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Tomo V
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Instituto Colombiano de Responsabilidad Civil y del Estado
IARCE
Responsabilidad Civil y del Estado
ÍNDICE GENERAL Responsabilidad Civil 9
y del Estado N° 25
9
RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO POR EL ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA...
CONTENIDO:
Origen de la institució n
Alcance de la expresió n “hecho cumplido” y supuestos bajo los cuales se
identifican ciertos hechos
Supuestos de responsabilidad patrimonial del enriquecido sin causa justificada
Acció n judicial procedente para reclamar el pago a cargo del enriquecido sin
causa justa
La condena en favor del empobrecido sin causa adecuada
1. Origen de la institución
Uno de los problemas clá sicos de la contratació n estatal -y también del derecho civil-,
cuyo análisis realizaremos en este lugar, tiene que ver con los denominados “hechos
cumplidos”, que generan el “enriquecimiento sin causa”. Alrededor de estos temas ha
discurrido mucho la jurisprudencia del Consejo de Estado, creando una figura bastante
definida desde el punto de vista de sus elementos y requisitos, pero también
contradictoria, a la hora de precisar los supuestos a los cuales aplica.
Sin embargo, se debe tener presente que no se trata de una institució n creada por el
derecho pú blico, sino al interior del derecho privado, que desde hace siglos formuló el
principio segú n el cual: “a nadie le está permitido enriquecerse sin causa justa”.
No obstante, es bueno concretar varias nociones que caracterizan el origen de la figura,
así como su evolució n normativa y jurisprudencial.
En primer lugar, el enriquecimiento sin causa y la actio in rem verso son dos
instituciones distintas, cuya diferencia se concreta en la idea de que el
1 Colombia. Esta norma fue demandada ante la Corte Constitucional, quien la declaró exequible mediante
el fallo No. D-665, del 1o. de marzo de 1995, con Ponencia del Magistrado Carlos Gaviria Díaz
enriquecimiento sin causa es un principio general de derecho, que prohíbe
incrementar el patrimonio sin razó n justificada; mientras que la actio in rem verso
es la figura procesal a través de la cual se maneja la pretensió n que reclama los
efectos de la vulneració n de dicho principio general.
La prohibició n del enriquecimiento ilícito tiene soporte en el artículo 8 de la
ley 153 de 1887, en virtud del cual:
“Cuando no haya ley exactamente aplicable al caso controvertido, se aplicarán las leyes que
regulan casos o materias semejantes, y en su defecto la doctrina constitucional, y las reglas
generales del derecho”.1
De esta manera, el origen de la figura ha sido doctrinario y jurisprudencial,
pues, como puede verse, la norma no contempla de manera expresa la institució n,
pero han sido estas otras fuentes del derecho quienes han formulado la regla, tal
como se conoce hoy en día. Sin embargo, con el paso del tiempo, el derecho
comercial positivizó la figura en el artículo 831, de la siguiente manera:
“Nadie podrá enriquecerse sin justa causa a expensas de otro”.
No obstante, ni el derecho civil ni el derecho administrativo han consagrado
12 normas similares, lo cual no ha constituido un obstá culo para que éste ú ltimo la utilice:
i) en unos casos por analogía, ii) en otros por aplicació n directa del art. 831 -como en
materia contractual, pues la ley 80 de 1993 remite expresamente al derecho privado para
su complementació n-, iii) en otros de forma directa de los principios generales del derecho
y, finalmente, iv) en virtud de la jurisprudencia, que es fuente del derecho -art. 230 CP. -.
Como se advierte, se tiene claridad con respecto a la aplicació n de este
principio general del derecho, pero las razones que a lo largo de los añ os han
decidido las cosas así varían sustancialmente. Sin embargo, hasta ahora no se ha
considerado la razó n por la cual existe la figura que prohíbe el enriquecimiento
sin causa. Al respecto se puede decir que se dan varias justificaciones:
De un lado, la equidad, pues esta manda que los derechos y las obligaciones
entre las personas, en sus relaciones, se desarrollen de manera armó nica, y
ajustando las cargas entre estos de forma proporcionada. Pues bien, para la
equidad
RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO POR EL ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA...
resulta inadmisible que una persona se empobrezca a causa de otra, sin que
esta esté dotada de un título suficiente que justifique su enriquecimiento.
De otro lado, y recientemente, el art. 95 CP., se formuló como un derecho
constitucional sobre el cual puede descansar este principio general del derecho.
En virtud de esta norma, que consagra los deberes y las obligaciones de las
personas, los colombianos deben respetar los derechos ajenos y no abusar de los
propios -numeral 1-.
Pues bien, lo cierto en todo esto es que se puede constatar que tanto la justicia
civil como la administrativa se han servido de este principio general del derecho
para resolver supuestos en los cuales una persona se enriquece a costa de otra,
sin causa justificada para ello. Esta situació n, sin embargo, no ha tenido
desarrollos uniformes en una y otra jurisdicció n, desde el punto de vista de los
elementos y requisitos de la figura, conforme lo analizaremos má s adelante.
Pese a lo anterior, sí es bueno precisar, en este momento, que en materia
contractual, o por lo menos en relació n con hechos que afectan la normatividad
que rige los contratos estatales, han existido normas que inciden sobre la figura
del enriquecimiento sin causa y la actio in rem verso. Se trata de disposiciones que
han prohibido ejecutar contratos estatales sin el cumplimiento de ciertos
requisitos esenciales, o de normas que prohíben el pago de hechos cumplidos, es 13
decir, de situaciones que ocurren de facto, o sea sin la observancia de los
preceptos que regulan la materia. Tal es el caso del art. 202 del decreto 150 de
1976, que prohibía ejecutar contratos no perfeccionados:
“Art. 202.- De la prohibición de ejecutar contratos no perfeccionados. Solo podrá iniciarse la
ejecución de los contratos que estuvieren debidamente perfeccionados. En consecuencia, con
cargo a los convenios a que se refiere el presente decreto no podrá pagarse suma alguna de
dinero ni el contratista iniciar labores, mientras no se haya dado cumplimiento a los requisitos
y formalidades que en este estatuto se establecen”.
La misma norma se contempló el art. 299 del Decreto 222 de 1983:
“Sólo podrá iniciarse la ejecución de los contratos que estuvieron debidamente
perfeccionados. En consecuencia, con cargo a los convenios a que se refiere el presente estatuto
no podrá pagarse o desembolsarse suma alguna de dinero ni el contratista iniciar labores,
mientras no se haya dado cumplimiento a los requisitos y formalidades que en este estatuto se
establecen”.
Por su parte, menos exigente que las dos normas anteriores, porque no
impuso el castigo de que no se pudieran pagar los trabajos ejecutados sin
contrato, no
Enrique Gil Botero
obstante que es categó rica en señ alar la importancia del perfeccionamiento del
negocio, la ley 80 de 1993 dispuso que:
“Art. 41. DEL PERFECCIONAMIENTO DEL CONTRATO. Los contratos del Estado se
perfeccionan cuando se logre acuerdo sobre el objeto y la contraprestación y éste se eleve a
escrito.
“Igualmente, estos compromisos deberán contar con registro presupuestal para que los
recursos con él financiados no sean desviados a ningún otro fin.
14
“En este registro se deberá indicar claramente el valor y el plazo de las prestaciones a las
que haya lugar. Esta operación es un requisito de perfeccionamiento de estos actos
administrativos.
3 Colombia. Dispone el art. 41 “DEL PERFECCIONAMIENTO DEL CONTRATO. Los contratos del
Estado se perfeccionan cuando se logre acuerdo sobre el objeto y la contraprestació n y éste se
eleve a escrito.
“Para la ejecució n se requerirá de la aprobació n de la garantía y de la existencia de las
disponibilidades presupuestales correspondientes, salvo que se trate de la contratació n con
recursos de vigencias fiscales futuras de conformidad con lo previsto en la ley orgá nica del
presupuesto. El proponente y el contratista deberá n acreditar que se encuentran al día en el
pago de aportes parafiscales relativos al Sistema de Seguridad Social Integral, así como los
propios del Sena, ICBF y Cajas de Compensació n Familiar, cuando corresponda”. (Negrillas fuera
de texto)
ción del demandante. La acción utilizada no es la que afirma el demandante, por su
denominación, sino la que se deduce de los hechos y de las pretensiones,
en forma concurrente.
“Por consiguiente: unos hechos de eminente contenido contractual y unas invocaciones de
derecho, dadas por el propio demandante, conducen a la Sala a interpretar la demanda, para
efecto de determinar cuál es el término legal para demandar.
“Si el actor alude a que no ha recibido pago de unas prestaciones contractuales satisfechas por él,
emanadas de unas órdenes de trabajo y que tal conducta, omisiva de pago, da lugar a la acción
prevista en la ley 80 de 1993, artículos 50 y 55, no existe espacio para dudar, por esas
características que él destaca, que la acción que promovió sí fue la contractual”.
En otro caso se abordó el mismo problema, es decir, el de la acció n procesal a que
da lugar un negocio suscrito pero no perfeccionado. En esta ocasió n lo que ocurrió
fue que se suscribió un contrato, pero no se cumplieron los requisitos de
perfeccionamiento -faltó la aprobació n del mismo por parte de la Superintendencia,
exigencia establecida en su momento para ciertos contratos-. Ante la duda acerca de
la acció n procedente dispuso la Secció n Tercera que:
“En este orden de ideas, el criterio que ha orientado la calificación de la acción es la existencia de
un contrato, así se haya frustrado su perfeccionamiento para ejecutarlo válidamente. De tal manera
que aquellas actividades que realizan los particulares para la administración pública y que
debieron enmarcarse en una relación contractual pero que no se hicieron, pueden orientarse por la
18 vía de la reparación directa siempre y cuando se den los presupuestos de la teoría del
enriquecimiento sin causa: un enriquecimiento de la parte beneficiada; un correlativo
empobrecimiento de la parte afectada; una relación de causalidad y la ausencia de causa jurídica.
En tanto que cuando el contrato existió así no se haya perfeccionado, ese acuerdo de
voluntades como convenio jurídico celebrado, puede derivar responsabilidad de la
administración por la vía de la acción de controversias contractuales , la cual como se
sabe puede dirigirse a que se declare la existencia, nulidad o incumplimiento de un contrato, las
declaraciones, condenas o restituciones consecuenciales, su revisión y al pago de perjuicios y
condenas de todo orden derivadas de la ejecución de un contrato estatal (art. 87 c.c.a).” (Negrillas
fuera de texto) -sentencia de 6 de abril de 2000. Exp. 12.775. CP. Ricardo Hoyos Duque-
20
4 Por su parte, la doctrina señ ala que el enriquecimiento sin causa “Se presenta en todas aquellas
hipó tesis de acrecentamiento del patrimonio de una persona a expensas del patrimonio de otra,
sin que este desplazamiento de valores obedezca a una causa jurídica justificativa. Claro es que
tal situació n está condenada por el derecho y la equidad; pero esta circunstancia no autoriza, en
manera alguna, la confusió n del enriquecimiento sin justa causa con el delito o cuasidelito.
Baste tener en cuenta que el enriquecimiento sin causa puede provenir de un hecho lícito para
comprender que esta figura o situació n es diferente de las que se origina en un hecho delictuoso
o culposo que causa perjuicio a otra persona. Por ejemplo, en la accesió n de una cosa mueble a
otra por adjunció n o por mezcla del dueñ o de la cosa principal se hace dueñ o de la accesoria,
con la obligació n de pagar el valor de esta a su antiguo propietario, y es posible que la accesió n
se haya verificado a consecuencia de un hecho físico o de un hecho voluntario ejecutado sin
culpa ni dolo algunos. Tampoco hay hecho ilícito en la agencia oficiosa, ni de parte del gestor ni
de parte del dueñ o del negocio, y, sin embargo, este puede resultar obligado a indemnizar a
aquel por la aplicació n del principio del enriquecimiento sin justa causa.
“Lo que sí se puede afirmar es que el enriquecimiento sin causa entra en la categoría del hecho jurídico, por cuanto la
obligació n a cargo que se ha enriquecido proviene de acto ejecutado por este con la intenció n directa y reflexiva de
obligarse, pues, aun en el caso de que el enriquecimiento provenga de un hecho voluntario suyo, como el de recibir
el pago de lo no debido, mal puede decirse que al hacerlo haya tenido la intenció n de obligarse a restituir. De suerte
te, por desprenderse, sin compensación alguna, de bienes, servicios o
trabajos que no le son remunerados.
En tercer lugar, se exige que entre el enriquecimiento y el empobrecimiento exista
una relación causal, lo cual es obvio, pues si el empobrecido no lo ha sido a causa del
enriquecido, pues ningú n a reparació n podría exigirle.
En cuarto lugar, se debe estar ante una actuació n o hecho, no mediado por un
contrato, ni por la ley, ni por un delito; es decir, que si existe un negocio jurídico de por
medio la figura con la cual se debe analizar el problema que tengan las partes, en
principio, no puede ser esta.
En efecto, si alguien se empobrece porque hizo un mal negocio, no puede alegar la
configuració n del enriquecimiento sin causa, pues la explicació n a su situació n es el
pésimo negocio jurídico celebrado, luego, existe causa suficiente de su
empobrecimiento. Lo mismo puede decirse desde el otro extremo de la relació n: si por
causa de un contrato alguien recibe un bien o servicio, entonces su enriquecimiento no
es ilícito, sino lícito y justificado.
En otras palabras, la ausencia de causa supone la falta de justificació n jurídica de la
situació n de enriquecimiento y de empobrecimiento patrimonial, de tal manera que si
existe una explicació n jurídica de la situació n no se configura esta otra exigencia. En tal
sentido, ha dicho la Secció n Tercera del Consejo de Estado -sentencia de mayo 17 de 21
1984. CP. Alejandro Bonivento Ferná ndez-:
“10... Si el acta no está viciada mal puede restársela los efectos que, como negocio jurídico
liberatorio, ofrece que como ya se dijo, anteriormente, van encaminados a la extinción del nexo
obligatorio, surgido del contrato de mutuo. Por eso, tampoco es viable formular, como reparo un
enriquecimiento sin causa, cuando el origen de la pretensión es sobre Inconsideración (sic) de que el
contrato primigenio no se ha liquidado en los términos propios del negocio, cuando obra en autos la
liquidación, sin salvedad y sin protesta, que, en suma, es la que debe ser tenida en cuenta en orden a la
seguridad de los negocios. No se puede hablar de enriquecimiento sin causa en un contrato, puesto
que la causa del negocio está sujeta a los términos de una convención que concluye, en su
desarrollo, precisamente, con la liquidación final, amparada por legales presupuestos de validez.
“Lo mismo ha de predicarse en derredor de las obras adicionales alegadas, por cuanto al producirse
la liquidación, las partes señalaron los puntos que comprometían un corte final. Se habla de las obras
ejecutadas, o sea, las reconocidas por las partes. Y son ellas las que eran materia de la liquidación, y,
por ende, de pago. Esto mismo debe entenderse alrededor de los reajustes de utilidades y participación
alegados por el demandante”. (Negrillas fuera de texto)
que el acto en cuestió n es un hecho jurídico respecto de la obligació n que genera.” (subrayas fuera de texto) -
OSPINA Ferná ndez, Guillermo. Régimen General de las Obligaciones. Ed. Temis, Bogotá , pá gs. 42 a 43-
En quinto lugar, también se necesita que no exista en el ordenamiento jurídico una
acció n procesal concreta para reclamar el pago, pues de existir se debe acudir a los
mecanismos existentes. Tal es el caso, de una diferencia contractual, la cual se reclama
a través de la acció n correspondiente; o de la validez de un acto administrativo, cuyo
reclamo se hace a través de la acció n de nulidad y restablecimiento del derecho, entre
otros supuestos.
Tratá ndose del enriquecimiento sin causa la ley no contempla acció n judicial
precisa, de manera que se debe ejercer la denominada actio in rem verso.5
Hasta este momento se puede indicar que existe una clara diferencia -la cual no
siempre ha sido evidente-, entre el enriquecimiento sin causa y la actio in rem verso,
pues aquella es la figura sustancial y esta la procesal para reclamar por el
empobrecimiento sufrido. En otras palabras, la actio in rem verso no es en sí mismo el
enriquecimiento sin causa, sino la figura procesal para reclamar por los efectos
patrimoniales de su configuració n.
Teó ricamente, si concurren todas las condiciones, es posible que el empobrecido
reclame del enriquecido el pago correspondiente a su labor o trabajo. Sin embargo, el
punto no ha sido tan sencillo para la jurisprudencia, pues el problema má s complejo
que ofrece este tema es precisamente el de la responsabilidad patrimonial por esta
22 clase de hechos.
Para abordar y entender esta materia, desde la jurisprudencia, se debe dividir en
dos períodos las posiciones de la Secció n Tercera. Veamos:
5 Colombia. Pese a que hemos señ alado que cinco requisitos configuran el enriquecimiento sin
causa, es lo cierto que, en muchos casos, la Secció n Tercera ha exigido menos requisitos. Así, por
ejemplo, ha señ alado que:
“Y la justicia está en esta forma de parte de la demandante, no só lo porque se produjo el
enriquecimiento para el Fondo y el empobrecimiento consecuencial para Ingecos Ltda. en cuanto
al valor de lo ejecutado y no pagado, sino porque tanto ese enriquecimiento como el
empobrecimiento no tuvieron una causa (el adicional 378 / 78 no logró perfeccionarse, aunque si
ejecutarse); y porque la demandante no tenía, en las circunstancias anotadas, una acció n
contractual específica que le permitiera el reconocimiento de la labor ejecutada.” -sentencia de
febrero 22 de 1991, exp. 5618. CP. Carlos Betancur Jaramillo-.
Desde la década de los añ os 80 hasta 2006, la Secció n Tercera del Consejo de Estado
reconoció , invariablemente, la obligació n del Estado de indemnizar a los particulares que
prestaban servicios a favor de las entidades estatales, sin que mediara contrato que
regulara dicha relació n, pero que, al fin y al cabo, habían trabajado en favor suyo.
La discusió n que se planteaba ante la jurisprudencia, reiteradamente, era la ejecució n
de actividades sin contrato, en cuyo evento la constante fue hacer responsable al Estado
por el dañ o causado. Tal fue la situació n analizada en un caso en que una empresa de
vigilancia privada prestó sus servicios a una entidad estatal, toda vez que había vencido
el plazo del contrato de la anterior empresa y era necesario custodiar los bienes de la
misma, ante el peligro que corrían de no contar con vigilancia -sentencia de 11 de
diciembre de 1984. Exp. 4070. CP. Carlos Betancur Jaramillo-.6
Fue así como, la entidad se negó a pagar el valor del servicio, razó n por la cual la
empresa de vigilancia demandó alegando el enriquecimiento sin causa, y la Secció n
Tercera consideró que:
“Para la Sala el asunto es claro. Todo da a entender que la actora prestó el servicio en el período
cuestionado por el llamado de la entidad demandada del 13 de mayo de 1982. Su acatamiento obedeció a
la situación de emergencia que vivía en el momento ADPOSTAL. 23
“Por lo demás, el problema de fondo tampoco es nuevo para esta Sala. Efectivamente como lo
sostiene la demandante, en sentencia de marzo 9 del presente año se decidió asunto similar con
fundamento en la institución jurídica del enriquecimiento sin causa.
“Y como en el caso decidido, en el presente se dan todos los elementos tipificantes de la actio in rem
verso. Se produjo un enriquecimiento de ADPOSTAL, ya que recibió un servi
6 La sentencia sintetizó los hechos del caso concreto de la siguiente manera: “a) Que acatando la
solicitud de AD - POSTAL el 13 de mayo de 1982, la demandante inició el servicio de vigilancia en las
oficinas del Instituto que funcionan en Bogotá , Barran- quilla, Bucaramanga, Cali y Manizales.
“b) Que la administració n lo hizo movida por la situació n de emergencia que se le había creado a raíz de
la terminació n del contrato de vigilancia celebrado entre ADPOSTAL y ASOSECOL y que dejó los
bienes estatales en total desprotecció n a partir del 15 de mayo de 1982.
“c) Que el servicio fue prestado desde el 16 de mayo hasta el 25 de agosto de ese añ o, tal como se desprende de las
constancias y los reconocimientos hechos por ADPOSTAL, sin observació n y a satisfacció n. Prueba de ello es que la
misma firma prestó el servicio de vigilancia a partir de esta ú ltima fecha, pero ya con contrato debidamente celebrado”.
cio de vigilancia por una empresa especializada en el ramo, esencialmente oneroso y en el cual la
gratitud no se presume.
“La Sociedad Madriñán, Micolta y Compañía Ltda. -PATROL- cuya actividad es lucrativa, se empobreció
en un valor equivalente al beneficio recibido por ADPOSTAL, ya que no percibió la contraprestación
correspondiente a la actividad desplegada. La correlación entre el enriquecimiento de la entidad pública y
la mengua patrimonial de la demandante es obvia; ambos extremos sin causa alguna. Además, la sociedad
no tiene una acción específica para el restablecimiento de su derecho.
“No existió una relación contractual en el período cuestionado, porque sólo se dio una relación de hecho
propiciada por ADPOSTAL por razones de buena administración y que nada tenía que ver con la
celebración del contrato adjudicado mediante la Resolución 1171 de 10 de mayo de 1982 y que gobernó las
relaciones de las partes a partir del 25 de agosto de ese año.
(...)
La situación de hecho, como se explicó, la creó la demandada, la que en todo momento fue consciente de
que sólo así podía sortear la falta de vigilancia. Y la creó porque no tenía otra alternativa de servicio que
evitara los daños irreparables que su conducta pasiva de seguro hubiera producido en los bienes sometidos
a su custodia. Trató por ese medio de salvar una situación de emergencia, con la persona más indicada
para el efecto y que estaba más a la mano, cual era Madriñán, Micolta y Compañía Ltda. -PATROL-; a
quien, precisamente, le acababa de adjudicar un contrato de vigilancia pero que, por circunstancias de
24 procedimiento, no podía iniciar inmediatamente su ejecución. De allí que ante la perspectiva de dejar los
cuantiosos bienes de la entidad estatal sin protección alguna, resolvió apelar a una vigilancia provisional,
de emergencia, justificada a todas luces. La desprotección de los bienes pertenecientes a un servicio tan
vital para la marcha del Estado, por razones de mero procedimiento, no habría tenido presentación alguna
y hubiera de seguro causado mayores perjuicios para la colectividad”.
En esta ocasió n la Sala dio cuenta de que, en casos como este, es decir, cuando se
ejecuta un trabajo sin contrato previo, las entidades estatales tiene la obligació n de pagar
los servicios prestados, a favor de quien no vio retribuido su esfuerzo. Ademá s, la
aplicació n de la actio im rem verso tuvo aquí aplicació n concreta.
Pero es interesante destacar algunas curiosidades má s de esta providencia. Obsérvese
que hizo caso omiso de varias normas o requisitos procesales: i) De un lado, del art. 202 del
decreto 150 de 1976, que disponía que "... no podrá pagarse suma alguna de dinero ni el
contratista iniciar labores, mientras no se haya dado cumplimiento a los requisitos y
formalidades que en este estatuto se establecen”. ii) De otro lado, de la exigencia que la
doctrina y la jurisprudencia civilista habían estableci
do, según la cual no procede la actio in rem verso si quien la alega ha contravenido
normas imperativas -en este caso, las del decreto 150 de 1976, que indican que para
ejecutar un contrato se debe celebrar previo proceso de selección y perfeccionar
debidamente-.
La Secció n Tercera lo que analizó y halló probado fue que se enriqueció el Estado, que
se empobreció la empresa y que existió una relació n de causalidad entre los dos elementos.
Ademá s, destacó que el Estado fue quien propició la situació n, pidiéndole al particular que
prestara el servicio. En este sentido, expuso que “La situación de hecho, como se explicó, la
creó la demandada, la que en todo momento fue consciente de que sólo así podía sortear la
falta de vigilancia”-, lo cual le impide negar luego el pago correspondiente.
Incluso, la Secció n Tercera destacó , como justificando administrativamente a la entidad
estatal, que si no actuaba así se desprotegían bienes valiosos del Estado. Fue así como
señ aló que la entidad “ ... no tenía otra alternativa de servicio que evitara los daños
irreparables que su conducta pasiva de seguro hubiera producido en los bienes sometidos a
su custodia. Trató por ese medio de salvar una situación de emergencia, con la persona más
indicada para el efecto y que estaba más a la mano, cual era Madriñán, Micoltay Compañía
Ltda. -PATROL-...”
A la misma conclusió n llegó posteriormente la Secció n Tercera -en la sentencia de 25
3 de julio de 1990, exp. 5.579. CP. Carlos Betancur Jaramillo-, cuando conoció de un
caso donde la entidad estatal no celebró un contrato adicional para complementar unas
obras que se requerían para que el contratista pudiera ejecutar adecuada y oportunamente
los trabajos contratados.
En esa ocasió n, segú n lo demostrado, la entidad también fue quien le pidió al
contratista que ejecutara los trabajos, pero luego se abstuvo de pagarlos. Señ aló la Sala,
reiterando la tesis antes expuesta, que si la administració n no pagaba se configuraba un
enriquecimiento sin causa, por las siguientes razones:
“Lo precedente pone en evidencia que los funcionarios aludidos comprometieron la responsabilidad
directa del ente demandado. No sería justo que con el argumento de la fiscalía (la incompetencia de los
funcionarios que ordenaron la adecuación del terreno para celebrar contratos) nada pudiera reclamar la
contratista, la que no actuó motu proprio o por su propia iniciativa, sino por orden del ente demandado, a
instancias de los funcionarios competentes para manejar la ejecución del contrato a nombre del municipio;
reclamo que sin esfuerzo alguno encuentra su justificación en la equidad y su respaldo en la tesis del
enriquecimiento sin causa. Tesis que en subsidio y a falta de una acción de tipo contractual específica
respalda con creces la pretensión de la demandante.
“La Sala estima que la vía utilizada en el presente asunto para solucionar la adecuación del terreno, si
bien no fue muy ortodoxa ya que debió celebrarse otro contrato directamente con la entidad pública, en la
realidad resultó ser la salida más adecuada desde el punto de vista de una sana administración; la que
requería, con urgencia, la estación escuela de bomberos del sector sur de Medellín, uno de los más
densamente poblados en el área metropolitana. De no haberse buscado esa solución el problema hubiera
sido peor, no sólo; porque el Municipio habría entrado en incumplimiento desde la iniciación del contrato
127 de 1.981 y comprometido su responsabilidad contractual por un mayor valor, sino porque no habría
podido ejecutarse la obra con la premura que las exigencias del buen servicio imponía.
“Ha dicho esta misma Sala que cuando debiéndose celebrar otro contrato o uno adicional no se celebra y
pese a ello la obra se ejecuta a entera satisfacción de la entidad propietaria de la misma, el asunto puede
manejarse con la tesis del enriquecimiento sin causa, sin violentar los principios que gobiernan las
controversias contractuales, tal como lo expresó claramente la demanda en su hecho décimo segundo”.
Esta providencia tiene unos rasgos en su análisis jurídico del caso concreto similares a
la anterior providencia citada, por los siguientes aspectos: i) destaca que la administració n
fue quien le pidió al contratista que ejecutara algunas tareas adicionales sin suscribir el
26 contrato -incluso quien lo hizo no fue el representante legal de la entidad-, de manera
que el contratista no actuó por mera liberalidad; ii) también justifica, por razones
administrativas, el comportamiento de la administració n, al punto de indicar que fue un
decisió n adecuada o buena para evitar las emergencias que tenía la ciudad. En otras
palabras, la Secció n inobservó la norma contractual que prohíbe pagar un contrato no
perfeccionado, y iii) finalmente, funda en la justicia y la equidad el deber que tiene el
Estado de pagar por la ocurrencia de este tipo de hechos.
Sin embargo, esta misma providencia deja ver que la actio in rem verso procede i)
cuando no se celebra un contrato o ii) cuando no se adiciona uno celebrado. Este
interesante apunte perfecciona la distinció n de los hechos cumplidos hecha
anteriormente.7
7 En otra ocasió n ya había señ alado la Sala que las actividades adicionales que no constan en un
contrato adicional se deben reclamar a través de la actio in rem verso. En tal ocasió n se indicó :
“En suma, cuando las obras encajan dentro del objeto del contrato, las acciones derivadas de su ejecució n y cumplimiento
son típicamente contractuales. En cambio, cuando ciertas obras no quedan comprendidas en él y se ejecutan a instancia de
la entidad pú blica y bajo su apremio, ese exceso no tiene su respaldo en un contrato y su controversia no debe ser
contractual. Por lo menos este ha sido el manejo de esta Sala, mayo- ritariamente, con la salvedad de señ or Consejero
Valencia Arango, quien insiste en su tesis, ha venido dando a tales situaciones con apoyo en “la actio in rem verso.” En
otras palabras, cuando debiéndose celebrar el contrato adicional no se hace y pese a eso se ejecutan las obras, la
controversia, de contenido indemnizato- rio, encuentra su apoyo en el enriquecimiento incausado.” (Negrillas fuera
de texto) -sentencia de agosto 6 del mismo añ o 1987, exp. 3886. Actor: Conic Ltda.-
En otra ocasió n, la Secció n Tercera se ocupó de determinar có mo la aplicació n de la
teoría del enriquecimiento sin causa admite la violació n a la ley de contratació n estatal, y
señ aló que de no indemnizarse al particular se enriquecería injustamente el Estado. Esta
providencia refleja, fielmente, la eterna discusió n acerca de si la legalidad de las
actuaciones contractuales del Estado son un asunto que también deba controlar el
particular, o si, definitivamente, cada entidad pú blica debe cuidar la legalidad de sus actos.
Fue así como, señ aló que:
“Se anota, en primer término, que desde el punto de vista del régimen de la contratación administrativa,
se puso en evidencia que la entidad pública se lo llevó de calle. Muestran los hechos un fraccionamiento
artificial del contrato de obra pública, presumiblemente para eludir las normas sobre licitación, so pretexto
de urgencia. Dada la fecha de ocurrencia de los hechos, las violaciones se dieron en relación con el decreto
150 de 1.976.
“Con todo, la aplicación estricta de este régimen legal propiciaría en este evento un enriquecimiento sin
causa a la entidad pública y un empobrecimiento consecuencial al Doctor José Antonio Velasco Pardo,
quien le construyó al Instituto una serie de obras en la unidad Bellavista de la seccional del Valle del Cauca.
“Fuera de estos enriquecimiento y empobrecimiento correlativos, en el presente asunto también se
cumple el otro presupuesto de la actio in rem verso (el de la subsidiaridad de la acción), porque el Doctor
Velasco no tenía la acción contractual propiamente dicha que le hubiera permitido obtener el
restablecimiento de un derecho, porque el contrato de obra pública no se celebró como lo mandaba el
ordenamiento y ni siquiera aparece por escrito. 27
(...)
“Para la Sala, entonces, se dio un enriquecimiento sin causa en el presente asunto y la administración
deberá indemnizar al demandante..." -sentencia de noviembre 15 de 1990. Exp. 5883. CP. Carlos Betancur
Jaramillo-
La importancia de esta providencia, desde el punto de vista de la construcció n
de la teoría del enriquecimiento sin causa y de la actio in rem verso, al interior de
la jurisdicció n de lo contencioso administrativa, es que se enfrenta, nuevamente, pero de
manera má s directa, con el problema de la violació n de la ley de contratació n del Estado,
que prohíbe pagar un contrato cuando se ha violado el estatuto respectivo, con todas sus
exigencias y requisitos.
Es de tal claridad la providencia que, sin ambages, reconoce que la administració n “se
llevó por la calle” las normas de contratació n pú blica; pero luego indica, tomando partido e
interpretando el problema jurídico, a partir de un balance entre las normas y los principios
generales del derecho, que “... Con todo, la aplicación estricta de este régimen legal
propiciaría en este evento un enriquecimiento sin causa a la entidad pública y un
empobrecimiento consecuencial...”
Podemos decir, hasta este momento, que aquél requisito que la doctrina y la
jurisprudencia civilista contemplan para que se configure la actio in rem verso y el
enriquecimiento sin causa, segú n el cual no es posible violar normas imperativas para
poder alegar y pedir el pago, no se aplica en materia administrativa, pues a todas luces los
casos expuestos hasta ahora han hecho caso omiso de él -en forma deliberada por lo
demá s-, es decir, que no lo han adoptado en el á rea administrativa. En su lugar se ha hecho
prevalecer la equidad y la justicia, como principios determinantes del derecho-deber que
surge de indemnizar a quien presta un servicio a otro que, finalmente, no lo paga.
La misma orientació n se expresó en 1991, cuando se señ aló -sentencia de febrero 22 de
1991, exp. 5618. CP. Carlos Betancur Jaramillo-:
“Para la Sala, la sentencia deberá confirmarse, por cuanto ella se ajusta no sólo a la realidad procesal
28 sino a la orientación de la jurisprudencia. Jurisprudencia que ha venido manejando situaciones como la
aquí tratada con apoyo en la “actio in rem verso”.
(...)
“Para la Sala el Fondo adeuda la suma indicada, tal como lo sostiene el a - quo. Es un hecho plenamente
establecido que la contratista ejecutó un trabajo y que éste fue recibido a satisfacción por la entidad.
Trabajo que debió respaldarse en el contrato adicional 378 que no logró perfeccionarse pese a las
gestiones de la contratista y por la conducta asumida por el Fondo.”
Esta sentencia dice consolidar una teoría de cerca de diez añ os de construcció n, donde
invariablemente el juez ha ordenado pagar al particular que ejecuta tareas a favor del
Estado, cuando este promueve dichas conductas.
Pero otro gran valor que tiene esta providencia -desde el punto de vista del
antecedente jurisprudencial- es que se ocupa de un supuesto má s de enriquecimiento sin
causa. Se trata del contrato celebrado pero no perfeccionado -en este caso por falta de
aprobació n de las fianzas. En todo caso, el Consejo de Estado condenó al pago del contrato.
No obstante lo anterior, meses después -y aunque la acció n estaba caducada- señ aló la
Sala -sentencia de octubre 11 de 1991, exp. 5.686. CP. Julio César Uribe- que el fraude a la
ley no puede protegerlo el juez, pues si las partes de una relació n atentan contra el
ordenamiento jurídico -incumpliendo las normas que regulan la manera de celebrar un
contrato y ejecutarlo-, resulta inconcebible que luego busquen protecció n. En tal sentido,
indicó la Sala, argumentando en contra de lo dicho hasta ahora, pero sin eficacia prá ctica
porque la sentencia declaró la caducidad de la acció n, que:
“No obstante la claridad de la anterior normatividad, tanto a la administración como al contratista les
dio por hacer FRAUDE A LA LEY, buscando el nacimiento de un derecho a través de una norma que no es la
correctamente aplicable. Con esto se quiere significar que ambas partes buscaron encuadrar su conducta
negocial, desde el inicio de sus relaciones, esto es, desde diciembre de 1978 hasta diciembre de 1980, dentro
de la autorización consagrada en el artículo 37 del Decreto 1620 de 1977, para los casos en que la
prestación del servicio tiene un monto igual o superior a cien mil pesos ($ 100.000.oo) y una duración no
superior a tres meses. Transitando por este sendero lograban pretermitir el concepto del Consejo de
Gobierno y la autorización del Gobernador del Departamento. Sólo así se explica que la mayoría de las
cuentas, que fueron pagadas, y también de las que no lo han sido, figuren por montos inferiores a la suma
en antes indicada y que en un mismo mes se presenten 34 cuentas de cobro (mayo de 1979). También que
haya sido posible el manejo de una RELACIÓN DE HECHO, contraria al derecho, desde diciembre de 1978 y
hasta diciembre de 1980, esto es, durante dos años, eludiendo la normatividad que dispone que para los
contratos de prestación de servicios superiores a tres (3) meses se requiere también el concepto del 29
citado organismo y de la primera autoridad del departamento. Esa conducta no ajustada a la ley es la
que permite concluir que hubo fraude al derecho. Por algo se enseña que éste consiste en una alteración de
la finalidad que se orienta a contrariar, con un cierto resultado jurídico, admisible de suyo, la significación
reconocida de otra figura jurídica distinta.
(...)
“Nuevamente se encuentra la Sala frente a uno de los muchos casos en que tanto la administración como
el particular demandante ponen en marcha la llamada HIPÓTESIS DEL NO DERECHO, que lleva a las
personas a obrar contra el derecho; para luego demandar que se les proteja, en la situación de hecho, que a
su sola voluntad buscaron y crearon. Esa orientación dañina es la que lleva a los invasores de tierras a
impetrar que se les conserve en la posesión quieta y pacífica de ellas, y al que toma lo ajeno a que no se le
desconozca la situación de hecho que acaba de crear en perjuicio del verdadero dueño. Por ello los asesinos
detenidos imploran que se les respete la vida, que ellos no respetaron; y los que optaron por manejar
RELACIONES DE HECHO, con la administración, para no cumplir
con las normas sobre contratación administrativa, que se Ies reconozca el pago de lo que hicieron, pero
que en puridad de verdad no han debido hacer. Como lo enseña el Profesor JEAN CARBONNIER, los amigos
del NO DERECHO tienen necesidad de regresar a él para pedir que se aplique en todo su universo. Por ello el
ilustre maestro recuerda:
(...)
“F) A manera de pedagogía jurídica y judicial, y para que las pautas jurisprudenciales puedan ser
manejadas con todo su universo, la Sala desea recordar que la teoría del enriquecimiento sin causa no
puede ser invocada” (sic) como fuente de obligaciones, sin reflexionar a fondo sobre la realidad fáctica que
le sirve de apoyo. Con esto se quiere significar que la administración y el particular no pueden poner en
marcha, a cada momento, relaciones de hecho, para eludir la normatividad sobre contratación
administrativa, y con la mira puesta en que posteriormente se impetrar de la justicia el reconocimiento
económico correspondiente, gracias al ejercicio de la ACTIO IN REM VERSO...”
Segú n se señ aló , esta tesis finalmente no se aplicó al caso concreto, de manera que só lo
quedó escrita como teoría o doctrina jurídica, pues, se insiste, el proceso se falló
declarando la caducidad de la acció n.
Sin embargo, lo determinante de esta postura teó rica es que contempló la posibilidad
de no reconocer pago alguno al particular que se encuentre en las hipó tesis señ aladas
-llamadas del No derecho-, es decir, que la actitud de incurrir en conductas de hecho, que
eluden la normatividad, no merecen protecció n a favor de quienes incurren en ella.
30
No obstante, se echa de menos que la sentencia no haya considerado si en un caso
como estos la respuesta es la misma cuando el particular participa de la violació n a la ley o
si no participa de ella; en otras palabras, si el particular, a sabiendas, ejecuta los actos o
hechos por los que luego reclamará su pago, o si acaso desconoce que vulnera las reglas
positivas establecidas.
Téngase en cuenta que en los casos analizados hasta ahora el particular ha sido visto
por el juez como un sujeto inducido, invitado o llevado por la propia administració n a
actuar del modo que le fue solicitado, de manera que no se consideró que hubiera actuado
con dolo o culpa.
No obstante, en otra caso fallado en el mismo añ o 1991 -sentencia de septiembre 6, exp.
6306. CP. Daniel Suá rez Herná ndez-, la Sala protegió a una empresa privada porque le
prestó a la entidad estatal un servicio, sin pagarlo. Se trataba del mantenimiento a unas
má quinas de escribir, para lo cual la entidad había solicitado la oferta respectiva, pero
luego no tramitó el contrato corres
pondiente, no obstante lo cual autorizó la realización de los trabajos. Señaló la
Sala, apoyándose en la jurisprudencia hasta ahora referenciada, que:
“En este orden de ideas, aparece manifestado que el Distrito Especial de Bogotá -Secretaría de
Educación-, obtuvo un aumento patrimonial, un enriquecimiento traducido en haber recibido y disfrutado
los servicios de mantenimiento para las máquina de escribir de esa dependencia, durante un lapso de dos
años sin hacer erogación de ninguna naturaleza, en perjuicio o con afectación y empobrecimiento
patrimonial correlativo de la firma “OLIVETTI COLOMBIANA S.A.” en cuanto ésta dejó de percibir el valor
de sus servicios.
“De otra parte, es evidente la relación de causalidad entre el beneficio patrimonial del Distrito Especial
de Bogotá y la afectación económica de la sociedad actora, hasta el punto de que sin la actividad de ésta el
Distrito no se habría beneficiado.
“No se encuentra por lo demás, ninguna razón legal que justifique esa alteración patrimonial. Los
contratos que hubieran podido llegar a constituirse en dicha causa no surgieron a la vida jurídica, de
donde también deriva la imposibilidad de la sociedad demandante para ejercitar otro tipo de acción”.
En esta ocasió n la Sala volvió a concentrarse en el aná lisis del enriquecimiento, el
empobrecimiento, la relació n de causalidad entre los dos y si existía o no otra acció n para
reclamar los dañ os. Acreditados estos elementos se condenó a la entidad estatal.
Pero la nota má s interesante de dicha providencia fue que, de alguna forma, dio 31
respuesta a la argumentació n expuesta en la sentencia de octubre 11 de 1991 -exp.
5.686. CP. Julio César Uribe-, de manera que en esta ocasió n analizó el tema de la violació n
a las normas jurídicas que gobiernan la celebració n de los contratos, para decir que:
“A lo largo de esta década son muy frecuentes, también, las sentencias que condenan a la Administración
en razón del enriquecimiento injusto experimentado por ella a consecuencia de la realización de obras sin
contrato previo o a través de contratos afectados de vicios de nulidad, vicios en los que la Administración
no puede escudarse para negar el pago del precio al contratista que realizó las obras (sentencia del II
de mayo y 6 de junio de I976, la misma doctrina en relación a reclamaciones formuladas por funcionarios y
agentes públicos con título irregular)” (El Contencioso Administrativo y la Responsabilidad del Estado.
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, I978, pág. I03)” (Negrillas fuera de texto)
Pensaría, a partir de esta providencia -que tiene muy pocos meses de diferencia con la
antes citada-, que con ella se recogió el aná lisis hecho anteriormente.
Incluso, la profundizació n de esta idea tiene asidero en otro caso, aú n má s dramá tico
desde este punto de vista del aná lisis. Resulta que la Secció n Tercera
aplicó la teoría del enriquecimiento sin causa en un contrato de arrendamiento no
perfeccionado, en el cual la entidad fue la arrendataria, pero por causas imputables al
propietario del inmueble no se celebró el contrato. Señ aló la Sala, de manera contundente y
clara, que:
“En definitiva, lo cierto es que la Administración de Impuestos Nacionales de Florencia utilizó, para sus
oficinas, el inmueble referido, sin solución de continuidad desde el 25 de enero de 1981 hasta el 11 de
febrero de 1986, sin que la propietaria percibiera un solo peso como contraprestación...
“C. Las circunstancias descritas estructuran, con entera claridad, un enriquecimiento sin causa que
favorece a la administración y que empobrece a la demandante, generando, para ésta última, el derecho a
ser reparada. Es la que se ha denominado como la acción de in rem verso...
(...)
“En los hechos que se juzgan, no hay duda del enriquecimiento de la administración (consistente en el
uso y disfrute del inmueble durante algo más de 5 años) y el empobrecimiento correlativo de Cooperagro
que no usufructuó el bien pero tampoco recibió contraprestación por ello; el enriquecimiento descrito de
causa (sic), pues el contrato de arrendamiento proyectado no fue más que un frustrado intento;
finalmente, como se vio antes, la actora no tenía remedio jurídico distinto que la acción de reparación
directa fundada en el enriquecimiento sin causa de la administración.
“En síntesis, están reunidos los elementos que la jurisprudencia ha exigido para la procedencia de la
32
acción de in rem verso, razón por la cual se condenará a la Nación a reparar el daño ocasionado.”
-sentencia de julio 3 de 1992, exp. 5876. CP. Juan de Dios Montes-
No obstante lo dicho hasta ahora, el desconcierto dogmá tico sobre el tratamiento del
tema realmente empieza a traslucirse, aunque muy tímidamente, a partir del añ o 1992, en
el cual se señ ala que la violació n a la ley no sirve de excusa para que, propiciando hechos
consumados, ordene pagos a favor de la parte que ha actuado y participado de ellos.
En esta ocasió n se retomó la sentencia de octubre 11 de 1991 -exp. 5686-, para decir
que “.Con esto se quiere significar que la administración y el particular no pueden poner en
marcha, a cada momento, relaciones de hecho, para eludir la normati- vidad sobre
contratación administrativa, y con la mira puesta en que posteriormente se impetrará de la
justicia el reconocimiento económico correspondiente, gracias al ejercicio de la ACTIO IN
REM VERSO...” -sentencia de septiembre 24 de 1992. Exp. 6788. CP. Juan de Dios Montes-
Sin embargo, en esta ocasió n el aparte transcrito debe interpretarse adecuadamente,
pues encuentro que lo que la sentencia citada quiso resaltar de la providencia No. 5686 fue
un aspecto que ahora se debe destacar: se trata del deber que tiene el juez de analizar, en
cada caso, la razó n por la cual la administració n y el particular actuaron en sentido
contrario al dispuesto por la ley que ordena perfeccionar los contratos del Estado, antes de
ejecutarlos. Señ aló la Sala, en este sentido, que:
“ ‘Es incuestionable que en los tiempos que corren, la Administración, frente a lo que algunos tratadistas
denominan LA FUERZA DE LOS HECHOS, se ve obligada a manejar relaciones de hecho, por razones de
buena administración, pero para que en tales casos se ponga en marcha la teoría del enriquecimiento sin
causa, es indispensable que ella no haya tenido otra alternativa razonable para salvar la situación de
emergencia, como muy bien se destaca en la sentencia de esta Sala de 11 de Diciembre de 1.984, en antes
citada. Para situaciones con tal temperamento, será el juez, en definitiva, quien al valorar todas las
circunstancias particulares del caso, definirá si el pago se justifica o no . Vía indiscutiblemente incierta
y peligrosa, pero a falta de una mejor, los administrados deben ser conscientes del riesgo que corren
cuando sin mayor juicio y prudencia, patrocinan, con su conducta, el fraude a la ley’.
(...)
“Con base en el análisis evaluativo de las pruebas, se concluye que las obras materia del asunto sub
33
lite se ejecutaron en la intención de cumplir con ellas unas obligaciones que impuso la misma
administración pero por vía extracontractual y al no pagarlas, porque en esas condiciones no podía
hacerlo directamente, sin ninguna causa jurídica justificativa obtuvo una ventaja patrimonial, con un
empobrecimiento consecuencialy equivalente para el demandante.
“Por las razones antes expuestas y de acuerdo con la jurisprudencia aplicable a estos casos, la Sala
estima que el fallo impugnado debe ser confirmado en lo fundamental por confluir los presupuestos
fácticos y jurídicos propios a la acción incoada, así como porque conlleva a una solución justa y equitativa
a los diferentes tópicos materia de la controversia”.
Pese a lo dicho, una vez má s la Secció n Tercera condenó a la entidad estatal, por
haberse enriquecido sin justa causa, de manera que la teoría expuesta sobre la
participació n del demandante en el fraude a la ley no se aplicó al caso concreto, y, una vez
má s, só lo quedó enunciada. Por el contrario, de nuevo se apeló a la “justicia” y a la
“equidad”, como criterios determinantes de la condena a cargo de la administració n.
Hasta este momento se puede sostener que la jurisprudencia del Consejo de Estado ha
sido proclive, sistemá ticamente, a utilizar cuatro de los cinco o seis ele
mentos que constituyen, en la jurisprudencia civil, el enriquecimiento sin causa.
Es decir, que el Consejo de Estado ha dado importancia, casi siempre, no siempre, a
los siguientes 4 elementos: i) el enriquecimiento de una de las partes, ii) el
empobrecimiento de la otra, iii) la relación de necesidad causal entre una y otra
situación y iv) la inexistencia de otra acción judicial posible para reclamar el dinero.8
Ahora bien, muy ocasionalmente el comportamiento de las partes, por violar la ley de
contratació n del Estado -es decir, por no observar los requisitos para celebrar un contrato-,
ha sido el criterio determinante de la decisió n judicial de reparar o no al actor. Incluso, la
jurisprudencia siempre ha matizado la crítica a la actitud de no haber respetado la norma,
para decir que se deben valorar las circunstancias en las cuales la ley no se cumplió , y
definir, a partir de allí, si tiene derecho o no el actor a la reparació n.
En otras ocasiones la jurisprudencia se ha ocupado de verificar la existencia de solo 3
de estos elementos, de cuya concurrencia se ha derivado la responsabilidad a cargo de la
administració n. Y es así como, se puede consultar la sentencia de septiembre 10 de 1992
-exp. 6822. CP. Julio César Uribe Acosta-, en la cual se examinó , uno a uno, el
enriquecimiento de una parte, el empobrecimiento de la otra y la relació n de causalidad
entre ambas.9 Incluso, en esta ocasió n se desechó expresamente la posible ilegalidad de los
actos o actuaciones, como factor eximente de la responsabilidad a cargo del Estado,
34
aduciendo que la administració n no se puede excusar en su tolerancia y permisió n,
para negar luego el pago de las obras.
8 Colombia. En este sentido puede consultarse también la sentencia de 8 de mayo de 1995 -exp. 8118. CP. Juan de Dios
Montes-, la cual hace alusió n a estos elementos: “La Sala, de tiempo atrá s, ha utilizado el principio del no enriquecimiento
sin causa como fundamento de la responsabilidad patrimonial del Estado en casos como el que aquí se juzga, siempre y
cuando se reú nan exigencias tales como la existencia de un enriquecimiento de la entidad pú blica y un correlativo
empobrecimiento del demandante que carezcan de causa jurídica, la buena fe en la actuació n y la inexistencia de otra
acció n que permita reclamar la indemnizació n por el menoscabo patrimonial sufrido. Sobre estas bases se ha edificado la
procedencia de la actio in rem verso"
9 De igual manera, también la Corte Constitucional -apoyada en la Corte Suprema de Justicia- ha señ alado que los
requisitos son 3: “La Corte Suprema de Justicia determinó que para que haya enriquecimiento sin causa se requiere que un
patrimonio reciba un aumento a expensas de otro, sin una causa que lo justifique. Son tres, entonces, los requisitos que a
su juicio deben probarse para que se declare la existencia de un enriquecimiento de esta índole y se ordene la devolució n
de los bienes correspondientes: 1) un enriquecimiento o aumento de un patrimonio; 2) un empobrecimiento correlativo de
otro, y 3) que el enriquecimiento se haya producido sin causa, es decir, sin fundamento jurídico”. -sentencia T-219 de
1995-
En la providencia se destacó la importancia que tiene la confianza que le genera la
administració n al administrado, para decir que ese elemento debe ser objeto de aná lisis en
esta clase de procesos. En efecto, se señ aló que:
“Para el fallador la prueba que se deja enlistada, en todo su universo, es suficiente para dar por
demostrado que la firma demandante ejecute unos trabajos que incrementaron el patrimonio del
INSTITUTO DE CRÉDITO TERRITORIAL (Hoy INURBE), los cuales, al no ser pagados, dieron lugar a un
enriquecimiento sin causa, fuente de la obligación que se ordenaré satisfacer en la parte resolutiva de este
fallo. Solo así se le rinde homenaje a la ley y al derecho, pues como ya se expuso, no tiene sentido
patrocinar la conducta de la administración que niega el pago sin entrar a examinar su actitud
permisiva, inspiradora de CONFIANZA, y señal inequívoca de asentimiento. El sentenciador se
encuentra, pues, frente a un caso más en que se pone en marcha la HIPOTESIS DEL NO DERECHO, que es la
ausencia de ésta en cierto número de relaciones humanas en que él tenía vocación técnica suficiente para
estar presente. Saben las personas cómo deben ajustar la conducta a la normatividad vigente o
convencional, pero proceden de manera diferente y contraria a lo ordenado. Suelen vivir como si el derecho
no existiera. El no - derecho, está de un lado, y el derecho en el otro. Hay muchos largos días de no -
derecho, por (sic) sólo algunos instantes de derecho. El no - derecho lo convierten en la esencia, y el derecho
en el accidente. Transitando por esa vía se busca la eliminación del juez al mismo tiempo que de la ley. Esta
es la realidad táctica (sic) que se vivencia en el caso en cemento. Se adjudicó el contrato a la firma
demandada, pero antes de que este se suscribiera, se toleró que el actor ocupara los terrenos y
llevara a cabo trabajos substanciases. ¿Por qué procedió así la administración? Todo indica que con
el mejor deseo de terminar rápidamente las obras. Pero ocurre que por conseguir esta finalidad, 35
se olvidó de la normatividad cuya vigencia solo vino a invocar a posterior, esto es, cuando el
CONTRATISTA había ejecutado una tarea de suyo importante. Si el a - quem no deniega las
pretensiones de la demanda, es porque en el caso sub - exámine se vivencia el ENRIQUECIMIENTO SIN
CAUSA, con todo el temperamento que tiene, verdad jurídica que le permite rendirle culto más al DERECHO
que a la ley”.
La postura adoptada por la Secció n no admite duda. En el caso concreto se prefirió
proteger la justicia y la equidad, que se recogen en el principio general del derecho que
prohíbe enriquecerse sin causa, sobre la ley simple y llana, que prohíbe ejecutar contratos
sin haberse perfeccionado. La Secció n Tercera entendió que si bien el respecto a la ley es
un valor que se debe preservar, no lo es menos que la administració n no puede esconder
tras de ello sus propias faltas.
En otra ocasió n, y con un criterio similar al anotado, señ aló la jurisprudencia -sentencia
de abril 16 de 1993, exp. 7356. CP. Juan de Dios Montes- que:
“En esas condiciones es claro que las obras ejecutadas eran a todas luces necesarias para la preservación
de la obra pública. Los trabajos que fueron ordenados por el Director del Distrito No. 13 de Carreteras del
Ministerio de Obras Públicas y Transporte; se ejecutaron siguiendo las directrices y bajo la directa
supervisión y control de dicho Ministerio y continúan beneficiando y prestando servicio; una vez
entregadas y la entidad las recibió a entera satisfacción mediante las actas Nos. 1 de mayo y 2 de junio
ambas por valor de $ 5.404.147,95y $3.066.075,11, en su orden (fl s. 155 y 156).
“El daño que afectaba al puente representaba una verdadera emergencia que era necesario superar en
tiempo de verano sin que hubiese lugar a posponerla por el fuerte y prolongado invierno que sobrevenía en
la región. La totalidad de las labores y los costos que ellas representaron, fueron acometidos con
recursos propios del actor, que por carencia de respaldo, contractual no le pudieron ser reconocidos
por el ministerio.
“Es claro, entonces, que la entidad pública que ordenó la ejecución de los trabajos y recibió, a
satisfacción, la obra, final, y que, por lo mismo, acreció con ella su patrimonio y evitó problemas mayores al
servicio público, fue la Nación por intermedio del entonces denominado Ministerio de Obras Públicas
entidad que, por lo tanto deberá correr con los costos de la condena que se hará en este fallo”.
Un caso relativamente parecido se decidió en 1995 -sentencia de 8 de mayo. Exp. 8118.
CP. Juan de Dios Montes-, cuando el actor discutió que había celebrado un contrato, y que
durante su ejecució n se presentaron dificultades en la construcció n imputables a la entidad
36 que hacía necesaria la ejecució n de otras obras, solicitadas por la misma
administració n, pero que luego de construidas, y mientras se trataba de perfeccionar el
contrato adicional correspondiente, finalmente se negó el pago.
En este caso consideró la Secció n Tercera que el enriquecimiento del Estado carecía de
justificació n, pues atentaba contra la justicia -como valor supremo del ordenamiento
jurídico- soportar que el Estado ordene ejecutar obras o trabajos, y luego niegue su pago. 10
10 Por ello se indicó que: “Los hechos descritos muestran con claridad que existió un desplazamiento
patrimonial de la sociedad actora hacia el SENA, consistente en la construcció n de unas obras
adicionales, cuyo pago no fue posible por la no suscripció n del contrato adicional correspondiente y la
no previsió n del contrato original sobre el particular; tal fenó meno generó , por acrecimiento, un
incremento en el patrimonio de la entidad pú blica y un empobrecimiento correlativo de la sociedad
acto- ra.
“La misma relació n indica que la conducta de la demandante al realizar la aludida construcció n
adicional estuvo asistida de la más absoluta buena fe y con el exclusivo propó sito de cumplir
adecuadamente sus obligaciones contractuales”. (Negrillas fuera de texto)
A manera de conclusió n se puede decir, sin desconocer algunas vicisitudes menores, a
lo largo de la historia jurisprudencial de este tema en el Consejo de Estado, que siempre se
ha condenado a la administració n pú blica por enriquecerse sin causa justificada, cuando ha
permitido, tolerado, soportado, y má s aú n presionado, invitado o propiciado por iniciativa
propia que los particulares ejecuten, en su favor, prestaciones econó micas que luego se
resiste a pagar.
Esta posició n se mantuvo a lo largo de los añ os, hasta el 2006, cuando varió la
jurisprudencia de la Secció n Tercera, como lo analizaremos a continuació n.
11 Los hechos que sirvieron de causa al actor son los siguientes, segú n la misma providencia: “Señ aló la
demanda que CAPRECOM celebró con la sociedad INTERASED Ltda., el contrato del 4 de junio de
1996, por el cual la ú ltima prestó los servicios de aseo y jardinería para las instalaciones de la
demandada en la ciudad de Bogotá D.C. El valor del contrato fue de $137’283.048, y su duració n fue de
seis meses a partir de su celebració n, la cual fue prorrogada por tres meses má s.
“Finalizada prorroga, es decir, el 4 de marzo de 1997, la Jefatura del Departamento de Servicios de
Infraestructura, solicitó verbalmente a INTERASED Ltda. que continuara con la ejecució n del contrato
y que posteriormente procediera a realizar los trá mites para legalizar el servicio. Se informó en la
demanda que la actora prestó sus servicios entre el 5 marzo y el 18 de mayo de 1997, y cuando
presentó factura de cobro por sesenta y nueve millones trescientos cincuenta y nueve mil quinientos
pesos ($69’359.500), CAPRECOM devolvió la factura mediante oficio en el que comunicó que el pago
no era factible porque la factura carecía de soporte legal, es decir, no provenía de un contrato”.
“Si bien se demostró en el proceso que la recepción de los servicios de aseo y jardinería realizados en las
sedes de CAPRECOM, no estuvo precedida de una causa jurídica eficiente (contrato estatal), 12 dicha
ausencia partió de un desconocimiento deliberado por las partes de normas de derecho público, como las
que hacen del contrato estatal un acto solemne. Se debe recordar que si bien la Ley 80 de 1993 permite la
realización de contratos sin formalidades plenas (Art. 39), dicha posibilidad se encuentra sujeta a la
ocurrencia de condiciones referentes al valor contratado y a que el representante legal de la entidad
contratante así lo requiera, situaciones que no fueron demostradas en el proceso.
“Además de que la ignorancia de la ley no justifica su incumplimiento, la sociedad ¡NTE- RASED Ltda. ya
había celebrado un contrato con la demandada, en el cual se reconocieron muchas de las normas
inherentes a la contratación administrativa, que fueron obviadas al momento de aceptar prestar un
servicio sin que existiera un contrato administrativo de por medio, o aunque sea, que se hubiera
configurado algunas de las causales para realizar un contrato sin el lleno de las formalidades ordinarias.
“En este orden de ideas se observa que la causa del empobrecimiento de la demandante si existió, y fue la
falta de cumplimiento de los requisitos establecidos en la ley 80 de 1993 para contratar con la
administración pública, ya que con esta omisión, el prestador del servicio no accedió a las garantías con
que el ordenamiento jurídico protege la contraprestación económica que aspiraba recibir por su labor. En
este punto se recuerda que la ley no solo esta instituida para ser cumplida, sino que también, para que en
caso de su desconocimiento, se apliquen y asuman las consecuencias de dicho comportamiento antijurídico.
(...)
“Sin embargo, del estudio de los fundamentos de la figura, la Sala señala un elemento adicional, como lo
es que la falta de una causa para el empobrecimiento, no haya sido provocada por el mismo empobrecido,
toda vez que en dicho evento no se estaría ante un “enriquecimiento sin justa causa”, sino ante la tentativa
del afectado de sacar provecho de su propia culpa.
“En el evento de que en el derecho colombiano la contratación administrativa fuese una situación sin
regulación alguna, cuyas relaciones negociales no estuvieran debidamente garantizadas, se podría hablar
de un enriquecimiento injustificado cuando se preste un servicio a la administración sin que exista un
contrato de por medio, pues se debería remediar una situación abiertamente injusta, donde la
administración se aprovecharía
12 Colombia. La Corte Suprema de Justicia ha aclarado que cuando se habla de la falta de causa en la actio rem in verso, se
refiere a: “Por causa no debe entenderse aquí el motivo a que se hace referencia en el art. 1524 del Có digo Civil, sino la
preexistencia de una relació n o vínculo jurídico entre el enriquecido y el empobrecido que justifique el desplazamiento
patrimonial que ha tenido lugar.
Cuando media entre los interesados una obligació n previa, como la que contrae el vendedor de hacer tradició n de la cosa o
cosas vendidas, el cumplimiento parcial de ella jamá s puede generar un enriquecimiento sin causa del comprador. La causa
es en este caso el contrato de compraventa”. (CSJ, Cas. Civil, Sent. jun. 9/71).
de una laguna jurídica. Pero en el caso de autos, la demandante, en una expresión libre de su voluntad, se
situó a sí misma en una situación injusta, en la cual su trabajo quedo desamparado, por no hacer uso de las
herramientas ofrecidas por la ley para garantizar la retribución económica de su labor. Por lo tanto, en el
caso de autos resulta inconcebible admitir un “enriquecimiento sin causa”, cuando la perjudicada con el
desequilibrio patrimonial consistente en prestar un servicio sin recibir ninguna
retribución, tuvo la oportunidad de decidir realizar dicha labor, sin que la
contraprestación de la misma estuviera garantizada mediante los
procedimientos e instituciones creadas para el desarrollo de la contratación
estatal.
(...)
“Sin embargo, la Sala se remite a las consideraciones expuestas en la presente providencia, para
replantear su posición en este tipo de casos, para afirmar que cuando el contratista de la administración
acepte prestar un servicio, con pleno conocimiento de que está actuando sin la protección que el
ordenamiento jurídico ofrece a los colaboradores de la administración, no puede aprovecharse
posteriormente de su propia culpa, para pedir que le sea reintegrado lo que ha perdido como causa de la
violación de la Ley”.
Esta providencia ha sido reiterada, con algunas variantes, pero esencialmente en los
términos aquí indicados, en la sentencia de 3 de diciembre de 2007 -exp. 14.460. CP.
Ramiro Saavedra-, sentencia marzo 27 de 2008 -exp. 15.116. CP. Ramiro Saavedra-, y auto
de mayo 21 de 2008 -exp. 33.584. CP. Miriam Guerrero-.
39
No obstante, y por fortuna, esta tesis se matizó en términos prá cticos, no así en los
teó ricos, en providencias posteriores, pues sigue compartiendo la Secció n Tercera la
decisió n que ha servido de punto de partida a todas las demá s. Tal es el caso de la siguiente
providencia al disponer que:
“Sucede que en el caso sub lite, las obras adicionales que fueron autorizadas por la Administración,
construidas y entregadas por el contratista a satisfacción de la entidad contratante, presentan especiales
características, en la medida que resultan esenciales e inherentes a la infraestructura misma que fue
construida, es decir, son de su naturaleza, toda vez que para acometer la obra principal resultaba
indispensable realizarlas de manera previa o concomitante o de lo contrario resultaría imposible cumplir
con la ejecución de la obra contratada.
(...)
“Cabe resaltar que en este caso especial y concreto resulta procedente el reconocimiento y pago de las
obras adicionales con fundamento en el principio de la buena fe y la equivalencia de las prestaciones
mutuas, que deben orientar la relación contractual, toda vez que, en esta situación excepcional y única,
la ausencia de la formalidad del contrato escrito no puede constituirse en pretexto, para que la
Administración desconozca
el pago de obras adicionales al contratista que obró de buena fe e hizo prevalecer el interés
general frente a sus propios intereses...” ,3-Negrillas fuera de texto-.
Sin embargo, lo que se puede concluir de la postura extrema de donde surgió todo este
nuevo debate, bastante claro por cierto, es que en este período de la 13
40
13 Colombia. Secció n Tercera, sentencia de 29 de agosto de 2007, exp. 15.459, CP. Mauricio Fajardo
Gó mez.
Menos clara es la sentencia 23 de abril de 2008 -exp. 16.491. CP. Ruth Stella Correa-, la cual señ ala, en
algunos apartes, que el actor, quien reclamó en ejercicio de la acció n contractual el pago de mayores
cantidades de obra ejecutada sin contrato, que se hubiera ordenado por parte del juez si hubiera probado
que las ejecutó , pero con conocimiento y anuencia de la entidad. En tal sentido indica la providencia que:
“Pero, aú n si en gracia de discusió n se estima que la parte demandante cumplió con sus obligaciones, la
Sala observa que el incumplimiento endilgado a la administració n municipal carece de fundamento al no
encontrar respaldo en el acervo probatorio del proceso, en la medida en que no se probó que el
representante legal del Municipio de Condoto o, incluso, el interventor, hubieran autorizado mayores
cantidades de obra y, además, asumido el compromiso de realizar modificaciones al contrato adicional al
principal para que fueran contempladas en la construcció n de la estructura requerida del refuerzo
estructural de la obra de la primera etapa del Coliseo Cubierto”.
(...)
“Y, por otra parte, no se acreditó que existan mayores cantidades de obra a las pactadas en el contrato
adicional No. 01 de 1993 al principal No. 007 de 1993, o, que se hayan impartido autorizaciones en tal
sentido por el representante legal del Municipio de Condoto o el interventor en el evento de haber
jurisprudencia se hace radicar la suerte del tema en el aspecto normativo de la
contratació n, es decir, en la verificació n del cumplimiento de la obligació n que tienen el
Estado y los particulares de respetar las normas legales que indican có mo se celebra,
perfecciona y ejecuta un contrato.
De hecho, en el caso citado que dio lugar al cambió de jurisprudencia -exp. 25.662- se
negó el pago al contratista, precisamente porque sabía que al ejecutar una obligació n sin
contrato actuaba al margen del ordenamiento jurídico, y esa actitud culpable le hizo perder
el derecho al pago de lo ejecutado.
Como se observa, en casos exactamente iguales al referido -citados anteriormente-,
correspondientes a los añ os 80 y 90, la Sala razonó de manera distinta, pues en su
momento concedió má s valor a la justicia y a la equidad, y a partir de allí consideró injusto
que el Estado propiciara esos comportamientos del contratista, y que luego se negara a
pagar los servicios recibidos. Las posturas ideoló gicas -creo- se resumen perfectamente de
este modo.
Desde mi punto de vista, la postura correcta ante esta problemá tica que nunca se
acabará , mientras exista la administració n y las necesidades diarias -con lo cual no justifico
tampoco los comportamientos irregulares-, es la que se formuló y defendió en la década de
los añ os ochenta, noventa y hasta la primera mitad de esta.
Los argumentos los he expuesto en diversas aclaraciones y salvamentos de voto a 41
cada una de las providencias que, poco a poco, han consolidado esta nueva posició n
frente al problema de la ejecució n de trabajos sin contrato perfeccionado. En síntesis, esas
razones radican en lo siguiente:14
15 “Las actuaciones de los particulares y de las autoridades pú blicas deberá n ceñ irse a los postulados de la
buena fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que aquéllos adelanten ante éstas”.
RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO POR EL ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA...
En sexto lugar, la administració n pú blica, en estos supuestos, también genera en el particular una
expectativa -la del pago de la labor ejecutada-, en términos del principio de confianza legítima. Por esta
razó n también es ló gico y procedente reconocer el valor o costo del beneficio obtenido por la entidad
pú blica que motivó , con su conducta, la prestació n del servicio o el desarrollo de determinada obra.
Es que el juez no se puede llamar a engañ os a estas alturas de la vida administrativa y jurídica. De
hecho, en el pasado se reconocía que la administració n es, las má s de las veces, quien propicia, por su
afá n y necesidad, que los particulares le presten servicios sin contrato, prometiéndoles pagar y legalizar
la situació n rá pidamente, circunstancia que se convierte en un engañ o, que el juez no puede patrocinar,
ni consentir tá citamente, absteniéndose de condenar a quien se ha enriquecido sin causa justificada.
En este orden de ideas, si bien puede sostenerse que esto no elimina la culpa del particular, al
concurrir con su conducta a perfeccionar la irregularidad, no es menos cierto que tal violació n a la ley no
siempre es identificable por una persona que desconoce la legalidad estricta de los contratos estatales
-por lo especializada que se ha vuelto la contratació n-, y porque, definitivamente, me resisto a admitir
que una persona engañ ada por la administració n termine asumiendo la carga econó mica desventajosa
de la situació n.
47
En séptimo lugar, también se atenta contra la teoría de los actos propios, pues,
de conformidad con lo anterior, no es aceptable que la entidad pú blica, mediante la materializació n de
un acto propio, configure un interés en cabeza de un sujeto, para que, posteriormente, vaya contra su
actuació n, en el sentido de beneficiarse de las labores adelantadas por el particular, sin que le acarree
alguna consecuencia negativa a la administració n.
En octavo lugar, y sin embargo de todo lo dicho, esta postura de ninguna manera indica que siempre
que se produzca un traslado patrimonial de una persona a otra se deba indemnizar al empobrecido,
pues es claro que la mala fe, el engañ o o el dolo no puede servir de excusa para pedir una reparació n. Sin
embargo, estos casos deben apreciarse con mucha restricció n.
Me refiero a los supuestos en los cuales el particular, sin conocimiento, conciencia, paciencia,
tolerancia, asentimiento, invitació n, insinuació n o petició n expresa de la administració n ejecuta una
labor o trabajo en favor de este, y luego pretende cobrarle los gastos en que ha incurrido. En estos casos
es evidente que la solicitud
de pago carece de respaldo en los comportamientos del Estado, pues este no
pidió que hicieran la obra, bien o servicio, de modo que no hay manera de
imputarle responsabilidad alguna. Es el caso del ciudadano que repare una vía en
mal estado, sin conocimiento de la entidad estatal, y luego le pase una cuenta de
cobro.
En definitiva, desde mi punto de vista, los comportamientos contrarios a los
señ alados, es decir, cuando el Estado propicia, invita y motiva la ejecució n de una
tarea o trabajo, no puede negarse a pagarlo, y el juez tiene la obligació n de
ponderar esta situació n y ordenar que se cancele el trabajo ejecutado.
Por esta razó n el juez debe analizar cada situació n, para establecer si bajo esta
condició n hay lugar al reconocimiento del enriquecimiento sin causa, o si, por el
contrario, la conducta del particular fue la desencadenante del traslado
patrimonial, situació n en la cual el detrimento estaría justificado, dada la
conducta del sujeto de derecho privado.
15 Incluso, la acció n de tutela ha sido intentada por los ciudadanos -se trata de un caso civil-,
pero la Corte Constitucional señ aló que era improcedente porque “En principio, la vía
judicial a disposició n del afectado para evitar la consumació n de un enriquecimiento
injustificado es el proceso civil ordinario. Sin embargo, podría en ciertos eventos pensarse
que este medio de defensa no es idó neo y que, obligar al afectado a acudir a él, resulta
contrario a los principios de efectividad de los derechos fundamentales y de economía,
eficacia y celeridad de la administració n, cuando
concurren pruebas objetivas de la existencia del enriquecimiento sin causa - entre ellas la
la Sala, en sentencia de agosto 6 de 1987 -exp. 3.886. Actor Conic Ltda.- que:
confesió n de la posible parte demandada - que harían innecesario el trá mite de un juicio
ordinario. Por regla general, la suficiencia y notoriedad del acervo probatorio que pueda
servir de fundamento a una pretensió n, no permite desestimar la vía judicial ordinaria
contemplada por la ley para tramitar un determinado asunto. De otra parte, en esta hipó tesis,
la procedencia de la acció n de tutela -como mecanismo transitorio- que ordenara la
devolució n del dinero dependería de la vulneració n o amenaza de un derecho fundamental,
particularmente del derecho a la propiedad cuando se ve comprometido el derecho a la
subsistencia o derecho al mínimo vital, aspecto éste que se estudiará e continuació n.
Si bien en el presente caso se observa la existencia de todos los elementos para que se configure un enriquecimiento
sin causa - aumento patrimonial de Alba Rocío Velasco Gonzá lez por el abono erró neo en su cuenta de dineros
ajenos, disminució n patrimonial por la salida involuntaria de parte de sus recursos, y carencia de causa jurídica
que sustente la transferencia patrimonial -, sin que sobre estos extremos se presente controversia entre las
potenciales partes de un juicio ordinario - Alba Rocío Velasco admite ante el juez de tutela el abono irregular de
las sumas de dinero y afirma su voluntad de devolverlas -, no obstante, el derecho a la propiedad afectado por la
no devolució n del dinero no exhibe naturaleza fundamental. En efecto, como expresamente lo manifiesta la
actora, aquél constituye el ahorro destinado a la compra de una má quina en la que fincaba sus esperanzas de
independizarse econó micamente de la empresa donde trabaja. Así las cosas, la acció n de tutela se revela
definitivamente improcedente en la situació n concreta examinada, ya que tampoco se verifica la vulneració n de
un derecho constitucional fundamental. Para la recuperació n de su dinero y el resarcimiento de los perjuicios
sufridos, la peticionaria tiene a su disposició n los medios de defensa judicial que la ley establece frente a este
tipo de lesiones de orden patrimonial.” -sentencia T-219 de 1995-
“En suma, cuando las obras encajan dentro del objeto del contrato, las acciones derivadas de su
ejecución y cumplimiento son típicamente contractuales. En cambio, cuando ciertas obras no
quedan comprendidas en él y se ejecutan a instancia de la entidad pública y bajo su apremio, ese
exceso no tiene su respaldo en un contrato y su controversia no debe ser contractual. Por lo menos
este ha sido el manejo de esta Sala, mayoritariamente, con la salvedad de señor Consejero
Valencia Arango, quien insiste en su tesis, ha venido dando a tales situaciones con apoyo en “la
actio in rem verso.” En otras palabras, cuando debiéndose celebrar el contrato adicional no se
hace y pese a eso se ejecutan las obras, la controversia, de contenido indemnizatorio, encuentra su
apoyo en el enriquecimiento incausado.”
Luego, en la sentencia de febrero 22 de 1991 -exp. 5.618- puntualizó la misma
Secció n que:
“Si se adopta la solución propuesta por el tribunal, ello obedece a que ante la ausencia del
contrato adicional que debió celebrarse, es más justa para la persona que ejecutó la obra, pese a
ese vacío, subsumir la acción en los supuestos de la actio in rem verso, que obligarla a demandar
contractualmente apoyada en un contrato que no llegó a perfeccionarse.
“Y la justicia está en esta forma de parte de la demandante, no sólo porque se produjo el
enriquecimiento para el Fondo y el empobrecimiento consecuencial para ¡ngecos Ltda., en
49
cuanto al valor de lo ejecutado y no pagado, sino porque tanto ese enriquecimiento como el
empobrecimiento no tuvieron una causa (el adicional 378 / 78 no logró perfeccionarse, aunque si
ejecutarse); y porque la demandante no tenía, en las circunstancias anotadas, una acción
contractual específica que le permitiera el reconocimiento de la labor ejecutada".
En el caso tratado en el proceso No. 5686, de octubre 11 de 1991 -CP. Julio César
Uribe-, se concluyó así:
“Lo expuesto muestra, asimismo, que la nota de subsidiaridad que se le imputa a la actio in rem
verso se da en el presente caso. En tal sentido y a falta de una acción específica no cabía otra que
la escogida por la demandante. Además, dado el carácter de comerciante que ostenta la actora, el
artículo 831 del C. de Co. viene a reforzar aún más la acción intentada, al disponer que ‘nadie
podrá enriquecerse sin justa causa a expensas de otro’. Debe, entonces, como se expuso atrás,
enfocarse la conducta de la administración como un hecho; perjudicial para la sociedad que
prestó un servicio de suyo oneroso sin percibir contraprestación alguna y favorable para la
entidad pública que se lucró de dicho servicio".
En sentencia de octubre 25 de 1991 -exp. 6103. CP. Daniel Suá rez Herná ndez- se
dispuso que:
“Huelga precisar, a través de cuál de las diversas acciones procesales establecidas por el Código
Contencioso Administrativo, debe manejarse la precitada pretensión por enriquecimiento sin
50 causa. Ya quedó consignado que no puede ser con base en las “controversias contractuales" del
art. 87 ibídem; tampoco podrá serlo con fundamento en la “acción de nulidad y restablecimiento
del derecho" (art. 85 C.C.A.), ni mucho menos, con apoyo en la simple “acción de nulidad" (art. 84
C.C.A.), dado que éstas últimas requieren de la existencia de acto administrativo cuya ilegalidad
constituye la pretensión básica del demandante. Entonces, por exclusión, la llamada pretensión in
rem verso por enriquecimiento ilícito, deber hacerse valer a través de la “acción de reparación
directa" prevista por el art. 16 del Decreto 2304 de 1989, modificatoria del art. 86 del C.C.A.
“La anterior conclusión se encuentra implícita en varios fallos de esta sección, entre los cuales
baste con mencionar los contenidos en sentencia de 11 de diciembre de 1984, Expediente No.
4070, Actor: Madriñán Micolta y Cía. Ltda., Consejero Ponente: Dr. Carlos Betancur Jaramillo, y
sentencia de 11 de octubre de 1991, Expediente No. 5686, Actor: Hennio Publicidad Ltda.;
Consejero Ponente: Dr. Julio César Uribe Acosta, a más de la ya citada de 6 de septiembre del
corriente año; Expediente No. 6306; Actor: Sociedad Olivetti Colombiana S.A., con ponencia de
quien proyecta esta decisión. En todos estos casos, la Sala ha entendido que se encuentra frente a
una SITUACION DE HECHO, que fluye directamente de la conducta o hechos llevados a cabo por
las partes, que es lo que precisamente constituyen el apoyo para pedir el restablecimiento del
derecho demandado."
La consecuencia ló gica de que la acció n para reclamar por el enriquecimiento sin
causa se tramite como una acció n de reparació n directa
es que su caducidad es de dos añ os, contados desde la ocurrencia de los hechos,
lo cual tendrá los efectos aplicativos de cada caso concreto.16
La misma tesis se mantuvo en la providencia de julio 3 de 1992 -exp. 5786. CP.
Juan de Dios Montes-,17 en la sentencia de septiembre 10 de 1992 -exp. 6822.
51
16 Colombia. En ese mismo sentido se agregó en la sentencia de octubre 25 de 1991 -exp. 6103.
CP. Daniel Suá rez Herná ndez- que “Claro có mo está que el fenó meno del enriquecimiento sin
causa, como fuente de obligaciones y derechos, tiene la categoría de HECHO y que como tal
deber hacerse valer a través de la ACCIÓ N DE REPARACIÓ N DIRECTA, se impone precisar
igualmente que en tales eventos resulta aplicable la regla cuarta del art. 23 del Decreto 2304
de 1989, que subrogó el art. 136 del C.C.A., cuando prescribe, entorno del fenó meno de
caducidad de las acciones, a saber:
“‘La de reparació n directa caducar al vencimiento del plazo de dos (2) añ os, contados a partir del
acaecimiento del hecho, omisió n u operació n administrativa o de ocurrida la ocupació n
temporal o permanente del inmueble de propiedad ajena por causa de trabajos pú blicos”.’
17 Colombia. En esta ocasió n se señ aló que “A. La Sala revocará la sentencia del Tribunal cuya
falta de consistencia jurídica es ostensible; en efecto, la cooperativa demandante partió del
hecho cierto de la inexistencia del contrato de arrendamiento que proyectó pero que nunca
pudo celebrar con la Nació n; sobre esta base no contradicha por la entidad demandada, se
enfrentó a la improcedencia de la acció n contractual, la que, como lo dice su nombre, tiene su
fundamento en el contrato, y resolvió , en consecuencia, acudir a esta jurisdicció n por la vía de
la reparació n directa, alegando que la administració n había ocupado temporalmente y sin
CP. Julio César Uribe Acosta-,18 sentencia de abril 16 de 1993 -exp. 7356. CP. Juan
de Dios Montes-,19 sentencia de 8 de mayo de 1995 -exp. 8118. CP. Juan de Dios
Montes-, entre muchísimas otras.
No obstante lo anterior, en mi criterio -expresado en salvamentos de voto
recientes-, la acció n procedente no debe ser la de reparació n directa, sino la actio
in rem verso, que es autó noma y procede cuando no exista otro mecanismo de
defensa procesal.
Y así como he expuesto en esas ocasiones que el medio idó neo, aceptado
doctrinal y jurisprudencialmente, para invocar la ocurrencia del fenó meno del
enriquecimiento sin causa es la acción de in rem verso20 -cuyos orígenes se hallan
en el derecho romano-, la cual es de naturaleza subsidiaria, establecida y
estatuida para garantizar el acceso efectivo a la administració n de justicia con
miras a que se restablezca el equilibrio patrimonial entre dos sujetos de derecho,
21 Colombia. Dispone el art. 206 C.C.A.: “Los procesos relativos a nulidad de actos administrativos y cartas de
naturaleza, nulidad y restablecimiento del derecho, reparació n directa, a controversias sobre contratos
administrativos y privados con clá usulas de caducidad y a nulidad de laudos arbitrales proferidos en
conflictos originados en los contratos mencionados, se tramitará n por el procedimiento ordinario. Este
procedimiento también debe observarse para adelantar y decidir todos los litigios para los cuales la
ley no señale un trámite especial.” (negrillas adicionales).
La misma ló gica se aplicó en la sentencia de septiembre 24 de 1992 -Exp.
6788. CP. Juan de Dios Montes-. Al decir que:
“3.- Deberá accederse a la pretensión del recurrente para que se condene a la administración
a pagarle el interés técnico o legal sobre el capital que invirtió en la ejecución de las obras y
actividades extracontractuales a que en el caso de autos dio lugar el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar, con lo cual, por la naturaleza de la acción propuesta y la manera cómo
ocurrieron los hechos, se cumple con el objetivo de restablecer el equilibrio roto con el
enriquecimiento carente de causa.
“La liquidación de intereses, comprende desde la fecha inicial señalada por el a - quo hasta la
de la providencia, que es el 24 de septiembre de 1.992, así:”
En idéntica perspectiva puede verse, entre otras, la sentencia de septiembre
10 de 1992 -exp. 6822. CP. Julio César Uribe Acosta- 22 y la sentencia de 8 de mayo
de 1995 -exp. 8118. CP. Juan de Dios Montes-,
No obstante esto, la Sala ha dicho -insistentemente- que la actio in rem verso
no tiene cará cter indemnizatorio sino compensatorio. Y en efecto así se dispuso
en la sentencia de abril 16 de 1993 -exp. 7356. CP. Juan de Dios Montes- al señ alar
que:
“Sin embargo, la Sala no comparte con el a - quo la tesis de la obligación solidaria deducida
de la aplicación del artículo 2344 del C.C., por cuanto la acción de in rem verso no es una acción
indemnizatoria o resarcitoria sino compensatoria”.
55
Desde mi punto de vista esta postura es correcta, y teó ricamente es defendida
en todas las providencias de la Secció n Tercera, aunque no se aplique tan
uniformemente.
22 Colombia. Dispuso la providencia: “Se condena igualmente, al INSTITUTO DE CRÉ DITO TERRITORIAL a pagar
a SURAMERICANA DE CONSTRUCCIONES S.A., por concepto de intereses, a la tasa del seis por ciento (6%)
anual, liquidados sobre el capital histó rico y por el período comprendido entre el tres (3) de marzo de 1.982 y
el 31 de agosto de 1.992, la suma de VEINTICINCO MILLONES QUINIENTOS OCHENTA Y SEIS MIL
SETECIENTOS SETENTA Y SIETE PESOS CON VEINTIOCHO CENTAVOS M CTE. ($25.586.777.28).”
HISTORIA DEL TEXTO LEGAL SOBRE
RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL EN EL
CÓDIGO CIVIL
CONTENIDO:
Introducció n
Los textos del Có digo Civil y sus antecedentes Romanos
El Có digo Civil Chileno y colombiano
Conclusiones
Introducción
El propó sito de este artículo es presentar los resultados de una investigació n sobre
57
los antecedentes del articulado del có digo civil colombiano sobre la responsabilidad
por los delitos y las culpas. El estudio intenta presentar el origen de los textos actuales del
có digo civil colombiano en sus fuentes romanas, chilenas, francesas y españ olas. El estudio
permite concluir como la influencia francesa del Code Napoleón, en lo que se refiere a los
artículos 2341 al 2360 del C.C. a lo sumo fue solo de inspiració n hermenéutica, pero muy
poca o casi nula en el texto del articulado.
Andrés Bello si bien cotejó el texto francés en cuanto a la responsabilidad por los delitos
y los cuasidelitos se inspiró má s en los antecedentes españ oles de las Siete Partidas de
Alfonso X el sabio y del derecho romano para la redacció n definitiva de los textos que se
refieren a la responsabilidad civil. El sentimiento
anti-español (todas las leyes españolas están abolidas reza el art. 15 de la ley 153
de 1887) llevó a que nuestros juristas miraran a Francia y a su Corte de Casación,
donde se formó la elite intelectual de abogados colombianos del siglo XIX y dos
tercios del Siglo XX. Esto hizo que los avances de interpretación de los cinco
artículos franceses buscaran acomodo en los 19 artículos del código civil colombiano
que en poco tienen correlación. Esta lectura de textos mayoritaria- mente no
originarios del Code Napoleón a la luz de la jurisprudencia de la Corte de Casación
francesa pueden explicar que nuestra jurisprudencia en materia de responsabilidad
civil al nacionalizar las tesis Galas debió hacer ingentes esfuerzos para acomodarlos,
lo que en ocasiones ha llevado a largos debates sobre teorías jurídicas incompatibles
con los textos de nuestro código civil, como por ejemplo las cosas peligrosas
francesas y las actividades peligrosas, entre otras.
En este artículo se emprende en primer lugar un recuento de los antecedentes romanos
de los textos de los cuasidelitos romanos y los tres capítulos de la Lex Aquilia, piedra
angular de la responsabilidad civil. Luego se desarrolla en detalle el aná lisis comparativo de
los textos chileno y colombiano por cada una de las especies de responsabilidad
extracontractual, para finalmente presentar las conclusiones de estudio de la historia del
texto legal sobre la responsabilidad extracontractual en el có digo civil.
24 D'ORS, Á lvaro. Derecho privado romano, Ed. Eunsa, Pamplona, 1981, p. 67.
25 JUSTINIANO en la Constitució n Tanta, por medio de la cual hace la confirmació n del Digesto explica los
motivos y criterios para la recopilació n. Justiniano. Constitución Tanta, 1.
Obdulio Velá squez Posada
26 Ibídem.
27 Ibídem. p, 11.
28 Ibídem. p 10.
29 Cf Digesto 47,1.
HISTORIA DEL TEXTO LEGAL SOBRE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL EN...
El tercer capítulo es el má s importante pues manteniendo el cará cter de tipi- cidad del
delito privado, dispone de modo má s general la obligació n de reparar por cualquier dañ o
causado con ¡muría en toda clase de animal diferentes a los del capítulo primero (muerte
de esclavos y ganados) y en todas las cosas inanimadas.
Este capítulo se refirió a las lesiones que se causan a los esclavos o animales o deterioro
de cosas corporales, pero la reparació n varía con respecto del capítulo primero pues se tasa
la reparació n con valor má ximo del mes anterior que tuvo el animal o la cosa dañ ada. Este
capítulo es explicado por el jurisconsulto Romano Gayo en sus Instituciones:
“217. Las disposiciones del tercer capítulo se refieren a toda otra clase de daños en las cosas. Así, se
establece en este capítulo una acción para el caso de que alguien hiera a un esclavo o aun cuadrúpedo de
cualquier clase de ganado, o hiera o mate a un cuadrúpedo de los que no se consideran ganado, por
ejemplo un perro o una fiera, como un oso o un león. En esta misma parte se castiga todo daño causado
injustamente en cualquier otra clase de animal o en todas las cosas inanimadas . En este capítulo se
establece, pues, una acción para el caso de que se queme o se destruya algo, aunque en realidad el termino
destruido abarca todas estas otras causas, pues se entiende por destrucción toda clase de corrupción,
comprendiendo no sólo cuando se quema o se rompe algo, sino también cuando se rasga, se roza o se
derrama, o de cualquier modo se estropea, pierde o deteriore” (sin resaltar el original). 35
Como se desprende de los textos y de los comentarios de Gayo, la diferencia de este
capítulo tercero de la ley con el primero está en que el tercer capítulo se refiere a 61
lesiones diferente a la muerte y a otros animales no considerados ganado y extiende,
ademá s, la acció n en caso de dañ o a todas las cosas inanimadas. En cada caso, se
reglamenta el monto a indemnizar de modo diferente. En caso de muerte del ganado o
esclavo, el valor a pagar es el valor má ximo que hubiesen tenido en el añ o anterior al delito,
mientras que en el caso de simples lesiones, del capítulo tercero la indemnizació n se calcula
con el valor má ximo del mes anterior.
