudad más allá. La
gente baila junto a la piscina ahora. Oh no, ¿ésa es Lissa?

—Por favor, dime que ésa no es Lissa —digo.

Un segundo más tarde él está a mi lado, su brazo rozando el mío y


poniéndome los pelos de punta.

—Es ella —dice.

—Maldición.

Él ríe suavemente.

—Me interrogó sobre ti cuando te fuiste anoche.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Cuando te vio yéndote con Johnny Jefferson.

Mi corazón da un vuelco.
170
—¿Qué le dijiste?

—Nada.

Él abre la botella y toma un trago, haciendo una ligera mueca al tragar. Me


ofrece la botella. La tomo con vacilación.

—¿No tienes Coca?

—¿Whisky y coca? Eres una chica mala —dice con una voz ligeramente sucia
que una vez más envía escalofríos por mi columna.

—No me refiero a ese tipo de coca. —Hago una mueca—. Coca-Cola, idiota.

Se ríe.

—Lo sé. Sí, te conseguiré algo suave para que le agregues. —Hurga en el cajón
superior de nuevo y saca una pequeña petaca, llenándola hasta el borde.

—Vamos, entonces, tomaré un trago rápido —decido, quitándole la botella.


Bebo un poco. Urgh, ¡sabe horrible!—. ¿Cómo puedes beber esto sin nada más?
—pregunto, tosiendo.

Él ríe y la vuelve a tapar.


—Soy duro. —Se lleva la petaca al bolsillo y tengo un vistazo de su bronceado
y tonificado ombligo antes de que él se baje la camiseta. ¡Roar!—. Vamos.

Preferiría quedarme aquí a solas con él, pero supongo que es la fiesta de su
hermana…

Regresamos al pasillo que lleva a las escaleras, justo a tiempo para ver a una
mujer llegar a la cima.

—¡Hola, tú! —exclama alegremente. Luce como si tuviera alrededor de


cuarenta años y lleva un vestido estampado multicolor de media longitud.

—Hola, Mamá. —¿Detecto un ligero cansancio en su tono?

—¿Quién es ella? —pregunta, mirando más allá de Jack hacia mí.

—Mamá, ésta es Jessie. Jessie, ésta es mi mamá.

Rápidamente doy un paso a su lado para saludar. Ella es delgada y alta con
una amplia sonrisa y cabello oscuro y ondulado que le llega casi hasta la cintura.

—Hola, Jessie —dice amablemente, luego a Jack—. Apresúrate a bajar. Agnes


te estaba buscando más temprano.

—De acuerdo, Mamá. —Definitivamente cansado. 171


Damos un paso atrás mientras ella pasa junto a nosotros y se dirige por el
corredor. Jack me mira y pone los ojos en blanco mientras comenzamos a bajar
las escaleras. ¿Qué pasa con ellos? Creo que ella es agradable.

Tomamos un par de refrescos en nuestro camino por el bar y Jack se agacha


detrás de la maceta de una palmera para añadirles whisky. Intento mantenerme
seria mientras espero. Miro para ver a Agnes y Lissa hablando junto a la
piscina, junto con la otra chica de anoche, Bryony.

Jack reaparece y Agnes elige ese momento para verlo. Lo llama y le hace
señas para que se acerque. Él toma un largo trago mientras caminamos y yo sigo
su ejemplo. Whoa. Al instante me siento mareada. Eso fue rápido.

Lissa le está diciendo algo a Agnes mientras nos acercamos. Me está mirando
de arriba a abajo. Bryony se vuelve para escrutarme también, y gimo por dentro.
No estoy segura de que algún chico valga tanto maltrato de otras chicas.

Para mi sorpresa, el rostro de Lissa muestra una enorme sonrisa cuando


llegamos a ellas, y su deleite parece dirigido a mí.

—¿Eres la niñera de Johnny Jefferson?

Oh, mierda.
—Les contaste. —Jack suena acusador mientras le habla a su hermana.

Agnes luce culpable, mientras que Lissa luce disgustada.

—¿Es un secreto? —me pregunta.

—Erm, no, no realmente.

—Entonces, ¿quién está cuidando a los niños esta noche? —pregunta.

—Meg y Johnny —respondo cautelosamente.

—¿Cómo son? —interrumpe Bryony con impaciencia.

—¿Terminarían con la inquisición? —espeta Jake—. ¿Nunca han oído hablar


de una cláusula de confidencialidad?

Lissa vuelve la mirada hacia mí y se encoge de hombros. Sí, apuesto a que el


personal de Johnny habría tenido que firmar una de esas. Ahora que lo pienso,
estoy sorprendida de que no me pidieran a mí que firmara una, aunque hubiera
estado bastante molesta si lo hubieran hecho… Soy familia, no personal.

Jack me toma de la mano y me arrastra lejos de la manada de chicas.

Apenas registro la calidez de su asidero antes de que me deje ir.


172
—Voy a tener que ir a hablar con Brandon pronto. Quiere que toque mi set a
continuación, pero sólo relajémonos por un rato.

Alcanzamos la empinada cuesta que lleva al segundo nivel más bajo.

Jack trota hacia abajo, sosteniendo su copa en el aire, y se vuelve para


mirarme.

—No estoy segura que mis tacones de plataforma sobrevivan. —Levanto los
pies para mostrarle mis zapatos.

—Te atraparé —promete.

—Oh, te sabes todas las frases indicadas —bromeo, pero por dentro siento
que me desmayo. Bajo poco a poco por la pendiente y luego dejo que el impulso
se haga cargo mientras y bajo corriendo el resto del camino, intentando no
derramar mi bebida, pero fallando. Él me estabiliza al final y mi risa vacila
cuando miro sus ojos color azul grisáceo, mi mano mojada por el pegajoso
líquido que se ha derramado por el borde. Para mi vergüenza, no puedo evitar
sonrojarme.

Me alejo de él y sacudo la mano para secarla, luego camino por el césped. No


hay nadie en este nivel, todos están arriba en la piscina o en el salón de juegos,
pero caminos hacia la siguiente pendiente de todos modos, sentados a pocos
metros más debajo de frente a la ciudad.

—Así que Agnes tiene dieciséis años. ¿Cuántos años tiene tu hermano? —
pregunto, bebiendo los restos de mi whisky con Coca-Cola.

—Veinte.

—¿Cómo se llama?

—Drew.

Drew. ¿Por qué ese nombre me suena familiar?

—Oh, Charlotte lo menciono en la fiesta de Michael.

—Sí.

—¿Otro hermano o hermana?

—No. —Él me mira y levanta una ceja—. Es una gran cantidad de preguntas
para alguien que se va a casa mañana.

—¿Qué prefieres hacer?

Él me sonríe con picardía. 173


—Lo siento, amigo, no soy tan fácil.

Pero ahora mismo, me gustaría serlo. Tomo un sorbo de mi bebida y hago


una mueca. Incluso con Coca, sabe a mierda. Él ríe entre dientes y mira hacia
otro lado. Su perfil es tan sexy.

—Sólo somos nosotros tres —revela—. Todos nos llevamos dos años de
diferencia. Mis padres fueron meticulosos planificando los embarazos. —Toma
un gran trago de su propia bebida, pero no hace una mueca—. ¿Qué hay de ti? —
pregunta.

—Soy hija única. Mi padrastro no puede tener hijos.

—¿No hay un papá en escena?

¡Eek!

—Sí, está alrededor. —Y de repente recuerdo a Barney y a Phoenix—. En


realidad, él tiene dos hijos propios, así que tengo medios hermanos.

—¿Olvidaste que tenías medios hermanos? —pregunta divertido.

Whoops.
—Es que volvió a casarse sólo recientemente. —Cambió rápidamente de
tema—. ¿Qué hay de tus padres? ¿Cuándo se separaron?

—Se divorciaron hace ocho años.

—¿Y tu mamá se ha vuelto a casar dos veces desde entonces? —Soy incapaz
de evitar que la sorpresa se note en mi voz.

—Las cosas estuvieron mal durante mucho tiempo entre mis padres —dice—.
Esta conversación se está poniendo un poco pesada.

Me quedó en silencio, intentando no sentirme desairada. Tomo un gran trago


de mi bebida. Cuanto más pronto se haya terminado y yo pueda tener otra cosa,
mejor.

—Lo siento —dice él abruptamente, notando mi estado de ánimo—.


Realmente no me gusta mucho hablar de ello. —Suspira y se deja caer hacia
atrás sobre los codos, deslizando los pies más abajo por la pendiente hasta que
está estirado—. Es sólo que mi papá era un poco un bastardo en esa época.
Mamá solía aguantar un montón de mierda. Pero no creo que él esperara jamás
que ella lo terminara todo, encontrara alguien y le pidiera el divorcio.

¿Qué, ahora se está abriendo a mí?

—¿Ése fue el Padrastro Número Uno? —pregunto tentativamente. 174


—Sí. Sin embargo, Rob y ella sólo duraron un año. Entonces Papá regresó a la
escena, arruinó un poco más las cosas antes de que ella avanzara de nuevo con
Tim. Él la cuida, que es lo que ella necesita… alguien confiable. Y rico. —No
parece feliz—. Han estado casados durante cuatro años. —Mete la mano en el
bolsillo y saca un paquete arrugado de cigarrillos—. Maldita sea —murmura,
dándose cuenta de que sólo tiene uno.

—¿Qué hace tu papá, realmente? —Finalmente tengo la oportunidad de


preguntarle mientras él enciende el cigarrillo.

—Es cantante. —Inhala—. Solía estar en una banda.

—¿Cuál? —Lo observo soplar el humo y lucho contra la tentación de pedirle


una pitada. Después de oír lo que Johnny dijo anoche acerca de fumar, estoy
comenzando a pensar que sería mejor dejarlo. El habitual y predecible sermón
adquiere un significado totalmente diferente cuando se trata de uno de los
chicos malos más legendarios del mundo.

—¿Casino Girl? —lo dice como si fuera una pregunta, pero no tiene por qué.

—Los conozco. Mi mamá solía tocar su música.

—No han hecho nada en un tiempo —me dice.


—Johnny me dijo que conocía a tu papá —digo.

—Sí, se conocen. Papá pasó el rato con él y su gente por un tiempo, en la


época en que Johnny se lanzó como solista.

—¿Y tu mamá soportó que él hiciera de las suyas?

Él hace una pausa.

—Mmm. Agnes ha estado bastante complicada por eso. Ahora no habla con
Papá.

—Oh. Es duro.

—Sí. —Él se queda en silencio, mirando la vista—. Drew eligió vivir con Papá,
así que Agnes tampoco habla con él.

Así que por eso él no está aquí esta noche.

—Debe ser muy duro para ti —digo.

—Apesta —dice él sombríamente—. Odio estar atrapado en el medio.

—Puedo imaginarlo. —Así que por eso su hermana tenía tantas ganas de que
él fuera a su fiesta. Efectivamente, es su único hermano. Debe depender mucho
de él. Siento una oleada de compasión por ella. 175
—No sé por qué estoy hablando de esto —admite de repente—. Normalmente
no lo hago.

—Quizás sea porque mañana me voy a casa. No tendrás que volver a verme,
así que es fácil.

—Hmm. Quizás. —Él me observa y mi corazón da un vuelco por la seria


expresión en su rostro. Él mira mis labios y mi corazón comienza a aletear.

—¡Jack! ¡Ahí estás!

Giramos rápidamente las cabezas para ver a Brandon parado sobre nosotros.

—Te perdiste tu set de DJ, hermano. Ryan cambió contigo, así que ahora lo
harás más tarde.

—Oh, cierto. De acuerdo.

—Agnes quiere que comencemos pronto. ¿Estás listo?

—Sí. —Él se levanta y yo hago lo mismo, limpiándome el césped seco de los


jeans. Ojalá pudiéramos quedarnos aquí, sólo nosotros dos. Brandon me lanza
una sonrisa traviesa—. Siento llevármelo, pero está solicitado esta noche.
La ceja que Jack levanta hacia Brandon no me pasa desapercibida. Me
pregunto si hubo un doble sentido en su comentario de estar “solicitado”. ¿Está
hablando de otras chicas? La idea hace que mi corazón se hunda, pero no estaré
por aquí después de esta noche, así que supongo que realmente no tiene nada
que ver conmigo.

176
Capítulo 19
Traducido por Simoriah (SOS)

Corregido por La BoHeMiK

M
e apoyo contra la pared, manteniéndome fuera del camino
mientras observo a Jack y a sus compañeros de banda conectarse a
sus equipos en el pequeño escenario. Está bastante lleno aquí
ahora. Más gente ha llegado e incluso más han venido al cuarto de juegos desde
la terraza de la piscina. Presto particular atención a Eve y a la forma en que Jack
y ella parecen evitar contacto visual. Ni siquiera se han dicho dos palabras desde
que llegamos. Estoy casi segura de que hay algo entre ellos.

―Si eres la niñera, ¿cómo es que saliste con Meg y Johnny anoche? ¿Quién
cuidaba a los niños?

Oh Dios, es Lissa de nuevo. Se apoya contra la pared junto a mí. Vuelvo la


cabeza para mirarla, pensando rápidamente. Ella simplemente no quiere dejar
ir este asunto.
177
―Trajeron a alguien más para que ayude porque creyeron que sería bueno
que yo tuviera una noche libre ―le digo calmadamente.

―Pero ésta es tu última noche ―señala.

―Son muy amables ―digo dulcemente.

El espacio de repente se llena con los sonidos casi ensordecedores de una


guitarra eléctrica y vuelvo la cabeza rápidamente para ver a Jack, Brandon y
Miles tocando en el escenario, mientras Eve asiente al ritmo de la música y se
sostiene calmadamente del soporte del micrófono. El público de la fiesta se ha
vuelto loco. Agnes, en su vestido fucsia, está de pie al frente con los brazos en
alto y saltando al ritmo de la música. Eve se queda quieta y comienza a cantar
las letras en stacatto20 al micrófono, alejándose y asintiendo mientras la música
puntualiza sus palabras. Jack atrapa mi mirada y me guiña un ojo. Le devuelvo
la sonrisa.

―Sabes que sólo le interesas porque te vas, ¿verdad?

¿Ella todavía está aquí? Me vuelvo para enfrentar a Lissa, queriendo terminar
su actitud de sabelotodo.

20 Staccato: significa "separado" es una indicación de que la nota debe ser breve, para separar
las notas entre sí y que no se toquen ni se superpongan.
―¿Así que a Jack no le gusta el compromiso? Bueno, eso está bien, porque a
mí tampoco.

Eso no es estrictamente cierto… De acuerdo, no he tenido un adecuado novio


formal, pero eso no es porque no quiera uno. Tom de nuevo aparece en mi
mente, pero incluso su recuerdo no saca el escozor del comentario de Lissa. No
quiero que ella sepa que me ha afectado. Encuentro su mirada. Mi comentario
parece haberla desconcertado.

―Entonces están hechos el uno para el otro ―dice, malhumoradamente


apartándose el cabello rubio platino del rostro.

Trabajo hecho. Sin otra palabra, me aparto de la pared con un empujón y me


sumerjo en la multitud que baila; luego me dejo ir hacia la música.

Tocan cinco canciones, en mi opinión todas ellas éxitos potenciales. La


multitud gime cuando terminan de tocar, pero el DJ casi inmediatamente
comienza la música de nuevo. Jack levanta la tira de su guitarra eléctrica sobre
la cabeza y la apoya contra la pared, luego se baja del escenario de un salto, sus
ojos fijos en mí. Agnes lo atrapa primero, lanzándole los brazos alrededor del
cuello.

Noto con un sobresalto que Charlotte Tremway también está ahí. Tiene la
mano en el pecho de Brandon y lo mira con una coqueta sonrisa. A él seguro no 178
parece importarle. Ella se aparta girándose hacia Agnes y Jack, tomando el
rostro de Jack entre las manos y presionando un beso justo en sus labios. Mis
entrañas pican con celos y mis ojos, de alguna manera, encuentran a Eve en la
multitud. Ella también los ve, y me vuelvo para observarla hacer su camino a
empujones entre la gente que baila y luego salir por las puertas del cuarto de
juego.

Antes de que tenga chance de procesar lo que acabo de ver, siento las manos
de alguien en mis caderas. Miro sobre el hombro para ver que es Jack.

―Hola ―dice.

Me giro para enfrentarlo, mis emociones están todas mezcladas. Él me sonríe,


al parecer no afectado por toda la atención que está recibiendo. No sé qué
pensar. No me gusta que él tenga una terrible reputación, pero ni siquiera eso
evita que me sienta increíblemente atraída por él. Él comienza a bailar conmigo,
está tan cerca, caliente y sexy, que tomo una impulsiva decisión. Sólo voy a
disfrutar esta noche. De todos modos, mañana todo esto será irrelevante.

―Tengo que ir y hacer mi parte ―grita Jack en mi oído después de un rato, su


mano en mi cintura. Asiente hacia las mesas de DJ ubicadas al otro lado de la
habitación―. ¿Quieres venir y ayudarme?

―¿Bromeas? ―Le sonrío.


Él me sonríe y toma mi mano, haciéndome sentir aún más inquieta mientras
tira de mí a través de la multitud. Un par de veces es abordado por chicas que
son demasiado táctiles para mi gusto, y que claramente fingen que yo no estoy
ahí. Jack es amistoso, pero no coquetea y no me suelta la mano. Finalmente
llegamos a las mesas y él me suelta para saludar a su amigo, un chico alto de
cabello rubio con auriculares. Lo reconozco de anoche. Jack le palmea el pecho y
asiente hacia mí.

―¿Recuerdas a Jessie?

―Hola, Jessie. Morgan ―dice. Cierto. Se saca los auriculares y se los pasa a
Jack. Él me pone detrás de las mesas mientras Morgan se aparta agachándose.
Jack revisa los discos y rápidamente saca uno de su estuche, cuidadoso de no
ensuciarlo con huellas dactilares. Lo cambia con el que está en la mesa derecha,
y mientras el disco de la izquierda se acerca a su final, él expertamente acelera
su propia elección para que los ritmos se mezclen en uno. Luego baja un
interruptor y su propia canción: “I’m Not Going To Teach Your Boyfriend How
To Dance With You” de Black Kids, entra sin problemas.

De acuerdo, ahora realmente quiero que me bese.

Él asiente hacia los discos, indicándome que les eche un vistazo, y bailo al
ritmo de la canción mientras rebusco entre ellos. No tengo idea de cómo hacer
funcionar las mesas, aunque mirándolo hacerlo, realmente quiero aprender,
179
pero por ahora me contentaré en ayudar con la elección de canciones. Me
detengo cuando llego a The Wombats y mi corazón salta ante la sonrisa que Jack
me da.

Es lo máximo que me he divertido en una hora, y el tiempo pasa demasiado


rápido. Demasiado pronto, Miles llega para hacerse cargo.

A pesar de la atmósfera relajada, me siento ridículamente tensa. Jack me


gusta tanto y sé que voy a estar nerviosa hasta que sus labios estén contra los
míos, pero sé que tengo que relajarme si no quiero disgustarlo. Jack me lleva
hacia la multitud y mis inhibiciones me abandonan y le paso los brazos por el
cuello mientras bailamos. Por el rabillo del ojo puedo ver a Charlotte y a Lissa
mirándonos, pero no me importa. Ahora mismo sólo somos Jack y yo.

Miro sus ojos azul grisáceos, los cuales lucen más oscuros en esta luz, y él me
mira directamente mientras cada terminación nerviosa en mi cuerpo se eriza. Es
como si hubiera una corriente eléctrica entre nosotros. Su musculoso pecho
presiona contra el mío y siendo sus músculos agitarse debajo de su camiseta
mientras se mueve. Luego sus dedos están en mi cabello, sus palmas tomando
mi mandíbula mientras se inclina y me besa. Mi estómago da vueltas una y otra
vez mientras mis labios se abren, nuestras lenguas tocándose mientras nuestro
beso se profundiza. Él es tan bueno besando. Me siento mareada cuando él se
aparta y su rostro todavía está cerca del mío.
―¿Deberíamos ir a mi habitación? ―Su pregunta viene con doble sentido y
estoy un poco conmocionada. No soy ese tipo de chica (nunca he estado con un
chico de esa manera y no voy a perder la virginidad con alguien a quien acabo de
conocer) pero Dios, quiero estar sola con él y lejos de toda la atención femenina.

―Seguro ―exhalo, mientras él tira de mí, una sensación de urgencia en su


asidero mientras salimos rápidamente del cuarto de juegos. Ninguno de
nosotros habla mientras cruzamos la terraza de la piscina. Soy vagamente
consciente de ojos que nos siguen, e intento decirme a mí misma que no me
importa lo que crean porque mañana me habré ido y nunca los veré de nuevo,
pero aun así me siento un poco ansiosa.

Está más silencioso dentro de la casa. Jack me suelta la mano mientras


subimos la escalera y mi temor crece cuando llegamos a la puerta de su
habitación. Lo sigo adentro y espero inseguramente junto a la puerta mientras él
cierra las cortinas. Sus movimientos son lentos, se vuelven más deliberados
cuando enciende la luz de la mesa de noche y saca un iPhone de su bolsillo. Un
ritmo llena la habitación como el latido de un corazón mientras las líneas
oscuras y temperamentales de “Running Up That Hill” de Placebo comienzan a
sonar desde los parlantes en el escritorio.

Jack viene hacia mí sin apuros, estirando su brazo junto a mí hacia la puerta.
Doy un paso al lado, enferma con excitación y energía nerviosa cuando él gira la 180
cerradura. Y luego sus manos están en las mías, hay intensidad en sus ojos
mientras me guía hacia la cama.

