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2001] COFRE: LA DIMENSION FILOSOFICA Y MORAL DE LA PENA 123

LA DIMENSION FILOSOFICA Y MORAL


DE LA PENA*

Juan Omar Cofré Lagos


Fac. de Ciencias Jurídicas
Universidad Austral de Chile

RESUMEN

El castigo o pena es el último extremo al cual recurre el derecho penal para responder
institucionalizada, legal y legítimamente a las ofensas que quiebran el orden jurídico de una
sociedad. El castigo es, y no puede ser de otra manera, un mal que causa dolor físico, mental
y moral y por eso, precisamente, requiere, al menos en el plano teórico, una justificación –es
decir, un conjunto de razones moral y racionalmente compatibles– ético-filosófica y, jurídica.
En este trabajo se examina la dimensión ético-filosófica de la pena y se expone el clásico
debate filosófico moderno entre el retribucionismo y el utilitarismo preventivo; en la discu-
sión se ponen a la vista, fundamentalmente, las doctrinas de Kant y Schopenhauer, dos pensa-
dores que abrazan teorías contrapuestas. El primero, precisamente el retribucionismo y, el
segundo, el utilitarismo prevencionista.

I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA go? “Justificar” implica ofrecer razones y


argumentos racionales que, en último tér-

U
n problema que desde tiempos inme- mino, legitimen o hagan aceptable racional-
moriales ha preocupado a los hombres mente esta institución. ¿Cómo explicar, en
es el de determinar en qué medida consecuencia, que una comunidad político-
y hasta qué punto es legítimo castigar a quien jurídica ejerza una violencia programada so-
ha cometido una falta o un delito. El castigo bre uno de sus miembros? ¿En qué fundamen-
es una forma de sufrimiento físico, psíquico ta ese poder punitivo o derecho a castigar?
o moral que surge como respuesta natural y ¿Cuál es la última razón del poder punitivo
espontánea ante la ofensa de quien, a su vez, del Estado o de la sociedad? ¿Cómo justifi-
de manera arbitraria e intencional, daña a un car, por tanto, que a la violencia ilegal repre-
inocente. El ofensor pareciera que de algún sentada en el delito se añada esa segunda vio-
modo, brutal o sutil, transgrede cierto orden lencia institucionalizada y motorizada por los
querido y estimado como bueno o útil por la órganos punitivos del Estado?
tradición, las leyes o los valores que la socie- Filósofos y juristas a lo largo de los si-
dad y la autoridad consideran justo y necesa- glos se han preguntado si por el hecho de que
rio preservar para la vida buena, el bien co- una persona ha cometido una ofensa se le debe
mún y el bienestar de los hombres. infligir un castigo. Este, considerado en sí mis-
La respuesta institucionalizada es el cas- mo, es un mal, un daño consciente y delibera-
tigo o pena. Pero, ¿cómo justificar el casti- do, realizado por hombres dotados de autori-
dad y financiados por el Estado. Por cierto que
esto significa que las respuestas tradicionales
* Este trabajo es parte de los resultados ge- emanadas del legalismo, del autoritarismo, del
nerados por el proyecto financiado por el Fondo de utilitarismo y del retribucionismo, no son su-
Desarrollo Científico y Tecnológico, FONDECYT, ficientes. Los criterios elaborados por estas
Nº 1990726, “La justificación moral del castigo”. doctrinas adolecen de deficiencias argumen-
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tativas y de racionalidad, lo que las hace sos- En efecto, no le compete a la teoría del
pechosas y no convincentes. Sin una razón castigo justificarse a sí misma, como no le
justificadora, a nadie se le puede exigir, en ri- corresponde a la matemática, sino a la filoso-
gor, que acepte la institución del castigo, si por fía de la matemática, la justificación de los
falta de ella ésta aparece como arbitraria e irra- saberes positivos. La justificación de los
cional. Ello no equivale a sugerir que todas las saberes positivos es esencial para un saber
faltas y los delitos han de quedar impunes; tan fundado, como vio Husserl. Una filosofía pe-
sólo se trata de revisar esta institución social y nal, en consecuencia, debería aspirar a inves-
jurídica para, a la luz de nuevas consideracio- tigar los alcances y posibilidades de una doc-
nes, poner en claro su naturaleza, su finalidad trina de la justificación moral del castigo, con
y su eventual legitimación. el fin de que ésta pueda desempeñar un papel
Se puede percibir que la cuestión de la cimentador en una política criminal, en una
justificación de la pena conlleva una serie de teoría penal y, desde luego, en un ordenamien-
relaciones e implicaciones que comprometen to jurídico. Un enfoque epistemológico –es
la existencia misma del Estado y del derecho decir, de las fundamentaciones axiomáticas de
penal. Esto quiere decir que la legitimidad po- la teoría– obliga a hacer una serie de distin-
lítica y moral del derecho penal, en tanto téc- ciones muchas veces pasadas por alto y causa
nica de control social que constriñe la libertad de numerosas confusiones y extravíos.
de los ciudadanos, es en gran medida el pro- Primeramente es necesario distinguir al
blema mismo de la legitimidad del Estado, menos dos niveles de discurso: el extrajurídico
como monopolio organizado de la fuerza. y el intrajurídico. El primero versa sobre los
En la historia del derecho penal las re- fines externos y el deber ser de la pena. El
formas y giros del derecho han venido siem- segundo trata del ser de la pena. Aquél es un
pre precedidos por doctrinas éticas y filosófi- discurso eminentemente filosófico; éste, esen-
cas acerca del fin de la pena y de las cialmente jurídico. El discurso filosófico se
condiciones racionales que ésta debe satisfa- encamina a descubrir el fin que justifica o no
cer. Es el sufrimiento implícito en la pena lo justifica el castigo (y, por ende, el derecho
que ha movido a filósofos y a penalistas a penal), trátase de una doctrina normativa re-
buscar una justificación moral de ella que sea ferida a valores. El discurso jurídico, en cam-
suficientemente convincente y racional, sien- bio, describe, o cree describir, los fenómenos
do la pena, como es, y la coacción en general, penales por medio de proposiciones que re-
un elemento esencial del Derecho; la justifi- sultan verdaderas o falsas.
cación moral de la pena es una condición fi- Las normas nada dicen acerca de los he-
losófica necesaria para la legitimación ética chos, del mismo modo que los hechos nada
del Derecho. pueden decir sobre el valor de las normas. Por
Las consideraciones precedentes de- tanto, la pregunta fundamental “¿Por qué cas-
muestran de inmediato que el problema de la tigar?” ha de ser explicitada en dos sentidos
justificación moral del castigo, sentido lato, diferentes: ¿Por qué existe la pena o se casti-
o de la pena, sentido jurídico, da origen a una ga? y ¿Por qué debe existir la pena o se debe
maraña de problemas de carácter ético, castigar? El primero es, como se ve, un pro-
axiológico, metodológico y epistemológico blema de orden empírico; el segundo, por el
que la ciencia y la filosofía penal no pueden contrario, es un problema filosófico (axioló-
menos que comenzar por distinguir. Hay tres gico), formulado mediante expresiones nor-
problemas lógicamente implicados que es de mativas de las que sólo cabría decir que son
rigor separar: el delito, la justificación de las justas o injustas, correctas o incorrectas. La
penas o castigos que surgen como consecuen- tarea preliminar de una teoría sobre la finali-
cia del delito y los procedimientos de investi- dad de la pena consiste, entonces, en elucidar
gación y calificación de éstos. El que a noso- en un plano metateórico los diversos niveles
tros nos interesa es propiamente el segundo, epistemológicos implicados en la pregunta
en tanto y en cuanto implica toda una proble- “¿por qué se debe castigar?”, si es que se debe
mática filosófica y moral. castigar. La legitimación interna en un siste-
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ma penal dado corresponde, pues, de acuerdo pueblo que no ha reclamado tal punición”. Hegel
a lo dicho, a la teoría penal, mientras que la argumentó de manera semejante, pero no por
externa compete a la filosofía del derecho pe- more a la ética, sino al Derecho. “En esta discu-
nal. Naturalmente que si sólo se trabaja en el sión, sostuvo, lo único que importa es que el
plano interno se podrá, cuanto más, llegar a delito debe ser eliminado no como el surgimien-
