Está en la página 1de 94

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.

Es una traducción de fans para fans.

Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro. También

puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y

ayudándolo a promocionar su libro.

¡Disfruta de la lectura!
Annabelle

Mel Cipriano becky_abc2 Valentine Rose


Ivy Walker Annie D Dey Kástely
Moni CrisCras Juli
Janira Mary Haynes Annabelle
Vani Moni
Zafiro Sofía Belikov

Val_17 Moni
Paltonika Jasiel Odair
Melii Meliizza
Clara Markov Vanessa Farrow
Marie.Ang Alessa Masllentyle
CrisCras

Luna West

Yessy
Sofia Belicov
Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Sobre el Autor
Cuando Warren tiene la oportunidad de vivir con una
compañera de piso femenina, instantáneamente está de
acuerdo. Podría ser un cambio excitante.
O quizá no.
Especialmente cuando esa compañera es la fría y al
parecer calculadora Bridgette. La tensión es muy alta y el mal
humor florece cuando ambos apenas soportan estar en la
misma habitación juntos. Pero Warren tiene una teoría sobre
Bridgette: todo que pueda odiar con tanta intensidad también
debería tener la capacidad de amar con esa misma pasión. Y él
quiere ser quien compruebe esta teoría.
¿Podrá Bridgette encontrar en su interior el valor para
entregarle su corazón a Warren y aprender a amar finalmente?
Quizá.
Quizás no.
Traducido por Mel Cipriano
Corregido por Val_17

Estoy convencido de que el infierno tiene un sistema de


intercomunicación y el zumbido repetitivo de mi despertador suena a todo
volumen por sobre los gritos de todas las almas perdidas.
Es por eso que nunca mataré a nadie, porque no hay manera de que
pueda vivir con este sonido por toda la eternidad. Ni siquiera puedo vivir
con él durante cinco segundos.
Me acerco y apago la alarma, temiendo otro día de trabajo. Odio
tener que trabajar como empleado en una cafetería sólo para pagar la
escuela. Al menos Ridge permite que mis cheques de alquiler sean
esporádicos a cambio del manejo de su banda. Funciona por ahora, pero
Dios, odio las mañanas.
Estiro mis brazos, llevando las manos a mis ojos, tratando de quitar
el sueño de ellos. Cuando mis dedos encuentran los ojos, por una fracción
de segundo, creo que quizás mis peores temores se han hecho realidad y
de verdad me estoy quemando en el infierno, porque ¡MIERDA! ¡Hijo de
puta! ¡Voy a matarlo!
—¡Ridge! —grito.
Oh, Dios. Quema.
Me levanto y trato de abrir los ojos, pero pican demasiado como para
lograr ver algo. Es la broma más antigua del libro, y no puedo creer que caí
en ella. Una vez más.
No puedo encontrar mis pantalones cortos —Dios, duele tanto—, así
que me tropiezo de camino al baño para lavar el jugo de pimienta de mis
ojos y manos. Encuentro el picaporte y abro la puerta, corriendo
directamente al fregadero. Estoy bastante seguro de que escucho a una
chica gritando, pero muy bien podría ser yo.
Ahueco las manos por debajo de la corriente de agua y las llevo
hasta mis ojos, enjuagándolos una y otra vez hasta que la quemadura
comienza a disminuir. Cuando el alivio empieza a sentirse, mi hombro
comienza a doler a causa de los repetidos golpes que está recibiendo.
—¡Fuera, pervertido!
Logro despertarme lo suficiente como para saber que realmente
escuché a una chica gritando, y ahora esa chica se encuentra
golpeándome. En mi baño.
Agarro una toalla de mano y la presiono en mis ojos mientras me
protejo de sus golpes con el codo.
—¡Estaba haciendo pis, bastardo enfermo! ¡Fuera!
Mierda, ella golpea duro. Todavía no puedo verla bien, pero
reconozco sus puños cuando están volando hacia mí. Agarro sus dos
muñecas para evitar que me siga agrediendo.
—¡Deja de golpearme! —grito.
La puerta del baño que da a la sala se abre y mi ojo izquierdo está
funcionando lo suficiente como para que pueda decir que Brennan se
encuentra allí. —¿Qué diablos está pasando? —Camina hacia nosotros y
me quita las manos de sus muñecas. Luego se pone en medio. Llevo la
toalla de nuevo a mis ojos y aprieto.
—¡Él irrumpió aquí mientras estaba haciendo pis! —grita la chica—.
¡Y está desnudo!
Abro un ojo y bajo la vista. De hecho, lo estoy. Completamente
desnudo.
—Jesús, Warren. Ponte algo de ropa —dice Brennan.
—¿Cómo iba a saber que sería atacado en mi propio baño? —digo,
señalándola—. ¿Por qué diablos está usando mi baño, de todos modos?
Tus invitadas pueden utilizar tu baño.
Brennan inmediatamente levanta sus palmas a la defensiva. —Ella
no pasó la noche conmigo.
—Asqueroso —murmura la chica.
No sé por qué Ridge pensó que sería una buena idea alquilar un
apartamento de cuatro dormitorios. A pesar de que uno de ellos está vacío,
eso todavía nos hace demasiadas personas aquí. Especialmente cuando los
invitados se quedan a pasar la noche y no saben acerca de los baños
designados.
—Mira —digo, empujándolos a ambos hacia la puerta que conduce a
la sala—, este es mi baño y me gustaría usarlo. No me importa donde
durmió o con quién se acostó; ella puede usar tu baño. Éste es mío.
Brennan sostiene un dedo y se gira hacia mí. —En realidad —dice—,
este es un baño compartido. Con esa habitación. —Señala la puerta que
lleva al otro cuarto—. Y esa habitación ahora pertenece a… —Señala a la
chica—. Bridgette. Tu nueva compañera de piso.
Me detengo.
¿Por qué él acaba de llamarla mi compañera de piso?
—¿Qué quieres decir con compañera de piso? Nadie me preguntó si
quería un nuevo compañero.
Brennan se encoge de hombros. —Rara vez pagas el alquiler,
Warren. Realmente no tienes voz ni voto sobre quienes viven aquí.
Sabe que no pago el alquiler porque ayudo a manejar su banda, pero
Ridge se lleva la peor parte de los gastos financieros. Tiene un buen punto,
por desgracia.
Esto no es bueno. No puedo compartir el baño con una chica.
Especialmente no con una que tenga un brazo tan bueno. Y una piel muy
bronceada.
Aparto la mirada de ella. Odio que sea caliente. Odio que no sea
rubia, porque realmente me gusta su largo cabello castaño claro y la forma
en que lo tira hacia atrás, todo desordenado y esa mierda.
¡Maldita sea!
—Bueno, ha sido un momento de unión muy divertido —dice
Bridgette, caminando hacia mí. Empuja mis hombros, guiándome hacia mi
dormitorio—. Ahora espera tu turno, compañerito.
La puerta del baño se cierra en mi cara y me encuentro una vez más
de pie en mi habitación. Todavía desnudo. Y quizás un poco castrado.
—También puedes irte —escucho que le dice a Brennan, justo antes
de que la puerta de la sala se cierre de golpe. Segundos después, el agua
comienza a caer en la ducha.
Ella está en la ducha.
Mi ducha.
Probablemente se está quitando la camiseta en este momento,
arrojándola al suelo, tirando de sus bragas sobre sus caderas.
Estoy jodido.
Mi departamento es mi santuario. Mi cueva. El único lugar donde
puedo ir y en el que mi vida no está gobernada por mujeres. Mi jefe es una
mujer, todos mis profesores son mujeres, mi hermana y mi madre son,
ambas, mujeres. Una vez que Bridgette entre en mi ducha y la haga suya
con todos sus productos de chica, maquinillas de afeitar, y toda esa
mierda, estoy jodido. Esa es mi ducha.
Camino hacia la habitación de Ridge y toco el interruptor de la luz
un par de veces para advertirle que voy a entrar, ya que él es sordo y no
puede oírme golpear o pisotear hacia su habitación como un niño a punto
de acusar a su hermano pequeño.
Muevo el interruptor dos veces más y luego abro la puerta. Está
levantado sobre sus codos, con ojos confundidos. Ve la ira en mi rostro y
comienza a reír, asumiendo incorrectamente que estoy aquí por la broma
del jugo de pimienta.
Odio haber caído. Tengo el sueño muy pesado, y él lo logra cada
maldita vez.
—Esa broma fue estúpida —le digo con señas—. Pero no estoy aquí
por eso. Tenemos que hablar.
Se sienta en la cama y se inclina hacia su despertador para poder
comprobar la hora. Me mira, agitado. —Son las seis y media de la mañana
—responde con señas—. ¿De qué demonios quieres hablar a las seis y
media de la mañana?
Señalo en dirección a la habitación de nuestra nueva compañera de
piso.
Bridgette.
Odio su nombre.
—¿Dejaste que una chica se mude? —Hago la seña para “compañero
de piso” y continúo—: ¿Por qué en el mundo dejarías que una chica viva
con nosotros?
Ridge hace el signo para el nombre de Brennan. —Fue él. No creo
que hubiera aceptado un no por respuesta.
Me rio. —¿Desde cuándo las chicas son importantes para él?
—Escuché eso —dice Brennan detrás de mí—. Y te vi decirlo con
señas.
Lo enfrento. —Bueno. Entonces responde la pregunta.
Me mira y luego a Ridge. —Vuelve a dormir. Yo me encargo del niño
de cinco años. —Me hace un gesto para que lo siga hacia la sala, apagando
la luz del dormitorio de Ridge cuando sale.
Me gusta Brennan, pero el hecho de que nos conocemos desde hace
tanto tiempo, a veces me hace sentir como si fuera mi hermano pequeño.
Mi molesto como la mierda hermano pequeño. Mi hermanito que piensa
que mudar a sus mujeres a nuestro departamento es una buena idea.
—Es sólo por un par de meses —dice Brennan, continuando hacia la
cocina—. Ella está pasando por un momento difícil y necesita un lugar
para quedarse.
Sigo a Brennan hasta la cocina. —¿Desde cuándo empezaste a
proporcionar viviendas de rescate? Ni siquiera dejas que las chicas se
queden a dormir cuando has terminado con ellas, mucho menos vivir
contigo. ¿Estás enamorado de ella o algo así? Porque si ese es el caso, esta
es la decisión más estúpida que has tomado. Te cansarás de ella en una
semana, ¿y luego qué?
Brennan me enfrenta y con calma sostiene un dedo en el aire. —Te
lo dije antes, no es así. No estamos juntos y nunca vamos a estarlo. Pero
ella es importante para mí, está pasando por una situación difícil y vamos
a ayudarla, ¿de acuerdo? —Toma una botella de agua de la nevera y abre
la tapa—. No será tan malo. Va a la escuela y trabaja a tiempo completo,
por lo que casi nunca estará aquí. Ni siquiera se notarán.
Me quejo, frustrado, y paso las manos por mi rostro. —Esto es genial
—murmuro—. Lo último que necesito en estos momentos es a una chica
invadiendo todo mi baño.
Brennan pone los ojos en blanco y comienza a caminar hacia su
dormitorio. —Es un baño, Warren. Estás actuando como un pedazo de
mierda.
—¡Ella me golpeó! —digo en mi defensa.
Él se da vuelta y levanta una ceja. —¿Ves lo que quiero decir? —
Camina hacia su habitación y cierra la puerta tras él.
El agua se detiene en la ducha, y oigo abrirse la cortina. Tan pronto
como la puerta de su dormitorio se cierra, camino hacia el baño. Mi baño.
Trato de abrir la puerta de la sala, pero está cerrada desde el interior. Voy
a mi habitación y compruebo esa puerta, pero también está cerrada. Salgo
de mi dormitorio, directamente hacia el suyo. Mis ojos le echan un vistazo
antes de que ella grite y se envuelva con una toalla.
—¿Qué demonios estás haciendo?
Toma un zapato y me lo arroja. Golpea mi hombro, pero ni siquiera
me inmuto. La ignoro y entro al baño, cerrando la puerta. Me apoyo en
ella, la bloqueo detrás de mí, y luego cierro los ojos.
Maldita sea, ella es caliente.
¿Por qué tiene que ser caliente?
Y sé que solo fue un vistazo pero… se depila. En todas partes.
Ya es bastante malo que tenga que compartir el baño con una chica,
¿pero ahora tengo que compartirlo con una chica caliente? Una chica
caliente que tiene una severa pizca de maldad. Una chica caliente con un
enfermo bronceado y cabello tan largo y grueso que llega hasta sus pechos
cuando está mojado, y mierda, mierda, mierda.
Odio a Brennan. Odio a Ridge. Y también los amo por hacerme esto.
Quizás tener una compañera de piso podría ser una buena cosa.
—¡Oye, idiota! —grita a través de la puerta—. Usé toda el agua
caliente. Diviértete.
Quizás no.
Camino hacia la habitación de Brennan y abro la puerta. Él está
haciendo su maleta y ni siquiera me mira cuando lo acecho.
—¿Y ahora qué? —pregunta, molesto.
—Tengo que preguntarte algo y necesito que seas completamente
honesto conmigo.
Suspira y se gira hacia mí. —¿Qué cosa?
—¿Has dormido con ella?
Me mira como si fuera un idiota. —Ya te dije que no.
No me gusta verlo actuar de manera madura y tranquila por esta
situación, porque mi reacción me hace sentir muy inmaduro. Él siempre
ha sido el inmaduro. Desde el momento en que conocí a Ridge… Dios,
¿hace cuánto tiempo fue eso? ¿Diez años? Tengo veinticuatro, Brennan
veintiuno… Sí, diez años. He sido su mejor amigo durante una década, y
esta es la primera vez que me he sentido inferior a Brennan.
No me gusta. Yo soy el responsable. Bueno, no tan responsable
como Ridge, obviamente, pero nadie es tan responsable. Me encargo de la
banda de Brennan, y hago un excelente trabajo con eso, ¿por qué parece
que no puedo controlar mis reacciones en este momento?
Porque me conozco, y si no puedo deshacerme de nuestra nueva
compañera de inmediato, entonces es más que probable que vaya a
encapricharme con ella. Y si voy a encapricharme con ella, necesito
asegurarme de que Brennan no lo esté.
—Tienes que ser honesto conmigo, porque creo que podría estar
enamorado de ella y necesito que me digas que tú no lo estás, porque creo
que podría querer besarla. Y tocarla. Mucho. Como en… todas partes.
Las manos de Brennan vuelan a su frente y me mira como si hubiera
perdido la cabeza. Da varios pasos hacia atrás.
—¿Te estás escuchando, Warren? ¡Quiero decir, joder, hombre! Hace
tres minutos me gritabas porque la odiabas y no la querías aquí, ¿y ahora
dices que la quieres? ¿Eres bipolar?
Él tiene un buen punto.
Jesús, ¿qué está mal conmigo?
Recorro la habitación, tratando de encontrar una solución. No puede
quedarse aquí. Pero quiero que lo haga. No puedo compartir el baño con
ella, pero realmente tampoco quiero que lo comparta con alguien más. Al
parecer, soy un poco egoísta.
Detengo mi ritmo frenético y miro a Brennan. —¿Por qué es tan
mala?
Él se acerca a mí y coloca tranquilamente sus manos sobre mis
hombros. —Warren Russell, tienes que calmarte. Estás empezando a
asustarme.
Niego con la cabeza. —Lo sé. Lo siento, yo sólo… no quiero sentirme
atraído por una chica con la que estás involucrado, por lo que necesito
saber ahora mismo si ese es el caso. Nos conocemos demasiado para dejar
que un lío como este nos separe. Pero también debes saber que no puedes
simplemente dejar a una chica como ella en mi regazo, y esperar que no
imagine cosas. Y acabo de verla desnuda, y ahora me siento inútil.
Arruinado. ¡Ella es tan perfecta debajo de toda esa ropa! Y… —Lo miro—.
Sólo quiero asegurarme de que no estoy pisando los pies de nadie cuando
fantasee con ella esta noche.
Brennan se me queda mirando, reflexionando sobre mi admisión. Me
da dos palmaditas en el hombro y vuelve a su maleta. —Ella es mala,
Warren. Probablemente la chica más mala que he conocido en mi vida. Así
que si te asesina en sueños, no digas que no te lo advertí. —Baja la tapa
de su maleta y la cierra—. Necesitaba un lugar donde quedarse y tenemos
una habitación extra. Su vida hace que la de Ridge y la mía se vean como
un juego de niños, así que sé bueno con ella.
Me siento al borde de su cama. Estoy tratando de ser comprensivo
con la situación, pero el hombre de negocios en mí está escéptico. —¿Sólo
te llamó de la nada y te preguntó si podía vivir contigo? ¿No crees que sea
un poco sospechoso, Brennan? ¿No crees que tenga que ver con la banda
finalmente obteniendo renombre?
Brennan me mira. —No es una oportunista, Warren. Confía en mí en
eso. Y ve por ella si quieres, no podría importarme menos.
Camina hacia la puerta y agarra las llaves de la cómoda. —Volveré la
próxima semana, luego de la última presentación. ¿Reservaste nuestras
habitaciones de hotel?
Asiento. —Les envié un correo electrónico a todos con los números
de confirmación.
—Gracias —dice mientras sale de la habitación.
Caigo de nuevo en la cama, y odio el hecho de que Brennan no esté
interesado. Eso significa que ella está disponible.
Esperaba que no lo estuviera.
Pero luego sonrío, porque lo está.
Traducido por Ivy Walker
Corregido por Paltonika

—¿Qué estás haciendo? —dice Ridge con señas.


Camino de vuelta a la habitación de Bridgette con otro vaso de agua.
Una vez que lo coloco cuidadosamente en el suelo con todos los demás,
vuelvo a la sala de estar. —Ha vivido aquí dos semanas —le digo a Ridge—.
Si quiere ser nuestra compañera de cuarto, tiene que vivir con las bromas.
Es la regla.
Ridge sacude la cabeza con desaprobación.
—¿Qué? —le digo a la defensiva.
Suspira profundamente. —No parece del tipo que le gustan las
bromas. Esto se volverá en tu contra. Ni siquiera nos ha hablado desde
que se mudó.
Expreso mi desacuerdo con un movimiento de cabeza. —No ha
hablado contigo porque eres sordo y no sabe lenguaje de señas. No ha
hablado conmigo porque estoy bastante seguro de que la intimido.
—La molestas —señala Ridge—. No creo que esa chica sea capaz de
ser intimidada.
Niego con la cabeza. —No la molesto. Creo que puede estar atraída
por mí y por eso me está evitando. Sabe que no es una buena idea
involucrarse con los compañeros de habitación.
Ridge, apunta a su dormitorio. —Entonces, ¿por qué estás haciendo
un esfuerzo para hacerle una broma? ¿Quieres que te hable? Porque si
piensas que los compañeros de habitación no deben involucrarse,
entonces probablemente no deberías...
Lo interrumpo. —No he dicho que creo que compañeros de
habitación no deban involucrarse. Te dije que creo que es por eso que me
está evitando.
—¿Así que quieres involucrarte con ella?
Ruedo los ojos. —No lo entiendes. No, no quiero involucrarme con
ella. Sí, me gusta mirar fijamente su culo. Y estoy solo haciéndole bromas
porque si va a vivir aquí, tiene que acostumbrarse a ellas. Cuando en
Roma...
Ridge lanza sus manos en señal de derrota y se dirige hacia su
habitación, justo cuando la puerta empieza a abrirse. Voy corriendo a mi
habitación y cierro la puerta antes de que ella me vea.
Me siento en la cama y espero.
Y espero.
Y espero un poco más.
Me acuesto en la cama. Espero un poco más.
Nunca hace un sonido. No la escucho enojarse sobre que acabo de
llenar más de cincuenta vasos de agua y los coloqué estratégicamente
alrededor de toda su habitación. No la escucho caminando molestamente a
la cocina para vaciarlos. No la escucho golpeando en mi puerta para
tirarme los vasos de agua a la cara en represalia.
Estoy tan confundido.
Me levanto y salgo de mi habitación, pero no está en la cocina o en la
sala. Sus zapatos de trabajo están a un lado de la puerta principal donde
los deja, así que sé que llegó a casa. Sé que fue a su habitación.
Qué decepción. Su falta de respuesta me hace sentir que mi broma
fue un fracaso, cuando sé que no lo fue. Fue épica. No hay manera de que
podría haber puesto un pie en su habitación sin tener que mover todos
esos vasos de agua.
Regreso a mi habitación y me acuesto en la cama. Quiero estar
enojado con ella. Quiero odiarla por apestar en represalias de broma.
Pero no lo hago. No puedo dejar de sonreír porque me encanta que
su respuesta me tomara por sorpresa. Ella es impredecible, y eso me
gusta.

***

—Warren.
Su voz suena tan dulce. Debo estar soñando.
—Warren, despierta.
Tan, tan dulce. Incluso, angelical.
Me doy unos segundos para ajustarme a su voz, al hecho de que me
está despertando, a la aleatoriedad de que está en la puerta de mi
habitación, gritando mi nombre. Poco a poco abro los ojos y ruedo sobre
mi espalda. Me levanto en mis codos y la miro. Está de pie en la puerta
entre el dormitorio y el baño. Lleva una camiseta grande de Sounds of
Cedar y ni siquiera parece que lleva algo debajo de ella.
—¿Qué pasa?—le pregunto.
Me desea. Totalmente me desea.
Cruza los brazos con fuerza sobre su pecho. Inclina la cabeza hacia
un lado, y veo que sus ojos se estrechan en pequeñas y enojadas rendijas.
—No vuelvas a poner un pie dentro de mi habitación de nuevo. Idiota. —Se
endereza y luego entra al cuarto de baño, azotando la puerta.
Miro el reloj y son las dos de la mañana. Esa fue una reacción muy
retrasada de mi broma. ¿Esperaba que me quedara dormido para poder
despertarme y gritarme? ¿Esa es su idea de venganza?
Es una aficionada.
Sonrío para mis adentros y me giro, moviéndome en la cama. Jadeo
cuando un torrente de agua se derrama encima de mí.
¿Qué carajo?
Miro hacia arriba, justo cuando un vaso vacío cae desde el borde de
la cabecera de la cama y me golpea justo entre los ojos.
Cierro los ojos, avergonzado de que no viera eso venir. Estoy muy
decepcionado de mí mismo. Y ahora voy a tener que dormir en toallas,
porque mi colchón está empapado.
Lanzo las sábanas y saco las piernas de la cama, solo para que mis
pies se encuentren con aún más vasos de agua. Tiro varios de ellos en mi
intento por ponerme de pie y se crea una especie de efecto dominó. Me
agacho y trato de detenerlos de que se caigan, pero solo lo empeoro. Los ha
colocado tan cerca unos de otros, por todo el piso de mi dormitorio, y me
es imposible un lugar seguro para dar un paso.
Trato de llegar a la mesa de noche, mientras que al mismo tiempo,
intento levantar mi pierna derecha para no golpear más vasos, pero pierdo
el equilibrio en el proceso y...sí. Me caigo. Sobre la pila restante de vasos
que están llenos de agua. El agua ahora está en toda mi alfombra.
Touché, Bridgette.