―No voy… no puedo… ―tartamudeo de repente insegura de mí misma y de


en lo qué me he metido.

―Sólo quiero besarte de nuevo ―murmura él, y luego sus labios están sobre
los míos, sus manos en mi cabello y caigo en la cama con él, sin querer nada más
que devolverle el beso.

No, quiero más que eso… mentiría si dijera lo contrario. Pero no puedo.
Apenas lo conozco. Él se coloca sobre mí, el peso de su cuerpo aplastando el mío
de la forma más deliciosa y placentera. Su pierna se desliza entre las mías y
siento un dardo de deseo cuando me doy cuenta de que él también me desea.
Puedo sentirlo. Oh, Jesús, será mejor que nos detengamos ahora.

Un teléfono comienza a sonar y él se separa de mí a regañadientes.

―Es tuyo ―dice, mirando mi bolso.

¿Qué? ¿Quién me llama a esta hora? Él sale de encima de mí y yo me bajo de


la cama y tomo mi bolso, rebuscando y sacando el iPhone que suena. ¿Eh? Es
Davey.

―Creí que no tenías un teléfono. ―Oigo decir a Jack.


―Lo tomé prestado por esta noche ―respondo rápidamente―. ¿Hola?
―respondo sin aire. Mis labios se sienten hinchados.

―Hola, Srita. Pickerill ―dice Davey cálidamente―. Estoy afuera frente a la


entrada, esperándola.

―Pero creí que yo iba a llamarte a ti. ―Tomo la muñeca de Jack para ver la
hora en su reloj. Maldición. Es la una.

―El Sr. Jefferson dijo que debería recogerla ahora.

Tienes que estar bromeando. Johnny es peor que Stu. Al menos en casa podía
quedarme afuera hasta tarde y escabullirme al regresar.

―¿Debería entrar a buscarla? ―pregunta Davey, y detecto una autoridad en


su tono de la que no he sido testigo antes.

Decepción y resignación se arremolinan a través de mí.

―No, yo saldré ―le dijo.

―La veré en cinco minutos. ―Eso suena como una advertencia.

―De acuerdo. ―Termino la llamada y me giro para mirar a Jack―. Mi auto


está aquí ―digo con arrepentimiento. 181
―Yo podría haberte llevado a casa ―dice con el ceño fruncido y apoyándose
en los codos.

Le doy una mirada poco impresionada.

―Has estado bebiendo.

Él suspira profundamente con descontento, mientras meto el teléfono de


vuelta en mi bolso y lo cuelgo sobre mi hombro.

―¿Me vas a acompañar? ―pregunto.

―Por supuesto. Sí. ―Se pone de pie de un salto y voy a la puerta. Siento su
tibia mano en mi espalda y luego él se inclina para abrir la puerta. Miro sobre el
hombro una vez más y luego sus labios están sobre los míos y nos estamos
besando con una pasión que nunca he experimentado antes en mi vida. Me hace
sentir mareada. Cuando él se aparta y me mira, me abruma la necesidad de
llorar. Me muerdo el labio y me aparto. Él no me toca mientras bajamos las
escaleras.

―Por aquí ―dice en voz baja, llevándome hacia la puerta frontal. Él abre la
puerta, presionando un botón en un timbre junto a ésta. Oigo el sonido de las
puertas automáticas abriéndose.
―Puedo salir sola ―digo, sin querer que Davey vea a Jack y haga
suposiciones, sin importar lo correctas que sean.

―De acuerdo ―dice, una expresión dolida en el rostro―. No quiero que te


vayas ―murmura, atrayéndome hacia él.

Nuestro último beso es tan dulce.

Lágrimas llenan mis ojos mientras me alejo, intentando no mirar atrás.

―Adiós, Jessie ―exclama él.

Giro sobre mis pies y camino el último par de pasos hacia atrás.

―Adiós, Jack. Nos vemos pronto.

Pero sé que no será así.

Intento fijar en mi mente la imagen de él parado en la puerta mientras le doy


una última sonrisa. Doy vuelta en la esquina hacia la limusina que me espera,
intentando tragar el nudo en mi garganta mientras veo a Davey salir del auto.

―Srita. Pickerill ―dice él, abriéndome la puerta.

No me permito llorar hasta que estoy adentro.


182
Capítulo 20
Traducido por Simoriah (SOS)

Corregido por AmpaЯo

S
ollozo hasta quedarme dormida esa noche y todavía me siento
miserable cuando llega la mañana siguiente, mis ojos ardiendo e
hinchados. Por primera vez en mucho tiempo, mis lágrimas no son por
mi mamá. Hay un extraño alivio en eso, aunque el dolor todavía es intenso.

Me quedo acostada ahí por un rato y miro el techo. Es temprano, pero no seré
capaz de quedarme dormida de nuevo. No quiero ir a casa. Es demasiado
pronto. Sólo acabo de conocer a mi nueva familia. ¡Tengo un papá! Y tengo
medios hermanos a quienes apenas conozco. No quiero tener un rol pequeño en
sus vidas. Quiero que me conozcan. Quiero que sepan que soy su hermana
mayor. Siento un cariño cuando pienso en ellos, un cariño que estoy segura se
desarrollará en un amor del estilo “la sangre es más espesa que el agua”. Quiero
verlos crecer y no sentirme como una extraña cada vez que venga a visitarlos.

Y luego está Jack… Acabo de conocerlo, pero se ha metido debajo de mi piel y


183
odio que hayamos terminado cuando apenas hemos comenzado.

Todavía estoy cerca de llorar cuando me aventuro abajo para mi último


desayuno. Mi vuelo es a las dos en punto. Todavía no he empacado. Mi ropa
probablemente no va a caber de todos modos, no después de todas las salidas de
compras a las que me han llevado. Se siente como si hubiera ido a Melrose
Avenue días atrás, pero tanto ha sucedido en estos últimos días, y la última
noche fue larga.

Un estremecimiento me atraviesa cuando recuerdo los labios de Jack en los


míos, su cuerpo presionado contra mí. Todo mi cuerpo cosquillea cuando pienso
en besarlo, tocarlo. Me muerdo el labio con nerviosa alegría cuando imagino lo
que podría haber sucedido si Davey no hubiera llamado. ¿Qué tan lejos
hubiéramos llegado? ¿Y cuánta voluntad hubiera necesitado para decirle que se
detuviera?

Meg y los chicos están teniendo su habitual desayuno, y Johnny también bebe
una taza de café en la mesa cuando yo entro triste a la cocina.

—Hola, niña —dice él.

—¡Hola! —exclama Meg—. ¿Cómo estuvo tu noche?


—Más corta de lo que quería. —Le doy a Johnny una mirada pertinente, pero
él se encoge de hombros inocentemente.

Saco una silla y me desplomo sobre ella.

—¿Quieres que te traiga algo? —pregunta Johnny informalmente, la primera


vez que se ha ofrecido desde que llegué.

—No, no tengo hambre.

—¿Has estado bebiendo de nuevo? —Él levanta una ceja.

—No es por eso que no tengo hambre —murmuro.

Echo un vistazo a Phoenix abriendo su pequeña boquita de pájaro mientras


Meg lo alimenta. Barney finge que su cuchara es un avión mientras la estrella en
su cereal.

—Barney, no hagas desorden —lo reprende Meg, y la necesidad de llorar me


supera.

Aparto la silla de la mesa de un empujón y salgo corriendo de la habitación.


Las puertas corredizas están completamente abiertas; el tibio aire de la mañana
flotando dentro de la habitación. Me apresuro a salir y me rindo; no puedo
pelear contra las lágrimas. Cruzo la terraza y permito que mis sollozos se 184
apoderen de mí.

—Oye, oye —dice Johnny con suavidad detrás de mí—. Jessie, ¿qué sucede?

Me vuelvo y me lanzo contra él, enterrando el rostro en su pecho mientras


lloro. Vacilantes, sus brazos me envuelven y me doy cuenta de que es la primera
vez que, de hecho, nos hemos abrazado.

—Shh —me calma—. Shh, está bien. ¿Qué sucede?

—No quiero ir a casa —me encuentro balbuceando—. Es demasiado pronto.


Sólo acabo de llegar. —Y luego no puedo seguir hablando porque estoy llorando
demasiado.

—Shh, shh —dice de nuevo, meciéndome ligeramente. Me siento más cerca


de él en ese momento de lo que jamás lo he estado—. No tienes que irte a casa —
dice con voz profunda.

¿Qué? Me aparto y lo miro, las lágrimas continúan cayendo por mis mejillas.

—No tienes que irte a casa si no quieres —dice de nuevo, frotando mis
lágrimas con sus ásperos pulgares.

—Pero yo… pero mi vuelo es a las dos en punto —tartamudeo.


—Entonces lo cancelaremos —dice él calmadamente, sus ojos verdes
mirándome.

—¿Qué? ¿Lo dices en serio? ¿Puedo quedarme?

Se ríe a medias.

—Yo también sólo acabo de conocerte. —Aparta un mechón de cabello de mis


ojos—. Me recuerdas a ella, sabes. A Candy.

Sufro una sacudida, pero sacudo la cabeza.

—No nos parecemos en nada.

—Sí te pareces. Más de lo que crees. Tienes su sonrisa… su nariz… —Golpetea


suavemente mi nariz con su dedo índice—. La forma de sus ojos… de acuerdo, el
color de ojos es mío —concede—. Yo tampoco quiero que te vayas a casa.

Mi cabeza zumba con todo lo que él está diciendo. Quiero tanto créele.

—Pero, ¿qué hay de sus vacaciones? ¿No se van mañana?

—Puedes venir con nosotros.

Esperanza se hincha a través de mi corazón y apenas puedo hablar.


185
—¿Lo dices en serio? —logro preguntar finalmente.

—No bromearía sobre esto —dice él.

—Pero, ¿qué hay de Meg? ¿Estaría de acuerdo con que me quede? —Mis
preguntas tropiezan unas con otras.

—No tengo que pedirle permiso —dice mientras mi optimismo cae de nariz.
Se siente como si apenas acabara de poner a Meg de mi lado y no quiero que ella
me odie de nuevo—. Ella estará bien —dice él, como si intentara calmarme.
Quizás también trata de convencerse a sí mismo.

—Ayudaré más en la casa —dejo salir a borbotones—. Cuidaré de Barney y de


Phoenix. Yo… yo… puedo ayudar a Eddie a cocinar…

—¡Suficiente! —Ríe—. No tienes que hacer nada de eso. Bueno, sólo si


quieres. Pero realmente necesito hablar con tu padrastro, ¿de acuerdo?

Mierda. Me olvidé de Stu. ¿Cómo se va a sentir cuando oiga que no quiero


regresar a casa todavía? Siento una punzada de culpa, pero la
descarto. Tengo que quedarme.

—¿Vamos y lo llamamos juntos? —sugiere él.

—¿No deberías consultarle a Meg primero?


Él hace una mueca.

—Sí. Supongo que sería una buena idea. —Él frota mis brazos con sus manos
y se aleja de mí—. Regresaré en un segundo.

Mi corazón continúa corriendo mientras me paseo por la terraza, demasiado


inquieta para sentarme. Unos minutos más tarde él reaparece por la puerta y
juro que voy a estallar de felicidad cuando me sonríe.

—Vamos. —Me hace un gesto para que entre—. Tenemos que hacer una
llamada.

186
Capítulo 21
Traducido por LizC

Corregido por Jut

S
tu suena tan contento cuando se da cuenta que soy yo en el otro
extremo de la línea y me siento culpable por lo que estoy a punto de
decirle.

—¿Todo empacado? —pregunta.

—Estoy pensando en quedarme —exclamo.

Silencio.

—¿Perdón?

—Me gustaría quedarme un tiempo más —digo—. Johnny dice que está bien.

—Oh. Claro. —Suena sorprendido. Johnny hace un gesto hacia el teléfono.


187
—Johnny quiere hablar contigo —le digo.

—¡Oh! Claro. —Exactamente las mismas palabras, pero ahora suena tenso.
Paso el teléfono.

—Hola. Es bueno hablar contigo. —Aquí estoy, en el otro extremo de una


conversación unidireccional de nuevo—. Sí, eso es correcto. Y a mí me gustaría
que se quedara. —Pausa—. ¿Si estás de acuerdo con eso?

Mejor que lo esté, pienso para mí misma mientras me siento allí


mordiéndome las uñas y mirando distraídamente los tatuajes de Johnny
arrastrándose por su brazo.

¡POW! Me recuerda a Jack y las mariposas revolotean por mí.

Stu accede, con el acuerdo de que esté en casa a tiempo para el próximo curso
escolar, antes, si cambio de opinión acerca de quedarme.

Johnny me palmea la espalda mientras me despido de Stu. Él sale de la


oficina, dejándome en eso. Le prometo a Stu que voy a seguir llamándolo a
menudo, y él me dice que instalará Skype para poder ver mi rostro.

Después de eso, subo a mi habitación y me siento en la cama, intentando


asimilar todo. No me voy a casa. No me voy a casa. No puedo creerlo. Me voy a
quedar. ¡Me voy a quedar! ¡Voy a estar en LA durante el verano! ¡Conociendo a
mi nuevo papá! ¡Mi nueva familia!

Y a Jack…

¿Qué hay de Tom? Me siento surrealista cuando pienso en él. Estoy segura de
que cuando lo vea de nuevo, todavía tendré sentimientos por él, pero él está tan
lejos. Se me ocurre que quizás él tendrá un romance de verano con una chica en
Ibiza, y la idea pica. Pero el dolor es silenciado por Jack y las posibilidades allí.
¿Qué dirá cuando le diga que me quedo?

“Sólo está interesado en ti porque te vas.” Las palabras de Lissa regresan


para atormentarme. A Jack no le gusta el compromiso…

Debería escribirle. Mañana vamos a volar en el avión privado de Johnny a las


Islas Vírgenes, y de ahí navegaremos en yate a una apartada isla para unas
vacaciones de dos semanas en cabañas de playa con vistas al océano. Johnny ha
reservado todo el complejo, así que tendremos la isla para nosotros. De hecho
no puedo conseguir asimilar eso. Suena demasiado bueno para ser verdad.

De todos modos, las vacaciones significan que no veré a Jack por un tiempo,
pero necesito hacerle saber que regresaré pronto a LA. Por supuesto, podría
dejarlo sufrir un poco, pero no me serviría de nada jugar con él si él se engancha
con otra chica en el ínterin. No, definitivamente lo contactaré, pero hoy sólo 188
quiero dejar que todo esto se asiente.

Llaman a mi puerta, agitándome de mis pensamientos.

—¿Puedo pasar? —llama Meg.

—Claro —exclamo en respuesta. La estudio mientras entra en la habitación.


No luce molesta. Pero no he olvidado que dijo que quería sacarme del camino
antes de sus vacaciones.

—Hola —dice ella.

—Espero que estés de acuerdo con que me quede aquí un poco más —digo
vacilante—. No quiero causar problemas entre Johnny y tú.

Ella sonríe con ironía y sacude la cabeza.

—Johnny y yo hemos pasado por cosas mucho peores que esto, te puedo
asegurar. —Se posa junto a mí en la cama—. Entiendo por qué quieres quedarte
—dice suavemente, sus ojos marrones llenos de compasión—. Y tienes razón, es
demasiado pronto para que regreses a casa. Johnny y tú tienen un montón de
cosas en las que ponerse al día.

Exhalo con alivio.


—No se trata sólo de Johnny —me encuentro diciéndole—. Son Phoenix y
Barney también. Nunca he tenido hermanos antes. Siempre fuimos sólo Mamá y
yo. Y Stu.

—Los chicos también te adoran —dice Meg.

Ella suspira y me pongo tensa de nuevo, preguntándome qué va a decir a


continuación.

—Mira, voy a ser honesta contigo —continúa ella—. Estaba aterrorizada


cuando Johnny me habló de ti. Sé que él te contó de Barney y cómo mantuve en
secreto que él era su hijo durante más de un año después de su nacimiento.

Asiento. Johnny le debe de haber informado de nuestra conversación del


viernes a la noche.

Ella traga y se mira las manos.

—Confía en mí, sé lo mal que suena. Probablemente pienses que soy una
perra sin corazón, pero te juro que pensaba que estaba haciendo lo correcto.

Abro la boca para decir que no creo que ella no tenga corazón, y que ha
probado no ser una perra, a pesar de que inicialmente me llamara una aspirante
a estrella de rock, pero ella continúa antes de que yo pueda decir algo.
189
—¿Estoy segura que has oído todo sobre las luchas de Johnny con el alcohol y
las drogas?

—Sí. —¿Finalmente me va a contar cómo Johnny y ella se juntaron?

—Por supuesto, a menos que hayas estado viviendo en Plutón durante los
últimos diez años —dice con sorna—. Bueno, él y yo teníamos algo, cuando
trabajaba para él como su AP. Me enamoré de él. No quería, sabía que era malo
para mí, pero no pude evitarlo. Él tenía serios problemas con el compromiso.

Sus palabras me hacen pensar en Jack, pero intento concentrarme.

—El amigo más viejo de Johnny, Christian, solía pasar el rato aquí en LA con
nosotros de vez en cuando… estaba escribiendo la biografía de Johnny. —Hace
una pausa, quizás reconsiderando contarme todo esto—. Bueno, no entraré en
todos los detalles…

—Por favor —ruego—. Realmente me gustaría escucharlo.

Ella duda.

—Está bien. Así que de todos modos, cuando las cosas se pusieron realmente
difíciles con Johnny, dejé LA y me fui a casa. Christian, que siempre me había
cuidado, me buscó y nos hicimos amigos. Y eventualmente más que eso —dice
ella en voz baja.
Espero a que ella continúe.

—Johnny se volvió loco cuando se enteró. —Ella me mira, sus ojos


encendidos a medida que recuerda—. Me dijo que me amaba, que quería que
regresara a LA con él, y… yo me negué. No podía hacer eso a Christian. Pero yo…
bueno. —Se remueve por la vergüenza y mira hacia otro lado—. Las cosas se
salieron de control. Nosotros… —Levanta las palmas hacia fuera, pero no dice
las palabras—. Quedé embarazada. —De alguna manera, ella parece más
pequeña cuando me relata esto—. Y el día que fui a mi primera ecografía, me di
cuenta de que Johnny nunca iba a cambiar por mí. —Respira hondo—. Esto
sigue siendo sorprendentemente difícil de contar.

—Aprecio que me lo cuentes —digo. Y es así. Ella me está mostrando respeto


al confiarme su historia. No soy sólo cualquier persona. Soy la hija de Johnny y
ella me está tratando como parte de la familia de él, de la de ella. Afecto se
hincha dentro de mí a medida que proceso este hecho.

—Sabía que tenía que haber dicho algo a Christian… a Johnny… pero
honestamente creía que Johnny habría recorrido medio mundo huyendo si
hubiera sabido que yo estaba embarazada, y Barney podría haber sido de
Christian. Yo quería que lo fuera… —Una vez más su voz se apaga—. Cuando
nació con el cabello oscuro y los ojos azules, me alivió tanto haber tomado la
decisión correcta. —Ella sonríe ante mi ceño confundido—. Lo sé, Barney no 190
podría ser más rubio o tener ojos más verdes ahora, pero le llevó unos buenos
meses llegar a eso, y para ese entonces me encontré en un pequeño aprieto. —Sé
que está poniéndolo en términos ligeros—. Vi a Johnny de nuevo por primera
vez cuando la madre de Christian murió. —Se congela mientras se da cuenta que
podría estar recordándome la muerte de mi mamá.

—Está bien —le aseguro.

—Johnny vio una foto de Barney y sumó dos más dos. Ese año fue un
desastre. Christian y yo rompimos, como era de esperarse, y Johnny estaba con
esta malvada… ¡Urgh! —Hace una mueca—. Esta completa… ¡urgh! Horrible,
horrible chica…

Vaya, debe haber sido bastante horrible para invocar esa reacción.

—Pero él y yo en cierto modo nos hicimos amigos de nuevo, aunque él


todavía era un absoluto desastre… Y eventualmente se recompuso, rompió con
la perra del infierno. Lo siento. —Me lanza una mirada de disculpa, pero estoy
sonriendo—. Y él y yo volvimos. —Sonríe—. Así que es eso todo. Ya sabes la
historia no tan de cuento de hadas de nuestra relación.

—Suena como un torbellino —comento.


—De todos modos, todo lo que estoy tratando de decir es que entiendo por
qué tu mamá puede haber sentido que ocultarte la verdad sobre Johnny era lo
mejor.

Mis entrañas se retuercen. No sabía que nos dirigíamos a esto y no estoy


segura de estar para hablar de esto con Meg. A pesar de cualquier cosa que ella y
Johnny tuvieron que pasar, ella no sabe nada acerca de mi mamá.

—Obviamente, ella pensaba que estaba haciendo lo correcto…

—Estaba equivocada —interrumpo—. Barney se perdió un año de la vida de


su papá, pero por lo menos no lo recordará. Phoenix lo tuvo desde el principio.
Yo tengo quince años… no debería haber tenido que arreglármelas sin un padre.

Maldita sea, siento ganas de llorar de nuevo. Meg luce mortificada.

—Lo siento —digo—. Sé que no es tu culpa. No eres mi mamá. Pero qué no


daría yo para que ella estuviera aquí en este momento, para poder desquitarme
con ella… —Mi voz tambalea cuando lo digo, apagándose cuando las lágrimas se
derraman de mis ojos y corren por mis mejillas. Las limpio airadamente.