una legitimación interna de la pena, pero no a to de un mal, sino como lesión al derecho como
una justificación última y final, sin la cual el derecho”1.
sistema jurídico penal aparecerá desprovisto Para el utilitarismo, lo importante no es la
de fundamento gnoseológico y de una razón ofensa, porque ya está cometida y “lo que está
primera o final. hecho, como sostuvo Platón, no puede ser des-
Supóngase que en un colegio hay un sis- hecho”. De lo que se trata es de que el alumno
tema normativo, conocido por los alumnos, que no vuelva a fumar en el colegio y que sus com-
prescribe un castigo para los estudiantes que pañeros se den cuenta que si ellos hacen otro
sean sorprendidos fumando en el recinto edu- tanto, les ocurrirá lo mismo que a X. El castigo
cacional. Es el caso que X fue sorprendido fu- que se inflige a un sujeto humano no puede,
mando, el Director lo llamó y lo castigó con pues, justificarse moralmente basándose en el
pérdida de recreo por una semana. El padre, al concepto “culpa-ofensa”. Todo castigo, per se,
enterarse, visita al profesor jefe y le demanda es dañino y malo. Mal se podría intentar alcan-
que justifique el sentido del castigo. El profe- zar un bien por intermedio de un mal. Un casti-
sor argumenta: “Se lo castigó porque infringió go sólo puede justificarse moralmente cuando
las disposiciones del colegio que prohíben fu- se toman en cuenta las consecuencias valiosas
mar”. No conforme, el padre se acerca al Di- que su aplicación puede llegar a producir. El
rector en busca de una justificación más con-
campeón de esta doctrina ha sido Bentham,
vincente y éste contesta: “Se lo castigó para
quien escribió: “La finalidad del Derecho es au-
que no vuelva a fumar en el colegio”. Obvia-
mentar la felicidad. El objeto general que todas
mente las dos respuestas son no sólo diferen-
las leyes tienen, o deben tener, es incrementar
tes, sino –según una tradición de más de dos
la felicidad general de la sociedad y, por lo tan-
mil años– incluso incompatibles. Ellas refle-
to, deben excluir, tan completamente como sea
jan de manera fidedigna las doctrinas retribu-
posible, cualquier cosa que tienda a deteriorar
cionista y utilitarista, respectivamente.
esa felicidad: en otras palabras, excluir lo per-
Para el retribucionismo, cuando X fuma
en el colegio, X comete una ofensa que en cuanto nicioso. Y la pena es un mal y es perniciosa.
tal es indebida; como consecuencia de ello –y Sobre la base del principio de utilidad, si ella ha
si ha actuado libre y voluntariamente– se ha de ser admitida, sólo debe serlo en la medida en
hecho culpable y un agente moral portador de que promete evitar un mal mayor”2.
una culpa debe expiar su culpa, para lo cual debe
recibir de parte de la autoridad lo que a su vez
1 G.W.F. HEGEL : Principios de la filosofía del
les es debido, es decir, el castigo. A la ofensa se
retribuye con castigo (que es un mal) a objeto Derecho o Derecho natural o Ciencia Política. Edit.
Edhasa, Barcelona, 1988, pp. 160-161.
de borrar o lavar –a ser posible– la ofensa. En 2 J. BENTHAM: Tratado de legislación civil y
definitiva, el sujeto es castigado “porque come- penal. Librería de Lecointe y Lasserre, Madrid, 1938.
tió una ofensa”. Kant y Hegel representan, en Los utilitaristas, a su vez, consideran que los
los Tiempos Modernos, paradigmática y genui- retribucionistas incurren en varios errores:
namente, esta doctrina. Según Kant, un impera- i) Al considerar la pena como una respuesta
tivo moral absoluto obliga a castigar al culpa- proporcional a la ofensa no están sino sublimando
ble por el mero hecho de haber cometido la falta la venganza que manda devolver mal por mal, lo
o delito. “Aun cuando la sociedad civil, escribe, cual es irracional e injusto. ¿Cómo se puede pre-
se disolviera con el consentimiento de todos sus tender que de la suma de dos males (la ofensa y el
miembros, el último asesino que se encontrara castigo), resulte un bien?
ii) No es posible alcanzar un bien –la supues-
en la cárcel debería antes ser juzgado a fin de
ta justicia retributiva y reparativa– mediante un mal,
que la sangre derramada no recaiga sobre el cual es el castigo.
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Sin embargo, ambas teorías importan se castiga?” o mejor, “¿Por qué se debe casti-
consecuencias que, desde el punto de vista de gar?” conviene descomponerla en estas dos
una teoría racional de la moral, son inacepta- cuestiones: “¿Por qué (cuestión ontológica)
bles. Como vio bien Séneca, las justificacio- se debe castigar?” y “para qué (cuestión
nes del retribucionismo son quia peccatum, teleológica) se debe castigar?” Como es fácil
es decir, miran hacia el pasado (se castiga al observar, la primera pregunta es contestable
sujeto por lo que hizo), mientras que las desde un punto de vista retribucionista (“Por-
utilitaristas son ne peccetur, es decir, miran que se cometió un delito”) y la segunda, des-
hacia el futuro, se castiga para que el delito de un punto de vista utilitarista (“Para que no
no se vuelva a producir. se vuelva a repetir”). Cualquier intento
El retribucionismo reprocha al utilitaris- eclecticista parece fracasar, al menos en el
mo varios puntos, entre otros: plano teórico, ya que no se pueden conciliar
ambas teorías. Porque, ¿qué contestar desde
i) que permita el castigo de inocentes. el punto de vista retribucionista a la pregunta
Claro, porque si de lo que se trata es ‘¿para qué castigar?’ y, a su vez, qué contes-
de conseguir efectos útiles, entonces taría el utilitarismo a la pregunta ‘¿por qué
no hace falta establecer una estricta castigar?’?
proporción entre la ofensa y el casti- Una buena teoría debe dar respuesta a
go. Si lo que interesa es que en la so- las dos interrogantes.
ciedad no se cometan delitos o faltas
que atenten contra los fines valiosos,
entonces podría estar permitido casti- II. EL ORIGEN DE LA CONTROVERSIA Y SU
gar sin tener en consideración la pro- PROYECCIÓN MODERNA
porción entre la ofensa y el castigo.
En realidad, a mayor castigo, proba- Es interesante observar desde el punto
blemente, mejor advertencia para los de vista filosófico que la disputa moderna y
posibles infractores y, entonces, de ahí contemporánea sobre los fines de la pena no
a castigar a un inocente no hay más ha avanzado en lo esencial respecto del plan-
que un paso. Así pensó Caifás cuando teamiento originalmente habido en la filoso-
en el Sanedrín argumentó a favor de fía griega. Entre los filósofos griegos hay una
que era mejor condenar a un inocente divergencia en lo relativo a la dimensión
que permitir que todo el pueblo perez- ontológica y teleológica de la pena. En ésta,
ca. Y nada puede causar más repug- como en otras materias, se puede decir que la
nancia moral que el castigo de un ino- diferencia que marcaron las dos primeras teo-
cente. rías griegas se mantiene hasta el día de hoy.
ii) Tampoco sería el castigo en sí mismo Ninguna filosofía ni teoría penal ha logrado
lo que previene, reforma o desalienta salvar la decisiva discrepancia entre las teorías
ya que estos fines pueden alcanzarse absolutas y las relativistas de la pena. Las teo-
por otros medios tales como la ame- rías absolutas, que asumen una filosofía idea-
naza del castigo, los consejos, el tra- lista, han agotado todo lo esencial respecto del
tamiento psiquiátrico, la educación, sentido de la pena, pero no han logrado resol-
etc., medios todos externos al castigo ver el aspecto relativo a su dimensión social y
en sí. psicológica; por el contrario, el relativismo
penal, si bien ha podido ofrecer garantías sóli-
Sin embargo, hay que señalar, como han das en este último aspecto, es bien poco lo que
sostenido algunos iusfilósofos de la escuela ha podido avanzar en la indagación de la esen-
analítica, que un planteamiento más riguroso cia de este fenómeno profundamente humano.
en términos lógicos y lingüísticos puede lle- En todo caso, pareciera ser que la primera no-
var a disipar problemas que en verdad no son ción que surge espontáneamente en una socie-
tales. En este sentido la pregunta “¿Por qué dad menos evolucionada filosófica y jurídica-
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mente, es la comprensión de la pena como una “La ley atiende únicamente a la diferen-
suerte de represalia que los particulares ofen- cia del daño y trata como iguales a las
didos encargan a la sociedad por medio de las partes, viendo sólo si uno cometió injus-
instituciones represivas del Estado. En su sen- ticia y el otro la recibió, si uno causó un
