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Debemos hacer todo lo que está de nuestra parte para pelear la

buena batalla de la fe. Debemos luchar, trabajar, esforzarnos y


agonizar para entrar por la puerta estrecha. Debemos poner al Señor
siempre delante de nosotros. Con manos limpias, con corazones
puros, debemos tratar de honrar a Dios en todos nuestros caminos.
Se ha provisto ayuda para nosotros por medio de Aquel que es
poderoso para salvar. El espíritu de verdad y luz nos vivificará y
renovará mediante sus misteriosas operaciones; porque todo nuestro
progreso espiritual proviene de Dios, no de nosotros mismos. El
obrero verdadero tendrá el poder divino en su ayuda, pero el
indolente no será sostenido por el Espíritu de Dios.

Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha;


yo soy quien te dice: “No temas, yo te ayudaré.” Isaías 41:13 

Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia


inteligencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.
Proverbios 3:5-6 

A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi


ayuda?
Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra.
Salmos 121:1-2 

No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida.


Salmos 121:3 

Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil.


Isaías 40:29 

Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados


pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me
pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de
justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de
sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás
conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas
mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges
mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el
bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y
en la casa de Jehová moraré por largos días.". 6Salmos 23:1-6

La palabra traducida “cayado” en Salmos 23:4 (‫ – מׁשענה‬mish‛ênâh ) es


un bastón o sostén para caminar, tradicionalmente concebido con
recodo en la punta superior. Fue usado por los pastores, no
solamente como ayuda para caminar por el campo sino también
aparentemente para defender y rescatar a las ovejas que cuidaban.

Al examinar con cuidado estos textos bíblicos me parece claro que el


significado fundamental es el sostén: algo o alguien que uno tiene
como apoyo. Claramente se trata de algo estable y fuerte en el cual
uno puede sostenerse con más confianza.

Pero también podemos bosquejarlo pensando en todas las etapas de


la vida del creyente:
 (Sal 23:1-3) La vida presente donde toda necesidad es suplida
por el pastor.
 (Sal 23:4) El paso por la muerte donde su compañía nos libra
de todo temor.
 (Sal 23:5-6) El disfrute de la eternidad donde todo deseo será
cumplido.

David, el autor de este Salmo, comienza refiriéndose a Dios


como su pastor. Todos recordamos que en su adolescencia él
había sido pastor de ovejas y en su cuidado de ellas había llegado
a tener experiencias que marcaron su vida.
(1 S 17:34-37) "David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las
ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba
algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba
de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la
quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo
mataba; y este filisteo incircunciso será como no de ellos, porque ha
provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me
ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también
me librará de la mano de este filisteo..."

Las ovejas son animales que necesitan ser constantemente guiados y


cuidados. Tal vez sea por esto que el creyente es comparado con
ellos.

David, como una de las ovejas que era cuidada por el Señor,
manifiesta su completa confiaba en la bondad solícita de Dios para
asegurar todo lo necesario, tanto en el presente como en el futuro.

Como veremos a lo largo del Salmo, la provisión divina incluye cosas


tan variadas como alimento y bebida, descanso, protección,
restauración, compañía, aliento, dirección, consuelo, gozo, felicidad y
gloria.

El salmista percibe que el hombre tiene necesidades más profundas


que las del cuerpo, y sabe que sólo en Dios pueden ser satisfechas.
Nuestro mundo moderno necesita darse cuenta urgentemente de este
hecho: el hombre es mucho más que un cuerpo, tiene también alma y
espíritu, y nuestra cultura materialista y de consumo siempre
fracasará en traer la felicidad al hombre porque no tiene en cuenta
estas otras facetas, y las ignora para centrarse en exclusividad de las
necesidades del cuerpo.

¡Cuántas personas en este mundo se encuentran como el hijo pródigo


de la parábola de Jesús: "yo aquí perezco de hambre" (Lc 15:17)! La
única forma de tener la vida en plenitud es volviéndonos a Cristo, sólo
en él podemos estar completos (Col 2:9-10).

(Fil 4:19) "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus
riquezas en gloria en Cristo Jesús."

¡Grabemos estas palabras en nuestros corazones y cuando lleguen los


momentos de prueba repitamos: "Jehová es mi Pastor, nada me
faltará"!

"En lugares de delicados pastos me hará descansar"


En las tierras desérticas de Judea, el pastor sabía lo agotador que era
para el rebaño andar kilómetros por zonas áridas, a menudo bajo los
rayos de un sol abrasador. Pero también conocía dónde estaban los
oasis y allí conducía a sus ovejas para proporcionarles descanso,
alimento y agua en un ambiente apacible.

Siempre es alentador saber que Dios conoce nuestras circunstancias y


las dificultades por las que atravesamos en la vida, y podemos estar
seguros de que a su tiempo nos conducirá en su sabiduría y bondad
hasta su gracia reparadora.

Este es el descanso que los hombres buscan inútilmente fuera de Dios.


"Nos has creado para ti mismo, ¡oh Dios!, y vagaremos errantes hasta
que encontremos en ti nuestro reposo", dijo San Agustín, y esta
verdad ha sido plenamente demostrada en la experiencia de los
hombres de todos los tiempos.

Recordemos la invitación que hizo el Señor Jesucristo:

(Jn 10:9) "Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y


entrará, y saldrá, y hallará pastos."

"Junto a aguas de reposo me pastoreará"


A lo largo de toda su peregrinación por el desierto, al pueblo de Israel
nunca le faltó ninguna de estas dos cosas: el maná enviado del cielo y
el agua pura que manaba de la roca (1 Co 10:3-4). Esto fue una clara
evidencia del cuidado pastoral que Dios tuvo a favor de su pueblo a lo
largo de toda su peregrinación por el desierto durante cuarenta años.

Sin comida ni bebida, el pueblo de Dios perece, y Dios nos invita una y
otra vez a fortalecernos en él, en lugares de reposo, en la intimidad
con él. Sólo de esta forma podremos llevar fruto en nuestras vidas
que le glorifiquen.

Nunca podremos descansar si no satisfacemos el hambre de nuestro


espíritu y apagamos su sed, y para eso es necesario atender la voz de
Jesús:

(Jn 6:35) "Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene,


nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás."

Hoy en día vemos también a muchos creyentes insatisfechos, agitados


y sin descanso. En estos casos, el problema no es que Dios ha fallado
como pastor, sino que la oveja se ha alejado de la comunión con él.
No es extraño que perdamos nuestro descanso cuando correteamos
de acá para allá, siguiendo los caprichos y las fantasías de nuestro
malvado corazón. La única forma de recuperar la paz perdida es
volviendo al Señor.

"Confortará mi alma"
La idea es que "restaurará mi alma" o "reparará mis fuerzas". Esto nos
habla de una renovación espiritual profunda, algo que va mucho más
allá de un mero alivio. El profeta Isaías lo expresó de una forma muy
bella:

(Is 40:29-31) "El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al


que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los
jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán
nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se
cansarán; caminarán, y no se fatigarán."

¡Qué importante es esto! Dada nuestra naturaleza caída, no sólo


necesitamos que el Señor nos alimente; desgraciadamente también
pecamos, y por eso necesitamos ser restaurados y renovados una y
otra vez a la comunión con él. Igual que la oveja descarriada es
llevada nuevamente de regreso al redil donde es curada de las heridas
que ha sufrido y vuelve a caminar con el rebaño, así también
nosotros.

El mismo rey David había experimentado una y otra vez esta obra de
restauración de parte de Dios cuando él se había apartado y pecado.
Podemos verlo en el Salmo 32 y el 51.

Y como David, nosotros también nos apartamos fácilmente de los


caminos del Señor, no estamos atentos a su dirección,
desobedecemos, entramos en estados de letargo e indiferencia
espiritual, decaemos, perdemos la ilusión por las cosas espirituales,
dejamos de leer nuestra Biblia y de orar, no sentimos ánimo por
compartir el Evangelio con otros, perdemos la paz, nos encontramos
en un estado de permanente ansiedad, malhumorados... todos estos
son síntomas de que necesitamos ser restablecidos urgentemente por
el Señor.

Podemos ver un hermoso ejemplo de cómo el Buen Pastor llevó a cabo


esta restauración en el caso del apóstol Pedro:
Durante la última cena le advirtió de que le iba a negar tres
veces, pero también le dijo que había orado por él para que su
fe no faltara.
Después de que Jesús fue arrestado y de que Pedro le había
negado tres veces, sus miradas se cruzaron en el patio del sumo
sacerdote. No fue una mirada de ira, sino de tierno reproche.
Una vez que Jesús hubo resucitado tuvo especial interés en que
Pedro conociera rápidamente esta noticia.
Unos días después, Cristo tuvo un encuentro personal con Pedro
en el que por tres veces le dio la oportunidad de manifestar su
arrepentimiento y amor por él. Y a partir de ahí quedó
plenamente restaurado.
Cuando pecamos, nos sentimos mal, y es entonces cuando el diablo
viene a nuestra vida para llenarnos de vergüenza por lo que hemos
hecho y para convencernos de que en ese estado es mejor no ir
todavía al Señor. Sin duda alguna, esta es una de sus estrategias más
efectivas. Pero no debemos escucharle. El Señor siempre nos da una
grata bienvenida cuando regresamos arrepentidos. El es nuestro Sumo
Sacerdote que siempre está intercediendo por nosotros. Cuanto más
tiempo retrasamos nuestro regreso al Señor, más terreno gana el
adversario de nuestras almas.

Y lo hermoso del perdón y la restauración del Señor es que con ellos


siempre vienen nuevas oportunidades de servicio al Señor. El profeta
Joel lo expresó de la siguiente manera:

(Jl 2:25-26) "Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el


revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.
Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro
Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi
pueblo avergonzado."

"Me guiará por sendas de justicia por amor de su


nombre"
1. Necesitamos ser guiados por el Señor

En oriente, el pastor va siempre delante de las ovejas para descubrir


los rodales de hierba más verde y mejor; y el sendero con menos
pedruscos. Y aunque la oveja no sabe a dónde es llevada, confía en el
pastor y le sigue.

Nosotros también deberíamos aceptar que necesitamos ser guiados


por el Señor. Y sabemos que esto es así porque cuando elegimos
nuestros propios caminos, esto termina normalmente por causarnos
muchos problemas.
Nos cuesta aceptar que el sitio de mayor bendición para nosotros es
siguiendo a Cristo lo más cerca posible, y dejándonos guiar por él.

2. Sus sendas son de justicia

Notemos también que al tratarse de los creyentes, estas "sendas"


adquieren un sentido moral, por eso son descritas como "de justicia".
Debemos entender con ello que el camino por el que el Señor nos va a
llevar siempre es un camino de rectitud moral.

3. Lo hace "por amor a su Nombre"

"Por amor de su nombre" nos recuerda que lo hará para reivindicar el


honor de su palabra y lo inmutable de su fidelidad.

Cuando decidimos separarnos de esta senda, nuestras actitudes


acarrean vergüenza y deshonor al buen nombre del Pastor.

Pero nuestro testimonio no debe consistir únicamente en una actitud


negativa para con el pecado, sino que debemos manifestar sin cesar,
tanto a través de nuestras palabras como de nuestros hechos, el
exquisito perfume de Aquel cuyo "Nombre es como ungüento
derramado" (Cnt 1:3).

"Aunque ande en valle de sombra de muerte"


Este versículo ha sido cantado por muchos creyentes en su lecho de
muerte y les ha ayudado a transformar el oscuro valle en claro día.

1. Las situaciones oscuras de la vida

Pero notemos que el salmista no sólo piensa en el momento de la


muerte. Lo que está diciendo es que aún en la circunstancia más
sombría de la vida, que sin duda es la muerte, aún allí tiene plena
confianza en que el mismo Dios que ha iluminado su camino durante
toda su vida, también lo hará en esas circunstancias extremas.

Porque lo cierto es que todos nosotros atravesamos situaciones


oscuras y peligrosas en esta vida en las que necesitamos de la
protección y el ánimo del Señor. Como ovejas estamos siempre
expuestos a múltiples peligros, ya sea por animales salvajes o por
ladrones que se lanzan sobre el rebaño. Pero a pesar de nuestra
debilidad, podemos exclamar como el apóstol Pablo:

(Ro 8:36-37) "Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo


el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas
estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó."

Los primeros cristianos que vivieron en medio de una sociedad pagana


y hostil, encontraron fuerzas y ánimos en Cristo como el Pastor. La
figura del pastor con la oveja sobre los hombros representando a
Cristo, se encuentra con frecuencia en las catacumbas y en las tumbas
de los cristianos de los primeros tiempos.

2. Mirando a la muerte cara a cara

¡Qué difícil es mirar cara a cara a la muerte! Rápidamente apartamos


nuestra mirada y pensamos en otra cosa. Aun los más valientes
tiemblan en esos momentos.

Pero el cristiano sabe que es sólo una nube que hace "sombra", pero
que detrás brilla el sol con claridad.

Y esto es así porque Cristo venció la muerte, y lo que ahora queda de


ella es solamente una sombra.

(He 2:14-15) "Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y


sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de
la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y
librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda
la vida sujetos a servidumbre."

"No temeré mal alguno"


Alguien ha dicho que los peores males de la vida son los que no
existen excepto en nuestra imaginación. Con frecuencia la
incertidumbre sobre el futuro es más difícil para nuestra fe que la
presión por algún mal presente.

Recuerdo la historia de cierta mujer negra que se ganaba


penosamente la vida con su trabajo, pero cuyo corazón siempre
estaba alegre y siempre victorioso. "¡Ah Nancy! Le dijo un día una
señora melancólica que en el fondo envidiaba y criticaba a la vez el
gozo de esta pobre sirvienta. Está bien estar alegre y jocosa cuando
todo va bien, pero piensa un poco en el futuro. Suponte que caes
enferma y que no puedes trabajar, ¿para qué entonces tus aleluyas?
Suponte también que tus amos dejan el país y que no encuentras
trabajo, y suponte..." "Pare, señora, interrumpió la mujer; yo,
entienda usted, no supongo nada. El Señor es mi Pastor, y sé
perfectamente que nada me faltará; y además son todos estos
supuestos lo que en el fondo, la hacen a usted infeliz. Bien haría con
desecharlos y confiar plenamente en el Señor".

Ya sea que miremos al presente o hacia el futuro, nunca debemos


olvidar que el Señor nos ama y nos cuida, y esto hará desvanecerse
todo temor.

(1 Jn 4:18) "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa


fuera el temor..."

"Porque tú estarás conmigo"


Notemos el cambio de pronombre. Hasta este momento el salmista ha
hablado del Señor en la tercera persona "él", pero cuando llega el
momento de atravesar el valle de sombra de muerte, el salmista
utiliza la segunda persona "tú".

Otro cambio que percibimos es que el pastor ya no va delante guiando


al rebaño, sino que ahora se coloca al lado de la oveja para atravesar
por un lugar difícil.

La única razón válida para no temer a la muerte y a las dificultades


que puedan surgir en nuestro caminar por esta vida se encuentra en
el hecho de que el Señor está con nosotros. Él tiene todos los recursos
necesarios y está a nuestro lado. Además, él mismo ya ha pasado por
ese camino de muerte y ahora se coloca junto a nosotros para
acompañarnos y que no nos sintamos solos.

Volvamos a escuchar la promesa del Señor:

(Mt 28:20) "He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo."

"Tu vara y tu cayado me infundirán aliento"


1. La vara y el cayado

La vara era un garrote, generalmente acabado en una bola en la que


se incrustaban agudos y fuertes pinchos y se usaba para luchar contra
las fieras. Por lo tanto, tenía el propósito de defender a las ovejas.

El cayado o báculo era usado como medio de apoyo y también para


guiar al rebaño y corregir a las ovejas.

Estas dos cosas en las manos del pastor nos inspiran confianza y
aliento. La protección y dirección que como ovejas necesitamos, las
encontramos en el Señor y son simbolizadas aquí por la vara y el
cayado.

2. La disciplina

A primera vista, no parece que haya mucho consuelo en la disciplina.


A nadie nos gusta que nos corrijan. El más leve golpecito de la vara
nos duele.

Pero debemos ver en ello el amor de Dios:

(He 12:5-8) "Habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os


dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni
desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama,
disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la
disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a
quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual
todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos."

Dios nos disciplina porque nos ama y quiere hacer de nosotros


personas más santas.

Un herrero cristiano que pasaba por muchas aflicciones fue


interpelado un día por un incrédulo, quien le preguntó por la causa de
ellas. He aquí la explicación que le dio. "Sabe usted que soy herrero,
¿verdad? Pues bien, cuando trabajo, tomo un trozo de hierro, lo pongo
al fuego y luego lo sumerjo en el agua, después lo golpeo con el
martillo para ver si alcanza la resistencia necesaria. Si es así, lo
caliento de nuevo al máximo repetidas veces, y al final lo coloco sobre
el yunque y fabrico una herramienta sólida capaz de servir durante
muchos años. Pero si estimo que no podrá servir porque no sufre la
prueba del fuego, lo arrojo al montón de la chatarra para venderlo por
unos céntimos. Yo creo que mi Padre celestial me ha puesto a prueba
para ver si resisto. Me ha sumergido en el fuego y en agua y he
intentado soportarlo con paciencia. Todos los días oraba: ¡Señor, si lo
juzgas bueno, ponme en el fuego. Haz de mí todo lo que desees, con
tal que no me tires al montón de la chatarra!".

