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¡EL DIA DE MI CONFESIÓN!

"No juzgues cada día por la cosecha que recoges, sino por las semillas
que plantas", Robert Louis Stevenson.

“Hay personas que llevan TRANQUILIDAD a donde quiera que van,


y otras CUANDO se van”, Oscar Wilde.

Ana Edith Mesa Rozo


¡EL DIA DE MI CONFESIÓN!

Ana Edith Mesa Rozo


A Dios por la oportunidad de vivir
una experiencia de aprendizaje
a partir de mis logros y dificultades.

A la VIDA por ser la universidad


que me formó como persona.

A mis Carmen E. Rozo y Gabriel Mesa,


a mis hermanas, familia y demás personas,
que formaron parte de mis experiencias.
INDICE
INTRODUCCIÓN

“PASOS DEL LIBRO”


INICIO: PREPARACIÓN Y DECISIÓN DE CONFESARSE
NUDO/DESCENLASE: DURANTE LA CONFESIÓN
DESCENLACE/RESULTADOS: DESPUÉS DE LA CONFESIÓN.
CAPITULO I

Mi madre una chica de cortos 17 años y mi padre un hombre ya “hecho y derecho” de sentados
31 años de edad dispuestos a formar una familia, la cual era todo un reto en tiempos de guerra
política, conflicto armado, influencias sociales y problemas familiares externos e internos. Un
hombre con la capacidad de afrontar gran parte de estas dificultades, aunque le sea difícil, pues
no procede de cuna de oro, pero aprendió a trabajar y defenderse, con los estudios básicos y
encaminado a avanzar en ellos. (En los 90 no todos los jóvenes de pueblo, tenían acceso a
estudios superiores y algunos de los que podían, decidían por voluntad no acceder a estos; mi
padre un joven con la posibilidad y poca capacidad de recursos) Él supo desde niño que para
ganarse la vida había distintos caminos, a sus cortos 5 años quedó huérfano de mamá, mi abuelo
tuvo que afrontar una dura situación con 8 hijos, uno solo casado; mi padre el quinto de ellos.
No sabría decir si desafortunadamente o por fortuna una sola mujer, que fue para mi padre y
mis tíos menores como una mamá desde sus escasos 7 años. El abuelo, aunque solo logró criar,
educar y sacar adelante a sus hijos al menos hasta sus 18 años, momento en que cada uno
decidió su propia vida. De todos los hijos, mi padre es el hijo estudioso, quien eligió el camino
más largo en aquel entonces; durante la secundaria, como todo chico veía que el disfrute, el
goce y los juegos eran su pasión, no era un excelente alumno, no obstante, se defendía en sus
calificaciones, y contar con una época en la que los estudiantes debían cumplir con sus labores,
aunque fuese necesario irse a golpes y castigos extremos en la escuela y en casa fue el motivo
principal para mantenerse sobre la línea. Mi padre y su círculo amistoso olvidaros las razones
por las que iban y venían a diario al pueblo, optaron por aprovechar el tiempo, porque vida solo
hay una, los billares, el tejo, la pola de cantina, y otras actividades similares eran el centro de
sus estudios mientras cursaba grado decimo, y aunque obtuvo excelentes calificaciones en
aquellos oficios, eso no le ayudó a la hora de salvar el año escolar, al final ni los ruegos,
rosarios y paseos suplicantes le ayudaron en su colegiatura, “se mascó el año”; con grandes
reproches el abuelo imponía su castigo, pues el muy bien sabía a lo que se atenía y conocía muy
bien las condiciones del esfuerzo que se hacía, “quitarse el pan de la boca, por darle estudio a
él”, “tanto esfuerzo pa´ que no valore un centavo”, “Lo que hizo falta fue darle chuco, como
cuando era niño”, “pues ahora se dará estudio usted mismo, pa´ que aprenda lo que es la vida”,
“si ya le quedó grande, entonces póngase a trabajar y sude la gota, si quiere comer”; esos y
otros eran los reproches que escuchaba a causa de sus vicios de juego, las dos últimas frases
fueron las más duras de oír, pues se convirtieron en un hecho días después.
Al verse y sentirse sin apoyo para “repetir el año escolar” mi padre decidió trabajar, pero lejos
de mi padre, después de todo el orgullo es un factor hereditario, así que salió corriendo al
primer lugar que se le ocurrió, yendo a parar a Saravena Arauca, un pueblo que medio de tanta
guerra ofrecía posibilidades de empleo mediante labores campesinas. Allí permaneció 1 año
haciéndole caso al abuelo desde lejos, pues sudo, gozó, lloró y aprendió tanto que al comienzo
del próximo año “corrió a pedir cacao” y “con el rabo entre las piernas” a la casa del abuelo.
“Volvió el hijo prodigo” a pedirle perdón al abuelo y a contarle que esos trabajos no eran lo
suyo, que él quería volver a estudiar, que le diera otra oportunidad; el abuelo notó que había
aprendido la lección, que el castigo surtió el esfuerzo necesario para que el hijo le diera el valor
que se merece cada esfuerzo que se hace por darle gusto a él. Mi padre volvió a estudiar, y
terminó la secundaria satisfactoriamente, dándole la oportunidad de ser docente en el mismo
pueblo en una escuela de Primaria; no solo tomó el empleo, sino que comenzó a estudiar a
distancia, hizo los cursos básicos requeridos para ser inspector en esos tiempos, de esta manera
escaló rápidamente y se convirtió en 1 de los 3 Inspectores del Municipio. Fue en medio de esa
labor y sus aires de amante y conquistador que desarrollaba con las estudiantes de los colegios
de (Cañas, sector rural y Técnico, sector Central) que conoció a mi mamá.
Mi madre una chica que al igual que mi padre tuvo que aprender a defenderse en medio de tanta
dificultad, ella también perdió a su padre a los 5 años y su madre, mi abuela, permanecía en
idas y venidas al país vecino (Venezuela) y Bogotá, ella solo tuvo 1 hermano, 2 hijos en total. Al
tío Juan se lo llevaron a Venezuela y fue criado allí por un tío de ellos, a sus 5 años mi madre
experimentó prácticamente de la pérdida total de sus padres, quedando con sus abuelos, quienes
fueron su refugio y razón de crecer y continuar; ella dice que no desarrollo mayor gusto por el
estudio, pues prefería ayudar a sus abuelos en las labores para aminorar sus cargas, no era fácil
sostener la casa cuando ellos ya eran mayores para correr como niños en la finca y sus oficios;
aun así asistía al colegio y se defendía como podía.
Ellos cuentan que se distinguían, debido a que un familiar de mamá era vecino de papá, y sus
hijos también estudiaban en el colegio al tiempo que mamá y papá, de modo que cuando mi
madre cursaba sus estudios de secundaria una prima suya también, la cual era la “novia de
momento” de mi padre. Papá cuenta que el día que “cambió de novia y decidió ajuiciarse” es
un día de no olvidar, pues para en entonces ya le estaba huyendo a su intensa novia y sus ideales
de matrimonio, por lo que no quería ser visto por estudiantes del colegio Central, aprovechó que
de la alcaldía salía la volqueta con materiales de construcción víal con destino a Duartes, lugar
donde está su casa, y acompaño al conductor y ayudante en el viaje; Sin embargo, gran número
de estudiantes con el mismo destino le frenaron el paso a esta, para usarla como trasporte, pues
como apenas construían la carretera no pasaban muchos autos por allí, mi madre y sus amig

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