***

Estoy llevando los vasos de agua de mi dormitorio a la cocina, de ida


y vuelta, ida y vuelta. Ridge está sentado en la mesa, mirándome. Sé que
quiere preguntar por qué los vasos están ahora en mi habitación, pero que
mejor no lo haga. Estoy seguro de que se puede dar cuenta por la mirada
en mi cara de que no necesito su “te lo dije”.
La puerta del dormitorio de Bridgette se abre y sale con su mochila
al hombro. Me detengo y miro fijamente durante unos segundos. Su
cabello está recogido en una cola de caballo. Trae puesto un par de
pantalones vaqueros y una camiseta azul. Usualmente está vestida con su
uniforme de Hooters, que, no me malinterpreten, es fantástico. ¿Pero esto?
Verla vestida con sus sandalias y sin maquillaje es solo...deja de mirarla.
—Buenos días, Warren —dice, disparando dagas en mi dirección.
Mira a los vasos en mis manos—. ¿Dormiste bien?
Le sonrío con venganza. —Púdrete, Bridgette.
Arruga la nariz y le da a su cabeza una sacudida rápida. —No,
gracias —dice, dirigiéndose a la puerta principal—. Oh, por cierto. Nos
hemos quedado sin papel higiénico. Además, no pude encontrar mi navaja,
así que espero que no te importe que utilizara la tuya. —Abre la puerta y
se vuelve hacia mí—. Y... —Arruga la nariz otra vez—. Tiré accidentalmente
tu cepillo de dientes en el inodoro. Lo siento. Sin embargo, lo enjuagué por
ti.
Cierra la puerta justo cuando uno de los vasos de agua sale de mi
mano y golpea la parte trasera de la puerta.
Es una perra.
Ridge camina tranquilamente por delante de mí, directamente a su
dormitorio. Ni siquiera me mira, porque me conoce mejor que nadie, y por
lo tanto, sabe que no debe de hablarme en este momento.
Deseo que Brennan me conociera tan bien, porque se está riendo,
haciendo su camino a la cocina. Cada vez que me mira, se ríe aún más
fuerte. —Sé que es mala, pero cristo, Warren. Ella te odia. —Todavía se
está riendo mientras abre el lavavajillas para descargarlo—. Me refiero a
que realmente te odia.
Termino el viaje a través de la sala de estar y coloco los vasos vacíos
al lado del lavabo. —No puedo seguir con esto —le digo—. No puedo vivir
con una chica.
Brennan me mira, divertido. No piensa que hablo en serio.
—Esta noche. La quiero fuera esta noche. Puede vivir con una
amiga, o con la hermana con la que siempre está hablando por teléfono.
Quiero que se vaya, Brennan.
Puede ver que no estoy bromeando. Se endereza y coloca sus manos
sobre el mostrador detrás de él, mirándome. Niega con la cabeza. —Ella no
se va.
Se agacha, cierra el lavavajillas y pulsa el botón para iniciarlo.
Comienza a alejarse así que voy detrás de él. —No puedes tener la última
palabra sobre quien vive aquí. He intentado por dos semanas llevarme bien
con ella, y es malditamente imposible.
Brennan mira a todos los vasos que recubren el mostrador. —¿Crees
que hacerle bromas es hacer un esfuerzo de llevarte bien con ella? —Me
mira—. Tienes demasiado que aprender acerca de las mujeres, Warren. —
Se aleja de mí y camina hacia su habitación—. Ella no se va. Es nuestra
compañera de habitación ahora, así que lidia con ello.
Azota su puerta, y me cabrea aún más porque estoy muy cansado de
todos azotando puertas últimamente. Camino a través de la sala de estar y
abro su puerta. —¡O se va, o me voy!
Tan pronto como lo digo, lo lamento. En realidad, no lo hago. No voy
a ninguna parte, pero quizás la amenaza cambiará su opinión. Se encoge
de hombros.
—Nos vemos —dice a la ligera.
Me giro y golpeo la puerta. —¿En serio, Brennan? ¿Vas a dejar que
me vaya por ella?
Se pone de pie y camina hacia mí, sin detenerse hasta que estamos
frente a frente. —Sí, Warren. Lo haría. Así que ve y piénsalo, y me avisas
cuando te vas a mudar. —Su mano agarra la puerta y trata de cerrarla en
mi cara, pero coloco mi palma contra ella y la empujo de nuevo,
abriéndola.
—La estás follando —le digo.
—¡Para, ya! No me la estoy follando.
Mi mandíbula se aprieta fuertemente y estoy asintiendo lentamente.
Esa es la única explicación de por qué está incesantemente a su defensa.
—No sé por qué no acabas de admitirlo, Brennan. Está bien. Estás
enamorado de Bridgette y no quieres que se mude. Si solo lo admitieras,
me detendría.
La mandíbula de Brennan se tensa y expulsa un rápido aliento
frustrado. Se pasa las manos por el pelo y es entonces cuando lo veo. Lo
veo escrito en toda su cara.
Brennan está enamorado de Bridgette.
No sé cómo me siento acerca de eso, lo que no tiene sentido, ya que
estoy tratando de echarla.
—Warren —dice con calma. Retrocede en el cuarto y hace señas para
que entre. No sé por qué piensa que necesita privacidad cuando la única
otra persona en este apartamento es Ridge. Cierra la puerta detrás de mí
una vez que estoy dentro de su dormitorio. Pone las manos en las caderas
y mira fijamente al suelo durante varios segundos. Cuando sus ojos
finalmente se encuentran con los míos de nuevo, están llenos de derrota.
Lo sabía.
—No estoy enamorado de Bridgette —dice con calma—. Es mi
hermana.
Traducido por Moni
Corregido por Melii

Estoy caminando por la habitación, sosteniendo mi frente,


deteniéndome cada par de pasos para mirar a Brenan y niego con la
cabeza, sólo para seguir caminando alrededor.
Me gustaba más cuando pensaba que se la estaba cogiendo.
—¿Cómo? —pregunto—. ¿Cómo es eso posible? —Me detengo de
nuevo y lo encaro—. ¿Y por qué no me dijeron antes? —Me siento
ligeramente excluido, como si Ridge y Brenan estuvieran tratando de
esconder un enorme secreto familiar de mí. Eso no está bien, porque yo
soy su familia. Ellos vivieron conmigo después de que se fueron de su
casa. Mis padres los acogieron y les dieron un techo sobre sus cabezas y
comida en la mesa.
—Ridge no lo sabe —dice Brenan—. Y no quiero que lo sepa hasta
que sepamos que es cierto. Haremos una prueba de paternidad pronto,
pero nuestros horarios no han coincidido aún y es algo caro.
Genial. No puedo esconderle secretos a Ridge. Hemos sido mejores
amigos desde que teníamos diez años. Nunca le he ocultado un secreto,
especialmente uno tan grande.
—Warren, prométeme que no se lo dirás. Lo último que necesita
ahora es más estrés, y si se da cuenta de que he estado en contacto con
nuestro padre, se lo tomará personal.
Mis manos vuelan por el aire. —¿Tu padre, Brenan? ¿Por qué
demonios querrías contactar a ese bastardo de nuevo?
Niega con la cabeza. —No lo hice. Después de que Bridgette se
enteró de que su madre biológica tuvo una aventura con nuestro padre,
me encontró y me pidió que la ayudara a encontrarlo. —Cruza los brazos
sobre su pecho y mira hacia el suelo—. Se lo advertí, pero ella tenía que
verlo por sí misma. No veré a mi padre de nuevo, pero si Ridge sabe que
incluso la llevé a verlo, pensaría que fui tras su espalda en busca de
nuestros padres, y no lo hice.
—¿Qué dijo tu padre cuando llegaste después de todos estos años?
Ridge y Brenan se habían mudado conmigo y mis padres cuando
tenían diecisiete y catorce años, así que han pasado cerca de siete años
desde que cualquiera de ellos ha tenido contacto con su padre.
Brenan niega con la cabeza. —No ha cambiado. Apenas nos dijo dos
oraciones antes de corrernos. Creo que la decepcionó tanto, que ella
estaría bien con no hacer el test de paternidad si no fuera por la
posibilidad de que Ridge y yo seamos sus hermanos. Creo que sólo quiere
alguien a quien poder llamar familia, que es por lo que la estoy ayudando
con todo esto. Me siento mal por ella.
No puedo creerlo. Nunca lo habría adivinado. —Ni siquiera se parece
a alguno de ustedes.
Brenan y Ridge son casi idénticos, y ambos lucen tal como su padre.
Si su padre es el enlace en común entre ellos y Bridgette, pensarías que
ella tendría algún tipo de similitud con ellos. Más que su cabello castaño,
no hay nada en ella que se parezca a Ridge o Brenan. Sus ojos verdes no
están ni cerca de ser como los marrones de ellos, así que si es su
hermana, habrá tomado un cien por ciento de su madre. Podría sólo estar
justificando el hecho de que no quiero que se parezcan. Eso sería un poco
extraño para mí.
Brenan se encoge de hombros. —Aún no sabemos si es seguro,
Warren. Si resulta que no es su hija, entonces Ridge nunca sabrá siquiera
sobre esto.
Asiento, sabiendo bien que Brenan está en lo correcto. Ridge tiene
suficiente de su lado teniendo que lidiar con los problemas de Maggie, y
hasta que estén seguros, esto no es algo sobre lo que él tenga que
estresarse.
—¿Qué le pasará a Bridgette? —le pregunto—. Si resulta que no es
tu hermana.
Brenan se encoje de hombros. —Supongo que sólo sería nuestra
nueva compañera de cuarto.
Me siento en la cama y trato de absorber todo. Esto lo cambia todo.
Si ella es la hermana de Ridge y Brenan, no sólo sería mi compañera de
cuarto. Ella y su actitud y sus pantalones cortos de Hooters serán parte de
nuestras vidas para siempre.
Realmente no sé cómo me siento sobre esto.
—¿Estás seguro de que no está tratando de estafarte?
Brenan rueda los ojos. —Esa chica sólo está tratando de sobrevivir,
Warren. Ha tenido una vida del carajo e incluso si resulta que no somos
familia, ella sólo necesita a alguien que le dé una oportunidad. Así que por
favor. Ni siquiera tienes que ser amable con ella. Sólo ser lo
suficientemente comprensivo y dejarla vivir aquí.
Asiento y me recuesto en la cama. ¿Hermana?
—Entonces —le digo a Brenan—. Supongo que esto significa que
definitivamente no estás interesado en ella. Lo que significa que yo
sí puedo estarlo.
La almohada de Brenan golpea mi cara. —Eres asqueroso.
Traducido por florbarbero & evanescita
Clara Markov

Brennan tenía razón. Soy un asco. Nunca me sentí tan decepcionado


de mí mismo como en estas dos últimas semanas. Desde el momento en
que supe que ella podría ser hermana de Ridge y Brennan, no la he podido
dejar de ver. Sigo intentando identificar los gestos y características físicas
que tienen en común, pero lo único que he notado es lo caliente que se ve
en ese uniforme de Hooters.
Lo cual, a su vez, me hace disgustarme, porque pensarla tanto en su
uniforme me lleva a tener algunos sueños muy extraños. Anoche soñé que
entraba en el departamento y se encontraba de pie en la cocina, en esos
diminutos pantalones cortos color naranja, mostrando su estómago. Pero
cuando levanté la mirada, no fue su cara la que vi. Fue la de Brennan. Él
me sonreía con cara de idiota, y justo cuando empezaba a tener nauseas,
Ridge salió de su habitación usando el mismo traje de Hooters.
Me desperté después de eso y tuve que ir inmediatamente al baño a
lavarme los dientes. No sé por qué pensé que cepillármelos ayudaría, pero
como sea. Lo de la hermandad anda jodiendo mi cabeza más de lo que
debería. Por un lado, creo que sería genial si Ridge y Brennan tienen una
hermana. Por otra parte, no quiero que su hermana sea Bridgette. Primero
porque soy escéptico a las razones por las cuales apareció justo cuando
Brennan comienza a hacerse conocido. ¿Tiene motivos ocultos? ¿Piensa
que hizo mucho dinero?
Porque como manager de la banda, puedo asegurar que no es el
caso. El dinero que la banda genera va directamente a pagar los gastos de
promoción y viajes. En este punto, invierten mucho tiempo y esfuerzo, y si
no empiezan a obtener ganancias durante la próxima gira, puede que sea
la última a la que vayan. Es por eso que soy un poco amargado cuando se
trata de Bridgette, porque necesito a Brennan enfocado en Sounds of
Cedar, al igual que a Ridge en escribir canciones. No quiero que queden
atrapados en un drama familiar.
Pero maldita sea. Esos pantalones cortos.
Me encuentro de pie en la puerta de mi dormitorio, observándola.
Está en la cocina, hablando por teléfono en lo que se hace algo de comer.
El teléfono se ubica sobre el mostrador, y platica en altavoz con quien sea
que esté del otro lado de la línea.
Bridgette no ha notado que me encuentro aquí, así que hasta que lo
haga, me quedaré. Porque ella teniendo una conversación humana normal
es algo que nunca vi antes, y no puedo dejar de observarla. Lo cual es
raro, porque ¿cuántas veces al día veo a personas teniendo interacciones
típicas con otros seres humanos? Dice mucho sobre la personalidad de
Bridgette que verla hacer algo como esto fuera en verdad fascinante. Sería
un estudio antropológico interesante, teniendo en cuenta que la forma en
que actúa no parece ajustarse a la forma en que la sociedad espera que lo
haga una mujer joven.
—No puedo vivir en este dormitorio —dice alguien en el teléfono—.
Mi compañera de cuarto es una nerd estúpida.
Bridgette inclina la cabeza en dirección al teléfono, pero todavía no
se gira para verme. —Puedes hacerlo hasta que te gradúes.
—¿Y entonces podremos conseguir nuestro propio lugar?
Mis oídos se emocionan al oír hablar de la posibilidad de que se
mude. —No podemos permitirnos nuestro propio lugar —dice Bridgette.
—Podríamos si volvieras a hacer películas porno.
—Fue una película porno —dice Bridgette a la defensiva—.
Necesitábamos el dinero. Además, aparecí sólo por tres minutos, así que
por favor deja de recordarlo.
Mierda. Por favor di el nombre, por favor di el nombre. Tengo que
saber el nombre de esa película porno.
—Está bien, está bien —responde la chica, riendo—. Dejaré de sacar
el tema si me prometes que estaré fuera de los dormitorios en tres meses.
Bridgette niega con la cabeza. —Sabes que no hago promesas. ¿Y
olvidas la vez que intentamos vivir juntas durante tres meses? Aún me
sorprende que saliéramos con vida. Nos llevamos mejor a la distancia, y te
encuentras mejor en los dormitorios, créeme.
—Ugh. Sé que tienes razón —dice la chica—. Sólo tengo que mover
mi culo y conseguir un trabajo. ¿Cómo es ese Hooters donde trabajas?
Bridgette se burla. —Es el peor trabajo que he tenido. —Se gira para
tomar su teléfono y sus ojos encuentran los míos. Ni siquiera trato de
ocultar el hecho de que escuchaba su conversación. Me ve cuando lo toma
y lo mantiene cerca de su boca—. Te llamaré más tarde, Brandi. —Termina
la llamada y lanza el teléfono al mostrador—. ¿Cuál es tu problema?
Me encojo de hombros. —Ninguno —digo, enderezándome y
caminando hacia la cocina.
No mires sus pantalones cortos, no mires sus pantalones cortos.
—No sabía que eras capaz de tener una interacción humana normal.
Bridgette rueda los ojos y levanta el plato de comida que terminó de
preparar. Comienza a caminar en dirección de su dormitorio. —Puedo ser
agradable con las personas que lo merecen.
Cuando llega a la puerta, se gira y me enfrenta. —Necesito que me
dejes en el trabajo en una hora. Mi auto está en el taller. —Desaparece en
la habitación.
Hago una mueca, porque por alguna razón, la idea de llevarla a
trabajar me emociona, y mi emoción me decepciona. Siento como si fuera
dos personas diferentes en este momento. Soy un hombre que encuentra a
su nueva compañera de cuarto increíblemente atractiva, pero también soy
un chico que no puede soportar estar cerca de ella ya que es una perra.
También soy un chico que se encuentra a punto de hacer una dura
investigación en la industria del porno, porque tengo que encontrar esa
película. Tengo que hacerlo. Es en todo lo que seré capaz de pensar hasta
que la vea con mis propios ojos.

●●●

—¿Cuál es el apellido de Bridgette? —le pregunto a Brennan. Le


envié cinco mensajes en la última media hora, tratando de averiguarlo,
pero no me respondió, por lo que ahora me encuentro al teléfono con él. Sé
con seguridad que hacer una pequeña investigación de su nombre en un
buscador podría ayudar.
—Cox. ¿Por qué?
Me río. —¿Bridgette Cox? ¿En serio?
Hay una pausa al otro lado de la línea. —¿Qué es tan gracioso? ¿Y
por qué necesitas su apellido?
—Por nada —le digo—. Gracias.
Cuelgo el teléfono sin darle una explicación. Lo último que Brennan
tiene que saber es que su posible hermana hizo una película porno.
Pero ¿Cox? Eso es demasiado fácil.
Paso los siguientes quince minutos buscando su nombre,
averiguando cualquier cosa relacionada con la pornografía. Termino con
las manos vacías. Debió haber usado un nombre falso.
Cierro mi portátil cuando la puerta de mi habitación se abre. —
Vámonos —me dice.
Me levanto y pongo los zapatos. —¿Has oído hablar acerca de tocar?
—pregunto al tiempo que la sigo a través de la sala.
—¿En serio, Warren? ¿Me pregunta eso el chico que entró en el
baño cuando yo me encontraba dentro al menos tres veces en las últimas
dos semanas?
—¿Has oído hablar de bloquear las puertas? —respondo.
No dice nada en lo que sale. Agarro mis llaves de la barra y la sigo.
Tengo curiosidad de por qué nunca cierra las puertas cuando se ducha. Mi
primer pensamiento me lleva a creer que quizás le guste cuando entro.
¿Por qué deja la puerta desbloqueada si no es así?
Ahora que lo pienso, también usa ese maldito uniforme más tiempo
del necesario. Se lo pone unas dos horas antes de ir a trabajar y lo sigue
usando el mismo tiempo cuando llega a casa. La mayoría de las personas
pasan el menor período posible en la ropa de trabajo, pero a Bridgette
parece gustarle hacer alarde de su trasero en mi cara.
Me detengo en la parte inferior de las escaleras y veo cómo su culo
se abre camino hacia mi auto.
Mierda. Creo que Bridgette siente algo por mí.
Se gira después de intentar abrir la puerta, que está cerrada con
llave. Me mira con expectación y todavía me hallo congelado en la parte
inferior de la escalera, mirándola con la boca abierta.
Le gusto a Bridgette.
—Desbloquea el auto, Warren. Jesús.
Levanto el llavero y apunto al auto para abrir las puertas. Bridgette
se desliza en su asiento y baja la visera, acariciando su cabello. Una
sonrisa se extiende lentamente por mi cara a medida que me dirijo al lado
del conductor.
Bridgette me desea.
Esto será divertido.
En tanto manejo el auto, la mitad de mi atención se mantiene en la
carretera y la otra mitad en sus piernas. Las ha apoyado sobre el tablero y
sigue pasando sus manos hacia arriba y abajo por sus muslos. No puedo
decir si lo hace de una manera seductora o porque le gusta el sonido de
sus uñas arañando las medias.
Tengo que acomodarme en el asiento y tragarme el nudo en la
garganta, porque nunca hemos estado realmente así de cerca antes de este
momento. La tensión es espesa, y no puedo decir si soy sólo yo o si es una
tensión compartida. Me aclaro la garganta y hago lo que puedo para no
hacer de estos los quince kilómetros más incómodos que he tenido que
conducir.
—Entonces—digo, tratando de pensar en algo para romper el hielo—.
¿Te gusta tu trabajo?
Bridgette se ríe por lo bajo. —Sí, Warren. Me encanta. Me encanta
cuando los viejos repugnantes agarran mi culo, noche tras noche, y sobre
todo me encanta cuando idiotas borrachos piensan que mis tetas son un
accesorio y no una extensión de mi cuerpo.
Niego con la cabeza. No sé por qué pensé que sería una buena idea
hablarle. Exhalo y no me molesto en hacer más preguntas. Es imposible
platicar.
El silencio envuelve el auto por los próximos tres kilómetros. La oigo
suspirar con pesadez y me giro para mirarla, pero ve por la ventana. —Las
propinas son buenas —dice en voz baja.
Sonrío y miro de nuevo la carretera. Sé que eso es lo más cercano a
una disculpa que Bridgette es capaz de dar. —Qué bien —le digo, lo que es
mi manera de decirle que acepto sus disculpas.
Nos mantenemos en silencio hasta llegar a su trabajo. Me detengo en
frente, sale del auto, luego se inclina y me mira. —Necesito que me recojas
a las once de esta noche.
Cierra la puerta sin decir: por favor, gracias o adiós. Y a pesar de
que es la persona más desconsiderada que he conocido en la vida, no
puedo dejar de sonreír.
Creo que podríamos llevarnos bien.

