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EL ERROR Y LA ILUSIÓN EN LA ESCUELA

El conocimiento se estructura desde la escuela como aquel al que se accede por medio de la razón e indaga
sobre la realidad del mundo y los fenómenos que en este acontecen. Cada sujeto posee un conocimiento
determinado y este es subjetivo en tanto se percibe de forma particular. Este se transforma y se transmite a
través del lenguaje y el pensamiento. En la actualidad es el paradigma científico basado en la razón el que es
ampliamente reconocido y es el que legitima el aprendizaje.
La escuela, entonces, es el lugar donde confluyen todos estos conocimientos, donde se “moldean” para ser
enseñados y permiten que distintos sujetos accedan a estos, los comprendan y los hagan parte de su
realidad. Pero ¿Cómo atiende la educación a los errores de los conceptos determinados por la ciencia y si
esta es la única forma verdadera de conocer la realidad?

El hecho del error y la ilusión en términos académicos preocupa día tras día, pues a través de estos dos
factores es como se forjan los conocimientos de los sujetos y a su vez, según su grado de coherencia se
puede caer en las certezas o falacias propias del mundo científico, pero determinantes en la realidad social. El
actual sistema de educación no reconoce con responsabilidad los errores producidos a diario en su quehacer
por parte de la comunidad educativa, y las implicaciones directas pero silenciosas de la comunidad científica
a través de su paradigma científico; se deja de lado la resolución de las dudas más esenciales y se cae en el
facilismo de explicar con ejemplos lo que para el maestro no es claro, tergiversando la información y cayendo
en faltas que crean falsas expectativas.

En tanto, estas falsas expectativas el factor de la ilusión se ve ampliamente atravesado por los sentimientos
que se producen al tener nuevos conocimientos respecto a un tema, la seguridad producida por analogías
puede mostrar diferentes grados de afectividad que posibilitan o limitan la facultad del razonamiento según las
leyes científicas. Dichas ilusiones a su vez se ven enmarcadas en los errores mentales e intelectuales, pero
en donde la razón puede ser constructiva o destructiva, pero así mismo, se ven en ocasiones justificadas por
el contexto y por las huellas dejadas por las convicciones y creencias de nuestra cotidianidad.

Como educadores ni somos verdugos ni milagrosos, a pesar de los amplios esfuerzos por anudar todos los
lazos sueltos y lograr una integralidad del aprendizaje, se torna casi que en utopía poder desmitificar los
errores y enseñar desde nuevas perspectivas, pues si bien el método científico no es el único posibilitador de
conocimiento, no se puede negar que si es el más aplicable a nuestra sociedad.
En el campo general de la educación nos centramos solo en aquello que será provechoso en nuestro futuro,
los conocimientos ya no se mide por acumulación sino por utilidad. Si un error permite complejidades
positivas ese será utilizado hasta el momento en que ya no sea pertinente y se dará paso a una nueva
versión, con cambio de actitudes e ilusiones que favorezcan las nuevas propuestas. La educación propende a
evitar estos errores a través de los estándares y currículos, donde si bien da unas pautas mínimas de
aprendizaje, es bien sabido que el maestro tomará decisión de sus formas de compartir a los estudiantes los
conocimientos encaminados a su progreso en la sociedad, posibilitando diferentes métodos de enseñanza-
aprendizaje.

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