—Lo siento —susurra Meg, frotando mi espalda—. No puedo imaginar cómo


debes sentirte, pero estoy aquí para ti si me necesitas. Todos lo estamos.

Asiento, el nudo en mi garganta demasiado grande como para dar las gracias. 191
Capítulo 22
Traducido por Selene y LizC

Corregido por Simoriah

—A
quí está tu iPhone de regreso —digo más tarde esa noche,
entregándoselo a Johnny. Él estaba descansando en el sofá
leyendo The Sunday Times. Debe hacer que se lo traigan
especialmente—. Gracias por prestármelo, incluso si Davey llegó antes de lo
esperado —agrego con ironía.

Él parece divertido.

—Quédatelo. —Lo levanta hacia mí.

—¿Qué? ¿Hablas en serio? —¿Un iPhone? ¡Creo que me voy a desmayar de


emoción!

—Annie te ayudará a cambiar tus contactos en la mañana, si quieres. Es


buena en ese tipo de cosas. 192
Miro el teléfono en mis manos con alegría desenfrenada.

—Sobre Davey...

Lo miro para verlo observándome con una expresión seria mientras el


periódico se agita en sus manos.

—Tienes quince años. No sé con qué te sales en casa, pero aquí te atendrás a
una hora de regreso. Una en punto de la madrugada es tarde. ¿Estamos claros?

Asiento sumisamente, y es sólo después que me doy cuenta de que sucumbí


mucho más fácilmente con Johnny de lo que jamás lo hice con Stu. ¿Qué hay
con eso?

Todos estamos en un frenesí a la mañana siguiente mientras empacamos.


Meg no quiere saber nada de que Carly o Sharon empaquen por ella y coincido
con ella. Quiero asegurarme de tener mis cosas preferidas conmigo; la mayoría
es la ropa nueva que he comprado aquí. Annie me encuentra en mi habitación,
justo cuando cierro mi maleta.

—¿Johnny dijo que te ha dado su iPhone de repuesto? —Ella lleva shorts y


una camiseta y está vestida más informal de lo habitual, pero aun así luce como
un duendecillo con su cabello corto y oscuro y sus brillantes ojos verdes.
—Eso es cierto. —Lo tomo desde mi mesita de noche y le sonrío. Decidí no
llamar a Jack anoche porque no quería parecer demasiado desesperada. El
resistir casi me mató.

—¿Quieres que cambie tus contactos mientras estás de viaje? —pregunta ella.

Frunzo el ceño.

—¿Mientras estoy de viaje? ¿No hay posibilidad de que podamos hacerlo


ahora para que pueda llevarlo?

—No hay señal de teléfonos celulares en la isla —dice.

—¿Qué? —Mi rostro cae. Pero, ¿cómo voy a escribirle a Jack?—. ¿Hablas en
serio?

—Me temo que sí —me dice ella con simpatía.

—¿Qué hay de emails? —La tarjeta de él tenía su dirección de correo


electrónico.

Ella sacude la cabeza.

—Lo siento. Cuando Johnny y Meg quieren alejarse, realmente quieren


alejarse —me dice. 193
—Pero... ¿qué pasa si hay una emergencia? ¿Si quiero llamar a mi padrastro?

—Habrá un teléfono satelital en la isla en caso de emergencia —me


tranquiliza—. Estoy segura de que puedes llamar con ése a tu padrastro.

Phew. Pero, ¿qué hay de Jack?

—Así que, ¿cambio tus contactos desde tu viejo celular para que tengas tu
nuevo iPhone listo cuando regreses? Tendrás que dejarme ambos. —Extiende la
mano, pero vacilo. No hay manera de que pueda irme por dos semanas sin
hacerle saber a Jack que todavía estoy aquí.

—¿Te los puedo llevar abajo en un minuto?

—Claro. Pero no tardes. Enviaré a Davey por tu maleta —dice ella,


volviéndose para marcharse.

—De acuerdo —respondo, distraída. Me pregunto dónde dejé la tarjeta de


Jack. Vuelvo a abrir mi maleta y revuelvo en pánico, volcando toda mi ropa
cuidadosamente doblada. Mi cabeza gira y no tengo idea dónde está. ¡Mierda,
maldición, diablos! ¿Dónde demonios está? Oh Dios, ¡qué idiota! Está en mi
cartera. ¡Dios!
Davey llama a mi puerta y le pido que espere mientras vuelvo a cerrar mi
maleta. Él entra y se lo lleva, mientras busco la tarjeta de mi cartera. Mi corazón
late más rápido y me equivoco cuatro veces al escribir el número para un nuevo
mensaje de texto. Johnny me llama y exclamo que ya voy. Desearía tener más
tiempo para pensar en qué escribir, pero me conformo con:

Soy Jessie. Éste es mi nuevo número. ¡Todavía estoy aquí! No me


fui a casa. Me voy de vacaciones y estaré fuera de contacto durante
dos semanas pero luego regresaré. ¿¿¿Espero verte???

Presiono enviar y salgo de la habitación, aferrando el teléfono en mi mano.


¿Cuánto tiempo tenemos antes de llegar al aeropuerto? ¡Argh! ¡Acabo de
recordar que Annie quiere que le entregue mis teléfonos ahora! ¡No puedo! Ella
sale de la oficina mientras bajo las escaleras.

—Así que, ¿me los quieres dar? —Asiente hacia el iPhone que todavía
sostengo.

—¿Puedo llevar éste conmigo? —pregunto desesperadamente.

—No hay señal telefónica…

—Lo sé —interrumpo—. Pero, ¿si alguien me llama desde aquí al aeropuerto?

Ella me mira con diversión. 194


—¿Puedo cambiar tus contactos cuando llegues a casa, si quieres?

—¡Eso sería genial! —exclamo, queriendo abrazarla.

Barney baja torpemente las escaleras, cargando un camión de bomberos de


Playmobil.

—Vamos, amigo, no puedes llevar eso —lo reprende Johnny —.¿Quién lo va a


cargar por ti?

—Yo —me ofrezco, y Barney me da una sonrisa tan linda que olvido el
mensaje de texto que acabo de enviar. Durante cinco segundos. Luego regresa a
mi mente.

Está en mi mente todo el camino hacia el aeropuerto.

—¿Esperando que alguien llame? —pregunta Johnny irónicamente.

Asiento, mirando el teléfono. Vamos, Jack. Contéstame. Estoy tan


preocupada que apenas registro mi entorno a medida que ascendemos por las
escaleras hasta el pequeño avión plateado en el aeródromo privado a media
hora de la ciudad.
—Vas a tener que apagar eso ahora —dice Meg suavemente mientras me
siento en un sillón de cuero color crema.

¡Ping! Mi corazón salta cuando un mensaje llega y me apresuro a leerlo.

Wow. Genial. Llámame cuando regreses. Jack.

¿Eso es todo? Realmente no sé qué esperaba pero, ¿nada de besos? ¿Ni


siquiera un signo de exclamación?

¿Qué estoy pensando? Él no es ese tipo de hombre. Sé eso. Le envió un rápido


mensaje de regreso. Lo haré.

Luego apago el teléfono, sabiendo que voy a pasar las próximas dos semanas
preocupándome de que no debería haberle respondido con tanta rapidez.

Las cabañas de playa en que estamos alojados son bastante pequeñas, pero de
ninguna manera básicas. Tengo una para mí sola y tiene una gran bañera
elevada detrás de mi cama para que pueda sumergirme en las burbujas y mirar
por la puerta principal hacia el océano más allá. Hay algunos empleados,
aunque Meg me dice que probablemente haya cuatro veces más detrás de
escenas, pero despertamos cada mañana con fruta fresca y un masaje en la
playa, seguido de nado con snorkel. Incluso aprendo bucear, lo que me abre un
nuevo e increíble mundo submarino. 195
Nuestras tardes se pasan caminando a través de exuberante vegetación,
relajándome en la playa con uno de los muchos libros en las estanterías de mi
choza o dando paseos en barco por las islas vecinas. Cenamos en la playa,
viendo la puesta de sol sobre el océano, y comemos pescado fresco y cosas como
langosta, que nunca había probado antes pero que he descubierto que realmente
me gusta.

Me siento culpable por Stu, en casa en nuestro pequeño hogar, perdiéndose


unas vacaciones de verano y sin duda extrañando a mi mamá, y probablemente,
incluso a mí.

Hablo con él un par de veces; solo rápidamente, para lo esencial. El teléfono


satelital es una gran cosa voluminosa que no facilita exactamente las
conversaciones, pero que hace su trabajo. Él me dice que Natalie ha estado
llamando por mí y que él le dijo que me estoy quedando con mi padre biológico.
Ella se sorprendió, dijo él, pero no ha habido ninguna mención de Johnny
Jefferson entre ellos. Estoy segura de que ella todavía piensa que estoy
bromeando sobre eso. La echo de menos, a pesar de todo, y estoy contenta de
que ella ha estado llamando por mí.

En cuanto a Jack, bueno, también pienso mucho en él. Para ser honesta, los
primeros días estoy obsesionada. Pero luego comienzo a calmarme. Me
quedarán poco más de dos semanas más en LA antes de ir a casa para el
próximo curso escolar, por lo tanto, lo que será, será. He pasado por demasiadas
cosas con mi mamá para tener que soportar cualquier tipo de dolor por un
chico. No permitiré que eso suceda.

Hacia el final de nuestras vacaciones, estoy acostada en la suave arena


mirando las estrellas. Son tan brillantes. Más brillante de lo que he visto en mi
vida. Estoy esperando una estrella fugaz. He visto tres desde que estoy aquí, y sé
que si miro y espero el tiempo suficiente, veré otra.

Oigo pasos amortiguados por la arena y levanto la mirada para ver a Johnny
acercándose.

—Hola, chica —dice, sentándose en la arena junto a mí—. ¿Estás bien?

—Estoy bien —contesto, mirando su pálido rostro a la luz de la luna. Él se


recuesta en la arena junto a mí y miramos a las estrellas—. Intento divisar una
estrella fugaz.

ÉL no dice nada durante un largo, y me sorprende oír cuán entrecortado


suena cuando habla.

—¿Alguna vez piensas que tu mamá está ahí arriba, mirándote?

Lágrimas brotan de forma automática de mis ojos y el respectivo nudo se


forma en mi garganta. 196
—Me gustaría pensar que sí. —Mi voz está temblorosa—. Pero no lo sé.

—Todavía extraño a mi mamá —dice él, y lo oigo tragar, intentando recobrar


la compostura—. Pero sí se hace más fácil.

—Ella murió cuando eras un poco más joven que yo, ¿verdad?

—Tenía trece años —revela—. Ella tenía cáncer, por lo que estuvo enferma
durante un par de años antes de eso.

—Eso es tan triste.

—Tuve tiempo para acostumbrarme a ello… —se detiene a sí mismo—. No —


dice bruscamente—. Aun así no hubo tiempo para acostumbrarse a ello —habla
con más suavidad—. Aun así fue un shock cuando ella murió. No puedo
imaginar cómo debes haberte sentido al perder a tu mamá tan repentinamente.

Ahora realmente quiero llorar, pero la necesidad de hablar es más fuerte, así
que intento contener las lágrimas.

—¿Estuviste allí cuando ella murió? —pregunto, volviendo la cabeza para


mirarlo. Él sigue mirando hacia arriba al brillante cielo nocturno, pero asiente.
—Sí, estuve allí. Ella estaba dormida. O sedada —revela—. Las enfermeras
habían intentado hacer que yo regresara a la casa de Christian… éramos amigos,
incluso en aquel entonces. Me estaba quedando con él y su familia cuando ella
realmente enfermó.

—¿No con tu papá?

—No, él vino a buscarme después del funeral. Tuve que ir a Londres para vivir
con él, pero apenas lo conocía. —Él me echa un vistazo—. Así que supongo que
sé un poco sobre lo que estás pasando.

Asiento rápidamente y giro la cabeza hacia arriba otra vez.

—Ojalá hubiera estado allí cuando Mamá murió —logro decir.

—Oye. —Él se estira y toma mi mano, pero yo me alejo. No puedo contener


las lágrimas, por lo que me siento en la arena y llevo la mano a mi hinchada
garganta e intento hablar a través de mis lágrimas mientras Johnny se sienta a
mi lado—. Stu tuvo que ir a identificar su cuerpo —le digo—. No la volví a ver. El
ataúd estaba cerrado. Quería despedirme, pero Stu no me dejó. Ella estaba
demasiado…

No puedo hablar. No puedo decirlo en voz alta. Estaba cortada. Su hermoso


rostro estaba todo cortado debido a la ventana rota que cayó sobre ella. 197
—Lo siento. Lo siento —dice Johnny mientras lloro. Él envuelve mi cuello son
su brazo y me atrae hacia él y yo moqueo en su camiseta.

—La extraño tanto —sollozo—. La extraño. Desearía que estuviera aquí. Estoy
tan triste que se haya ido y de que nunca volveré a verla de nuevo. ¡Fui tan perra
con ella! —exclamo.

—No, no lo fuiste —dice Johnny con firmeza.

—¡Lo fui! —exclamo—. Siempre estaba diciéndole cosas horribles,


apartándola.

—¡Eres una adolescente! —espeta él—. ¡Eso es lo que hacen los adolescentes!
Ella sabía que la amabas.

—Pero, ¿qué tal si no…?

—Por supuesto que sí —murmura con una voz sacudida por la emoción
mientras me sostiene con fuerza—. Ella sabía que la amabas. ¿No crees que
todos tenemos remordimientos? Yo podría haber sido más amable
con mi mamá. Siempre le reclamaba que ella debería haberse quedado con mi
papá, que debería haber hecho que las cosas funcionaran. Ella incluso me
enseñó a cocinar cuando estaba muy enferma y lo único que yo podía hacer era
quejarme que preferiría estar jugando video juegos. —Respira profundamente,
expandiendo el pecho y temblando mientras exhala. No tengo que mirarlo para
saber que está llorando.

—Ella sabía que la amabas —le digo, mis palabras ahogadas contra su pecho.

—Sí lo sabía. —Él asiente rápidamente—. Y Candy también. Sé que no tuviste


tiempo para prepararte para su muerte, pero ella tampoco. Y hasta donde yo sé,
eso es bueno. No puedo imaginar cuánto le debe haber dolido a mi mamá saber
que se estaba muriendo, saber que estaba dejándome con una patética excusa
como padre. Yo no lo conocía. Él era un extraño para mí.

Él me mira.

—No quiero ser un extraño para ti. Lamento no estar allí para ti, no haber
estado aquí para ti. Pero probablemente me habrías odiado si nos hubiéramos
conocido hace años. Estaba tan jodido como mi papá. Meg me salvó. Meg,
Barney y Phoenix me salvaron. Sólo soy el hombre que soy ahora gracias a ellos.
Gracias a ellos, estoy listo para esto, listo para estar aquí para ti. Quiero estar
aquí para ti —dice con fervor, luego vacila y su voz es más suave—. Quiero
decirles a todos que eres mía —dice.

Mi corazón da un vuelco.

—Annie está preparando un comunicado de prensa —me dice en voz baja. 198
Trago.

—Esperaremos a regresar a LA antes de publicarlo. ¿De acuerdo? —pregunta.

—Sí. —Mi voz sale como un susurro. ¡Por fin! Desearía poder ser una mosca
en la pared cuando Natalie, Em y Libby vean las noticias. ¡Y Tom! ¿Qué pensará
él?

Johnny estira la mano y me seca las lágrimas. Sus dedos son ásperos, como
siempre.

—Sé que va a cambiar las cosas para ti. Sé que va a ser duro.

Está equivocado, eso no es lo que pasa por mi mente. Quiero que el mundo
sepa que él es mi papá. Estoy harta de fingir. Estoy orgullosa de que él sea mi
papá y quiero gritarlo a través de un megáfono.

—Pero es ridículo que la gente vaya por ahí pensando que eres mi niñera —
continúa él, sombrío.

Le sonrío.

—Estoy lista —digo—. En serio. Quiero que la gente sepa. Odio fingir.

Él sonríe y aprieta mi hombro.


—Bien.

199
Capítulo 23
Traducido por Gigi D

Corregido por Simoriah

E
s principios de agosto cuando regreso a LA, relajada y unida a mi
nueva familia. Han sido unas hermosas dos semanas, pasando tiempo
de calidad juntos, y es exactamente lo que necesitaba. Me siento llena
de energía y determinación y mucho más parecida a mi antiguo yo. Si Jack no
está interesado, qué mal por él. Si yo sólo le gustaba porque me iba, como dijo
Lissa, entonces lo descubriré pronto. Pero no voy a dejar que me afecte. Le envío
un mensaje el día que llegamos, manteniéndolo casual.

¿Estoy de regreso en LA si quieres que nos juntemos un día?

Eso no quiere decir que no revise mi celular incesantemente hasta que él


responde, casi volviendo loca a Annie cuando finalmente me lo quita para pasar
los contactos de mi vieja carcacha. Él responde justo cuando estoy yendo a la
cama e intentando no pensar mucho en él de nuevo. “Actúa tranquila” es mi
nuevo mantra.
200
Tengo un show el miércoles a la noche. ¿Vienes?

Pienso dos veces sobre responder tan rápido, pero no puedo molestarme en
jugar juegos ahora, así que tipeo otro mensaje.

Suena bien. ¿Dónde y a qué hora?

Para mi alivio, él responde enseguida con el lugar y la hora. Dice que dejará
una entrada en la puerta, pero no se ofrece a venir a buscarme. Supongo que
estará ocupado preparando todo. Eso, o quizás Jack Mitchell me está ignorando.
Pero de todas formas me invitó a su evento y no tengo nada mejor que hacer en
estas dos semanas. Como sea, puedo dar lo mismo que reciba.

Cuando les cuento a Meg y Johnny de mis planes, le piden a Annie que
retenga el comunicado de prensa sobre mí hasta el fin de semana, dándome un
par de días más de anonimato para que pueda ir al show sin que me persigan.
Me decepciona que retrasen la noticia, especialmente cuando siento que llevo
años esperando que salga, pero supongo que tiene sentido.

El miércoles a la tarde, mientras intento pasar el rato antes de que sea lógico
comenzar a prepararme, entro al estudio de música y oigo voces adentro. Abro
tentativamente la puerta y veo a Christian sentado en la mesa de control y a
Johnny detrás del panel de vidrio, colgándose la guitarra a los hombros. Se
inclina hacia adelante para hablar en el micrófono suspendido del techo frente a
él.

—¿Podrías…? —comienza a decir, luego mira más allá de Christian para


verme—. Jessie, ¿quieres entrar? Estoy a punto de mostrarle a Christian algo en
lo que he estado trabajando.

—Sí —digo con entusiasmo, sonriéndole a Christian.

Él llegó anoche; un hombre alto, ancho de hombros y apuesto con


desordenado cabello oscuro y cálidos ojos marrones. Me cayó bien al instante,
aunque pareció algo sorprendido al verme.

—Santo Cielo, es igual a ti —le exclamó a Johnny. Meg lo golpeó en el trasero


y lo regañó por maldecir.

—No dije la palabra con J —dice él.

—¡Shh! —advierte ella, pero es claro él sólo bromea con ella. Es increíble, al
verlos a los tres, pensar por todo lo que pasaron. No puedo entender que sigan
siendo amigos considerando su pasado y todo lo que sé de Barney, pero aquí
están.

Christian palmea la silla a su lado así que entro y me siento. Me llena una
sensación de emoción mientras observo a Johnny afinar su guitarra. Le pide a
201
Christian que ajuste un par de controles, luego se inclina y toma un largo cable
de algún lugar, conectándolo a la guitarra. Comienza a tocar una suave y lenta
melodía: una canción de cuna. Estoy absorta. Cómo desearía poder tocar así la
guitarra. Y luego él se acerca al micrófono y comienza a cantar, su profunda y
conmovedora voz llenando el cuarto y mis sentidos mientras observo, fascinada.

Me golpea de nuevo. Ése es mi papá, ahí mismo. Ese, ahí… ese Johnny
Jefferson, justo ahí detrás de ese vidrio, es mi papá. MI papá. ¿Cómo pudo mi
vida haber dado tal giro?

No sé Christian, pero a mí se me han erizado todos los pelos. Esta canción


está llena de emoción y es verdaderamente hermosa; una canción de amor. Las
letras hablan de una chica con una cálida sonrisa que se hizo maestra y su amor
incondicional por su materia, y luego me golpea como una tonelada de ladrillos
de que ésta no es una canción sobre una verdadera maestra, es una canción
sobre la mamá de Johnny. Quizás incluso sobre mi mamá. ¿No dijo Meg que la
mamá de Christian también falleció hace poco? Miro a Christian y veo que le
brillan los ojos. Los míos se inundan de inmediato y lucho por contenerme
mientras miro a Johnny a través del vidrio.

Cuando canta, él baja la mirada, y cuando comienza la parte instrumental, él


retrocede y observa su guitarra, entregándose a la música. Cuando toca las
últimas notas, Christian y yo nos limpiamos furtivamente las lágrimas. Christian
le levanta los pulgares hacia Johnny. Sé por qué. Yo también estoy demasiado
ahogada para hablar.

—¿Te gusta? —le pregunta Johnny, luciendo algo perdido, casi como un niño.

—Sí —dice Christian con dificultad. —Sí, me gusta.

Johnny sonríe con tristeza y comienza a levantar la correa de su guitarra por


encima de su cabeza, pero hace una pausa, mirándonos de nuevo. Presiona la
boca contra el micrófono.