●●●

Luego de llegar a casa, lo primero que hago es programar los


temporizadores de cada película porno en pago por evento. Paso las
próximas horas yendo rápidamente a través de ellas, pausándolas cada vez
que aparece una chica que remotamente se le asemeja. Tomo en cuenta
que pudo usar peluca, por lo tanto no puedo descartar a las mujeres
basándome en su color de cabello.
Ridge se sienta junto a mí en el sofá y considero poner el televisor en
subtítulos para él, pero no lo hago. Seamos honestos, el porno no es
conocido por sus historias fascinantes.
Ridge me da un codazo para llamar mi atención. —¿Qué pasa con
esta nueva fascinación? —pregunta, refiriéndose al hecho de que no he
hecho nada hoy aparte de ver una película porno tras otra.
No quiero ser sincero, por lo que sólo me encojo de hombros. —Me
gusta el porno.
Asiente con lentitud y luego se levanta. —No mentiré —señala—. Es
realmente incómodo. Estaré fuera en el balcón por si me necesitas.
Le pongo pausa a la televisión. —¿Ya compusiste algunas canciones
nuevas?
Ridge luce frustrado cuando se lo pregunto. Sacude la cabeza. —Aún
no. —Se aleja y me siento mal por preguntar. No sé lo que cambió en los
últimos meses, pero no es el mismo. Parece más estresado de lo habitual,
y eso me hace pensar si él y Maggie han peleado. Dice que se encuentran
bien, pero nunca ha tenido un problema escribiendo música para la banda
antes, y todo el mundo sabe que la fuente número uno de su inspiración
musical proviene de las relaciones.
Ridge y Brennan tienen inclinaciones musicales y siempre estuve un
poco celoso en ese sentido. Por supuesto, estoy celoso de Ridge en muchos
más. Parece haber nacido con un cierto nivel de madurez, y siempre
envidié eso de él. No es impulsivo como lo soy yo y parece tomar en cuenta
los sentimientos de las personas más que yo. Sé que Brennan siempre ha
cuidado de él y yo definitivamente también lo hago, así que verlo luchar
con todo lo que pasa en su cabeza es difícil. Sabía en lo que se metía
cuando empezó a salir con Maggie, así que no sé con seguridad si es infeliz
en su relación o si quizás se preocupa de que ella es infeliz con él. Sea lo
que sea, no sé lo que puedo hacer para ayudarlo.
No creo que pueda ayudarlo.
Vuelvo a dirigir mi atención a la televisión y avanzo rápido a través
de al menos tres películas más antes de darme cuenta de que ya son las
once y se me hizo tarde para recoger a Bridgette.
Mierda. El tiempo vuela cuando ves películas porno.
Paso los siguientes minutos conduciendo rápido, recorriendo los
dieciséis kilómetros a Hooters en un tiempo récord. Cuando me detengo,
se encuentra parada afuera con los brazos cruzados sobre el pecho,
disparándole dagas al auto. Abre la puerta y se mete. —Llegas tarde.
Espero a que cierre la puerta antes de presionar el acelerador. —No
es nada el recogerte, Bridgette.
Puedo sentir la ira irradiando. No sé si es simplemente porque llegué
tarde a recogerla o porque tuvo una noche de mierda en el trabajo, pero no
preguntaré. Cuando nos detenemos en el complejo, sale del auto antes de
que lo estacione. Sube por las escaleras y cierra la puerta de golpe.
Cuando llego al apartamento, ya se halla en su dormitorio. Trato de
ser comprensivo, pero esto es sólo... jodidamente grosero. ¿La llevo y la
traigo del trabajo y todo lo que hace es ser una perra conmigo? No tengo
que saber de modales para conocer cuándo un tipo de comportamiento es
inapropiado. Caray, soy una de las personas más desconsideradas que
conozco, y nunca trataría a alguien como ella me trata.
Camino a mi habitación y me dirijo directamente al baño. Ya se
encuentra allí, de pie frente al lavabo, lavándose la cara. —¿Una vez más
irrumpes y no tocas? —dice poniéndolos ojos en blanco dramáticamente.
La ignoro y camino en dirección del inodoro. Levanto la tapa y me
desabrocho los pantalones. Trato de mantener mi sonrisa controlada
cuando la oigo burlarse del hecho de que acabo de empezar a orinar con
ella en el baño.
—¿Es en serio?
Sigo ignorando sus comentarios y tiro de la cadena cuando termino.
Dejo la tapa arriba a propósito y doy un paso hacia el lavabo, justo a su
lado. Dos pueden jugar este estúpido juego, Bridgette.
Agarro mi cepillo y le vierto pasta de dientes, después empiezo a
cepillármelos. Me da un codazo cuando me meto en el camino del lavabo,
intenta empujarme. Le regreso el codazo y continúo cepillándome. Levanto
la vista a nuestro reflejo en el espejo y me gusta lo que veo. Soy varios
centímetros más alto. Mi cabello es más oscuro, y mis ojos son de color
marrón comparados con sus verdes. Sin embargo, nos complementamos.
De pie uno junto al otro como estamos, puedo ver que podríamos ser una
linda pareja. Probablemente incluso haríamos algunos lindos bebés.
Mierda.
¿Por qué permito que pensamientos como estos se graven en mi
cerebro?
Termina de limpiar el maquillaje de su cara antes de agarrar su
propio cepillo de dientes. Ahora los dos luchamos por espacio en el lavabo,
cepillamos con más fuerza de lo que probablemente nuestros dientes
nunca fueron cepillados. Nos turnamos con enojo escupiendo, tirándonos
codazos el uno al otro entre cada turno.
Cuando termino, enjuago el cepillo de dientes y lo pongo de nuevo en
el soporte. Ella hace lo mismo. Acuno mis manos bajo el chorro de agua y
me inclino para tomar un sorbo cuando me empuja a un lado, haciendo
que salpique agua por toda la mesa. Espero hasta que tenga agua en las
manos, entonces le empujo los brazos, mirando cómo salpica el agua por
todas partes.
Agarra la mesa y toma una respiración profunda y calmante. Sin
embargo, no ayuda porque con su mano salpica a través de la corriente del
grifo, enviando un puñado de agua directamente a mi cara.
Cierro los ojos y trato de ponerme en sus zapatos. Quizás tuvo un
mal día. Quizás odia su trabajo. Quizás odia su vida.
Sea cual sea su razón para actuar de tal manera no excusa el hecho
de que todavía no me agradeció por recogerla. Me trata como si arruinara
su vida, y todo lo que he hecho es tratar de ayudarla.
Abro los ojos y ni siquiera la miro. Me acerco, cierro el grifo del
lavabo, y luego agarro la toalla de mano y comienzo a secarme la cara. Me
mira desafiante, esperando a que tome represalias. Doy un paso lento en
hacia ella, elevándome. Presiona la espalda contra el lavabo y mantiene los
ojos centrados en los míos en lo que me inclino hacia adelante.
Nuestros pechos casi se tocan ahora. Puedo sentir el calor que
irradia de ella a medida que sus labios se abren lentamente. Esta vez no
me empuja. De hecho, parece que me reta a avanzar. A acercarme.
Pongo mis manos a cada lado, encerrándola. Todavía no se resiste y
sé que si tratara de besarla en este momento, tampoco lo haría. Bajo
cualquier otra circunstancia, ahora la estaría besando. Mi lengua iría tan
lejos en esa boca como pudiera, porque, joder, es una linda boca. No sé
cómo tanto veneno puede salir de labios tan suaves como los suyos.
—Bridgette —digo, con mucha calma.
Puedo ver el movimiento de su garganta cuando traga, todavía
mirándome. —Warren —dice, su voz es una mezcla entre determinada y
desesperada.
Le sonrío, a escasos centímetros de su cara. El hecho de que me
permita acercarme sólo demuestra que mi teoría de esta tarde es cierta.
Me desea. Quiere que la toque, que la bese, que la lleve a mi cama. Me
pregunto si es tan malvada dentro de la habitación como lo es fuera de
ella.
Me inclino unos cuantos centímetros más y jadea en silencio,
intercambia la mirada entre mis ojos y labios. Tiro mi labio inferior a la
boca, lentamente deslizando los dientes a través de él. Lo observa con
fascinación. Mi corazón se encuentra en mi garganta y mis palmas sudan,
porque no sé con certeza que pueda hacer esto. No sé si pueda resistirme.
Me inclino aún más, alcanzándola y rodeándola con la mano derecha
hasta que encuentro el enjuague bucal del mostrador. Justo cuando
nuestros labios se reúnen como si fuera a besarla, me alejó y hago a un
lado, quito la tapa del enjuague. Mantengo los ojos enfocados en ella y
tomo un sorbo antes de volverle a poner la tapa y dejarlo en el mostrador.
Puedo ver el deseo en sus ojos ser tragado por la furia. Se enojó
conmigo y consigo misma. Posiblemente incluso se avergonzó. Cuando ve
que bromeaba, las orillas de sus ojos se arrugan con la intensa mirada. Me
acerco al lavabo y escupo el enjuague bucal, volviéndome a limpiar la boca
con la toalla de mano. Me giro hacia mi dormitorio. —Buenas noches,
Bridgette.
Cierro la puerta, me apoyo en su contra y aprieto los ojos. La puerta
de su dormitorio se cierra con un golpe y mi respiración se vuelve estable.
Nunca he estado más encendido de lo que estoy ahora. Tampoco he estado
más orgulloso de mí mismo. Alejarme de esa boca y esos ojos hambrientos
fue lo más difícil que he tenido que hacer, pero también lo más importante.
Tengo que mantener la ventaja, porque esa chica tiene demasiado poder
sobre mí, y ni siquiera lo sabe.
Apago la luz del dormitorio y camino hacia la cama, tratando de
sacar la imagen de lo que acaba de pasar de mi cabeza. Después de varios
minutos, me doy por vencido tratando de luchar. Decido usar los
pensamientos a mi favor cuando deslizo la mano en mi bóxer, pensando en
esos pantalones cortos color naranja. Esa boca. En la pequeña bocanada
de aire que tomó cuando me incliné hacia ella.
Cierro los ojos y pienso en lo que podría haber sucedido si no fuera
tan obstinado. Si solamente la hubiera besado. Pienso también en el hecho
de que se encuentra a pocos metros de distancia, es de esperar que esté
frustrado, tan sexual como ahora.
¿Por qué tiene que ser tan jodidamente mala? Las chicas malas son
mi debilidad, y creo que ahora lo he descubierto.
Traducido por Janira & Vani & Zafiro & becky_abc2
Corregido por Marie.Ang

Han pasado tres días desde nuestro momento en el baño. He notado


que mantiene la puerta cerrada ahora, lo cual está bien. Estoy seguro que
se encuentra molesta porque se permitió tener un momento de debilidad.
No parece del tipo que se rinde tan fácilmente como casi lo hizo.
De cualquier manera, no puedo decidir si tomé la decisión correcta.
Parte de mí se regocija por el hecho de que fui capaz de alejarme, pero la
otra parte no puede creer cuan estúpido fui por dejar pasar una
oportunidad como esa. Pude haberla tenido, y ahora, lo más probable es
que nunca lo haré. Pero es lo mejor, porque lo último que necesito es
enrollarme con mi compañera de piso que potencialmente podría ser la
hermana de mi mejor amigo. Pero lo pone duro, literalmente, cuando entra
en la sala de estar luciendo como luce ahora. No lleva su ropa de trabajo,
pero lo que usa no lo hace nada mejor. Lleva una fina camiseta sin
mangas sobre unos escasos pantalones cortos de pijama, y está
caminando entre la televisión y yo más veces de las que puedo contar.
Mierda.
Ahora se está dirigiendo a mí con libros en sus manos.
Mierda.
Se encuentra sentada en el sofá. Junto a mí. En esa fina camiseta.
Sin sostén.
Puedo manejar esto. Fuerzo mis ojos hacia la televisión. Todavía
buscando la película porno en el que ella estaba. Podría simplemente
preguntarle, pero no es buena idea. Si sabe que yo sé que salía en una
película porno, probablemente haría todo lo que pudiese para asegurarse
que nunca la encuentre.
Se inclina hacia delante y toma el control remoto, después apunta a
la televisión para silenciarla. No sé quién se cree que es, pero si no quiere
oír la televisión, puede ir a su habitación. Agarro el control remoto y subo
el sonido otra vez. Suspira, abre uno de sus libros de texto y empieza a
leer.
Finjo que presto atención a la televisión, pero no puedo parar de
lanzarle miradas, porque santa mierda, no puedo creer que me alejé de ella.
Soy un idiota.
Agarra el control remoto y silencia la televisión, otra vez,
posiblemente porque una de las chicas se hallaba gritando muy fuerte. Me
pregunto si Bridgette es ruidosa durante el sexo. Probablemente no. Lo
más probable es que sea obstinada, negándose a hacer algún sonido.
Subo el volumen de la televisión, otra vez y ella llega a su punto de
quiebre. —Trato de estudiar, Warren. Por el jodido amor de Dios, obtienes
el mismo efecto cuando está en silencio.
La observo con curiosidad. —¿Cómo lo sabes? ¿Eres experta en
porno?
Me mira, con un destello de sospecha en sus ojos. —¿Por favor,
puedes, por una noche renunciar a tu adicción para que yo pueda estudiar
en paz y tranquilidad?
Bridgette dijo por favor.
—Ve a estudiar a tu habitación —digo.
Su boca se presiona en una tensa y delgada línea. Saca el libro de su
regazo y se levanta. Camina hacia la televisión, llega detrás de ella y jala el
enchufe. Después vuelve al sofá, pone el libro de nuevo en su regazo y
continúa estudiando.
No sé cómo conseguí ver más allá de su horrible actitud, lo
suficiente para sentirme atraído por ella. Es vil. No me importa lo buena
que está, nunca encontrará a nadie que pueda tolerar su personalidad.
—Puedes ser una verdadera perra a veces, ¿lo sabes?
Suelta un suspiro exasperado. —Sí, bueno. Tú eres adicto al porno.
Rio en voz baja. —Por lo menos no estoy en una película porno.
Sus ojos giran en mi dirección. —Sabía que estabas escuchando a
escondidas.
Me encojo de hombros. —No pude evitarlo. Tenías una conversación
como si fueras un ser humano real. Fue fascinante.
Su concentración cae de nuevo en las páginas del libro de texto. —
Eres un idiota.
—Tú eres una oportunista.
Cierra de golpe el libro y se gira en el sofá para mirarme. —¿Una
oportunista? ¿Estás bromeando?
Levanto mi rodilla y me giro para mirarla. —¿No crees que es un
poco sospechoso que aparezcas de la nada, afirmando ser la hermana
perdida de la banda local más popular de Austin?
Ella parece capaz de asesinar. —Warren, te sugiero que dejes de
hacer acusaciones en contra de la gente de la que no sabes absolutamente
nada.
Sonrío, porque sé que eso le molestó. Podría salir victorioso otra vez.
—He aprendido lo suficiente sobre ti para saber que no mereces
confianza. —Recojo su libro, lo pongo de nuevo en su regazo y señalo su
habitación—. Ahora, toma tu tarea y regresa a tu habitación prestada.
—¿Mi habitación prestada? Ni siquiera pagas la renta, Warren.
—Tú tampoco, Bridgette.
—Todo lo que haces es ver porno y mirarme el culo. Eres un
pervertido perezoso.
—Todo lo que haces es exhibir tu culo y fantasear que te beso.
—Eres repugnante —dice—. En realidad, ve porno. Estoy segura que
necesitas todos los consejos que puedas obtener.
De acuerdo, eso es bajo. Puede insultar mi haraganería, mis
finanzas, mi nueva adicción al porno, pero no puede insultar mis
habilidades en la cama. Especialmente cuando no tiene experiencia de
primera mano. —No necesito consejos para complacer a una mujer,
Bridgette. Nací con talento natural.
Me está observando como si se encontrara a punto de golpearme,
pero no puedo dejar de mirar su boca, esperando que me insulte de nuevo.
En algún lugar entre ser llamado idiota y este momento, me he puesto más
cachondo de lo que nunca me he sentido en mi vida. Espero que esté a
punto de irse enojada a su habitación porque ya llegué a mi límite de
moderación en cuanto a ella.
Lame su labio inferior, y tengo que agarrarme al cojín del sofá para
evitar atacar esa boca. Sus ojos se fijan intensamente en los míos, ambos
nos encontramos respirando tan pesadamente por nuestros ataques
verbales, que puedo sentir su aliento en mis labios.
—Te odio —dice, apretando los dientes.
—Te odié primero —siseo en respuesta.
Su atención cae a mi boca y tan pronto como veo el más pequeño
destello de deseo en sus ojos, me abalanzo. Agarro su rosto y presiono mis
labios en los suyos mientras empujo su espalda contra el sofá. Me está
empujando con sus rodillas aunque me jala hacia ella con sus manos. Mi
lengua se fuerza a través de la barrera de sus labios y ella me devora en
respuesta. La beso fuerte, y me besa incluso más fuerte. Tiro un puñado
de su cabello mientras araña mi cuello con sus uñas. Joder, duele.
Ella duele.
Quiero más.
Me cierno y luego me presiono contra ella, jalando su rodilla para
que pueda envolverla alrededor de mi cintura. Sus manos se encuentran
en mi cabello, y ya no quiero que se mude. Quiero que se quede. Quiero
que sea mi compañera de piso por siempre. Es la maldita mejor
compañera de piso que he tenido, y Dios mío, es tan linda. ¿Cómo pude
pensar que era mala? Es tan, tan dulce, sus labios son dulces y Bridgette,
amo tu nombre.
—Bridgette —susurro, queriendo decir su nombre en voz alta. No sé
cómo odiaba su nombre hasta antes de este momento, porque es el
nombre más hermoso que he dicho en voz alta.
Me aparto de su boca y comienzo a hacer un camino por su dulce,
dulce cuello. Tan pronto como llego a su hombro, empieza a alejarme con
sus manos.
Y simplemente así, vuelvo a la realidad y me separo de ella
voluntariamente.
Me muevo al otro extremo del sofá, necesitando espacio para tratar
de entender qué demonios acaba de pasar.
Ella rápidamente se sienta en el sofá. Limpia su boca y yo me paso
las manos por el cabello, haciendo todo lo que puedo para procesar esto.
Es una zorra malvada. Cierro los ojos y me aprieto la frente,
tratando de comprender como perdí completamente el control de mí mismo
simplemente porque estaba besándola. Pienso en todas las mentiras que
pasaban por mi cabeza mientras mi polla trataba de convencerme que ella
era una persona decente.
Soy débil. Soy tan débil, y ella se aprovechó, otra vez.
—No vuelvas a hacer eso —dice, molesta y sin aliento.
Su voz me hace estremecer. —Tú lo empezaste —digo en defensa.
¿Lo hizo? No puedo recordar. Podría haber sido mutuo.
—Besas como si estuvieras tratando de resucitar a un gato muerto
—dice, fastidiada.
—Besas como si fueras un gato muerto.
Lleva las rodillas hasta su pecho y envuelve los brazos alrededor de
ellas. Parece extremadamente incomoda en el silencio, así que no me
sorprende cuando suelta otro insulto. —Probablemente follas como un
fideo flácido.
—Follo como si fuera Thor.
No estoy mirándola, pero sé que el comentario tuvo que hacerla
sonreír. Si es capaz de sonreír. El silencio se hace más pesado y ninguno
de nosotros se mueve, haciendo aún más evidente que lo que pasó fue un
error.
—¿Por qué sabes a cebollas? —pregunta.
Me encojo de hombros. —Sólo comí pizza.
Mira hacia la cocina. —¿Queda algo?
Asiento. —Está en el refrigerador.
Se para inmediatamente y camina a la cocina, y odio estar mirando
su camiseta. Puedo ver sus pezones asomándose a través de la delgada
tela, quiero señalarla y decir: “¡Yo hice eso! ¡Todo eso es por mí!”
En cambio, cierro los ojos y trato de pensar algo que detenga mi
deseo de seguirla a la cocina y doblarla sobre la encimera.
Afortunadamente, la puerta de la habitación de Ridge se abre, así que le
doy toda mi atención mientras entra en la sala de estar. Hace una pausa
cuando me ve sentado en el sofá. Mira a la televisión que ni siquiera se
encuentra prendida. —¿Por qué te ves tan culpable?
Sacudo la cabeza avergonzadamente. —Creo que acabo de liarme
con Bridgette —digo en señas.
Ridge mira a Bridgette, quien se encuentra parada en la cocina, de
espalda a nosotros. Sacude la cabeza con decepción. O confusión.
—¿Por qué? —pregunta, perplejo—. ¿Lo hizo voluntariamente?
Agarro uno de los cojines del sofá y se lo lanzo. —Sí, lo hizo
voluntariamente, idiota. Me desea.
—¿Tú la quieres? —Parece genuinamente sorprendido, como si no lo
hubiese visto venir.
Niego. —No, no la quiero —señalo—. Pero siento como que la
necesito. Mucho. Ella es tan… —detengo mis manos por unos segundos
antes de continuar—. La mejor peor cosa que me ha pasado.
Ridge retrocede hasta que su mano está en la puerta principal. —
Voy a donde Maggie por la noche —señala—. Rezaremos por ti.
Le muestro el dedo mientras sale. Cuando volteo para ver a
Bridgette, se encuentra caminando hacia su habitación. Pasa la televisión
y ni siquiera tiene la audacia de volverla a conectar.
Conecto la televisión, porque ahora no hay duda en mi mente. Tengo
que encontrar esa película porno, porque después de experimentar ese
beso, soy adicto. Adicto a todo lo de Bridgette.
***

