Está en la página 1de 12

Bourdieu “La Opinión Pública no existe”

El autor analiza tres postulados que dejan en evidencia cómo funcionan


las encuestas como formadoras de opinión pero principalmente los cabos
sueltos que estas dejan. Según Bourdieu:

1) Cualquier encuesta de opinión supone que todo el mundo puede tener una
opinión o que la producción de una opinión está al alcance de todos.

2) Supone que todas las opiniones tienen el mismo valor.

3) Y en el simple hecho de plantear la misma pregunta a todo el mundo está


implicada la hipótesis de que hay un consenso sobre los problemas, que hay
un acuerdo sobre las preguntas que merece la pena hacer. Se induce la
respuesta por la maneara de hacer la pregunta.

Las encuestas actualmente están subordinadas a intereses políticos, son


un instrumento de acción política. Muchas veces en ellas se condicionan las
respuestas mediante la forma de hacer una pregunta o mediante el uso de
determinadas opciones impuestas.

En la encuesta de opinión se trata de construir la idea de que existe una


opinión pública unánime, y así legitimar una política y reforzar las relaciones de
fuerza que la fundan o la hacen posible.

Las encuetas buscan causar un efecto de consenso y para esto suelen dejar
pasar diferentes situaciones:

- La encuesta de opinión busca precisamente una opinión y para esto


apura a la gente a contestar preguntas que no se les plantean y eso
no es posible. Con esto sostienen el postulado que todo el mundo debe
tener una opinión y se suelen ignorar en ellas los “no-contesta” que
muchas veces dice más que los que contestan. Además muchas veces
transforman las respuestas éticas en respuestas políticas para poder
imponer una determinada problemática.

- El segundo principio a partir del cual la gente puede producir una opinión
es el “ethos de clase” (ética de clase), un sistema de valores implícitos
que las personas han interiorizado desde la infancia y a partir del
cual engendran respuestas para problemas muy diferentes. Una
respuesta puede cambiar dependiendo la historia y la clase social a la
que pertenece el que contesta.
- Otro es el hecho de que se suele asociar la idea de la objetividad de
una encuesta de opinión con el hecho de plantear la pregunta en los
términos más neutros para dar plena oportunidad a todas las
respuestas. La encuesta de opinión estaría más cerca de lo que ocurre
en la realidad si trasgrediera las reglas de la objetividad y otorgara a la
gente opiniones ya formuladas.

- Una persona tiene más opiniones sobre un problema cuanto más


interesada se encuentra en el problema, no son lo mismo todos las
respuesta, existe opiniones con más peso que otras dependiendo
de su instrucción académica. Acumulan opiniones que no tiene en
absoluto la misma fuerza real y esto lleva a producir artefactos
desprovistos de sentido.

- La encuesta de opinión tradicional, ignora a los grupos de presión y a


las disposiciones virtuales que pueden no expresarse en forma de
discurso explícito. No siempre es posible dar una respuesta con el
simple hecho de marcar una opción.

- Una encuesta de opinión trata a la opinión pública como una simple


suma de opiniones individuales, recogidas en una situación donde el
individuo va furtivamente a expresar en el aislamiento una opinión
aislada.

Existen por un lado las opiniones constituidas, movilizadas, ciertos grupos de


presión movilizados en torno a un sistema de intereses explícitamente
formulados, y por otro, disposiciones que no son opinión ni se entienden como
tal. Las partidos políticos previo a cada elección platean mal las cuestiones a
interrogar y juegan con el disimulo de las divergencias para ganarse los votos
de los indecisos

“La opinión pública, en la acepción que aceptan implícitamente


los que realizan los sondeos de opinión o los que utilizan los
resultados, no existe” Bourdieu.

Notas en torno a la dicotomía público – privado: una


perspectiva política

Análisis de la dicotomía publico privado desde una perpectiva sociológica y


teórica política que pone énfasis en la polisemia de ambos conceptos y las tres
acepciones de Nora Rabotnikof que afirma que los público es lo común, lo
general, lo manifiesto visiblemente, lo abierto y lo privado es lo individual, lo
particular, secreto u oculto, cerrado.