tido más original, y brutal, la pena es concebi- daño y el otro lo resintió.
da por las primeras sociedades como ius En consecuencia, el juez procura igua-
talionis. Platón, en cambio, ya se opuso con lar esta desigualdad de que resulta la in-
sólidos argumentos, que la tradición filosófica justicia. Cuando uno es herido y el otro
y jurídica repetirá hasta nuestros días, al plan- hiere, o cuando uno mata y el otro mue-
teamiento retribucionista. re, la pasión y la acción están divididas
en partes desiguales, y el juez trata en-
“Porque nadie castiga a los malhecho- tonces de igualarlas con el castigo, reti-
res –sostiene en el Protágoras– prestan- rando lo que corresponde del provecho
do atención a que hayan delinquido, a del agresor. De estos términos nos ser-
no ser que se vengue irracionalmente vimos de una manera general en seme-
como un animal. El que intenta castigar, jantes casos (...). Así, siendo lo igual un
con razón, no se venga a causa del cri- medio entre lo más y lo menos, el pro-
men cometido –ya que no se puede lo- vecho y la pérdida son respectivamente
grar que lo hecho sea deshecho–, sino más y menos de manera contraria: más
con vistas al futuro, para que no se obre de lo bueno y menos de lo malo son pro-
mal nuevamente, ni este mismo ni otro, vecho, y lo contrario, pérdida. Y como
al ver que éste sufre su castigo. entre ambas cosas el medio es lo igual,
Y el que tiene ese pensamiento piensa y es lo que llamamos justo, síguese que
que la virtud es enseñable, pues castiga lo justo correctivo será, por tanto, el me-
a efectos de disuasión, de modo que tie- dio entre la pérdida y el provecho. Por
nen semejante opinión cuantos castigan esta razón, todas las veces que los hom-
en público o en privado.” bres disputan entre sí recurren al juez. Ir
al juez es ir a la justicia, pues el juez
Esta sorprendente y perenne universali- ideal es, por así decirlo, la justicia ani-
dad del genial pensamiento platónico encuen- mada”3.
tra su contrapartida en la no menos extraor-
dinaria doctrina aristotélica de la pena.
Aristóteles, sobre la base de un concepto de III. E L DEBATE MODERNO: KANT /
justicia más elaborado, se propone superar los SCHOPENHAUER
atavismos de venganza irracional que subsis-
ten en el retribucionismo al sostener que el Al menos para la historia de la filosofía
fundamento de la pena debe estar en lo que él penal, y en el horizonte de los intereses de
denomina justicia correctiva, concepto éste este trabajo, es pertinente reactualizar el de-
que tiene su razón de ser en la igualdad mate- bate en torno al sentido y fin de la pena que
mática. Según el Estagirita, la vida social se da en el seno del idealismo alemán entre
exenta de conflictos supone un perfecto esta- Kant y Schopenhauer. La disputa es bien re-
do de equilibrio. En ausencia de ofensas no presentativa del mundo filosófico y jurídico
hay ni puede haber castigo; éste es el orden moderno –y no tan conocida como se pudiera
natural. Pero cuando un agente moral incurre suponer– y, desde luego, no parece que hasta
en un ilícito, desestabiliza el equilibrio natu- el día de hoy la ciencia y la filosofía penal se
ral y este desequilibrio dañino para la vida hayan decantado por una de ellas con olvido
social se mantiene incólume mientras no in- de la otra; por el contrario, ambas doctrinas
tervenga una fuerza externa que vuelva a lle-
var al estado de cosas a su justo natural. En la 3 A RISTÓTELES : Etica Nicomaquea, Libro V,
justicia penal, sostiene:
Gredos, Madrid, 1993.
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siguen vigentes y una y otra dominan en tal o kantiano? Aparentemente Kant, al invocar el
cual escuela jurídica e influyen en la deter- ius talionis, estaría nada menos que revivien-
minación de la política criminal de las socie- do un concepto de justicia vengativa que, al
dades contemporáneas. El examen de este parecer, a esas alturas de la historia la huma-
diferendo puede tener la virtud de permitir- nidad ya ha superado. Sin embargo, una lec-
nos ver con claridad cuáles son los puntos más tura más atenta y filosófica demuestra que en
agudos del conflicto y ponderar las virtudes el planteamiento kantiano hay un fundamen-
y los defectos de cada doctrina. to totalmente compatible con su rigurosa con-
Según Kant, la pena judicial (poena cepción moral de la creatura humana. Lo pri-
forensis), como él la llama, conforme a su mero que Kant reclama desde un punto de
doctrina moral, no puede nunca servir como vista moral, que es lo que obliga al derecho,
medio para fomentar otro bien ni aunque este es que haya justicia. La justicia no puede ni
supuesto bien vaya en beneficio del propio debe ignorar o debilitar el hecho delictuoso.
delincuente o de la sociedad civil. La pena, Ese es el dato fundamental. Y si el delito ha
en tanto castigo, ha de imponerse al reo única sido cometido a plena conciencia por un hom-
y exclusivamente porque ha delinquido. Este bre que tiene total dominio sobre su voluntad
“porque” es antecedente de la consecuencia y entendimiento, y ha hecho uso pleno de su
que es la pena. Kant ha postulado, como se libre arbitrio, la sociedad tiene que comenzar
sabe, que el hombre no puede ser manejado por devolver mal por mal para que el delin-
como medio para cumplir propósitos de otro, cuente encuentre en la pena o castigo la nece-
ni ser confundido entre los objetos del dere- saria acción igualadora que emana de las exi-
cho real (Sachenrecht). El hombre, incluido gencias del cuerpo social. Por eso sostiene,
el reo, por el mero hecho de ser persona mo- reviviendo a Aristóteles, que en la base del
ral es inmune a la pérdida de su dignidad, castigo debe estar el principio de igualdad
aunque ciertamente con la pena pueda perder proporcional, en la posición del fiel de la ba-
la personalidad civil. Nadie debe pensar en lanza de la justicia que no se inclina más ha-
sacar algún provecho de ninguna especie de cia un lado que hacia el otro.
castigo. Sería tan inmoral pretender sacar un Una breve excursión hacia el fondo de
provecho del castigo como escapar a él. Eso su pensamiento moral podrá poner más en cla-
es precisamente lo que ocurre en el juicio ro la decisión jurídica kantiana, que en un
público que Caifás dirige sobre la supuesta principio puede parecer contraria a las corrien-
ofensa religiosa que Jesús ha causado a la tes humanitaristas que ya circulan en esos
comunidad judía. No hay motivo ni prueba que tiempos. Kant distingue dos tipos de leyes: las
justifique la pena. “Aun cuando se disolviera leyes de la naturaleza y las leyes morales. Las
la sociedad civil –sostiene Kant en un cono- leyes de la naturaleza se imponen inexorable-
cido pasaje de la Metafísica de las costum- mente a todos los entes naturales y biológi-
bres– con el consentimiento de todos sus cos que se encuentran en el mundo de la na-
miembros (por ejemplo, si decidiera disgre- turaleza. Pero si son leyes de la libertad,
garse y diseminarse por todo el mundo el pue- entonces pertenecen al reino de la moralidad.
blo que vive en una isla), antes tendría que Y si afectan tan sólo a las acciones externas y
ser ejecutado hasta el último asesino que se a su conformidad con la ley, se llaman leyes
encuentra en prisión, para que cada cual reci- jurídicas. Pero si exigen también que ellas
ba lo que merece según sus actos y el homici- mismas deban ser los fundamentos de deter-
dio no recaiga sobre el pueblo que no ha exi- minación de las acciones, entonces son éti-
gido esta punición”4. cas. Cuando el hombre cumple con las pri-
¿Cuál es el fundamento moral que se meras se habla de legalidad; cuando cumple
encuentra en el fondo de este planteamiento con las segundas, se habla de moralidad. La
libertad a la que se refieren las primeras leyes
4 Cfr. Metafísica de las costumbres. Tecnos,
sólo puede ser la libertad en el ejercicio ex-
terno del arbitrio; pero aquella libertad a la
Madrid, 1994, pp.168-169.
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que se refieren las últimas leyes, puede serlo nal. El Estado debe respetar al individuo y esto
tanto en el ejercicio externo como en el inter- significa concretamente, desde el punto de
no del arbitrio, en tanto que queda determi- vista político, que todo hombre tiene derecho
nada por las exigencias formales de la razón. a buscar la felicidad y a concebirla a su ma-
La voluntad es, en este cuadro, el fundamento nera, sin interferencia externa alguna que pue-
de determinación del arbitrio a la acción. “En da poner en peligro su autonomía moral. El