Casi no dormí anoche. Estar en el mismo apartamento con ella,


sabiendo que Ridge y Brennan se habían ido, era demasiado. Tomó todo lo
que tenía no inventar una excusa para llamar a la puerta de su dormitorio.
Pero estoy aprendiendo cómo funciona su mente, y sé que me rechazaría
de inmediato para mantener el control.
Y ahora, Ridge y Brennan se encuentran aún desaparecidos y ella
está en el trabajo y yo he agotado toda la cuota del porno. No puedo
mantener un registro de cuánto porno he visto en las últimas dos
semanas. Es ridículo. ¿Cuántos podrían existir? Y sé que lo ha filmado en
los últimos años, porque ella tenía que tener más de dieciocho cuando lo
hizo. Tiene veintidós ahora, por lo que son cuatro años de películas
pornográficas para examinar cuidadosamente.
Oh, Dios mío. Estoy obsesionado.
Soy como un acosador.
Soy un acosador.
La puerta del frente se abre y Bridgette entra. La cierra con tanta
fuerza, que me estremezco. Camina a la cocina y empieza a abrir y cerrar
armarios. Finalmente descansa las palmas de sus manos en la barra y me
mira directamente. —¿Dónde demonios mantienes el alcohol?
Mal día, supongo.
Me pongo de pie y camino hacia el fregadero. Abro el armario debajo
de él y saco la botella de Pine-Sol. Ni siquiera me molesté en sacarle un
vaso. Se ve como el tipo que puede tomar un buen trago.
—¿Tratas de matarme? —pregunta, mirando la botella en mis
manos.
La empujo en su mano. —Ridge cree que es inteligente por
esconderlo en viejas botellas de limpieza. No le gusta cuando bebo todo su
alcohol.
Lleva la botella a su nariz y se estremece. —¿Lo único que tienes es
whisky?
Asiento. Se encoge de hombros y lleva la botella a sus labios, inclina
la cabeza hacia atrás, y toma un largo trago.
Me devuelve la botella mientras se limpia la boca con el dorso de la
mano. Tomo un sorbo y entonces se la devuelvo. Hacemos esto varias
veces hasta que su ira parece haber disminuido, tanto como la ira puede
desaparecer en el mundo de Bridgette. Tapo la botella y la coloco en el
gabinete.
—¿Mal día? —pregunto.
Se inclina contra el mostrador y tira el elástico de sus pantalones
cortos naranjas. —El peor.
—¿Quieres hablar de ello?
Me mira a través de sus pestañas y luego rueda los ojos. —No —dice
rotundamente.
No la presiono. Ni siquiera sé si realmente quiero saber acerca de su
día. Todo y cualquier cosa parece hacerla explotar, así que probablemente
está enojada por algo tan estúpido, como una luz roja en su camino a
casa. Tiene que ser agotador responder a todos los aspectos de la vida con
tanta ira.
—¿Por qué estás siempre tan enojada?
Se ríe por lo bajo. —Eso es fácil —dice—. Pendejos, clientes
estúpidos, un trabajo de mierda, padres sin valor, amigos de mierda, mal
tiempo, compañeros de habitación molestos que no saben cómo besar.
Me río en el último comentario, que estoy seguro se suponía era un
golpe, pero se sintió más como un coqueteo secreto.
—¿Cómo estás tan feliz todo el tiempo? —pregunta—. Crees que todo
es divertido.
—Eso es fácil —digo—. Padres geniales, tener la suerte de tener un
trabajo, amigos leales, días soleados, y compañeros de cuarto que
protagonizaron películas porno.
Aparta la mirada rápidamente en un intento de ocultar la sonrisa
que casi apareció en su rostro. Dios, desearía que deje salir esa sonrisa,
porque me muero de ganas de ver cómo luce. Mientras ha vivido aquí, no
estoy seguro de que haya visto su sonrisa.
—¿Es por eso que ves tanto porno? ¿Porque deseas encontrar en la
que estuve?
No asiento, pero tampoco muevo la cabeza. Inclino mi cadera en el
mostrador y cruzo los brazos sobre el pecho. —Sólo dime el nombre.
—No —dice rápidamente—. Además, fui solo un extra. Ni siquiera
realmente hice nada.
Un extra. Eso ayuda a reducir un poco mi búsqueda.
—Realmente no hacer nada no significa que no lo hiciste.
Rueda los ojos, pero todavía está de pie aquí, así que sigo adelante.
—¿Estabas desnuda?
—Era una porno, Warren. No llevaba un suéter.
Eso significa que sí.
—¿Tuviste sexo en cámara?
Niega. —No.
—¿Pero lo hiciste con un chico?
Niega de nuevo. —No era un chico.
Santa mierda.
Me doy vuelta y agarro la barra con una mano, mientras con la otra
hago la forma de una cruz sobre mi cuerpo. Cuando me doy la vuelta de
nuevo, sigue de pie en el mismo lugar, pero realmente parece relajada.
Debería tomar whisky cada día.
—¿Así que, me estás diciendo que lo hiciste con otra chica? ¿Y está
documentado en alguna parte? ¿En una película?
La esquina de su boca se acurruca en una sonrisa fantasmal.
—Sonreíste.
Deja de sonreír inmediatamente. —No lo hice.
Doy un paso hacia ella y asiento. —Sí, lo hiciste. Te hice sonreír.
Comienza a sacudir la cabeza en desacuerdo, por lo que deslizo mi
mano detrás de su cuello. Sus ojos se amplían, y me encuentro casi seguro
de que está a punto de alejarme, pero no puedo evitarlo. Esa sonrisa.
—Sonreíste, Bridgette —susurro—. Y la necesitas, porque fue
jodidamente hermosa.
Jadea en shock justo antes de chocar mis labios contra los suyos.
No creo que ella estuviera esperando que este beso sucediera, pero desde
luego no se opone. Su boca es cálida y sensible, y cuando separo sus
labios con mi lengua, realmente me deja.
No sé si es el whisky o ella, pero mi corazón se retuerce en mi pecho
como una bestia enjaulada. Deslizo las manos por su espalda hasta que
ahuecan su culo y aprieto mientras la coloco arriba del mostrador.
Nuestros labios se separan, y nos miramos el uno al otro en silencio,
cada uno de nosotros dudosos de creer que el otro no está a punto de
alejarse otra vez. Cuando me doy cuenta de que ninguno de los dos parece
querer detener esto, llevo mis manos a sus mejillas y me inclino de nuevo,
tomando sus labios entre los míos.
Esto es diferente de nuestro beso de la otra noche. Nuestro primer
beso fue rápido y frenético, porque sabíamos dónde iba a terminar.
Éste es lento y profundo, y se siente como que es sólo el comienzo de
lo que estamos a punto de experimentar esta noche. Esta vez, cuando dejo
su boca para saborear su cuello, no me aparta. Me acerca más, queriendo
que la bese con más fuerza.
—Warren —susurra, inclinando su cuello hacia un lado, dándome
acceso a su piel—. Si tengo sexo contigo, tienes que prometerme que no te
pondrás pegajoso después.
Me río, pero no me alejo de su cuello. —Si tienes sexo conmigo,
Bridgette, eres tú la que está en peligro de ponerte pegajosa. Querrás
mucho más de mí, y no podré decir la diferencia entre tú y el papel film.
Ríe, y me tira contra ella. Miro hacia su boca y luego a sus ojos. —
Dios mío.
Niega, confundida. —¿Qué?
—Tu risa. —La beso en los labios—. Jodidamente fenomenal —
susurro en su boca. La levanto del mostrador y la mantengo envuelta
alrededor mío mientras hago mi camino a través de la sala de estar. Tan
pronto como estamos en mi habitación, cierro la puerta y la empujo contra
ella. La mantengo presionada contra la puerta con mi cuerpo mientras me
quito la camisa. Encuentro el dobladillo de su camisa y empiezo a tirar de
ella sobre su cabeza—. No puedo decirte cuántas veces he fantaseado
acerca de esto, Bridgette.
Me ayuda a tirar de su camisa sobre su cabeza. —Yo no he
fantaseado con esto en absoluto —dice.
Sonrío. —Jodidas mentiras.
La levanto de nuevo y la llevo a la cama. Tan pronto como la coloco
allí y empiezo a gatear encima de ella, empuja mis hombros y me deja de
espalda. Sus manos encuentran el botón de mis pantalones vaqueros y lo
desabrocha. Intento tomar el control de nuevo empujándola sobre su
espalda, pero no lo consigo. Se extiende y pone sus manos en mis bíceps,
empujando mis brazos contra la cama. —Yo estoy a cargo —dice.
No discuto. Si quiere estarlo, la voy a dejar absolutamente.
Se sienta con la espalda recta y lleva sus manos alrededor de su
espalda para desabrochar su sujetador. Me levanto y empiezo a llegar a su
alrededor para ayudarla, pero sus manos están de vuelta en mis brazos en
un instante. Me empuja al colchón de nuevo. —¿Qué acabo de decir,
Warren?
Mierda. Ella no está bromeando.
Asiento y centro mi atención en su sostén mientras se levanta y lo
desata. Desliza las correas lentamente por sus brazos y no puedo sacar
mis ojos de ella. Quiero tocarla, ayudarla, ser yo quien quite su sujetador,
pero no me permite hacerlo.
Se me corta la respiración cuando lanza lejos el sujetador.
Dios mío, es perfecta. Sus pechos son del tamaño perfecto,
apareciendo como si fueran a encajar perfectamente en la palma de mis
manos. Pero no lo sabré, porque no tengo permitido tocarlos.
¿O sí?
Vacilante, levanto las manos para sentir la suavidad de su piel, pero
inmediatamente aparta mis brazos de ella, de vuelta a la cama.
Dios, esto es una tortura. Sus pechos están aquí, a centímetros de
mí, y ni siquiera puedo tocarlos.
—¿Dónde están tus condones?
Señalo la mesita de noche en el lado opuesto de la cama. Se desliza
fuera de mí y la miro atentamente mientras camina a mi mesa de noche.
Abre el cajón y escudriña hasta que encuentra uno. Lo pone entre sus
dientes mientras camina de vuelta a los pies de la cama. No trepa de
nuevo sobre mí. En su lugar, engancha los pulgares en la cintura de sus
pantalones cortos y comienza a quitárselos.
Estoy más duro de lo que nunca he estado, y puedo sentir mi pulso
latiendo por todo mi cuerpo. Tiene que darse prisa de una puta vez y subir
de nuevo encima de mí.
Se deja las bragas puestas mientras se inclina y comienza a tirar de
mis vaqueros por completo. Engancha las manos en mi ropa interior y
también la jala, la envoltura del condón aún colgando entre sus dientes.
Su cabello es del largo perfecto, arrastrándose ligeramente sobre mi piel
como plumas cada vez que se inclina sobre mí.
Una vez que me ha quitado toda la ropa, sus ojos se centran en mi
parte más dura. Una sonrisa tira de sus labios y sus ojos se encuentran
con los míos. Se saca el condón de la boca.
—Impresionante —dice—. Esto, sin duda, explica tu inflado ego.
Tomo el insulto con el cumplido, porque ya sé que Bridgette no es
del tipo de repartirlos.
Me monta de nuevo, todavía con sus bragas. Se inclina hacia delante
y presiona sus palmas en mis antebrazos. Su boca encuentra la mía, y sus
pechos se presionan contra mi pecho, haciéndome gemir. Ella se siente
increíble. Tan bien. Me preocupo ahora, porque ni siquiera hemos tenido
sexo y ya puedo decir que estoy arruinado.
Puedo sentir su humedad a través de sus bragas a medida que
tortuosamente se desliza hacia arriba y abajo, arriba y abajo, tan lento
como puede. Su lengua está en mi boca, y sigo tratando de agarrar la parte
posterior de la cabeza, o agarrarla por la cintura, pero cada vez que me
muevo, me detiene.
Me imaginaba que sería mandona en el dormitorio, pero nada como
esto. Ni siquiera me deja tocarla, y eso jodidamente me mata.
—Abre la boca —susurra en mi oído. Lo hago, y coloca la envoltura
del condón entre mis dientes. La muerdo y ella utiliza sus propios dientes
para sujetar el otro extremo mientras se aleja de mí, desgarrando abierto el
envoltorio entre nuestras bocas.
Bueno, eso fue caliente.
Tan caliente.
Deberíamos dejar nuestros trabajos y hacer esto a tiempo completo.
Saca el condón y se sienta derecha. Baja la mirada y lame sus labios
mientras desliza el condón sobre mí y gimo, porque sus manos son joder.
Son demasiado. Las quiero por todas partes.
Entiendo cómo los chicos pueden decir cosas estúpidas en la agonía
de la pasión, porque quiero decirle tanto en este momento. Quiero decirle
que la amo, que somos almas gemelas y que debe casarse conmigo, porque
sus manos me hacen pensar estúpidos, estúpidos, pensamientos falsos
como esos.
Se levanta más en sus rodillas y aparta a un lado sus bragas,
dejándolas puestas en tanto comienza a bajarse a sí misma sobre mí.
Es oficial. Es la mejor compañera de piso que he tenido en mi vida.
Se estremece ligeramente cuando comienza a tomarme dentro de
ella, y me siento un poco mal de que le duela. Pero no lo suficientemente
mal como para detenerme de levantar mis caderas y deslizarme en ella el
resto del camino.
Tan pronto como estamos alineados, gemimos al unísono.
Nunca he sentido nada igual.
Es como si su cuerpo se amoldara perfectamente al mío, encajando
cada línea, curva y pendiente. Ninguno de los dos se mueve un centímetro
mientras llenamos la habitación con fuertes jadeos, dándonos un
momento para ajustarnos a la pura perfección que acabamos de crear.
—Joder —susurro.
—Está bien —responde.
Comienza a moverse, y no sé qué hacer conmigo mismo. Mis manos
quieren sostenerla por la cintura mientras se desliza arriba y abajo, pero
también sé que no estoy autorizado a tocarla. Mis ojos la toman mientras
sigue sus movimientos, sus perfectos, metódicos, y dulces movimientos.
Después de varios minutos de verla encima de mí con los ojos
cerrados y los labios entreabiertos, me rindo. No puedo no de tocarla. Mis
manos agarran su cintura e intenta alejarlas pero afianzo mi agarre,
levantándola cuando se levanta y tirándola hacia abajo cuando cae. Se da
por vencida tratando de luchar contra mí después de ver lo mucho mejor
que mi fuerza puede hacer que se sienta.
Quiero oír su gemido y quiero oírla desmoronarse encima de mí, pero
está conteniendo todo, justo como sabía que lo haría.
Deslizo mis manos por su espalda y la tiro hacia adelante hasta que
nuestras bocas se encuentran. Mantengo una mano en la parte posterior
de su cabeza y otra en su cintura mientras ella continúa su ritmo encima
de mí.
Curvo la mano alrededor de su cadera y lentamente la deslizo por su
estómago, hasta que la estoy tocando. Deslizo un dedo entre nosotros,
separándola, sintiendo su calor y la humedad rodeándome. Gime en mi
boca y comienzo a frotarla, pero inmediatamente deja de moverse. Agarra
mi muñeca y la aleja, golpeando mi brazo de nuevo contra el colchón.
Sus ojos se abren y centran firmemente en los míos mientras poco a
poco comienza a moverse de otra vez. —Mantén tus manos en el colchón,
Warren —advierte.
Maldita sea, hace esto difícil. Necesito sentirla de nuevo, y cuando
haya terminado de tocarla, quiero saborearla. Quiero esa humedad y
calidez por toda mi lengua.
Pero primero, la dejaré salirse con la suya. Cierro los ojos y dejo de
intentar tomar el control. Me concentro en su estrechez, tragándome. Me
concentro en el hecho de que cada vez que su cuerpo se encuentra con el
mío, estoy tan profundamente dentro de ella como me es posible ir.
Se inclina hacia delante y sus pechos bailan hacia atrás y adelante a
través de mi pecho mientras se mueve sobre mí.
El cielo definitivamente es real.
Mis piernas empiezan a tensarse y mis manos buscan algo que
agarrar a medida que siento construirse mi orgasmo. Puede sentir que
estoy cerca de la liberación, así que se tensa a mí alrededor y sus empujes
se vuelven más rápidos y duros. Mantengo los ojos cerrados cuando mi
cuerpo comienza a temblar debajo de ella.
Quiero maldecir y gemir, y hacerle saber lo bien que esto se siente
mientras me libero dentro de ella, pero no hago un solo ruido. Si no se me
permite tocarla mientras me vengo, entonces a ella se le prohíbe saber lo
mucho que jodidamente amo cada segundo de ello.
Continúa moviéndose sobre mí en tanto en silencio sucumbo a los
temblores. Cuando se acaba, se detiene encima de mí. Abro los ojos, la
miro y la atrapo sonriéndome. Tan pronto como se da cuenta de que estoy
mirándola, la sonrisa se ha ido.
Quiero que colapse contra mi pecho. Quiero rodarla sobre su
espalda y tomarla en mi boca hasta que esté gritando mi nombre en
éxtasis, en lugar de ira.
En cambio, lentamente se desliza fuera de mí. Se levanta y se vuelve
hacia el cuarto de baño. —Buenas noches, Warren.
La puerta se cierra tras ella y me quedo tendido aquí en completa
confusión. Correría tras ella justo ahora, pero aún me siento demasiado
débil para moverme.
Me doy tiempo para recuperarme, luego me quito el condón y lo
arrojo al tacho de basura del baño en mi camino a su dormitorio. Abro la
puerta justo cuando se mete en la cama. Tan pronto como su cabeza se
encuentra con la almohada, estoy sobre ella, besándola. Como era de
esperar, me aparta.
—¿Qué dije acerca de ser pegajoso? —dice, alejando su cara de la
mía.
—No estoy siendo pegajoso —le digo, besando mi camino por su
cuello—. No hemos terminado.
Se separa aún más y empuja mi cara hacia atrás. —Estoy bastante
segura de que terminamos, Warren. Hace unos tres minutos.
—Yo terminé —le digo, mirándola a los ojos—. Pero tú no terminaste.
—Puedo sentir su resistencia en su intento de darse la vuelta.
—Warren, detente —dice, empujándome.
No me aparto de ella. En cambio, envuelvo mi brazo a su alrededor y
muevo lentamente la mano sobre su vientre.
Ahí es cuando me da una bofetada.
Inmediatamente, retrocedo y la miro, confundido.
Me hace a un lado y se escabulle en su cama hasta que su espalda
se encuentra con el cabecero. —Dije detente —dice, defendiendo su
bofetada.
Muevo la mandíbula, no muy seguro de qué hacer. En todos mis
años de experiencia con las chicas, e incluso en todo el reciente porno que
he estado viendo, así no es como el sexo suele ir. La gente es egoísta por
naturaleza y el hecho de que ni siquiera me quería para hacerla correrse
me confunde demasiado.
—Estoy... —Me detengo y la miro—. ¿Estoy interpretando mal algo
aquí? Porque pensé...
—Follamos, Warren. Se acabó, ahora ve a dormir.
Meneo la cabeza. —No, Bridgette. Tú follaste. Tú hiciste todo el
trabajo y ni siquiera llegaste a disfrutarlo. No entiendo por qué no dejas
que te toque.
Gime, frustrada. —Warren, está bien. Fue divertido. —Aparta la
mirada de mí—. Simplemente no me gusta la otra parte, así que ve a la
cama.
¿No le gusta la otra parte? ¿La parte donde tiene un increíble y
alucinante orgasmo?
—De acuerdo—le digo—. Iré a la cama.
—Gracias —murmura.
—Pero primero —le digo, levantando el dedo—. Necesito saber algo.
Rueda los ojos. —¿Qué?
Me inclino hacia ella y la miro con fascinación. —¿Así es contigo
siempre el sexo? ¿Tienes que estar en completo control, hasta el punto en
que ni siquiera dejas a alguien hacerte correr?
Me patea, tratando de que me vaya de su cama. —No voy a hablar de
mi vida sexual contigo, Warren. Vuelve a tu habitación.
Se agacha en su cama hasta que su cabeza se encuentra con la
almohada. Se da la vuelta hasta que su espalda esta hacia mí y tira las
mantas sobre su cabeza.
Mierda. Esto es... Ni siquiera sé qué pensar. Nunca he conocido a
nadie como ella. Tiene algunos graves problemas de control.
—Bridgette —susurro, necesitando que se dé la vuelta y hable
conmigo de nuevo. Me ignora, pero no puedo irme porque esta
conversación tiene que suceder—. ¿Me estás diciendo que nunca has
tenido un orgasmo durante el sexo?
El edredón vuela de su cabeza y se da la vuelta hasta queda de
espalda. —Nunca ha sido un problema con nadie hasta ti —dice con enojo.
Me río y sacudo la cabeza, y por alguna razón, me siento
extremadamente feliz por esto. Porque aparentemente ha estado con
algunos pendejos realmente egoístas en el pasado, y estoy a punto de
mostrarle lo que se ha perdido.
Vuelve a tirar el edredón sobre su cabeza y enfrenta de nuevo la
dirección opuesta. En lugar de ponerme de pie y caminar de regreso a mi
habitación como sé que quiere que haga, levanto el edredón y me deslizo
detrás de ella. La envuelvo con el brazo, presionando mi mano contra su
vientre, tirándola contra mi pecho.
Prácticamente me gruñe. —Warren, para. Lo creas o no, soy
perfectamente feliz con mi vida sexual, y no te necesito para Oh, Dios
mío. —Se detiene a mitad de la diatriba tan pronto la acuno entre las
piernas.
Descanso mi mejilla contra la suya. —Necesito que te calles,
Bridgette.
No se mueve, así que la hago rodar sobre su estómago y me deslizo
sobre ella. Agarro sus brazos bajo mis manos, al igual que hizo antes
conmigo. —Por favor, no te me resistas —le susurro al oído—. Quiero tener
el control, y quiero que hagas lo que te digo. —Paso mi lengua por su oreja
y observo como los escalofríos estallan en su cuello—. ¿Entendido?
Sus respiraciones son superficiales, y cierra los ojos con fuerza con
su asentimiento.
—Gracias —le digo. Beso mi camino por su cuello y hombro, y luego
dejo mis besos lentamente por su espalda. Todo su cuerpo se tensa, y
sabiendo que nunca ha experimentado un orgasmo a manos de otro
hombre ya me tiene duro de nuevo.
Llego hasta sus muslos y abro sus piernas con mi mano. Entierra la
cara en la almohada y eso me hace sonreír. Nunca ha sido tan vulnerable
con otra persona, y no quiere darme el placer de ver lo mucho que lo
disfruta.
Mantengo mis ojos enfocados en ella de todos modos, mientras poco
a poco empujo dos dedos dentro suyo, esperando a que gima en la
almohada.
No hace ningún sonido, así que los saco y vuelvo a entrar con tres
dedos esta vez.
Presiono mi frente en su almohada, justo junto su cara, y espero que
los sonidos se escapen.
Nada. Me río silenciosamente, porque realmente he hecho mi
trabajo.
Saco la mano y la pongo de espalda. Sus ojos todavía están cerrados
herméticamente, así que agarro su mandíbula y presiono mis labios sobre
los de ella. La beso duro y profundamente, hasta que empieza a besarme
de nuevo con enojo. Tira de mi pelo y abre sus piernas para mí, queriendo
que me entierre en ella.
Lo hago. Hago sus bragas a un lado y entro en ella tan fuerte y
rápido, que deja escapar un gemido y Dios mío, necesito más de eso. Mucho
más. Pero no tengo un condón, y esta vez no se trata de mí, así que salgo
de ella. Tomo uno de sus pechos en mis manos y lo llevo a mi boca.
Lentamente, bajo besando su estómago y tanto más como lo hago, la
tensión en su cuerpo crece. Puedo sentir su vacilación y parte de mí quiere
devorarla de inmediato, pero parte de mí tiene que saber que no voy a ir
demasiado lejos, demasiado rápido. Puedo decir por la rigidez en su
postura que ahora se encuentra nerviosa. Coloco las manos en su cintura
y levanto la vista hacia ella. Muerde nerviosamente su labio inferior y sus
ojos están aterrorizados.
—¿Nunca dejaste que nadie te hiciera esto? —susurro.
Libera su labio inferior con un movimiento de cabeza. —No me
gusta.
—¿Cómo lo sabes?
Se encoge de hombros. —Solamente lo sé.
Bajo sus caderas varios centímetro en la cama. —Eres demasiado
terca para tu propio bien. —La levanto y empiezo a bajar mi boca hacia
ella, pero se aleja y se sienta.
—No. No quiero hacer esto.
Agarro sus caderas y la jalo. —Recuéstate y cierra los ojos, Bridgette.
Continúa mirándome con miedo en los ojos, negándose a recostarse,
así que levanto las palmas de mis manos. —¿Podrías, por favor, dejar de
ser tan terca y relajarte? Joder, mujer. Quiero darte los mejores diez
minutos de tu vida, pero lo haces muy difícil.
Se muerde el labio, vacilante, pero hace lo que le digo y poco a poco
se recuesta en la cama, relajándose en la almohada.
Sonrío triunfalmente y presiono los labios en su estómago de nuevo.
Empiezo justo debajo de su ombligo y hago un camino de besos lentos
hasta que me encuentro con sus bragas. Engancho mis dedos en la orilla
de sus bragas y las bajo, por sus caderas, muslos, y continúo bajándolas
lentamente hasta que yacen en sus tobillos. Una vez que las lanzo al suelo,
levanto su pierna y presiono un beso suave en su tobillo, luego en su
pantorrilla, después al interior de su rodilla, repartiendo besos por todo el
camino hasta su muslo, hasta que me encuentro a centímetros de deslizar
mi lengua contra ella. Tan pronto como posiciono mi boca sobre ella,
puedo sentir su calor haciéndome señales.
—Warren, por favor... —empieza a protestar. Tan pronto como la
palabra por favor deja su boca, mi lengua se desliza contra ella,
separándola. Levanta sus caderas varios centímetros de la cama y grita,
así que agarro su cintura y la regreso a la cama.
Sabe dulce y salado, y tan pronto como mi boca está en contra de
ella, me convenzo de que ella podría saciar cada onza de hambre que
sentiré durante el resto de mi vida.
Grita de nuevo, aún tratando de alejarse de mí. —¿Qué?... ¡Dios!...
Warren…
Continuo lamiéndola, devorándola, pasando la lengua sobre cada
parte desnuda en ella, así no hay centímetro que no haya probado. Sus
manos encuentran su camino de regreso a mi cabello, del mismo modo
que mis dedos encuentran su camino de regreso dentro de ella. La lleno,
consumiéndola con mi lengua, y toma todo lo que puede conseguir de mí.
Ya no trata de apartarme. Ahora presionando mi cara contra ella,
rogándome ir más rápido.
Sus manos dejan mi cabello y se agarra con fuerza a la cabecera a
medida que cierra las piernas alrededor de mis hombros. Mantengo mis
dedos enterrados dentro suyo mientras grita mi nombre con cada temblor
que atormenta su cuerpo. Sigo complaciéndola hasta que los temblores
desaparecen y sus gemidos se desvanecen en silencio.
Beso el interior de su muslo cuando saco los dedos. Beso todo el
camino hasta su estómago, hasta que me presiono contra ella de nuevo,
con ganas de deslizarme dentro y quedarme la noche.
Quiero besarla, pero no sé si querría eso. Algunas chicas prefieren
no besar después, pero mi boca duele con una necesidad de sentir sus
labios contra los míos.
Al parecer, quiere lo mismo, porque ni siquiera duda cuando tira de
mi cara a la suya y me besa con un gemido. Hay tanta presión en cada
centímetro de mi cuerpo, porque quiero tomarla de nuevo. Lo único que
puede aliviar esa presión es estar dentro de ella, que es exactamente lo que
hago.
Levanta las caderas y se encuentra con mis embestidas y sé que
debería parar. Tengo que parar.
No sé por qué no puedo parar.
Nunca he estado en el interior de una chica sin condón antes, pero
ella me hace estúpido. Hace que mi conciencia sea inútil, y todo lo que
puedo pensar es en lo increíble que se siente.
Y también en lo mucho que debo detenerme.
Para. Warren. Detente.
De alguna manera, salgo de ella y presiono mi rostro contra su
pecho, jadeando por aire.
Duele. Dios, duele. Vivo en la habitación de al lado, donde hay un
cajón lleno de condones, pero no estoy seguro de que lograría llegar tan
lejos si trataba de ponerme de pie.
Tira de mi cara a la suya y presiona sus labios en los míos. Desliza
sus manos por mi espalda baja y me tira contra ella, presionando su calor
contra mí, mientras me impulsa a moverme con ella.
Ella se siente increíble. No es lo mismo que estar en su interior, pero
la forma en que se mueve en contra de mí se siente bastante cerca. Cierro
los ojos y entierro la cara contra su cuello mientras aumento el ritmo entre
nosotros.
Agarro un puñado de su pelo e inclino su cara a la mía cuando bajo
la mirada, viendo como los dos nos encontramos cerca de otra liberación.
Hace una mueca y siento el primero de sus estremecimientos recorrerla. —
Warren —susurra—. Bésame.
Lo hago.
Cubro su boca con la mía y ahogo sus gemidos con los míos cuando
siento el calor de mi liberación extendiéndose entre nosotros. Estoy
sosteniéndola tan estrechamente como puedo, besándola tan duro como
puedo.
Todo mi peso cae sobre ella ahora y soy físicamente incapaz de
sostenerme por otro segundo. Sus manos se deslizan por mi cuello y caen
a la cama. Me siento demasiado débil para hablar, o estaría diciéndole lo
increíble que es. Lo increíble que se siente. Lo perfecto que es su cuerpo y
cómo, sin ayuda, nadie consiguió la ventaja para toda la eternidad.
Sin embargo, no puedo hablar. Mis ojos se cierran de puro
agotamiento.
Puro y maravilloso agotamiento.