"Aderezas mesa delante de mí"


En este punto del salmo nos encontramos con un cambio de metáfora.
Para David, Dios era mucho más que su Pastor, y a continuación pasa
a describirlo como un Anfitrión que ha preparado un espléndido
banquete al que el salmista es invitado como huésped. Es imposible
agotar todo lo que Dios es para el creyente bajo los estrechos límites
de una sola figura, por muy sugerente que ésta sea.

1. La hospitalidad oriental

Son bien conocidas las reglas de la hospitalidad entre los orientales en


tiempos bíblicos. El huésped no sólo era acogido en la tienda o casa
del anfitrión, sino que era agasajado admirablemente. La comida y
bebida servidas con generosidad solían ser precedidas de prácticas
casi rituales; proveer agua para que el huésped pudiera lavarse, ungir
su cabeza o derramar sobre ella ungüento, besarlo, etc. (Lc 7:44-46).

Además el huésped gozaba de la protección de su anfitrión; bajo su


techo encontraba un cobijo sagrado que ningún enemigo tenía
derecho a invadir (Gn 19:5-8) (Jue 19:21-24).

2. Invitados a la casa de Dios por su misericordia

Cuando pensamos en que Dios nos invita a su casa, esta es una idea
que nos sobrecoge. Recordemos las palabras de Cristo:

(Jn 14:2-3) "En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no


fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré ora vez, y os
tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también
estéis."

Esto sólo puede ser posible por la misericordia de Dios. No hay otra
forma de explicar que aquellos que éramos enemigos de Dios, seamos
invitados a su casa y allí recibamos todos sus favores.

Encontramos en la Biblia un caso que ilustra muy bien esta verdad. Se


trata de Mefi-boset, un niego de Saúl, aquel que había sido enemigo
mortal de David. Lo curioso es que cuando David llegó a reinar sobre
Israel, no aniquiló a toda la descendencia de se antecesor, como
hicieron tiempo después otros muchos reyes. David se interesó por los
descendientes de Saúl con el propósito de hacer con ellos
misericordia:

(2 S 9:1) "Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien


haga yo misericordia por amor de Jonatán?"

Y fue encontrado Mefi-boset, que inmediatamente fue llevado a la


casa del rey. No es difícil imaginarse todo el temor que aquel
descendiente de Saúl tendría cuando llegara al palacio real. Su abuelo
había intentado una y otra vez dar muerte a David, ¿qué podía
esperar ahora que hiciera con él? Pero su sorpresa tuvo que ser
mayúscula cuando el rey le habló:

(2 S 9:7-11) "Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad


haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te
devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a
mi mesa. Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a
un perro muerto como yo? Entonces el rey llamó a Siba siervo de
Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he
dado al hijo de tu señor. Tú, pues, le labrarás las tierras, tú con tus
hijos y tus siervos, y almacenarás los frutos, para que el hijo de tu
señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset el hijo de tu señor
comerá siempre a mi mesa. Y tenía Siba quince hijos y veinte siervos.
Y respondió Siba al rey: Conforme a todo lo que ha mandado mi señor
el rey a su siervo, así lo hará tu siervo. Mefi-boset, dijo el rey, comerá
a mi mesa, como uno de los hijos del rey."

Este es un ejemplo maravilloso de la increíble gracia de Dios.

3. Compromiso

Otro detalle que también debemos recordar es que en el mundo del


Antiguo Testamento, comer y beber a la mesa de alguien era una
manera de establecer un vínculo de lealtad mutua, y podía significar la
culminación de los arreglos para la concertación de un pacto.

Así fue en la última cena, cuando Jesús dijo: "Esta copa es el nuevo
pacto en mi sangre" (1 Co 11:25).

4. Comunión

Sentarse juntos a la mesa tiene que ver también con la comunión. Es


un buen momento no sólo para compartir alimentos, sino sobre todo
amistad y comunión.

Por ejemplo, cuando nos sentamos a la mesa del Señor, la finalidad es


tener comunión entre nosotros y con el Señor:

(1 Co 10:16-17) "La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la


comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la
comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con
ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel
mismo pan."

Notemos también que esta invitación a la casa de Dios, no se trata de


algo ocasional, para unos días. No, Dios no nos trata como si
fuéramos algún conocido al que invita a pasar un día. Él quiere que
estemos por toda la eternidad en su casa. Recordemos las últimas
palabras del Salmo: "Y en la casa de Jehová moraré por largos días".

5. Celebración

También es significativo que este banquete se celebra "en presencia


de mis angustiadores" o "enemigos".

Tal vez la escena nos presente la celebración de una victoria, en la


que los enemigos están presentes como cautivos. En ese caso, el
salmista podría observar las caras de odio de sus enemigos,
dirigiéndole feroces miradas, pero incapaces de hacerle ya ningún
daño. Nada puede impedir el disfrute del banquete que Dios le ha
preparado.

Inevitablemente tenemos que pensar en el momento en que el Señor


celebró la última cena con sus discípulos. Afuera los enemigos estaban
tramando su destrucción, buscando el momento para prenderle, pero
mientras tanto, en el interior de aquel aposento alto, el Señor
establecía un pacto que sellaba la victoria que iba a conseguir por
medio de su muerte y resurrección. Así que, a pesar de todo lo que
ocurría fuera de aquellas puertas, el Señor hablaba de tal manera que
nada hacía pensar sino en su triunfo absoluto.

(Jn 16:33) "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En


el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo."

6. El banquete

La Escritura nos dice que el Señor Jesucristo presidirá el banquete


celestial al que todos los creyentes hemos sido invitados (Ap 19:7-9).

Y sobre la mesa podremos ver todas las bendiciones espirituales que


él compró para nosotros por su propia sangre. En cierto sentido,
podríamos decir que la mesa ilustra todo lo que Cristo es para
nosotros.

"Unges mi cabeza con aceite"


La costumbre en las fiestas orientales era que el dueño de la casa
diera la bienvenida a sus invitados derramando sobre sus cabezas
delicados perfumes según iban entrando.

1. Sugiere frescura y plenitud


Comparando con otros pasajes, vemos que esta unción es un
verdadero refresco para el alma del creyente (Sal 92:10), al mismo
tiempo que una fuente de gozo (Sal 45:8), de la misma manera que
su ausencia es signo de luto (2 S 14:2) y de tristeza (Mt 6:16-18).

2. Sugiere permanencia

El Nuevo Testamento también trata sobre la unción que nosotros


hemos recibido por medio del Espíritu Santo. Esta unción permanente
nos confirma que somos de Cristo.

(2 Co 1:21-22) "Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que


nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las
arras del Espíritu en nuestros corazones."

(1 Jn 2:27) "Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece


en vosotros..."

Deberíamos manifestar siempre este olor agradable de la unción que


hay en nosotros. Pero desgraciadamente, con frecuencia
entristecemos y contristamos al Espíritu Santo anulando así los
efectos benditos de esta unción divina.

"Mi copa está rebosando"


El salmista considera también su copa llena a rebosar, con lo que
parece querer indicar la plenitud de las bendiciones de Dios que
estaba recibiendo.

El Señor no sólo quiere darnos vida, sino "vida en abundancia" (Jn


10:10). Aunque no debemos olvidar que para que nosotros
disfrutemos de estas bendiciones y podamos tomar "la copa de la
salvación" (Sal 116:13), fue necesario que Cristo apurara hasta el fin
la amarga copa del juicio (Mt 26:42).

"El bien y la misericordia me seguirán todos los días"


El anfitrión no considera acabada su tarea cuando el banquete había
llegado a su fin. El huésped tiene que proseguir su camino, y fuera
aún hay enemigos. Por eso le ofrece una escolta de dos hombres
fuertes que lo acompañen y protejan hasta su destino.

A modo de guardaespaldas van a acompañarle "el bien y la


misericordia", que permanecerán entre él y sus adversarios, de modo
que éstos nunca lleguen hasta él.
El bien para proveernos de cuanto necesitemos en el camino, y la
misericordia para perdonar nuestros pecados.

En cierto sentido podemos decir que el beneficio de haber sido ungidos


con el Espíritu Santo, se prolonga indefinidamente sobre nosotros, y
no sólo en el momento en que lo recibimos.

"Y en la casa de Jehová moraré por largos días"


Como ya hemos tenido ocasión de comprobar, el salmista nos va
presentando continuamente nuevas escenas de nuestra peregrinación
terrenal. Cada una de ellas es un cuadro vivo en el que tenemos que
meditar.

1. El regreso a la casa de Dios

Probablemente David estaba pensando ahora en su regreso a


Jerusalén y al santuario.

Para él la casa de Dios no era simplemente algo para la eternidad,


sino una realidad presente. Veamos cómo lo expresa en otro Salmo:

(Sal 27:4) "Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté


yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la
hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo."

Nosotros también deberíamos anhelar el comenzar a vivir así en la


casa de Dios en este tiempo.

2. Nuestra morada eterna

Probablemente David no estaba pensando en una vida inmortal en la


casa celestial de Dios. Pero la expresión es asumida por el cristiano
con su mirada puesta en la "casa del Padre", donde Cristo prepara
lugar para él (Jn 14:2-3). Ésa es la meta última al final de nuestra
peregrinación en la tierra.

La fe, con los ojos puestos en tan glorioso destino, ha sostenido y


alentado a incontables creyentes a la hora de su muerte. El cristiano
sabe que partir de este mundo es ir a estar con Cristo y que con él
está asegurada eternamente su suerte.

3. La casa de Jehová

¡Qué poder tan mágico encierra la palabra hogar! Y ¿qué es lo que


hace que sea tan amada? Es el lugar donde estamos en familia, con
los seres queridos. Jesús lo expresó así: "Para que donde yo esté, allí
también estéis vosotros".

Lo que nos mueve a desear la casa de Dios es fundamentalmente el


deseo de estar en la presencia de Dios y entrar en su reposo.

"4. Por largos días"

David podría estar refiriéndose a una estancia prolongada en


Jerusalén, pero también puede ser entendido como una alusión a la
eternidad.

No olvidemos que somos invitados a su casa no como un visitante que


está de paso, sino como hijos que formamos parte del hogar.

¡Qué hermoso será aquel día!

l primero:

1. Jehová Ra’ah o Ro’hi (Jehová es mi pastor)

¿Por qué le compara David con un pastor? David tenía buen


conocimiento de lo que encierra el ser pastor.

a. El pastor conoce a sus ovejas: “Yo soy el buen pastor, y conozco


mis ovejas, y las mías me conocen” (Juan 10:14).

b. El pastor se relaciona con sus ovejas. “…Las ovejas oyen su voz; y


a sus ovejas llama por nombre,… y las ovejas le siguen, porque
conocen su voz” (Juan 10:3,4).
c. El pastor ama sus ovejas. “…tuvo compasión de de ellas; porque
estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen
pastor” (Mateo 9:36).

d. El pastor las alimenta y cuida de ellas para que tengan buena


calidad de vida. “yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia” (Juan 10:10).

e. El pastor se sacrifica por ellas. “el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11).
“pongo mi vida por las ovejas” (Juan 10:15).

Enseguida de Adonai Ro’hi tenemos:

2. Jehová Yireh (Jehová proveerá)

… nada me faltará…

El Pastor alimenta y sacia la sed de sus ovejas. “Yo soy el Pan de Vida; el que a mí viene,
nunca tendrá hambre; y el que a en mí cree, no tendrá sed jamás.” (Juan 6:35).

Porque Jehová es el Pastor, sabemos que Él satisface nuestro ser completamente. No


necesitamos más que al Pastor. Aquella persona que tiene a Cristo como el Buen Pastor
no necesita buscar nada en otro lado. Él llena, satisface. Aún el más pobre
financieramente puede descansar y saber que Dios provee todo lo necesario, tanto
material como espiritualmente. El salmista lo dice tan elocuentemente en el Salmo 37:25
“joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que
mendigue pan.” Cuente todas las veces que el Pastor ha satisfecho sus necesidades.

Y si satisface, podemos tener paz…

3. Jehová Shalom (Jehová es paz)

“en lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me


pastoreará.”

Es tan interesante que las ovejas no pueden reposar a menos de que suceda lo siguiente.
Necesitan estar:

a. libres de temor, o sea, fieras.

b. libres de contiendas entre ellas mismas.

c. libres de cosas que les molesten, como moscas u otros parásitos.


d. libres de hambre, deben haber ya comido y estar llenas.

Todo esto se traduce a “paz”. Las ovejas necesitan descansar para digerir lo que han
comido. Pero para poder “descansar” necesitan tener paz. El pastor provee tal paz.
Nosotros tenemos paz en medio de todo porque Cristo es nuestro Pastor de pastores.
Viene el león rugiente, o un desacuerdo con un hermano, o cosas que nos molestan,
inclusive la necesidad de comida espiritual. Cristo dijo que Él es nuestro pan, pero
también nos asegura que Él nos da paz, no como el mundo la da. Su paz es tal que
podemos dejarle todas nuestras cargas: Porque Él es nuestra paz… Efesios 2:14, pues
Dios no es Dios de confusión, sino de paz… 1ª Corintios 14:33

El tener paz nos lleva a la salud, tanto física como espiritual. Vemos pues a…

4. Jehová Rafa (yo soy Jehová tu sanador)

“Confortará mi alma…” (En la Biblia de las Américas dice, restaura mi alma). Un alma
decaída es la que necesita ser restaurada.

La palabra “decaída” es usada por los pastores y significa que la oveja se ha volteado y
está sobre sus espaldas y no puede restaurarse por sí misma.

1. Esto le sucede con frecuencia a las ovejas engordadas, de lana larga o preñadas y
precisamente cuando están “descansando”. Allí está la ovejita muy en paz. Busca un
hueco en la tierra, una cunita por decir, se recuesta y estira sus patitas para relajarse pero
no se da cuenta que se ha estirado demás y pierde el equilibrio y se cae de espaldas. Ha
perdido el centro de gravedad y se queda desvalida e indefensa.

2. Si el pastor no interviene, lo que puede suceder es desastroso. La oveja se llena de


pánico y su estómago comienza a crear gases por la tensión y nervios. La circulación de
la sangre hacia sus patitas se detiene, y puede morir la oveja en unas cuantas horas,
sobre todo si está caliente.

El pastor mira que una oveja está “decaída”, en peligro de muerte, corre y comienza a
mecerla para que pueda pararse. Entonces le comienza a sobar las piernas para que la
sangre comience a fluir otra vez y dar vida. “Le sana sus rodillas paralizadas”. Al principio
está muy temblorosa, pero luego se le pasa y regresa al pasto, feliz y contenta. Este es el
cuadro de “restaurar el alma”. El alma que está al borde de la muerte necesita ser
restaurada, necesita sanidad completa.

Por esto podemos decir como el salmista, “Bendice alma mía a Jehová y no olvides
ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades y sana todas tus
dolencias, el que rescata del hoyo (inclusive si ese hoyo lo hemos buscado para
descansar) tu vida”.

Cuando el Pastor restaura, la oveja es hecha “justa”. Vemos a…


5. Jehová Tsidkenu (Jehová justicia nuestra)

“…Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.”

La palabra justicia puede que asuste a la gente o que no signifique nada para ellos. La
palabra originalmente significaba “la senda correcta”. Hay una senda correcta. Las ovejas
no tienen buen sentido de dirección. Se pierden fácilmente. Necesitan la dirección del
pastor. La Palabra del Señor claramente nos dice “que como ovejas nos hemos
descarriado, cada cual por su camino”. También las ovejas necesitan dirección pues si se
dejan solas, siguen comiendo y pasando por las mismas sendas y devastan el terreno, lo
dejan casi muerto. Necesitan moverse de lugar en lugar. Es “por amor de su nombre”, el
nombre de Dios que equivale a tener por cierto lo que Él dice. Es que Él nos dirige por
sendas de justicia, por la senda correcta. Y nos apacienta en lugares deleitosos.

Este nombre revela la faceta del carácter de Dios que opera la redención por medio de la
cual la humanidad queda plenamente restaurada en su relación con Dios. Jesucristo,
nuestro Jehová-tsidkenu, tomó nuestro lugar (Romanos 5:17-19). El nombre ‘Jehová
nuestra justicia’ revela el cómo somos aceptados por Dios, “El que no conoció pecado fue
hecho pecado por nosotros”, y la medida que sería tomada para nuestra aceptación “para
que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2ª Corintios 5:21). Las promesas
del Salmo 23 son veraces porque Dios lo promete. Él pone su nombre como sello sobre
ellas para decir “así será” y es auténtica la obra que se hizo

 porque el Pastor nos lleva, podemos decir que estamos bajo…

6. Jehovah Nissi (Jehová mi bandera o victoria) “Aunque ande en valle de sombra de


muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me
infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores.”

