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116 JUAN A.

GARCÍA GONZÁLEZ

los conocimientos esenciales del hombre hasta aproximarlos en lo


posible a su método: “los símbolos pertenecen a la línea metódica
que llamo abandono del límite mental” (p. 214).39
Este tema del conocimiento simbólico es nuevo en la produc-
ción literaria de Polo y sobre él incluso manifiesta la esperanza de
que “alguno de sus discípulos complete la investigación que aquí
se inicia, o la oriente en otra dirección” (p. 218),40 aunque ha sido
él mismo quien la ha prolongado en su libro sobre Nietzsche.41
Quizá su novedad explica algunas imprecisiones o ambigüedades
que me parece encontrar en la exposición poliana de esta doc-
trina,42 advirtiendo desde luego que tales inexactitudes pueden
muy bien deberse a mi insuficiente comprensión de ella.

39 Polo, L., 2005, p. 214.


40 Antropología trascendental II, nota 262, p. 218.
41 Polo, L., 2005, cap. VI, pp. 207-232.
42 Señalaré dos de ellas:

– una es la distinta enumeración de los símbolos y claridades que aparece


dentro de Antropología trascendental II y en Nietzsche como pensador de dualidades,
y que haré notar más adelante;
– la otra es que en el Curso de teoría del conocimiento se habla del hábito
como “la operación ejercida iluminada por el intelecto agente”. (Curso de Teoría del
Conocimiento IV-2, p. 141), mientras que en Antropología trascendental II:
a) con fundadas razones, la iluminación del fantasma se atribuye a la sindéresis,
en lugar de al intelecto agente: “la iluminación de los fantasmas se atribuye al intelecto
agente. Pero si el intelecto agente se asimila a la luz transparente, la cual es superior
a las luces iluminantes, es más ajustado sostener que la iluminación de los fantasmas
corresponde a la sindéresis, es decir, una luz iluminante”: (Antropología trascendental
II, nota 38, p. 22), lo que movería a pensar que es también la sindéresis la que ilumina
la operación ejercida, por la enunciada razón de ser una luz iluminante, y
b) afirma reiteradamente que las ideas simbólicas “son las operaciones ilumi-
nadas por los hábitos adquiridos” (e. g. Antropología trascendental II, p. 218); cuando,
un poco más arriba en la misma página, dice que hay que apelar a “la iluminación de
las operaciones por la experiencia intelectual”; y el epígrafe anterior dice en su título
que “las ideas son los temas iluminados por la experiencia intelectual”. Esto último
se explica porque la experiencia intelectual ilumina a ambos: operación y tema.
Pero, en definitiva, ¿qué ilumina la operación: el intelecto agente, la sindéresis,
el hábito adquirido o la experiencia intelectual? Entiendo que la sindéresis engloba
todo, y que su iluminación es gradual e intensificante: empieza con la imagen sensible
antecedente y se continúa con la operación y con el hábito, hasta suscitar la experiencia
intelectual, que –en unos u otros casos– puede ser mayor o menor.

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