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Período moderno[editar]
Con la llegada del siglo XX la minería tuvo un gran auge en varios países del mundo como
por ejemplo en los Estados Unidos, donde se impulsó la extracción de cobre, plomo,
carbón y hierro, además del oro y la plata que comenzó en el siglo anterior. Esta política
conllevó a que estados como Montana, Utah, Arizona y Alaska se convirtieran en
principales proveedores de cobre en el mundo. Por su parte, la industria minera en Canadá
creció mucho más lento, debido a las limitaciones en el transporte, el capital y la
competencia directa con su país vecino. Aun así su política interna permitió
que Ontario fuese el principal productor de níquel, cobre y oro a principios de siglo.23
A mediados del siglo XIX Australia experimentó una de las más importantes fiebre del oro,
que durante la década de 1850 lo posicionó como el principal productor de dicho mineral,
cubriendo el 40% del mercado mundial. El establecimiento de la mina Mount Morgan —
que fue explotada casi cien años—, los depósitos de Broken Hill —uno de los mayores
depósitos de plomo y zinc— y las minas de hierro en Iron Knob, aumentó enormemente el
capital del país. Aun así y durante la primera mitad del siglo XX la industria australiana
sufrió una gran disminución productiva, pero que fue reactivada a mediados de 1960.
Actualmente, el país oceánico aún se posiciona como uno de los principales productores
de minerales.24
Desde mediados del siglo pasado las corporaciones multinacionales, y en algunos casos
las empresas estatales, han creado una industria minera globalizada con una gran
participación de otros países como Perú, Brasil, Chile y Sudáfrica, entre otros. Adicional a
ello, varios gobiernos han generado una serie de políticas para el cuidado
del medioambiente y la regularización de la sobrexplotación. Además, países como los
Estados Unidos y China han invertido más capital para la exploración y explotación de
minerales que contengan tierras raras, para cubrir la demanda de las nuevas tecnologías.
Tras el cierre de las operaciones mineras, las minas a cielo abierto y canteras quedan como
vestigios de la actividad, debido a que no se pueden cubrir por los altos costos. En la imagen,
la cantera abandonada de Amiantifera di Balangero en Torino, Italia.