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12 FEBRERO, 2020
“En el caso concreto, el estudio efectuado por el perito Peláez Villalobos sobre los
la documentación de las fincas que integran ahora la entidad Agropecuaria
Pananish, S.A., demuestra la forma en que, mediante pagos dinerarios simbólicos,
se adjudicaron a los originales propietarios esas extensas tierras, pero, más
relevante es el criterio del citado profesional sobre la necesidad de realizar el
levantamiento planimétrico sobre tales terrenos para determinar, con exactitud sus
dimensiones y límites”.
Thomae sostiene que estas tierras fueron compradas por sus antepasados, que
luego las heredaron a su padre.
Declaró que los comunitarios ocuparon sus tierras, hicieron champas con nailon,
después las hicieron con varas y paja; actualmente, han hecho construcciones de
lámina. Intentó establecer una reunión conciliatoria con algunos de ellos pero
finalmente el caso llegó al plano judicial.
Están asustados, pero también enojados. Entre ellos, están conscientes de que se
enfrentan a los intereses de una de las familias más adineradas del lugar.
Finqueros que, según dicen los pobladores, le apuestan al negocio de las
hidroeléctricas y por eso se aferran a la tierra de Purulhá, en Baja Verapaz.
En el Registro de la Propiedad, desde el 2008 figura un proyecto hidroeléctrico a
nombre de la familia Thomae. Mauricio Thomae Cruz figura como representante
legal de la empresa Energías Renovables, Enerjá, S.A.
Según una investigación realizada por el Centro de Medios Independientes de
Guatemala (CMI), a Enerjá fue concedido un préstamo por Q760,000 del Banco de
Desarrollo Rural (Banrural), fiduciario del “Programa de Desarrollo Integral en
áreas con potencial de riego y drenaje” del Ministerio de Agricultura Ganadería y
Alimentación (MAGA). Byron Thomae trabajó para dicha institución.
También se les otorgó un proyecto para la construcción y equipamiento del
sistema de riego de la Finca San Rafael por Q750,000. CMI constató que Enerjá
necesita de los ríos Sinajá y Panimá, que colindan con los terrenos en donde se
encuentra ubicada la comunidad Washington.
Un país sin certeza jurídica territorial
La certeza jurídica de las tierras es mínima en un país que solo ha completado
análisis catastrales en el 30% de su territorio.
Un estudio catastral implica la realización de un mosaico gráfico de fincas, un
bosquejo en el que se dibujan en un esquema todas las fincas que están en el
área, según la información del Registro de la Propiedad. Eso se compara con
otras fuentes de inscripción registral de derechos reales.
Además, se evalúa con una medición en campo de cada uno de los predios
analizados.
Luego de realizar ese proceso en la comunidad Washington, el RIC emitió su
dictamen y determinó que la comunidad está abarcando cerca de 743,984 metros
cuadrados sobre las fincas de la Agropecuaria Pananish. Y hay un área de 52,900
metros cuadrados sobre las fincas que pertenecen a otros miembros de la familia
Thomae.
Sin embargo, las comunidades sostienen que durante generaciones han vivido
sobre terrenos propios, que han pertenecido a sus antecesores. Hay familias que
han vivido en esos espacios por años, pero el nombre de otras personas figuran
como propietarios en los folios del Registro de la Propiedad.
Walter García, uno de los ingenieros del RIC, encargado de esos procesos, tiene
una explicación para eso:
—Hay comunidades que están viviendo en áreas cuya posesión
se ha ido heredando de generación en generación. El problema
es que hay una ley (el Código Civil) que dice que para tener
certeza jurídica tienen que inscribir la propiedad. Muchas
comunidades solo la han poseído y no regularizan su situación.
El perito Peláez explica que hay una serie de anomalías en cuanto
al registro de tierras que inicialmente pertenecían a comunidades
originarias de la región.
—No se trata de un conflicto por derechos ancestrales, es un
problema de anomalías en los registros de las propiedades—,
aclara.
El caso de Purulhá, según el exdiputado Amílcar Pop, es uno de
cientos más que han generado conflictividad en distintas
regiones. Según el RIC, Huehuetenango, Izabal, Baja Verapaz,
Alta Verapaz y Zacapa son los departamentos que destacan por
problemáticas de tierras.
—El tema es complejo porque es de minuciosidad de
interpretación del derecho. El hecho de que se niegue el
reconocimiento de este derecho (de la propiedad) es parte del
racismo institucional del Estado. Los derechos ancestrales
existen, hay títulos reales que adquieren legalidad. El hecho de
que no se hable de eso no significa que no exista—, cuestiona
Pop.
Cada vez que un conflicto de tierras entre finqueros y
comunidades llega al plano penal, los juristas recurren a lo
estipulado en el Código Civil, sobre el procedimiento para
registrar propiedades. Sin embargo, la Constitución misma habla
de la protección a las tierras y las cooperativas agrícolas
indígenas.
—Las tierras de las cooperativas, comunidades indígenas o
cualesquiera otras formas de tenencia comunal o colectiva de
propiedad agraria, así como el patrimonio familiar y vivienda
popular, gozarán de protección especial del Estado, de asistencia
crediticia y de técnica preferencial, que garanticen su posesión y
desarrollo, a fin de asegurar a todos los habitantes una mejor
calidad de vida. Las comunidades indígenas y otras que tengan
tierras que históricamente les pertenecen y que tradicionalmente
han administrado en forma especial, mantendrán ese sistema.
También es un derecho reconocido en el convenio 169 de la OIT,
que sigue siendo un desafío para la jurisdicción guatemalteca.
La comunidad Washington cuenta como uno de los 723 conflictos
de límites territoriales, en el municipio de Purulhá, registrados
por el RIC. A nivel nacional, solo 68 municipios han culminado un
proceso catastral. Los vecinos de Washington fueron notificados
de un próximo desalojo que se realizará el 13 de febrero.
Permanecen en sus viviendas porque no tienen a dónde ir, ni
dónde cultivar. Ante el miedo, solicitaron medidas cautelares ante
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pero
aún no han recibido una respuesta.
A pesar del temor a ser desalojados en cualquier momento,
tienen clara su consigna:
—Acá nos vamos a quedar, aquí nacimos, aquí murieron nuestros
abuelos.