—¿Algo más alegre?

Christian vuelve a levantar los pulgares.

—¡Sí! —Asiento entusiastamente.

Y entonces comienza una alegre melodía, la versión acústica de uno de sus


éxitos más recientes. No puedo evitarlo; comienzo a cantar.

La mirada de Johnny se levanta rápidamente para encontrar la mía y sonríe


al cantar, alzando una ceja. Luego deja repentinamente de tocar y cantar y
mueve la cabeza hacia atrás.

—Entra aquí —dice. 202


—¿Qué? —Sacudo la cabeza, confundida.

—Entra aquí y canta conmigo.

—¡Ve! —insta Christian, empujando mi silla. Las ruedas debajo me llevan


cerca de treinta centímetros más cerca de la puerta del estudio.

—¡No… no puedo hacerlo! —digo bajando los pies para detener el


movimiento.

Los hombros de Johnny caen, pero él no se rinde.

—Entra. Aquí —dice con firmeza.

—¡No!

—Jessie. —Hmm, ese es un tono que no da lugar a discusión.

—Olvídalo. —Sacudo la cabeza con determinación—. No canto en público,


¿recuerdas?

—¿Qué hay de Thomas The Tank Engine21? —pregunta divertido.

21N. de T.: refiere a la canción que Jessie canta con Meg y Johnny a Barney y Phoenix en
capítulos anteriores.
—¿Eh? —interviene Christian. Lo hemos perdido.

—Vamos. —Me hace un gesto para que entre.

—Lo lamentarás si no lo haces —señala Christian.

Hay una punzada dentro de mí y me doy cuenta de que él tiene razón. Me


arrepentiré si no lo hago. Y no quiero lamentar más cosas. Johnny espera
pacientemente, mirándome con esos grandes ojos muy verdes suyos. Al diablo.
Me pongo de pie y entro en el estudio, apretando los labios mientras Christian
vitorea y aplaude en una manera muy exagerada.

Johnny me sonríe y baja otro micrófono de sobre nuestras cabezas. Le dice


algo a Christian a través del primer micrófono.

—Tendrás que presionar ese… Blah, blah, blah… —No sé de qué habla, pero
Christian al parecer sabe qué hacer, porque mueve unos controles y perillas es el
panel de control frente a él. Johnny se inclina junto a mí y dice—. Probando,
probando, probando. —En el micrófono extra y luego la voz de Christian entra
en el cuarto, sonando como si hablara por un altavoz, y dice que estamos listos
para empezar.

Johnny se vuelve para mirarme mientras comienza a tocar la misma canción.


Le sonrío a sus dedos tocando la guitarra, realmente deseando poder tocar
también, y luego comienza el primer verso y Johnny comienza a cantar. Conozco
203
esta canción como la palma de mi mano, es uno de sus mayores éxitos, y asiento
la cabeza al ritmo, luego me adelanto y comienzo pequeñas partes de armonía a
las letras ocasionales. Johnny alza las cejas hacia Christian y lo miro para ver
que luce impresionado. Cuando comienza el coro, lo canto completo, todavía
haciendo las armonías ocasionales y, antes de saberlo, estamos cantando juntos
el resto de la canción.

Johnny toca la última nota y rodea mi cuello con el brazo, besando mi frente
mientras me ruborizo furiosamente. Christian aplaude y vitorea, pero esta vez
está siendo honesto, puedo decir que está sorprendido, y exploto del orgullo.

—¿No es ella increíble? —exclama Johnny, mirando por el vidrio.

—Apropiada y condenadamente increíble —responde Christian, sacudiendo la


cabeza mientras yo sigo ruborizándome—. Jessie Jefferson es un gran nombre
artístico —dice Christian y río porque creo que bromea. —Hablo en serio —
añade él.

Miro a Johnny, quien se encoge de hombros.

—Suena bien.

—No —digo secamente, dejando de sonreír—. Me llamo Jessie Pickerill.


Christian se reclina en su silla.

—El apellido de la madre de Johnny era Sneeden, pero él lo cambió a


Jefferson.

—Basta, Christian —lo corta Johnny. Él sacude la cabeza rápida y


abruptamente, mientras se pasa la tira de la guitarra por encima de la cabeza—.
Es demasiado pronto.

—Siempre será demasiado pronto —señalo firmemente, intentando no


molestarme—. El apellido de mi madre era Pickerill. —No voy a elegir a Johnny
sobre ella, como ella temía.

—Podrías tener doble apellido —presiona Christian, sin darse cuenta de cuán
sensible me siento.

—¡Christian! —espeta Johnny—. Ya déjalo.

Christian luce sorprendido y me siento mal por él, pero al menos Johnny
entiende.

—Lo siento —dice Christian un poco a la defensiva.

—Está bien —le quito importancia, ansiosa por cambiar de tema—. Oigan,
¿qué hora es? 204
Él mira su reloj.

—Llegando a las cinco en punto.

¿Es muy temprano? Nah.

—Debería ir a prepararme —les digo.

—¿Para qué? —pregunta Christian mientras Johnny y yo salimos del estudio.

—Va a ir a ver una banda esta noche. Quizás oíste de ellos, ¿All Hype? ¿Son la
banda del hijo de Billy Mitchell?

Christian frunce el ceño, pensando.

—Me suena familiar. —Recuerdo a Johnny contándome que Christian solía


ser un periodista de música—. ¿Dónde tocan? —me pregunta.

—Un lugar llamado The Rider, cerca de Melrose Avenue.

Él asiente.

—Es un buen lugar. —Se vuelve hacia Johnny—. ¿Deberíamos ir?

¿Qué? No quiero que mi papá se meta en mi cita. ¿Es una cita?


Johnny me mira y se rasca la barba incipiente en el mentón.

—¿Por qué no? —presiona Christian.

—¿Y arruinar el estilo de Jessie? —pregunta Johnny con una sonrisa.

Claro, que Johnny aparezca en el show de Jack sería muy buena prensa para
su banda…

—Podrían venir —digo encogiéndome de hombros.

—Genial —dice Christian—. Me encanta ver bandas nuevas.

—¿No tienes jet lag? —pregunta Johnny secamente—. Usualmente sí —añade.

—No tenemos que quedarnos hasta tarde —responde Christian. Pausa—. ¿O


sí? —añade sonando algo preocupado.

—Ya no me quedo hasta tarde —dice Johnny cínicamente, luego—. Claro,


podemos ir si quieres. Aunque no sé si a Nutmeg le agradará.

—¿Debería decirle a Jack que aparte dos boletos más? —pregunto.

—Nah, no lo molestes. Annie lo resolverá.

—¡Genial! —¡Él va a amarme por esto! 205


Capítulo 24
Traducido por veroonoel y Selene

Corregido por Simoriah

M
ás temprano esa tarde, Annie me instó a enviar un mensaje a todos
mis contactos, alertándolos de mi nuevo número de teléfono. No
oigo de nadie por horas, y comienzo a pensar que no le importo a
nadie, puedo luego recuerdo la diferencia horaria y me doy cuenta que es el
medio de la noche en Inglaterra. Mi primer mensaje llega cuando estoy en la
limusina en camino al concierto de Jack. Saco mi teléfono de mi bolso y veo que
el mensaje es de Natalie. Sonrío mientras lo leo.

¿Qué diablos? ¿Has ido a ver a tu papá? ¿Quién diablos es? Estoy
asumiendo que NO es Johnny Jefferson ;-)

Suelto una risita y escribo una respuesta, mientras Johnny y Christian me


ignoran. Christian está tomando una cerveza, mientras que Johnny y yo
sorbemos limonadas. Me negué a tomar champagne después de que Christian
me dijera lo caro que realmente es el Perrier Jouet; ¡más de cien libras la
206
botella! Casi tengo un ataque al corazón. Stu estaría orgulloso del hecho de que
no estoy tomando. Meg optó por no venir con nosotros; es más una chica pop,
dijo para mi sorpresa y el falso disgusto de Johnny.

¡Es bueno saber de ti! Siento haber estado asp22. ¿Te llamo
mañana para que tengamos una charla apropiada?

Siento una punzada de nostalgia por ella. La extraño. Desearía que estuviera
aquí. Para mi deleite, responde de inmediato. Más te vale besosssss

Lo dejamos ahí. Pero le diré la verdad mañana antes de que salga el


comunicado de prensa, pero si aún no me cree, lo hará pronto.

Mientras tengo mi teléfono fuera, decido enviarle un texto rápido a Jack


también.

Johnny y su amigo, un periodista musical, están yendo a tu


concierto esta noche conmigo. ¡Buena suerte!

22ASP: Ausente Sin Permiso, término militar aplicado a los soldados que se ausentan sin el
debido permiso.
Segundo más tarde, llega otro mensaje y es como si mi teléfono me hubiera
dado una descarga eléctrica, por la forma en que lo saco de nuevo de mi bolso.
Pero no es de Jack. Es de Tom. Mi corazón salta cuando lo leo.

¡Hola tú! En Ibiza. Tengo una buena resaca. He estado pensado un


poco en ti. ¿Regreso la próxima semana si quieres hacer algo?

Me siento un poco aturdida. He estado intentando sacarme a Tom de la


cabeza desde que conocí a Jack, pero ahora lo veo tan claramente en mi cabeza,
en cuclillas frente a mí en la fiesta de Natalie, después de venir a buscarme
cuando salí corriendo.

Miro el mensaje. Tom ha estado pensando en mí. Eso me hace sentir cálida y
difusa por dentro. Pongo mi teléfono de nuevo en mi bolso, la confusión
embrollando mi cerebro.

Hay una fila de personas serpenteando desde la puerta principal del lugar
cuando llegamos. Johnny le dice a Davey que nos lleve a la parte trasera.

—Pero mi boleto estará en la parte delantera —le digo con preocupación a


Johnny—. ¿Debería ir y hacer la cola?

—Nah. —Él sacude la cabeza y me da una mirada rara—. Estarás bien.

Hmm. Supongo que estoy con Johnny Jefferson. 207


No hay nadie en la parte trasera, pero luego la puerta de metal negra se abre
de golpe y una chica rubia usando auriculares asoma la cabeza, ve la limusina y
sonríe. La puerta de la limusina se abre y veo a Davey allí de pie, y detrás de él, a
Samuel y a Lewis. ¿De dónde salieron? ¿Vinieron antes al lugar? Deben haberlo
hecho.

—Después de ti —me dice Johnny. Salgo a la acera y espero, flanqueada por


los guardias de seguridad de Johnny. Christian sale después, empujándome
suavemente hacia la puerta. Todavía medio espero que la chica con los
auriculares exija ver nuestros boletos, pero no lo hace. Miro a Johnny.

—Salud, compañero —le dice a Davey al salir. Y luego comienzan los gritos.
No sé de dónde salen, quiénes son las chicas o cómo nos vieron en este lado del
lugar, quizás vieron pasar la limusina, pero Christian me empuja hacia delante,
y momentos después, Johnny y Samuel están adentro con nosotros. Supongo
que Lewis debe estar esperando afuera para nuestra salida más tarde.

Mi cabeza da vueltas.

—¿Es así siempre? —le digo a Christian.

Él me mira como si estuviera loca.


—Eso no fue nada —me dice.

La chica nos guía por un pasillo y luego siento la mano de Johnny en mi


espalda y al instante me siento más calmada de alguna forma.

—¿Quieren esperar en el backstage? —pregunta la chica sobre su hombro.

—Nah, vayamos a tomar una copa —dice Christian, mirando a Johnny para
ver si está de acuerdo.

—Genial. —Johnny asiente.

La música del local fuera del pasillo está silenciada, el bajo un golpeteo sordo,
pero llegamos a una puerta y cuando la rubia la abre, el ruido es ensordecedor.
El lugar está repleto de gente, el bar está lleno y el escenario está oscuro y vacío.
Samuel va primero, luciendo casi cómico en su tamaño y postura; pero a pesar
de su afición a los chistes tontos, no es alguien con quien meterse.

Estamos a un cuarto de camino por la multitud en la pista de baile, en ruta


hacia el bar, cuando notan a Johnny. Al principio sólo son miradas sorprendidas
y codazos excitados mientras la multitud se abre frente a nosotros, pero como
una onda, las noticias se extienden hacia fuera y luego la multitud se enjambra a
nuestro alrededor. Nadie grita, sin embargo (quizás eso no sería para nada
genial) todos los ojos están en él. Finalmente llegamos al bar; Samuel va
primero, despejando el espacio, y luego el camarero aparece milagrosamente.
208
—¿Qué vas a tomar? —Johnny se agacha y me pregunta en el oído.

—Erm… ¿Whisky y Coca-Cola? —pregunto esperanzada. Puedo haber sido


buena en la limusina, pero ahora que estoy adentro me siento tan nerviosa por
encontrarme a Jack que en cierta forma quiero beber.

—Intenta de nuevo —dice, sin expresión.

Hago una mueca.

—Deja que tome una cerveza —sugiere Christian afablemente—. ¿Una ligera?

Johnny levanta una ceja hacia mí.

—Preferiría cidra —le digo con mi mejor sonrisa.

—No sirven sidra aquí —interrumpe Christian—. Vamos, consíguenos un par


de cervezas, amigo.

Johnny le dispara una mirada poco impresionada, luego se inclina y pide dos
cervezas y una Coca-Cola. Mis hombros caen, así que estoy sorprendida cuando
Christian me da un audaz pulgar levantado. Luego una botella de cerveza está
en mi mano y me doy cuenta que Johnny está tomando la Coca-Cola. ¡Wow! No
puedo creer que me sirvieran alcohol aquí, de hecho. Sin duda las ventajas de
tener a Johnny alrededor, diría yo.

—¡Salud! —dice Christian y todos chocamos nuestras botellas. Ahí es cuando


miro alrededor para ver docenas de pares de ojos mirándome directamente a
mí. Me sacudo con shock. Whoa, esto es tan raro. Deben estar preguntándose
quién soy, por qué estoy aquí con Johnny Jefferson. Tomo un sorbo de mi
cerveza. No sabe tan mal. Johnny le pregunta a Christian sobre alguien llamada
Sara, quizás sea su novia, pero me desconecto.

Me pregunto, ¿Jack recibió mi mensaje? Siento una mano en mi cintura y me


vuelvo, cara a cara con él. Al instante, mariposas vuelan en mi estómago y calor
irradia desde el lugar donde me está tocando.

—Hola. —Parece contenido mientras mira a Johnny, pero Christian está


diciéndole algo a Johnny en el oído y éste está distraído.

—¿Estás bien? —pregunto con cautela, luego sus ojos están en mí y mi


corazón de un salto. Casi había olvidado lo guapo que es.

—Sí —dice con incertidumbre—. Recién recibí tu texto.

—Pensé que sería mejor advertirte.

—Gracias. —Él esboza una pequeña sonrisa—. ¿Te veo después? —Mira más
209
allá de mí de nuevo.

—Claro.

Él me aprieta la cintura y luego se vuelve, haciendo su camino de regreso a


través de la multitud. Mis ojos lo siguen hasta que está fuera de vista, luego me
vuelvo para ver que finalmente tengo la atención de Johnny y Christian.

—¿Quién era Ése? —pregunta Christian.

—Ése —responde Johnny, dándole una mirada significativa—. Era Jack


Mitchell.

—Aah —dice Christian a sabiendas.

Mi rostro arde mientras bebo otro trago de mi bebida. Johnny y Christian se


sonríen el uno al otro. Un hombre aparece en el escenario, instalando o
haciendo algo. Johnny palmea a Christian en el pecho y asiente hacia el
escenario, indicándonos que vayamos más cerca. Comenzamos a hacer nuestro
camino por la multitud, pero un hombre detiene a Johnny y se golpean las
espaldas y saludan el uno a otro con entusiasmo. Johnny tira de él hacia
adelante.
—Christian, ¿conoces a Billy? —dice Johnny, y Christian y él se dan un
complicado apretón de manos mientras mi cabeza da vueltas. ¿El papá de Jack?

—Y ésta es mi hija, Jessie —dice Johnny. Los ojos de Billy se ensanchan y luce
conmocionado por una fracción de segundo antes de recuperar la compostura.
Él se inclina hacia delante y me estrecha la mano de una manera adecuada.

—Bueno, bueno, bueno —dice, mirando a Johnny—. ¿No sabía que tenías una
hija?

Johnny se encoge de hombros.

—Yo tampoco —dice—. Entonces, ¿cómo te trata la vida?

No puedo oír la respuesta de Billy, pero apenas estoy prestando atención de


todas formas. Johnny acaba de decirle al papá de Jack que soy su hija. Por
primera vez, realmente me impacta que la verdad está a punto de salir. Y mi
vida realmente está por cambiar.

Billy se queda con nosotros para ver a la banda, y mientras la multitud


alrededor comienza a cantar y a mirar al escenario, el ambiente está cargado.

Me inclino hacia arriba hacia el oído de Johnny.

—¡Le acabas de decir que soy tu hija! —exclamo. 210


—Todos lo van a saber para pasado mañana, después de todo —responde él
con un encogimiento de hombros.

—¡Pero yo ni siquiera se lo he contado a Jack!

—Díselo esta noche.

Él no tiene idea de cuán importante esto es para mí…

Las chicas delante de nosotros comienzan a gritar y su reacción es contagiosa,


porque más parecen unirse mientras la banda sale al escenario, y luego ¡BAM!
Jack y Brandon comienzan a tocar sus guitarras al unísono mientras Miles
golpea como loco la batería detrás de ellos. Eve se lanza al escenario, saca el
micrófono fuera del soporte y comienza como si se le fuera la vida en ello. Es
increíble, ellos son increíbles, incluso más que en la fiesta de Agnes. Este local,
este público, son increíbles. Salto y levanto las manos al aire, mientras Johnny,
Christian y Billy asienten con sus cabezas al ritmo de la música junto a mí. Esto
me hace reír. Johnny levanta una ceja hacia mí, pero lo ignoro y continúo
bailando.

Jack luce tan sexy allí arriba, me gusta aún más y no creía que eso fuera
posible.
Él está cantando en su micrófono, haciendo armonías de fondo y luego la
letra se corta para una parte instrumental e Eve se vuelve hacia él, saltando en el
escenario frente a él, mientras él toca su guitarra como si su vida dependiera de
ello. Le sonríe y una horrible sensación se apodera de mí.

Esto es diferente a la última vez. La última vez apenas podían mirarse. Ahora
no hay duda de que definitivamente hay química. Gran química. ¿Qué demonios
ha sucedido en las dos semanas que he estado fuera? Ahí va lo de no permitir
que un chico que me afecte de esta manera. Si él ya no está interesado en mí, sé
sin ninguna duda que estaré devastada.

No. No. Soy más fuerte que esto.

Me obligo a seguir bailando, a no parecer disgustada mientras Eve se vuelve y


sigue cantando. Pero los observo con atención durante las próximas canciones, y
estoy segura que sucede algo. Cuando el ritmo de la música se vuelve más lento,
ella mira sobre el hombro y le canta una canción conmovedora y triste, y él le
sostiene la mirada por unos buenos cinco segundos, antes de que ella se
enfrente a la multitud de nuevo. Me hace sentir enferma.

Lo miró, mis deseos de bailar esfumándose. Por suerte nadie más está
bailando de todos modos, ya que ésta es una canción más relajada. Él mira a la
multitud, sus ojos yendo de izquierda a derecha, deteniéndose cerca de mí. Creo
que ha visto a su papá, porque asiente en señal de reconocimiento. ¿Me ha
211
visto? No, pero probablemente sí a Johnny. Y luego sus ojos están en los míos, y
juro que el tiempo se detiene mientras nos miramos.

Eve comienza a cantarle de nuevo, pero esta vez él no le sonríe. Casi luce...
irritado. En cuanto a mí, bueno, ya no quiero estar aquí, pero me niego a quedar
como una idiota yéndome.

Alguien me toma del brazo y me vuelvo para ver a Agnes.

—¡Hola! —Exclama—. ¿Creí que habías regresado al Reino Unido?

—¡Cambio de planes! —le grito, sorprendida de que quiera hablar conmigo.


De hecho, luce extrañamente complacida de verme. Su melena bob negra está
revuelta y luce genial con un top rojo oscuro y lo que supongo es su marca
registrada: el grueso delineado negro en sus ojos.

—¡Estaba desanimado! —me grita.

—¿Qué?

—¡Jack! —me dice—. ¡Estaba desanimado cuando te fuiste!

Echo un vistazo al escenario, la confusión haciendo que mi cabeza se sienta


difusa de nuevo. Eve tiene el brazo alrededor del cuello de Jack mientras él toca
su guitarra.
—Confía en mí —grita Agnes en mi oído cuando ve mi rostro caer. Luego ella
se congela, mirando más allá de mí. Debe haber visto a Johnny. Echo un vistazo
sobre el hombro, pero no es a Johnny a quien ha visto, es a su papá. Él luce
desgarrado mientras la mira fijamente. Me vuelvo a tiempo para ver a Agnes
abriéndose camino a empujones entre la multitud.

Mi corazón se hunde e impulsivamente miro a Jack. Está claro por la


expresión de preocupación en su rostro que vio este intercambio. Está afectado,
pero no deja de tocar. Su mirada regresa a la mía, pero sólo la mantengo por
unos segundos antes de que me obligue a mirar hacia otro lado.

Jack me dijo que Agnes no hablaba con su papá, y esto lo prueba. Su familia
es tan disfuncional como la mía pensándolo bien.

El concierto es impresionante, a pesar de mis preocupaciones por Jack e Eve,


estoy contenta por él.

