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Nombre
Esmeralda
Apellido
Marte
Matricula
201902665.
Tarea
Facilitador.
Francisco Vásquez C.
Materia.
Fecha: 21/05/2020.
Introducción:
En esta unidad realizaremos un breve ensaya acerca de los aspectos positivos y
negativos del sistema judicial durante la invasión.
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Objetos Específicos..
.Formular un ensayo crítico, de no más de tres páginas, acerca de los aspectos
positivos y negativos del sistema judicial durante la invasión haitiana de 1822-
1844.
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Elabora un ensayo crítico, de no más de tres páginas, acerca de los
aspectos positivos y negativos del sistema judicial durante la invasión
haitiana de 1822-1844.
En cuanto a los deberes del hombre, estos fueron resumidos en dos grandes principios:
“No hagas a otro lo que no quieras para ti mismo” y “Haced siempre al prójimo todo el
bien que queráis recibir”. Como libertades públicas se destacan la de expresión, la
tolerancia de cultos y la inviolabilidad del domicilio y la libertad contra persecuciones y
prisiones arbitrarias.
El sistema judicial vigente durante los 22 años de la ocupación haitiana tuvo sus bases
en la Constitución, en sus artículos 168-210 así como en dos leyes principales de
Organización de Tribunales, una del 24 de agosto de 1808 y otra del 15 de mayo de
1819.
Quedó establecido un sistema compuesto por Juzgados de Paz, los Tribunales Civiles
y el Tribunal de Casación. No existieron las Cortes de Apelación. La Constitución y las
leyes autorizaron que los conflictos civiles fueran puestos por las partes en manos de
árbitros escogidos por ellas, pudiéndose renunciar al derecho de recurrir contra las
decisiones de los mismos.
La mujer no era ciudadana y por ende no gozaba de los derechos civiles y políticos.
Estaba sometida a sus padres en su soltería y luego al régimen del esposo por efecto
del matrimonio.
En cuanto al divorcio, este había estado permitido desde 1805 por una ley de
Dessalines, que fue incorporada al código civil, cuando este fue promulgado en 1826.
El divorcio se lograba por mutuo consentimiento o por causa determinada. Pero por
mutuo consentimiento no era posible antes de los dos años de matrimonio ni después
de los 20 años, ni después que la mujer cumpliera los 45 años.
En el Código Civil de 1826, se estableció que las sucesiones se abrían no sólo con la
muerte, sino también por la pérdida definitiva de la ciudadanía, porque esta llevo
consigo la muerte civil. Esto implica, como ya hemos dicho, que quien era despojado
de su calidad de haitiano veía abrirse su sucesión, repartirse sus bienes entre sus
herederos y hasta la anulación del matrimonio.
La ley No. 3 del Código Rural estableció una especie de código agrícola; expresaba
que toda persona que no estuvieren en actividades oficiales como militar, obreros o
empleados públicos, o que no tuvieran profesión, debía dedicarse a cultivar o a trabajar
en corte de maderas para la exportación.
Se impedía a los campesinos abandonar los predios donde laboraban, lo que fue
rechazado tanto por los trabajadores haitianos, como por los dominicanos.
Boyer, que practicó una política de alianza con los hateros confrontó serios problemas
en la aplicación del Código Rural, ya 6 que estos respondieron organizando una
conspiración en Santo Domingo, que fue denominada la Conspiración de Los Alcarrizos
en 1824.
Su propósito no era solo erradicar el gobierno haitiano, sino retornar al país a España,
lo que evidentemente constituía un retroceso, por lo que no contó con el respaldo de
las masas populares y fue derrotado.
El enfrentamiento que tuvo con la Iglesia Católica, la más afectada por las
confiscaciones de terrenos y bienes, y el choque directo con el Arzobispo Pedro de
Valera, repercutieron también en la masa de la población que vio en estas y otras
medidas (limitación de la celebración de las fiestas religiosas, prohibición de los juegos
de gallos y de azar, obligatoriedad de las labores agrícolas, no uso del español en los
actos y documentos oficiales, cierre de la universidad y reclutamiento militar de todos
los jóvenes) un conjunto de políticas que contrariaba su sentir y ser nacional.
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Bibliografía.
Alberto Jiménez Monegro.
Los recursos.