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Lectura Obligatoria Tuesta PDF
Lectura Obligatoria Tuesta PDF
1
Profesor
principal
de
Ciencia
Política
de
la
Pontificia
Universidad
Católica
del
Perú
(PUCP),
<ftuesta@pucp.pe>.
Una
primera
versión
de
este
trabajo
fue
presentado
en
el
II
Congreso
Internacional
de
Estudios
Electorales,
organizado
por
el
Jurado
Nacional
de
Elecciones
(JNE)
entre
el
27
al
29
de
noviembre
del
2014
en
la
ciudad
de
Lima.
1
(López,
2005).
Pero
no
todo
partido
nuevo
es
un
partido
desafiante.
En
parte
lo
es
cuando
nace
y
crece
en
una
comunidad
política
cuyos
ejes
partidistas
lo
componen
un
limitado
conjunto
de
partidos
tradicionales
en
un
periodo
de
tiempo
considerable.
De
la
misma
manera
se
estructura
y
amplía
su
radio
de
acción
política,
al
lado
de
una
propuesta
política
lo
suficientemente
atractiva
como
para
desafiar
y
–en
algunos
casos–
alcanzar
el
poder.
Finalmente,
su
paso
por
el
poder
no
los
debilita,
sino
los
fortalece.
En
el
Perú,
a
diferencia
de
México,
Uruguay
o
Colombia,
ese
no
ha
sido
el
caso.
Lo
que
surgieron
fueron,
no
partidos
desafiantes,
sino
simplemente
partidos
emergentes.
Esto
tiene
su
peso
histórico.
Si
tomamos
como
base
solo
el
último
siglo
se
observa
cómo
la
vida
democrática
peruana
ha
tenido
una
continuidad
escasa.
Se
produjeron
siete
golpes
de
Estado
y
los
gobiernos
que
emergieron
de
esos
eventos
no
solo
fueron
largos
en
el
tiempo
(Leguía,
1919-‐1930;
Benavides,
1933-‐1939;
Odría,
1948-‐1956;
Velasco
Alvarado/Morales
Bermúdez,
1968-‐1975
y
1975-‐1980;
y
Fujimori,
1992-‐2000),
sino
que
persiguieron
a
los
partidos,
restringieron
su
funcionamiento
o
desarrollaron
una
fuerte
prédica
antipartidista.
Como
máximo,
al
tercer
gobierno
consecutivo,
se
quebraba
el
orden
constitucional.
Los
partidos
de
tradición
histórica
en
el
Perú
son
escasos.
En
la
actualidad
se
encuentran
aún
activos
tres
partidos
que
se
fundaron
antes
del
último
gobierno
autoritario
de
Alberto
Fujimori
(1992-‐2000):
el
Partido
Aprista
Peruano
(PAP),
Acción
Popular
(AP)
y
el
Partido
Popular
Cristiano
(PPC).
Estos
partidos
de
tradición
histórica,
al
que
se
le
debe
de
sumar
Izquierda
Unida
(IU),
lograron
concentrar
la
mayor
representación
política
hasta
la
década
de
1980,
configurando
un
sistema
de
partidos
de
pluralismo
extremo
y
polarizado,
pero
creando
también
una
comunidad
política
débil
y
de
fragilidad
extrema,
vulnerable
ante
crisis
exógenas
(Tuesta,
1995)..
El
desplome
del
sistema
de
partidos
peruano
abrió
el
espacio
para
el
surgimiento
de
nuevas
organizaciones,
pero
también
permitió
el
surgimiento
del
fenómeno
llamado
outsider,
como
lo
fue,
sobre
todo,
Alberto
Fujimori
(1990-‐2000).Pero
si
bien
el
fujimorismo
es
la
expresión
política
del
desplome
del
sistema
de
partidos,
lo
que
sobrevino
no
fue
uno
nuevo
y
regenerativo.
Sí
dio
paso
a
un
conjunto
de
partidos
que
tenían
algunas
características
comunes:
carecían
de
un
anclaje
ideológico,
definiciones
programáticas
difusas,
maquinarias
organizativas
débiles,
como
altamente
personalistas
(Tuesta,
2014)..
Una
de
las
características
de
los
partidos
emergentes
es
que
carecían
de
una
penetración
nacional.
Podían
triunfar
en
elecciones
presidenciales
(Fujimorismo,
Perú
Posible
y
Partido
Nacionalista
Peruano),
parlamentarias
(el
resto
de
partidos),
podían
ganar
la
alcaldía
de
Lima
(Somos
Perú,
Solidaridad
Nacional),
pero
en
ninguno
de
los
casos
se
extendieron
y
ganaron
la
representación
subnacional.
En
los
últimos
años
los
partidos
políticos
han
crecido
en
número
pero
en
medio
de
la
desconfianza
y
rechazo
de
la
ciudadanía
que
muestra
las
siguientes
características:
• Fraccionamiento
partidario.
Cuando
un
sistema
tiene
un
número
alto
de
partidos
la
funcionalidad
del
sistema
queda
impactado
negativamente,
siendo
muy
difícil
que
lleguen
a
acuerdos
o
construir
mayorías.
En
el
parlamento
si
bien
tan
solo
seis
partidos
políticos
y
alianzas
de
partidos
lograron
superar
el
umbral
de
representación,
el
número
total
fue
de
catorce
partidos
políticos.
Así,
en
el
2001,
catorce
partidos
2
políticos
tenían
representantes
en
el
Congreso,
en
el
2006,
quince
partidos
y,
en
el
2011,
catorce
partidos.
Es
decir,
se
ha
mantenido
un
número
alto
de
partidos,
siendo
varios
de
ellos
integrados
por
tan
solo
uno
o
dos
congresistas.
• Bajo
nivel
organizativo.
Los
partidos
políticos
tienen
serios
problemas
para
ganar
nuevos
miembros
y
mantener
los
propios.
En
los
últimos
años
se
observa
una
deserción
de
sus
cuadros
y
la
organización
política
no
ofrece
incentivos
para
comprometerse
políticamente.
