los conocimientos esenciales del hombre hasta aproximarlos en lo
posible a su método: “los símbolos pertenecen a la línea metódica que llamo abandono del límite mental” (p. 214).39 Este tema del conocimiento simbólico es nuevo en la produc- ción literaria de Polo y sobre él incluso manifiesta la esperanza de que “alguno de sus discípulos complete la investigación que aquí se inicia, o la oriente en otra dirección” (p. 218),40 aunque ha sido él mismo quien la ha prolongado en su libro sobre Nietzsche.41 Quizá su novedad explica algunas imprecisiones o ambigüedades que me parece encontrar en la exposición poliana de esta doc- trina,42 advirtiendo desde luego que tales inexactitudes pueden muy bien deberse a mi insuficiente comprensión de ella.
39 Polo, L., 2005, p. 214.
40 Antropología trascendental II, nota 262, p. 218. 41 Polo, L., 2005, cap. VI, pp. 207-232. 42 Señalaré dos de ellas:
– una es la distinta enumeración de los símbolos y claridades que aparece
dentro de Antropología trascendental II y en Nietzsche como pensador de dualidades, y que haré notar más adelante; – la otra es que en el Curso de teoría del conocimiento se habla del hábito como “la operación ejercida iluminada por el intelecto agente”. (Curso de Teoría del Conocimiento IV-2, p. 141), mientras que en Antropología trascendental II: a) con fundadas razones, la iluminación del fantasma se atribuye a la sindéresis, en lugar de al intelecto agente: “la iluminación de los fantasmas se atribuye al intelecto agente. Pero si el intelecto agente se asimila a la luz transparente, la cual es superior a las luces iluminantes, es más ajustado sostener que la iluminación de los fantasmas corresponde a la sindéresis, es decir, una luz iluminante”: (Antropología trascendental II, nota 38, p. 22), lo que movería a pensar que es también la sindéresis la que ilumina la operación ejercida, por la enunciada razón de ser una luz iluminante, y b) afirma reiteradamente que las ideas simbólicas “son las operaciones ilumi- nadas por los hábitos adquiridos” (e. g. Antropología trascendental II, p. 218); cuando, un poco más arriba en la misma página, dice que hay que apelar a “la iluminación de las operaciones por la experiencia intelectual”; y el epígrafe anterior dice en su título que “las ideas son los temas iluminados por la experiencia intelectual”. Esto último se explica porque la experiencia intelectual ilumina a ambos: operación y tema. Pero, en definitiva, ¿qué ilumina la operación: el intelecto agente, la sindéresis, el hábito adquirido o la experiencia intelectual? Entiendo que la sindéresis engloba todo, y que su iluminación es gradual e intensificante: empieza con la imagen sensible antecedente y se continúa con la operación y con el hábito, hasta suscitar la experiencia intelectual, que –en unos u otros casos– puede ser mayor o menor.