El espacio público y privado conforman la distinción que sustenta una


relación directa con la vida política al ordenar el mundo humano en ámbitos
que remites a lógicas de funcionamiento distintas, define actores legítimos de
cada una y construye fronteras entre lo que compete a la comunidad política y
lo propio del individuo como “privado”.

En el Imperio Romano el espacio privado se constituyo como el espacio


donde el padre domina los asuntos domésticos y lo público donde los hombres
libres e iguales abordaban colectivamente los problemas comunes de la
ciudad. Luego en la Grecia aristotélica lo público se asocia a la política, a la
visibilidad y a un espacio donde se trata asuntos comunes, es decir, políticos.
También se hizo la distinción entre la res-publica aquellos que pertenece al
pueblo y las res-privada perteneciente a un jefe de familia (espacio público y
privado).

En la modernidad se reconfiguro la dicotomía y se introdujo una


problemática entre lo público y lo estatal. El lugar de dominación recae por un
lado en el Estado en la autoridad política y por el otro en el espacio privado
ligado al mercado. Esto a su vez crea un mecanismo de distinción entre la
política (lo público) y la moral (lo privado), y nuevamente se invierten los roles
porque aquello secreto que permanecía en lo privado al principio también
aparece en lo público/política ahora.

Este entrelazamiento de espacios vuelve a dividirse con Habermas el cual


separa lo estatal de lo público y a este ultimo lo caracteriza como espacio
autónomo donde se desarrollan formas de comunicación propias de la
modernidad y donde este colectivo pasa a formar una opinión pública clave
para la constitución de un orden validado y racionalizado. Además, la esfera
pública se consolida como espacio de mediación entre la sociedad civil y el
sistema político (Estado) y lugar de encuentro de libres e iguales, en donde
neutralizan y reelaboran particularidades

Críticas Feminista

La crítica feminista en torno a la distinción público – privado es la búsqueda


de impugnación de la teoría política liberal en la que se presentan todas la
desigualdades y formas de dominación que transcurren en el espacio
privado/domestico, no así en el espacio público donde tanto hombres como
mujeres son concebidos como pares. Y considerar así un liberalismo liberal, en
el que si este se conforma como enteramente liberal el problema de
dominación patriarcal de varones sobres mujeres estaría resuelto.
Para finalizar y siendo consientes de los mecanismo de inclusión y
exclusiones que emergen constantemente en las contracciones hegemónicas
contemporáneas, hablan de una lucha no solo de género sino social, un
espacio público heterogéneo que dé cabida a “los públicos que habitan los
espacios públicos”

Conclusión:

La distinción público privado se sostiene, según Retamozo, si se tiene en


cuenta:

1. La discusión en los modos de que se ordena la sociedad (los


proyectos hegemónicos) y determina lo público y lo privado mediante
una operación de exclusión. Una nueva configuración de los ámbitos
como campos intersubjetivos abierto que construyen el accionar
humano.

2. Que se reconozca siempre la contingente y móvil constitución de la


distinción, que no puede considerarse como inocua sino como
expresión de relaciones de poder y disputa en la sociedad.

3. Una opción abierta es profundizar el concepto de “campo público” el


cual no es la suma de espacios públicos, sino un lugar intersubjetivo
contingente y de encuentro, disputa, consenso y construcción, un
lugar armonioso y no conflictivo, donde la argumentación racional es
una estrategia de construcción política que pueden articular una
posición y disputar la transformación del orden social.

El espacio público debe incorporar interpelaciones democráticas e igualitarias


de manera articulada en diferentes sectores y debe constituirse como lugar en
donde se construyan hegemonías alternativas que garanticen un espacio de no
dominación. Si bien seria necesario abandonar la dicotomía, se ganaría la
capacidad analítica si se comprende que ambas están en permanente
reconfiguración y se utilizan como método para resolver demandas sociales.
Huergo “Hegemonía, un concepto clave para
comprender la comunicación”.