El
número
de
afiliados
crece
en
época
de
elecciones,
pero
decrece
claramente
fuera
de
esta
época.
Los
partidos
se
vuelven
básicamente
maquinarias
electorales,
pero
débiles.
Los
partidos
tampoco
ofrecen
una
mínima
capacidad
organizativa,
a
través
de
la
que
se
pueda
canalizar
la
demanda
de
quienes
desean
militar
en
ellos
y
carecen
de
recursos
materiales.
En
consecuencia,
el
partido
político
se
reduce
y
depende
de
su
bancada
parlamentaria,
regional
o
municipal.
• Bajo
nivel
de
cohesión
interna
y
disciplina
partidaria.
Al
bajo
nivel
organizativo
se
le
suma
estímulos
por
la
presencia
de
incentivos
personales
de
carácter
electoral.
El
voto
preferencial
hace
sentir
al
congresista
que
el
poder
delegado
no
se
lo
debe
al
partido,
sino
a
su
relación
con
el
elector.
Ese
nivel
de
autonomía
produce
una
resistencia
a
seguir
las
normas
partidarias
y
la
cohesión
se
ve
resentida
en
la
precaria
vida
de
la
bancada
parlamentaria.
Si
en
los
partidos
existen
diferencias,
en
muchos
casos
se
observa
que
se
trata
de
diferencias
personales.
En
los
partidos
emergentes
la
situación
es
aún
más
severa,
pues
muchos
se
inscriben
sin
una
organización
previa,
con
un
núcleo
reducido
de
miembros
alrededor
del
fundador,
en
una
inscripción
legal
que
reposa
en
adhesiones
(firmas)
y
no
tanto
centrada
en
afiliaciones
(militantes).
No
hay
claros
incentivos
por
congregar
militantes.
• Alto
personalismo.
Si
bien
los
partidos
políticos
producen
líderes
que
encabezan
los
diversos
proyectos
políticos,
es
claro
que
una
organización
que
no
trasciende
a
sus
fundadores
es
una
organización
que
depende
exclusivamente
de
ellos.
Pero
si
la
organización,
además,
crea
normas
y
prácticas
en
las
que
las
decisiones
las
toma
una
sola
persona,
estamos
delante
de
una
organización
que
difícilmente
podrá
cumplir
adecuadamente
las
funciones
propias
de
los
partidos
políticos.
En
el
Perú
se
ha
visto
transitar
un
sinnúmero
de
partidos
políticos
que
han
aparecido
y
desaparecido
en
corto
tiempo,
porque
dependen
de
las
circunstancias
de
su
líder
y
fundador.
• Elecciones
internas
sin
garantías.
Se
observa
una
gran
resistencia
de
parte
de
las
dirigencias
partidarias
para
poner
en
práctica
los
mecanismos
que
producen
elecciones
internas
limpias,
competitivas
y
de
resultados
incuestionables.
Por
el
contrario,
es
frecuente
encontrar
la
creación
de
comités
electorales
dependientes
de
la
mayoría
de
la
dirección
del
partido,
con
reglas
de
juego
que
se
modifican
a
pesar
de
que
ya
se
ha
convocado
al
proceso
electoral,
en
donde
las
minorías
son
aplastadas
y
los
resultados
cuestionados,
siendo
solo
meras
referencias
en
la
inscripción
oficial
de
los
candidatos
del
partido.
• El
pobre
financiamiento
partidario.
La
mayor
competencia
y
la
centralización
de
la
campaña
en
los
medios
de
comunicación
han
ocasionado
que
los
costos
de
la
actividad
política
se
incrementen
sustantivamente.
Es
así
que
las
campañas
se
volvieron
más
frecuentes
y
costosas
cuando,
por
el
contrario,
la
militancia
y
sus
aportes
económicos
3
disminuyeron
drásticamente.
Los
partidos,
sin
recursos
propios
y
sin
apoyo
de
dinero
público,
se
debilitan
más
y
son
vulnerables
al
dinero
de
las
corporaciones
y
al
dinero
mal
habido.
Pero
la
dinámica
política
tiene
arenas
distintas
de
desarrollo.
Es
así
que
se
han
ido
desarrollando
espacios
de
competencia
a
nivel
subnacional
diferenciados
de
lo
nacional,
observándose
dinámicas
propias
(Došek
y
Freidenberg
2013).
En
el
Perú
la
división
política
administrativa
es
el
departamento,
seguidamente
la
provincia
y
luego
el
distrito.
En
cada
caso
se
eligen
autoridades
de
cargos
representativos.
El
primer
nivel
sub
nacional,
es
el
regional.
Sin
embargo,
como
veremos
en
adelante,
no
existen
regiones,
pues
estas
se
constituyen
por
la
fusión
de
dos
o
más
departamentos
contiguos.
Hasta
ahora
no
se
ha
creado
ninguna.
Lo
que
se
ha
elegido,
desde
el
2002,
es
a
en
gobernador
y
un
consejo
regional,
de
variados
número
según
el
número
de
provincias,
en
el
espacio
de
los
25
departamentos.
Esta
situación
transicional
se
ha
convertido
en
permanente2.
A
nivel
local
se
tiene
que
elegir
un
alcalde
provincial
(194)
y
un
concejo
provincial,
cuyo
número
depende
del
tamaño
de
la
población.
Finalmente,
se
elige
en
cada
distrito
a
un
alcalde
(1843)
y
un
concejo
distrital,
cuyo
número
igualmente
depende
del
tamaño
de
la
población.
Estos
espacios
subnacionales
han
sido
ganados
por
organizaciones
de
menor
alcance
territorial,
con
menores
exigencias
formales
de
inscripción
y
con
mayores
incentivos
para
su
mantenimiento
a
nivel
subnacional.
Se
observa
la
creciente
proliferación
de
organizaciones
de
alcance
regional
(departamental),
provincial
y
distrital,
lo
que
lleva
a
una
atomización
partidaria
extrema.
Sin
embargo,
si
se
observan
con
mayor
detenimiento
las
listas
locales,
vale
decir
las
de
alcance
provincial
y
distrital,
también
han
decrecido.