***

—Warren.
Trato de abrir los ojos, pero no puedo. O simplemente, no quiero. No
creo que haya experimentado un sueño tan profundo como por el que
estoy siendo desgarrado ahora mismo.
Su mano se encuentra en mi hombro y me sacude. Levanto la
cabeza y me vuelvo hacia ella, curioso por si está lista para otra ronda. Le
sonrío con ojos soñolientos.
—Ve a tu habitación —dice, dándome patadas con los pies—. Estás
roncando.
Mis ojos se cierran de nuevo, pero se abren cuando sus pies fríos se
encuentran con mi estómago. Utiliza la fuerza de sus piernas para tratar
de sacarme de la cama. —Vete —gime—. No puedo dormir.
De alguna manera, me pongo de pie. La miro y da la vuelta hasta
quedar sobre su estómago, mueve de un tirón su almohada, y se extiende
por todo el colchón.
Arrastro los pies por su dormitorio, a través de nuestro cuarto de
baño y, a mi propia cama. Caigo en ella y cierro los ojos, tomando tres
segundos completos el quedarme dormido nuevamente.
Traducido por Annie D
Corregido por CrisCras

Estoy convencido de que nunca antes había dormido tan bien como
lo hice anoche. Y aunque ella me echó de su cama, aun me siento
victorioso. Como la realeza.
Después de bañarme y vestirme, me uno a Ridge en la cocina. Él
está limpiando lo que parece ser el desayuno, lo cual es raro porque
ninguno de nosotros jamás prepara el desayuno. Pero luego comprendo
cuando Maggie sale de su cuarto.
—Bueno días, Maggie —digo con una sonrisa.
Me mira con precaución. —¿Qué pasa contigo?
Justo en ese momento, la puerta del dormitorio de Bridgette se abre.
Todos la vemos entrar en la sala. Ella se detiene cuando sube la mirada y
nos ve mirándola.
—Buenos días, Bridgette —digo con una sonrisa triunfante—.
¿Dormiste bien?
Ella ve la mirada en mi rostro e inmediatamente pone los ojos en
blanco. —Jódete, Warren. —Entra a la cocina y comienza a hurgar en el
refrigerador, buscando algo para comer. La observo todo el tiempo, hasta
que Ridge me da un golpecito en el hombro.
—¿Tuviste sexo con ella? —hace señas.
Inmediatamente sacudo la cabeza en defensa. —No —suspiro—.
Quizás. No sé. Fue un accidente.
Maggie y Ridge se ríen. Él agarra la mano de Maggie y tira de ella en
dirección a su dormitorio. —Vamos —hace señas—. No quiero estar aquí
cuando Bridgette se dé cuenta de su error.
Los veo regresar al cuarto de Ridge, y luego me doy la vuelta y
enfrento a Bridgette. Ella está observándome.
—¿Le acabas de decir que tuvimos sexo?
Me encuentro de nuevo sacudiendo la cabeza. —Él ya lo sabía. Se lo
dije el otro día.
Bridgette inclina la cabeza hacia un lado. —Tuvimos sexo anoche.
¿Cómo le dijiste antes de que sucediera?
Sonrío. —Tenía un buen presentimiento.
Deja caer la cabeza hacia atrás en derrota, hasta que está mirando
al techo. —Sabía que esto era una mala idea.
—Fue una gran idea —intervengo.
Ella me mira con tanta seriedad como puede reunir. —Fue cosa de
una sola vez, Warren.
Levanto dos dedos. —Fueron dos veces, de hecho.
Hace una mueca y me deja saber lo mucho que la estoy irritando. —
Hablo en serio, Warren. No lo haremos de nuevo.
—Gracias a Dios —digo, caminando lentamente hacia ella—. Porque
fue horrible, ¿cierto? Podía darme cuenta de que no estabas disfrutándolo
—continuo a través de la cocina hasta que me encuentro a menos de un
metro de tocarla—. Especialmente no disfrutabas la parte en la que te
hallabas sobre tu espalda, y mi lengua estaba…
Golpea su mano sobre mi boca para callarme. Está mirándome,
estrechando sus ojos. —Hablo en serio, Warren. Esto no cambia nada. No
somos una pareja. De hecho, probablemente traeré otros chicos a casa y
necesitas estar preparado para eso.
Ella quita su mano de mi boca y yo no estoy de acuerdo. —No lo
harás.
Me mira con un brillo competitivo en sus ojos. —Lo haré. Este es el
por qué te advertí que no fueras pegajoso.
Ja. ¿Ella cree que esto es ser pegajoso? Si sonríe y ríe como lo hizo
anoche, se dará cuenta de lo pegajoso que puedo ser.
—Si ya no quieres que te quiera, no es tan difícil —le digo—.
Simplemente no me sonrías. —Me inclino hasta que mis labios están cerca
de su oído—. Si no me sonríes, no tendré la urgencia de hacerte todas esas
cosas malas. Porque tu sonrisa es increíble, Bridgette.
Me separo lentamente y la miro. Ella está intentando controlar la
subida y bajada de su pecho, pero no me engaña. Sonrío, y la más ligera
sonrisa aparece en sus labios. Levanto mi mano y toco la esquina de su
boca con mi dedo. —Eres tan provocadora.
Ella se aleja de mí y calmadamente empuja contra mi pecho. Agarra
su bebida y regresa a su dormitorio sin otra palabra.
Presiono la cabeza contra la puerta del gabinete y suspiro
pesadamente. ¿Qué he hecho? ¿Qué, en nombre de Dios, he hecho
conmigo mismo?

***

Bridgette y yo teníamos el día libre hoy, y estaba positivo de que


después de nuestra interacción de esta mañana, y especialmente después
de anoche, ella estaría toda sobre mí antes del anochecer. Sin embargo,
me ignoró completamente. Se quedó en su cuarto la mayoría del día, y ni
siquiera me respondía. Ahora son más de las once de la noche. Debo estar
en el trabajo mañana en la mañana, y sé que ella tiene una clase
temprano, así que mi esperanza para la ronda tres está disminuyendo
rápidamente.
Ella incluso cerró la puerta cuando tomó una ducha más temprano.
Me siento en el borde de mi cama y contemplo la noche anterior,
repasando cada movimiento en mi cabeza, preguntándome dónde me
equivoqué. Lo único que puedo concluir es que no hice nada mal. Hice
todo bien, y esto la asustó, porque no está acostumbrada a que los chicos
tomen el control sobre ella. La hice sentir débil.
A ella no le gusta sentirse débil. Obviamente tiene serios problemas
con el poder y me metí con su cabeza. Esto probablemente debería
hacerme sentir culpable, pero de hecho estoy orgulloso. Me encanta haber
llegado a ella. Me encanta que lentamente la estoy comprendiendo. Y la
mejor parte es que tengo el presentimiento de que regresará por una
repetición. Quizás no esta noche, pero volverá, porque es humana. Cada
humano tiene una debilidad, y creo que acabo de descubrir cuál es la
suya.
Yo.
Me arrastro bajo las sábanas y cierro los ojos, pero ya puedo decir
que no seré capaz de dormir. Es como si la noche anterior despertara esta
hambre interna dentro de mí, y si no la alimento cada noche antes de ir a
la cama, nunca dormiré. Cuento ovejas, cuento estrellas, repito los
versículos de la Biblia en mi cabeza que aprendí cuando tenía cinco años.
Nada de eso funciona, porque aún estoy aquí una hora más tarde y aún
estoy muy despierto.
Me pregunto si ella está despierta.
Me pregunto si abriría la puerta si tocara.
Arrojo las sábanas a un lado y comienzo a caminar hacia mi puerta,
pero inmediatamente giro en U en dirección a la mesita de noche por un
condón. Todo lo que tengo puesto es un bóxer, así que lo deslizo entre la
banda elástica y abro la puerta de mi dormitorio.
Senos.
Sus senos.
Están justo allí.
Su mano está en el aire, a punto de tocar en mi puerta. Luce tan
sorprendida de que la abrí como yo estoy de que ella este de pie allí. Está
usando un sostén de encaje negro y el par de bragas más pequeñas que he
visto en mi vida. Ella baja su brazo y nos miramos el uno al otro por unos
solidos cinco segundos antes de tirar de ella hacia adentro, estrellando mi
puerta y empujándola contra ella. Su lengua está en mi boca más rápido
de lo que pude meter mi mano debajo de su sujetador.
—¿Esto es con lo que duermes? —digo contra su boca, bajando los
tirantes de su sujetador.
—Sí —dice sin aliento. Inclina la cabeza y empuja mi rostro contra
su cuello—. Pero a veces duermo desnuda.
Gruño y me presiono contra ella, listo para hundirme en su interior.
—Me gusta. —Le doy la vuelta hasta que su pecho está presionado contra
la puerta y su espalda está frente a mí. Envuelvo un brazo a su alrededor y
agarro uno de sus senos mientras mi otra mano baja a su culo. Ella está
en un tanga. Una pequeña, diminuta y hermosa tanga negra de encaje.
Paso mi mano sobre ella y luego deslizo mis dedos debajo del fino velo de
la tela, bajándola hasta sus rodillas. Observo cuando el tanga cae a sus
tobillos y ella lo patea a un lado.
Me posiciono directamente detrás de ella y paso mis manos por su
espalda hasta su cadera. —Coloca tus palmas contra la puerta.
No las mueve de inmediato. Puedo sentir su duda. Estoy seguro de
que ella no quiere entregarme el control de nuevo, pero necesita darse
cuenta de que perdió el control en el segundo en que se apareció en la
puerta de mi dormitorio.
Observo cómo lentamente presiona sus palmas contra la puerta de
mi dormitorio. Me inclino hacia adelante y aparto su cabello de su cuello,
soltándolo sobre su hombro. —Gracias —susurro contra su cuello. Tiro de
sus caderas hasta que está pegada a mí, y luego me quito mi bóxer y abro
el condón.
—Inclínate un poco más —le digo.
Lo hace. Aprende con tanta rapidez.
Envuelvo mis dedos en su cabello y retuerzo mi mano hasta que
tengo un puñado de él, y luego tiro lo suficiente como para hacer que
levante su rostro. Gime cuando hago esto, y ese pequeño gemido es todo lo
que necesito para empujar dentro de ella, tan lejos como puedo ir hasta
que ella está completamente llena.
—Haz ese sonido de nuevo —susurro.
No lo hace, así que tiro de su cabello. El ruido escapa de su garganta
y es tan hermoso y lleno de deseo. Saco y empujo de regreso dentro de ella,
y el sonido pasa de sus labios. No puedo soportarlo. No sé si puedo hacer
esto de pie, porque ese sonido me está mareando.
Cubro una de sus manos con la mía y aprieto, dándome el apoyo de
la pared que necesito para continuar moviéndome dentro y fuera de ella.
Cada vez que gime, empujo dentro un poco más duro. Ella comienza a
gemir, una y otra vez, ocasionalmente remplazando ese sonido con mi
nombre, y ya sé que voy a dormir como una roca esta noche.
Justo cuando me siento cerca de la liberación, me salgo de ella y la
reposiciono para que su espalda este contra la puerta. Levanto sus piernas
y las envuelvo alrededor de mi cintura, deslizándome de regreso dentro de
ella con facilidad. Mantengo un brazo envuelto alrededor de su cintura
para sostenerla y mi otra mano presionada contra la puerta por apoyo. Mi
lengua está luchando contra la suya, y trago cada sonido que ella está
dispuesta a darme.
Sus manos sujetan mi cuello, así que estiro una mano y alejo una de
las suyas. Presiono su palma contra su pecho y la deslizo lentamente por
su estómago. Mi frente se encuentra con la suya, y la miro bien a los ojos.
—Tócate.
Sus ojos se ensanchan, y comienza a sacudir la cabeza. Coloco mi
mano encima de la suya y bajo la mirada a donde nuestros cuerpos están
unidos. Muevo su mano unos pocos centímetros más hasta que sus dedos
están justo donde los quiero. —Por favor —exhalo, desesperadamente.
Necesito mi mano por apoyo, así que la alejo y la presiono contra la
puerta al lado de su cabeza. Aún estoy sosteniéndola alrededor de la
cintura con mi otro brazo y lentamente empujo dentro y fuera de ella.
Nuestras frentes aún están pegadas, pero ahora mis ojos están plantados
en su mano mientras tímidamente comienza a mover sus dedos en un
movimiento lento y circular.
—Santa mierda —exhalo. La observo por un minuto más, hasta que
comienza a relajarse contra su mano, y entonces muevo mis ojos de
regreso a su rostro. Me alejo y miro hacia ella, viendo como su cabeza cae
contra la puerta. Sus ojos están cerrados y sus labios están ligeramente
separados, y todo lo que puedo sentir en mi corazón es bésala, bésala.
Mis labios bajan gentilmente sobre los suyos y gime suavemente
contra mi boca. Juego con sus labios con la punta de mi lengua,
deslizándola contra su labio superior y luego por el inferior. Sus gemidos
se están volviendo más frecuentes, y cuanto más la presiono contra la
puerta, mejor puedo sentir su mano moviéndose entre nosotros.
No puedo creer que esto sea la vida real. No puedo creer que ella viva
a tres metros de mí y que esté dispuesta a darme esta parte de ella. Soy el
hombre más afortunado del mundo.
Ella comienza a gemir de nuevo, pero esta vez mi boca descansa
contra la suya y tomo cada uno de los sonidos que hace. Inclina su rostro
más y más hacia el mío, queriendo que la bese con fuerza, pero estoy
disfrutando de esto demasiado. Me encanta la forma en que ella luce ahora
mismo, ojos cerrados, boca abierta, corazón expuesto. No quiero besarla.
Quiero mantener mis ojos abiertos y ver cada segundo de esto.
Dejo de moverme dentro de ella y espero a que termine, porque si me
sigo moviendo, no duraré otro segundo más. Ella comienza a abrir sus
ojos, preguntándose por qué me detuve, así que me inclino hacia su oído.
—Ya casi estas allí —susurro—. Solo quiero verte.
Se relaja de nuevo y continúo mirándola, absorbiendo cada gemido y
cada gimoteo y cada movimiento que hace hasta que soy como una
esponja y ella es mi agua.
Tan pronto como sus piernas comienzan a tensarse alrededor de mi
cintura, sujeto sus caderas con ambas manos y reanudo el movimiento
dentro de ella. Sus gimoteos se convierten en gemidos, y sus gemidos se
convierten en mi nombre, y nos toma diez segundos antes de que los dos
estemos temblando y jadeando en busca de aire, y besándonos y
manoseándonos, y luego finalmente suspirando.
Su cuerpo se debilita en mis brazos y descansa su cabeza contra mi
pecho. Llevo una mano hacia su cuello y la beso suavemente en la cima de
la cabeza.
Después de un sólido minuto de intentar recuperar nuestro aliento y
recobrar la habilidad para moverme, lentamente comienzo a bajarla. Ella
apoya sus pies en el suelo y sube la mirada. No está sonriendo, pero puedo
ver la calma detrás de sus ojos. Esto era exactamente lo que necesitaba.
Exactamente lo que yo necesitaba.
—Gracias —dice con total naturalidad.
Sonrío. —De nada.
Agacha la cabeza tan pronto como comienza a sonreír, y se desliza
por debajo de mi brazo. Entra en el baño y cierra la puerta detrás de ella.
Me apoyo contra la pared y me deslizo hasta el suelo, completamente
incapaz de mover mis piernas para regresar a la cama. Si no tuviera que
esperar por ella para que terminara en el baño, me quedaría dormido aquí
en el suelo.
Traducido por CrisCras
Corregido por Moni

Tres sólidas semanas.


Veintiuna noches.
Hemos tenido sexo más de treinta veces.
Absolutamente cero interacción durante el día.
De verdad, no la entiendo. No la conozco lo suficientemente bien
como para saber qué la hace hablar, o a su vez, que la hace tan silenciosa.
No sé por qué se niega a tratar lo que sucede entre nosotros como si fuera
algo remotamente significativo, pero no me quejo. Quiero decir, vamos.
Tenemos sexo cada noche y no tengo que adorarla durante el día. Tendría
el arreglo perfecto si no quisiera solo un poquito más de ella. Pero hasta
que pueda llegar a otro nivel con Bridgette, sé que no va a pasar nada
mejor entre nosotros. Especialmente un nuevo compañero de piso, lo cual
es lo que me temo que podría suceder. Brennan se ha ido oficialmente de
gira y se ha mudado, lo que significa que su habitación ahora está
disponible. No puedo soportar la idea de que la hermana de Bridgette se
mude, lo cual es algo que las he oído discutir por teléfono. No sé qué o a
quién tiene en mente Ridge, pero seguro que no puedo aceptar la
posibilidad de que se mude otro chico. Tanto como quiero fingir que soy
tan casual respecto a este arreglo como Bridgette, si otro tipo mira siquiera
su trasero en esos pantalones cortos, no seré capaz de contenerme de
darle una paliza. Y ni siquiera soy el tipo de chico que se pelea con otros
chicos, pero Bridgette me hace querer pelearme con todo el mundo.
Incluso con los chicos nerds. Golpearé a todos los humanos si eso significa
mantener el arreglo que he conseguido con ella.
La cual es la razón por la que no puedo dejar de mirar fijamente el
sofá ahora. Hay una persona en él. Creo que es una chica, porque veo
cabello rubio asomando por debajo de la almohada colocada sobre su
rostro, pero podría ser un tipo de pelo largo. Un tipo que no quiero que sea
nuestro próximo compañero. Continúo observando el sofá, esperando a
que la persona se despierte. Estoy siendo lo suficientemente ruidoso en la
cocina como para despertar a todo el apartamento, pero quien sea que se
encuentra en el sofá, duerme como una roca.
Termino de servirme mi taza de cereal y la llevo a la sala de estar.
Dado que quien sea ha decidido fijar su residencia en donde desayuno,
tomo asiento en el suelo, justo enfrente del sofá. Empiezo a comer,
masticando tan ruidosamente como puedo.
Me pregunto si ella o él es amigo de Bridgette.
No, Bridgette no trajo a nadie a casa anoche. Lo sé porque la recogí
después de salir de trabajar y vinimos directamente a casa y fuimos
derechos a mi cama. Pensando en ello, ni quiera encendimos las luces de
la sala de estar, así que estoy bastante seguro de que quien sea que se
trate, probablemente se encontraba en el sofá anoche, solo que no nos
dimos cuenta.
Oh, hombre. Me pregunto si fuimos muy ruidosos. Nunca nos hemos
preocupado por lo ruidosos que somos cuando Ridge está en casa.
Un gemido sale de debajo de la almohada y el cuerpo rueda,
enfrentándome, así puedo ver que es, de hecho, una chica. Continúo
sentado en el suelo, comiendo mi cereal. La observo intentar abrir los ojos.
—¿Quién eres y por qué estas durmiendo en mi sofá?—le pregunto
finalmente.
Todo su cuerpo se sobresalta ante el sonido de mi voz. Levanta la
almohada y retrocede, haciendo contacto visual conmigo. Tengo que
contener una carcajada, porque alguien ha escrito: Alguien escribió en tu
frente en su cara con un rotulador permanente.
Ya que probablemente fue Ridge, hago lo que puedo para evitar
mirarlo y en cambio la miro a los ojos.
—¿Eres la nueva compañera de cuarto? —digo con la boca llena de
cereal.
Ella sacude la cabeza. —No —dice—. Soy una amiga de Ridge.
Umm. No vi venir eso.
—Ridge sólo tiene un amigo. Yo.
Rueda los ojos y se sienta en el sofá. Es linda. Muy impresionante,
Ridge.
—¿Celoso? —pregunta, estirándose con un bostezo.
—¿Cuál es su apellido?
—¿El apellido de quién?
—De tu muy buen amigo, Ridge.
Suspira y su cabeza cae contra el respaldo del sofá. —No sé el
apellido de Ridge —dice—. No sé cuál es el apellido de Ridge. No sé cuál es
su segundo nombre. Lo único que sé sobre él es que tiene un buen gancho
derecho. Y sólo estoy durmiendo en el sofá porque mi novio de dos años
decidió que sería divertido follarse a mi compañera de cuarto y no quise
quedarme a ver.
Me gusta esta chica. Podría plantarle cara a Bridgette. Y no quiero
decir por mí, solo me refiero a que Bridgette es mezquina y probablemente
no conoce a muchas chicas que le plantarían cara. Esto podría ser
divertido. —Es Lawson —digo—. Y no tiene un segundo nombre.
Oigo la puerta de la habitación de Bridgette abrirse e
inmediatamente me vuelvo para enfrentarla. Todavía lleva mis bóxers de
anoche, pero se ha puesto su propia camiseta sobre ellos. Dios, se ve bien.
—Buenos días, Bridgette. ¿Dormiste bien?
Me mira brevemente y rueda los ojos. —Jódete, Warren.
Lo cual, en el idioma de Bridgette significa: “Sí, Warren. Dormí como
un bebé, gracias a ti”.
—Esa es Bridgette—susurro, volviéndome hacia la chica en el sofá—.
Pretende odiarme durante el día, pero en la noche, me ama.
La chica se ríe y hace una mueca como si no me creyera.
—¡Mierda! —grita Bridgette. Me doy la vuelta a tiempo para verla
sujetarse agarrándose de la barra—. ¡Jesucristo! —Le da una patada a una
de las maletas que todavía están en el suelo junto a la barra—. ¡Dile a tu
pequeña amiga que si se queda aquí, necesita llevar su mierda a su
cuarto!
¿Mi pequeña amiga? Me vuelvo para mirar a la chica en el sofá otra
vez, con los ojos muy abiertos. Creo que Bridgette ya tiene un problema
con esta chica. Razón de más para asegurarme de que se convierta en la
nueva compañera, porque me gusta una Bridgette enojada. También estoy
dispuesto a apostar a que una Bridgette celosa será mucho más pegajosa,
lo cual podría funcionar a mi favor. Me vuelvo y le lanzo una mirada
penetrante a Bridgette desde donde estoy sentado. —¿Qué soy, tu perra?
Díselo tú misma.
Bridgette le lanza una mirada feroz a la chica en el sofá, luego señala
la maleta con la que se tropezó. —¡SACA… TU… MIERDA… DE… LA…
COCINA! —dice antes de volver a su habitación.
Giro lentamente la cabeza para mirar a la chica otra vez. —¿Por qué
piensa que eres sorda?
Se encoge de hombros. —No tengo ni idea. Llegó a esa conclusión
anoche y no he podido corregirla.
Me río. Qué broma más perfecta, y ni siquiera tuve que pensar en
ella. —Oh, esto es típico —digo—. ¿Tienes alguna mascota?
Niega con la cabeza.
—¿Te opones al porno?
—No me opongo al porno, pero me opongo a protagonizar uno. —
Asiento, porque probablemente eso es algo bueno. Al menos no tendré una
razón doble para ver cada peli porno sobre la que pueda poner las manos.
—¿Tienes amigos molestos?
—Mi mejor amiga es una perra que apuñala por la espalda y ya no le
hablo.
—¿Cuáles son tus hábitos de baño?
Se ríe. —Una vez al día, con un día que se pase de vez en cuando. No
más de quince minutes.
—¿Cocinas?
—Solo cuando tengo hambre.
—¿Limpias después de hacerlo?
—Probablemente mejor que tú —dice, mirando mi camiseta, la cual
he usado de servilleta varias veces durante esta conversación.
—¿Escuchas música disco?
—Preferiría comer alambre de púas.
Es perfecta para nosotros.
—Está bien, entonces —le digo—. Supongo que puedes quedarte.
Se sienta derecha y sube las piernas al sofá. —No me había dado
cuenta que estoy siendo entrevistada.
Miro su maleta y luego de regreso a ella. La mayoría de la gente no
viaja con todas sus pertenencias, y si está buscando un sitio en donde
vivir, quiero que sea aquí, así puedo asegurarme de que el nuevo
compañero de apartamento no tenga pene. —Es obvio que necesitas un
lugar donde quedarte, y tenemos una habitación vacía. Si no la tomas,
Bridgette quiere mudar a su hermana el próximo mes, y eso es lo último
que Ridge y yo necesitamos.
—No me puedo quedar aquí —dice, sacudiendo la cabeza.
—¿Por qué no? Como suena esto, vas a pasar el día buscando por
un apartamento de todas formas. ¿Qué está mal con este? No tienes que
caminar mucho para llegar aquí.
La puerta de la habitación de Ridge se abre y puedo ver que los ojos
de la chica se ensanchan, como si estuviera nerviosa. Eso probablemente
no es una buena señal para Ridge, pero él está tan colgado de Maggie, que
añadir a esta chica como compañera no debería suponer un problema para
ninguno de nosotros. Le guiño un ojo y me levanto para llevar mi taza de
regreso a la cocina. Hablo y hago señas al mismo tiempo. —¿Conoces a
nuestra nueva compañera de cuarto?
Ridge la mira y luego de nuevo a mí. —Sí —gesticula—. Necesita un
lugar en el que quedarse, así probablemente la dejaré usar la habitación
de Brennan. O si tú quieres, ella puede quedarse con tu habitación y tú
puedes tomar la de Brennan, así no tendremos que compartir ambos un
baño con chicas.
Sacudo la cabeza. —De ninguna manera vas a alejarme más de
Bridgette. Nuestro sexo en el baño en mi favorito.
Ridge niega con la cabeza. —Eres patético. —Vuelve a su habitación
y yo miro a nuestra nueva compañera.
—¿Qué dijo? —pregunta con nerviosismo.
—Exactamente lo que pensé que diría —le digo. Voy a mi habitación
y agarro mis llaves de la cómoda. Miro hacia el baño y veo a Bridgette ante
el lavabo. Abro la puerta y le doy un rápido beso en la mejilla. Intenta
alejarse de mí, pero también veo la sonrisa tirando de sus labios.
Mis ojos caen en el rotulador permanente negro colocado junto al
lavabo. Lo levanto y observo a Bridgette sospechosamente. Se encoge de
hombros y me rio.
No pensé que lo tuviera dentro de ella, pero después de la broma de
la taza de agua y ahora esto, me temo que podría haber conocido a mi
igual. Al menos la nueva compañera de piso estará sufriendo bromas
pronto.
Cierro la puerta del baño y me dirijo de regreso a la sala. —Dijo que
ustedes dos ya hicieron un trato. —Señalo la vieja habitación de
Brennan—. Me voy al trabajo. Esa es tu habitación si quieres colocar tus
cosas en ella. Sin embargo tendrás que tirar toda la mierda de Brennan en
la esquina. —Abro la puerta y salgo, pero me giro antes de cerrarla—. Oh,
¿cuál es tu nombre?
—Sydney.
—Bueno, Sydney. Bienvenida al lugar más extraño donde alguna vez
vivirás.
Cierro la puerta detrás de mí, sintiéndome un poco culpable porque
podría haber influenciado en esta cosa del compañero de apartamento un
poco en mi favor. Pero en serio. Esto no solo asegura que nuestro nuevo
compañero no intentará ligar con Bridgette, también hace una dinámica
interesante. Dos chicas en una guerra de bromas podría ser lo mejor que
nos ha sucedido alguna vez a Ridge y a mí.
Traducido por Mary Haynes & Moni
Corregido por Jasiel Odair