—Son buenos —comenta Christian después de que la banda finalmente dejara


el escenario después de su ruidosamente solicitado bis. Parece realmente
impresionado. Billy asiente, luciendo complacido. La música del club ha
comenzado de nuevo, pero no tan alto como la banda.

—Sí —coincide Johnny.

—¿Vamos a tomar algo? —sugiere Billy, palmeando la espalda de Johnny.


212
—Sólo bebo cosas suaves ahora —responde Johnny.

—Ah, hombre, ¿qué te ha sucedido? —exclama Billy. Johnny se encoge de


hombros y Billy lo mira con un fingido disgusto—. Esto es lo que sucede cuando
te asientas.

—Deberías probarlo —responde Johnny significativamente.

—Nah. —Billy lo resta importancia con una sonrisa descarada que luce igual a
la de Jack—. No es para mí. —Guía el camino hacia la barra, pero Jack lo
intercepta.

—¡Oye, chico! —grita Billy, envolviéndolo en un abrazo. Jack se separa con


incomodad, sonriendo con un poco de vergüenza hacia Johnny, Christian y a mí,
mientras que Billy lo sacude con ganas—. Johnny, ¿conoces a mi hijo, Jack?

—Hola, Jack —dice Johnny de una manera fría, tranquila y serena mientras
estrechan las manos. Jack luce un poco anonadado, pero intenta no estarlo.
Johnny presenta a Christian y ellos también se dan la mano.

—Estuvieron geniales —dice Christian con genuino entusiasmo.

—Gracias. —Jack parece emocionado.


—Y conoces a Jessie, por supuesto —dice Johnny secamente.

—Sí. —Los ojos azul grisáceos de Jack se encuentran con los míos por lo que
parece una eternidad mientras esas traicioneras mariposas vuelan a través de
mí una vez más.

—¿Has visto a Agnes? —Jack le pregunta a su papá con aprensión.

Billy se remueve incómodo y se encoge de hombros.

—Nah. Se fue. Volverá.

—Dios, Papá. Te dije que no metieras la pata.

—Lo siento, ¿de acuerdo?

Johnny y Christian intercambian una mirada, y Johnny mueve la cabeza


hacia la barra, con la intención de dejarlos solos.

—Espera —los interrumpe Billy, poniendo la mano en el brazo de Johnny. Se


vuelve de nuevo hacia Jack—. Vamos, bebamos primero. Iremos a buscar a tu
hermana después.

Jack vacila, pero luego me mira y parece cambiar de opinión. Asiente.

—¿Lo mismo? —me pregunta Johnny cuando nos acercamos al bar. 213
—Sí, gracias.

Casi salto de la sorpresa cuando Jack toma mi mano y tira de mí un par de


pasos atrás más lejos de los demás. Lo miro a los ojos y la expresión en su rostro
me confunde.

—¿Estás bien? —pregunto vacilante.

Él no responde de inmediato.

—No lo sé. —Es su respuesta, lo cual sólo me desconcierta más—. Es bueno


verte de nuevo.

Él podría haber dicho que era bueno, pero no luce exactamente complacido.

Y entonces es como en cámara lenta, las manos delgadas y de piel oscura


deslizándose alrededor de la cintura de él desde atrás y me encuentro cara a
cara con Eve mientras ella apoya la barbilla en el hombro de Jack.

—Te he estado esperando —le dice ella, pero sus ojos están fijos en mí.

Él desprende las manos de ella de alrededor de su cintura.

—Estaré allí en un minuto —dice él de manera firme.


—No me hagas esperar mucho tiempo más, nene —dice ella, besando su
mejilla y me da una mirada significativa mientras se aleja.

A pesar de lo que mi anterior intuición me decía, todavía me sorprende. Jack


me mira impotente, y luego, de la nada, Johnny aparece a mi lado, el brazo
alrededor de mi cuello y sus labios en mi sien mientras me da un ligero beso.

—Es hora de irnos —dice con firmeza. Debe haber visto la escena y quiere
alejarme antes de que resulte aún más herida. Lo miro para ver que mi
suposición es correcta: Johnny está mirando a Jack con ira en los ojos.

—Dame un momento —ruego. No estoy lista para irme todavía. Él asiente


hacia mí, luego le da a Jack una mirada más afilada, antes de volver donde
Christian.

Jack sacude la cabeza hacia mí, y siento que está en conflicto.

—¿Hace cuánto tiempo que Eve y tú tienen algo? —le pregunto directamente.

—No lo tenemos. Quiero decir, en cierta forma sí. Sí y no —intenta explicar


pero no creo que quiera.

—Bueno, buena suerte con eso —digo con amargura, volviéndome.

—Jessie. —Él toma mi mano y tira de mí hacia atrás, acercándome a él de 214


forma que mi puño está presionado con fuerza contra su pecho. Entonces sus
ojos se estrechan—. Tú tampoco has sido honesta conmigo, ¿verdad?

No digo nada, así que él me acerca aún más.

—No eres la niñera, ¿cierto? —me dice al oído. Se aparta sólo para mirarme y
por mi expresión, él sabrá que ha acertado. Y luego se inclina hacia adelante y
dice—. Y apuesto a que también tienes más de quince años.

Me alejo, confundida. ¿Qué está diciendo? Él mira a Johnny con una mirada
asesina en el rostro, y luego lo entiendo. Cree que estoy con
Johnny. Con Johnny.

—¡Urgh! —Empujo su pecho—. ¡Idiota! —Lo empujo de nuevo, para su


sorpresa—. ¡Él es MI PAPÁ!

La expresión en su rostro es una de puro shock. No me importa. ¿Cómo se


atreve a pensar eso de mí?

—¡Estúpido imbécil! —grito, sólo para que tenga más efecto. Miro a Johnny
para verlo luciendo extrañamente impresionado, y luego me vuelvo y salgo
rápidamente, sintiéndome segura en el conocimiento de que mi recientemente
protector papá está cerca detrás.
Capítulo 25
Traducido por Gigi D y veroonoel

Corregido por Simoriah

L
a cabeza me da vueltas esa noche, y al día siguiente no quiero comer
nada. Estoy tan enojada conmigo misma por haberme enamorado de
Jack… ¡y tan rápido! Pero más que nada me siento destruida.
Realmente, realmente me gustaba. Y fui lo suficientemente estúpida para pensar
que también le gustaba a él.

—El comunicado de prensa va a salir mañana a la mañana —me dice Annie


alrededor de la hora del almuerzo—. Justo a tiempo para los periódicos del fin
de semana. Así que si quieres contarles a tus amigos y familia antes de que
salga, mejor hazlo hoy.

¡No puedo creer que finalmente esté sucediendo! Pero no tengo familia a la
que contarle, sólo amigos. Nunca he sido particularmente cercana con los
padres de Stu, y los de padres de Mamá eran igualmente inútiles como abuelos.
La única familia que tengo es Stu y él ya lo sabe.
215
Me pregunto si Johnny le ha dicho a su papá. Salgo para encontrarlo. Está
sentado en una tumbona, escribiendo en un cuaderno. Lleva gafas de sol y traje
de baño, y su torso bronceado está decorado con tatuajes cuyo significado aún
no conozco. Es algo genial que mi papá sea considerado sexy por tantas mujeres.
Aunque la idea de que le guste a alguien de mi edad, como Natalie o Em… Yuck.

—Annie dice que el comunicado de prensa está listo para salir. ¿Le has
contado a tu papá? —le pregunto.

—De hecho, lo llamé esta mañana —revela.

—¿En serio? ¿Qué dijo?

Él me mira, pero no puedo verle los ojos detrás de las gafas.

—No estuvo tan sorprendido.

Oh.

—¿Y… quiero decir, él…?

—Lo conocerás pronto —promete él—. Quiere venir en septiembre, así que no
se van a cruzar por poco, pero quizás la próxima.
—¿La próxima? —pregunto esperanzada. Aún no hemos hablado de cuándo
puede que sea eso exactamente, o qué va a suceder cuando finalmente regrese a
casa.

Él deja el cuaderno.

—Sabes que Stuart realmente quiere que termines tus estudios secundarios. Y
tiene razón. Así que finaliza este año en el Reino Unido y luego veremos, ¿de
acuerdo? Mientras tanto, si quieres puedes venir de vacaciones.

—¡Eso sería genial! —La felicidad borra algo de mi angustia por lo de Jack.

Él me sonríe, se quita los anteojos y ojos verdes están preocupados.

—¿Te sientes bien hoy? Después de lo de anoche, quiero decir.

Me encojo de hombros, sintiéndome de nuevo decaída.

—Estaré bien.

—No dejes que él te afecte —dice seriamente, mirando su cuaderno.

—¿Estás escribiendo una canción? —pregunto.

—Sí. ¿Tú escribes?


216
Su pregunta me toma por sorpresa. La verdad es que sí. Siempre lo he hecho.
Pero aparte de Mamá, nunca se lo he contado a nadie.

—Un poco —me descubro admitiendo—. Sólo poesía y esas cosas, no


canciones.

—Las canciones son poesía hecha música —responde él con una sonrisa—. Si
alguna vez quieres que vea algo que hayas escrito, sólo dímelo.

—Gracias —digo, a sabiendas de que nunca lo haré.

Me vuelvo para entrar.

—Jess —me llama—. Necesitamos hablar de otras cosas antes de que vuelvas
a casa. ¿Stuart dijo que estaba seguro de que querrías quedarte en el mismo
colegio?

Frunzo el ceño.

—¿Sí? —Claro que no quiero cambiar de escuela. ¿A qué se refiere?

—Bien, de acuerdo, tengo a alguien viendo el tema de la seguridad, lo cual


entiendo puede parecerte algo raro al principio, pero es necesario.

—¿A qué te refieres? —hago la pregunta que antes no hice.


Él luce confundido.

—Obviamente vas a necesitar un guardaespaldas.

Río con fuerza. Está bromeando, ¿verdad? ¿Un guardaespaldas siguiéndome


en la escuela? ¿Acompañándome todo el día en el trabajo o cuando voy de
compras o salgo con mis amigos? ¡Ridículo! ¿Qué dirían todos? Lo miro.
Mierda. No luce como si bromeara.

—No quiero un guardaespaldas —digo, entrando en pánico.

—Pero, Jessie —discute él—. No tienes opción. Tan pronto la noticia salga, los
paparazzi irán por ti. Incluso podrías estar en peligro de ser secuestrada.
También quiero que te mudes a una casa más segura. Se lo mencioné a Stuart,
aunque sé que tiene reservas respecto a que yo ayude económicamente.

—¿Qué? ¿Le hablaste a Stuart de mudarnos?

—Sí, y entiendo que él no quiere que yo esgrima mi billetera, pero es así.


Necesito que estés segura.

—De ninguna manera —digo fervientemente, retrocediendo—. De ninguna


maldita manera. No me mudaré.

Johnny luce sorprendido mientras se pone de pie. 217


—No puedes quedarte donde estás —dice él cuidadosamente, avanzando un
paso—. No es seguro. Wendel lo ha visto y no estarás a salvo…

—¡No me mudaré! —explotó, el labio inferior temblando—. ¡Ésa era la casa de


mi mamá! ¡Crecí allí! ¡Ella aún está ahí, en cada cuarto, y no pienso dejarla! —
Casi estoy gritando ahora. El rostro de Johnny palidece mientras entro
corriendo a la casa y hacia a mi cuarto, cerrando la puerta con un golpe detrás
de mí.

¿Qué demonios? ¡No puedo mudarme! ¡No lo haré! El pequeño cuarto extra
de nuestra casa aún está lleno de todas las cosas de ella: su ropa, su maquillaje,
sus joyas. Ni Stu ni yo hemos tenido las agallas para revisarlo; sólo lo metimos
todo ahí y cerramos la puerta. Pero a veces voy. A veces, cuando necesito estar
con ella. Y tiene su olor. ¡El cuarto, su ropa, incluso la casa misma todavía huele
a ella! No la voy a dejar atrás. De ninguna manera. De ninguna maldita manera.
Rompo a llorar y entierro el rostro en mi almohada.

Diez minutos después, golpean la puerta. Es Johnny.

—Hola, chica —dice cansadamente—. ¿Puedo pasar?


No respondo, pero sé que él está allí. La cama se hunde en un extremo donde
se sienta. Suspira pesadamente y me arriesgo a mirarlo. Tiene el rostro volteado,
encorvado en una posición de derrota.

—Necesito hablar contigo —dice con la voz pastosa. Sorbo por la nariz como
respuesta y él mira sobre el hombro para ver que he emergido de debajo de mi
almohada empapada de lágrimas. Luce preocupado. Luce agotado.

—¿Estás lista para esto? —pregunta él.

—¿Lista para qué?

—¿Lista para ser mi hija?

Mi corazón salta. ¿Quiere que me olvide de él? ¿Se ha cansado de mí? ¿Ya no
quiere que sea parte de su vida? ¿Soy demasiado problema? Todos estos
pensamientos saltan a mi mente en un segundo.

—¿Qué estás diciendo? —pregunto vacilante—. ¿Ya no quieres tenerme aquí?

Su rostro cae.

—¡Claro que sí! —exclama—. Esto… —Nos señala—. Tú y yo, estamos bien,
¿verdad? Nada va a cambiar eso. Me refiero a ellos. —Señala por la ventana—.
Allá afuera. ¿Estás lista para que todos sepan que eres mi hija? 218
Me muerdo el labio, lágrimas llenando mis ojos.

—No lo sé —admito. Creí que lo estaba, pero no pensé que de hecho hubiera
considerado la realidad de cuánto cambiará mi vida, e incluso la de Stu.

—Porque no tenemos que hacerlo. No tenemos que lanzar el comunicado de


prensa. Ésa es la razón por la que lo hemos estado posponiendo. Queríamos
darte tiempo para acostumbrarte a la idea de ya no ser quien eres. Pero no sé si
estás lista.

Así que ha estado manteniendo la verdad sobre mí en secreto para mi


beneficio, no el suyo. ¿Qué más acaba de decir? Ya no ser quien eres. Suena
extraño, pero creo que entiendo a qué se refiere. Antes, sólo era la pequeña
Jessie Pickerill. Nadie. Pero pronto el mundo pensará en mí
como Jessie Jefferson, y seré considerada una persona completamente
diferente.

—Pero ya le he contado a algunas personas. Le he contado a Jack. —Duele


decir su nombre en voz alta—. ¿Y qué hay de mis amigos en casa? —Quería que
ellos leyeran sobre mí en los periódicos. Demostrarles que estaban equivocados
en la forma más grande y brillante posible. Suena mezquino, pero es verdad.
—Aún puedes confiar en ellos —dice Johnny—. Si confías en ellos —añade—.
Y a pesar de que haya actuado como un pequeño idiota anoche, estoy seguro que
se puede confiar en Jack Mitchell con un secreto o dos. Ciertamente ha tenido
que lidiar con algo, con su papá —dice Johnny secamente, pero mi corazón
revolotea ante sus palabras. No quiero pensar por qué. No quiero que él siga
importándome, no después de verlo con Eve. Intento sacarlo de mi mente y
enfocarme en esta conversación inmediata.

—Lo que me gustaría hacer —dice él—. Sobre lo que he estado hablando con
Meg y Annie… —Me enderezo más y le doy toda mi atención—. Es publicar un
comunicado de prensa diciéndoles a todos que tengo una hija, pero que a ella le
gustaría permanecer en el anonimato porque aún está en la escuela. De esa
manera, puedes quedarte en tu escuela, en tu casa. Tendremos que sacarlo
rápida… estoy pensando en ahora, hoy… porque las fotografías de tú y yo en el
bar anoche podrían surgir en cualquier momento y entonces no habrá manera
de recuperar la historia. Ya hay rumores en Internet —dice con disgusto. Urgh.
¡Dios! ¿Otras personas piensan lo mismo que Jack? ¿Qué soy su amante? ¡Eso
es repugnante!

—Nadie ha publicada ninguna fotografía en Internet aún. Por suerte tenemos


a Wendel en el caso, y por tu edad, por tu petición de anonimato, si enviamos el
comunicado ahora, podríamos ser capaces de detener que cualquier cosa sea
imprimir si hay fotos de anoche circulando. La prensa me debe algunos favores 219
de todas formas. —Intento asimilar todo esto—. Todavía se lo puedes confesar a
tus amigos —continúa—. Si confías en ellos —añade de nuevo, lanzándome una
mirada significativa—. Pero todo el resto permanecerá ignorante, incluyendo,
con suerte, cualquier persona que pueda ser una amenaza para tu seguridad.
Nadie esperaría que mi hija viviera donde tú vives, así que es una cortina de
humo bastante buena. Incluso si alguien reconoce tu rostro de una foto borrosa
en Internet, es poco probable que sumen dos más dos. Perdón —dice él, viendo
la expresión desafiante en mi rostro por lo que dijo sobre mi hogar—. Pero es
verdad —dice suavemente—. Aún no me gusta, pero lo entiendo. Sé que no estás
preparada para irte aún. Cuando lo estés, hablaremos de nuevo.

Asiento, e inmediatamente después me dan ganas de llorar de nuevo, esta vez


de alivio más que nada.

No puedo creer que Tom me escribiera anoche. Aún no le he respondido,


pero lo haré. ¿Me pregunto si él es uno de los “amigos” a los que les diré la
verdad? Lo primero es lo primero: llamo a Natalie.

—¡Hola! —exclama cuando contesta.

—¡Hola!
—¿Pensé que ibas a llamarme más temprano? —dice. Olvidé que le había
dicho cuando le escribí desde la limusina—. Estaba por ir a aprontarme para ir a
la cama en un minuto —añade.

—Lo siento. Ha estado un poco agitado aquí. —Se me pasó por la mente
llamarla anoche cuando volví del show, pero mi cabeza estaba llena de cosas, y
luego de la forma en que ella reaccionó cuando le conté sobre Johnny, todavía
no estaba segura de querer confiar en ella.

—¿Dónde estás? —pregunta.

—Todavía en LA.

—¿Cuándo vas a volver?

—Una semana después del domingo —contesto.

—Entonces, ¿me vas a contar que está sucediendo? ¿Estás con tu verdadero
papá? —Suena un poco distante. Supongo que se siente como si yo la hubiera
rechazado por apenas verla antes de irme, y luego desaparecer por semanas. No
la puedo culpar.

—Sí —digo lentamente.

—Wow. Eso es loco. 220


Vacilo.

—¿Sabes lo que te dije sobre Johnny Jefferson?

—Sí —responde ella con cuidado.

—Bueno, es verdad.

La oigo resoplar. No suena muy divertida.

—Echa un vistazo online —digo con calma—. Lanzaremos un comunicado de


prensa hoy, así que las noticias de que Johnny tiene una hija estarán allí pronto.
Pero no le diremos a nadie que soy yo. Vamos a intentar mantener mi identidad
en secreto.

Silencio.

—¿Natalie? Lo digo en serio. No le puedes decir a nadie quién soy. Quiero


permanecer en el anonimato.

Más silencio, luego.

—Esto está yendo un poco más allá de la broma, Jess.

Respiro hondo, y no puedo evitar sonar enojada cuando hablo.


—¿Cómo iba yo a saber que habrá un comunicado de prensa sobre la hija de
quince años de Johnny Jefferson, quien quiere permanecer bajo anonimato
porque aún está en la escuela? ¿Eh? ¿Por qué sino iba a estar en LA, por el amor
de Dios?

Ella no responde.

—Llámame cuando llegue a las noticias —digo, y luego corto.

Maldita sea. Luego llamo a Libby.

—¡Hola! —exclama mientras un calor se precipita a través de mí. Es bueno oír


su voz—. Recibí tu mensaje sobre tu nuevo número. He querido escribirte.

Entonces, ¿por qué no lo hizo? Probablemente porque aún no me ha


perdonado por haberla tratado como la traté.

—Te hubiera llamado antes, pero ha estado muy agitado por aquí y… —Mi voz
se corta cuando oigo la voz de una chica hablando en el fondo.

—Espera un segundo —dice Libby, y la línea se apaga cuando ella cubre el


receptor. Regresa a la línea—. Lo siento, me estoy quedando en lo de Amanda —
dice casualmente.

—Oh, claro—. Esta revelación apenas debería sorprenderme, mucho menos 221
herirme, pero lo hace. ¿Libby ha pasado cada día de sus vacaciones de verano
acercándose a Amanda, teniendo pijamadas y viviendo todo juntas, como solía
hacerlo conmigo? Me pregunto si me extraña, ¿aunque sea un poquito? Prosigo,
porque esto tiene que ser dicho—. Solo quería decirte que el secreto que te
conté, ya sabes, ¿el que no está permitido que le cuentes a nadie?

Ella vacila antes de responder.

—Sí…

—Bueno, está a punto de salir en la prensa.

—¡Oh!

—Johnny le vas a decir a todos que tiene una hija, pero no dará a conocer mi
nombre, Libby. Así que todavía tienes que guardar silencio al respecto. No le
digas a Amanda —añado, haciendo una mueca al pensar en ella haciendo
precisamente eso, tan pronto como cuelgue.

—Ya te he dicho que no lo haré —espeta.

Pero incluso cuando terminamos la llamada, no estoy segura de creerle.

Abro el mensaje de Tom. Pienso durante un largo rato antes de responder.


Todavía estoy en LA. Hay mucho de qué hablar cuando vuelva a
casa. Definitivamente sigue en pie la película x

Presiono enviar y caigo de nuevo en la cama. Pensar en Tom me recuerda


cuánto me gusta. Él es apuesto, con su cabello castaño y sus ojos marrones.
Apuesto al estilo del chico vecino y sus mensajes me muestran que yo también le
gusto. Pero luego está Jack. El Dios del Rock en proceso Jack. Me doy la vuelta y
abrazo una almohada contra mi pecho. Mi teléfono suena de nuevo y lo
arrebato.