En
2014,
las
listas
locales
provinciales
tan
solo
ganaron
cinco
de
193
provincias
(se
anularon
las
elecciones
en
Condorcanqui
y
Purus)
y
21
de
1643
municipios
distritales.
Y
las
listas
locales
distritales
solo
ganaron
31
municipios
distritales.
Estas
listas
locales,
que
tienen
la
responsabilidad
de
desarrollar
una
gestión
pública
en
distritos-‐provincias,
están
libradas
a
su
suerte.
Su
inscripción
desaparece
por
ley,
cuando
finaliza
el
proceso
electoral.
Son
listas
electorales
y
no
organizaciones
partidarias,
por
lo
que
el
poder
se
hiperconcentra
en
el
candidato
a
alcalde.
Dichos
grupos,
al
lado
de
tener
mucha
responsabilidad
pública
–varios
municipios
han
visto
crecer
sus
arcas
gracias
a
las
mayores
transferencias
del
tesoro
público
y/o
el
canon,
donde
están
presentes
las
industrias
extractivas–,
no
reposan
en
una
organización,
que
como
las
nacionales
sí
están
obligadas
a
practicar
elecciones
internas
y
a
mostrar
el
origen
de
su
financiamiento.
En
este
contexto
partidario
adverso,
pero
coincidentemente
con
el
inicio
del
crecimiento
económico
que
duraría
más
de
una
década,
se
iniciará
el
proceso
de
regionalización
que
tendrá
impacto
en
el
precario
sistema
partidario
peruano.
2.
El
impacto
de
la
regionalización
2
Sin
embargo,
en
el
Perú
se
ha
acostumbrado
a
decir
a
los
departamentos
regiones.
Por
esa
razón,
en
La
Constitución
Política
de
1979
ya
establecía
la
creación
de
regiones.
El
primer
gobierno
de
Alan
García
(1985-‐1990)
propuso
la
creación
de
once
regiones,
que
eran
conformadas
por
los
veinticuatro
departamentos3.
Sin
embargo,
este
proceso
se
cortó
con
el
golpe
de
Estado
de
1992,
encabezado
por
Alberto
Fujimori.
Una
vez
caído
el
régimen
de
Fujimori
en
2001,
elegido
ya
Alejandro
Toledo
(2001-‐2006),
se
retoma
el
proceso
de
regionalización,
esta
vez
bajo
el
amparo
de
la
Constitución
de
1993,
aprobándose
posteriormente
la
Ley
de
Elecciones
Regionales
(2002),
que
establece
la
elección
de
autoridades
regionales
en
veinticinco
circunscripciones
electorales,
involucrando
así
a
los
veinticuatro
departamentos
y
a
la
provincia
constitucional
del
Callao.
Asimismo,
se
reconoce
a
un
presidente
y
a
un
vicepresidente
regional,
además
de
consejeros
regionales,
cuyo
mandato
es
de
cuatro
años
y
es
reelegible.
La
creación
de
los
gobiernos
regionales
era
el
inicio
de
un
nuevo
proceso
de
regionalización
política
del
país.
El
diseño
normativo
de
conformación
estaba
previsto
en
“dos
etapas:
(i)
integración
de
dos
o
más
circunscripciones
departamentales
colindantes,
y
(ii)
cambio
de
circunscripción
de
provincias
y
distritos
contiguos
a
las
regiones
que
se
hayan
conformado
en
el
referéndum
anterior
(…)
El
primer
referéndum
se
realizó
en
octubre
del
2005,
y
los
siguientes
están
previstos
para
los
años
2009
y
2013.
El
diseño
actual
no
precisa
cómo
se
deberá
proceder
si
llegado
el
2013
subsisten
departamentos
aislados;
es
decir,
que
no
se
hayan
integrado
a
ningún
otro
u
otros”4.
Pero
de
los
dieciséis
departamentos
convocados
a
consulta,
solo
en
Arequipa,
con
el
53,5%
de
los
votos,
se
aprobó
la
conformación
de
una
región
conjuntamente
con
Puno
y
Tacna.
Sin
embargo,
en
estos
dos
departamentos
los
porcentajes
de
desaprobación
al
referéndum
llegaron
a
73%
y
88%,
por
lo
que
en
la
suma
general
se
rechazaba
la
creación
de
la
región.
En
consecuencia,
no
se
creó
ninguna.
El
hecho
de
no
crearse
regiones
no
impidió
que
se
realizaran
elecciones
departamentales.
Esto
tuvo
efectos
importantes
en
la
representación
política
subnacional,
pues
para
las
“elecciones
regionales”
2002,
2006,
2010
y
2014
se
eligieron
presidentes5
que
fueron
adquiriendo
y
reafirmando
su
poder
al
lado
de
un
proceso
que
les
fue
otorgando
funciones,
competencias
y,
sobre
todo,
importantes
recursos
económicos.
3.
Las
cambiantes
reglas
de
juego
regionales
A
lo
largo
de
la
década
y
media
desde
2002
se
han
elegido
un
centenar
de
gobernadores6
regionales
y
más
de
mil
consejeros
regionales,
en
cuatro
procesos
electorales
de
carácter
regional
que
se
realizaron
de
manera
simultánea
a
las
elecciones
municipales
en
los
años
2002,
2006
,
2010
y
2014,
con
dos
diseños
de
sistemas
electorales.
3
Se
exceptuaba
al
Callao,
que
tenía
autonomía
política
y
administrativa
especial.
4
Red
Participa
Perú,
Conformación
de
regiones
y
ordenamiento
territorial,
p.
3.
http://propuestaciudadana.org.pe/red/apc-‐aa/archivos-‐
aa/068d5099c088d67686280321657b29ee/_22.2__PRODES___Capitulo_1.pdf
5
En
la
práctica
gobernaban
sobre
territorios
departamentales.
En
2015
se
modifica
la
Constitución
y
se
les
regional.
5
• El
primero
es
el
que
enmarcó
las
dos
primeras
elecciones
regionales
del
2002
y
el
2006.
