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[1]
Así, por ejemplo, el personal que las instituciones de crédito utilicen directa o
exclusivamente para la realización de fideicomisos, no forman parte del personal de la
institución, sino que, según sea el caso se consideran al servicio del patrimonio dado en
fideicomiso, de suerte que, cualesquiera derechos que asistan a esas personas conforme
a la ley, podrán ejercitarlos contra la institución de crédito, la que, en su caso, para
cumplir con las resoluciones que dicte la autoridad competente, afectará los bienes
materia del fideicomiso, en la medida que sea necesario, artículos 61 y 63 de la Ley
Reglamentaria del Servicio Público de Banca y Crédito. Sin embargo, la institución
fiduciaria que, en virtud de estas disposiciones, puede actuar mediante sus delegados
fiduciarios, incurre en responsabilidad civil por los daños y perjuicios que causare al
patrimonio fideicomitido por incumplimiento en las condiciones o términos señalados en
el fideicomiso, mandato, comisión o en la propia ley.
Según lo apunta Agustín López Munguía, “la importancia cuantitativa de los fideicomisos
citados, resulta evidente si se analiza desde el punto de vista de depósito legal que debe
mantener el sistema bancario. De este depósito aplicable a las instituciones de crédito,
equivalente al 40.9% de la captación de recursos públicos, a diciembre de 1980,
el saldo de la cartera redescontada de los fideicomisos representó el 21.8%, o lo que es lo
mismo, que el depósito real en promedio para la Banca fue del 32% en vez del 40.9%
mencionado.. .”.
En esta sección se ofrece una visión general de prestación por instituciones de derecho
público mediante fideicomiso público en el contexto del municipio en el
derecho local mexicano. De acuerdo al artículo 346 de la Ley General de Títulos y
Operaciones de Crédito, el fideicomiso es «una figura jurídica en virtud de la cual una
persona, llamada fideicomitente, destina ciertos bienes a un fin lícito determinado,
encomendando la realización de ese propósito a una institución fiduciaria».
Habida cuenta que la prestación de un servicio público es un fin lícito determinado, el
fideicomiso puede tener como fin dicha prestación y, en consecuencia puede ser una
forma de gestión del servicio público, a condición de que esté prevista en la normativa; y
dado que el municipio es una persona jurídica, puede ser fideicomitente y aportar
recursos de su propiedad en la integración de fideicomisos para encargarse de la
prestación de servicios públicos específicos; al respecto, la Ley Orgánica Municipal del
Estado de México, previene: Artículo 123.- Los ayuntamientos están facultados para
constituir con cargo a la hacienda pública municipal, organismos públicos
descentralizados, con la aprobación de la Legislatura del Estado, así como aportar
recursos de su propiedad en la integración del capital social de empresas paramunicipales
y fideicomisos. Artículo 124.- Los órganos de control y evaluación gubernamental de los
ayuntamientos, serán los responsables de la supervisión y evaluación de la operación de
los organismos auxiliares y fideicomisos a que se refiere el presente capítulo.
En los términos de la Ley Orgánica de Administración Municipal del Estado de Sonora,
expedida el 24 de enero de 1984: Artículo 66.- Para los efectos de esta Ley se entiende
por: ( ) III. Fideicomisos públicos municipales, aquéllos que se constituyen conforme a la
Ley de la materia, con fondos del gobierno municipal o de alguno o algunos de los
organismos a que se refieren las fracciones que anteceden y en donde el ayuntamiento
como fideicomitente único, atiendan un objeto específico de interés público o beneficio
colectivo, cuya competencia tenga legalmente atribuida. Conforme a la definición de la
Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, podemos considerar que los elementos
del fideicomiso público municipal para prestación de servicio público, son: el
fideicomitente, que sería el ayuntamiento, quien a nombre del municipio emite la
declaración unilateral de crear el fideicomiso; el fiduciario, que tendría que ser una
institución de crédito autorizada para fungir como fiduciaria; la finalidad de prestar un
servicio público determinado; el fideicomisario o beneficiarios, que vendrían a ser los
usuarios potenciales del servicio público respectivo, y los bienes fideicomitidos, que
consistirían en los bienes o recursos municipales aportados para tal efecto.
Independientemente de la aprobación de la legislatura del Estado, la constitución del
fideicomiso público municipal requiere del acuerdo previo del ayuntamiento respectivo
que la autorice. [1]