la medida que la razón puede determinar la fa- Estado no puede obligar a nadie a ser feliz,
cultad de desear en general, el arbitrio –pero sino que su deber consiste en garantizar las
también el simple deseo– puede estar conteni- condiciones para que la libertad de cada cual
do bajo la voluntad. El arbitrio que puede ser permita al individuo su propia realización. Los
determinado por la razón pura se llama libre sistemas religiosos y morales pueden tener sus
arbitrio. El que sólo es determinable por la ideas de la virtud y construir sus cánones de
inclinación (impulso sensible, stimulus), se- comportamiento moral e, incluso, pueden, y
ría arbitrio animal (arbitrium brutum). El ar- quizás deben, influir en la conducta de los
bitrio humano, por el contrario, es de tal modo miembros que asumen sus creencias para que
que es afectado ciertamente por los impulsos, se comporten interna y externamente de acuer-
pero no determinado; y, por tanto, no es puro do a un ideal de virtud. Pero ése es un proble-
por sí, pero puede ser determinado a las ac- ma moral y no le incumbe al Estado en modo
ciones por una voluntad pura.” De todo lo cual alguno la moralidad de sus ciudadanos sino
se sigue, para Kant, que la libertad del arbi- única y exclusivamente la juridicidad de sus
trio queda a salvo de su determinación por los acciones. La moral es cuestión de las perso-
impulsos sensibles. Esto, en el sentido nega- nas y cada uno resolverá acudiendo a su con-
tivo de libertad; en el sentido positivo, la fa- dición de ente libre y racional; pero la
cultad de la razón pura puede por sí misma juridicidad es cuestión del Estado, no para
hacerse práctica5. preservar moralidad alguna, sino para permi-
De suerte tal que la causalidad natural, tir el marco externo adecuado para que los
que se manifiesta mediante las inclinaciones, individuos busquen de un modo compatible
puede ser, y debe ser, neutralizada por la con la ley la felicidad y la realización perso-
causalidad moral que no queda determinada nal6.
en modo alguno por las leyes de la naturale- En consecuencia, tampoco la sociedad
za, sino que encuentra en la propia razón el por intermedio del Estado tiene derecho al-
principio y fundamento de la acción. El hom- guno a intervenir sobre el futuro del reo y no
bre, por tanto, como creatura racional dotada es nadie para indicarle cómo debe conducir
de voluntad y capaz de actuar con entera li-
bertad, precisamente por ser libre y racional, 6 La escuela italiana, al decir de Carrara, com-
puede con plena conciencia elegir entre cum- parte esencialmente este planteamiento moral y sus
plir con la ley externa o transgredirla. Pero, consecuencias jurídicas. “No se puede, pues, dice
al transgredirla, no puede en modo alguno elu- Carrara, aceptar como principio absoluto el dere-
dir su responsabilidad y lo que eventualmen- cho a la represión, la fórmula derecho a la correc-
te pueda derivarse de ella, la culpabilidad que ción, porque si la consideramos respecto a la co-
acompaña a la acción contraria a la ley. rrección interna, no da una razón absoluta de sí
misma, y si la miramos por el lado de la corrección
Kant, como hombre moderno e ilustra-
externa, se confunde y unifica con la tutela jurídi-
do que cree en la autodeterminación de la per- ca. Si declaramos a un perverso el derecho de co-
sona como ser moral y político, consecuente- rregirlo, empleando la expresión quiero que seas
mente concibe al Estado y la relación entre el bueno, él negará obediencia a ese deseo, respon-
Estado y el individuo como un vínculo que diendo que quiere ser perverso a su antojo y desear
debe mantener por sobre todo siempre y en el mal como le dé la gana, sin que otro pueda –a no
toda circunstancia a salvo la libertad perso- ser que incida en tiranía– entrometerse en ello mien-
tras no se haya visto ofendido en el goce de sus
libertades.” Programa de derecho criminal. Vol. I.
5 Ibíd. op. cit., p. 17. Editorial Torres S.A., Bogotá, 1988, p. 15.
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su vida, qué valores debe preferir y qué cami- El punto de partida de Schopenhauer
no debe seguir para reintegrarse a la sociedad está, naturalmente, en su teoría filosófica ex-
como un hombre nuevo que ha sido recondu- plicada en El mundo como voluntad y repre-
cido de una determinada manera, y bajo una sentación. Desde esa filosofía, el que comete
concepción de lo que es el bien y de lo que es delito despoja a la voluntad objetivada de un
el mal, a la vida ciudadana. Kant ve una for- individuo de sus fuerzas para aumentar en la
ma intolerable de tiranía en las doctrinas que misma medida las suyas propias; por consi-
minimizan la culpabilidad y ponen toda su guiente, al exteriorizar su voluntad traspasa
atención en la reinserción social o, en térmi- los límites de su cuerpo y niega la voluntad
nos generales, conciben el derecho penal del otro. Esta invasión de los límites de la
como un instrumento que debe constreñir a voluntad ajena ha sido conocida en todos los
los hombres a ser “buenos” al modo como en- tiempos y su concepto se designa con el nom-
tiende la bondad el cuerpo social, la autori- bre de “injusticia”. De suerte, pues, que el
dad o el Estado. Lo que el Estado debe prote- concepto de derecho, como negación de la in-
ger es la juridicidad y nada más. La moralidad justicia, encuentra su principal aplicación en
es cosa de los individuos y pertenece al sa- los casos en que por intermedio de la fuerza
grado recinto de la conciencia de cada cual. se impide la comisión de un acto injusto.
Incluso si el hombre se rebela contra el Esta- Como esta coacción ya no es injusta por estar
do, contra la sociedad y todas sus institucio- institucionalizada y representar la defensa de
nes y declara que no quiere reconvertirse ni los valores sociales, es, sin duda, justa, aun-
asumir los valores jurídicos y morales que que la coacción misma, si se la considerara
comparte su sociedad, está en su perfecto de- aisladamente, no lo sería; pero en el derecho
recho. Pero la ley debe intervenir cuando el penal se justifica en razón del motivo de de-
perverso intenta pasar, o decididamente pasa, fensa y de negación de la voluntad invasora
de las intenciones a la acción. Como miem- que sin derecho invade los límites de la liber-
bro del cuerpo social no le está permitido en tad ajena con peligro para la integridad y la
modo alguno dañarlo y si el daño material se propiedad del individuo. En este sentido, sólo
produce, debe atenerse a las consecuencias dentro de la sociedad jurídicamente organi-
sensibles que implica la respuesta jurídica de zada, es decir, el Estado, puede darse propia-
la sociedad. Así entiende Kant el rol que le mente el derecho penal. Todo derecho a cas-
corresponde desempeñar al ciudadano y al tigar está fundado en la ley positiva ya que
derecho en la comunidad. antes de cometerse el ilícito ha de estar seña-
Esta doctrina jurídico-moral ha sido, lada una pena cuya amenaza sirva de
en cambio, enérgicamente rechazada por contramotivo y esté encaminada a contrarres-
muchos y muy notables pensadores moder- tar todos los motivos que pueden conducir a
nos y contemporáneos. Schopenhauer en la delincuencia. No cabe aquí desconocerla ni
Alemania –desde la filosofía idealista– y le es dado al delincuente hacerlo, ya que el
Bentham en Inglaterra –desde el pragma- pacto social la ha reconocido y la ha sancio-
tismo filosófico inglés– mantienen puntos de nado eventualmente para todos. Pacto que
vista totalmente incompatibles con Kant. obliga a todos parejamente, sin excepción. Y
“... la teoría de Kant –sostiene Schopenhauer– por eso, precisamente, el Estado, garante del
según la cual la pena se establece únicamen- pacto, tiene pleno derecho a exigir su cum-
te para castigar, es contraria a la razón y ca- plimiento. De aquí deduce Schopenhauer dos
rece de sólido fundamento. Lo cual no impi- consecuencias inmediatas de la ley penal; pri-
de que la reproduzcan en sus obras grandes mero, desencadena o puede desencadenar la
juristas, envuelta en grandes perífrasis que ejecución de la ley ya que ello no significa
no son sino palabrería” 7. sino poner en marcha el pacto con las conse-
cuencias que desde luego conlleva y, segun-
7 A. S CHOPENHAUER : El mundo como volun-
do, y quizá lo más importante, el único fin de
la ley es impedir, por la intimidación, el me-
tad y representación. Porrúa, México D.F., 1992.
2001] COFRE: LA DIMENSION FILOSOFICA Y MORAL DE LA PENA 131