La palabra Nissi significa bandera, cobertura, protección, estandarte o victoria. La palabra


estandarte también puede traducirse como “mástil, emblema o pendón”. Entre los judíos
esta palabra también denota ‘milagro’. Era costumbre que como insignia o estandarte se
levantaba una señal que representaba la causa de Dios, su batalla, y era señal de
liberación.

Phillip Keller en su libro, The Shepherd Looks at the 23rd Psalm, explica que al llegar el
invierno, hay que mover a las ovejas de la montaña a los valles; y es un tiempo
sumamente peligroso. Una oveja puede dar un mal paso, y puede caer al precipicio,
puede ser atacada por una fiera escondida en una hendidura oscura, o puede ser
arrasada por inundaciones repentinas. Y porque las montañas tapan al sol es que se le
denomina “el valle de sombra o muerte”. Pero Jehová-Nissi saca victoriosamente a su
rebaño del valle de sombre o muerte”.

El Pastor usa su vara de una manera experta para sacar su rebaño del valle de sombre y
muerte y llevarla a los pastos deleitosos. Para nosotros es difícil entender cómo la vara y
el cayado puede infundir aliento. Al estudiar me di cuento que David usaba su vara y
cayado de esta manera: las ovejas pasaban por debajo de su cayado para ser contadas.
(Levítico 27:32). Usaba su vara (vara por un lado y cayado por el otro) para espantar a los
perros o animales que podrían asustar a las ovejas. Es de aliento saber que “Jehová
enviará desde Sion la vara de su poder; Domina en medio de tus enemigos” (Salmo
110:2).

Pero la vara se usaba de otra manera también. En ella se grababa toda victoria que Dios
le daba al líder del clan y/o a su familia. La vara servía como un testimonio escrito del
poder y cuidado de Dios. Tenemos el ejemplo de la vara de Aarón que estaba en el arca
de testimonio, estaba allí porque precisamente estaba grabado en ella TODO lo que Dios
hizo por el pueblo durante los 40 años en el desierto. Es por esto que dice David “tu vara
y tu cayado me infundirán aliento”. Porque podía ver en retrospectiva todas las veces que
Dios había estado con él y lo había librado. A nosotros nos infunde aliento el testimonio,
escrito en nuestros corazones, en nuestras mentes. Otra cosa interesante, el “legislador”
o vara se pasaba del padre al hijo mayor como testimonio de Dios por todas las
generaciones. Su testimonio nos da aliento cuando estamos en el valle de sombra y
muerte porque sabemos que Él nos sacará victoriosos por Él es el Gran Vencedor. Es por
eso que Pablo nos dice, “Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, o muerte, tu
aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” Porque aún la muerte misma, para nosotros,
las ovejas de su prado, es victoria. ¡El vivir es Cristo y el morir es ganancia!

n el ver. 5 sigue “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores”.

El cuadro sigue con victoria. El enfoque aquí está en el Pastor que prepara el terreno
donde apacentará las ovejas. Quita cualquier cosa que pueda lastimar a las ovejas, rocas
ásperas, plantas venenosas, y espanta a las fieras. Luego las trae a comer. Las fieras
están entre los peñascos mirando con hambre al rebaño que está en banquete. Es así
que el Pastor nos alimenta a sus ovejas, en presencia del enemigo. El hecho de que
“adereza mesa” significa que no hay prisa ninguna. Significa que el Pastor quiere
permanecer con su rebaño y con calma. Así nos nutre, nos apacienta, nos da un
banquete, hay celebración. Para mostrarle a tus enemigos que Dios es tu proveedor. Para
celebrar que Él es tu Sustentador. Para que tus enemigos vean que Dios es tu cobertura.
Para que puedas tener paz que sobrepasa todo entendimiento. Pues tus enemigos, tanto
humanos como espirituales, te pueden ver pero no te pueden tocar. Es testimonio a los
demás, porque así como tú tienes alimento, otros también pueden tener si se amparan
bajo el cuidado del Pastor, el victorioso.

Es tan maravilloso saber que el banquete trae otra costumbre bella…

7. Jehovah M’Kaddesh (Jehová el santificador)

El Pastor hace una mezcla de aceite de oliva, azufre, y especias para proteger a las
ovejas de los insectos y para promover la salud de la piel y evitar infecciones de la piel y
las unge. El aceite era algo muy significativo para los del medio oriente. El tener
abundancia de aceite era señal de riqueza. Cuando se hacían grandes fiestas se usaban
aceites aromáticos para ungir a los invitados de honor. (Isaías 61:1-3) El santificar
significa apartar, hay que recordar que también se ungían a los reyes y los sacerdotes.

El Pastor te ha ungido con el Espíritu Santo para llevar las buenas nuevas. En la Biblia
judía este versículo dice “me unges de una copa que rebosa”, o sea, que la copa de la
unción no se terminará, que rebosa siempre.

Porque la copa de la unción es perenal, podemos decir…


8. Jehovah Shama (Jehová está presente)

“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa


de Jehová moraré por largos días.”

Jehová-Shama es la palabra hebrea que significa el omnipresente, el Uno que todo lo


llena. Esta es la promesa de un Dios santo que habita en medio de su pueblo. Es la
promesa de su presencia. La presencia misma de Dios está en los creyentes, que son el
templo del Espíritu Santo (Efesios 2:20-22). La palabra que se usa para ‘templo’ en el
verso 21 no se refiere al templo en general, sino al santuario. En el santuario se levantaba
el altar del incienso, y en el lugar santísimo estaba el propiciatorio, cubierto por la
presencia divina o shekinah. Ahora, nosotros somos templo de barro, llenos de la gloriosa
presencia de Dios. Y eso no es todo, Jesús ha prometido, “No te desampararé ni te
dejaré” (Hebreos 13:5).

En este salmo, David afirma, “Jehová, Tú has estado conmigo toda mi vida. Estuviste allí
cuando cuidaba el rebaño de mi padre y luché con el león y el oso. Estuviste presente
cuando me enfrenté al gigante filisteo. Estuviste allí cuando Saúl trató de quitarme la vida.
Estuviste allí cuando traje el arca a Jerusalén. Estuviste conmigo en cada batalla que
peleé. Estuviste allí cuando cometí adulterio y necesité tu perdón. Durante toda mi vida, tú
has estado a

En el Salmo 139 David habla con tanta precisión de la presencia de Dios. Y hace la
pregunta ¿a dónde huiré de tu presencia? Dios está presente en todo lugar y David lo
sabía muy bien. Dios mira lo más profundo de nuestro corazón. A Él no le podemos
engañar.

Pero también David sabía que Dios estaría presente en la eternidad. Sus últimas palabras
de este Canto del Pastor, dicen que moraría en la Casa de Jehová por largos días. El no
estaba hablando de la morada terrenal. David bien sabía de la morada celestial.

En Juan 14:3 “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí


mismo, para que done yo estoy, vosotros también estéis.” David creía en las promesas de
Dios. No fue con arrogancia o presunción que David escribió estas palabras. Más bien las
escribió con fe y firmeza.

CONCL. David tenía una relación especial con el Yo Soy—Jehová Ra’ah (Jehová es mi
pastor), Jehová Yireh (Jehová proveerá), Jehová Shalom (Jehová es paz), Jehová Rafa
(yo soy Jehová tu sanador), Jehová Tsidkenu (Jehová justicia nuestra), Jehovah Nissi
(Jehová mi bandera o victoria), Jehovah M’Kaddesh (Jehová el santificador) y Jehovah
Shama (Jehová está presente). David pudo aplicarse los nombres de Dios y los expresó
tan elocuentemente en el Salmo 23.

LLAMADO: Si como una oveja descarriada no puedes encontrar las sendas de justicia,
espera allí que el Pastor venga para cogerte en sus brazos. El te redimirá y pondrá tus
pies en las sendas de justicia. El te nutrirá, estará contigo en los tiempos de dificultad, te
dará abundancia y te mostrará su misericordia y su amor eterno y algún día podrás morar
en la casa de Jehová todos los días. ¿Está listo? Acepta la invitación del Señor.
Si Dios es tu Pastor, ven y agradece todo lo que Él ha hecho. La mesa está servida en
presencia de nuestros enemigos. Aquí en el altar no nos puede tocar el diablo.

JEHOVÁ ES MI PASTOR» (v. 1).

I. ¿Quién es este pastor? «Jehová», el que era, y es y ha de venir. Este


título aparece 7. 600 veces. Jehovah Rohi. «Jehová mi Pastor.»
II. Cómo ha venido, Él a ser pastor. «Todos se descarriaron» (Is.
53:6). Él vino a buscar y a salvar a los perdidos.
III. ¿Qué ha hecho Él por las ovejas?
Ha entrado por la puerta del redil Juan 10:2
Ha dado su vida por las ovejas Juan 10:11
Ha dado vida eterna a sus ovejas Juan 10:28
Les ha dado la prueba de la seguridad eterna Juan 10:29
IV. ¿Quiénes son sus ovejas? Es característico de ellas que:
Oyen su voz, v. 27
Le conocen, v. 14
Le siguen, v. 27

II. «NADA ME FALTARÁ» (v. 1).

I. ¿A quién nadie le faltará? El que pueda verdaderamente decir: «Jehová


es mi Pastor».
II. Porque de nada carecerá. Porque el Señor es su Pastor, y ÉL es rico en
posesiones, sabio en administración, fuerte para defender, y lleno de gracia
para dar.
III. ¿Qué es carecer?
Es ser como Belsazar al ser pesado en la balanza, Daniel 5:27
Es ser como el pródigo en el país lejano, Lucas 15:14
Es ser como las vírgenes insensatas sin aceite, Mateo 25:8
Es ser como el rico en el infierno, Lucas 16:24

III. «ME HARÁ DESCANSAR» (v. 2).

Estas palabras implican;


I. Un plácido apacentamiento. «Delicados pastos.» Los pastos de la
Palabra de Dios son siempre tiernos, lozanos y saciadores.
II. Reposo en paz. Me hará descansar. El reposo implica no solo
satisfacción sino también la consciencia de una total seguridad.
III. Una gentil compulsión. «Me hará yacer.» ¡Qué compulsión más llena
de gracia es la suya!
IV. Un andar placentero. «Junto a aguas de reposo.» Las Escrituras de
verdad, el día del Señor, la grata hora de la oración, etc.
V. Una fiel conducción. «Me guiará.» Él guía a la plenitud de bendición.
«Está mi alma apegada a ti» (Sal. 63:8).

IV. «HARÁ VOLVER MI ALMA» (v. 3, V.M.)

I. ¿Cuándo se necesita la restauración?


Cuando me encuentro en una condición débil y desfallecida.
Cuando me encuentro en un estado de pecado y alejamiento.

II. ¿Cuáles son las señales del alejamiento?


Seguir de lejos, por temor o por vergüenza.
Descontento y agitación acerca de la conducción de Dios.
Creciente descuido por la comunión de los santos.
Descuido secreto de sus «delicados pastos» y preferencia por los
pensamientos de los hombres.

III. ¿Cómo se lleva a cabo la restauración? «Hará volver.»


Mediante la mirada del Pastor, Lucas 22:61
Mediante el cayado del Pastor, Salmos 119:67

V. «ME GUIARÁ… POR AMOR DE SU NOMBRE» (v. 3).

I. El guiador. «Me guiará»…


Por la Palabra de su boca.
Por el ejemplo de su vida.
Por los impulsos de su Espíritu.
II. Los guiados. «Me guiará»…
Porque mi mirada está en Él.
Porque creo en Él.
Porque me doy a Él.
III. Los caminos. «Sendas de justicia (de rectitud).»
En el camino de Paz.
En el camino de Oración.
En el camino de Poder.
IV. El propósito de su conducción. «Por amor de su nombre.»
Por amor a su palabra.
Por amor a su obra.
Por amor a su voluntad.

VI. «NO TEMERÉ MAL ALGUNO» (v. 4).

I. Experiencia de prueba. El «valle de sombra de muerte.» El valle de la


adversidad temporal.
El valle de la severa aflicción física o familiar.
El valle de la amarga persecución.
II. Certidumbre bienaventurada. «No temeré mal alguno.»
No temeré ningún mal lugar: El mundo
No temeré cosa mala: La carne
No temeré a nadie malo: El diablo
II. Un testimonio gozoso. «Tú estarás conmigo.» Tú conmigo como el
Camino.
Tú conmigo como la Verdad.
Tú conmigo como la Vida.

VII. «ME INFUNDIRÁN ALIENTO» (v. 4).

La «vara y el cayado» me infundirán aliento porque son suyos, y son


siempre suyos.
I. El aliento de Su vara (garrote).
Era su arma de defensa contra el enemigo.
Era lo que les servía para abrirles camino entre los espinos y los zarzales.
II. El aliento de Su cayado.
Con él eran rescatadas del peligro.
Al pasar debajo de él eran contadas para seguridad.
La vara y el cayado son los emblemas del Poder del Espíritu y del carácter
asegurador de su Palabra.

VIII. «ADEREZARÁS MESA DELANTE DE MÍ» (v. 5)


I. ¿Qué? «Aderezarás mesa.» Una mesa nos habla de previsión y de
comunión.
II. ¿Quién? «Tú.» Esta preparación es perfectamente congruente con su
carácter.
III. ¿Dónde? «En presencia de mis enemigos.» Los pastores cortan
ramas, a veces, para alimentar a la grey.
IV. ¿Para quien? «Delante de mí.» Experiencia personal de su cuidado
especial.

IX. «UNGISTE MI CABEZA CON ACEITE, MI COPA ESTÁ


REBOSANDO » (v. 5).

Hay una relación vital entre la cabeza ungida y la copa rebosante.


I. La cabeza ungida. (El aceite como símbolo del Espíritu Santo):
Es señal de la separación del hombre para Dios.
Es el sello de la consagración del hombre por parte de Dios, para su
servicio.
II. La copa rebosante. La copa rebosante es el resultado del aceite
rebosando.
Significa una vida de satisfacción abundante, «rebosando». Significa una
vida de bendición para otros. El rebosamiento no se desperdicia, sino que
se aplica para la salvación de otros. Significa una vida de gozoso
testimonio. «Mi copa está rebosando. » No es para maravillarse cuando
«Jehová es la porción de mi copa».

X. «CIERTAMENTE LA BONDAD Y LA MISERICORDIA ME


SEGUIRÁN » (v. 6).

Cuando podemos decir: «Me guiará», podemos añadir confiadamente: «La


bondad y la misericordia me seguirán».
I. Los asistentes del peregrino.
«Bondad» para recoger los preciosos resultados de nuestras vidas.
«Misericordia» para purificar y perdonar tanto las faltas como sus fracasos.
II. La consolación del peregrino. «Todos los días de mi vida».
Todos los oscuros y tenebrosos días.
Todos los luminosos y fructíferos días.
III. El hogar del peregrino. «La casa de Jehová.»
La casa que ha sido preparada por el Señor.
La casa en la que el mismo Señor mora.
El tiempo es tan solo el vestuario de la Eternidad.
IV. La confianza del peregrino. «En la casa de Jehová moraré por
largos días».
Él sabe en Quién ha creído.
Él cree y espera lo que Él ha prometido.

º – Dios creó a todos los animales. Todos ellos fueron creados con una
defensa especial. La cobra, el perro, el león, todos tienen defensas, pero la
oveja es el único animal terreno que no posee ninguna defensa, es
totalmente vulnerable, está al final de la cadena alimenticia, no se defiende,
no tiene habilidades de lucha.
Eso es muy interesante pues comenzamos a descubrir que somos
totalmente dependientes de nuestro Pastor, totalmente dependientes de
Jesús. Cuando la Biblia dice que Él dio la vida por Sus ovejas, es porque si
alguien no hiciera eso todas las ovejas estarían perdidas, pues no tienen
cómo defenderse solas.