Hacia los 60 y los 70 se hablaba del papel de los medios de comunicación


en la dominación: los medios eran manipuladores de las conciencias, eran
vehículos de la ideología. En los 90 se empezó a comprender la dominación
desde otra óptica: La comunicación no como un proceso de dominación, sino la
dominación como un proceso de comunicación.

Además se trabajó en perspectivas que no solo miren como el opresor se


oponía a esa hegemonía sino que pusieron el ojo en como los oprimidos
fortalecían esa dominación (inconscientemente). Entonces se logró comprender
que los procesos políticos y las relaciones de poder no podían considerarse
aisladamente, sino que existen ciertas prácticas en ese entramado que trabajan
a favor de ese fortalecimiento, haciendo que los dominados internalicen esos
intereses. Para esta inversión de no ver más a los procesos políticos
relacionados con la fuerza, sino con el sentido, el concepto de hegemonía fue
clave.

¿Qué significa hegemonía?

Hegemonía, significaba conducción o dirección de otros, o el poderío y la


preponderancia para gobernar un grupo o una sociedad.

Existieron 2 significados:

1º) Se equipara hegemonía con dominio, la fuerza ejercida por los poderoso
sobre los subordinados, la sumisión política en lugar del consenso cultural.

2º) Se refiere a la capacidad de dirección intelectual, moral, y cultural en


virtud del cual una clase dominante logra acreditarse como legítima,
alcanzando consenso como clase dirigente.

Para Gramsci, una clase ejerce su supremacía mediante el dominio sobre


los grupos antagonistas. Pero también, mediante la hegemonía, en cuanto
articula y dirige a los grupos sociales aliados o neutrales, a través de los
aparatos hegemónicos de la “sociedad civil”.

Las prácticas hegemónicas, para Gramsci, tienen por objeto la formación


del conformismo cultural en las masas: una serie de comportamientos, valores
y pensamientos que permiten a una clase ejercer su supremacía. Este proceso
le permite a los grupos dominantes hacerse también dirigentes de la sociedad.
Para esta finalidad, los grupos dominantes trabajan el interjuego entre
hegemonía y consenso a través de la educación, el derecho, los partidos
políticos, la opinión pública, los medios de comunicación, etc.

La hegemonía entonces tiene que ser visualizada a través de las


vinculaciones entre la cultura y lo político. Barbero, afirma que la cultura misma
es un espacio de hegemonía: la dominación, lejos de ser un proceso de
imposición exterior, es un proceso en el que una clase se hace hegemónica en
la medida en que logra representar intereses diferentes de las clases populares
y, además, en la medida en que los sectores populares se reconocen “adentro”
del proceso hegemónico, lo asumen, lo hacen propio, son conformistas con él.
La cultura, se transforma permanentemente.

Según Cirese, lo popular no es lo original, lo popular siempre está en


proceso de conformación de transformación. Las culturas populares sobreviven
a través de estratagemas, de tácticas cotidianas frente a las estrategias
hegemónicas, de manera de poder materializar sus modos de vivir y pensar. A
través de esas tácticas y estratagemas, las culturas populares logran filtrar,
apropiarse de lo que viene de la cultura hegemónica. Articulan lo que viene de
su memoria con lo que viene del mercado burgués.

Para Laclau, para que exista hegemonía debe existir una práctica de
articulación. La articulación significa que dos elementos (dos identidades, dos
culturas) se ponen en relación, ya la relacionarse cada una contribuye a la
formación de una situación cultural diferente a ambas, que sin embargo no
anula a ninguno de los dos elementos (Virgen de Guadalupe).

Para Williams, la hegemonía es un complejo entrelazamiento de fuerzas


políticas, sociales, y culturales diferentes con el fin de constituir y sostener la
conducción de una sociedad con el fin de constituir y sostener la conducción de
una sociedad sin necesidad de la fuerza. Para desarrollar una “hegemonía
alternativa”, es imprescindible tener en cuenta la articulación o entrelazamiento
de diferentes formas de lucha culturales y sociales, y no sólo diferentes grupos
políticos.