La
Ley
de
Elecciones
Regionales
(LER)
establecía
un
sistema
electoral
en
el
que
el
presidente,
vicepresidente
y
consejeros
regionales
conformaban
una
lista
cerrada.
Ganaba
la
presidencia
regional,
por
un
período
de
cuatro
años,
el
partido
que
obtenía
mayor
número
de
votos.
Además,
a
la
lista
ganadora
se
le
asignaba
escaños
en
el
Consejo
Regional
según
el
método
de
la
cifra
repartidora
o
la
mitad
más
uno
de
los
cargos,
lo
que
más
le
favorezca,
según
el
orden
de
candidatos
y
provincias.
Se
establece
que
cada
provincia
debe
tener
al
menos
un
representante
(art.
8
Ley
27683).
En
cada
lista
se
debe
incluir
al
menos
un
30%
de
mujeres
y
15%
de
representantes
de
comunidades
indígenas
y
pueblos
originarios
en
cada
región
donde
existan.
Es
decir,
el
presidente
regional
tenía
siempre
un
Consejo
Regional
con
mayoría
absoluta.
La
idea
era
que
pudiera
gobernar
sin
limitaciones.
A
las
otras
organizaciones
se
les
otorgaba
escaños
de
acuerdo
a
la
proporción
de
los
votos
obtenidos,
organizándose
como
oposición
en
el
consejo
regional.
•
• Las
elecciones
regionales
del
2010
y
2014
se
desarrollaron
con
otro
marco
normativo.
El
anterior
fue
modificado
en
2009.
En
el
período
de
gobierno
del
presidente
Alan
García
(2006-‐2011),
se
incrementaron
los
conflictos
sociales,
interpretándose
que
estos
tenían
relación
directa
con
el
porcentaje
obtenido
por
los
presidentes
regionales.
Es
decir,
que
al
ganar
con
bajos
porcentajes,
la
legitimidad
era
baja.
En
consecuencia,
el
presidente
Alan
García
presentó
un
proyecto
de
ley
que
el
Congreso
aprobó,
en
el
que
se
introducía
el
mecanismo
de
Ballotage
o
segunda
vuelta
en
la
elección
del
presidente
regional.
De
esta
manera,
para
alcanzar
la
presidencia
se
requiere
superar
el
30%
de
los
votos.
Pero
para
modificar
la
norma,
los
congresistas
se
enfrentaron
a
un
problema.
Para
la
elección
regional
se
votaba
por
lista
cerrada
y
bloqueada.
Si
se
mantenía
esta
forma
de
lista
un
solo
partido
terminaría
ganando
todos
los
cargos.
Decidieron
entonces
separar
la
elección
de
presidente
y
vicepresidente,
por
un
lado,
y
la
de
los
consejeros,
por
otro.
La
elección
de
los
consejeros,
a
su
vez,
se
estableció
por
provincia.
Si
en
la
práctica
no
existen
regiones,
sino
departamentos,
la
elección
de
los
consejeros
provincializó
la
representación
y
se
perdió
el
sentido
de
la
representación
regional.
El
argumento
para
esta
modificación
se
respaldaba
en
el
bajo
porcentaje
con
el
que
los
presidentes
regionales
eran
electos.
Pero
en
un
país
con
un
importante
grado
de
fraccionamiento
electoral
y
debilidad
institucional,
muy
pocas
veces
se
logra
altos
porcentajes
de
votos.
El
único
caso
fue
en
el
departamento
de
La
Libertad,
en
donde
se
eligió
a
las
autoridades
con
un
porcentaje
superior
al
50%
de
los
votos
válidos.
Fuera
de
este
caso,
en
ningún
otro
gobierno
regional
se
alcanzó
tal
porcentaje.
Pero
el
tema
más
importante
es
que
no
existe
relación
directa
entre
porcentaje
de
elección,
legitimidad
y
conflicto
social
que
mereciera
una
modificación
del
sistema
electoral.
4.
Presidentes
regionales
con
mayoría
(2002-‐2006)
El
ciclo
de
cuatro
elecciones
regionales
en
los
últimos
quince
años
produjo
una
drástica
modificación
de
la
representación
política.
La
debilidad
de
los
partidos
nacionales
abrió
un
espacio
para
la
expansión
de
organizaciones
regionales,
que
se
crearon
a
partir
del
proceso
de
regionalización
y
fueron
reguladas
en
la
Ley
de
Partidos
Políticos.
6
Las
elecciones
regionales
de
2002
parecían
mostrar
la
recuperación
de
los
partidos
políticos
que,
un
año
antes,
en
las
elecciones
generales
de
2001
habían
logrado
tener
una
presencia
electoral
significativa,
pero
fue
solo
momentáneo
(Seifert
Bonifaz
2014).
Las
primeras
elecciones
se
realizaron
en
noviembre
de
2002.
Además
de
elegirse
autoridades
regionales,
se
eligieron
de
manera
simultánea
a
las
autoridades
municipales.
Se
presentaron
149
listas
de
candidatos
pertenecientes
a
trece
partidos
políticos
y
52
listas
de
organizaciones
regionales.
Estas
organizaciones
estaban
en
gestación
y
en
Ancash,
Cajamarca,
Lima
y
Piura
no
presentaron
listas
de
candidatos.
De
las
veinticinco
circunscripciones
en
disputa,
en
dieciocho
triunfaron
los
partidos
políticos
nacionales,
siendo
el
Partido
Aprista
Peruano,
partido
de
oposición
al
gobierno,
el
que
obtuvo
mayor
número
de
victorias,
con
doce
gobiernos
regionales
conquistados7.
Asimismo,
Perú
Posible,
partido
de
gobierno,
de
las
veintidós
presidencias
regionales
a
las
que
postuló,
solo
consiguió
una
(Callao),
con
Rogelio
Canches,
quien
posteriormente
abandonaría
el
partido.
Igual
ocurrió
con
Somos
Perú,
quien
con
María
Constantinides
Rosado
ganó
en
Moquegua,
saliendo
de
dicho
partido
para
formar,
posteriormente
una
organización
regional.
