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Que no te distraigas

Que te pierdas en una flor,


que tus ojos se hagan eco,
de su distracción.
Que te olvides y encuentres,
sustituto de mi orgullo sellado,
que me sueñes con el afán,
de sentirte cantada,
sin suponer un resfriado,
para ser causa de tu cuidado.
Que tus ojos se hagan grandes,
como una pintura de Margaret.
Que te pierdas en mi mañana,
que tus ojos se pringuen,
en la abertura rota de mi ventana,
que tu sudor sea el oasis de mis pañuelos,
y la carga de un trabajo heredado.
Que distraigas tus pupilas,
en el moño de tu pelo recogido,
que te hice aquel fin de semana.
Que me hagas menos a diario,
y en cada minuto,
en el puñado de una exora se caiga una flor.
Que se te ocurra hacerme mensual,
que me ocurras a diario,
repetidamente hasta encontrar,
la mejor manera de Don Luis.
Que no te distraigas,
y si lo merezco,
y si me quiero hundir,
en el listado de tus afectos,
no alcances un vaivén,
ahora que tenemos juventud.
Que utilices el sentimiento mío,
como una cometa y me pierdas de vista,
entres nubes caídas,
y artefactos en el viento como aquellos requisitos.
Que no te distraigas,
y tengas que aprender,
que quiero ser cada mes,
y cada año, hasta salpicar,
con alguna pintura tu vejez.
Atentamente,
Humberto Velásquez
29/Septiembre/2018

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