La hegemonía y el proceso de formación discursiva

La sociedad puede considerarse una configuración discursiva; de manera


que todo lo que ocurre en ella posee un significado. Laclau, permite
comprender que el lenguaje configura la experiencia, la expresa y la interpreta.
El mundo social, como discurso, está poblado de significantes y de
significados, que son históricos (variables, abiertos, contingentes – no
necesarios- y procesuales – no esenciales-)

Con la finalidad de construir y sostener cierto orden social, la hegemonía


trabaja en dos sentidos:

1) La producción de imaginario de orden, que es coincidente con los propios


intereses e los sectores dominantes (el “orden” también es contingente,
variable y abierto pero se presenta como el único camino). Además, la
presentación de ese orden como algo “natural”.

2) La elaboración de una serie de equivalencias discursivas, esto es: la


producción de que determinados significantes tienen un significado fijo y
permanente que no debería ser subvertido. (Ej: orden)

Estas equivalencias naturalizan determinados significados que son sociales


e históricos. Sin embargo, comienzan a proliferar ciertos significados que dan
vuelta la equivalencia y ponen en juego ciertas diferencias.

En general, los significados que se desvían de los significados naturalizados


en el estatuto, quedan como del otro lado de una frontera imaginaria y suelen
ser objeto de pánico moral. Este es un problema central relacionado con las
vinculaciones entre comunicación y hegemonía, ya que en las culturas se
hacen dominantes determinados significados y otros son censurados
moralmente, son objetos de pánico moral, y los sujetos que los encarnan
suelen ser discriminados.

La hegemonía, desde el punto de vista discursivo trabaja de la siguiente


forma: en una “formación social”, que es la referencia empírica, se construye
una “formación hegemónica”, que es una producción simbólica o imaginaria. La
formación social posee elementos variables, contingentes y procesuales. Pero
la formación hegemónica va estableciendo fronteras, límites fijos que pretenden
estabilidad.

Fronteras imaginarias:

Lo que hace la “formación hegemónica”, es con el fin de afirmarse como un


“orden social”, es ubicar esas situaciones del otro lado de una frontera
imaginaria y ubicarse a sí misma como lo opuesto de esas situaciones, que
pasan a ser objeto de pánico moral, de control y de disciplinamiento.
Lo que trata de hacer la formación hegemónica es afirmar, como deseable,
una sociedad ordenada, es decir: burguesa, adulta y seria y que observe las
formalidades políticas.
Su objetivo con el fin de obtener concenso y legitimidad es que toda la
sociedad asuma y acepte esas fronteras; incluso, apuntar a que la mayoría de
los villeros, los jóvenes o los militantes, aspiren a pasar las fronteras. Para
esto, la formación hegemónica interpela a los sujetos, a través de la educación,
la formación, de opinión pública, los medios de comunicación, etc.

Pares binarios:

Es posible observar cómo la formación hegemónica organiza el campo


social a través de pares binarios. El objetivo de hacerlo responde a su
estrategia, entendida como el conjunto de acciones para “derrotar” al
adversario, debilitando sus fuerzas e invadiendo sus territorios. Los pares
binarios tienen una fuerte función ideológica, contribuyendo a estructurar las
percepciones sobre el mundo. (Civilización y Babarie)

Primero se ubicó a la barbarie del otro lado de la frontera, segundo se


trabajó en la internalización y aceptación de esa dicotomía por parte de los
sujetos y tercero, se elaboró estrategias, como la educación para vencer esa
barbarie.

Conformismo:

Los significados naturalizados, responden a los intereses dominantes y a


los procesos de dominación, a la vez es posible comprender cómo los
dominados muchas veces sumen actitudes conformistas, de modo que
colaboran en la reproducción social del pánico moral y la discriminación. (mi
hijo no era un vago, estudiaba y trabajaba, no tenia vicios, era un buen chico)

La hegemonía trabaja en el lenguaje a partir de que las representaciones y


significados se generalicen, se adopten y asuman en los sectores sociales.

La dominación, en términos de hegemonía, no actúa por la fuerza, sino a


través del consenso a aquellas representaciones sociales sostenidas por
significados; las consienten, las sienten como si fueran propias. Además, las
legitiman: sostienen en una especie de “legalidad natural”.