Sería muy bueno si esa característica fuese evidente en nosotros, pues


siempre queremos defendernos, siempre nuestra justicia propia quiere
prevalecer, siempre creemos que tenemos la razón, y luchamos por eso
hasta el fin. Eso sucede con todos nosotros. Muchas veces nos parecemos
más a las cobras que a las ovejas, solo basta que alguien nos pise para que
queramos picar, o picamos directamente. La Biblia dice que Él es quien nos
defiende, quien nos protege. No podemos perder esa característica. Somos
ovejas y no cobras. La Biblia dice que debemos lanzar sobre Él nuestras
ansiedades pues Él nos cuida. Cuando nos defendemos, estamos
diciéndole al Propio Jesús: ¡no Te necesito, Señor, Tu defensa no me sirve,
Tus decisiones sobre mis problemas no son las mejores, Tú no sabes lo que
es mejor para mí!
2º – La oveja produce lana todo el tiempo. Desde que nace, produce lana,
cuanto más esquilada más produce, no deja de estar haciéndolo, no
necesita que nadie se lo diga, producir es algo natural, no necesita ninguna
técnica nueva, simplemente produce, no se detiene, no depende de nada
para eso. Ella está siempre generando algo, fructifica siempre. En otras
palabras, ellas entienden el principio de rebosar, ganar vidas, hablar de
Jesús, vivir Jesús, tomar iniciativa, no detenerse, no esperar que las cosas
sucedan, hacer que las cosas sucedan.
Sus dones y talentos no lo sirven a usted, sirven a Dios y a los demás.
Quien piensa que es dueño de sus talentos está rotundamente engañado.
Todo lo que Dios le dio es para generar más vidas, es para edificar el
cuerpo de Cristo.
3º – Las ovejas no comen cualquier cosa, no se alimentan de porquería.
¿Usted sabe cómo son llamados los machos cabríos en el interior? Son
llamados basureros de la región agreste, pues comen todo lo que
encuentran, todo lo que parece ser apetitoso. Comen latas, comen
plásticos, cualquier cosa. Una oveja come hierba, la hierba necesita ser
nueva, necesita estar fresquita, necesita estar buena. No come cualquier
porquería, no persigue a todo tipo de alimento, aparece una novedad allí y
ya corre para ver qué es, ya quiere probarlo, ni siquiera sabe de dónde vino,
no sabe quién lo produjo, no sabe si va a hacerle bien o mal, directamente
lo come. Eso no es normal en una una oveja. Dios siempre tiene algo nuevo
para usted, fresquito, pero solo existe una fuente, la Palabra. De una fuente
no puede salir agua sucia y limpia. La Palabra solo tiene agua limpia.
4º – Mis ovejas oyen Mi voz, y Yo las conozco, y ellas Me siguen. Esta es la
característica más importante de una oveja: Escuchar la Voz del Señor.
Un amigo estuvo en África y allí vio un gran lago donde muchos animales
iban a beber agua.
De repente, llegó un pastor con unas doscientas ovejas y estas comenzaron
a beber, después llegó otro pastor, entonces el hermano dijo: mi Dios,
¿cómo va a saber cuáles son las ovejas de él? Después llegó uno más, con
una cantidad más de ovejas, entonces noté que los pastores se quedaron
conversando, mientras las ovejas bebían. Poco tiempo después fue
saliendo uno por uno, y las ovejas escucharon la voz de cada pastor
llamándolas y cada rebaño siguió a su pastor, sin mezclarse.

Muchas veces escuchamos la voz de Dios, pero no la seguimos. Dios nos


está gritando en nuestros oídos: “haz esto, ve allí, ven acá”, y no lo
hacemos. Entonces no sirve simplemente escuchar. Muchos dicen “estoy
esperando a que Dios hable conmigo”, y Dios ya está hablando, está
usando esta palabra, está usando al pastor de la iglesia, está usando a un
hermano, pero Él no toma una actitud, pues la persona está escuchando a
la Voz de Dios, pero no está entendiendo, no la sigue.

Necesitamos ser conocidos por Él, formar parte de Sus ovejas. Él nos
conoce, conoce todas nuestras características y muchas veces es necesario
que tomemos ciertas actitudes para nuestro bien.
Seguir, no solo escuchar, sino conocer y seguir. El hijo de Dios no se
confunde, él sabe, discierne. La Palabra dice que el espiritual discierne bien
todo y él mismo no es discernido por nadie.
Esta última característica: Él sabía que sería difícil para nosotros, Él sabía
que necesitaría hacer un sacrificio para que entendiéramos verdaderamente
lo que Él quería de nosotros.

Angustiado Él, y afligido, no abrió Su boca; como cordero fue llevado al


matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no
abrió Su boca.  Isaías 53:7
La oveja es el único animal que no hace ruido para morir, no reclama
cuando necesita ser sacrificada, no reclama por las circunstancias, no se
enoja, no intenta huir.

La oveja es un animal frágil. Se ve ¡tan gordita!, pero al esquilarla, es decir,


al quitarle la lana, queda delgadita y se le nota entonces toda su fragilidad. Es,
además, un animal dependiente, no se vale por sí sola: depende totalmente de su
pastor. Por cierto, no de cualquier pastor, sino de “su” pastor. Es tan incapaz, que
con sus débiles y poco flexibles paticas, no puede siquiera treparse al pastor y
necesita que éste la suba. No así un perro... o un gato. Si se queda ensartada en
una cerca o en una zarza, no puede salirse por sí sola: necesita que el pastor la
rescate. La oveja anda en rebaño, no puede andar sola. Si llegara a quedarse sola,
no es capaz de defenderse: es fácil presa del lobo o de otros animales feroces. Su
dependencia del pastor la hace ser obediente y atenta a la voz y a la dirección de
“su” pastor. No obedece la voz de cualquier pastor, sino que atiende sólo a la del
suyo. El pastor las lleva a veces a pastar guiándolas con una vara alta, llamada
cayado, y a veces las reúne en un espacio cercado, llamado redil o aprisco.

¿Qué nos quiere decir el Señor al compararnos con las ovejas? Y ¿qué nos
quiere decir al definirse El como el “Buen Pastor” ? El Señor nos dice que El es
el mejor de los pastores, pues El da la vida -como de hecho la dio- por sus ovejas.
Y sus ovejas lo conocen y escuchan su voz. Nos dice también que El conoce a
cada una de sus ovejas por su nombre, y las ovejas reconocen su voz (cfr. Jn. 10,
1-10).

Nosotros, ovejas del Señor, somos también frágiles, aunque nos creemos
muy fuertes y muy capaces. Somos, también, dependientes del Señor y, cual
ovejas, tampoco nos valemos por nosotros mismos, aunque, engañados, podamos
pasarnos toda nuestra vida, tratando de ser independientes de Dios, tratando de
valernos por nosotros mismos.

Si nos enredamos en nuestra vida espiritual, necesitamos de nuestro Pastor y


El nos rescata y nos coloca sobre su hombro, igual que a la oveja perdida, para
llevarnos al redil (Lc. 15, 4).

No podemos andar solos, “como ovejas descarriadas” (1 Pe. 2, 25), pues


corremos el riesgo de ser devorados por los lobos que están siempre al acecho.
Reconociéndonos dependientes, podemos ser totalmente obedientes a la Voz y a
la Voluntad de nuestro Pastor.

No debemos obedecer la voz de ladrones de ovejas, que saltan por un lado


del redil y simulan ser pastores para llevarse a las ovejas. Y confiamos tanto en
nuestro Pastor que, aunque pasemos por cañadas oscuras , nada tememos,
porque El va con nosotros; su vara y su cayado nos dan seguridad; nos hace
reposar en verdes praderas y nos conduce hacia fuentes tranquilas para reparar
nuestras fuerzas.

Por todo esto, podemos entonar y repetir la primera frase de ese Salmo
favorito de muchos cristianos: “El Señor es mi Pastor, nada me falta” (Sal. #22).

QUE SON?
1 – Las ovejas son animales limpios. Dt. 14: 3-4

2 – Es un animal que rumia, (es decir, mastican 2 veces lo que comen, lo
prueban antes de digerirlos).

3 – Tiene hendiduras en las patas, por tener 2 uñas en las patas no se


infectan por la materia fétida que era descargada por los demás animales
y las plantas venenosas.

CARACTERÍSTICAS DE LAS OVEJAS


1- Oyen su voz: Jn. 10:3 (Conocen a su pastor) Jn. 10:14 A pesar de ser
animales cortos de vista, tienen una gran capacidad auditiva. Esta
deficiencia de la vista, las hace dependientes de alguien para que las
guíe.

2-Tienen un nombre, identidad propia: Jn. 10:3


– A si que, Dios te identifica por lo que él te ha dado. Jn. 1: 11-12
– Y tú también debes responderle a él con lo que te ha dado. Ef. 4: 7-8,
Ef. 4: 11-12.
– Cada uno de nosotros también hemos recibido una capacidad para
ministrar, (debemos ser original en nuestro estilo para con Dios) 1P. 4:
10-11.

3- Siguen al pastor: Jn. 10:4


– Seguir es obedecer fielmente a su pastor. 1Co. 4:2 Están
comprometidas totalmente. Lc. 9:23
– Es imposible seguir a Jesús viviendo el pasado. Lc. 9:62, y 17:32

4- Conocen su voz. Jn. 10:4 (Madurez espiritual) He. 5:14


– Dejan de ser corderos para ser ovejas.
– Dejan de beber leche, para comer alimento sólido. He. 5:12-13
– Crecimiento, discernimiento y comunión permanente con Dios. 2P. 1:5-
10

TIPOS DE OVEJAS DE JESUCRISTO


1- Las que se adelantan:
– A esta oveja el pastor también le coloca una piedra en la pata izquierda
trasera, para que aprenda a caminar a paso del rebaño y el pastor; Pero
muchos cristianos que se adelantan a los planes del señor y también
tienen que ser frenados por él. Mt. 7:21, Lc. 14:7-10.

2- Las retrasadas:
– A esta oveja el pastor la llamara con otra que va al paso del rebaño,
hasta que aprenda a mantenerse en el redil. Ecl. 5:1.2.
A ellas:
* Dios las manda y nunca pueden.
* En la iglesia también dicen NO a las responsabilidades.
* Aunque tienen la puerta abierta nunca entran y no reciben nada.

3- Las rebeldes:
– A esta oveja el pastor le da suaves golpes detrás de las orejas. Ef. 61-
2, Pv. 22: 15, Is. 57: 16-17, Hb. 6: 4-8. (Amonestación por la
palabra). Estas Se rebelan contra:
*  El pastor
* Los hermanos
* La familia
* Su prójimo
* Dios (porque no les va como ellos quieren)
4- Las contenciosas:
– A esta oveja el pastor las amarra pata con pata, hasta que aprendan a
comer, beber y vivir juntas. (Pelean por todo). Fil. 2:3-4, Pv. 15:1, Sal. 15,
Sal. 24:3-5.

5- Las brinconas:
– Estas son las que andan de iglesias en iglesias y saltan el redil
siguiendo a cualquiera comiendo pasto ajeno.
– A estas ovejas el pastor les echaba aceite amargo a los pastos que no
eran del redil para que ellas aprendieran a mantenerse en el redil. (Se
dejan guiar por su vista).
* Pasto amargo: falsa doctrina que producen a las ovejas dolores
estomacales, náuseas y vómitos. Jr. 6:16, 2P. 2:1-3, 2Jn. 1:8-11, 3Jn.
1:11-12.

6- Las ovejas inconstantes:


– Un tiempo están arribas y otras están abajo, algunas veces están en la
iglesia y otras veces se quedan en sus casas.

Además el pastor tiene que tomar una dolorosa decisión aplicándole una
disciplina fuerte; la acuesta en una mesa y con palo le da con fuerza de
modo que le quiebra el muslo, luego la venda y las entablilla con amor,
pero al hacerlo lo hace de tal modo que los huesos no se unan
correctamente y queden cojas para siempre, (a esta oveja se le llama
PERNIQUEBRADA o QUEBRANTADA). Su condición les crea cierta
inseguridad que les hace siempre mantenerse al lado del pastor para que
les de protección. (Estas tienen de todo un poco, suben y bajan). Ezq.
34, Stg. 1:8

7- Las que se extravían:


* Se alejan tanto del redil, que se pierden y no saben regresar.
* Creen que ya no hay esperanzas para ellos.
* Andan maltrechas, añorando el redil.
* El pastor las busca, las cura, las cubre con su manto y las trae de
nuevo al redil. (Son las descarriadas). Lc. 15:1-32

8- Las ovejas maduras: 


* Caminan detrás del pastor y no se extravían jamás.
* Saben que no pueden descuidar su comunión con Dios.
* Son ovejas productivas (tienen lana, leche, carne y piel). Is. 35:8, 2P.
1:10, Rm. 8:37-39. (Son las que contra viento y marea permanecen en el
redil).

CONCLUSIÓN
Estos animales aunque comían juntos, a la hora de encerrarlos en los
corrales o redil, también eran separadas las ovejas de las cabras.
Además, Dios cuando venga a buscar a su iglesia separará a las ovejas
de Jesucristo; de las cabras y al trigo de la cizaña por la cual es
necesario que usted y yo mientras estemos acá en la tierra entendamos
a la luz de las escrituras cuál debería ser nuestra identidad. Pero también
tenemos que entender que Dios anhela y por supuesto aspira el bien
para todos nosotros, ¡Por eso podemos considerarnos una oveja limpia
ante el señor y decirle señor úsame porque estoy limpio! Mt. 13:40-43,
Mt. 25:31-46.

Eres tú

DESARROLLO

1.     A) LAS OVEJAS SON ANIMALES LIMPIOS.


I)        Las ovejas se cuentan entre los animales limpios.

Deuteronomio. 14:3-4 ¨ No comerán nada


que sea impuro. Estos son los animales que podrán comer: la
oveja…¨
(1)  Dios nos está demandando santidad.
(a)   Romanos 12:1-2
Así que,  hermanos,  os ruego por las misericordias de Dios,  que
presentéis VUESTROS CUERPOS EN SACRIFICIO VIVO,  SANTO, 
AGRADABLE A DIOS,  que es vuestro culto racional. NO OS
CONFORMÉIS A ESTE SIGLO,  sino más bienTRANSFÓRMENSE A
PARTIR DE UNA RENOVACIÓN INTERIOR,  para
que COMPROBÉIScuál sea la buena voluntad de Dios,  agradable
y perfecta.

II)       ¿Cómo se consideraba que una oveja limpia?


(1)  Que rumiaba, es decir que masticaban dos veces. En lo
espiritual tenemos que probar las cosas que nos comemos, es
decir, todas aquellas enseñanzas falsas que existen y tenemos
que analizarlas varias veces antes de aceptarla.
(2)  Que tuviera 2 uñas en las patas, “En el caso de animales con
pezuñas partidas, cuando pastan en situaciones desfavorables,
una cantidad prodigiosa de materias fétidas es descargada, y
circula entre los dedos; mientras que los animales con pezuña
no dividida, pastando en el mismo terreno, llegan a ser
severamente afectados de las piernas, por las plantas venenosas
entre el pasto”.

2. Somos realmente ovejas limpias ante Dios o estamos llenos


aun de impurezas espirituales, la cual nos hace separar de Dios.
¿Hay impureza en nuestras las cuáles hay que cambiar?

1. Debemos entonces de orar, meditar y pedir al Señor que


cambie mis malas actitudes por su amor, carácter, fe,
compasión, dominio propio y dejar que moldee nuestro carácter
y nuestras vidas.
Dios nos está instando a vivir una vida santa, pero también
debemos imitar las ovejas por ellas son:

2.     B) LAS OVEJAS SON ANIMALES PRODUCTIVOS.

I)     La carne se podía cocer o asar. La carne de las ovejas se


utilizaban como alimento. La LECHE de oveja era tan apreciada
como la de vaca.

(1)  Debemos de alimentar a los demás: es decir que nosotros


como buenas ovejas del redil debemos de dar carne, es decir
alimento solido aquellos quienes los necesitan y leche a los que
van en crecimiento.
(2)  Si algún hermano dentro de la iglesia necesita un consejo
darlo de acuerdo a lo que Dios dice en la biblia, si necesita un
apoyo dárselo, eso es ser provisión a los demás, estar dispuesto
a proveer lo necesario a quienes lo necesitan.
(3) ¿Hemos sido de ayuda en algún momento dentro de la iglesia
o fuera de ella? Dios demanda que nosotros podamos proveer a
los  demás.     
(4) Debemos de siempre de suministrar conforme a lo que
tenemos ¿Cómo? Leyendo la biblia, orando y pidiéndole al Señor
poder ser sal y luz para quienes lo necesiten.

II) Las pieles de oveja servían de vestidura (Hebreos 11:37), y en


la construcción del tabernáculo se utilizaron pieles de carnero
teñidas de rojo. (Éxodo 26:14.)La lana de oveja
era probablemente la fibra que más se usaba para hacer ropa. De
su LANA se hacían los mejores vestidos
   1.     Las pieles de las ovejas eran de abrigo y servían
para construir casa, debían las pieles de ser de alta calidad para
que pudieran resistir el sol, lluvia, dar protección.

     2.     ¿Cómo está tu piel espiritual? ¿Preparada para poder


cubrir las necesidades de abrigo y amparo ante las
circunstancias? El cristiano como oveja del redil del Buen Pastor
debe ser fructífero; pareciera que muchos están apegados a el
tronco que es Cristo pero ellos no producen buenos frutos sino
lo contrario frutos malos.
3.  Nos corresponde ser de cobertura a los más débiles
ayudándoles en sus flaquezas y momentos difíciles.

 Además de ser ayuda y refuerzo para los más débiles tenemos


que entender que las ovejas:

3.     C) LAS OVEJAS SON ANIMALES QUE SE CRÍAN JUNTOS Y


EN MANADAS.
I)  Se le cría desde muy antiguo en rediles, Número 32, 16; 1 S
24, 4. Una de las características de la ovejas es que son criadas
dentro de los corrales por varias cosas entre ellas.
(a)   Estaban adentro y solo salían cuando el pastor las llevabas.
(b)   Estaban unidas en un solo redil.