El segundo capítulo se refiere a una responsabilidad má s de cará cter contractual. Aquí
la Lex Aquilia procuraba reprimir el hecho culpable del ad estipulador que había remitido
una deuda, en dañ o, por ese medio, del acreedor principal.
Por largo tiempo se tuvo desconocimiento del contenido de este capítulo segundo del
que Ulpiano en Digesto 9, 2, 27,4 nos transmitió de su existencia y que había caído en
desuso pero nada dijo de su contenido. El intento por descifrar su
35 ORTIZ MÁ RQUEZ, Julio. Comentario a las Instituciones de Gayo, ediciones Rosaristas, 29 edició n, 1985, p.440.
HISTORIA DEL TEXTO LEGAL SOBRE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL EN...
36 J. HEINECIO. Elementos de derecho romano. Traducida por J.A.S. Madrid, ed. Aguado, de 1836, p. 283 citado por ROSSI
MASELLA, Blase. Ob. Cit. p. 68.
37 Citado por ROSSI MASELLA, Blase. Ob. Cit. p. 68.
38 Citado por ROSSI MASELLA, Blase. Ob. Cit. P. 68-69.
39 ORTIZ MÁ RQUEZ, Julio. Ob. Cit. p. 440.
40 A mediados del siglo V a.C. Tiene lugar una codificació n de preceptos jurídicos, también funerarios, que se llama Ley
de las Doce Tablas. Esta ley fue dada por un colegio de magistrados pre republicanos con cargo legislativo: los decembiri
legibus scribundis (451-449 a.C. y por eso se conoce también a la Ley de las Doce Tablas como la Ley Decemviral
Obdulio Velá squez Posada
aquel año.41 La Lex Aquilia entonces además de incluir el número de casos para la
acción de reparación por delitos, reforzó, además las sanciones en los casos previstos
al establecer modos de actualización y prever la reparación en el caso del capítulo
tercero aunque no hubiese dolo, es decir
bastaba la culpa.42 Este punto tiene un particular interés, pues en nuestro derecho civil
el delito es el dañ o causado con dolo, mientras el cuasidelito, es el dañ o causado con culpa.
Pero como lo hemos advertido en el Datum inuria Datum se trata de un delito privado que
admite la modalidad de culposo.
El Datum iniuria Datum se diferencia de delito de iniuria porque la iniuria es
considerada siempre como una lesió n directa a la persona, mientras el Datum iniuria
Datum el dañ o es causado a la cosa, esclavo, ganado o animal, es decir al patrimonio. Se
diferencia del furtum, pues en éste se busca siempre el á nimo de lucro, que no existen en el
Datum Iniuria Datum.43
41 D.9,2,2, pr.
42 Para algunos romanistas resulta extrañ o que en la recopilació n de Justiniano de los delitos privados haya incluido el
Datum iniuria Datum que tipificó la Lex Aquilia pues este es el ú nico delito que no requiere dolo como elemento constitutivo.
ROSSI MASELLA, Blase. Ob. Cit. p. 74.
43 Ibídem. p. 77.
44 Ibídem. p 86.
HISTORIA DEL TEXTO LEGAL SOBRE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL EN...
nista Petit que en la Lex Aquilia no se sancione la omisió n que cause dañ o como
los sostienen muchos autores.27
2. El daño debe ser Corpore corpori: Con el cuerpo y sobre la cosa
Es preciso que el dañ o consista en la destrucció n o degradació n material de
una cosa corporal y que sea causado corpore, es decir, por el cuerpo del mismo
autor a través de contacto físico. Así por ejemplo enseñ a Gayo que cae bajo la Ley
Aquilia el que mata a un esclavo ajeno golpeá ndole, pero no si lo encierra y le deja
morir de hambre. Se dice que el dañ o debe ser corpori para significar que la
acció n debe recaer sobre la cosa produciendo su corrupció n -ruptio - es decir,
destrucció n, quemadura, rotura, o cualquier clase de deterioro.
3. El daño debe ser causado con iniuria
En tercer lugar enseñ a Gayo, es necesario que el dañ o sea causado sin derecho,
con injuria28 “es lo que sucede-dice el texto-, no solo cuando el autor del dañ o ha
obrado por dolo, sino también cuando simplemente ha cometido una falta,
aunque fuera ligera”.29 Para algunos romanistas resulta extrañ o que en la
recopilació n de Justiniano de los delitos privados haya incluido el Datum iniuria
Datum que tipificó la Lex Aquilia pues este es el ú nico delito que no requiere dolo
como elemento constitutivo, sino que basta la culpa. Nó tese aquí el punto que en 65
nuestro derecho el delito civil es el dañ o con dolo, mientras que el dañ o con culpa
es el cuasidelito.
Sobre el dolo y la culpa en la Lex Aquilia el mejor Romanista de estos tiempos,
el catedrá tico Alvaro Dor's señ ala:
“Por otro lado, a diferencia de las otras acciones penales, que presuponen el dolo del
demandado, en ésta, la palabra iniuria de la ley fue interpretada ya por la Jurisprudencia
clásica en el sentido de que se debía responder también de ciertos actos de negligencia que
causaban daños a otra persona; para designar este tipo de conducta negligente se acudió al
término de culpa, que se había de utilizar posteriormente en la problemática de la
responsabilidad contractual".45 46 47 48
En las Institutas de Gayo se lee en este mismo sentido “Se entiende que se
mata injustamente cuando eso ocurre, no en virtud de una ley, sino por dolo o
culpa. Así el que comete dañ o sin dolo ni culpa, sino por accidente, queda
impune.49
Sobre el sentido de la palabra iniuria del Digesto algunos autores han señ alado
que es una tergiversació n de la baja edad media que la identificó con la culpa:
Desde antiguo se ha acusado de manipular las fuentes romanas, con el propó sito
probar que desde los comienzos de ese derecho se consagraba el aforismo pas de
responsabilité sans faute. Pero tal acusació n, por lo que hemos dicho al examinar
las fuentes no es verdadera, pues la intenció n de Justiniano al recopilar el Digesto
era adaptar el viejo derecho a las nuevas circunstancias culturales y política de su
tiempo y no el propó sito acadé mico de legar a las futuras generaciones los textos
primitivos del extinto imperio romano.50
52 Infantes, de in fari (no hablar), eran propiamente aquellos que no podían hablar razonablemente, y conforme a un
criterio que prevaleció con Justiniano se tenía por tales a los menores de 7 añ os Infantia maiores: comprendía los
impú beres entre los 7 y 12 ó 14 (segú n fuera varó n o mujer). La distinció n tenía consecuencias jurídicas
importantes en cuanto a la capacidad: los infantes no eran responsables penalmente, y no podían intervenir en
modo alguno en la realizació n de negocios jurídicos, pero los infantia maiores respondían por sus delitos, pues eran
doli capaces, y podían actuar en negocios jurídicos aunque siempre con la autorizació n de sus tutores presentes al
acto (auctoritas tutoris). GUTIÉ RREZ, Faustino y ALVIZ y ARMARIO. Diccionario de derecho romano, 2% ed., Instituto ed.
Reus, S.A., Madrid, 1976.
HISTORIA DEL TEXTO LEGAL SOBRE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL EN...
Algunos apartes de los textos del Digesto son elocuentes: “Respecto a los que
hubieren arrojado o vertido algo, dice el Pretor: “daré acción, por el doble del daño
que se haya causado o hecho, contra el que habitase el inmueble desde el cual se
hubiera arrojado o vertido algo en un lugar de tránsito o estacionamiento ordinario...
Y má s adelante señ ala que “si varios habitaron en la misma habitación de donde se
arrojó algo, se dará acción contra cualquiera de ellos (Ulpiano. 23. Ed.) dado que
realmente es imposible saber quién la haya arrojado o vertido. (Gayo, 6 ed. Prov.)
La Actio Positis Et Suspensis era una acció n cuasidelictual concedida contra el
propietario o inquilino de un edificio que hubiere colocado o suspendido algú n
objeto sobre la vía pú blica y que pudiera causar dañ o. Era una acció n popular
(Digesto 9, 3, 5, 6)
El desarrollo posterior suprimió la categoría de delitos privados, sin embargo
en la tradició n del derecho francés y españ ol se mantuvieron y de allí hasta nuestro
có digo civil con la denominació n “delitos civiles” y cuasidelitos. El Effussum y la
Actio Positis et Suspensis se recoge en nuestro có digo civil en los casos de
responsabilidad por ruina de edificios y objetos que caen de ellos (Arts 2350 y
2355 C.C.). Conviene recordar que nuestro có digo civil siguiendo la tradició n
francesa y españ ola regula en el mismo título XXXIV de libro IV del Có digo Civil los
delitos y cuasidelitos, es decir los dañ os causados con dolo y con culpa,
respectivamente.
El redescubrimiento del Digesto llevó en la edad media al entusiasmo por su
estudio y cambió la forma de enseñ ar el derecho. Con el auge de la escuela Natural
el texto romano se usaba para demostrar que ese derecho era expresió n de la razó n
y el derecho natural. Así, COCCEIO, afirmó que en la Lex Aquilia la sola culpa era
suficiente para satisfacer la exigencia del elemento subjetivo, mientras que para los
otros delitos se exigía el dolo.53
La corriente no defensora del derecho romano es encabezada por TOMASIO
quien argumenta que para el derecho Germano la acció n de reparació n de
perjuicios no es una acció n por el delito - ex delicto-, sino por equidad -ex aequitate.
El verdadero fundamento no serían entonces la culpa sino el derecho de propie-
dad.54 Se traba así desde entonces la ardua batalla doctrinal sobre si el verdadero
fundamento de la responsabilidad civil es o no la culpa.
En los intentos por demostrar que no es la Lex Aquilia la fuente de la obligació n
de reparar los dañ os el derecho vigente en su tiempo, sino las exigencias del de-
recho natural el famoso jurista HEINECCIO siguiendo a TOMASIO hace una reflexió n
para demostrarlo de la siguiente manera:
Pero, en verdad ¿diferenciamos hoy nosotros a los esclavos y a los animales cuadrúpedos de
las otras cosas? ¿O estimamos el mayor valor de la cosa dentro de los treinta días? ‘¿O, se
pregunta sutilmente, si el daño se ha causado con el cuerpo al cuerpo, o en el cuerpo pero no al
cuerpo o ni con el cuerpo ni al cuerpo? O finalmente, en la actualidad ¿el pleito se acrecienta al
doble por la negación? Ninguno diría hoy esto, por cierto, Y quien puede decir entonces que ha
sido “recibida la acción de la Ley Aquilia? La actual acción por daño tiene su origen, entonces,
verdaderamente, en el derecho natural, no en la Ley Aquilia. 55
Una cosa si tienen en comú n las dos corrientes del derecho natural y es que
admiten el principio general de responsabilidad por culpa sea que provenga del
derecho romano a través de interpretaciones dudosas o de la aplicació n del
derecho natural. Y ese es precisamente el gran aporte al derecho de la
responsabilidad civil, el haber dado justificació n autó noma, convirtiendo los
antecedentes romanos justinianeos en una adecuada formulació n general de
responsabilidad por culpa.56
A partir de los aportes de la escuela del derecho natural es que los dos
principios fuentes de las obligaciones, los contratos y por el hecho ilícito, pasan a
los có digos civiles modernos. 57
■69
II. El Código Civil Chileno Y El Colombiano
La expansió n de Có digo de Napoleó n fue por tres vías: Por conquista de
territorios: por directa persuasió n a los juristas por los reyes o por el mismo
Napoleó n y en tercer lugar por inspiració n. 58 En esta ú ltima categoría está el
Có digo civil chileno de 1855 redactado por Andrés Bello,59 que fue sin duda la má s
influyente codificació n en los países de América Latina después de la
independencia de la Corona Españ ola.
55 HEINECCIO. Recitaciones in elem. luris civiles, comentario al título IV, 3 de las Instituciones, citado por ROSSI
MASELLA, Blase. Ob. Cit. p. 377.
56 Ibídem. p 378.
57 . Ibídem.
58 LIMPNES, Jean. ‘Territorial expansion of the code’ in the Code Napoleon and the common law world ’ Bernard Schwartz
ed. (1975) chapter 6, p. 92
59 BELLO, Andrés, nació en Venezuela (1781- 1865). Cuando Colombia, Venezuela y Ecuador eran
Capitanías de la Nueva Granada, entre 1810 y 1829 Bello viajó a Londres donde sirvió como Secretario de la
Embajada de Colombia y Chile.
HISTORIA DEL TEXTO LEGAL SOBRE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL EN...
A pesar de que el có digo Chileno tuvo en general una fuerte influencia por el
Có digo de Napoleó n, Andrés Bello usó otras fuentes en su elaboració n. El mismo
Bello explica que su trabajo de redacció n del có digo no fue una labor puramente
mecá nica, diciendo: “Nosotros no quisimos hacer una simple copia de ninguna
porción de otros modernos códigos. Nosotros hemos hecho uso de ellos sin perder de
vista las peculiares circunstancias de nuestro país“.42 Esto es especialmente notorio
en el tema de la responsabilidad civil donde el Có digo de Bello se aparta del
francés mucho má s del texto y de la extensió n que en otros temas del derecho
civil.
La legislació n españ ola no jugó un papel significativo por la natural reacció n
post independentista de cortar lazos con el imperio dominante anterior. No
obstante algunas instituciones españ olas mantuvieron su influencia como por
ejemplo, las Siete Partidas del rey Alfonso X el sabio.60 61
En cuanto a la responsabilidad civil Bello claramente se inspiró en el antiguo
derecho Romano, en particular la Lex Aquilia y la parte pertinente de las Siete
Partidas de Alfonso X el Sabio; la Novísima recopilació n de Carlos IV, y en menor
medida en los artículos 1382 a 1386 del Có digo Civil de Napoleó n.
Para obtener el texto definitivo Don Andrés Bello redactó dos proyectos: el
primero de 1847 en el que intentó conservar la tradició n del derecho españ ol y
70 otro en 1853 que se inspiraba má s en el Có digo Civil Francés.
El texto definitivo del Có digo Chileno fue prá cticamente el mismo sancionado
por el Estado de Cundinamarca el 8 de mayo de 1859, sucesivamente, los demá s
estados soberanos (Cauca en 1859; Antioquia 1864, etc.) aprobaron como ley
general este có digo civil de la unió n con el cual quedó definitivamente derogada
la antigua legislació n. A raíz de la reconstitució n de la repú blica de Colombia en
1886, se sancionó por la ley 57 de 1887el texto de nuestro Có digo Civil. 62 Enseñ a
Don Fernando Vélez que “en 1873 se resolvió el Gobierno Nacional a hacer lo que
60 MERRYMAN and Clarck M.C. Mirow. Borrowing prívate law in Latin America: Andres
Bello’s use of the code Napoleon in drafting the Chilean civil code. (2001) 61 Louisiana Law
Review, 291,302.
61 MALAVET, Pedro A. Critical Encounters With Culture, In North-South Frameworks’ (2003)
1 Florida Law Review, 55, 55.
62 El Có digo de BELLO fue adoptado en Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras,
Nicaragua. Igualmente su Có digo fue la fuente principal de inspiració n de los Có digos de
Uruguay, México, Guatemala, Costa Rica and Paraguay. MERRYMAN And CLARCK M. C.
MIROW. Op. Cit. p. 291,291
Obdulio Velá squez Posada
antes se había verificado en los Estados: a sustituir el Derecho Civil español con
otro cuya fuente principal estaba en el derecho francés... El Código Civil de los
Estados Unidos de Colombia (ley 84 de 26 de mayo) fue adoptado en 1887 para
toda la república, y emplazó a todos los de los antiguos Estados”.63
63 VÉ LEZ, Fernando. Datos para la historia del derecho nacional. Imprenta del Departamento, Medellín. 1891, p. 79.
64 Para un conocimiento má s detallado puede consultarse BELLO, Andrés. Código Civil de la República de Chile, tomo
III, con introducció n y notas de Pedro Lira Urquieta, Caracas. Añ o Bicentenario de Andrés Bello.1981, pp 908
y ss.
Obdulio Velá squez Posada
65 BELLO, Andrés. Código civil de la república de Chile, tomo III con introducció n y notas de Pedro Lira Urquie-
Obdulio Velá squez Posada
74 El texto Chileno:
Art. 2316. Es obligado a la indemnización el que hizo el daño, y sus herederos.
El que recibe provecho del dolo ajeno, sin ser cómplice en él, sólo es obligado hasta
concurrencia de lo que valga el provecho.
3. En Cuanto a la Solidaridad
La solidaridad Bello la toma de las Siete Partidas (Inciso 1° en L 15,
tit, 15, Partida 7? que señ ala en españ ol arcaico:
“Acertándose muchos homes en matar algunt siervo o a alguna bestia de guisa que la fieran
todos, et non sepan ciertamente de quál ferida murió, estonce pueden demandar a todos ó á
cada uno dellos qual más quisiere, que fagan emienda pechando la estimacion de aquella cosa
que mataron, pero si emienda recibere del uno, donde adelante non la puede demandar á los
otros. Mas si sopieren ciertamente de quál ferida murió et quién fue aquel gela dio, estonce
puede demandar a aquel que lo mató quel faga la emienda de la muerte él solo, et todos los
otros deben facer emienda de las feridas”.
Para el inciso 2° del artículo 2344 se inspira Bello en L 3, tit, 16, Partida 1- que
prescribe: “Decimos que si muchos se acertasen de so uno á facer algunt engaño, que
a cada uno dellos puede demandar el que lo recibió quel faga emienda dél; pero
desque hobiese recibido enteramente emienda de alguno de los engañadores, dende
adelante non puede demandar mas a ninguno de los otros”.
Por lo demá s los textos chileno y colombiano son iguales, con la excepció n de la
coherencia en el uso del término cuasidelito que se mantiene en el texto chileno. El
Có digo Napoleó nico no hace menció n alguna del régimen de la solidaridad
El texto colombiano:
Art. 2344.- Si de un delito o culpa ha sido cometido por dos o más personas, cada una de ellas
será solidariamente responsable de todo perjuicio procedente del mismo delito o culpa, salvas las
excepciones de los artículos 2350 y 2355.
Todo fraude o dolo cometido por dos o más personas produce la acción solidaria del precedente
inciso.
El texto Chileno:
Art. 2317. Si un delito o cuasidelito ha sido cometido por dos o más personas, cada una de ellas
será solidariamente responsable de todo perjuicio procedente del mismo delito o cuasidelito,
salvas las excepciones de los artículos 2323 y 2328.
Todo fraude o dolo cometido por dos o más personas produce la acción solidaria del 15
precedente inciso.
4. En cuanto a la capacidad
Bello introduce una novedad en cuanto a la capacidad aquiliana. El Ebrio no es
responsable, ni el menor de siete añ os. Este es un tema que requiere una
explicació n má s detenida. El artículo correspondiente del Có digo civil del Estado de
Cundinamarca (art.2422) tenía una atenuante para el ebrio involuntario. El texto
dice así: “El ebrio es responsable del daño causado por su delito o culpa, salvo que la
embriaguez hubiere sido involuntaria”. Aquí se aprecia también que al adoptar el
Có digo de Cundinamarca de 1859 como el Có digo Civil actual, se hicieron algunos
ajustes en el texto.
En la adaptació n del texto Chileno de Bello para Colombia se modificó el sistema
de edades del có digo de siete (1) añ os, y se tomó el antecedente romano de edad
intermedia entre infante menor y pú ber al modo como las Siete Partidas habían
incorporado el precedente romano. En las siete Partidas (Partida 1, Ley 3 inciso 1°,
Ley 5 inciso 2°) se consagraba la capacidad para cometer delito o culpa
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por su mandado ó por su consejo, fueras ende si aquel que fizo el daño fuese loco, ó desmemoriado ó menor de diez años et medio, o
si alguno lo hobiese fecho amparando a sí mismo ó a sus cosas”.
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Inc. 2o.- Modificado. Decreto 2820 de 1974, Art. 65. Así, los padres son responsables
solidariamente del hecho de los hijos menores que habiten en la misma casa.
Así, el tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo que vive bajo su dependencia y
cuidado.
Inc. 4o.- Derogado. Decreto 2820 de 1974, Art. 70.
Así, los directores de colegios y escuelas responden del hecho de los discípulos mientras están
bajo su cuidado, y los artesanos y empresarios del hecho de sus aprendices, o dependientes, en el
mismo caso.
Pero cesará la responsabilidad de tales personas, si con la autoridad y el cuidado que su
respectiva calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho.
Texto chileno:
Art. 2320. Toda persona es responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de
aquellos que estuvieren a su cuidado.
Así el padre, y a falta de éste la madre, es responsable del hecho de los hijos menores que
habiten en la misma casa.
Así el tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo que vive bajo su dependencia y
cuidado.
Así los jefes de colegios y escuelas responden del hecho de los discípulos, mientras están bajo
su cuidado; y los artesanos y empresarios del hecho de sus aprendices o
78 dependientes, en el mismo caso.
Pero cesará la obligación de esas personas si con la autoridad y el cuidado que su respectiva
calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho.
En el proyecto de 1847 Bello en el inciso 2° finalizaba “habiten con ellos”, en
vez la redacció n definitiva de “habiten la misma casa”. El inciso 4° no decía en el
proyecto de 1847 “empresarios ni “o dependientes”. En 1853 en el inciso final
utilizaba la expresió n “cualidad” en vez de la definitiva “calidad”.
En cuanto a la responsabilidad de los padres por dañ os causados por la mala
educació n de sus hijos menores los textos comparados son esencialmente
idénticos con la ú nica diferencia del empleo de la expresió n cuasidelitos en el
texto chileno frente al de culpa del colombiano.
Texto colombiano
Art. 2348.- Los padres serán siempre responsables del daño causado por las culpas o los
delitos cometidos por sus hijos menores, y que conocidamente provengan de mala educación o
de hábitos viciosos que les han dejado adquirir.
Texto chileno
Obdulio Velá squez Posada
Art. 2321. Los padres serán siempre responsables de los delitos o cuasidelitos cometidos por
sus hijos menores, y que conocidamente provengan de mala educación, o de los hábitos viciosos
que les han dejado adquirir.
En el proyecto de 1847 art. 673, inciso 6 decía ademá s al principio “Así”, y no
decía “conocidamente. En el Proyecto de 1853 decía “delitos y cuasidelitos, en vez de
“delitos o cuasidelitos”.
En la responsabilidad de los amos por la conducta de sus criados o sirvientes los
textos comparados conservan las expresiones arcaicas de amos, criados y sirvientes,
Aunque conservando la misma estructura difieren en algunos aspectos de
redacció n. El texto chileno agrega la explicació n de que la responsabilidad de los
amos no se exime “aunque el hecho de que se trate no se haya ejecutado a su vista,”
que fue omitido en el colombiano. El giro del texto colombiano de establecer
responsabilidad de los amos por los dañ os causados por los criados o sirvientes, con
ocasió n de servicio prestado” difiere al original chileno que utiliza la expresió n “en
el ejercicio de sus respectivas funciones” que puede sin duda tener consecuencias
jurídicas diferentes.
El texto colombiano
Art. 2349.- Los amos responderán del daño causado por sus criados o sirvientes, con ocasión del
servicio prestado por éstos a aquéllos; pero no responderán si se probare o apareciere que en tal 79
ocasión los criados o sirvientes se han comportado de un modo impropio, que los amos no tenían
medio de prever o impedir empleando el cuidado ordinario y la autoridad competente; en este
caso recaerá toda responsabilidad del daño sobre dichos criados o sirvientes.
El texto chileno:
Art. 2322. Los amos responderán de la conducta de sus criados o sirvientes, en el ejercicio de
sus respectivas funciones; y esto aunque el hecho de que se trate no se haya ejecutado a su
vista.
Pero no responderán de lo que hayan hecho sus criados o sirvientes en el ejercicio de sus
respectivas funciones, si se probare que las han ejercido de un modo impropio que los amos no
tenían medio de prever o impedir, empleando el cuidado ordinario, y la autoridad competente. En
este caso toda la responsabilidad recaerá sobre dichos criados o sirvientes.
El proyecto de 1847, inciso 1° comenzaba: “Así también los amos” y el segundo decía además
“aún” antes de “en el ejercicio”, dichos criados o sirvientes han ejercido sus funciones” en vez de
“las han ejercido”, no decía “prever o”y decía “la autoridad competente y el cuidado ordinario” en
vez de “el cuidado ordinario y la autoridad competente”.
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66 El texto en españ ol antiguo de la Ley 5 del título XV de la Partida 7, dice: “ Fijo que estudiese en poder de su padre, ó
vasallo ó siervo que estudiese en poder de su señor, ó el que fuese menor de veinte et cinco años que hobiese guardador, ó el frayle, ó el
monge ó otro religioso que estudiese so obediencia de su mayoral, cada uno de estos que ficiese daño en cosas de otro por mandado
de aquel en cuyo poder estudiese, non serie él tenudo de facer emienda del daño que asi hobiese fecho,mas aquel lo debe pechar por
cuyo mandado lo fizo. Pero si alguno de estos deshonrase, ó firiese ó matase á ó otro por mandado de aquel en cuyo poder estudiese,
non se podrie excusar de la pena, porque non es tenudo de obedescer su mandado en tales cosas como estas: et si lo obedesciere, et
matare ó ficiere alguno de los otros yerros sobredichos, debe por ende haber pena también como el otro que lo mandó facer. Otrosi
decimos que si algunt home faciere daño ó tuerto á otro por mandado del judgador del lugar, que el judgador que lo mandó facer es
tenudo de facer emienda dello, et nono aquel que lo fizo. Mas si otro home qualquier ficiere daño ó tuerto á otro por mandado de
alguno que non hobiese poder nin jurisdicción sobrel, estonce también el que lo fizo como el que lo mandó facer serien tenudos de
facer emienda del daño. Pero si alguno destos sobredichos que estan en poder dotri, ficiese tuerto ó daño á alguno sin mandado de
aquel en cuyo poder estudiese, estonce cada uno de los que lo ficiesen serien tenudos de facer la emienda, et non aquel en cuyo poder
estudiese, fueras ende el señor que estenudo de facer emienda por su siervo, ó de desampararlo en lugar de la emienda á aquel que
recibió el daño ”.
Obdulio Velá squez Posada
Texto chileno
ART. 2325 Las personas obligadas a la reparación de los daños causados por las que de ellas
dependen, tendrán derecho para ser indemnizadas sobre los bienes de éstas, si los hubiere, y si el que
perpetró el daño lo hizo sin orden de la persona a quien debía obediencia, y era capaz de delito o
cuasidelito. Según el art. 2319.
El Proyecto de 1853, art. 2489, decía “sus respectivos dependientes” en lugar de “las
que de ellas dependen”, “estos” por “estas” y “mandato” en vez de “orden”.
Texto chileno
Art. 2323. El dueño de un edificio es responsable a terceros (que no se hallen en el caso del
artículo 934), de los daños que ocasione su ruina acaecida por haber omitido las necesarias
reparaciones, o por haber faltado de otra manera al cuidado de un buen padre de familia.
Si el edificio perteneciere a dos o más personas proindiviso, se dividirá entre ellas la indemnización
a prorrata de sus cuotas de dominio
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67 La Partida 7, título XV, Ley 25 señ ala textualmente: “Echan los hombres a veces de las casas donde moran de fuera en la calle
agua o huesos u otras cosas semejantes, y aunque aquellos que lo echan no lo hiciesen con intención de hacer mal, pues si acaeciese que
aquello que así echasen hiciese daño en paños o en ropa de otros, obligados son de pagarlo doblado los que en aquella casa moran ”.
Obdulio Velá squez Posada
Su inciso 2, decía “sobrevino” en vez de “ha sobrevenido”, “que dicha persona” por
“que el dueño”. “no pudo” por “debió" finalizaba en “prever”.
El proyecto de 1853, art. 2490, inciso 1o, decía: “El dueño de un animal es
responsable de los daños causados por el mismo animal, aun después que se le haya
soltado o que se haya extraviado; a menos que el daño haya sido en consecuencia de un
hecho cometido por otra persona que no sea dependiente del dueño, o a menos que la
soltura, extravío o daño no haya podido absolutamente precaverse por el dueño o por el
dependiente encargado de la guarda o servicio del animal”. Su inciso 2° decía “sobrevino”,
en lugar de “ha sobrevenido”. La Partida 7, Ley 24 tít. 15 señ ala “cómo el dueño del
ganado es tenudo de pechar el daño que ficiese en heredad agena".
68 El texto completo de la Partida 7, Titulo XV, ley 23 dice: León y oso u onza o leopardo o lobo cerval o jineta o serpiente u otras
bestias que son bravas por naturaleza, teniendo algún hombre en casa, débela guardar y tener presa de manera que no haga daño a
ninguno; y si por ventura no la guardase así, e hiciese daño en alguna cosa de otro, débelo pagar doblado el señor de la bestia a aquel que lo
recibió. Y si alguna de estas bestias hiciere daño en persona de algún hombre, de manera que lo hiriese, débelo hacer curar el señor de la
bestia, comprando las medicinas y pagando el maestro que lo hiciese de lo suyo, y debe cuidar del herido hasta que sea curado, y además de
esto débele pagar las obras que perdió desde el día que recibió el daño hasta el día que guareció y aun los menoscabos que hizo en otra
manera por razón de aquel daño que recibió de la bestia. Y si aquel que las heridas recibió muriere, debe pagar por ello aquel cuya era la
bestia doscientos maravedís de oro, la mitad a los herederos del muerto y la otra mitad a la cámara del rey. Y si por ventura no muriese, mas
quedase lisiado de algún miembro, débele hacer enmienda de la lesión, según albedrío del juez del lugar, considerando quién es aquel que
recibió el mal y en cual miembro.
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52 Extractos relevantes de la Partida 7, Titulo XV, Ley 6 dicen. “Eso mismo decimos que debe ser guardado de los
que tiran con ballesta por aquellos lugares por do pasan los homes, si ficiesen daño á alguno. Es decir, “et es tenudo
de facerle emienda, porque semeja que á sabiendas le fizo el daño ”
Obdulio Velá squez Posada
Artículo 2329. Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por
ésta.
Son especialmente obligados a esta reparación:
1° El que dispara imprudentemente un arma de fuego;
2° El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones necesarias para que no caigan los que
por allí transitan de día o de noche;
3° El que, obligado a la construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino lo tiene en estado de causar
daño a los que transitan por él.
El proyecto de 1853, art. 2493, en su inciso 3° decía ademá s “público”, después de “camino” y “peligro” en
lugar de “daño”.
69 La ley 21, título IX, partida 7 señ ala que: “cualquier hombre que reciba injusticia o deshonra, que pueda demandar
enmienda de ella en una de estas dos maneras, cual más quisiere: la primera es que le haga el que le deshonró enmienda de pago
de dinero; la otra es en manera de acusación, pidiendo que el que hizo mala acción sea escarmentado por ello según albedrío del
juez”.
El proyecto de 1853, art. 2496, decía: “Las acciones que concede este título por
daño o dolo, prescriben en dos años contados desde el día en que la persona a quien
competen tuvo conocimiento del” dañ o o dolo; pero en todo caso podrá oponerse a
ellas una prescripció n de cinco añ os.
III. CONCLUSIONES
La lectura comparada de los textos chileno y colombiano sobre el régimen de
responsabilidad civil y una mirada a los textos romanos nos permite hacer las
siguientes conclusiones:
El có digo civil chileno no sigue como fuente al có digo civil francés. Es notoria
la diferencia en estructura, redacció n, extensió n e instituciones. El texto francés
es de cinco artículos, mientras que el chileno es de veinte. Bello trae instituciones
que no está n el homó logo Francés, por ejemplo, la solidaridad de los coautores
del delito o cuasidelito, la responsabilidad del ebrio, la compensació n de culpas
90 que permite la reducció n de la indemnizació n; la negació n del dañ o moral
propio en caso de injuria y calumnia, pero si el reconocimiento de dañ os
materiales cuando son falsas las difamaciones. Bello no trae la llamada
responsabilidad general por todas las cosas que está n bajo la guarda o
cuidado que trae el có digo de Napoleó n
Entre el có digo francés y el de Bello hay sí una armonía conceptual en
cuanto se establecen en ambos una responsabilidad fundamentada en la
culpa; una responsabilidad por el hecho propio y por el de las personas
que está n bajo la guarda o cuidado. Igualmente hay en comú n una
regulació n por dañ os causados por ruina de edificios y de animales,
aunque con notorias diferencias en redacció n y alcance jurídico.
La fuente principal de inspiració n para Bello fueron en primer lugar las
Siete Partidas de Alfonso décimo el Sabio y en segundo la fuentes
romanas. El aná lisis interno de los textos muestra el paralelismo, que no
quita los aportes propios del gran jurista Don Andrés Bello, que sin duda
no fue simplemente un compilador de normas de fuentes heterogéneas,
sino que dio a todo el conjunto armonía y originalidad propios
Obdulio Velá squez Posada
El abordaje de este tema tiene una primera afirmació n con carga editorial que
aspiramos no desvirtú e el rigor jurídico que la publicació n merece, nos referimos
a que como lo afirma Norberto Bobbio 1 los intelectuales y consideramos dentro de
ellos claramente a los abogados, debemos en todos nuestros actos ceñ irnos a dos
premisas 1. No abordar tema alguno si nos falta informació n, “el prestigio del que
pide una respuesta queda deteriorado siempre que se pueda sospechar que ha sido
mal informado o ha aceptado pasivamente las noticias....” 2. Permitir que se
sospeche en él falta de imparcialidad, “El intelectual que firma un manifiesto asume
el papel y la función de Juez”.
El presente escrito tiene por objeto entonces abordar la teoría de los actos
propios y su insipiente aparició n en el discurrir jurídico del País, para mostrar su
impertinencia en materia de seguros y precisar el verdadero alcance de la teoría,
entender la estructura en su sentido teó rico, pero fundamentalmente analizar su 95
diná mica en las instituciones del derecho de seguros en Colombia.
La teoría de los actos propios puede ser definida de manera simple, la propia
expresió n de los actos propios envuelve un contenido pleno de sentido comú n
para entenderla y consiste en que quien esté obligado mediante un negocio
jurídico deberá comportarse durante la ejecució n del mismo, de manera tal, que
sus actos no cambien sú bitamente la expectativa que tiene la otra en el futuro,
dicho de otra forma la teoría de los actos propios se asocia entre partes como el
conocimiento claro de la no existencia de efectos jurídicos sorpresivos diferentes a
los que la conducta activa de la contraparte le permite presuponer y en todo caso
de manera injustificada o contraria a derecho.
6 Colombia. CSJ del 8 de noviembre de 1999 Exp. 6185 MP. Jorge Santos B. “El fin de la prescripció n es
tener extinguido un derecho que, por no haberse ejercitado, se puede presumir que el titular lo ha aban-
donado”.
conclusió n fuera que la teoría de los actos propios pudiera ser aplicable a la
prescripció n, algo que desde ya rechazamos de manera vehemente, veamos
porque:
Establece el artículo 2535 del có digo civil,74 que solamente se necesita el paso
del tiempo para que opere la prescripció n, es un hecho completamente objetivo
donde poco o nada importan las actividades de las partes tendientes a que ello no
suceda y no es posible crear el artificio de actividades o conductas de cará cter
subjetivo para pretender dar un alcance a la prescripció n que no tiene, entre otras
razones porque la propia ley reguló de manera clara cuando ante la presencia de la
prescripció n como un hecho cumplido ella no operaría y ello en nuestro
ordenamiento jurídico no obedece sino a dos supuestos absolutamente claros:
Uno el relativo a las obligaciones que estando extinguidas por causa de la
prescripció n son cumplidas por el deudor, 75 revistiéndose estas de plena validez
legal, es decir que son obligaciones naturales que por causa de una actividad del
deudor posterior a la prescripció n, recobran su capacidad para producir efectos
jurídicos.
El segundo supuesto se refiere a aquellas obligaciones que estando prescritas
por el paso del tiempo son demandas por el deudor y el acreedor alega la
prescripció n al contestar la demanda, 76 allí operará el fenó meno de la prescripció n
inexorablemente, así aparezca de bulto que el deudor estaba asistido de un
derecho y así también aparezcan en el proceso hechos o circunstancias que 99
denoten que el acreedor era el obligado civilmente.
El ú ltimo supuesto planteado, es decir aquel mediante el cual la parte
demandada llá mese el deudor no alega la prescripció n extintiva, en la etapa
procesal de la contestació n de la demanda, es al que tenemos que ponerle mayor
atenció n, toda vez que es el caso que podría ser susceptible de aplicació n de la
teoría de los actos propios, en virtud a que pueden aparecer mú ltiples actos del
acreedor que den pie a la existencia del derecho, o que peor aú n den clara
identidad al derecho del mismo y que así las cosas el Juez, aplique la teoría de los
actos propios para derivar de allí el derecho, sin importar o no obstante que en el
tiempo procesal respectivo la prescripció n hubiese sido alegada, aceptar aquello
sería la má s clara muestra de inseguridad jurídica que alguien pudiera imaginar.
74 “La prescripció n que extingue las acciones y derechos ajenos exige solamente cierto
lapso de tiempo durante el cual no se hayan ejercido dichas acciones”.
75 Colombia. Artículo 1527 del Có digo Civil Colombiano.
76 Colombia. Sentencia de 23 de agosto de 2005 expediente 23718. MP Sigifredo Espinosa.
En este punto debemos ir con mucho cuidado en tanto la institució n de la
prescripció n Romana, clara a ultranza, establece a su vez que ella puede ser
renunciada, entendido esto como la facultad legal de no alegarla y cosa distinta es
renunciar a un derecho77cuando el citado derecho solo consulte el interés
individual del renunciante.
De los actos que realice un acreedor durante la ejecució n de las obligaciones
propias de un contrato, puede derivarse sin temor alguno a decirlo la aplicació n de
la teoría de los actos propios y en tal sentido podrá n endilgá rsele efectos que el
deudor en principio no consideraba pero que con su conducta dio pie a que el
acreedor los entendiera, pero ello no puede sostenerse en lo que a la prescripció n
se refiere., insistimos porque la Ley es clara sobre los momentos en que existiendo
la prescripció n ella deja de tener efectos como lo acabamos de explicar.
Como hemos visto el tema es importante en materia de responsabilidad civil
contractual y en particular en seguros donde nos detendremos un poco má s en
detalle:
En seguros el tema es complejo, diversas disposiciones hacen que ante un
siniestro entendido este como realizació n del riesgo asegurado, las partes tengan
que entrar en una serie de conversaciones o actividades tendientes a determinar,
no solo si un hecho ocurrió , sino también si el mismo se enmarca dentro de la
100 cobertura contratada y má s aú n el valor a pagar, es así como no basta avisar la
ocurrencia del hecho sino que expresamente el artículo 1077 del Có digo de
Comercio impone al asegurado la obligació n de probar la ocurrencia y la cuantía
del dañ o, así que una vez ocurrido un siniestro las partes entrará n en una serie de
tratativas que constituyen el periodo de la reclamació n que es diferente insistimos,
del simple aviso del siniestro.
Esas conversaciones y cruces de informació n pueden resultar de la mayor
complejidad piénsese en un seguro de dañ os que implique la liquidació n de un
lucro cesante o en un seguro de responsabilidad civil donde no solo es complejo
hacer el juicio de causalidad o de imputació n del dañ o sino que es complejo
también saber el monto de una indemnizació n y en uno y otro caso ello puede
tomar mucho tiempo.
Que pasa entonces si al tenor de lo dispuesto en el artículo 1081 del Có digo de
Comercio hayan pasado má s de dos añ os desde que el interesado haya tenido o
debido tener conocimiento del hecho que da base a la acció n y tanto asegurado
como asegurador sigan enfrascados en discusiones sobre cobertura, sobre
77 Colombia. Art. 15 Có digo Civil Colombiano
la cuantía, etc., sean estas sustentables o no ¿Operará en este caso
inexorablemente el fenómeno de la prescripción?, o la simple aceptación de
la Compañía aseguradora de tales discusiones, deberá ser entendida como un
acto propio del que se derive que el asegurado deba entender que el
asegurador atenderá favorablemente su reclamación, o por lo menos que no
ha operado el fenómeno de la prescripción.78 Igual conclusión planteamos
ante el particular caso de la prescripción del artículo 1131 del mismo Código
de Comercio en el seguro de responsabilidad civil.
El anterior es el punto má s á lgido de la discusió n dada la particularidad del
contrato de seguro, entendemos que en otro tipo de contratos, má s simples en
regulació n, menos complejos en su desarrollo e interpretació n la teoría de los
actos propios pueda resultar de recibo honrando la confianza y la buena fe de los
contratantes, pero paradó jicamente ello sería excepcionalísimo en el contrato de
seguro, que ademá s de intuto personae, es de ubérrima buena fe.
No se trata de desconocer las especiales normas del contrato de seguros y su
devenir, es que el seguro necesita de suyo tener relaciones permanentes entre
asegurado y asegurador, como lo son el aviso, la reclamació n, el ajuste, la cuan-
tificació n de dañ os, la imputació n de responsabilidad, aná lisis de cobertura etc.,
actividades todas ellas delicadas y que implican permanente contacto y de las
cuales no puede el asegurado per se suponer que el asegurador está 101
necesariamente comprometido con el pago de una obligació n, así tuviera toda la
voluntad del mundo para hacerlo y que por contribuir con todas esas actuaciones
pueda llegarse a la conclusió n o mejor a la aplicació n de la teoría de los actos
propios.
Al respecto vale la pena analizar un desafortunado, por decir lo menos laudo
arbitral79 que fuese proferido en septiembre de 2006 y que acaparó los má s
importantes escenarios académicos en los ú ltimos tiempos dada su peligrosa y
errá tica decisió n, que como veremos es permeada por la teoría de los actos
propios generando desconcierto y la má s absoluta inseguridad jurídica.80
En particular refiere importancia el planteamiento que el laudo hace sobre la
prescripció n en materia de seguros en el parte III del mismo, y no nos referiremos
78 Colombia. CSJ sentencia de febrero 19 de 2002 expediente 6011. MP. Nicolá s Bechara
Simancas.
79 Alstom Brasil contra Compañ ía Suramericana de Seguros S.A. Laudo de septiembre 14 de
2006.
80 Opinió n que compromete só lo a quien estas notas escribe. No siendo posició n oficial de la
Aseguradora.
a otras consideraciones de seguros monumentalmente erradas del laudo, toda vez
que este artículo está dedicado a la aplicació n de la teoría de los actos
propios frente a la prescripción y la seguridad jurídica, así que no
analizaremos ni la reclamación, ni otras instituciones del seguro maltratadas
en el laudo, sólo la prescripción y su alcance, veamos:
Se inicia la fundamentació n con posturas claras de la Corte Constitucional
pacificas por demá s segú n las cuales “Ha sido universalmente aceptado que la
causa que justifica el instituto de la prescripción de la acción, es sin duda, la
seguridad jurídica y el orden público, pues el interés general de la sociedad exige que
haya certeza y estabilidad en las relaciones jurídicas”.
La anterior premisa de insoslayable claridad es ademá s blindada por el
Tribunal con la clara explicació n segú n la cual “La inactividad o inacción del titular
durante el tiempo previsto por la Ley para que haga exigible su derecho, hace
referencia a la exigencia de que este intente hacer valer ese derecho mediante
mecanismos jurídicos que implican activar el aparato judicial, pues las actuaciones que
se realicen para exigir extrajudicialmente el cumplimiento de una obligación no tienen por sí
mismas, según la Ley, la virtualidad de suspender o interrumpir el termino prescriptivo.
(Subrayado nuestro).
Finalmente los á rbitros81 fundamentan jurídicamente la prescripció n
aludiendo a las formas legales para interrumpir la prescripció n es decir de manera
102 natural o civil tal como lo prescriben los artículos 2359 del Có digo Civil y 90 del
Có digo de Procedimiento Civil y finalmente distinguen entre la prescripció n
ordinaria y extraordinaria en materia de seguros.
El caso debatido daba cuenta de una reclamació n con base en un hecho
ocurrido entre los días 18 y 25 de mayo de 2001 en un siniestro de transporte,
donde fue contratada una firma ajustadora dada la complejidad del reclamo,
habiéndose presentado el ajuste el 16 de abril del añ o 2003, habiéndose
presentado la demanda el 7 de julio de 2005.
Con lo anterior y dada la propia fundamentació n del laudo, claro es que se
había operado el fenó meno de la prescripció n, toda vez que habían transcurrido
má s de dos añ os desde el siniestro, ante lo cual por supuesto, la aseguradora alegó
la prescripció n en el momento procesal indicado.
Pero aquí es donde la entelequia de los actos propios, vale decir figura no
citada expresamente por los á rbitros pero aplicada en su integridad, empieza a
hacer
Introducció n
La evolució n en el derecho francés
Prueba de la obtenció n del consentimiento
La sentencia del consejo de estado:
¿hacia un nuevo concepto de perjuicio extrapatrimonial?
Aspectos procesales
Conclusiones
Bibliografía
I. INTRODUCCIÓN
El incremento de los procesos de responsabilidad civil y de reparació n directa
por la prestació n de servicios de salud es constante, y la mayoría de ellos
involucra de alguna manera el complejo tema del consentimiento informado del
paciente.
La jurisprudencia de la Corte Constitucional, Consejo de Estado, Corte
Suprema de Justicia y de los mismos Tribunales Superiores, ha abordado
diferentes aspectos sobre dicho tó pico, lo propio ha hecho la doctrina nacional.
Sin embargo, existe un aspecto puntual y de fundamental importancia prá ctica
al que no se le ha prestado mucha atenció n: ¿Cuá l debe ser el perjuicio a
indemnizar en aquellos eventos en los que la sentencia condenatoria surge por la
violació n del consentimiento informado?
Lo que hemos observado es que en casi todas las sentencias se ha venido
condenando a los demandados a pagar los dañ os patrimoniales y extra-
patrimoniales en su totalidad desconociéndose los criterios que se han adoptado
EL DAÑ O INDEMNIZABLE EN EL CONSENTIMIENTO INFORMADO DEL PACIENTE...
en el Derecho Comparado.
Sergio Yepes Restrepo
V. ASPECTOS PROCESALES
En la prá ctica judicial observamos que en muchos procesos el demandante invoca
como base de su acció n indemnizatoria el consentimiento informado del paciente. En
ocasiones lo hace oportunamente y en otras de manera tardía, lo cual plantea
problemas en torno al debido proceso y el principio de congruencia.
Para que la pretensió n sea favorable consideramos necesario que en la demanda
se narre como hecho fundante la omisió n en la obtenció n del consentimiento o su
obtenció n incompleta o inadecuada. Bastaría efectuar una negació n indefinida para
que la prueba recaiga sobre el demandado, pero debe incluirse al menos en un hecho
de la demanda tal aspecto fá ctico. Ello significa que su invocació n tardía en los
alegatos de conclusió n, en la sustentació n de la apelació n o en el traslado de segunda
instancia implicaría una violació n al derecho de defensa del demandado quien por
ejemplo no tendría la oportunidad de solicitar pruebas sobre dicho tó pico.
Sobre este aspecto el Tribunal Superior de Medellín se pronunció de manera
acertada de la siguiente forma “En cuanto a la falta del consentimiento informado de la
madre del occiso, también alegada en la alzada, es claro que no le está dado al
impugnante esgrimir nuevos hechos y asuntos que no fueron propuestos en
oportunidad, como quiera que si ello se permitiera se caminaría por el sendero de la
violación a los derechos del demandado, en tanto se le llamaría a responder con
fundamento en un determinado conjunto fáctico, para luego condenarlo con asiento en
otro bien diverso, del que, como brota con claridad, no tuvo ocasión de defenderse, luego
tal aspecto no ha de revisarse” (Tribunal Superior de Medellín, Sala de Decisió n Civil,
13 de febrero de 2007, Magistrado Ponente: Octavio Augusto Tejeiro Duque,
Radicado: 05001 31 03 001 2001 0117 01).
No solamente se requiere que los hechos de la demanda comprendan la no
obtenció n del consentimiento, sino también el dañ o moral por el atentado a la
autonomía e igualmente el nexo causal entre la falta de informació n y la no
posibilidad del paciente de haberse rehusado al acto médico evitando la presentació n
del riesgo.
EL DAÑ O INDEMNIZABLE EN EL CONSENTIMIENTO INFORMADO DEL PACIENTE...
El mismo Tribunal Superior de Medellín señ aló en otra sentencia que si la falla en
el consentimiento informado no es la causa petendi materia de debate se violaría el
principio de congruencia si se condenare al demandado por hechos diferentes: “Pero
si para el caso lo que resultó probado es que el médico cumplió en forma cabal con la
intervención quirúrgica y por consiguiente el daño que sufrió la paciente no pudo ser
causado por una culpa en el diagnóstico ni en el tratamiento, sino que lo que parece
haber ocurrido es que el daño es inherente al riesgo de haber utilizado en la cirugía un
torniquete, por lo cual pudo existir una falla o defecto en el consentimiento informado,
entonces si como quedó visto en párrafos anteriores(...), estamos frente a un daño y
una causalidad distinta que no fueron motivo de discusión en los hechos y pretensiones
de la demanda, entonces lo que cabe es denegar las pretensiones” (Tribunal Superior
de Medellín, Sala de Decisió n Civil, 1° de abril de 2009, Magistrado Ponente: Juliá n
Valencia Castañ o, Radicado: 05001 31 03 016 2000 00386 01).
Una pretensió n bien formulada debe comprender la solicitud del perjuicio
respectivo por la infracció n al consentimiento y en todo caso pedirse expresamente
la reparació n del perjuicio moral que afectó la autonomía del paciente.
La legitimació n en la causa por activa, como elemento de eficacia de la pretensió n
se encuentra en cabeza exclusiva del paciente quien es el ú nico que podría reclamar
el perjuicio moral a su autonomía personal, no pudiendo ningú n otro familiar o
cualquier tercero reclamar dicho perjuicio, a excepció n del ejercicio de la acció n
hereditaria.
En cuanto a las cargas probatorias, reiteramos que debe permitirse al médico o a
la Institució n de salud la acreditació n de la debida obtenció n del consentimiento no
só lo con prueba documental, sino mediante cualquier otro medio probatorio, como
podría ser el testimonio, la confesió n y la misma prueba indiciaria. Aunque el decreto
3380 de 1981 sobre ejercicio profesional médico establezca que deba dejarse
constancia escrita del hecho de la advertencia del riesgo, la prueba no puede ser
ú nicamente documental al no existir tarifa legal probatoria en el Có digo de
Procedimiento Civil.
De otro lado debe corresponder al paciente la prueba del nexo causal, esto es, que
habiendo sido informado de los riesgos hubiera optado por no someterse a la
operació n, carga que estimamos también podrá cumplirse a través de cualquier
medio probatorio, e incluso en algunas ocasiones podría suplirse con afirmaciones o
negaciones indefinidas. Finalmente el perjuicio moral también tendrá que probarse
por el demandante ya que estos casos no se presumen.
Sergio Yepes Restrepo
VI. CONCLUSIONES
Vemos con preocupació n una utilizació n excesiva del consentimiento informado
en los procesos de responsabilidad civil médica que los ha llevado de un terreno en el
cual se hacía un aná lisis de la prá ctica médica y su adecuació n a la Lex artis ad hoc,
hasta la resolució n de un conflicto por la simple existencia o no de un documento. Lo
delicado del asunto es que algunas sentencias condenatorias fundamentadas en el
consentimiento han obligado a los demandados a pagar la totalidad de los perjuicios
patrimoniales y extra-patrimoniales de manera similar a aquellos eventos en los que
de verdad si existió una mala prá ctica médica. En cada proceso debería analizarse con
profundidad la manera como se obtuvo o no el consentimiento informado del
paciente, y en especial la personalidad de este, su nivel cultural, sus antecedentes
médicos personales, la conversació n previa con otros profesionales, la privacidad del
consultorio médico por el sigilo profesional, y en general las condiciones de tiempo,
modo y lugar en que se verificaron los hechos.
Finalmente si se admite la existencia de un perjuicio moral por el atentado a la
autonomía del paciente, como ú nico perjuicio indemnizable, se debería establecer
jurisprudencialmente un pará metro fundamentado en la equidad que sea aplicado
por los jueces. La medida de dicho perjuicio podrá calcularse con los pará metros
señ alados por el Consejo de Estado en los eventos en que no se advirtió al paciente
sobre algú n riesgo que se materializó y deberá ser mayor cuando se efectú a un acto
médico sin haberle pedido siquiera autorizació n al paciente.
VII. BIBLIOGRAFÍA
CHABAS, Frangís., L'obligation médicale d 'Information en danger, Revue Contrats
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GUETTIER, Christophe., L'obligation d'information des patients par le médecin,
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SARGOS, Pierre., Le devoir d'information des médecins dans la jurisprudence de la
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VINEY, Genevieve et JOURDAIN, Patrice, Traité de Droit Civil, Les conditions de la
responsabilité, L.G.D.J.
OBLIGACIÓN Y RESPONSABILIDAD
INSTITUCIONAL DERIVADA DEL ASEGURAMIENTO
Y PRESTACIÓN DE SERVICIOS EN EL SISTEMA
GENERAL DE SEGURIDAD SOCIAL EN SALUD
ASEGURAMIENTO EN SALUD
La Ley 1122 de 2007, llamada REFORMA A LA SALUD, estableció los
presupuestos esenciales del aseguramiento, a través de su definición en su artículo
14, así:
Entiéndase por aseguramiento en salud: 123
- La administración del riesgo financiero,
- La gestión del riesgo en salud,
- La articulación de los servicios que
garanticen el acceso efectivo,
- La garantía de la calidad en la
prestación de los servicios de salud y
- La representación del afiliado ante el
prestador y los demás actores sin perjuicio
de la autonomía del usuario.
Y como si fuera poco, la reforma a la salud
estableció que las Entidades Promotoras de
Salud en cada régimen - Contributivo y
Subsidiado -, son las responsables de cumplir
con las funciones indelegables del aseguramiento en salud.
OBLIGACIÓ N Y RESPONSABILIDAD INSTITUCIONAL DERIVADA DEL ASEGURAMIENTO...
Como para darle credibilidad a la frase “Es más fácil cambiar las leyes que
cambiar las mentes y las inercias”, no fue suficiente la normatividad de la Ley 100
de 1.993, para que se entendiera que las funciones del aseguramiento en salud
eran indelegables, pues fue necesaria la reforma a la salud a través de la Ley 1122
de 2007, para indicarle a las E.P.S., que su funció n en el Sistema de Seguridad
Social en Salud está má s allá de la simple afiliació n al Sistema; que ademá s de
administrar el riesgo financiero, es la de gestionar el riesgo en salud y la de
articular los servicios que garantice, con calidad, el acceso efectivo de la
prestació n de los servicios en salud.
Indicó textualmente la Ley 1122 de 2007, en su artículo 23, que las Empresas
Promotoras de Salud, E.P.S., tanto del régimen contributivo como del subsidiado,
deberá n atender la prestació n de los servicios de salud, con la celeridad y la
frecuencia que requiera la complejidad de las patologías de los usuarios de los
mismos; que las citas médicas deberá n ser fijadas con la rapidez que requiere un
tratamiento oportuno, en aplicació n de los principios de accesibilidad y calidad
correspondientes.
Con la importancia fundamental, la reforma a la salud estableció que se
garantizará a todos los colombianos la atenció n inicial de urgencias en cualquier
I.P.S del país.
124 Como consecuencia de dicho precepto, las E.P.S o las entidades territoriales
responsables de la atenció n a la població n pobre, no cubierta por los subsidios a
la demanda, no podrá n negar la prestació n o el pago de los servicios prestados
por parte de las Instituciones Prestadoras del Servicio de Salud, I.P.S. que
atiendan sus afiliados, cuando estén causados por la atenció n inicial de urgencias,
aú n sin que medie convenio o contrato.
Los preceptos que señ ala la Ley 1122 de 2007, no son nada nuevos, puesto
que tanto el artículo 168 de la Ley 100/93 y el 26 del Decreto 1938/94 (hoy 806
de 1998) establece que en casos de urgencia, se obliga a todas las entidades de
salud de cará cter pú blico o privado, a prestar los servicios médicos
correspondientes en forma inmediata a todas las personas, independientemente
de su capacidad de pago y sin someterlo a períodos de espera en razó n de las
semanas mínimas cotizadas.
Como es sabido por la prá ctica ordinaria en Colombia, las entidades de salud
que prestan servicios médicos de urgencia, tanto de cará cter pú blico como
privado, se han involucrado en una conducta extrañ a que no está establecida en
el ordenamiento jurídico interno, norma que sí llegare a existir, por ló gica no
OBLIGACIÓ N Y RESPONSABILIDAD INSTITUCIONAL DERIVADA DEL ASEGURAMIENTO...
sería
Alberto Leó n Duque Osorio’
consecuente con las condiciones individuales de los pacientes que requieren una
atenció n médica inmediata de urgencia de mayor complejidad.
Esta conducta extrañ a consiste en que, los servicios de urgencias de menor
complejidad deben solicitar previamente permiso a los servicios de urgencias de
mayor complejidad para remitir sus pacientes urgentes. Sí no existe dicho
permiso, es decir, sí el paciente no ha sido previamente aceptado por el servicio
de urgencia de mayor complejidad, éste no es remitido de manera inmediata, lo
que se traduce en que, el paciente es sometido a largos periodos de espera hasta
tanto se consiga dicho permiso. El lapso de tiempo que transcurre mientras se
adquiere el permiso, conlleva a la no prestació n de los servicios médicos de
urgencia en forma inmediata, que en muchas ocasiones, se convierte en la
asistencia pasiva a la muerte de los mismos por parte de los servicios de salud de
menor complejidad, servicios estos que no tienen los medios correspondientes
para resolver la situació n patoló gica efectiva de aquellos pacientes.
SERVICIOS DE SALUD
De acuerdo al Sistema General de Seguridad Social en Salud, el acceso a los
servicios de salud siempre será por el primer nivel de atenció n o por el servicio
de urgencias.
125
Se entiende por nivel de atenció n la responsabilidad del ente territorial en la
organizació n de los servicios de salud, a través de una o varias entidades para
satisfacer las necesidades de salud de su població n (Artículo 1° del Decreto
1760/90).
Los servicios se clasificará n en grados de complejidad con el objeto de
racionalizar los recursos disponibles, lograr una mejor distribució n de los
mismos y mantener la calidad en la prestació n de servicios (Artículo 3° del
Decreto 1760/90).
En el primer nivel de atenció n se lleva a cabo la prestació n de los servicios de
medicina general y a la vez, las actividades de regulació n en la remisió n del
paciente para los servicios correspondientes a los niveles superiores de
complejidad, de acuerdo a la especialidad médica que requiera el mismo y la
urgencia que amerite, sea de segundo, tercero o cuarto nivel de atenció n.
OBLIGACIÓ N Y RESPONSABILIDAD INSTITUCIONAL DERIVADA DEL ASEGURAMIENTO...
Entre tanto, el artículo 3° del Decreto 412 de 1992 define la URGENCIA en los
siguientes términos:
“Es la alteración de la integridad física y/o mental de una persona, causada por un trauma o
por una enfermedad de cualquier origen que genere una demanda de atención médica
inmediata y efectiva tendiente a disminuir los riesgos de invalidez y muerte”.
Precisa la norma, que la ATENCIÓN DE URGENCIA es la atenció n médica,
inmediata y efectiva del paciente urgente tendiente a disminuir riesgos de
invalidez y muerte. Resalta, de manera categó rica, que en el escenario de la
ATENCIÓN DE URGENCIA, esta debe ser efectiva, es decir, tendiente a lograr el
efecto de resolució n de la patología de urgencia que aqueja el paciente.
Es fá cil concluir que, si el paciente es atendido de urgencia, la institució n
prestadora del servicio de salud está en la obligació n de proporcionarle la
ATENCIÓN INICIAL DE URGENCIA, es decir, estabilizar sus signos vitales, realizarle
un diagnó stico de impresió n y definirle el destino inmediato, bien sea seguir con
la atenció n de URGENCIA para resolverle la patología que aqueja al paciente de
manera inmediata y efectiva, o remitirlo de manera inmediata a un nivel de
atenció n y grado de complejidad superior, segú n lo requiera el caso. Quiere decir
lo anterior, que en la ATENCIÓN INICIAL DE URGENCIA no se ha resuelto la
patología que presenta el paciente, puesto que só lo se le proporcionó acciones
127
tendientes a estabilizarlo en sus signos vitales y a emitir un diagnó stico de
impresió n.
Por simple ló gica, se deduce que la institució n prestadora de servicios de
salud de urgencia, receptora del paciente que fue remitido, le asiste de nuevo la
obligació n de prestarle a éste la ATENCIÓN INICIAL DE URGENCIA para seguir con
el segundo escenario de atenció n, la ATENCIÓN DE URGENCIA, que resuelve de
manera efectiva la situació n patoló gica, siempre y cuando sea está la indicada
para asistirlo de dicha manera.
Así lo señ aló la Circular externa N° 014 de 1995 de la SUPERINTENDENCIA
NACIONAL DE SALUD:
“Si la entidad que recibe en primera instancia al paciente, no cuenta con la capacidad
técnico científica para atenderlo, y debe remitirlo, la entidad receptora también está
obligada a prestar la atención inicial de urgencias hasta alcanzar la estabilización del
paciente en sus signos vitales” (Lo resaltado es fuera de texto)
Cuando el artículo 2° de la Ley 10 de 1.990 habla que todas las entidades de
salud está n obligadas a “...prestar la atención inicial de urgencias con
independencia de la capacidad socioeconómica de los demandantes de estos
OBLIGACIÓ N Y RESPONSABILIDAD INSTITUCIONAL DERIVADA DEL ASEGURAMIENTO...
servicios.”, se concluye fá -
Alberto Leó n Duque Osorio’
CONTENIDO:
De la acció n de nulidad y restablecimiento del derecho y
el principio de justicia rogada
Consideraciones previas sobre el principio del iura novit curia
De la acció n de reparació n directa y el principio del iura novit curia
como excepció n al postulado de justicia rogada.
Debe destacarse en principio, que el contencioso objetivo que se surte ante la
jurisdicció n contencioso administrativa, tiene como fin no só lo la preservació n
del principio de legalidad de la actuació n de la administració n; sino también el
importantísimo objetivo de propender por el mantenimiento del orden
constitucional. Por lo tanto, el contencioso objetivo, bien el de nulidad por 131
inconstitucio- nalidad, bien el de simple nulidad (que será del cual se hablará en
este artículo) se encuentran inspirados por la confrontació n con el orden
constitucional y legal que debe hacer el juez administrativo. Lo anterior, se hace
necesario anotarlo, toda vez que el juez de lo contencioso administrativo, no só lo
es juez de la legalidad, sino también juez de constitucionalidad de los actos
administrativos que ante él se demandan.
La acció n de simple nulidad o contencioso objetivo de anulació n, como
también se le conoce, se encuentra prescrita en el artículo 84 del Có digo
Contencioso Administrativo84 y bá sicamente se busca con ésta que se restablezca
“[...]
También puede pedirse que se declare la nulidad de las circulares de servicio y de los actos de
certificació n
DE LA ACCIÓ N DE NULIDAD Y EL PRINCIPIO DE JUSTICIA ROGADA...
85 Ibídem. p, 137.
86 Colombia. Corte Constitucional. Sentencia C-131 de 1993. M.P. Alejandro Martínez
Caballero.
DE LA ACCIÓ N DE NULIDAD Y EL PRINCIPIO DE JUSTICIA ROGADA...
La norma acusada debe ser entendida en armonía con los incisos 1° y 2° del
artículo 175 del C.C.A., conforme a los cuales la sentencia que declare la nulidad
de un acto administrativo tendrá fuerza de cosa juzgada erga omnes, pero la que
la niegue só lo produce efectos en relació n con la causa petendi juzgada.
La relatividad de la cosa juzgada cuando se niega la nulidad, permite que un
acto administrativo se pueda demandar en acció n de nulidad varias veces
invocando como violadas nuevas normas jurídicas y conceptos de violació n
distintos. Por lo tanto, ningú n perjuicio se causa a quien instaura una acció n
pú blica de nulidad que es desestimada en la sentencia por el juez administrativo,
debido a que puede posteriormente demandar la norma invocando una nueva
causa pe- tendi, esto es, con fundamento en otras disposiciones que se estimen
violadas y diferente concepto de violació n.87
Se observa entonces como la Corte Constitucional, ha encontrado un sustento
ló gico y coherente para la existencia del principio de justicia rogada, en el
entendido de que se podrá demandar nuevamente un acto administrativo
aduciendo otras normas violadas y un concepto de violació n diferente, ya que el
concepto de cosa juzgada cuando se niega la nulidad es relativo. Quiso con esto la
Corte precisar que la carga de exigir la descripció n de las normas que se
consideran violadas y el concepto de violació n en caso de que se deniegue
134 la nulidad, no cierra la puerta para que nuevamente pueda ser
demandado un acto administrativo, si en la nueva demanda se aducen
otras normas presuntamente violadas o las mismas pero precisando con
nuevos argumentos el concepto de violació n para el caso concreto; má s
aú n cuando señ aló que no se viola el principio de igualdad, porque dicha
exigencia no se estatuyó para un determinado grupo de personas, sino
para todo aquel que pretenda enervar la presunció n de legalidad de que
gozan los actos administrativos. De igual modo, sostuvo la Corte
Constitucional que tampoco se desconoce el derecho político a que hace
referencia el artículo 40-6 de la Carta Magna Colombiana, ni el derecho de
libre acceso a la administració n de justicia, toda vez que la carga procesal
establecida en el numeral 4 del artículo 137 del Có digo Contencioso
Administrativo es mínima, racional, proporcionada y necesaria.
Se hace necesario precisar lo dicho por el Consejo de Estado, en
sentencia del 24 de enero de 2002, respecto de la carga de referir con
exactitud las normas
87 Colombia. Corte Constitucional. Sentencia C-197 de 1999. M.P. Antonio Barrera Carbonell.
Oscar Alejandro Castañ o Ló pez
iura novit curia, como clara excepció n al principio de justicia rogada; punto en el
cual el Consejo de Estado ha sostenido que en este
20 Colombia. Consejo de Estado. Sala de lo contencioso administrativo. Secció n Tercera. Sentencia de agos-
to 8 de 2002. C.P. Ricardo Hoyos Duque.
Oscar Alejandro Castañ o Ló pez
90 YOUNES MORENO, Diego. Curso elemental de Derecho Administrativo. Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñ ez. Bogotá:
1994. p. 156.
91 SANTOFIMIO GAMBOA. Ob. Cit. P. 211-212.
92 Ibídem. p. 213.
93 Colombia. El artículo 90 de la Constitució n Política reza lo siguiente:
“El estado responderá patrimonialmente por los dañ os antijurídicos que le sean imputables, causados por la acció n
o la omisió n de las autoridades pú blicas.
En el evento de ser condenado el Estado a la reparació n patrimonial de uno de tales dañ os, que haya sido
consecuencia de la conducta dolosa o gravemente culposa de un agente suyo, aquél deberá repetir contra
éste”.
Ahora bien, resulta pertinente precisar la posició n que sobre el particular
tiene el Consejo de Estado, quien ha sostenido que el principio que rige el aná lisis
jurídico en las acciones de reparació n directa es del iura novit curia, en
contraposició n al clá sico principio de rogació n procesal.
En sentencia de agosto 8 de 2002, el Consejo de Estado indicó lo siguiente:
[...] en el evento de que la demanda se hubiera fundamentado exclusivamente
en la falla del servicio, en la decisió n bien puede examinarse la responsabilidad
patrimonial de la administració n pú blica desde una perspectiva o régimen
diferente, en aplicación del principio iura novit curia, toda vez que frente a los
hechos alegados y probados por la parte demandante, corresponde al juez definir la
norma o el régimen de responsabilidad que resulta aplicable al caso. 20 (Negrillas
fuera del texto original).
La fundamentació n y el sustento constitucional que encuentra el principio del
iura novit curia, plasmada en el artículo 90 superior, encuentra asidero en el
postulado segú n el cual, el Estado tendrá que reparar los dañ os antijurídicos que
ocasione a sus asociados y semejante premisa justifica la no aplicació n del
principio de justicia rogada para el caso de las acciones de reparació n directa que
se interpongan ante la jurisdicció n administrativa y en su defecto, la aplicació n
142 del iura novit curia, por medio del cual el juez valorará los supuestos
fá cticos de la demanda y determinará el régimen de responsabilidad
aplicable al Estado al caso concreto.
Se puede afirmar entonces que la jurisprudencia del Consejo de Estado
ha sido respetuosa de la responsabilidad que debe asumir el Estado en
caso de que causa un perjuicio injustificado a un ciudadano y que no
resulta violatorio del derecho fundamental de acceso a la administració n
de justicia, el hecho de que en las acciones de simple nulidad y de nulidad
y restablecimiento del derecho, se deban exponer las normas que se
consideren violadas, así como el concepto de violació n; porque lo que se
pretende salvaguardar en este caso es la presunció n de legalidad del acto
administrativo.
Así las cosas se tiene de un lado la presunció n de legalidad de los actos
de la administració n como fuente de la aplicació n del principio de
rogació n procesal y del otro la obligació n resarcitoria en cabeza del
Estado en caso de dañ os antijurídicos como sustrato filosó fico de la aplicació n del
iura novit curia.
LA FALACIA DE LOS TITULOS DE IMPUTACION EN
LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO
94 De la misma opinió n son TAMAYO JARAMILLO, Javier, La responsabilidad del Estado, Temis, Bogotá ,
2000 y BOTERO ARISTIZÁ BAL, Luis Felipe, La responsabilidad patrimonial del legislador, Legis, Bogotá ,
2007.
95 Cuyo fundamento fue la culpa in eligendo e in vigilando, por elegir mal a los funcionarios y no
vigilar adecuadamente su gestió n, tesis rá pidamente abandonada, porque el Estado no
siempre elige a sus funcionarios, como en los casos de cargos de elecció n popular, y mucho
menos podría vigilar el desempeñ o de cada funcionario, dada la magnitud del aparato
estatal.
Diego Fernando García Vá squez
especiales, por lo que aplicó la noció n de falla del servicio, la cual, sin embargo,
sustentó en la responsabilidad directa con culpa probada del Có digo Civil.96
En 1964, mediante el Decreto 528, se atribuyó la competencia para conocer de
los negocios de responsabilidad del Estado a la jurisdicció n de lo contencioso-ad-
ministrativo, la cual elaboró la teoría de los títulos de imputació n, que fueron los
distintos fundamentos que segú n los hechos particulares hacían responsable al
Estado en atenció n a la conducta de la entidad o a la naturaleza de la actividad en
cuyo ejercicio se causaran los dañ os.
Los títulos de imputació n son la falla del servicio, el riesgo excepcional y el
dañ o especial, cuyo contenido se explicará má s adelante.
96 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Negocios Generales, sentencia del 30 de junio
de 1941.
LA FALACIA DE LOS TÍTULOS DE IMPUTACIÓ N EN LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO...
teriales [...] En cambio, las imputaciones jurídicas aluden a la fuente normativa de deberes y de
obligaciones [...] en las cuales se plasma el derecho de reclamación”. 9
Rodrigo Escobar Gil apoyó la misma tesis, denominando las imputaciones
tá cticas como imputatio facti y las jurídicas como imputatio juris, y definió esta
ú ltima como “... una razón de derecho que justifique que la disminución patrimonial
sufrida por la víctima se desplace al patrimonio del ofensor”.10
5. TÍTULOS DE IMPUTACIÓN
Los títulos de imputació n son los fundamentos subjetivos y objetivos que
permitían imputar responsabilidad al Estado antes de la Constitució n de 1991. Los
principales son la falla del servicio, el riesgo excepcional y el dañ o especial.
La falla del servicio es “.una responsabilidad directa, consistente en que se
produce un daño debido a que una persona pública no ha actuado cuando debía
hacerlo, ha actuado mal o ha actuado tardíamente.” 11. El riesgo excepcional se
configura cuando el Estado desarrolla actividades peligrosas, como el manejo de
armamento.12
El dañ o especial se configura cuando el Estado, en desarrollo de actividades
lícitas y en cumplimiento de deberes legales, genera dañ os que desbordan el
equilibrio ante las cargas pú blicas que deben soportar los particulares.
147
La falla del servicio se rige por la responsabilidad con falla probada, el riesgo
excepcional establece una presunció n de responsabilidad contra el Estado y el dañ o
especial constituye una responsabilidad objetiva.
En la responsabilidad médica del Estado, se estableció inicialmente el sistema de
falla probada, pero desde el añ o 1992, con fundamento en el principio de la carga
diná mica de las pruebas,13 se estableció una presunció n de falla del servicio.14
9 Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso-administrativo, Secció n Tercera,
sentencia del 25 de julio de 2002.
10 ESCOBAR GIL, Rodrigo. Teoría general de los contratos de la administración pública, Legis, Bogotá , 2000, p. 259.
11 RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, Libardo. Ob. Cit. p. 466.
12 La forma como el Consejo de Estado planteó la teoría del riesgo excepcional es confusa,
porque aunque centra su estudio en las actividades peligrosas a cargo del Estado, termina por
decir que la responsabilidad de la administració n se concreta por la causació n de un dañ o que
rompe el equilibrio en la asunció n de las cargas pú blicas, que es el fundamento del dañ o
especial.
13 Cuya filosofía consiste en “...radicar la carga probatoria en aquella de las partes que esté
en posibilidad de mostrar la real verdad de las cosas”. TAMAYO JARAMILLO, Javier. Sobre la
prueba de la culpa médica en derecho civil y administrativo , Diké, Medellín, 1995, p. 92.
14 Colombia. Ver Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso-administrativo, Secció n
Tercera, sentencias del 24 de agosto de 1992, 30 de julio de 1992 y 13 de agosto de 1992.
LA FALACIA DE LOS TÍTULOS DE IMPUTACIÓ N EN LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO...
6. CRÍTICA A LA JURISPRUDENCIA
Me permito discrepar de la posició n del Consejo de Estado, porque creo que
desconoce un texto legal cuyo tenor literal no ofrece oscuridades 97 y porque
desobedece el objetivo señ alado por el constructor de la norma, así como por
imponer un sistema que facilita la impunidad.
Pienso que la valoració n de los títulos de imputació n es innecesaria, porque
siempre que se llegue a la conclusió n de que se concretó cualquiera de ellos,
también se llegará a la conclusió n de que el Estado es responsable por la
ocurrencia de un dañ o que el particular no está obligado a soportar.
Ello ocurre, por ejemplo, cuando la fuerza pú blica, en ejercicio de sus funciones
de defensa militar, arremete imprudentemente contra una persona o població n,
pensando que se trata de delincuentes o de territorios de grupos ilegales.
En un caso como el del ejemplo, no habrá que indagar sobre la falla del servicio
o la imputació n de un dañ o especial, pues es obvio que los particulares no tenemos
la carga de soportar los desmanes dañ inos en que pueda incurrir la fuerza pú blica
en perjuicio de la població n civil. Bastará con demostrar el hecho administrativo, 98
el dañ o antijurídico y la relació n de causalidad, para predicar la responsabilidad
del Estado.
148
La valoració n de la conducta del Estado con los títulos de imputació n ha
conducido a que los particulares vean frustrado su derecho natural a ser
resarcidos por los dañ os que el Estado les causa, porque, en criterio de los
jueces, el Estado no ha incurrido en fallas que permitan deducir su
responsabilidad.
Ello no só lo conculca el deber constitucional de los jueces de apegarse
só lo al imperio de la ley -la norma Constitucional en este caso- sino el otro
deber superior que tiene todo servidor pú blico de proteger la vida, honra y
bienes de los particulares.
Y es que si se analiza la situació n desprevenidamente y sin sesgos
teó ricos, se llega fá cilmente a la conclusió n de que si para determinar la
responsabilidad estatal se debe establecer el desvalor de la conducta
estatal, nada nuevo se habría introducido con el artículo 90 y con la radicació n de
97 Incluso si fuera dudoso, lo que debió hacer el intérprete fue indagar sobre su intenció n,
contenida en la exposició n de motivos, no entenderla segú n sus propios criterios, pues la ley
manda, en caso de duda, “...recurrir a su intenció n o espíritu - de la norma oscura- claramente
manifestados en ella o en la historia fidedigna de su establecimiento” (Có digo Civil art. 27).
98 Hecho administrativo es un acontecimiento o situació n en la que no media la voluntad del
Estado, pero que produce efectos respecto de éste.
Diego Fernando García Vá squez
99 ESGUERRA PORTOCARRERO, Juan Carlos. La protección constitucional del ciudadano, Legis, Bogotá , 2004, p. 301.
100 Ibídem. p. 302.
101 ESGUERRA, Ob. Cit., p. 302.
Diego Fernando García Vá squez
que
Diego Fernando García Vá squez
107 Porque la indemnizació n no só lo se consigue con una prestació n econó mica, sino que puede hacerse in natura, es
decir, volviendo las cosas a un estado en que no generen dañ o.
LA FALACIA DE LOS TÍTULOS DE IMPUTACIÓ N EN LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO...
Los hechos, operaciones y omisiones son las formas que tiene el Estado para
actuar. Todas sus gestiones se desarrollan con alguno de estos actos jurídicos, a
los que hay que sumar la celebració n de contratos. Me parece obvio que cualquier
persona que padezca un dañ o por la ejecució n de cualquiera de estos mecanismos
de actuació n pú blica está exenta del deber jurídico de soportarlos, ademá s de que
sería abiertamente ilegal e inconstitucional establecer una obligació n semejante.
En consecuencia, la concreció n de cualquier dañ o antijurídico hace
responsable a su agente generador, independientemente de la causa del dañ o.
administrativa.
LA FALACIA DE LOS TÍTULOS DE IMPUTACIÓ N EN LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO...
8. CONCLUSIÓN
La introducció n del elemento de la antijuridicidad del dañ o en la Constitució n
de 1991 buscó radicar la responsabilidad del Estado en consideració n de la
naturaleza del dañ o. El resultado dañ oso sería desde entonces el factor
determinable para endilgar responsabilidad.
Si se estableció este elemento como un aporte novedoso que facilitara la
situació n procesal de las víctimas, ningú n sentido tendría que para que ellas reci
30 Si la entidad que emite el acto general y abstracto no es la contratante sino otra, el resarcimiento se
causa con base en la teoría de la imprevisió n, por concurrir los caracteres de exterioridad, inevitabilidad
e imprevisibilidad.
LA FALACIA DE LOS TÍTULOS DE IMPUTACIÓ N EN LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO...
1. Introducción 159
El tema de los perjuicios en materia de responsabilidad, ha tenido una
evolució n constante, pues siempre prevalece la tendencia a lograr una
indemnizació n integral de la víctima. De acuerdo a lo anterior, dicha evolució n ha
sido má s marcada en tratándose de perjuicios extrapatrimoniales, por cuanto se
ha concluido que el perjuicio moral no es el ú nico perjuicio susceptible de
indemnizació n y que en cambio existen otros perjuicios, con características muy
precisas, que cuando se configuran, también deben ser indemnizados, por lo que
conforman otras categorías diferentes al perjuicio moral.
Así las cosas, encontramos un perjuicio, hasta ahora relativamente
desconocido en la jurisprudencia colombiana, y que hasta hace muy poco el
Consejo de Estado se atrevió a considerar y en consecuencia, imponer una
condena por tal concepto. Hablamos entonces del perjuicio por Alteració n de las
condiciones de existencia.
108HENAO, Juan Carlos, El Daño, análisis comparativo de la responsabilidad extracontractual del Estado en Derecho
colombiano y francés, Universidad Externado de Colombia, Bogotá , 2007, p. 252.
109 Ibídem. p. 253
indirectas, en caso de lesiones; o incluso puede ser sufrido por los familiares o
personas cercanas a la persona que fallece.
110Colombia. Consejo de Estado, Secció n Tercera, Sentencia del 19 de julio de 2000, Radicació n
nú mero: 11.842, Actor: José Manuel Gutiérrez Sepú lveda y otros.
De otra parte, se precisa que una afectación de tal naturaleza puede surgir de diferentes
hechos, y no exclusivamente como consecuencia de una lesión corporal . De otra manera, el
concepto resultaría limitado y, por lo tanto, insuficiente, dado que... únicamente permitiría
considerar el perjuicio sufrido por la lesión a uno solo de los derechos de la personalidad, la
integridad física. Así, aquella afectación puede tener causa en cualquier hecho con virtualidad para
provocar una alteración a la vida de relación de las personas, como una acusación calumniosa o
injuriosa, la discusión del derecho al uso del propio nombre o la utilización de éste por otra persona
(situaciones a las que alude, expresamente, el artículo 4° del Decreto 1260 de 1970), o un
sufrimiento muy intenso (daño moral), que, dada su gravedad, modifique el comportamiento social
de quien lo padece, como podría suceder en aquellos casos en que la muerte de un ser querido afecta
profundamente la vida familiar y social de una persona. Y no se descarta, por lo demás, la
posibilidad de que el perjuicio a la vida de relación provenga de una afectación al patrimonio, como
podría ocurrir en aquellos eventos en que la pérdida económica es tan grande que - al margen del
perjuicio material que en sí misma implica - produce una alteración importante de las posibilidades
vitales de las personas.
Debe decirse, además, que este perjuicio extrapatrimonial puede ser sufrido por la víctima
directa del daño o por otras personas cercanas a ella , por razones de parentesco o amistad, entre
otras.
(...)
En este sentido, son afortunadas las precisiones efectuadas por esta Sala en sentencia del 2 de
164
octubre de 1997, donde se expresó, en relación con el concepto aludido, que no se trata de
indemnizar la tristeza o el dolor experimentado por la víctima - daño moral -, y tampoco de resarcir
las consecuencias patrimoniales que para la víctima siguen por causa de la lesión - daño material -,
“sino más bien de compensar , en procura de otorgar al damnificado una indemnización integral... la
mengua de las posibilidades de realizar actividades que la víctima bien podría haber realizado o
realizar, de no mediar la conducta dañina que se manifestó en su integridad corporal”. 111
De acuerdo a lo anterior, es claro que el perjuicio extrapatrimonial, al que se venía
haciendo menció n, es de una entidad diferente al perjuicio moral. Posteriormente, el
Consejo de Estado se pone en la tarea de precisar el alcance del perjuicio objeto de
análisis y expone los siguientes argumentos:
“En esta oportunidad la Sala aprovecha para, en aras de precisión y rigor en la nomenclatura,
dejar de lado el nomen 112 que hasta ahora se ha venido utilizando -en ocasiones de manera
inadecuada o excesiva- para acudir al concepto de daño por alteración grave de las
111Colombia. Consejo de Estado, S.C.A., Secció n Tercera, expediente 11.652. Actor: Francisco Javier
Naranjo Pelá ez y otros. M. P. Daniel Suá rez Herná ndez.
112 Se refiere al Dañ o a la vida de relació n
condiciones de existencia, el cual ofrece mayor amplitud que el anterior y abarca no sólo la relación
de la víctima con el mundo exterior, sino, de manera más general, esos cambios bruscos y relevantes
a las condiciones de una persona en cuanto tal y como expresión de la libertad y el albedrío atributos
esenciales a la dignidad humana principio fundante del Estado Social de Derecho colombiano y de su
ordenamiento jurídico, según consagra el artículo 1° de la Constitución Política”.
(...)
El reconocimiento de indemnización por concepto del daño por alteración grave de las
es un rubro del daño inmaterial -que resulta ser plenamente
condiciones de existencia
compatible con el reconocimiento del daño moral-, que, desde luego, debe acreditarse en
el curso del proceso por quien lo alega y que no se produce por cualquier variación
menor, natural o normal de las condiciones de existencia, sino que, por el contrario,
solamente se verifica cuando se presenta una alteración anormal y, por supuesto,
negativa de tales condiciones.
En otras palabras, para que sea jurídicamente relevante en materia de
responsabilidad estatal, el impacto respecto de las condiciones de existencia previas ha
de ser grave, drástico, evidentemente extraordinario.
(...)
Atendiendo al caso concreto considera la Sala que para los eventos de
desplazamiento forzado, tal como se ha sostenido respecto del daño moral, resulta ser 165
un hecho notorio que cuando una persona contra su voluntad se ve impelida a
abandonar sorpresivamente el lugar en el cual había decidido realizar su proyecto de
vida, sea cual fuere, resulta ostensible que quien en esa situación se encuentra, por la
misma migración, por las nuevas condiciones deplorables, por el desarraigo y el miedo,
sufre grave alteración de sus condiciones de existencia.
Es relevante señ alar el aná lisis que, de la situació n a la que se ve sometida la
població n desplazada, realiza El Consejo de Estado en esta sentencia, pues es a partir
del mismo, que establece la configuració n del perjuicio de Alteració n de las
condiciones de existencia. Sin duda alguna, una població n que se vea obligada a dejar
su lugar de vivienda, sus costumbres y en general su forma de vida, ante la acció n
violenta de terceros, sufre un sinnú mero de dañ os de gran entidad, pues difícilmente
su forma de vida, tal y como era conocida con antelació n a los hechos, volverá a ser la
misma.
Así mismo, se desprende de los argumentos expuestos en esta importante
sentencia, que el Consejo de Estado, reemplaza el perjuicio denominado Dañ o a la
Vida de Relació n (El cual, con antelació n había reemplazado el denominado
perjuicio fisioló gico) por el perjuicio de Alteració n de las condiciones de existencia,
pues consideró que este ú ltimo, tiene un cará cter mucho má s amplio.
Pero, esa amplitud a la que se refiere esta Corporació n significa que, ¿bajo esta
nueva concepció n, se indemnizan perjuicios de diferente naturaleza? O má s
exactamente ¿Qué bajo el título de Alteració n de las condiciones de existencia, se
estén incluyendo otro tipo de perjuicios con autonomía propia y ademá s susceptibles
de indemnizació n independiente?
Se pasará entonces a observar, los demá s fallos proferidos, para intentar obtener
una respuesta, frente a los interrogantes planteados.
113 DARAY, Herná n “Dañ o Psicoló gico”, Ed. Astrea, Buenos Aires, Pá g. 16
LA ALTERACIÓ N DE LAS CONDICIONES DE EXISTENCIA EN COLOMBIA...
indemnizados mediante el daño moral”(...) “Si se causa la muerte por el hecho del otro, es claro
que el daño moral se produce, lo cual no significa que tiene que darse la alteración familiar en
los hábitos, costumbres o proyectos de vida”.9
De acuerdo a lo anterior, considero que se analiza el perjuicio desde dos
esferas: Desde una esfera que se podría llamar interna, en relació n con el perjuicio
que sufre directamente la víctima (lesionado), la cual se denominaría dañ o
fisioló gico o a la vida de relació n; y otra esfera, que podríamos llamar externa,
desde el punto de vista de la alteració n en las condiciones de existencia que sufren
los familiares de la víctima (en caso de muerte o lesiones), diferente del perjuicio
moral.
Sin embargo, independientemente de las posiciones doctrinales y entre ellas
se rescata la del Doctor Enrique Gil y la señ alada por el Doctor Juan Carlos Henao,
es claro que en la jurisprudencia del Consejo de Estado, se presenta una mutació n
del perjuicio fisioló gico o dañ o a la vida de relació n al perjuicio denominado
Alteració n de las Condiciones de Existencia. Aunque esta concepció n no es
acertada para algunos sectores de la doctrina, como se ha dicho, dada las
especiales características del perjuicio y su diferencia con los demá s perjuicios
extrapatrimoniales, podría concluirse que el hecho de alegar una situació n que se
ubique dentro de sus diversas hipó tesis, de acuerdo a la jurisprudencia analizada,
podría contribuir a la elevació n del monto de la indemnizació n.