Puntos nodales:

En determinados momentos históricos existen puntos nodales (fijaciones


parciales de sentido) que son significantes para los cuales son permitidos
distintos significados (Perón vuelve).
Cada uno de los significados se ven articulados al punto nodal, pero
triunfará aquel que sea capaz de articular a todos los demás. Sino los
significados, según el momento histórico, permanecerán en lucha por la
hegemonía sobre los otros.

Por lo general los puntos nodales operan articulaciones precarias y


provisorias. Los significantes nodales están abiertos. El significados que se le
atribuya tendrá relación con el proceso de lucha por el significado en la
construcción hegemónica.

Conclusión:

La hegemonía no reduce a pensar cómo actúa la dominación, distribuyendo


y reproduciendo discursos, significados, ideologías y prácticas favorables a los
sectores dominantes: cómo se configura el conformismo política, social, y
culturalmente. Implica percibir los modos en que los sectores populares se
resisten a los significados dominantes y los impugnan. Pero esa impugnación y
esa resistencia, también es una práctica bien concreta que consiste en saltar
las fronteras imaginarias y luchar por los espacios sociales donde los sujetos
puedan lograr mayor autonomía y encarnación e otros significados posibles
para la vida y para las relaciones sociales.

La hegemonía es la dimensión de la comunicación en la cual se juega el


conformismo o la resistencia, la posibilidad de ser más libres, más autónomos y
humanos, la posibilidad de luchar por unas condiciones de vida más justas que
superen los mandatos, las prescripciones y las interpelaciones dominantes.

La hegemonía – Raymond Williams


La definición tradicional de hegemonía: es la dirección política o
dominación, especialmente en las relaciones entre los Estados. La definición
marxista: amplio la definición de gobierno o dominación, a las relaciones entre
las clases sociales, especialmente a la clase dirigente.

El concepto de “hegemonía” alcanzo mayor significancia con Antonio


Gramsci. Él planteó una distinción entre “dominio” y “hegemonía”, el dominio se
expresa por medio de una coerción directa o efectiva. Sin embargo, la situación
más efectiva es un complejo entrelazamiento de fuerzas políticas, sociales y
culturales. La hegemonía, es esto o las fuerzas activas sociales y culturales
que constituyen sus elementos necesarios.
El concepto de hegemonía incluye y va más allá de los conceptos de:

1- Cultura: proceso social total en que los hombres definen y configuran sus
vidas.

2- Ideología: (en cualquiera de los sentidos marxistas) sistema de significados


y valores que constituye la expresión o proyección de un particular interés de
clase.

El concepto de “hegemonía” tiene un alcance mayor que el concepto de


“cultura” por su insistencia en relacionar el proceso social total con la
distribución del poder y la influencia (en el concepto de cultura no aparece la
distinción de clases y el poder de influencia de una clase sobre la otra).
Afirmar que los “hombres” definen y configuran por completo sus vidas sólo es
cierto en un plano abstracto. En toda sociedad verdadera existen ciertas
desigualdades específicas en los medios y por lo tanto en la capacidad para
realizar este proceso. Gramsci introdujo en consecuencia el necesario
reconocimiento de la dominación y la subordinación en lo que debe ser
reconocido como un proceso total.

Ideología

Es en ese reconocimiento de la totalidad, que el concepto de


“hegemonía” tiene un alcance mayor que el concepto de “ideología”. No
solamente resulta decisivo el sistema consciente de las ideas y creencias, sino
todo el proceso social vivido, organizado prácticamente, por significados y
valores específicos y dominantes (no solamente las ideas, se incluyen las
prácticas).La ideología constituye un sistema de significados, valores,
creencias relativamente formal y articulado, una concepción universal o
perspectiva de clase, que fue pensada como una estructura impuesta e
inconsciente.

En términos más generales, la ideología se aplica como una verdadera


consciencia tanto para las clases dominantes como para las dominadas. La
clase dominante tiene esta ideología en formas simples y puras, pero la clase
subordinada tiene esta ideología como una consciencia (desde el momento que
la producción de ideas está en poder de los que controlan los medios de
producción). Dicho de otro modo esta ideología se ha impuesto sobre su
consciencia.

