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El Cuerpo Que Grita
El Cuerpo Que Grita
Facundo.
Beatriz Preciado
La Biopolítica hoy en día ha dejado de ser un referente abstracto para el ejercicio artístico
y sus intereses, para convertirse por el contrario, en un punto de encuentro de los
discursos que buscan indagar sobre la conformación y mutación simbólica del cuerpo. La
siguiente propuesta entonces, desea preguntarse por el papel de los postulados
biopolíticos frente al cuerpo principalmente en la literatura iberoamericana
contemporánea. Inicialmente, esta propuesta integra la visión del cuerpo y la búsqueda de
la libertad de Reinaldo Arenas en El color del verano, así como lo liminal de las nuevas
corporalidades en la novela-ensayo Testo Yonqui de Beatriz Preciado.
Los postulados biopolíticos nacen en primer lugar, como una necesidad del estado por
abandonar los enfoques tradicionales de modelo jurídico-político de control, para priorizar
los modos concretos en que la estructura del poder penetra el cuerpo en sí mismo.
(Agamben, 1995) De acuerdo a Pedraza, lo biopolítico está dado por la relación que se
genera ente el cuerpo-estado en tanto esta relación se organiza alrededor de una
convicción compartida entre el ciudadano y el establecimiento político del estado. (2004).
La vida será esta convicción, esta visión conjunta frente a la cuál empezará a actuar un
régimen de representación que buscará regular, disciplinar el cuerpo para los fines
conjuntos del individuo en comunidad. El estado es la civilización y como tal implementará
acciones concretas en lo tecnológico, lo representativo y lo simbólico frente a esta
premisa por la vida. (2004)
En el caso de América Latina sin embargo, esta convicción conjunta de la que nos habla
Pedraza esta mediada por una historia estrechamente ligada a la tradición hispana y el
catolicismo. De esta forma, la figura del Estado-Civilización se encarga de la búsqueda de
los imaginarios morales de preservación, y en tiempos más modernos, de restauración de
los valores morales frente a los cuales se ha estructurado.
El cuerpo comunal
Preciado además nos invita con su ejercicio literario a cuestionar nuestra propia
construcción como individuos. El género mismo, aquello que posiblemente nos pueda
determinar de la manera más concreta es puesto en jaque durante toda la narración. Es la
invitación a derrumbar la casa de las muñecas, a lanzar por ventana la baraja de naipes
sobre la que seguros seguimos construyendo niveles. “La certeza de ser hombre o mujer
es una ficción somaticopolítica producida por un conjunto de tecnologías de
domesticación del cuerpo, por un conjunto de técnicas farmacológicas y audiovisuales que
fijan y delimitan nuestras potencialidades” (2008, 89). Preciado nos lleva de viaje con ella
a través del intrincado universo de las hormonas, el sexo, el punk del ritmo de las mega
ciudades. La vemos ponerse un dildo con el cuál se dispone a penetrar todo, a todos.
La barbarie será entonces el catalizador de la antítesis del cuerpo y del hombre deseado
para el ejercicio de la comunidad. Las referencias de esta tradición civilizadora son
rastreables en la literatura latinoamericana del siglo XIX, con Facundo (….) como principal
exponente de la lucha civilización-barbarie, razón-naturaleza, hombre-elementos otros. La
lucha del hombre será la lucha por la dominación de ese otro ajeno, desbordado, el otro
que debe ser disciplinado y censurado.
La intención de formular este proyecto tiene como fin exaltar y celebrar la diversidad en
su expresión más auténtica. Exaltar en primer lugar a dos autores/as que se dan al
ejercicio literario con la valentía y el coraje de quién solo puede hallar en sí mismo la
necesidad de gritar; de gritarle al mundo la canallada de lograr deformarnos bajo
discursos de producción y optimización que nos alejan cada vez más del sentido de
hermandad y amistad que debería unirnos. Gritarle igualmente a esa construcción interna
que llevamos y que todo el tiempo nos amenaza con no seguir la senda desviada, el
camino de los rechazados.
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Beatriz Preciado es una activista y teórica