172
Si bien, se presenta una “avance" en el sentido de observar que la Jurisdicció n
de lo contencioso Administrativo, se refiere o hace menció n al perjuicio objeto del
presente aná lisis, es absolutamente necesario evolucionar hacía una claridad
conceptual, como se había anotado inicialmente, que permita diferenciar las clases
de perjuicios que componen la categoría de perjuicios extrapatrimoniales,
logrando uniformidad y lo má s importante, una indemnizació n integral de las
víctimas.
9 HENAO, Juan Carlos, El Daño, análisis comparativo de la responsabilidad extracontractual del Estado en Derecho
colombiano y francés, Universidad Externado de Colombia, Bogotá , 2007, p. 279 y 280.
5. Bibliografía
GIL BOTERO, Enrique. Temas de Responsabilidad Extracontractual de Estado. Librería
Jurídica Sá nchez R. Ltda. 1999.
HENAO, Juan Carlos. El dañ o. Aná lisis comparativo de la responsabilidad extracontractual
del Estado en Derecho colombiano y francés. Universidad Externado de Colombia, Bogotá . Julio
de 2007.
IARCE. Revista Responsabilidad Civil y del Estado No. 16. Febrero de 2004. Editorial
Librería Jurídica Sá nchez R. Ltda. Medellín
.................Revista Responsabilidad Civil y del Estado No. 20. Octubre de 2006. Editorial
Librería Jurídica Sá nchez R. Ltda. Medellín
Sentencia del 15 de agosto de 2007 / Radicado: 190012331000200300385-01 / Antonio
María Ordó ñ ez Sandoval Vs. La Nació n - Ministerio de Defensa Nacional - Ejercito Nacional /
Magistrado Ponente Dr. Mauricio Fajardo Gó mez
Sentencia del 18 de octubre de 2007/ Radicado: 25000-23-27-000-2001-00029-01 / Gloria
Patricia Segura Quintero y otros Vs. Distrito Capital de Bogotá y otros / Magistrado Ponente:
Enrique Gil Botero
Sentencia del 1° de octubre de 2008 / Radicado: 25000-23-26-000-1999-01145-01 (27268)
/ Leonel Ceballos Gallo Vs. Instituto de Seguros Sociales / Magistrado Ponente: Enrique Gil
Botero
Sentencia del 27 de septiembre de 1998 / María Elena Loayza Tamayo Vs. Perú . Corte
interamericana de Derechos Humanos
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de Responsabilidad Civil, Tomo II. Segunda Edició n.
Editorial Legis. Bogotá . 2007
EL DERECHO DE FAMILIA Y LA
RESPONSABILIDAD CIVIL
CONTENIDO:
Introducció n
Antecedentes
Marco
legislativo
Conclusió n
INTRODUCCIÓN
Histó ricamente hemos recibido por tradició n diferentes significados del
concepto de FAMILIA, entre otros desde el punto de vista antropoló gico, social y 175
econó mico.
Inicialmente nuestra legislació n se inclinó má s hacia el concepto en sentido
restringido segú n el cual la familia comprende solo el nú cleo paterno filial,
denominá ndolo familia conyugal o pequeñ a familia, o sea la agrupació n formada
por el padre, la madre y los hijos que viven con ellos o está n bajo su
subordinació n, toda vez que se apoyó principalmente los lazos de consanguinidad
y afinidad.
Pero a partir de la Constitució n Política de 1.991, el concepto se amplió y se
liberaron los lazos exclusivos de sangre para combinarlos a su vez con los
jurídicos, dá ndole lugar a los LAZOS SOCIALES. Ya en ese orden de ideas, se la
define como un sistema complejo con mú ltiples relaciones y funciones tanto
internas como externas, afirmando así el espacio por excelencia de humanizació n,
de socializació n y de solidaridad (María Jesú s Martínez Rupérez, Españ a 1995).
El ser humano nace sin sentimientos. Es en el hogar donde aprende tanto a
amar como a odiar, porque en su nacimiento presenta una inmadurez biopsicoso-
Mary Luz Hincapié Gó mez
cial que luego se llena con el nú cleo familiar, ú nico espacio para adquirir valores
bá sicos, actitudes, creencias, ideas, normas, há bitos y destrezas elementales que
reportará n su estructura de conocimiento y experiencia. El á mbito fundamental es la familia con sus
funciones de crianza, de protecció n y de educació n, donde se dan los primeros estímulos afectivos, se
aportan los primeros pará metros de comportamiento y de convivencia que pueden ser asumidos de
manera adecuada o inadecuada, con incidencia en la calidad de vida futura de los hijos, cuyo cultivo
adquiere importancia trascendental en la sociedad. En ese espectro la familia recibe la tradicional
denominació n de NÚ CLEO FUNDAMENTAL DE LA SOCIEDAD.
No es posible la vida en sociedad sin familia. Ella propicia la unió n, la protecció n, el esparcimiento, la
ayuda mutua, el gusto por compartir, a tal punto que puede afirmarse que hay nadie tan solo que no tenga al
menos un lazo familiar, con versiones tan distintas como las de los albergues má s olvidados, los ancianos y el
voluntariado mismo, todo ello como el resultado de una bú squeda del individuo que opta por llenar esa carencia
con acomodados estilos de “sistema familiar”, entre los que se destaca el caso de los jó venes de hoy que, cuando
llegan a su mayoría de edad, se enfrentan con el deseo de hacerse su propia vida sin esperar a seguir siendo
apoyados por sus padres, reclamando una independencia cada vez má s precoz y el de la que podemos llamar la
“Familia del Adulto” o la “Red Nuclear”, en la que las relaciones con los miembros de la nueva “familia” pueden
generar estilos de relaciones que resultan hasta mucho má s poderosas, gratifi- 176 cantes e influyentes que las
sostenidas previamente en el hogar de origen.
En el artículo 42 de nuestra Carta Política, se lee “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad.
Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer
matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla”, y anota a rengló n seguido que “EL ESTADO Y
LA SOCIEDAD GARANTIZAN LA PROTECCIÓN INTEGRAL DE LA FAMILIA”
Sobre este postulado constitucional se desarrollan todos los planes de protecció n, por ejemplo, la
seguridad social, en cuanto al afiliado y sus beneficiarios, la familia, la compañ era-có nyuge, los hijos
propios, los hijos del có nyuge, los hijos del compañ ero, con algunos requisitos especiales entre los que
se destacan precisamente la convivencia comú n y la dependencia econó mica. Vale anotar que no solo se
hace referencia al contrato matrimonial, quedan incluidas las relaciones entre compañ eros
permanentes, entendiendo bajo esta denominació n, aquellas relaciones donde se da permanencia y
estabilidad. Como variantes de esa protecció n a la familia son dignas de menció n la legislació n específica
que consagra prerrogativas para las mujeres cabeza de familia, los programas de protecció n a los
menores y el tratamiento hoy tan de actualidad sobre la violencia intrafamiliar.
Pero el artículo en mención sigue diciendo que LA HONRA, LA DIGNIDAD Y LA INTIMIDAD DE LA
FAMILIA SON INVIOLABLES., para cobijar todos aquellos casos en que se protege a los menores frente a las
noticias o notas periodísticas, o se exigen las rectificaciones por calumnias y las distintas sanciones frente a
la violación de la intimidad. En estos casos se supera inclusive la noción social de familia, para enriquecer
la inviolabilidad con el principio de la dignidad humana, lo que hizo decir al doctor Adolfo de J. Castañeda,
Director de Programas educativos de Vida Humana Internacional al afirmar que la dignidad humana es
objetiva, que “la persona humana tiene un dinamismo interior que la impulsa a rechazar el ser tratada
como un objeto, como un mero medio y no como un fin. Es por ello que nos escandalizamos ante la
explotación de los débiles, de los obreros, de las mujeres o de los niños por medio de la pornografía, etc. La
persona desea, desde lo más profundo de su ser, ser tratada como persona, como un fin en sí misma”.
Como para la antropología la dignidad es un concepto que debe ser universalmente comprensible en un
discurso que tenga validez intercultural, la razón de este artículo estriba precisamente en que esas
garantías que consagró la Constitución de 1991 y de las cuales poco se ha hablado y mucho menos se han
hecho efectivas, deben confluir en sancionar su violación con formas concretas de obligación
indemnizatoria que no se restrinjan a su compensación, sino que conduzcan a implementar métodos
preventivos que exijan de los posibles agresores un comportamiento dirigido a evitar el daño, ante la
amenaza de consecuencias patrimoniales y penales por la conducta dañosa que 177
llegare a lesionar o amenazar a los miembros de los núcleos familiares.
1. ANTECEDENTES
En reciente estudio adelantado por la Secretaría de Bienestar Social del municipio de Medellín, en
convenio con la Universidad CES, sobre Violencia intrafa- miliar, bajo el nombre PROYECTO BUEN VIVIR EN
FAMILIA, se pudo detectar que “Los motivos de consulta más frecuentes en los centros de atención para la
atención de casos de violencia intrafamiliar, se centran en 3 grandes ejes que son: Dificultades en la
relación de pareja, dificultad en la relación padres e hijos y dificultades individuales, ejes que terminan
cruzados y afectados en un entramado que tiene como producto la violencia intrafamiliar y conyugal que
no es más que la manifestación fenomenológica de un asunto latente y que no se manifiesta desde el inicio,
en el motivo de consulta, sino en términos de queja, crisis o exceso y descompensación psíquica. Ejes que
tienen raíces multicausales, las cuales van apareciendo como focos durante el proceso psicoterapéutico”.
Oportuno es precisar que la violencia intrafamiliar no solo se circunscribe a los ataques físicos, sino
también a la agresió n del lenguaje (intimidació n, menosprecio, humillaciones), los gestos, relaciones o
conductas sexuales forzadas o abusivas, conductas de control, tales como aislamiento, control de las
actividades y restricciones en el acceso a informació n y asistencia, efecto nocivo del abandono o de
ignorar a un miembro de la familia, constituyéndose todos en conjunto o aisladamente, en la causa de
que esos miembros de la familia no tengan proyectos o si los han tenido, los abandonen como resultado
de la situació n traumá tica que les ha generado tan enfermiza relació n familiar.
En la vida profesional e inclusive en algunos casos de compañ eros, parientes cercanos y amigos,
hemos observado el estrés que se genera en personas que han sido maltratadas en el marco de su vida
familiar, con el consiguiente proceso de depresió n, agravado a veces por la reiteració n de tales
conductas, lo que se hace má s patético cuando se observa que ante tales conductas se pierda la auto
estima y se vea disminuido el sentimiento de autoeficacia, llegá ndose inclusive a pensar que todo lo
desafortunado que le ha acontecido es inclusive un fatalismo que tiene su origen en la inseguridad y
confusió n que el maltrato desarrolla.
Pero aun cuando estas situaciones generan en la víctima sentimientos de culpa, aislamiento social y
dependencia emocional del agresor o maltratador, se acompañ an en la mayoría de los casos
178
de sintomatología somá tica, pudiéndose llegar en casos extremos y cada vez má s frecuentes al
suicidio o a la adicció n al alcohol, a las drogas o al uso desmedido de analgésicos como lenitivo a tanto
malestar emocional y físico.
Como se ha vuelto historia cotidiana en nuestro medio, el desequilibrio emocional y afectivo al
interior de los hogares, a tal punto que ha llegado a ser endémico en América Latina, le corresponde al
Estado en cumplimiento de lo preceptuado en el artículo 42 de nuestra carta política, implementar
mecanismos de doble propó sito, así:
Preventivo a través de la terapia familiar como una prá ctica social, que busque promover cambios
sustantivos, para atender tanto al síntoma, como a la familia y la comunidad, por lo que es adecuado
hablar de salud psicosocial en lugar de darle un tratamiento de enfermedad mental. Trasciende la
prevenció n a la ley de Violencia Intrafamiliar que no solo se ocupó de la sanció n, sino también de la
prevenció n para evitar que se den todos esos actos lesivos en contra de las víctimas, que generalmente
son las mujeres y los menores.
Sancionatorio: haciendo efectiva la consagració n constitucional del artículo 42, diseñ ando mecanismos
de sanció n, penal y patrimonial que sirva de contenció n a tan infame comportamiento social.
La indiferencia ante una situació n recurrente, tan abrumadoramente denunciada y estudiada por los
profesionales del comportamiento, está produciendo un dañ o colectivo que se manifiesta en una sociedad
enferma, cuya transmisió n intergeneracional ha sido suficientemente investigada entre otros por (Klevens
añ o 2000, Rubiano añ o 2003), concluyéndose que el haber sufrido la violencia intrafamiliar en el hogar
paterno aumenta la probabilidad de que las mujeres y en ocasiones los hombres, sean víctimas de adultos
maltratadores.
2. MARCO LEGISLATIVO
2.1 En Colombia
3. CONCLUSIÓN
Con la exposició n aquí planteada se pretende que todo atentado contra la estabilidad física y emocional
de los miembros de la familia, sea sancionado no solo con las consecuencias civiles, penales, sociales, sino
que se establezcan mecanismos indemnizatorios que permitan cumplir con el sentido de la indemnizació n:
crear condiciones para la víctima que le permitan sufrir el perjuicio en mejores condiciones y sobre todo
que sea asumido por la comunidad como advertencia y se abstenga de en lo sucesivo de crear situaciones
tan adversas para toda la sociedad, dadas las repercusiones que su proceder puede tener para las familias
futuras.
LA VIA EJECUTIVA EN EL SEGURO DE
RESPONSABILIDAD CIVIL
CONTENIDO:
Planteamiento del problema
Pó liza de seguros como título ejecutivo
Efectos de la vía ejecutiva. Ventajas y desventajas
Acció n directa en el proceso ejecutivo
Como puede el asegurador desvirtuar el título ejecutivo
i. Procesos en seguros
Antes de iniciar el estudio de este tema es importante hacer la siguiente distinció n
en la clasificació n de los procesos judiciales que origina la relació n asegu- raticia
segú n su naturaleza:
Para hacer efectivos ante la jurisdicció n los derechos que surgen del contrato de
seguro o de cualquier tipo de responsabilidad jurídica, encontramos como escenario
natural los procesos de conocimiento contenciosos, en los que se parte de la
incertidumbre del derecho material, luego, es necesario un debate probatorio que
acredite jurídicamente las pretensiones o los medios exceptivos
Andrés Felipe Villegas García & Sergio Alejandro Villegas Agudelo
i¡¡. Requisitos del título ejecutivo del numeral 3 del artículo 1053
Para efectos de este estudio abordaremos ú nicamente la posibilidad de vía
ejecutiva que se desprende del artículo 1053 numeral 3 del Có digo de Comercio,
dejando a un lado la vía ejecutiva en los seguros dotales, en los seguros de vida
respecto de los valores de cesió n y recate. Tampoco haremos referencia a la vía
ejecutiva para el cobro de la prima por parte del asegurador o las que se
desprenden de las pó lizas de caució n judicial.
Conforme a la norma anterior, la pó liza de seguro podrá prestar mérito
ejecutivo contra el asegurador cuando éste no haya objetado de forma sería o
fundada la reclamació n hecha por el asegurado o beneficiario, dentro del mes
siguiente a la presentació n de dicha reclamació n, la cual debe ir acompañ ada de
todas las pruebas que permitan acreditar la existencia y cuantía del siniestro.
Así las cosas, se permite demandar ejecutivamente al asegurador, cuando éste
omite su deber de contestar adecuada y oportunamente la reclamació n
presentada por el beneficiario de un seguro de responsabilidad civil (damnificado
o víctima de la acció n lesiva). Esta posibilidad subyace como una sanció n a la
aseguradora por no cumplir con sus deberes legales y contractuales frente a la
reclamació n idó nea del beneficiario.
192 Para la doctrina má s autorizada, el fundamento jurídico que permite la posi
bilidad de demandar ejecutivamente el cobro de una indemnizació n que no ha
sido “declarada por el juez”, es de naturaleza sancionatoria. En efecto, “la sanción
jurídica, a nuestro juicio, se concibe como una sanción a la indiferencia del
asegurador, a la apatía de que da muestra-con su silencio o falta de fundamento en
su objeción- para hacer honor a su compromiso contractual”.116
Es má s, dicha sanció n se estructura no solamente desde una ó ptica formal o de
trá mite, sino en una cuestió n de fondo, pues establece una presunció n legal frente
a la ocurrencia del siniestro y la cuantía del perjuicio, invirtiéndose la carga de la
prueba establecida en el artículo 1077 del estatuto mercantil, teniendo el
asegurador que desvirtuar la misma independiente del régimen de
responsabilidad aplicable a cada caso concreto.
Los presupuesto para hablar de acció n ejecutiva en contra del asegurador son:
La presentació n de la reclamació n al asegurador por parte de la víctima, la au
Cuando se hace uso de la vía ejecutiva para demandar al asegurador que ampara
la responsabilidad civil del presunto causante del dañ o, se deja a un lado el
establecimiento de esas pautas probatorias tradicionales para darle paso a un
sistema diferente de prueba donde se da por sentado todos los elementos de la
estructura típica de la responsabilidad civil.
En los procesos ordinarios de responsabilidad por má s presunciones que existan
a favor del demandante, siempre habrá lugar a demostrar los elementos fal- tantes
de la responsabilidad que no se benefician con la presunció n. En efecto, la
presunció n de culpa no me exonera de demostrar có mo demandante, la relació n de
causalidad y el dañ o; en tanto que la presunció n de responsabilidad o de causalidad
no me libera de acreditar el dañ o y la realizació n de la conducta en el á mbito de
protecció n de la norma, como sería por ejemplo la prueba del ejercicio de la
actividad peligrosa o el incumplimiento de una obligació n de resultado.
En cambio, en la vía ejecutiva en contra de la aseguradora, encuentro satisfechos
todos los elementos que estructuran la pretensió n de responsabilidad civil siempre
y cuando acredite el título ejecutivo en debida forma, teniendo que salir el
asegurador a desvirtuar la responsabilidad por completo con el descrédito de cada
uno de los elementos que la componen.
a. Excepción de prescripción
Al respecto queremos pronunciarnos especialmente sobre la excepció n de prescripció n que pudiera
generar conflicto en su interpretació n, pues para nuestro Có digo Civil la acció n ejecutiva prescribe a los
cinco añ os, teniendo la posibilidad de continuar como ordinaria por otros cinco añ os má s, mientras que
nuestro Có digo de Comercio consagra específicamente unos términos de prescripció n para todas las
acciones que se deriven del contrato de seguro en (2) dos o (5) cinco añ os, dependiendo de si la misma
sea ordinaria o extraordinaria, sin pronunciarse sobre la procedencia de la acció n ordinaria luego de la
prescripció n de la acció n ejecutiva.
Al respecto consideramos que las normas del Có digo de Comercio son las que permiten el cobro
ejecutivo del seguro y por tanto son sus mismas normas las que deban regular lo relativo a la
prescripció n.
Con todo, se deben diferenciar dos actuaciones distintas que pudieran confundirse para efectos del
có mputo del término de prescripció n. Por una parte, tenemos el término para que la víctima beneficiaria
presente la reclamació n al asegurador. Por otra, tenemos el término para que la víctima demande
ejecutivamente a la aseguradora en caso de silencio real o virtual de la misma.
198 Para nuestra Corte Suprema de Justicia, a la víctima beneficiaria de un seguro de
responsabilidad civil se le aplica los términos de prescripció n extraordinaria de (5) cinco añ os del
artículo 1081 del Có digo de Comercio. Así las cosas, la víctima tendrá desde la ocurrencia del dañ o, (5)
cinco añ os para presentar su demanda, bien sea ordinaria o ejecutiva, pero no podrá pasar de ese
tiempo para hacerlo.
Aunque no es objeto de este estudio, es necesario precisar que no compartimos los argumentos
establecidos en la sentencia de Junio 29 de 2007, expediente 11001-31-03-009-1998-04690-01,
magistrado ponente Carlos Ignacio Jaramillo, que concluye que el término de prescripció n aplicable a los
beneficiarios del seguro de responsabilidad civil es de (5) cinco añ os, es decir, la extraordinaria.
Consideramos que el só lo hecho de la reclamació n no interrumpe el término de prescripció n, pues la
interrupció n implica o el reconocimiento de la deuda (interrupció n natural) o la presentació n de la
demanda (interrupció n civil),4 y con la reclamació n no se da ninguno de estos dos fenó menos.
4 Téngase en cuenta las normas de interrupció n de la prescripció n de la ley 640 de 2001 sobre conciliació n
prejudicial para efectos de la acció n ordinaria y no de la ejecutiva pues no se exige el requisito de proce-
dibilidad para estos procesos.
Andrés Felipe Villegas García & Sergio Alejandro Villegas Agudelo
a pesar de que otro juez de la repú blica hubiera establecido la inexistencia de responsabilidad.
También puede presentarse en vía ejecutiva una sentencia absolutoria del asegurador porque no
existe responsabilidad del asegurado, y que la víctima decida iniciar una acció n ordinaria contra el
asegurado para que se indemnicen sus perjuicios y que este formule llamamiento en garantía al
asegurador que ya fue absuelto en la vía ejecutiva. Nos preguntamos ¿si el asegurador puede excep-
cionar frente a su asegurado cosa juzgada?
La respuesta necesariamente es negativa porque no existe identidad de partes ni de objeto. Es claro
que en este proceso ordinario existen dos relaciones jurídico procesales distintas, una entre parte
pretensora -victima- y parte resistente - asegurado -, y otra entre llamante -asegurado- y llamado
-asegurador-, luego el asegurador no puede proponer cosa juzgada al asegurado pues este no fue parte
en el proceso ejecutivo, de un lado, y de otro la naturaleza jurídica de la pretensió n es distinta pues en el
llamamiento en garantía es revérsica o de reembolso y en el ejecutivo es de condena. Ahora, lo que si
puede hacer el asegurador en su traslado es contestar ademá s del llamamiento en garantía la demanda
principal y solicitar copia íntegra del expediente que ya constituye un inicio de prueba importante para
efecto de su defensa.
Puede ocurrir que la víctima inicie primero un proceso ordinario donde se condene por
responsabilidad al asegurado y donde no se llamó en garantía, y posteriormente inicie un
200
proceso ejecutivo frente al asegurador también con la finalidad de que se indemnicen sus
perjuicios, proceso en el cual puede presentarse una sentencia absolutoria al asegurador porque el juez
encuentra que no existió responsabilidad. En esta hipó tesis puede el asegurado iniciar proceso
ordinario frente al asegurador para exigir el cumplimiento del contrato persiguiendo el reembolso de lo
pagado a la víctima con ocasió n del proceso ordinario, y no prosperaría la excepció n de cosa juzgada
que proponga el asegurador porque no existe identidad de partes ni de objeto.
Puede pasar también que se inicie al mismo tiempo un proceso ordinario frente al asegurado y un
ejecutivo frente al asegurador. Lo primero que hay que decir es que no se presenta el pleito pendiente
por no existir identidad de partes. En este caso si prosperan ambos procesos só lo podrá hacer efectivo
el pago de las sentencias hasta concurrencia del límite de las obligaciones de cada uno de los implicados,
sin recibir pago dos veces por el mismo concepto. En efecto,
Andrés Felipe Villegas García & Sergio Alejandro Villegas Agudelo
para el asegurador el límite de su condena será establecido con el monto má ximo asegurable; mientras
que para el asegurado la extensió n de su condena es la extensió n misma del dañ o.
Puede suceder entonces que la víctima haga efectivo el proceso ejecutivo contra el asegurador hasta
el tope del límite asegurable y persigue el saldo insoluto (parte del dañ o no reparada) en caso de existir,
en cabeza del asegurado a quien también han condenado.
Lo anterior debido a que el valor asegurado puede ser inferior a la extensió n misma del verdadero
dañ o causado por el agente. Así las cosas si el valor asegurado es suficiente, no habrá problema porque
la víctima podrá cobrar todo su dañ o a través del seguro. Por el contrario, si se presenta que el seguro es
insuficiente, podrá la víctima reclamar el saldo de su perjuicio en el asegurado; lo anterior sin perjuicio
de hacer efectivo todo el pago de la obligació n resarcitoria en este ú ltimo.
Ahora, el monto pagado por el asegurador deberá incrementarse con los intereses moratorios que
permite cobrar el artículo 1080 del Có digo de Comercio, los cuales se causan como sanció n a su omisió n
de objetar oportunamente o en debida forma. En cambio al asegurado no se le podría cobrar esta
sanció n procediendo ú nicamente el interés de mora del 6% anual establecido en el Có digo Civil o la
correcció n monetaria dependiendo del caso.
201
iv. Procedencia de medidas cautelares
Algunos consideran que una de las principales ventajas de iniciar la acció n ejecutiva para el cobro de
un seguro de responsabilidad civil será la de poder solicitar la prá ctica de medidas cautelares incluso
desde antes de la notificació n del auto que libra mandamiento de pago.
Es claro que en los procesos ordinarios de responsabilidad civil no se tiene esa posibilidad, ni
siquiera para dañ os ocurridos en accidentes de trá nsito donde se permitía en una época embargar el
vehículo automotor con el cual se causaba el dañ o.
Esta posibilidad de medidas cautelares disminuye el riesgo de insolvencia del causante del dañ o o del
asegurador, muy propio de los procesos ordinarios donde la sentencia se obtiene varios añ os después
de la ocurrencia del dañ o, posibilitando que los responsables se insolvente de forma ilícita para no
atender el pago de la condena.
LA VÍA EJECUTIVA EN EL SEGURO DE RESPONSABILIDAD CIVIL...
Con todo, queremos advertir que el establecimiento de la pretensió n resarci- toria deberá hacerse de
una forma muy técnica y sujeta nítidamente a la realidad y extensió n del dañ o, toda vez que podrían
causarse dañ os a los demandados por el embargo excesivo de su patrimonio motivado por unas
pretensiones exageradamente tasadas..
Consideramos que las medidas cautelares en la vía ejecutiva solo termina siendo un mecanismo de
presió n transitorio, pues el asegurador puede prestar caució n para levantarlas. Ademá s, pensamos que
las compañ ías de seguros cumplen con su patrimonio técnico para operar vá lidamente, y que establecen
las reservas necesarias para provisionar el pago del siniestro, en consecuencia es poco probable que
recurran a la insolvencia.
Ahora, en cada caso concreto y dependiendo de la entidad y cuantía del siniestro, y de la situació n
financiera de cada asegurador se debe tomar la decisió n adecuada. Recomendamos sí como mecanismo
de control oficiar a la superintendencia financiera para verificar que la reserva esté constituida
adecuadamente.
v. Reducción de términos
Otra ventaja comparativa con el juicio ordinario es la reducció n de los términos procesales para la
obtenció n de sentencia. Como el proceso ejecutivo es un 202 escenario donde se parte de la existencia y
cuantificació n del derecho, el periodo probatorio no es tan amplio como en los procesos ordinarios.
Todas las actuaciones cuentan con unos términos má s cortos que permiten una sentencia en menor
tiempo. Al efecto el término para proponer excepciones es de diez días, el periodo probatorio es de
veinte días, y el termino para presentar alegatos de conclusió n es de cinco días.
Es desventajoso para el asegurador porque es má s corto el término para proponer excepciones, y
arrimar y practicar los medios de prueba que desvirtú en la presunció n legal de ocurrencia del siniestro
y su cuantía.
Así las cosas, luego de verificar la existencia del contrato de seguro, el primer
ejercicio que debe realizar el juez es identificar el concepto de siniestro que
contiene la pó liza contratada por el asegurado causante del dañ o.
Si el contrato establece como siniestro el hecho dañ oso, basta que el juez
verifique la existencia de un hecho externo imputable materialmente al asegurado,
solo se requiere un nexo físico sin que implique un juicio de responsabilidad.
A su turno, si el contrato establece como siniestro la reclamació n, en cualquiera
de sus variables, el juez deberá corroborar que la reclamació n se presentó de
acuerdo al sistema pactado en la pó liza, y siempre acreditando los requisitos que la
ley exige conforme al artículo 1077 del Có digo de Comercio.
El segundo análisis a cargo del fallador es la constatació n de la cuantía de la
perdida, que no es otra cosa que la liquidació n del perjuicio acompañ ada de los
medios de prueba que acrediten todos los elementos necesarios para establecer el
perjuicio patrimonial en su modalidad de dañ o emergente y lucro cesante
consolidado y futuro, y el perjuicio extrapatrimonial - moral, vida de relació n,
estético, etc.
Por ú ltimo, si el operador jurídico encuentra demostrada la reclamació n formal,
entra a verificar si en la demanda se afirma que no hubo objeció n, o que se hizo por
fuera del término legal, o que siendo oportuna no fue seria y fundada. De esta
manera se abre paso la vía ejecutiva y debe el juez proferir providencia que 205
contenga el mandamiento de pago.
Es pertinente precisar cuá les son los pará metros que debe tener el juez para
establecer la seriedad de la objeció n a la reclamació n:
Al respecto la doctrina a sostenido: “Se debe descartar que el análisis que se
realiza para predicar la falta de fundamentación implica, al romper la carencia de
argumentos en orden a sustentar la razón de la negativa, pero no obliga a entrar a
un estudio de fondo acerca de si la razón jurídica, en ultimas, está o no de parte de la
empresa objetante, porque lo que enerva la vía ejecutiva no es que el asegurador
tenga necesariamente la razón, sino que su decisión de no pagar se cimente en
argumentos serios; será cada caso concreto el que permitirá el análisis pertinente,
porque en esta materia no son posible las generalizaciones.
En suma, la objeción cumple con el efecto de enervar la vía ejecutiva si encuentra
fundamentos que den visos de credibilidad, seriedad y razonabilidad a la conducta de
la
Andrés Felipe Villegas García & Sergio Alejandro Villegas Agudelo
aseguradora, sin perjuicio que dentro del proceso ordinario se pueda demostrar que
aquella carece de asidero legal”.117
117 LÓ PEZ BLANCO, Herná n Fabio. Comentarios al contrato de seguro., cuarta edició n
2004.
LA VÍA EJECUTIVA EN EL SEGURO DE RESPONSABILIDAD CIVIL...
judicial, el cual siempre estará atado a los medios de prueba exceptivos respecto
a su causació n e intensidad.
Andrés Felipe Villegas García & Sergio Alejandro Villegas Agudelo
CONTENIDO:
Introducció n.
Sujetos contratantes y sujetos no contratantes.
Sujetos contratantes.
Sujetos no contratantes.
Seguro por cuenta propia y seguro por cuenta ajena. 213
INTRODUCCIÓN
El objetivo principal de este trabajo monográ fico consiste en recopilar y
estudiar del estado actual de la legislació n, doctrina y jurisprudencia nacional
sobre los sujetos jurídicos frente al contrato de seguro, pero no bajo una ó ptica
restrictiva de partes, entendiendo por tal quienes comparecen con su voluntad a
celebrar el contrato de seguro, esto es, tomador y asegurador, sino bajo una
ó ptica má s amplia para analizar las figuras del asegurado y del beneficiario del
contrato, acogiendo así los conceptos de “parte asegurada” o “parte interesada”
que se utilizan en algú n sector de nuestra doctrina nacional.
118El autor es abogado de la Universidad Pontificia Bolivariana. Especialista en
responsabilidad civil y seguros de la Universidad Eafit. Especialista en arbitraje de la misma
Universidad. Profesor de Derecho de Seguros en pregrado de la Universidad Pontificia
Bolivariana. Profesor de temas de responsabilidad civil y seguros en posgrados. Abogado
consultor y litigante. Socio de Suma Legal S.A. Este artículo se dividirá en dos entregas de la
revista del IARCE. En la primera parte se tratará del numeral 1 al 4 incluidos ambos, del
contenido. En la segunda entrega el numeral 5 del contenido
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL ...
Sujetos Contratantes
215
El asegurador
Es la persona jurídica que debidamente autorizada por la ley asume los
riesgos, tal como lo establece el artículo 1037 del Có digo de Comercio.
En Colombia, por disposició n de la ley 45 de 1990 só lo pueden ser
aseguradoras las sociedades anó nimas y las cooperativas de seguros, tal como lo
disponen los artículos 36 de la ley 45 de 1990 y 38 numeral 5; y 53 del decreto
663 de 1993. Ademá s, es factible que la ley faculte expresamente a ciertas
personas jurídicas pú blicas que no sean en principio aseguradoras para actuar
como tales dentro de ciertos ramos.
Respecto de las cooperativas que presten servicios de seguros, el numeral 5
del artículo 38 estableció que deben ser especializadas en este tema y deben
cumplir la actividad aseguradora principalmente en interés de sus propios
asociados y de la comunidad vinculada a ellos. En todo caso, esta norma no
120 ZORNOSA PRIETO, Hilda Esperanza. Ob. Cit.
121 ORDÓ Ñ EZ ORDÓ Ñ EZ, Andrés E. Lecciones de derecho de seguros. No. 2. Elementos esenciales,
partes
y cará cter indemnizatorio del contrato. Universidad Externado de Colombia. Primera Ed., noviembre
de
2002. pá gina 54.
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL ...
conlleva una
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL ...
prohibició n a las entidades mencionadas para realizar su actividad aseguradora respecto del pú blico en
general.
Por otra parte, se debe destacar el artículo 205 del decreto 663 de 1993, el cual señ ala que el
Gobierno Nacional establecería un sistema de seguro a las exportaciones, destinado a cubrir los riesgos
comerciales, políticos y extraordinarios inherentes a este clase de operaciones. En tal sentido, se
estableció en el artículo indicado que el Banco de Comercio Exterior de Colombia S.A., BANCOL- DEX,
podría organizar el respectivo sistema directamente o contratar su organizació n con otras entidades
nacionales o extranjeras a fin de asumir los riesgos propios de dicho seguro.
En todo caso, BANCOLDEX constituyó , en asocio con inversionistas privados, una compañ ía
aseguradora privada especializada en el seguro de crédito, bajo el esquema de sociedad anó nima de
cará cter privado denominada Segurexpo de Colombia S.A., la cual otorga el seguro al que se ha hecho
referencia.
Otra situació n similar se presentó , en el pasado, con la Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero, la
cual fue autorizada por la ley 69 de 1993 para expedir las pó lizas de seguro agropecuario,5 sin que
tampoco se presentara un monopolio respecto de este seguro.
216 Por ú ltimo, es importante anotar que la ley 45 de 1990 estableció en su ar
tículo 37, segundo parte, que las sociedades de seguros cuyo objeto prevea la prá ctica de operaciones de
seguros individuales sobre la vida deberá n tener objeto social exclusivo para tales efectos, sin que su
actividad pueda extenderse a otra clase de operaciones de seguros, salvo que tengan cará cter
complementario.
Adicional a la exigencia relativa a la naturaleza jurídica de la entidad, la ley 45 de 1990 estableció en
su artículo 34, así como en el decreto 663 de 1993, en su artículo 53, numeral segundo, que las personas
estatutarias que se propongan organizar una entidad aseguradora deben obtener previamente el
certificado de autorizació n de la Superintendencia Financiera, como requisito indispensable para
ejercer actividades.
Es de anotar que ese certificado de autorizació n es concedido para los ramos solicitados por la
compañ ía, previo estudio de la Superintendencia Financiera, con lo cual se quiere anotar que el
certificado de autorizació n no se concede en
5 Téngase presente que con la expedició n. del decreto 1065 de 1999 se ordenó liquidar la Caja de Crédito
Agrario, Industrial y Minero, incluyendo su actividad aseguradora.
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL ...
forma general para todos los ramos de seguros sino para los que expresamente se señalen en
el certificado, de tal manera que si la compañía desea ejercer su actividad en ramos adicionales
debe presentar la solicitud respectiva a la Superintendencia Financiera.
Es importante tener presente que la suspensió n o revocació n del certificado de autorizació n conlleva
la inmediata interrupció n de actividades de la entidad y, en ú ltimo caso, la liquidació n de los ramos de
seguros afectados o de la empresa aseguradora si fuere el caso y, por ende, la imposibilidad de celebrar
contratos de seguro a partir del momento de la suspensió n o revocació n (Articulo 59 ley 45 de 1990).
Ahora bien, los contratos y operaciones de seguros celebrados por personas individuales o
estatutarias que no cuenten con la autorizació n de la Superintendencia Financiera, para actuar como
aseguradores o para ejercer en un determinado ramo “no producirán efecto legal”, de acuerdo con lo
expresamente establecido por el artículo 30 de la ley 45 de 1990 y 108, numeral tercero, del decreto
663 de 1993, por lo cual la connotació n de esta expresió n es que dicho “contrato de seguro” es ineficaz.
A pesar de la ineficacia del contrato, existe responsabilidad de la persona individual o estatutaria que
sin ser aseguradora celebra un supuesto contrato de seguro. En tal sentido los artículos citados
establecen que el supuesto contratante o asegurado podrá solicitar el reintegro de la suma pagada y
establecer la responsabilidad en que incurra la persona que funja de aseguradora. 217
También es oportuno señ alar que los modelos de pó lizas y las tarifas no
requieren autorizació n previa de la Superintendencia Financiera, tal como lo contemplan el artículo 43
ley 45 de 1990 y el 184 del decreto 663 de 1993. No obstante deben ponerse a disposició n de este
organismo con anticipació n a su utilizació n y el incumplimiento de tal obligació n puede conllevar
incluso a que la Superintendencia prohíba la utilizació n de la pó liza o tarifa correspondiente, sin que
esto pueda perjudicar al tomador que ha contratado un seguro relativo a una pó liza no depositada
previamente en la Superintendencia Financiera, pues tal requisito no dice relació n al cumplimiento de
una condició n de existencia o validez de la pó liza, sino a un control administrativo por parte del Estado
con el fin de determinar que dichas pó lizas sí cumplan con los requisitos señ alados en la ley 45 de 1990
en cuanto a condiciones contractuales y tarifas.
No obstante, de acuerdo con el artículo 47 de la ley señ alada y el 184 del decreto, sí será necesaria la
autorizació n previa de la Superintendencia Financiera
cuando se trate de la autorizació n inicial a una entidad aseguradora o de la
correspondiente para la explotació n de un nuevo ramo.
El tomador
Es la persona individual o estatutaria que obrando por cuenta propia o ajena
traslada los riesgos. Es la persona que celebra el contrato de seguro con el ase-
gurador,122 esto es, la persona que manifiesta su voluntad de celebrar el contrato
y de obligarse para con el asegurador.
Como persona que celebra el contrato, se deben cumplir, respecto del mismo,
los requisitos de existencia y validez de todo negocio jurídico. La capacidad del
tomador y la conducta que observe antes y durante la celebració n del contrato
determinan la validez del mismo, toda vez que será respecto de dicho tomador
que se determinará el cumplimiento o no de los requisitos de existencia y validez
para celebrar negocios jurídicos, así como consideraciones especiales en materia
de seguros en la celebració n del contrato, toda vez que es él quien debe observar
una conducta ausente de reticencias o inexactitudes al celebrar el contrato.
Es el tomador, ademá s, la persona a cuyo cargo corren, al menos en forma
prioritaria, las obligaciones y cargas señ aladas en el Có digo de Comercio. Es el
218 obligado a pagar la prima (Artículo 1066).123
El tomador es parte en todos los contratos de seguros, sean de dañ os o
de personas y bien sea un seguro por cuenta propia o por cuenta ajena.
Sujetos no contratantes
El asegurado
Conceptualmente es diferente el asegurado del tomador, aunque en
muchos casos pueden coincidir en una misma persona individual o
estatutaria. El asegurado no es definido por el Có digo de Comercio.
122En tal sentido véase a: ZORNOSA PRIETO, Hilda Esperanza, “Las partes en el contrato de
seguros”, Ob. citada. OSSA G., J. Efrén, Teoría general del seguro. El contrato”, Editorial
Temis. Segunda Ed., actualizada. 1991. Bogotá , DC., Colombia. Pá g. 5 y ss. BUSTAMANTE
FERRER, Jaime y URIBE OSORIO, Ana Inés, Principios jurídico del seguro. Colombo
Editores. Segunda Ed., 1994. Bogotá , DC., Colombia. Pá gina. 59 y ss. LÓ PEZ BLANCO, Herná n
Fabio, Comentarios al contrato de seguro, Colombia, Editorial Dupre Editores, Bogotá ,
1999, tercera Ed., Bogotá , DC., Colombia. Pá gs. 89 y ss. ORDÓ Ñ EZ ORDÓ Ñ EZ, Andrés, Obra y
Ed. citada, pá gina 60. Jaramillo, Carlos Ignacio “Lineamientos generales del contrato de
seguro en la legislació n Colombiana: Visió n retrospectiva y comparada”. Ob. Cit. Pá ginas 36
y 37.
123 OSSA G., J. Efrén, Ob. Cit. Pá g. 5.
Se establecen diferencias conceptuales relativas al asegurado en los seguros de
dañ os y en los de personas.124
El asegurado en los seguros de daños
En los seguros de dañ os es asegurado el titular del interés asegurable,125 es
decir, aquel cuyo patrimonio pueda resultar afectado, directa o indirectamente, por
la realizació n de un riesgo (Artículo 1083 del Có digo de Comercio).
En tal sentido, el Consejo de Estado expresa lo siguiente: “((...)) Así el asegurado
-artículos 1047 ordinal 3 y 1083 ibídem- es la persona titular del riesgo asegurable o
sea aquella cuyo patrimonio puede resultar afectado, directa o indirectamente por la
realización del riesgo ((...))”.126
En los seguros de dañ os por cuenta de tercero es asegurado el tercero por
cuenta de quien se contrata el seguro. No obstante, es importante señ alar que en el
seguro de dañ os por cuenta de tercero el tomador puede tener o no un interés
asegurable respecto de la cosa objeto del contrato, aunque no es necesario, y al
tenerlo, sería un asegurado secundario tal como lo denomina el profesor Efrén
Ossa. Así mismo, en el seguro de dañ os por cuenta propia el asegurado será a la vez
el tomador.
219
¿Quién es el titular del interés asegurable en los seguros de daños?
De acuerdo con lo dicho, se puede establecer que siempre el asegurado será el
titular del interés asegurable en los seguros de dañ os, pues a través del seguro de
dañ o se busca proteger el patrimonio del asegurado, sin perjuicio de que, en los
seguros de dañ os por cuenta ajena, también el tomador pueda ser titular de un
interés asegurable que busque proteger a través del seguro
124OSSA G., J. Efrén, Ob. Cit. Pá g. 9. JARAMILLO, Carlos Ignacio. “Aspectos medulares del seguro
sobre la vida en el derecho colombiano: Visió n comparada”. XVII Encuentro Nacional de
Acoldese. Paipa, octubre 1992.
125 ORDÓ Ñ EZ ORDÓ Ñ EZ, Andrés, Ob. Cit. pá gina 60. JARAMILLO, Carlos Ignacio. Ob. Cit. Pá ginas
36 y 37.
126Colombia. Consejo de Estado. Secció n Tercera. Sentencia del 31 de julio de 1997. Expediente:
10262. Consejero ponente: Doctor Ricardo Hoyos Duque. SociEd.ad Seguros Universal S.A.,
contra Instituto de Fomento Industrial.
¿En qué casos coinciden tomador y
asegurado en los seguros de daños?
El tomador puede actuar o celebrar el negocio por cuenta propia o por cuenta
ajena, lo que es diferente a que celebre el contrato a través de un mandatario con
representació n, pues en este ú ltimo, el tomador es el mandante y no el mandatario.
El seguro se entenderá por cuenta propia, esto es, por cuenta del tomador si en
la pó liza o en el contrato de seguro no se establece que es por cuenta de tercero, tal
como lo dispone el artículo 1040 del Có digo de Comercio, aunque admite prueba en
contrario.
Lo normal, como lo señ ala el profesor Efrén Ossa, es que el seguro sea por
cuenta propia, esto es, por cuenta del tomador, quien en ese caso revestirá ademá s
la calidad de asegurado, es decir, de titular del interés asegurable que se busca
proteger de los riesgos que lo amenazan a través del seguro.127
En los seguros de dañ os, el tomador busca proteger su propio patrimonio, en
sentido general como al suscribir un seguro de responsabilidad civil; o en sentido
restringido, como sucede al suscribir un seguro de automó viles para amparar su
derecho de dominio.
220 Al decir de Bustamante Ferrer la “((...)) situación perfecta en el contrato
de seguro, en cuanto al equilibrio en la actualización y el cumplimiento de las
obligaciones de las partes, se presenta cuando las condiciones de tomador y
asegurado se confunden, porque el contrato se celebra en interés de este
último y es a él a quien le corresponde verdaderamente el cumplimiento de la
obligación que a esta parte del contrato le compete”.128
129Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia del 10 de febrero de
2005. Expediente 7614. Magistrado ponente: Doctor Jaime Alberto Arrubla Paucar. Proceso
ordinario de Diana Patricia Zuluaga Gó mez y otros contra Compañ ía Suramericana de Seguros
S.A. Sin publicar oficialmente.
130Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia del 10 de febrero de
2005. Expediente 7173. Magistrado ponente: Doctor César Julio Valencia Copete. Proceso
ordinario de Raú l Antonio Rivera Tabares contra Expreso Trejos Ltda., y Seguros Caribe S.A.,
actualmente Mapfre Seguros Generales de Colombia S.A. Sin publicar oficialmente.
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL ...
133 Ibídem. Pá g. 6.
134 ORDÓ Ñ EZ ORDÓ Ñ EZ, Andrés, Ob. Cit. pá ginas 60 y 61.
135JARAMILLO, Carlos Ignacio. “Aspectos medulares del seguro sobre la vida en el derecho
colombiano: Visió n comparada”. Ob. Cit. Pá gs. 128 y 129.
136No se hace una diferenciació n como la anotada en las obras de los profesores LÓ PEZ
BLANCO, Herná n Fabio y BUSTAMANTE FERRER, Jaime, arriba citadas. En tal sentido,
ambos autores circunscriben el concepto de asegurado a la persona que tiene interés
asegurable en el riesgo que se traslada y, en consecuencia, no hacen salvedad respecto del
concepto de asegurado en los seguros de personas sobre la vida de un tercero. Véase
pá ginas 89 y 61 de las obras citadas de cada autor, respectivamente.
137 OSSA G., J. Efrén, Ob. Cit. Pá gs. 6 y 7.
Coincidirían entonces tomador y asegurado en los seguros de personas cuando
el tomador contrató un seguro de personas sobre su propia vida o integridad
personal, caso contemplado en el numeral primero del artículo 1137 del Có digo
de Comercio.
designados por Juan tendrá n derecho al pago del saldo, esto es, a la suma de dos
millones de pesos ($2’000.000). Obviamente en caso de que Juan no hubiera
designado beneficiarios tendrá aplicació n el artículo 1142 del mismo estatuto.
Este ejemplo difiere del relativo al banco hipotecario en el que só lo se protege
el interés del banco en tanto el valor asegurado está definido en este caso, só lo y
exclusivamente en funció n del valor de la deuda. En otras palabras, la suma
asegurada es variable, y su variació n está determinada por el valor de la deuda.
En este caso, só lo se busca proteger los intereses econó micos del banco, má s no
los del deudor.
No obstante lo anterior, se debe referir aquí una reciente sentencia de la Corte
Suprema de Justicia, respecto de un seguro de vida grupo deudores en el cual la
suma asegurada está atada al monto de la deuda, por virtud de la cual se acepta
por esta corporació n la legitimació n en la causa por activa o el interés de la
có nyuge sobreviviente para demandar a la aseguradora, no para sí, esto es, no
para que le paguen a ella el valor del seguro sino para que la aseguradora cumpla
con su obligació n para con el Banco, así:
“(...) las consecuencias directas del contrato, las soportan o usufructúan exclusivamente los
contratantes; evidentemente, la condición de acreedor o de deudor sólo se concibe respecto de
230 quienes consintieron en el vínculo jurídico. Pero las secuelas indirectas que de ello se derivan,
las soportan o aprovechan ciertos terceros; por cierto, si alguien paga lo que debe por virtud de
un negocio, ese pago puede beneficiar a los acreedores de quien lo recibe (...).
(...) Cierto que el deudor fallecido no es el beneficiario del seguro contratado; que su vida se
aseguró para bien del acreedor, en este caso el banco. ¿Quién podría negarlo ante la letra
clarísima del artículo 1144 del Código de Comercio? De modo que sólo el banco es titular de las
consecuencias directas del seguro contratado. Pero a más de él también está indiscutiblemente
interesada la viuda y los herederos, dado que las secuelas indirectas del contrato,
señaladamente el no pago del seguro, le perjudica (...).
(...) Lógicamente que la viuda ni nadie distinto al beneficiario del seguro podría demandar la
prestación del seguro para sí. Bien es verdad que el contrato no puede convertir a un tercero en
acreedor; ni tampoco, agregase, en deudor. Cosa que no está haciéndose aquí: no se remite a
duda que esto concierne exclusivamente al beneficiario. Simplemente está exigiendo que la
aseguradora pague lo que debe; y hay que entender en sano discernimiento que la súplica es
que pague a quien debe pagar (...).25
25 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia del 28 de julio de 2005. Expedien-
te 1999-00449-01. Magistrado ponente: Manuel Isidro Ardila Velá squez. Proceso ordinario de Patricia
Elena Tobó n Ló pez contra la Compañ ía Agrícola de Seguros de Vida S.A. y la Caja de Crédito Agrario
No obstante, se considera equivocada la posició n anterior, al legitimar a la
có nyuge para demandar así sea para otro, puesto que entendiendo la legitimació n
en la causa como la titularidad del derecho en las dos partes, demandante y
demandado, en el sentido expresado y reiterado por la Corte Suprema de Justicia,
como “... un fenómeno sustancial que consiste en la identidad del demandante con la
persona a quien la lev concede el derecho que reclama v en la identidad del
demandado con la persona frente a la cual se puede exigir la obligación
correlativa.”,26 situación que precisa la Corte en la misma sentencia, al indicar que “ ...
mal podría condenarse a quien no es la persona que debe responder del derecho
reclamado o a quien es demandado por quien carece de la titularidad de la pretensión
que reclama.”.27 (Los resaltados son nuestros).
En consecuencia, si la có nyuge no fue parte en el contrato de seguro, si no
celebró con la demandante el mismo, fá cil es concluir que no existe identidad del
demandante con la persona a quien la ley concede el derecho que reclama.
El seguro de que se ocupa la sentencia es uno de personas (Art. 1137 y ss del
Có digo de Comercio) y má s concretamente de vida (Art. 1151 y ss del Có digo de
Comercio), por ende se deben hacer varias precisiones sobre quién es el tomador,
quién el asegurado, quién el titular del interés asegurable y quién el beneficiario del
seguro que tendría derecho a pretender el pago de la suma asegurada.
231
Sabido es que el tomador es la entidad financiera quien celebró , en tal condició n
(de tomador), el contrato de seguro.
El asegurado, en los seguros de personas, es la persona natural sobre cuya vida o
integridad se contrata el seguro, más no puede definirse, como en los seguros de
daños como el titular del interés asegurable, pues este suele ser, como en el caso
concreto de que aquí se trata, el tomador quien es la persona que en este caso está
protegiendo su patrimonio a través del seguro,28 en virtud del artículo 1137
numeral 3, toda vez que la muerte del asegurado generaría para el tomador y titular
del interés asegurable (BANCO HIPOTECARIO) un detrimento patrimonial. 29
Esta visto entonces que a través de este seguro de vida grupo de deudores se
busca proteger el interés asegurable (el patrimonio) del acreedor hipotecario.
Industrial y Minero, en liquidació n.
26 Colombia. Sentencia del 4 de diciembre de 1981, “G.J.”, t. CLWVI, nú m. 2407, pá g. 640.
27 Ibídem, pá g. 639.
28 OSSA G. Efrén. Teoría General del Seguro. El contrato. Segunda Edició n actualizada. Editorial
Temis.
Bogotá . 1991. Pá g. 11.
29 Ibídem. Pá g. 11.
Por otra parte, se debe referir al beneficiario de este seguro, entendiendo por
tal la persona que ha de percibir el valor del seguro, en caso de siniestro (muerte
del asegurado).
En los seguros de personas se puede encontrar el beneficiario a título gratuito,
que tiene por causa la mera liberalidad del tomador (1141) que no es el caso de
este seguro y el beneficiario a título oneroso quien tiene un verdadero interés
patrimonial y cuya nominació n se suele exigir por el acreedor al deudor en
garantía de su crédito.
En el caso indicado en la sentencia, se está frente a un beneficiario a título
oneroso, como es el acreedor hipotecario, donde solamente éste tendría derecho
a pretender el pago de la obligació n surgida del contrato de seguro, que sería
equivalente a la obligació n del deudor asegurado para con el acreedor y no la
actora quien no ostenta la calidad de beneficiaria del seguro.
Es importante anotar que en este caso no es procedente la parte final del
artículo 1144 del Có digo de Comercio, pues este seguro fue contratado por el
acreedor hipotecario para protegerse contra el perjuicio econó mico resultante de
la muerte del asegurado.30
Ademá s contractualmente, de acuerdo con las condiciones de la pó liza, el
beneficiario es el acreedor a título oneroso por el saldo de la deuda.
232
Asegurado en los seguros de accidentes personales
Es asegurado la persona misma sobre cuya vida o integridad personal se
contrata el seguro. Lo anterior se concluye del artículo 1137 del Có digo de
Comercio, entre otras normas.31
El beneficiario
Es la persona que ha de percibir la prestació n asegurada en caso de siniestro.
De acuerdo con el profesor Efrén Ossa los beneficiarios pueden ser
contractuales o legales. Los primeros son los que provienen de estipulació n
expresa en el contrato de seguro. Los segundos son los que derivan su derecho de
la ley una vez ocurrido el siniestro. Para el profesor citado no pueden existir
beneficiarios legales en los seguros de dañ os. No obstante, hoy en día esto no es
así toda vez que la ley 45 de 1990 estableció como beneficiario de los seguros de
responsabilidad civil a las víctimas, de manera que en estos casos estaríamos
frente a un beneficiario legal.
142Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia del 10 de febrero de
2005. Expediente 7614. Magistrado ponente: Doctor Jaime Alberto Arrubla Paucar. Proceso
ordinario de Diana Patricia Zuluaga Gó mez y otros contra Compañ ía Suramericana de
Seguros S.A. Sin publicar oficialmente.
seguros de dañ os el beneficiario siempre será a título oneroso y, cuando dicho
beneficiario no coincide con el asegurado, su designació n obedece a que aquel
posee un derecho propio a recibir la prestació n asegurada cuando se presente el
siniestro, sin violentar, claro está , el principio indemnizatorio.
En tal medida su derecho surge de la designació n que efectú e el tomador o
asegurado, segú n la persona titular del interés asegurable, pero dicha designació n
se efectú a para proteger un derecho propio del beneficiario derivado de una
relació n jurídica subyacente existente entre tomador o asegurado y beneficiario;
así, por ejemplo, la condició n de acreedor hipotecario o prendario del beneficiario
respecto del tomador o asegurado.
143 OSSA G., J. Efrén, Ob. Cit. Pá g. 14. ORDÓ Ñ EZ ORDÓ Ñ EZ, Andrés, Ob. Cit. pá gina 61.
144JARAMILLO, Carlos Ignacio. Ob. Cit. Pá g. 138.
145 Ibídem. Pá g. 138.
causa la mera liberalidad, porque exista, por ejemplo, un acuerdo contractual
previo del tomador para con el beneficiario; en este caso se entenderá que el
mismo es a título oneroso.
La designació n puede ser mixta, esto es, parte a título oneroso y parte a título
gratuito, situació n que no fue expresamente contemplada en el Có digo de
Comercio como lo indica el profesor Carlos Ignacio Jaramillo, pero tal forma
puede darse porque así se desprende del artículo 1144, 146 que dispone: “En los
seguros sobre la vida del deudor, el acreedor só lo recibirá una parte del seguro
igual al monto no pagado de la deuda. El saldo será entregado a los demá s
beneficiarios”.
Es de anotar, ademá s, que la designació n del beneficiario se presume a título
gratuito, tal como lo establece el ú ltimo inciso del artículo 1141, de manera que la
designació n a título oneroso no se presume y en consecuencia debe ser expresa.147
El beneficiario a título oneroso se da especialmente en los casos de acreedores
que exigen a su deudor la suscripció n de un seguro en garantía de su crédito
donde se le señ ala como beneficiarios a título oneroso. En tal evento estos
tendrá n derecho al monto no pagado de la deuda y el saldo correspondiente se
destinará a los beneficiarios a título gratuito que hayan sido especificados
(artículo 1144 del Có digo de Comercio). Para el evento en que no se designen
dichos beneficiarios a título gratuito, se tendrá n por tales el có nyuge (o
238 compañ ero permanente, se agrega) del asegurado en la mitad del seguro y los
herederos de este, en la otra mitad.
148 BUSTAMANTE FERRER, Jaime y URIBE OSORIO, Ana Inés, Ob. Cit. Pá g. 63.
149JARAMILLO, Carlos Ignacio. Ob. Cit. Pá g.140.
Ignacio Jaramillo, razó n por la cual es enteramente ló gico entender que sea a él a
quien corresponde dicha facultad. Así será en la mayoría de las situaciones
establecidas en el artículo 1137 cuando el tomador es el titular del interés
asegurable y o bien toma el seguro sobre su propia vida, caso en el cual no existe
dificultad porque a la vez es el asegurado, o bien toma el seguro sobre la vida de
terceros, pero buscando proteger su propio interés.
De manera que en casos excepcionales, tales como los seguros colectivos de
vida, tomados por ejemplo por un empleador sin ningú n interés asegurable en la
vida de sus empleados, siendo estos los asegurados y los titulares del interés
asegurable. En tal caso sí corresponde al asegurado designar al beneficiario en la
medida en que el tomador no tiene ninguna injerencia sobre el interés asegura-
ble. Pero en tales casos, como bien expresa el profesor Jaramillo Jaramillo se está
frente a una situació n excepcional.
Ahora bien, se debe tener presente que no en todos los seguros de vida de
grupo o colectivos le corresponde al asegurado o asegurados la designació n del
beneficiario. Ejemplo de ello sería el seguro de vida de grupo tomado por los
bancos hipotecarios, en los cuales só lo se busca proteger su interés asegurable,
siendo la designació n del beneficiario de exclusiva competencia de la entidad
(tomadora), pues en tal caso só lo se cuenta con beneficiario a título oneroso que
240
es la entidad financiera pero no con beneficiarios a título gratuito toda vez que,
como antes se explicó , la suma asegurada está determinada en funció n solamente
del monto no pagado de la deuda, constituyéndose en una suma asegurada
variable.
Por lo demá s, se debe acotar que la designació n del beneficiario por el
tomador no requiere el asentimiento de la aseguradora y menos del
beneficiario.150
151 OSPINA FERNÁ NDEZ, Guillermo y OSPINA ACOSTA, Eduardo. Teoría General del Contrato y de los
demá s
actos o negocios jurídicos. Editorial Temis S.A., Bogotá , D.C. Colombia. Cuarta Ed. actualizada.
1994.
Pá ginas 374 y 375.
152JARAMILLO, Carlos Ignacio. Ob. Cit. Pá g.134.
Ademá s de lo anterior, en materia de seguros sobre la vida, el estipulante
puede revocar “((...)) la designación del beneficiario a título gratuito las veces que
quiera (...) sin importar para nada, realmente, si medió o no medió aceptación de la
designación por parte del tercero beneficiario, puesto que tal aceptación en el
Derecho de Seguros vernáculo, al igual que un buen número de legislaciones
internacionales, es ciertamente anodina ((...))”,153 lo cual no sucede en la
estipulació n a favor de tercero en la medida en que si el tercero acepta la
estipulació n a su favor ya las partes que concurrieron a su configuració n no
pueden revocar dicha aceptació n.154 155
Y es que no puede perderse de vista que el artículo 1146 del estatuto
mercantil señ ala como derechos intransferibles e indelegables del “asegurado”
(realmente del tomador, por regla general, como ya se anotó ) “((...)) hacer y
revocar la designación del beneficiario. Pero el asegurado no podrá revocar la
designación del beneficiario hecha a título oneroso, ni desmejorar su condición
mientras subsista el interés que las legitima, a menos que dicho beneficiario
consienta en la revocación o desmejora ((...))”.
Con fundamento en lo anterior, quedan bastante claras las razones por las
cuales no es de recibo la tesis que atribuye a la designació n del beneficiario en los
seguros de personas la naturaleza de una estipulació n a favor de tercero, pues
incluso en la designació n del beneficiario a título oneroso, la misma puede ser
revocada o desmejorada por el tomador, si el beneficiario consiente en ello, pero
242 sin que se requiera la participació n del asegurador en tal situació n, con lo cual, de
paso, se desarticula también la posibilidad de encontrar la fuente de tal
designació n cuando es a título oneroso en la estipulació n a favor de tercero.
partes o cuotas en que el testador haya dividido el objeto asignado: cada parte u cuota se considerara en
tal caso como un objeto separado; y no habrá derecho de acrecer sino entre los coasignatarios de una
misma parte o cuota.
Si se asigna un objeto a dos o más personas por iguales partes, habrá derecho de acrecer ”.
Por tratarse de un beneficiario a título gratuito que fallece con anterioridad al asegurado y que, por
ende, no adquiere ningú n derecho sobre la prestació n asegurada, ademá s de que por ello nada
transmite a sus herederos, su parte o cuota acrecerá a la de los demá s beneficiarios conjuntos.
Respecto del supuesto que se comenta, esto es, la muerte de un beneficiario a título gratuito antes de
la del asegurado e incluido (tal beneficiario) en una designació n conjunta, el profesor Carlos Ignacio
Jaramillo, señ ala que no es aplicable el artículo 1142 del Có digo de Comercio, pues en tal caso la
designació n no se hace ineficaz ni queda sin efecto, en la medida en que “((...)) para elucidar la
problemática derivada de la “falta” -en sentido amplio- de uno de los beneficiarios designados
conjuntamente por el tomador (designación plural) sin indicación de cuota (mis hijos, mis nietos, mis
hermanos o mis socios, por ejemplo), puesto que en tales circunstancias debe primar la voluntad -no por
tácita menos eficaz- de favorecer exclusivamente a los comprendidos en el respectivo rango (hijos, nietos,
hermanos o socios), probablemente diversa a la resultante de aplicar el contenido del artículo 1142 del
Código de Comercio, norma de mayor espectro. No en balde existe la figura del acrecimiento (...) la cual
250 permite arribar según el caso, a una conclusión diferente, en apoyo de los dictados tanto de la
legislación como de la doctrina comparada (...)”.67
Ejemplos de acrecimiento podrían ser los siguientes:
Diana designa como beneficiarios de un seguro de vida para el caso de muerte a su
có nyuge Andrés en el cincuenta por ciento; y a María y Carlos, sus hijos, en el otro cincuenta
por ciento. En caso de fallecer uno de los hijos, con anterioridad a la muerte de Diana, el
porcentaje de ese hijo fallecido acrece al hijo sobreviviente, por tratarse de una designació n
plural y conjunta.
Por el contrario, si quien fallece es Andrés, su có nyuge, no habrá acrecimiento pues este
fue designado en forma individual respecto de un porcentaje determinado, razó n por la cual
se hará necesario acudir al artículo 1142 del Có digo de Comercio en cuanto establece que
quedando sin efecto la designació n por cualquier causa, tendrá n la calidad de tales, esto es, de
beneficiarios del segu
ro, el có nyuge del asegurado en la mitad del seguro y los herederos, en la otra
mitad. En este caso si bien los ú nicos beneficiarios de la prestació n asegurada
será n finalmente María y Carlos, por partes iguales, no lo será n, respecto de la
suma inicialmente asignada al có nyuge, por acrecimiento sino por aplicació n del
artículo 1142 comentado.
Se corrobora lo anterior, con la siguiente variació n del ejemplo: Diana designa
como beneficiarios a su có nyuge Andrés en el cincuenta por ciento y a María y
Carlos, dos de sus tres hijos, en el otro cincuenta por ciento. En caso de fallecer
María, el porcentaje de ella acrece a Carlos, por tratarse de una designació n plural y
conjunta.
Ahora bien, si quien fallece, antes de Diana es Andrés, la suma en que, éste fue
designado no acrece a la suma de María y Carlos, pues aquel fue designado en forma
individual respecto de un porcentaje determinado, razó n por la cual debemos
acudir nuevamente al artículo 1142 comentado y, en consecuencia, ese cincuenta
por ciento que queda vacante se dividirá por partes iguales entre los tres hijos.
No obstante, es importante aclarar que si se designa genéricamente como
beneficiarios a los herederos se aplica el 1142 en cuanto establece que el cincuenta
por ciento será para el có nyuge y el cincuenta por ciento para los herederos. En tal
caso, si alguno de esos herederos falta antes del asegurado se aplicaría, en principio,
la representació n si ese que faltó tiene descendientes que puedan representarlo en 251
la sucesió n del asegurado; de lo contrario, se aplicaría el acrecimiento respecto de
los herederos restantes, pero no habría acrecimiento a favor del có nyuge.
Se estima que es necesario precisar que se acude en primer lugar a la
representació n, en esta ú ltima hipó tesis, siempre y cuando se cumplan sus
presupuestos, pues de acuerdo con el artículo 1142 del Có digo de Comercio, es
necesario determinar quienes tienen la calidad de herederos y, en tal caso, también
sería heredero quien sucede por representació n.
Si no se dan los presupuestos de la representació n operará el acrecimiento entre
los herederos, pues para ellos la designació n sería plural y conjunta (50% para los
herederos).
Lo anterior es diferente al hecho de designar como beneficiarios, por ejemplo, a
mis hijos, a mis nietos, entre otros, pues en tal caso sí hay acrecimiento en la medida
en que se da una designació n plural y conjunta y no habrá lugar a considerar la
representació n toda vez que nadie puede ocupar la calidad de hijo, nieto, entre
otros, por representació n.
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL ...
modifican uno de sus eslabones, tal y como acontece con la designación del
beneficiario en el seguro sobre la vida, esencialmente revocable cuando ella se hace
a título gratuito (Artículo 1146 Código de Comercio)(...)”. 76 (Resaltado por fuera del
texto).
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL ...
CONTENIDO
Introducció n
Nuevo régimen disciplinario. Ley 1123 de
2007 Vínculo contractual Naturaleza de las
obligaciones
I. INTRODUCCIÓN
Consideramos con este pequeñ o e introductorio ensayo sobre el tema, que es
hora de iniciar un debate serio en Colombia, má s aun al interior de
organizaciones académicas con trayectoria, como la del Instituto Antioqueñ o de
Responsabilidad Civil y del Estado, para entrar en un tema poco explorado, con
escasa doctrina y jurisprudencia nacional al respecto, cuando está
suficientemente decantada la doctrina y la jurisprudencia sobre
responsabilidades especiales, tales como la médica, del constructor, del
intermediario de seguros, del comu- nicador social, del Estado por diversas
formas de imputació n, del administrador, del servidor pú blico, del empleador, en
fin, un sinnú mero de responsabilidades especiales que han sido suficientemente
analizadas y en algunos casos, ya muy estructuradas y con algunos
planteamientos uniformes y pacíficos, sin que hasta ahora abordá ramos el tema
de los profesionales del derecho, entendidos para el objeto del presente escrito,
260 como los abogados en su desempeñ o profesional de litigantes o de
asesores, dejando de lado el tema de los abogados funcionarios pú blicos,
jueces, o notarios entre otros.
Abordaremos sucintamente el aná lisis del nuevo régimen
disciplinario, que no se reformaba desde 1971, 2 y nos referiremos
específicamente a la novedad frente a la exigencia de la idoneidad y
formació n profesional, destacando la intenció n del legislador de
modernizar algunos conceptos que se hacían inoperantes bajo el régimen
anterior, y sobre todo, armonizá ndolo con el nuevo régimen
constitucional del país, aunque dieciséis añ os después de expedida la
Constitució n.
Acerca de la naturaleza de la obligació n, nos centraremos frente a la
obligació n derivada del contrato de mandato y por tanto frente al
régimen y elementos de la responsabilidad civil contractual, sin
desconocer que en el ejercicio profesional del litigante o consultor,
también pueden causarse dañ os a terceros, caso en el cual nos
ubicaríamos frente a un evento de responsabilidad extracontractual, del cual no
nos ocuparemos, por tanto y sin desconocer la importancia del debate, tampoco
LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO Y SU ASEGURAMIENTO...
Art. 2142. El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más
negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera.
La persona que concede el encargo se llama comitente o mandante, y la que lo
acepta apoderado, procurador, y en general, mandatario.
Art. 2144.Los servicios de las profesiones y carreras que suponen largos estudios, o a
que está unida la facultad de representar y obligar a otra persona, respecto de terceros,
se sujetan a las reglas del mandato.
Artículo 2155. El mandatario responde hasta de la culpa leve en el cumplimiento de su
encargo.
Esta responsabilidad recae más estrictamente sobre el mandatario remunerado.
Por el contrario, si el mandatario ha manifestado repugnancia al encargo, y se ha
visto en cierto modo forzado a aceptarlo, cediendo a las instancias del mandante, será
menos estricta la responsabilidad que sobre él recaiga.
Definido el marco normativo sobre el cual se centra el debate, debemos precisar
para el objeto de estudio propuesto, que abogado-mandatario y contratante de sus
servicios-mandante, celebran un contrato bilateral, por regla general oneroso. Las
partes están pues unidas por el contrato y las obligaciones que de él se derivan, de
cuya inejecucion se deriva la responsabilidad contractual, entonces, como principio 265
bá sico y general para la configuracion de la responsabilidad profesional del
abogado, tenemos: La celebracion de un contrato de prestacion de servicios
profesionales, típicamente denominado contrato de mandato, la inejecucion o
ejecucion tardía de las obligaciones pactadas o que emanan de su naturaleza, un dañ o
a raíz de dicho incumplimiento y la relació n causal entre el incumplimiento o el
cumplimiento defectuoso (hecho) y el dañ o.
El aná lisis de la relació n de causalidad entre el hecho y el dañ o, es asunto de gran
relevancia, dado que como se analizará en el capítulo de la cuantificació n del dañ o,
podría abrirse interpretaciones en el sentido de que el dañ o indemnizable lo
constituye el mayor o menor grado de exposició n a la pérdida, causada por la
conducta negligente del profesional, tema que no ofrece luz clara, ni posició n
uná nime o pacífica, como ocurre en general con la responsabilidad civil, pero que
será necesario abordar, para ir tomando por lo menos la posició n má s razonable,
frente a la culpa del profesional, a la teoría general de la responsabilidad civil y al
dañ o indemnizable, naturalmente pasando por el estricto aná lisis de la relació n
causal.183
183 DE Á NGEL YAGÜ EZ, Ricardo, La responsabilidad civil del abogado, INDRET, 2008
LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO Y SU ASEGURAMIENTO...
184 TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad civil, Tomo I, Legis 2007
Andrés Orion Á lvarez Pérez
185 Colombia. Ley 1194 de 2008, por medio de la cual se reforma el Có digo de
Procedimiento Civil y se dictan otras disposiciones. Artículo 346. Desistimiento Tácito.
Cuando para continuar el trámite de la demanda, de la denuncia del pleito, del
llamamiento en garantía, del incidente, o de cualquiera otra actuación
promovida a instancia de parte, se requiera el cumplimiento de una carga
procesal o de un acto de la parte que haya formulado aquella o promovido estos,
el juez le ordenará cumplirlo dentro de los treinta días siguientes, término en el
cual, el expediente deberá permanecer en Secretaría. Vencido dicho término sin
que el demandante o quien promovió el trámite respectivo haya cumplido la
carga o realizado el acto ordenado, quedará sin efectos la demanda o la
solicitud y el juez dispondrá la terminación del proceso o de la actuación
correspondiente, condenará en costas y perjuicios siempre que como
consecuencia de la aplicación de esta disposición haya lugar al levantamiento de
medidas cautelares.
LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO Y SU ASEGURAMIENTO...
186 PALACIO BARRIENTOS, Juan David, La Responsabilidad de los profesionales, Revista No. 23,
Responsabilidad Civil y del Estado. “Sin perjuicio de lo anterior, el abogado en cumplimiento de cualquier encargo, tiene en
cabeza suya una serie de obligaciones que siempre serán de resultado, sin importar si la principal es o no de medios. Son obligaciones que
están relacionadas más con la forma de cumplir el encargo que con la profesión propiamente dicha. Son aquellas obligaciones accesorias
que permiten el cabal cumplimiento del encargo, como es por ejemplo: el cumplimiento de términos judiciales, la interposición de recursos,
las notificaciones, la presentación oportuna de conceptos, la actualización de información, el envío de informes, etc. Todas estas
obligaciones, aunque accesorias, hacen que el cumplimiento del contrato sea total, y en el evento que su incumplimiento genere la no
obtención del resultado, la exoneración de la responsabilidad será solamente mediante la prueba de una causa extraña ”.
Andrés Orió n Á lvarez Pérez
187MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad por Dañ os, Responsabilidad de los profesionales, Tomo
VIII, Editores Rubinza!, 2001
188 DE Á NGEL YAGÜ EZ, Ricardo, La responsabilidad civil del abogado, INDRET, 2008
189 Ibídem. Pá g. 39
LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO Y SU ASEGURAMIENTO...
191 PALACIO BARRIENTOS, Juan David, Ob. Cit. La obligación de información. El abogado es un profesional
que se encarga de representar los intereses de personas para que los efectos de sus encargos se radiquen en
sus respectivos patrimonios. Finalmente, como se dedica a la atención de situaciones e intereses ajenos, el
abogado deberá brindarle a su contratista toda
la información necesaria antes, durante e incluso después de celebrado el contrato...............
... El abogado tiene la obligación de plantear todos los escenarios, y queda a discreción del cliente determinar si
asume o no el riesgo. Lógicamente, la obligación del abogado seguirá siendo la misma desde el punto de
vista profesional, así el cliente asuma el riesgo. Este último hecho no exime al abogado de tener que
cumplir cabalmente con su obligación de medio.
Andrés Orió n Á lvarez Pérez
192 CHABAS, Fran^ois, Traducció n de Fernando Moreno Quijano, Revista “Responsabilidad Civil y del
Estado No. 8”, IARCE, Marzo de 2000.
LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO Y SU ASEGURAMIENTO...
BIBLIOGRAFÍA
CÓ DIGO CIVIL
CÓ DIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL
DE Á NGEL YAGÜ EZ, Ricardo. La Responsabilidad Civil del Abogado. INDRET, Revista para el
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1995. Traducció n realizada por el Doctor lavier Tamayo laramillo.
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Profesionales, Rubinzal Editores, 2001
PALACIO BARRIENTOS, Juan David, artículo La Responsabilidad de los Profesionales,
Revista “Responsabilidad Civil y del Estado No. 23”
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de Responsabilidad Civil, Editorial Legis. 2007.
TOBÓ N FRANCO, Natalia, Gerencia Jurídica y Responsabilidad Profesional, Centro Editorial
Universidad del Rosario, Facultad de Jurisprudencia Pontificia Universidad Jave- riana, Librería
Jurídica DIKE, 2006
281
282
SU
ASEGURAMIENTO
Responsabilidad Civil y del Estado N° 26
Responsabilidad
Civil y del Estado 283
Noviembre 2009
LL PRIMOLO OC REPARACION INItORAL EN COLOMBIA 4 LUZ DEL VSTEWA IN T fPA V£RlC ANO OL DERECHOS HUMANOS
DAÑO CORPORAL BIOLOGICO. Fi$iOlOG JCO O A LA SALUD 'NVCRSlON DE LA CARGA PROBATORIA DE LA CAUSALIDAD EN
EL PROCESO DE CALIFICACIÓN DEL ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES PROFESIONALES
193 Corte Interamericana. Caso de la Masacre de Ituango. Pá rr 238, Caso Baldeó n García, pá rr.
174; Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa, pá rr. 195; y Caso Acevedo Jarami- llo y otros,
pá rr. 294.
Enrique Gil Botero
tes de que ocurriera la vulneració n. No debe perderse de vista que, tal y como lo
señ ala la doctrina en cabeza de Andrés Pizarro y Fernando Méndez Powell,
“la reparación del daño causado por la infracción de una obligación internacional requiere,
siempre que sea factible, la plena restitución (restitutio in integrum), que consiste en el
restablecimiento de la situación anterior a la violación”. 194
Así las cosas, en la sentencia del 19 de octubre de 2007, exp. 29273, el Consejo
de Estado Colombiano, aparte de reconocer la existencia de la cosa juzgada
internacional en relació n con la sentencia proferida el 1° de julio de 2006, por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso denominado como las
Masacres de Ituango vs. Colombia, hizo extensiva la aplicació n de las modalidades
de reparació n pecuniaria y no pecuniaria en el sistema interamericano. En esa
oportunidad se precisó :
“En cuanto a las modalidades de reparacion en el sistema interamericano, como se mencionó,
las mismas pueden ser pecuniarias y no pecuniarias e incluyen:
a) La restitución o restitutio in integrum, que es el restablecimiento de las cosas a su estado
normal o anterior a la violacion, producto del ilícito internacional, es la forma perfecta de
reparación, y que sólo en la medida en que dicha restitución no resulte accesible procede
acordar otras medidas reparatorias.195
b) La indemnización por los perjuicios materiales sufridos por las víctimas de un caso en
288 particular, comprende el daño material (daño emergente, lucro cesante) y el daño in-
material.196
c) Rehabilitación, comprende la financiación de la atención médica y psicológica o siquia-
trica o de los servicios sociales, juridicos o de otra indole. 197
d) Satisfacción, son medidas morales de carácter simbolico y colectivo, que comprende los
perjuicios no materiales, como por ejempo, el reconocimiento público del Estado de su
responsabilidad, actos conmemorativos, bautizos de vías públicas, monumentos, etc. 198
e) Garantias de no repetición, son aquellas medidas idóneas, de carácter administrativo
legislativo o judicial, tendientes a que las víctimas no vuelvan a ser objeto de violaciones a
f) su dignidad, entre las cuales cabe mencionar aquellas encaminadas a disolver los grupos
199
armados al margen de la ley, y la derogación de leyes, entre otras.
“(...) Como corolario de lo anterior, para la Sala, la reparación integral propende por el
restablecimiento efectivo de un daño a un determinado derecho, bien o interés jurídico y, por lo
tanto, en cada caso concreto, el operador judicial de la órbita nacional deberá verificar con qué
potestades y facultades cuenta para obtener el resarcimiento del perjuicio, bien a través de
medidas netamente indemnizatorias o, si los supuestos fácticos lo permiten (trasgresión de
derechos humanos en sus diversas categorías), a través de la adopción de diferentes medidas o
disposiciones”.
Entonces, a partir de la citada decisió n, el Consejo de Estado reconoció la
fuerza vinculante a nivel interno de las decisiones proferidas por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, al señ alar que gozan del atributo de la cosa
juzgada material y formal por lo que tienen plenos efectos a nivel interno y los
ó rganos jurisdiccionales nacionales se encuentran sometidos a lo allí dispuesto y,
de otra parte, aplicó los pará metros desarrollados por la misma a efectos de
garantizar una reparació n integral del perjuicio.
En efecto, en la sentencia del 20 de febrero de 2008, exp. 16996, con ocasió n
del juzgamiento de la responsabilidad extracontractual del Estado, concretamente
de la Policía Nacional y del municipio de Tuluá , en un caso en el cual fueron
desaparecidos y luego asesinados cuatro hermanos que previamente habían sido 289
detenidos por la fuerza pú blica, el má ximo tribunal de lo contencioso
administrativo precisó :
“(...) el juez de lo contencioso administrativo no debe estar limitado por su función principal,
es decir, la de establecer y decretar el resarcimiento económico de un perjuicio cuya valoración
económica y técnica es posible en términos actuariales, sino que debe ir mucho más allá, con el
fin de que el principio de reparación integral se vea claramente materializado, para lo cual
debe aplicar el conjunto de normas que le brindan suficientes instrumentos dirigidos a que se
pueda materializar un efectivo restablecimiento integral del daño.
“(...) Debe colegirse, por lo tanto, que el principio de reparación integral, entendido éste como
aquel precepto que orienta el resarcimiento de un daño, con el fin de que la persona que lo
padezca sea llevada, al menos, a un punto cercano al que se encontraba antes de la ocurrencia
del mismo, debe ser interpretado y aplicado de conformidad con el tipo de daño producido, es
decir, bien que se trate de uno derivado de la violación a un derecho humano, según el
reconocimiento positivo del orden nacional e internacional o que se refiera a la lesión de un
bien o interés jurídico que no se relaciona con el sistema de derechos humanos (DDHH).
199 Ibídem.
Enrique Gil Botero
“En esa perspectiva, la reparación integral en el ámbito de los derechos humanos supone, no
sólo el resarcimiento de los daños y perjuicios que se derivan, naturalmente, de una violación a
las garantías de la persona, reconocidas nacional e internacionalmente, sino que también
implica la búsqueda del restablecimiento del statu quo, motivo por el cual se adoptan una serie
de medidas simbólicas y conmemorativas, que propenden por la restitución del núcleo esencial
del derecho o derechos infringidos, máxime si se tiene en cuenta que tales vulneraciones, tienen
origen en delitos o crímenes que son tipificados como de lesa humanidad. 200
“La anterior conclusión se impone, a todas luces, como quiera que, en estos eventos, el
reconocimiento de una indemnización económica con miras al cubrimiento de un determinado
perjuicio o detrimento, en modo alguno puede catalogarse como suficiente, toda vez que la
persona o conglomerado social ven afectado un derecho que, en la mayoría de los casos, es de
aquellos que pertenecen a la primera generación de derechos humanos y, por lo tanto, por regla
general, se ven cercenadas garantías de naturaleza fundamental, sin las cuales la existencia del
ser humano no es plena.
“En esa dirección, el juez de lo contencioso administrativo debe asumir una posición dinámica
frente a las nuevas exigencias que le traza el ordenamiento jurídico interno, así como el
internacional, toda vez que, la protección de los derechos humanos se ha convertido en un
aspecto de regulación positiva que ha desbordado las barreras que, tradicionalmente habían
sido fijadas por los Estados en su defensa acérrima del principio de soberanía nacional...”
(Negrillas adicionales).
290 A partir de los planteamientos transcritos, y con base en el precedente judicial
contenido en la sentencia del 19 de octubre de 2007, exp. 29273, el Consejo de
Estado en el caso que se viene de reseñ ar, no só lo se limitó a decretar la condena
econó mica deprecada en la demanda, sino que ordenó las siguientes medidas
simbó licas y conmemorativas:
“1) El señor Director General de la Policía Nacional presentará públicamente, en una
ceremonia en la cual estén presentes los familiares de los hermanos Cardona -demandantes en
este proceso-, excusas por los hechos acaecidos entre el 27 y 31 de enero de 1995, en la
población de Tuluá, relacionados con la desaparición forzada y posterior muerte de los mismos.
“2) En similar sentido, el Comando de Policía de Tuluá (Valle del Cauca), a través de su
personal asignado en dichas instalaciones, diseñará e implementará un sistema de promoción y
respeto por los derechos de las personas, mediante charlas en diversos barrios y centros
educativos de dicha ciudad, y con entrega, de ser posible, de material didáctico,
200 Sobre el particular, se puede consultar: Estatuto de Roma (Por medio del cual se
establece la Corte Penal Internacional), ratificado por Colombia, mediante la ley 742 de
2002, la cual fue objeto de revisió n automá tica de constitucionalidad por parte de la Corte
Constitucional, a través de la sentencia C-578 de 2002.
EL PRINCIPIO DE REPARACIÓ N INTEGRAL EN COLOMBIA A LA LUZ DEL SISTEMA...
en el cual la población tenga conciencia de los derechos humanos de los cuales es titular cada
individuo.
“3) La parte resolutiva de la presente sentencia, será publicada, en un lugar visible, en el
Comando de Policía de Tuluá, por el término de seis (6) meses, de tal forma que toda persona
que visite dicha estación, tenga la posibilidad de acceder al contenido de la misma”.
De igual manera, en el referido pronunciamiento se desarrollaron, los criterios
o pará metros en los que se fundamenta el principio de reparació n integral, en los
términos trazados por la Comisió n Nacional de Reparació n y Reconciliació n
Colombiana, así:
“a. Que la definición de la medidas concretas de reparación se haga en estrecha consulta con
los beneficiarios de las mismas dado que el efecto reparador de ellas sólo se obtiene cuando se
toman en consideración las aspiraciones, intereses y necesidades de las víctimas, sobre todo en
el caso de las reparaciones simbólicas y colectivas.
“b. Que las reparaciones sean coherentes y complementarias con las medidas de justicia
transicional, es decir, con el esclarecimiento de la verdad, y la reconstrucción de la memoria
histórica.
“c. Que las reparaciones mantengan la integralidad, es decir, que logren un adecuado balance
entre medidas individuales y colectivas, así como entre medidas materiales y simbólicas. El
concepto de reparación integral implica que las medidas de reparación contemplen la
restitución, la indemnización, la rehabilitación, la satisfacción y las garantías de no repetición. 291
“d. Que la reparación sea adecuada, en el sentido que debe ser acorde y proporcional con los
tipos de daño cometidos.
“e. Que las reparaciones sean efectivas, es decir, que se cumplan en los términos decretados.
“f. Que la reparación sea rápida, lo cual implica que los plazos en los cuales se ejecuten sean
razonables.
“g. Que la reparación sea proporcional al daño cometido y que esté acorde con los perjuicios
causados.
“h. Que la reparación incluya el enfoque de equidad de género.
“i. Que la reparación tenga en cuenta las diferencias de edad y condición social de los
beneficiarios, así como los grupos especialmente vulnerables tales como las comunidades y
pueblos indígenas, las comunidades afro descendientes”. 201
202 La sentencia deberá estar en consonancia con los hechos y las pretensiones aducidos en la
demanda y en las demá s oportunidades que este có digo contempla, y con las excepciones
que aparezcan probadas y hubieren sido alegadas si así lo exige la ley.
“No podrá condenarse al demandado por cantidad superior o por objeto distinto del pretendido
en la demanda, ni por causa diferente a la invocada en ésta.
EL PRINCIPIO DE REPARACIÓ N INTEGRAL EN COLOMBIA A LA LUZ DEL SISTEMA...
toda vez que frente a graves violaciones de derechos humanos (v.gr. crímenes de lesa
humanidad), el ordenamiento jurídico interno debe ceder frente al
internacional, en tanto este último impone la obligación a los Estados,
a los diferentes órganos que los integran -incluida la Rama Judicial
del Poder Público-, de adoptar todas las medidas tendientes a la
protección y reparación de esas garantías del individuo.
“Por ende, el principio de reparación integral cobra mayor fuerza en aquellos eventos en los
cuales el juez de lo contencioso administrativo, debe decidir asuntos relacionados con presuntos
desconocimientos de las garantías fundamentales del ser humano, por cuanto en tales supuestos
el ordenamiento jurídico interno e internacional, lo dota de una serie de herramientas e
instrumentos para procurar el restablecimiento de los derechos.
“La anterior óptica no implica, en ningún sentido, el desconocimiento de los postulados de
índole procesal trazados por el legislador, sino que, por el contrario, representa la correcta y
adecuada armonización de las reglas jurídicas del sistema interno, con los principios y normas
que protegen al ser humano a nivel internacional, la mayoría de las cuales, han sido suscritas y
ratificadas por Colombia.
“De otra parte, las medidas que puede adoptar el juez, dirigidas a la reivindicación de los
derechos humanos transgredidos en un determinado caso, no desconocen la garantía
fundamental de la no reformatio in pejus (relacionado íntimamente con el de congruencia), en
tanto no suponen la modificación o el desconocimiento de los límites trazados por la causa
petendi de la demanda, sino que dichas medidas conmemorativas, simbólicas, o de no repetición
de la conducta, suponen una labor pedagógica e instructiva encaminada a sensibilizar a las
293
entidades públicas y a toda la población, acerca de la importancia del respeto de las garantías
fundamentales del individuo”.
Del anterior planteamiento se pueden extraer algunas conclusiones a saber en
torno a los alcances del principio de reparació n integral en su aplicació n judicial: i)
prevalece sobre otros principios, específicamente sobre aquellos de tipo procesal
como el de congruencia, sin que ello suponga una alteració n al principio
constitucional al debido proceso; ii) si se trata de apelante ú nico, el principio de la
no reformatio in pejus debe ceder ante la reparació n integral, pero só lo en cuanto
se refiere a las condenas de tipo no pecuniarias. En otros términos, el juez de
segunda instancia puede hacer má s gravosa la situació n del apelante ú nico
condenado en la primera instancia, en los procesos de violació n a derechos
humanos, pero en aquellos aspectos relacionados con medidas de justicia
restaurativa, sin que se pueda agravar la condena econó mica o pecuniaria del
apelante; no obstante, se podrá n decretar todo tipo de medidas de satisfacció n,
rehabilitació n, o garantías de no repetició n, así no estuvieren contenidas en el
escrito de demanda o no hagan parte de la apelació n; iii) el fundamento de esta
serie de conclusiones se encuentra en el artículo 93 de la Carta Política
Enrique Gil Botero
dañ o
EL PRINCIPIO DE REPARACIÓ N INTEGRAL EN COLOMBIA A LA LUZ DEL SISTEMA...