Otros
dos
electos,
Yehude
Simon
(Lambayeque)
y
Carlos
Cuaresma
(Cusco)
provenían
de
organizaciones
de
alcance
regional
pero
provenían
grupos
de
izquierda
de
la
década
de
1980.
Pero,
si
bien
los
partidos
nacionales
ganaron
un
importante
número
de
presidencias
regionales,
en
los
otros
niveles
de
representación
subnacional,
es
decir,
municipios
provinciales
y
distritales,
la
presencia
de
los
partidos
nacionales
era
baja.
Es
así
que
el
Partido
Aprista
Peruano
(PAP)
triunfó
en
pocos
municipios
provinciales
y
distritales.
Esta
situación
se
repitió
con
los
otros
partidos
políticos
que
lograron
presidencias
regionales
durante
esa
elección.
El
desencanto
con
la
política
nacional
ya
se
hacía
sentir
en
la
política
subnacional
(Tanaka
2002).
El
PAP
consiguió
la
mayoría
de
los
gobiernos
regionales,
que
iniciaron
su
gestión
coincidentemente
con
el
mayor
crecimiento
económico
que
experimentaría
al
país
en
más
de
medio
siglo
y
que
duraría
poco
más
de
una
década.
Sin
embargo,
al
lado
de
este
contexto
favorable
para
el
gobierno
regional,
se
inició
también
proceso
de
corrupción
que
se
aceleraría
en
los
siguientes
períodos.
No
extraña
por
eso
que
cuatro
de
los
25
presidentes
regionales
tuvieron
que
dejar
sus
cargos
pues
se
les
interpuso
un
procedimiento
de
vacancia,
como
ocurrió
con
los
apristas
Freddy
Ghilardi
Álvarez
(Ancash)
y
Max
Ramírez
García
(San
Martín),
así
como
Luis
Barra
Pacheco
(Apurímac)
Rafael
Edwin
Ríos
López
(Madre
de
Dios),
de
organizaciones
regionales.
La
otra
particularidad
de
esta
elección
era
que
las
organizaciones
que
se
iban
constituyendo,
tenían
tan
solo
un
alcance
departamental.
En
ningún
caso,
alguna
de
ellas
pretendió
desarrollarse
como
una
organización
de
mayor
alcance.
Y,
como
se
verán
más
adelante,
la
gran
mayoría
tendrán
una
vida
efímera.
Las
segundas
elecciones
regionales
se
realizaron
en
noviembre
de
2006,
posterior
a
las
elecciones
presidenciales
y
parlamentarias.
En
estas
últimas
había
triunfado
el
Partido
Aprista
Peruano
(PAP)
llevando,
por
segunda
vez,
a
Alan
García
Pérez
(2006-‐2011)
a
la
presidencia
de
la
república,
luego
de
derrotar,
en
segunda
vuelta,
a
Ollanta
Humala
Tasso
(Partido
7
Todos
los
resultados
consignados
en
este
artículo
tienen
como
fuente
el
Jurado
Nacional
de
Elecciones.
7
Nacionalista
Peruano,
PNP8),
quien
gracias
a
una
importante
votación
para
sus
listas
parlamentarias,
se
convirtió
en
el
principal
partido
de
oposición.
Siete
meses
separaron
ambas
elecciones.
Esta
corta
separación
incentivó
a
mantener
activas
las
maquinarias
electorales,
buscando
así
que
el
escenario
de
la
representación
del
Congreso
se
replicara
en
las
elecciones
regionales
y
municipales,
de
tal
manera
que
el
Partido
Aprista
Peruano
y
el
Partido
Nacionalista
Peruano
tuvieron
presencia
en
todas
las
circunscripciones
electorales
donde
se
elegirían
presidentes
regionales.
Sin
embargo,
los
resultados
fueron
distintos
a
los
de
cuatro
años
atrás.
A
pesar
de
intentar
replicar
el
escenario
de
las
elecciones
generales
de
ese
mismo
año,
los
partidos
políticos
no
lograron
resultados
parecidos
a
los
del
2002,
pues
la
mayoría
fueron
ganados
por
las
cada
vez
más
crecientes
organizaciones
regionales
(Batlle
2009;
Seifert
Bonifaz
2014).
En
realidad,
los
partidos
nacionales
estaban
profundamente
desprestigiados
y
muy
debilitados
organizativa
y
políticamente.
Ni
siquiera
lograron
presentar
candidaturas
en
gran
parte
de
las
circunscripciones.
Como
resultado
de
esta
distante
y
debilitada
relación
solo
se
registran
dos
reelecciones
de
catorce
intentos
posibles.
Estos
fueron
los
casos
de
Lambayeque
(Yehude
Simon)
y
Piura
(César
Trelles),
siendo
el
Partido
Aprista
Peruano
el
que
más
intentos
frustrados
registra
del
total
de
partidos
nacionales.
A
pesar
de
haber
sido
el
partido
opositor
al
gobierno
del
Perú
Posible,
el
electorado
que
había
elegido
a
Alan
García
como
presidente
siete
meses
antes,
se
comportó
de
manera
distinta
a
nivel
subnacional.
Al
comparar
los
ámbitos
provinciales
y
regionales
se
encuentra
que
el
APRA
tuvo
presencia
en
el
91%
de
distritos
y
en
el
94%
de
provincias,
pero
solo
ganó
en
el
15,4%
de
los
distritos
y
en
el
5,9%
de
las
provincias,
respectivamente.
Al
mismo
tiempo,
Unión
Por
el
Perú
(UPP)9
resulta
siendo
la
segunda
organización
con
presentación
de
listas,
con
el
53,4%
de
distritos
y
71,7%
de
provincias.
Sin
embargo,
solo
ganó
en
el
13,8%
y
10%,
respectivamente.
Los
partidos
políticos
nacionales
redujeron
considerablemente
su
presencia
a
nivel
regional,
situación
que
continuaría
acentuándose
posteriormente.
El
APRA
que
había
ganado
doce
presidencias
regionales
en
el
2002,
solo
triunfó
en
los
departamentos
norteños
de
Piura
(César
Trelles,
reelecto)
y
La
Libertad
(José
Murgia).
