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Supremacía de la constitución
Los artículos de una Constitución son aplicables en cualquiera de las esferas de la vida
jurídica, es decir en todo aquello que regulan el derecho público y el derecho privado. debido a
eso, en el ámbito de la acción estatal, la materia a que se refiere el Derecho Constitucional
como disciplina jurídica, es básica para estudiar y comprender las relaciones que existen entre
los poderes y los órganos del estado, así como los que se dan entre éste y los ciudadanos; o
sea que el campo de la aplicación de esta manera es muy amplio, ya que domina todo el
derecho.
En la construcción positiva, la primera posición jurídica es la de la Constitución, lo que quiere
decir que toda norma que no es expresa, debe estar subsumida en las normas fundamentales,
o lo que es lo mismo, el nexo que se guarda con la ley primaria a veces no aparece claro, pero
estará contenida en sus principios, en su objeto y sus fines.
¿Qué posición debe tener la Constitución en el contexto del ordenamiento jurídico de un país?
Indudablemente ocupa la cabeza o el primer lugar de acuerdo con el principio de la jerarquía
de las leyes y a esta situación se le llama supremacía porque la Constitución es el
fundamento positivo donde se asienta el orden jurídico del Estado; es la fuente o principio del
orden estatal entero.
No hay Estado sin Constitución, ésta es la Ley de leyes, ya que dicha posición jerárquica
obedece a que tiene implícita toda una filosofía que orienta no sólo a los agentes del Poder -a
los gobernantes- sino también a la conducta de los habitantes -los gobernados-. En
conclusión, encontramos que es apropiado decir que hay supremacía material y supremacía
formal, ya que tal afirmación se basa en los dos sentidos expuestos anteriormente.
Interpretación de la constitución
Interpretar es desentrañar el significado o sentido de una expresión. Se puede interpretar toda
expresión que encierre un sentido. Interpretar la ley es descubrir su sentido y lo que se
interpreta no es la materialidad de los signos sino su significación.
¿Cuál es el sentido de la ley? Según una tesis, éste no puede ser sino en función de la
voluntad del legislador, pero lo que cuenta realmente es interpretar el texto de la ley, aunque
no puramente gramatical. Recordemos que puede haber equivocidad en los términos, que
pueden tener múltiples significados y sobre todo tener en consideración que la interpretación
de la ley va en pos de una significación propiamente jurídica que no la crea el legislador, ya
que éste lo que quiere es derecho.
Completamos lo relativo a la interpretación al indicar que hay tres clases: auténtica, judicial
(usual o jurisprudencial) y doctrinal o privada.
Interpretación Auténtica
La interpretación auténtica es la que hace el mismo legislador –exégesis legislativa- por medio
de una ley posterior, la cual obliga a todo el mundo.
Interpretación Judicial
La interpretación judicial es la que llevan a cabo los jueces con el fin de aplicar la norma a un
caso concreto y ésta no obliga a todos, sino solamente a las partes de un proceso, quienes
obedecen el fallo que se dicta.
En este apartado, cabe hacer referencia al papel que juega la jurisprudencia, pues la Corte
Suprema de Justicia, las Salas de Apelaciones y otros tribunales ordinarios, como también la
Corte de Constitucionalidad, en su calidad de tribunal permanente de jurisdicción privativa,
tienen a su cargo la interpretación de las normas o preceptos constitucionales como parte
fundamental del ordenamiento jurídico positivo que rige el país. A ese respecto, incluimos lo
que Rafael Bielsa menciona sobre un fallo de la Corte Suprema de Justicia de su país,
Argentina, en el que se indica que “la interpretación de la Constitución nacional no debe
hacerse poniendo frente a frente las facultades que ella enumera, para que se destruyan
entre ellas, sino armonizándolas dentro del espíritu general que les dio vida”.
En la aplicación de las leyes, cualesquiera que sean, en donde aparezca una interpretación
contraria a principios fundamentales, como el de la igualdad ante la ley, la materia prima es
siempre la trasgresión constitucional, pero la interpretación en las causas del orden
jurisdiccional -el vehículo- por así decirlo, del recurso extraordinario que se utiliza para buscar
solución a esa trasgresión.
Contrario sensu, existe la Constitución escrita o formal que aparece en un texto ordenado,
que representa un manual elemental del ciudadano que expresa deberes, derechos y
libertades. Es el contrato social concreto entre gobernantes y gobernados. Es producto de la
deliberación y aprobación de un órgano especialmente integrado para redactarla en nombre
del pueblo, al que se conocer con el nombre de Asamblea Nacional Constituyente.
Según el inciso b), la Constitución material será el conjunto de normas que contiene los
principios rectores del Estado, o sea los que determinan como se establece, se ejerce y se
transmite la autoridad política. Formal será la Constitución como conjunto de normas e
instituciones jurídicas que analiza la función de la persona que dicta el acto o las solemnidades
que rodean su expedición.
El inciso c), se refiere a lo que está relacionado con las modificaciones o cambios
constitucionales que eventualmente pueden producirse en las cartas magnas. Si estas son
rígidas, solamente podrán ser reformadas utilizando procedimientos especiales que se
destacan en las mismas leyes fundamentales, para mantener su estabilidad y certeza. Son
características que se identifican este tipo de constituciones, como consecuencia de la
resolución tomada por el mismo órgano legislativo extraordinario que las crea, es decir, la
Asamblea Nacional Constituyente. En tal supuesto, está previsto que se convoque al órgano
legislativo
Extraordinario que las emitió, aunque en el caso de Guatemala, dicha convocatoria sólo tendrá
lugar si hubiere necesidad de reformar los Artículos vinculados con los derechos individuales
(3°. Al 46), o atribuir la función al órgano legislativo ordinario, en cuyo caso su labor de reforma
no se hará realidad o no será efectiva sin que se haya sometida a ratificación del titular de la
soberanía (Artículo 280), es decir el pueblo, mediante el procedimiento consultivo contemplado
en el Artículo 173 constitucional.
En cambio, las constituciones flexibles, es decir dúctiles, pueden ser modificadas en cualquier
momento por medio del legislador ordinario, circunstancia que se adecua al aforismo inglés
que dice que “el parlamento puede hacerlo todo, menos convertir un hombre en mujer”.
No obstante, en ambos casos, casi siempre en la misma Constitución su órgano creador ha
tenido el cuidado de proponer la fórmula o las disposiciones respectivas para que tenga lugar
un procedimiento de modificaciones de la normativa básica.