203 “Mi octava tesis es que las normas jurídicas debidamente promulgadas y socialmente eficaces que son
incompatibles con el nú cleo de los derechos humanos bá sicos son extremadamente injustas y, por tanto, no
son derecho. Esta tesis coincide con la famosa fó rmula de Radbruch [leyes que no son derecho y derecho por encima
de las leyes]...” ALEXY, Robert “La institucionalizació n de la justicia”, Ed. Comares, Pá g. 76.
204 “Como acabamos de ver, los derechos fundamentales aparecen como instrumentos que limitan la actuació n
del poder, desde perspectivas políticas y religiosas. Esto significa que el poder no puede transgredir estos
derechos y que su actuació n tiene que estar presidida por estas figuras. La actuació n y organizació n del poder
no podrá ser contraria a los derechos fundamentales. Estos son límites no só lo en cuanto a la actuació n sino
también respecto de la organizació n.” DE ASÍS Roig, Rafael “Las paradojas de los derechos fundamentales
como límites al poder”, Ed. Debate, Pá g. 43.
205 Colombia. Cf. Consejo de Estado, Secció n Tercera, sentencia del 26 de marzo de 2009, exp. 17994, M.P. Enrique
Gil Botero.
gal, al afirmar que por ser normas injustas no constituyen derecho, con el
propó sito de obtener el efectivo resarcimiento del perjuicio.
El Tribunal Supremo Alemá n, ha reconocido la necesidad de que, en
determinados supuestos, el derecho nacional interno tenga que ceder ante la
fuerza vinculante de los postulados de justicia y del nú cleo esencial de los
derechos humanos. Sobre el particular, revisten especial importancia los
pronunciamientos proferidos en relació n con los casos conocidos como “los
centinelas del muro”, en los que se juzgó la responsabilidad penal de los militares
y autoridades políticas que ordenaron la muerte de las personas que intentaban
cruzar el Muro de Berlín, antes de que se produjera su caída. En relació n con la
pugna entre las normas internas y el derecho internacional, el mencionado
tribunal sostuvo:
“(ante la] agresión abierta e insoportable contra mandatos elementales de la justicia y
contra los derechos humanos protegidos por el Derecho Internacional, el derecho positivo ha de
ceder ante la justicia”.206
e. Se estableció el deber de prevenir una violació n a los derechos humanos,
en los términos señ alados en el artículo 1° de la Convenció n Americana de los
Derechos Humanos “Pacto de San José de Costa Rica”. Al respecto, el Consejo de
Estado, reiteró los argumentos contenidos en uno de los pronunciamientos
primigenios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, concretamente, la
296
sentencia de 29 de julio de 1988, en el caso Velá squez Rodríguez (vs) Honduras,
oportunidad en la que se puntualizó lo siguiente:
““(...) 172. Es, pues, claro que, en principio, es imputable al Estado toda violación a los
derechos reconocidos por la Convención cumplida por un acto del poder público o de personas
que actúan prevalidas de los poderes que ostentan por su carácter oficial. No obstante, no se
agotan allí las situaciones en las cuales un Estado está obligado a prevenir, investigar y
sancionar las violaciones a los derechos humanos, ni los supuestos en que su
responsabilidad puede verse comprometida por efecto de una lesió n a esos derechos. En
efecto, un hecho ilícito violatorio de los derechos humanos que inicialmente no resulte
imputable directamente a un Estado, por ejemplo, por ser obra de un particular o por no
haberse identificado al autor de la trasgresió n, puede acarrear la responsabilidad
internacional del Estado, no por ese hecho en sí mismo, sino por falta de la debida
diligencia para prevenir la violació n o para tratarla en los términos requeridos por la
Convenció n”.
f. Se dispuso, como medida de satisfacció n en el asunto concreto, que la
206Ver: BGHSt 39, 1 (16); 39, 168 (184). Sentencias proferidas en el añ o 1992 y 1994, en
causas penales.
Fiscalía General de la Nació n, sin perjuicio de su independencia institucional,
abriera
g. las investigaciones correspondientes a efectos de establecer las responsabilida des de
tipo penal por acción o por omisión en los hechos antes mencionados. Lo
anterior, como quiera que los resultados arrojados por la Justicia Penal
Militar no fueron satisfactorios, por cuanto no abordaron aspectos
neurálgicos como ¿Qué funcionarios dieron la orden a los policías y
soldados localizados en el retén para que se abstuvieran de acudir al lugar
de producción de los hechos? ¿Por qué conociendo que uno de los
ocupantes del vehículo de transporte público era requerido por las
autoridades públicas, se permitió continuar con el viaje? ¿Por qué no se
detuvo a los asaltantes si el vehículo donde viajaban necesariamente tuvo
que pasar, de regreso a Villavicencio, por el retén de la fuerza pública, y
esta última conocía las características del mismo, según la notitia criminis que fue
reportada oportunamente por pobladores de la zona?
h. En ese orden de ideas, a la luz de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, el Consejo de Estado Colombiano dispuso exhortar a la Fiscalía General de
la Nació n para que asumiera la investigació n de los hechos ocurridos, a efectos de esclarecer los
mismos y, por consiguiente, obtener la verdad y la declaratoria de las responsabilidades
específicas, como requisito indispensable para la reparació n integral de las víctimas. 207 En otras
palabras, se ordenó que la Jurisdicció n Ordinaria Penal iniciara las pesquisas respectivas para
esclarecer la responsabilidad en la desaparició n de los tres campesinos de Mon- fort, toda vez
que las conclusiones arrojadas por la Justicia Penal Militar fueron insuficientes, máxime si la 297
competencia para conocer de la responsabilidad penal derivada de violació n a derechos
humanos se encuentra en cabeza de la Fiscalía General de la Nació n, puesto que se trata de
actos ajenos al servicio pú blico.
i. Ahora bien, con ocasió n del aná lisis del delito de desaparició n forzada que, valga la pena
decirlo, desencadena de forma simultá nea la violació n de mú ltiples derechos humanos
reconocidos a nivel nacional e internacional, es oportuno hacer referencia al auto proferido por
la Secció n Tercera del Consejo de Estado el 19 de julio de 2007, exp. 31135, en el que se admitió
una demanda de reparació n directa formulada por los familiares de una de las personas
víctimas de la toma del Palacio de Justicia Colombiano que terminó con la vida de varios de los
honorables Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, y con la desaparició n de
207Al respecto ver: CIDH. Caso Heliodoro Portugal vs. Panamá , sentencia de 12 de agosto de
2008. Así mismo, se pueden consultar los siguientes casos: Caso Myrna Mack Chang, supra
nota 37, pá rr. 156; Caso La Cantuta, supra nota 16, pá rr. 115, y Caso Goiburú y otros, supra
nota 23, pá rr. 89.
j. algunas personas que allí laboraban, acto execrable perpetrado el 11 de noviembre de
1985.
k. En la mencionada oportunidad, el Consejo de Estado constató que, al margen de que
los hechos (desaparició n forzada) se produjeron en el añ o 1985, lo cierto es que, al no haber
aparecido la víctima directa del crimen de lesa humanidad, no es posible que se inicie el
có mputo de la caducidad o prescripció n de la acció n para demandar la responsabilidad
patrimonial del Estado, como quiera que, por tratarse de un dañ o continuado que se prolonga
en el tiempo, el có mputo de la caducidad (plazo extintivo del derecho de acció n) no puede
iniciar hasta tanto no cese el dañ o, que, para el caso del delito de desaparició n, sería cuando la
persona aparezca.
l. Y, si bien en Colombia la ley 589 de 2000, estableció un término específico para el
conteo de la caducidad en la acció n de reparació n directa, de dos (2) añ os contados a partir del
momento en que la persona aparece o se profiera sentencia definitiva en el proceso penal, lo
cierto es que, en el caso concreto no se presentó ninguna de las dos circunstancias a que se
refiere el precepto y, de paso, resulta ló gica la posició n hermenéutica fundada en el hecho de
que hasta tanto no aparezca la persona no puede iniciarse el có mputo mencionado, toda vez
que el dañ o es continuado, y no ha cesado. En efecto, si se trata de un delito imprescriptible
segú n los postulados contenidos en las disposiciones vigentes (ley 742 de 2002 -
298
aprobatoria del Estatuto de Roma), lo ló gico es que la posibilidad de deprecar la
reparació n de sus efectos lo sea en el mismo sentido. 208
m. Por ú ltimo, hay dos temas que la jurisprudencia colombiana ha tenido la
oportunidad de abordar, y que, revisten vital importancia en relació n con el
contenido y alcance del principio de reparació n integral.
n. El primero, se refiere a la posibilidad de afirmar que los plazos de caducidad
deben ceder frente al principio de reparació n integral del dañ o cuando éste proviene
de una violació n a los derechos humanos. En otros términos, aceptar la posibilidad de
reclamar el resarcimiento del dañ o antijurídico derivado de una vulneració n a
derechos humanos en cualquier momento. Este criterio, que ya fue sometido a
discusió n de la Secció n Tercera del Consejo de Estado, desafortunadamente no ha
sido avalado por la posició n mayoritaria de la Corporació n, razó n
208Colombia. En ese sentido ver: salvamento de voto frente al auto proferido por la Secció n
Tercera del Consejo de Estado el 15 de diciembre de 2008, expediente 34.831, con ponencia
del Consejero Enrique Gil Botero.
o. por la cual constituye uno de los grandes retos que deben seguir siendo
sometidos al análisis de la jurisprudencia y doctrina colombianas.
p. De mi parte, debo señ alar que defiendo el criterio segú n el cual las acciones
de reparació n del dañ o, en tratá ndose de violaciones a derechos humanos, no
pueden ser sometidas a un término o plazo de caducidad.
q. Lo anterior, como quiera que los pará metros del derecho de los derechos
humanos (DDHH), parten del supuesto de la imprescriptibilidad de las acciones que
se relacionen con la persecució n, sanció n, y reparació n de los responsables y de las
conductas atentatorias de los mismos.
r. En efecto, el preá mbulo del Pacto de San José de Costa Rica (Convenció n
Americana de Derechos Humanos), reconoce la importancia y relevancia de los
derechos humanos, al margen del Estado o Nació n del que haga parte el ser
humano, en los siguientes términos:
s. “Reconociendo que los derechos esenciales del hombre no nacen del
hecho de ser nacional de determinado Estado, sino que tienen como
fundamento los atributos de la persona humana, razó n por la cual justifican una
protecció n internacional, de naturaleza convencional coadyuvante o complementaria de la
que ofrece el derecho interno de los Estados americanos;
t. “Considerando que estos principios han sido consagrados en la 299
Carta de la Organización de los Estados Americanos, en la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos que han sido reafirmados y desarrollados en otros
instrumentos internacionales, tanto de ámbito universal como regional;
u. “Reiterando que, con arreglo a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, só lo puede realizarse el ideal del ser humano libre, exento del
temor y de la miseria, si se crean condiciones que permitan a cada persona gozar de sus
derechos econó micos, sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políti-
cos...”.17 (Se resalta). 209
209 Por ejemplo, en materia de desplazamiento forzado, existe toda una normatividad nacional e
internacional en la que el Estado Colombiano ha asumido una serie de obligaciones para la
protecció n de la població n que padece este delito de lesa humanidad. Al respecto, la Secció n
Tercera del Consejo de Estado, de manera reciente, indicó : “La
protección de los derechos de los desplazados forzados, por motivo de la violencia
política, está regulada por las siguientes normas: leyes 387/97, 418/97, 548/99,
589/00, 599/00; los decretos 2231/89, 48/90, 2217/96, 976/97, 1458/97, 173/98,
501/98, 2569/00, 2620/00, 951/01, 2007/01, 290/99 y los Acuerdos Nacionales
18/95, 8/96, 06/97, 59/97, 185/00 normas que,
v. En esa perspectiva, los Estados constitucionales modernos parten de un
supuesto indiscutible, consistente en el reconocimiento expreso de la existencia de
una serie de garantías mínimas de las cuales es titular la persona por el solo hecho
de serlo. De allí que de acuerdo con los artículos 26 y 27 de la Convenció n de Viena
sobre el Derecho de los Tratados, todo tratado en vigor obliga a las partes y debe
ser cumplido por ellas de buena fe (principio pacta sunt servanda), así mismo, las
partes de un tratado internacional no podrá n invocar su derecho interno so pena
de excusarse de las obligaciones que se derivan de la convenció n.
w. Es por lo anterior, que constituye un imperativo categó rico el
compromiso internacional relativo a la protecció n de los derechos humanos;
responsabilidad que, en manera alguna, resultó ajena en la expedició n y
promulgació n de la Carta Política de 1991, como quiera que el constituyente fue
explícito en señ alar que los tratados y convenios internacionales ratificados por el
Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohíben su limitació n en los
estados de excepció n, prevalecen en el orden interno. Así mismo, la Constitució n,
hace especial énfasis en este aspecto, cuando de manera expresa puntualiza que los
derechos y deberes establecidos en ese cuerpo normativo, deben ser interpretados
de conformidad con los tratados internacionales sobre derechos humanos (art. 93
C.P.).
x. No significa lo anterior, que las normas sobre caducidad procesal
300 sean, por sí mismas, violatorias del sistema de derechos humanos; por el
contrario, las disposiciones sobre la oportunidad para el ejercicio de los
instrumentos de reclamació n de perjuicios, por regla general, deben contar
con términos y plazos claros y específicos para su interposició n. No obstante
lo anterior, es claro que si la demanda tiene como fundamento la presunta
vulneració n o trasgresió n de derechos humanos, no puede invocarse la
caducidad de la acció n de reparació n directa, a nivel interno, como
fundamento de la pérdida del derecho de acció n. De lo contrario, se entraría
en un desconocimiento de las normas y postulados internacionales que
consagran, de manera expresa, la imprescriptibilidad de las
y. además, se integran con el tratamiento que el derecho internacional brinda y que integran el
bloque de constitucionalidad con el “Protocolo adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto
de 1949, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional
(Protocolo II). De acuerdo con tales normas, el Estado debe brindar a la población desplazada el
trato preferencial que les permita gozar de la dignidad humana y de la plenitud de sus derechos
fundamentales.” (Destaca la Sala) Consejo de Estado, Secció n Tercera, sentencia de 15 de
agosto de 2007, exp. AG 2002-0004.
z. vulneraciones a los derechos humanos, sin que ello implique limitar la
competencia con que cuenta el funcionario judicial al momento de proferir la
sentencia, para efectuar un aná lisis detallado y ponderado sobre los hechos de la
demanda.
aa. Lo anterior tiene su logos, en tanto las violaciones de derechos humanos
están dotadas de la condició n de imprescriptibilidad, de allí que la reparació n
integral que de la conducta violatoria se deriva, no puede hacerse depender del
oportuno ejercicio de la acció n respectiva, dentro de los términos legales
establecidos en el derecho interno.
bb. En efecto, una posició n contraria, conllevaría a que la persona se viera
compe- lida a acudir, de manera automá tica, al Sistema Interamericano, con el fin de
que una Corte Internacional restableciera el derecho vulnerado, y reparara el
perjuicio padecido. Esa ó ptica, a todas luces, desconocería los principios - derecho
de acceso efectivo y material a la administració n de justicia (art. 229 C.P.), así como
el de la prevalencia del derecho sustancial sobre el formal (art. 228 C.P.).
cc. Dentro del modelo del Estado Social de Derecho, en el que el eje central del
poder político y pú blico es el ser humano y, por consiguiente, la materializació n de
sus derechos y la satisfacció n de sus necesidades, no hay lugar a una aplicació n e
interpretació n normativa que no tenga en cuenta los principios de reparació n
integral (art. 16 ley 446 de 1998) y de justicia material. En consecuencia, el Estado 301
no debe limitarse a exigir el cumplimiento de términos y oportunidades de índole
procesal, cuando la persona es víctima de un desconocimiento de sus derechos
humanos, toda vez que, en la mayoría de los casos, la persona afectada -dadas las
circunstancias-, se encuentra en imposibilidad real de acudir al aparato
jurisdiccional para deprecar la reparació n del dañ o antijurídico padecido, lo que
supondría desconocer, de otra parte, el postulado de la prevalencia del derecho
sustancial sobre el formal (art. 228 C.P.).
dd. En ese orden, el juez de lo contencioso administrativo requiere emplear
instrumentos y mecanismos como el principio de proporcionalidad, para aliviar la
tensió n que se genera entre el principio de la seguridad jurídica -en el que se
fundamentan las normas de caducidad-, frente al principio de la reparació n integral
derivado de violaciones o trasgresiones de derechos humanos. Si se parte del
supuesto que el principio procesal, en estos eventos, debe ceder frente al principio
sustancial de la reparació n integral y el derecho a la verdad, se requiere
ee. entonces verificar si dicha conclusió n es necesaria, razonable y efectiva para la
protecció n del derecho correspondiente.210
ff. El segundo tema que, a la luz del sistema interamericano de derechos humanos,
ostenta suma importancia dado que reviste una de las mayores trascendencias en lo que
concierne al preciso entendimiento del principio de reparació n integral del dañ o, consiste en lo
que en Colombia, y en otros lugares del hemisferio, se ha denominado la “tipología del perjuicio”,
concretamente la tipología del perjuicio inmaterial.
gg. Lo anterior, en la medida que, por regla general, los sistemas jurídicos nacionales, e
incluso el sistema de reparació n pecuniaria trazado por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, ha limitado el reconocimiento deldañ o inmaterial al perjuicio equívocamente
denominado “moral” y, en casos puntuales, se han avalado condenas por otros conceptos como
por ejemplo el “dañ o al proyecto de vida”211 y, en el caso colombiano, el “dañ o a la vida de
relació n” cuya denominació n fue sustituida recientemente por la de “alteració n a las condiciones
de existencia”, lo cual considero constituye un yerro conceptual en el estudio del perjuicio.
hh. En ese orden de ideas, para comprender la verdadera dimensió n del principio de
302 reparació n integral es imprescindible partir del hecho que el ser humano se integra por
una multiplicidad de derechos, intereses y bienes jurídicos, lo que hace que cada persona
posea una especial individualidad y que, por ende, en cada caso
210“El derecho de acceso a la justicia no se agota con el trá mite de los procesos. Estos deben
asegurar, en un tiempo razonable, el derecho de las víctimas o sus familiares a que se haga
todo lo necesario para conocer la verdad de lo sucedido y para que se identifique, juzgue y
sancione a los eventuales responsables... En todo caso, como lo ha señ alado la Corte IDH, en
los procesos por violaciones de derechos humanos, el deber del Estado de satisfacer
plenamente los requerimientos de la justicia prevalece sobre la garantía del plazo razonable.”
Comisió n Nacional de Reparació n y Reconciliació n, “Recomendaciones de Criterios de Reparación y de
Proporcionalidad Restaurativa”, pá g. 46.
211 Ver: CIDH, Caso Loayza Tamayo, Sentencia de Reparaciones, pá rrafos 147 y ss. “El
‘daño al proyecto de vida’, entendido como una expectativa razonable y accesible en el caso concreto,
implica la pérdida o el grave menoscabo de oportunidades de desarrollo personal, en forma
irreparable o muy difícilmente reparable. Así la existencia de una persona se ve alterada por factores
ajenos a ella, que le son impuestos en forma injusta y arbitraria, con violación de las normas vigentes
y de la confianza que pudo depositar en órganos de poder público obligados a protegerla y a brindarle
seguridad para el ejercicio de sus derechos y la satisfacción de sus legítimos intereses. Por todo ello, es
perfectamente admisible la pretensión de que se repare, en la medida posible y con los medios
adecuados para ello, la pérdida de opciones por parte de la víctima, causada por el hecho ilícito”.
ii. concreto los Jueces Nacionales o las Cortes Internacionales deberá n verificar qué bienes
jurídicos, intereses legítimos o derechos fueron lesionados a efectos de resarcir eficazmente todos
y cada uno de ellos.
jj. Sobre el particular, debe precisarse que la jurisprudencia de la Secció n Tercera del
Consejo de Estado, a partir de varias providencias que han sido proferidas desde el añ o 2007, 212
ha reconocido que el perjuicio fisiológico, hoy dañ o a la vida de relació n, se encuentra inmerso
dentro de lo que se denomina perjuicio a las alteraciones a las condiciones de existencia.
kk. En efecto, el citado criterio parte de la interpretació n de dos providencias proferidas en
el añ o 2007,213 en las cuales la Sala se refirió a la alteració n a las condiciones de existencia como
un perjuicio autó nomo e independiente al dañ o a la vida de relació n, para dar a entender ahora
que simplemente operó un cambio en la denominació n del perjuicio, sin que puedan existir de
manera distinta. En otros términos, pareciera que el criterio fijado en la jurisprudencia es a que el
daño a la vida de relación adopte un nuevo nombre, bajo el epígrafe de alteración a las
condiciones de existencia, circunstancia que es a todas luces incorrecta.
ll. Como se viene de explicar, el principio de reparació n integral en Colombia (artículo 16
ley 446 de 1998) impone la obligació n de que el juez, con apoyo en los cá nones y principios
constitucionales, establezca una “justa y correcta” medició n del dañ o ocasionado, de tal forma 303
que opere su resarcimiento pleno, sin que ello suponga, de otro lado, un enriquecimiento
injustificado para la víctima. En consecuencia, el juez en el derecho de dañ os debe valorar en
detalle los elementos que integran el acervo probatorio para que el perjuicio irrogado sea
resarcido.
mm. Por consiguiente, no debe perderse de vista que el derecho constitucional fluye a lo
largo de todo el ordenamiento jurídico, situació n que hace aú n más compleja la valoració n del
dañ o, toda vez que la persona adquiere la condició n de eje central del poder pú blico y, por
consiguiente, las constituciones políticas adquieren la connotació n de antropocéntricas, en donde
el sujeto es titular de un universo de derechos e intereses legítimos que deben ser protegidos,
garantiza
212Colombia. Sobre la referida problemá tica, se pueden consultar los siguientes documentos:
aclaració n de voto a la sentencia del 4 de junio de 2008, exp. 15.657, M.P. Myriam Guerrero de
Escobar, aclaració n de voto a la sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003 - 385 M.P.
Mauricio Fajardo Gó mez, y aclaració n de voto a la sentencia de 1° de diciembre de 2008, exp.
17.744, M.P. Enrique Gil Botero.
213Colombia. Sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003 - 385 M.P. Mauricio Fajardo
Gó mez y sentencia del 18 de octubre de 2007, exp. AG-029.
nn. dos y reparados efectivamente en aquellos eventos en que se presenten
lesiones injustificadas.
oo. La anterior circunstancia motivó a que el Constituyente de 1991, diseñ ara
y adoptara en el artículo 90 de la Carta Política, un sistema de responsabilidad
estatal fundamentado en el dañ o antijurídico, en donde el elemento esencial de la
responsabilidad se traslada de la conducta de la administració n pú blica, para
concentrarse en el producto de la misma, esto es, en la lesió n o afectació n que
padece la persona. En ese orden de ideas, el paradigma del derecho de dañ os sufrió
una significativa modificació n con la expedició n de la Carta Política de 1991, en
donde el dañ o se eleva a la condició n de elemento y punto central a la hora de
analizar la responsabilidad de la organizació n estatal.
pp. En efecto, tal y como lo puntualizó la Corte Suprema de Justicia durante el
período de la corte de oro, en los siguientes términos:
qq. “Ya el ilustre expositor Giorgi apuntaba lo siguiente en alguno de los primeros años
de este siglo: “El mundo marcha, y la ley del progreso, que todo lo mueve, no puede detenerse
cristalizando la ciencia. El resarcimiento de los daños, es entre todos los temas jurídicos, el que
siente más que otro alguno la influencia de la conciencia popular y debe proporcionarse a las
necesidades morales y económicas de la convivencia social. La doctrina, pues, del resarcimiento
debe ajustarse a ella siguiendo sus progresos...
304
rr. “Ese movimiento profundo de las ideas en los últimos años, tiende a
ampliar aún más el concepto fundamental de la responsabilidad, para así
sancionar hechos lesivos del interés de terceros que antes no generaban
reparación. Dada la complejidad de la vida social moderna y el desigual poderío
de los individuos que ello ha venido a ocasionar, es natural que la doctrina
contemporánea preconice un análisis más hondo y sutil de las ideas de causa y
daño.”.214
ss. Desde esa perspectiva, es claro que el derecho de dañ os
ha tenido transformaciones de diversa índole que han significado que
se ajuste a las nuevas perspectivas, desarrollos, riesgos y avances de
la sociedad. De otro lado, lo que podría denominarse como la
“constitucionalizació n del derecho de dañ os”, lleva de la mano que se
presente una fuerte y arraigada imbricació n entre los principios
constitucionales y aquellos que, en el caso colombiano, se encuentran
contenidos de antañ o en el có digo civil.
tt. En consecuencia, la cuantificació n del dañ o en que se ha
inspirado el ordenamiento jurídico interno, obedece al criterio de la restitutio in
214 Colombia. Corte Suprema de Justicia, sentencia del 21 de febrero de 1938, G.J. No.1932, pá g. 58.
integrum cuyo
uu. objetivo es el restablecimiento patrimonial y/o espiritual, dañ ado por un hecho ilícito, o
que el perjudicado no tenga la obligació n de padecer, lo cual encuentra su fundamento y límite, se
itera, en dos principios generales del derecho que ademá s tienen soporte normativo: la
reparació n integral del dañ o (art. 16 ley 446 de 1998 y art. 2341 C.C.) y el enriquecimiento injusto
(art. 8 ley 153 de 1887); por ello el resarcimiento debe cubrir nada má s que el dañ o causado, pues
si va má s allá , representaría un enriquecimiento ilegítimo del afectado, y si es menor, constituiría
un empobrecimiento
vv. correlativo, desnaturalizá ndose así los principios de dignidad humana y de igualdad, que
constituyen pilares basilares del modelo Social de Derecho. 23
ww. Ahora bien, la reparació n del dañ o material o patrimonial no ha sido un aspecto
problemá tico sobre el cual se presenten mayores dificultades en cuanto a la determinació n y
cuantificació n por parte de la doctrina y jurisprudencia nacional y extranjera; sin embargo, no
ocurre igual con el perjuicio inmaterial o no patrimonial, puesto que uno de los grandes
problemas actuales de la responsabilidad extracontractual -civil y del Estado- consiste en el
diseñ o del sistema idó neo de reparació n del mismo, que no sirva como fuente de enriquecimiento
injustificado. La adopció n de una teoría estructurada en esta materia, garantiza que se satisfagan
verdaderos pará metros de igualdad, en donde para las circunstancias iguales se decreten medidas
exactas o similares.24
305
xx. Definido lo anterior, es claro que para efectuar el aná lisis del perjuicio, se debe abordar
el estudio de lo que se conoce como la “tipología del perjuicio”, esto es, el examen, valoració n y
fijació n de los está ndares de indemnizació n que pueden ser objeto de reconocimiento, lo cual se
hace a partir de la respuesta a los siguientes interrogantes: i) ¿Qué se indemniza?, ii) ¿Cuá l es el
criterio para determinar la necesidad de reconocimiento de un perjuicio indemnizable?, iii) ¿Se
indemniza el perjuicio por sí mismo, o las consecuencias apreciables que él produce (internas o
externas), siempre y cuando sean valorables?, iv) ¿Cuá l orien-
23 “En otras palabras, el juez, al considerar como de recibo una demanda resarcitoria, puede dar
cabida dentro de los intereses sociales dignos de tutela a un cierto comportamiento, una
expresió n, un anhelo, de un individuo o de un grupo, que antes no la tenía, con lo que
establece o fija un límite para la sociedad; este límite también se establece, como es obvio, en
el caso contrario, es decir, cuando el juez niega la inclusió n de un interés discutido, en la
escala de los valores sociales.” CORTÉ S, Edgar “Responsabilidad Civil y dañ os a la persona - El
dañ o a la salud en la experiencia italiana ¿un modelo para América Latina?”, Ed. Universidad
Externado de Colombia, Bogotá , 2009, pá g. 13.
24 “lo que no se puede tolerar es que el tratamiento diferenciado, que se deduce de la
interpretació n de las normas tradicionales de la responsabilidad, beneficie a aquellos que se
encuentran en una situació n de privilegio.” CORTÉ S, Edgar. Ibídem. Pá g. 15.
yy. tació n tiene el ordenamiento jurídico Colombiano en relació n con la reparació n del
perjuicio; se indemnizan las consecuencias del dañ o o se reparan las afectaciones a los
diferentes bienes o intereses jurídicos?
zz. Como se observa, existe toda una serie de cuestionamientos que el juez debe formularse,
con el fin de establecer una posició n en la materia, lo que implica, a todas luces, un ejercicio
hermenéutico e interpretativo a partir del aná lisis de las normas constitucionales que regulan
la responsabilidad patrimonial del Estado, para con fundamento en ello, arribar a las
conclusiones que consulten los pará metros efectivos de justicia material, en lo que concierne a
la reparació n integral.
aaa. En nuestro ordenamiento jurídico, y específicamente la jurisprudencia
contencioso administrativa ha reconocido como dañ os indemnizables, los de tipo material esto
es, el dañ o emergente y el lucro cesante (artículo 1614 del Có digo Civil), así como los
inmateriales, género éste en el que se han decretado condenas por concepto de perjuicios
morales y fisioló gicos, categoría esta ú ltima en la que desde que fue reconocida por primera vez
en 1993, ha sido denominada de diversa forma, en ocasiones “dañ o a la vida de relació n” o
“alteració n a las condiciones de existencia”, pero con un sustrato idéntico, esto es, la pérdida de
placer en la realizació n de una actividad o alteració n grave que produce el dañ o en las
relaciones del sujeto con su entorno.
bbb. 306
215 Colombia. Consejo de Estado, Secció n Tercera, exp. 10.421, M.P. Ricardo Hoyos Duque.
hhh. del placer de la vida) en el derecho anglosajón o daño a la vida de relación en el
derecho italiano.216
iii. “La jurisprudencia francesa ha definido este particular tipo de daño tomando como
marco de referencia la resolución No. 75-7 del Comité de Ministros del Consejo de Europa
relativo a la reparación de daños en caso de lesión corporal, adoptada el 14 de marzo de 1975,
según la cual la víctima debe ser indemnizada de “diversos problemas y malestares tales como
enfermedades, insomnios, sentimientos de inferioridad, una disminución de los placeres de la
vida causada principalmente por la imposibilidad de dedicarse a ciertas actividades
placenteras”.217
jjj. “2. La indebida utilización del concepto fisiológico parece derivarse de una mala
traducción e interpretación de la jurisprudencia francesa, la cual en una sentencia de la Corte
de Casación del 5 de marzo de 1985 distinguió entre el daño derivado de la “privación de los
placeres de la vida normal, distinto del perjuicio objetivo resultante de la incapacidad
constatada”y los “problemas psicológicos que afectan las condiciones de trabajo o de existencia
de la vida”. El perjuicio psicológico, de acuerdo con esta distinción, constituye un perjuicio
corporal de carácter objetivo que se distingue esencialmente del perjuicio moral reparado bajo
la denominación de perjuicio de placer.218
kkk. “Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que el adjetivo fisiológico que hace referencia a
disfunciones orgánicas, no resulta adecuado para calificar el desarrollo de actividades
esenciales y placenteras de la vida diaria (recreativas, culturales, deportivas, etc.).
lll. “3. El perjuicio de placer es un perjuicio extrapatrimonial que tiene una entidad 307
propia, lo cual no permite confundirlo con el daño moral (pretium doloris o Schmerzgeld) o
precio del dolor, especie también del daño extrapatrimonial, ni con el daño material (daño
emergente y lucro cesante, art. 1613 del C.C.).
mmm. “(...)
nnn. “5. Así mismo, tampoco constituye perjuicio de placer el caso en que la víctima, “a
pesar de no presentar ninguna anomalía orgánica, a causa de la depresión en que se ve
sumergido no puede realizar las actividades normales de la vida”, 219 perjuicio que debe
entenderse indemnizado bajo el rubro de lucro cesante (ganancia o provecho frustrado), a fin
de evitar la resurrección del fantasma del daño moral objetivado, concepto en el que la
jurisprudencia buscó englobar en el pasado las llamadas repercusiones objetivas del daño
moral”.
216 Algunos autores han sugerido llamar a este perjuicio préjudice de désagrément, perjuicio por desagrado. Cfr. Yvez
Chartier, citado por TAMAYO JARAMILLO, Javier, De la responsabilidad civil, T. II, de los perjuicios y su
indemnizació n. Bogotá , Ed. Temis, 1986, pá g. 147.
217 MAX Le Roy. L'évaluation du préjudice corporel. Paris, Libraire de la Cour de Cassation, 1989. p. 66.
218 Ibídem, p. 67.
219 MAX Le Roy. Ob. Cit.
ooo. Luego, en proveído del 19 de julio de 2000, expediente 11842, la Secció n
Tercera del Consejo de Estado replanteó el nomen iuris del citado perjuicio con
fundamento en el siguiente razonamiento que se transcribe in extenso:220
ppp. “Debe insistirse ahora, entonces, con mayor énfasis, en que el daño
extrapatrimonial denominado en los fallos mencionados “daño a la vida de relación”,
corresponde a un concepto mucho más comprensivo, por lo cual resulta ciertamente
inadecuado el uso de la expresió n perjuicio fisioló gico, que, en realidad, no podría ser
sinó nima de aquélla, ni siquiera en los casos en que este dañ o extrapatrimonial -
distinto del moral - es consecuencia de una lesió n física o corporal. Por esta razó n, debe
la Sala desechar definitivamente su utilizació n. En efecto, el perjuicio aludido no
consiste en la lesió n en sí misma, sino en las consecuencias que, en razó n de ella, se
producen en la vida de relació n de quien la sufre.
qqq. “De otra parte, se precisa que una afectació n de tal naturaleza puede surgir de
diferentes hechos, y no exclusivamente como consecuencia de una lesió n corporal. De
otra manera, el concepto resultaría limitado y, por lo tanto, insuficiente, dado que, como lo
advierte el profesor Felipe Navia
rrr. Arroyo, únicamente permitiría considerar el perjuicio sufrido por la lesión a uno
solo de los derechos de la personalidad, la integridad física. 221 Así, aquella afectación puede
tener causa en cualquier hecho con virtualidad para provocar una alteración a la vida de
308
relación de las personas, como una acusación calumniosa o injuriosa, la discusión del derecho
al uso del propio nombre o la utilización de éste por otra persona (situaciones a las que alude,
expresamente, el artículo 4° del Decreto 1260 de 1970), o un sufrimiento muy intenso (daño
moral), que, dada su gravedad, modifique el comportamiento social de quien lo padece, como
podría suceder en aquellos casos en que la muerte de un ser querido afecta profundamente la
vida familiar y social de una persona. Y no se descarta, por lo demás, la posibilidad de que el
perjuicio a la vida de relación provenga de una afectación al patrimonio, como podría ocurrir
en aquellos eventos en que la pérdida económica es
220Colombia. Consejo de Estado, Secció n Tercera, sentencia del 19 de julio de 2000, exp. 11842,
M.P. Alier E. Herná ndez Enríquez.
221NAVIA ARROYO, Felipe. Ensayo sobre la evolució n del dañ o moral al dañ o fisioló gico,
pró ximo a publicarse. El doctor Navia Arroyo precisa, ademá s, que el concepto de dañ o
fisioló gico - de acuerdo con el alcance que, hasta ahora, le ha dado esta Corporació n -
corresponde al de perjuicio de agrado, elaborado por la doctrina civilista francesa, y explica
que la expresió n dañ o fisioló gico, en realidad, corresponde a una noció n má s amplia,
también de creació n francesa y aparentemente abandonada, que hace referencia a las
repercusiones que puede tener una lesió n permanente no só lo en la capacidad de gozar la
vida de una persona, sino, en general, en sus condiciones de existencia, al margen de
cualquier consecuencia patrimonial, por lo cual resultaría más cercana al concepto de dañ o
a la vida de relació n, elaborado por la doctrina italiana.
sss. tan grande que - al margen del perjuicio material que en sí misma implica - produce
una alteración importante de las posibilidades vitales de las personas.
ttt. “Debe decirse, además, que este perjuicio extrapatrimonial puede ser sufrido por la
víctima directa del daño o por otras personas cercanas a ella, por razones de parentesco o
amistad, entre otras. Así, en muchos casos, parecerá indudable la afectación que - además del
perjuicio patrimonial y moral - puedan sufrir la esposa y los hijos de una persona, en su vida de
relación, cuando ésta muere. Así sucederá, por ejemplo, cuando aquéllos pierden la oportunidad
de continuar gozando de la protección, el apoyo o las enseñanzas ofrecidas por su padre y
compañero, o cuando su cercanía a éste les facilitaba, dadas sus especiales condiciones
profesionales o de otra índole, el acceso a ciertos círculos sociales y el establecimiento de
determinadas relaciones provechosas, que, en su ausencia, resultan imposibles.
uuu. “Debe advertirse, adicionalmente, que el perjuicio al que se viene haciendo
referencia no alude, exclusivamente, a la imposibilidad de gozar de los placeres de la vida,
como parece desprenderse de la expresió n préjudice dagrement (perjuicio de agrado),
utilizada por la doctrina civilista francesa. No todas las actividades que, como consecuencia del
daño causado, se hacen difíciles o imposibles, tendrían que ser calificadas de placenteras. Puede
tratarse de simples actividades rutinarias, que ya no pueden realizarse, o requieren de un esfuerzo
excesivo. Es por esto que, como se anota en el fallo del 25 de septiembre de 1997, algunos autores
prefieren no hablar de un perjuicio de agrado, sino de desagrado. Lo anterior resulta claro si se
piensa en la incomodidad que representa, para una persona parapléjica, la realización de
cualquier desplazamiento, que, para una persona normal, resulta muy fácil de lograr, al punto
309
que puede constituir, en muchos eventos, un acto reflejo o prácticamente inconsciente.
vvv. “En este sentido, son afortunadas las precisiones efectuadas por esta Sala en
sentencia del 2 de octubre de 1997, donde se expresó, en relación con el concepto aludido, que no
se trata de indemnizar la tristeza o el dolor experimentado por la víctima - daño moral -, y
tampoco de resarcir las consecuencias patrimoniales que para la víctima siguen por causa de la
lesión - daño material -, “sino más bien de compensar, en procura de otorgar al damnificado una
indemnización integral... la mengua de las posibilidades de realizar actividades que la víctima
bien podría haber realizado o realizar, de no mediar la conducta dañina que se manifestó en su
integridad corporal”.222
www. “Para designar este tipo de perjuicio, ha acudido la jurisprudencia
administrativa francesa a la expresió n alteració n de las condiciones de existencia, que, en
principio y por lo expresado anteriormente, parecería más afortunada. No obstante,
considera la Sala que su utilizació n puede ser equívoca, en la medida en que, en estricto
sentido, cualquier perjuicio implica, en sí mismo, alteraciones en las condiciones de
existencia de una persona, ya sea que éstas se ubiquen en su
222Colombia. Consejo de Estado, S.C.A., Secció n Tercera, expediente 11.652. Actor: Francisco
Javier Naranjo Pelá ez y otros. M.P. Daniel Suá rez Herná ndez.
xxx. patrimonio económico o por fuera de él. Tal vez por esta razón se explica la
confusión que se ha presentado en el derecho francés, en algunos eventos, entre este tipo de
perjuicio y el perjuicio material, tema al que se refiere ampliamente el profesor Henao Pérez, en el
texto citado.223
yyy. “De acuerdo con lo anterior, resulta, sin duda, más adecuada la expresión daño a la
vida de relación, utilizada por la doctrina italiana, la cual acoge plenamente esta Corporación. Se
advierte, sin embargo, que, en opinión de la Sala, no se trata simplemente de la afectación sufrida
por la persona en su relación con los seres que la rodean. Este perjuicio extrapatrimonial puede
afectar muchos otros actos de su vida, aun los de carácter individual, pero externos, y su relación,
en general, con las cosas del mundo. En efecto, se trata, en realidad, de un daño extrapatrimonial
a la vida exterior; aquél que afecta directamente la vida interior sería siempre un daño moral.
zzz. “Por último, debe precisarse que, como en todos los casos, la existencia e intensidad
de este tipo de perjuicio deberá ser demostrada, dentro del proceso, por la parte demandante, y a
diferencia de lo que sucede, en algunos eventos, con el perjuicio moral, la prueba puede resultar
relativamente fácil, en la medida en que, sin duda, se trata de un perjuicio que, como se acaba de
explicar, se realiza siempre en la vida exterior de los afectados y es, por lo tanto, fácilmente
perceptible. Podrá recurrirse, entonces, a la práctica de testimonios o dictámenes periciales, entre
otros medios posibles”. (Negrillas adicionales).
aaaa. Por ú ltimo, en recientes pronunciamientos224 del má ximo tribunal de lo contencioso
310 administrativo se adoptó la denominació n de “alteració n a las condiciones de existencia”,
para designar ese “específico” perjuicio que desde el añ o 1993 fue avalado por la
jurisprudencia contencioso administrativa, para indemnizar no só lo las lesiones a la
integridad psicofísica sino cualquier lesió n de bienes, derechos o intereses legítimos
diversos a la unidad corporal del sujeto, como la honra, el buen nombre, el dañ o al
proyecto de vida, etc., como se hizo a partir de la sentencia de 19 de julio de 2000, exp.
11842, ya trascrita.
bbbb. En efecto, en sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003-385, se
sostuvo:
cccc. “A partir del fallo anterior, la jurisprudencia ha entendido el dañ o a la vida
de relació n, como aquel que “rebasa la parte individual o íntima de la persona y
225 Colombia. Secció n Tercera, Sentencia del 10 de julio de 2003, Radicació n nú mero: 76001-23-31-000- 1994-9874-
01(14083), Actor: Jorge Enrique Rengifo Lozano y otros, Demandado: Departamento del Valle del Cauca.
226 GIL BOTERO, Enrique. Temas de responsabilidad extracontractual del Estado, Ed. Comlibros, Tercera Edició n, 2006, p. 98.
227NAVIA ARROYO, Felipe. Del daño moral al daño fisiológico, Universidad Externado de Colombia,
Bogotá , 2000, p. 78.
228 CHAPUS, René. Responsabilité publique et responsabilité privée. Les influences réciproques des jurisprudences
administrative et judicial, citado por HENAO, Juan Carlos, El Daño, análisis comparativo de la responsabilidad
o “las modificaciones aportadas al modo de vida de los demandantes por fuera del mismo daño
material y del dolor moral”.229
jjjj. “El reconocimiento de indemnización por concepto del daño por alteració n grave de
las condiciones de existencia es un rubro del daño inmaterial -que resulta ser plenamente
compatible con el reconocimiento del daño moral-, que, desde luego, debe acreditarse en el
curso del proceso por quien lo alega y que no se produce por cualquier variación menor, natural
o normal de las condiciones de existencia, sino que, por el contrario, solamente se verifica
cuando se presenta una alteración anormal y, por supuesto, negativa de tales condiciones.
kkkk. “En otras palabras, para que sea jurídicamente relevante en materia de
responsabilidad estatal, el impacto respecto de las condiciones de existencia previas ha de ser
grave, drástico, evidentemente extraordinario”. 230 (Negrillas y cursivas del original - subrayado
adicional).
llll. Como se desprende de los anteriores pronunciamientos, la línea
jurisprudencial que se ha trazado en torno a la tipología del perjuicio inmaterial, diferente
al moral, ha supuesto una naturaleza dual, consistente en que se indemniza la lesió n a la
integridad corporal del sujeto -dañ o evento- (artículo 49 C.P. derecho 312 a la salud), así
como las consecuencias que el dañ o produce tanto a nivel interno (alteració n a las
condiciones de existencia) como externo o relacional (dañ o a la vida de relació n).
mmmm. Esa doble connotació n del dañ o fisioló gico, a la vida de relació n o
alteració n a las condiciones de existencia -entendiéndolos como perjuicios de
índole idéntica o similar, tal y como lo ha venido haciendo la jurisprudencia
verná cula-, ha limitado la posibilidad de valorar el dañ o en términos de
objetividad material -es decir, a partir de criterios reales, uniformes y
verificables-. En consecuencia, esa naturaleza bifronte, ha desencadenado que,
teó ricamente, se haya aceptado esos
231“Se ve có mo se introduce una nueva categoría de dañ o que llama perjuicio fisioló gico o
perjuicio a la vida de relació n, que trata como sinó nimos, desconociendo el significado que
tales categorías tiene en los sistemas de origen. Y al momento de liquidar el dañ o, al que le
reconoce un cará cter satisfactorio, vuelve en confusió n al decir que, “habida consideració n
de la gravedad que tuvieron las lesiones, que determinaron la amputació n bilateral de las
piernas por encima de las rodillas, la edad del lesionado y su actividad profesional como
chofer, la cual no podrá ejercer en el futuro por el estado corporal en que
qqqq. Como se aprecia, el dañ o a la salud42 -denominado por la doctrina y
jurisprudencia francesa como dañ o corporal o fisioló gico, y en Italia bioló gico-, fue imbricado
con el concepto de perjuicio de agrado y con la alteració n a las condiciones de existencia, dañ os
autó nomos que han sido reconocidos por la jurisprudencia del Consejo de Estado Francés, lo
que desencadenó que un perjuicio de constatació n y valuació n objetiva como lo es aquél, fuera
revestido por una condició n indefinida o englobada en la que se puede dar cabida a cualquier
tipo de afectació n, al margen de que se refleje en el á mbito externo o interno del sujeto, y sea
liquidable en términos objetivos o subjetivos.
rrrr. En efecto, la citada superposició n de conceptos se desprende de manera palmaria en
una sentencia proferida el 3 de julio de 1992,43 por el Tribunal Administrativo de Antioquia,
confirmada por el Consejo de Estado el 1° de julio de 1993, 44 proveído en el que el tribunal a
quo puntualizó lo siguiente:
ssss. “8. El daño especial.
tttt. “8.1. El demandante separa este perjuicio en tres categorías diferentes, a saber: a.
El daño personal especial debido “al perjuicio sufrido... en su vida de relación social y personal,
por efecto de la grave invalidez...” b. Los “perjuicios estéticos”y el “daño corporal especial”
debido también a la invalidez total que sufre. La Sala estima que los anteriores daños deben
agruparse en uno solo que los comprende a todos: el perjuicio fisiológico, o el
314 “préjudice d'agrément” de que habla la doctrina francesa. A pesar de los
elementos comunes que los unen, o confunden, en algunos casos, es posible
afirmar que los daños moral subjetivo, materiales y fisiológico son diferentes, es decir, se
refieren a distintos bienes del ser humano: a.- El moral subjetivo o “Pretium doloris”, trata de
mitigar la aflicción, la tris-
uuuu. quedó , los fija en la suma de... con cuya rentabilidad la víctima podrá
atender razonablemente al pago de una persona que lo acompañ e en su silla de ruedas
cuando tenga necesidad de movilizarse de un sitio a otro. Con ella puede, igualmente,
adquirirla sin sofisticaciones”. Habiendo deslindado en precedencia el dañ o fisioló gico del
dañ o patrimonial, al momento de la liquidació n los mezcla con la consideració n que hace
del trabajo de la víctima y con la necesidad que elle tiene de una silla de ruedas y de un
acompañ ante. El dañ o que se había propuesto se desdibuja así, al momento de la
liquidació n.” CORTÉ S, Edgar Ob. Cit. Pá g. 255.
42 “.la ciencia jurídica que le dio entrada al concepto de dañ o bioló gico prefiere hoy
utilizar la expresió n “dañ o a la salud”, concepto jurídico (y no médico) con un alcance más
amplio, pues mientras que el dañ o bioló gico se refiere a aspectos anató micos y fisioló gicos
de la persona, el dañ o a la salud, ademá s de referirse a ellos, tiene que ver con las
manifestaciones generales del bien “salud” como bien necesario para una correcta
expresió n de la persona en la comunidad en que vive.” CORTÉ S, Edgar Ob. Cit. Pá g. 21 y 22.
Consultar igualmente: BUSNELLI, Francesco Donato, “Il danno biologico. Dal diritto vivente
al diritto vigente” Torino, 2001, pá g. 3 y s.s.
43 Colombia. Tribunal Administrativo de Antioquia, sentencia del 3 de julio de 1992,
exp. 25878, M.P. Humberto Cá rdenas.
44 Colombia. Consejo de Estado, Secció n Tercera, sentencia del 1° de julio de 1993, exp.
7772, M.P. Daniel Suá rez Herná ndez.
vvvv. teza y la depresión que producen la muerte o las lesiones de un padre, un hijo, un
hermano, etc., b.- El material, se encamina a mantener los ingresos que, por ejemplo, percibían
en lesionado y la esposa y los hijos del padre fallecido., c.- El fisiológico, que pretende darle
oportunidad a una persona como... que ha sido privado de llevar a cabo los “placeres de la vida”,
de reemplazar, o mejor, de tratar de reemplazar lo que en adelante no le será dado hacer.
wwww. “(...) La parálisis de los miembros inferiores (paraplejia) que padece el actor
lo priva de los placeres cotidianos de la vida, tales como los de caminar, trotar, montar en
bicicleta, bailar, trepar a un árbol, nadar, desplazarse cómodamente de una ciudad a otra y
otras actividades similares. La fijación de la indemnización de este rubro depende mucho del
criterio prudente del juez, quien debe tener también en cuenta para el efecto la profesión y la
edad del lesionado, las privaciones que sufre a raíz de la lesión, etc. Se condenará, en
consecuencia, a la demandada, a cubrir al demandante, una suma equivalente a 2.000 gramos
de oro fino”.
xxxx. Como se aprecia, el equívoco en la determinació n del contenido y
alcance del perjuicio a la salud (fisioló gico o bioló gico), operó en una traspolació n
jurídica del derecho francés e italiano al á mbito nacional, pero se dejó de lado que
en el primero de los países mencionados se ha reconocido, dependiendo el caso
concreto, de una multiplicidad de dañ os que pretenden cubrir las esferas del
individuo afectadas con el mismo (v.gr. dañ o estético, dañ o sexual, alteració n a las
condiciones de existencia, perjuicio de agrado, entre otro), mientras que en el 315
segundo, dada la redacció n rígida del artículo 2059 del Có digo Civil de ese país, 232
el propó sito de la doctrina y jurisprudencia recayó en la forma de abrir nuevas
perspectivas y hermenéuticas que permitieran ir má s allá del simple
reconocimiento del dañ o moral en cuanto se refiere al resarcimiento del dañ o no
patrimonial. Como se aprecia, los conceptos de perjuicio de agrado (préjudice
d'agrément), frente al perjuicio corporal (dommage corporel) si bien parecieran
tener puntos de encuentro y semejanzas, lo cierto es que el primero cubre una
esfera interna del individuo, mientras que el segundo está estructurado sobre la
necesidad de resarcir la ó rbita de la salud del ser humano, entendida esta ú ltima,
segú n la definició n de la Organizació n Mundial de la Salud (OMS) como “el estado
completo de bienestar físico, psíquico, y social, no circunscrito a la ausencia de
afecciones y enfermedades”.233
yyyy. Así se desprende de la misma jurisprudencia Italiana
-supuestamente a partir de la cual se adoptó el concepto de dañ o a la vida de
relació n-, en la que se hace
232 “El dañ o no patrimonial debe ser resarcido só lo en los casos determinados por la ley”.
233 www.who.int/en/
zzzz. una clara diferencia entre el perjuicio bioló gico (fisioló gico), el dañ o moral, y el dañ o
existencial. Sobre el particular, vale la pena destacar la sentencia del 19 de diciembre de 2007,
proferida por la Corte Suprema de Casació n de ese país, en la que se puntualizó :
aaaaa. “(...) 3) La categoría del daño no patrimonial se articula a su vez en un subsistema
compuesto del daño biológico en estricto sentido, del daño existencial, y del daño moral
subjetivo.
bbbbb. “4) El daño biológico y el daño existencial tienen una morfología homogénea,
entrañan internamente una lesión de carácter constitucional, la primera referida a la salud, y
la segunda constituida por “valores/intereses constitucionalmente protegidos.”. 234
ccccc. Lo anterior, refuerza aú n má s la necesidad de readoptar la noció n de dañ o a
la salud (fisioló gico o bioló gico), pero con su contenido y alcance primigenio, como quiera que
al haberlo subsumido en unas categorías o denominaciones que sirven para identificar
perjuicios autó nomos y que han sido reconocidos en diferentes latitudes, como por ejemplo la
alteració n a las condiciones de existencia (v.gr. Francia), se desdibujó su verdadero y real
propó sito que era delimitar un dañ o comú n (lesió n a la integridad corporal) que pudiera ser
tasado, en mayor o menor medida, a partir de pará metros objetivos y equitativos.235
ddddd. Es así como la doctrina, sobre el particular señ ala:
316 eeeee. “Hecha esta identificación, entre el daño corporal y el daño a la salud, vemos que
también se identifica con el perjuicio fisiológico; terminología que impera en la doctrina
francesa para referirse al daño en la esfera funcional, como sinónimo del daño a la integridad
física y psíquica de la persona; se denomina así porque afecta, como decimos, la esfera
funcional con independencia de la pérdida de rentas que pueda ocasionar.
fffff. “Pero esta terminología es peligrosa porque se desliza hacia una realidad
diferente. Como se ha precisado por la doctrina italiana, hay que matizar que, si bien a veces se
utiliza como sinónimo del llamado daño biológico, la doctrina italiana más especializada, ha
señalado que este último, es un concepto médico - legal, mientras que el daño a la salud
234Italia. Cf. Corte de Casació n Italiana, sentencia del 19 de diciembre de 2007, No. 4712.
(Traducció n libre). Ver igualmente, las sentencias de 31 de mayo de 2003, nú meros 8827 y
8828 de la Sala Civil de la Corte de Casació n Italiana, así como las sentencias Nos. 184 de
1986 y 233 de 2003, proferidas por la Corte Constitucional de ese mismo país.
235“El dañ o subjetivo o dañ o a la persona es aquél cuyos efectos recaen en el ser humano,
considerado en sí mismo, en cuanto sujeto de derecho, desde la concepció n hasta el final de
la vida. Por la complejidad del ser humano, los dañ os pueden efectuar alguna o algunas de
sus mú ltiples manifestaciones o “maneras de ser””. FERNÁ NDEZ SESSAREGO, Carlos “El
dañ o a la persona”, Revista de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Cató lica
del Perú , Lima, pá g. 71 y s.s.
ggggg. es un concepto jurídico, normativo, que se encuentra consagrado en el artículo 32 de
la Constitución...”.49
hhhhh. En esa perspectiva, se insiste, la noció n de dañ o a la vida de relació n
que sirvió al Consejo de Estado para indemnizar los perjuicios inmateriales
sufridos por el sujeto, diferentes al moral, no es má s que un concepto desechado y
obsoleto por la doctrina y jurisprudencia Italianas, en la medida en que se ha
reconocido independencia entre el perjuicio bioló gico o fisioló gico -relacionado
con la ó rbita psicofísica del individuo- y otros perjuicios que afectan valores,
derechos o intereses de la persona que, en la actualidad, en Italia, serían
indemnizados bajo la panorá mica del dañ o existencial (v.gr. la tranquilidad del
ser humano, la seguridad, las condiciones de existencia, entre otros), 50 sin que
esta ú ltima categoría se encuentre lo suficientemente decantada en otras
latitudes, razó n para rechazar en esta instancia su adopció n en el derecho
colombiano, má xime si de manera reciente fueron proferidas cuatro sentencias de
la Secció n Unida (Sala Plena) de la Corte de Casació n Italiana, en la que se recoge
el dañ o existencial dado, precisamente, de la amplitud y falta de delimitació n
conceptual que implicaba (imposibilidad de objetivizació n).51
iiiii. Desde esa panorá mica, los dañ os a la vida de relació n o a la
alteració n de las condiciones de existencia, nunca podrá n servir de instrumento
para obtener la reparació n del dañ o a la salud, puesto que parten de la 317
confrontació n o de un parangó n entre la esfera individual y la externa o social; el
primero en la carga relacional del sujeto (relaciones sociales) lo que llevó a que
fuera considerado en Italia como un dañ o subjetivo e inequitativo -dado que una
persona puede tener una vida social o relacional má s activa que otra, sin que eso
suponga que deba indemnizarse diferente el dañ o-, y el segundo, por referirse a
una alteració n grave y significativa del proyecto de vida, es decir, a los planes y
objetivos de la persona hacia el futuro. A contrario sensu, el dañ o a la salud, gana
claridad, precisió n y equidad donde los precisados perjuicios la pierden, puesto
que siempre está referido a la afectació n de la integridad psicofísica del sujeto, y
está encaminado a cubrir
49 VICENTE Domingo, Elena “Los dañ os corporales: tipología y valoració n”, Ed. Bosch,
Barcelona, 1994, Pá g. 139.
50 “Allí se define el dañ o existencial [se refiere a la sentencia de la Sala Plena de la Corte de
Casació n Italiana No. 6572 del 24 de marzo de 2006] como todo perjuicio causado en el
hacer no reditual del sujeto, susceptible de ser constatado de manera objetiva, que altera
sus há bitos y su modo de relacionarse, indu- ciá ndolo a alternativas de vida distintas, que
inciden en el despliegue y realizació n de su personalidad en el mundo exterior.” KOTEICH
Khatib, Milagros “El dañ o extrapatrimonial”, en “Diritto Romano Comune e Amá rica Latina”,
Universidad Externado de Colombia, Pá g. 259.
51 Italia. Ver: Corte de Casació n Italiana, sentencia del 24 de junio de 2008, publicada el 11
de noviembre de 2008, No. 26972.
jjjjj. no só lo la modificació n de la unidad corporal sino las consecuencias que las mismas
genera, razó n por la que, sería comprensivo de otros dañ os como el estético, el sexual, el
psicoló gico, entre otros, sin que existiera la necesidad de ampliar en demasía la gama o haz de
dañ os indemnizables, con lo que se conseguiría una sistematizació n del dañ o no patrimonial.236
236Fruto del trabajo jurisprudencial en Italia, se llegó a establecer dentro de este orden que el
concepto dañ o bioló gico agrupa entre otros: el dañ o a la vida de relació n, el dañ o estético,
el dañ o a la esfera sexual y el dañ o a la incapacidad laboral genérica, todo lo cual ha sido
recogido y reconocido por la Corte Suprema de Casació n de ese país. Ver entre otras, las
sentencias: No. 2761 de 1990, 1341 de 1991, 11133 de 1990, 9170 de 1994, y 7262 de
1991.
237“Este estado de cosas no só lo deja la sensació n de desorden, sino que también crea
desigualdades entre víctimas, cuyos intereses aparecen, en igual medida, dignos de
protecció n; así pues, el problema de fondo es el de establecer los límites, que deben ser
“límites razonables”, determinados sí, en términos jurídicos.” CORTÉ S, Edgar Ob. Cit. Pá g.
57.
238“En el histó rico fallo 184 de 1986 la Corte Constitucional italiana afirmó que el criterio de
liquidació n que debe adoptarse para el resarcimiento del dañ o bioló gico “debe, de un lado,
responder a una uniformidad pecuniaria de base (el mismo tipo de lesió n no puede
valorarse de manera diferente para cada sujeto) y, de otro, debe ser suficientemente
elá stico y flexible para adecuar la liquidació n del caso concreto a la incidencia efectiva de la
lesió n sobre las actividades de la vida cotidiana, por medio de las cuales se manifiesta
concretamente la eficiencia sicofísica del sujeto perjudicado.” ROZO SORDINI, Paolo “El
dañ o bioló gico”, Ed. Universidad Externado de Colombia, Bogotá , pá g. 209 y 210.
ooooo. origen en una lesió n corporal (dañ o corporal), se podrá n reclamar
los siguientes tipos de perjuicios -siempre que estén acreditados en el proceso -: i) los
materiales o patrimoniales de dañ o emergente y lucro cesante, y los inmateriales o no
patrimoniales, correspondientes al moral y a la salud o fisioló gico, el primero tendiente a
compensar la aflicció n o padecimiento desencadenado por el dañ o, mientras que el ú ltimo
encaminado a resarcir la pérdida o alteració n anató mica o funcional del derecho a la salud y a la
integridad corporal.239 No resulta pertinente suprimir la categoría del dañ o moral, a pesar de lo
anfibioló gico de su nominació n, puesto que está encaminado, se insiste, a compensar
econó micamente la aflicció n espiritual que se origina con un dañ o, mientras que el dañ o a la
salud va dirigido a resarcir la modificació n de la armonía psicofísica de la persona, como
presupuesto bá sico para el ejercicio de otros derechos e intereses legítimos.
ppppp. Ahora bien, en aquellos eventos en los cuales el dañ o no provenga de la lesió n
psicofísica del sujeto (casos minoritarios), sería oportuno que la jurisprudencia contencioso
administrativa avanzara hacia una indemnizació n de los bienes, derechos o intereses legítimos
que tengan un reconocimiento y protecció n constitucional, de manera autó noma e
independiente, sin arribar el extremo de reconducirlos a su unificació n en una ú nica categoría
(v.gr. como la de dañ o existencial o dañ o a la vida de relació n), sino que sean analizados,
valorados y cuantificados en cuanto a su dimensió n (v.gr. el dañ o al buen nombre, a la honra o
al honor), por cuanto constituyen dañ os indemnizables en sí mismos. Lo anterior, máxime si los 319
conceptos de dañ o a la vida de relació n o alteració n a las condiciones de existencia, dada su
ambivalencia, ambigü edad y conceptualizació n equívoca, generan varios problemas en la
definició n y tasació n de los perjuicios que dicen comprender o abarcar.
qqqqq. En efecto, una criterio diferente permitiría afirmar que el desplazamiento
forzado, por sí mismo, no genera indemnizació n y reparació n integral del dañ o, salvo que la
persona demandante logre acreditar de manera plena, que padeció una consecuencia
econó mica o material a causa esa diá spora a la que se vio conminada por grupos al margen de
la ley o por el Estado. En consecuencia,
239“Se está en presencia de un nuevo sistema clasificatorio del dañ o que acepta la existencia de
tres modalidades del mismo: los patrimoniales, los morales y el bioló gico. Diferenciá ndose
el bioló gico en cuanto al moral en la medida en que el primero es la lesió n en sí misma
considerada, y otra diferente, son los sufrimientos, el dolor y los afectos que de dicha lesió n
se pueden derivar, lo que constituiría el efecto o dañ o moral; sin embargo, ambos hacen
parte del dañ o no patrimonial, esto es, no susceptible de contenido econó mico.” GIL
BOTERO, Enrique “Dañ o Corporal - Dañ o Bioló gico - Dañ o a la vida de relació n”, pá g. 10.
rrrrr. desde este supuesto, y en esa ló gica que no comparto, si el individuo
víctima del desplazamiento no se viera afectado econó micamente por las
consecuencias del mismo, no sería beneficiario de la indemnizació n, conclusió n
que desde mi punto de vista es inaceptable.
sssss. El anterior ejemplo extraído de la experiencia, sirve de apoyo
para reflejar lo que se pretende poner a consideració n a través de la presente
aclaració n de voto, esto es, la necesidad de que se repare el perjuicio en atenció n
a la lesió n de bienes jurídicos, má s no a la consecuencia externa, física, o material
que acarrea el dañ o. En otros términos, el juez debe indemnizar a través de un
criterio que permita reparar todas aquellas lesiones o trasgresiones con que se
vea afectada la persona o el sujeto, de manera autó noma e independiente, sin que
sea vá lido exigir, previa la reparació n del dañ o, la verificació n consecuencial de
los efectos que produce el mismo en el mundo exterior (que puede ser un
perjuicio interior pero que se traduzca o refleje exteriormente), para luego ser
indemnizado mediante la aplicació n de un concepto genérico que pretende
englobar todos los bienes jurídicos de los cuales es titular la persona humana.
ttttt. Desde esa perspectiva, se itera, el dañ o a la salud comprendería toda la
ó rbita psicofísica del sujeto (dañ o corporal, dañ o sexual, dañ o psicoló gico,
alteració n o pérdidas anató micas o funcionales, etc.), mientras que los
320 demá s derechos o bienes jurídicos en un criterio diná mico del dañ o
adquirirían un escenario autó nomo en donde el juez en cada caso
concreto deberá valorar si el perjuicio está acreditado y si reviste la suficiente
entidad para su reparació n y resarcimiento, es decir, que no constituya un dañ o
bagatelar. En consecuencia, la tipología del perjuicio inmaterial se puede
sistematizar de la siguiente manera:
i) perjuicio moral;
ii) dañ o a la salud (perjuicio fisioló gico o bioló gico);
iii) cualquier otro bien, derecho o interés legítimo constitucional,
jurídicamente tutelado que no esté comprendido dentro del concepto de “dañ o
corporal o afectació n a la integridad psicofísica” y que merezca una valoració n e
indemnizació n individual y autó noma (v.gr. el derecho al buen nombre, al honor
o a la honra; el derecho a tener una familia, entre otros).
uuuuu. Ahora bien, el hecho de sistematizar el dañ o a la salud
(integridad corporal, psicoló gica, sexual, estética), mientras que dejar abierta la
estructura de los demá s bienes o derechos jurídicos, garantiza un esquema
coherente con los li-
vvvvv. neamientos conceptuales, teó ricos y prá cticos del resarcimiento del dañ o,
como quiera que no se presta para genera una tipología paralela al dañ o a la salud (v.gr. el dañ o
existencial del derecho italiano) que genere los mismos efectos perjudiciales que acarrearon las
nociones abiertas e indefinidas del dañ o a la vida de relació n y de alteració n a las condiciones
de existencia.
wwwww. En consecuencia, el dañ o a moral garantiza la indemnizació n de la ó rbita
interna y aflictiva del ser humano; el dañ o a la salud garantizaría un resarcimiento equitativo y
objetivo en relació n con los efectos que produce un dañ o que afecta la integridad psicofísica de
la persona; y, por ú ltimo, se debe dejar abierta la posibilidad de que los jueces reparen los
demá s bienes, derechos o intereses jurídicos de la víctima directa o de los perjudicados que
logren acreditar efectivamente que padecieron ese dañ o autó nomo e independiente, sin que
quede cobijado por la tipología antes delimitada (v.gr. el derecho al buen nombre). La
aplicació n estricta del paradigma que aquí se defiende, garantiza la reparació n está tica y
diná mica del perjuicio, esto es, los efectos internos y externos, subjetivos y objetivos,
individuales y colectivos que la lesió n antijurídica o injusta desencadena en el sujeto y las
personas que constituyen su entorno.
xxxxx. Así las cosas, considero que la jurisprudencia nacional ha restringido la
posibilidad de indemnizar dañ os en sí mismos, para concentrarse en las manifestaciones
externas, relacionales o sociales que desencadena el dañ o, circunstancia que limita 321
ampliamente la reparació n integral de todos los derechos, bienes o intereses constitucional o
legalmente protegidos y, de manera adicional, radica un problema de tipo ló gico y prá ctico, en
tanto puede conllevar a que ciertos perjuicios que pertenecen a la ó rbita interna del sujeto
queden por fuera de la tutela judicial.
yyyyy. De otra parte, la postura que se defiende en este plano académico en modo
alguno propende por una reparació n arbitraria e indefinida del dañ o, sino que atiende a la
necesidad de indemnizar de manera autó noma e independiente, las diversas afecciones que
sufre la persona frente a la concreció n del dañ o antijurídico, de tal forma que se repare de
manera integral el perjuicio, con fundamento no en los efectos externos o que se pueden
exteriorizar a causa del hecho dañ oso, sino con el criterio de que se indemnicen todas las
lesiones que sean irrogadas a bienes o derechos, lo cual reflejará una mejor concepció n del
Estado Social de Derecho, en el cual el ser humano y las garantías de las que es titular son el fin
ú ltimo del ejercicio del poder pú blico y la razó n de ser de la organizació n estatal.
zzzzz. Para terminar, baste con señ alar que la civilidad y la racionalidad no pueden
tolerar de nuevo, provenga de donde provenga, el grito necró filo del General Mi- llá n en la
época Franquista, cuando irrumpió en el paraninfo de la Universidad de Salamanca al
humanista Miguel de Unamuno, a la voz de “viva la muerte”, “muera la inteligencia”; la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, el Consejo de Estado de Colombia, y todos los jueces en
general, en atenció n a su naturaleza ó ntica, como en aquella bella obra de J.M. Coetzee
“Esperando a los bá rbaros”, estamos llamados a conjurar la irracionalidad “del imperio” o “del
poder”, como un bastió n que irriga la justicia ante el quebrantamiento de los derechos
humanos que con razó n hoy día son llamados el portento de la modernidad y de la
humanidad.240
aaaaaa. El anterior planteamiento fue descrito por el citado premio nobel, en los
siguientes términos: “[vivimos en] la edad de hierro. Después de la cual viene la edad de bronce. ¿Cuá nto
falta para que llegue el turno de regresar a las edades má s amables, la edad de arcilla y la edad de tierra?
(...) Tucídides escribía sobre gente que hacía normas y las cumplía. Siguiendo las normas mataban a
pueblos enteros de enemigos sin excepció n. Estoy seguro de que la mayoría de los que morían sentían que
se estaba cometiendo un error terrible, que fuera cual fuese la norma no podía estar dirigido a ellos. “Yo.”
era su ú ltima palabra mientras les 322 cortaban las gargantas. Una palabra de protesta: yo, la excepció n”.241
bbbbbb. Son los anteriores lineamientos los que considero merecen la pena ser
destacados en relació n con la experiencia Colombiana en cuanto concierne a las directrices y
desarrollos del principio de reparació n integral a la luz del sistema interamericano de derechos
humanos, ideas y conceptos que espero sean sometidos al aná lisis crítico propio de este tipo de
escenarios académicos, lo cual redundará en el beneficio de las personas que constituyen el
vértice del derecho de los derechos humanos y del derecho de dañ os, esto es, las víctimas.
cccccc. Muchas gracias,
iiiiii. CONTENIDO
I. Introducció n
II. Precedentes de la reparació n del dañ o moral
III. Itinerario del dañ o moral en la Corte Suprema
IV. El dañ o moral en el Consejo de Estado
V. Conclusiones sobre el dañ o moral en la jurisprudencia
I. INTRODUCCIÓN
323
jjjjjj. Después de 87 añ os desde que la Corte Suprema de Justicia reconociera por
primera vez la resarcibilidad del dañ o moral en el famoso caso Villaveces, los límites y
naturaleza del dañ o moral continú an desafiando los principios de la reparació n del dañ o y
presentado vaguedad y falta de claridad en muchos de sus aspectos. Ciertamente algunos
aspectos de la reparació n del dañ o moral pueden considerarse estables en nuestra
jurisprudencia, pero muchos otros tardaron tiempo en dilucidarse, y aú n hoy presentan dudas
y suscitan perplejidades. La batalla que se dio para reconocer la resarcibilidad del dañ o moral
ahora se traslada al reconocimiento de otros dañ os extrapatrimoniales, alegadamente
autó nomos e independientes del dañ o moral.
kkkkkk. Hay un consenso en la jurisprudencia y la doctrina nacional sobre la
resarcibilidad del dañ o desde el caso Villaveces. No obstante a partir del momento de su
242Obdulio Velá squez Posada. Abogado, Master of Laws. Miembro del IARCE; profesor de
responsabilidad civil. Dirige la línea de investigació n de responsabilidad civil y del Estado
del Grupo de Investigació n de derecho privado de la Facultad de Derecho de la Universidad
de la Sabana clasificado B por Colciencias. Rector de la Universidad de La Sabana. Correo:
obdulio.velasquez@unisabana.edu.co
ITINERARIO JURISPRUDENCIAL DEL DAÑ O MORAL EN COLOMBIA ...
243VELÁ SQUEZ POSADA, Obdulio. Responsabilidad civil extracontractual, Bogotá , ed. Universidad de la
Sabana y ed. Temis, 2009.
244 El texto original del Digesto 9, 3, 7 dice: “Cicatricium autem aut deformitatis nulla fit aestimatio, quia liberum
corpus nullam recipit aestimationem”.
Obdulio Velá squez Posada
wwwwww. Es Jorge PEIRANO FACIO quien relata que autores como CINO DE
PISTOIA y BALDO que si bien negaban la resarcibilidad del dañ o moral, habían
aceptado una acció n civil de reparació n por los dañ os patrimoniales derivados de
la producció n de un dañ o moral. Es lo que posteriormente se ha llamado dañ o
moral objetivado.
xxxxxx. Las razones para negar la resarcibilidad del dañ o moral, no su
existencia, que siempre ha sido clara, tuvo unas consideraciones de tipo ético y
jurídico ya esbozadas en el pasaje del Digesto antes citado.
yyyyyy. Las razones morales y éticas se basan en que la dignidad de una
persona no permite que su dañ o pueda ser equiparado al dinero. En este sentido
es ejemplar la cita de RIPERT para quien “sería profundamente inmoral afirmar
que quien ha sido afectado en sus sentimientos, haya de consolarse de golpe a
merced de la indemnizació n que habrá de recibir”. Esta postura de la doctrina
francesa tenía como fundamento el aforismo acuñ ado por el Consejo de Estado
francés: “las lá grimas no se pagan” (“Ies Iarmes ne se monnayent point” (las
lágrimas nunca se amonedan).245
zzzzzz. En igual sentido en Alemania HANS A FISCHER en los albores del
siglo XX niega la resarcibilidad del dañ o moral cuando afirma:
aaaaaaa. ¿Cómo es que el honor y el sentimiento del Derecho y la
326 Justicia son valores comerciales, tasables en dinero cuya violación pueda
convertirse en fuente de lucro? No puede negarse que esta ideoIogía ha
penetrado hondamente en Ia conciencia jurídica actuaI; y no parece que
fuese otro, tampoco eI criterio de Ios romanos. Las fuentes romanas, que
conceden indemnizaciones en metálico siempre que se trata de lesiones y
abusos de esclavos, las niegan tratándose de personas libres. El Hombre libre
y su integridad física están muy por encima de semejante tasación
pecuniaria”.246
bbbbbbb. Las razones jurídicas para negar el resarcimiento
del dañ o moral tuvieron muchas fuentes: En primer lugar la noció n
de dañ o resarcible del derecho romano en la Lex AquiIia se
encontraba con que dañ o era equivalente a disminució n de un
patrimonio, como parece desprenderse de la sentencia del Digesto
libro 32, titulo 2,ley 3? . Los dañ os morales, entonces, si bien fueron considerados
245 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sentencia de la Sala de Negocios Generales de la Corte Suprema de Justicia
del 20 de mayo de 1952.
246 FISCHER, Hans A. Los daños civiles y su reparación. Trad. Roces W, Biblioteca de la Revista de Derecho Privado. Serie B.
Vol. V. Madrid 1928 p. 227.
ITINERARIO JURISPRUDENCIAL DEL DAÑ O MORAL EN COLOMBIA ...
ccccccc. No faltaron voces que argumentaron que al aceptar la resarcibilidad del dañ o
moral se afectaría negativamente toda la teoría de la reparació n del dañ o. Reconocer reparació n
econó mica por el dañ o moral abriría la puerta para indemnizar, no solo al ofendido directamente,
sino también a un nú mero indeterminado de personas que podrían alegar perjuicio como los
có nyuges, hijos, hermanos, amigos, etc.6
ddddddd. Entrado en vigor el positivismo jurídico, en donde todo el derecho se agota en
la ley, se esgrimió como argumento para negar el dañ o moral con la simple y pobre razó n ius
positivista: “la ley no lo contempla”.
B. El dañ o moral en el có digo de Bello y su paso a Colombia
eeeeeee. La tendencia a negar la reparació n del dañ o moral tiene su expresió n en el
có digo civil de Andrés Bello quien en el artículo 2331 del Có digo Civil Chileno estableció que en
caso de “imputaciones injuriosas contra el honor o el crédito de una persona no dan derecho para
demandar una indemnizació n pecuniaria, a menos de probarse dañ o emergente o lucro cesante
que pueda apreciarse en dinero”. El cará cter restrictivo del resarcimiento moral se enfatiza al
final del citado artículo cuando preceptú a que no habrá lugar ni siquiera al dañ o emergente o al
lucro cesante “si se probare la verdad de la imputació n”.
fffffff. Hemos confrontado que este artículo de Bello no tiene antecedentes en las 327
Siete Partidas de Alfonso X el Sabio ni en el Có digo Civil francés y fue el ú nico artículo que no
pasó a nuestro có digo civil en lo relativo a la responsabilidad civil extracontractual. 7
ggggggg. La doctrina y jurisprudencia chilena debieron luchar contra este artículo
durante todo el siglo XX cuando las tendencias del derecho abrían las puertas al dañ o moral
indemnizable. Nuestra jurisprudencia y doctrina no se percataron de la pérdida del artículo 2331
del Có digo Civil chileno en su paso al Có digo de Cundinamarca y luego al del Estado de la Unió n.
Pensamos que de haberlo hecho hubieran tenido un argumento má s fuerte para reconocer su
resarcibilidad con argumentos más o menos del siguiente tenor: Si el có digo chileno lo prohíbe, y
el nuestro lo excluyó , puede inferirse que nuestro legislador no quiso establecer la prohibició n y
en consecuencia, abrió la posibilidad de su reparació n.
6 BORRELL MACIA, Antonio. Responsabilidades derivadas de culpa extracontractual civil. Estudio del artículo 1902
hhhhhhh. del Código Civil y breves comentarios sobre los artículos 1903 a 1910 del propio cuerpo legal.2- edició n,
Bosch,
iiiiiii. Barcelona, 1958, pp. 213 a 215.
7 VELÁ SQUEZ POSADA, Obdulio. Ob. Cit. pp. 185-202.
ITINERARIO JURISPRUDENCIAL DEL DAÑ O MORAL EN COLOMBIA ...
jjjjjjj. Para salvar el escollo que presentaba el artículo 2331 la jurisprudencia chilena acudió
a una interpretació n rebuscada diciendo que si el legislador había expresamente limitado la
reparació n a los perjuicios materiales en los casos de injuria y calumnia era porque había otros
dañ os, los morales, que sí se aplicaban por principio general a todas las otras circunstancias y
solo se excluían en los casos de injuria y calumnia.
kkkkkkk. La muerte del artículo 2331 del CC Chileno solo llegó el añ o 2008, por una
inconstitucionalidad sobreviniente. En criterio del Tribunal Supremo de Chile el artículo 2331 es
inconstitucional y lo declaró inaplicable. Segú n el fallo del Tribunal el citado artículo contiene una
limitació n que atenta contra el derecho a la honra consagrado en el artículo 19 N° 4 de la
Constitució n y por lo tanto resulta inaplicable su tenor literal que niega el derecho a
indemnizació n en el caso de imputaciones injuriosas que no causen un dañ o patrimonial.247 En
palabras del Tribunal: “la infracció n constitucional que la posible aplicació n de la norma
impugnada puede producir en el caso concreto ha de encontrarse en su severo cará cter
restrictivo en el goce de un derecho que la Carta Fundamental consagra y ordena proteger,
mismo que no resulta posible justificar como proporcionado en el logro de otros fines igualmente
legítimos”.248
328
III. ITINERARIO DEL DAÑO MORAL EN LA CORTE SUPREMA
A. El Caso Villaveces
lllllll.
Por ser este el caso germinal del reconocimiento de la resarcibilidad del
dañ o moral vemos conveniente exponerlo de modo má s detallado para facilitar el
aná lisis posterior de los desarrollos jurisprudenciales. En síntesis puede decirse que en
el caso VILLAVECES el señ or Leó n Villaveces demandó al Municipio de Bogotá para que
se le indemnizara los dañ os materiales y morales que le causaron con la destrucció n de
un mausoleo de su propiedad y la desaparició n de los restos mortales depositados allí de
su difunta esposa Emilia Santamaría. Los empleados del cementerio, por descuido,
exhumaron los restos de la señ ora Emilia Santamaría y los depositaron en una fosa
comú n.
1. Hechos
1. El señ or LEÓ N F. VILLAVECES, había sepultado el 14 de Noviembre de 1893 a su esposa, la
señ ora EMILIA SANTAMARÍA de VILLAVECES en el cementerio Nuevo Oriental de la ciudad de
Bogotá , en el barrio de las Nieves, en la bó veda nú mero 102.
2. En el mes de Marzo de este mismo añ o, fueron exhumados y colocados en una fosa comú n
los restos de la señ ora de Villaveces por los empleados del cementerio, sin consultarlo con el
esposo.
3. El señ or Villaveces demandó al Municipio de Bogotá para que se le entregase la bó veda 102,
los restos de su esposa, la lá pida de má rmol y el ataú d, y que se le pagara todos los dañ os materiales
y morales que había sufrido por haber extraído indebidamente de la bó veda los restos de su esposa.
4. El juez de primera instancia condenó al Municipio de Bogotá a entregar al señ or Leó n
Villaveces, la bó veda nú mero 102 del cementerio Nuevo Oriental y los frutos civiles de ésta bó veda
percibido desde el 15 de Marzo de 1914, hasta el día de la restitució n, a razó n de tres pesos oro
anuales, y los restos que la misma bó veda contenía de la señ ora Emilia Santamaría de Villaveces.
Apelado este fallo por ambas partes, fue confirmado por el Tribunal Superior de Bogotá .
329
5. El caso llega a la Corte Suprema por el recurso extraordinario de casació n. En sentencia
del 21 de julio de 1922 la Corte resuelve casar la sentencia ya que violó el derecho sustancial al no
reconocer los dañ os morales solicitados. En consecuencia la Corte Suprema profiere sentencia
sustitutiva (1924) condenando al municipio de Bogotá a pagar al señ or Leó n Villaveces los
perjuicios materiales y los morales sufridos por la indebida extracció n de los restos de la señ ora
Emilia Santamaría.
2. Fundamentos de derecho:
mmmmmmm. Los argumentos de derecho invocados por la Corte para reconocer los
perjuicios morales se centran en la interpretació n de los artículos 2341 y 2356 del Có digo Civil en
los siguientes términos:
nnnnnnn. La Corte manifiesta que el artículo 2356 del Código civil extiende la
reparación a todo daño inferido a una persona por malicia o negligencia de otra, de manera que no
puede limitarse su ordenamiento únicamente al daño patrimonial, o sea en lo que mira al derecho
de propiedad respecto de los bienes pecuniarios, ya que ese derecho es sólo una parte del conjunto
de los elementos que integran la persona humana como sujeto de derecho. Tanto
ITINERARIO JURISPRUDENCIAL DEL DAÑ O MORAL EN COLOMBIA ...
249 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Bogotá . 21 de Julio de 1922,
M.P. Tancredo Nannetti, Gaceta Judicial, Tomo XXIX No. 1515. p. 220.
250 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de casació n civil. Bogotá . 22 de agosto de 1924.
M.P. Tancredo Nannetti. Gaceta judicial T XXI. p. 82.
251 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Ob. Cit.
252 Ibídem.
253 Ibídem.
Obdulio Velá squez Posada
sssssss. Los considerandos de los peritos, aceptados por la Corte, para determinar el
quantum de indemnizació n son importantes de resaltar:
ttttttt. 1° los peritos valoraron que el dañ o no fue causado con dolo, solo por descuido
eso lo tuvieron en cuenta para determinar la cuantía. “Pues bien en el presente caso podemos
afirmar que no obstante la falta de intenció n dolosa del Municipio o sus agentes, quienes al
extraer indebidamente los restos de la señ ora Villaveces y arrojarlos a la fosa comú n, no
pudieron tener el propó sito de agraviar al demandante, lo que sin duda debe tenerse en cuenta
para regular con espíritu de benevolencia a favor del demandado la indemnizació n que debe
abonar”.254 (Sin subrayar el original)
uuuuuuu. 2° Encontraron prueba de la existencia e intensidad del dolor sufrido por el
señ or Villaveces para poder valorar el perjuicio: Lo cierto es que el dañ o del señ or Villaveces,
dicen los peritos, “fue positivo, porque hay datos elocuentes que revelan la profunda
estimació n, el gran valor de afecto, que él cultivaba por las cenizas de su esposa”. Los datos son
dos:
a. “Ya que se preocupó no solo por adquirir en propiedad la bó veda en que reposaban, sino
hasta por pedir a Europa la lá pida.
b. Si a esto se agrega la buena posició n social de Villaveces y su señ ora, su educació n y
espíritu cultivado, fá cilmente se comprende que el dolor sufrido por aquél al privá rsele de los
331
referidos restos, tuvo que ser intensísimo”.255
vvvvvvv. Terminan los peritos su dictamen señ alando la reparació n simbó lica debe
sustituirle el monumento fú nebre como se hace a los soldados muertos y desconocidos, la
siguiente manera:
wwwwwww. “Las consideraciones que preceden nos hacen pensar que la indemnización
materia de nuestro dictamen debe tener por objeto repararle a Villaveces el dolor sufrido,
reemplazando con otra cosa que sirva de homenaje y evocación a la memoria de su esposa
muerta, la propia tumba de ella. Esa cosa no puede ser otra que un monumento artístico, que
por sí solo, o con los restos si se pudieren restituir, colme el vacío que produjo el quebranto
moral del demandante...”
xxxxxxx. Ahora bien los peritos estiman que el costo de ese mausoleo no podía ser
inferior a tres mil pesos ($ 3000.) atendiendo a la “posición social de los interesados, su cultura,
la magnitud del pesar causado, etc.”. 256
254 Ibídem.
255 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Ob. Cit.
256 Ibídem.
ITINERARIO JURISPRUDENCIAL DEL DAÑ O MORAL EN COLOMBIA ...
yyyyyyy. Luego la Corte pasa a examinar el papel del dinero cita al profesor
Nicolesco, para quien “el dinero constituye casi el único medio de reparación.” La Corte dice que
el dinero cumple una doble función. Una de equivalencia, cuando se trata de restituir un
patrimonio menoscabado, y una función, puramente “satisfactoria, cuando se trata de un
perjuicio no
zzzzzzz. patrimonial”.257
aaaaaaaa. Se pregunta la Corte, ¿có mo llenará esa funció n satisfactoria? Y concluye que
obviamente no “será reemplazando el dolor experimentado, los afectos perdidos, pero sí
haciéndolos menos sensibles, borrando si ello es posible, las consecuencias de esas
sensaciones; no colocando al damnificado en condiciones de rehacerse de los bienes que ha
perdido, pero sí, abriéndole una nueva fuente de alivio y de bienestar.
257 Ibídem
258 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Ob. Cit. p 83
259 TAMAYO JARAMILLO, Javier. Ob. Cit. p 486.
260Ibídem. Tomo II p 125. En el añ o 2003 publicamos un artículo en que analizamos la
expansió n de los dañ os extrapatrimoniales, sus límites y criticas cfr. VELÁ SQUEZ POSADA,
Obdulio. Del daño moral y el perjuicio a la vida de relación hacia una teoría general de daños extrapatrimoniales . Revista
del Instituto Antio- queñ o de Responsabilidad civil y del Estado No 16, 2003, pp. 63 y ss.
Obdulio Velá squez Posada
oooooooo. Luego en 1941 la Sala de Negocios Generales de la Corte vuelve a tomar el tema
de la lesió n al honor como un dañ o moral y hace una clasificació n o distinció n de dos formas de
dañ o moral. El dañ o moral, dice la Corte, “se subdivide en dos categorías: 1- los que perjudican
la parte social del patrimonio moral: honor, consideració n, reputació n, etc. 2- los que
menoscaban la parte afectiva del patrimonio moral: sentimientos, afectos, pensamientos, etc.”. 32
pppppppp.Este criterio es repetido en numerosos fallos de la década de 40. Así por
ejemplo en 1941 se dijo que la “La doctrina francesa distingue el dolor moral del perjuicio
moral no afectivo entendiendo por este ú ltimo, el que se deriva de los atentados a las libertades
y derechos fundamentales como el honor y la reputació n o el derecho moral de un autor sobre
su obra”.33
3. Presunció n por muerte de pariente pero no por lesió n a la honra
qqqqqqqq. En el añ o 1988, con ponencia del Magistrado Alejandro Bonivento Ferná ndez,
se encuentra una sentencia en la que se adujo que si bien es procedente la reparació n del dañ o
moral, éste se puede presumir en los parientes por la muerte de un ser querido, pero que cosa
distinta ocurre con los agravios al honor o reputació n. En 1988 reiteró la Corte que “se acepta
la resarcibilidad de los dañ os no patrimoniales, pero como norma general, su existencia y su
intensidad deben establecerse con los medios de convicció n adecuados, pues es muy
restringida la materia donde el juzgador puede actuar segú n su prudente arbitrio, ya que no se 335
puede equiparar el dolor por la muerte de un ser querido al agravio contra el honor o la
reputació n”.34
261 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil, Sentencia de 28 de septiembre de 1937 G.J.T. XLVI,
No. 368.