noscabo de los derechos ajenos, para lo cual justicia, valor supremo de la vida espiritual y
se han reunido todos bajo un Estado, renun- social de una nación. “Porque si perece la jus-
ciando precisamente con ello a cometer in- ticia –sostiene Kant– carece ya de valor que
justicias y comprometiéndose a reprimirlas de vivan los hombres sobre la tierra”9.
acuerdo con la ley cuando éstas ocurran. Aceptada la retribución, de lo que se trata
Schopenhauer está consciente que él no es de establecer o encontrar una especie de
está inventando ninguna teoría penal y que, igualdad proporcional, de carácter jurídico,
por el contrario, lo que está haciendo es sim- entre el acto criminal del ofensor y la retribu-
plemente difundir y reeditar la vieja doctrina ción institucionalizada del ofendido. Esto
platónica –que Séneca repite en estos térmi- quiere decir que el sentido de la pena judicial
nos: “Nemo prudens punit, quia peccatum est; se dirige, o debe dirigirse, hacia el acto
sed ne peccetur”– que en los tiempos mo- criminoso mismo, no hacia el sujeto criminal,
dernos ha vuelto a ser propugnada por pensa- como se deriva de las teorías utilitaristas o
dores como Hobbes, Puffendorf, Beccaria, prevencionistas. Lo que compete a la justicia
Carrara, Feuerbach y muchos otros juristas y legal es, más bien, restituir el orden quebran-
filósofos. tado, mediante la proporción jurídica debida,
Regresando a Kant, al estudiar su teoría en cierto modo, al estilo aristotélico. “En todo
penal en los fundamentos, se verá que domi- castigo –escribe– como tal, debe haber ante
na en ella el interés de una justificación no todo justicia, ésta constituye lo esencial en
orientada al futuro. Esto, debido a que, según este concepto”10. En efecto, se pregunta Kant:
él, del derecho a castigar del Estado no se “¿Cuál es el tipo y grado de castigo que la
deriva ninguna consecuencia que sea legíti- justicia pública adopta como principio y como
mo tener en consideración. El poder de casti- patrón?” 11 . Ninguno, sostiene, más que el
gar, principal y esencialmente, se deriva del principio de igualdad. Por tanto, “cualquier
poder moral que tiene la sociedad de defen- daño inmerecido que ocasiones a otro te lo
der lo que de suyo le pertenece. Si bajo la haces a ti mismo; si me injurias, te injurias; si
perspectiva schopenahuereana se encontraba me robas, te robas a ti mismo; si golpeas, te
una justificación en la proyección futura de golpeas a ti mismo; si matas a tu prójimo, te
la pena, Kant pretende atribuir la mayor ra- matas a ti mismo”12. La clave de la prohibi-
cionalidad posible a la retribución. La pena ción está, desde el punto de vista lógico, en
debe encontrar fundamentación y sentido so- que todas estas acciones generan una aniqui-
lamente cuando se aplica sin tener en cuenta lación social ya que, si estuviera permitido
una intención que vaya más allá de sí misma robar, y como consecuencia de ello promul-
para entrar a considerar al infractor y a la re- gáramos el principio “se permite a todo el
lación que éste guarda con la sociedad y el mundo robar”, entonces, evidentemente, to-
Estado. Cuando esto ocurre, la persona queda dos podrían ser simultáneamente sujetos y
mediatizada, aunque se alegue que la media- objeto del robo, con lo cual desaparece toda
tización obedece a fines altruistas y superio- seguridad, puesto que se aniquila el concepto
res como lo son los queridos y tutelados por mismo de “robo” en su esencia. Es interesan-
el Derecho. La pena “no puede servir simple- te observar que Kant desarrolla consecuente-
mente como medio para fomentar otro bien, mente su idea de castigo desde sus primeras y
sea para el delincuente mismo, sea para la hasta sus últimas obras. Así, por ejemplo, en
sociedad civil, sino que ha de imponerse al las Lecciones de Etica encontramos la arqueo-
autor del delito sólo porque ha delinquido”8. logía y cimientos de su pensamiento más tar-
La pena obedece a un imperativo cate- dío. Ahí distingue entre castigos preventivos
górico que obliga a castigar y, por ello, nin-
gún hombre de la sociedad civil puede esca-
9 Ibíd., p. 167.
par a él. Si eso ocurre, sería degradar la 10 Ibíd., p. 167.
11 Ibíd., p. 166.
8 Metafísica de las costumbres, p. 116. 12 Ibíd., p. 167.
132 REVISTA DE DERECHO [VOLUMEN XII