1.    Tal cual como son las ovejas debemos de ser cada uno de
nosotros, es decir tenemos que estar adentro del redil en el cual
Dios nos ha puesto no andar saltando y brincando de un lado al
otro, además la unidad de las ovejas es importante porque el
pastor las guía y no se salen de la manada y si lo hacen están en
peligro pues puede venir el lobo y robar una oveja.
2.   Por ejemplo vemos que en el instante que las ovejas se van
saliendo del redil muchas veces el pastor tiene que utilizar el
cayado, es decir el bastón de la corrección, porque cuando no
están dentro sino que se quieren salir es necesario la disciplina.
3.  Muchas ovejas dentro de las iglesias son rebeldes viven de
desorden espirituales, una vez son frió, otra vez son caliente,
conviven no de acuerdo con la voluntad de Dios como pleitos,
contiendas, chisme, adulterio,  fornicación,  inmundicia, 
lascivia,    enemistades,  pleitos,  celos,  iras,  contiendas, 
disensiones,  herejías,  envidias, borracheras,  orgías,  y cosas
semejantes a estas.
4.     Dios nos está exigiendo a ser otro hombre espiritual y
cambiar nuestra vieja naturaleza por una vida espiritual sana, en
crecimiento no dejándonos guiar por los deseos carnales sino
vivir EN SANTIDAD.

Tenemos que entender que Dios anhela y aspira el bien para


nosotros por eso

CONCLUSIÓN

¿Podemos considerarnos una oveja limpia ante el


Señor y decirle a Dios úsame porque soy limpio? En Palestina
las ovejas y las cabras pastaban juntas, pero se las guardaba en
corrales separados. Las ovejas eran consideradas de mayor
estima que las cabras. Dios en el juicio ante su trono separara
los ovejas de las cobrar ¿Si Dios te juzgara hoy le podrías decir
que fuiste una buena oveja? ¿Para qué lado irías al de las ovejas
o cabras? ¿Nos consideraremos una oveja limpia, sin mancha? o
¿tienemos alguna imperfección por la cual no podamos servir
para ser usado por Dios? ¿De qué calidad esta nuestro hombre
interior? ¿Podemos ser útil a los necesitan o somos inútiles e
inservibles para los que nos rodean? TENEMOS QUE DEJAR DE
SER NIÑOS…!!! Pastor que me pego, que me dijo que no me dijo.
Dios no nos puede subir a otro nivel si aún somos corderitos y
no somos grandes y fuerte ovejas capaces de seguir al Pastor
Jesucristo, sino que vivimos en flaquezas y debilidades.
Tenemos que reconocer nuestros errores y entender que Dios no
ve a utilizar porque aun soy impuro ante su presencia.

Mateo 10:30 Y hasta los cabellos de


vuestra cabeza están todos ...
Mateo 10:29, 30 "¿No se venden dos gorriones por una moneda de
poco valor? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin [el
conocimiento de] su Padre. 30 Mas los mismísimos cabellos de la
cabeza de ustedes están todos contados."

Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como
yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes
hacer nada. Juan 15:5 

Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará


caer. Salmos 16:8 

Siempre tengo presente al Señor;con él a mi derecha, nada me hará


caer. Salmos 16:8 

La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con


preocuparse.
Proverbios 10:22 

Pero, ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte
estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo
que te hemos dado, de ti lo hemos recibido. 1 Crónicas 29:14 

Ustedes quédense quietos, que el Señor presentará batalla por


ustedes. Éxodo 14:14 

Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si


el Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes.
Salmos 127:1 

No bien decía: «Mis pies resbalan», cuando ya tu amor, Señor, venía


en mi ayuda. Salmos 94:18 
Porque no fue su espada la que conquistó la tierra,ni fue su brazo el
que les dio la victoria: fue tu brazo, tu mano derecha;
fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas.Salmos 44:3 

Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a


Dios.Romanos 8:8 
Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio. Salmos 16:1 

Restáuranos, Señor, Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro


sobre nosotros, y sálvanos. Salmos 80:19 

La gran debilidad de la Iglesia ha sido la dependencia del hombre.


Los hombres han deshonrado a Dios por no apreciar su suficiencia,
por codiciar la influencia de los hombres. Israel se debilitó por la
misma causa. El pueblo quería ser igual a las demás naciones del
mundo, de modo que exigieron un rey. Decidieron ser guiados por un
poder humano visible, en vez del poder divino, que era invisible, el
cual los había dirigido y guiado hasta entonces, y les había dado la
victoria en las batallas. Efectuaron sus propias elecciones y como
resultado se produjo la destrucción de Jerusalén y la dispersión de
la nación.

NADA DE CONFIANZA EN DIOS

No podemos confiar en ningún hombre, no importa cuán ilustre y


encumbrado sea, a menos que tenga su confianza firme y
definitivamente anclada en Dios. Cuál debe haber sido el poder del
enemigo sobre Salomón, un hombre quien fue llamado tres veces por
la inspiración, el amado de Dios, y a quien se le encargó la gran obra
de construir el templo. Mientras se desarrollaba el programa de
construcción, Salomón efectuó una alianza con naciones idólatras.
Por sus casamientos se ató con mujeres paganas por cuya influencia
en sus últimos años, abandonó el templo de Dios para adorar en los
altares que él había construído para los ídolos de ellas.
También los hombres en la actualidad ponen a Dios a un lado como
insuficiente para ellos. Recurren a hombres del mundo en busca de
reconocimiento y piensan que por medio de la influencia obtenida del
mundo, podrán lograr grandes cosas. Pero están equivocados. Al
confiar en la ayuda del mundo en vez de la ayuda de Dios, descartan
la obra que Dios desea realizar por medio de su pueblo escogido.

Todos los que procuran sobresalir mediante el recurso de


conformarse con el mundo, dan un ejemplo de falsas apariencias.
Dios reconoce como suyos solamente a los que practican la
abnegación y el sacrificio, ….deben entender que su poder radica en
ser mansos y sencillos de corazón. Dios honrará a los que dependen
de él.

El estilo de vestir ….., la forma como viaja, su mobiliario, son nada


delante de Dios. Él no puede obrar con su Santo Espíritu en los que
tratan de competir con el mundo en su manera de vestir y en la
ostentación. El que sigue a Cristo debe negarse a sí mismo, tomar su
cruz e ir en pos de él.

El que ama y teme a Dios no necesitará hacer ninguna ostentación


para distinguirse; porque el Sol de Justicia brilla en su corazón y se
revela en su vida, lo cual le da distinción. Quienes trabajan para
Cristo deben ser epístolas vivientes, conocidas y leídas por todos los
hombres. Por su ejemplo e influencia, hombres acaudalados y
talentosos se apartarán de las cosas materiales que carecen de valor
para asirse de realidades eternas. Se concederá mayor respeto al
que demuestre haber recibido sus instrucciones de Dios. Nada
obrará tan poderosamente para el progreso de las instituciones y
departamentos del Señor, como cuando los encargados de la obra se
mantienen afianzados en él, cual siervos fieles.

El descubrirá que poner en práctica los métodos de trabajo de Dios


redundará en su bienestar presente y eterno. La mente que Dios ha
creado él la puede moldear sin la intervención del hombre, pero éste
es honrado al pedirle Dios que coopere con él en su gran obra.

Muchos consideran suficiente su propia sabiduría, y disponen las


cosas según su juicio, pensando obtener resultados maravillosos.
Pero si dependieran de Dios y no de ellos mismos, recibirían
sabiduría de lo alto. Quienes viven tan absortos en sus
ocupaciones que carecen de tiempo para acercarse al trono de la
gracia y obtener consejo de Dios, conducirán la obra por
caminos equivocados. Nuestra fuerza radica en mantenernos
unidos con Dios mediante su Hijo unigénito y en la unión de unos
con otros.

El CRISTIANO de auténtico éxito es el que ama a Dios; el que


contempla a Dios en su creación y lo adora, mientras observa su
sabiduría en la disposición de los componentes del organismo
humano. El CRISTIANO de mayor éxito es el que ha temido a Dios
desde su mocedad, como lo hizo Timoteo, y que siente que Cristo es
su compañero constante: un Amigo con quien siempre puede estar
en contacto.

Aunque Jacob había dejado a Padan-aram en obediencia a la


instrucción divina, no volvió sin muchos temores por el mismo
camino por donde había pasado como fugitivo veinte años antes.
Recordaba siempre el pecado que había cometido al engañar a su
padre. Sabía que su largo destierro era el resultado directo de aquel
pecado, y día y noche, mientras cavilaba en estas cosas, los
reproches de su conciencia acusadora entristecían el viaje. PP 173.1
Cuando las colinas de su patria aparecieron ante él en la lejanía,
el corazón del patriarca se sintió profundamente conmovido. Todo el
pasado se presentó vivamente delante de él. Al recordar su pecado
pensó también en la gracia de Dios hacia él, y en las promesas
de ayuda y dirección divinas. PP 173.2
A medida que se acercaba al fin de su viaje, el recuerdo de Esaú le
traía muchos presentimientos aflictivos. Después de la huida de
Jacob, Esaú se había considerado como único heredero de la
hacienda de su padre. La noticia del retorno de Jacob podía
despertar en él temor de que venía a reclamar su herencia. Esaú
podía ahora hacerle mucho daño a su hermano, si lo deseaba; y
estaba tal vez dispuesto a usar la violencia contra él, no solo por el
deseo de vengarse, sino también para asegurarse la posesión
absoluta de la riqueza que había considerado tanto tiempo como
suya. PP 173.3
Una vez más el Señor dio a Jacob otra señal del cuidado
divino. Mientras viajaba hacia el sur del monte de Galaad, le
pareció que dos ejércitos de ángeles celestiales lo rodeaban por
delante y por detrás, y que avanzaban con su caravana, como
para protegerla. Jacob se acordó de la visión que había tenido en
Bet-el mucho tiempo atrás, y su oprimido corazón se alivió con
esta prueba de que los mensajeros divinos, que al huir de Canaán
le habían infundido esperanza y ánimo, lo custodiarían ahora
que regresaba. Y dijo: “Campamento de Dios es este, y llamó a
aquel lugar Mahanaim”. Véase Génesis 32:2. PP 174.1
Sin embargo, Jacob creyó que debía hacer algo en favor de su
propia seguridad. Mandó, pues, mensajeros a su hermano con un
saludo conciliatorio. Los instruyó respecto a las palabras exactas con
las cuales se habían de dirigir a Esaú. Se había predicho ya antes del
nacimiento de los dos hermanos, que el mayor serviría al menor, y
para que el recuerdo de esto no fuera motivo de amargura, dijo
Jacob a los siervos, que los mandaba a “mi señor Esaú”; y cuando
fueran llevados ante él, debían referirse a su amo como “tu siervo
Jacob”; y para quitar el temor de que volvía como indigente errante
para reclamar la herencia de su padre, Jacob le mandó decir en su
mensaje: “Tengo vacas, y asnos, y ovejas, y siervos y siervas; y envío
a decirlo a mi señor, por hallar gracia en tus ojos”. PP 174.2
Pero los siervos volvieron con la noticia de que Esaú se acercaba
con cuatrocientos hombres, y que no había dado respuesta al
mensaje amistoso. Parecía cierto que venía para vengarse. El terror
se apoderó del campamento. No podía volverse y temía avanzar. Sus
acompañantes, desarmados y desamparados, no tenían la menor
preparación para hacer frente a un encuentro hostil. Por eso los
dividió en dos grupos, de modo que si uno es atacado, el otro tendrá
la oportunidad de huir. De su gran cantidad de ganado mandó
regalos generosos a Esaú con un mensaje amistoso. Hizo todo lo que
estaba de su parte para expiar el daño hecho a su hermano y evitar
el peligro que lo amenazaba, y luego, con humildad y
arrepentimiento, pidió así la protección divina: “Jehová, que me
dijiste: “Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien”, ¡no
merezco todas las misericordias y toda la verdad con que has tratado
a tu siervo!; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora he de
atender a dos campamentos. Líbrame ahora de manos de mi
hermano, de manos de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me
hiera a la madre junto con los hijos”. PP 174.3
Había llegado ahora al río Jaboc, y cuando vino la noche Jacob
mandó a su familia cruzar por el vado al otro lado del río,
quedándose él solo atrás. Había decidido pasar la noche en oración y
deseaba estar solo con Dios, quien podía apaciguar el corazón de
Esaú. En Dios estaba la única esperanza del patriarca. PP 175.1
Era una región solitaria y montañosa, madriguera de fieras y
escondite de salteadores y asesinos. Jacob solo e indefenso, se
inclinó a tierra profundamente acongojado. Era medianoche. Todo lo
que lo hacía apreciar la vida estaba lejos y expuesto al peligro y a la
muerte. Lo que más lo amargaba era el pensamiento de que su
propio pecado había traído este peligro sobre los inocentes. Con
vehementes exclamaciones y lágrimas oró delante de Dios. PP 175.2
De pronto sintió una mano fuerte sobre él. Creyó que un enemigo
atentaba contra su vida, y trató de librarse de las manos de su
agresor. En las tinieblas los dos lucharon por predominar. No se
pronunció una sola palabra, pero Jacob desplegó todas sus energías
y ni un momento cejó en sus esfuerzos. Mientras así luchaba por su
vida, el sentimiento de su culpa pesaba sobre su alma; sus pecados
surgieron ante él, para alejarlo de Dios. Pero en su terrible aflicción
recordaba las promesas del Señor, y su corazón exhalaba súplicas de
misericordia. PP 175.3
La lucha duró hasta poco antes del amanecer, cuando el
desconocido tocó el muslo de Jacob, dejándolo incapacitado en el
acto. Entonces reconoció el patriarca el carácter de su adversario.
Comprendió que había luchado con un mensajero celestial, y que por
eso sus esfuerzos casi sobrehumanos no habían obtenido la victoria.
Era Cristo, “el Ángel del pacto”, el que se había revelado a Jacob. El
patriarca estaba imposibilitado y sufría el dolor más agudo, pero no
aflojó su asidero. Completamente arrepentido y quebrantado, se
aferró al Ángel y “lloró, y le rogó” (Oseas 12:4), pidiéndole la
bendición. Necesitaba tener la seguridad de que su pecado había
sido perdonado. El dolor físico no bastaba para apartar su mente de
este objetivo. Su decisión se fortaleció y su fe se intensificó en fervor
y perseverancia hasta el fin. PP 175.4
El Ángel trató de librarse de él y le exhortó: “Déjame, que raya el
alba”; pero Jacob contestó: “No te dejaré, si no me bendices”. Si esta
hubiera sido una confianza jactanciosa y presumida, Jacob habría
sido aniquilado en el acto; pero tenía la seguridad del que confiesa
su propia indignidad, y sin embargo confía en la fidelidad del Dios
que cumple su pacto. Jacob “luchó con Dios y venció”. Por su
humillación, su arrepentimiento y la entrega de sí mismo, este
pecador y extraviado mortal prevaleció ante la Majestad del cielo. Se
había aferrado con mano temblorosa de las promesas de Dios, y el
corazón del Amor infinito no pudo desoír los ruegos del pecador. PP
176.1
El error que había inducido a Jacob al pecado de alcanzar la
primogenitura por medio de un engaño, ahora le fue claramente
manifestado. No había confiado en las promesas de Dios, sino que
había tratado de hacer por su propio esfuerzo lo que Dios habría
hecho a su tiempo y a su modo. En prueba de que había sido
perdonado, su nombre, que hasta entonces le había recordado su
pecado, fue cambiado por otro que conmemoraba su victoria. “Ya no
te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los
hombres, y has vencido”. PP 176.2
Jacob alcanzó la bendición que su alma había anhelado. Su
pecado como suplantador y engañador había sido perdonado. La
crisis de su vida había pasado. La duda, la perplejidad y los
remordimientos habían amargado su existencia; pero ahora todo
había cambiado; y fue dulce la paz de la reconciliación con Dios.
Jacob ya no tenía miedo de encontrarse con su hermano. Dios, que
había perdonado su pecado, podría también conmover el corazón de
Esaú para que aceptara su humillación y arrepentimiento. PP 176.3
Mientras Jacob luchaba con el Ángel, otro mensajero celestial fue
enviado a Esaú. En un sueño este vio a su hermano desterrado
durante veinte años de la casa de su padre; presenció el dolor que
sentiría al saber que su madre había muerto; lo vio rodeado de las
huestes de Dios. Esaú relató este sueño a sus soldados, con la orden
de que no hicieran daño alguno a Jacob, porque el Dios de su padre
estaba con él. PP 176.4
Por fin los dos grupos se acercaron uno al otro, el jefe del desierto
al frente de sus guerreros, y Jacob con sus mujeres e hijos,
acompañado de pastores y siervas, y seguido de una larga hilera de
rebaños y manadas. Apoyado en su cayado, el patriarca avanzó al
encuentro de la tropa de soldados. Estaba pálido e imposibilitado por
la reciente lucha, y caminaba lenta y penosamente, deteniéndose a
cada paso; pero su cara estaba iluminada de alegría y paz. PP 176.5
Al ver a su hermano cojo y doliente, “Esaú corrió a su encuentro y,
echándose sobre su cuello, lo abrazó y besó; los dos
lloraron”. Génesis 33:4. Hasta los corazones de los rudos soldados de
Esaú fueron conmovidos, cuando presenciaron esta escena. A pesar
de que él les había relatado su sueño no podían explicarse el cambio
que se había efectuado en su jefe. Aunque vieron la flaqueza del
patriarca, nunca pensaron que esa debilidad se había convertido en
su fuerza. PP 177.1
En la noche angustiosa pasada a orillas del Jaboc, cuando la
muerte parecía inminente, Jacob había comprendido lo vano que es
el auxilio humano, lo mal fundada que está toda confianza en el
poder del hombre. Vio que su única ayuda había de venir de Aquel
contra quien había pecado tan gravemente. Desamparado e indigno,
invocó la divina promesa de misericordia hacia el pecador
arrepentido. Aquella promesa era su garantía de que Dios lo
perdonaría y aceptaría. Los cielos y la tierra habrían de perecer antes
de que aquella palabra faltara, y esto fue lo que lo sostuvo durante
aquella horrible lucha. PP 177.2
La experiencia de Jacob durante aquella noche de lucha y
angustia representa la prueba que habrá de soportar el pueblo de
Dios inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo. El
profeta Jeremías, contemplando en santa visión nuestros días, dijo:
“Así ha dicho Jehová: “¡Hemos oído gritos de terror y espanto! ¡No
hay paz! [...] y que se han puesto pálidos todos los rostros. ¡Ah, cuán
grande es aquel día! Tanto, que no hay otro semejante a él. Es un
tiempo de angustia para Jacob, pero de ella será librado””. Jeremías
30:5-7. PP 177.3
Cuando Cristo acabe su obra mediadora en favor de la
humanidad, entonces empezará ese tiempo de aflicción. Para ese
momento la suerte de cada alma habrá sido decidida, y ya no habrá
sangre expiatoria para limpiarnos del pecado. Cuando Cristo deje su
posición de intercesor ante Dios, se anunciará solemnemente: “El
que es injusto, sea injusto todavía; el que es impuro, sea impuro
todavía; el que es justo, practique la justicia todavía, y el que es
santo, santifíquese más todavía”. Apocalipsis 22:11. Entonces el
Espíritu que reprime el mal se retirará de la tierra. Como Jacob
estuvo bajo la amenaza de muerte de su airado hermano, así
también el pueblo de Dios estará en peligro de los impíos que
tratarán de destruirlo. Y como el patriarca luchó toda la noche
pidiendo ser librado de la mano de Esaú, así clamarán los justos a
Dios día y noche que los libre de los enemigos que los rodean. PP
177.4
Satanás había acusado a Jacob ante los ángeles de Dios,
reclamando el derecho de destruirlo por su pecado; había incitado
contra él a Esaú y durante la larga noche de la lucha del patriarca,
procuró hacerle sentir su culpabilidad, para desanimarlo y
quebrantar su confianza en Dios. Cuando en su angustia Jacob se
asió del Ángel y le suplicó con lágrimas, el Mensajero celestial, para
probar su fe, le recordó también su pecado y trató de librarse de él.
Pero Jacob no se dejó desviar. Había aprendido que Dios es
misericordioso, y se apoyó en su misericordia. Se refirió a su
arrepentimiento del pecado, y pidió liberación. Mientras repasaba su
vida, casi fue impulsado a la desesperación; pero se aferró al Ángel, y
con fervientes y agonizantes súplicas insistió en sus ruegos, hasta
que triunfó. PP 177.5
Esta será la experiencia del pueblo de Dios en su lucha final con
los poderes del mal. Dios probará la fe de sus seguidores, su
constancia, y su confianza en el poder de él para librarlos. Satanás
se esforzará por aterrarlos con el pensamiento de que su situación
no tiene esperanza; que sus pecados han sido demasiado grandes
para alcanzar el perdón. Tendrán un profundo sentimiento de sus
faltas, y al examinar su vida, verán desvanecerse sus esperanzas.
Pero recordando la grandeza de la misericordia de Dios, y su propio
arrepentimiento sincero, pedirán el cumplimiento de las promesas
hechas por Cristo a los pecadores desamparados y arrepentidos. Su
fe no faltará porque sus oraciones no sean contestadas en seguida.
Se aferrarán al poder de Dios, como Jacob se aferró al ángel del
Ángel, y el lenguaje de su alma será: “No te dejaré, si no me
bendices”. PP 178.1
Si Jacob no se hubiera arrepentido antes por su pecado al tratar
de conseguir la primogenitura mediante un engaño, Dios no habría
podido oír su oración ni conservarle bondadosamente la vida. Así
será en el tiempo de angustia. Si el pueblo de Dios tuviera pecados
inconfesos que aparecieran ante ellos cuando los torturen el temor y
la angustia, serían abrumados; la desesperación anularía su fe, y no
podrían tener confianza en Dios para pedirle su liberación. Pero
aunque tengan un profundo sentido de su indignidad, no tendrán
pecados ocultos que confesar. Sus pecados habrán sido borrados por
la sangre expiatoria de Cristo, y no los podrán recordar. PP 178.2
Satanás induce a muchos a creer que Dios pasará por alto su
infidelidad en los asuntos menos importantes de la vida; pero en su
proceder con Jacob el Señor demostró que de ningún modo puede
sancionar ni tolerar el mal. Todos los que traten de ocultar o excusar
sus pecados, y permitan que permanezcan en los libros del cielo
inconfesos y sin perdón, serán vencidos por Satanás. Cuanto más
elevada sea su profesión, y cuanto más honorable sea la posición que
ocupen, tanto más grave será su conducta ante los ojos de Dios, y
tanto más seguro será el triunfo del gran adversario. PP 178.3
Sin embargo, la historia de Jacob es una promesa de que Dios no
desechará a los que fueron arrastrados al pecado, pero que se han
vuelto al Señor con verdadero arrepentimiento. Por la entrega de sí
mismo y por su confiada fe, Jacob alcanzó lo que no había podido
alcanzar con su propia fuerza. Así el Señor enseñó a su siervo que
únicamente el poder y la gracia de Dios podían darle las bendiciones
que anhelaba. Así ocurrirá con los que vivan en los últimos días.
Cuando los peligros los rodeen, y la desesperación se apodere de su
alma, deberán depender únicamente de los méritos de la expiación.
Nada podemos hacer por nosotros mismos. En toda nuestra
desamparada indignidad, debemos confiar en los méritos del
Salvador crucificado y resucitado. Nadie perecerá jamás mientras
haga esto. La larga y negra lista de nuestros delitos está ante los ojos
del Infinito. El registro está completo; ninguna de nuestras ofensas
ha sido olvidada. Pero el que oyó las súplicas de sus siervos en lo
pasado, oirá la oración de fe y perdonará nuestras transgresiones. Lo
ha prometido, y cumplirá su palabra. PP 179.1
Jacob triunfó, por ser perseverante y decidido. Su experiencia
testifica sobre el poder de la oración insistente. Este es el tiempo en
que debemos aprender la lección de la oración que prevalece y de la
fe inquebrantable. Las mayores victorias de la iglesia de Cristo o del
cristiano no son las que se ganan mediante el talento o la educación,
la riqueza o el favor de los hombres. Son las victorias que se
alcanzan en la cámara de audiencia con Dios, cuando la fe fervorosa
y agonizante se aferra del poderoso brazo de la omnipotencia. PP
179.2
Los que no estén dispuestos a dejar todo pecado ni a buscar
seriamente la bendición de Dios, no la alcanzarán. Pero todos los que
se apoyen en las promesas de Dios como lo hizo Jacob, y sean tan
vehementes y constantes como lo fue él, alcanzarán el éxito que él
alcanzó. “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman
a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?” Lucas 18:7, 8. PP
179.3
La biblia tiene poco que decir en alabanza de los hombres.
Dedica poco espacio a relatar las virtudes hasta de los mejores
hombres que jamás hayan vivido. Este silencio no deja de tener
su propósito y su lección. Todas las buenas cualidades que
poseen los hombres son dones de Dios; realizan sus buenas
acciones por la gracia de Dios manifestada en Cristo. Como lo
deben todo a Dios, la gloria de cuanto son y hacen le pertenece
sólo a él; ellos no son sino instrumentos en sus manos.  PP54
775.1
Además, según todas las lecciones de la historia bíblica, es
peligroso alabar o ensalzar a los hombres; pues si uno llega a
perder de vista su total dependencia de Dios, y a confiar en su
propia fortaleza, caerá seguramente. El hombre lucha con
enemigos que son más fuertes que él. “No tenemos lucha contra
sangre y carne; sino contra principados, contra potestades,
contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas,
contra malicias espirituales en los aires.” Efesios 6:12. Es
imposible que nosotros, con nuestra propia fortaleza,
sostengamos el conflicto; y todo lo que aleje a nuestra mente de
Dios, todo lo que induzca al ensalzamiento o a la dependencia de
sí, prepara seguramente nuestra caída. El tenor de la Biblia está
destinado a inculcarnos desconfianza en el poder humano y a
fomentar nuestra confianza en el poder divino. PP54 775.2