262 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Negocios Generales. Sentencia del 14 de marzo de 1942. M.P. José
Blanco Nú ñ ez. Gaceta judicial T. XLII. p. 521.
263 Colombia. El artículo 95 de la Ley 95 de 1936: “si no fuera fácil o posible avaluar pecuniariamente el dañ o
moral ocasionado por el delito, podrá fijar el juez prudencialmente la indemnizació n que corresponda al
ofendido, hasta la suma de dos mil pesos".
264 Colombia. Corte Suprema De Justicia. Sala de negocios generales. Bogotá . 12 de marzo de 1937. M.P. Pedro
Gó mez Naranjo. Gaceta judicial T. XLIV .p. 856.
265 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil, Bogotá , 28 de octubre de 1942, M.P. Aníbal
Cardoso, GJ T. LIV - Pá g. 377.
Obdulio Velá squez Posada
266 Colombia. Corte Suprema De Justicia. Sala de negocios generales. Bogotá, 04 de noviembre de 1942.
M.P: Agustín Gómez Prada. Gaceta judicial T LXXIII. p. 899.
267Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia del 28 de febrero de 1990.
M.P. Héctor Marín Naranjo. Gaceta judicial T. CC. p. 79.
268Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Bogotá. 05 de mayo de 1993. M.P.
Nicolás Becharas Simancas. Expediente No. 4978.
269 Colombia. Corte Suprema De Justicia, Sala de Casación Civil, Sentencia de 28 de febrero de 1990.
ITINERARIO JURISPRUDENCIAL DEL DAÑ O MORAL EN COLOMBIA ...
270 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casació n Civil, sentencia del 09 de
271agosto de 1993. M.P. Carlos Esteban Jaramillo S. Expediente No 3750.
Obdulio Velá squez Posada
ggggggggg. a título de reparació n con el dañ o moral subjetivo, por la muerte del hermano y
la sobrina”.47
hhhhhhhhh. Dañ o moral para parientes o amigos por lesiones a víctima que no
fallece
iiiiiiiii. La posició n inicial de la jurisprudencia fue negar la reparació n por dañ o moral
a parientes o amigos de las víctimas que no fallecen. Así en 1956 la Corte no reconoció
perjuicios morales a los padres de una mujer herida con arma de fuego. Para la Corte en aquella
ocasió n só lo la víctima del delito podía reclamar perjuicios morales.
jjjjjjjjj. “En los casos de indemnización del daño moral subjetivo los debe recibir
directamente la victima de él, no puede decretarse una nueva indemnización por el mismo
concepto a los parientes y amigos, porque basándose la reparación en el dolor que el daño
ocasiona se hace necesario señalar la órbita precisa de éste, a fin de evitar que, alegando la
misma causa, los parientes y aún los amigos del ofendido que también han experimentado un
intenso dolor se presentaren ante la justicia en demanda de nueva indemnización, lo cual daría
lugar a una cadena interminable de acciones”. 272
kkkkkkkkk. No obstante esta tesis fue cambiada a partir de 1967 cuando la Corte
ya acepta que en caso de invalidez los parientes má s cercanos sí puedan reclamar los perjuicios
morales y es hoy una doctrina constante de la jurisprudencia. El fallo de 1967 que corrige la
postura inicial señ aló que por invalidez otras personas sí podían reclamar perjuicio moral, pero
339
lo limitó a parientes muy cercanos:
lllllllll. “Por el aspecto de los perjuicios morales es obvio que la muerte o la
invalidez accidentales de una persona pueda herir los sentimientos de a fección de muchas
otras y causarles sufrimientos, más o menos intensos y pro fundos. En principio, todos estos
ofendidos estarían legitimados por el daño moral que cada uno de ellos recibe para demandar
la reparación correspondiente; pero como el reconocimiento indeterminado de este derecho,
podría dar lugar a una ilimitada multiplicidad de acciones de resarcimiento, la doctrina y la
jurisprudencia han considerado necesario reservar ese derecho a aquellas personas que, por sus
estrechas vinculaciones de familia con la víctima del accidente, se hallan en situación que por lo
regular permite presumir, con la certeza que requiere todo daño resarcible, la intensa aflicción
que les causa la pérdida del cónyuge o de un pariente próximo. 273
47 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casació n Civil. Bogotá , 27 de septiembre de
1955. M.P. José
mmmmmmmmm. J. Gomez R. Gaceta judicial T. LXXXI. p. 162.
272 Colombia. Corte Suprema De Justicia. Sala de negocios generales. Bogotá , 19 de diciembre
de 1956. M.P.
José Jaramillo Giraldo. Gaceta judicial T. LXXXIII. p. 1270.
273 Colombia. Corte Suprema De Justicia. Sala de casació n civil. Bogotá , 18 de octubre de 1967.
M.P. Enrique
Ló pez de la pava. Gaceta judicial T. CXIX. p. 256.
ITINERARIO JURISPRUDENCIAL DEL DAÑ O MORAL EN COLOMBIA ...
nnnnnnnnn. Jurisprudencia posterior, tanto de la Corte como del Consejo de Estado, han
eliminado la restricció n de que se trate ú nicamente de personas con estrecha vinculació n o
limitado a casos de invalidez. El dañ o moral es una situació n de facto que debe ser probada. Es
posible sí presumir en los más cercanos parientes ese dañ o, pero esto no ha de excluir a los
demá s que prueben haber recibido un dañ o cierto. En el fondo es un problema de prueba y de
correcta aplicació n de la teoría del dañ o y su reparació n y no un asunto de límite de personas
legitimadas para el ejercicio de la acció n civil.
ooooooooo. Como caso curioso y equivocado con la tendencia jurisprudencial podemos
reseñ ar que la Corte Suprema en 1991 no concedió dañ os morales a un hijo no legitimado con
el matrimonio de sus padres por la muerte de uno de ellos. El fallo indicó que debe
determinarse claramente que el matrimonio de los padres no legitima ipso iure al hijo sino las
hipó tesis del artículo 237 del Có digo Civil. Por lo que en desarrollo del proceso no se encontró
la manifestació n del acto de voluntad con el fin de legitimar uno de sus hijos nacido antes del
matrimonio de los demandantes, por lo que no era posible el reconocimiento de los perjuicios
morales ni aú n materiales por la muerte del no legitimado. 50
ppppppppp. 7. Los menores de corta edad también pueden sufrir dañ os morales
340 qqqqqqqqq. Como el dolor moral envuelve la idea de conciencia y conocimiento de la
realidad del dañ o sufrido, la jurisprudencia se preguntó qué pasaba con los infantes sin uso de
razó n y aú n con los hijos concebidos pero nacidos pó stumos; ¿Tienen ellos conciencia del
dañ o?
rrrrrrrrr. La Corte tuvo oportunidad de analizar en varias sentencias si los niñ os de
poca edad al no tener plena conciencia de los acontecimientos podían ser titulares de una
reparació n por dañ o moral como consecuencia de la muerte de los padres. En fallo un de 1950
se dijo que incluso ordinariamente estos sufrimientos en los niñ os son mayores a los de los
adultos:
sssssssss. “Aduce la Corte que los sentimientos afectivos en la mayoría de las veces
se sufren con mayor intensidad en los niños que en los adultos. Resulta entonces, inaceptable
afirmar que el menor de 7 años no siente verdadera pena por falta de la tutela afectiva de uno
de sus progenitores, especialmente de su madre, ya que esto resulta contrario a la realidad,
50 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casació n Civil. Bogotá , 05 de marzo de 1991. M.P. Eduardo
García Sarmiento. Gaceta judicial T. CCVIII. p. 168.
ttttttttt. pero aun admitiendo ese supuesto, este terminara cuando se supere este umbral en
materia de edad y entonces ciertamente sentirá la pena causada por la muerte de la madre”.51
uuuuuuuuu. Luego la Corte Suprema de Justicia en 1971 aplicando los principios
generales de la reparació n del dañ o concedió indemnizació n por dañ o moral futuro cierto a una
infante de 10 meses de edad. La menor había perdido a su padre en un accidente y la Corte
accedió a la reparació n de dañ o moral futuro con los siguientes considerandos:
vvvvvvvvv. “La Corte surtiendo los trámites de segunda instancia considera que la
cónyuge de la víctima sufrió un gran dolor por su desaparición, pero que la menor ya que solo
contaba con 10 meses de edad, no experimento un dolor análogo, pero no deja de ser verdad
que más tarde tendría que sentir una cierta pena por la falta de un padre. Debe admitirse que la
menor también sufrió un perjuicio moral subjetivo por la trágica muerte de su progenitor,
perjuicio que si bien es futuro, tiene la misma categoría de certeza que el material, el perjuicio
futuro pero cierto es indemnizable”.274
C. Arbitrium iudicis
wwwwwwwww. A partir de 1941 la Corte considera que el “justiprecio del dolor ajeno
no es materia de ninguna de las ciencias ni artes que pueden ser objeto de la especiali- zació n
intelectual de los hombres” y decide abandonar el dictamen pericial para la valoració n del dañ o
moral estableciendo como criterio el arbitrio judicial para cuantificar la compensació n
econó mica por el dañ o moral.275 Ha sostenido la Corte que “la reparació n del dañ o moral y el 341
modo de satisfacerlo, atendiendo a que carece de materialidad no es posible ni jurídicamente ni
racionalmente su avalú o por peritos”.276 No obstante la prueba pericial puede aportar
elementos de juicio valiosos para determinar la existencia y la intensidad del dañ o moral
dejando al juez el quantum. En este sentido la Corte en un caso de responsabilidad médica
señ aló que: “en ciertos casos resulta menester el auxilio de la prueba pericial para la valoració n
del dañ o moral y el dañ o material”.277
278Colombia. Corte Suprema De Justicia. Sala De Casació n Civil, Sentencia del 18 de octubre de
2000, expediente No. 5347, M.P. Jorge Antonio Castillo Rugeles
279Colombia. Corte Suprema De Justicia. Sala de casació n civil. Bogotá . 22 de agosto de 1924.
M.P. Tancredo Nannetti. Gaceta judicial T XXI. p. 82.
gggggggggg. por debajo del caso Villaveces. Criterio legal que la Corte hizo luego
extensivo a todos los casos de responsabilidad civil extracontractual por cerca de 40 añ os.
hhhhhhhhhh. El tope de $ 2000 sufrió un giro Jurisprudencial en 1974 cuando la
Corte decidió abandonar el límite en la indemnizació n por el delito consagrado en el artículo
95 del Có digo Penal de 1936.60
iiiiiiiiii. A partir de este momento se fijó como tope má ximo a pagar por dañ o moral
en la suma de $30.000 al menos para los casos de responsabilidad civil extracontractual que no
tenían fuente en el delito penal y de tiempo en tiempo son revisados por la Corte. 61
60 Los aparte relevantes de este fallo que cambia la jurisprudencia señ alan. “El artículo 95 del có digo
Penal, es norma excepcional que restringe el poder del juez penal, pues limita su facultad de regular el monto
del dañ o moral má s allá de la cifra de $ 2.000.00 para cada lesionado con la comisió n de un delito. Cuando no
fuere fá cil o posible evaluar pecuniariamente el dañ o moral ocasionado por el delito - dice el precepto citado
-, podrá fijar el juez prudencialmente la indemnizació n que corresponde al ofendido, hasta la suma de dos mil
pesos”.
jjjjjjjjjj. Como bien fluye de la simple lectura del texto, esta limitació n solo tiene cabida en los
precisos eventos de regulació n del “dañ o moral ocasionado por el delito”. Ademá s, el precepto está dirigido a
los jueces penales y no a los de otras jurisdicciones. Esta norma, entonces, debe aplicarse ú nicamente por los
jueces del crimen cuando deban fijar indemnizació n por dañ o moral, siempre que se den las circunstancias de
hecho contempladas en el canon que se comenta.
kkkkkkkkkk. Despréndase de lo anterior que por cuanto las normas que establecen restricciones o son
344 exceptivas, solamente pueden aplicarse a los casos precisos para los cuales fueron dictados,
pues por su propia naturaleza son de interpretació n restrictiva, en artículo 95 del Có digo
Penal, ni siquiera por analogía puede hacerse actuar por los jueces civiles y menos tratá ndose de
responsabilidad extracontractual en que es demandada una persona jurídica, de suyo incapaz de ser sujeto
pasivo de una acció n penal. Motivo por el cual es necesario concluir, acordemente con el sentido de la
censura, que el tal articulo 95 fue aplicado indebidamente por el ad quem, por lo cual la sentencia recurrida
deberá modificarse en ese determinado punto. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casació n Civil. Sentencia del
27 de septiembre de 1974. M.P. Germán Giraldo Zuluaga. Gaceta judicial T. CXLVIII. p. 248.
61 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n, Sentencia del 27 de septiembre de 1974 M.P.
Eleuterio Serna. Gaceta judicial T. LXI. p. 570. Así argumentó para fijar en $ 30.000 el tope: “Ahora bien, ¿cuá l
debe ser la suma a que ha de condenarse por el aspecto tratado? Considera la corte que si el má s alto dolor
por la muerte de una persona querida, es el que hiere a los progenitores por la de su hijo o a los hijos por la
desaparició n de aquellos, necesario es concluir que, en el caso que se estudia, ha de fijarse el má ximo de la
suma que sirva para satisfacer el dañ o moral padecido por el demandante. Esa cantidad será la de $30.000.00,
que, teniendo de presente la desvalorizació n de la moneda y el fin perseguido con una condena de
satisfacció n y no de compensació n, es por ahora la indicada para mitigar o satisfacer un perjuicio de aquella
naturaleza padecido en su mayor intensidad”.
llllllllll. Hasta hoy, la Corte Suprema de Justicia se ha mantenido en su postura, limitá ndose a
modificar, perió dicamente, el valor del tope establecido, a fin de garantizar la imposició n de condenas que
reconozcan la pérdida del poder adquisitivo del dinero Así lo ha hecho, por ejemplo, en sentencias del 4 de
agosto de 1981, en la que fijó como suma má xima $100.000.oo, del 2 de julio de 1987, en la que la fijó en
$500.000.oo, del 25 de noviembre de 1992, en la que condenó por $1.000.000.oo, y de 30 de mayo de 1994 y
5 de mayo de 1999, en las que se tasaron los perjuicios en $4.000.000.oo y $10.000.000.oo, respectivamente.
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casació n Civil. Sentencia del 27 de septiembre de 1974. M.P. Germá n
Giraldo
mmmmmmmmmm. La Corte consideró en este fallo comentado que el artículo
95 del có digo penal de 1936 solo resultaba aplicable para los jueces penales, porque la norma
se refería a la indemnizació n del dañ o moral que tiene origen en la violació n de la ley penal, de
esta manera se aleja de la posició n establecida en 1942 donde se aseguró que el fallador no
puede pasarse del máximo de dos mil pesos.62
nnnnnnnnnn. La tradició n de la legislació n penal de mantener un tope de
reparació n por el perjuicio moral ha sido constante en los varios có digos de los ú ltimos
tiempos. Así por ejemplo con la con la entrada en vigor del có digo penal del 2000 se mantuvo la
tradició n de establecer un límite al arbitrio judicial, estableciendo en su artículo 97: “que en
relació n con el dañ o derivado de la conducta punible el juez podrá señ alar como indemnizació n
una suma equivalente, en moneda nacional hasta (1000) mil salarios mínimos legales
mensuales”.
oooooooooo. En el añ o 2002 la Corte Constitucional declaró que el art. 97 del
Có digo Penal que elevó el tope hasta mil salarios mínimos legales vigentes es constitucional:
“en el entendido de que el límite se aplica exclusivamente a la parte de indemnizació n de dañ os
morales cuyo valor pecuniario no fue objetivamente determinado en el proceso penal. Este
límite se aplicará a la indemnizació n de dichos dañ os cuando la fuente de la obligació n sea
ú nicamente la conducta punible”.280
pppppppppp. Fiel a la tradició n de revisar de tiempo en tiempo los topes en 345
comento, la Corte Suprema de enero del añ o 2009 reconoció por dañ o moral cuarenta millones
de pesos ($ 40.000.000), lo que a juicio de algunos magistrados supone una elevació n del tope,
aunque expresamente el fallo no lo indica.
qqqqqqqqqq. Con el tope de hasta 1000 salarios mensuales vigentes como quantum
de la reparació n del dañ o moral que tenga su fuente en el delito, la pregunta que surge es
¿hasta cuá ndo se mantendrá n los topes de la Corte Suprema, que en el mejor de los casos es de
$ 40 millones (es decir menos de 100 salarios mínimos legales vigentes) y los de Consejo de
Estado que está n en los cien salarios mínimos legales vigentes como criterio para fijar los
topes?
280 Colombia. Corte Constitucional Bogotá Sentencia C-916/02. M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa.
tttttttttt. 1. Los topes no son obligatorios
uuuuuuuuuu. Se ha dicho reiteradamente por la jurisprudencia que los topes
señ alados por las altas Cortes son guía jurisprudencial, pero no obligan, en estricto
cumplimiento del mandato legal contenido en el artículo 17 del Có digo Civil que le prohíbe al
juez “proveer en los negocios de su competencia, por vía de disposició n general o
reglamentaria”.
vvvvvvvvvv. Para apartase de ellos, el juez ha de fundamentar razonablemente los
motivos que le llevan a separarse de la doctrina probable (artículo 10 Có digo Civil). Así lo ha
sostenido reiteradamente la Corte y Consejo de Estado. En una sentencia de la Corte se recoge
claramente este criterio cuando señ aló que:
wwwwwwwwww. “Nunca pretendió la Corte, y mal podía hacerlos, señalar con
carácter de obligatorio un tope a la suma que como compensación por los referidos daños
puede fijar el juez. Ha sentado si esta Corporación ciertas pautas con el ánimo de facilitar
semejante tarea, pero nada más. Esto quedo bien definido cuando se puntualizó: Acerca de tal
aspecto y en vista de la ausencia de un explícito mandato legal al respecto, la Corte, con apoyo
en la misión unificadora que por ley corresponde viene, de tiempo en tiempo y desde algunos
años, señalando unos topes máximos de dinero dentro de los cuales es, a juicio de aquella,
admisible que el juez ejerza su prudente arbitrio al estimar el monto de la compensación por el
perjuicio moral.
xxxxxxxxxx. 346 Como consecuencia de que los topes no sean obligatorios, la imposició n de
yyyyyyyyyy. una condena por sumas superiores a las indicadas por la Corte no permite la
acusació n de la sentencia correspondiente, mediante la formulació n del recurso de casació n.64
zzzzzzzzzz. Ahora bien , los topes que de manera periódica y por vía jurisprudencial ha
venido indicando la Corte , no son, en modo alguno de obligatorio acatamiento para los
falladores de las instancias , pues como legalmente consta , a los jueces les está vedado proveer
por vía de disposición general o reglamentaria ( artículo 17 Código Civil) Esos topes, dícese de
nuevo , no representan otra cosa que una guía para la jurisdicciones inferiores , máxime cuando
son estas las que deben ceñirse a su prudente juicio cuando tasan los perjuicios morales ( Cas de
28 de febrero de 1990)”.65
aaaaaaaaaaa. No obstante la regla general explicada, el Consejo de Estado ha
condenado a cifras superiores, así por ejemplo en 1992 se excede el tope de los 1000 gramos
oro establecido para la indemnizació n del dañ o moral, reparando a la víctima con
64 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casació n Civil, Sentencia, del 6 de mayo de
1998, expediente 4972, en la que se reitera esta tesis, planteada inicialmente en sentencia
del 28 de febrero de 1990.
65 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casació n Civil. Bogotá , 06 de mayo de 1998.
M.P. Nicolá s Bechara Simancas. Expediente. No. 4972.
bbbbbbbbbbb. 1800 gramos oro, debido a las incidencias traumá ticas que el dañ o
ocasionó en el campo emocional de la víctima. 281 En otro caso se señ aló una indemnizació n por
perjuicios morales de 2.000 gramos oro 282 y en sentencia del 19 de julio de 2000, fijó una
indemnizació n por perjuicios morales de 4.000 gramos oro.283 En el añ o 2008 la Secció n
Tercera del Consejo de estado en un caso en el que condenó al estado por violació n de derechos
humanos señ alo una reparació n de doscientos (200) salarios mínimos legales vigentes. 284
Algunos consideran que el Consejo de Estado ha elevado a doscientos (200) salarios mínimos
legales vigentes el monto máximo por dañ os morales en la condena que hizo al estado por la
masacre del Aro y en la que adicionalmente estableció medidas simbó licas como modo de
reparació n.285
2. El dañ o moral no es fuente de enriquecimiento ni venganza contra el responsable
ccccccccccc. Así lo determinó la Corte Suprema en 1993 por lo que se estima que
es el juez en forma prudente y segú n su libre juicio, con base en las circunstancias del caso y la
equidad, a quien corresponde regular el quantum que en dinero se ha de señ alar para la
indemnizació n del dañ o moral, para que esta sea una forma de resarcimiento” sin que
constituya una fuente de enriquecimiento para el indemnizado ni desventaja ridicula o
mediocre para el responsable”.286
347
ddddddddddd. Mucho se ha escrito sobre el cará cter punitivo del dañ o moral. Javier
Tamayo es uno de los autores que proclama el carácter vindicativo de la condena por dañ o
moral. No obstante pensamos que una cosa es el deseo de lo que deben ser la reparació n por
dañ o morales y otra, la naturaleza que ellos tienen en la interpretació n de nuestro derecho, en
sus fuentes legales y jurisprudenciales.
281 Colombia. Consejo de Estado. Secció n Tercera, Sentencia de Febrero 14 de 1992, expediente 6477, Consejero
Ponente: Carlos Betancur Jaramillo.
282 Colombia. Consejo de Estado, Secció n Tercera, Sentencia del 25 de septiembre de 1997, Expediente 10.421,
CP: Ricardo Hoyos Duque.
283 Colombia. Consejo de Estado, Secció n Tercera, Sentencia del 19 de julio de 2000, Expediente 11.842, CP: Alier
Eduardo Herná ndez Enríquez.
284 Colombia. Consejo de Estado, Secció n Tercera, sentencia del 6 de septiembre de 2001, expediente 13.232-
15.646. CP Enrique Gil Botero.
285 Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera, Sentencia del 19 de
Octubre de 2007, Consejero Ponente: Enrique Gil Botero, Radicado 29.273, Actor: Roberto Zuleta Arango y
otros, Demandado: Nació n - Ministerio de Defensa, Ejército Nacional- Proceso: Acció n de reparació n directa.
286 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casació n Civil. Bogotá , 09 de agosto de 1993. M.P. Carlos Esteban
Jaramillo S. Expediente No 3750.
eeeeeeeeeee. Para nosotros es claro que la jurisprudencia ni la ley le han dado
cará cter de dañ o punitivo.
fffffffffff. Son varias las razones: La existencia de topes de modo constante
en la jurisprudencia desde 1940; la existencia de topes legales en todos los
có digos penales desde 1936; la exigencia del principio de la reparació n integral
(art. 16 de la ley 446 de 1997) que exige que la medida de la indemnizació n está
determinada por la naturaleza e intensidad del dañ o y no por la conducta del
responsable.
ggggggggggg. Al ser reiterativa la jurisprudencia tanto de la Corte como
del Consejo de Estado en fijar topes má ximos por reparaciones de dañ o
extrapatrimonial, está marcando un criterio para evitar que las condenas se
vuelvan en un castigo al demandado. Ni siquiera la ley penal ha dejado ilimitada
la reparació n por dañ o moral por el delito y ha fijado siempre unos límites.
hhhhhhhhhhh. El cará cter vindicativo de la condena por dañ os morales
ha sido rechazada en una sentencia de la Corte que señ aló : “Esos imponderables
tienen un límite en cuanto se traducen en una cuantía y dentro de aquel, y en
cada caso particular, el juez la determina. La fijació n de una indemnizació n no
está limitada sino por la conciencia y la prudencia de los magistrados. No se debe
exagerar la cuantía porque la indemnizació n puede constituir en esos casos una
348 manifestació n de venganza”.72
iiiiiiiiiii. Ademá s debemos agregar, que en los sistemas en que existe un
dañ o punitivo, como en el common law, éstos se dan cuando efectivamente el juez
encuentra en la conducta del causante del dañ o un comportamiento doloso o
culpa grave. Nunca en casos de simple negligencia o responsabilidades objetivas.
En Colombia nunca la jurisprudencia ha mirado la conducta de causante del dañ o
para determinar la cuantía. Se mira la intensidad del dañ o moral sufrido por la
víctima.
sssssssssss. En sentido estricto no es correcto ni conveniente clasificar el dañ o moral en objetivado y subjetivado.
No obstante, la jurisprudencia y un sector de la doctrina han mantenido por inercia estas denominaciones, por lo que
Tamayo Jaramillo designa a esta clasificació n “el fantasma de los perjuicios morales objetivados”. 287
ttttttttttt. Es frecuente encontrar en la doctrina nacional que esta distinció n tiene su origen en fallos de
comienzos de la década de 1940 aunque, como lo señ alamos atrá s, la denominació n de dañ o morales objetivados tiene sus
antecedentes en las observaciones hechas por CINO DE PISTOIA y BALDO, siglos antes.
uuuuuuuuuuu.La criticada distinció n entre dañ os objetivados y subjetivados parte del hecho de que la lesió n a un
bien extrapatrimonial puede traer perjuicios materiales y viceversa, la lesió n a un bien material puede generar también
perjuicios extrapatrimoniales. Así los distinguió la Corte: “Hay en torno al dañ o moral dos géneros de perjuicios: los que
emanan de aquél en forma concreta, determinada o deter- minable, que pudieran llamarse perjuicios morales objetivados;
y otros que son indeterminados o indeterminables) inasibles y abstractos, perjuicios moral, no susceptibles de
objetivació n”.288
vvvvvvvvvvv. El criterio de distinció n entre uno y otro está en que “el dañ o moral objetivado puede fácilmente
repararse. Tal cosa ocurre con el perjuicio inferido a una persona en su patrimonio por la pérdida de su crédito causada
350 por la difamació n o por su inhibició n para el trabajo; dicho dañ o es tangible, estimable con relativa facilidad,
concretable en cifras numéricas”.289 Y en consecuencia las repercusiones objetivas del dañ o moral han de
indemnizarse siempre aplicá ndoles las normas que regulan la fijació n y resarcimiento del perjuicio material. 290
291 292
Expresado brevemente, el dañ o moral subjetivo es el dañ o moral en sentido estricto y el dañ o moral
objetivado es un dañ o patrimonial causado por la lesió n a un bien extrapatrimonial.
F. No se reconoce su existencia víctimas que fallecen instantá neamente
wwwwwwwwwww. Hay criterio constante en la jurisprudencia de que las víctimas fallecidas instantá neamente no
sufren dañ o moral propio y por lo tanto no se concede acció n de reparació n. Así lo dijo la Corte en 1942: “Los perjuicios
morales no son de la sucesió n del muerto, ya que nunca estuvieron en el patrimonio de este, sino que corresponden a título
de indemnizació n los que hayan sufrido tales perjuicios por la muerte”. 81 No quiere decir esto que los familiares y herederos
no puedan intentar una acció n de reparació n del dañ o moral sufridos por ellos, pero nunca el dañ o moral de la víctima. La
Corte al respecto ha dicho:
xxxxxxxxxxx. “El crédito a la reparación o compensación del daño a la actividad social no patrimonial y el de daño
moral propiamente dicho, aceptando su transmisibilidad por no estar excluida ni tratarse de derechos ligados
indisolublemente a la persona de su titular originario, no se trasladan a los herederos sino en cuanto el causante alcanzó a
adquirirlos, es decir, cuando superviviendo alcanzó a padecer esas afectaciones. Que si la muerte fue instantánea o inmediata,
el crédito no surgiría para el occiso, y no podría nunca pronunciarse condena a favor de la sucesión del mismo. 82
G. Perjuicio moral al hijo postumo
yyyyyyyyyyy. La Corte ha tenido la oportunidad de pronunciarse sobre el reconocimiento del dañ o moral a
hijos pó stumos por la muerte de sus padres a quienes no conocerá n, pero que a la época del accidente estaban concebidos.
Así por ejemplo en un caso la Corte consideró que un hijo nacido pó stumo “al carecer “del apoyo, sostén, afecto y buen
ejemplo de su padre”, se puede presentar una influencia negativa “en el futuro desarrollo de su 351
personalidad... [ . . . ] En otros términos, como lo explica Escriche, el hijo concebido se reputa
nacido y con capacidad para adquirir, “a lo menos de derecho” “cuando se trata de su interés”. Por supuesto que esta
concepció n no es extrañ a a la legislació n colombiana, porque de alguna manera los artículos 232 y 233 del Có digo Civil,
reconocen con anticipació n la capacidad adquisitiva de derechos del hijo postumo, condicionada al nacimiento vivo y en el
tiempo debido, que son circunstancias no discutidas en el caso presente, pero que por tenerse por cumplidas concretan los
derechos y obligaciones en quien por ya ser persona tiene capacidad de goce.293
81 Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casació n Civil. Bogotá , 20 de octubre de 1942. M.P. Liborio Escalló n. Gaceta
judicial. T LIV. p. 189.
82 Colombia. Corte Suprema De Justicia, Sala de Casació n Civil, Sentencia de abril 4 de 1968 y Sala de Casació n, sentencia
del 20 de Octubre de 1943, ibídem bis, T.V. 94.
293Colombia. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casació n Civil. Bogotá , 21 de febrero de 2002. M.P. José Fernando Ramírez
Gó mez. Expediente No. 6063.
Obdulio Velá squez Posada
H. El dañ o moral resarcible debe cumplir con todas las nota esenciales de todo dañ o: debe ser cierto,
personal y antijurídico.
zzzzzzzzzzz. Los tres clá sicos requisitos del dañ o indemnizable se aplican también al dañ o moral y
son el mejor criterio para dilucidar casos difíciles que evitan la casuística propia de muchos fallos. El dañ o
moral resarcible es aquel que es cierto, personal y antijurídico. Ahora bien, en el dañ o moral se deben
distinguir la existencia de la intensidad y la cuantificació n. En una sentencia que recoge esto de modo
irrefutable, se lee:
aaaaaaaaaaaa. “a) En primer lugar, el que del dañ o moral se afirme que debe ser “personal”
bbbbbbbbbbbb. trae consigo que por norma y en tanto por definición hiere derechos de la personalidad, pueda
reclamar su reparación tan solo la víctima directa a título propio, entendiéndose que cuando ella no sobrevive al suceso, su
muerte envuelve una legítima aflicción que generalmente experimentan aquellos con quienes estaba ligada por vínculos de
parentesco cercano o de alianza, vínculos que en esencia son los que les permiten a los últimos ejercitar la acción
indemnizatoria correspondiente ya que, en atención a esa “... urdimbre de las relaciones que se entretejen con ocasión de los
vínculos propios de la familia ..." (C. S. J., casación civil de 28 de febrero de 1990 sin publicar), es de suponer que el
fallecimiento del damnificado directo trae para sus allegados pesares, sensaciones dolorosas de entidad más o menos
apreciable que el derecho no puede, sin caer en notoria injusticia, dejar de contemplar bajo el argumento, tantas veces
repetido por quienes se declaran enemigos de admitir la modalidad resarcitoria de la cual viene hablándose, de que por este
camino podría llegar a abrirse paso una cascada indefinida de demandas por pretendidos daños morales contra el
responsable".
352
cccccccccccc. b) En segundo lugar es del caso hacer ver que cuando se predica del
dañ o moral que debe ser cierto para que haya lugar a su reparació n, se alude sin duda a la necesidad de
que obre la prueba, tanto de su existencia como de la intensidad que lo resalta, prueba que en la mayor
parte de los supuestos depende en ú ltimas de la correcta aplicació n, no de presunciones legales que en
este á mbito la verdad sea dicha el ordenamiento positivo no consagra en parte alguna, sino de simples
presunciones de hombre cuyo papel es aquí de grande importancia, toda vez que quien pretenda ser
compensado por el dolor sufrido a raíz de la muerte de un ser querido, tendrá que poner en evidencia —
segú n se lee en brillantes pá ginas que forman parte de los anales de jurisprudencia administrativa
nacional— no só lo el quebranto que constituye factor atributivo de la responsabilidad ajena “... sino su
vinculació n con el occiso (...) su intimidad con él, el grado de su solidaridad y, por lo mismo, la realidad de
su afectació n singular y la medida de esta ...”, añ adiéndose que a tal propó sito “... por sentido comú n y
experiencia se
ITINERARIO JURISPRUDENCIAL DEL DAÑ O MORAL EN COLOMBIA ...
dddddddddddd. reconocen presunciones de hombre de modo de partir del supuesto de que cada có nyuge se aflige por lo
que acontezca al otro có nyuge, o los progenitores por las desgracias de sus descendientes y a la inversa, o que hay ondas de
percusió n sentimental entre parientes inmediatos ...” (Consejo de Estado, Secció n 3?; expediente 1651, aclaració n de voto del
conjuez doctor Fernando Hinestrosa, 25 de febrero de 1982), siendo por cierto esta línea de pensamiento la misma prohijada
por la Corte (Cfr., casació n civil de 28 de febrero de 1990, arriba citada)(3), hace poco menos de tres añ os, al proclamar sin
rodeos y con el fin de darle al tema la claridad indispensable, que cuando en el campo de la prueba del dañ o no patrimonial la
jurisprudencia civil ha hablado de presunció n “ha querido decir que esta es judicial o de hombre. O sea que la prueba dimana
del razonamiento o inferencia que el juez lleva a cabo.
eeeeeeeeeeee. Las bases de este razonamiento o inferencia no son desconocidas, ocultas o arbitrarias. Por el contrario,
se trata de una deducció n cuya fuerza demostrativa entronca con clarísimas reglas o má ximas de la experiencia de cará cter
antropoló gico y sicoló gico, reglas que permiten dar por sentado el afecto que los seres humanos, cualquiera sea su raza y
condició n social, experimentan por sus padres, hijos, hermanos o có nyuges ...”, presunció n que naturalmente puede ser
destruida puesto que “...necio sería negar —prosigue la Corte— que hay casos en los que el cariñ o o el amor no existe entre
los miembros de una familia; o no surge con la misma intensidad que en otra, o con respecto a alguno o algunos de los
integrantes del nú cleo. Má s cuando esto suceda, la prueba que tienda a establecerlo o, por lo menos, a cuestionar las bases
factuales sobre las que el sentimiento al que se alude suele desarrollarse —y por consiguiente a 353
desvirtuar la inferencia que de otra manera llevaría a cabo el juez— no sería difícil, y si de hecho
se incorpora al proceso, el juez, en su discreta soberanía, la evaluará y decidirá si en el caso particular sigue teniendo cabida la
presunció n o si, por el contrario, ésta ha quedado desvanecida ...”; resumiendo, entonces, no obstante ser tales, los perjuicios
morales puros también “... está n sujetos a prueba, prueba que, cuando la indemnizació n es reclamada por los parientes
cercanos del muerto, las má s de las veces puede residir en una presunció n judicial. Y nada obsta para que ésta se desvirtú e
por el llamado a indemnizar, poniéndole de presente al fallador aquellos datos que, en su sentir, evidencian una falta o una
menor inclinació n entre parientes...”.
ffffffffffff. c) Finalmente, incidiendo el dañ o moral puro en la ó rbita de los afectos, en el mundo de los sentimientos
má s íntimos y consistiendo el mismo, como al
Obdulio Velá squez Posada
297 Ibídem.
298Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n tercera Sentencia de
octubre 30 de 1997. expediente 11.809, Consejero Ponente: Daniel Suá rez Herná ndez Actor:
Rubiela Montoya de Arenas, Demandada: Instituto de Seguros Sociales.
tttttttttttt. En el añ o de 1992 el Consejo de Estado extendió la presunció n de la existencia
del dañ o moral a los hermanos y colaterales de la víctima fallecida .299 Esta postura fue ratificada en el
añ o 2007 cuando se condenó al estado por un caso de violació n de derechos humanos .300 301 A partir de
esta sentencia de 1992 se dijo que “se presume que el dañ o antijurídico inferido a una persona,
causado por la acció n u omisió n de las autoridades pú blicas genera dolor y aflicció n entre sus
parientes hasta el segundo grado de consanguinidad y primero civil, ya sean ascendientes,
descendientes o colaterales ”.91 (Sin subrayar el original)
uuuuuuuuuuuu. En este fallo el Consejo de Estado expandió el concepto de familia para los
efectos de la reparació n de perjuicios y sentó el principio de que lo anormal es lo que se debe probar y
no aquello que es natural en las relaciones familiares: el afecto amor entre hermanos, padres, etc. En
palabras del Consejo de Estado:
vvvvvvvvvvvv. “La Sala tan solo aplica el criterio lógico y elemental de tener por
establecido lo normal y de requerir la prueba de lo anormal. Dicho de otra manera, lo razonable es
concluir que entre hermanos, como miembros de la célula primaria de toda sociedad, (la familia), exista
cariño, fraternidad, vocación de ayuda y solidaridad, por lo que la lesión o muerte de algunos de ellos
afectan moral y sentimentalmente al otro u otros. La conclusión contraria, por excepcional y por
opuesta a la lógica de lo razonable, no se puede tener por establecida sino en tanto y cuanto existan
medios probatorios legal y oportunamente aportados a los autos que así la evidencien”. 302
wwwwwwwwwwww. En aplicació n de este principio es que en un caso de hijos 357
abandonados por sus padres el Consejo de Estado manifestó que no existe el dañ o moral en los
padres que han dejado a su suerte a los hijos privá ndolos de su afecto. Así en fallo del 12
299 Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera, Sentencia del 17 de julio de
1992.Radicado 6750, actor: Luis María Calderó n Sánchez y otros
300 Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera, Sentencia del sentencia e 30 de
agosto de 2007. Expediente 15.724, actor: Oswaldo Pérez Barrios. Consejero Ponente Ramiro Saavedra Becerra.
301 Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera, Sentencia del 17 de julio de
1992.Radicado 6750, actor: Luis María Calderó n Sánchez y otros. É sta posició n ha sido reiterada por la Sala Plena de lo
Contencioso Administrativo. Cfr. Consejo de Estado, Sala plena, sentencia de 30 de marzo de 2004. S 736 Actor: Nelly
Tejada. Consejero Ponente Camilo Arciniegas Andrade. “Del parentesco cercano con la víctima se infiere el
padecimiento moral que su muerte inflige a los suyos. El parentesco es indicio vehemente del dañ o moral.”
Recientemente la misma posició n ha sido reiterada por la Secció n Tercera. Cfr. Consejo de Estado, Sala de lo
Contencioso Administrativo, Secció n Tercera, Sentencia del sentencia e 30 de agosto de 2007. Expediente 15.724,
actor: Oswaldo Pérez Barrios. Consejero Ponente Ramiro Saavedra Becerra.
302 Ibídem.
xxxxxxxxxxxx. de noviembre de 1992 negó el dañ o moral a un padre que había
abandonado a su hijo. En los argumentos la Sala dijo: “el occiso fue un niñ o que se levantó sin la
ternura de su padre. Por ello no sabía nada él.. .El padre que ahora demanda el pago de
perjuicios morales y materiales registra un gran pasivo en lo que respecta al amor hacia su hijo.
Lo abandonó en la vida, es muy difícil aceptar que le haya dejado un vacío con su muerte. Los
padres que no proporcionan a sus hijos el pan del amor, no pueden demandar de la
administració n que les indemnice, mortis causa, con el pan para el cuerpo”.
D. La cuantía se fija en atenció n al grado de parentesco
yyyyyyyyyyyy. El Consejo de estado en caso de liquidació n de dañ o moral en
beneficio de los parientes de la víctima ha señ alado que en ejercicio del prudente arbitrio el
juez, “deberá tener en cuenta el grado de parentesco existente entre el damnificado y la víctima,
así como la naturaleza de los hechos; por regla general, cuando el dañ o se deriva de la muerte o
de la invalidez absoluta y definitiva del padre o madre, có nyuge o compañ ero (a), o de un hijo,
se ha reconocido el monto máximo, y en relació n con los demá s parientes, así como frente a
otras fuentes de reparació n del dañ o moral, a partir de allí, en una menor medida”.303
E. El dañ o moral en los hijos de crianza
zzzzzzzzzzzz. 358 En cuanto a los denominados hijos de crianza, es decir, aquellos que no han
aaaaaaaaaaaaa. sido legalmente adoptados, pero si han sido criados en el seno de una
familia con el trato y calidades de tales, el Consejo de Estado en el 2008, reconoció que éstos
pueden buscar reparació n por dañ o moral ante la muerte de la persona que los sustentó . Sobre
este punto el Consejo de Estado señ aló que “acreditado por cualquiera de los medios
probatorios, la circunstancia o relació n de especial afecto y protecció n que se adjetiva como
“hijo de crianza”.. .permite se infiera de allí el dolor moral padecido por aquél o por el pater
familias”.304
F. El dañ o moral tiene que tener cierta entidad. No toda molestia los causa
309 Ibídem.
310 PEIRANO FACIO, Jorge. Ob. Cit. p. 383.
311 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil, Sentencia de 1937 septiembre 28 G.J.T. XLV, No. 1929, pá gs. 758-
763.
312 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil, Sentencia de 1941 junio 20 G.J.T. LI, Nos. 1971-1972.
ITINERARIO JURISPRUDENCIAL DEL DAÑ O MORAL EN COLOMBIA ...
364 eeeeeeeeeeeeee. “La Corte a tono con los postulados constitucionales vigentes y con la
realidad jurídica y social, retomó el tema del “daño a la vida de relación”, en el fallo emitido el 13
de mayo de 2008 -Exp. No.1997 09327 01-, en el que reparó tanto en la doctrina foránea como en la
jurisprudencia patria para concluir que es de completo recibo en nuestro ordenamiento como una
especie de daño extrapatrimonial, incluso precisó que era distinto al de índole moral -también
inmaterial-; y, por tanto, su protección se impone en los casos en que esté cabalmente
acreditado”.314 (Sin subrayar el original)
313 Corte Suprema de Justicia. Sala De Casació n Civil, Sentencia del 13 de Mayo de 2008. Expediente. 110013103-006-
1997-09327-01, Magistrado ponente: César Julio Valencia Copete.
314 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil, sentencia del 20 de enero de 2009, Expediente No.170013103005
1993 00215 01.
ITINERARIO JURISPRUDENCIAL DEL DAÑ O MORAL EN COLOMBIA ...
oooooooooooooo. CONTENIDO:
1. Concepto de dañ o
2. Antecedente inadvertido en Colombia
3. Perjuicio fisioló gico o dañ o a la vida de relació n
4. Paseando (proyecció n) hacía un alinderamiento y autonomía de dos dañ os claramente autó nomos
pppppppppppppp. Resumen
qqqqqqqqqqqqqq. Desde una perspectiva antropocéntrica y ontoló gica se presenta la existencia de un dañ o
actualmente no indemnizado, el cual debe ser reparado de manera autó noma a los otros dañ os 367
materiales e inmateriales (econó mico o extraeconó mico), especialmente diferente del dañ o moral
o a la vida de relació n o alteració n de las condiciones de existencia. Planteamos y sustentamos que el dañ o corporal, bioló gico,
fisioló gico o a la salud debe ser reconocido como un dañ o jurídico indemnizable con autonomía e independencia de otros
rubros indemnizatorios (dañ o emergente, lucro cesante, dañ o moral, dañ o a la vida de relació n); abordando la problemá tica
de la tasació n de su reparació n, proponiendo finalmente el recurso a la facultad del arbitrio judicial.
315El presente documento es la continuació n de la investigació n iniciada a instancias del Instituto Risaral- dense del Derecho
de Dañ os, en el añ o 2007 y publicado inicialmente en su Web Side. (www.irrce.org).
316Magister en Derecho, programa en Responsabilidad Contractual y Extracontractual Civil y del Estado de la Universidad
Externado de Colombia Especialista en Responsabilidad y Dañ o Resarcible de la Universidad Externado de Colombia.
Abogado litigante. Miembro Fundador y Presidente del Instituto Risaralden- se del Derecho Dañ os antes Responsabilidad
Civil y del Estado. Docente invitado a las especializaciones de las Universidades San Buenaventura de Cali y la
Corporació n Universitaria del Caribe “CECAR”, Since- lejo, Conjuez Tribunal Contencioso Administrativo del Risaralda y
de la Sala Civil del Tribunal Superior de Pereira, autor del libro El dañ o punitivo en la responsabilidad civil, Pereira, 2007.
Jesú s Alberto Buitrago Duque
tttttttttttttt. Abstract
uuuuuuuuuuuuuu. From an anthropocentric perspective and presents the ontological existence of damage is
not currently compensated, which should be serviced independent- ly of the other tangible and intangible damages (financial
or extra), notably differ- ent from life or damage or alteration of relationship the conditions of existence. Raise and sustain
the injury, biological, physiological or health must be recog- nized as a compensable injury legal autonomy and independence
of other types of compensation (damages, lost profits, damage, harm to the life of relationship); addressing problems of
taxation of repair, ultimately proposing the use ofjudicial power.
xxxxxxxxxxxxxx. Résumé
yyyyyyyyyyyyyy. D’un point de vue anthropocentrique et présente l’existence ontologique de dommages ne
sont pas indemnisés, ce qui devrait etre assuré de fa£on indépen- dante des autres actifs corporels et incorporels des
dommages-intérets (finan- ciers ou extra), notamment différents de la vie ou de dommage ou de la modifica- tion de la
relation les conditions d’existence. Soulever et maintenir le préjudice, biologiques, physiologiques ou de la santé doit etre
reconnu comme un droit a indemnisation du préjudice de l’autonomie et l’indépendance d’autres types de compensation
(dommages et intérets, perte de profits, de dommages, les dommages a la vie de relation); traiter problemes de la fiscalité de
la réparation, en fin de compte de proposer l’utilisation du pouvoir judiciaire.
DAÑ O CORPORAL, BIOLÓ GICO, FISIOLÓ GICO O A LA SALUD...
1. CONCEPTO DE DAÑO:
eeeeeeeeeeeeeee. No podemos abordar la descripció n conceptual de un específico 369
dañ o, sin tener como antecedente y guía el concepto genérico de dañ o y para ello volveremos
sobre lo dicho al respecto en anterior trabajo .317 Decía en aquella oportunidad:
fffffffffffffff. Para establecer esos puntos de contacto y retroalimentació n, retomaré las definiciones que en torno al
dañ o ofrecen los profesores De Cupis y Juan Carlos Henao: “Dañ o no significa más que nocimiento o perjuicio, es decir,
aminoració n o alteració n de una situació n favorable”.318 Asimismo “dañ o es la aminoració n patrimonial sufrida por la
víctima”,319 partiendo del presupuesto de que para el profesor Henao el patrimonio está integrado por bienes materiales e
inmateriales.
ggggggggggggggg. Si el “concepto de dañ o se presenta bajo este aspecto sumamente amplio, ya que de hecho,
ninguna limitació n ofrece el lenguaje ordinario en cuanto al nú mero de lesiones o perjuicios a los que pueda aplicarse la
denominació n de "dañ os”,320 la discusió n se centra en establecer cuá les dañ os ontoló gicamente considerados
317 BUITRAGO, Jesú s. El daño punitivo en la responsabilidad civil, Pereira, 2007; 262 y ss.
318 DE CUPIS, Adriano. El daño. Teoría general de la responsabilidad civil. p. 81.
319 HENAO, Juan Carlos. El daño. Bogotá , Universidad Externado de Colombia, p.84.
320 DE CUPIS, Adriano, Ob. Cit. p. 81.
Jesú s Alberto Buitrago Duque
324MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad por daños, T I, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni, reimpresió n 2004; 314
325 MOSSET ITURRASPE, Jorge. Ob. Cit. p. 314.
Jesú s Alberto Buitrago Duque
ttttttttttttttt. persona - está compuesto por bienes materiales o inmateriales o en palabras del profesor GHERSI 326
por bienes econó micos y extraeconó micos.
uuuuuuuuuuuuuuu. Antes de retomar las reflexiones del profesor HENAO ,327 quiero repasar las lecciones sobre el
concepto de patrimonio que nos ofrece un diccionario bá sico de términos jurídicos, el que citaré en extensió n, para
demostrar lo errá tica que resulta la sub-clasificació n de dañ os en patrimoniales y extrapatrimoniales:
vvvvvvvvvvvvvvv. PATRIMONIO:
wwwwwwwwwwwwwww. Conjunto de elementos activos y pasivo, económicamente evaluables, que integran una
universalidad radicada en cierta persona.
xxxxxxxxxxxxxxx. Según la doctrina, el patrimonio constituye una unidad cuyo fundamento es el hecho de que todos los
derechos subjetivos susceptibles de evaluación en dinero - sean ellos personales, reales, inmateriales o hereditarios- hacen
relación a un mismo sujeto.
yyyyyyyyyyyyyyy. La doctrina moderna combate la identificación que en otros tiempos se hizo entre la universalidad
del patrimonio y la personalidad, pues mientras ésta es indivisible aquélla puede partirse materialmente. Se afirma por varios
autores que la unidad del patrimonio está dada por la destinación común de los derechos de naturaleza patrimonial a ciertos
fines especiales.328
372 zzzzzzzzzzzzzzz. Consideramos que con retornar a los conceptos bá sicos, basta para diagnosticar que no es
correcto seguir hablando de una categoría de dañ os extrapatrimoniales dando la idea de estar por fuera del
patrimonio, por el contrario si la nueva condició n que contempla el ser humano adquiere la categoría de dañ o resarcible, es
precisamente por haber afectado su patrimonio, de lo contrario - si está por fuera de su patrimonio - no adquiere la calidad
de dañ o jurídico reparable.
aaaaaaaaaaaaaaaa. Es por ello que con acierto que el profesor HENAO prefiere realizar la divisió n a partir de las
nociones de perjuicios materiales y dañ os inmateriales al afirmar categó ricamente, que:
bbbbbbbbbbbbbbbb. Hechas las anotaciones anteriores, se estima oportuno aclarar que en este escrito se
considera, de todas formas, que la clasificación de perjuicio patrimonial y extrapatrimonial carece de sentido. En efecto, es
imposible concebir un daño que afecte un bien que se encuentre fuera del patrimonio, es decir, que sea “extrapatrimonial”. Si
patrimonio es el “conjunto de bienes y de obligaciones de una persona”, y si bien es, al decir de los mismos
326 GHERSI, Carlos. Valuación económica del daño moral y psicológico, Buenos Aires, Astrea, 2000; 61.
327 Hoy magistrado de la Corte Constitucional Colombiana.
328 MADRID-MALO, Mario. Diccionario básico de términos jurídicos, Bogotá, Legis, 1990; 386
DAÑ O CORPORAL, BIOLÓ GICO, FISIOLÓ GICO O A LA SALUD...
cccccccccccccccc. autores “todo derecho subjetivo patrimonial”, los daños solo pueden afectar el patrimonio. 329
dddddddddddddddd. Y agrega con su sorprendente lucidez que fue el advenimiento del dañ o moral y otros rubros
inmateriales lo que impuso a los juristas la terminología de dañ os extrapatrimoniales incididos por la tradicional concepció n
de reparació n econó mica lo que los llevó a clasificarlos en un estanco diferente, por creer que se encontraban por fuera del
patrimonio, que era lo que impedía que se aceptará su reparabilidad jurídica, idea superada en el fondo, pero no en la forma;
por lo cual aconseja:
eeeeeeeeeeeeeeee. Es así como se propone borrar del lenguaje doctrinario y jurisprudencial la clasificación entre
daños patrimoniales y extrapatrimoniales, y conservar la misma idea, enunciada de manera diferente: daños materiales y daños
no materiales, o si se quiere, daños materiales y daños inmateriales. Sólo de esta forma se garantiza que uno de los extremos de
la clasificación tradicional, la de daños patrimoniales, no exprese la totalidad de los rubros del daño. 330
ffffffffffffffff. Dicho lo anterior, no existen dañ os extrapatrimoniales, ello es contradictorio en sí mismo; todos son
patrimoniales, ya sean materiales o inmateriales, o si se quiere econó micos y extraeconó micos, pero no extrapatrimoniales.
gggggggggggggggg. Queremos poner de presente, como lo hiciéramos anteriormente que: Nuestro legislador optó
por una clá usula abierta que permite que dicha consideració n y valoració n sea realizada por el 373
poder judicial siguiendo los lineamientos bá sicos, sin olvidar que debe existir una indemnizació n
integral. De manera expresa no se prohíbe la indemnizació n de ningú n dañ o. Nos parece que el legislador se inclinó por la
tesis de equiparació n del dañ o ontoló gico como categoría indemni- zable. No otra conclusió n puede extraerse del contenido
del artículo 16 de la ley 446 de 1998, que dispone lo siguiente: “Valoració n de dañ os. Dentro de cualquier proceso que se
surta ante la Administració n de Justicia, la valoració n de dañ os irrogados a las personas y a las cosas, atenderá los principios
de reparació n integral y equidad y observará los criterios técnicos actuariales”. Cuando dispone que la reparació n sea integral
se está oponiendo ló gicamente a la reparació n parcial, nos conduce directamente a un concepto holista del patrimonio de las
personas. De tal modo que ningú n dañ o puede dejar de ser indemnizado e incluso como factor amplificador se ordena
recurrir a la equidad como factor de tasació n del dañ o. La clá usula abierta permite concluir que el legislador renunció a
definir o
hhhhhhhhhhhhhhhh. calificar el dañ o, difiriendo dicha valoració n a los jueces, segú n las realidades socioló gicas y
antropoló gicas que prevalezcan al momento de generarse la responsabilidad. Pero el contenido y valoració n fueron
establecidos por la ley de manera integral y para su valoració n se puede recurrir a la equidad respetando criterios técnicos
actuariales.331
iiiiiiiiiiiiiiii. Por tanto, nuestro ordenamiento jurídico no limita el derecho indemnizatorio a los rubros de dañ o
emergente y lucro cesante; por el contrario dicho abanico se ha ido ampliando a la verdadera identidad ontoló gica de las
consecuencias del dañ o en el patrimonio de la víctima, por vía del reconocimiento judicial de nuevos dañ os, sin que la labor
de construcció n se haya concluido, pues pese a haberse reconocido ya de manera pacífica la reparabilidad de los llamados
dañ os morales y del dañ o a la vida de relació n, ella no ha concluido; pues vemos como en la actualidad se sigue dejando a las
víctimas con parte del dañ o al no reconocerse su reparabilidad de manera expresa o tá cita, como evidentemente ocurre con
el dañ o corporal, bioló gico, fisioló gico o a la salud.
jjjjjjjjjjjjjjjj. Aquí retomamos las enriquecedoras pá ginas de novísima jurisprudencia de nuestra Corte Suprema de
Justicia en el caso Carvajal Gómez vs GDS Ingenieros Ltda. que reconoce y llama la atenció n sobre la misió n socioló gica y
renovadora que compete a los jueces, entre otras por el cará cter general y abstracto del derecho de dañ os, lo que exige que el
operador jurídico siempre ausculte el caldo socioló gico que pide su intervenció n, a través del reconocimiento de
374 nuevos dañ os resarcibles en procura de cumplir con el mandato de reparació n integral a que tienen derecho las
víctimas, pronunciamiento en el cual define y caracteriza el dañ o a la vida de relació n - lo cual ya es importante - no
bastá ndose con ello, pues de paso deja sentada la autonomía y diferencia con el dañ o bioló gico o a la salud, veamos:
kkkkkkkkkkkkkkkk. Adicionalmente, ha de notarse que el cará cter general de las disposiciones
relacionadas con el derecho de dañ os le concede al juzgador la posibilidad de reconocer, desde luego, en forma
prudente y razonada, nuevas clases de perjuicios resarcibles, encaminados a desarrollar el mentado principio de
reparació n integral y a salvaguardar los derechos de las víctimas, como ahincadamente lo impone el derecho
contemporá neo; por tanto, con independencia de los cuestiona- mientos o polémicas de que pueda ser objeto el daño a la vida
de relación en el país donde tuvo origen, muchas de ellas motivadas por el diverso tratamiento que se ofrece a los perjuicios
patrimoniales y a los extrapatrimoniales, o por el surgimiento de novedosas
llllllllllllllll. categorías, tales como el daño biológico, el daño a la salud y el daño existencial, entre otros, lo cierto es que esta
figura - el daño a la vida de relación - acompasa con los fines que en este campo persigue el sistema positivo colombiano, a la par
que encaja dentro de una evolución institucional propia y auténtica, por lo que sigue mostrando considerable utilidad a fin de
extender y profundizar las garantías efectivas con que cuentan las personas que acuden a la administración de justicia.
mmmmmmmmmmmmmmmm. Por último, en el marco de la labor unificadora de la jurisprudencia que le ha sido
atribuida a la Corte Suprema de Justicia de acuerdo con los artículos 234 y 235 de la Constitución Política y 365 del Código de
Procedimiento Civil, es preciso manifestar que el reconocimiento por parte de la Sala de la noción que se viene comentando, ha
de ser apreciado como un eslabón dentro del proceso de transformación de las instituciones jurídicas de una sociedad, que en
esta ocasión, tras capitalizar las diversas experiencias acopiadas, viene a determinar la recepción de algunos conceptos
existentes encaminados a formular un planteamiento que atienda las necesidades de la época y las circunstancias propias del
país, claro está, bajo el entendimiento consistente en que su aplicación práctica, los pronunciamientos judiciales que en lo
sucesivo se profieran y los cambios de una comunidad en desarrollo ameritarán que esta Corporación, como Corte de Casación,
se encargue de elaborar e implementar los ajustes, las modificaciones y las adecuaciones que permitan que esta institución
adquiera solidez y estabilidad, pues, como lo pregona uno de los autores citados, “... en todas las experiencias consideradas puede
encontrarse esa característica común, de donde la temática del daño a la persona se caracteriza por ser un ‘derecho
jurisprudencial’. aún si en determinadas fases de su evolución, para lograr una respuesta más completa, se precisó de la
intervención del legislador” (Comandé Giovanni, Resarcimiento del daño a la persona y respuestas institucionales - La
perspectiva europea, Bogotá, 2006, pág. 101, se subraya). 332
nnnnnnnnnnnnnnnn. En las siguientes líneas dejamos sentada nuestra propuesta de
375
autonomía e independencia del dañ o corporal o bioló gico o en palabras de un sector de la
doctrina italiana dañ o a la integridad psicofísica o la salud.
332 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil, en el caso Carvajal Gó mez vs GDS Ingenieros Ltda., 13 de
mayo de 2008, Exp. 11001-3103-006-1997-0932701, M. P. Dr. César Julio Valencia Copete.
Jesú s Alberto Buitrago Duque
pppppppppppppppp. aceptó la posibilidad de este nuevo tipo incluyéndolo como perjuicio moral al reconocer
1.800 gr., de oro, excediendo notablemente el límite má ximo de 1000 por concepto de dañ o moral que impera para dicha
época en la prá ctica jurisprudencial para el dañ o moral, pero ante la evidencia de la magnitud y modalidad del dañ o dejaban
advertir que el Consejo de Estado se condolía de las víctimas que al perder un ó rgano o funció n vital, entendía que el dañ o no
só lo era moral, pues la pérdida o mutilació n del cuerpo cuando afectaban los proyectos de vida del damnificado o má s
precisamente hacían desagradable su existencia, reconociendo una nueva categoría de dañ o, el que fue denominado “dañ o
fisioló gico”.
qqqqqqqqqqqqqqqq. En 1993 volvieron a utilizar el concepto “perjuicios fisioló gicos” como sinó nimo de “dañ o a
la vida de relació n”, compensando la pérdida de la posibilidad de realizar otras actividades vitales, que aunque no producían
rendimiento patrimonial, hacían agradable la existencia.
rrrrrrrrrrrrrrrr. Fueron varios los avances y retrocesos en la misma época a tal punto que en alguna decisió n se afirmó
que se reconocía el dañ o fisioló gico para permitir a la víctima asumir los costos de una persona que lo acompañ ara para
suplir sus necesidades básicas y atenciones e incluso para readecuar su há bitat a sus nuevas condiciones o limitaciones
fisioló gicas producidas por el hecho dañ oso, advirtiéndose una clara confusió n conceptual al refundir en el nuevo dañ o
indemniza- ble aspectos claramente clasificables bajo el rubro de dañ os emergentes futuros.
ssssssssssssssss. Para 1997 se clarificó la posició n y conceptualizació n del perjuicio, concretando que no se
376
trataba de indemnizar la tristeza y el dolor y tampoco de resarcir las consecuencias patrimoniales que para ella siguen
por causa de la lesió n, sino má s bien de compensar, en procura de otorgar al damnificado una indemnizació n integral, por la
totalidad de los intereses humanos jurídicamente tutelados que resultan comprometidos por la conducta dañ ina, dentro de
los cuales, ocupa lugar principal la mengua en las posibilidades de realizar actividades, que la víctima bien podría haber
realizado o realizar de no mediar la conducta dañ ina que se manifestó en su integridad personal ,333 se indemniza a la persona
que quede privada de la alegría de vivir en igualdad de oportunidades con sus semejantes.
tttttttttttttttt. Pero la estructuració n e identificació n autó noma del perjuicio fisioló gico no se había logrado y como
lo denunciara el profesor Juan Carlos HENAO, sin prever, que vendrían cambios que a pesar de significar un avance, tampoco
lograrían consolidar una teoría adecuada y decantada, situació n que advendría por consi-
uuuuuuuuuuuuuuuu. derar de manera ambivalente al dañ o fisioló gico como sinó nimo de dañ o a la vida de relació n o
alteració n de las condiciones de existencia.
vvvvvvvvvvvvvvvv. Para esa época la desfiguració n o el dañ o del ó rgano del ser humano, dañ o en sí mismo, no era
reconocido como fisioló gico, pues se exigía que alterara la vida de relació n, es decir, para que se pudiera reconocer el dañ o
fisioló gico era necesario que se concretara una alteració n externa de los proyectos de vida del damnificado, pero eso sí, tenía
que reunir esas dos condiciones, a saber:
a. Pérdida de un ó rgano o funció n vital, y
b. Que dicha pérdida le alterara la vida de relació n con el mundo exterior.
wwwwwwwwwwwwwwww. Dicha estructuració n, a pesar de ser un avance, constituía al mismo tiempo una
victoria parcial, pues la exigencia de esos dos elementos - autó nomos ontoló gicamente - impedían que las alteraciones de la
vida de relació n que no provinieran de una lesió n personal o pérdida anató mica o funcional no fueran indemnizadas, e igual,
sucedía con el caso contrario, al punto de haberse negado la indemnizació n del dañ o “fisioló gico” por la pérdida de un
testículo con el argumento de no alterar el proyecto de vida del lesionado o no indemnizar a la esposa del cuadripléjico por no
haber perdido ella la funció n u ó rgano a pesar de modificarse claramente su vida de relació n, ya no era só lo esposa, ademá s,
enfermera destinada al pequeñ o mundo de su casa y los tratamientos terapéuticos en extremo rigurosos de su esposo o
compañ ero.
xxxxxxxxxxxxxxxx. A pesar de lo dicho, el reconocimiento del dañ o fisioló gico
377
constituye un antecedente socioló gico que acepta que la alteració n o mutació n del cuerpo, la
salud o estructura bioló gica del ser humano, es fuente de otro dañ o indemnizable.
yyyyyyyyyyyyyyyy. Pero un caso que llama especial atenció n fue resuelto por el Consejo de Estado Colombiano en
el añ o 2000, precisamente por reclamarse la indemnizació n por la pérdida de un ojo que ya no tenía visió n - claro dañ o
corporal - ; se trató del caso Sánchez Marín Vs. ¡SS,334 en el que los Consejeros de Estado aunque no reconocieron
indemnizació n por la pérdida orgá nica, no lo hicieron por considerar que no se debiera reparar dicho dañ o independiente de
la pérdida de la visió n - traducida en pérdida de capacidad laboral - dañ o moral y dañ o a la vida de relació n, sino porque el
empleador ya había indemnizado al trabajador y que dentro de los conceptos había quedado incluida la pérdida anató mica
del ojo, por
334 Colombia. Consejo de Estado Colombiano, Secció n Tercera, radicació n 11519, 10 de agosto de 2000, C. P. Dra. María Elena
Giraldo Gó mez.
Jesú s Alberto Buitrago Duque
zzzzzzzzzzzzzzzz. lo cual el ISS no estaba obligado a reparar dicho dañ o por haberse extinguido la obligació n, pese
a ser responsable de dicho dañ o por inadecuada atenció n médica, procediendo la indemnizació n de los dañ os morales de
los familiares del paciente, má s no al lesionado que había transado con su empleador, pues el accidente ocurrió por culpa
patronal, aunque la solució n del Consejo de Estado no es muy clara respecto al afecto de la extinció n de la obligació n por
tratarse de dos centros de imputació n diferente - pérdida de la visió n causada por el accidente de trabajo y perdida del
globo ocular por deficiente atenció n médica - permitiendo que la transacció n del empleador beneficiara al causante de
otro dañ o, lo importante para este escrito es que el Consejo de Estado da a entender que al trabajador se le indemnizó la
pérdida del ojo.
aaaaaaaaaaaaaaaaa. El caso puede resumirse en que un trabajador sufrió un accidente de trabajo que le
causó la pérdida de la visió n y la pérdida del ó rgano físico o pérdida anató mica tuvo su causa directa en la irregular atenció n médica
brindada por el ISS al no haber atendido al paciente un especialista, quedando probado que si al paciente se le hubieran extraído a
tiempo las esquirlas alojadas en el ojo, no habría perdido anató micamente todo el cuerpo del ó rgano, pudiendo conservar la
escleró tica y tal vez la có rnea, proporcionando un mejor aspecto estético en la persona del trabajador; en consecuencia el Consejo de
Estado analizaba las 378 consecuencias no de la pérdida de la visió n, sino el de la pérdida anató mica o del cuerpo del ó rgano,
evidente dañ o corporal o alteració n de la integridad psicofí- sica, pues se probó que el só lo hecho de penetrar un cuerpo extrañ o, no
quiere decir que inevitablemente todo el cuerpo anató mico del ojo se tenga que perder.
bbbbbbbbbbbbbbbbb. Afirmando los Consejeros de Estado: La conducta tardía del I.S.S le impidió al paciente
tener la oportunidad - daño antijurídico - de salvar por lo menos parte anató mica del cuerpo del ojo que fue lesionado antes, en un
accidente laboral, y por penetración de esquirlas.
ccccccccccccccccc. El demandante y sus familiares reclamaron la indemnizació n de perjuicios morales, fisioló gicos
y materiales por la pérdida del ojo izquierdo. El problema que impidió , segú n el juez administrativo, se le reconociera la
indemnizació n por la pérdida anató mica a cargo del ISS, consistió en que el trabajador en el proceso laboral que instauró
contra su empleador, en procura de una responsabilidad plena u ordinaria por culpa patronal, transó con su patrono
todos los perjuicios ocasionados a consecuencia de la extracció n del ojo.
ddddddddddddddddd. Textualmente el acuerdo transaccional señ alaba que:
DAÑ O CORPORAL, BIOLÓ GICO, FISIOLÓ GICO O A LA SALUD...
eeeeeeeeeeeeeeeee. “Mediante el acuerdo convenido, la parte demandada paga a la parte actora la cantidad de
Cinco millones quinientos mil pesos ($5.5000.000), suma ésta que la parte demandante declara recibida con la suscripción
del presente memorial. Con este pago, la parte demandante declara solucionadas todas las obligaciones objeto de las
pretensiones de la demanda, concretamente a saber: La indemnización plena y ordinaria de perjuicios por la culpa del
patrono en el accidente, ocurrido el 21 de junio de 1.988, la cual comprende los daños materiales, morales y el lucro cesante
originado en la disminución de la capacidad laboral por la pérdida del ojo”.
fffffffffffffffff. La posició n adoptada por el Tribunal para negarle al trabajador la petició n reparadora contra el
ISS, a nuestro modo de ver, al aceptar que el patrono cubrió en la transacció n a instancias de la justicia laboral el valor de
la pérdida anató mica del ó rgano implica el reconocimiento de un nuevo dañ o, el corporal; veamos la explicació n y juzgue
usted deferente lector:
ggggggggggggggggg. Con esa prueba se puede colegir que con el pago de la suma contenida en ese acuerdo de
transacción, la víctima directa, señor Sánchez Marín, solucionó el derecho a la “indemnización plena y ordinaria”, la cual
comprende, se repite, “los daños materiales, morales y el lucro cesante originado en la disminución de la capacidad por la
pérdida del ojo”, daño que contiene las pérdidas de la visión y del cuerpo anatómico del ojo.
hhhhhhhhhhhhhhhhh. Los efectos de ese pago, considera la Sala, extinguieron la obligación del I.S.S a
indemnizar a la víctima directa, porque SIMESA con el pago cubrió todos los perjuicios, plenos y
379
ordinarios, por la “pérdida del ojo”.
iiiiiiiiiiiiiiiii. Y estima que debe ser así, porque como ya antes se explicó, la conducta falente del I.S.S, mala atención
del paciente, produjo en éste el daño antijurídico de pérdida anatómica, no de otros, que hizo que el daño de visión sufrido
por el accidente laboral se propagara hasta el de pérdida anatómica.
jjjjjjjjjjjjjjjjj. Por consiguiente, si SIMESA pagó, en forma plena y ordinaria todos los perjuicios ocasionados con esas
pérdidas, de visión y anatómica, del señor Sánchez Marín, de contera también se cubrió la obligación de indemnización del
I.S.S, pues la conducta dañina de esta persona fue la causante de la enucleación de ese órgano.
kkkkkkkkkkkkkkkkk. En este proceso aunque se reclamó indemnización de perjuicios por la extirpación del ojo -
pérdida anatómica - pretensión que también fue objeto del proceso laboral, seguido por el señor Sánchez Marín contra
SIMESA, no se funda ni en la misma causa ni se da la identidad de partes, como ya se explicó.
lllllllllllllllll. Pero ya antes se estudió que el pago hecho por SIMESA al señor Sánchez cubrió la “indemnización plena
y ordinaria” por la pérdida de la visión y extirpación del ojo y, en consecuencia, extinguió de contera la obligación del I.S.S
de indemnizar los perjuicios ocasionados con la pérdida anatómica indicada.
Jesú s Alberto Buitrago Duque
mmmmmmmmmmmmmmmmm. Consideramos pues, que ademá s ser desacertada la solució n, por no poder
extinguir el patrono una obligació n que no había asumido, pues no causó la pérdida orgá nica del ojo y no haber operado
la subrogació n en el crédito, el trabajador podía solicitar vá lidamente del ISS la reparació n del dañ o causado por la
entidad a lo sumo por poder acumular dichas indemnizaciones por tener causa jurídica diferente; pero especialmente por
ser la pérdida del ó rgano un dañ o autó nomo independiente de la incidencia econó mica que hubiera tenido dicho evento;
aspecto que aprueba el Tribunal al aceptar que el empleador indemnizó la pérdida anató mica, sin que hubiera afirmado
que dicho dañ o no era indemnizable, como debió decirlo si esa hubiera sido su posició n, pues de no ser un dañ o
autó nomo, ello directamente le hubiera permitido negar la pretensió n por inexistencia del dañ o y no tener que recurrir a
toda la elucubració n de la extinció n de la obligació n, pues aceptar que el patrono extinguió la obligació n es aceptar que
ella surgió , es decir, la reparabilidad del dañ o corporal o fisioló gico.
335 Colombia. H. Consejo de Estado del 19 de julio de 2000, Secció n Tercera, M. P. Alier Eduardo Herná ndez Enríquez, radicació n # 11.842, Caso
Gutiérrez Sepú lveda y O. Vs. Policía Nacional.
336 Presidente del Consejo de Estado Colombiano.
337 GIL BOTERO, Enrique. Temas de responsabilidad extracontractual del Estado, Medellín, Comlibros, 2006; 110.
DAÑ O CORPORAL, BIOLÓ GICO, FISIOLÓ GICO O A LA SALUD...
hhhhhhhhhhhhhhhhhh. vació n de la especie bajo el equilibrio entre el proyecto de vida y la coexistencia con los
demá s factores có smicos que confluyen a la convivencia armó nica, armonía que trasciende la tradicional perspectiva
patrimonialista, para trascender a una visió n holista, en la cual se privilegia el goce de la vida, lo cual só lo es posible en la
medida que el hombre pueda conservar su integridad física mental.
iiiiiiiiiiiiiiiiii. La evolució n reconstructiva del valor axioló gico - no econó mico - del ser humano es descrita de
manera precisa por el profesor GHERSI, al referirse a los derechos personalísimos y dañ os en su humanidad má s
profunda al hacer énfasis en : Los derechos personalísimos así entendidos aseguran un mínimo de dignidad en
el hombre - ya no en sus fases de productor - obrero o de mero consumidor, sino como ser humano -, tales
como el derecho a la vida y la integridad física, el derecho ai propio cuerpo, a ia integridad espiritual, a ios
datos personales, a ia intimidad, etc.; todos eiios van conformando una especie de haio protector e
irreductibie, citando a Albanese.340
jjjjjjjjjjjjjjjjjj. En el mismo sentido resulta ilustrativo lo comentado por ROZO SORDINI, al describir: Fue entonces
inevitabie comenzar a preguntarse si ia persona tenía un vaior autónomo respecto a su capacidad
productiva y a su profesión; si ias manifestaciones de ia persona humana, dignas de consideración y
protección jurídica, no eran sóio aqueiias sus- ceptibies de vaioración en términos de renta, sino también
otras dependientes de ia oportunidad de gozar de ia vida en modo pieno y en perfectas condiciones físicas
y mentaies.341
384
kkkkkkkkkkkkkkkkkk. Es por ello que se defiende la tesis del valor autó nomo de la integridad
sicofísica, consecuencia directa del derecho a la salud, independiente de la incidencia en el plano econó mico,
es decir si la lesió n generó o no desembolsos o impidió ingresos (dañ o emergente - lucro cesante) pues la
pérdida de un ó rgano o funció n debe ser indemnizado de manera autó noma e independiente.
340 GHERSI Carlos Alberto, Teoría Generai de ia Reparación de daños. Buenos Aires: Astrea, 2003, ps. 69 y 70
341 ROZO SORDINI, Paolo Emanuele. Ob. Cit. p. 115.
DAÑ O CORPORAL, BIOLÓ GICO, FISIOLÓ GICO O A LA SALUD...
uuuuuuuuuuuuuuuuuu. e) Ser un derecho que tiene como objeto la plenitud del ser, de las facultades físicas,
mentales y espirituales del hombre. Plenitud que está ordenada a la realización de sus fines propios. Plenitud física, o
normalidad en el desempeño de las facultades físicas de la persona”. 342 343
vvvvvvvvvvvvvvvvvv. No só lo es pasible de lesionarse el “bolsillo” de la víctima, por el contrario, existen
otros derechos de mayor jerarquía, como los de la personalidad, el espíritu y la integridad sicofísica que de ser agredidos
deben ser indemnizados, desconocer tal posibilidad significaría neutralizar su relevancia socio jurídica.
wwwwwwwwwwwwwwwwww. Desde el punto de vista personal las incapacidades no só lo son laborales, por
el contrario, pueden ser legales o fisioló gicas; como lo comenta el profesor C AMBAS ZULUAGA, diciendo:
xxxxxxxxxxxxxxxxxx. “4.1. Tipos de incapacidad.
yyyyyyyyyyyyyyyyyy. La Incapacidad médica, de acuerdo con el campo de aplicación, puede ser: Laboral, Legal o
Fisiológica. Debido a que tiene diferentes connotaciones, éstas deberían ser expedidas por tipos diferentes de médicos. Es así
como, las Incapacidades Laborales, deberían ser expedidas por un Médico Laboral; las Legales, por un Médico Legista y las
Fisiológicas por un Médico General o Especialista, circunstancia que hasta el momento no ha sido posible en Colombia.29
zzzzzzzzzzzzzzzzzz. La reivindicació n del ser humano exige una nueva mirada que contemple las 386
externalidades negativas - dañ o para los economicistas - en su contexto, lo que traerá como consecuencia la obligació n de indemnizar
nuevos dañ os jurídicos, nuevos para el hombre del derecho, pero que ontoló gicamente han estado presentes en las tragedias
humanas, que han sido olvidados por la doctrina y la jurisprudencia; tendencia que venimos reclamando desde la academia: No
podemos seguir mirando el daño desde una óptica individualista. La visión egocéntrica debe ser superada; ello
implica que el daño social surge del sarcófago en que lo tenía la doctrina y toma identidad propia para merecer la
atención que no se le había dispensado, para llegar a un análisis supra individual, sin olvidar al perjudicado
directo.344
aaaaaaaaaaaaaaaaaaa. El derecho a la vida es inviolable (artículo 11 de nuestra Constitució n Política) y en
palabras de la propia Corte Constitucional:
342 HOYOS CASTAÑ EDA Ilva M. La persona y de sus derechos. Consideraciones Bioéticas-Jurídicas, Bogotá , Temis, 2000, Págs. 191 a 193
343 CAMBAS ZULUAGA Luis Armando. Determinación del origen y valoración del Daño Corporal, Medellín, Comli- bros, 2004, p. 25.
344 BUITRAGO DUQUE Jesú s Alberto. Ob. Cit. p. 246.
DAÑ O CORPORAL, BIOLÓ GICO, FISIOLÓ GICO O A LA SALUD...
ggggggggggggggggggg. Y para rematar la configuració n autó noma del resarcimiento del dañ o bioló gico, la
corte italiana aseveró :
hhhhhhhhhhhhhhhhhhh. “La salud es por lo tanto”, según la Corte Suprema, “objeto de una derecho
absoluto, cuya violación, bajo la forma de lesiones a los órganos y a las funciones síquicas y físicas de la persona, constituye
siempre un daño injusto, y por lo tanto resarcible, obviamente si es el resultado de una conducta non iure, en relación con la
extensión del resarcimiento también las hipótesis en las que el damnificado no tiene la capacidad de producir rédito, la
salvaguardia aquiliana del derecho a un cuerpo y una mente sanos es situada en el amplio ámbito de aplicación del artículo
2043 del Código Civil”.34
iiiiiiiiiiiiiiiiiii. Los nuevos vientos, ya no son de una sola golondrina tratando de hacer verano, los nuevos juristas
requieren el reconocimiento de dañ os ignorados por la ceguera legislativa, prueba de ello es lo afirmado por el profesor
Sergio CHIARLONI al caracterizar el dañ o existencial por actividad judicial:
jjjjjjjjjjjjjjjjjjj. En primer lugar, ante un delito y respecto de los daños físicos a la persona, en su mayoría
ocasionados por la circulación vial, nos damos cuenta de que - sin importar el daño emergente - no es
suficiente liquidarlos en relación con la capacidad de renta de perjudicado, por una parte, y el sufrimiento
padecido por él, por la otra.
kkkkkkkkkkkkkkkkkkk. Así, en los años setenta del siglo pasado, por obra de la jurisprudencia,
388 nace la categoría del daño biológico. El daño a la salud fisio-síquica del sujeto se resarce
independientemente del perjuicio patrimonial, mediante la utilización de criterios de cálculo
que superan los tradicionalmente utilizados para la liquidación del daño no patrimonial, en un
contexto en el que cometer un delito se torna irrelevante.35
lllllllllllllllllll. Nuestra doctrina empieza a hacer eco de tal tendencia al afirmar:
ooooooooooooooooooo. Reconociendo la categoría autó noma del dañ o bioló gico, fisioló gico, a la
salud o corporal - como indistintamente es llamado por la doctrina - queda pendiente por resolver el
mecanismo o método de tasació n, punto en el cual nosotros nos inclinados por el arbitrio judicial, tal
cual se ha estructurado para la cuantifica- ció n de los otros dañ os inmateriales o extra econó micos como
el dañ o moral y el dañ o a la vida de relació n, ampliamente decantado por nuestros jueces, pues
adicionalmente, en nuestra legislació n no contamos con topes indemnizatorios vigentes para el Derecho
Civil, si se nos antojara alguno, por vía de aplicació n extensiva, tendríamos los mil (1000) salarios
mínimos legales vigentes establecidos por la legislació n penal, que nos parece podría aplicarse como
límite indem- nizatorio, sobre todo cuando tiene como fuente una conducta punible, para las demá s
infracciones (dolo o culpa civil) se puede acudir a los pará metros establecidos por la jurisprudencia
para los dañ os morales, eso sí, siempre y cuando las sumas reconocidas no sean irrisorias y en
consecuencia una afrenta a las víctimas, pues las sumas simbó licas terminan teniendo ese perverso
efecto, razó n tiene la corte cuando en el plurimencionado caso Carvajal Gómez vs GDS Ingenieros Ltda., al
referirse a la cuantía del dañ o a la vida de relació n, afirmó :
ppppppppppppppppppp. En materia como la que es objeto de esta providencia, la Corporación se ve
precisada a exhortar a los jueces de instancia para que, en aras de obtener una auténtica reparació n integral de los
perjuicios, que no un remedo de ella, empleen con firmeza y sin vacilació n todas las 389
herramientas legales de que disponen para establecer, cuando sea necesario, la
existencia del dañ o a la vida de relació n y su ulterior cuantificació n, en orden a lo cual debe recordarse, como
otrora lo pregonara la Corte (cfr. G.J. t. CXLVIII, pág. 7, y sentencia de 26 de julio de 2004, exp. 7273, no publicada aun
oficialmente), ...
qqqqqqqqqqqqqqqqqqq. Desde luego, al asumir la compleja tarea de identificar esta especie de daño
resarcible, los sentenciadores habrán de observar una especial prudencia y sensatez, principalmente para evitar a toda
costa que dicho perjuicio sea confundido con otro de diverso linaje o que un determinado agravio pueda llegar
erradamente a ser indemnizado varias veces.
348Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil, en el caso Carvajal Gó mez vs GDS Ingenieros Ltda., 13 de
mayo de 2008, Exp. 11001-3103-006-1997-09327-01, M. P. Dr. César Julio Valencia Copete.
Jesú s Alberto Buitrago Duque
sssssssssssssssssss. Criterios y recomendaciones que directamente pueden aplicarse cuando de dañ o corporal,
bioló gico o a la salud se trate.
ttttttttttttttttttt. Lo cierto es que el juez deberá pronunciar la condena por dañ o bioló gico de manera
autó noma y razonada, de forma tal que se vaya configurando el antecedente jurisprudencial, que permita a los
ciudadanos “dialogar” segú n su posició n víctima-victimario, respecto de la transacció n o conciliació n de sus intereses y
admita a su vez el derecho de contradicció n ante decisiones que parezcan desbordadas del criterio indemnizatorio. Al
efecto la profesora Elena VICENTE DOMINGO, nos comenta:
uuuuuuuuuuuuuuuuuuu. Sin embargo, a pesar de lo expuesto, alguna luz sí que entra en este sistema.
Porque, como es bien sabido, si bien el quantum de la indemnización es cuestión exclusivamente confiada al arbitrio de los
jueces, los conceptos o bases determinantes de la cuantía fijada pueden ser revisados en casación, es decir, sólo cabe el
recurso por error material o jurídico en la apreciación de la prueba, lo que pudiera ser una vía indirecta de armonización
de criterios. Ahora bien, para poder recurrir tales criterios, estos deberían detallarse, tanto en las demandas como en las
sentencias y en estas últimas que el quantum se correspondiera con la base correspondiente lo cual supondría el respeto al
principio de congruencia y motivación de las sentencias. Sin embargo, esta práctica no es la habitual, principalmente,
porque el Tribunal Supremo justifica la misma y no exige la obligación de mencionar separadamente los distintos
conceptos o partidas o criterios del daño, y desagregar la indemnización total entre cada una de ellas. 349
vvvvvvvvvvvvvvvvvvv. Para ir concluyendo, por lo pronto, respecto de los criterios de tasació n
390 permítanme recurrir a lo dicho por el profesor Joaquín ATAZ LÓ PEZ:
wwwwwwwwwwwwwwwwwww. Se afirma, pues, que el daño corporal es
resarcible. Queda el problema de su evaluación, ya que, en principio, una cantidad de dinero no sirve
para repararlo: el dinero y el cuerpo humano son bienes de tan distinta categoría que no cabe la
comparación. Pero si el dinero no es suficiente para reparar este tipo de daños, es preferible que la
víctima reciba una indemnización insuficiente a que no reciba ninguna. Por tanto, aunque el dinero no
pueda ser parangonado con el dolor, es posible proporcionar a la víctima una compensación que, sin
llegar a devolverle lo perdido, le permita procurarse placeres y satisfacciones, psíquicas o materiales,
aptas para atenuar el dolor sufrido. No existe en consecuencia un criterio fijo de evaluación, sino que
esa dependerá de todas las circunstancias del caso y de las personas implicadas en él, siendo el
prudente arbitrio del juez quien fije la cuantía de la indemnización, debiendo el juez tener presente, a
la hora de afrontar esta tares, que, como
349 VICENTE DOMINGO Elena. La valoración del daño corporal, en Del daño. Bogotá : Editora Jurídica de Colombia, 2001, pá gs. 115 y 116
DAÑ O CORPORAL, BIOLÓ GICO, FISIOLÓ GICO O A LA SALUD...
xxxxxxxxxxxxxxxxxxx. bien advierte los Mazeaud, su tarea es solamente la de fijar una reparación en la medida de
los posible, y no la de imponer una pena.350
yyyyyyyyyyyyyyyyyyy. Sobre la evolució n que ha sufrido el concepto de dañ o desde el giro
egocéntrico o individualista hasta llegar al social y la fó rmula abierta adoptada por nuestro legislador en
el artículo 16 de la ley 446 de 1998, puede consultarse lo comentado en El Daño Punitivo en la
Responsabilidad Civil, publicado recientemente por el suscrito, capítulo VI, Recepció n del dañ o punitivo
o sanció n civil en nuestro derecho, secció n 1. Presentació n (concepto de dañ o) especialmente a partir de
las pá ginas 263 y siguientes.
4.4 Resplandores.
zzzzzzzzzzzzzzzzzzz. Para seguir evidenciando la validez de la tesis propuesta, permítanme
fotografiar el camino que va despejando la jurisprudencia forá nea, con el siguiente extracto:
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. 3) DAÑO BIOLÓGICO:
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbb. I. Debe considerarse daño a todo lo que altera la integridad física, y por más que la
curación y readaptación sea más o menos completa, no podrá devolverse al organismo alterado la situación de incolumidad
anterior al accidente, lo que constituye el perjuicio reparable.
cccccccccccccccccccc. Se entiende por daño biológico al que parte de la base de una 391
integridad corporal que no ha quedado intacta y se proyecta sobre las esferas no laborales (del
fallo de primera instancia).
dddddddddddddddddddd. El daño biológico es autónomamente resarcible, cualesquiera fueran las
consecuencias patrimoniales (lucro cesante y daño emergente) o no patrimoniales (sufrimientos) de la lesión sufrida (del
fallo de primera instancia).
eeeeeeeeeeeeeeeeeeee. El concepto de daño biológico, comprensivo de cada disminución de la integridad
psi- cofísica de la persona, considerada en sí por sí, en cuanto incide sobre el “valor hombre”, en toda su concreta dimensión,
no se agota en la actitud de producir riqueza, sino que reúne la suma de las funciones naturales referidas al sujeto en el
ambiente en que su vida se desarrolla, y tiene relevancia no sólo económica sino también biológica, cultural, social y
estética.
ffffffffffffffffffff. Independiente de cuál es la naturaleza jurídica del concepto de daño biológico, es decir, si se
repara como daño material, como daño moral, o como un tercer género autónomo, existe consenso en que el ataque o daño
a la integridad física es indemnizable (del fallo de primera instancia).
gggggggggggggggggggg. CNCiv, Sala B, 1112/93, “García, Gustavo A. y otro c/ Dos Santos Goncalves, María A. s/
sumario”, ED, 152-491.351 352
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Así lo aprecia la Corte Suprema de Justicia en el ya mencionado caso Carvajal
Gómez vs GDS Ingenieros Ltda., al describir el estado de la doctrina italiana:
iiiiiiiiiiiiiiiiiiii. El dañ o a la vida de relació n es conceptualmente distinguible del patrimonial y del dañ o a la
salud, y puede coincidir con uno u otro, o presentarse cuando ambos está n ausentes. (...) En suma, no se puede
negar que la pérdida de la posibilidad de relacionarse en la vida social constituye un daño que es autónomo de los
sufrimientos morales que eventualmente pueden presentarse, como de los daños patrimoniales y de aquellos a la salud”
(Cricenti Giuseppe, Il danno non patrimoniale, Cedam, Padova, 1999, pág. 124).