y castigos restitutorios, entre castigos que ata- sión, sea de deseo o de miedo, porque si eso
ñen a la justicia penal y castigos que atañen a ocurre, la conducta moral humana quedaría
la prudencia del legislador. “Los castigos pre- motivada por la causalidad natural y con ella
ventivos –escribe– son aquellos que se decla- escaparía al campo de la libertad y, por lo
ran con el fin de que no acontezca el mal. Los mismo, a la responsabilidad jurídica y moral.
restitutorios, por el contrario, se declaran por De aquí se sigue, primero, que toda coacción
el mal que ha ocurrido. Los castigos, por lo psicológica para evitar y prevenir delitos tal
tanto, son medidas para evitar o penar el mal. como se deriva de la prevención general ne-
Todos los castigos provenientes de la autori- gativa, sostenida primero por Schopenhauer
dad son de tipo preventivo, aleccionadores y más tarde por Feuerbach en Alemania, ca-
para el propio infractor o tendientes a alec- recería de toda justificación moral y, segun-
cionar a otros mediante el ejemplo.”13 do, que toda intimidación o inhibición psico-
Esto es lo que acontece en realidad, y es lógica supone utilizar la sanción, en incluso
el modo como comúnmente concibe la auto- al delincuente, como medio y no como fin en
ridad pública su función de castigar. Cierta- sí misma. La acción, en cambio, ha de estar
mente la autoridad no castiga porque se haya conforme a la voluntad que se da a sí misma
delinquido, sino para que no se vuelva a de- su legislación y, por tanto, su propia autono-
linquir. Pero después Kant avanza más resuel- mía y su propia soberanía.
tamente exponiendo su propia concepción re- Los motivos subjetivos existirían única-
tributiva del castigo y explicando por qué, mente para suplir la falta de moralidad.
desde un punto de vista moral, falla la con- “Quien se ve recompensado a causa de sus
cepción prevencionista de la autoridad públi- buenas acciones, volverá a ejecutar una bue-
ca. El retribucionismo de alguna manera re- na acción, pero no porque sean buenas, sino
compensa al delincuente al permitirle su porque son recompensadas y, quien es casti-
reinserción en la vida social. Pero la recom- gado a causa de una mala acción no aborrece
pensa –dice Kant– se sigue de una buena ac- las malas acciones, sino los castigos, de modo
ción “y no para que se sigan ejecutando bue- que continuará realizando malas acciones, tra-
nas acciones, sino porque se ha obrado bien. tando de eludir los castigos mediante la ‘as-
Si comparamos los castigos con las recom- tucia jesuítica’”15.
pensas, observaremos que ni los castigos ni Toda la argumentación kantiana en esta
las recompensas deben ser considerados como materia está ordenada a justificar un
motivo de acciones”14. Si así ocurriese en rea- retribucionismo que descarta toda posibilidad
lidad, entonces la finalidad jurídica de la pena teórica de aceptar la pena desde una perspec-
incurriría en la llamada por Kant “índole ab- tiva teleológica. El fundamento de su ética
yecta”, que se divide en “índole mercenaria” humanitaria supone el principio según el cual
(acciones motivadas por la recompensa) e “ín- debe tratarse a la humanidad, en la persona
dole servil” (la inhibición de cometer mala del prójimo y en la propia, siempre como fin
acción por miedo al castigo), y ambas con- en sí mismo y jamás como medio. Este prin-
ductas son contrarias al orden moral. De esta cipio fundamentalísimo de la cultura ética
forma, toda acción o toda omisión de come- occidental intenta Kant hacerlo presidir el
ter un delito por miedo, intimidación o per- orden jurídico, toda vez que, en su concep-
suasión, queda, según Kant, absolutamente ción, el derecho, en definitiva, debe respon-
fuera del orden moral, lo cual es perfectamen- der a las exigencias de la moralidad por mu-
te coherente con su concepción ética que im- cho que el derecho en tanto derecho se
plica que un acto verdaderamente moral no distinga precisamente de la moralidad. De ahí
debe ser ejecutado bajo ningún estado de pa- su insistencia en que la acción de castigar se
fundamenta en el delito cometido en sí, en
13
la pura transgresión de la legalidad vigente
Lecciones de ética, Siglo XXI, Madrid,
1994, p. 95.
14 Ibíd. p. 95. 15 Ibíd. p. 127.
2001] COFRE: LA DIMENSION FILOSOFICA Y MORAL DE LA PENA 133

