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o importa quien gane las próximas elecciones presidenciales en Colombia,

cualquier propuesta que apueste por la continuación del actual modelo

económico será un error. Para sustentar esta afirmación voy a apoyarme

en dos premisas: i) los logros en términos de bienestar son precarios y ii) el

aparato productivo es cada vez menos competitivo.

i) La distribución de la riqueza y las oportunidades de bienestar no

mejoran. Todo lo contrario.

Colombia tiene antecedentes estadísticos de una mala distribución de la

riqueza, y las cosas no se ven mejorar. Según Cepal, en 2017, el 1% de la

población concentró el 20% de los ingresos.Este comportamiento se

traduce en que Colombia termina el año teniendo la segunda peor

distribución del ingreso en América Latina.

Más grave aún, nuestro modelo económico, neoliberal y aperturista, se

congracia con el que reina en el planeta. Y a lo largo y ancho del planeta el

tema no es menos serio: según el informe OXFAM para el Foro Económico

de Davos, el 82% de la riqueza generada en 2017 fue a parar a los bolsillos

del 1% de la población del planeta. Adicionalmente,  el 50% de la

población mundial (3.5 mil millones de personas) no recibió nada del

incremento de la riqueza producida en 2017.


Tal vez el dato de la distribución de la riqueza pueda sonar frío, una

estadística que no refleja la cotidianidad de las personas, pero no es así. La

cotidianidad de Colombia muestra señales claras de inequidad en la

distribución del bienestar:

– mientras en América Latina muchas naciones -México, Chile, Perú,

Ecuador- han logrado colocar sus tasas de desempleo alrededor del 5%,

Colombia no logra alejarlo del 10% -en sus mejores años-; y ello con una

menor remuneración promedio. Adicionalmente, aunque las mujeres ya

representan más del 50% de la Población Económicamente Activa de

América Latina, su tasa de desocupación es 20% más alta que la de los

hombres.

. aunque menos del 10% de los trabajadores que tienen empleo ganan sólo

un salario mínimo (menos de 2 millones de personas), la otra cara de la

moneda la representan 11 millones de colombianos que viven de la

economía informal, quienes no alcanzan siquiera  la mínima remuneración

legal. En otras palabras, más del 40% de la población económicamente

activa gana un salario mínimo, menos que esto o está desempleada.

– Aunque el 97% de los colombianos goza de atención médica, más de la

mitad de la población es atendida a través del régimen subsidiado (mal


llamado SISBEN), mientras que sólo el 44% lo hacen a través del régimen

contributivo. En otras palabras, no es el empleo, sino los recursos del

Estado, los que financian la atención médica de la mayoría de los

colombianos.

– De 22 millones de asalariados, sólo 7.8 millones están cotizando para

pensión. Este dato no requiere mayor análisis, a pesar de que hay otros

datos que detonan una pésima distribución: muchos colombianos

aspirando a una pensión de salario mínimo, mientras congresistas y

magistrados pretenden alcanzar pensiones  superiores a 20 salarios

mínimos.
ii). Un aparato productivo que no hace viable una mejor distribución de la

riqueza.

Las economías que mejor distribución de riqueza tienen, también son

economías altamente competitivas. Se trata de países con diversificación

de la producción, con población cualificada, con inversiones en 

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