El Señor dice: “Permaneced en mí.” Estas palabras expresan una


idea de descanso, estabilidad, confianza. También nos invita: “¡Venid
a mí… y os daré descanso!”13 Las palabras del salmista hacen
resaltar el mismo pensamiento: “Confía calladamente en Jehová, y
espérale con paciencia.” E Isaías asegura que “en quietud y en
confianza será vuestra fortaleza.”14 Este descanso no se obtiene en
la inactividad; porque en la invitación del Salvador la promesa de
descanso va unida con un llamamiento a trabajar: “Tomad mi yugo
sobre vosotros, y… hallaréis descanso.”15 El corazón que más
plenamente descansa en Cristo es el más ardiente y activo en el
trabajo para El.{CC 71.1}
Sé que nos esperan tiempos tormentosos, y debemos saber cómo
confiar y cómo aferrarnos a la Fuente de nuestra fortaleza. El
Señor es bueno con los que confían en él, y no serán vencidos.
Pienso en las siguientes palabras del profeta, que se aplican a tu
caso: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas
dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
salvación mía y Dios mío”. Salmos 43:5. {2MS 282.3

Para fortalecer nuestra confianza en Dios, Cristo nos enseña a


dirigirnos a él con un nuevo nombre, un nombre entretejido con
las asociaciones más caras del corazón humano. Nos concede el
privilegio de llamar al Dios infinito nuestro Padre. Este nombre,
pronunciado cuando le hablamos a él y cuando hablamos de él,
es una señal de nuestro amor y confianza hacia él, y una prenda
de la forma en que él nos considera y se relaciona con nosotros.
Pronunciado cuando pedimos un favor o una bendición, es una
música en sus oídos. A fin de que no consideráramos una
presunción el llamarlo por este nombre, lo repitió en renovadas
ocasiones. El desea que lleguemos a familiarizarnos con este
apelativo.

Dios nos considera sus hijos. Nos ha redimido del mundo


abandonado, y nos ha escogido para que lleguemos a ser
miembros de la familia real, hijos e hijas del Rey del cielo. Nos
invita a confiar en él con una confianza más profunda y más
fuerte que aquella que un hijo deposita en un padre terrenal. Los
padres aman a sus hijos, pero el amor de Dios es más grande,
más amplio, más profundo de lo que al amor humano le es
posible ser. Es inconmensurable. Luego, si los padres terrenales
saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más nuestro Padre
celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?
Las lecciones de Cristo con respecto a la oración deben ser
cuidadosamente consideradas. Hay una ciencia divina en la
oración, y la ilustración de Cristo presenta un principio que
todos necesitamos comprender. Demuestra lo que es el
verdadero espíritu de oración, enseña la necesidad de la
perseverancia al presentar a Dios nuestras peticiones, y nos
asegura que él está dispuesto a escucharnos y a contestar la
oración.

Nuestras oraciones no han de consistir en peticiones egoístas,


meramente para nuestro propio beneficio. Hemos de pedir para
poder dar. El principio de la vida de Cristo debe ser el principio
de nuestra vida. “Por ellos—dijo Cristo, refiriéndose a sus
discípulos—yo me santifico a mí mismo, para que también ellos
sean santificados en verdad”. La misma devoción, la misma
abnegación, la misma sujeción a las declaraciones de la Palabra
de Dios que se manifestaron en Cristo, deben verse en sus
siervos. Nuestra misión en el mundo no es servirnos o
agradarnos a nosotros mismos. Hemos de glorificar a Dios
cooperando con él para salvar a los pecadores. Debemos pedir
bendiciones a Dios para poder comunicarlas a los demás. La
capacidad de recibir es preservada únicamente impartiendo. No
podemos continuar recibiendo tesoros celestiales sin
comunicarlos a aquellos que nos rodean.

En la parábola, el postulante fue rechazado repetidas veces, pero


no desistió de su propósito. Así nuestras oraciones no siempre
parecen recibir una inmediata respuesta; pero Cristo enseña que
no debemos dejar de orar. La oración no tiene por objeto obrar
algún cambio en Dios, sino ponernos en armonía con Dios.
Cuando le pedimos algo, tal vez vea que necesitamos investigar
nuestros corazones y arrepentirnos del pecado. Por lo tanto, nos
hace pasar por una prueba, nos hace pasar por la humillación, a
fin de que veamos lo que impide la obra de su Santo Espíritu por
medio de nosotros.
El cumplimiento de las promesas de Dios es condicional, y la
oración no ocupará nunca el lugar del deber. “Si me amáis—dice
Cristo—, guardad mis mandamientos”. “El que tiene mis
mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que
me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me
manifestaré a él”. Aquellos que presentan sus peticiones ante
Dios, invocando su promesa, mientras no cumplen con las
condiciones, insultan a Jehová. Invocan el nombre de Cristo
como su autoridad para el cumplimiento de la promesa, pero no
hacen las cosas que demostrarían fe en Cristo y amor por él.

Muchos no están cumpliendo las condiciones de aceptación por


el Padre. Necesitamos examinar detenidamente las disposiciones
que se han hecho para aproximarnos a Dios. Si somos
desobedientes, traemos al Señor un pagaré para que él lo haga
efectivo cuando no hemos cumplido las condiciones que lo
harían pagadero a nosotros. Presentamos a Dios sus promesas y
le pedimos que las cumpla, cuando, al hacerlo, él deshonraría su
propio nombre.

La promesa es: “Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren


en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho”. Y
Juan declara: “Y en esto sabemos que nosotros le hemos
conocido, si guardamos sus mandamientos. El que dice, yo le he
conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y
no hay verdad en él, mas el que guarda su palabra, la caridad de
Dios está verdaderamente perfecta en él”.

Uno de los últimos mandamientos que Cristo diera a sus


discípulos fue: “Que os améis los unos a los otros: como os he
amado”. ¿Estamos obedeciendo este mandato, o estamos
condescendiendo con rasgos de carácter hirientes y no
cristianos? Si de alguna forma hemos agraviado o herido a otros,
es nuestro deber confesar nuestra falta y buscar la
reconciliación. Esta es una condición esencial para que podamos
presentarnos a Dios con fe y pedir su bendición.

Hay otro asunto demasiado a menudo descuidado por los que


buscan al Señor en oración. ¿Habéis sido honrados con Dios? El
Señor declara mediante el profeta Malaquías: “Desde los días de
vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las
guardasteis. Tornaos a mí, y yo me tornaré a vosotros, ha dicho
Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de tornar?
¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y
dijisteis: ¿En qué te hemos robado? Los diezmos y las
primicias”.

Como dador de todas las bendiciones, Dios reclama una porción


determinada de todo lo que poseemos. Esta es la provisión que
él ha hecho para sostener la predicación del Evangelio. Y
debemos demostrar nuestro aprecio por sus dones devolviendo
esto a Dios. Pero si retenemos lo que le pertenece a él, ¿cómo
podemos pretender sus bendiciones? Si somos mayordomos
infieles en las cosas terrenales, ¿cómo podemos esperar que él
nos confíe las celestiales? Puede ser que aquí se encuentre el
secreto de la oración no contestada.