¿Estás libre esta tarde? ¿Quieres tomar un café?

Agnes x

Me enderezo de golpe. ¿Agnes? ¿Cómo consiguió mi número? ¿Qué hace


escribiéndome? Sólo hay una manera de descubrirlo. Mi cabeza zumba cuando
le respondo con un sí.

222
Capítulo 26
Traducido por Scarlet_danvers, LizC y Gigi D

Corregido por Simoriah

—P
referiría que no fueras —dice Johnny cuando le pregunto si
Davey puede llevarme al Hotel Mondrian. Al parecer, hay un
bar allí con una piscina donde Agnes afirma que le gusta
pasar el rato. Dice que tomará una mesa con vistas.

—¿Por qué no? —Me siento devastada. Estoy desesperada por averiguar por
qué ella quiere verme. ¿Y si se trata de Jack?

Él pone su taza sobre la mesa de la cocina. Meg, los chicos y él están teniendo
una merienda de té y galletas de chocolate. Yo todavía no tengo apetito.

—Annie va a publicar el comunicado de prensa en cualquier momento. Puede


que te sigan.

—No si me voy ahora —digo rápidamente. 223


Él me mira fijamente. Meg le pone la mano en la rodilla.

—Déjala ir —dice—. De todos modos, la limusina tiene vidrios oscuros, así


Davey la traerá de vuelta sin ser fotografiada.

Johnny suspira.

—De acuerdo —murmura—. Pero ten cuidado.

—¡Gracias! —Corro escaleras arriba para prepararme.

Agnes ya está en el Skybar, como descubro que se llama. Medio esperó ver a
Lissa o a Charlotte con ella, pero está sentada sola en un banco acolchado, frente
a una pared de cristal con vistas a la ciudad, el rostro en un e-reader23 con una
taza de café sobre la mesa frente a ella. El bar es al aire libre, con una piscina
ocupando gran parte del espacio en el piso. Gigantes, blancas y cuadradas
‘camas’ se reparten por el espacio, ofreciendo asientos muy relajados.

—Hola —digo cuando llego a su mesa.

—¡Hola! —exclama, poniéndose de pie y besándome en las mejillas. Lleva


ballerinas y yo tacones, así que estamos a la misma altura—. Me alegra que
vinieras.

23 E-reader: libro electrónico.


Tentativamente, tomo asiento junto a ella, inclinando la espalda contra uno
de los cojines presionados contra el vidrio, e intentando no mirar hacia abajo.
Es casi suficiente para darte vértigo. Agnes lleva un vestido corto con un patrón
geográfico en él. Yo visto un maxi vestido azul marino. Las dos tenemos
nuestras gafas de sol puestas.

—Me sorprendió tu mensaje. ¿Cómo conseguiste mi número? —pregunto.

—Lo robé desde el teléfono de Jack. —Su respuesta es causal, pero me tenso
cuando oigo su nombre.

—Siento lo de Eve —dice ella, sorprendiéndome.

—¿Qué hay con ella? —Intento sonar como si eso no me importara.

—Ella realmente necesita conseguirse una vida. Ninguna chica debería


enamorarse de mi hermano —añade, y desearía poder verle los ojos detrás de
sus gafas.

Levanto una ceja hacia ella.

—Él me contó que Johnny es tu papá.

Me congelo. Ahora todo se vuelve claro. Repentinamente, está interesada en


mí por Johnny. 224
—Bueno, te agradecería si te lo guardas para ti misma. —Hay una aspereza en
mi tono, y estoy segura de que ella puede oírlo.

—Oh, Cielos. —Ella me resta importancia con un gesto de la mano—. Eso no


me preocupa en lo más mínimo. ¿Crees que no he oído suficientes chismes?
¿Qué no he sido sometida a suficiente yo misma?

Al instante siento humildad. Supongo que cuando vienes de este tipo de


ambiente, descubrir que una estrella de rock tiene un hijo secreto no es gran
cosa.

Ella llama con un gesto a una camarera.

—¿Quieres un café? —me pregunta.

—Podría tener una limonada —le digo a la camarera. Es tarde en el día, pero
todavía está caluroso y húmedo—. Estoy confundida —le digo a Agnes cuando la
camarera se ha ido de nuevo—. ¿Por qué me invitaste aquí?

Ella se encoge de hombros.

—Pareces interesante. Diferente. No hay mucho de eso por aquí.

—Oh. —Me siento extrañamente honrada—. ¿Qué hay de Jack?


—¿Qué pasa con él?

—Bueno, ya sabes, si él está de vuelta con Eve... ¿De verdad crees que me
querrá saliendo contigo?

—Si dejo que ese tipo de cosa me moleste, no tendría amigos en absoluto —
dice ella con sequedad.

¿Ella quiere decir...?

—Jack tiene muchos romances —aclara, viendo la expresión en mi rostro.

Genial. Sí, lo dice en serio. La camarera regresa con mi bebida. Me quito las
gafas de sol y las limpio en mi vestido.

—Sin embargo, ayer no mentía. Él realmente estaba deprimido cuando te


fuiste.

Le echo un vistazo.

—¿A qué te refieres con eso, exactamente?

—Abatido, luciendo como un pobre y triste cachorrito. Usualmente no está


así por una chica.

La esperanza se despierta dentro de mí, y desearía que no lo hiciera. No 225


quiero preocuparme por él. Ahora no. No después de anoche.

—Eso es lo que pensé —dice ella con calma.

—No dije nada.

—No tenías que hacerlo. —Ella se inclina hacia adelante y toma un sorbo de
su café—. Puedo decir por tu expresión que todavía estás loca por él.

¿Qué quiere esta chica de mí?

—Oye, ¿quieres venir conmigo a casa de Lottie más tarde? —Ella me


sorprende con un completo cambio del tema.

—¿Lottie? —Vuelvo a ponerme las gafas de sol.

—Charlotte. Yo la llamo Lottie. La conozco desde que éramos niñas —dice.

—¿Charlotte Tremway? ¿Está teniendo una fiesta o algo así?

—No, está simplemente pasando el rato con algunos amigos.

—Lo siento, sólo que no sé por qué me invitarías a la casa de Charlotte


Tremway. —Obviamente he estado allí. Fui allí para el cumpleaños de Michael,
pero eso fue con Johnny—. No lo conozco. Apenas te conozco a ti.
—Sí, pero lo harás. Y éste es un buen lugar para comenzar.

Extrañamente, me encuentro accediendo. No sé por qué. Agnes incluso me


convence de ir a su casa primero, porque parece pensar que tiene algo perfecto
en su armario para yo use. Una vez más, no tengo idea de por qué accedo a esto.
¿Regresar a casa de Jack? Seguramente no es inteligente. Pero luego pienso, qué
demonios. No tengo nada que perder. ¿Y si Agnes realmente cree que soy
interesante? Bueno, el sentimiento es mutuo. Ciertamente hay algo en ella, y en
ausencia de mis amigos de casa, me vendría bien un poco de compañía
femenina.

Su auto está estacionado por el valet en el hotel, así que esperamos fuera del
vestíbulo hasta que un reluciente Ford GTI blanco se detiene. Todavía no me
acostumbro a que el volante esté del lado opuesto del auto, así que cuando ella
sube a lo que es el lado del pasajero en el Reino Unido, estoy confundida por un
momento. Luego me doy cuenta de mi error y entro al auto junto a ella.

—Por un minuto pensé que estabas esperando que yo condujera —digo.

—Mis amigos y yo todos conducimos los autos de los demás. No me hubiera


importado —responde ella con indiferencia.

—No tengo licencia —digo—. Sólo tengo quince años y medio. —Espera un
minuto—. ¿Tú no acabas de cumplir dieciséis? 226
—Sí, ¿y?

—¿Tienes tu licencia? —De repente estoy un poco preocupada.

—¡Sí! —Ríe—. Puedes tener tu licencia a los dieciséis años aquí.

—Oh, está bien. —De hecho, creo que sí sé eso de ver programas de televisión
estadounidenses—. ¿Estás segura de que a Charlotte no le va a importar que me
cole? —Parece que estoy haciendo un montón de eso últimamente.

—Diablos, no. Cuantos más, mejor.

Tengo que preguntar, a pesar de que la pregunta me hace sentir mal.

—Así que, ¿Jack también ha dormido con Charlotte, entonces?

—No —se burla ella—. Han tonteado un poco, pero él no es tan estúpido. Ella
lo tendría por sus bolas.

Eso no me hace sentir mucho mejor.

—¿Qué hay de Lissa? —Yo sé que no me va a gustar esto.

—Lo mismo —responde ella.


De acuerdo. Nada de sexo, sólo… tontear. Yuck.

—¿Bryony? —pregunto con cansancio.

—No, no Bryony.

Phew.

—Todavía —añade.

Maldita sea…

—En cuanto a Eve —dice ella—. Sí, estoy segura que llegaron hasta el final.

¡No! No quería hacer esa pregunta y ciertamente no quería la respuesta.


Siento que podría vomitar ahora.

—Pero no es la correcta para él —añade ella a la ligera.

No nos lleva mucho tiempo regresar a su casa, y durante ese tiempo he tenido
que escribirle a Johnny de ida y vuelta y convencerlo de que sí, es una buena
idea ir a la casa de Charlotte con Agnes. Él finalmente accede, pero no dudo de
que Davey me pasará a buscar, probablemente antes de lo que me gustaría que
lo hiciera.

Agnes me lleva arriba a su dormitorio, y no puedo dejar de sentirme nerviosa 227


preguntándome si Jack aparecerá en cualquier momento. Pero pronto estamos
dentro de la habitación de Agnes y yo comienzo a relajarme. Posters de bandas y
sexy jóvenes actores cubren las paredes, y las puertas del armario están abiertas
para revelar filas de ropa prolijamente colgadas y ordenadas filas de zapatos. Su
cama está deshecha, las sábanas de color fucsia arrugadas en un lío en el suelo.
Hay luces de colores entrelazadas con la cabecera de hierro blanco de la cama y
velas y varillas de incienso se alinean en el alféizar. La habitación huele a
incienso y perfume. Es extrañamente reconfortante. Tengo tan pocas
pertenencias en mi habitación en casa de Johnny. Estar aquí me hace extrañar
mi habitación en casa… y a mis amigos.

Me siento en la cama mientras que Agnes va a su armario. Veo en la pared


que tiene la misma foto de Joseph Strike que Libby tenía detrás de su puerta: la
toma publicitaria de su película Sky Rocket, luciendo todo tonificado, en forma
y hermoso sin su camiseta puesta.

—¿Has visto Two Things? —pregunto, haciendo una conversación mientras


Agnes revisa su ropa.

—Sí, es impresionante. ¿Tú? —Ella me echa un vistazo.


—Todavía no. Se supone que la iré a ver con un chico que conozco cuando
regrese a casa. —Es sorprendentemente satisfactorio poder decirle esto a la
hermana de Jack.

—¿Oh, en serio? ¿Alguien especial?

Excelente. Ella ha mordido el cebo.

—Quizás. —No es una mentira. Es demasiado duro estar pensando en Tom


con todo lo que está sucediendo aquí.

—Hmm. —Ella se vuelve hacia el armario y encuentra lo que está buscando—.


¡Aquí está! —chilla alegremente, lanzándome una prenda de color verde
esmeralda—. Pruébatela —insta Agnes.

Le doy la espalda y me saco el maxi vestido sobre la cabeza, reemplazándolo


por el verde… eh, ¿qué es? Apenas me cubre el trasero, pero lo hace. Apenas.

—¿Es esto un vestido o un top? —pregunto con incertidumbre.

—Un vestido —lo dice como si debiera saberlo—. Prueba con esto. —Me pasa
un delgado cinturón púrpura, así que también me lo pongo.

—¿Zapatos? —pregunto, mirándole los pies. Son, al menos, una talla más
grande. 228
—Tus tacones lucen geniales —dice ella—. Lo mismo tu cabello.

Hoy lo tengo suelto.

—Pero a tu maquillaje podría venirle bien algunos ajustes. —Me hace un


gesto para que me siente en su escritorio, y hay algo en ella que es extrañamente
persuasivo, así que lo hago. Cinco minutos más tarde, llevo brillante sombra de
ojos dorada sobre los párpados con rímel y delineador negro, no tan gruesa
como ella lo usa. No estoy segura que yo pudiera usarlo de esa forma. Un poco
de colorete y brillo de labios color durazno completan el look. Por último, me
pasa un grueso collar de oro y un puñado de pulseras que no coinciden, en su
mayoría de oro. Me pongo las pulseras, y ella me da vuelta para cerrar mi collar.

—Perfecto —dice ella con aprobación.

Contemplo mi reflejo en el espejo. Sí luzco bastante sexy, incluso si lo digo yo.


Mis piernas están bronceadas y lucen más largas que nunca, y mis ojos, vaya, se
lucen muy verdes, complementados por el vestido.

—Eres buena en esto —le digo.

Ella sonríe.

—Sigue diciéndome eso.


—Eres buena en esto —digo de nuevo y ella ríe.

—Tengo muchas ganas de ir a la escuela de arte —revela.

—Jack me dijo que quieres ser una diseñadora de moda —recuerdo.

—¿Lo hizo? —Ella luce complacida.

—¿Va a ir esta noche? —pregunto vacilante, metiendo mi maxi vestido en el


bolso.

Ella aparta la mirada.

—Podría ser. Pero no te preocupes por eso. Nos divertiremos sin importar
nada, ¿de acuerdo? Solo quédate conmigo.

—Entonces, ¿háblame de Johnny? —dice en camino a la casa de Charlotte.

—¿Qué hay de él? —pregunto con cautela.

—¿Siempre has sabido que era tu papá?

—No. No, me enteré hace poco.

Quién sabe por qué siento que puedo confiar en ella para no esparcir mi
historia a las revistas de chismes, pero por alguna razón lo hago. 229
—No puedo creer que Jack pensara que era mi… que yo era su… ¡Ew!

—Mi hermano es un idiota. —Me alegra ver que ella coincide conmigo—.
Johnny se parece mucho a ti. Jack estaba demasiado ocupado luchando contra
el monstruo de ojos verdes para notarlo.

Arrugo la nariz.

—No estaba celoso.

Ella me echa un vistazo.

—¿No me estás escuchando? —dice desaprobadoramente—. Si te gusta tanto


como creo, ve con calma. Él no será capaz de resistirse. Pero —añade, antes de
que yo pueda negarlo—. Él significa problemas. Especialmente cuando se trata
de chicas. No digas que no has sido advertida.

Reconozco la casa de Charlotte cuando nos acercamos. En realidad,


reconozco el muro que la rodea… no puedo ver la casa.

Ella se detiene delante de algunas altas puertas de madera y saluda en una


cámara situada en los postes de la verja. Momentos más tarde, las puertas se
abren y ella conduce a través de ellas. Ni siquiera noté la calzada cuando vine
aquí la última vez, pero puedo ver la parte trasera de la casa más adelante, por
detrás de la ostentosa piscina con sus grandes toboganes y exagerada fuente, y
luego veo la cabaña de troncos entre los árboles plateado a mi derecha. Decenas
de farolillos de colores cuelgan de las ramas verdes y hay un pequeño grupo de
chicas y chicos sentados en hamacas y sillas fabricadas con troncos fuera de la
cabaña. Agnes detiene el auto.

—¿No vamos a entrar en la casa esta noche? —compruebo.

—Nah. Lottie odia a su madrastra. Su papá sólo le ha dado la cabaña para que
ella no se divorcie legalmente de él como su guardián y se mude. Si alguien
necesita su propio espacio, ésa es Charlotte —dice ella con ironía,
desprendiendo su cinturón de seguridad.

—¿Por qué no vive con su mamá? —pregunto.

—Su mamá está en Nueva York. —Ella me mira y me da un pequeño


encogimiento de hombros—. No son cercanas.

No puedo imaginar tener una mamá y estar distanciada de ella. Y menos


ahora que sé lo fácil que se pueden perder para siempre.

Hay música sonando de un equipo de sonido a medida que caminamos hacia


el grupo. No es demasiado fuerte, y el ambiente es tranquilo y relajado. Espero
no estar demasiado bien vestida. Veo a Charlotte llevando un mini vestido
dorado con un cuello vuelto de escote bajo y me relajo por mi apariencia. Pero
230
sólo un poco. Lissa y Bryony están aquí, y no puedo decir que esté feliz de verlas.
Reviso rápidamente el entorno, pero no puedo ver a Eve. Me pregunto si ella se
mueve en los mismos círculos que esta gente. Lo dudo. Eve parece demasiado
cool para ellos. Cómo odio admitir eso.

—Hola, todos —dice Agnes, cuando nos convertimos en el centro de


atención—. Recuerdan a Jessie.

—¡Ho-la! —dice Lissa, sacándome un poco de las casillas con su entonación—


. ¡Aquí está la Pequeña Señorita Jefferson en persona!

¿Qué? Uh-oh.

Me vuelvo, atónita, hacia Agnes.

—Lo juro, no dije nada.

—No tuvo que hacerlo —interrumpe Charlotte, con una sonrisa, mientras se
pone de pie—. Con tu cabello rubio y ojos verdes y un trabajo como “la niñera”
—dice ella con picardía—. ¿Qué más podría ser?

—¿Ha salido el comunicado de prensa? —Intento comprender lo que está


sucediendo.
—Duh. ¿Dónde has estado toda la tarde? —dice Lissa.

—Está en todas las noticias —dice Bryony alegremente—. Las redes sociales
se están volviendo locas.

Miro alrededor del grupo para ver un par de personas sosteniendo teléfonos
inteligentes. Lissa sonríe maliciosamente ante mi incomodidad.

¿Se ha descubierto mi tapadera? ¿Qué hay de mi anonimato? ¿Qué hay de mi


casa? ¡No quiero guardaespaldas! ¡No, no, no!

—¿Todos saben que soy yo, o sólo ustedes? —pregunto entrando en pánico.

—¿Qué te preocupa tanto? —pregunta Lisa con desprecio—. ¿Acaso ser la hija
de Johnny Jefferson no es mejor que ser sólo otra de las millones de chicas que
él ha follado?

—¡Urgh, cállate, eso es asqueroso! —espeto.

—Como tu mamá, supongo —añade maliciosamente, y cierro la boca. Estoy


demasiado sorprendida para hablar.

—Ya basta, Lissa —advierte Agnes de mal humor, tomando el teléfono más
cercano.

—¡Oye! —se queja el muchacho a quien se lo quitó.


231
—Lissa, o bien paras con la mierda o te vas a casa. —Para mi sorpresa, es
Charlotte quien lo dijo. Se miran durante unos segundos, pero luego Lisa se
pone de pie.

—Como sea, voy a rellenar mi trago. —Se dirige hacia la cabaña de troncos,
espetando sobre el hombro a Bryony para que la siga. Ella duda sólo un
momento antes de hacerlo.

Charlotte pone los ojos en blanco.

—No te preocupes por ella. Siempre es una perra, pero de todas formas la
queremos.

Noto que estoy temblando. ¿Cómo alguien podría amar eso?

—Oye, no enloquezcas —dice Charlotte, luciendo preocupada al notar el


estado en el que estoy—. Tu identidad sigue a salvo. Nadie más sabe que eres tú.

—Tiene razón —dice Agnes, pasándome el teléfono—. Tu nombre no ha sido


mencionado. Sólo son especulaciones por ahora. —Tomo el teléfono, sintiendo
que mis piernas están a punto de ceder.
—Por qué no te sientas —dice Charlotte, llevándome con firmeza a un asiento
de tronco. Quizás sólo está siendo amable conmigo por quien es mi papá, pero
ahora mismo no me importa si no es genuina. Sólo quiero que alguien me cuide.

Miro el teléfono. Las palabras están borrosas, pero me obligo a concentrarme


y a leer los comentarios.

GuessGirl dice:

¡La vi anoche! Estaba con Johnny en el show de All Hype.

Mousey responde:

¡También la vi! Al principio no sabía quién era. Creí que sólo sería
otra rubia tonta colgando del brazo de él.

TreeHugger se une a la conversación:

Lo sé. Pensé lo mismo. ¿Pero no creen que se parecía a él?

Mario gime:

¡Desearía haber tomado una foto!

Mi corazón corre cuando Beagle dice:


232
Tengo una, pero estaba tan oscuro ahí dentro que apenas se la ve.

Beagle adjunta la foto e inhalo con fuerza mientras entrecierro los ojos y la
miro. Allí estoy, de pie junto a Johnny. Pero la resolución es mala y apenas se ve
mi rostro, sólo que soy pequeña y rubia. Levanto la mirada al grupo, quienes
están mirándome todos fijamente.

Esto es tan raro. Aquí estoy, rodeada de un montón de personas que apenas
conozco; o que apenas me agradan. Debería estar con Natalie o Libby o Em, o
incluso Dougie o Aaron. O Tom, pienso con una punzada. Deberían estar
reconfortándome y ayudándome a superar esto. Vuelvo a bajar la mirada al
teléfono en una niebla surreal.

—Te traeré un trago —dice Charlotte—. ¿Qué quieres?

—Sólo una Coca-Cola o algo así —murmuro y entonces comprendo que


desearía que Jack estuviera aquí, más que ningún otro, y la idea me lastima.