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. En similar direcció n, el citado autor C.M. Bianca afirma: “... admitiéndose que el dañ o a la
integridad psicofísica y a la salud debe ser resarcido con prescinden- cia de sus consecuencias patrimoniales, se
presenta la exigencia de concebir el dañ o a la vida de relació n como una figura autó noma de dañ o.” (Ob. Cit., pág.
185).41
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkk. Dicha autonomía y diferenciació n entre el dañ o corporal o a la salud y el dañ o a la
vida de relació n es evidente.
4.5 Propósito.
392
llllllllllllllllllll. Se pretende seguir estudiando el tema y liderar o apoyar todo proyecto que
propenda por la reivindicació n del ser humano desde el derecho de dañ os, lo cual significa apoyar a los
caminantes que han forjado los senderos que hoy empezamos a descubrir en procura de conquistar el
reconocimiento de nuevos dañ os que aunque ontoló gicos no son hoy reparados y por la vigencia del
principio del dañ o como la fuente de la obligació n reparadora y no la culpa. Que en el corazó n de los
hombres se anide la idea pétrea de no dañ ar antes que la de reparar y para ello no escatimaremos
esfuerzos hasta lograr nuestro cometido y cada rechazo legislativo o jurisprudencial será n el oxígeno que
alimentará el nuevo y rejuvenecido aliento.
oooooooooooooooooooo. CONTENIDO:
- Problema jurídico
- Generalidades
- Las dificultades diagnó sticas
- El concepto de enfermedad profesional
393
- Las aseguradoras y la enfermedad profesional
- Solució n propuesta a la desventajosa posició n probatoria de la persona afectada por una
enfermedad profesional
- Conclusió n
- Bibliografía
pppppppppppppppppppp. RESUMEN
qqqqqqqqqqqqqqqqqqqq. La probabilidad de obtener el reconocimiento del origen
ocupacional de una patología es baja. Existe una presunció n de origen comú n de las patologías
excepto para las reconocidas en listado oficial de enfermedades profesionales, no obstante, es
posible obtener el reconocimiento del origen ocupacional de cualquier patología demostrando
la relació n de causalidad entre los factores de riesgo ocu- pacionales a los que el trabajador se
ha expuesto y la enfermedad diagnosticada, pero la dificultad probatoria en este sentido ubica al
principal interesado en una
PALABRAS CLAVES
tttttttttttttttttttt.
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuu. Enfermedad Profesional, Enfermedad comú n, Factor de
riesgo ocupacional, Nexo de causalidad, Presunció n de causalidad, Inversió n de la carga de la prueba, 394
Administradora de Riesgos Profesionales.
PROBLEMA JURÍDICO
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvv.
wwwwwwwwwwwwwwwwwwww. Es muy difícil para el afiliado al Sistema
General de Riesgos Profesionales sustentar el origen profesional de una determinada patología.
El absoluto desconocimiento del tema lo ubica en una situació n de manifiesta debilidad desde el
punto de vista técnico y probatorio y por tanto muy vulnerable a la hora de defender sus
derechos y controvertir las decisiones de las Administradoras de Riesgos Profesionales
expertas en el tema. Son muchos los trabajadores que ven desconocidos sus derechos por esta
situació n y no tienen la capacidad científica ni econó mica para trabar disputas probatorias con
su ARP.
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. GENERALIDADES
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Las enfermedades relacionadas con las actividades laborales
tienen importantes referencias histó ricas que datan de tiempo de Hipó crates, este por ejemplo
habló de los efectos tó xicos del plomo y de las consecuencias para la salud, muchos otros en su
época señ alaron que ciertas patologías se relacionan con determinados trabajos como los
joyeros y artesanos. Con el advenimiento de la revolució n industrial y el fenó meno del
maquinismo se hizo má s evidente que ciertos trabajos ofrecían mayores riesgos para la salud e
incluso mayor riesgo de morir como consecuencia de una enfermedad o un accidente. La
consagració n de la medicina del trabajo en el mundo se atribuye a Bernardino Ramazzini en el
añ o 1700. La legislació n sobre la protecció n de las enfermedades laborales se inicia al final del
siglo XIX especialmente en países europeos.354
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb. Desde entonces el desarrollo científico, doctrinal y
estadístico acerca de la enfermedad profesional ha sido vertiginoso y la cifra de personas
395
afectadas en todo el mundo alarmante. Se calcula que alrededor de 160 millones de personas
cada añ o padecen de enfermedades profesionales. En Colombia un informe reciente del
Ministerio de Protecció n Social señ ala que el nú mero de diagnó sticos realizados por las
empresas promotoras de salud se incrementó en un 110%, al pasar de 1187 diagnó sticos en el
añ o 2001 a 2.497 en el añ o 2004; mientras la tasa de enfermedad profesional se incrementó en
un 105% al pasar de 22 por cien mil en el añ o 2001 a 45 por cien mil en el añ o 2004. A pesar del
incremento notable en el nú mero de diagnó sticos se reconoce que, segú n estimativos de la
Organizació n Mundial de la Salud, la incidencia de la enfermedad profesional en el mundo se
ubica entre 300 y 500 casos por cada cien mil trabajadores, esto quiere decir que para los
afiliados cotizantes al régimen contributivo de nuestro país se debieron esperar para el añ o
2004 entre 16 mil y 27 mil casos de enfermedades profesionales pero solo se diagnosticaron
2500. El fenó meno anterior es multifactorial pero con mucho, la desprotecció n social, el
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu. CONCLUSIÓN
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv. Es posible sustentar una inversió n de la carga de la prueba
en materia causal para las ARP, una vez las entidades del SGSSS (EPS, ARS, IPS) han calificado el
evento como profesional, no solo basado en razones de equilibrio probatorio (carga diná mica
de la prueba), sino en razones normativas contenidas en las regulaciones citadas. Es urgente la
inversió n de la carga probatoria en materia de causalidad ocupacional una vez la Empresa
Promotora de Salud realice el diagnó stico de enfermedad profesional. En virtud de ello
correspondería a la ARP desvirtuar la presunció n de legalidad que nace a favor del trabajador
en materia causal entre el factor de riesgo a que se ha visto expuesto y la enfermedad que
padece.
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwww. BIBLIOGRAFÍA
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. AYALA CÁ CERES, Carlos L. Legislació n en salud ocupacional 401
y riesgos profesionales. P. 161. Ediciones Salud Laboral. Bogotá . 2004
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy. CORRIE, Charles. Actualizació n de la norma OSAS 18001.
Versió n 2007. P. 3. 40 Congreso de seguridad, salud y ambiente. Bogotá . Junio de 2007.
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Ocupacional y otros documentos complementarios. Bogotá . 2006.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Protecció n y seguridad. Revista del Consejo Colombiano de
Seguridad. Añ o 53 No 314 julio - agosto de 2007. P. 2
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb. Sociedad Colombiana de Medicina del Trabajo.
Prevenció n y diagnó stico de las enfermedades profesionales. Primera edició n. 2007
cccccccccccccccccccccc. www.minproteccionsocial.gov.co
dddddddddddddddddddddd. www.paho.org
Víctor Hugo Trujillo Hurtado
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. 402
ffffffffffffffffffffff. EL RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL
DE
gggggggggggggggggggggg. LA RESPONSABILIDAD
PATRIMONIAL DEL
LEGISLADOR EN COLOMBIA
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. CONTENIDO:
I. Introducció n
II. Descripció n jurisprudencial de la responsabilidad patrimonial del Estado-
Legislador en Colombia
III. El título jurídico de imputació n de la responsabilidad patrimonial del Estado-
Legislador a partir de la sentencia de 25 de agosto de 1998 de la Sala Plena del
Consejo de Estado
IV. La vía procesal idó nea para reclamar perjuicios derivados de leyes exequibles a la luz de 403
la sentencia c- 038 de 2006 de la Corte Constitucional
V. La extensió n del concepto a la responsabilidad del estado por actos administrativos
regulares y la definició n adecuada de las acciones contencioso-administrativas segú n el
fin perseguido por el actor a partir de la sentencia de 8 de marzo de 2007 de la Secció n
Tercera del Consejo de Estado
VI. Conclusiones
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. INTRODUCCIÓN
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk. Si bien el reconocimiento de la responsabilidad
patrimonial del Estado fue un logro tardío para los sistemas jurídicos continentales de tradició n
romano-germá nica, la aceptació n de un régimen de responsabilidad en cabeza del Estado, pero
en su faceta legislativa fue una novedad solamente reconocida a partir del siglo XX.
llllllllllllllllllllll. Mucho tardaron las cortes y en especial las francesas, para abortar la
idea de la existencia de un principio general de irresponsabilidad del Estado, “porque ocurre
que solo a partir de la segunda mitad del siglo XIX vino a reconocerse en el mundo que, a pesar
de los poderes y preeminencias que evidentemente lo definen y caracterizan, el Estado, como
sujeto de derecho que es, está obligado a responder por los perjuicios que con sus actos pueda
causarle a los ciudadanos”.2
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm. Dicho reconocimiento, se ha
sostenido histó ricamente, surgió el 8 de febrero de 1873, cuando el Tribunal de Conflictos
francés emitió el célebre fallo Blanco, con ocasió n del litigio entrabado por el padre de una
menor a la cual una vagoneta de propiedad de una compañ ía tabacalera estatal le ocasionó
severas lesiones corporales.
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn. El fallo Blanco, en el cual el Tribunal de Conflictos
francés simplemente bus- 404 caba desatar un conflicto negativo de competencias, por haber sido
interpuesta la demanda ante los tribunales ordinarios mediante una acció n civil de indemnizació n de
perjuicios, aportó las siguientes 4 conclusiones jurídicas que fueron definitivas en la historia de la
responsabilidad estatal: (i) puso fin al principio de irresponsabilidad del Estado; (ii) estableció como
principio, que la responsabilidad administrativa no se regía por las normas del Có digo Civil, sino que estaba
sujeta a reglas especiales, que deberían atender a los imperativos propios de los servicios pú blicos; (iii)
reconoció que la problemá tica propia de la responsabilidad administrativa era de competencia de la
jurisdicció n administrativa; y (iv) le atribuyó a un establecimiento industrial del Estado la calidad de
servicio pú blico, criterio funcional finalístico que en aquel entonces permitía determinar el concepto de
administració n pú blica.
oooooooooooooooooooooo. Luego, más de medio siglo tardó la jurisprudencia
francesa, para que, en 1938, se reconociera la existencia de la responsabilidad patrimonial del
Estado-legislador con la expedició n del famoso arret La Fleurette. Las particulares circunstancias
2 ESGUERRA PORTOCARRERO, Juan Carlos. La Protecció n Constitucional del Ciudadano,
primera edició n,
pppppppppppppppppppppp. Legis, p. 258.
EL RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL...
357 BOTERO ARISTIZÁ BAL, Luis Felipe, La Responsabilidad Patrimonial del Legislador, Legis, p.
17.
358 Ibídem. p. 19.
EL RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL...
359 Colombia. Corte Constitucional. Sentencia C - 038 de 2006, M.P. Humberto Antonio Sierra
Porto.
Daniel Arango Perfetti
360Colombia. Consejo de Estado, Secció n Tercera, mayo 8 de 1995, expediente 1818, C.P. Juan
de Dios Montes Herná ndez.
361SAAVEDRA BECERRA, Ramiro. La Responsabilidad Extracontractual de la Administració n
Pú blica, primera edició n, Ediciones Jurídicas Gustavo Ibá ñ ez, p. 430.
362 SAAVEDRA BECERRA, Ramiro. Ob. Cit., p. 433.
363 Ibídem, p. 434.
Daniel Arango Perfetti
365Colombia. Consejo de Estado, aclaració n de voto, 25 de agosto de 1998, radicado IJ-001, Ricardo
Hoyos Duque.
366Colombia. Consejo de Estado, aclaració n de voto, 25 de agosto de 1998, radicado IJ-001, Juan de
EL RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL...
369 Colombia. Corte Constitucional, sentencia C - 038 de 2006, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
EL RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL...
370 Ibídem.
371 Colombia. Corte Constitucional, sentencia C - 038 de 2006, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
Ob. Cit.
Daniel Arango Perfetti
372 Colombia. Corte Constitucional, sentencia C - 038 de 2006, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto. Ob.
Cit.
EL RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL...
ttttttttttttttttttttttttt. (...)
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu. Por manera que, vista la evolución
jurisprudencial en punto de responsabilidad por el Estado-Regulador, sea este constitucional,
legal o administrativo, la jurisprudencia vigente de esta Corporación se inclina decididamente
por admitir la procedencia de la acción de reparación directa cuando quiera que no se
cuestiona la “legitimidad” del acto normativo causante del desequilibrio ante las cargas
públicas”.373
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv. Como requisitos para la procedencia de la acció n
de reparació n directa en contra de actos administrativos, el Consejo de Estado señ ala, como
necesaria la reunió n de las siguientes condiciones: “i) Que se trate de un acto administrativo
legal, esto es, que se trate de una actuació n legítima de la administració n; ii)
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww. Que se acredite que la carga
impuesta al administrado sea anormal o desmesurada (rompimiento de la igualdad ante las
cargas pú blicas o violació n de la justicia distributiva )”.374
373Colombia. Consejo de Estado, Secció n Tercera, 8 de marzo de 2007, radicado 16.421, C.P.
Ruth Stella Cor rea Palacio Ob. Cit.
374 Ibídem.
Daniel Arango Perfetti
VI. CONCLUSIONES
cccccccccccccccccccccccccc. A manera de conclusió n y como síntesis de las sentencias
analizadas, es importante señ alar lo siguiente:
1. En Colombia, actualmente es indiscutible la existencia de la responsabilidad
patrimonial del legislador y de la administració n por leyes constitucionales y actos
administrativos regulares.
2. El fundamento de dicha responsabilidad es de cará cter objetivo y tiene asiento en la
422
teoría del dañ o especial como título jurídico de imputació n, la cual requiere a su vez, para su
materializació n, que existan circunstancias especiales y anormales en la causació n del dañ o al
particular afectado.
3. La vía procesal adecuada para el ejercicio de pretensiones resarcitorias en esta materia
es la acció n de reparació n directa contenida en el artículo 86 del Có digo Contencioso
Administrativo.
4. En materia de actos administrativos de cará cter regular, no existe opció n en materia de
la acció n contencioso administrativa a interponerse por el actor. Si el acto administrativo
cuenta con algú n vicio de legalidad, la ú nica posibilidad existente para reclamar los perjuicios
ocasionados será la acció n de nulidad y restablecimiento del derecho y si dicho acto causa un
perjuicio pero es perfectamente legal, la vía procesal adecuada será la acció n de reparació n
directa.
375Colombia. Consejo de Estado, Secció n Tercera, 8 de marzo de 2007, radicado 16.421, C.P. Ruth
Stella Correa Palacio. Ob. Cit.
dddddddddddddddddddddddddd. En lo que tiene que ver con la acció n de nulidad y
restablecimiento del derecho es importante señ alar que ésta procede tanto contra actos
administrativos de cará cter general como particulares conforme con la teoría de los motivos o
mó viles y finalidades que ha sido recurrentemente esbozada por parte del Consejo de Estado.
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee.
ffffffffffffffffffffffffff.
gggggggggggggggggggggggggg.
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj.
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk.
llllllllllllllllllllllllll.
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn.
oooooooooooooooooooooooooo.
pppppppppppppppppppppppppp.
qqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqq.
rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
ssssssssssssssssssssssssss.
tttttttttttttttttttttttttt.
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv.
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx.
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy.
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. 424
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. IDONEIDAD DEL ARTÍCULO 2354
DEL C.C.
PARA SER FUENTE NORMATIVA DE LA
RESPONSABILIDAD POR EL HECHO DE LAS COSAS
O ACTIVIDADES PELIGROSAS
ccccccccccccccccccccccccccc. CONTENIDO:
1. Justificació n del presente ensayo.
2. Precisió n inicial. El artículo 2356 del C. C. como punto de partida de la
responsabilidad por el hecho de las cosas o actividades peligrosas
3. Eduardo Zuleta Á ngel, verdadero gestor de la doctrina de la responsabilidad por el
425
hecho de las cosas o actividades peligrosas en Colombia
4. Breve alusió n al artículo 2354 del C. C. como norma con mayor vocació n quizá s que la
del artículo 2356 para ser fuente formal de la responsabilidad por el hecho de las cosas
o actividades peligrosas
5. Texto del artículo 2356 del C. C.
6. Dañ os imputables a malicia o negligencia de una persona, no ciertamente imputables al
hecho de las cosas o actividades peligrosas
7. La responsabilidad por el hecho de las cosas o actividades peligrosas tiene similar
tratamiento al de las obligaciones de resultado
8. A la responsabilidad por el hecho de las cosas o actividades peligro-
12 La sentencia de 6 de abril de 1989 fue publicada en Jurisprudencia y Doctrina, Legis, t. XVIII, N° 211, julio
de 1989, pá g. 466.
Diego Buitrago Fló rez
15 Jurisprudencia y Doctrina, Legis, t. XVIII, N° 211, julio de 1989, pá g. 466. Ob. Cit. pá g. 468.
IDONEIDAD DEL ARTÍCULO 2354 DEL C.C. PARA SER FUENTE NORMATIVA DE...
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm. ciertamente no es
admisible en tratá ndose de responsabilidad por la tenencia de animales fieros (ya que así lo
establece de manera expresa el artículo 2354 del Có digo Civil).
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn. Ese sacrificio del tenor literal del artículo
2356 del Có digo Civil, lleva a que éste tenga que leerse y aplicarse como sigue (suprimiendo los
apartes que aparecen tachados):
oooooooooooooooooooooooooooooo. “Por regla general todo daño que pueda
imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta.
pppppppppppppppppppppppppppppp. Son especialmente obligados a esta
reparación:
1. El que dispara imprudentemente un arma de fuego.
2. El que remueve las losas de una acequia o cañería, o las descubre en calle o camino, sin las
precauciones necesarias para que no caigan los que por allí transiten de día o de noche.
3. El que obligado a la construcción o reparación de un acueducto o fuente, que atraviesa un camino,
lo tiene en estado de causar daño a los que transitan por el camino”.
qqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqq. No resulta descabellado reproducir aquí
el siguiente aparte de la aclaració n de voto que el magistrado César Julio Valencia Copete
441
consignó en la sentencia de 24 de agosto de 2009 varias veces citada:
rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr. “(...) las legislaciones que sirvieron de base a la
codificación nacional, consagraron regímenes de responsabilidad subjetiva que -en lo
fundamental- no han sido objeto de modificaciones sustantivas.
ssssssssssssssssssssssssssssss. A la postre, para aceptar la tesis de que las actividades
peligrosas deparan siempre una responsabilidad objetiva, la Corte tendría que haberse apartado
tajantemente del artículo 2356 del Código Civil y, en ese propósito, ha debido buscar un
basamento en normas que hicieran caso omiso del elemento subjetivo, porque de otra manera se
incurriría en una contradicción insalvable. Decir que a partir del artículo 2356 del Código Civil se
estructura una responsabilidad objetiva y, al mismo tiempo, tener que admitir que ese canon se
halla enclavado en un sistema coherente y armónico que a gritos demanda la existencia de la
culpa -ya sea presunta o probada-, es una inferencia que no parece sostenible.
5) Dentro del artículo 2354 del Có digo Civil, interpretado con un criterio objetivo y sin
sacrificar su texto, encaja perfectamente la noció n de actividad peligrosa, cual es, para solo citar
dos doctrinantes autorizados:
tttttttttttttttttttttttttttttt. El primero de ellos Javier Tamayo Jaramillo:
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu. “(...) toda actividad que una vez
desplegada, su estructura o comportamiento generan más probabilidades de daño, de las que
normalmente está en capacidad de soportar, por sí solo, un hombre común y corriente. Esta
peligrosidad surge porque los efectos de la actividad se vuelven incontrolables o imprevisibles
debido a la multiplicación de energía y movimiento, a la incertidumbre de los efectos del
fenómeno o a la capacidad de destrozo que tienen sus elementos” , 383 o
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv. Como lo sostiene Gilberto Martínez Rave:
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww. “Son aquellas
actividades que se desarrollan a través de cosas que previsiblemente pueden ocasionar mayor
oportunidad de daños a las personas, es decir que son potencialmente dañinas. Los parámetros
para calificar una actividad como peligrosa son la potencialidad o posibilidad de ocasionar un
daño, lo cual exige mucha prudencia”.384
6) El artículo 2354 de Có digo Civil se fundamenta en la teoría de la responsabilidad objetiva,
en la cual, precisamente, se ha venido fundamentando en Colombia la doctrina de la
responsabilidad por actividades peligrosas, teoría que dicho sea de paso nada tiene que ver con
la teoría de la culpa en que se fundamenta el artículo 2356 varias veces mencionado.385
7) El propio profesor Tamayo Jaramillo, en su Tratado de la Responsabilidad Civil comenta:
442
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. “El hecho de que el artículo
2354 del Código Civil manifieste expresamente que el demandado no será oído
si alegare no haber podido impedir el hecho ha llevado a los partidarios del
riesgo a rechazar la aplicación de la noción culpa; es el mismo argumento que
sirve a estos autores para fundamentar la responsabilidad por el hecho de las
cosas, del artículo 1384 del Código de Napoleón, en la ‘teoría del riesgo’, pues en
la aplicación de esta norma no se le permite al demandado alegar la ausencia
de culpa y solo lo libera la prueba de una causa extraña” .386
8) Entretanto la doctrina sobre responsabilidad por el hecho de las
cosas o actividades peligrosas se siga fundamentando en el artículo 2356 de
Có digo Civil, muy seguramente y salvo una reforma legislativa que regule la
materia, se continuará suscitando de cuando en cuando la variació n de la
jurisprudencia en torno a si el artículo 2356 citado se refiere a la presunción de
culpa (aunque sin admitir la prueba de la diligencia y cuidado), o a la presunción de responsabilidad
salvo que se
387 TAMAYO JARAMILLO, Javier. Ob. Cit. Sostiene que el dueñ o del animal “puede demostrar que otra
persona es la que se sirve del animal y, en esta forma, desplazar la presunción (de responsabilidad)”. pá g. 1402.
fffffffffffffffffffffffffffffff. animal al que le corresponde aducir que dicho animal, aun siendo
feroz era útil para el predio, y que, por eso, su responsabilidad en este caso no se rige por el art.
1329 (2354 del C. C. colombiano) sino por el art. 1328 (2353 del C. C. colombiano)”. 388
ggggggggggggggggggggggggggggggg. Tamayo Jaramillo, refiriéndose al
artículo 2353 del Có digo Civil, comenta:
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. “Desde luego, que no es la víctima
la que debe demostrar la falta del demandado; por el contrario, a este se le presume culpable,
presunción que puede ser desvirtuada mediante la prueba de diligencia y cuidado, factor este
último que se demuestra por hechos positivos de buena vigilancia (...).
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Decimos que hay una presunción de culpa, ya que esta puede ser
desvirtuada; si esta responsabilidad fuese objetiva o estuviese basada en la teoría del riesgo, al
demandado no le bastaría demostrar la adecuada diligencia y cuidado. Solo una causa extraña
lo liberaría”.389
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. El mismo autor, líneas má s adelante sostiene:
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk. (...) mientras el artículo 2353 del
Código Civil se refiere a cualquier animal y la presunción de culpa puede desvirtuarse, en el
artículo 2354, la fiereza de la bestia no permite al que la tenga demostrar su ausencia de
culpa”.390
lllllllllllllllllllllllllllllll. Se tiene entonces que, si conforme al artículo 2353
se es responsable por los dañ os causados por animales, con mayor razó n se es responsable
de los dañ os causados por animales fieros, y con mayor razó n aú n se es responsable de los
444 dañ os causados por animales fieros de los que no se reporta utilidad, caso en el cual se
aplica una regla de mayor severidad cual es la contenida en el artículo 2354.
388 PEIRANO FACIO, Jorge. Responsabilidad Civil Extracontractual, Temis, 1979, segunda edició n, pá g. 642
389 TAMAYO JARAMILLO, Javier. Ob. Cit. pá g. 1405.
390 Ibídem. pág. 1406.
13. Por qué no es procedente aplicar el artículo 2353 del C. C. en
los casos de daños por el hecho de las cosas o actividades
peligrosas
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn. Podría pensarse que el artículo 2353 del
Có digo Civil sería aplicable también en los casos de dañ os por el hecho de las cosas o
actividades peligrosas, toda vez que regula la responsabilidad del dueñ o o persona que sin ser
dueñ o se sirva de un animal que ha causado dañ os. No obstante, presenta el mismo
inconveniente que presenta el artículo 2356, por cuanto incluye, esta vez de manera implícita,
la culpa como elemento integrador de la responsabilidad (elemento que ha venido siendo
desatendido por la jurisprudencia en cuanto no admite la prueba de la diligencia y cuidado
como eximente de responsabilidad en los dañ os causados por o con las cosas o actividades
peligrosas) en la medida en que consagra como salvedad el que el dañ o se haya producido
después de haberse soltado o extraviado el animal y “que la soltura, extravío o daño no
puedan imputarse a culpa del dueño (o persona que se sirve del animal se agrega aquí),25
o del dependiente, encargado de la guarda o servicio del animal”.
391 El inciso 2° del artículo 2353 advierte: “Lo que se dice del dueño se aplica a toda persona que se sirva de un animal ajeno
(...)”.
392 Y aun para hoy y para siempre.
qqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqq. Pero cuando la Corte concibió
la presunción de responsabilidad del artículo 2356 (para los fines aquí previstos léase
presunción de responsabilidad por actividades peligrosas) del C. C. lo que quiso significar fue
que quien disparaba un arma causándole daños a terceros, era responsable, aunque no hubiese
imprudencia de su parte; igualmente, que quien removiera las losas de una cañería era
responsable por actividades peligrosas, aunque hubiese tomado medidas de precaución para
evitar daños. Es decir, la responsabilidad estaba condicionada a la peligrosidad de la actividad
y no a la imprudencia u omisión de quien la ejercía. Así las cosas, si se dispara
imprudentemente un arma o no se toman las medidas al remover las losas, lo aplicable es el
artículo 2341 del C. C., todo ello a partir de la interpretación que a la responsabilidad por
actividades peligrosas le han dado en las últimas décadas la doctrina y la jurisprudencia
colombianas (...).
rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr. Lo que pensamos es que cuando se dispara
imprudentemente un arma, lo aplicable es la responsabilidad con culpa probada del artículo
2341, mientras que si no hay imprudencia en ello, lo aplicable es la responsabilidad por
actividades peligrosas en cuyo caso el agente sólo se liberaría mediante la prueba de la causa
extraña (...).
sssssssssssssssssssssssssssssss. Así las cosas, forzoso es concluir que cuando al
ejercer una actividad peligrosa, no se logra establecer la culpa del agente, de todas maneras
hay una presunción en contra del causante del daño. En cambio, cuando una actividad no crea
una responsabilidad a menos que haya imprudencia demostrada del agente, entonces es
porque la actividad no es peligrosa y lo aplicable es la responsabilidad por el hecho propio del
artículo 2341. De allí que podamos afirmar que una cosa inerte que no es
446
peligrosa en sí misma, no genera la responsabilidad por actividades
peligrosas, por la sencilla razón de que no estamos en presencia de una
actividad peligrosa. Por lo tanto, como en el asunto a estudio, lo que vuelve
peligrosa la caseta de peaje es la imprudencia por falta de alumbrado, y no
su misma naturaleza, imperativo es aplicar el artículo 2341 y no la
responsabilidad por actividades peligrosas del artículo 2356 del C. C”.27
ttttttttttttttttttttttttttttttt. En igual forma, cobran mayor fuerza si
se los lee en armonía con el espíritu del artículo 2354 del Có digo Civil, los
siguientes otros apartes de la sentencia proferida el 24 de agosto de 2009, con
ponencia del magistrado William Namen Vargas, citada en la parte inicial del
presente ensayo y que como se dijo allí condensa un amplio recuento de la
evolució n jurisprudencial sobre la materia:
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu. “La responsabilidad
‘objetiva’ (Responsabilité Oggetiva, Responsabilité objective, Strict labilité,
Objektive Haftung, Gefahrdunggshaftungg), por oposición a la “subjetiva”
describe hipótesis de imputabilidad sin culpa, donde la culpabilidad carece
de relevancia para estructurarla remitiéndose a factores objetivos como el riesgo o el peligro,
la capacidad de asumir los costos de evitación o de reparar la lesión, fundándose en la situación
del sujeto 393
393 Sentencia publicada en Jurisprudencia y Doctrina, Legis, t. XXIV, N° 284, agosto de 1995, pá gs. 892 y 893.
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv. respecto de las cosas, su posición o relación
con sus congéneres o el ejercicio de una actividad riesgosa o peligrosa permitida por su utilidad
social, verbi gratia, la custodia de una cosa, la propiedad sobre ésta, el uso de un animal o el
riesgo.
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww. (...)
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. (...) para algunos comentaristas, entendidas
las expresiones ‘malicia o negligencia’ como sinónimas de dolo o culpa, el artículo 2356 del
Código Civil, dispone ‘por regla general’ la reparación del daño ‘que pueda imputarse a malicia
o negligencia de otra persona’, y por excepción, la del daño que no ‘pueda imputarse a malicia o
negligencia’, bastando su imputación a la conducta de quien ejerce la actividad peligrosa y el
nexo de causalidad. Tal sería, en dicha orientación, el sentido genuino, racional y lógico del
artículo 2356 del Código Civil en armonía con el artículo 2341 ibídem, donde el legislador
patrio quiso consagrar un régimen jurídico singular de responsabilidad por los daños causados
en el ejercicio de una actividad peligrosa.
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy. (...)
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. Una presunción de malicia o negligencia que
no admite prueba en contrario, carece de todo sentido, máxime cuando solo la causa extraña
exonera de responsabilidad, todo lo cual impone concluir que en esta especie singular de
responsabilidad civil el debate se sitúa en el terreno de la causalidad y más allá de la culpa.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. La culpa no es elemento necesario para
estructurar la responsabilidad por actividades peligrosas ni para su exoneración; no es
menester su demostración, ni tampoco se presume; el damnificado tiene la carga probatoria 447
exclusivamente de la actividad peligrosa, el daño y la relación de causalidad; y, el autor de la
lesión, la del elemento extraño, o sea, la fuerza mayor o caso fortuito, la participación de un
tercero o de la víctima que al actuar como causa única o exclusiva del quebranto, desde luego,
rompe el nexo causal y determina que no le es causalmente atribuible, esto es, que no es autor
(...). Desde este punto de vista, tal especie de responsabilidad, por regla general, admite la causa
extraña, esto la probanza de un hecho causal ajeno como la fuerza mayor o el caso fortuito, la
intervención exclusiva de un tercero o de la víctima, sin perjuicio de las previsiones normativas;
por ejemplo, en el transporte aéreo, la fuerza mayor no es susceptible de desvanecerla (art.
1880 del Código de Comercio), más si el hecho exclusivo de un tercero o de la víctima (cas.civ. de
14 de abril de 2008, radicación 2300131030022001-00082-01).
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb. (...)
cccccccccccccccccccccccccccccccc. La ‘presunción de culpa’, como se dijo, cae en
el vacío, de un lado por no avenirse a la lógica, al sentido común y a elementales reglas de
experiencia, sentarla per se, de suyo, ante sípor el solo ejercicio de una actividad peligrosa, de
ordinario lícita y permitida por el ordenamiento y, de otro lado, porque presumida, la prueba de
su ausencia o de la diligencia y cuidado, impediría constituir la responsabilidad o bastaría
cuando menos para exonerarse. (...)
dddddddddddddddddddddddddddddddd. Además, no se observa la
utilidad de la presunción en el plano probatorio, so pretexto de dispensar a la víctima de la
prueba de lo que no es elemento estructural de dicha responsabilidad o cuya probanza inversa
es insuficiente romper el nexo de causal. La contradicción que envuelve esta concepción,
aparece con todo relieve, cuando la reiterada e inalterada jurisprudencia civil, acertadamente
exige la prueba del elemento extraño para demostrar que el evento dañoso no es imputable a la
actividad y conducta del sujeto. En rigor, la culpa carece de toda relevancia para el
surgimiento de la responsabilidad por actividades peligrosas y, también, para romper la
relación de causalidad.
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. (...)
ffffffffffffffffffffffffffffffff. No es que las actividades peligrosas encarnen de suyo la
“culpa”. El ejercicio de una actividad de esta naturaleza podrá desplegarse, aún con todo el
cuidado o diligencia exigible y también sin ésta.
gggggggggggggggggggggggggggggggg. (...)
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. La conducta, sea o no culposa o
dolosa, se apreciará objetivamente en el contexto del ejercicio de la actividad peligrosa y la
secuencia causal del daño según el marco fáctico de circunstancias y los elementos probatorios,
para determinar si es causa única o concurrente y, por ende, excluir o atenuar el deber
indemnizatorio.
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. La Sala, por tanto, en su labor de unificación, respecto de la
responsabilidad civil por actividades peligrosas, reiterando en lo pertinente la jurisprudencia
expuesta desde las sentencias de 14 de marzo de 1938 y de 31 de agosto de 1954, con las
448 precisiones y com- plementaciones antedichas, puntualiza su doctrina y concluye, en síntesis:
a) Es una responsabilidad cuyos elementos estructurales se reducen al ejercicio de una
actividad peligrosa, el daño y la relación causal entre éste y aquélla.
b) Es una responsabilidad objetiva en la que no opera presunción alguna de
responsabilidad, de culpa, de peligrosidad, ni se basa en la culpabilidad, sino en el riesgo o
grave peligro que el ejercicio de estas actividades comporta para los demás. La noción de culpa
está totalmente excluida de su estructura nocional, no es menester para su constitución,
tampoco su ausencia probada la impide ni basta para exonerarse.
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. Se trata del reconocimiento de la existencia de actos
ejecutados, sin torcida, oculta o dañina intención, aún sin culpa, pero que por la actividad
peligrosa o riesgosa y, en virtud de ésta, hacen responsable al agente y conducen a la
obligación de resarcir al ofendido; en ella ‘[n]o se requiere la prueba de la culpa para que surja
la obligación de resarcir, no porque la culpa se presuma sino porque no es esencial para fundar
la responsabilidad, y por ello basta la demostración del daño y el vínculo de causalidad’
(Sentencia de 31 de agosto de 1954, LXXVIII, 425 y siguientes).
c) La responsabilidad recae en quien desarrolla una actividad que pueda estimarse como
generadora de riesgos o peligros para la comunidad, en cuanto con la misma se incrementan
aquellos a los que normalmente las personas se encuentran expuestas y, por ende,
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk. será responsable quien la ejerza, de hecho o
de derecho, o esté bajo su dirección, manejo o control.
d) En este sistema, por lo general, exonera solo el elemento extraño, esto es, la fuerza mayor
o el caso fortuito, la intervención de la víctima o de un tercero, cuando actúa como causa única
y exclusiva o, mejor la causa extraña impide la imputación causal del daño a la conducta del
supuesto autor
15. Resumen
llllllllllllllllllllllllllllllll.En el anterior orden de ideas, al paso que el artículo 2341
del Có digo Civil consagra la regla general de que quien comete un delito o culpa que ha inferido
daño a otro es obligado a indemnizarlo, el artículo 2356 ibídem consagra la subregla (que se
subsume en la citada regla) indicativa de que los dañ os culposos debidos a malicia o negligencia
de una persona deben ser reparados por ésta. De modo que, en tanto que el artículo 2341 se
refiere de manera general a los casos de delito (hecho ilícito cometido con intenció n de dañ ar
-artículo 2302, inciso 3°-), o culpa (falta de diligencia y cuidado susceptible de tres grados
distintos descritos en el artículo 63, una de cuyas formas es el cuasidelito -hecho culpable, pero
cometido sin intenció n de dañ ar, artículo 2302, inciso 4°-), el 2356 se refiere de manera
especial a los casos de culpa por malicia o negligencia de una persona, y podría decirse que se
refiere de manera más especial todavía a los casos de culpa por malicia o negligencia en el
manejo de las cosas.
449
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm. Precisament
e, en el salvamento de voto (que como se dijo antes no fue en realidad un salvamento de voto
sino una aclaració n de voto) a la sentencia de 14 de marzo de 1938, los magistrados disidentes,
Herná n Salamanca y Arturo Tapias Pilonieta, dejaron consignado:
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn. “La sistematización técnica de la
responsabilidad está estructurada en nuestro Código Civil sobre el principio tradicional de que
la culpa es su fundamento y fuente. Esta teoría de la responsabilidad subjetiva está consagrada
en los arts. 2341 y 2356 del C. C. que contienen la norma universal de conducta de no inferir
daño a otro, pero condicionando la obligación de reparar el daño con la existencia y
demostración de la culpa.394
oooooooooooooooooooooooooooooooo. Podría concluirse entonces que el
artículo 2356 es una reiteració n -de alguna manera innecesaria, pero específica-, de la regla
segú n la cual el que cause un dañ o está obligado a indemnizarlo, circunscrita dicha regla, en el
caso del artículo 2356 citado, a la culpa por malicia o negligencia en el manejo de cosas, manejo
16. Conclusiones
1) En Colombia la doctrina de la responsabilidad por actividades peligrosas,
que se inspiró , en parte, en el artículo 1384 del Có digo Civil Francés (sobre
responsabilidad por el hecho de las cosas), que en lo pertinente establece: “Se es
responsable (...) por el hecho de las cosas que se tienen en custodia ” , se desarrolló con base en el
artículo 2356 del Có digo Civil (colombiano), que señ ala “ Por regla general todo daño que
pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta” , pero bien
podría (la doctrina de la responsabilidad por actividades peligrosas) haberse
desarrollado con fundamento en el artículo 2354, que en lo también pertinente y sin
ocuparse del elemente malicia o negligencia dispone: “El daño causado por un animal fiero
(...), será siempre imputable al que lo tenga”.
2) La responsabilidad por dañ os imputables al tenedor de un animal fiero puede
enmarcarse dentro de la doctrina de las actividades peligrosas, por cuanto la Sala Plena de la
Corte Suprema de Justicia, en sentencia de 6 de abril de 1989, mediante la cual declaró
exequibles las expresiones “y si alegare que no le fue posible evitar el daño no será oído” del artículo
2354 del Có digo Civil, precisó : “la responsabilidad de quien lo tiene (el animal fiero) se puede
enmarcar dentro del espíritu del artículo 2356 del Código Civil según la interpretación
jurisprudencial que (la Corte) viene haciendo de este texto a partir de los fallos de su Sala de
Casación Civil de 30 de noviembre de 1935; 14 de marzo y 31 de mayo de 1938”.29 (M. P. Dr. Jairo E.
Duque Pérez) (resaltado fuera de texto).
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy. Contrario sensu, como se dijo líneas atrá s y se
reitera ahora, la Corte reconoció que la responsabilidad por actividades peligrosas, segú n su
propia jurisprudencia sobre el particular, encaja dentro del espíritu del artículo 2354 del Có digo
Civil.
3) Si se hace el ejercicio de circunscribir la doctrina de la responsabilidad por actividades
peligrosas al artículo 2354, de acuerdo con la evolució n que al respecto ha tenido la
jurisprudencia nacional, dicho artículo se interpretaría así:
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. El daño causado por una cosa o actividad
peligrosa, será siempre imputable a su guardián, y si alegare que no le fue posible evitar el daño
no será oído.
452 aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. En todo caso, según
la sentencia de constitucionalidad de 6 de abril de 1989, le será posible
exonerarse de responsabilidad si prueba una causa extraña, entendida por ésta
el hecho o culpa exclusiva de la víctima, la fuerza mayor o caso fortuito, o el
hecho de un tercero.
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb. Ahora bien, si se
deseare conservar el tenor literal del artículo 2354 citado, de modo que no se
dejare por fuera la especial regulación que consagra para el caso del daño
causado por el animal fiero de que no se reporta utilidad, se entendería entonces
así:
ccccccccccccccccccccccccccccccccc. El daño causado por un animal
fiero, de que no se reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio, o por
una cosa o actividad peligrosa, será siempre imputable al que tenga el animal, o
al guardián de la cosa o actividad; y si alegare que no le fue posible evitar el
daño no será oído.
ddddddddddddddddddddddddddddddddd. En todo caso, segú n la sentencia de
constitucionalidad de 6 de abril de 1989, le será posible exonerarse de responsabilidad si prueba
una causa extraña, entendida por ésta el hecho o culpa exclusiva de la víctima, la fuerza mayor o caso
fortuito, o el hecho de un tercero. 395
395 Sentencia publicada en Jurisprudencia y Doctrina, Legis, t. XVIII, N° 211, julio de 1989, pá g. 466.
4) De acuerdo con la evolució n jurisprudencial de la doctrina sobre actividades peligrosas,
es irrelevante que la cosa o actividad reporte utilidad o no a quien se le imputa responsabilidad
por el dañ o causado con aquellas. La circunstancia de que la cosa o actividad reporte utilidad o no,
no exonera de responsabilidad, ni siquiera en caso de que el dañ o lo cause un animal fiero de que
se reporta utilidad.
5) El artículo 2356 del Có digo Civil contempla una especie de sistema de responsabilidad
mixto: subjetivo en parte y objetivo en parte, lo primero por cuanto establece que “Por regla
general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por
ésta”; y lo segundo por cuanto, segú n la jurisprudencia, solo admite como eximente de
responsabilidad la prueba de una causa extraña dado que regula típicos casos de dañ os causados
en el manejo de, las así denominadas por la jurisprudencia, actividades peligrosas. Se refiere
especialmente a la culpa en el manejo de actividades peligrosas, o lo que es lo mismo, las actividades
peligrosas culposas.
6) En tratá ndose de dañ os causados por animales, son aplicables de manera concreta los
artículos 2353 y 2354 del Có digo Civil, que consagran las siguientes reglas:
i) Segú n el artículo 2353, el dueñ o de un animal o la persona que se sirva de 453
aquel es responsable de los dañ os causados por el animal, aú n después de que se haya soltado o
extraviado, salvo que la soltura, extravío o dañ o no puedan imputarse a culpa del dueñ o o persona
que se sirve del animal, o del dependiente encargado de la guarda o servicio del animal.
ii) La persona que se sirva del animal tiene acció n “acción contra el dueño si el daño ha
surgido por una calidad o vicio del animal, que el dueño con mediano cuidado o prudencia, debió conocer
o prever, y de que no le dio conocimiento” (inciso 2° del artículo 2353).
iii) No importa que del animal se reporte utilidad o no, a no ser que se trate de un animal
fiero de que no se reporta utilidad, evento en cual se aplica el artículo 2354, que reza: “El daño
causado por un animal fiero, de que no se reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio, será
siempre imputable al que lo tenga; y si alegare que no le fue posible evitar el daño, no será oído”.
iv) Contrario sensu, en tratá ndose de un animal fiero del que se reporta utilidad se aplica el
artículo 2353, que, como se indicó en la regla i), señ ala que el
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. dueñ o o la persona que se sirva del
animal es responsable del dañ o causado por aquél, aú n después de que se haya
soltado o extraviado, salvo que la soltura, extravío o dañ o no puedan imputarse a
culpa del dueñ o o persona que se sirve del animal, o del dependiente encargado de
la guarda o servicio del animal.
7) El que el animal fiero reporte utilidad o no, tiene importancia para
establecer si se le imputa o no responsabilidad a su tenedor, y para determinar si le
es aplicable el artículo 2353 o el 2354, no ciertamente para establecer la
responsabilidad del dueñ o.
8) La responsabilidad de que trata el artículo 2354 se fundamenta en la
tenencia del animal (en el terreno de las actividades peligrosas: tenencia de la cosa
o guarda de la actividad), má s que en la condició n de dueñ o del animal (dueñ o de la
cosa o guardiá n jurídico de la actividad en el terreno de las actividades peligrosas).
9) Mutatis mutandis, el que la cosa o actividad peligrosa reporte utilidad o no,
tiene importancia para establecer si se le imputa responsabilidad a su tenedor o
guardiá n, má s que para establecer la responsabilidad del dueñ o, lo que armoniza
con la responsabilidad de que trata el artículo 2354.
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. “Y es que una cosa es que nadie puede prever con absoluta
seguridad que aquella reclamación podía ser obtenida ante los Tribunales, y otra distinta que no se
obtenga porque no fue planteada, al no haberla incluido en la demanda, teniendo en cuenta que se
trataba de una pretensión asociada a unos criterios lógicos y razonables de actuación profesional.
La reclamación de daños y perjuicios, a cuya indemnización obliga todo incumplimiento contractual
culpable, comprende no solamente los materiales o económicos, en su doble modalidad de daño
emergente y lucro cesante, sino también los daños morales que directamente se deriven de aquel,
siempre que unos y otros, aparezcan debidamente probados.... No se trata, por tanto, de que no
hubiera obtenido un resultado favorable a los intereses de su cliente, sino de una actuación
profesional errónea o negligente por parte del abogado que asumió el encargo y no lo cumplió en los
términos exigidos por la lex artis, al no haber acomodado su actuación a simples criterios de 455
racionalidad y lógica en la formulación de las pretensiones más favorables al mismo, lo que
fundamenta un criterio de imputación derivado de las normas que se citan...”
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk. Sentencia Tribunal Supremo Español, 1a,
30.3.2006, RJ 2129, citada por Ricardo de Angel Yagüez, en su artículo “La Responsabilidad Civil del
Abogado, Barcelona enero de 2008”
lllllllllllllllllllllllllllllllll. Continuando con la segunda parte del trabajo propuesto, cuyo inicio
se publicó en la Revista No. 25 de julio de 2009, en la cual se incluyeron temas como el nuevo
régimen disciplinario del abogado, el vínculo contractual entre mandante y mandatario
(profesional), la naturaleza de las obligaciones, de medio o de resultado, donde adicionalmente se
citaron algunos casos específicos de responsabilidad del abogado, debemos entrar ahora en los
capítulos reservados para esta
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn. CONTENIDO:
I. FORMAS DE CUANTIFICAR EL DAÑ O
II. ASEGURAMIENTO DE LA RESPONSABILIDAD DEL ABOGADO
397 Revista Responsabilidad Civil y del Estado No. 8, “La pérdida de una oportunidad (Chance) en el
Derecho
Francés de la Responsabilidad Civil”, marzo de 2000.
398 VII Encuentro Internacional de Responsabilidad Civil, IARCE - Legis, Bogotá , agosto 27 y 28 de
2009
LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO Y SU ASEGURAMIENTO...
399DE Á NGEL YAGÜ EZ, Ricardo La Responsabilidad Civil del Abogado, en: Revista para el
aná lisis del derecho, Barcelona, 2008.
400 Españ a. Sentencia del Tribunal Supremo Españ ol, diciembre 16 de 1996
LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO Y SU ASEGURAMIENTO...
401 La Responsabilidad civil de abogados en la jurisprudencia del Tribunal Supremo Españ ol.
Andrés Orion Á lvarez Pérez
D. Daño moral
ffffffffffffffffffffffffffffffffff. Finalmente se esboza la cuarta teoría tendiente a
sustentar el monto indemni- zable frente a la negligencia del abogado. Se trata de indemnizar
al perjudicado, a la víctima del descuido del abogado con topes relativos a la tasació n del dañ o
moral. Se plantea que el mandante por lo menos ha sufrido un dañ o moral, una tristeza,
angustia o depresió n por el hecho de habérsele negado una importante oportunidad procesal,
como cuando no se apela la sentencia que le fue desfavorable, por la terminació n anticipada de
su causa a raíz de una perenció n, desistimiento tá cito, una sanció n por inasistencia a la
audiencia de conciliació n, etc. Es decir, esta teoría plantea que ante la dificultad probatoria de
la relació n causal entre el incumplimiento del profesional y el dañ o, es procedente afirmar que
este mandante por lo menos estará afectado personal e íntimamente en su estado de á nimo por
la negligencia del profesional, sin entrar a analizar las posibilidades o no que tendría la acció n
con las teorías de la pérdida de la oportunidad o con el aná lisis del juicio de prosperabilidad.
gggggggggggggggggggggggggggggggggg. Ese dañ o originado por la frustració n
de acciones judiciales, en palabras de Ricardo de Á ngel Yagü ez, “puede calificarse como daño
moral, en cuanto está relacionado con la privación de un derecho fundamental...”.
462 hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. En el mismo sentido el Tribunal
Supremo Españ ol402 expresó : “Por regla general , la jurisprudencia ha reconocido la indemnización
del daño moral (sentencia de mayo 20 de 1996), por privación del derecho al recurso que tenía a su
favor la parte demandante, por verse privado del derecho a que las demandas fueran estudiadas por el
Tribunal de Apelación, así como a la del daño material, permitiendo tener en cuenta para su fijación, la
doctrina de la posibilidad de éxito del recurso frustrado”.
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Hasta aquí, se puede precisar, que en la jurisprudencia
Españ ola, el demandante, mandante o víctima de la negligencia, desconocimiento o descuido
del abogado, tiene derecho no só lo al reconocimiento del dañ o material, calculado como lo
sugerimos en los anteriores literales, sino que además es viable el reconocimiento del dañ o
moral por el só lo hecho de privá rsele del recurso, esto es, de la oportunidad de ser revisado su
caso en una instancia superior, sin hacer referencia a la probabilidad o posibilidad de éxito,
como lo hemos dicho, má s del resorte del dañ o material.
402 Españ a. Sentencia del Tribuna! Supremo, 1S, 28.1.2005 (RJ 1830)
LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO Y SU ASEGURAMIENTO...
A. Coberturas
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm. La cobertura
está definida de la siguiente manera en el caso de Ace Seguros :404
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn. “Por la presente póliza, el
asegurador pagará en exceso del deducible, los daños y/o costos a cargo del asegurado,
provenientes de una reclamación presentada por primera vez en contra del asegurado, durante el
período contractual y/o durante el período de reporte extendido, en caso en que este último sea
contratado, por causa de un acto erró neo en la prestació n de sus servicios profesionales.
(Negrilla fuera de texto).
oooooooooooooooooooooooooooooooooo. Los actos erróneos deben haber
sido cometidos con posterioridad al inicio de la fecha de retroactividad especificada en las
condiciones particulares y durante el período contractual”.
C. Declaración de asegurabilidad
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. Establece el artículo 1058 al
respecto:
465
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Art. 1058. El tomador está
obligado a declarar sinceramente los hechos o circunstancias que determinan el estado del
riesgo, según el cuestionario que le sea propuesto por el asegurador. La reticencia o la
inexactitud sobre hechos o circunstancias que, conocidos por el asegurador, lo hubieren
retraído de celebrar el contrato, o inducido a estipular condiciones más onerosas, producen la
nulidad relativa del seguro.
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb. Si la declaración no se hace con
sujeción a un cuestionario determinado, la reticencia o la inexactitud producen igual efecto si el
tomador ha encubierto por culpa, hechos o circunstancias que impliquen agravación objetiva
del estado del riesgo.
ccccccccccccccccccccccccccccccccccc. Pues bien, esta norma general del
contrato de seguro, habrá de aplicarse, como en cualquier otro contrato de
seguro, pero es importante hacer el aná lisis para el caso específico, es decir,
aterrizar a la particularidad del riesgo trasladado por el abogado a la aseguradora
en el ejercicio del mandato conferido o lo que es lo mismo, del contrato de
prestació n de servicios profesionales.
405MONTERROSO CASADO, Esther. La responsabilidad civil del abogado, criterios, supuestos y
efectos., Españ a.
LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO Y SU ASEGURAMIENTO...
D. Exclusiones
ggggggggggggggggggggggggggggggggggg. Aparte de la exclusió n referida
anteriormente, los clausulados generales de las pó lizas de responsabilidad civil profesional para
abogados, establecen las siguientes:
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Conducta delictiva, acto
fraudulento, deshonesto o malintencionado, dolo, o intenció n de causar dañ o del asegurado o de
cualquier otra persona por cuyos actos, errores u omisiones deba responder el asegurado, tales
como asistentes, dependientes, empleados, socios, etc. No se amparan las actividades del abogado
funcionario pú blico electo o como empleado de un organismo gubernamental o administrador de
cualquier fideicomiso de empleados, organizació n de caridad, corporació n o compañ ía de
negocios diferente a la del asegurado nombrado, es decir, a la de su bufete, oficina o firma,
reclamaciones por litigios o circunstancias anteriores, excepto el período de reporte extendido,
así como reclamaciones por dañ o punitivo o ejemplarizante, multas, sanciones o penalidades,
reintegro de honorarios y costas del proceso. Se aclara frente a los cargos pú blicos, que si ampara
al abogado externo o contratista que presta sus servicios profesionales a entidades del orden
gubernamental, nacional, departamental o municipal, siempre que no exista vinculació n laboral.
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk.
lllllllllllllllllllllllllllllllllllll.
Responsa
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.
DE
MlPOMASZU
aJlO CIVIL T
DLL HTL&O
cccccccccccccccccccccccccccccccccccccc.
dddddddddddddddddddddddddddddddddddddd.
474
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. CIRCULACIÓN Y
RESPONSABILIDAD: ENTRE LA
CRIMINALIDAD Y EL RIESGO
gggggggggggggggggggggggggggggggggggggg. CONTENIDO:
III. Introducció n
IV. Panorama general del problema y punto de partida de la discusió n
V. Ejes de discusió n
VI. Líneas para una reconstrucció n
INTRODUCCIÓN
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Es casi uná nime la opinió n 475
segú n la cual las normas sobre responsabilidad civil en los có digos penales son de naturaleza
civil pues regulan el nacimiento, modificació n y extinció n de una obligació n civil. Esa opinió n
generalizada reconoce que el delito, en algunos casos, lesiona tanto los bienes jurídicos en su
dimensió n de bienes protegidos penalmente, como los bienes y derechos individuales, de
personas naturales o jurídicas, cuyo patrimonio -entendiendo patrimonio en un sentido
amplísimo - sufre menoscabo con esa afectació n. Una consecuencia de ese reconocimiento es
que el Derecho garantice el restablecimiento patrimonial de la víctima a través de diferentes
mecanismos que la propia ley penal explicita. No obstante, las obligaciones de la
responsabilidad civil no son las ú nicas consecuencias patrimoniales que comporta el delito. La
política criminal y la protecció n a las víctimas echan mano de distintos instrumentos que
afectan patrimonialmente al responsable y buscan compensar las pérdidas de la víctima, sin que
en todos los casos se haga menció n expresa del fin perseguido, como en el caso de las acciones
en responsabilidad civil incoadas en los delitos fiscales, simultá neamente con el cobro coactivo
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
la congelació n de bienes de personas relacionadas con el
terrorismo, que se suele justificar en nombre de la prevenció n de otras conductas punibles (y
dañ osas). Es el caso, también, de propuestas como la que se ha hecho en Españ a de aplicar el
comiso del vehículo a los conductores reincidentes en delitos relacionados con el trá fico, y el de
las propuestas de penas alternativas que han surgido de las asociaciones de víctimas. Esto es:
las obligaciones que pertenecen al espectro de la responsabilidad civil no son las ú nicas
consecuencias extrapenales del delito y, por lo tanto, es un error tratarlas sustancial y
procesalmente como tales. Piénsese en las medidas cautelares patrimoniales adoptadas con
miras a la efectividad de una eventual condena civil, o en la pena principal de multa (también
prevista como accesoria en algunos delitos y que puede ser incluso mayor que la obligació n civil
resultante del mismo delito );407 o en el comiso de los bienes del penalmente responsable, o en la
congelació n de bienes, o en la extinció n del dominio sobre los mismos, sin importar si
pertenecen al penalmente responsable o a terceros .408 Piénsese, finalmente, en algunas
consecuencias accesorias que afectan estructuras empresariales que han intervenido en la
comisió n del ilícito penal.
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. Un caso interesante de ese tipo de medidas lo proporciona la
actualidad españ ola. Suele emplearse el estudio comparado de ciertos sistemas jurídicos, entre ellos el
españ ol, como anticipació n al futuro del ordenamiento colombiano. No 476 son casualidad la influencia de
la Constitució n de 1978, del có digo penal españ ol de 1995 o de su doctrina en nuestras prá cticas. En este
trabajo analizaré una tendencia que se ha originado en el contexto españ ol en los ú ltimos añ os, relacionada
con las consecuencias jurídicas (penales y civiles) de la accidentalidad vial, mediante el estudio brevísimo
de los puntos más importantes que se derivan de allí.409
407Es el caso, por ejemplo, de los delitos informá ticos previstos en la ley 1273 de 2009 en
Colombia, en los que las penas de multa pueden llegar hasta los 1000 salarios mínimos
legales mensuales vigentes.
408 Cfr., a manera de ejemplo, en Colombia, la ley 793 de 2002.
409Un corolario casi necesario de este escrito, sería la elaboració n de una propuesta completa
de reconstrucció n de los derechos de las víctimas de accidentes de circulació n. Esa
propuesta excede los límites del formato correspondiente a estas Jornadas y por ello apenas
apunto algunas líneas en el acá pite 4.
Maximiliano A. Aramburo Calle
477
410 Cfr. VARGAS, B.: «El Ministerio Fiscal y la protecció n de víctimas de accidentes de trá fico», en REGLERO, F. y
HERRERO, M., 2007 (Coords.): Sobre la responsabilidad civil y su prueba. Ponencias VII Congreso Nacional,
Úbeda, noviembre 2007. Madrid: Asociació n Españ ola de Abogados Especializados en Responsabilidad Civil
y Seguros, p. 396. Haré hincapié en los puntos que podrían merecer mayor atenció n, por representar
problemas o retos frente a algunas estructuras dogmá ticas ya desarrolladas y maduras, aunque má s adelante
volveré sobre algunos de ellos en la segunda parte. L a propues ta proviene de la Fiscalía General del Estado y
su despliegue mediá tico puede medirse en los siguientes sitios web:
http://www.lasprovincias.es/valencia/20080605/espana/fiscal-seguridad-
vial-propone-20080605.html).
http://www.elcomerciodigital.com/prensa/20070510/asturias/fiscal-
seguridad-vial-pone_20070510. html,
http://www.psicosocialyemergencias.com/archivos/1174261609900005.p
df http://motor.terra.es/ moto r/articul o/htm l/m ot35 044. htm,
http://www.levante-emv.com/espana/2009/11/15/espana-victimas-
accidentes-exigen-impunidad/651740. html,
http://www.infomedula.org/Boletines/Archivo_Boletin_208,_Fiscal_Tole
do/seccion=193&idio- ma=es_ES&id=200702160013&activo=6.do.
411 Esto es, terapias de recuperació n, sillas de ruedas, etc. Se estima que el 40% de las paraplejías en Españ a
tienen su causa en accidentes de circulació n y que son unas 500 personas cada añ o quienes llegan a sufrirla.
Cfr. VARGAS, cit., 393.
412 Vargas habla de cuatro mil muertes y ciento treinta mil heridos leves en este tipo de accidentes cada añ o en
CIRCULACIÓ N Y RESPONSABILIDAD: ENTRE LA CRIMINALIDAD Y EL RIESGO...
Españ a. Cfr. VARGAS, cit., p. 393. La Asociació n Españ ola de la Carretera hablaba en 2005 de 1.2 millones de
muertos anuales en el mundo, por cuenta de los accidentes de trá fico, cifra que habría disminuido
drá sticamente. Cfr. http://www.aecarretera.com/Costevidahumana%20_2_.pdf ,
(visita de marzo 10 de 2010). Con todo, ese tipo de víctimas son casos en los que, como sostiene PINTOS AGER,
«la utilidad del dinero es cero». Cfr. PINTOS AGER., J.: Baremos, seguros y derecho de dañ os. Madrid: Civitas-
Universidad Carlos III, 2000. p. 91.
Maximiliano A. Aramburo Calle
413 Cfr. VARGAS, cit., p. 398 y ss., quien hace un pormenorizado aná lisis.
CIRCULACIÓ N Y RESPONSABILIDAD: ENTRE LA CRIMINALIDAD Y EL RIESGO...
esfuerzos preventivos
423No pretendo sugerir que la circulació n de automotores deba escapar a la protecció n penal. Me
interesa resaltar que las consecuencias penales y las civiles de un accidente de circulació n son
ontoló gicamente independientes y que, por lo tanto, no hay obstá culo alguno para que sean
también jurídicamente independientes. Otra cosa es el adelantamiento de las barreras de
punició n, como en el caso -precisamente- españ ol, donde la conducció n bajo los efectos del
alcohol es en sí misma una conducta delictiva, aunque no se provoque accidente alguno.
Maximiliano A. Aramburo Calle
424 Véase, por ejemplo, la reducció n en Españ a durante el añ o 2008 y las causas a las que se atribuye esa
reducció n: http://www.attitudes.org/posts/2009/02/02/en-el-2008-se-ha-
producido-el- mayor-descenso-de-accidentes-de-trafico-de-la-historia/
(marzo 15 de 2010).
425 YZQUIERDO TOLSADA, 2007: 335 y ss.
426 Cfr. SCHAUER, F.: Profiles, Probabilities andStereotypes. Cambridge: Harvard University Press, 2003, p. 12 y ss.
427 Llamo «fuerte» a un modelo teó rico de sistemas de aseguramiento que tenga ciertas coberturas inmo- dificables
por las partes, y que evite situaciones que ocurren en algunos ordenamientos jurídicos, como el colombiano, en
los cuales las aseguradoras excluyen de la cobertura el pago de indemnizaciones por
CIRCULACIÓ N Y RESPONSABILIDAD: ENTRE LA CRIMINALIDAD Y EL RIESGO...
428perjuicios morales; o en los que los límites de cobertura son tan bajos que pocas veces se
llega a un acuerdo sin que sea la víctima quien renuncie a una buena parte de la indemnizació n;
o en los que las aseguradoras, por tener el control del proceso penal, impiden que el conductor
procesado acepte su responsabilidad para beneficiarse de rebajas de pena. Con todo, una
interesante perspectiva sobre uno de esos aspectos se abre por el aná lisis econó mico del
derecho de dañ os, segú n la cual una de las consecuencias (cuasinecesarias) de los sistemas de
indemnizació n sin culpa, es la exclusió n del dañ o moral, conclusió n que se apoya en argumentos
como la reducció n de la litigiosidad o la supuesta demostració n de que la víctima no desea en
realidad cobertura de su dañ o moral, entre otros. Cfr. PINTOS AGER, cit., pp. 312-325.
429Sobre la justicia correctiva, véase COLEMAN, J.: Risks and Wrongs, Cambridge University Press, passim;
recientemente, COLEMAN, J. y MENDLOW, G.: «Las teorías del derecho de dañ os», en Responsabilidad
civil y del Estado, No. 27, IARCE, Medellín (en prensa).
430 REGLERO CAMPOS, «Culpa y riesgo...», cit.
431 Sobre todos estos sistemas, véase PINTOS AGER, cit., p. 259 y ss.
432De notable importancia en este punto, es la reciente sentencia de la Corte Suprema de Justicia de
agosto de 2009, que abiertamente rechazó el sistema culpabilista como fundamento de la
tradicional interpretació n del mencionado artículo, y adoptó una interpretació n basada en
riesgo. Un aná lisis de esta sentencia lo realiza BAENA, F., Objetivación de la responsabilidad civil
extracontractual en Colombia: Tendencias, influencias
Maximiliano A. Aramburo Calle
437 También en Españ a, los problemas prá cticos a partir de la confusió n entre víctima, sujeto pasivo del delito y
perjudicado, son mayú sculos. Sobre ello, vid. YZQUIERDO TOLSADA, M., «El asegurador en el proceso penal»,
en REGLERO, F. y HERRERO, M., 2007 (Coords.): Sobre la responsabilidad civil y su prueba. Ponencias VII Congreso
Nacional, Úbeda, noviembre 2007. Madrid: Asociació n Españ ola de Abogados Especializados en
Responsabilidad Civil y Seguros, p. 285-387.
438 Véanse los enlaces citados en la nota 4.
CIRCULACIÓ N Y RESPONSABILIDAD: ENTRE LA CRIMINALIDAD Y EL RIESGO...
registro. Se trata, con todo, de medidas que aquí no son completamente analizadas y que
merecen toda la atenció n, para que sean respetuosas de otros sectores del ordenamiento, y
de los derechos de terceros. Un buen ejemplo de ellas serían los pagos con cargo a fondos,
como el que en Colombia existe para las víctimas del conflicto armado.
CIRCULACIÓ N Y RESPONSABILIDAD: ENTRE LA CRIMINALIDAD Y EL RIESGO...
ffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff.
nal y procesal penal se consagren esos mecanismos de
protecció n a las víctimas que no pertenecen a la esfera de la responsabilidad civil. A manera de
ejemplo, en Colombia, el artículo 22 de la ley 906 de 2004 consagra el principio del
restablecimiento del derecho, segú n el cual jueces y fiscales está n en la obligació n de adoptar las
medidas necesarias «para hacer cesar los efectos producidos por el delito y las cosas vuelvan al
estado anterior, si ello fuere posible, de modo que se restablezcan los derechos quebrantados,
independientemente de la responsabilidad penal».
gggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg. Quizá s en razó n de los
cuestionamientos que se hacen a la capacidad del Derecho penal de proporcionar los mecanismos
adecuados para esa reparació n,439 algunos ordenamientos optan por separar mediante la
legislació n, al menos en un reducido nú mero de hipó tesis, los efectos civiles y penales de un
mismo he- cho,440 y otros, como el alemá n, facultan al juez penal para que remita al juez civil las
cuestiones relativas a la pretensió n civil.441 Hay incluso sectores de la doctrina que señ alan que
«ha llegado el momento de someter a un juicio crítico» la tesis de la unidad de la noció n de culpa,
argumentando que hoy no es posible sostener que la culpa civil y la culpa penal obedezcan a un
ú nico concepto.442
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. V. A MANERA DE
CONCLUSIONES
491
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Todo lo anterior supone distinguir dos problemas
diferentes: una cosa es la responsabilidad civil derivada del delito, y otra es la conveniencia o
inconveniencia de su juzgamiento dentro del proceso penal.
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. Quienes defienden la necesidad de incluir disposiciones
civiles en la legislació n penal, suelen también defender la extensió n de la competencia del juez
penal para la solució n de la controversia civil. Para sustentarlo, se suele recurrir a cuerpos
normativos internacionales, entre los cuales cabe destacar la Resolució n 40/34 de la Asamblea
General de las Naciones Unidas sobre los Principios
439 Cfr. CADAVID A.: «Dogmá tica penal y víctima del delito. A propó sito de la sentencia del 20 de mayo de 2003 de la
Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia», en VELÁ SQUEZ, F. (Coord.): Derecho penal liberal y dignidad humana. Libro
homenaje al Dr. Hernando LondoñoJiménez, Bogotá : Temis, 2005, pp. 174 y ss.
440 En Francia, el sistema de dualidad de culpas en materia de delitos imprudentes fue establecido por la ley de 10 de
julio de 2000, introdujo al Có digo de Procedimiento Penal el artículo 4-1, que permite concluir la separació n
tajante entre la culpa penal y la culpa civil. Por todos, véase LE TOURNEAU, P.: Droit de la responsabilité et des contrats.
París: Dalloz, 2004, n. 582.
441 Al respecto, ALASTUEY, M: La reparación de la víctima en el marco de las sanciones penales. Valencia: Tirant lo Blanch,
2000, p. 50.
442 Cfr. VISINTINI, G.: Tratado de la responsabilidad civil, t. I (trad. Kemelmajer, Aída), Buenos Aires, Astrea, 1999, p. 83.
Maximiliano A. Aramburo Calle
443 SILVA SÁ NCHEZ, J: «¿Ex delicto? Aspectos de la llamada responsabilidad civil en el proceso penal», en Indret
[http://www.indret.com/pdf/055_es.pdf ], (visita de junio 22 de 2008)
444 Sentencia españ ola de febrero 5 de 1980, citada por YZQUIERDO TOLSADA, M.: «Alcance real de la
competencia del juez penal para conocer de cuestiones civiles: responsabilidad civil y má s cosas. En particular,
la tutela civil del crédito en el proceso penal», en MORENO MARTÍNEZ, J. (Coord.): Perfiles de la responsabilidad
civil en el nuevo milenio, Madrid, Dykinson, 2000, p. 610.
445 «Una persona responde con base en la culpa por la violació n intencional o negligente del está ndar de conducta
exigible».
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.
objetiva (artículo 5:102), todo lo cual implica un considerable panorama de casos posibles de
responsabilidad sin culpa y en concreto de responsabilidad por riesgo, como caminos eficientes
y efectivos para la protecció n de las víctimas -si se acompañ an de los instrumentos econó micos
adecuados- y que no impliquen mensajes equívocos y exagerados sobre las funciones que
cumple (o que algunos quieren que cumpla) el Derecho penal en las carreteras.
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn.
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.
pppppppppppppppppppppppppppppppppppppppp.
qqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqq.
rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
ssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss.
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vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv.
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww.
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yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy.
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb.
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ddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddd.
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee.
fffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff.
ggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg.
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. 494
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. LAS TEORÍAS DEL DERECHO
DE DAÑOS
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk. Jules
Coleman & Gabe Mendlow 446
lllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll. CONTENIDO:
I. Introducció n
II. La diferencia entre responsabilidad por culpa y responsabilidad objetiva
III. Teorías del derecho de dañ os: el aná lisis econó mico
IV. Teorías del derecho de dañ os: la justicia correctiva
V. Bibliografía
I. Introducción
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.
El derecho de dañ os447* es una de las ramas del derecho civil; otras á reas son el derecho de
495
contratos, el de bienes y el enriquecimiento injusto (con frecuencia llamado equivocadamente
derecho de la «restitució n»).448 Es importante distinguir
446Jules Coleman es Wesley Newcomb Hohfeld Professor de teoría del derecho en Yale Law School, y profesor de
filosofía de Yale University. Gabe Mendlow es Rebhausen Postdoctoral Fellow en derecho y filosofía, de Yale
Law School y Yale University. Las primeras versiones en inglés de este artículo aparecieron en la Stanford
Encyclopaedia of Philosophy. Traducció n -con expresa autorizació n de los autores- de Maximiliano Aramburo
Calle [Universidad Eafit].
447 N. del t.: la expresió n tort law no tiene una traducció n literal y unívoca al españ ol. Es el derecho de los torts,
es decir, de los hechos ilícitos extracontractuales. Los diccionarios má s utilizados traen una diversidad de
posibles traducciones que, para especialistas hispanoparlantes en la materia, pueden no ser satisfactorias en
contexto de ciertos escritos. Me refiero a posibles traducciones como «agravio», «lesió n jurídica» o «culpa»,
que -salta a la vista- no son sinó nimas en españ ol. Para esta traducció n he empleado de manera indistinta las
expresiones «derecho de la responsabilidad civil extracontractual» y «derecho de dañ os», como traducciones
de tort law, si bien en españ ol «derecho de dañ os» es mucho má s amplia, ya que incluiría también la
responsabilidad contractual (que en inglés, por el contrario, no hace parte del tort law sino del contract law). Así
mismo, para la voz tort he empleado de manera indiferenciada las expresiones «ilícito extracontractual»,
«hecho dañ oso» y «delito civil», con la esperanza de que contribuyan a una mejor comprensió n del texto
anglosajó n por parte de un lector hispanoparlante.
448 N. del t.: el law of restitution se opone, en inglés, de manera general al law of compensation. El primero es el sector del
ordenamiento en el que las obligaciones se basan en el enriquecimiento injusto del demandado, y no en un
hecho ilícito extracontractual (tort) ni en el incumplimiento de un contrato (breach of contract). Por eso se dice
que se basa en las «ganancias» (gain-based). Aunque el law of compensation no es en estricto sentido un sector del
Jules Coleman & Gabe Mendlow
449N. del t.: La palabra culpa, en españ ol, es ambigua; también lo es la palabra culpable. Las veces que
se ha empleado la palabra culpa hasta este punto, corresponden a fault, en un sentido similar a
la conocida expresió n de origen francés de la responsabilité avec faut, es decir, fault como falta,
simplemente. Sin embargo, en este punto culpable corresponde a una expresió n inglesa
diferente -blame- (y en otros apartes corresponderá a culpability), que se traduce también como
«culpa» en general, pero fundamentalmente en el sentido de reproche, o censura. En lo
sucesivo, como el texto original emplean las tres expresiones (fault, blame y culpability), se
intentará distinguir claramente entre uno y otro sentido de la expresió n.
Jules Coleman & Gabe Mendlow
452Hay que tener cuidado de no confundir dos diferentes formas de introducir el concepto de
deber en el derecho de dañ os. En el sentido en que usamos el concepto de deber, el derecho
de dañ os impone deberes, algunos de los cuales son obligaciones de no causar dañ o a otros
mediante la propia culpa, mientras que otros son los deberes de no causar dañ o a otros
mediante las propias tareas. La segunda forma de introducir el concepto de deber, es una
trampa. Podríamos simplemente proponer la obligació n general de no actuar
negligentemente, descuidadamente o con la intenció n de causar dañ o o lesionar a otros. Con
ésta, un partidario del aná lisis econó mico podría responder a nuestra objeció n diciendo que
sí está implicado el concepto de un deber, a saber, el deber de no ser negligente o
descuidado. Otros teó ricos pueden adoptar un punto de vista similar acerca de la noció n de
deber implicado en el derecho de dañ os. Pero esta noció n de deber no funciona. Es
simplemente otra forma de decir que es ilícito imponer negligentemente riesgos a otros, o
ilícito tomar en cuenta de forma inadecuada los intereses de otros. Decir que se tiene un
deber de no tratar a otros de cierta forma, equivale a decir simplemente que hacerlo es
ilícito, y que quien lo hace ha cometido un ilícito, etc. No ayuda a entender quién tiene la
facultad o quién está en posició n de reclamar por lo que otro ha hecho, qué tipo de reclamo
es el adecuado y quién debe reparar los dañ os que ocurran, si es que alguien debe hacerlo. Si
hay una noció n de deber que tenga sentido en derecho de dañ os, es la que contiene la idea
má s estricta de tener un deber frente a una persona en concreto o un grupo de personas (lo
que podemos llamar deberes relacionales).
Jules Coleman & Gabe Mendlow
453En versiones posteriores de este artículo, nos ocuparemos de nuestras razones para pensar
que nuestra idea original de que la tesis de la anulació n es la concepció n adecuada de la
justicia correctiva, puede ser correcta; que las objeciones que se le hacen no son
persuasivas; y que me apresuré a abandonarla. Todos esos argumentos los estamos
desarrollando en nuestra investigació n actual y en un artículo diseñ ado para reflejar el
estado actual del pensamiento sobre este tema. Dado que la segunda concepció n de la
justicia correctiva es la que domina, no hay duda de que nuestra responsabilidad es explicar
la fuente de ese dominio.
LAS TEORÍAS DEL DERECHO DE DAÑ OS...
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.
responsabilidad civil es obligatoria. No só lo es un error mezclar sanciones, impuestos y juicios de
responsabilidad como si fuesen piezas intercambiables en la caja de herramientas de un
reformador jurídico, sino que, ademá s, las á reas para las cuales cada una de ellas es adecuada
está n regidas por normas diferentes. No darse cuenta de las diferencias básicas entre estos
«costos», impide que se entiendan las normas subyacentes que rigen las distintas instituciones
jurídicas y sociales.
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn. Mucho má s que la
justicia retributiva o que la teoría econó mica, el principio de justicia correctiva ilustra el énfasis
de la responsabilidad civil en las obligaciones de reparació n así como en el rango de formas en las
que es posible que esas obligaciones puedan satisfacerse. En particular, la justicia correctiva
explica la relació n entre la obligació n de prevenir o de evitar el dañ o, por una parte, y la
obligació n de reparar sus costos, por la otra. El principio de justicia correctiva fundamenta las
obligaciones de reparació n, má s que los deberes de cuidado que son la base de esas obligaciones
de reparació n. Ademá s, aunque el principio fundamenta las obligaciones de reparar, no ordena
ningú n mecanismo en concreto mediante el cual esas obligaciones deban cumplirse.
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo. Es tentador pensar en
la justicia correctiva como un objetivo del derecho de dañ os, en la misma forma en que los
521
economistas piensan en la eficiencia o en la disuasió n ó ptima. El mejor punto de vista es que la
justicia correctiva no es un objetivo del Derecho en la forma en que la eficiencia podría serlo. Má s
bien, la justicia correctiva es en sí misma un principio de justificació n. Busca articular los
fundamentos en los que se apoya una cierta categoría de obligaciones. Afirma que ciertas
obligaciones de reparació n o de pago se fundamentan en la responsabilidad por las mismas. Los
fundamentos de la obligació n de reparar son: (1) El hecho de que uno tenga el deber previo de
tomar en cuenta los intereses de otro, y de mitigar su propia conducta en consecuencia; ( 2) el
hecho de que uno no haya logrado hacerlo; (3) el hecho de que al no hacerlo, todo ello resulte (de
manera adecuada) en un dañ o a otro; y (4) el hecho de que el dañ o resultante pueda serle
atribuido al agente como de su autoría o, en la jerga contemporá nea, sea algo de cuyo resultado él
es responsable. Nadie afirma que esos fundamentos deban satisfacerse siempre que un agente
tenga la obligació n de reparar o de pagar. La justicia correctiva fundamenta algunas, pero muy
probablemente no todas las obligaciones de reparar.
pppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppp. Si esta es la manera en
la que debe pensarse la justicia correctiva, ¿qué deberíamos pensar acerca de su relació n con la
responsabilidad objetiva y la responsa
LAS TEORÍAS DEL DERECHO DE DAÑ OS...
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww.
do, y que la diferencia entre ellas tiene que ver con el contenido del deber relevante, pero no
ofrece orientació n alguna acerca de por qué algunas actividades demandan el tipo de deber de
cuidado tipificado en la responsabilidad objetiva, mientras que otras demandan un deber de
cuidado del tipo asociado a la responsabilidad por culpa. Por lo menos el aná lisis econó mico,
como vimos antes, da una orientació n muy clara en este punto.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. De una u otra forma, la primera
objeció n es, de lejos, la má s penetrante que se le hace a las explicaciones del derecho de dañ os que se hacen
desde la justicia correctiva. Si fuese una objeció n só lida, sería devastadora. En efecto, no es una objeció n
seria y se apoya en un malentendido importante. En la moral, como en todo, hay una divisió n del trabajo
significativa, aunque limitada. No le corresponde a la justicia correctiva explicar el contenido de los deberes
de no dañ ar que tenemos frente a otros, ni determinar su objetivo. Por el contrario, es un principio que
fundamenta algunas de las obligaciones que contraemos en caso de que no logremos cumplir con los
deberes de no causar dañ o a terceros. Tenemos, en general, una responsabilidad de mitigar nuestra
conducta por el impacto probable que pueda tener en los intereses de otros. Es cuestió n de moral, de
sentido comú n y de simple equidad. Este deber general que tenemos frente a otros no es en sí mismo un
asunto de justicia correctiva. Ni es asunto de justicia correctiva 524 decir qué deberes tenemos, frente a
personas en concreto, de tomar en cuenta el impacto de nuestra conducta en sus intereses. Una buena
pregunta de moralidad es qué es lo que debemos a otros, concretamente, para liberarnos de nuestros
deberes generales de equidad frente a terceros. ¿Có mo debo mitigar mi conducta a la luz de sus
(presumiblemente legítimos) intereses? ¿Y cuá les de esos intereses debo tomar en cuenta? Puede
sostenerse que la elaboració n de una lista de esos deberes concretos es la tarea de la filosofía moral. Otros
pueden sostener que la filosofía moral probablemente no es capaz de suministrar una lista definitiva, que al
menos parte de los deberes que tenemos frente a terceros dependen de las prá cticas que lleguemos a tener.
En cualquier caso, esos deberes subyacentes no son en sí mismos obligaciones de reparació n, sino deberes
de cuidado. No le corresponde a la justicia correctiva identificarlos ni fundamentarlos.
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy. De hecho, es todo lo
contrario. Una vez tenemos exigencias concretas de tomar en cuenta los intereses de otros de
una u otra manera en la regulació n de nuestros propios asuntos, encaramos al mismo tiempo la
pregunta diferente acerca de si, y en qué formas, el quebrantamiento de esos deberes impacta
las relaciones normativas entre las partes. En otras palabras, ¿cuá les son las
Jules Coleman & Gabe Mendlow
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273.
ffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff. -, 1992, «Jules Coleman and Corrective Justice in
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- 1989. «Right and Advantage in Private Law», en Cardozo Law Review 10, 1283.
- 1988. «The Special Morality of Tort Law», en McGill Law Journal 34, 403.
ssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss. “(...)Frente a lo
expuesto, claramente se colige que el Tribunal incurrió en el error de interpretación que el cargo
le atribuye, por cuanto el artículo 1040 del Código de Comercio, al declarar que “el seguro
corresponde al que lo ha contratado, toda vez que la póliza no
Mateo Pelá ez García
456Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia del 12 de diciembre de
2002. Expediente C-6754. Magistrado ponente: Doctor José Fernando Ramírez Gó mez.
Proceso ordinario de Oscar Patiñ o Franco contra Seguros del Estado S.A.
457 OSSA G., J. Efrén, Ob. Cit. Pá g. 6.
458JARAMILLO, Carlos Ignacio. “Aspectos medulares del seguro sobre la vida en el derecho
colombiano: Visió n comparada”. XVII Encuentro Nacional de Acoldese. Paipa, octubre 1992. Pá g.
128
459 BUSTAMANTE FERRER, Jaime y URIBE OSORIO, Ana Inés, Ob. Cit. par.61.
460 OSSA G., J. Efrén, Ob. Cit. Pá g. 6.
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL...
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy. 1. Seguro
celebrado por un mandatario con representación. Unidad
Mateo Pelá ez García
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. 3.
El contrato por cuenta de quien corresponda porque se desconoce quien pueda ser el titular del
interés en el momento del siniestro, y el mismo tomador puede llegar a ser un beneficiario
potencial”.9
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
El seguro por cuenta de tercero no es lo mismo
que un mandato con representació n, pues el tomador celebra el contrato en su propio nombre
y representació n y no como representante del asegurado. Además, si fuera un mandato con
representació n, el tomador sería el tercero y no habría diferencia entre tomador y asegurado .10
No obstante, es importante anotar que en el seguro por cuenta de tercero se puede englobar
tanto un mandato sin representació n como la ausencia total de mandato.
462No obstante lo indicado en el pá rrafo, se debe tener presente en cada caso las exclusiones
correspondientes al respectivo contrato, pero ellas no dirían relació n al hecho de que no
exista responsabilidad civil del tomador sino a otras situaciones, tales como el vicio propio
de las cosas la cual si bien es una eximente de responsabilidad del transportador también
es excluida en general en los seguros de dañ os, como el de incendio. Si fuera un seguro de
responsabilidad civil bastaría con anotar que só lo respondería en caso de responsabilidad
civil del tomador asegurado, esto es, el arrendatario o el transportador, para seguir con los
ejemplos indicados.
Mateo Pelá ez García
13 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia del 24 de mayo de 2000. Magistra-
do ponente: Doctor Manuel Ardila Velá squez. Proceso ordinario de Seguros de Procarton Limitada contra
Seguros Tequendama.
tttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttt. esos bienes tiene el Banco Popular,
no otra cabe decir sino que obviamente no incurrió el tribunal en el evidente error que se le
achaca por entender que tomador y asegurado eran personas diferentes y por ahí mismo
concluir que lo estipulado en dicha póliza fue un seguro por cuenta (...)
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu. (...) Y
es bueno acotar respecto del interés asegurable del Banco Popular -interés sin el cual el seguro
por cuenta hubiera sido un imposible- que la demandada admite que dicha entidad bancaria
era acreedora de “Procartículoon”. Así mismo se anota que nada obsta, dentro de la concepción
del seguro por cuenta, para que a instancia del acreedor o por cualquier otra causa, el deudor
relativamente a sus propios bienes, tome el seguro por cuenta de dicho acreedor para proteger
el interés que éste como tal, en virtud de la prenda general, tiene en ellos, seguro por cuenta
que, de paso, conforme al transcrito artículo 1042, podría amparar su propio interés (...)”.
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv. También en la
sentencia que se comentará en los sub numerales posteriores, la Corte se refiere al seguro por
cuenta ajena. No obstante, hemos querido citar aquí a pesar de su extensió n lo que en forma
general ella plantea sobre el seguro por cuenta ajena, así:
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
“(...) 4. EL SEGURO POR CUENTA AJENA Y ALGUNOS DE SUS RASGOS FUNDAMENTALES (...)
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. (...) a) El
apellidado seguro por cuenta ajena, existente en contraposición al llamado seguro por cuenta
548
propia, es una socorrida institución planetaria que, al margen de figuras conectadas con la
representación; el apoderamiento, el mandato, la gestión de negocios, etc., propende por
facultar a una persona que, recta vía, no es titular del interés que se pretende asegurar (interés
asegurable), para que pueda contratar el seguro, no empiece esa particular circunstancia que,
en consecuencia, no inviste carácter impeditivo y, por tanto, no inhibe la celebración eficaz del
negocio jurídico que, ab origine, se entiende bien trabado (...).
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy. (...) De allí que el
contratante, privativamente, revista la calidad de tomador -o sea de la “(...)persona que,
obrando por cuenta(...)ajena, traslada los riesgos”, artículo 1037, Código de Comercio- pero no
la de asegurado, la que estará reservada al real titular de dicho interés que, por fuerza de la
mecánica originaria e históricamente asignada a este instituto, avalada por un apreciable
número de legislaciones y doctrinantes -pero no por todas y todos-, no le incumbe directamente
a aquel, por manera que el contratante ‘gestiona’ -en sentido lato- o se ocupa de un interés que
le pertenece a otro (laborío tuitivo), pues si a él le perteneciere -únicamente- es natural, el
seguro no sería por cuenta ajena, sino por cuenta propia, todo sin perjuicio de posterior
salvedad, particularmente en el campo del derecho vernáculo, permeado por una concepción
-algo- diferente (...)
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. (...) Por ello es
por lo que aludiendo a una vinculación de carácter triangular (asegurador; tomador y
asegurado), se suele decir que en el seguro por cuenta ajena, en línea de
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. principio, no hay
concordancia entre la persona del tomador y el asegurado -por lo menos al momento de la
celebración del negocio jurídico-. El asegurador, es el cocontratante del tomador y, en
particular, su acreedor, respecto de la prima o precio del seguro, ya que le corresponden las
obligaciones. Y el asegurado, sin ser parte en el contrato (Artículo 1037, Código de Comercio), es
el acreedor -en potencia- de la entidad aseguradora (Artículo 1039, Código de Comercio) (...)
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb. (...)
Como lo puso de presente en reciente fallo la Corte, en esta modalidad negocial, “(...) es obvio,
que uno sea el tomador y otro -el tercero-, el asegurado, a quien corresponde (...) el derecho a la
prestación asegurada” (sentencia del 24 de mayo, 2000, Exp. No 5349) (...)
ccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccc. (...) b) En lo que
concierne a la finalidad del seguro por cuenta ajena, sin duda uno de los tópicos más polémicos
y controvertidos en la doctrina y en la jurisprudencia comparada, debe anotarse -en obsequio a
la brevedad- que hay dos tendencias sobre el particular. Una, más ceñida a la teleología
consustancial a la institución en comentario, llamada a abrirle paso, única y exclusivamente, al
aseguramiento de un interés ajeno, por oposición a uno -propio- radicado en cabeza del
tomador. Y otra, ciertamente más amplia, encaminada a posibilitar -en principio- la
convergencia de los dos intereses, de tal suerte que, ambos, en efecto, se tornarían asegurados,
en virtud de la figura del seguro por cuenta, así conserve el epígrafe de ‘ajena’ (seguro por
cuenta ajena), postura esta última ahijada por el legislador nacional (...)
ddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddd.