Fue
el
inicio
de
la
reducción
de
su
respaldo
electoral
a
nivel
regional,
como
se
confirmaría
en
las
siguientes
elecciones.
La
oposición,
encabezada
por
Ollanta
Humala,
representado
por
Unión
por
el
Perú
(UPP),
tan
solo
ganó
Cusco,
con
Hugo
Gonzales
Sayán.
La
elección
de
2006
también
mostró
el
asentamiento
de
dos
organizaciones
como
el
Partido
Humanista,
fundado
por
Yehude
Simon
que
empezó
siendo
una
organización
del
departamento
norteño
de
Lambayeque
para
convertirse
posteriormente
en
partido
nacional.
Posteriormente,
Simon
sería
nombrado
primer
ministro
del
gobierno
de
Alan
García
en
2008,
pero
duró
en
el
cargo
tan
solo
un
año.
8
El
PNP
fue
creado
en
enero
de
2006
y
tiene
como
fundador
y
presidente
a
Ollanta
Humala
Tasso.
9
Unión
por
el
Perú
(UPP),
fue
fundada
a
mediados
de
los
noventa
para
auspiciar
la
candidatura
de
Javier
Pérez
de
Cuellar,
ex
secretario
general
de
las
Naciones
Unidas.
Terminado
el
proceso
electoral
de
1995,
varios
dirigentes
y
parlamentarios
salieron
de
dicho
partido.
En
sucesivas
elecciones
formó
parte
de
alianzas
electorales
y,
en
el
2006,
cobijó
la
candidatura
de
Ollanta
Humala.
Cuando
este
logró
la
inscripción
del
Partido
Nacionalista
Peruano,
sus
integrantes
dejaron
a
la
UPP.
8
El
otro
caso
es
el
de
la
agrupación
chalaca,
Chimpum
Callao,
liderada
por
Alex
Kouri,
quien
había
sido
tres
veces
elegido
de
manera
consecutiva
alcalde
provincial
del
Callao.
Su
agrupación
logró
ganar
durante
varios
períodos,
no
solo
la
alcaldía
provincial,
sino
también
la
mayor
parte
de
los
distritos
chalacos.
Posteriormente,
Alex
Kouri
intentó
ser
candidato
a
la
municipalidad
de
Lima
(2010)
y
congresista
de
la
república
(2011),
sin
éxito.
El
caso
de
Nueva
Amazonía,
fundada
por
César
Villanueva,
quien
ganó
la
presidencia
regional
de
San
Martín,
constituyéndose
en
una
de
las
más
destacadas
en
los
dos
períodos
que
estuvo
en
el
cargo.
Villanueva
presidiría
entre
el
2013
y
2014
el
Consejo
de
Ministros
en
el
gobierno
de
Ollanta
Humala.
Integraría,
en
el
2016,
la
lista
de
Alianza
para
el
Progreso
como
candidato
a
la
vicepresidencia,
encabezada
por
César
Acuña.
Finalmente,
por
diferentes
razones
los
presidentes
regionales
Jesús
Coronel,
Alex
Kouri
y
José
Murgía
dejaron
sus
respectivos
cargos.
Posteriormente,
el
retiro
de
autoridades
regionales,
estará
asociada
con
casos
de
corrupción
y
escándalos
políticos.
5.
Presidentes
regionales
no
siempre
con
mayoría
(2010-‐2014)
Para
las
elecciones
regionales
de
2010
los
partidos
políticos
nacionales
presentaron
140
listas
de
candidatos,
mientras
que
las
organizaciones
regionales
casi
duplicaron
su
presencia
con
respecto
a
la
elección
anterior,
postulando
a
138
listas
y
las
alianzas
electorales
llegaron
a
diecisiete.
Una
vez
más
se
observa
la
disminución
de
los
partidos
políticos
nacionales
frente
a
las
organizaciones
regionales.
De
veinticinco
gobiernos
regionales,
los
partidos
solo
lograron
ganar
en
cinco.
Por
el
contrario,
las
organizaciones
regionales
ganaron
en
dieciséis
gobiernos
regionales
y
las
alianzas
electorales10
lograron
hacerse
con
cuatro
gobiernos
regionales.
Igualmente,
lo
que
se
observa
es
que
el
porcentaje
de
presidentes
regionales
reelectos
no
es
alto.
Solo
once
intentos
de
reelección
y
de
ellos,
seis
reelegidos
presidentes
regionales.
El
partido
de
gobierno,
APRA,
ganó
un
solo
gobierno
regional,
el
de
La
Libertad,
con
la
reelección
de
José
Murgia.
Su
presencia
en
provincias
fue
disminuyendo
en
cada
elección.
El
partido
Acción
Popular
ganó
en
Tacna
con
Tito
Chocano,
Somos
Perú
en
Huánuco
con
Luis
Picón.
Finalmente,
en
Lambayeque
triunfó
Humberto
Acuña
Peralta,
hermano
del
líder
y
fundador
de
Alianza
para
el
Progreso
(APP),
César
Acuña,
quien
había
ganado
la
alcaldía
de
Trujillo,
capital
de
La
Libertad
y
cuna
del
APRA.
Este
nuevo
partido
que
nace
en
el
norte
del
país,
desplazará
en
varios
departamentos
y
provincias
a
lo
que
históricamente
fue
el
bastión
del
partido
de
Haya
de
la
Torre
y
al
que
se
le
denominó
“El
sólido
Norte”.
César
Acuña
y
su
APP
se
encargarían
de
desplazar
al
APRA
en
sucesivas
elecciones.
De
las
organizaciones
regionales
las
que
se
iban
asentando
era
Chimpum
Callao,
quien
triunfó
nuevamente
en
el
Callao
con
Félix
Moreno,
pues
su
líder
Alex
Kouri
tentó
la
alcaldía
de
Lima,
sin
éxito.
Igual
ocurrió
con
Nueva
Amazonía,
en
San
Martín,
con
César
Villanueva.
10
Las
alianzas
electorales
se
constituyeron
entre
organizaciones
regionales,
pero
en
ningún
caso
éstas
se
En
cuanto
a
la
relación
de
los
partidos
políticos
que
ganaron
las
presidencias
regionales,
su
participación
a
nivel
provincial
y
distrital
descendió.