Pero el Señor, en su gran misericordia, está listo para perdonar,


y dice: “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi
casa; y probadme ahora en esto... si no os abriré las ventanas de
los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde. Increparé también por vosotros al devorador, y no
os corromperá el fruto de la tierra; ni vuestra vid en el campo
abortará... Y todas las gentes os dirán bienaventurados; porque
seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos”.
Tal ocurre con todos los demás requerimientos de Dios. Todos
sus dones son prometidos a condición de la obediencia. Dios
tiene un cielo lleno de bendiciones para los que cooperen con él.
Todos los que le obedezcan pueden con confianza reclamar el
cumplimiento de sus promesas. PVGM 111.1
Pero debemos mostrar una confianza firme y sin rodeos en Dios.
A menudo él tarda en contestarnos para probar nuestra fe o la
sinceridad de nuestro deseo. Al pedir de acuerdo con su Palabra,
debemos creer su promesa y presentar nuestras peticiones con
una determinación que no será denegada. PVGM 111.2
Dios no dice: Pedid una vez y recibiréis. El nos ordena que
pidamos. Persistid incansablemente en la oración. El pedir con
persistencia hace más ferviente la actitud del postulante, y le
imparte un deseo mayor de recibir las cosas que pide. Cristo le
dijo a Marta junto a la tumba de Lázaro: “Si creyeres, verás la
gloria de Dios”.10PVGM 111.3
Pero muchos no tienen una fe viva. Esta es la razón por la cual
no ven más del poder de Dios. Su debilidad es el resultado de su
incredulidad. Tienen más fe en su propio obrar que en el obrar
de Dios en favor de ellos. Ellos se encargan de cuidarse a sí
mismos. Hacen planes y proyectos, pero oran poco, y tienen
poca confianza verdadera en Dios. Piensan que tienen fe, pero es
sólo el impulso del momento. Dejan de comprender su propia
necesidad, y lo dispuesto que está Dios a dar; no perseveran en
mantener sus pedidos ante el Señor. PVGM 111.4
Nuestras oraciones han de ser tan fervorosas y persistentes
como lo fue la del amigo necesitado que pidió pan a media
noche. Cuanto más fervorosa y constantemente oremos, tanto
más íntima será nuestra unión espiritual con Cristo.
Recibiremos bendiciones acrecentadas, porque tenemos una fe
acrecentada. PVGM 111.5
Nuestra parte consiste en orar y creer. Velad en oración. Velad, y
cooperad con el Dios que oye la oración. Recordad que
“coadjutores somos de Dios”.11Hablad y obrad de acuerdo con
vuestras oraciones. Significará para vosotros una infinita
diferencia el que la prueba demuestre que vuestra fe es genuina,
o revele que vuestras oraciones son sólo una forma. PVGM 112.1
Cuando se suscitan perplejidades y surgen dificultades, no
busquéis ayuda en la humanidad. Confiadlo todo a Dios. La
práctica de hablar de nuestras dificultades a otros, únicamente
nos debilita, y no les reporta a los demás ninguna fuerza. Ello
hace que la carga de nuestras flaquezas espirituales descanse
sobre ellos, y éstas son cosas que ellos no pueden aliviar.
Buscamos la fuerza del hombre errante y finito, cuando
podríamos tener la fuerza del Dios infalible e infinito. PVGM
112.2
No necesitáis ir hasta los confines de la tierra para buscar
sabiduría, pues Dios está cerca. No son las capacidades que
poseéis hoy, o las que tendréis en lo futuro, las que os darán
éxito. Es lo que el Señor puede hacer por vosotros. Necesitamos
tener una confianza mucho menor en lo que el hombre puede
hacer, y una confianza mucho mayor en lo que Dios puede hacer
por cada alma que cree. El anhela que extendáis hacia él la mano
de la fe. Anhela que esperéis grandes cosas de él. Anhela daros
inteligencia así en las cosas materiales como en las espirituales.
El puede aguzar el intelecto. Puede impartir tacto y habilidad.
Emplead vuestros talentos en el trabajo; pedid a Dios sabiduría,
y os será dada. PVGM 112.3
Haced de la Palabra de Cristo vuestra seguridad. ¿No os ha
invitado a ir a él? Nunca os permitáis hablar de una manera
descorazonada y desesperada. Si lo hacéis perderéis mucho.
Mirando las apariencias, y quejándoos cuando vienen las
dificultades y premuras, revelaréis una fe enferma y débil.
Hablad y obrad como si vuestra fe fuera invencible. El Señor es
rico en recursos: el mundo le pertenece. Mirad al cielo con fe.
Mirad a Aquel que posee luz, poder y eficiencia.  PVGM 112.4
Hay en la fe genuina un bienestar, una firmeza de principios y
una invariabilidad de propósito que ni el tiempo ni las pruebas
pueden debilitar. “Los mancebos se fatigan y se cansan, los
mozos flaquean y caen: mas los que esperan a Jehová tendrán
nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no
se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.12 PVGM 113.1
Hay muchos que anhelan ayudar a otros, pero sienten que no
tienen fuerza o luz espiritual que impartir. Presenten ellos sus
peticiones ante el trono de la gracia. Rogad por el Espíritu
Santo. Dios respalda cada promesa que ha hecho. Con vuestra
Biblia en la mano, decid: Yo he hecho como tú has dicho.
Presento tu promesa: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y os será abierto”. PVGM 113.2
No solamente debemos orar en el nombre de Cristo, sino por la
inspiración del Espíritu Santo. Esto explica lo que significa el
pasaje que dice que “el mismo Espíritu pide por nosotros con
gemidos indecibles”.13 Dios se deleita en contestar tal oración.
Cuando con fervor e intensidad expresamos una oración en el
nombre de Cristo, hay en esa misma intensidad una prenda de
Dios que nos asegura que él está por contestar nuestra oración
“mucho más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos”.14 PVGM 113.3
Cristo dijo: “Todo lo que orando pidiereis, creed que lo
recibiréis, y os vendrá”. “Todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el
Hijo”.15 Y el amado Juan, por la inspiración del Espíritu Santo,
dice con gran claridad y certeza: “Si demandáremos alguna cosa
conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye
en cualquier cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las
peticiones que le hubiéremos demandado”. 16 Presentad, pues,
vuestra petición ante el Padre en el nombre de Jesús. Dios
honrará tal nombre. PVGM 113.4
El arco iris rodea el trono como una seguridad de que Dios es
verdadero, que en él no hay mudanza ni sombra de variación.
Hemos pecado contra él, y somos indignos de su favor; sin
embargo, él mismo ha puesto en nuestros labios la más
maravillosa de las súplicas: “Por amor de tu nombre no nos
deseches, ni trastornes el trono de tu gloria: acuérdate, no
invalides tu pacto con nosotros”.17 Cuando venimos a él
confesando nuestra indignidad y pecado, él se ha comprometido
a atender nuestro clamor. El honor de su trono está empeñado
en el cumplimiento de la palabra que nos ha dado. PVGM 114.1
A semejanza de Aarón, que simbolizaba a Cristo, nuestro
Salvador lleva los nombres de todos sus hijos sobre su corazón
en el lugar santo. Nuestro gran sumo sacerdote recuerda todas
las palabras por medio de las cuales nos ha animado a confiar.
Nunca olvida su pacto. PVGM 114.2
Todo el que pida recibirá. A todo el que llame se le abrirá. No se
presentará la excusa: No me seas molesto; la puerta está ya
cerrada; no quiero abrirla. A nadie se le dirá jamás: No puedo
ayudarte. Aquellos que pidan pan a media noche para alimentar
a las almas hambrientas, tendrán éxito. PVGM 114.3
En la parábola aquel que pedía para el forastero recibió todo lo
que había menester. ¿Y en qué medida nos concederá Dios a fin
de que podamos impartir a los demás? “Conforme a la medida
del don de Cristo”.18 Los ángeles observan con intenso interés
para ver cómo trata el hombre a sus semejantes. Cuando ven que
alguien manifiesta la simpatía de Cristo por el errante, se
apresuran a ir a su lado, y traen a su memoria las palabras que
debe hablar y que serán como pan de vida para el alma. Así
“Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas
en gloria en Cristo Jesús”.19 El hará que vuestro testimonio,
con su sinceridad y su verdad, sea poderoso con el poder de la
vida venidera. La Palabra del Señor será en vuestros labios cual
verdad y justicia. PVGM 114.4
El esfuerzo personal por otros debe ser precedido de mucha
oración secreta; pues requiere gran sabiduría el comprender la
ciencia de salvar almas. Antes de comunicaros con los hombres,
comunicaos con Cristo. Ante el trono de la gracia celestial,
obtened una preparación para ministrar a la gente. PVGM 115.1
Quebrántese vuestro corazón por el anhelo que tenga de Dios,
del Dios vivo. La vida de Cristo ha mostrado lo que la humanidad
puede hacer participando de la naturaleza divina. Todo lo que
Cristo recibió de Dios, podemos recibirlo también nosotros.
Pedid, pues, y recibiréis. Con la fe perseverante de Jacob, con la
persistencia inflexible de Elías, pedid para vosotros todo lo que
Dios ha prometido. PVGM 115.2
Dominen vuestra mente las gloriosas concepciones de Dios.
Enlácese vuestra vida con la de Cristo mediante recónditos
eslabones. Aquel que ordenó que la luz brillara en las tinieblas,
desea brillar en vuestro corazón, para daros la luz del
conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de
Jesucristo.20 El Espíritu Santo tomará las cosas de Dios y os las
mostrará, transfiriéndolas al corazón obediente cual vivo poder.
Cristo os conducirá al umbral del Infinito. Podréis contemplar la
gloria que refulge allende el velo, y revelar a los hombres la
suficiencia de Aquel que siempre vive para interceder por
nosotros. 

Espartaco (griego: Σπάρτακος Spártakos; latín: Spartacus; Tracia, 113 a. C.-¿Lucania, 71 a. 
C.?) fue un esclavo de origen tracio, de la tribu maidoi,1 con probable localización en la región
de influencia de Macedonia, que según fuentes griegas y romanas, dirigió la rebelión más
importante contra la República romana en suelo itálico, ocurrida entre los
años 73 a. C. y 71 a. C., conocida como tercera guerra servil, guerra de los Esclavos o guerra
de los Gladiadores. La guerra de los Gladiadores se extendió a toda la península por casi 3
años, y los acontecimientos siguieron teniendo efectos directos e indirectos en la política
romana de los años posteriores. Los gladiadores eran esclavos de las regiones sometidas por
Roma, y comprados por mercaderes, peleaban en combates hasta la muerte para el
entretenimiento del público romano, en sitios como el Coliseo. Espartaco, junto con otros
esclavos gladiadores, idearon un plan de escape, que desencadenó en un estallido en toda la
península. Se les unían esclavos escapados de todas partes, conformándose de esta manera
un ejército que fue creciendo hasta llegar a ser aproximadamente 120 000 personas. Guiados
por Espartaco, lograron una fuerza armada mixta, formada por hombres, mujeres y niños, que
sorpresivamente constituyó una combinación que demostró repetidas veces su capacidad
para resistir y superar al equipado y entrenado ejército romano, las cualificadas  legiones. Tras
numerosas victorias, y a punto de obtener la libertad cruzando los Alpes, regresaron para sitiar
Roma. La guerra culminó finalmente en 71 a. C.

e acuerdo con las referencias del historiador Plutarco, Espartaco era tracio,


y propiamente griego, según el autor.2 Los historiadores romanos Apiano y Floro, coinciden en
su origen. Tracio era también un tipo de gladiador romano.3 Nacido el 113 a. C., las fuentes
contemporáneas indican que era proveniente del pueblo de los maidoi 41(en griego Μαιδοι,
«prados»), con origen antiguamente frigio.
Sobre de su ubicación, los maidoi moraban a lo largo del río Estrimón sur y el río Nesto (entre
el lago Kirkinis de Grecia y la localidad de Sandanski), lindando con los macednoi.5 La
ubicación geográfica determina que los maidoi habitaban dentro de la región que se considera
integró el reino de Macedonia durante el período helenístico (heredada de Filipo II y Alejandro
Magno), para ese entonces una zona fuertemente helenizada, cuando el reino cayó en el año
168 a. C. a manos de Roma, renombrandolo provincia romana de Macedonia (hoy Bulgaria
sur, norte de Grecia y Albania)
Todas las fuentes conocidas, muy fragmentarias, coinciden en describir a Espartaco como un
hombre culto. Mayormente las fuentes también coinciden en afirmar que Espartaco provenía
de una familia de nobleza, deduciéndose de que, por escritos de Plutarco, su esposa era la
profetiza de su pueblo,46 y normalmente los puestos en los oráculos era propio de los altos
estratos. Existe un relato acerca de una profetización del oráculo del dios griego Dioniso, y a
quien Espartaco rendía culto, que le vaticinó que sería un libertador.1 El supuesto origen noble
es por su apodo, el nombre Espartaco era común en los príncipes y reyes de los reinos en la
región de Tracia y el Mar Negro («Sparta», «Sparadokos«).6
Aparentemente, cuando el pueblo maedi fue invadido por Roma, se forzó a Espartaco a militar
en las tropas auxiliares de Roma (auxilia), de las que desertó. Al no ser ciudadano romano,
fue capturado y reducido a la esclavitud junto a su esposa. 2 Por su fuerza física fue comprado
por un mercader para luchar en la escuela de gladiadores de Capua de Léntulo Batiato.24

Escuela de gladiadores[editar]
Los combates entre gladiadores es por muy lejos la idea que comúnmente se tiene. Sobre
estos combates, escribió Séneca, político y senador de Nerón y Claudio, contemporáneos de
Espartaco: «Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de
diversión, unos chistes, relajarme. Pero salió todo lo contrario. Estos peleadores de mediodía
salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en
vano. Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía los gladiadores a los
espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes encare al
hombre que, a su vez, lo matará, y al último victorioso lo reservan para otra masacre. Al
hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas.»
En estas escuelas, los prisioneros de guerra y los delincuentes convictos —que eran
considerados como esclavos— eran entrenados en las habilidades necesarias para luchar
hasta la muerte en los juegos de gladiadores.7

Rebelión y fuga[editar]
En el año 73 a. C., durante su permanencia en la escuela de gladiadores, Espartaco ideó y
llevó a cabo una rebelión a fin de escapar junto a 200 compañeros. El plan fue tramado por
Espartaco, Casto, Gánico, y los celtas Crixo y Enomao (estos últimos de origen galo), 6 se
armaron con utensillos de cocina,1 y eludieron las legiones que los interceptaban. De los 200
que iniciaron la rebelión, solo 74 lograron escapar, y algunas fuentes citan que una mujer los
acompañó, se presume que era acompañante de Espartaco. 1 Los caudillos de la rebelión
tenían seguidores esclavos por distintos motivos, por etnia, por ser los estrategas de la fuga,
por sus aptitudes guerreras, y posiblemente por su carácter de nobles (antes de ser
capturados por Roma).4
En el camino asaltaron un convoy que transportaba armas de gladiadores 4 y se apoderaron de
él, y se refugiaron en el monte Vesubio, desde donde empezaron a llevar a cabo acciones de
sabotaje contra las localidades vecinas. Espartaco estableció un reparto equitativo del botín
entre todos sus hombres, lo que le atrajo gran número de seguidores entre los esclavos de las
fincas aledañas al volcán, con lo que comenzó el engrosamiento de sus fuerzas. 8

La guerra. Ejército de Espartaco. Derrotas de


Roma[editar]
Al tener conocimiento del motín, los romanos, sin dar gran importancia a este incidente,
enviaron desde Capua una pequeña brigada de soldados, que fue derrotada. Rápidamente los
esclavos sustituyeron sus armas de gladiadores con verdaderas armaduras romanas, lo que
generaría confusión a las legiones al enfrentarse a un ejército de igual uniforme al suyo.

Batalla del Vesubio[editar]


Los romanos enviaron una unidad de 3000 hombres al mando de Cayo Claudio Glabro.
Contrario a la doctrina militar, e infravalorando a los ex esclavos, Claudio Glabro estableció su
campamento al pie de la montaña, donde descendía el único camino proveniente de la
cúspide, sin establecer una valla de protección. Al tener conocimiento de este hecho,
Espartaco adoptó un brillante plan: 2 sus hombres descendieron por la parte más escarpada
del volcán atados por cuerdas a la cepa de una vid silvestre y cayeron por sorpresa sobre los
soldados romanos, causándoles numerosas bajas y obligando a los supervivientes a darse a
la fuga desordenadamente, abandonando el campamento, provisiones, caballos y armas de
manos de los esclavos. Era la primera gran victoria de Espartaco, la batalla del Vesubio.2

Organización del ejército de Espartaco[editar]


Tras la batalla del Vesubio, Espartaco y sus compañeros Crixo y Enomao, se dedicaron a
organizar un ejército regular disciplinado que pudiera enfrentarse con éxito a las
poderosas legiones romanas. Entre los esclavos contaban con médicos, carpinteros,
sacerdotes,4 de esta manera se preparó la construcción de armas, y se organizó la infantería y
caballería. Con el constante afluir de esclavos de distintas partes del imperio, la legión esclava
logró reunir unos 50 000 a 70 000 hombres. Tras la organización, se trazó un plan para futuras
acciones: huir de Roma marchando hacia el norte. Como los esclavos carecían de
entrenamiento militar, las fuerzas de Espartaco mostraron cierta inventiva en su uso de los
materiales locales disponibles, que a su vez resultó en un uso de tácticas ingeniosas y poco
ortodoxas, al enfrentarse a los disciplinados ejércitos romanos. 9 Los esclavos rebeldes
pasaron el invierno de 73 a. C. armando y equipando a sus nuevos reclutas y expandiendo su
territorio de sabotaje para incluir las ciudades de Nola, Nuceria, Turios y Metaponto.10

Batallas hacia el norte[editar]


Aunque no hay información precisa al respecto, se puede afirmar que el plan de Espartaco
consistía en reunir el mayor número posible de rebeldes y salir de Italia cruzando los Alpes.11
Esta era la única posibilidad de libertad para la mayoría de ellos, puesto que una vez fuera de
Italia muchos rebeldes podrían escapar a territorios que aún no habían sido conquistados
por Roma (como Germania).
Los romanos enviaron contra los rebeldes dos legiones traídas de la frontera norte de Italia, al
mando del pretor Varinio. Este trató de cercar a Espartaco con una maniobra en tenaza, para
lo que dividió sus fuerzas en tres partes. Espartaco, bien informado por sus espías, aprovechó
la división de las fuerzas romanas y derrotó separadamente a los dos ayudantes de Varinio, y
luego atacó a las fuerzas mandadas directamente por él, llegando al punto de capturar
los lictores del pretor y su propio caballo. Varinio tuvo que huir a pie.
Como resultado, el movimiento de los rebeldes se extendió a todo el sur de Italia. Muchas
ciudades fueron tomadas y saqueadas por los esclavos. El historiador romano Salustio habla
de la desobediencia hacia Espartaco, de la masacre de los esclavistas y de las crueldades
cometidas por los ex esclavos contra sus antiguos opresores. Dado que era imposible
sostener una larga guerra de desgaste contra la República romana, pues esta era
inmensamente rica y podría rehacer sus fuerzas armadas una y otra vez (recurriendo a
la conscripción obligatoria y a sus aliados), con el fin de escapar del imperio, comenzó el plan
para salir de la península, marchando con sus tropas hacia el norte. En algún momento de
estos sucesos, o posiblemente durante los asaltos del invierno a finales de 73 a. C., perdieron
a su líder Enomao —quizás en batalla— y no se menciona más en las historias. 12
Año 73-72 a. C., tras las victorias en las batallas, la legión de esclavos se separan: el ejército de
Espartaco se dirigió al norte y llegó a la región cisalpina, y el ejército de Crixo regresó al sur para sitiar
Roma, de acuerdo con la versión de Plutarco.