–como dirá Hegel– y bajo una idea directriz intereses surgen de la necesidad material y
representada por la ley del talión, principio tangible que despliega el hombre por el mun-
éste que Kant lleva hasta las últimas conse- do real, en lo cual y con lo cual, en definitiva,
cuencias cuando trata de justificar la pena no se distingue en el reino de la naturaleza de
capital. La lex talionis constituye, para el fi- los demás seres sensibles. Porque también
lósofo de Königsberg, la medida y la regla éstos tienen intereses derivados de la priori-
cuando se trata de castigar un crimen. Porque dad material de sus cuerpos y del medio am-
“si alguien ha cometido un asesinato, tiene que biente. En cambio, al hombre, y sólo al hom-
morir. No hay ningún equivalente que satis- bre, le ha sido dada la gloria de sobrepasar
faga a la justicia más que la muerte del los intereses en vista de aspiraciones más al-
ofensor. No existe ninguna equivalencia en- tas e intangibles, que son los valores. Los va-
tre una vida, por penosa que sea, y la muerte; lores corresponden y orientan la vida espiri-
por tanto, tampoco hay igualdad entre el cri- tual y por ser ésta muy superior a la material,
men y la represalia sino matando al culpable todo el orden humano debe subordinarse a
por disposición jurídica, aunque ciertamente ella.
ha de tratarse de una muerte libre de cualquier Desde la otra perspectiva, fundamental-
ultraje que convierta en un espantajo a la hu- mente pragmática, romana y empirista, el
manidad en la persona de quien la sufre”16. hombre es eminentemente un ser social y su
La reflexión que cabe hacer aquí es si, realización en orden a conseguir la felicidad
como sostenía Ulpiano, ¿ha de hacerse justi- depende de la interacción social. Desde este
cia siempre, aunque perezca el mundo? O, por ángulo de visión, la eliminación del delin-
el contrario, ¿ha de hacerse justicia, como co- cuente no solamente sería inmoral –ya que la
rregirá Hegel, precisamente, para que no pe- moral es un resultado de la vida social y no
rezca el mundo? Kant es partidario absoluta- una consecuencia nouménica de leyes a priori
mente del primer modo de concebir la justicia independientes de la causalidad natural– sino
y ello, como se ha recordado, porque hace también improductiva. De lo que se trata, en-
derivar lógica y ontológicamente la justicia tonces, es de otorgarle la posibilidad de re-
jurídica de la justicia moral y, siendo el or- tornar al orden perdido como consecuencia de
den moral superior al jurídico, este último la caída. El delincuente que reconoce su deli-
debe subordinarse a aquél. Porque la grande- to, recibe una pena y se rehabilita, ya ha “sal-
za de lo humano no consiste en el comporta- dado” su deuda con la sociedad y, por tanto,
miento jurídico, ni político, ni social, sino en ésta debe volver a admitirlo en su seno para
el comportamiento conforme al deber, es de- la plena integración y realización humana y
cir, a la moralidad, lo único no condicionado social.
y bueno en sí mismo. Naturalmente que esto Lo contrario sería brutalidad e injusticia
no quiere decir que Kant rechace el orden y así lo entienden los filósofos penalistas de
jurídico, político y social; tan sólo quiere de- todos los tiempos. Schopenhauer intentará re-
cir que estos órdenes no pueden autolegislar batir la esencia del argumento kantiano del
a espaldas de la moralidad ya que el hombre hombre como finalidad absoluta, y Beccaria
se define como tal por su conducta moral, ni hará un llamado humanitario en la defensa de
siquiera por la teórica, sino esencialmente los derechos del condenado apelando a la sen-
por su vida práctica y, dentro de ésta, por la sibilidad social. Para el filósofo alemán, el con-
moral. cepto del castigo se reduce a lo siguiente: “La
La doctrina rival, el retribucionismo uti- emisión de un mal como secuela de una ac-
litarista, en cambio, descuida este aspecto teó- ción, ocasiona que dicha acción quede ame-
rica y racionalmente tan riguroso y sólido, nazada por la ley a fin de prevenir aquel mal”17.
para minimizarlo en vistas de la seguridad Este concepto schopenahuereano supone que
jurídica y de los intereses sociales. Pero los el castigo vale contra una acción malvada que