—Entonces, ¿qué pasa con la nueva compañera de piso? —Le hago


señas a Ridge cuando camino por la puerta.
—Vive en el complejo. Su novio la engañó y necesitaba un lugar para
quedarse.
Me acerco a la mesa donde está sentado y jalo una silla. —¿Todavía
está aquí?
Levanta la vista de la computadora portátil y asiente. —Sí,
probablemente va a estar aquí por un par de semanas, por lo menos. ¿Eso
está bien?
Algo está mal con él. Cuando has conocido a alguien la mayor parte
de tu vida, casi puedes sentir su malestar. Esta chica, Sydney, lo pone
nervioso y no sé por qué.
—¿Maggie está de acuerdo con eso?
Su atención se mueve rápidamente de vuelta a su computadora
portátil. Asiente y deja de hacer señas. Empujo mi silla y observo la puerta
para ver si los zapatos de Bridgette están donde siempre los mantiene. No
están. Toco a Ridge en el hombro. —¿Dónde está Bridgette? —Hago señas.
Se mueve en su asiento. —Afuera.
—¿Dónde es afuera?
Se encoge de hombros. —Warren, ¿de verdad quieres saber? Porque
no te va a gustar.
Me siento en la silla de nuevo. —Claro que sí, quiero saber. ¿Dónde
está?
Se inclina hacia atrás en su silla y suspira. —Un tipo la recogió hace
cerca de tres horas. Parecía que iban a salir.
—Salir. —Hago la señal—. ¿Salir como en una cita?
Asiente.
De repente quiero golpear a Ridge, pero sé que no tiene nada que ver
con eso. Me pongo de pie y empujo la silla de vuelta debajo de la mesa.
Está en una cita. Bridgette está en una maldita cita.
Esto es una gran mierda. ¿Por qué no puse límites? ¿Por qué no le
dije que no podía ver a otros chicos?
¿Y si lo trae de vuelta aquí? Lo hará. Es tan mala, probablemente lo
hará.
Agarro mis llaves y le digo con señas a Ridge que volveré dentro de
un rato.
Voy a arreglar esto.
De alguna manera.

***

Estoy sentado en el sofá dos horas más tarde, cuando se abre la


puerta. Como era de esperar, no entra sola. Un tipo está siguiéndola,
demasiado cerca. Su mano está en su espalda cuando se quita los zapatos
en la puerta y mira directamente hacia mí. —Oh. Hola, Warren.
Me señala. —Guy, este es Warren. Warren, este es Guy.
Lo miro. A todo su idiota-metro-sexual-de un metro ochenta. —¿Su
nombre es Guy?
Él no responde. Sólo mira a Bridgette como si estuviera un poco
incómodo porque acaba de entrar a su apartamento y un hombre está
sentado en su sofá. Apuesto a que estaría muy incómodo si supiera lo que
estaba haciendo en este mismo sofá con Bridgette hace sólo veinticuatro
horas.
—Warren —dice Bridgette en una dulce voz asquerosamente falsa—.
¿Te importaría darnos un poco de privacidad? —Mira hacia mi dormitorio,
en silencio preguntando si voy a esperar allí mientras ella coquetea en mi
sala con Guy. Entrecierro mis ojos hacia ella. Lo está haciendo a propósito.
Me está poniendo a prueba y estoy a punto de aprobar esta prueba.
—Claro, Bridgette —digo con una sonrisa. Me levanto y me acerco a
Guy, alcanzando su mano—. Encantado de conocerte —le digo. Sonríe y su
aprehensión alivia cuando ve que lo solté—. Diviértanse, chicos. Voy a
dejar la puerta del baño desbloqueada en caso de que alguno de los dos
tenga que usarlo. —Señalo hacia el baño, plantando la semilla.
Por favor, déjalo ir al baño. Por favor.
Bridgette puede ver que mi último comentario estaba fuera de
carácter. Entrecierra los ojos mientras me retiro a mi habitación. Cierro la
puerta y me quedo al lado de ella. No me voy a perder un segundo de esto.
Si va a tratar de ponerme a prueba o torturarme trayendo a otro chico a
casa, tiene que esperar que espíe toda la conversación.
Me quedo con la oreja pegada a la puerta durante al menos quince
minutos. En esos quince minutos, los escucho hablar y hablar sobre todo
lo que es bueno.
Béisbol.
Fútbol.
Tenis.
Trivias. (En realidad la obligó a hacerle preguntas.)
Trabajo. (Es un vendedor. Es el mejor, aparentemente. Las ventas
más altas de los últimos cuatro trimestres.)
Viaja por el mundo, por supuesto.
Habla francés, por supuesto.
Bridgette bosteza cuatro veces durante su conversación. Siento que
este acto que está realizando es más agotador para ella que para mí.
—¿Te importa si uso tu baño? —dice Guy.
Finalmente.
Unos segundos más tarde, escucho la puerta del baño cerrarse e
inmediatamente abro la puerta de mi dormitorio y camino a la cocina.
Bridgette está sentada en el sofá con los pies apoyados en la mesa de café.
—Te ves aburrida hasta la muerte —le digo.
—Es fascinante —dice con una sonrisa falsa—. Me estoy divirtiendo
mucho, probablemente voy a pedirle que se quede a pasar la noche.
Sonrío, sabiendo que no va a suceder. —Nunca va a aceptar eso,
Bridgette —le digo—. De hecho —miro mi muñeca y le doy un golpecito—,
estoy bastante seguro de que se va a ir tan pronto como salga del baño.
Se sienta con la espalda recta en el sofá y luego se levanta
rápidamente. Acechándome, apuntando con su dedo, empujándolo contra
mi pecho. —¿Qué hiciste, Warren?
La puerta del baño se abre y Guy sale. Bridgette lo enfrenta con su
odiosa sonrisa falsa. —¿Quieres pasar el rato en mi habitación? —le dice,
caminando hacia él.
Él me mira y sacudo la cabeza, rápidamente. Por todo lo que sabe,
sólo estoy advirtiéndole, de hombre a hombre, que es mejor que corra
mientras todavía puede.
Puedo decir que está aterrorizado después de ver todo lo que he
plantado en el baño. Mira a la puerta y de nuevo a Bridgette. —En
realidad, estaba a punto de irme —dice—. Te llamaré.
Los siguientes segundos son los segundos más incómodos que he
visto pasar entre dos personas. Estira la mano para un apretón, ella se
lanza en un abrazo, él se aleja, con miedo de que ella esté a punto de
tratar de darle un beso y sus ojos se amplían del miedo. Se precipita a
rodearla y se dirige directamente hacia la puerta. —Encantado de
conocerte, Warren. Te llamaré más luego, Bridgette.
Y se ha ido.
Ella se vuelve lentamente hacia mí. Sus ojos son tan afilados como
diamantes. Tengo miedo de que sean lo suficientemente afilados como
para cortarme el cuello. Oculto la sonrisa de mi cara y camino hacia mi
dormitorio. —Buenas noches, Bridgette.
Buen intento, Bridgette.
Buen intento.

***

—¡Hijo de puta!
Mi puerta del baño se abre y marcha directamente hacia mi cama.
Me encontraba estudiando, pero lanzo rápidamente mis libros a un lado
cuando la veo venir hacia mí. Salta sobre la cama, se para y camina
cruzándola. Tiene sus manos en el aire y es en ese momento cuando noto
que está sosteniendo algo. Sin embargo, me doy cuenta demasiado tarde,
porque la crema sale a chorros del tubo y directamente a la parte superior
de mi cabeza.
—¿Crema para las hemorroides? —grita, arrojándola a un lado.
Agarra otro tubo de crema que estaba escondido bajo su brazo.
—¿Removedor de verrugas? —La exprime en mi almohada. Estoy
tratando de cubrir mi cabeza con la manta, pero está poniendo la cosa en
todas partes. Jalo sus piernas de debajo de ella y cae en la cama, entonces
empieza a patearme y me lanza los tubos.
—¿Alivio para la herpes labial? —Exprime ese justo en mi cara—. ¡No
puedo creer que pusiste todo esto en nuestro cuarto de baño! Lo juro por
Dios, eres un niño, Warren. ¡Un niño celoso!
Le quito el resto de los tubos de las manos y lucho con ella para
ponerla sobre su espalda, asegurando sus brazos al colchón.
—Eres un imbécil —grita.
Me esfuerzo por mantenerla inmóvil. —Si soy un imbécil, entonces
eres una perra insensible despiadada y calculadora.
Gruñe, tratando de liberarse de mi agarre. Me niego a ceder, pero
también hago todo lo posible para eliminar la ira de mi voz y hablar con
ella tranquilamente.
—¿Qué fue eso, Bridgette? ¿Eh? ¿Por qué demonios lo trajiste aquí?
Deja de luchar lo suficiente para sonreír en mi cara. Sabiendo que
mis celos la hacen sonreír me enoja aún más. Sostengo ambas muñecas
con una mano y me estiro al lado de su cabeza, agarrando un tubo de
crema. Abro la tapa y arrojo chorros en su pelo. Empieza a menearse
debajo de mí y, Dios, estoy tan enojado con ella.
¿Por qué haría eso?
Agarro su mandíbula y sostengo su rostro para que me mire. Se da
cuenta de que no me está dominando físicamente, por lo que se aplaca. Su
pecho está agitado y está sin aliento. Puedo ver la ira en sus ojos. No tengo
ni idea de qué le da el derecho de estar enojada, cuando ella es la que está
jodiendo mi cabeza.
Bajo mi frente con la suya y cierro los ojos. —¿Por qué? —le digo, sin
aliento. El cuarto se vuelve tranquilo—. ¿Por qué lo trajiste aquí?
Suspira y voltea la cabeza. Me retiro y la miro, convencido de que
veo más dolor en sus rasgos que ira. Su voz es tranquila cuando habla. —
¿Por qué dejaste que hoy otra se mudara aquí?
Sé que fue difícil para ella, porque su pregunta demuestra que se
preocupa. Esa pregunta demuestra que yo no era el único que temía que
una nueva compañera de cuarto se interponga entre nosotros. Tiene miedo
de que voy a seguir adelante. Tiene miedo de que Sydney se interponga
entre nosotros, por lo que trató de hacerme daño primero.
—¿Crees que las cosas podrían cambiar entre nosotros sólo porque
otra chica se mudó? —le pregunto. Mira por encima de mi hombro para
evitar verme a los ojos. Inclino su mandíbula y hago que me mire—. ¿Es
por eso que lo trajiste aquí?
Sus ojos se estrechan y aprieta sus labios, negándose a admitir que
estaba herida.
—Sólo dilo —le ruego. Necesito que lo diga en voz alta. Todo lo que
necesito es que admita que lo trajo aquí porque se encontraba herida y
asustada. Necesito que admita que hay un corazón real dentro de su
pecho. Y que a veces late por mí.
Ya que no lo quiere admitir, lo admitiré por ella. —Nunca has dejado
a nadie acercarse lo suficientemente para que su ausencia pueda hacerte
daño. Pero te haría daño si te dejara, por lo que querías hacerme daño
primero. —Presiono mis labios más cerca de su oído—. Lo hiciste —le
susurro—. Al ver que entraste por la puerta con él dolió como el infierno.
Pero no me voy a ir ninguna parte, Bridgette, y no estoy interesado en
alguien más. Así que ese pequeño juego que trataste de jugar fue
contraproducente, ya que a partir de ahora, el único hombre al que tienes
permitido traer a casa es el que ya vive aquí. —Lentamente me retiro y la
miro a los ojos—. ¿Entendido?
Típico de Bridgette, se niega a responder. Pero también sé que su
negativa a responder es su manera de decir que tengo razón y que está de
acuerdo.
Respira mucho más pesado de lo que hace unos minutos. Estoy casi
seguro de que yo también, porque se siente como si mis pulmones ya no
estuvieran funcionando. No puedo respirar, no importa cuánto lo intente,
porque la necesidad de besarla se ha hecho cargo de mis conductos.
Necesito su aire.
Fuerzo mi boca contra la suya y la beso con una posesividad que no
sabía que estaba en mí. La beso tan desesperadamente que olvido que aún
estoy enojado con ella. Mi lengua entra en su boca y ella la toma, dándome
su propio beso desesperado, agarrando mi rostro, tirando de mí más cerca.
Puedo sentirla en este beso como nunca antes la he sentido. Es
probablemente el mejor beso que he experimentado con ella, porque es el
primer beso con emociones reales tras él.
Incluso a pesar de que es el mejor beso, es también uno de los más
cortos. Me aparta. Está fuera de mi cama, fuera de mi habitación, y fuera
de mi línea de visión cuando la puerta del baño se cierra de golpe detrás
de ella. Ruedo sobre mi espalda y miro hacia el techo.
Es tan confusa. Tan frustrante. Tan malditamente impredecible.
No es nada que habría querido en una chica. Y es absolutamente
todo lo que necesito.
Escucho el agua en la ducha que comienza a correr, así que
inmediatamente salgo de la cama y camino hacia el baño. Mi corazón se
aprieta un poco cuando la manija gira y me doy cuenta de que no cerró
con llave. Sé que esta señal significa que quiere que la siga. Sin embargo,
lo que quiere que haga una vez que estoy dentro del baño es un misterio.
¿Quiere que la tome contra la pared de la ducha? ¿Quiere que me disculpe
con ella? ¿Quiere que hablemos?
Con ella no sé. Nunca sé. Así que, hago lo que siempre hago y espero
a que ella me muestre lo que necesita. Entro al baño y tomo una toalla
para limpiar toda la maldita crema en mi pelo. Logro quitar tanta como
puedo y luego bajo la tapa del retrete y me siento en ella, escuchando en
silencio mientras sigue duchándose. Sé que sabe que estoy aquí, pero no
habla. Incluso aceptaría sus insultos justo ahora si eso significara que
diría algo para aliviar el silencio.
Me inclino hacia delante y junto mis manos entre mis rodillas. —
¿Esto te asusta, Bridgette?
Sé que me escucha, pero no responde. Eso significa que sí.
Dejo que mi cabeza caiga en mis manos y trato de mantener la
calma. Así es como ella se relaciona. No conoce algo diferente. De alguna
manera, en el curso de sus veintidós años, nunca ha aprendido a amar, o
incluso a comunicarse. Eso no es su culpa.
—¿Alguna vez has estado enamorada?
Es ligeramente una pregunta genérica. No pregunto si podría
enamorarse de mí específicamente, así que quizás la pregunta no la enoje.
Escucho un intenso suspiro detrás de la cortina de la ducha. —Creo
que se necesita ser amado para saber cómo amar —dice en voz baja—. Así
que creo que no.
Hago una mueca ante su respuesta. Qué respuesta tan triste. Una
que no esperaba.
—No puedes realmente creer eso, Bridgette.
El silencio permanece. No contesta.
—Tu madre te amaba —le digo.
—Mi madre me dio a mi abuela cuando tenía seis meses.
—Estoy seguro de que tu abuela te amaba.
Una risa triste y baja viene de la ducha. —Estoy segura de que sí,
pero no lo suficiente como para seguir con vida por más de un año.
Después de que murió viví con mi tía, quien hizo que fuera muy obvio que
no me amaba. Aunque mi tío sí lo hacía. Sólo que de todas las maneras
incorrectas.
Cierro los ojos con fuerza y dejo que sus palabras me envuelvan.
Brennan no bromeaba cuando dijo que ella había tenido una vida difícil. Y
es tan casual sobre ello, como si sólo aceptara que este es el tipo de vida
que se le dio y no hay nada que pueda hacer sobre ello. Una mezcla de
enojo y tristeza me consume.
—Bridgette…
—No te molestes, Warren. He lidiado con mi vida de la única manera
que sé. Eso funciona para mí, y no te necesito a ti o a alguien más que
intente entenderme o repararme. Soy quien soy y lo he aceptado.
Cierro la boca y no le ofrezco palabras de consejo. De todas formas
no sabría qué decir. Me siento horrible por querer presionarla con más
preguntas después de esa revelación, pero no estoy seguro de cuando
tendré este lado de ella de nuevo. Bridgette no se abre tan fácilmente, y
ahora puedo ver por qué. No parece que hubiera tenido a alguien con
quien abrirse, así que esta debe ser una primera vez para ella.
—¿Qué hay de tu hermana?
Bridgette suelta un suspiro. —Ni siquiera es mi hermana real.
Éramos hermanas adoptivas, y ni siquiera crecimos en la misma casa.
Debería parar con las preguntas. Sé que debería, pero no puedo. El
saber que probablemente nunca ha dicho o escuchado las palabras “te
amo” de nadie en su vida está afectándome mucho más de lo que imaginé
que podría.
—Estoy seguro de que has tenido novios que te han amado en el
pasado.
Ríe de una forma realmente triste, y luego sólo suspira incluso más
triste. —Si estás planeando hacerme preguntas como esta toda la noche,
preferiría que mejor me folles.
Cubro mi boca con la mano, absorbiendo sus palabras como un
cuchillo al pecho. Ella en serio no puede estar así de rota. Nadie puede
estar así de solo, ¿cierto?
—¿Alguna vez has amado a alguien, Bridgette?
Silencio. Completo silencio hasta que su voz lo rompe como si fuera
vidrio. —Es difícil enamorarse de idiotas, Warren.
Ese es un comentario de una chica a la que han molestado
demasiadas veces. Me pongo de pie y aparto la cortina de la ducha. Está
de pie bajo la corriente de agua. El maquillaje se ha corrido por sus
mejillas.
—Quizás aún no has conocido al idiota correcto.
Inmediatamente suelta una carcajada, junto con unas cuantas
lágrimas. Sus ojos están tristes, y su sonrisa es apreciativa y por primera
vez, está completamente desnuda. Es como si estuviera ofreciéndome su
corazón, rogándome que no lo rompa. La vulnerabilidad que me está
mostrando justo ahora es algo que estoy casi seguro nunca le ha mostrado
a nadie más. A ningún otro hombre, al menos.
Entro en la ducha. Me mira con sorpresa cuando mi ropa
rápidamente se moja. Tomo su rostro en mis manos, y la beso.
No la beso duro.
No la beso con fuerza.
Presiono mis labios contra los suyos con delicadeza; quiero que
sienta todo lo que merece sentir en manos de alguien más. Ella merece
sentirse hermosa. Merece sentirse importante. Merece sentir que la
cuidan. Merece sentirse respetada. Merece sentir que hay al menos otra
persona en este mundo que la acepta justo por lo que ella es.
Merece saber cómo me siento, porque siento todas esas cosas. Y
quizás un poco más.
Traducido por Sofía Belikov, Valentine Rose & Dey Kastély
Corregido por Meliizza