Primer separación del ejército esclavo[editar]


En ese preciso momento surgieron disensiones entre los rebeldes, cuyo resultado fue la
separación de un grupo de unos 20 000 hombres, compuesto en su mayor parte
por galos y germanos, al mando de Crixo.2
Aparentemente, según lo que indica el historiador romano Salustio, las disensiones estaban
relacionadas con el plan de acciones futuras: Espartaco quería lograr que sus hombres
salieran de Italia, pero Crixo y los suyos estaban empeñados en presentar batalla a los
romanos, derrotarlos e incluso tomar Roma, aniquilando al opresor. Asimismo es posible que
Crixo estuviese respaldado también por los estratos pobres de la población libre que se
habían adherido a la rebelión y que, como es obvio, no tenían intención de dejar Italia.
Mientras las tropas de Espartaco se dirigían hacia el norte, Crixo y su ejército se dirigieron
hacia el sur, para sitiar Roma. Crixo no tenía la habilidad estratégica de Espartaco, y
el propretor Arrio (ayudante de Gelio), los interceptó y aniquiló en Apulia, cayendo el mismo
Crixo en el combate.
En un principio, los ejércitos consulares tuvieron éxito. El ayudante de Gelio,
el propretor Arrio atacó a un grupo de unos 30.000 esclavos al mando de Crixo, cerca del
Monte Gargano, y mató a dos tercios de los rebeldes, incluyendo a Criso, con solo una
legión.13Según cuentan los historiadores, los esclavos rechazaron el ataque de la legión y tras
la victoria se embriagaron bebiendo vino para celebrarlo. Cuando los romanos volvieron, los
encontraron ebrios y los masacraron.

Batalla en los Montes Apeninos[editar]


Año 72 a. C., derrotas de Lentulus, Gelius y de las legiones consulares combinadas. Vuelta al sur.
según la versión de Apiano.

Pese a la separación de las fuerzas de Crixo, esto no debilitó al ejército esclavo. Sus tropas
continuaron fortaleciéndose por el continuo afluir de esclavos escapados de todas partes
de Italia, hasta el punto que Apiano afirmó que llegó a reunir un número de 120 000 hombres
en total. El gobierno romano, habiendo notado las constantes derrotas de sus legiones, tomó
nota de la gravedad del peligro y envió en el 72 a. C. los ejércitos de
los cónsules, Léntulo y Gelio.14 Espartaco, con maniobras brillantes en los pasos de los
montes Apeninos, infligió una serie de derrotas a Léntulo, Gelio y Arrio, evitando las
emboscadas que le tendieron los romanos y continuando su avance hacia el norte. Espartaco
se enfrentó a la legión de Léntulo, la derrotó, se dio la vuelta y destruyó el ejército de Gelio,
forzando a las legiones romanas a retirarse desbaratadas. 15 Apiano afirma que Espartaco
ejecutó a unos 300 soldados romanos capturados para vengar la muerte de Criso, forzándoles
a luchar entre ellos hasta la muerte como los gladiadores. 16

Batalla de Módena. Vuelta al sur.[editar]

Año 72-71 a. C., Las tropas de Espartaco regresan al sur y sitian Roma. Luego marchan hacia el sur,
La guerra de los Gladiadores se extendió a toda la península por casi 3 años.
Los ejércitos consulares derrotados regresaron a Roma para reagruparse mientras los
seguidores de Espartaco se movían hacia el norte. Los cónsules volvieron a atacar a
Espartaco en algún lugar de la región del Piceno, y de nuevo fueron vencidos.17
Los romanos se desesperaban al ver que sus legiones establecidas en Italia no eran
suficientes para vencer a los rebeldes. Sin embargo, hicieron un último intento de evitar su
salida de la Península. El gobernador de la provincia de la Galia Cisalpina, el cónsul Cayo
Casio Longino, reunió todas las fuerzas disponibles y aguardó la llegada de Espartaco al valle
del Po, en la ciudad de Módena. Espartaco aceptó la batalla propuesta por el cónsul y lo
derrotó,18 tras lo cual pudo cumplir su plan de cruzar los Alpes, pero en vez de eso, regresó
hacia el sur.
Entre los historiadores clásicos, que escribieron sus relatos solo unos años después de los
propios sucesos, parecía haber división sobre cuáles eran las motivaciones de
Espartaco. Apiano y Floro escriben que pretendía marchar sobre la misma Roma,19

Batalla de Samnio. Sitio de Roma.[editar]


Aunque no hay una explicación clara de este asunto, se puede concluir que en ese momento
los rebeldes estaban tan entusiasmados por su rosario de victorias que no se podía ni hablar
de escapar de Italia. Deseaban culminar su venganza tomando Roma, y Espartaco se vio
obligado a someterse para no perder completamente el control de su indisciplinado ejército.
Espartaco se acercó a Roma. Sabiendo que no podría tomar la ciudad dadas sus poderosas
fortificaciones, adoptó una postura pasiva. Los romanos, por su parte, habían confiado el
mando supremo del ejército al pretor Marco Licinio Craso, adjudicándole las diez legiones
disponibles, aunque no eran de las mejores, pues ya los soldados estaban desmoralizados
por las inauditas victorias de Espartaco.
De acuerdo con Apiano, la batalla entre las legiones de Gelio y los hombres de Criso cerca del
Monte Gargano fue el comienzo de una larga y compleja serie de maniobras militares que casi
tuvieron como resultado que las fuerzas de Espartaco asaltaran la misma ciudad de Roma.
Habiéndose acercado ambos enemigos, Craso ordenó asumir una posición defensiva mientras
elaboraba una estrategia para derrotar a los rebeldes, que consistía en encerrarlos en la
montañosa región del Piceno, mientras recibía más refuerzos. La batalla se definió en la
región de Samnio20. Sin embargo, uno de sus ayudantes, Mummio, que tenía órdenes de
dirigirse a una posición más avanzada de la que ocupaban los rebeldes con el fin de
rodearlos, optó más bien por atacarlos directamente, siendo
derrotado.21 Muchos legionarios arrojaron las armas (en signo de cobardía) y huyeron.
Espartaco siguió su marcha hacia el sur.
En vista de esta derrota, Craso decidió tomar medidas severas para restablecer la disciplina
entre sus tropas. A los que huyeron ante sus enemigos los diezmó con la decimatio, un
castigo que no se utilizaba desde hacía mucho tiempo, y que consistía en condenar a muerte
a uno de cada 10 de los desertores. Ordenó a sus hombres que mataran a golpes a cada uno
de los condenados. Como consecuencia de esta medida, nadie más osó violar las órdenes ni
pretendió huir del enemigo.22

Marcha hacia el sur. Mercaderes y piratas[editar]


Espartaco, escultura en el Palais des Beaux-Arts (Lille, Francia)

Apiano afirma que en este momento Espartaco cambió su intención de marchar sobre Roma
—dando a entender que ese era el objetivo de Espartaco tras la confrontación de Piceno— 23
porque «no se consideraba preparado todavía para ese tipo de lucha, ya que su fuerza no
estaba armada adecuadamente, porque ninguna ciudad se le había unido, solo esclavos,
desertores y chusma», y decidió retirarse nuevamente al sur de Italia. Asediaron la ciudad
de Turios y la campiña de los alrededores, armándose, asaltando los territorios circundantes,
cambiando los botines por bronce y hierro con mercaderes (con los que manufacturar más
armas) y enfrentándose ocasionalmente con fuerzas romanas, que siempre acababan
derrotadas.24
Craso, habiendo llegado desde el norte, y enterado de que los rebeldes trataban de pasar a
Sicilia, aprovechó la ocasión para encerrarlos en el extremo sudoccidental de la península
itálica. Con este fin construyó de mar a mar una línea fortificada de unos 65 km, 25 compuesta
de un profundo foso y vallas de cuatro metros y medio de altura. Espartaco recurrió a una
astuta táctica utilizada por Aníbal contra los romanos 144 años antes. Durante una noche
reunió todo el ganado que pudo, puso antorchas en sus cuernos y los arrojó hacia la valla. Los
romanos se concentraron en el punto a donde se dirigían las antorchas, pero pronto
descubrieron, para su sorpresa, que no eran hombres, sino reses. Los rebeldes, por su parte
cruzaron la valla por otro sector sin ser molestados y regresaron a Lucania (actual Basilicata),
en la parte norte del golfo de Tarento.
Mientras tanto, Espartaco llegaba a Campania y avanzando más llegó a los alrededores de la
ciudad de Turi, donde muchos mercaderes aparecieron para obtener el botín tomado por
Espartaco. Necesitado de material para construir armas, prohibió el intercambio comercial
por encaje, oro o plata; los rebeldes solamente debían aceptar hierro y cobre, materiales
necesarios para fabricar armas.
Espartaco y su ejército llegaron al mar Tirreno, en la zona de Calabria. Aquí entró en contacto
con los piratas de Cilicia, quienes prometieron darle una flota para transportar las tropas
rebeldes a Sicilia con el fin de hacer de la isla un bastión rebelde inexpugnable, o simplemente
huir por mar a otras latitudes.

Fin de la guerra[editar]
El Senado perdió la fe en Craso al ver que no podía vencer a los esclavos. Enviaron entonces
al general Cneo Pompeyo, recién llegado a Italia desde Hispania, donde había reprimido hacía
poco la rebelión de Sertorio. A Licinio Lúculo, lugarteniente de Macedonia, se le dio orden de
desembarcar con sus tropas en el puerto de Brindisi desde Grecia.26
La idea del Senado era cercar a los esclavos desde tres frentes: noroeste (Pompeyo),
suroeste (Craso) y este (Lúculo). En total, los romanos sumarían unas 20 legiones (alrededor
de 120 000 hombres), de las cuales sobresalían las de Pompeyo, que regresaban de una
campaña victoriosa en Hispania.27

Segunda separación del ejército esclavo[editar]


Espartaco intentó negociar con Craso para dar fin al conflicto antes de que llegaran los
refuerzos romanos.28 Cuando Craso se negó, una parte de las fuerzas de Espartaco rompieron
el confinamiento y huyeron hacia las montañas al oeste de Petelia (la actual Strongoli)
en Bruttium, con las legiones de Craso en su persecución.29 Las legiones consiguieron
alcanzar a una parte de los rebeldes, separada del ejército principal, matando a 12.300 de
ellos.30 Sin embargo, las legiones de Craso también sufrieron pérdidas, ya que los esclavos en
huida se dieron la vuelta para enfrentarse a las fuerzas romanas, derrotándolas en un
principio, pero fueron finalmente derrotados.31
Si bien al comienzo de la rebelión la separación de un grupo similar no había tenido mayor
importancia, ahora la situación era completamente distinta. Cualquier debilitamiento de las
fuerzas rebeldes resultaría mortal, puesto que ya no había reserva de esclavos que pudieran
unírseles. De esta manera, a Espartaco le quedaron alrededor de 80 000 hombres.
Por fin, las tropas de esclavos se acercaron al sur, Brindisi. Posiblemente con la idea de
cruzar el mar Adriático y desembarcar en Grecia o Iliria. Sin embargo, Espartaco quiso hacer
la prueba. Al llegar cerca de la ciudad, sus espías le informaron de que Lúculo ya se
encontraba en ella. Entonces retrocedió para enfrentarse a Craso y Pompeyo.

Batalla de Río Silario[editar]


Año 71 a. C., últmos movimientos de la guerra. El ejército de Espartaco rompió el asedio de
las legiones de Craso (X) y se retiró hacia las montañas cercanas a Petelia. Escaramuzas iniciales entre
ambos bandos (1) y el giro del ejército esclavo para la batalla final (2).

En el año 71 a. C., en Apulia, se libró la última batalla (llamada por algunos


historiadores batalla del Río Silario). Según se dice, antes de la misma le llevaron su caballo a
Espartaco, y él lo mató con su espada, diciendo: «La victoria me dará bastantes caballos de
entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no lo necesitaré», algo que no tiene mucha lógica,
tratándose de la situación. Sitiados en el sur de la península, y cercados por los ejércitos
romanos, los rebeldes estarían dispuestos a vender cara su derrota y jamás volver a servir a
los romanos, pero no pudieron resistir la superioridad de las legiones romanas. Al finalizar la
batalla, de los 80 000 rebeldes, 60 000 perecieron; en cambio los romanos solo perdieron
1000 hombres; según las fuentes romanas, no se pudo localizar el cuerpo de Espartaco.

Supervivientes[editar]
Los remanentes de las tropas rebeldes, aproximadamente 20 000 se dispersaron. Un cierto
número de ellos logró huir y se refugió junto a los piratas de Cilicia, puesto que la zona sur de
la península itálica tenía un importante tráfico comercial y pesquero. Pompeyo logró destruir a
una tropa de 5000 hombres que se dirigía hacia el norte tratando de salir de Italia por los
Alpes, como era la intención inicial de Espartaco. Los romanos hicieron 6000 prisioneros, que
fueron crucificados a lo largo del tramo de la Vía Apia entre Capua y Roma.

Consecuencias[editar]
Al final de la rebelión encabezada por Espartaco, Italia perdió al menos 100 000 esclavos, con
lo que todos los aspectos de la producción sufrieron un fuerte golpe, en especial el sector
agrícola, donde muchos latifundios, base fundamental de la economía romana, fueron
destruidos. Los propietarios de esclavos, temerosos de nuevas rebeliones, tomaron varias
medidas preventivas:

1. Empezaron a mostrar preferencia por los hijos de sus propios esclavos y que nacían
en su casa, pues se los consideraba más fieles que los que eran adquiridos por
compra en el mercado; sin embargo, esto no podía satisfacer las necesidades de
mano de obra.
2. Manumitieron a muchos esclavos, lo que contribuyó al incremento de la ciudadanía
parasitaria, que solo vivía de las regalías de los políticos (el famoso panem et
circenses), hecho que terminó agotando a Roma.
3. Optaron por el sistema de colonato, en el cual asignaban a algunos esclavos
pequeñas parcelas de tierra a cambio de una parte de la cosecha. Teniendo en
cuenta que el sistema esclavista convierte el trabajo productivo en una actividad para
esclavos, y por lo tanto algo «aborrecible» para los hombres libres, los rendimientos
productivos eran de cualquier forma bajísimos, lo que se ve confirmado con fuentes
como Columela y Plinio el Viejo.

Crucifixión, antigua Roma

Todo esto originó una aguda crisis agropecuaria en Italia, que fue extendiéndose a las
provincias, y que, aun con todas las medidas que tomaron los emperadoresposteriores (entre
los que sobresalen Tiberio, Trajano y Antonino Pío), nunca pudo resolverse. Como
consecuencia se dio un empobrecimiento general de la población, al mismo tiempo que el
Estado seguía exigiendo impuestos exorbitantes para satisfacer sus necesidades militares en
la lucha contra los bárbaros, quienes durante la última época de la República y la edad de oro
del Imperio (siglos II a. C.-II d. C.) habían constituido para los romanos su fuente principal de
esclavos.
El estatus y los derechos legales de los esclavos romanos también empezaron a cambiar.
Durante la época del emperador Claudio (que reinó del 41 d. C. al 54 d. C.) se promulgó una
constitución que convertía el hecho de matar a un esclavo viejo o enfermizo en un acto de
asesinato y decretaba que si esos esclavos eran abandonados por sus amos, se convertían
en hombres libres.32
Finalmente, agotado por completo y debilitada su capacidad de resistencia, el Imperio
romano no pudo oponerse eficazmente a las invasiones bárbaras del siglo V, teniendo que
aceptar que se asentaran en su territorio y «alianzas» con algunos invasores bárbaros
«federados» para defenderse de otros (como los visigodos de Hispania), o la pérdida de
ciertas regiones vitales (como el norte de África, a manos de los vándalos). Esta situación
significó de hecho el fin del Imperio romano de Occidente (476 d. C.) y el inicio de la Edad
Media en Europa, con un nuevo modo de producción predominante: el feudalismo.

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