Si
bien
el
Partido
Aprista
Peruano
registra
la
mayor
participación
durante
esa
elección,
esto
no
se
ve
reflejado
en
su
éxito
electoral,
pues
solo
obtuvo
el
11%
de
los
distritos
y
6%
de
provincias
donde
se
presentó.
Por
otro
lado,
con
motivo
de
las
elecciones
regionales
del
2010
se
aplicó,
por
primera
vez,
el
mecanismo
de
la
segunda
vuelta.
Esto
operó,
en
10
de
los
25
gobiernos
regionales.
Pero
aquí,
debido
al
impacto
de
la
modificación
de
la
norma,
en
solo
14
de
los
25
gobiernos
regionales,
el
ahora
llamado
gobernador
regional
pudo
alcanzar
una
mayoría
en
sus
consejos
regionales.
Las
últimas
elecciones
regionales
y
municipales
se
realizaron
el
5
de
octubre
de
2014,
en
la
que
participaron
151
listas
de
partidos
políticos,
mientras
que
las
organizaciones
regionales
conformaron
147
listas
y
las
alianzas
electorales
11.
De
los
19
partidos
políticos
con
inscripción
válida
en
aquel
momento,
solo
17
presentaron
lista
de
candidatos
para
las
presidencias
y
consejos
regionales.
El
partido
oficialista,
el
Partido
Nacionalista
Peruano,
solo
presentó
candidatos
a
nivel
provincial
y
distrital.
Los
otros
dos
partidos
que
no
participaron
de
la
elección
fueron
Todos
por
el
Perú
(TPP)
y
el
partido
político
Orden,
cuyos
líderes
fueron
candidatos
presidenciales
Julio
Guzmán
y
Ántero
Flores
Araoz,
respectivamente.
De
las
151
listas
inscritas
por
los
partidos
políticos,
Fuerza
Popular
(FP)
ganó
tres
presidencias
regionales
(Ica,
Pasco
y
San
Martín),
Alianza
para
el
Progreso
(APP)
ganó
dos
presidencias
regionales
(La
Libertad
y
Lambayeque)
y
Democracia
Directa
ganó
Madre
de
Dios.
Sin
embargo,
de
los
25
presidentes
regionales,
17
no
lograron
la
mayoría
absoluta
en
sus
consejos
regionales,
pues
no
lograron
superar
el
30%
de
los
votos
válidos.
En
cuanto
a
las
reelecciones
inmediatas,
se
mantuvo
en
un
nivel
bajo.
De
once
intentos,
tan
solo
cuatro
presidentes
regionales
fueron
reelegidos
(Ayacucho,
Cajamarca,
Callao
y
Lambayeque).
En
dos
casos,
en
Lima
Provincias
y
Moquegua,
volvieron
a
ganar
presidentes
regionales
que
habían
dejado
un
período,
lo
que
las
reelecciones
durante
el
periodo
2014
sumaron
seis,
de
un
total
de
25.
Al
observarse
el
desempeño
electoral
de
los
partidos
políticos
que
ganaron
las
presidencias
regionales,
a
nivel
provincial
y
distrital
sigue
mostrando
una
tendencia
decreciente.
Alianza
Para
el
Progreso
(APP),
pese
a
ser
el
partido
político
que
cuenta
con
mayor
presencia
a
nivel
subnacional,
solo
triunfa
en
el
11%
de
las
provincias
donde
se
presentó.
El
caso
de
Fuerza
Popular
no
dista
del
anterior,
pues
de
las
104
provincias
donde
presentó
candidatos,
solo
logra
obtener
la
victoria
en
el
2%.
Y
finalmente
está
el
caso
de
Democracia
Directa,
partido
que
no
logra
ninguna
de
las
alcaldías
provinciales
en
las
que
compitió.
De
esta
manera,
tan
solo
45
municipios
fueron
ganados
por
partidos
políticos,
142
por
organizaciones
regionales,
seis
por
listas
locales
provinciales
y
una
por
una
alianza
electoral.
Es
decir,
el
73%
de
alcaldes
pertenecen
a
organizaciones
de
alcance
regional.
O,
más
precisamente,
de
alcance
regional11.
Incluso
hay
regiones
en
los
que
todos
los
municipios
provinciales
son
ganados
por
la
llamadas
organizaciones
regionales,
como
son
los
casos
de
Amazonas,
Ayacucho,
Huancavelica,
Huánuco,
Moquegua,
Puno
y
Ucayali.
11
Se
eligieron
194
alcaldes
provincias.
Por
actos
de
violencia
electoral
se
anuló
el
proceso
electoral
en
la
provincia
También
a
nivel
de
las
alcaldías
provinciales
la
tasa
de
reelección
es
baja.
Solo
veinticinco
alcaldes
provinciales
fueron
reelegidos
de
manera
inmediata.
Sin
embargo,
este
número
no
supera,
en
porcentaje,
el
12%
del
total
de
las
provincias
del
país.
Hay
que
recordar
que
para
2006
solo
se
reeligieron
25
y,
cuatro
años
después,
3412.
Entre
los
partidos
políticos
Alianza
Para
el
Progreso
(APP)
presentó
143
listas
de
candidatos
y
solo
consiguió
triunfar
en
17
alcaldías
provinciales.
Acción
Popular,
por
su
parte,
presentó
candidatos
en
100
provincias,
pero
solo
logra
triunfar
en
cuatro.
Fuerza
Popular
lo
hizo
en
104
provincias,
pero
solo
pudo
ganar
en
cuatro
municipios.
Igual
número
obtuvieron
Somos
Perú,
Unión
Por
el
Perú,
el
Partido
Aprista
Peruano
y
Siempre
Unidos:
tres.
Restauración
Nacional
y
Solidaridad
Nacional
obtuvieron
dos
municipios,
en
tanto
el
Partido
Humanista
Peruano
y
Perú
Posible,
uno
cada
uno.
La
debilidad
de
los
partidos
políticos
a
nivel
regional
es
muy
clara.