Normalmente la hegemonía en la práctica se asemeja a esta idea, pero


no es correcta la igualación de la consciencia con el sistema articulado que en
realidad es.
Desde luego que no se excluyen los valores y significados, pero no se
iguala o reduce a la consciencia, no se reduce la conciencia a las formaciones
de la clase dominante, sino que comprende las relaciones de dominación y
subordinación según sus configuraciones asumidas como conciencia práctica,
como una saturación efectiva del proceso de la vida en su totalidad; no
solamente de la vida actividad política y económica, no solamente de la
actividad social manifiesta, sino de toda la esencia de las identidades y las
relaciones vividas a una profundidad tal que las presiones y límites de lo que
puede ser considerado en última instancia un sistema cultural, político y
económico nos da la impresión a la mayoría de nosotros de ser las presiones y
límites de la simple experiencia y del sentido común.

La hegemonía constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en


relación con la totalidad de la vida. En consecuencia, la hegemonía no es
solamente el nivel superior articulado de la ideología ni tampoco sus formas de
control consideradas habitualmente como manipulación o adoctrinamiento. La
hegemonía constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en relación
con la totalidad de la vida: nuestros sentidos y dosis de energía, las
percepciones definidas que tenemos de nosotros mismos y de nuestro mundo.
Es un vívido sistema de significados valores que en la medida que son
experimentados como practicas parecen confirmarse recíprocamente. Por lo
tanto, es un vivido sistema de la realidad para la mayoría de las gentes de la
sociedad, un sentido de lo absoluto debido a la realidad experimentada más
allá de la cual la movilización de la mayoría de los miembros de la sociedad se
torna sumamente difícil.

En este sentido es una cultura, pero una cultura que debe ser
considerada asimismo como la vivida dominación y subordinación de clases
particulares.

La hegemonía es dominante, pero jamás lo es de un modo total o


exclusivo. Una hegemonía estática, del tipo indicado por las abstractas
definiciones totalizadoras de una “ideología” o de una concepción del mundo
dominante, puede ignorar o aislar formas alternativas u opuestas, pero en la
medida que éstas son significativas, la función hegemónica decisiva es
controlarlas, transformarlas o incluso incorporarlas. Dentro de este proceso
activo lo hegemónico debe ser visto como algo más que una simple transmisión
de una dominación, por el contrario debe estar en un estado especialmente
alerta y receptivo hacia las alternativas y la oposición que cuestiona o amenaza
su dominación.

La hegemonía nunca puede ser individual y no se da de una forma


pasiva como una forma de dominación. Debe ser continuamente renovada,
recreada, defendida y modificada; también es continuamente resistida, limitada,
alterada, desafiada por presiones que de ningún modo le son propias. Por lo
tanto debemos agregar al concepto de hegemonía los conceptos de
contrahegemonía y hegemonía alternativa, que son elementos reales y
persistentes de la práctica.
La hegemonía es dominante, pero jamás lo es de un modo total o
exclusivo. Una hegemonía estática, del tipo indicado por las abstractas
definiciones totalizadoras de una “ideología” o de una concepción del mundo
dominante, puede ignorar o aislar formas alternativas u opuestas, pero en la
medida que éstas son significativas, la función hegemónica decisiva es
controlarlas, transformarlas o incluso incorporarlas. La presencia de
hegemonías alternativas es significativa, pero esto demuestra como la
hegemonía ha tenido que actuar para ejercer su control.

Dentro de este proceso activo lo hegemónico debe ser visto como algo
más que una simple transmisión de una dominación, por el contrario debe estar
en un estado especialmente alerta y receptivo hacia las alternativas y la
oposición que cuestiona o amenaza su dominación.

Williams plantea también el debate acerca de si realmente las


hegemonías alternativas tienen un origen independiente o si están limitadas y
originadas por la hegemonía dominante. Su respuesta es que aunque
moldeadas por la cultura hegemónica, las culturas afirmativas constituyen una
ruptura significativas respecto de ella, y ello generará una reacción de la
hegemonía, convirtiendo en dinámico el proceso.

También podría gustarte