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El Lugar De La Adoración En La Oración

Por su servidor, Russell George

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de
Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” Filipenses 4:6.

Con todo lo que pedimos de Dios debemos incluir acción de gracias. La Biblia
dice que debemos orar sin cesar. (I Tesalonicenses 5:17) Si debemos orar con
acción de gracias, entonces, de continuo debemos estar agradecidos.

Vemos muchos ejemplos de esto en la Biblia. Parece que David no sabía orar sin
adorar. Aun cuando él oraba de lo más profundo de la angustia él incluyó la
adoración. En los Salmos 17 y 18 vemos un ejemplo de esto. En el Salmo 17 él
clamó a Dios por causa de sus enemigos. Pero en el Salmo 18 él dijo, “Te amo,
oh Jehová, fortaleza mía y castillo mío, y mi libertador.” Vemos la misma
costumbre en las oraciones del Apóstol Pablo. Lea las siguientes porciones, por
ejemplo. Romanos 1:8-9, Colosenses 1:3, II Timoteo 1:3, I Tesalonicenses 1:2

Hay razón por mezclar adoración con su oración. Debemos estar agradecidos por
lo que hemos recibido de Dios. Todo lo que hemos recibido es por la gracia y
misericordia de Dios. Aun debemos estar agradecidos por el privilegio de orar.
Que gran cosa es que el Dios omnipotente, el Creador del universo, da a sus
criaturas finitas el privilegio de hablar con él. Él aun nos anima a acercarnos a él.

Cuando oramos, no es la primera vez que hemos pedido algo de él. Y lo que
pedimos ahora es una pequeñez en comparación a lo que pedimos la primera vez.
Nuestra primera oración tiene que haber sido la petición de perdón y salvación.
Cuando Dios nos salvó él hizo la cosa más grande por nosotros que se hará. Él
nos transformó del reino de las tinieblas a la luz. Fuimos de ser perdidos a ser
salvos. Llegamos a ser hijos de Dios con todo lo que está incluido en esto.

Aun debemos dar gracias a Dios por nuestras angustias. Fueron mandados de su
mano bondadosa. Romanos 8:28 dice que “Todas las cosas les ayudan a bien.”

Si nuestro vecino anda mal económicamente y le decimos que vamos a pagar su


boleta de luz antes que vence, casi seguro es que él va a decir, “Ah un millón de
gracias.” Pero, mira, no la pagamos todavía. Así también debemos dar gracias a
Dios por contestar nuestras oraciones aun antes de recibir lo que pedimos.

Aun debemos dar gracias a Dios por no contestar nuestras oraciones. Muchas
veces es por su misericordia que no recibimos lo que pedimos de él. Habacuc es
un ejemplo de la actitud que debemos tener hacia Dios. Dice: “Aunque la higuera
no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los
labrados no den mantenimiento y las ovejas sean quitadas de la majada, y no
haya vacas en los corales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el
Dios de mi salvación.” (Habacuc 3:17-18)

Otra razón por mezclar la adoración con su oración es que el no hacerlo es ser
ingrato. En II Timoteo 3:2 el ser ingrato está incluido con otros pecados. ¿Cómo
podemos esperar recibir lo que pedimos de Dios si pecamos en la misma oración?

También es egoísta pedir, no más, sin dar gracias a Dios por lo que recibimos de
él. Es pensar, “Yo voy a sacar todo lo que puedo de Dios sin dar nada a él.” Jesús
dijo, “Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20:35) Entre lo que
podemos y debemos dar a Dios es la adoración. Salmo 50:23 dice, “El que
sacrifica alabanza me honra.”

Por último, quiero llamar a su atención algunos de los buenos resultados de


mezclar la adoración con su oración. Filipenses 4:6-7 dice que un resultado será
que “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y pensamientos en Cristo Jesús.” ¡Qué gran cosa es la paz de Dios!

Otro resultado será que va a ser más fácil orar. Vamos a sentirnos más en
comunión y más cerca de Dios. Resultará que sentiremos más libertad en pedir
algo de él. Tal vez el resultado más grande será que estará más cerca de recibir
su petición. Dios está más inclinado a conceder la petición de aquel que sabe
alabarle. Lucas 6:38 dice, “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remedida,
y rebosando darán en vuestro regazo: porque con la misma medida con que
medís, os volverán a medir.” Si es así con los hombres, cuanto más debe ser con
Dios.

Regreso a LITERATURA BAUTISTA

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