(...) De acuerdo con la primera de las anunciadas posturas, mediante el seguro por cuenta 549
ajena, está proscrita toda posibilidad de que el tomador, en forma concurrente con el tercero,
invista la calidad de asegurado, toda vez que la filosofía que inveteradamente le asiste a esta
forma de contratación, precisamente, estriba en la protección o salvaguarda de intereses
ajenos, por manera que proteger los propios, por plausible que resulte, no es tarea
encomendada al seguro por cuenta, por lo menos en la dimensión o faz contemplada (ajena).
Para ello, se afirma, existe el seguro tomado en nombre y por cuenta propia (...)
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. (...)
Quienes así razonan, claramante (sic) rechazan la ampliación del espectro del ‘seguro por
cuenta’, en consideración a que “(...) si el contratante asegurara su propio interés, no puede
hablarse de un seguro por cuenta de otro”, de lo que coligen que, “(...) la validez del seguro por
cuenta de otro presupone la carencia de un interés propio del contratante” (tomador). 463 No en
balde “El seguro por cuenta ajena -se anuncia- es el reverso del seguro por cuenta propia
(...)”.464
463VENDITTI, Antonio. L’assicurazione di interessi altrui, Ná poles, 1.961, p.p.67 y 68. Cfme:
Mario Claudio Capone. Il Contratto di Assicurazione per Conto di chi Spetta (con particolare
riferimento all’assicurazione di merci viaggianti), en Giustizia Civile, Roma, 1.990, p.p. 161 y
162. Nota aclaratoria: Esta cita es de la Corte Suprema de Justicia.
464HALPERIN, Isaac, El contrato de Seguro, Depalma, Buenos Aires, 1946, pg. 468. Nota
aclaratoria: Esta cita es de la Corte Suprema de Justicia.
fffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff. (...) De conformidad con la segunda
postura -que permeó el derecho nacional-, por el contrario, es enteramente posible -amén que
lícito- que, con estribo en un seguro por cuenta ajena, se protejan, simultáneamente, el interés
del tomador en el contrato, y el del tercero, sin que para ello exista incompatibilidad
-insalvable- alguna. Por consiguiente, si el contratante tiene un interés lícito, el recipiente
reservado al seguro por cuenta ajena, le servirá para tutelarlo, sin perjuicio de la protección
negocial (ex contractu) dispensada al tercero. En este caso, con diferente abolengo, tomador y
tercero, serán asegurados, pues si bien es cierto la ratio de esta forma de contratación finca en
la salvaguarda de intereses ajenos, ello no se opone, según el caso, a que los del tomador corran
idéntica suerte, aun cuando respetando la principalidad del tercero (...)
ggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg. Los que así
discurren, a su turno, concluyen aseverando que, “(...) todas las veces que el contratante tenga
un interés asegurable, se debe presumir que el seguro por cuenta engloba este interés”. 465 Por
eso es por lo que en el terreno del seguro de transporte, concretamente en la esfera del seguro
por cuenta, se estima que éste “(...) contiene dos seguros: un seguro de cosas para su
propietario y un seguro de responsabilidad para su suscriptor” (466).
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. (...)
Como tangencialmente se anticipó, el derecho de seguros colombiano, siguiendo las directrices
trazadas por la legislación francesa, concretamente por la Ley de Seguros de 1930 -que, en lo
pertinente, tanta influencia tuvo en la redacción del Código de Comercio-, se enroló en la
segunda de las esbozadas posturas, respaldando, de paso, la hermenéutica asignada a la
preceptiva gala por parte de la jurisprudencia y la comunnis opinio, según dan cumplida
550
cuenta los antecedentes de la reforma colombiana (acta No. 86 del Subcomité de Seguros). Ello
explica, en este puntual tema, el prohijamiento del artículo 1042 del Código de Comercio, dueño
de una concepción divergente a la adoptada por otros ordenamientos continentales, de
indiscutida trascendencia para la fijación del alcance y el entendimiento del artículo 1124 del
Código de Comercio, objeto -entre otros a él ligados- de la censura sometida al conocimiento de
la Corte (...)
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. (...) Dicho precepto patrio, aún incólume,
textualmente reza: “Salvo estipulación en contrario, el seguro por cuenta valdrá como seguro a
favor del tomador hasta concurrencia del interés que tenga en el contrato y, en lo demás, con la
misma limitación, como estipulación en provecho de tercero” (...)
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. (...) Es, entonces, enteramente inteligible, que el
legislador nacional, ex profeso, validó el aseguramiento del interés que le incumba al tomador
o contratante, con total independencia del que gravita alrededor del tercero-asegurado. Tanto
es así que la declaración preceptiva en referencia, tendrá ineluctable aplicación, “Salvo
estipulación en contrario”,
465M. PICARD y A. BESSON. Les Assurances Terrestres. Le Contrat D'Assurance, L.G.D.J, París,
1.982. P.416. Nota aclaratoria: Esta cita es de la Corte Suprema de Justicia.
466RODIERE, René. Traité Général de Droit Maritime. Assurances Maritimes, París, p. 535. Nota
aclaratoria: Esta cita es de la Corte Suprema de Justicia.
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk. ya que si
las partes, de alguna manera, no consideraron albergar más que a un interés -o no dejaron
diáfanas señales con vocación para que, a través de un proceso hermenéutico, se corroborara su
deseo de separarse del supraindicado derrotero legal-, la Ley parte del supuesto de su anuencia
y conformidad con lo anunciado, en el sentido de que no sólo el interés del tercero, objetivo
primordial de esta forma de contratación, queda cabalmente protegido, sino también el del
tomador f8), aun cuando la prioridad, se subraya, estribe en el tercero-asegurado, al punto que
si no se le tutela, mal podría hablarse, en estrictez, de seguro por cuenta ajena -lato sensu- (...)
lllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll. (...) Como recientemente lo puntualizó esta Sala,
es enteramente posible, a la par que jurídico, que “(...) el seguro se contrate pero por cuenta de
un tercero determinado o de- terminable, de suerte que básicamente es el interés asegurable de
ese tercero el que constituye el objeto de la convención, lo que implica, como es obvio, que uno
sea el tomador y otro -el tercero-, el asegurado, a quien corresponde, según el texto citado, el
derecho a la prestación asegurada”. Ello sirve para explicar “(...) que, en principio, el seguro
bajo esta modalidad protege tanto el interés del tomador como el del asegurado” (Exp. No 5349,
Sentencia del 24 de mayo de 2000) (El subrayado es ajeno al texto original) (...)
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
(...) No hay, pues, en Colombia, tratándose del seguro por cuenta ajena, exclusión -radical o
aún atenuada- en torno al aseguramiento del interés del tomador, el que se erigirá en
fundamento legis para entender que ostenta la calidad de asegurado, tal y como tiene lugar de
cara al interés del tercero, propiamente dicho, quien se considera como asegurado prevalente o
551
“principal”, conforme lo apellida un autorizado sector de la doctrina vernácula, la misma que,
desentrañando el alcance del artículo 1042 del ordenamiento comercial, pone de manifiesto
que, “En el seguro por cuenta(...)., el contrato está destinado a cubrir, básica y, las más de las
veces, prioritariamente, un interés asegurable ‘ajeno’, el interés de un ‘tercero’ en la cosa
asegurada o a la cual se hallan vinculados los ‘riesgos’ objeto del contrato”, lo que sirve de
fundamento para comprender que el “(...)tomador puede o no tener un ‘interés asegurable’ en
las cosas objeto del contrato” (...).19 467 468
18
467- Cfme: ZORNOSA, Hilda E. Las partes en el contrato de seguro, en Evolució n y perspectivas del contrato de
seguro en Colombia, Bogotá , 2.001, p. 19. Nota aclaratoria: Esta cita es de la Corte Suprema de Justicia.
19
OSSA G., J. Efrén. Teoría General del Seguro, Vol. II. El Contrato, Temis, Bogotá , 1.991, p.p. 7, 16 y 18. “El interés
-continú a el mismo autor- puede ser de cará cter moral.... Puede o no tener interés en el contrato mismo,
aunque generalmente lo tiene en la medida en que satisface una obligació n derivada de su relació n
subyacente con el tercero-asegurado. Este, en cambio, debe necesariamente tener ‘interés asegurable’ en o
respecto de los bienes sobre que versa el seguro. Que estas afirmaciones responden a la realidad jurídica
468 demuestran, de una parte, el art. 1042 del Có digo de Comercio cuando dice que, ‘salvo estipulació n en
contrario, el seguro por cuenta valdrá como seguro a favor del tomador hasta concurrencia del interés que
tenga en el contrato’, de donde se infiere, dada la forma subjuntiva del verbo, que puede no tener interés o
tener un interés limitado y que, en todo caso, las partes pueden pactar que el tomador no derive del seguro
beneficio o derecho alguno (esto en cuanto al interés del tomador), y de otra parte (en cuanto a la necesidad
de ‘interés asegurable’ del tercero), que si ‘el tercero’ carece de ‘interés asegurable’, el contrato, como tal,
deviene inexistente por falta de uno de sus elementos esenciales” Nota aclaratoria: Esta cita es de la Corte
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL...
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn. (...)
Baste, pues, reiterar que, en Colombia, en virtud del seguro por cuenta ajena, es posible
asegurar dos intereses divergentes: el del transportador, por vía de ilustración, y el del dueño
de las mercancías -ad exemplum- (...)
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo. (...) c)
Finalmente, en lo que toca con la metodología empleada para la adopción de la figura del
llamado seguro por cuenta ajena, resulta oportuno expresar que la Ley Colombiana, ex
abundante cautela, subordinó su eficacia a la materialización de un acuerdo interpartes, en
forma tal que, in limine, desestimó cualquier presunción -globalizante- al respecto, vale decir
que se considere que todo aseguramiento, en sí, es realizado en función o “(...) por cuenta de un
tercero”. Es por ello por lo que en el artículo 1040 del Código de Comercio, enfáticamente,
advirtió que, “El seguro corresponde al que lo ha contratado, toda vez que la póliza no exprese
que es por cuenta de un tercero”, por manera que si no media esta concreta volición, el negocio
jurídico, ab origine, se entenderá celebrado al amparo del seguro por cuenta del tomador,
volición que no es necesario que aparezca a través de la factura de fórmulas preestablecidas
(ritualismo documental), o mediante el diligenciamiento de espacios -o casillas especiales-,
dado que lo relevante es que, luego de un reflexivo y cuidadoso proceso hermenéutico, aflore
que las partes, in concreto, quisieron separarse del esquema trazado por el referido artículo
1040 del Código de Comercio, con independencia de la fraseología empleada -o de la no
utilizada-, como único criterio interpretativo (...)
ppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppp. (...)
Así deben entenderse las locuciones “(...) que la póliza no exprese que es por cuenta de un
552
tercero” (el subrayado no pertenece al texto transcrito), como quiera que la aludida expresión
-o explicitación- bien puede deducirse del clausulado, in globo. Eso es lo neurálgico. Por ello “No
es indispensable que en la póliza se haga uso expreso de la cláusula ‘por cuenta de (...).’, ni que
se efectúe una declaración categórica del carácter ajeno que reviste el interés para el tomador,
porque puede resultar de una interpretación de las circunstancias que rodean el caso y del
contenido de las cláusulas del contrato en su conjunto. 469
qqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqq. La
Sala Civil de la Corte recoge a través de los planteamientos citados, todas las posibilidades que
se amparan bajo el seguro por cuenta, con el fin de cumplir con la finalidad econó mica jurídica
de dicho contrato.
20 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia del 30 de septiembre de 2002.
Magistrado ponente: Doctor Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo. Proceso ordinario de Seguros de Noé
Gucovschi Miller contra Intermoving Limitada y Seguros La Andina S.A.
469Suprema de Justicia.
Mateo Pelá ez García
sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss. A. De manera
particular y frente al seguro de transporte de
ttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttt. mercancías, la Corte
Suprema de Justicia señala qué intereses asegurables se pueden
proteger a través de dicho seguro.
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu. En tal
sentido, en una primera parte la Corte hace referencia a los diferentes intereses asegurables
que se pueden proteger por medio del seguro de transporte, en los siguientes términos, así:
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv. “(...) 2.
EL INTERÉS ASEGURABLE EN EL SEGURO DE TRANSPORTE:
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
(...) Es obvio que la prenotada relación (el interés asegurable, agregamos nosotros),
indefectiblemente, no supone vínculo de origen dominical, en razón de que ella puede darse
respecto de ligámenes de naturaleza y génesis diversa, v.gr: de índole tenencial. Es lo que
sucede, justamente, en punto al usufructo, al depósito, al arrendamiento, al “leasing-, etc. (...)
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. (...) Por
ello es por lo que en el campo específico del seguro de transporte, no puede atribuírsele al
dueño de las mercancías transportadas la titularidad exclusiva -y excluyente- del interés
asegurable, como quiera que otros sujetos, por igual, separada o conjuntamente, bien pueden
investirlo (...)
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy. (...) Así 553
sucede sin más preámbulo, con el propio transportador que, por ley, se obliga a “(...) conducir
de un lugar a otro, por determinado medio y en el plazo fijado, personas o cosas y a entregar
estas al destinatario” (artículo 981, C de Co.) (...)
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. (...) Ello explica que
el artículo 1124 del Código de Comercio, reafirmando el señalado aserto, disponga que, “Podrá
contratar el seguro de transporte no solo el propietario de la mercancía, sino también todos
aquellos que tengan responsabilidad en su conservación, tales como el comisionista o la
empresa de transporte (...) (el subrayado es ajeno al texto original. Nota de la Corte).
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. (...) En
consonancia con el contenido de la primera parte de la norma supraindicada, indicativa de que
el transportador también puede válidamente tomar un seguro de transporte, así no sea el
propietario de la mercancía objeto del negocio jurídico respectivo, su apartado final afianza la
misma idea, al prescribir que tal contratación podrá darse, en el entendido de que se exprese
“(...) en la póliza si el interés asegurado es la mercancía o la responsabilidad por el transporte
de la mercancía (...).
Mateo Pelá ez García
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb.
(...) Si tiene lugar lo primero, esto es que de alguna manera se explicite -o se haga inteligible-
que el interés asegurable recae sobre la mercancía, es dable partir que el seguro tomado por el
transportador, por regla, gracias al régimen especial colombiano, tiene un doble cometido:
proteger un interés propio y, al mismo tiempo, en forma preferente, a la
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL...
cccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccc.
dddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddd. par que convergente, uno ajeno
(seguro por cuenta ajena, artículo 1042 del C de Co,), tal y como luego se aludirá, a espacio, dado que en Colombia esta
modalidad de contratación, que se opone a la que se realiza por cuenta propia (artículos 1037 y 1040 Código de Comercio),
tiene un radio de acción mayor, al punto que si no se estipula lo contrario, “(...)el seguro por cuenta valdrá como seguro a favor
del tomador hasta concurrencia del interés que tenga en el contrato y, en lo demás, con las misma limitación, como estipulación
en provecho de tercero" (artículo 1042, Código de Comercio) (...)
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. (...) Si acaece lo segundo, vale decir que
se expresó -o convino- que “(...) el interés asegurado (...) es la responsabilidad por el transporte de la mercancía", inicialmente
puede entenderse que el seguro de transportes, sin mudar de arquitectura negocial, sirve de vehículo -o si se desea de
continente- para incardinar una cobertura de responsabilidad civil originaria (...)
ffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff. (...) Así las cosas, no resulta de recibo en el derecho colombiano, por lo
menos en la hora de ahora, afirmar que el seguro de transporte posee una estructura unívoca y, por tanto excluyente, que riñe
con la asignada al seguro de responsabilidad civil (...)
gggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg. (...) Lo anterior, en la medida en que,
ministerio legis, hoy es viable que en la envoltura de un seguro de transporte, según el caso, se entronice, separada o
conjuntamente, dos seguros de daños: uno que cobije la cosa transportada (seguro de facultad o de la cosa material
transportada), como tal de carácter real, y otro que concierna, únicamente, a la responsabilidad del transportador, a su turno,
de índole patrimonial -por lo menos en forma meramente abstracta- (artículo 1082, Código de Comercio), pues no es la cosa, en
554 sí misma considerada, la que -recta vía- está expuesta, sino el patrimonio del contratante,
0 sea del transportador, obligado(...) Es el tipo aseguraticio que un sector de la doctrina patria, apellida “seguro de transporte
patrimonial" (...)
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. (...) Expresado en forma más sucinta, se
advierte que de cara a la nueva preceptiva imperante, el transportador puede trasladar -figuradamente- riesgos ajenos, con
miras a proteger intereses de otro u otros (seguro por cuenta ajena), o también riesgos propios, exclusivamente, emergentes del
negocio jurídico celebrado entre las partes contratantes (...)". 21
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Como consecuencia de los anteriores planteamientos la Corte especifica a
rengló n seguido, quienes pueden ser los titulares del interés asegurable en el seguro de transporte, así:
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. “(...) De consiguiente, el contenido del actual artículo 1124 del Código de
Comercio, es novísimo, como quiera que no existía en la legislación primigenia. Fue entonces el Decreto
1 de 1.990, llamado a introducir “(...)algunas modificaciones al Código de Comercio,
21 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia del 30 de septiembre de 2002.
Magistrado ponente: Doctor Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo. Proceso ordinario de Seguros de Noé
Gucovschi Miller contra Intermoving Limitada y Seguros La Andina S.A.
Mateo Pelá ez García
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk. en lo
referente al contrato de transporte y al seguro de transporte”, el encargado de su factura -ex
novo’-, para lo cual se cimentó en el prenotado artículo 56 de la normatividad ibérica, a cuyo
tenor: “Podrán contratar este seguro no sólo el propietario del vehículo o de las mercancías
transportadas, sino también el comisionista de transporte y las agencias de transporte, así como
todos los que tengan interés en la conservación de las mercancías, expresando en la póliza el
concepto en que se contrata el seguro (...)”
llllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll. “(...) Varios, pues, son los sujetos que, ope legis,
invisten -en la actualidad- un diáfano interés asegurable en el seguro de transporte, suficiente
para que, una vez celebrado el negocio jurídico respectivo, se torne asegurado (transición jurídica
del interés) (...)”.
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
(...) El primero, el propietario de la mercancía, que por ser titular del derecho de dominio
(vinculación ‘ex re’), indiscutiblemente está legitimado para contratar un seguro que le permita
reclamar de su asegurador, según las circunstancias, la indemnización derivada de la pérdida o
deterioro de las mismas, lato sensu, opción de suyo frecuente en la praxis (seguro de transporte,
stricto sensu, o en estado de acentuada pureza) (...)
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn.
(...) y los restantes que, sin tener una relación de dominio frente a la cosa, en todo caso tengan
alguna responsabilidad negocial en su preservación ( ex contractu), por vía de ejemplo el
comisionista y la empresa de transporte, quienes a la luz de las normas que regulan el tópico en
comento, tienen un definido interés asegurable, en razón de que su “(...)patrimonio puede resultar
afectado, directa o indirectamente, por la realización de un riesgo”, como lo asevera, en una
fórmula amplia, amén de conceptual, el artículo 1083 del estatuto comercial, el que de igual
555
modo explicita que es asegurable “(...)todo interés que, además de lícito, sea susceptible de
estimación en dinero”, conforme ya se anotó (...)
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo. Dicha
pluralidad de intereses asegurables que, ‘in potentia’, pueden inscribirse en el
marco de un seguro de transporte, hoy de insoslayable rango legal (Artículo 1124,
Có digo de Comercio), es la que permite entender que un seguro, inveteradamente
considerado por la communis opinio como real -en puridad-, puede albergar uno de
responsabilidad civil, en el que obviamente no estará asegurada la cosa, sino la
responsabilidad del transportador -o la del comisionista-, de forma tal que en esta
ú ltima hipó tesis la obligació n del asegurador se traducirá en “(...)indemnizar los
perjuicios patrimoniales que cause el asegurado con motivo de determinada
responsabilidad en que incurra de acuerdo con la ley” (artículos 1127 ), o sea la
emanada del contrato de transporte (artículo 981 y ss., Có digo de Comercio).
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL...
pppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppp. B. La
sentencia de la Corte Suprema de Justicia especifica que el seguro de
responsabilidad civil gobierna aspectos del seguros de transporte de
mercancías cuando este protege el interés asegurable del comisionista
de transporte o del transportador
qqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqq. En
consonancia con el punto que viene de desarrollar la Sala Civil de la Corte señ ala que las normas
del seguro de responsabilidad civil pueden gobernar aspectos del seguro de transporte cuando
este pretenda proteger el interés asegu- rable del comisionista o de la empresa de transporte,
por amparar la responsabilidad civil de estos, así:
rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr. “(...) Es por ello por lo que
las Secciones IIIy IV del Capítulo II del Título V del Libro Cuarto del Código de Comercio,
destinadas, en su orden, a disciplinar los seguros de transporte y responsabilidad, hoy no pueden
considerarse como -plenamente- autónomas y, por contera, dueñas de autogobierno, habida
cuenta que serán las normas del seguro de responsabilidad, en efecto, las llamadas a gobernar
precisos aspectos del seguro de transporte, cuando éste, sin hesitación alguna, propenda por
cobijar el interés del “(...) comisionista o de la empresa de transporte”, a través del
aseguramiento de la “(...) responsabilidad por el transporte de la mercancía” (artículo 1124,
Código de Comercio). Lo propio acontecerá, por su parte, cuando el interés asegurado,
privativamente, recaiga sobre la mercancía y no sobre la referida responsabilidad, por manera
556 que en este supuesto el seguro de transporte conservará su teleología originaria -a fuer que
histórica-, así como su plexo normativo particular: artículos 1117 a 1126, inclusive (...)
ssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss. (...) En síntesis, a raíz de la
reforma legislativa patrocinada por el Decreto 01 de 1990, artículo 46 (artículo 1124 Código de
Comercio), en Colombia, hoy es enteramente posible, a la vez que lícito, asegurar a través de una
póliza de seguro de transporte (artículos 1117, y ss. Código de Comercio), ora la mercancía
-propiamente dicha- (1), ora la responsabilidad del transportador derivada del transporte de
aquella (2), en la inteligencia, claro está, de que así se estipule; establezca; fije o determine -de
alguna forma fidedigna- por los extremos de la relación asegurativa, vale decir por el tomador y
por el asegurador, en un todo de acuerdo, desde luego, con los términos de las condiciones
generales y particulares (entramado negocial), objeto de forzoso escrutinio, in extenso(...)”
transportador protegerá un interés propio y, por ende, directo -recta vía-, cuando, en desarrollo
de la reglado por el nuevo artículo 1124 del Código de Comercio, se asegura la responsabilidad del
transportador de cara a la mercancía transportada, por excelencia uno de los sujetos que,
ministerio legis, tiene obligaciones -de recepción,
Mateo Pelá ez García
ddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddd. condu
cción y entrega- que entrañan su “(...) conservación” (artículos 982 y 1124 del Código de
Comercio), al punto que en el Derecho nacional y comparado, es la regla, se tiene establecido que
la obligación de entrega es de resultado. Por ello es por lo que el apartado final del artículo en
cuestión -más allá de la pertinencia de su redacción-, hoy alude a la necesidad de establecer “(...)
si el interés asegurado es la mercancía o la responsabilidad por el transporte de mercancía”, en
clara aceptación de la tesis jurídica planteada por un sector de la doctrina comparada, en el
sentido de validar -in toto- dicho aseguramiento, así como de reconocer que el transportador, per
se, tiene un interés asegurable propio, al igual que genuino y legítimo (...)”
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. “(...) B) El
transportador, cuando obra en calidad de tomador, a su turno, también puede hacerlo con el fin
de salvaguardar un interés asegurable puramente ajeno (segunda hipótesis), por vía de
ilustración del remitente -o del destinatario- de las mercancías transportadas, quien resultaría
lesionado en el evento de no llegar incólumes a su destino final. Es en este sentido, precisamente,
que el numeral segundo del artículo 1037 del Código de Comercio, estipula que el tomador es la
“(...) persona que, obrando por cuenta propia o ajena, traslada los riesgos” (El subrayado no es
original) (...)”
fffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff. “(...) el artículo 994 del Código de
Comercio, reformado por el artículo 12 del Decreto 01/90 -Decreto que a su turno modificó el
artículo 1124 del Código de Comercio-, es categórico al refrendar que el instituto del seguro por
cuenta ajena, in concreto, es aplicable al seguro de transporte. Es así como dispone, ad pedem
litterae, que “Cuando el gobierno lo exija, el transportador deberá tomar por cuenta propia o por
558
cuenta del pasajero o del propietario de la carga un seguro que cubra a las personas o a las cosas
transportadas contra los riesgos inherentes al transporte” (el subrayado no es original).
ggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg. Sobra
puntualizar que en el caso sub examine (segunda hipótesis), el transportador, a diferencia de lo
acaecido en la primera de ellas, carece por completo de interés asegurable, de tal forma que, en
procura de salvaguardar el de un tercero, titular de las mercaderías, es que justamente procede a
la contratación del seguro de transporte, propiamente dicho -tradicional o puro-, en el que el
seguro de responsabilidad civil nada tiene que ver. De ahí que no sea el asegurado, sino
únicamente el tomador, lo que de paso, excluye la calidad de beneficiario (...)”.
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. “(...)
C) Por último, en cuanto atañe a la precitada trilogía fáctica, concretamente a la tercera de las
anunciadas hipótesis de contratación del seguro de transporte (enderezada a proteger
simultáneamente los intereses del tomador y de un tercero), es menester reafirmar que el
transportador, a su turno, bien puede tomar el seguro de transporte con dos específicas
finalidades: proteger su propio interés, a la par que tutelar el del tercero-asegurado (remitente,
destinatario, etc.), lo cual es enteramente viable en países que, como Colombia, optaron por
ahijar una concepción amplia del seguro por cuenta ajena, según -a espacio- se evidenciará.
Tanto que si no se estipula en sentido diverso -o contrario- en el momento de la celebración del
DE LOS SUJETOS JURÍDICOS FRENTE AL CONTRATO DE SEGURO EN EL...
470- Cfme: ANGELONI, M.. Assicurazioni Della Responsabilitá Civile, en Enciplopedia del Diritto,
Giuffré, T.III, Milá n, 1.954, p. 556. Nota: Esta cita es de la Corte Suprema de Justicia.
471Como bien lo revela el Profesor españ ol Francisco Javier Tirado Suá rez, “...el seguro de
responsabilidad civil del porteador pretende cubrir al asegurado de las acciones de los usuarios
por los dañ os causados a las
mercancías, dentro de los límites de la suma asegurada , pero liberá ndolo en las hipó tesis de caso
fortuito
y fuerza mayor, en cuyo caso, salvo que el titular del interés haya contratado un seguro de cosas,
queda sin indemnizació n”. El interés en el seguro de transportes terrestres, en Ley de contrato de
seguro, Comentarios, Ob. Cit. p. 886. En sentido similar, Henri Montcharmont. L’Assurance Pour
Compte en Matiére Terrestre, París, 1.930, p.p. 107, y 108. Nota: Esta cita es de la Corte Suprema de
Justicia.
472Cfme: SÁ NCHEZ GAMBORINO, Francisco J. El seguro de transporte, Madrid, 2.001, p. 88. Nota: Esta
cita es de la Corte Suprema de Justicia.
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. Al respecto, el hecho de que el
texto de la pó liza amparara la pérdida de las mercancías, incluso en eventos en los que se podría estar en
presencia de una
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.fuerza mayor o caso fortuito,
esto es, eventos que no generarían responsabilidad civil, da para interpretar, conforme a la finalidad
econó mico jurídica del seguro por cuenta ajena que en primer lugar se ampararía el derecho sobre las
mercancías con prescindencia incluso de que existiera una responsabilidad civil del transportador, o
sea, que aú n sin responsabilidad civil del mismo se ampararía el derecho del propietario de las
mercancías o de quien tuviera un derecho sobre las mismas, como el remitente o el destinatario.
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb. No
obstante la interpretació n del contrato no debe reducirse a ese punto para interpretar que só lo
ampara el derecho del propietario de las mercancías, toda vez que, precisamente en Colombia, uno de
los efectos má s importantes del seguro por cuenta ajena es que, salvo pacto en contrario, vale como
seguro a favor del tomador para proteger el interés asegurable que éste pueda tener en juego.
cccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccc. Lo anterior de conformidad
con el artículo 1042 del Có digo de Comercio. Por tanto no se ve la razó n para que la Corte efectú e una
interpretació n absolutamente restrictiva en virtud de la cual le niega toda posibilidad de amparo al
tomador, transportador que celebró el contrato de seguro, máxime cuando en ningú n aparte del
contrato se estipulo que no ampararía el interés asegurable del tomador. Así mismo, no puede
perderse de vista que, en principio, el asegurado designado era el transportador y no el dueñ o de las
mercancías.
dddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddd. La
interpretació n de la Corte, sin duda desnaturaliza la gran ventaja que reviste en el medio nacional el
seguro por cuenta ajena, el cual siempre protegerá el interés del tomador, salvo que se pacte en
contrario; y por lo que ve en la sentencia, en forma alguna existía un pacto en tal sentido entre
tomador y aseguradora.
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. Por el contrario, se
había señ alado como asegurado al transportador, de manera que la Corte, fundamentalmente del
hecho de que se dé cobertura incluso en eventos en que no existe responsabilidad civil del
transportador pasa a interpretar que en ningú n caso se ampararía la responsabilidad del
transportador, olvidando que en el seguro por cuenta ajena se ampara principalmente el interés del
tercero, con prescindencia de que exista un interés que proteger del tomador, pero en caso de que
éste exista también se protege, pero sin que para amparar el interés del asegurado se tenga que pasar
por el hecho de que esté en juego, necesariamente, el interés del tomador que es lo que interpreta la
Corte cuando entiende que si se ampara el interés del dueñ o de las mercancías aú n en eventos en los
que no existe responsabilidad civil alguna del tomador, entonces en ningú n otro caso el seguro puede
proteger el interés del tomador en el seguro
ffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff. cuando, efectivamente, la pérdida de la mercancía
genere una responsabilidad civil del transportador.
D. Seguro celebrado por una persona por cuenta de otra sin relación alguna
de mandato
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk. En todo caso
es importante anotar que el seguro por cuenta de tercero no só lo acoge la figura del mandato sin
representació n, también permite que el tomador celebre el seguro por cuenta del tercero, sin que
exista mandato previo.473
474Esta expresió n o denominació n es utilizada por el profesor OSSA, Efrén en la obra citada
pá gina 7. No utilizan la expresió n de “tomador provisional” los profesores LÓ PEZ BLANCO,
Herná n Fabio y BUSTA- MANTE FERRER, Jaime en sus respectivos libros arriba citados.
Tampoco utiliza la expresió n la profesora ZORNOSA PRIETO, Hilda Esperanza, en el artículo
“Las partes en el contrato de seguros” arriba señ alado.
475En tal sentido, véase a ORDÓ Ñ EZ ORDÓ Ñ EZ, Andrés E. Ob. Cit. pá gina 64. Así mismo a
ZORNOSA PRIETO, Hilda Esperanza, “Las partes en el contrato de seguros”, Ob.Cit. pá gina
17.
476 ORDÓ Ñ EZ ORDÓ Ñ EZ, Andrés E. Ob. Cit. pá g. 64.
tttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttt. Ahora bien, se entiende que el
tomador es provisional pues ostenta esa calidad de tomador, mientras el tercero en cuyo
nombre se estipula el seguro define su posició n en dicho contrato de seguro, bien sea
rechazando el seguro o bien aceptá ndolo.
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu. 1.
Aceptación o rechazo del tercero en cuyo nombre se toma el seguro
sin poder para representarlo (Artículo 1038)
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv. El tercero en
cuyo nombre se estipula el seguro por un tomador sin poder para representarlo puede o bien
ratificar el contrato, o bien rechazarlo. La ratificació n del contrato por el tercero puede hacerse
incluso después de ocurrido el siniestro. (Artículo 1038 del Có digo de Comercio).29
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
El tomador provisional está obligado a cumplir con las obligaciones y cargas derivadas del
contrato hasta el momento en que el asegurador haya tenido la noticia de la ratificació n o del
rechazo de dicho contrato por el asegurado.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. Una vez el
asegurador haya tenido noticia del rechazo el tomador queda liberado de sus obligaciones, pero
no en forma retroactiva pues hasta ese momento hubo seguro. Ahora bien, en el seguro de
transporte la prima se entiende totalmente devengada por el asegurador desde que los riesgos
principian a correr por su cuenta, y por ende, el tomador provisional deberá pagar la totalidad 565
de la prima si ya no lo hubiere hecho y no podrá pedir la devolució n parcial de la prima. Así se
establece del artículo 1038, ú ltimo inciso, el cual remite al artículo 1119.30
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy. Si el tercero
ratifica el contrato de seguro, se entiende que adquiere la calidad de tomador con efectos
retroactivos, de acuerdo con lo establecido en el artículo 844 del Có digo de Comercio que
establece que la ratificació n del negocio tendrá tales efectos.
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. Por el contrario, si el
tercero rechaza el contrato, a partir del momento en que el asegurador haya recibido la
notificació n del rechazo, cesan los riesgos a su cargo, es decir, cesan desde ese momento y para
el futuro, pero no se deshacen los efectos ya producidos .31
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Si el siniestro
ocurre, y posteriormente el asegurado rechaza el seguro, dicho siniestro no tendrá cobertura
por parte del contrato, puesto que el “asegurado” al rechazar su cará cter de tal no puede ejercer
las acciones que só lo a él le brin-
29 OSSA G., J. Efrén, Ob. Cit. Pá gs. 7. LÓ PEZ BLANCO, Herná n Fabio, Ob. Cit. Pá g. 90.
30 Ibídem. Pá gs. 7 y 8.
31 OSSA G., J. Efrén y LÓ PEZ BLANCO, Herná n Fabio, Ob. Cit. Pá g. 90 y 91.
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb. daría el
contrato. Ademá s, en tal caso, es decir, ocurrencia del siniestro y posterior rechazo del
“asegurado”, el tomador provisional no tiene acció n alguna para exigir de la aseguradora el
pago del siniestro puesto que si bien fue parte de ese contrato, por ser tomador, no es
asegurado ni beneficiario y, en consecuencia, no puede reclamar el pago de la prestació n
asegurada.
477 BUSTAMANTE FERRER, Jaime y URIBE OSORIO, Ana Inés, Ob. Cit. pá gina 70.
478 LÓ PEZ BLANCO, Herná n Fabio, Comentarios al contrato de seguro, Ob. Cit. pá gina 91.
partes que concurrieron a él (.. .)”.479 (El resaltado es del texto).
479NARVÁ EZ BONNET, Jorge Eduardo. “El contrato de seguro en el sector financiero”. Ediciones
Librería del Profesional. Primera Ed., 2002. Bogotá , DC., Colombia. Pá ginas 62 y siguientes.
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. En
la posició n contraria se encuentra al profesor Andrés Ordó ñ ez Ordó ñ ez quien al referirse al tema
establece que “(...) el tomador, cuando es una persona diferente del asegurado, tiene que actuar
dentro de una cualquiera de estas posibilidades: a) puede actuar como un simple mandatario del
asegurado, con representació n o sin representació n; b) o como agente oficioso del asegurado; c) o
en su propio nombre pero por cuenta del asegurado, sin ninguna relació n previa de mandato. En
los casos de mandato con representació n y de agencia oficiosa, el tomador obra a nombre del
asegurado, quien ocupa, desde el punto de vista jurídico, la posició n de tomador, por lo cual, en
estos dos casos no puede decirse que exista una verdadera diferencia, en el plan jurídico, entre
tomador y asegurado; en el segundo caso, por lo menos a partir del momento en que el agenciado
ratifica el contrato, el tomador es el mismo asegurado que actú a a través de personas que obran a
nombre suyo, simplemente que en el primer caso (...) y en el segundo sin que ese encargo previo
exista(...)”.480
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Y, más adelante, el mismo autor citado
refiriéndose al artículo 1038, indica que la norma quiso referirse al seguro tomado por agente
oficioso, caso en el cual el tomador “(...) actú a a nombre de otro sin haber recibido encargo del
asegurado, sin que medie una relació n contractual con él. Es en este caso exclusivamente que se
impone un acto de ratificació n o de rechazo por parte del agenciado; en los casos de seguros por
cuenta y de mandato sin representació n ello no es desde luego necesario. En el caso de seguro 567
tomado por agente oficioso las obligaciones correrá n por cuenta del tomador, hasta cuando se
produzca la ratificació n o el rechazo del agenciado conforme a la norma comentada. (...)”.481
jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. Nó tese que en las hipó tesis del seguro por cuenta,
bien que se derive de la situació n en la cual el tomador actú a en su propio nombre, pero por
cuenta del asegurado y sin ninguna relació n previa de mandato; o bien que se derive del mandato
sin representació n, se adecuan en el supuesto normativo del artículo 1039, en el cual el tomador
actú a en su propio nombre y representació n y es él quien se obliga como parte en la calidad de
tomador, así actú e por cuenta y riesgo del asegurado en el caso del mandato sin representació n;
pero, en una y otra hipó tesis no se requiere ratificació n o rechazo del asegurado, mientras que en
el caso previsto en el artículo 1038 sí se requiere dicha ratificació n.
kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk. Con
el fin de profundizar en la génesis de esta norma es importante tomar en consideració n lo
consignado en las actas del subcomité de seguros del comité asesor para la revisió n del Có digo
de Comercio.
lllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll. De la lectura de las actas destinadas para
el aná lisis del actual artículo 1038 queda claro que la figura que los comisionados encuadraban
dentro de dicho artículo es la de la agencia oficiosa.
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
Para empezar, el texto inicialmente estudiado que estaba clasificado bajo el artículo 865,
era del siguiente tenor:
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn.
“Es de ningún valor el seguro ajustado por un agente oficioso, si el interesado o su
mandatario, ignorando la existencia de ese contrato, hubiere hecho asegurar el mismo
objeto”.37
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo. Pos
teriormente, se indica en las actas respectivas que los comisionados puntualizan las diferencias
entre el seguro por cuenta de tercero (actual artículo 1039) y el seguro “(...) por agente oficioso
en que no existe esa relació n y el agente obra sin obligació n ni interés de ninguna naturaleza
(...)”.38
ppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppppp. Así
mismo, en intervenció n realizada por el profesor Ossa, se indicaba que la “(...) legislació n civil asimila la
agencia oficiosa al mandato, cuando media la ratificació n del dóminus; pregunta si sería preciso en el seguro
contratado por agente 568 oficioso que se produjera esa ratificació n”.39
qqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqq. Es
absolutamente claro que cuando el profesor Ossa se refería al seguro contratado por agente
oficio se estaba refiriendo al contemplado en el artículo 1038 y que el subcomité tenía
clasificado bajo el artículo 865 y así son varias las constancias que se dejan en dichas actas para
dar cuenta que el artículo en cuestió n fue concebido como un desarrollo de la agencia oficiosa y
no de la estipulació n a favor de otro.
rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr. Importante es anotar
que no son figuras asimilables la de la agencia oficiosa y la de la estipulació n para otro, como
bien lo señ ala la doctrina especializada sobre la materia.
sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss. En tal sentido, los
profesores Guillermo Ospina Ferná ndez y Eduardo Ospina Acosta señ alan que la estipulació n
no puede configurar una agencia oficiosa pues
Mateo Pelá ez García
37 Actas del Subcomité de Seguros del Comité Asesor para la Revisió n del Có digo de
Comercio. Antecedentes del Título V del Libro Cuarto del Có digo de Comercio sobre el
contrato de seguro. Publicado por la
ttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttttt. Asociació n Colombiana de
Derecho de Seguros ACOLDESE. Abril de 1983. Pá gina 42.
38 Actas del Subcomité. Ob. Cit. Pá gina 43
39 Ibídem. Pá gina 43
40 ésta le impone a quien sin mandato administra negocios ajenos ciertas
obligaciones propias de los mandatarios, que no se imponen al estipulante
en la primera de las figuras analizadas, tales como “(...) la de emplear en la
gestión los cuidados de un buen padre de familia (Artículo 2306), la de
encargarse de todas las dependencias del negocio y continuar la gestión
hasta que el dueño pueda asumirla por sí o por mandatario (Artículo 2307),
la de rendir cuenta regular de la gestión (Artículo 2312), como también
puede imponerle al dueño del negocio obligaciones en favor del gestor,
como la de reembolsarle las expensas útiles (Artículo 2308) y hasta el
provecho que hubiere reportado dicho dueño (Artículo 2310). Por el
contrario, en la estipulación para otro, ni el estipulante contrae obligación
alguna para con el beneficiario ni este para con aquel;(...) No es, por tanto,
de recibo la teoría francesa, hoy en descrédito, que pretendió explicar la
naturaleza de la estipulación para otro mediante la agencia oficiosa”.482
41 Las anteriores consideraciones nos llevan a concluir que la figura analizada tiene su
origen en la agencia oficiosa y no en la estipulació n para otro, en la que el tomador provisional
tiene la obligació n de cumplir su encargo hasta tanto se dé la manifestació n del asegurado, bien
para aceptar, o bien para rechazar, pero a su vez el asegurado, una vez acepta, tiene la
obligació n de reembolsarle el valor de la prima pagada, situaciones que no tendrían cabida
dentro de la estipulació n para otro.
569
482OSPINA FERNÁ NDEZ, Guillermo y OSPINA ACOSTA, Eduardo. Teoría General del Contrato y
de los demá s actos o negocios jurídicos. Editorial Temis S.A., Bogotá , D.C. Colombia. Cuarta
Ed. actualizada. 1994. Pá gina 377.
570
42
43 LA PRUEBA DEL NEXO CAUSAL EN LA
RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL SANITARIA
44 Marina Gascón483
45 CONTENIDO:
I. La responsabilidad patrimonial de la Administració n Sanitaria:
caracterizació n
II. La prueba de la causalidad
III. La TOP como norma presuntiva de facilitació n probatoria
IV. Tratamiento jurisprudencial de la prueba de la causalidad
V. Valoració n general de la TOP
configura
LA PRUEBA DEL NEXO CAUSAL EN LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL SANITARIA...
50 (...) siempre que la lesió n sea consecuencia del funcionamiento de los servicios
pú blicos”), y de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas
y del Procedimiento Administrativo Común , art.139.1 (“los particulares tendrá n derecho a ser
indemnizados (...) siempre que la lesió n sea consecuencia del funcionamiento normal o
anormal de los servicios pú blicos”).
3 Españ a. Así lo establece el art.144 de la Ley 30/1992.
4 Esta doctrina, de origen alemá n, ha sido incorporada a nuestro país para la responsabilidad
civil por
Marina Gascó n
5 sentido se basa en distinguir entre los daños que el sujeto tiene el deber
de soportar, y que por consiguiente no generan responsabilidad, y los daños
que el sujeto no tiene el deber de soportar (de daños antijurídicos se habla
entonces) y que generan responsabilidad, considerándose además que es la
infracción de la lex artis lo que determina la antijuricidad del daño. De hecho
la jurisprudencia se ha ido decantando de forma casi unánime por exigir la
quiebra de la ¡ex artis para reconocer la indemnización solicitada. Así lo
entiende la doctrina de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, al sostener
expresamente que “aun aceptando que las secuelas padecidas tuvieran su
causa en la intervención quirúrgica, si ésta se realizó correctamente y de
acuerdo con el estado del saber (...) se está ante una lesión que no constituye
un daño antijurídico”. Y así lo entiende también ahora el artículo 141.1 de la
5
485 SSTS de 9.03.1998, y de 6.06.2001. Que el criterio que permite marcar la antijuridicidad de la actuació n es la
¡ex artis es sostenido también por el Consejo de Estado, que, por ejemplo en su Dictamen n°166/1999 de 11 de
marzo, declaró que “el cará cter objetivo de la responsabilidad patrimonial de la Administració n (...) no implica
que todos los dañ os producidos por los servicios sanitarios sean indemnizables (...) para apreciar la existencia
de responsabilidad patrimonial es preciso acudir a pará metros como la ¡ex artis, de modo que tan só lo en el
caso de una infracció n de esta ley cabrá imputar a la Administració n de la cual dependen los servicios
sanitarios la responsabilidad por los perjuicios causados”. Aplica el mismo criterio la Sala de lo Contencioso-
administrativo de la Audiencia Nacional.
486 Vid. J.A. SANTAMARÍA, Pastor. Principios de Derecho Administrativo, Madrid, Ceura, 1999, vol. II, p.475.
487 Ambas cuestiones, que desde luego son distintas, está n conectadas, pues como afirma -a mi juicio
acertadamente- la STS de 14.10.2002, la acreditació n de que la actuació n del servicio médico ha sido
incorrecta constituye un indicio de que dicha actuació n ha sido la causa del resultado lesivo o dañ oso.
Marina Gascó n
54 demnizació n por dañ os derivados de una intervenció n quirú rgica también habrá que
probar dos cosas: que la intervenció n fue la causa de los dañ os producidos y que el paciente no
tenía el deber de soportarlos.
55 De estos dos problemas seguramente el principal, por ser el presupuesto primario de la
responsabilidad, es el de la prueba de la relació n de causalidad entre la actuació n de la
Administració n o de uno de sus agentes y el dañ o producido. Este es un problema que conecta
con el má s general de la prueba de la causalidad y de él nos vamos a ocupar aquí. En todo caso,
y aunque me centraré exclusivamente en el problema de la prueba del nexo causal, a efectos de
claridad expositiva consideraré resuelto el problema probatorio que subyace a la imputació n
objetiva del dañ o; esto es, consideraré acreditado que ha habido por parte de los agentes de la
Administració n una actuación incorrecta o -como suele decirse- que el dañ o es antijurídico, de
manera que si se acreditara también el nexo causal el dañ o le sería imputable objetivamente.
58 creto -por ejemplo, un dañ o o bien la evitació n de ese dañ o) no es má s que una
pretensió n vana que en muchos casos (aquéllos en los que resulte imposible probar con la
certeza aludida ese nexo causal) conducirá a la denegació n de justicia.
59 Pero no es só lo una pretensió n vana, sino también irreal. Como sucede con la prueba
de cualquier hecho en general, probar el nexo causal es cuestió n de probabilidad; y habrá casos
en los que la probabilidad sea muy alta (y pueda equipararse en consecuencia a la certeza
absoluta) pero también habrá casos en los que no lo sea, casos de incertidumbre, o dudosos, o
con un importante margen de error. Lo que ello significa es que los criterios de valoració n de la
prueba del nexo de causalidad han de ser, necesariamente, criterios probabilísticos; es decir,
criterios que indiquen cuá ndo (o en qué circunstancias) el grado de probabilidad expresado
por él es suficiente para aceptarlo como verdadero.
60 Lo que voy a sostener aquí es que una de las tareas fundamentales que a mi juicio
tiene por delante la doctrina y la jurisprudencia en esta materia es la de “construir” está ndares
de prueba objetivos que permitan determinar cuá ndo ha alcanzado la prueba del nexo causal
un grado de probabilidad suficiente para darlo por probado (o verdadero, si se quiere). Lo cual
requiere desde luego, como presupuesto previo, abandonar de una vez los infundados recelos
-aú n muy extendidos- que suscita la concepció n probabilística de la valoració n de la prueba en
general y del nexo causal en particular. Pero pretendo sostener algo má s. Puesto que en
576 muchos casos la extrema dificultad de probar el nexo causal provoca una difusa sensació n de
injusticia, tiene sentido preguntarse si hay algú n modo de corregir esta situació n. La teoría de la
oportunidad perdida sirve justamente a este propó sito de dos formas: primero como técnica
probatoria que en situaciones de incertidumbre sobre la existencia del nexo causal permite
(sobre la base de presumir que éste probablemente existe porque hubo oportunidad real de
haber evitado el dañ o) declarar la responsabilidad y en consecuencia reconocer una
indemnizació n; y segundo como criterio que permite cuantificar esa indemnizació n en
proporció n al grado de probabilidad de la existencia del nexo causal (o lo que aquí es lo mismo,
al grado de fortaleza o fundamento que se atribuya a la oportunidad ya perdida de haber
evitado el dañ o). A pesar de su imprecisa caracterizació n doctrinal y jurisprudencial, creo que
esta técnica probatoria puede reconstruirse sin esfuerzo como una presunció n iuris tantum que
goza de un fundamento empírico só lido. Lo cual -como veremos- resulta importante no só lo
para establecer sus presupuestos y evitar un uso espurio de la misma, sino también para
conjurar los recelos que despierta entre quienes ven en ella una
Marina Gascó n
488En el derecho de dañ os, esta exigencia se funda en la denominada teoría de la equivalencia
de las condiciones, muy desarrollada en el á mbito penal, en virtud de la cual todos los eventos
que fueron condiciones
489(necesarias) del dañ o son equivalentes en cuanto condicionantes del dañ o, y por tanto
son causas del dañ o. Obviamente para que el nexo causal entre la actuació n de la
Administració n y el dañ o se considere
490probado, es necesario que no se acredite que alguna otra circunstancia (por ejemplo, la
patología de base) ha sido condició n suficiente del dañ o.
LA PRUEBA DEL NEXO CAUSAL EN LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL SANITARIA...
65nes.12 Creo sin embargo que si cabe afirmar que <<de haberse
realizado cierta conducta (por ejemplo, la aplicación de un tratamiento al
paciente) se habría evitado la producción de un daño (por ejemplo, la
muerte o el empeoramiento de la salud)>> (Act.Corr. a no-Daño), entonces
cabe decir también que la omisión de esa conducta es condición necesaria
del daño (Daño a Omisión); es decir que la omisión ha sido la causa del
daño.13
66 Así, por ejemplo, cuando los daños han sido producidos por la enfermedad
de base pero ha habido una falta de asistencia o ésta ha sido insuficiente o
inadecuada, existirá nexo causal entre la falta de asistencia o la asistencia
inadecuada y el dañ o producido si puede acreditarse que con una asistencia
prestada a tiempo o adecuada los dañ os se habrían evitado (A.Corr. a no-Daño).
Por el contrario, no existirá nexo causal cuando los dañ os hayan sido producidos
por la enfermedad necesariamente, es decir, con independencia de la correcció n o
incorrecció n de la actuació n del profesional (A.Corr. a Daño). A su vez, cuando los
daños han sido producidos por un tratamiento que es improcedente o que ha sido
mal efectuado, existirá nexo causal entre dicho tratamiento y el dañ o producido si
puede acreditarse que con un tratamiento procedente o bien efectuado los dañ os
se habrían evitado (A.Corr. a no-Daño).491
67 Ahora bien, el de la actuació n sanitaria es típicamente un
578
contexto de incertidumbre, es decir un contexto regido por leyes causales
que no tienen una estructura concluyente (del tipo “si A, entonces
necesariamente B”) sino só lo probabi- lística (del tipo “si A, entonces es
-poco, bastante o muy- probable que B”). Dicho de otro modo, la mayoría
de los razonamientos o inferencias que podemos hacer
12 Que una omisió n no puede ser causa de nada es una tesis muy recurrente. AHUMADA,
F.J., por ejemplo, aboga por una concepció n alternativa (jurídica) del nexo causal entre
otras razones por entender que el nexo causal concebido en términos puramente empíricos
no es aplicable a las omisiones, La responsabilidad patrimonial de las Administraciones públicas,
cit., pp.291 ss.
13 Por lo demá s, que la prueba del nexo causal en los supuestos de omisió n se cifra en
acreditar que “la acció n omitida hubiera evitado el dañ o” está presente incluso en algunos
planteamientos que parten de la tesis de que la omisió n no puede ser causa de nada. Este es
el caso de O. Mir PUIGPELAT, quien sostiene que la omisió n puede generar responsabilidad,
no porque el dañ o haya sido causado por ella (cosa que entiende imposible), sino porque
puede serle imputado a la Administració n, lo que sucederá si ésta tenía el deber jurídico de
491A efectos de ilustrar la acreditació n de la existencia del nexo causal, me sirvo aquí de los
dos grandes supuestos de dañ os en los que -segú n la Sentencia del Tribunal Supremo de 5
de junio de 1991- puede hablarse de responsabilidad por la asistencia sanitaria (y por ende
de nexo de causalidad).
Marina Gascó n
leyes tienen una estructura meramente probabilística (del tipo “si A entonces es probable
que B”) y los resultados de la prueba han de aceptarse entonces como meramente
probables.
Marina Gascó n
492 Sobre las exigencias del está ndar de la probabilidad prevalente, cfr. TARUFFO, M.,
“Conocimiento científico y está ndares de prueba judicial”, Jueces para la Democracia, 52,
marzo de 2005, pp.68-69.
Marina Gascó n
será
LA PRUEBA DEL NEXO CAUSAL EN LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL SANITARIA...
498Además la TOP se ha incorporado a nuestro derecho a través de una ley sectorial que en
ciertos supuestos reconoce una indemnizació n no total sino proporcional a que el demandado
fuera el autor del dañ o. Me refiero a la Ley 48/1998 de Contratación en los sectores excluidos o
especiales (arts. 51.1, 63.2 y 63.3).
499Es má s, en Españ a la TOP como técnica probatoria se aplica prevalentemente (y casi
exclusivamente) en el ámbito médico-sanitario.
500LUNA YERA, A., Oportunidades perdidas. La doctrina de la pérdida de oportunidad en la
responsabilidad civil médico-sanitaria, en InDret, 02/2005, pp.3-4.
Marina Gascó n
105
106 necesidad de paliar la sensació n de injusticia que produce a veces la denegació n de indemnizació n en casos de
incertidumbre.
107 La TOP, en efecto, instaura una norma jurídica que establece, para los casos en que ha habido un anormal
funcionamiento de los servicios sanitarios y se ha producido un dañ o, que si se dan ciertos hechos (que había una
oportunidad real de evitar el dañ o y no hay prueba de que éste se debiera a otras causas, por ejemplo que la enfermedad
de base habría producido el dañ o inexorablemente), entonces debe ser cierta consecuencia jurídica (responsabilidad del
agente y derecho a una indemnizació n):
108 H -> C
109 Siendo H: 1) existencia de una oportunidad real y seria de evitar el dañ o y 2) inexistencia de prueba
suficiente de que el dañ o se debiera a otras causas.
110 Y siendo C: responsabilidad del agente y en consecuencia derecho a una indemnizació n.
111 Es decir, se trata de una norma que, en situació n de incertidumbre sobre la existencia del nexo causal y
en presencia de ciertos hechos, lleva a cabo una imputación de responsabilidad al agente al que se atribuye el
comportamiento incorrecto. Y esta imputació n, como es obvio, no deriva (o no só lo) de consideraciones epistemoló gicas,
pues si se atendiera exclusivamente a estas ú ltimas habría que concluir que no hay 589
responsabilidad, porque -segú n los está ndares de prueba establecidos- no está acreditada la
existencia del nexo causal y por tanto no se ha cumplido uno de los requisitos establecidos por el derecho para
determinar aquélla. La justificació n de esa imputació n (venga hecha por la ley o por la jurisprudencia) reside -no importa
insistir en ello- en consideraciones jurídicas o valorativas; en concreto en la necesidad de hacer frente a esa comentada
sensació n de injusticia que se produce cuando, por la dificultad probatoria propia del nexo causal en el á mbito sanitario y
por la desigual posició n de las partes implicadas (víctima y Administració n) a la hora de esclarecer los hechos ,26 se
deniega toda indemnizació n.
112 2°. Que incide sobre la prueba del nexo causal estableciendo una presunción iuris tantum .
26 Precisamente por ello, O. Mir PUIGPELAT entiende que “parece aconsejable admitir las presunciones en
este concreto á mbito de la responsabilidad administrativa”, La responsabilidad patrimonial de la Administra-
ción sanitaria, Ob. Cit., p.237.
Marina Gascó n
113 Ahora bien, la TOP no se articula como una norma cualquiera. Técnicamente se articula como una norma
jurídica que incide sobre la prueba estableciendo una presunció n iuris tantum.
114 Una presunció n iuris tantum, en efecto, es una norma jurídica que, para proteger determinados valores (en
nuestro caso evitar que, por la extrema dificultad de probar el nexo causal, queden sin indemnizació n algunos supuestos
de dañ os), establece que debe presumirse (es decir, debe actuarse “como si” estuviera acreditado) un hecho si se acreditan otros
hechos y no existe prueba en contrario de aquél.
115 H.probado y No-No-H.Presunto a Debe actuarse “como si” H.Presunto
116 En nuestro caso:
117 H.Probado: existencia de una oportunidad real de evitar el dañ o que se perdió por el funcionamiento incorrecto
de la Administració n.
118 H.Presunto: existencia de nexo causal.
119 No-No-H.Presunto: no está probado que no existe nexo causal (o, lo que es lo mismo, que el dañ o se debió a otras
causas).
120 Así pues, la TOP, como presunció n iuris tantum, puede reconstruirse del siguiente modo: <<Si había una
590 oportunidad real y seria de evitar el dañ o que se perdió por la actuació n incorrecta de la Administració n; y no
está probado que el dañ o se debiera a otras causas; entonces debe presumirse que (o sea, debe actuarse
“como si”) el dañ o fue debido a la actuació n incorrecta de la Administració n».
121 3° Que, como tal presunción, tiene un fundamento empírico serio.
122 Frente a la caracterizació n que acaba de hacerse, hay quien entiende que desde el punto de
vista técnico la TOP no es una presunció n sino una ficción, y que como tal es contraria a las exigencias
epistemoló gicas de la prueba. A mi juicio, sin embargo, esto no es así. Tanto las presunciones como las
ficciones son remedios normativos que inciden sobre la prueba. Pero a diferencia de lo que sucede con las
ficciones, que son remedios normativos contrarios o enfrentados a las exigencias epistemoló gicas de la
prueba, las presunciones tienen (ademá s de un fundamento normativo: la necesidad de proteger
determinados valores) un fundamento empírico serio, pues vienen a dar por cierto un hecho más o menos
probable. Y este es justamente el caso de la TOP.
123 Desde el punto de vista de la teoría de la prueba, en efecto, una ficció n es una norma
jurídica que impone considerar verdadero algo que es falso, y se sabe que es falso; o si se quiere, una
norma que atribuye a ciertos hechos el mismo tratamiento jurídico previsto para otros hechos
claramente distintos.27 Quienes defienden que la TOP instaura una ficció n probatoria (o una
“mentira técnica”) entienden que esta doctrina finge que el dañ o producido no es el que ha dado
origen al conflicto (por ejemplo, la muerte o el empeoramiento de la salud) sino el consistente en
la pérdida de la oportunidad de que aquél no se produjera, y que en consecuencia asimila la
(prueba del nexo causal entre el comportamiento del agente y la) pérdida de oportunidad de evitar
un daño con (la prueba del nexo causal entre el comportamiento del agente y) el daño mismo. En
suma, hacen la siguiente lectura de la TOP: si se prueba que el comportamiento del agente hizo
perder una oportunidad de evitar el dañ o, entonces está probado que el comportamiento del
agente fue la causa del dañ o, lo cual es claramente falso.
124 Me parece, sin embargo, que esta lectura es equivocada. Primero porque - insistamos en
ello- la TOP no afirma que esté probado el nexo causal, sino só lo que si se dan ciertas
circunstancias debe actuarse “como si” estuviera probado: es decir, debe imputarse
responsabilidad. Segundo, y má s importante, porque esta imputació n no es arbitraria: la
asimilació n, sobre la que esa imputació n se basa, entre la prueba de la pérdida de oportunidad de
evitar el dañ o y la prueba del nexo causal no es claramente falsa o contraepistemoló gica. La 591
existencia de una oportunidad real y seria de evitar el dañ o es, al menos, un indicio de que con
una actuació n correcta (o sea, si no se hubiera perdido esa oportunidad) el dañ o se habría
evitado, pues lo que significa una oportunidad real y seria es que <<no hay razones para pensar
que la oportunidad no se hubiera aprovechado>> y que <<de haberse aprovechado es probable
que el dañ o se hubiera evitado>>. Indicio que ademá s se refuerza con otro indicio: no se ha
probado que el dañ o se debiera a otras causas.501 En resumen, la equivalencia entre la prueba de
la pérdida de la oportunidad y la prueba del nexo causal sobre la que se erige la imputació n de
responsabilidad que lleva a cabo la TOP tiene un fundamento empírico serio que se
501Aunque sin realizar la argumentació n que aquí se hace, hay quien también sostiene, en este
mismo sentido, que “parece verosímil que exista algú n tipo de contribució n causal [de la
pérdida de oportunidad] en la producció n del dañ o, de ahí que se defienda la necesidad de
imponer alguna clase de responsabilidad a la parte demandada, cuando menos en los casos en
que la oportunidad perdida fuera significativa”, A. Luna, Oportunidades perdidas, Ob. Cit., pp.4-
5.
125 expresa en el siguiente razonamiento: si había una posibilidad real y seria
de haber evitado el dañ o y no hay razones para pensar que el dañ o fuera debido a
otras causas, entonces hay razones para sostener (o es probable) que de no
haberse perdido esa oportunidad el dañ o se habría evitado.
126 Es precisamente este fundamento empírico el que pone de relieve
que no estamos ante una ficció n sino ante una presunció n .29 Es decir, ante una
norma jurídica que lo que establece en sentido estricto es que <<si se prueba que con
el comportamiento del agente se perdió una oportunidad significativa de haber evitado el daño (lo
cual atribuye una cierta probabilidad a la existencia del nexo causal) y no está
probado que el dañ o se debiera a otras causas, entonces debe reconocerse la
responsabilidad>>, pero que realiza esta imputació n sobre la base de presumir (o
sea, de actuar “como si” fuera cierto) que <<si se prueba que se perdió una
oportunidad significativa (...), entonces está probado el nexo causal>>.
127 4°. Y por tanto facilitando la prueba (a la parte perjudicada) y rebajando el EP.
128 En tanto que norma que instaura una presunció n es evidente que la
TOP facilita la prueba del nexo causal a quien tiene la carga de hacerlo y rebaja el
estándar de prueba normalmente exigido.
129 Lo primero porque, en virtud de esta doctrina, la prueba que queda
a cargo de 592 quien reclama la indemnizació n resulta aliviada en relació n con la situació n
ordinaria: si en la situació n ordinaria el reclamante de la indemnizació n tiene la carga de
probar la existencia del nexo causal, donde juega esta presunció n sólo tiene la carga de probar que
existía alguna posibilidad real de evitar el daño que se perdió por el comportamiento del agente. Se
comprende por ello que algunos califiquen a la TOP de técnica de facilitación probatoria, porque
así es: aunque “en la mayoría de los casos de dañ os médico-sanitarios no será posible
demostrar que la negligencia médica fue la causa de la muerte o del empeoramiento de la
salud del paciente,
29 Por lo demá s, cuando la TOP se aplica a otros á mbitos donde el dañ o producido es en sí
la pérdida de una oportunidad de conseguir una ventaja, no só lo no instaura una ficció n
sino tampoco una presunció n probatoria. Así sucede, por ejemplo, cuando se solicita la
declaració n de responsabilidad del abogado que, por no haber interpuesto en tiempo un
recurso mediante el que se pretendía una indemnizació n, ha hecho perder a su cliente la
oportunidad de haber ganado el recurso y con ello la indemnizació n pretendida. No parece
forzado sostener que en estos casos el daño real producido es justamente la pérdida de la
oportunidad de interponer el recurso para obtener una resolució n satisfactoria, y no la
indemnización que hubiera obtenido con una resolución satisfactoria, que ni existe ni es seguro
que llegara a existir. De modo que, en este caso, acreditar que había una oportunidad real y
seria de obtener una ventaja es exactamente probar (directamente y no mediante una
presunció n) el nexo causal del que deriva la responsabilidad del abogado.
130 sí será posible acreditar que dicha negligencia le privó de una oportunidad de
curarse”.502
131 Lo segundo porque, en virtud de la TOP, el grado de probabilidad necesario
para “presumir” probado el nexo causal es inferior al normalmente exigido por el está ndar de
prueba establecido para ello: basta con que el nexo causal sea “significativamente probable” (o lo
que es equivalente, con que se acredite que había una posibilidad real y seria de haber evitado
el dañ o) para que se “presuma” probado y se declare en consecuencia la responsabilidad y una
indemnizació n.
132 5°. La TOP, por último, es también un criterio de cálculo de la indemnización.
133 Puesto que lo que en rigor se acredita mediante el fundamento empírico que
subyace a esta presunció n no es que el incorrecto funcionamiento de los servicios sanitarios
causó el dañ o sino só lo que posiblemente lo causó , el agente no puede responder por el dañ o
real causado sino só lo por la probabilidad de haberlo causado. Y puesto que esa probabilidad se
expresa a través de la oportunidad de evitar el dañ o que se perdió , la indemnizació n debe ir
referida a esa oportunidad perdida, y no al dañ o real. Por eso la indemnizació n tiene que ser
necesariamente inferior a la que correspondería por el dañ o503 y en todo caso proporcional a las
expectativas de éxito (de curació n o de supervivencia) de la oportunidad que se perdió ; o sea, al
grado de probabilidad que se atribuya a esa posibilidad de haber evitado el dañ o 504 o, lo que es
lo mismo, al grado de probabilidad de la existencia del nexo causal . En esta posibilidad de (primero 593
reconocer y después) graduar la indemnizació n reside justamente la gran virtualidad de la
TOP.505
134 Así, si la probabilidad de haber evitado el dañ o era muy pró xima (aunque no
igual a) la requerida por el está ndar de prueba ordinario, puede decirse que está bastante
(aunque no suficientemente) acreditada la existencia del nexo causal, y
502LUNA, A., Oportunidades perdidas, cit., p.3. También MEDINA, L., La Teoría de la pérdida de
oportunidad, Ob. Cit., pp.79 ss.
503Vid., por ejemplo, VÁ ZQUEZ FERREIRA R., La pérdida de una chance como daño indemnizable
en la mala praxis médica. Derecho médico, Montevideo-Buenos Aires, Ed. BdeF, 2001, pp.536
ss.
504De proportional compensation habla J.H. King, Reduction of Likelihood. Reformulation and other
Retrofitting of the Loss-of-a-Chance Doctrine, 28 University of Memphis Law Review (1998),
pp.492-493. (citado por LUNA, A., Oportunidades perdidas, Ob. Cit. p.8)
505No obstante, la jurisprudencia comparada (por ejemplo, la norteamericana) sostiene a
veces el criterio de la compensación íntegra del dañ o real. Así ha sido en HAMIL v. BASHLINE
392 A.2d 1280 (1978). Y así ha sido también en Españ a, en opinió n de LUNA, A., en la STS,
1-, 25.9.1999 (A.7275). Vid. Oportunidades perdidas, Ob. Cit., pp.12-13.
135 por tanto la indemnizació n correspondiente debe ser bastante aproximada a la que
hubiera correspondido si la causalidad se hubiera probado.
136 Si la posibilidad de haber evitado el dañ o no era despreciable pero tampoco muy alta,
entonces la probabilidad de la existencia del nexo causal es menor que en el caso anterior, y
por tanto la indemnizació n también deberá serlo.
137 Si la probabilidad de haber evitado el dañ o era insignificante cabe decir que no
corresponde ninguna indemnizació n, porque ni siquiera concurre el requisito de la existencia
de una oportunidad real y sería necesario para que se aplique vá lidamente la TOP. Y esto
ú ltimo conecta con los requisitos para una vá lida aplicació n de la TOP que analizamos a
continuació n.
142 Precisamente por eso hay un uso espurio de la TOP cuando falta
alguna de estas circunstancias. En primer lugar cuando se utiliza esta técnica
como alternativa a la prueba del nexo causal, lo que a su vez puede tener lugar en
dos supuestos. Primero, cuando se recurre a la misma pese a estar
suficientemente probado el nexo causal con el ú nico fin (aunque obviamente no se
confiese) de rebajar indebidamente la indemnizació n; en este caso se le estaría
hurtando a la víctima su derecho a la indemnizació n total para reconocerle só lo 595
un resarcimiento parcial, y se estaría favoreciendo indebidamente a la
Administració n.506 Segundo, cuando se recurre a la misma pese a estar
suficientemente probada la inexistencia del nexo causal con el ú nico fin (aunque
obviamente tampoco se confiese) de proporcionar indebidamente alguna
indemnizació n a quien dice haber sufrido un dañ o; en este caso se estaría
favoreciendo indebidamente al administrado concediéndole una indemnizació n
que no le corresponde.507 En ambos casos estaríamos actuando
contraepistemoló gicamente por motivos injustificados.
143 Pero, en segundo lugar, también se hace un uso espurio de la TOP
cuando no se acredita que existía una posibilidad real y seria de evitar un
resultado dañ oso;
506Por ello no deben extrañ ar las críticas a estos usos de la TOP: si la relació n de causalidad
está probada, no se ve por qué habría de rebajarse la indemnizació n.
507 En el mismo sentido L. Medina, La teoría de las oportunidades perdidas, cit., pp.90 ss.
señ alan que la probabilidad del 10% es claramente insuficiente para generar
responsabilidad (vid. Pipe v. Hamilton (2002), Tribunal Supremo de Arkansas).
144 o si se quiere, cuando la probabilidad atribuida a las oportunidades
perdidas en la evitació n del dañ o sea muy reducida. A este respecto conviene
tener en cuenta que en un á mbito como el médico-sanitario, donde por definició n
cualquier error médico implica pérdida de oportunidades de curació n o de
supervivencia para los pacientes, si no se exige que esas oportunidades sean
reales y serias (y no meramente abstractas y débiles) se estará abriendo la puerta
a la indemnizació n sistemá tica (es decir, siempre y en todos los casos); lo cual es
obviamente un despropó sito. Pero es que ademá s, al actuar así, es decir al
indemnizar oportunidades muy reducidas o no reales y serias, puede decirse que
el requisito del nexo causal se diluye y se estará condenando por el mero
incremento del riesgo, por pequeñ o que éste sea.39
145 Uso espurio de la TOP.
1. Si se usa cuando está probado que sí (para rebajar indebidamente la
indemnizació n).
2. Si se usa cuando está probado que no (para dar indebidamente alguna
indemnizació n)
3. Si se usa cuando no hay má s que una vaga y abstracta posibilidad de evitar
el dañ o (para dar indebidamente alguna indemnizació n).
146 596
IV. Tratamiento jurisprudencial de la prueba de la causalidad
147 En relació n con la prueba del nexo causal en los supuestos de
responsabilidad por dañ os se aprecian en la jurisprudencia dos posturas
diferentes. Una primera postura, que podríamos llamar tradicional, entiende que
el nexo causal só lo está probado si sobre el mismo existe una certeza (casi)
absoluta. En general, quienes esto sostienen suelen evaluar muy negativamente
que la prueba de la relació n causal se exprese y se justifique en términos de
simples probabilidades. Esta posició n, sin embargo, se funda en una acrítica
percepció n de la prueba. Analizada rigurosamente, no importa repetirlo, la
prueba de los hechos só lo puede obtenerse en la mayoría de los casos a través de
inferencias meramente inductivas o probabilísticas y no deductivas o
concluyentes. Ello es así porque la prueba de un hecho se consigue siempre (salvo
cuando se trata de puras “constataciones”) a través de un razonamiento que,
mediante una ley causal del tipo “si A entonces B”, conecta pruebas o
informaciones que se tienen por verdaderas con el hecho que se pretende probar;
pero la mayoría de las veces esas leyes causales no son má s
39 Vid. en este mismo sentido, LUNA, A., Oportunidades perdidas, Ob. Cit., p.7.
148 que regularidades empíricas o en todo caso leyes probabilísticas que establecen que, de
acuerdo con la experiencia pasada o conforme a criterios científicos, “si A entonces es probable
que B”. Y si esto es así para la prueba de los hechos en general, lo es con mayor razó n para la
prueba de las relaciones causales en particular; sobre todo cuando éstas tienen que ver con el
á mbito médico, donde un determinado dañ o o lesió n puede ser el efecto de causas diferentes o
de la concurrencia de muchas causas a la vez. Por eso no se entiende bien este tradicional
recelo jurisprudencial (y también doctrinal) a acreditar la existencia o la inexistencia del nexo
causal en términos de probabilidad. Es obvio que, desde una perspectiva racional, dicho recelo
carece de justificació n y debe ser superado.
149 De hecho -y esta es la segunda postura- la naturaleza meramente probabilís-
tica de la prueba del nexo causal ha entrado ya (aunque no plenamente) en las salas de
nuestros tribunales. Son cada vez más frecuentes los pronunciamientos en materia de
responsabilidad patrimonial que dan por probada la relació n de causalidad “cuando ésta se
muestra probable y razonable segú n las má ximas de experiencia y aunque no pueda afirmarse
taxativamente”.40 Y lo mismo sucede en el ámbito de la responsabilidad civil médico-sanitaria,
donde el Tribunal Supremo afirma en muchas ocasiones que “no siempre se requiere la certeza
absoluta” o que “no es necesario que el nexo causal concurra con matemá tica exactitud ”,508 de
modo que lo da por probado cuando se acredita una alta probabilidad de su existencia y no lo
da en caso contrario. 597
150 Ahora bien, sigue pendiente en este sentido una importante cuestió n: la de
formular o construir, de manera má s o menos objetiva pero en todo caso reflexiva y consciente,
los está ndares de prueba exigibles en cada caso. Es decir, la de decidir qué grado de certeza o de
probabilidad hay que exigir para considerar acreditada la existencia del nexo causal y al mismo
tiempo formular criterios intersubjetivos que indiquen cuá ndo puede decirse que se ha
alcanzado dicho grado de certeza o de probabilidad. Esta no es desde luego una tarea fá cil, y en
todo caso requerirá construcciones o formulaciones diferentes dependiendo de los ó rdenes
jurisdiccionales en los que se dirima la prueba, pero si se quieren
40 Españ a. Sentencia de la Sala de lo Contencioso-administrativo del TSJ de Navarra, de
11.04.2003, fundamento segundo. También la STS, Sala 39, de 24.10.2003, da por probada la
relació n de causalidad en base a un alto grado de probabilidad.
509Incluso en casos como el siguiente: un paciente que había acudido en dos ocasiones a su
Centro de Salud y que es diagnosticado de cervicoartrosis, mialgias y artralgias, y que
muere tres días después a causa de un infarto agudo de miocardio, tratá ndose de un infarto
evolucionado de má s de 8-24 horas y con probabilidad entre 48-72 horas de evolució n
(sentencia de la Audiencia Provincial de Palencia de 09.07.2003).
154 temología má s racional y crítica de la prueba. De hecho, la
aplicació n de la doctrina de la pérdida de oportunidad ha corrido casi paralela
a la comentada apertura. En concreto, en materia de responsabilidad civil la TOP
fue aplicada expresamente por primera vez en STS, 1?, 10.10.1998; y en materia
de responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria , la TOP ha sido ampliamente
aceptada por la jurisprudencia de la Audiencia Nacional en casos de defectuoso
seguimiento (SAN 16.06.1999), de diagnó stico tardío (por ejemplo, SSAN
4.11.2003 y 5.11.2003) o de falta de diagnó stico (SAN 19.11.2003); por los
Tribunales Superiores de Justicia (sentencias del TSJ de Andalucía de 13.12.1999
y de 10.09.2004) y por los Juzgados de lo Contencioso (sentencia del Juzgado de
lo Contencioso de Oviedo de 19.04.2005, en materia de retraso diagnó stico).
160 CONTENIDO:
I. La Responsabilidad Aquiliana sustituta o derivada. Delimitació n y funció n
II. El dañ o causado por cosas inertes. Fundamento del título de atribució n en este
supuesto: ¿culpa in vigilandi vs principio pro damnato?
III. Valoració n exegética del precepto 603
IV. Las causas eximentes de responsabilidad
163 originaria, esté determinado por la ley, previsto en las estipulaciones del
contrato, o se deduzca de los hechos acaecidos.
164 De la anterior definició n se derivar la clasificació n doctrinal que distingue entre
responsabilidad contractual y responsabilidad extracontractual. La responsabilidad contractual
presupone una relació n preexistente entre el autor del dañ o y la víctima, relació n que es
generalmente un contrato, de lo que proviene su denominació n. La obligació n
convencionalmente establecida entre las partes no se cumple o se cumple deficientemente, sin
satisfacer plenamente el interés del acreedor, y surge entonces la responsabilidad. En este caso,
el deber de indemnizar se deriva de otro deber previo, el deber de cumplir, que ha sido
infringido.
165 La responsabilidad extracontractual o Aquiliana512 puede exigirse como resultado de
un dañ o causado con independencia de cualquier relació n jurídica precedente entre las partes,
salvo el deber genérico, comú n a todos los hombres, de no dañ ar a otro. Es decir, la
responsabilidad extracontractual significa que se ha infringido una norma general de Derecho
objetivo que obliga a todos sin necesidad de que los particulares lo hayan convenido ni
aceptado. Aquí la obligació n de indemnizar surge por la sola producció n del evento dañ oso,
porque una persona ha violado las normas generales de respeto a los demá s, impuestas por la
convivencia. Se presenta, desde el Derecho romano, como una responsabilidad fundada en la
regla del alterum nom laedere, conjugada sabiamente con la del suum cuique tribuere.
604
166 Desde la propia Lex Aquilia, se consideraron supuestos de dañ o extracontractual por
los que quedaban obligadas a responder personas que no habían causado el dañ o per se, ya
fuera porque el acto dañ oso proviniera de un sujeto agente que le estaba subordinado por razó n
de relaciones familiares o laborales, de animales de su propiedad o de los que se servía, o de
cosas animadas o inanimadas por las que debía velar. Así, se entendió que surgía una
responsabilidad sustituta o derivada, que recaía en la persona que supuestamente, atendiendo a
las circunstancias del caso, podría haber evitado el dañ o o perjuicio sufrido por otra. Si bien
para la exigencia de responsabilidad extracontractual a una persona era necesario que su
conducta pudiera calificarse de reprobable, esto es, que hubiera actuado con iniuria, entendida
como comportamiento contra ius, generalmente con culpa, se sancionaron también casos
típicos de responsabilidad objetiva que nacía directamente de cosas riesgosamente peligrosas,
como los animales
512 Recibe esta segunda denominació n por su procedencia histó rica. Proviene del Derecho
Romano, que
refrendó este tipo de responsabilidad en la Lex Aquilia de aproximadamente el añ o 286 a.n.e.
DE LA RESPONSABILIDAD JURÍDICA CIVIL EN CASO DE DAÑ OS O PERJUICIOS...
513 Cuba. Los Artículos 82 y 89 del Có digo Civil cubano rezan como sigue:
Artículo 82: El que causa ilícitamente daño o perjuicio a otro está obligado a resarcirlo.
Artículo 89: 1) Las personas naturales están obligadas a reparar los daños o perjuicios que causen o
sean causados por las personas por quienes deben responder, pero el tribunal, a su prudente
arbitrio, si el responsable es un trabajador o pensionado sin bienes propios conocidos para
satisfacer totalmente el importe del daño o perjuicio, puede adecuar la cuantía de la indemnización
a un veinte por ciento del salario o cualquier otro ingreso periódico que perciba, sin que pueda
exceder del término de diez años. Esta limitación puede disponerse cualquiera que sea el contenido
económico de la responsabilidad. 2. Los dirigentes, funcionarios y demás trabajadores responden
materialmente de los daños que ocasionen a los recursos materiales y financieros asignados a la
entidad donde desempeñen sus funciones, en la cuantía y mediante el procedimiento legalmente
establecido. Disposiciones de este Código son supletorias respecto a materias civiles u otras
reguladas en leyes especiales.
514 SCHIPANI, S., “El sistema romano de la responsabilidad extracontractual. El principio de la culpa y el método
de la tipicidad”, en A.A. ALTERINI y R.M., LÓ PEZ CABANA (directores), La responsabilidad, Abeledo - Perrot,
Buenos Aires, 1995, p. 32. Cit. post. DI PRIETO, A., El problema de la culpa y los riesgos en la
responsabilidad extracontractual, s.e., material fotocopiado.
varios habitantes
174 en la misma casa de dó nde provino el objeto causante del dañ o y no se
sabía el origen del mismo, los vecinos deberían responder in solidum.
175 El segundo cuasi delito se denominaba de positis vel suspensis, y se configuraba
cuando se colocaba (positum) o suspendía (suspensum) en lugar que da a la vía
pú blica un objeto que podría causar un dañ o al caer, quedando el habitator sujeto a
la actio de positis vel suspensis, ejecutable por cualquier ciudadano, es decir, era una
acció n popular que intentaba prever el riesgo causado por las cosas mal
colocadas o puestas peligrosamente en esas partes de las casas y que daba lugar a
la exigencia de responsabilidad con fundamento objetivo, sin tomar en cuenta
quién la hubiera puesto directamente allí ni con qué intenció n, só lo por el peligro
causado al trá nsito por la vía pú blica.515
176 Ambas figuras pasan al Có digo Civil francés, pero suprimiendo su
fundamento objetivo; ya no se exigía la responsabilidad por afectar el beneficio
comú n de transitar sin peligro por la vía pú blica, sino que se reclamaba al
causante de un dañ o que no había cumplido su deber de guarda respecto a las
cosas que lo pro- vocaban .516 La responsabilidad en este caso se entiende fundada
en una falta personal de quien se ha despreocupado de su tarea de vigilancia
respecto a las propias cosas que pueden caer o de las personas que las pueden
arrojar o las colocan de forma riesgosa, extremando la concepció n
608 subjetiva de que “só lo la culpa es punible” a pesar de haber eliminado el
cará cter penal de estos supuestos.
177 En el Có digo Civil españ ol se regula la responsabilidad
extracontractual por dañ os causados por las cosas que caigan o se lancen
desde un inmueble en su artículo 1910, 517 de modo similar a lo previsto
por el Digesto romano y al Có digo Civil francés, si bien en cuanto al
fundamento del criterio de imputació n en este caso se asemeja má s al
primero que al segundo, pues la doctrina es mayoritaria- mente conteste
en señ alar que el precepto se aparta de la filosofía originaria del 1902
que basa la responsabilidad en la culpa, para establecer una
responsabilidad objetiva que se imputa al cabeza de familia que habita
una casa, por el dañ o causado por cosas que se arrojen o caigan de ella,
con independencia de la presencia o no de culpa.518
515 SCHIPANI, S. Ob. Cit.
516 Vid. Artículo 1384 del Code Napoleon citado supra. El subrayado es de esta autora.
517Españ a. El artículo reza como sigue: “El cabeza de familia que habita una casa o parte de ella, es
responsable de los daños causados por las cosas que se arrojaren o cayesen de la misma”.
518 Vid. ASÚ A GONZÁ LEZ, Clara I., “La responsabilidad (II)”, en PU1G FERRIOL, L., et al, Manual de
Derecho Civil, Tomo II, Marcial Pons, Madrid, 1996, pp. 497 y 498.
178 En el precepto del Có digo Civil cubano que se refiere a esta particular responsabilidad, el
artículo 93,519 el legislador prá cticamente transcribe, con ligeros matices, el artículo 1910 del
Có digo Civil españ ol, pero añ ade la posibilidad de exigir reembolso al causante directo del dañ o,
aspecto no contenido en su predecesor. La base de imputació n de la responsabilidad en este caso
es el riesgo que representa la caída o lanzamiento de cosas, que pueden causar dañ o o perjuicio.
Por tanto, si el riesgo es el título de imputació n, se ha de responder de él, es decir, se ha de
responder de aquel dañ o que se produzca dentro de su ló gica ó rbita y por causa de él, siempre
que tenga lugar aunque no haya mediado la culpa del agente. No se trata de una responsabilidad
que encierra reproche por la conducta negligente o despreocupada de quien queda obligado a
indemnizar, no hay una presunció n de culpa personal o de culpa in vigilandi, que pueda ser
destruida demostrando un actuar diligente, hay una responsabilidad objetiva que persigue el
resarcimiento del dañ ado en cualquier caso, en franca asunció n del principio pro damnato. Nada
se señ ala en cuanto a causas de exenció n de responsabilidad específicas, de modo que, ante un
caso concreto de esta naturaleza, quedaría al tribunal sopesar si alguna de las eximentes
contenidas en el artículo 99520 pudiera ser de aplicació n al supuesto.
609
519Españ a. Artículo 93: El jefe del grupo familiar que ocupa una vivienda es responsable de los daños y
perjuicios causados por el lanzamiento o caída de objetos desde el inmueble, pero puede exigir del
autor del hecho el reembolso de lo que hubiese pagado.
520Españ a. Artículo 99. 1. No generan responsabilidad civil para su autor los daños y perjuicios que se
causen:
a) en legítima defensa, en estado de necesidad, o en cumplimiento de un deber, apreciados confor
me a las disposiciones de la legislación penal;
b) por fuerza mayor o caso fortuito, o si la conducta del autor hubiera sido provocada por la víc
tima del daño o perjuicio; y
c) al realizar un acto lícito con la debida diligencia.
2. No excluye la responsabilidad civil la circunstancia de que el hecho que ocasionó el daño o perjuicio
fuera causado por su autor en estado de enajenación mental, trastorno mental transitorio o
desarrollo mental retardado o por error o impulsado por miedo insuperable. En este último caso
responde también solidariamente quien ocasionó el miedo.
III. Valoración exegética del precepto
179 A La imprecisión del responsable
180 El artículo in comento inicia su redacció n atribuyendo responsabilidad al “jefe
del grupo familiar” que ocupa una vivienda. Es clá sica la referencia a la autoridad familiar en
estos casos, postura que asumen también otros Có digos Civiles .14 Sin embargo, ¿quién es este
“personaje” en el “gran teatro” de la vida actual? Sin duda era fá cil determinarlo en la familia
patriarcal romana, incluso aú n en la familia predominante durante la época de la codificació n
decimonó nica, pero se torna complicado designarlo en el momento presente, caracterizado por
la irrupció n de nuevas formas familiares y donde ademá s los roles en la familia tradicional
sufren importantes mutaciones.
181 ¿A quién debe atribuirse la jefatura del grupo familiar en la sociedad cubana?
¿A la persona de más edad? ¿A quién soporta las cargas econó micas del sustento de la familia? ¿Al
propietario de la vivienda? ¿Al designado como “jefe de nú cleo” en la libreta de abastecimiento de
productos alimenticios? Son interrogantes que no siempre encontrará n una respuesta idéntica, porque no
existe en nuestros días un patró n uniforme para precisar la autoridad familiar en un grupo de adultos de
estado civil similar, lo que niega la posibilidad de establecer pautas 61° uniformes y obliga al aná lisis
casuístico que atienda concretamente a las circunstancias particulares del caso. Pueden presentarse, por
tanto, un sin nú mero de supuestos, en dependencia del tipo de “grupo familiar” que habite el inmueble de
que se trate.
182 Así, por ejemplo, si la vivienda desde la que se arrojan o caen las cosas que
causan el dañ o está ocupada por una familia conformada por matrimonio formalizado y sus
hijos menores, ambos có nyuges deben ser considerados “jefes” del grupo familiar, pues ya la
mujer no queda supeditada a la autoridad marital luego de contraer nupcias, estableciendo el
Có digo de Familia la igualdad de derechos y deberes de ambos miembros de la pareja, de modo
que ambos será n responsables y el resarcimiento correrá a cargo de la comunidad matrimonial
de bienes. Pero si los hijos de tal matrimonio ya son mayores de edad, habiéndose extinguido
sobre ellos la patria potestad, y uno de ellos corre con la manutenció n de sus padres y asume
normalmente las tareas y decisiones propias de la familia, ¿debe considerarse, entonces, que es
“el jefe del grupo familiar”?
183 14 Cfr. Por ejemplo el mencionado artículo 1910 del Có digo Civil españ ol: “El cabeza de
familia...”; artículo
184 1119, tercer pá rrafo, del Có digo Civil argentino: “A los padres de familia.”
185 Si la unió n matrimonial no está formalizada ni reconocida judicialmente, ¿es el
hombre el “jefe” de la familia que se ha constituido? Entiendo que no existe supremacía de
género, por lo que en tal caso, si no puede determinarse de otro modo el responsable, ambos
miembros de la pareja respondería in solidum, con cargo a los bienes propios de cada uno y a los
comunes de hecho, al no poder considerarse en ese supuesto la existencia jurídica de una
comunidad matrimonial de bienes. Empero, tal solució n tropieza con la ausencia de
pronunciamiento específico del precepto en cuanto a la solidaridad, que es ló gica al referirse el
legislador en singular al responsable, debiendo acudirse entonces a lo dispuesto por el artículo
87, inciso b) que proclama aquella con carácter general.