Respiro hondo e intento inyectar algo de normalidad en mi voz cuando le


devuelvo el teléfono al tipo.

—Por cierto, soy Jessie.

—Lo sé —responde él tranquilamente, y me vuelvo para ver que todos me


siguen mirando.
—Siéntete libre de decirme quién eres —respondo con poca seriedad.

—Soy Peter —responde con una sonrisa, abriendo una ronda de


presentaciones, no que vaya a recordar todos sus nombres. Hay tres chicos y
seis chicas aquí, sin incluir a Agnes o a mí.

Agnes se sienta junto a mí, y Charlotte regresa con nuestras bebidas. Alguien
sube el volumen a la música.

—¿Cuánto tiempo estarás en LA? —me pregunta Peter mientras Agnes y


Charlotte se ponen al día. Tiene el cabello oscuro muy corto, ojos marrones, y un
poco de barba en la mandíbula. Parece ser alto, pero al estar sentado cuesta
saberlo.

—No por mucho más —respondo distraídamente—. Tengo que volver a la


escuela a principios de septiembre. —No estoy de humor para charla sin
importancia, pero intento ser amigable.

—Qué pena —dice él.

—¿Cómo conoces a Charlotte?

—Trabajamos juntos.

Oh, mi Dios. Acabo de darme cuenta de quién es. ¡Es Zachary de Little Miss 233
Mulholland! Hace del hermano perdido de Macy.

—Tú eres… —me detengo—. Te reconozco. Lo lamento —digo,


ruborizándome.

Él ríe.

—No te disculpes.

—¿Cómo va todo? ¿Quiero decir, con el programa? En el Reino Unido acaba


de comenzar.

—Sí, está yendo genial. Me encanta. Tengo una historia muy buena dentro de
poco.

—¿Puedes contarme?

Él le sonríe a Charlotte, que ha comenzado a prestar atención.

—Guardaré tu secreto si tú guardas el mío —bromeo.

—Eso suena justo —interviene Charlotte con una sonrisa—. Este chico va a
ser enorme.

Mientras Peter me cuenta todos los chismes del programa, comienzo a


sentirme mejor. Lissa y Bryony se aventuran de nuevo al exterior, pero me las
arreglo para ignorarlas, y no es muy difícil con Peter, Agnes y Charlotte para
distraerme. Todavía me sorprende lo amable que está siendo Charlotte,
considerando que prácticamente me ignoró la última vez que vine, pero incluso
si tiene un motivo oculto, no me matará ser amigable.

Oigo un auto acercarse por el camino de entrada y miro sobre el hombro,


como todos los demás.

—Llegó tu hermano—le dice Lisa a Agnes con voz cantarina, su mirada


dirigiéndose a mí. Mi estómago da vueltas y rápidamente alejo la mirada,
intentando pensar en algo que decirle a Peter así no estoy mirando a Jack
cuando llegue. Pero no se me ocurre nada. Oigo todas las puertas del auto
cerrarse, ¿cuántos serán? ¿Eve está aquí? Ahora mi estómago se retuerce, pero
me obligo a concentrarme en Peter. Busco en mi preocupada mente.

—¿Siempre has querido ser actor? —pregunto.

—No, sólo me metí en ello recientemente. Me encontraron en la playa de


Santa Monica.

—¿En serio? Eso es tan genial. ¿Estabas sin camiseta? —pregunto


audazmente, intentando sonar despreocupada.

Él ríe, luego se encoge de hombros. 234


—Puede que sí.

—Entonces está bien que puedas actuar.

—Es mucha suerte.

Mis imágenes de los paparazzi con Johnny en la feria vuelven a mi mente.


¿Acaso tomará medidas para que no las impriman?

—¿Qué sucede? —Peter ve mi expresión, así que le cuento, consciente de


Agnes, Charlotte y algunos otros están levantándose para saludar a Jack y quien
sea que acabe de llegar. Echo un vistazo para ver que está con Miles y Brandon.

—No me preocuparía. Mientras no impriman tu nombre y dirección de


residencia, nadie sospechará que eres tú.

Me vuelvo hacia Peter.

—Eso espero, gracias. —Le sonrío agradecida, y luego su atención es desviada


cuando Jack se acerca para darle la mano. Me ve y se congela.

—Jessie —dice sorprendido.

—Hola —respondo, mirándolo a los ojos.


Maldito sea, aún es sexy como el infierno.

235
Capítulo 27
Traducido por Selene y scarlet_danvers

Corregido por Simoriah

M
e quedo donde estoy mientras él se inclina y besa mi mejilla, su
mano derecha tomando mi cabeza, y luego Agnes tira de él hacía
atrás.

—¡Oye! —exclamo él enojado.

—Déjala en paz —le advierte de forma burlona, golpeándole el brazo antes de


ir a hablar con Miles.

Charlotte pasa el brazo por el cuello de Jack y lo mira.

—¿Qué quieres para beber?

—¿Que tienes?

—¿Refresco? —sugiere ella. 236


—¿Whisky? —contrarresta él con una sonrisa.

—Puedo conseguirte una cerveza… eso es lo mejor que puedo hacer. —Lo deja
ir y se gira hacia Brandon, quien levanta una ceja. Tengo la sensación de que hay
algo entre esos dos—. ¿Cerveza? —le pregunta ella. Y luego Jack se acuclilla
junto a mí y toda mi atención está en él. Lleva otra camiseta genial con dibujos y
su cabello cae sobre su frente.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta, y desearía poder saber qué piensa.

—Agnes me trajo.

—¿Agnes? —Ambos la miramos para verla reír ante algo que Miles ha dicho.

Intento mantener la calma.

—Robó mi número de tu teléfono —respondo casualmente—. Dijo que quería


conocerme por alguna razón.

—¿Ustedes se conocen? —interviene Peter. Me había olvidado de que él


también estaba allí.

—Una o dos veces —digo secamente, sin apartar los ojos del rostro de Jack.
—Por supuesto —dice Peter, levantando su teléfono cuando recuerda las
redes sociales—. Estuviste en el concierto de All Hype con Johnny anoche.

—Eso es cierto. —Me recuesto y me obligo a incluirlo en nuestra


conversación—. ¿Fuiste?

—Me lo perdí, por desgracia. Estaba filmando.

Quiero decir, “no te perdiste mucho”, sólo para provocar a Jack, pero eso
sería cruel y una mentira, así que digo.

—Que lastima, son buenos. Johnny y su amigo Christian pensaron lo mismo.

Los ojos de Jack se iluminan.

—¿En serio?

—En serio.

Charlotte le entrega una botella de cerveza a Jack y se va a hablar con


Brandon.

—¿Dónde está Eve esta noche? —pregunto.

—No lo sé. No la he visto hoy. —Él luce incómodo mientras toma un sorbo de
su cerveza, y cuando se pone de pie mi corazón se hunde. Va ir a hablar con otra 237
persona y ahora realmente quiero irme a casa. Pero él acerca un asiento de
tronco y odio lo mucho que mi estado de ánimo mejora al instante.

—¿Así que la noticia ha salido? —Él asiente hacia el teléfono de Peter y éste se
lo entrega de nuevo.

—Sí —contesto secamente mientras él ve los comentarios—. Sin embargo,


todavía no saben quién soy. —Él le regresa el teléfono a Peter y Peter se levanta
y lo guarda en su bolsillo trasero.

—Tengo que ir a mear —nos dice, vagando hacia la cabaña.

Jack empuja su cabello hacia atrás y se inclina hacia delante, apoyando los
antebrazos en los muslos. Me mira, un destello de duda pasando por su rostro.

—Lo siento —murmura, los labios caídos—. Fui un idiota.

—¿Sobre qué? —pregunto dulcemente, y él tiene la decencia de lucir


avergonzado.

—Cualquier persona con dos dedos de frente puede ver que eres igual a
Johnny. No sé en qué estaba pensando.

¿Eso es todo por lo que tiene que disculparse? Tomo un sorbo de mi bebida y
miro hacia otro lado.
—También siento lo de Eve —dice él en voz baja.

—¿Es ella tu novia? —Tengo que preguntar.

—No. —Frunce el ceño—. Pero es complicado. Hemos tenido esta... cosa que
va y viene.

Ouch. Duele aún más oír esas palabras salir de su boca.

—Es la cantante principal de la banda —continúa él, luciendo algo


desesperado—. Cuando peleamos, hace que las cosas se pongan difíciles. Para
todos nosotros. —Mira a Brandon, a Miles y finalmente a mí.

—Sin embargo, ¿es tan fácil estar con ella y conmigo al mismo tiempo? —digo
con sarcasmo.

—Lo siento —dice de nuevo—. Cometí un error. —Aparto mi mirada de él—.


Pero me alegra que estés aquí —añade.

—No por mucho más tiempo —le respondo burlonamente.

Agnes se acerca a mí dando saltitos y tira de mí para ponerme de pie.

—Ven a bailar conmigo, Jessie —dice ella, sacándole la lengua a Jack


mientras me aleja. Quiero quedarme con él, pero sé que será mejor si no lo
hago. Así que intento pasarlo bien, incluso si no puedo evitar saber exactamente
238
dónde está él en cada momento por el transcurso de la siguiente hora.

Johnny me envía un mensaje de texto después de un tiempo, preguntándome


dónde estoy y si debe enviar a Davey a buscarme.

—Te llevaré a casa —dice Agnes cuando se lo menciono—. Necesito irme


temprano, de todos modos. —Se vuelve para despedirse y yo hago lo mismo.

—Ven a pasar el rato conmigo otra vez pronto, ¿de acuerdo? —dice Charlotte,
enganchando su brazo alrededor de mi cuello. Tiene aliento cerveza—. Todavía
tengo que oír todo sobre Johnny —me dice al oído—. ¿Cómo es? Es tan
condenadamente sexy.

Hago una mueca. Ahora sé la verdadera razón por la cual es amable conmigo;
está enamorada de mi papá. ¡Ew!

Jack nos separa.

—Hasta luego, Lottie. Podría ser el momento de dejar de beber.

—Tú puedes hablar —le espeta ella, mientras él me aleja. Mi corazón se


acelera cuando él se vuelve hacia Agnes.

—¿Puedo pedir ir con ustedes?


—¿En serio? —pregunta Agnes con asombro mientras la seguimos hacía su
coche—. No es habitual en ti irte temprano de una fiesta.

Jack se encoge de hombros y Agnes me da una mirada significativa sobre el


techo del auto mientras él se sube al asiento trasero detrás de ella. Me subo y
cierro la puerta, mirando por la ventanilla para ver a Lissa hablando con alguien
por teléfono en la parte posterior de la cabina de troncos.

Agnes hace sonar su bocina al salir, y la cabeza de Lissa se levanta


rápidamente para vernos partir. Luce aterrada, no sé por qué.

—¿Qué le sucede a Lissa? —digo en voz alta.

—Siempre es una perra. No te preocupes por ella —me dice Agnes, restándole
importancia.

—No, quiero decir, parecía sorprendida de ver que nos íbamos.

—Probablemente estaba sorprendida de ver que Jack se iba —señala Agnes,


alzando las cejas hacia su hermano en el espejo retrovisor.

—¿Y quién podría culparla? —devuelve Jack. Lo miro sobre el hombro y él me


devuelve la mirada, una sonrisa en los labios. El auto se siente mucho más
pequeño que cuando llegué.
239
Agnes sube el volumen de la radio y estamos un rato sin hablar.

—¿Por dónde sigo? —pregunta de la nada.

Er, yo en realidad no sé.

—A la izquierda —la dirige Jack. Phew. Por lo menos él sabe dónde vamos. En
realidad no he prestado atención ya que Davey ha estado llevándome a la
mayoría de los lugares. Después de un tiempo, comienzo a reconocer donde
estamos.

—Jack… —dice Agnes con incertidumbre.

—¿Qué?

—¿Nos están siguiendo?

Ambos miramos detrás de nosotros al mismo tiempo. Hay un vehículo negro


cerca de nosotros.

—Gira a la derecha aquí —dice con cautela, pero cuando ella señaliza, él de
repente grita—. ¡No! ¡Sigue conduciendo!
Y entonces me doy cuenta de qué ha visto. Paparazzi. Docenas de ellos.
Esperando en la curva de la calle que conduce a las puertas de Johnny. Agnes se
desvía rápidamente y los rodea, pero, al hacerlo, llama su atención.

—¡Por Dios! —maldice Jack mientras espía por la ventanilla trasera. Sigo la
línea de su visión para ver una horda de hombres con cámaras de largo alcance
subir a sus autos como locos para perseguirnos.

—¡Cubre tu rostro! —me grita Agnes.

—¿Con qué? —exclamo, mirando alrededor.

Jack suelta mi cinturón de seguridad y aprieta mi cintura.

—Ven aquí atrás —dice con urgencia. No vacilo, medio gateando, medio
siendo tirada entre los dos asientos delanteros hacia los asientos traseros.
Entierro la cabeza en su pecho, sus brazos envueltos alrededor de mí mientras
me sostiene con fuerza.

—¿Dónde iremos? —pregunto, mi voz esta amortiguada contra el calor de su


camiseta.

—De regreso a nuestra casa —dice él lo suficientemente alto para que Agnes
lo oiga.
240
Es un viaje aterrador. No levanto la cabeza, pero puedo oír los comentarios de
Jack mientras los paparazzi se ponen junto a nosotros, y aunque estoy apretada
contra su pecho, todavía puedo ver los flashes de las cámaras mientras intentan
tener un vistazo de mí dentro del auto.

—Está bien, hermanita, lo estás haciendo bien —dice Jack en voz baja en
algún punto, y su preocupación por Agnes, la forma en que me sostiene, en que
me protege, hace que mi estómago gire por los nervios. A pesar de lo
desagradable que es este viaje, no quiero que termine.

Sin embargo termina, y cuando estamos a salvo dentro de las puertas de la


propiedad de su mamá y su padrastro, su agarre en mí se afloja. Lentamente me
aparto y lo miro. Mi visión está borrosa por cerrar los ojos con fuerza, pero su
proximidad hace que mi corazón salte.

—¿Estás bien? —pregunta él, sus ojos azul grisáceos se hacen claros en mi
visión y aumentan el vuelo de las criaturas aladas en mi estómago. Él me mira
fijamente.

Asiento rápidamente.

—Sí. —Mi voz es apenas más que un susurro. Su mano derecha todavía está
en mi estómago, la izquierda alrededor de mi cintura, y su contacto me hace
sentir sin aliento.
Por desgracia, él me deja ir para inclinarse hacia adelante y frotar el hombro
de Agnes. Ella lo mira en el espejo retrovisor y exhala con fuerza. Luego me
mira.

—Será mejor que llames a Johnny.

Asiento.

—Lo sé. ¿Qué estaban haciendo? —Estoy tan confundida—. Johnny dijo que
no me acosarían. Que conseguiría una orden judicial.

—Él podría conseguir una orden judicial contra la publicación, pero nadie les
puede impedir que te acosen —dice Agnes sombríamente.

—Pero ni siquiera estaban en la puerta —digo, momentáneamente distraída


cuando Jack se sienta de nuevo en su asiento y todo el lado izquierdo de su
cuerpo se aprieta contra el mío—. Estaban esperando en la calle. —Intento
concentrarme—. ¿Alguien les dijo que yo estaba llegando? Lissa estaba al
teléfono...

—Lissa no… —comienza a decir Agnes.

—¿No lo haría? —la interrumpe Jack bruscamente.

Intercambian una mirada. 241


—Sé que está celosa de Jessie, pero no la delataría a la prensa. Eso es lo más
bajo de lo bajo.

Agnes baja del auto y abre la puerta de Jack de un tirón.

—No llegues a conclusiones apresuradas —dice ella—. Los paparazzi son


pequeños cabrones resbaladizos.

Da un paso al costado y me siento desanimada cuando Jack sale, dejando el


lado derecho de mi cuerpo sintiéndose frío por la ausencia de su cuerpo. Salgo
del auto después de él.

Vamos al cuarto de juegos. Llamo a Johnny mientras Agnes sube a la casa


para decirle a su mamá que estamos aquí. Jack se sienta en la esquina, tocando
distraídamente su guitarra, mientras espera a que yo termine.

—Enviaré a Davey a recogerte —espeta Johnny cuando lo pongo al corriente.


Puedo decir que está enojado porque salí sin Davey esta noche, contra su mejor
juicio.

—No hay prisa.

—Media hora, máximo —advierte, poniendo fin a la llamada.


Me vuelvo y miro a Jack. Suspiro pesadamente.

—¿Estás bien? —pregunta él.

—En realidad no. Todo esto es demasiado raro.

Me acerco a él. Está apoyado contra la pared con la guitarra en las manos, las
piernas estiradas y cruzadas delante de él.

Comienza a tocar una pequeña melodía alegre y luego comienza a cantar, y


río a carcajadas cuando me doy cuenta de cuál es la canción y quién la canta:
One Direction. Él no sabe toda la letra, pero inventa partes y es tan gracioso.
Canta la penúltima línea del coro.

—“Tonight let’s get some...”

Me uno para la última línea de “Live While We’re Young”.

Él da a su guitarra un último rasgueo y me sonríe mientras mi corazón salta


una y otra vez. Quiero odiarlo, pero no puedo. Él apoya la guitarra contra la
pared y se levanta, viniendo hacia mí con una ceja levantada.

Sacudo la cabeza con diversión cuando él llega a mí, sonriéndome.

—Eres un imbécil —le digo mientras pone sus manos en mi cintura. 242
Agnes elige ese momento para regresar al cuarto de juegos.

—Por Dios, Jack —reprende—. ¿No ha tenido suficiente?

Él suspira ruidosamente, y pretende estar frustrado, pero me guiña un ojo.

Agnes me pasa un gran vaso de algo rojo y efervescente con hielo. Espero que
sea alcohólico.

—Arándano y limonada —dice ella.

Mala suerte.

Vamos y nos sentamos en la ladera de hierba y miramos hacia abajo a las


luces multicolores de la ciudad. Jack está sentado entre nosotras. Él enciende un
fósforo y echo un vistazo a su rostro, iluminado por el resplandor naranja de la
llama.

—Ugh, ¿tienes que fumar? —se queja Agnes, alejándose de él—. Comienzas a
apestar como Drew —dice de su hermano mayor.

—¿Hablaste con él anoche? —pregunta Jack con interés.

¿Anoche? Oh, en el concierto de All Hype. Me pregunto quién era él.

—Brevemente. Él me pidió que fuera a comer con él alguna vez.


—Eso estaría bien.

Ella no dice nada y me siento mal por ella, estar distanciada de su papá y su
hermano, al igual que Charlotte está distanciada de su mamá. No es manera de
vivir.

—Mi mamá murió en enero —digo lentamente. Jack inhala fuertemente su


cigarrillo y por el rabillo del ojo veo a Agnes inclinándose hacia delante para
mirarme—. Ella nunca me dijo quién era mi verdadero papá. Y cuando ella
murió, la odié por eso… y por dejarme —susurro la última parte. Miro a Agnes—
. Si hay alguna posibilidad de que puedas hacer las paces con tu hermano y tu
papá, hazlo —insto—. Porque podrían no estar mañana. —Vuelvo a mirar la
vista—. Fue mi padrastro quien me habló de Johnny. Lo he tratado mal desde
que mamá murió… y antes, probablemente… pero es un buen tipo.

Mi teléfono comienza a sonar y suspiro, sacándolo.

—¿Srta. Pickerill?

—Sabes, siempre olvido decirte que me llames Jessie —le digo con ironía a
Davey.

—Como desees —responde él con afecto—. Estoy afuera de las puertas.


¿Puede el Sr. o la Srta. Mitchell dejarme entrar? 243
—Estaré contigo en un momento. —Termino la llamada.

—Te acompañaré a fuera. —Jack se levanta.

—Mantén tus manos para ti mismo —murmura Agnes, también poniéndose


de pie.

Sonrío y lo miro mientras pone los ojos en blanco.

—Te llamaré —me dice ella—. Nos pondremos al día de nuevo.

—Me gustaría eso —respondo con una sonrisa, y luego Jack y yo rodeamos la
casa hacia el patio convertido en calzada. Puedo ver que más adelante hay un
panel de control junto a la puerta.

—Quédate donde estás —me dice—. Los paparazzi probablemente todavía


estén ahí afuera. —Me quedo atrás mientras él sigue adelante para presionar el
botón. Davey entra y Jack cierra las puertas otra vez, manteniendo los fuera ojos
curiosos.

Jack trota de nuevo hacia mí mientras Davey se baja del auto y abre la puerta
de atrás. Comienza a caminar hacia él.
—Espera —me dice Jack, levantando la mano y haciendo que me detenga
donde estoy—. Ella estará ahí en un minuto —exclama sobre el hombro hacia
Davey. Tomando mi brazo, me guía alrededor de la casa donde es más privado.

—¿Qué sucede? —pregunto, confundida.

Su ceño esta fruncido.

—¿Podemos comenzar de nuevo?

—¿De qué manera? —pregunto.

—Pasemos tiempo juntos. Vayamos a ver una película o algo así.

—¿Qué hay de Eve? ¿Qué hay de tu banda? ¿Eso no va a hacer difíciles las
cosas?

Él suspira y me mira directamente.

—Sólo estas aquí por, ¿qué? Otra semana, ¿más o menos?

—Y luego me iré de nuevo. Eso es muy conveniente, ¿eh? —Alzo una ceja
hacia él.

Él se encoge de hombros.
244
—Regresarás.

Suspiro con pesar.