16 Metafísica de las Costumbres, p. 168. 17 Ibíd. p. 110.


134 REVISTA DE DERECHO [VOLUMEN XII

está prohibida por la legalidad mediante otra miembros de dicha sociedad en asuntos de de-
disposición jurídica que anula la ilegalidad y, recho, y castiga las culpas que cualquiera haya
de esta forma, la finalidad propia de la ley con- cometido contra la sociedad, aplicándole los
siste en la intimidación del menoscabo del de- castigos que la ley tiene establecidos”19.
recho ajeno ya que, precisamente, para quedar De este modo, al parecer, el ius talionis
protegido ante injusticias o violaciones de la kantiano queda rechazado por estos pensado-
ley es por lo que cada cual se adhiere al Estado res, con lo cual se desecha el principio último,
y renuncia a cometer injusticias, a la vez que de carácter oral, que debe sustentar el derecho
asume las cargas para la conservación del Es- penal, según Kant. Lo que no puede aceptar
tado y el orden social. Ahí estaría el fundamen- Schopenhauer es que el derecho castigue úni-
to de la reserva teleológica de Schopenhauer ca y exclusivamente las acciones en sí mismas;
y, a su vez, el punto de quiebre con el retri- eso lo considera contrario a la razón y, preci-
bucionismo kantiano. De ahí que Schopenhauer samente por ello, “inmoral”.
deba fundamentar su rotundo rechazo al prin- Como se observa, el ataque de los
cipio moral kantiano según el cual el hombre prevencionistas a la concepción jurídico-pe-
nunca debe valer como medio, sino siempre nal del retribucionismo radica en el concepto
como fin. La vindicatio, que mira al pasado, de sociedad civil y, muy especialmente, en la
sólo tendría razón de ser en el estado de natu- idea del “pacto social”. Pareciera ser, en la
raleza, pero dentro del Estado pierde toda sig- doctrina prevencionista, que el pacto impli-
nificación y todo valor de justicia ya que al ca, desde luego, la potencial consecuencia
acordarse por contrato social las leyes que re- indeseada del castigo para los hombres que
girán el Estado, éste, a nombre del individuo concurrieron a su aceptación. Este es, tam-
ofendido, hará recaer todo su peso legal contra bién, el punto del jurista italiano Cesare
el individuo ofensor y, de este modo, los tri- Beccaria, quien, en 1764, dio a la luz su fa-
bunales de la sociedad civil cumplirán el pro- moso y breve tratado De los delitos y de las
pósito para el cual fueron creados, esto es, penas en donde echa los fundamentos del de-
dirimir y restablecer el orden jurídico cuan- recho penal prevencionista de la Ilustración.
do alguno de sus integrantes lo ha quebran- Beccaria asume una teoría netamente utilita-
tado. En este punto Hegel concuerda con rista e intimidatoria de la pena; el fin de la
Schopenhauer –o quizá Schopenhauer con pena no es otro que impedir al reo realizar
Hegel. El filósofo idealista escribe: “El dere- nuevos daños a los ciudadanos y desanimar a
cho que ha llegado a la existencia en forma de los demás a hacer cosas semejantes. No es
ley, es para sí, y se pone como independiente necesario, piensa Beccaria, que las penas sean
frente al particular y la opinión del derecho crueles, como lo es la pena capital, para ser
alcanza valor como universal. Este conocimien- intimidatorias. En su defecto, basta la cadena
to y realización del derecho en los casos parti- perpetua, la que sería más intimidatoria y,
culares que deja de lado el sentimiento subje- desde luego, más humana que la propia pena
tivo del interés particular, concierne a un poder de muerte porque le obliga a representarse al
público, los tribunales de justicia”18. potencial ofensor una larga vida cargada de
También Locke, antes que Hegel, valora y sufrimiento y no sólo un momento amargo y
legitima la función punitiva que le cabe al Esta- pasajero, que es el de la ejecución.
do cuando señala en su Ensayo sobre el gobier- Kant rechaza conscientemente la argu-
no civil, “Vemos, pues, que al quedar excluido mentación de Beccaria y, por tanto, podría-
el juicio particular (la posibilidad de venganza) mos suponer, la argumentación de Locke y de
de cada uno de los miembros, la comunidad vie- Schopenhauer, y todo el retribucionismo,
ne a convertirse en árbitro y, interpretando las cuando escribe precisamente lo siguiente. “El
reglas generales por intermedio de ciertos hom- Marqués de Beccaria, por un sentimentalis-
bres autorizados por la comunidad, resuelve to- mo compasivo de un humanitarismo afecta-
das las diferencias que puedan surgir entre los
19 Ensayos sobre el Gobierno Civil, Edit.
18 Op. cit., p. 209. Aguilar, 1963, p. 109.
2001] COFRE: LA DIMENSION FILOSOFICA Y MORAL DE LA PENA 135

do, ha sostenido que toda pena de muerte es ria de la representación individual de males
ilegítima, porque no puede estar contenida en jurídicos futuros, en el pacto, el origen de la
el contrato civil originario pues en ese caso legitimidad de los castigos judiciales porque,
cada uno en el pueblo hubiera tenido que es- racionalmente, nadie firmaría un pacto en el
tar de acuerdo en perder su vida si mata a otro; cual somete a riesgo su persona y la deja como
pero este consentimiento es imposible porque rehén de las vicisitudes de la vida.
nadie estaría dispuesto a dejar que otros dis-
pongan a su arbitrio de su propia vida.”20
Contra este argumento (de que en el con- IV. CONCLUSIONES
trato originario sería imposible que el indivi-
duo aceptara poner en riesgo su propia vida en En este trabajo, orientado específicamente
el caso hipotético y contrafáctico de cometer a examinar las consecuencias de la pena desde
él un homicidio, sobreviniéndole por ello la lex una perspectiva filosófica, hemos asistido al
talionis –argumento en el cual se hacen fuerte debate entre el retribucionismo y el utilitaris-
todos los prevencionistas contrarios a la pena mo prevencionista penales. No se puede decir
de muerte y, en general, a la pena compen- que, moralmente hablando, el retribucionismo
satoria– se dirige el formidable pensamiento haya cedido ante el utilitarismo, ni lo contra-
kantiano. En efecto, nadie –explica– en el con- rio. Estas dos posiciones constituyen una anti-
trato civil originario pondría su vida en peli- nomia aparentemente insoluble en el terreno
gro al acordar la pena máxima para un asesi- de la filosofía penal y, desde luego, ponen a la
no. No es el pueblo, es decir, cada individuo vista las dificultades filosóficas y morales que
en sí mismo, quien dicta la condena de muer- surgen en una y otra postura.
te, sino el tribunal, es decir, la justicia pública, El debate, en todo caso, nos aclara y nos
por tanto, otro distinto del criminal. En el con- lleva a exigir a todo sistema penal el cumpli-
trato social no está contenida, en modo algu- miento de algunos principios éticos fundamen-
no, la promesa de ser castigado, disponiendo tales sin los cuales la sociedad que castiga me-
así el contratante de sí mismo y de su propia diante el derecho penal no puede mantener ni
vida. El punto clave de este sofisma, dice Kant, conservar una buena conciencia. Y estos prin-
es el de considerar que el propio juicio del cri- cipios son, según se desprende de este debate,
minal de tener que perder la vida se considere al menos los siguientes: “Hacer el bien y evi-
como decisión de su voluntad y, de este modo, tar el mal”, “Tratar al prójimo siempre como
se representen como unidos en una y la misma fin y nunca como medio”, “No castigar jamás
persona el que exige la sanción y el que la de- a un inocente por muy buenas razones de ca-
creta, porque si así fuera estarían en una mis- rácter social y preventivo que se puedan adu-
ma posición el delincuente y el juez que san- cir”, “Darle a cada cual lo suyo según el méri-
ciona al criminal. Y puesto que, para Kant, la to de sus actos y sólo por el mérito de sus actos,
legislación externa al sujeto moral se corre- lo que equivale a decir que nadie debe ser cas-
laciona con el Derecho, corresponde precisa- tigado con más ni menos que lo que realmente
mente a éste la coacción y la sanción exterior sus hechos delictivos valen”.
de los actos antijurídicos. Tal legislación pe- A estos hay que sumar los principios con-
nal y, en especial, la sentencia condenatoria del sagrados por el liberalismo a partir de las doc-
tribunal, le sobreviene al individuo mediante trinas iusnaturalistas e ilustradas de la moder-
una causa externa, ajena a la autonomía de su nidad, que conocemos como derechos humanos
voluntad. Bajo ésta, las disposiciones y condi-
o fundamentales y que han pasado a constituir
ciones internas y subjetivas del individuo que-
el soporte y la verdadera legitimación del mo-
dan superadas y supeditadas al poder de las ins-
derno estado social y democrático de derecho.
tituciones jurídicas llamadas a calificar y a
Estos principios morales no deberían ser
sancionar las conductas criminales. Mal podría
sometidos a regateo por ninguna política cri-
ser, entonces, la supuesta contribución volunta-
minal y, por el contrario, deberían presidir y
orientar todo el ordenamiento jurídico penal
20 Metafísica de las Costumbres, p. 171. de una nación civilizada.

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