Desde ese día en la ducha, las cosas han cambiado entre nosotros.
No es como si hubiera tenido este milagroso cambio de personalidad
o en realidad fuera agradable conmigo durante el día. De hecho, todavía es
bastante insoportable la mayor parte del tiempo. También sigue creyendo
que Sydney es s{}orda, y es casi increíble que la broma haya durado por
tanto tiempo. Así que ni siquiera puedo decir que mi emoción por gastarle
bromas ha cambiado.
Lo que sí ha cambiado son nuestras noches juntos.
El sexo.
Es diferente ahora. Más lento. Con más contacto visual. Más besos.
Más preámbulos. Más besos. Muchos más besos, y no sólo en la boca. Me
besa por todas partes, y se toma su tiempo cuando lo hace. Y lo disfruta.
Sigue sin ser del tipo que abraza después, y siempre me echa de su
cama antes de que el sol salga.
Pero aun así, es diferente. Esa noche en la ducha derribó una pared
entre nosotros. Porque sé que cada noche que la tengo en la cama, me
entrega una parte de sí misma que nadie más ha visto. Y es suficiente
como para mantenerme feliz por un largo tiempo.
Sólo espero que lo de hoy no lo arruine.
Ambos tenemos el día libre y eso no pasa muy a menudo debido a
nuestros trabajos y escuelas. Tengo que hacer un par de encargos y le pedí
que me acompañara, lo que podría ser un poco extraño. Hemos estado
durmiendo juntos por unos cuantos meses hasta ahora, pero esta es la
primera vez que en realidad hemos hecho algo que no incluya sexo.
Lo que también me hace preguntarme si debería invitarla a salir en
una cita eventualmente. Sé que no es la típica chica, pero de seguro le
deben gustar algunas de las mismas cosas que las otras chicas hacen,
como ser llevadas a citas. Pero nunca me ha dado a entender que quiere
que la lleve a una, y sinceramente, me aterra preguntarle. Me siento como
si nuestro arreglo fuera perfecto para ambos, y si comenzáramos a meter
citas en el asunto, se arruinaría todo.
Eso incluye citas a la luz del día. Como hoy. Como la que estamos a
punto de tener.
Mierda.
—Así que —dice Sydney. Está sentada en el sofá junto a mí. Estoy
mirando porno, naturalmente, ya que Bridgette todavía se rehúsa a darme
el nombre del vídeo en el que participó. Aunque a Sydney no le importa.
Está centrada en su tarea, ignorando el hecho de que estoy teniendo un
pequeño delirio interno sobre si podría o no haber invitado a Bridgette a
una cita para hacer encargos.
—¿Qué sucede con Bridgette?
Le doy un vistazo a Sydney y todavía está centrada en su libro,
tomando notas.
—¿Qué quieres decir?
Sydney se encoge de hombros. —Es sólo que es tan… desagradable.
Me río, porque es verdad. Bridgette puede ser horrible. —No puede
evitarlo —digo—. Ha tenido una vida difícil.
—También Ridge —dice Sydney—, pero no se va encima de las
personas cuando tratan de hablarle.
—Es porque Ridge es sordo. No puede gritarles a las personas, es
físicamente imposible para él.
Sydney levanta la mirada y rueda los ojos, riendo. Me codea en las
costillas, justo cuando Bridgette sale de su habitación. Bridgette mira
fríamente a Sydney y odio que todavía crea que alguna vez podría haber
algo entre Sydney y yo. Me agrada, y creo que es genial, pero tengo el
presentimiento de que Ridge lo detendría de inmediato.
Lo que no es bueno, considerando que Ridge tiene a Maggie. Pero
esos son problemas en los que no tengo ganas de meterme por el
momento, porque mi problema está mirándome furiosamente ahora
mismo. —Por favor, no me digas que has invitado a tu pequeña novia —
dice Bridgette, deslizando sus ojos hacia Sydney.
Sydney es realmente buena jugando bromas. Ni siquiera mueve un
ojo mientras Bridgette habla sobre ella. Sigue fingiendo que no puede oír
una palabra de lo que dice Bridgette. Estoy bastante seguro de que Sydney
ha seguido con esto porque es mucho más fácil que en realidad tener
que hablar con Bridgette.
—Ella no viene —digo, levantándome—. Tiene planes.
Bridgette se gira, dándole su atención a la cartera que acaba de
colgar en su hombro. Camino hacia ella y envuelvo los brazos a su
alrededor desde atrás. —Sólo bromeaba —susurro en su oído—. No he
invitado a nadie más que a ti para hacer recados conmigo hoy.
La mano de Bridgette encuentra mi frente, y me aleja. —Me quedaré
aquí si esperas que el día sea así.
Retrocedo un paso. —¿Así cómo?
Me señala. —Contigo. Tocándome. Besándome. Con demostraciones
públicas. Es asqueroso. —Camina hacia la puerta de entrada y llevo una
mano a mi corazón, haciéndole una mueca a Sydney.
—Buena suerte —modula mientras me dirijo hacia la puerta.
Una vez que estamos en el auto y alejándonos del apartamento,
Bridgette finalmente habla—: Así que, ¿a dónde vamos primero? Necesito
ir a Walgreens antes de que regresemos.
—Primero iremos a la casa de mi hermana, luego iremos al banco,
después a Walgreens, luego a almorzar y entonces a casa.
Su mano se levanta de golpe y alza un dedo. —¿Qué acabas de
decir?
Vuelvo a decirlo. —Primero iremos a la casa de mi hermana, luego
iremos al…
—¿Por qué diablos vas a llevarme a la casa de tu hermana? No
quiero conocer a tu hermana, Warren. No somos ese tipo de pareja.
Ruedo los ojos y agarro la mano que mantiene alzada en protesta. —
No voy a llevarte como mi novia. Puedes quedarte en el maldito auto, no
me importa. Sólo necesito dejar un paquete en su casa.
Tras decir eso, en realidad aclara su recelo. Se relaja en el asiento y
extiende su mano así puedo deslizar mis dedos por los suyos. Bajo la
mirada a nuestras manos, y verlas entrelazadas en la consola entre
nosotros se siente como si acabara de ir más lejos con ella que la noche
que nos acostamos por primera vez.
En ese entonces, nunca me hubiera permitido sostener su mano.
Demonios, nunca me hubiera permitido sostener su mano el mes pasado
siquiera. Pero ahora lo hacíamos.
Quizás debería invitarla a salir.
Aleja su mano de la mía, y de inmediato dirijo la vista hacia ella. Me
está mirando fijamente. —Estabas sonriendo mucho —dice.
¿Qué?
Extiendo el brazo y agarro su mano otra vez, trayéndola de vuelta
conmigo. —Sonreía porque me gusta sostener tu mano.
Retira su mano otra vez. —Lo sé. Es por eso que no quiero que la
sostengas.
Maldita sea. No va a ganar esta vez.
Me estiro sobre la consola otra vez, girando el auto en el proceso.
Intenta meter su mano bajo sus piernas así no puedo agarrarlas, por lo
que jalo de su muñeca en su lugar. Suelto el manubrio y me estiro con
ambas manos ahora, manejando con mi rodilla. —Dame tu mano —digo
entre dientes—. Quiero sostener tu maldita mano. —Tengo que agarrar el
manubrio para volver a nuestro carril. Una vez que ya no hay peligro de
estrellarnos, piso con fuerza los frenos mientras dirijo el auto a un lado del
camino. Aparco y bloqueo las puertas por lo que no puede huir. Sé cómo
piensa.
Me inclino sobre la consola y alejo su mano del agarre contra su
pecho. Agarro su muñeca con ambas manos y la jalo hacia mí. Aun intenta
luchar conmigo para alejar su mano, por lo que la suelto y la miro directo
a sus ojos. —Dame. Tu. Mano.
No estoy seguro si la asusté un poco, pero se relaja y me permite
sujetar su muñeca. Aseguro su muñeca en mi mano izquierda y levanto mi
mano derecha frente a la suya. —Extiende tus dedos.
En vez de eso, empuña la mano.
Abro su puño, luego obligo a nuestros dedos a entrelazarse. Detesto
que se resista. Me está enfadando de verdad. Todo lo que quiero hacer es
sostener su maldita mano, y está haciendo un gran problema. Hacemos
todo al revés en esta relación. Se supone que las parejas comienzan
sosteniendo sus manos y yendo a citas. Pero nosotros no. Comenzamos
peleando, y terminamos follando, sin embargo, al parecer, no hemos
llegado al punto donde podemos tomarnos de la mano. Si las cosas
continúan de esta manera, lo más probable es que terminaremos viviendo
juntos antes que vayamos a nuestra primera cita siquiera.
Aprieto su mano hasta que estoy seguro que no puede alejarse.
Vuelvo a mi asiento, enciendo el auto con mi mano izquierda y luego
vuelvo al camino.
Conducimos en silencio por los próximos kilómetros, y, de vez en
cuando, intenta quitar su mano de la mía, pero cada vez que lo hace
apretó un poco más fuerte y me enfado un poco más con ella. Va a
sostener mi mano le guste o no, maldita sea.
Nos detenemos en una luz roja, y la falta de movimientos fuera del
auto y la falta de conversación dentro de ella cambia el ánimo
enormemente, llenando el aire con tensión y… ¿risas?
Se está riendo de mí.
Es obvio.
Ladeo mi cabeza con lentitud en su dirección, dándole una mirada
de soslayo. Está tapando su boca con su mano libre, intentando no reírse,
pero lo hace de todas formas. Ríe tanto que su cuerpo tiembla.
No tengo idea de qué encuentra tan chistoso, pero no me río con ella.
Y, por más que quiero voltearme y golpear el manubrio, no puedo parar de
observarla. Observo las lágrimas saliendo de las esquinas de sus ojos, y
observo su pecho jadear cuando intenta recuperar la respiración. Quiero
lamer sus labios cuando intenta detenerse. La observo pasar su mano libre
por su cabello mientras suspira, calmándose de su ataque de risa.
Finalmente, me mira. Ya no está riéndose, pero los residuos todavía
están ahí. La sonrisa aún yace en su boca y sus mejillas siguen siendo
más rosadas de lo normal, y su maquillaje es un borrón en las esquinas de
sus ojos. Sacude su cabeza, centrando su concentración en mí. —Estás
loco, Warren —ríe de nuevo, pero sólo por un segundo. El hecho que no
estoy sonriendo le incomoda.
—¿Por qué estoy loco?
—Porque sí —dice—. ¿Quién lucha así por sostener la mano de
alguien?
No muevo un músculo. —Tú lo haces, Bridgette.
La sonrisa abandona su rostro lentamente, porque sabe que tengo
razón. Sabe que es la única que hace un gran escándalo por que sostenga
su mano. Era yo quién quería demostrarle cuán fácil era.
Ambos bajamos la mirada a nuestras manos cuando, con lentitud,
alejo mis dedos de los suyos y suelto mi agarre. La luz se vuelve verde
cuando agarro el manubrio y piso el acelerador. —Tú sí sabes cómo hacer
a un chico sentirse como la mierda, Bridgette.
Le doy mi completa atención al camino y acomodo mi codo izquierdo
en la ventana. Cubro mi boca con mi mano, apretando mi mandíbula por
la tensión.
Logramos estar así tres cuadras.
Tres cuadras es todo el tiempo que le toma hacer el gesto más
considerado que alguna vez ha hecho por mí desde el momento que la
conocí.
Alarga su brazo hasta el manubrio y toma mi mano. La lleva a su
regazo y desliza sus dedos entre los míos. Aunque no se detiene ahí. Su
mano derecha se desliza en la cima de mi mano y la acaricia. Acaricia mis
dedos y la cima de mi mano y mi muñeca y de vuelta a mis dedos. Mira
por la ventana todo el tiempo, pero puedo sentirla. Puedo sentirla
hablándome y sosteniéndome y haciéndome el amor, todo con los
movimientos de sus manos.
Y sonrío todo el camino hasta la casa de mi hermana.
●●●

—¿Es mayor o menor que tú? —pregunta Bridgette cuando apago el


motor.
—Diez años mayor.
Ambos salimos del auto y comenzamos a caminar hacia la casa. No
le pedí que viniera conmigo, pero el hecho de que no esperó en el auto es
una prueba de que otro muro se ha derrumbado entre nosotros.
Subo por las escaleras, pero antes de llamar a la puerta, me giro y la
miro. —¿Cómo quieres que te presente? —le pregunto—. ¿Compañera de
piso? ¿Amiga? ¿Novia?
Aparta la mirada y se encoge de hombros. —De hecho, no me
importa. Sólo no lo conviertas en algo raro.
Sonrío y golpeo la puerta. Inmediatamente escucho pasos diminutos
y chillidos y cosas cayéndose y mierda, olvidé lo loco que es por aquí.
Probablemente debí haberle advertido.
La puerta se abre y mi sobrino, Brody, salta de arriba y hacia abajo.
—¡Tío Warren! —grita, aplaudiendo. Abro la puerta de malla, dejo el
paquete que mi madre le mandó a mi hermana en el suelo y rápidamente
alzo a Brody.
—¿Dónde está tu mamá?
Señala a través de la sala. —En la cocina —dice. Su mano encuentra
mi mejilla y me hace mirarlo—. ¿Quieres jugar a hacerte el muerto?
Asiento y lo dejo en la alfombra. Le hago un gesto a Bridgette para
que me siga dentro, luego finjo apuñalar a Brody en el pecho. Cae al piso
en un espectacular alarde de derrota.
Bridgette y yo nos mantenemos de pie sobre él mientras se retuerce
de dolor. Su cuerpo convulsiona un par de veces y luego su cabeza cae
inerte en la alfombra.
—Se muere mejor que cualquier niño de cuatro años que haya visto
—le digo a Bridgette.
Asiente, sin dejar de mirarlo. —Estoy asombrada —dice.
—¡Brody! —grita mi hermana desde la cocina—. ¿Ese es Warren?
Empiezo a caminar rumbo a la cocina y Bridgette me sigue. Cuando
giro en la esquina, Whitney tiene a Conner en su cadera y está agitando
algo en la estufa con el otro brazo.
—Brody está muerto, pero sí, soy yo —le digo.
Tan pronto como Whitney me ve, gritos vienen del monitor de bebé al
lado de la estufa. Suspira, exasperada, y me señala que vaya a la estufa.
Me acerco a ella y tomo la cuchara de sus manos. —Tiene que ser
mezclado al menos por otro minuto, luego quita el quemador de la sartén.
—¿Quieres decir que quite la sartén del quemador?
—Como sea —dice. Mueve a Conner de su cadera y camina hacia
Bridgette—. Aquí, sostén a Conner. Ya vuelvo.
Bridgette instintivamente tiende sus manos y mi hermana empuja a
Conner hacia ella. Los brazos de Bridgette están más que extendidos, tan
lejos de su cuerpo como puede. Sostiene a Conner debajo de sus axilas,
mirándome con los ojos abiertos.
—¿Qué hago con esto? —susurra. Sus ojos llenos de terror.
—¿Nunca has sostenido a un niño antes? —pregunto con
incredulidad. Bridgette inmediatamente sacude la cabeza.
—No conozco niños.
—Yo niño —dice Conner.
Bridgette jadea y observa a Conner, quien la está mirando fijamente
con terror y fascinación. —¡Habló! —exclama—. ¡Dios mío, hablaste!
Conner sonríe.
—Di gato —dice Bridgette.
—Gato —repite Conner.
Ella ríe nerviosamente, pero aún lo sostiene como si fuera una toalla
sucia. Retiro la olla del quemador y lo apago, luego me acerco a ella. —
Conner es el más fácil —le digo—. Aquí, sostenlo así. —Lo coloco alrededor
de su cadera y envuelvo su brazo detrás de él, asegurándolo contra su
cintura. Intercambia miradas nerviosas entre Conner y yo.
—No se cagará en mí, ¿verdad?
Río y Conner suelta una risita. Golpea su pecho dos veces y mueve
sus piernas. —Cagará en mí —dice, sin dejar de reír.
Bridgette se lleva la mano a la boca. —Dios mío, es como un loro —
dice.
—¡Warren! —grita Whitney desde lo alto de las escaleras.
—Ya regreso.
Bridgette sacude la cabeza y señala a Conner. —Pero...
pero... esto... —balbucea.
Le doy una palmadita en la cabeza. —Estarás bien. Sólo mantenlo
con vida por dos minutos. —Subo por los escalones y Whitney se
encuentra de pie en la puerta del cuarto de niños. Está limpiándose el
cuello con un trapo.
—Se hizo pipí en mi cara —dice. Se ve tan cansada. Quiero
abrazarla, y lo haría si no estuviera cubierta de pipí. Me entrega al bebé—.
Llévalo abajo mientras me doy una ducha, por favor.
Lo saco de sus manos. —No hay problema.
Comienza a dirigirse a su habitación, pero se detiene justo antes de
que yo llegue a las escaleras. —Oye —dice. Me doy la vuelta y la miro—.
¿Quién es la chica? —señala.
Me encanta que señale esto, así Bridgette no tiene ninguna
posibilidad de escuchar su pregunta. Tener una familia que es totalmente
fluida en el lenguaje de signos sin duda es muy útil.
—Sólo mi compañera de piso —señalo de regreso, encogiéndome de
hombros ante eso. Sonríe y se va a su cuarto. Bajo las escaleras
sosteniendo al bebé contra mi pecho. Paso sobre Brody, que todavía se
está haciendo el muerto en el suelo. Cuando llego a la puerta de la cocina,
me detengo. Bridgette ha sentado a Conner en la isla de la cocina. Está de
pie frente a él para que no se caiga y con los dedos en alto, contando con
él.
—Tres. ¿Puedes contar hasta tres?
Conner toca con el dedo la punta del suyo. —Uno. Dos. Tres —dice.
Comienzan a aplaudir y dice—: Yo ahora.
Bridgette empieza a contar sus dedos esta vez. Apoyo la cabeza
contra el marco de la puerta y la observo interactuar con él.
No sé por qué nunca he pasado tiempo con ella fuera del dormitorio
antes de esto. Podía sumar todas las cosas que me ha hecho en la noche, y
estoy seguro que no cambiaría lo de hoy por todo eso combinado.
Esta es la Bridgette que yo veo. La parte que me da. Y ahora que la
estoy observando, veo que es muy capaz de dárselo a otros que lo merecen.
—¿Miras fijamente a todos tus compañeros así? —susurra Whitney
en mi oído. Me giro y está de pie detrás de mí, viéndome mirar a Bridgette.
Sacudo la cabeza y regreso mi vista hacia Bridgette. —No. No lo
hago.
Tan pronto como lo digo, lo lamento. Whitney estará enviándome
mensajes de textos dentro de una hora, queriendo conocer todos los
detalles. Por cuánto tiempo la conozco, de dónde es, si estoy enamorado de
ella.
Es hora de irse.
—¿Estás lista, Bridgette? —pregunto, entregándole el bebé a
Whitney.
Bridgette mira en mi dirección y luego a Conner. Realmente parece
un poco triste por tener que decir adiós.
—Adiós, Bidget —le dice Conner, agitando el brazo. Bridgette jadea y
se gira hacia mí.
—¡Dios mío! ¡Warren, dijo mi nombre!
Se vuelve hacia Conner y todavía agita el brazo. —Cagar en mí —dice
él.
Bridgette lo levanta inmediatamente y lo pone en el suelo. —Lista —
dice rápidamente, alejándose de él y dirigiéndose hacia la puerta.
Whitney está señalando a Conner y mirándome. —Acaba de decir...
Asiento. —Creo que lo hizo, Whit. Debes cuidar tu lenguaje alrededor
de tus niños. —Le doy un beso rápido en la mejilla y camino hacia la
puerta.
Bridgette está de pie junto a Brody, mirándolo. —Realmente
impresionante.
Está en la misma posición en la que lo dejamos. —Te dije que muere
mejor que nadie que conozca. —Doy un paso por encima de él y mantengo
la puerta abierta para ella. Salimos y ni siquiera se inmuta cuando deslizo
mi mano entre la de ella. La acompaño hasta la puerta del copiloto, pero
antes de abrirla, giro su rostro hacia mí y la presiono contra el auto. Mi
mano toca su frente y aparto un mechón de su cabello.
—Nunca pensé que quería niños —dice, mirando la casa.
—¿Pero ahora sí?
Sacude la cabeza. —No, no realmente. Pero quizás si pudiera tener a
Conner. A esa edad, por un año, quizás dos. Entonces probablemente me
cansaría de él y ya no lo querría, pero uno o dos años de mi vida podría ser
divertido.
Me río. —Entonces, ¿por qué no lo secuestras y lo devuelves cuando
tenga cinco años?
Me mira de nuevo. —Pero tú sabrías que fui yo quien se lo llevó.
Le sonrío. —Nunca lo diría. Me gustas más de lo que me gusta él.
Sacude la cabeza. —Amas demasiado a tu hermana como para
hacerle eso. Nunca funcionaría. Tendríamos que secuestrar al niño de otra
persona.
Suspiro. —Sí, probablemente tengas razón. Además, deberíamos
secuestrar el hijo de una celebridad. Así podríamos obtener un rescate y
nunca más tener que trabajar. Podríamos devolver al niño, tomar el
dinero, y pasar el resto de nuestras vidas teniendo sexo todo el día.
Bridgette sonríe. —Eres tan romántico, Warren. Ningún otro tipo me
ha prometido un secuestro y rescate.
Inclino su barbilla para que su boca esté más cerca de la mía. —
Como dije, simplemente no habías conocido al idiota correcto. —Presiono
mis labios con los suyos y la beso, sólo por un momento. Lo mantengo
clasificación apta para toda la familia en caso de que Brody haya vuelto a
la vida y esté viéndonos.
Llego a su espalda y abro la puerta. Camina a mí alrededor para
subir, pero antes de que lo haga, se pone de puntillas y me besa la mejilla.
Para Brody o cualquier otra persona observando, eso fue sólo un
beso en la mejilla. Pero conociendo a Bridgette como la conozco, eso fue
muchísimo más que un simple beso. Eso fue ella diciendo que no necesita
a nadie más.
Ese beso en la mejilla significa que somos oficiales.
Ese beso en la mejilla significa que tengo novia.
Traducido por Juli
Corregido por Vanessa Farrow