—Tengo que irme. —Nerviosamente aliso la parte delantera de mi vestido y


luego recuerdo que no es mi vestido. —¡Mierda! ¡Todavía llevo el vestido de tu
hermana! —Echo un vistazo a toda prisa hacia el patio donde Davey está
esperando.

—Dámelo próxima vez que te vea —dice él—. Yo se lo daré.

—O yo podría dárselo la próxima vez que la vea a ella —respondo con


intensión.

Él luce momentáneamente abatido. Desprendo el collar y me quito las


pulseras.

—De todos modos, puedes darle estos.

—¿Por qué no le doy el vestido ahora, también? —pregunta con descaro,


mirándome de arriba abajo antes de reír al ver la expresión en mi rostro—.
Vamos, Jessie —suplica, sus hombros cayendo—. Déjame llevarte a una
verdadera cita. —Él no se rinde, ¿verdad?
—De acuerdo —espeto con un suspiro melodramático—. Pero sólo si
prometes cantarme algo de One Direction otra vez.

Él se anima y mi corazón salta.

—Baby say yeah, yeah, yea-eah...24 —canta él suavemente.

—No, no puedes besarme —interrumpo, sabiendo a dónde va con la letra de


“Kiss You”25.

—¿Está segura? —pregunta, pasando las puntas de los dedos de su mano


derecha por mi brazo desnudo y enviando un escalofrío por mi columna.

Me alejo de él.

—Sí. Estoy segura.

Cuando estoy sana y salva dentro de la limusina con Davey, exhalo con
fuerza. No puedo creer que mi fuerza de voluntad fuera tan fuerte. Eres un
huesito duro de roer, Jessie Pickerill, me digo a mí misma con una sonrisa.

Jessie Jefferson, me encuentro corrigiéndome a mí misma en silencio.

245

24 N. de T.: “Nena, di que sí, sí, sí…”


25 N. de T.: “Besarte”
Capítulo 28
Traducido por LizC y Gigi D

Corregido por Simoriah

—O
h, Dios mío.

—¡Deja de decir eso! —Me río. Estoy hablando


por teléfono con Natalie y ella
finalmente, finalmente, me cree.

—No puedo creerlo.

—Deja de decir eso también —respondo con una sonrisa. Ésta ha sido la
conversación más repetitiva de mi vida.

—No puedo creerlo.

—Natalie. ¡Supéralo!

—¿Cuándo regresas a casa? —Por fin tiene algo nuevo que decir. 246
—Una semana después del domingo.

—Vi a Tom ayer, luciendo muy en forma, bronceado y absolutamente


atractivo. Me preguntó por ti.

A pesar de mi viaje en montaña rusa con Jack, esto me hace sentir feliz.

—Él me envió un mensaje desde Ibiza —revelo.

—¡No! ¿De verdad?

—Sí. —Suspiro. Entonces le cuento de Jack.

—Whoa —dice, y no sé muy bien si es un buen whoa o mal whoa—. ¿Tienes


alguna foto de él?

—Busca All Hype en línea. Él es el guitarrista con el cabello negro.

—Está bien, lo haré.

Oigo a Johnny gritar mi nombre desde abajo. Y hay algo en el tono de su voz
que me hace pensar que es urgente.

—Tengo que irme —digo rápidamente—. Te llamaré pronto.


—De acuerdo —dice ella.

—Adiós. —Cuelgo rápidamente, entonces corro a la puerta—. ¡Estoy aquí! —


grito sobre el muro del rellano a Johnny en la sala de abajo.

—¿Puedes bajar? —pregunta, con voz tensa y su expresión templada.

—¿Qué sucede? —pregunto rápidamente, corriendo por el rellano y al bajar


las escaleras. Meg está sentada en el sofá, abrazando a Phoenix y frotándole la
espalda. Luce alterada.

—Mi papá ha tenido un ataque al corazón —me dice Johnny.

—Oh, no —suspiro.

—Está en el hospital —dice—. Piensan que saldrá adelante.

—De acuerdo —respondo. Phew.

—Tengo que ir con él —dice Johnny, mirando a Meg. Ella le devuelve la


mirada con compasión, y luego me mira.

—Todos tenemos que ir —dice suavemente—. Los niños y yo.

Obviamente, yo no lo conozco, así que eso es lo suficientemente justo. Pero


espera… ¿Qué están diciendo? 247
—¿Yo también tengo que irme? —Finalmente lo entiendo.

—Lo siento —dice Meg.

—No sé cuánto tiempo tendré que estar en el Reino Unido, pero podría ser un
tiempo —dice Johnny en voz baja, mientras estima todo esto—. Es más probable
que sean semanas en lugar de meses, pero aun así interfiere con tu año escolar.

Pero, ¿qué hay de Jack? ¿Qué hay de Agnes? ¿Simplemente tengo que irme?

—Obviamente podemos vernos mientras estemos en el Reino Unido —dice


él—. Pero me temo que todos tenemos que dejar LA hoy. Siempre están las
próximas vacaciones —continúa hablando, pero por dentro soy un desastre—.
¿Quizás podrías regresar para Navidad?

Levanto la vista hacia él confundida y lo veo mirar a Meg. Ella asiente en


acuerdo.

—Lo siento —dice él, tocando mi brazo—. Pero tienes que ir a empacar. Carly
te puede ayudar. Nos vamos en un par de horas.

—No necesito ayuda —respondo de forma automática, y luego regreso arriba


a mi habitación, mi mente dando vueltas. No puedo creer que esto sea todo.
Ésta soy yo volviendo a casa. Me siento enferma mientras saco mi maleta del
armario y comienzo a empacar mis cosas.

Termino rápidamente; empacando todo lo que he comprado y traído


conmigo. Cuando estoy lista, agarro mi teléfono y me deslizo al suelo sobre la
alfombra, con la espalda contra la pared.

Marco el número de Jack.

—Sabía que no serías capaz de resistir mis encantos —dice él cuando


responde, y sé que está sonriendo.

—Me voy a casa —le digo con tristeza.

—¿Cuándo?

—Ahora. Hoy.

—¿Por qué? —suena sorprendido—. ¿Esto es debido a Lissa?

—¿Lissa? No. ¿Por qué dices eso?

—Creemos que ella fue la que le dijo a la prensa que ibas de camino a lo de
Johnny. Agnes ha estado dejándole mensajes de mierda en su teléfono toda la
mañana. 248
Mi corazón se hunde aún más. Sabía que no podía confiar en Lissa, pero aun
así su traición es difícil de soportar. Realmente debe despreciarme.

—No, no se trata de Lissa —respondo—. El padre de Johnny ha tenido un


ataque al corazón. Él tiene que ir a verlo, y, obviamente, no puedo quedarme
aquí sola.

—De ninguna manera. ¿No puedes… allí no hay… podrías venir y quedarte
con nosotros?

Me río a carcajadas, a pesar de todo.

—No creo que eso le siente demasiado bien a Johnny. Él no piensa muy bien
de ti —señalo.

—Mmm. —¿Está retorciéndose?—. Ni siquiera llegamos a despedirnos


apropiadamente.

—¿Qué, como la última vez? —pregunto sin diversión—. Te recuperaste muy


rápidamente después de eso. Estoy segura que eres capaz de hacerlo de nuevo.

—Ouch —dice él con voz ronca, quedándose en silencio durante un rato antes
de finalmente preguntar—. ¿Cuándo regresarás?
—En Navidad. Quizás incluso cuando tenga unas vacaciones en medio del
curso escolar en un par de meses. —Johnny sí dijo en las vacaciones.

Pausa.

—Eso no es tan malo.

—¿Eres mejor con los correos electrónicos que con los mensajes de textos? —
Todavía recuerdo la brusquedad de su texto cuando le dije que me quedaba.

—Un poco —responde—. Pero sí, permanezcamos en contacto esta vez. No


puedes escaparte de mí huyendo a otro país.

Me muerdo el labio.

—Oh no, ¿qué hay del vestido de Agnes? Le pediré a la AP de Johnny que se
lo envíe —decido.

—Se lo diré. Ella también querrá escribirte un correo electrónico, sabes.

—Me gustaría eso —respondo con una sonrisa. Y lo haría. Realmente me


gustaría.

Jack y yo tenemos asuntos pendientes, pienso para mis adentros mientras


colgamos, y de inmediato me golpea una sensación de déjà vu al recordar que
eso es exactamente lo que pensaba de Tom cuando dejé Inglaterra para venir
249
aquí.

Exhalo con fuerza y miro alrededor de la habitación por última vez, antes de
arrodillarme sobre mi maleta y luchar con la cremallera para cerrarla. Me las
arreglo. Apenas.

Barney está saltando frente a la puerta de su dormitorio cuando salgo,


tirando de mi pesada maleta detrás de mí.

—¡Vamos en un avión! ¡Vamos en un avión! —grita, y me gustaría tener su


entusiasmo.

—Lo sé, mono travieso. ¿Estás emocionado?

—¡Sí! —grita, corriendo de vuelta a su habitación. Sonrío al pasar, echando un


vistazo a su habitación para ver que, por una vez, Meg ha aceptado la ayuda de
Carly para empacar sus cosas. Realmente debemos tener prisa.

—¿Estás lista? —me grita Meg, cuando paso el cuarto de Phoenix.

—Creo que sí. —Dejo mi maleta en el rellano y entro. Phoenix está


balbuceando en su cuna. Por lo general está dormido a esta hora, pero hay
demasiadas cosas pasando en el momento.
—Davey va a llevar el equipaje por separado —me dice Meg mientras empaca
pañales y toallitas para bebé en un bolso. Me acerco a la cuna y miro a Phoenix,
quien me sonríe en respuesta—. Vamos en helicóptero —dice ella, mientras le
hago cosquillas en la barbilla y lo hago reír.

—¿Helicóptero? —La miro.

Ella me sonríe.

—Aterriza en el techo. Evitará que los paparazis nos persigan todo el camino
en la carretera. —Ella no parece impresionada—. Para cuando Davey llegue a la
pista de aterrizaje con nuestras maletas, ya estaremos en el avión.

—¿Todavía están fuera de las puertas? —pregunto con preocupación. Un


montón de autos nos siguió todo el camino a casa ayer por la noche, y había
incluso más paparazzi esperando a las puertas, pero no pudieron verme en el
interior por el cristal oscuro de las ventanillas de la limusina.

—Me temo que sí. Así fue cuando la prensa se enteró de Barney. Pero pronto
acabará. Con suerte para cuando regreses en Navidad, todo se habrá calmado.

—Con suerte —murmuro. No mencionó el plazo a medio año escolar, pero


quizás pueda venir de algún modo. Navidad parece tan lejos.

—Incluso si te hubieras quedado, habría sido difícil para ti ir a ninguna parte


250
—señala.

Eso me consuela un poco. Pero no mucho.

Libby me llama cuando estamos en la sala, esperando el helicóptero.

Después de haber esperado más de lo que creí que tendría que esperar por su
llamada, ahora estoy demasiado ocupada para hablar.

—Hola —respondo, golpeteando el piso con mi pie. Estoy sentada en el sofá


junto a Johnny, que también golpetea el piso con el pie. Ambos tenemos revistas
en las manos, aunque ninguno parece estar leyéndolas.

—Hola —dice ella.

—Realmente no puedo hablar ahora —le digo directamente.

—Lamento no llamarte antes —dice ella a borbotones.

Cierro brevemente los ojos. Es un alivio oírla decir eso. Me levanto y salgo a
la terraza.

—Eso sólo que sigo sintiendo que ya no te conozco —dice rápidamente.

Asiento, aunque ella no puede verlo.


—Entiendo —respondo—. Si hubiéramos sido cercanas, como solíamos…

—Yo te habría llamado todos los días —termina la oración por mí.

Se oye un helicóptero a la distancia, ¿me pregunto si es el nuestro?

—Estoy yendo a casa —le digo—. Salimos hoy. El papá de Johnny ha tenido
un infarto.

—Oh, lo lamento.

—Creo que va a estar bien, pero eso significa que debo irme antes de lo
planeado. ¿Podemos ponernos al día cuando vuelva? Hay mucho que contarte.

El helicóptero se acerca.

—Eso sería genial.

Johnny sale a la terraza con Phoenix en brazos, seguido de cerca por Barney.

—¡Mira, helicóptero!

—¡Cóptero! —repite Barney, saltando.

—Toma, ponte esto —me dice, pasándome mi sombrero y anteojos—. Por si


acaso. 251
—¿Ése era Johnny? —Oigo a Libby en mi oído. Suena sorprendida.

—Sí. —Me pongo el sombrero y los anteojos.

—Oh por Dios, Johnny Jefferson es tu papá —dice, como si acabara de


enterarse. Sé cómo se siente.

Sonrío.

—Te veré pronto —digo.

Y entonces el ruido del aterrizaje del helicóptero en el techo ahoga nuestra


despedida.

Mientras despegamos, audífonos puestos y la voz del piloto en nuestros oídos


diciéndonos el tiempo de vuelo, bajo la mirada a la ultra moderna casa de
Johnny, brillando blanca en el caliente sol de la tarde. Aún hay algunos
paparazzi esperando fuera de las puertas, a pesar de la distracción de Davey, y
sus cámaras nos están apuntando.

La voz de Meg viene por los auriculares.

—Eso hará una buena portada para los tabloides —dice secamente—. Nuestro
furtivo escape.
El piloto gira hacia nuestra derecha e inspiro hondo. Esto realmente asusta;
un poco como una rápida atracción de feria. Eso me hace pensar en Jack y en mí
en los autos chocadores y no puedo evitar sonreír. En ese momento, mientras
miro por la ventanilla las mansiones de Beverly Hills abajo, veo su casa. Quizás
sea mi imaginación, pero juro que puedo ver a alguien (¿él?) sentado en la
pendiente de césped disfrutando la vista. Me pregunto si él también me ve.

Le escribiré un correo cuando llegue a casa. Espero que se mantenga en


contacto. Como dije, tenemos asuntos pendientes.

Stuart viene a buscarme al aeropuerto privado donde aterrizamos. Johnny,


Meg y los chicos van a ir con un chofer a la casa del papá de Johnny en Essex.
Johnny también habría contratado a un chofer para que me recogiera, pero
Stuart quería venir. Y me alegra tanto verlo.

Un oficial de inmigración vino al avión para chequear nuestros pasaportes,


así que todo lo que tenemos que hacer es bajar e ir al edificio. Veo a Stu a través
del vidrio mientras me dirijo a él, viste su usual uniforme de camiseta blanca y
jeans, y de repente lo siento tan familiar. No corro hacia él, pero cuando cruzo la
puerta y voy a sus brazos, la fuerza del choque de nuestros cuerpos me deja sin
aliento. Nunca antes lo había abrazado así.

Me separo y le sonrío, y él a mí, y noto que se le han aflojado los anteojos así
que se los enderezo. Él mira detrás de mí y se tensa, y sé que Johnny ha entrado
252
al edificio. Me alejo de Stu y me vuelvo, y luego se dan la mano; mi nuevo papá y
mi padrastro, el hombre que me crió todos estos años y a quien nunca he
apreciado adecuadamente. Una vez más paso el brazo por la cintura de Stu y le
doy un abrazo, y noto que algo pasa por la expresión de Johnny mientras nos
mira. Retrocede un paso, flanqueado por Meg y sus chicos.

Cuando todo está dicho y hecho, siguen siendo “ellos” y “yo”, reflexiono,
mientras Meg avanza para ser presentada. Pero quizás eso cambie. Algún día.

Salimos afuera a la limusina que está esperando y al Fiat blanco de Stu, los
autos un extraño reflejo de los dos mundos muy diferentes que se me presentan.
Tanto Stu como Johnny lucen incómodos y creo que ellos también pueden verlo.

Meg avanza para abrazarme, mientras que Stu y Johnny hablan.

—Te veré pronto, Jessie —dice en voz baja—. Tienes mi número. Nos
pondremos al día mientras estemos aquí, ¿de acuerdo? ¿Quizás puedas venir a
conocer a Brian cuando haya mejorado un poco?

Mi abuelo…

Asiento rápidamente.

—Eso sería bueno.


Ella retrocede mientras me agacho para hablar con Phoenix.

—Ven aquí. —Él me da una sonrisa llena de dientes y avanza tambaleante


hacia mí. Ha ganado estabilidad al caminar en estas semanas, pero espero
nunca olvidar cómo sostuve su mano mientras caminábamos por el muelle de
Santa Monica mi primera mañana aquí. —Adiós, bebé. —Lucho por contener las
lágrimas y apretujo su regordete cuerpecito, luego lo observo volver
tambaleando para colgarse de la pierna de su mami. Me vuelvo hacia Barney—.
Hasta pronto, B —digo.

—¿Dónde vas? —pregunta, el ceño fruncido con confusión.

—Debo ir en ese auto. —Señalo el Fiat—. Pero te veré pronto, ¿de acuerdo?

—¡Quiero ir contigo! —dice él.

—No, a ti te toca el nuevo y brillante —respondo con humor subyacente.

—¡Aw! —gime, hundiendo los hombros dramáticamente.

Río y abro la puerta trasera de la limusina. El conductor salta del asiento del
frente y se disculpa por no haber llegado primero.

—Está bien. —Le resto importancia con un gesto de mano—. ¡Mira! —digo a
Barney, y ambos espiamos adentro—. ¡Ve a ver qué hay en la nevera! —Él se 253
sube ansiosamente, pero yo tiro de él—. Primero beso.

Me da un pico en los labios y se aleja y lucho por contener las lágrimas


mientras me enderezo. Meg sonríe dulcemente y me toca el brazo con ternura
mientras ella y Phoenix suben a la limo. Stu asiente a Johnny y luego a mí, antes
de subir al Fiat. Nos está dando espacio.

—Yo me encargo —le dice Johnny al conductor de la limusina, quien regresa a


su asiento dejándonos solos.

Observo al papá a quien aún no he llamado papá. Sé que volveré a verlo


pronto, pero esto se siente como el final de algo. Espero que sea el inicio de algo
nuevo.

—Ven aquí —dice Johnny con voz ronca, tirando de mí en sus brazos
mientras lágrimas comienzan a caer de mis ojos—. Lamento que tuviéramos que
terminar tu visita por anticipado —se vuelve a disculpar.

—Está bien —logro decir mientras me suelta. Aún no quiero que se vaya. Se
siente demasiado pronto.

—Aún tenemos mucho que hablar —dice él, acariciando mi mejilla con su
pulgar y limpiando algunas lágrimas—. Y realmente quiero comprarle un nuevo
auto a tu padrastro —murmura con una sonrisa.
—Él no te lo permitirá —le digo—. No soportaría que alguien pensara que me
contó sobre ti para beneficiarse. —Es la verdad. Lo conozco bien.

Johnny pone los ojos en blanco con buen humor y dice.

—Intenta convencerlo.

Asiento, pero sé que nada lo hará.

—Te veo luego, chica.

Me congelo mientras él me da un beso en la frente, intentando grabar el


momento en mi memoria.

Él se vuelve abruptamente y sube en la limusina, y sospecho que él también


se siente emocionado.

El conductor de la limusina reaparece para cerrar la puerta antes de volver al


frente, y luego me paro y veo divertida y pequeña familia alejarse.

—Adiós, Papá —susurro.

Luego miro a Stu, esperando pacientemente en el Fiat. Me subo del lado del
pasajero, a su lado. El auto huele reconfortantemente familiar, incluso si es una
basura. 254
—¿Bien? —pregunta él cautelosamente.

—Sí. —Sonrío—. Sí, estoy bien. Vamos a casa. Muero por un cigarrillo y una
bebida.

—Realmente espero que estés bromeando —dice él con cautela—. Creí que
podrías haber madurado mientras estuviste lejos.

Rompo en risas mientras nos alejamos del aeropuerto.

Pero la verdad, he madurado. He cambiado. Y puede que regrese a la misma


ciudad, a la misma pequeña casa, la misma escuela y los mismos amigos, pero
una cosa es segura, la vida nunca volverá a ser la misma.

Estoy entusiasmada por ver qué tiene planeado para mí a continuación.

FIN
Paige Toon
Nació en 1975 y creció entre
Inglaterra, Australia y Estados
Unidos.

Estudió Filosofía en la
Universidad de Greenwich y
trabajó como camarera y
recepcionista antes de dirigir
la sección de críticas literarias
de la revista británica Heat
durante ocho años.

Su primera novela, Lucy in the Sky, le granjeó comentarios elogiosos de


autoras como Lisa Jewell, Adele Parks y Marian Keyes, de quien es
ferviente admiradora. En la actualidad dedica todo su tiempo a su trabajo como
novelista y periodista freelance.

Gracias a Johnny Be Good, la novelista y crítica literaria Paige Toon se ha


ganado un puesto en los escaparates de las librerías junto a Andrea Semple,
Rachel Gibson, Jane Green y Sophie Kinsella.
255
Paige Toon ama ser novelista… Cuando escribe se mete totalmente en la piel
del personaje y es como si estuviera en un universo paralelo. Puede vivir una
doble vida y ¡enamorarse de un surfero, una estrella de rock o un piloto de
carreras sin que a su marido le importe!
Créditos
Moderadora
Simoriah

Staff de traducción
Aяia LizC Scarlet_danvers

Flochi MaEx Selene

Gigi D martinafab Simoriah

Isa 229 Maphyc Vanehz

Jessy veroonoel

Staff de corrección
AmpaЯo Jut Nony_mo

Jane. La BoHeMiK Simoriah 256

Recopilación y revisión
Simoriah

Diseño
Elena Vladescu
Para más lecturas
visita

257

www.bookzingaforo.com

¡Te estaremos esperando!

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