Allí
donde
compiten
mayormente
pierden,
cuando
no
están
ausentes.
Y
se
ha
notado
los
45
municipios
en
los
que
triunfaron,
se
reparten
en
11
partidos.
Baja
presencia
y
fraccionamiento
conforma
el
perfil
de
los
partidos
nacionales.
Gráfico
No.
1
Partidos
políticos
en
las
elecciones
municipales
provinciales
2014
2%
2%
Alianza
Para
el
Progreso
Acción
Popular
4%
4%
Fuerza
Popular
7%
Somos
Perú
38%
Unión
Por
el
Perú
7%
ParAdo
Aprista
Peruano
Siempre
Unidos
9%
Restauracion
Nacional
9%
Solidaridad
Nacional
9%
9%
ParAdo
Humanista
Peruano
Perú Posible
Fuente:
ONPE
6.
El
éxito
regional
y
fracaso
nacional
Todo
parece
indicar
que,
tal
como
señala
Rodríguez
(2013)
para
el
caso
de
Lima
Provincias,
el
éxito
de
las
organizaciones
regionales
está
en
su
capacidad
estratégica
de
negociación,
que
consiste
en
apoyos
cruzados
con
las
listas
locales.
La
lógica
aplicada
consiste
en
que
varias
de
estas
listas,
que
ofrecen
limitado
alcance
territorial
y
político,
han
dejado
de
presentarse
y
12
Datos
tomados
de
Córdova
Aquino
e
Incio
Coronado
(2013).
11
aparecer
bajo
al
padrinazgo
de
las
organizaciones
regionales.
Así,
compiten
unificadas
con
los
nombres
de
las
organizaciones
regionales,
por
lo
que
tienen
altas
probabilidades
de
ganar.
En
consecuencia,
la
disminución
de
los
triunfos
de
las
listas
locales
es
solo
aparente,
pues
ahora
lo
hacen
a
través
de
las
organizaciones
regionales.
.
Gráfico
No.
2
Gobiernos
regionales
ganados
por
tipo
de
organización
18
18
18
16
7
6
6
5
4
1
1
0
2002
2006
2010
2014
Por
el
contrario,
los
partidos
nacionales
no
han
tenido
el
mismo
éxito
al
momento
de
proponer
alianzas
y
compromisos
con
las
más
importantes
listas
locales.
En
general,
porque
las
listas
locales
consideran
que
la
imagen
generalizada
de
los
partidos
no
congrega
votos
y
porque
sienten
la
imposición
de
criterios
y
candidaturas
de
parte
de
los
partidos
nacionales.
Es
decir,
al
lado
del
debilitamiento
de
los
partidos
políticos
se
han
fortalecido
las
organizaciones
regionales.
El
problema
es
que
la
mayoría
de
éstas
ha
tenido
una
vida
efímera,
desarrolla
un
alto
grado
de
personalismo,
reproduciendo
y
potenciando
muchos
de
los
aspectos
negativos
de
los
partidos
nacionales.
12
Gráfico
No.
3
Municipios
provinciales
ganados
por
tipo
de
organización
250
200
54
15
6
5
112
145
74
150
32
108
100
106
77
50
45
0
2002
2006
2010
2014
ParAdos
políAcos
Listas
regionales
Listas
provinciales
7.
Concluyendo
Al
lado
del
decrecimiento
electoral
de
los
partidos
nacionales,
así
como
las
listas
locales,
el
número
de
triunfos
de
las
organizaciones
regionales
ha
crecido
considerablemente,
constituyéndose
un
grupo
de
líderes
regionales,
sin
organización,
pero
con
recursos,
debido
sobre
todo
al
importante
incremento
de
los
precios
de
los
minerales,
y
poder.
En
el
Perú
la
representación
nacional
y
la
representación
subnacional
se
encuentran
seriamente
separadas.
Los
partidos
políticos
son
más
limeños
que
antes
y,
a
la
vez,
son
menos
capaces
de
integrar
el
conjunto
de
las
demandas
de
la
sociedad
peruana.
Las
organizaciones
regionales
son
básicamente
listas
de
candidatos
(Zavaleta,
2013)
y
menos
organizaciones
partidarias,
en
parte
por
la
hiperconcentración
del
poder
en
una
sola
persona.
Hay
pues
una
relación
inversa
entre
los
partidos
políticos
y
las
organizaciones
regionales
que
deja
ver
el
debilitamiento
de
los
primeros
y
el
fortalecimiento
de
los
segundos
en
cada
elección.
Sin
embargo,
el
problema
radicaría
en
que
la
mayoría
de
estas
organizaciones
regionales
registran
una
vida
efímera,
desarrollan
un
alto
personalismo
en
la
organización,
concentran
más
las
decisiones
que
los
partidos
nacionales
y
el
financiamiento
de
las
campañas
electorales
es
poco
fiscalizado.
Esto
permite
configurar
un
conglomerado
de
partidos
truncados
(Scherlis,
2016).
Esa
alta
rotación,
dispersión
y
falta
de
vínculos
partidarios
hace
que
los
últimos
gobernadores
elegidos
provengan
de
organizaciones
nuevas.
Si
bien
hay
presidentes
elegidos
que
son
claramente
de
izquierda
(Santos,
en
Cajamarca)
o
de
derecha
(Horna,
en
Amazonas),
la
gran
mayoría
transita
por
el
camino
del
pragmatismo.
Con
bajos
controles
estatales,
nada
asegura
que
podemos
encontrar
nuevamente
figuras
iguales
o
peores
que
aquellos
gobernadores
que
han
pasado
de
la
página
política
a
la
policial.
Este
panorama
de
representación
partidaria
dibuja
un
país
escindido
y
fraccionado,
que
mantiene
un
campo
fértil
para
el
desarrollo
informal
e
ilegal
de
la
política
institucional,
situación
que
se
notó
menos
en
un
país
con
crecimiento
económico,
pero
ahora
que
se
ha
terminado
ese
ciclo
y
la
marea
está
bajando,
se
podrá
percibir
cuánto
desperdicio
había
debajo.
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