—¿Así que crees que es oficial porque ella te dio un beso en la


mejilla? —dice Sydney, confundida. Ella no lo entiende. Es como todo el
mundo y ve a Bridgette del modo en que se muestra, lo cual está bien.
Bridgette se muestra ante la gente bastante ruda, y eso le parece bien.
Dejo de tratar de explicarle mi relación con Bridgette. Además, me
gusta que nadie lo entienda. Y a pesar de que hemos tenido esta
experiencia muy loca y no sexual de tomarnos de la mano y besarnos la
mejilla el otro día, eso no nos ha afectado en el dormitorio. De hecho, la
última noche superamos la racha lenta y constante en la que hemos
estado y representamos una fantasía mía que la involucraba a ella con su
uniforme de Hooters.
—Deberías tratar de conseguir un trabajo en Hooters —le digo a
Sydney. Sé que ha estado buscando trabajo, y aunque eso no parece de su
estilo, las propinas son muy buenas.
—No, gracias —dice—. Ni muerta me verían en esos pantalones
cortos.
—En realidad, son unos pantalones cortos muy bonitos. Suaves.
Elásticos. Te sorprenderías. Y anoche, cuando Bridgette fingía que me
servía un plato de alitas de pollo, me agaché y…
—Warren —dice Sydney—. Detente. No me importa. ¿Cuántas veces
tengo que decirte que no me importa tu vida sexual?
Frunzo el ceño. A Ridge, en realidad, tampoco le gusta oír hablar de
eso y no puedo decirle a Bridgette porque es una parte de la historia y
simplemente sería redundante. Echo de menos a Brennan. Él siempre
escuchaba.
Se abre la puerta del dormitorio de Bridgette, y veo como sus ojos
recorren la sala de estar en mi busca. Puedo ver el atisbo de una sonrisa,
pero ella es buena en asegurarse de que soy el único que lo ve.
—Buenos días, Bridgette —le digo—. ¿Dormiste bien?
Baja la mirada a Sydney, que de nuevo está sentada a mi lado en el
sofá. Ella mira hacia otro lado, pero no antes de ver un destello de dolor en
su rostro.
—Jódete, Warren —dice, volviendo su atención hacia el refrigerador.
¿Incluso después de sostenernos de la mano y besarme en la mejilla,
cree que yo estaría con otra chica?
La miro mientras golpea las cosas en la cocina, con rabia. —No me
gusta la forma en que ella está encima de ti todo el tiempo —dice
Bridgette. Inmediatamente me dirijo a Sydney y me río, porque en primer
lugar, ella todavía cree que Sydney no puede oírla, y segundo, porque no
puedo creer que acabe de decirme eso. Si eso no significa que me está
reclamando, no sé lo que es.
Me encanta.
—¿Crees que es divertido? —dice Bridgette después de darse la
vuelta. Niego con la cabeza rápidamente y pierdo la sonrisa, pero ella
extiende la mano en dirección a Sydney—. La chica es obviamente mala
para ti, ¿y no puedes ni siquiera respetarme lo suficiente como para
distanciarte de ella hasta que esté fuera de la casa? —Nos da la espalda
otra vez—. Primero le da a Ridge alguna historia triste para que la deje
mudarse, y ahora está tomando ventaja del hecho de que sabes el lenguaje
de señas para poder coquetear contigo.
No sé quién se siente peor, Bridgette o Sydney. O yo mismo. —
Bridgette, detente.
—Tú detente, Warren —dice, volviéndose hacia mí—. O dejas de
meterte en la cama conmigo por las noches o dejas de convivir en el sofá
con ella durante el día.
Sabía que iba a llegar esto, pero esperaba no estar aquí cuando
finalmente pasara.
Sydney llega a su límite y golpea el libro contra sus muslos. —
¡Bridgette, por favor! —grita—. ¡Cállate! ¡Cállate, cállate, cállate! ¡Cristo! No
sé por qué crees que soy sorda, y definitivamente no soy una puta, y no
estoy usando el lenguaje de señas para coquetear con Warren. Ni siquiera
lo sé. Y a partir de ahora, ¡por favor deja de gritar cuando me hablas!
Tengo miedo de mirar a Bridgette. Me siento dividido, porque quiero
chocar los cinco con Sydney por defenderse finalmente, pero quiero
abrazar a Bridgette porque sé que esto tiene que ser duro para ella. De
repente siento como si esa broma fuera la peor en la historia de las
bromas.
Echo un vistazo justo a tiempo para ver una avalancha de dolor
deslizarse por el rostro de Bridgette. Marcha a su habitación y cierra la
puerta.
Esto va a ser imposible de arreglar. Sin ayuda de nadie, Sydney
acaba de arruinar toda mi relación con ese arrebato.
Bueno, no fue toda su responsabilidad. Yo también interpreté un
gran papel en ello.
Me duele el pecho. No me gusta esto. No me gusta el silencio, y no
me gusta el hecho de que estoy a punto de tener que ir a arreglarlo. Pongo
las manos sobre mis rodillas y empiezo a ponerme de pie. —Bueno, ahí va
mi oportunidad de representar todas las escenas de rol que he estado
imaginando. Muchas gracias, Sydney.
Ella empuja su libro de su regazo y se levanta. —Jódete, Warren.
Auch. Dolido por dos.
Sydney se acerca a la puerta y llama la habitación de Bridgette.
Después de unos segundos, se desliza dentro cautelosamente y cierra la
puerta detrás de ella.
Si de alguna manera corrige esto, estaré en deuda con ella para
siempre.
Suspiro y me paso la mano por el pelo, sabiendo que esto es mí
culpa. Le echo un vistazo a Ridge y él me está mirando. —¿Qué me perdí?
—dice con señas.
Lentamente sacudo la cabeza con vergüenza. —Bridgette se enteró
que Sydney no es sorda y ahora me odia. Sydney fue a su cuarto para
tratar de arreglar las cosas porque se siente culpable.
La confusión nubla el rostro de Ridge. —¿Sydney? —dice—. ¿Por
qué ella se siente culpable?
Me encojo de hombros. —Por seguirme la corriente con la broma,
supongo. Se siente mal por avergonzar a Bridgette.
Ridge niega con la cabeza. —Bridgette se lo merecía. Si alguien debe
disculparse, debe ser ella. No Sydney.
¿Por qué defiende a Sydney como si fuera su novio sobreprotector?
Echo un vistazo a la puerta del dormitorio de Bridgette, sorprendido de
que en realidad se escuche una conversación en su habitación, en vez de
una pelea de gatas. Ridge agita la mano en el aire para atraer mi atención
de nuevo.
—Bridgette no le está gritando, ¿verdad? —dice. Se ve preocupado, y
francamente, eso me preocupa.
—Sin duda pareces preocuparte mucho por el bienestar de Sydney
—respondo con señas.
Su mandíbula se tensa, y sé que probablemente no debería haber
dicho nada. Sin embargo, no puedo evitarlo. He pasado por mucho con
Ridge y Maggie, y no quiero que él arruine las cosas sólo porque podría
encontrar a otra chica atractiva.
Me doy cuenta que no quiere llevar la conversación en esa dirección,
así que la redirijo de nuevo a mí.
—No, ninguna de las dos están gritando —digo—, pero Bridgette
lo hará tan pronto como salga de su dormitorio. Es más que probable que
ahora se mude, y nunca voy a ser capaz de arrastrarme fuera de la cama
otra vez porque... —Me toco el pecho—, se va a llevar mi corazón con ella.
Él sabe que estoy siendo dramático, por lo que rueda los ojos y se
ríe, volviéndose hacia su portátil. La puerta del dormitorio de Bridgette se
abre, y ella marcha fuera.
No me preparé para esto. Sabía que estaría enojada, pero no estoy
seguro de si puedo defenderme contra ella físicamente si estuviéramos en
una pelea real.
Me siento con la espalda recta y veo con miedo mientras camina
rápidamente hacia mí. Se arrodilla en el sofá y desliza su pierna sobre mi
regazo, sentándose a horcajadas sobre mí.
Estoy tan confundido.
Sus manos encuentran mis mejillas y suspira. —No puedo creer que
me estoy enamorando de un estúpido idiota.
Mi corazón quiere regocijarse, pero mi mente está tirando de las
riendas.
Enamorándose.
De un idiota.
Un estúpido idiota.
¡Mierda! ¡Ese soy yo!
Envuelvo las manos alrededor de su cabeza y acerco su boca a la
mía, al mismo tiempo que me pongo de pie y comienzo a dirigirme hacia mi
dormitorio. Cierro la puerta de golpe detrás de nosotros y me acerco a la
cama y la dejo caer allí. Me quito la camisa y la tiro al suelo.
—Dilo otra vez. —Me deslizo encima de ella y sonríe, tocando mi cara
con las palmas de sus manos.
—Dije que me estoy enamorando de ti, Warren. Creo. Estoy bastante
segura de que es así.
La beso de nuevo, frenéticamente. Esas son las palabras más
hermosas que le he oído decir alguna vez a otro ser humano. Retrocedo y
la miro de nuevo. —Pero querías matarme hace cinco minutos. ¿Qué
cambió? —Me levanto en mis manos—. ¿Acaso Sydney te pagó para que
dijeras eso? ¿Es una broma? —Mi corazón se detiene. Bridgette niega con
la cabeza.
Moriría. Literalmente, moriría si ella se retractaba. Mi muerte sería
mucho mejor que la de Brody, porque la mía sería una real.
—Yo sólo... —Bridgette hace una pausa, buscando las palabras
correctas—. He estado pensando todo este tiempo que a lo mejor estabas
acostándote con Sydney. Pero después de hablar con ella, sé que no es
verdad. Y también mencionó que una noche, cuando estabas borracho,
dijiste que puede que me ames. Y eso... no sé, Warren.
Dios, me encanta esto. Me encanta su nerviosismo. Me encanta su
vacilación. Me encanta que me hable tan abiertamente. —Dime, Bridgette
—digo en voz baja, instándola a terminar lo que me decía. Giro a mi lado y
me levanto sobre el codo. Le aparto el pelo de la frente y me inclino hacia
adelante para besarla.
—Cuando ella dijo eso, me hizo sentir… feliz. Y me di cuenta de que
nunca estoy feliz. Fui una niña infeliz y soy una adulta infeliz y nada en mi
vida me hace sentir de la manera en que lo haces tú. Así que sólo… creo
que eso es este sentimiento. Creo que me estoy enamorando de ti.
Una gotita de una lágrima escapa de la esquina de su ojo y por
mucho que quiera embotellarla y guardarla para toda la eternidad,
pretendo no notarlo, porque sé que eso es lo que preferiría ella. La beso en
los labios de nuevo antes de retroceder y mirarla directamente a los ojos.
—Yo también me estoy enamorando de ti.
Sonríe y estira la mano hasta mi nuca y lleva lentamente mi boca a
la suya. Me besa suavemente y luego me empuja con cuidado sobre mi
espalda. Se acomoda encima de mí y presiona las manos contra mi pecho.
—Creo que debo aclarar que nunca dije que estaba enamorada de ti.
Sólo dije que me estaba enamorando. Hay una gran diferencia.
La agarro por las caderas y la acerco más. —La única diferencia
entre estar enamorándose y estar enamorado es que tu corazón ya sabe
cómo te sientes, pero tu mente es demasiado terca para admitirlo. —Luego
le susurro al oído—: Pero tómate todo el tiempo que necesites. No tengo
más que paciencia para ti.
—Bien, porque todavía no voy a decirte que te amo. Porque no lo
hago. Podría estar en camino a ese punto, pero cualquier cosa podía
descarrilarlo.
No puedo evitar sonreír y besarla luego de ese pequeño aviso.
Después de unos minutos de besos, vuelve la cabeza hacia un lado y
levanta un dedo, pidiéndome en silencio que pare. Se aleja y se sienta en
la cama, abrazándose las rodillas. Pone la cabeza en sus brazos y cierra
los ojos con fuerza. Está callada durante unos minutos, y esa reacción es
inusual para ella. Se ve culpable. Nunca se ve culpable porque siempre
está demasiado enfadada como para sentir algún sentimiento de culpa.
—¿Qué te pasa? —le pregunto.
Niega con la cabeza rápidamente. —Soy la peor persona del mundo
—susurra. Vuelve la cabeza hacia mí, lentamente. No me gusta la
expresión de su cara.
Comienza a deslizarse fuera de la cama y siento que mi corazón se
arrastra tras ella. —Fue una broma, Warren —dice en voz baja mientras se
pone de pie.
Me levanto sobre mis codos. —¿Qué quieres decir?
Se vuelve hacia mí y sus ojos están tan llenos de vergüenza, que ni
siquiera puede mirarme sin pestañear. —Trataba de vengarme de ti por
dejarme creer que Sydney era sorda. —Abre la puerta del baño y baja la
mirada a sus pies—. Dije todo eso porque estaba enojada contigo, no
porque lo sienta de verdad. No me estoy enamorando de ti, Warren.
Creo que estás parada sobre mi corazón, Bridgette.
Mira por encima del hombro hacia el baño, y luego a mí. —No era mi
intención llevarlo tan lejos. Esto es muy incómodo. Voy a volver a mi
habitación ahora. —Cierra la puerta detrás de ella.
Estoy demasiado entumecido como para sentir. Demasiado aturdido
como para moverme. Demasiado aturdido como para procesar las palabras
que acaban de salir de su boca. Me duele la garganta, me duele el
estómago, me duele el pecho, incluso me duelen mis putos pulmones y oh,
mi Dios, me duele tanto.
Me acuesto en la cama y llevo dos puños a mi frente.
—Oye, Warren —dice desde la puerta.
Levanto la vista hacia ella y todavía se ve tan culpable. Sacude la
mano de un lado a otro entre nosotros. —¿Toda esa cosa que acaba de
suceder? Eso era... —Su ceño se transforma en una sonrisa arrogante—.
¡Esa era la broma de verdad!
Corre y salta sobre la cama, y comienza a bailar a mí alrededor. —
¡Deberías haber visto tu cara! —Está riendo y saltando, haciendo rebotar
cada parte dolorida de mí hacia arriba y abajo sobre la cama.
Quiero matarla.
Cae de rodillas y se inclina sobre mí, presionando sus labios en los
míos. Cuando retrocede, ya no quiero matarla más. Todo mi cuerpo está
curado milagrosamente por su sonrisa. Me siento mejor de lo que nunca
me he sentido. Me siento más fuerte, más vivo, más feliz y de alguna
manera, más enamorado de ella que hace cinco minutos. La atraigo hacia
mí. —Esa fue una muy buena broma, Bridgette.
Se ríe. —Lo sé. Fue la mejor.
Asiento. —En realidad sí.
La abrazo durante varios minutos tranquilos, repitiendo toda la
escena en mi cabeza. —Dios, eres una perra.
Se ríe de nuevo. —Lo sé. Una perra que por fin conoció al imbécil
correcto.
Traducido por Annabelle
Corregido por Alessa Masllentyle

¿Adivinen quién despertó otra vez en la cama de Bridgette esta


mañana?
Yo.
¿Y adivinen quién se dormirá en la cama de Bridgette esta noche?
Eso es. Yo.
Ambas de esas cosas son geniales, pero no tan geniales como este
momento. Justo aquí.
Ambos nos encontramos sentados en el sofá, con ella entre mis
piernas y su cabeza apoyada contra mi pecho. Estamos viendo una
película en la que en realidad lo actores se mantienen vestidos durante
toda la cinta. Pero en verdad no es importante qué película es, ya que
Bridgette se encuentra acurrucada conmigo.
Esto es primera vez, y es increíble, adoro la forma en que me hace
apreciar las cosas más simples y mundanas.
Ambos miramos hacia la puerta cuando escuchamos la llave siendo
insertada en la cerradura. La puerta se abre y Brennan entra.
Inmediatamente me enderezo, ya que se supone que esta noche debe estar
en Dallas. Tiene un show mañana, y estoy muy seguro de haberle
reservado un hotel para la noche correcta.
Bridgette también se endereza y lo mira. Él le sonríe, pero es forzado.
Estira la mano hasta su bolsillo trasero y saca un pedazo de papel. Lo
levanta. —Esto llegó hoy —dice.
Bridgette aprieta mi mano y ahí es cuando me doy cuenta que lo que
sostiene son los resultados del examen. He conocido a Brennan lo
suficiente como para saber que por su reacción, no está feliz con los
resultados. Sólo que no sé si eso es algo bueno o malo para Bridgette.
—Sólo dime —susurra.
Brennan baja la mirada hasta sus pies y luego hacia mí. La mirada
en sus ojos es lo suficiente para que ella sepa que no se encuentra ni un
poco más cerca de saber quién es su verdadero padre de lo que estaba
hace unos meses.
Respira profundo, y luego se levanta. Murmura un “gracias” hacia
Brennan y comienza a dirigirse hacia su habitación, pero la toma por el
brazo y la jala hacia él. Envuelve los brazos a su alrededor y le da un
abrazo, pero al más puro estilo de Bridgette, no permite que el abrazo dure
más de dos segundos. Comienza a llorar, y sé que no quiere que nadie la
vea. Baja la cabeza y sale corriendo hacia su cuarto.
Brennan lanza el papel sobre el mesón y se pasa las manos por el
cabello. —Esto apesta, hermano —dice—. Sentía como que en serio quería
que fuese verdad, y en vez de eso, sólo le añade más a toda la mierda con
la que ha tenido que lidiar toda su vida.
Suspiro y lanzo la cabeza contra el sofá. —¿Estás seguro de los
resultados? ¿no hay forma de que se hayan equivocado?
Brennan sacude la cabeza. —No es su hija. Y en parte, estoy feliz por
ella porque, ¿quién lo querría como padre? Pero sé que a ella le gustaba la
idea de finalmente tener algo de cierre con respecto a eso.
Me levanto y aprieto la parte posterior de mi cuello. —No creo que
cierre era lo único que esperaba. —Señalo su habitación—. Voy a echarle
un vistazo —digo—. Gracias por venir hasta acá a decirle.
Brennan asiente, y me dirijo a su cuarto. Bridgette se encuentra
acurrucada en el lado más lejano de la cama, de frente hacia la pared.
No soy bueno consolando, así que no estoy seguro qué debo decir
para hacerla sentir un poco mejor. En vez de eso, simplemente me subo a
la cama y me acuesto detrás de ella. Envuelvo un brazo por encima y tomo
su mano.
Nos mantenemos así acostados durante varios minutos, y la dejo
soltar todas sus lágrimas. Cuando ya no suena como que está llorando,
dejo un beso sobre su cabeza.
—Hubiese sido un padre terrible, Bridgette.
Asiente. —Lo sé. Es sólo que… —Inhala con fuerza—. Me gusta estar
aquí. Siento como si todos ustedes me aceptan por quién soy, y eso nunca
ha sucedido antes. Y ya que Brennan sabe que no soy su hermana, ¿qué
pasará ahora?, ¿simplemente me voy?
La aprieto aún más fuerte, odiando que siquiera piensa que eso es
una opción. —Por encima de mi cadáver y el de Brody. No hay forma que
permita que te vayas a ningún otro lugar.
Se ríe y seca sus ojos. —No tienen que ser amables conmigo por
lástima.
La ruedo sobre su espalda y sacudo la cabeza en confusión. —
¿Lástima? Esto no es lástima, Bridgette. Es decir, sí, me siento mal por ti.
Sí, puede que haya sido genial que fueses su hermana. Pero eso no cambia
nada. Lo único que esos exámenes hubiesen cambiado era que tú hubieses
cambiado de no saber quién era tu padre a tener uno de los peores padres
del mundo. —La beso en la frente—. No me importa de quién seas
hermana, te amo de la misma manera.
Sus ojos se abren de par en par, y puedo sentir su cuerpo
tensándose en mis brazos. Esta vez no dije que me estaba enamorando.
Simplemente le dije que la amaba. Activamente. Y sí, esas tres
palabras puede que la hagan enloquecer aún más que cualquier otras tres
palabras en el diccionario español, pero no puedo retractarme. No me
retractaré. La amo, la he amado durante meses ya, y estoy cansado de
sentirme tan asustado de lo que sería su reacción al decirle.
Comienza a sacudir la cabeza. —Warren…
—Lo sé —intervengo—. Ya lo dije. Supéralo. Te amo, Bridgette.
Su expresión se encuentra vacía en ese momento. Lo está
absorbiendo. Está esperando a ver cómo la hacen sentir esas palabras,
porque no estoy seguro de que las haya escuchado antes.
Su mandíbula se tensa, y coloca sus manos contra mi pecho. —Eres
un mentiroso —suelta, intentando rodarse debajo de mí.
Aquí vamos de nuevo.
La jalo de nuevo contra el colchón mientras intenta retorcerse para
salir. —Eres agotadora, ¿sabías? —Le doy la vuelta de nuevo y comienza a
asentir, frenéticamente.
—Así es, Warren. Soy agotadora. Soy cruel. Siempre veo el vaso
medio vacío, y si piensas que al decirme que me amas vas a hacerme ser
más agradable o menos agotadora, estás equivocado. No me puedes
cambiar. Todos quieren cambiarme, pero soy quién soy, y si crees que el
que te diga que también te amo, hará que cague unicornios y arcoíris,
estás equivocado. Odio los unicornios y los arcoíris.
Dejo caer mi cara contra su cuello y comienzo a reírme. —Oh, por
Dios, no puedo creer que seas mía. —La beso en la mejilla, luego en la
frente, luego en la nariz, después en su barbilla y en su otra mejilla.
Vuelvo a mirar sus ojos llenos de confusión—. No quiero cambiarte,
Bridgette. No estoy enamorado con lo que podrías ser, o de lo que solías
ser, o lo que el mundo dice que eres. Estoy enamorado de ti. En este
momento. Justo así.
Aún está en guardia y a la defensiva, así que la abrazo y envuelvo
mis brazos con fuerza a su alrededor. —Detente —susurro en su oído—.
Deja de decirte a ti misma que nadie puede amarte, porque me está
enojando. No me importa que aún no estés lista para admitir lo que en
verdad sientes por mí, pero no te atrevas a ignorar lo que yo siento por ti.
Porque te amo. —La beso al costado de su rostro, y lo digo de nuevo. Se
siente increíble poder decirlo finalmente—. Te amo, Bridgette.
Se aparta justo lo suficiente para poder verle la cara. Sus ojos están
llenos de lágrimas.
—Bridgette, te amo. —Lo digo de nuevo, esta vez mirándola directo a
los ojos. Puedo sentir su lucha interna. Parte de ella quiere disfrutar de
este momento, pero la otra parte está intentando mantener arriba esa
última pared que aún se encuentra entre nosotros—. Te amo —susurro de
nuevo.
Una de las lágrimas escapa de sus ojos, y temo que vaya a quebrarse
y a apartarme como siempre lo hace. Presiono mis labios contra los suyos,
e inhalo profundamente. Toco su mejilla y aparto la lágrima con mi pulgar.
—Eres la persona más genuina que conozco, Bridgette. Así que,
aunque pienses o no que mereces ese amor, no me importa, porque no
puedo evitarlo. Me enamoré de ti, y no lo lamento.
Otra lágrima se derrama.
Una sonrisa se forma en sus labios.
Una risotada escapa de su boca, y su pecho comienza a sacudirse
porque se está riendo, llorando y besándome. Le devuelvo los besos,
estrellándome a través de la última pared que se encontraba entre
nosotros.
Envuelve sus manos en mi cabello y me rueda sobre mi espalda, aún
con sus labios pegados a los míos. Abro los ojos y se aleja de mi boca, aún
sonriendo. Comienza a sacudir la cabeza lentamente en incredulidad. —No
puedo creer que esté enamorada de un idiota tan estúpido.
No estoy seguro si esta oración podría significarle algo a cualquier
otro hombre en el mundo.
—Te amo, Warren.
Ni siquiera pude decirle que también la amo, porque escuchar esas
palabras salir de su boca me ha dejado completamente mudo. Pero no creo
que le importe, ya que sus labios se lanzan a los míos con tal rapidez y
fuerza que de todas maneras no hubiese podido hablar.
Estoy enamorado de Bridgette.
Bridgette está enamorada de mí.
Finalmente, todo está bien en el mundo.
Continuamos besándonos mientras removemos la ropa uno del otro.
Esta vez, ninguno está en control. Me hace el amor al mismo tiempo que le
hago el amor a ella, y nadie está a cargo. Nadie toma las decisiones. Ahora
somos completamente iguales. Siente lo mismo que yo siento, y cuando
terminamos, susurra—: Te amo, Warren.
Y digo—: Te amo, Bridgette.
Y nadie lo discute.
Se acuesta pacíficamente en mis brazos y no intenta botarme de su
cama. Sólo pensar en tener que regresar a mi cuarto y dormir sólo es
ridículo, no estoy seguro si alguna vez querré dormir solo de nuevo.
Acaricio su brazo con mis dedos. —Tengo una idea —susurro contra
su cabello.
Sacude la cabeza. —No haré anal.
Me río y me aparto. —¿Qué? No. No es eso. Bueno, todavía no. —La
alejo de mí y me siento, jalándola para que se siente también. Tomo sus
manos en las mías, y la miro con seriedad directamente a los ojos—. Creo
que deberíamos mudarnos juntos.
Sus ojos se abren en sorpresa y me mira como si me hubiese vuelto
loco. Quizá es verdad. —Ya vivimos juntos, tonto. Y apenas pagamos renta.
Estaríamos arruinados si nos vamos a un lugar solos.
Sacudo la cabeza, descartando su preocupación. —No me refiero a
un apartamento nuevo. Múdate a mi habitación conmigo. Igual estamos
juntos todas las noches.
Aún está sacudiendo la cabeza. —¿Por qué querría hacer eso?
—Porque sí —digo, apartando su cabello detrás de su oreja—. Es
romántico.
—No, Warren, es bobo. —Me acuesto de nuevo en la cama,
frustrado. Ella se deja caer a mi lado y me mira—. ¿Por qué querría mover
todas mis cosas a tu pequeñísimo closet? Eso es muy estúpido. Tengo
demasiada ropa.
—Está bien —digo—. Puedes dejar tu ropa en tu propio closet, pero
muda todo lo demás a mi habitación.
Deja caer la frente contra mi pecho. —No tengo nada más. Tengo
una cama. Eso es todo.
Coloco un dedo bajo su barbilla y levanto su mirada hasta la mía. —
Exactamente. Mueve tu cama a mi cuarto. Ambos tenemos camas
matrimoniales. Poniéndolas juntas sería como tener una tamaño King, y
tendremos más espacio para tener sexo, y cuando terminemos, puedes
rodar hasta tu lado de la cama y yo puedo verte dormir.
Considera en silencio mi propuesta durante varios segundos, y luego
sonríe. —Esto es tan tonto.
Me siento y la jalo de la cama. —Y romántico. Vamos, vístete. Te
ayudaré.
Nos volvemos a poner la ropa y comenzamos a levantar las sábanas
y almohadas de su cama. Levantamos el colchón y comenzamos a
transportarlo por la puerta, hacia la sala de estar, luego hasta mi cuarto.
Ridge y Brennan se encuentran sentados en el sofá, mirándonos.
—¿Qué demonios están haciendo? —pregunta Brennan.
Presiono mi cadera contra el colchón para poder hablar en señas. —
Bridgette y yo nos vamos a mudar juntos.
Se lanzan una mirada mutuamente, y luego vuelven hacia mí. —
Pero… ustedes ya viven juntos —dice Brennan.
Los descarto con mi mano, y terminamos de colocar el colchón de
Bridgette junto al mío. Una vez que su cama está hecha de nuevo, se deja
caer en su lado y yo en el mío. Luego rodamos hasta que nos encontramos
mirándonos frente a frente. Descansa la cabeza sobre su brazo y suspira.
—Hemos vivido juntos durante dos minutos, y ya estoy cansada de
tu cara.
Me río. —Creo que deberías mudarte a otro lado. Antes nos
llevábamos mucho mejor. —Me muestra su dedo medio, así que tomo su
mano y entrelazo nuestros dedos—. Tengo que hacerte una pregunta.
Se deja caer sobre su espalda. —Que Dios me ayude, Warren, si me
pides que me case contigo te cortaré los huevos.
—No me quiero casar contigo —digo—, aún. Pero… —Gateo hasta su
lado de nuestro hogar y me acuesto junto a ella—. ¿Tendrías una cita
conmigo?
Retira la mirada de mí para dirigirla hacia el techo. —Oh, por Dios —
murmura—. ¿Nunca hemos tenido una cita?
—No una de verdad.
Palmea su frente. —Que zorra soy. ¿Ya me mudé contigo y ni
siquiera hemos tenido una cita?
—No eres una zorra —le digo con falsa seguridad—. Ni siquiera
hemos tenido sexo… oh, espera. —Hago una mueca—. Sí, eres una zorra.
Una gran zorra cachonda que quiere que intente sexo anal con ella esta
noche.
Se ríe y me golpea el pecho.
La empujo de vuelta.
Me empuja aún con más fuerza.
La empujo hasta que se encuentra al borde de su cama.
Levanta las piernas para patearme.
La pateo de regreso, empujándola de la cama hasta que se encuentra
tirada en el piso. Luego de varios segundos en silencio, me arrimo hasta el
borde del colchón y bajo la mirada hasta ella. Aún se encuentra acostada
sobre su espalda en la misma posición en la que cayó.
—Podrías ser una buena competidora contra Brody —le digo. Ella
levanta una mano para golpearme, pero la tomo y la llevo hasta mis labios.
Beso el dorso y sostengo su mano mientras nos miramos.
Se encuentra en un muy inusual humor en este momento, lo cual
me lleva a creer que quizá… sólo quizá...
—Tengo otra pregunta, Bridgette.
Levanta una ceja y lentamente sacude la cabeza. —No voy a decirte
el nombre de esa porno.
Suelto su mano y ruedo sobre mi espalda. —Joder.
Quizá no.
Colleen vive en Texas con su esposo y sus tres
hijos. Es adicta al talento de la banda The
Avett Brothers, lo cual es evidentemente obvio
en sus dos libros. El 99% de su lista de
reproducción es de ellos. El otro 1% es
Eminem y Jason Mraz.
Es la autora #1 del New York Times por su
novela Hopeless, junto con sus otras dos
novelas, Slammed y Point of Retreat.

También podría gustarte