186 Si el grupo familiar no tiene como base una relació n de pareja, piénsese por
ejemplo en un conjunto de hermanos o primos u otros parientes que viven juntos, la
determinació n del responsable se convertirá en un verdadero quebradero de cabeza; de igual
modo, si el inmueble en cuestió n es habitado por personas que no son familia en el estricto
sentido del término, o por una pareja homosexual, sería prá cticamente imposible determinar la
jefatura familiar.15 En tales casos, posiblemente sería má s acertado exigir la responsabilidad por
dañ o ex artículo 82, que acudir al artículo 93, con la imprecisió n comentada.
521 Españ a. Artículo 90. 1. Los padres o tutores son responsables de los daños y perjuicios causados
por los menores de edad o incapacitados que estén bajo su guarda y custodia.
2. No obstante, la responsabilidad a que se refiere el apartado anterior corresponde a las personas a
quienes se haya confiado el cuidado de menores o incapacitados por estar sus padres o tutores
fuera de su domicilio, en cumplimiento de misiones internacionalistas u otras tareas o deberes.
Caridad del Carmen Valdés Díaz
193 Si tomamos en cuenta lo que fue regulado en el Digesto podría pensarse que só lo
generan responsabilidad los objetos que se caigan o se arrojen hacia la vía pública, con el
propó sito de proteger la seguridad de las personas que por ella transitan, pero entiendo que en
nuestros días el precepto es mucho má s abarcador, engloba cualquier dañ o causado por los
objetos provenientes de un inmueble aunque no se hayan caído ni hayan sido lanzados hacia la
vía pú blica, también cuando afectan otros inmuebles vecinos, ya sean de uso pú blico o privado,
cuá l sería el caso, bastante frecuente, de objetos que se caen desde apartamentos superiores a los
inferiores en los edificios multifamiliares, o de objetos que se lanzan hacia las á reas comunes de
esas edificaciones afectando a los vecinos en general, especialmente a los que habitan en los pisos
bajos, o cuando se arrojan o se dejan caer cosas hacia el jardín o el patio del vecino causando
dañ os en terreno ajeno. Opino, por tanto, que el destino del objeto que causa el dañ o o perjuicio
no se circunscribe a la vía pú blica, la responsabilidad podrá exigirse siempre que aquél se
produzca, si bien quedan excluidos los dañ os que sean causados por cosas que formen parte del
edificio mismo y se desprendan de él, en cuyo caso habrá n de reconducirse al á mbito del artículo
97.522
522 Españ a. Artículo 97: La entidad constructora de una edificación es responsable de los daños
causados por su derrumbe total o parcial, así como por el desprendimiento o por defectos de alguna
de sus partes, salvo que pruebe que ha cumplido las normas de construcción.
DE LA RESPONSABILIDAD JURÍDICA CIVIL EN CASO DE DAÑ OS O PERJUICIOS...
201 Las causas que interrumpen el nexo causal se entienden como nuevas causas que intervienen en la producció n
del dañ o o perjuicio, que rompen la relació n de causalidad necesaria, niegan la relació n causal, entre la acció n u omisió n
ilícita y el dañ o producido. Estas son, segú n el inciso b) del artículo 99.1, el caso fortuito, la fuerza mayor o que la
conducta del autor del dañ o o perjuicio hubiera sido provocada por la víctima. La diferencia entre las dos primeras
figuras no es nítida y muchas veces carece de relevancia, pues en un sistema de responsabilidad con base subjetiva,
ambas excluyen la responsabilidad. Pero tratá ndose de un caso de responsabilidad objetiva, la diferencia debe
establecerse partiendo del origen y tipicidad del suceso, atendiendo a la procedencia interna o externa del obstá culo que
impide el cumplimiento del deber genérico que impone el alterum non Isdere; aquí el caso fortuito no libera de la
obligació n de resarcir porque se considera incluido dentro del riesgo que asume el responsable, supone la imputació n de
responsabilidad por aquellos dañ os causados que deriven del riesgo que normalmente puede desprenderse de la
actividad peligrosa desplegada. La fuerza mayor, por su parte, sería entendida como la causante de cualquier otro dañ o,
originado por un factor extrañ o al riesgo típicamente asociado a una determinada actividad y no se imputa al agente, que
queda exonerado de responsabilidad.
202 Así, en el supuesto del artículo 93 mientras la fuerza mayor exonera al creador del riesgo, el caso fortuito le
atribuye responsabilidad.
203 615
204 El caso de que la propia víctima haya sido la causante del dañ o o perjuicio sufrido, puede ser controvertido en
cuanto a su aplicació n exoneradora en este supuesto. Cabría si hacemos una interpretació n amplia del precepto que la
establece,19 pero si se hace una interpretació n ad pidem litterae, pudiera negarse su virtualidad, toda vez que el precepto se
refiere expresamente a que el actuar de la víctima provoca “la conducta del autor” y el artículo 93 atribuye
responsabilidad al “jefe del grupo familiar” aunque no sea el autor directo del riesgo creado o del dañ o producido.
205 El actuar diligente en la realizació n de un acto lícito, causa eximente prevista en el inciso c) del artículo 99.1, no
tendría virtualidad respecto al supuesto contemplado en el artículo 93, que tiene fundamento objetivo, siendo por tanto
intrascendente la diligencia desplegada por el sujeto responsable, que responde aun cuando no haya actuado con culpa,
mientras que esta eximente só lo puede
206 ser entendida como liberació n de responsabilidad del agente cuando se logre probar su falta de
culpa en los casos en que estemos en presencia de una actividad regida por el principio de la
responsabilidad subjetiva.
V. BIBLIOGRAFÍA
207 A. FUENTES DOCTRINALES:
208 ALBALADEJO, Manuel: Derecho Civil. Derecho de Obligaciones, Tomo II, Volumen Segundo,
Ed. Bosch, Barcelona, 1994.
209 BORDA, G., Tratado de Derecho Civil. Parte General, tomo I, décima edició n (actualizada),
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Obligaciones. Las particulares relaciones obligatorias, 15? edic., revisada y puesta al día por J. Ferrandis
Vilella, Reus, Madrid, 1993.
212 CIFUENTES, S. y LEYVA FERNÁ NDEZ, L., Código Civil Comentado y Anotado, Ed.
213 La Ley, Buenos Aires, 2006.
214 616 , ..
215 DE Á NGEL YAGÜ EZ, Ricardo, Tratado de responsabilidad civil, Eds. Universidad de Deusto
y Cívitas, Madrid, 1993; Algunas previsiones sobre el futuro de la responsabilidad civil (con especial
atención a la reparación del daño), Madrid, 1995, y Lecciones sobre responsabilidad civil, s.e., Bilbao,
1978.
216 DI PRIETO, A., El problema de la culpa y los riesgos en la responsabilidad extracontractual,
s.e., s.a., material fotocopiado; DÍAZ PAIRÓ , Antonio, Teoría General de las Obligaciones, volumen II, s. ed.,
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217 DÍEZ-PICAZO, Luis, Derecho de daños, Editorial Cívitas, Madrid, 1999; DÍEZ-PI- CAZO, Luis y
Antonio GULLÓ N, Sistema de Derecho Civil, volumen II, 8? edició n, Ed. Tecnos, Madrid, 1992.
218 LARENZ, Karl, Derecho civil, Parte general, Editorial Revista de Derecho Privado,
Editoriales de Derecho Reunidas, Madrid, 1978 y Derecho de Obligaciones, versió n españ ola y notas de
Jaime SANTOS BRIZ, Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1958.
Caridad del Carmen Valdés Díaz
523La particularizació n de los distintos regímenes de responsabilidad lleva a concluir que ésta
cumple tantas funciones cuantos esquemas especiales de responsabilidad haya. Por
ejemplo, como lo explica el profesor CORTÉ S, hoy se reconoce que un sistema de
responsabilidad eficaz constituye un vehículo idó neo de determinació n y ejecució n de
políticas pú blicas. Cfr. CORTÉ S, É dgar, Responsabilidad civil y dañ os a la persona, Bogotá ,
Universidad Externado de Colombia, 2009, p. 56 y ss. De acuerdo con el mismo autor la
Responsabilidad Civil es polifuncional y “(...) está condicionada por las estructuras
econó micas, y además está , en definitiva, condicionada por el proceso de diversificació n de
la sociedad actual, que de una parte exige solidaridad, en particular frente a los dañ os a la
SOBRE LAS FUNCIONES DE LA RESPONSABILIDAD...
246 tomamos como referentes tres funciones bá sicas que se reconocen como propias de la
responsabilidad: preventiva,2 compensatoria o resarcitoria y punitiva o san- cionatoria .3
247 Las siguientes líneas buscan proponer algunas reflexiones sobre estas funciones
bá sicas y, a propó sito de la reparació n integral, argumentar que ésta es un criterio judicial para
la valoració n de los dañ os y no ninguna otra cosa. Por ú ltimo se busca aventurar la idea segú n
la cual resulta má s eficiente, en lo humano y en lo econó mico, privilegiar y fortalecer las
funciones preventiva y punitiva de la responsabilidad, con base en tres propuestas bá sicas.
248 Por mucho tiempo, el referente a partir del cual se estructuraron las distintas formas
de responsabilidad se tuvo, por vía interpretativa, en el Có digo Civil, fuente ésta que resultó
desbordada por el progresivo e irreversible ensanchamiento de las hipó tesis de dañ o, sumado
a una creciente intolerancia ciudadana al padecimiento resignado de perjuicios .4
MAZEAUD, Henry; MAZEAUD, Leó n y TUNC, André, Tratado Teó rico y Prá ctico de la
Responsabilidad Civil Delictual y Contractual, T. I, V. I, Buenos Aires, Ed. Europa-América,
1977, p. XX.
SOBRE LAS FUNCIONES DE LA RESPONSABILIDAD...
524Cfr. ARISTÓ TELES, É tica Nicomá quea, Ed. Planeta, 1995, pp. 127 y ss.; A propó sito de las
implicaciones prá cticas de la “Justicia Correctiva”, el Juez POSNER sostiene, también sobre
la base de ARISTÓ TELES, que “la victima puede ser un mal hombre y el victimario uno
bueno, si reparamos en el cará cter de la persona en el curso entero de su carrera, en la
sumatoria de todas sus buenas y malas obras y no só lo en el episodio particular del que
resulta el dañ o para la víctima. Sin embargo la víctima está legitimada para demandar. La
razó n de esto es corolario má s de la aplicació n de la Justicia Correctiva, que del principio
autó nomo de Justicia, en tanto aquélla busca restablecer el equilibrio preexistente má s que
cambiarlo. El juez no aprovecha la ocasió n para enriquecer o empobrecer al victimario o a
la víctima sobre la base de un juicio acerca de sus merecimientos, lejos de las circunstancias
del dañ o en sí mismo. Eso no restauraría entre las partes el equilibrio preexistente, sino que
crearía un nuevo equilibrio”. POSNER, Richard,
Nicolá s Polanía Tello
(iii) Es subjetivo porque el agente de dañ os debe haber obrado con dolo o
culpa, es decir, só lo hay responsabilidad si la conducta del agente puede ser
valorada como dolosa o culposa, a lo que se agrega que de mediar contrato, la
culpa en el incumplimiento se presume.
256 El marcado subjetivismo del esquema de reparació n del Có digo Civil
-trasunto normativo del individualismo revolucionario francés- no só lo informa
el eje normativo de los tipos de responsabilidad vistos, sino que permea incluso
las normas que sirven de fundamento a la responsabilidad por riesgo creado,
considerada de ordinario como objetiva.
257 En efecto, segú n el artículo 2353 c.c. “El dueñ o de un animal es
responsable de los dañ os causados por el mismo animal, aun después de que se
haya soltado o extraviado, salvo que la soltura, extravío o dañ o no puedan
imputarse a culpa del dueñ o o del dependiente, encargado de la guarda o servicio
del animal” (negrita añ adida).
258 Por su parte, dispone el artículo 2356 “Por regla general todo dañ o que
pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por
esta. Son especialmente obligados a esta reparació n 1. El que dispara
imprudentemente un arma de fuego. 2. El que remueve las losas de una acequia o
622 camino, o las descubre en calle o camino, sin las precauciones necesarias
para que no caigan los que por allí transiten de día o de noche. 3. El que
obligado a la construcció n o reparació n de un acueducto o fuente, que
atraviesa un camino, lo tiene en estado de causar dañ o a los que transitan
por el camino” (negrita añ adida).
259 Como se ve, la propia redacció n de las normas indica la presencia
de ingredientes subjetivos, y esto llevó por mucho tiempo a la Corte
Suprema de Justicia a sostener, entre otras cosas, que en los casos de
responsabilidad objetiva había una presunció n de culpa, y que no se
trataba, como lo entendió el Consejo de Estado, de un evento en el que la
valoració n de la conducta es totalmente intrascendente. La Corte Suprema revisó
esta postura,6 que la había llevado a sostener
es de especial importancia por la riqueza bibliográ fica que la soporta y por las distintas
posiciones que se acogen en la Corte, perceptibles en las tres aclaraciones de voto.
Nicolá s Polanía Tello
525sanció n civil aparece mezclada o, al menos indiferenciada, con la sanció n penal; las
consecuencias de los ilícitos, sean delitos -dañ os causados a conciencia- o cuasidelitos -dañ os
realizados por culpa o negligencia- son el castigo del autor y el resarcimiento del dañ o a la
víctima”. MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad por dañ os, T. 1, Parte general, Buenos
Aires, Rubinzal-Culzoni, 2004, pp. 18 y 19
526 Cfr. nota al pie 4, Supra.
527Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera, Sentencia
Exp. n° 30.340 de 2009, M.P. Enrique Gil Botero (Sandra Milena García Vs. Ministerio de
Defensa)
Nicolá s Polanía Tello
274 Restitución es la realización de las acciones que propendan por regresar a la víctima
a la situación anterior a la comisión del delito.
275 La indemnización consiste en compensar los perjuicios causados por el delito.
276 La rehabilitación consiste en realizar las acciones tendientes a la recuperación de las
víctimas que sufren traumas físicos y sicológicos como consecuencia del delito.
277 La satisfacción o compensación moral consiste en realizar las acciones tendientes a
restablecer la dignidad de la víctima y difundir la verdad sobre lo sucedido.
278 Las garantías de no repetición comprenden, entre otras, la desmovilización y el
desman- telamiento de los grupos armados al margen de la ley.
279 Se entiende por reparación simbólica toda prestación realizada a favor de las
víctimas o de la comunidad en general que tienda a asegurar la preservación de la memoria
histórica, la no repetición de los hechos victimizantes, la aceptación pública de los hechos, el
perdón público y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas.
280 La reparación colectiva debe orientarse a la reconstrucción sicosocial de las
poblaciones afectadas por la violencia. Este mecanismo se prevé de manera especial para las
comunidades afectadas por la ocurrencia de hechos de violencia sistemática.
281 Las autoridades judiciales competentes fijarán las reparaciones individuales,
colectivas o simbólicas que sean del caso, en los términos de esta ley”.
282 Al respecto, la Jurisprudencia del Consejo de Estado ha sostenido:
625
283 “Por consiguiente, resulta perfectamente viable, en aplicación del principio de
“reparación integral”, como se ha visto, que el juez de lo contencioso administrativo adopte
medidas pecuniarias y no pecuniarias, en idéntico o similar sentido a las que la jurisprudencia de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha decantado, entre las cuales encontramos:
a) La restitución o restitutio in integrum, es el restablecimiento de las cosas a su estado
normal o anterior a la violacion, es la forma perfecta de reparación, y que sólo en la medida en
que dicha restitución no resulte accesible procede acordar otras medidas reparatorias.
b) La indemnización por los perjuicios materiales sufridos por las víctimas de un caso en
particular, comprende el daño material (daño emergente, lucro cesante) y el daño inmaterial.
c) Rehabilitación, comprende la financiación de la atención médica y psicológica o siquia-
trica o de los servicios sociales, juridicos o de otra índole.
d) Satisfacción, son medidas morales de carácter simbólico y colectivo, que comprende los
perjuicios no materiales, como por ejemplo, el reconocimiento público del Estado de su
responsabilidad, actos conmemorativos, bautizos de vías públicas, monumentos, etc.
SOBRE LAS FUNCIONES DE LA RESPONSABILIDAD...
289 Doctor Gil Botero sostiene “Así mismo, resulta pertinente destacar que, a
diferencia de lo manifestado por algú n sector de la doctrina nacional y extranjera,
el principio de reparació n integral no só lo se circunscribe al á mbito de
determinació n de la extensió n del perjuicio, sino que, de igual manera, se
establece como una herramienta de gran utilidad a la hora de establecer los dañ os
resarcibles; en otros términos, el principio no só lo debe emplearse en la
verificació n del quantum del perjuicio, sino en la constatació n de los dañ os que
dada su magnitud se impone su resarcimiento, ad diferencia de los denominados
dañ os bagatelares o insignificantes”.530 Esta es la idea que subyace a sus
ponencias y así han sido acogidas por el Consejo de Estado.
290 Consideramos, desde la orilla del má s profundo respeto, que esos
razonamientos no pueden ser ni aplicados a los eventos de graves violaciones de
los derechos humanos ni extensibles a otros escenarios de responsabilidad
porque, aunque los anima una profunda y leal motivació n humanista, su
acogimiento implicaría la apertura de una Caja de Pandora de consecuencias
previsiblemente adversas, sobre todo en lo financiero. Las expresiones funció n
reparadora y reparació n integral no son sinó nimas.
291 No parece tan sencillo el asunto de la tensió n entre la
interpretació n que el Consejo de Estado ha dado a la reparació n integral y el
627
derecho al debido proceso, no se puede agotar en que el juez de graves
violaciones a los derechos humanos puede interpretar la demanda y derivar
condenas aunque no hayan sido pedidas. El problema jurídico a resolver es
¿puede el juez condenar al demandado a reparar perjuicios con base en cargos
que éste no pudo controvertir?
292 Con todo, ademá s de las anotaciones hechas, el principio de
reparació n integral implica que la víctima no puede derivar lucro alguno del dañ o
-compensatio lucri cun damno-, es decir, el dañ o no puede ser fuente de riqueza. El
límite del resarcimiento es la propia extensió n del dañ o (se debe reparar el dañ o
causado, todo el dañ o causado, pero nada má s que el dañ o causado).
293 Por otra parte, el citado artículo 8 de la Ley 975 de 2005 dispone
que la reparació n “comprende las acciones que propendan por la restitució n,
indemnizació n, rehabilitació n, satisfacció n; y las garantías de no repetició n de las
conductas” (subrayas añ adidas); pues bien, la norma hace caber de manera
antitécnica las funciones satisfactoria -que comporta la punitiva- y preventiva
-esta ú ltima a propó sito de la garantía de no repetició n-, dentro del concepto de
reparació n.
Nicolá s Polanía Tello
294 Sin embargo, una cosa es reparar, otra satisfacer, que se reitera, comprende de
manera necesaria una sanció n, y otra prevenir .14 No obstante, la ley agrupa todas estas
funciones como proyecciones de la reparació n integral.
295 El entendimiento que en este sentido la jurisprudencia del Consejo de Estado ha dado
al principio de reparació n integral, con el soporte de la ley 975 de 2005, habilita al juez para
que explore, indague y establezca las distintas dimensiones o proyecciones de la personalidad
de la víctima que fueron lesionadas y, en consecuencia determine la medida reparatoria que
considere viable, aunque no haya sido pedido así por el demandante; esta conducta, que
pareciera deberse a un exceso de celo y diligencia judicial, en realidad comporta una extensió n
forzada del principio de reparació n integral.
296 Es necesario traer la observació n del profesor Cortés de acuerdo con la cual, el
principio de reparació n integral só lo nos indica que los dañ os deben ser reparados de forma
integral, pero no nos dice qué dañ os son esos;15 la determinació n de esos dañ os cuya
reparació n debe ser integral corresponde en principio al Congreso y en ú ltimas al juez, pero
éste no lo hace con base en el principio de reparació n integral sino sobre la base del valor de la
Justicia.
297 Con base en el mismo principio se suele presentar oposició n a la viabilidad de la
628 admisió n del dañ o punitivo como categoría autó noma en nuestro ordenamiento, diciendo que
segú n aquél se debe reparar só lo el dañ o causado, de manera integral pero nada má s que ese,
de modo que una condena que no busque reparar sino sancionar resultaría inviable.
298 En realidad la reparació n integral no es tampoco un límite normativo a la tipología de
dañ os ni es un dispositivo amplificador de supuestos de dañ o resarcible, se trata de un
principio que debe ser integrado e interpretado por el juez de manera ponderada al momento
de adjudicar, y con base en el cual todos los dañ os deben valorados y reparados de la mejor
manera posible.
14 Hay que decir que esto no excluye considerar, en un sentido má s amplio, que hacer
cesar la amenaza de vulneració n de un derecho o de agravamiento de la misma es, per se,
una forma de reparació n, como lo entiende el profesor Juan Carlos Henao a propó sito de su
consideració n de la amenaza como dañ o cierto; Cfr. HENAO, Juan Carlos, De la importancia
de concebir la amenaza y el riesgo sobre derechos ambientales como daño cierto. Escrito a partir
del derecho colombiano y del derecho francés, en Dañ o ambiental, T. II, AA.VV., Bogotá ,
Universidad Externado de Colombia, 2009
15 “(...) cuando se habla de reparació n integral se hace referencia a la extensió n del dañ o,
es decir, a la reparació n de todo el dañ o que se ha causado, pero solo de aquellos dañ os que
se consideran como resarcibles y no de aquellos que aú n no se consideran como tales; en
otras palabras, el llamado principio de reparació n integral no es un criterio de selecció n
para determinar qué dañ os son merecedores de tutela”, CORTÉ S, Ob. Cit. p. 62
SOBRE LAS FUNCIONES DE LA RESPONSABILIDAD...
299 El peligro que se advierte radica en que por la vía de la interpretació n del Consejo de
Estado, como se dijo, se puede terminar comprometiendo la viabilidad misma del sistema de
reparació n; llenar de contenido la palabra “integral” es un ejercicio que ofrece tantos resultados
cuantos hagan el intento. La imaginació n, ideología o erudició n del juez, los desarrollos técnicos y
socioló gicos y aun sicoló gicos pueden dilatar todos los días -como ha venido ocurriendo- las
fronteras de la integralidad, de manera que el empeñ o será como de llenar un saco roto.
300 En Colombia, el ensanchamiento de los supuestos de responsabilidad extracontractual
del Estado, el incremento en el monto de las condenas, los mayores supuestos de dañ o y de
responsabilidad objetiva y el eventual sometimiento a la jurisdicció n interamericana,
comprometen a no dudarlo la viabilidad financiera del sistema. É sta casi que depende, por lo
menos en el corto plazo, de la morosidad de los Despachos. Será n plena y constitucionalmente
reparados aquellos para quienes alcance el dinero.
301 No se trata, por supuesto, de hacer un alegato para que los derechos o intereses
lesionados queden sin reparar o reparados a medias. Lo que se busca es proponer una fó rmula de
racionalizació n del sistema de reparació n que no comprometa ni los derechos de las víctimas ni la
viabilidad del sistema.
302 El “desbordamiento del derecho de dañ os”16 es el verdadero enemigo, porque si bien en 629
principio algunas personas será n reparadas en todas las dimensiones posibles de sus
personalidades, los recursos econó micos por definició n finitos no serían suficientes para atender
los nuevos requerimientos; el sistema reventaría.
303 En nuestra opinió n tres vías podrían explorarse para ayudar a contener el previsible
desbordamiento e hipertrofia del sistema de responsabilidad, a costos suficientemente
racionales: por un lado (i) a propó sito de las funciones de la responsabilidad, asumir como
política pú blica la prevenció n de dañ os y, en el marco
16 “Son conocidas las muchas voces que se han alzado a lo largo de estos ú ltimos añ os
denunciando el ensanchamiento desmesurado de las reglas de la responsabilidad (...). Se ha
extralimitado el concepto de dañ o; y se ha extremado el criterio de la diligencia exigible, de
tal modo que no cabe por menos que afirmar la casi inexistencia prá ctica del caso fortuito. No
es ya só lo que exista una automatizació n de la presunció n de culpa, sino que lo realmente
difícil de encontrar, en los fundamentos de las sentencias, es el fortuito mismo. Toda actividad
de riesgo, aunque sea el general de la vida, que comporte la mínima probabilidad de un dañ o
es imputable directamente a su agente y, por regla general sin procedimiento alguno de
verificació n de los presupuestos de la responsabilidad. En muchos casos se requiere la
previsibilidad de un hombre clarividente, la diligencia de un extraordinario padre de familia y
la pericia del más experto profesional. En definitiva, se han roto las barreras de la ló gica
jurídica, econó mica y social” Cfr. DÍEZ-P1CAZO GIMÉ NEZ, Gema y ARANA DE LA FUENTE,
Isabel, El desbordamiento del derecho de dañ os, jurisprudencia reciente, Pamplona, Civitas,
2009, p.24
Nicolá s Polanía Tello
531“Siempre que de las aguas de que se sirve un predio, por negligencia del dueñ o en darles salida
sin dañ o de sus vecinos, se derramen sobre otro predio, el dueñ o de este tendrá derecho para
que se le resarza el perjuicio sufrido, y para que en caso de reincidencia se le pague el doble de lo
que el perjuicio le importare” (negrita añ adida). La idea principal sobre la compatibilidad del
dañ o punitivo con nuestro sistema y estas reflexiones normativas fueron tomadas de la clase de
responsabilidad contractual del profesor Luis Felipe Botero Aristizá bal, en la Universidad del
Rosario.
Nicolá s Polanía Tello
314 imperativo de no coartar ni restringir los derechos a la reparació n de las víctimas de un dañ o,
con la sostenibilidad econó mica del esquema de responsabilidad.
315 I. BIBLIOGRAFÍA
316 ARISTÓ TELES, É tica Nicomá quea, Ed. Planeta, 1995
317 AA.VV. Dañ o ambiental, T. II, Bogotá , Universidad Externado de Colombia, 2009
318 CILURZO, María Rosa, “Las políticas pú blicas y la responsabilidad del Estado”, en
Responsabilidad del Estado, AA.VV., Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni, 2008
319 Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera, Sentencia
de 28 de enero de 2009, Exp. n° 30.340, M.P. Enrique Gil Botero
320 Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera, Sentencia
de 20 de febrero de 2008, Exp. n° 16.996, M.P. Enrique Gil Botero
321 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil y Agraria, Sentencia de 24 de agosto
de 2009, Exp. 2001-1054, M.P. William Namén Vargas
322 CORTÉ S, É dgar, Responsabilidad civil y dañ os a la persona, Bogotá , Universidad
Externado de Colombia, 2009
323 DÍEZ-PICAZO GIMÉ NEZ, Gema y ARANA DE LA FUENTE, Isabel, El desbordamiento del
derecho de dañ os, jurisprudencia reciente, Pamplona, Civitas, 2009
632 324 GIL BOTERO, Enrique, Responsabilidad Extracontractual del Estado, 2010, Ibá ñ ez,
Bogotá .
325 LÓ PEZ HERRERA, Edgardo, Teoría General de la Responsabilidad Civil, Buenos Aires,
Lexis Nexis, 2006
326 MAZEAUD, Henry; MAZEAUD Léon Y TUNC, André, Tratado Teó rico y Prá ctico de la
Responsabilidad Civil Delictual y Contractual, T. I, V. I, Buenos Aires, Ed. Europa-América, 1977
327 MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad por dañ os, T. 1, Parte general, Buenos
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328 OSPINA FERNÁ NDEZ, Guillermo, Régimen general de las obligaciones, Bogotá , Temis,
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330 http://bibliotecadigital.icesi.edu.co/biblioteca_digital/bitstream/item/953/1/
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332 VINEY, Geneviéve, Tratado de Derecho Civil, Introducció n a la responsabilidad,
Bogotá , Universidad Externado de Colombia, 2007 (Trad. Fernando Montoya Mateus)
333 6
34
334 Responsabilidad Civil y del Estado N°
28
Responsabilid
335
ad Civil y del
Estado
336 Noviembre 2010
337 ¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO D€ DARIOS
EN LOS ESTAOOS UNIOOS ? / IMtCh Mognut
342 LA OBJETIVACIÓN DE LA
RESPONSABAIOAO CIVIL EN COLOMBIA. UNA
MIRADA A PARTIR DE LOS PRINCIPIOS OE
DERECHO EUROPEO OE LA RESP0NSA8M0AD
CIVIL PETL- Parto I • I Folia Boona Aromburo
347 CONTENIDO:
348 V Introducció n
VI. El derecho de dañ os en los Estados Unidos
VII. Rasgos característicos del derecho de dañ os en Estados Unidos
VIII. Comparació n general y razones de las diferencias
IX. Ventajas y desventajas del Derecho de dañ os de Estados Unidos
X. Consecuencias
XI. Anotaciones conclusivas
349 637
351 en su mayoría, difieren en forma significativa. Este ensayo posteriormente identifica las
razones que explican estas diferencias y traza desde la comparación las conclusiones en relación con el
futuro del derecho de la responsabilidad civil europeo.
I. Introducción
352 La pregunta es pretenciosa: ¿es el derecho de dañ os de los Estados Unidos en verdad
diferente, comparado con otros derechos de dañ os? ¿Comparado con cuá les otros? Y, si fuera
diferente ¿en qué aspectos lo sería? Y si lo fuera ¿por qué motivo?
353 El siguiente ensayo identificará rasgos característicos del derecho de dañ os de los
Estados Unidos y los comparará con sus homó logos en el derecho inglés, francés y alemá n, y, en
la medida en que ya existe, con la legislació n europea, y discutirá n las razones de ser de esas
diferencias. El derecho de dañ os francés y el alemá n se tratan aquí como representativos de los
países europeos de civil law, en general. El ensayo se enfoca en las diferencias má s que en las
semejanzas, que también existen. Si puede decirse así, son las diferencias las que caracterizan
la «cultura» del derecho de dañ os a ambos lados del Atlá ntico.
una aproximació n, aunque tímida, a las instituciones del tort law estadounidense.
534 El derecho de dañ os de Louisiana todavía está basado en el antiguo Có digo Civil francés.
535 ROBERTSON, D.W.: «An American Perspective on Negligence Law», en MARKES1N1S
y DEAK1N: TortLaw (6- ed.), 2008, p. 284: «Si uno busca uniformidad, claridad y
predecibilidad, el derecho de dañ os en Estados Unidos no es una bonita pintura».
¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO DE DAÑ OS DE ESTADOS UNIDOS...
357 sobre el derecho de dañ os visto como un todo.13 En lugar de ello, los estados son
competentes para regular su propio derecho de dañ os como deseen, y así lo han hecho en
diversos aspectos.14 El derecho de la responsabilidad civil extracontractual de los diferentes
estados está , por lo tanto, lejos de ser idéntico. En el nivel micro, hay muchas diferencias que
deben tenerse en cuenta.
545Véase al respecto SEBOK, A.: «Punitive Damages in the United States», en H. KOZIOL y V.
W1LCOX (editores): Punitive Damages: Common Law and Civil Law Perspectives, 2009, p. 155 y
ss.
Ulrich Magnus
362 de dañ os, por el contrario, les gustan mucho y, en los Estados Unidos, se utiliza cada
oportunidad para reclamar perjuicios punitivos ante los tribunales.
363 Los perjuicios punitivos, al igual que la indemnizació n compensatoria,
requieren generalmente que la víctima haya sufrido una lesió n .546 Sin embargo, la cuantificació n
no depende tanto de la extensió n precisa del dañ o, sino de la gravedad de la culpa. La conducta
intencional o imprudente del demandado juega un papel decisivo .547 Los perjuicios punitivos
son una reacció n (del derecho civil) a un comportamiento socialmente inaceptable por parte
del demandado y está n diseñ ados para enseñ arle a éste que el hecho ilícito no paga .548 Hasta
cierto punto, el derecho de dañ os se hace cargo de lo que es asunto del derecho penal. Sin
embargo, a diferencia de lo que sucede en el derecho penal, el demandante particular a quien se
le conceden perjuicios punitivos, se beneficia personalmente de ello. Los perjuicios punitivos
dan entonces un fuerte incentivo a los particulares, y les motivan a actuar como acusadores
privados.
364 No obstante, la actitud generalmente positiva hacia los perjuicios punitivos ha
cambiado significativamente en los Estados Unidos en añ os recientes. Hay una creciente
renuencia con respecto a los perjuicios punitivos y una tendencia a limitar su uso y a evitar
condenas excesivas o beneficios extraordinarios para los demandantes. Algunos estados de los
Estados Unidos han abolido los perjuicios punitivos ,549 algunos han introducido topes que
641
limitan su extensió n,550 e incluso otros han introducido provisiones que obligan al demandante
exitoso a pagar una cierta parte del valor de la condena al Estado .551 Ademá s, la Corte Su-
546 Ibídem. Véase el estudio sobre todos los estados de Estados p. 311 y ss.
547 MARKESINIS y DEAKIN, Ob. Ob. Cit., p. 944; SEBOK, Ob. Ob. Cit., p. 155; SHAPO, Ob. Ob. Cit.,
§73.01.
548Sin embargo, debe notarse que las funciones de los perjuicios punitivos varían entre las
diferentes jurisdicciones norteamericanas. Véanse detalles al respecto en KOZIOL, H.:
«Punitve Damages; Admission into the Seventh Legal Heaven or Eternal Damnation?
Comparative Report and Conclusions», en KOZIOL y WILCOX, Ob. Cit., 227 y ss.; y SEBOK,
Ob. Cit., p. 169 y ss.
549Por ejemplo, el §507:16 de los Revised Statutes de New Hampshire disponen que se excluyen
los perjuicios punitivos, a menos que la ley disponga otra cosa, y só lo se permiten en pocas
disposiciones especiales. Por otra parte, Louisiana ha introducido -al contrario de la
tradició n francesa- la posibilidad de perjuicios punitivos para los casos de pornografía
infantil, lesiones por conducció n en estado de embriaguez y crímenes sexuales contra
menores (artículos 2315.3, 2315.4, 2315.7); véase también SEBOK, Ob. Cit. p. 155.
550Por ejemplo, en California: diversas disposiciones del Có digo Civil de California limitan los
perjuicios punitivos en ciertas situaciones. Así, el §56.35 (má ximo US$3000 en casos de falta
de consentimiento informado en materia médica); el §1785.31 (a)(2)(B) (entre US$100 y
US$5.000 por violació n de disposiciones sobre crédito del consumidor); y el §3333.2 (b)
(US$250.000 para proveedores de servicios de salud).
551Véase, por ejemplo §51-12-5.1 (e) (1) (2) del Có digo Anotado de Georgia (el 75% es para el
Estado). Para más ejemplos, véase SEBOK, Ob. Cit., p. 176 y ss.
¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO DE DAÑ OS DE ESTADOS UNIDOS...
552Véanse los casos BMWof North America Inc. vs. Gore (1996) 517 United States Supreme Court
Reports (US) 599; State Farm vs Campbell (2003) 538 US 408.
553 State Farm vs Campbell (2003) 538 US 408; véase SEBOK, Ob. Cit., 191 y ss.
554Ibídem. Véase la lista de diferentes propó sitos y funciones atribuidos a perjuicios punitivos
en diferentes Estados de la Unió n presentados y discutidos. p. 169 y ss.
555Véase BORGHETTl, J.S.: «Punitive Damages in France», en KOZIOL y W1LKOX, Ob. Cit., p. 55.
Sin embargo, el «Avant Projet de Réforme du Droit des Obligations (Projet Catala)» propone
introducir una disposició n que permita los perjuicios punitivos en el derecho francés. Las
perspectivas de que el Projet se convierta en ley son muy escasas.
556Al respecto, compá rese JANSEN, N. y RADEMACHER, L.: «Punitive Damages in Germany», en
KOZlOL y W1LKOX, Ob. Cit., p. 75 y ss., con muchas referencias.
557 Ibídem. p. 283.
558 Véase el informe de SCARSO, A.P.: «Punitive Damages in Italy», en KOZlOL y W1LKOX, Ob.
Cit., p. 106 y ss.
559 Al mismo respecto, DEL OLMO, P.: «Punitive Damages in Spain», en KOZlOL y W1LKOX, Ob.
Cit., p. 137 y ss.
560 Ibídem. p. 275 y ss.
561Ibídem., p. 302; MARKES1N1S y DEAK1N, Ob. Cit., p. 749 y ss.; W1LCOX, V.: «Punitive
Damages in England», en KOZlOL y W1LKOX, Ob. Cit., p. 32 y ss.
Ulrich Magnus
367 se cuelan en alguna medida inclusive en países de civil law. Por ejemplo, en
el derecho alemá n, las altas indemnizaciones por dañ os compensatorios se
acercan mucho a los perjuicios punitivos en los casos en los que los perió dicos
infringen los derechos de la personalidad intencionalmente o con culpa grave .562
La Corte Federal alemana destacó explícitamente una funció n preventivo-
disuasoria de las altas condenas por dañ os en estos casos.563
368 Por otra parte, el common law inglés siempre ha reconocido, y
todavía lo hace, las condenas ejemplarizantes o por perjuicios punitivos -aunque
hoy de manera bastante reducida.564- Hoy, esas condenas pueden concederse en
Inglaterra só lo en tres situaciones. La primera es cuando los servidores pú blicos
actú an de manera opresiva o inconstitucional,565 por ejemplo si detienen a una
persona de manera no constitucional. La segunda situació n se da cuando el
demandado, con su conducta ilícita, busca un provecho especulando acerca de si
su ganancia excede los dañ os que podría ser condenado a pagar, y en concreto
cuando los perió dicos tratan de incrementar sus ventas construyendo historias
sobre escá ndalos, etcé- tera.566 En esos casos el derecho inglés, en efecto, permite
que el demandado sea despojado de sus ganancias, las cuales se destinan a la
indemnizació n. La tercera situació n es el caso en el que la ley permite la condena
por perjuicios punitivos. Sin embargo, no parece que existan ejemplos claros de
tal permisió n.567 Aunque el common law inglés fue la fuente de la idea de los 643
perjuicios punitivos y de la funció n punitiva del derecho de dañ os para el derecho
de dañ os norteamericano, el derecho inglés es hoy mucho má s restrictivo al
respecto. Ademá s, las condenas inglesas en los escasos eventos de perjuicios
punitivos que surgen, nunca alcanzan las dimensiones norteamericanas .568 El
trasplante legal de los perjuicios punitivos sufrió un desarrollo propio en Estados
Unidos.
pueden estar má s inclinadas a dejar que las emociones influyan en su juicio y a ser
generosas con las personas severamente perjudicadas que se presentan ante el
tribunal. Sin embargo, recientes estudios empíricos demuestran de manera
convincente que los jurados llegan a menudo a los mismos resultados que los
jueces profesionales y algunas veces favorecen al demandado en mayor forma en
la que un juez lo haría.575 En promedio, en casos similares, los jueces llegan apenas
a condenas modestamente má s bajas de las que concederían los jurados .576 Sin
embargo, lo que puede afirmarse con cierta seguridad es que los tribunales de los
Estados Unidos -jurados y jueces- generalmente conceden indemnizaciones
generosas en casos de dañ os corporales. La indemnizació n de dañ os morales
(pain and suffering), en particular, es normalmente má s generosa que en
Europa.577
380 B.A. y KOZIOL, H. (editores): Unification of Tort Law. Strict Liability, 2002; SPIER, J.
(editor): Unification of Tort Law. Liability for Damage Caused by Others, 2003; MAGNUS y
MARTÍN-CASALS (editores): Unification of Tort Law. Multiple Tortfeasors Negligence, 2004;
WIDMER P. (editor): Unification of Tort Law. Fault, 2005.
50 Nota de los traductores: El autor se refiere a la contributory negligence y a la comparative
negligence, respectivamente. Se trata, tanto en el derecho continental como en el
estadounidense, de conceptos muy similares: la primera podría traducirse como la culpa de
la víctima que ha contribuido a producir el dañ o y la segunda como la culpa de la víctima
que da lugar a la reducció n de la indemnizació n a su favor.
51 Véase en particular MAGNUS y MARTÍN-CASALS, Ob. Cit.
52 Véase el mismo MARTÍN-CASALS (editor), Children in Tort Law. Part I: Children as
Tortfeasors, 2006; el mismo (ed), Children in Tort Law. Parte II: Children as Victims, 2006.
53 JHERING, R.: Der Kampf ums Recht, 1872.
54 Debe admitirse que só lo un pequeñ o porcentaje de todos los casos de derecho de dañ os
Ulrich Magnus
terminan siendo resueltos en los tribunales. Pero una vez situados allí, con seguridad hay un
fuerte litigio.
¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO DE DAÑ OS DE ESTADOS UNIDOS...
D.F.: «Cases, Text and Problems on Civil Procedure» (2-. ed.), 2002, p. 9 y ss. Compá rese
también SCHACK, H.: «Einfü hrung in das US-amerikanische Zivilprozessrecht» (3- ed.),
2004, p. 61 y ss. Para el Reino Unido, véase MCEWAN, J.: «Evidence and the Adversarial
Process», 1992.
¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO DE DAÑ OS DE ESTADOS UNIDOS...
383 en la resolució n de una demanda por dañ os que en la mayoría de los países
de civil law, en los que el juez puede y debe perseguir activamente la verdad,
aunque sin violar el deber de la neutralidad de ninguna manera.
384 Un efecto de este cará cter acusatorio má s estricto, es que en los
Estados Unidos uno puede encontrarse una clase de abogados que representa
só lo a demandantes (plaintiff's attorneys) y otra clase que representa só lo a los
demandados (defence attorneys). Esta especializació n tiene a su vez un impacto sobre
el litigio del derecho de dañ os e intensifica el uso de los ya mencionados
mecanismos procesales.
2) Sistema de jurado
385 La influencia del jurado sobre el monto de la indemnizació n ya se ha
mencionado. El jurado decide sin embargo no só lo sobre la tasació n de los dañ os sino
también sobre otras cuestiones en estos juicios de derecho de dañ os, y en particular si los
hechos que se alegan han sido probados 580. En casos de negligencia (negligence cases), el jurado
también decide si el autor del dañ o ha infringido (brea- ched) un deber determinado.581 En el
litigio del derecho de dañ os estadounidense, la influencia del sistema de jurado difícilmente
puede sobre-estimarse.582 Con respecto a sus estrategias de procedimiento y conducta, los
abogados litigantes en 648 el campo del derecho de dañ os deben -y así lo hacen- tomar en
cuenta la perspectiva lega del jurado, la cual es normalmente diferente -menos jurídica,
menos refinada, menos neutral- que la de un abogado profesional, para no mencionar la de
un juez con experiencia.
386 Involucrar a personas legas o del comú n como jueces, asegura un
vínculo con la vida real y con los valores y convicciones de la gente ordinaria. El
sistema de jurado es, por otra parte, menos apto para asegurar el desarrollo
constante y consistente de un derecho de dañ os que conduzca a resultados
previsibles.583 Dado que el jurado no emite un juicio motivando su decisió n, sus
principales consideraciones permanecen en la penumbra.
387 Los países europeos civil law no involucran a gente del comú n en litigios sobre
dañ os. Esta clase de litigios se deja enteramente a jueces profesionales .584 Incluso en el Reino
Unido, donde se originaron los juicios con jurado, se ha reservado la participació n de jurados en
los litigios por dañ os a casos muy excepcionales .585 En contraste con los juicios con jurados, los
jueces europeos deben por lo general exponer sus razones en un escrito, incluyendo las que les
han llevado a tasar la indemnizació n concedida.
388 En el nivel de la Unió n Europea, no hay hasta ahora ninguna regulació n acerca
de involucrar de manera necesaria a personas del comú n en un litigio por dañ os, y es
difícilmente imaginable que esto suceda alguna vez.
391 parte que pierde el pleito o parte del pleito debe asumir también las costas de la parte
ganadora.68 Si el demandante gana su caso, esta regla lleva al resultado de que las costas del
litigio de la parte ganadora se le suman al monto total de la condena a cargo de la parte vencida.
Sin embargo, si el demandante pierde el proceso, debe no só lo asumir sus propias costas del
litigio sino también los del demandado. Esta regla hace que los demandantes sean precavidos a
la hora de llevar casos arriesgados a ante un tribunal.
392 Comparada con la «regla europea», la «regla americana» da a los demandantes mayor
incentivo que la regla europea para perseguir su caso. Si los demandantes americanos pierden,
no corren con el riesgo de ser cargados («castigados») con las costas del demandado. Esto,
aunado a los honorarios contingentes, permite a los demandantes excluir casi por completo el
riesgo econó mico del litigio en pleitos de responsabilidad civil ante las cortes estadounidenses.
En efecto, se aseguran en contra ese riesgo prometiéndole al abogado un mayor porcentaje en
caso de éxito, para que éste asuma el riesgo de la pérdida. De este modo, los honorarios
contingentes, significan: 1) estar representado por un abogado, 2) riesgo de pérdida, y 3)
cobertura de los costos para financiar el caso hasta que se pague la indemnizació n.
393 Los atractivos de demandar en responsabilidad civil son entonces mucho
650
mayores en Estados Unidos que en Europa. A diferencia de Europa, los costas del
litigio en Estados Unidos no sirven de barrera natural para perseguir reclamos
imposibles de poco mérito.
4) Honorarios contingentes
394 En los litigios en responsabilidad civil ante los tribunales federales o
estatales en Estados Unidos, los demandantes pueden acordar con sus abogados, y
normalmente lo hacen, honorarios contingentes .69 La remuneració n del abogado será
el porcentaje acordado de la suma final (generalmente entre el 25% y el 50%) que el
abogado puede obtener de su cliente, bien mediante acció n judicial o mediante
conciliació n. Si el abogado pierde el proceso, no obtiene ninguna remuneració n. El
abogado, por decirlo de alguna manera, «compra» una parte de la pretensió n del
cliente, y la hace más o menos suya. Además, desde la perspectiva del aboga-
395 ció n de los costos del litigo en derecho de dañ os en el Reino Unido en la actualidad,
véase LUNNEY, M. y OL1PHANT, K.: Tort Law. Text and Materials (3a ed.), 2008, p. 944 y ss.
68 Alemania. Véase por ejemplo el §91 de la ZPO (Zivilprozessordung, Có digo de Procedimiento
Civil alemá n).
69 Véase DOBBS, Ob. Cit., vol. I, p. 38 y ss.; ROBERTSON, Ob. Cit., p. 286; YEAZELL, Ob. Cit., p. 290
y ss.
Ulrich Magnus
396 do, las reclamaciones exitosas pueden financiar los esfuerzos realizados en
las reclamaciones no exitosas. En cierta forma, es una especie de subsidio cruzado.
397 Los honorarios contingentes, en conexió n con la regulació n americana
sobre las costas del litigio, tienen el mérito de permitir incluso a las partes pobres,
que no pueden sufragar un proceso, acceder a un abogado que lleve su caso .589 La
desventaja de los honorarios contingentes es el hecho de que el abogado con
honorarios contingentes no tiene interés en perseguir un caso que no va a serle
rentable. Los demandantes que tienen pretensiones merecidas pero dudosas,
pueden afrontar dificultades para encontrar un abogado. Ademá s, hay cierta
tentació n a presentar casos que no tienen ninguna perspectiva de éxito pero tienen
un posible valor como obstá culo, de manera que el demandado prefiere conciliar
porque los costos de hacerlo son menores a los costos de continuar con el pleito.
398 En muchos países europeos de civil law, los honorarios contingentes no
están permitidos.590 Por el contrario, la ley prescribe las tarifas fijas permitidas y
que los abogados regularmente está n obligados a cobrar. El montante de los
honorarios depende normalmente del valor de la pretensió n y se hace exigible para
cada nueva instancia.591 Los honorarios contingentes se consideran violatorios de
políticas pú blicas, dado su potencial para corromper abogados que podrían, en
conjunto, rechazar la representació n de clientes cuyas perspectivas en el juicio son
651
escasas, a menos que el abogado obtenga un alto porcentaje de la indemnizació n
en caso de un resultado exitoso. Adicionalmente, la competencia entre abogados no
debería depender de quién de ellos es el má s barato, sino de quién es el má s capaz.
589En los diarios y aú n en televisió n, puede encontrarse, por lo tanto, publicidad como la
siguiente: « ¡No vaya a juicio sin abogado! ¡Usted puede pagarlo! Llame al abogado X...».
590Una excepció n parcial es el Reino Unido. La Ley de Acceso a la Justicia de 1999, admite ahora
los acuerdos de honorarios condicionales (CFA, por Conditional Fee Agreements) de muchas
maneras. Los CFA siguen la máxima «el que no gana no cobra» (no win, no fee), pero só lo le
permiten al abogado cobrar al demandante que ha ganado un aumento de sus tarifas usuales y
no (como en los acuerdos de honorarios contingentes estadounidenses) tomar una
proporció n de la indemnizació n (quota litis); véase LUNNEY y OLIPHANT, Ob. Cit., pp. 949 y ss.
Alemania recientemente ha introducido una legislació n que por primera vez permite
honorarios contingentes, aunque en unos casos muy restringidos (§ 4 9
Rechtsanwaltsvergütungsgesetz - RVG, Ley sobre la remuneració n de los abogados- y §49b par 2
Bundesrechtsanwaltsordnung -Ordenanza Federal sobre Abogados-, ambos en vigor desde el 1
de julio de 2008). El derecho alemá n acepta ahora los acuerdos de quota litis (como Estados
Unidos), pero só lo para un caso específico y si el aumento de los honorarios es justo y el
demandante de otra manera no podría haber iniciado el proceso debido a su situació n
financiera. Bajo ese requisito y otros requisitos formales adicionales, se admiten ahora los
acuerdos del tipo «el que no gana no cobra», así como los acuerdos en los que se reducen las
tarifas de honorarios legales en caso de perder.
591 Un ejemplo es la regulació n contenida en los §§ 22 y ss. del RVG alemá n.
¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO DE DAÑ OS DE ESTADOS UNIDOS...
399 Los honorarios contingentes dan tanto a los demandantes como a sus abogados un
incentivo econó mico relativamente fuerte para instaurar procesos de responsabilidad civil
cuando se ha sufrido un dañ o, y contribuye significativamente al clima proclive al litigio que
existe en Estados Unidos. De otro lado, no debe menospreciarse el hecho de que los honorarios
contingentes dan a los abogados un incentivo aú n mayor para descartar casos con pocos
fundamentos.592
5) Asistencia jurídica
400 En los litigios en responsabilidad civil en Estados Unidos no existe la asistencia
jurídica. Sin embargo, la legislació n americana sobre costas y la posibilidad de pactar honorarios
contingentes hacen que la asistencia jurídica sea, de todos modos, notablemente superflua. Como
ya se dijo, estas instituciones -en lo posible combinadas con las acciones de clase -class actions-
(véase más adelante) permiten incluso a los má s pobres encontrar un abogado que lleve su caso
ante los tribunales siempre que la pretensió n tenga buenas o, má s bien, muy buenas
perspectivas, y no se trate só lo un dañ o de pequeñ a cuantía .593 En ese tipo de litigios en
responsabilidad civil, la gente de escasos recursos no necesita depender en ningú n evento de
recursos pú blicos para que sus derechos sean protegidos. Sin embargo, en los casos en los que la
indemnizació n esperada por los dañ os esperados es poco cuantiosa o modesta, las víctimas -y
especialmente las víctimas pobres- usualmente no presentan sus pretensiones porque los gastos
652 del proceso no lo justifican.
401 La situació n en los países europeos de civil law es completamente
diferente.594 En virtud de la regulació n europea sobre costas del proceso y el rechazo a
los honorarios contingentes, los pobres necesitan ayuda econó mica para formular sus
pretensiones. Tienen derecho a esta ayuda de fondos pú blicos cuando un examen
sumario muestra que sus pretensiones tienen perspectivas razonables de éxito.595 Las
pretensiones que sean evidentemente injustificadas e inú tiles quedan por ello excluidas
de asistencia jurídica y, por lo tanto, normalmente no se presentan.
402 En Europa, la asistencia jurídica es un filtro bastante efectivo para excluir casos que no
vale la pena perseguir.
403 En el nivel central europeo, la Unió n Europea ya ha promulgado una directiva 596 que
obliga a los estados miembros a introducir o mantener programas de asistencia jurídica suficientes
para las partes pobres. Pese a esta ayuda, se ha objetado que la asistencia jurídica socorre só lo a los
más pobres, de tal suerte que para muchos otros el obstá culo del costo sigue siendo demasiado
alto.597
404 Vistos desde el á ngulo del acceso a la justicia, tanto el sistema de Estados Unidos como el
europeo dejan algunas lagunas. Vistos desde el á ngulo de la prevenció n del mal uso del aparato
judicial, parece preferible el modelo europeo.
653
(ed.): Die Bündelung gleichgerichteter Interessen in ProzeU. Verbansklage und Gruppenklage, 199.
Véase adicionalmente HODGES, C.: The Reform of Class and Representa- tive Actions in European
Legal System: A New Framework for Collective Redress in Europe, 2008.
600 En la responsabilidad por productos, las acciones de clase se usaron en los añ os ochenta y
noventa.
Ahora su uso es só lo ocasional. Véase al respecto SHWARTZ, E.M.: Hazardous Products Litigation
(29 ed.), 1988 (supl. 1999), §2:220.
601Los honorarios contingentes pueden acordarse entre los demandantes y el abogado que
represente a la clase entera por un menor porcentaje, y las costas que los demandados deberá n
afrontar será n generalmente menores si un solo abogado los representa a todos.
602 Véase MARCUS, RED1SH y SHERMAN, Ob. Cit., p. 290.
603Para el Reino Unido, véase MARKES1N1S y DEAK1N, Ob. Cit., p. 99; MULHERON, Ob. Cit., p. 67.
OLIPHANT: «Aggregation and Divisibility of Damage in England and Wales: Tort Law», en
OL1PHANT, Ob. Cit., p. 95 y ss (121 y ss.). Sin embargo, por ejemplo Españ a y Dinamarca
constituyen excepciones. Para Dinamarca, véase BLOCH EHLERS, A.: «Aggregation and
Divisibility of Damage in Denmark: Tort and Insurance Law», en OL1PHANT, Ob. Cit., p 84 y ss.;
para Españ a, véase RUDA, A. y SOLÉ FEL1Ú , J.: «Aggregation and Divisibility of Damage in Spain:
Tort and Insurance Law», en OL1PHANT, Ob. Cit., p 359 y ss. Desde una perspectiva comparada,
véase OL1PHANT, K. y STE1N1NGER, M.: «Aggregation and Divisibility of Damage in Tort and
Insurance: Comparative Summary», en OL1PHANT, Ob. Cit., p 503 y ss. El interés en las formas
procesales colectivas ha crecido marcadamente en Europa en los añ os recientes.
Ulrich Magnus
7) Procedimientos de descubrimiento
409 Los mecanismos procesales de descubrimiento en Estados Unidos,
especialmente los descubrimientos prejudiciales, también deben ser tenidos en
cuenta.604 605 606 Ofrecen a los demandantes la posibilidad de reclamar informació n del
demandado en mucha mayor medida, en comparació n con lo que permiten los países
europeos del civil law.m En contraste con las soluciones de los países europeos de civil
law,8 el derecho procesal de Estados Unidos establece en principio el deber procesal
de que una parte presente todos los documentos que la otra parte solicite, si los
considera relevantes para el caso.607 Aunque ahora está n prohibidas las «fi- shing
expeditions»608* puras de Estados Unidos para sentar las bases de una eventual
reclamació n, el descubrimiento en sí mismo puede expandir considerablemente el
objeto de las reclamaciones en responsabilidad civil. Confieren la oportunidad de
descubrir una conducta culposa, incluyendo los esfuerzos por ocultar informació n
acerca del riesgo y del azar. Por lo tanto, pertenecen a aquellas instituciones que
ayudan a los demandantes a perseguir mejor sus pretensiones.
410 Por otro lado, el proceso de descubrimiento puede ser una carga muy
pesada y puede también ser muy fá cilmente (mal) empleado ,609 tanto para forzar a un
demandado a una conciliació n aunque la pretensió n esté destinada a fracasar ante
655
604Para observaciones en perspectiva comparada, véase GIESEN, I.: «The Burden of Proof and Other
Proce- dural Devices in Tort Law», en KOZIOL, H. y STEININGER, Ob. Cit., p. 49 y ss., y 58 y ss. (el
descubrimiento como deber de informació n); SCHOLZ, P.: «Die Vorlagepflichten gema^ §§ 142
144 ZPO: ¿Ein gelungener Beitrag zur Fortentwicklung des deutschen Zivilprozesses? », en
Haluk Konuralp Anisina Armagan, vol. I,
2009, p. 891 y ss y 934 y ss.
605Véase de manera general, en cuanto al descubrimiento, FRIEDENTHAL, KANE y MILLER, Ob. Cit.,
p. 378 y ss. HAYDOCK, R. y HERR, D.: Discovery Practice (25 ed.), 1988; MARCUS, REDISH y
SHERMAN, Ob. Cit., p. 332 y ss.; YEAZELL, Ob. Cit., p. 407 y ss.
606Los países europeos de civil law, usualmente no conocen tal deber procesal general entre las
partes. Aquí es necesario normalmente que el derecho sustantivo le otorgue a las partes el
derecho de pedir la exhibició n de documentos o que la otra parte se haya referido a ciertos
documentos no exhibidos (normalmente en posesió n suya), o que el juzgado ordene su
exhibició n porque lo considera necesario. En cuanto al derecho del juzgado a solicitar
informació n de las partes o incluso de terceros, véanse por ejemplo los arts. 10 y 11 del Có digo
de Procedimiento Civil francés y los §§142-144de la ZPO alemana.
607En cierta medida, el descubrimiento es un corolario necesario del sistema acusatorio. Dado que
no es el juez quien recolecta la informació n necesaria para la decisió n, cada parte debe estar
habilitada para solicitare a la otra la informació n necesaria.
608Nota de los traductores: fishing expeditions o fishing trips es el nombre con el que se conocen ciertas
maniobras -a menudo dilatorias- de las partes que formulan solicitudes de descubrimiento de
documentos mucho má s amplias de lo que la ley permite, con la esperanza de encontrar en ellas
¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO DE DAÑ OS DE ESTADOS UNIDOS...
411 los tribunales610 como -por parte de demandados con poder econó mico- para forzar al
demandante a darse por vencido aunque su demanda tenga buenas perspectivas de éxito. El
descubrimiento tiene, por tanto, un considerable «potencial destructivo ».611 Ademá s, el
procedimiento de descubrimiento convierte en cierta medida los asuntos de responsabilidad
civil en asuntos acerca de qué informació n debe ser revelada y, si es que hay alguna, por quién.
La carga de la prueba con respecto a la responsabilidad civil extracontractual no importa a
efectos del descubrimiento.
8) ADR
412 La resolució n alternativa de controversias (ADR 612*) ha existido en Estados
Unidos desde antes y de manera má s extendida que en Europa .613 Los ADR son una alternativa
real al litigio en responsabilidad civil ante los tribunales .614 En el contexto del derecho de dañ os,
esto significa que mientras má s fuerte sea la amenaza y mientras más alto sea el costo probable
de una reclamació n judicial para los demandados, má s fá cil será para ellos aceptar
procedimientos alternativos como el arbitraje, la mediació n o la combinació n de ellos para
alcanzar una solució n informal.
413 Los mecanismos procesales mencionados de los que los demandantes en Es-
656 tados Unidos pueden beneficiarse (en particular en el descubrimiento prejudicial y en las acciones de
clase) contienen un cierto potencial que puede hacer que los demandados prefieran los mecanismos de
ADR, o la conciliació n en general, con el fin de evitar una sentencia judicial .615
víctimas, por lo tanto, con mucha frecuencia no tienen motivos para buscar
al causante e iniciar procedimientos en responsabilidad civil. Esto es así al
menos donde los beneficios de la seguridad social suministran una
protección suficiente, que sea equivalente a la compensación de la
responsabilidad civil o se aproxime a ella. Entonces, sólo la agencia de la
seguridad social puede o no recobrarle al causante del daño sus gastos (o al
asegurador privado del causante del daño). La agencia lo hará,
generalmente, sólo en los casos claros. El derecho de daños se ve
suplantado aquí, en cierta medida, por el derecho de la seguridad social. 98
Sin embargo, dado que en los años recientes las utilidades de la seguridad
social se han reducido y cubren menos las necesidades de los lesionados en
casos de responsabilidad civil, la opción del derecho de daños -demandar al
causante por los perjuicios no cubiertos- se ha vuelto cada vez más
atractiva. El derecho de daños recupera en cierta medida, aunque limitada,
la importancia que tuvo antes de que Bismarck introdujese su sistema de 657
seguridad social hacia finales del siglo XIX.
416 En comparació n, la ecuació n bá sica en Estados Unidos no es esencialmente
diferente. Mientras menos cubra la seguridad social, má s importante se vuelve el derecho de
dañ os. Sin ir a los detalles, al observador externo le resulta que la seguridad social en Estados
Unidos es mucho menos extensa de lo que es por ejemplo en Francia o Alemania, de tal suerte
que esta razó n hace que también el derecho de dañ os juegue un papel, de lejos, mucho mayor
como mecanismo para corregir las consecuencias de la conducta lesiva, con respecto al que
juega en los países europeos mencionados.
417 En Estados Unidos la seguridad social cubre los riesgos de la salud -lesiones y
enfermedad- en principio só lo para los ancianos, los discapacitados y los pobres ;99 todos los
demá s deben buscar seguros de salud privados. Hay una parte significativa de la població n
(cerca del 15%) que no tiene ningú n tipo de seguro de
97 En Alemania, se estima que el 90% de la població n está asegurada de esta forma.
98 Véase al respecto MAGNUS, U. (editor): The Impact of Social Security on Tort Law, 2003.
99 En particular, véanse los programas estadounidenses Medicare y Medicaid, que fueron
¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO DE DAÑ OS DE ESTADOS UNIDOS...
establecidos mediante ley. Ambos protegen a los ancianos y los discapacitados. Medicaid
protege también a los pobres.
Ulrich Magnus
418 salud.616 Por el contrario, en muchos países europeos la seguridad social suministra
protecció n sanitaria a la una abrumadora mayoría de la població n.617
616US CENSUS BUREAU: Income, Poverty and Health Insurance in the United States, 2007 (2008), p.
19 y ss. [http:// www.census.gov/prod/2008pubs/p60-235.pdf]
617Véanse los reportes nacionales en MAGNUS, últ. Ob. Cit.
618En cuanto a la influencia del aseguramiento privado de la responsabilidad en Estados
Unidos, véase DOBBS, Ob. Cit., p. 43 y ss.
619Véase WAGNER, G. (editor): Tort Law and Liability Insurance, 2005.
620Véase particularmente Sindell vs. Abbot Labboratories (1980) 26 Cal 3d 588, 607 Pacific
Reporter (P), 2d 924.
621 Greenman vs Yuba Power Products Inc. (1963) 377 P 2d 897.
622Véase, por ejemplo, Sutowski vs Eli Lilly & Co. (1998) 82 Ohio St 3d 347, 696 North Eastern
Reporter (NE) 2d 187 (rechazando la teoría de la cuota de mercado para Ohio).
¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO DE DAÑ OS DE ESTADOS UNIDOS...
623Véase el Restatement (Third) of Torts: Product Liability (1998) que reemplaza completamente
el artículo 402A del Restatement (Second) of Torts, 1964. Véase también el voto disidente de
en el caso de responsabilidad por productos Meyering vs General Motors Corp. (1990),
California Reporter (Cal Rptr), 346 (Cal. App.), 352.: «Estamos en tendencia a la restricció n,
no a la expansió n de los derechos de los litigantes». Véase adicionalmente MARKES1N1S y
DEAK1N, Ob. Cit., p. 721 y ss.
624Véase como ejemplo la directiva europea sobre responsabilidad por productos, que adoptó
en buena medida la (antigua) posició n estadounidense de la responsabilidad objetiva
general en este campo.
625Como se ha visto con respecto a los honorarios contingentes y el descubrimiento, el Reino
Unido está evolucionando en la direcció n del derecho estadounidense.
Ulrich Magnus
ejemplo, la de hace
¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO DE DAÑ OS DE ESTADOS UNIDOS...
626Un buen ejemplo de este concepto de «abogado privado general» está en el 1021.5 del
Có digo de Procedimiento Civil de California. De acuerdo con esta disposició n, la legislació n
de Estados Unidos sobre costas procesales puede cambiarse y los honorarios de los
abogados pueden concedérsele a la parte de cuya acció n «haya resultado la protecció n de
Ulrich Magnus
435 serían tramitados a través de procesos civiles. Cuando, por ejemplo, a través del
diseñ o negligente de un producto un fabricante causa pequeñ os dañ os a cientos o miles de
personas, es en nombre del interés comú n que debe detenerse esa prá ctica. Un individuo solo
no iría ante un juez por sus dañ os. Una acció n de clase por los dañ os en responsabilidad civil es
un instrumento efectivo para detener esas prá cticas.
436 Una tercera ventaja es la funció n de colmar lagunas que tiene el derecho de dañ os,
ante la ausencia de otra regulació n. La regulació n estatal puede ser lenta e inflexible. Las
demandas en derecho de dañ os presentadas por los particulares, a veces pueden suministrar
una respuesta más veloz frente a una conducta o prá ctica no deseada -y dañ ina-.
437 Por otro lado, también hay desventajas. Las normas estadounidenses sobre los litigios
en responsabilidad civil ofrecen un considerable potencial de abuso. Los demandantes pueden
presentar pretensiones injustificadas, casi sin riesgo financiero. Esa norma americana,
combinada con los honorarios contingentes, reduce el riesgo a nada. Hay algunos mecanismos
(el descubrimiento y la legislació n americana sobre las costas del proceso) de los que pueden
abusar los demandantes para forzar a los demandados a aceptar acuerdos desfavorables e
incluso injustificados. Estos instrumentos de las acciones de clase y los honorarios
contingentes pueden tentar a los abogados litigantes a privilegiar sus intereses
662
econó micos sobre los intereses de sus clientes.
438 Cargar al derecho de dañ os con la funció n de colmar lagunas de la regulació n puede
sobrecargarlo. El efecto disuasorio de las decisiones judiciales en la responsabilidad civil, y
especialmente el de las decisiones individuales, puede ser muy limitado como para tener el
efecto regulatorio deseado en la sociedad.
439 El derecho de dañ os en Estados Unidos depende en gran medida de los particulares (y
sus aseguradores) usando la maquinaria de los procesos de responsabilidad civil. Esto puede
impedir el desarrollo consistente y sistemá tico del Derecho. Y puede hacer surgir otro
problema: dado que los particulares (y sus aseguradores) no actú an primordialmente en
interés pú blico sino en su propio interés, su uso del litigio en responsabilidad civil puede no
llevar de manera necesaria a una red regulatoria de reglas que sirvan mejor al interés comú n.
La idea de Adam Smith de la mano invisible del mercado que convierte los intereses egoístas de
los individuos en competencia y en conflicto, en un sistema que les sirve a todos, por atractiva
que parezca, puede no ajustarse o no ajustarse del todo
¿POR QUÉ ES TAN DIFERENTE EL DERECHO DE DAÑ OS DE ESTADOS UNIDOS...
VI. Consecuencias
441 Esta comparació n ha mostrado que el derecho de dañ os de Estados Unidos es
instrumental a propó sitos diferentes de la simple compensació n de los perjuicios de los que una
persona es responsable. Las funciones adicionales del sistema del derecho de dañ os
estadounidense -su funció n punitiva, la motivació n de los particulares a actuar en interés comú n,
compensar el papel excesivamente pasivo del juez, colmar lagunas regulatorias, e incluso
compensar lo inadecuado de la seguridad social- tienen, como hemos visto, consecuencias tanto
positivas como negativas. Para todas esas tareas, el derecho de dañ os estadounidense ha estado
bien equipado durante las ú ltimas décadas, principalmente con mecanismos procesales puestos
en las manos de los particulares que formulan reclamaciones y sus abogados. Estos mecanismos
poseen, por otra parte, un significativo «potencial destructivo» que permite su abuso, a menudo
con facilidad.
663
442 Cuando uno se pregunta si el futuro del derecho de dañ os de la Unió n Europea debería
estructurarse en la forma en que se ha desarrollado el estadounidense, la respuesta es
probablemente ambigua. Parece que en Europa otras instituciones cumplen las funciones
adicionales que se asignan al derecho de dañ os en Estados Unidos. En Europa, el uso del derecho
de dañ os para propó sitos distintos de a compensació n de los perjuicios individuales es mucho
menos necesario. De allí que la idea optimista y liberal de dar a los particulares un grandioso
incentivo (econó mico) para que actú en también en interés comú n, encuentre muy pocos
defensores en Europa. Aquí, sigue prevaleciendo el punto de vista más pesimista y paternalista:
que los individuos actuará n generalmente só lo en su propio interés y que el Estado tiene la tarea
de promover el bien comú n. Las actuales propuestas de un derecho de dañ os europeo siguen el
modelo europeo tradicional.627 Ni los Principios del Derecho Europeo de Dañ os ni el Proyecto de
Marco Comú n de Referencia pretenden activar la aplicació n del derecho privado, por ejemplo,
mediante perjuicios punitivos. Ambos conjuntos de disposiciones
627 Véase el European Group on Tort Law, Ob. Cit.; Study Group on a European Civil Code y el
Research
Group on EC Private Law (Acquis Group), Ob. Cit., Libro VI.
Ulrich Magnus
443 insisten en el propó sito principal de la compensació n; no aceptan una funció n punitiva
explícita del derecho de dañ os.628
444 Desde un punto de vista dogmá tico, es interesante ver qué tanto influyen los
instrumentos procesales sobre la realidad del derecho de dañ os, aunque esos instrumentos no
hayan sido diseñ ados para situaciones de responsabilidad civil. En una medida considerable, los
mecanismos procesales -en particular el descubrimiento, la legislació n americana sobre costas
procesales y los honorarios contingentes- cambiaron el carácter del derecho de dañ os
estadounidense como simple redistribuidor de los perjuicios.
628Véase expresamente el European Group on Tort Law, Ob. Cit., 150. Indirectamente, véase
Study Group on a European Civil Code and Research Group on EC Private Law (Acquis Group), Ob.
Cit., p. 90 y ss. y 550 (los «dañ os» se definen como «compensació n por un tipo específico de
dañ o»).
446 ALGUNAS CUESTIONES RESPECTO DE LA
RESPONSABILIDAD POR EDIFICACIÓN EN
INMUEBLES, ARQUITECTOS E INGENIEROS
448 CONTENIDO:
I. Introducció n
II. Los defectos aparentes
III. Vicios ocultos
IV. El encuadre y las acciones por los vicios ocultos
V. El dañ o moral: por vicios redhibitorios y clá usulas abusivas
665
VI. Ruina de edificios
VII. Los contratos y las relaciones de consumo
VIII. Los profesionales de la construcció n: arquitectos e ingenieros
449 I. Introducción
450 La construcció n de edificios determina la participació n de distintos
profesionales, calculistas; ingenieros; arquitectos, etc., y en diferentes roles y funciones, tales
como directores de obra; sobre -estantes; auditores; así como también empresas constructoras,
hormigoneras, sub-contratistas (electricistas; gasistas, etc.) que convergen en que el resultado o
su *finalidad* sea la total terminació n y que la misma sea segura y habitable.- (art. 740;742
Có digo Civil; obligació n de indemnidad o garantía, art. 1198 del C. C. y art. 5 de la Ley 24.240 en
cuanto al contenido como principio general).
Carlos Ghersi
451 Dedicaremos los pró ximos pá rrafos a tres cuestiones que inquietan a los
profesionales de la construcció n: los defectos aparentes; los vicios ocultos y la
ruina, que son conceptos diferentes que dan lugar a acciones y reclamos también
distintos.
452 Sin perjuicio de lo señ alado precedentemente, hacia el final haremos una
aclaració n relativa a la aplicació n de la Ley de Defensa de los Derechos del
Consumidor, que también es un tema sensible a estos profesionales.- (ademá s de
otras profesiones como médicos, abogados, escribanos, etc.).
458 exige una mayor obligació n, de tal forma que no puede alegar luego un desconocimiento
y pretender incorporarlos (a los vicios aparentes) como vicios ocultos
459 Así lo ha entendido la jurisprudencia: 'se trata de defectos visibles' (4) o que se
entienden aquellos vicios que son de fá cil comprobació n. (5)
460 El art. 1647 bis establece Condicionamientos* respecto de estos defectos aparentes:
'Recibida la obra, el empresario quedará libre por los vicios aparentes y no podrá
luego oponérsele la falta de conformidad del trabajo con lo estipulado. Este
principio no regirá cuando la diferencia no pudo ser advertida en el momento de la
entrega o los defectos sean ocultos. En este caso tendrá el dueñ o sesenta días para
denunciarlos a partir de su descubrimiento. (6)
461 El primer condicionamiento es que la obra tiene que ser recibida (lo cual técnicamente
sostenemos que el cumplimiento por parte del constructor debe contemplar los art. 740 y 742
C.C.) sin embargo la existencia de defectos aparentes implica, como señ alamos
precedentemente, un incumplimiento defectuoso o relativo, de allí entonces que sea necesario
aludir al segundo condicionamiento : Este principio no regirá cuando la diferencia no
pudo ser advertida en el momento de la entrega ... y luego señ ala la operatividad de esta
situació n: desde el descubrimiento de los defectos aparentes, no advertidos en la entrega, para
los cuales el receptor posee sesenta días para su denuncia (claro está él debe probar; que no fue
advertido en la entrega y la fecha del descubrimiento) (7) de lo contrario el empresario se libera. 667
462 Entendemos que este plazo (contado en días corridos conforme al art. 23 y ss. del C.C.)
es má s que razonable para que una persona lega mediante la simple observació n pueda detectar a
simple vista estos defectos aparentes e incluso en determinadas situaciones es necesaria la
*habitació n continua* para detectarlos.
463 Así lo ha establecido la jurisprudencia: “Ello torna inaplicable, en sentido estricto, la
liberació n de la responsabilidad que el art. 1647, bis del Có digo Civil, consagrada respecto del
empresario por los vicios aparentes una vez recibida la obra al ser obvio lo que esta norma alude
no es otra cosa que la obra termi- nada.y la denuncia debe ser dentro de los sesenta días de su
descubrimiento (plazo que también rige para los vicios ocultos como veremos a continuació n). (8)
464 Esta postura tiene un segundo fundamento, la existencia de defectos aparentes
señ alamos, hace que la obra no esté cumplida, por lo cual el incumplimiento relativo posee un
plazo de prescripció n decenal (art. 4023 del C.C.), después de
Carlos Ghersi
465 la denuncia dentro de los sesenta días del descubrimiento, para iniciar posibles
acciones conforme a lo establecido en el art. 505 del Có digo Civil.
466 El defecto aparente puede constar en el acta de recepció n de la obra (lo cual no
implica recibirla) sino simplemente acceder a ella para su observació n o con posterioridad
manifestada mediante un medio fehaciente (acta notarial o carta documento con detalles de la
denuncia de los defectos aparentes y la fecha de su descubrimiento) y concederle un plazo
razonable para que el constructor pueda subsanarlos, conforme al art. 1071 del Có digo Civil.-
(también debe existir una conducta de colaboració n del receptor en cuanto a facilitar el acceso,
etc., es decir ejercer el derecho conforme a la buena fe art. 1198 del Có digo Civil).
467 En cuanto a la calidad personal del receptor, es de suma importancia, ya que de
poseer estas calidades especiales (art. 909 del C.C.) no podrá desconocer los defectos aparentes y
pretender transformarlos en ocultos. De allí, que es importante en la parte documental de la
contratació n (instrumento privado o pú blico) hacer constar esta circunstancia, así por ejemplo:
en cuanto a la profesió n del adquirente o su idoneidad en la materia.- (sin perjuicio de la
aplicació n de los principios generales de la contratació n: art. 1198 y 1071 del C.C.).
468 La evaluació n en estos casos tendrá por eje esta circunstancia de profesio- nalidad
668 e idoneidad del receptor, conforme y a contrario imperó el principio de impericia -,
establecido en el art. 954 del Có digo. Civil (utilizando la norma como principio general
del derecho de la desigualdad en la contratació n o asimetría de conocimiento)..
469 Quien posee pericia tiene una *obligació n* de juzgamiento más estricto que la de un
*lego* incluso por aplicació n de los denominados *está ndares objetivos u objetivados*. (9)
511 La clá usula de renuncia o exclusió n de vicios ocultos podrá tener algú n perfil
de legalidad cuando se debe ejercer en un contexto que implique mantener incó lumes
principios jurídicos constitucionales, (art. 42 C.N. y art. 954; 1071 y 1198 C.C.), y
fundamentalmente que la ecuació n econó mica se desarrolle en un nivel que asegure la
equivalencia en las contraprestaciones. (Art. 954 C. C.)
512 La disposició n del art. 2166 del Có d. Civil, es clara:
513 “Las partes pueden restringir, renunciar o ampliar su responsabilidad por los vicios
red- hibitorios, del mismo modo que la responsabilidad por la evicción, siempre que no haya dolo
en el enajenante”, y completada por los arts. 2169: “La estipulación en términos generales de
que el enajenante no responde por vicios redhibitorios de la cosa, no lo exime de responder por
el vicio redhibitorio de que tenía conocimiento, y que no declaró al adquirente”, y 2170: “El
enajenante está también libre de la responsabilidad de los vicios redhibitorios, si el adquirente
los conocía o debía conocerlos por su profesión u oficio”.
Carlos Ghersi
b. Que la causa sea por vicio de construcció n; vicio del suelo; mala calidad de los
materiales haya o no el constructor proveído estos o hecho la obra en terreno del locatario
c. La ruina deberá producirse dentro de 10 añ os de recibida la obra
d. El plazo de prescripció n es de un añ o a contar desde que se produjo la ruina
519 La extensió n de la responsabilidad será : al director de obra y proyectista
segú n las circunstancias y sin perjuicio de las acciones de regreso
520 Por ú ltimo establece la imposibilidad de dispensar la responsabilidad por ruina
ALGUNAS CUESTIONES RESPECTO DE LA RESPONSABILIDAD POR EDIFICACIÓ N...
528 Existe de esta forma imposibilidad legal (la ley es de orden pú blico)
de ser trasladados al consumidor.
529 El art. 15 de la ley 24.240 establece lo concerniente a la posibilidad
de reparació n de bienes en garantía legal y los requisitos que la empresa
prestataria —puede ser otra distinta que el fabricante o vendedor— deberá
cumplir: a) naturaleza de la reparació n; b) piezas reemplazadas o reparadas; c)
fecha en que el consumidor hizo la entrega, y d) fecha de devolució n.
530 Nos parece acertada la respuesta que da la ley a una importante
cuestió n, relativa a la privació n de uso del bien que se está reparando: debe
deducirse a los efectos del có mputo de garantía (art. 16, ley 24.240).
531 De no resultar satisfactoria la reparació n, el consumidor, conforme
al art. 17, puede optar entre pedir la sustitució n; devolver la cosa y obtener el
reintegro de las sumas abonadas al precio actual de plaza, u obtener una quinta
proporcional del precio. Esta norma nos parece sumamente acertada, pues otorga
la opció n al consumidor.
532 Esperamos una aplicació n jurisprudencial no restrictiva y,
obviamente, ejercida en el marco de la teleología del art. 1071 del Có d. Civil, por
*similitud* para los inmuebles nuevos o usados.- (25).
533 676
580 Claro está entonces que pueden terceros concurrir a pagar por el deudor
contando con su consentimiento, conocimiento o incluso contra la voluntad de éste.
No obstante, no todos los pagos de terceros efectuados a favor de la víctima,
constituyen el pago de la obligació n del responsable, es decir, no todos los terceros
que realizan una prestació n econó mica a la víctima, como consecuencia o
desencadenada por un evento de responsabilidad civil, lo está n haciendo por el
responsable. Existente terceros que no pagan la obligació n del responsable, sino
una propia y sin embargo, extinguen la obligació n indemnizatoria, o la acreencia de
la víctima. Ahora, hay otros terceros que con la prestació n econó mica que ofrecen a
la víctima ni pagan la deuda del responsable ni extinguen la acreencia de la víctima.
589 Sin embargo, la ley desdibujó el sistema al darle a la víctima la calidad de beneficiario,
y al darle acció n directa (puede demandar al asegurador). Pero aun así, el asegurador le paga a la
víctima para extinguir la deuda del responsable.
590 De existir un dañ o causado por varios sujetos, solidarios frente a la víctima, y contar
uno de éstos con aseguradora en responsabilidad civil, el pago que ella realiza extingue la acreencia
de la víctima, pero permite su subrogació n contra los otros corresponsables, subrogació n que
operará hasta el interés, cuota de contribució n o participació n causal de éstos en el dañ o, excluyen
claro está aquello en que participó su asegurado. Guardando las proporciones opera como el
supuesto del codeudor solidario que atiende frente a la víctima la obligació n.
591 d. Situación de los terceros que no tienen obligación alguna, ni con la víctima ni con el
responsable. Este supuesto se agotará en su totalidad, pues no existe frente a él un desarrollo
jurisprudencial propio que merezca una reflexió n más profunda.
592 Se encuentran inmersos en este supuesto los pagos que por benevolencia, gracias o
caridad realiza algú n sujeto a la víctima, careciendo de vínculos para con ella y el responsable,
simplemente el tercero pretende beneficiar al uno o al otro. Por el á nimo con el que se realiza el
pago, cabe diferenciar varios supuestos, así:
692
593 Pagos a favor de la víctima
594 Cuando el tercero quiere beneficiar a la víctima, no se extingue la acreencia de ésta
contra el responsable, es decir, podría la víctima acumular ambos pagos. Salvo si decide transferirla
al tercero benefactor, caso en el cual estamos ante una subrogació n convencional, acuerdo entre el
beneficiario del pago, víctima, y el tercero que paga, para que sea éste quien demande al
responsable.
595 A manera de ejemplo puede señ alarse el padre de la víctima que paga su
hospitalizació n, le manda a arreglar el vehículo afectado o le regala otro.
596 En el supuesto que estamos desarrollando, el tercero no tiene la intenció n de
extinguir la acreencia de la víctima, simplemente beneficiarla, tampoco desea favorecer al
responsable y liberarle. Es por esto que la situació n presentada constituye una donació n del tercero
para con la víctima. La acreencia de la víctima, beneficiada, contra el responsable no se modifica ni
afecta. Pueden acumularse los pagos, no pudiendo el responsable defenderse señ alando o
afirmando que ya hubo reparació n y que inexiste el dañ o.
LA ACUMULACIÓ N DE INDEMNIZACIONES, UNA REVISIÓ N CONCEPTUAL...
606 En principio en este evento opera la subrogació n legal a favor del tercero, de pleno
derecho, volviéndose acreedor del responsable, desplazando a la víctima, como bien lo prescribe el
artículo 1670 del Có digo Civil. Su derecho emana o deriva del que tenía la víctima contra el
responsable trasladá ndose por virtud del pago consentido.
2) Pago sin el conocimiento del responsable. Supuesto que debe analizarse
conforme lo consagrado por el artículo 1631 del Có digo Civil. Sus efectos no generan
subrogació n legal a favor del tercero, no adquiere la acreencia en los términos del artículo 1670 del
Có digo Civil. Simplemente el tercero adquiere una acció n personal para recuperar el monto de lo
pagado, acció n restringida y sin las prerrogativas de la anterior.
607 Podría a ese tercero, para mejorar su situació n, pedirle a la víctima que le que
subrogue convencionalmente, artículo 1669 del Có digo Civil.
3) Pago contra la voluntad del responsable. Supuesto que se analiza bajo lo prescrito por
el artículo 1632 del Có digo Civil. Este pago extingue la acreencia de la víctima, pero el tercero no se
subroga ni tiene acció n de ninguna clase contra el responsable. A lo sumo lo que puede pretender el
tercero que ha pagado es que la víctima le ceda voluntariamente su acció n contra el responsable. De
acceder la víctima, el tercero podrá demandar al responsable, de no lograrlo, el responsable queda
694 liberado y el tercero no puede cobrar. Se cuestiona este tratamiento legal por el trato que otorga al
que pagó , incluso algunos sostienen que podría intentarse por el tercero una acció n de
enriquecimiento sin causa contra el responsable.
608 Hasta aquí la revisió n conceptual del tema, la ubicació n e identificació n de los varios
supuestos bajo los cuales se puede percibir varias prestaciones econó micas por la víctima, el
planteamiento completo del problema y las bases para su solució n. En la parte II se de este escrito se
resolverá n cada uno de los puntos esbozados analizando casos concretos de pago y evolució n y
estado jurisprudencial sobre el punto.
609 LA IMPUTACION COMO ELEMENTO ESTRUCTURAL
DE LA RESPONSABILIDAD
611 CONTENIDO:
I. Introducció n
II. Qué debemos entender por imputació n
III. La imputació n tá ctica
IV. La Teoría de la Equivalencia de las Condiciones o “conditio sine quanon”
V. La imputació n jurídica
VI. La teoría de la Causalidad Adecuada 695
VII. La confusió n de considerar a la imputació n y el fundamento del deber de reparar como
un solo elemento de la responsabilidad
VIII. Bibliografía
612 Introducción
613 Uno de los pilares fundamentales de la estructura del orden social de cada
comunidad, se encuentra representado en el deber que tiene cada integrante de la sociedad de
hacerse cargo de sus propios actos y de responder por los dañ os que pueda llegar a ocasionar,
al punto que en nuestro ordenamiento se ha decidido elevar a rango constitucional la
necesidad de respetar los derechos ajenos, so pena de tener que responder en caso de que
estos sean vulnerados.629
629 Colombia. Constitució n Política de Colombia de 1.991, Titulo II, De Los Derechos, Las
Garantías y Los Deberes, Capitulo 5, De Los Deberes y Obligaciones. Artículo 95. “La calidad
de colombiano enaltece a todos los miembros de la comunidad nacional. Todos está n en el
deber de engrandecerla y dignificarla. El ejercicio de los derechos y
libertades reconocidos en esta Constitució n implica responsabilidades. Toda persona está
obligada a cumplir la Constitució n y las leyes. Son deberes de la persona y del ciudadano: 1.
Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios....”.
Luis Felipe Giraldo Gó mez
696
630 Colombia. Có digo Civil Colombiano, Libro Cuarto, De Las Obligaciones En General y De Los Contratos, Título I,
Definiciones, ART. 1494.- “Fuentes de las Obligaciones. Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las
voluntades de dos o má s personas, como en los contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de la
persona que se obliga, como en la aceptació n de una herencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a
consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o dañ o a otra persona, como en los delitos; ya por disposició n
de la ley, como entre los padres y los hijos de familia”.
631 Por su parte en Francia, los autores Georges Ripert y Jean Boulanger, exponen esta misma idea con fundamento
en el artículo 1382 del Có digo Civil Francés, diciendo que “La regla legal expuesta en el art. 1382 tiene un
cará cter muy general. Contempla todo hecho del hombre y obliga a reparació n a toda persona que haya
cometido una falta, sin que el legislador haya se haya tomado el trabajo de definir la falta. La regla legal aparece
así como la sanció n de la regla moral que prohíbe causar dañ o a un tercero (neminem laedere)”. Georges Ripert
y Jean Boulanger, Tratado de Derecho Civil, según el Tratado de Planiol, Buenos Aires, La Ley, Tomo V,
Obligaciones 29 Parte, 1965, p. 15. Título Original, Traitéde droit civil, d'aprés le traité de Planiol , Trad. de
Delia García Daireaux.
632 Colombia. Constitució n Política de Colombia, Título II, De los derechos, las garantías y los
deberes, Capítulo 4, De la protecció n y aplicació n de los derechos ART. 90.- “El Estado
responderá patrimonialmente por los dañ os antijurídicos que le sean imputables, causados
por la acció n o la omisió n de las autoridades pú blicas. En el evento de ser condenado el
Estado a la reparació n patrimonial de uno de tales dañ os, que haya sido consecuencia de la
conducta dolosa o gravemente culposa de un agente suyo, aquél deberá repetir contra éste”.
LA IMPUTACIÓ N COMO ELEMENTO ESTRUCTURAL DE LA RESPONSABILIDAD...
697
633 GIL BOTERO, Enrique. Responsabilidad extracontractual del estado, Bogotá , Grupo editorial
Ibá ñ ez, Cuarta Edició n, 2010, p.59. “Es así como el artículo 90 de la Constitució n, no es má s
que la mera consecuencia de la filosofía que traza la carta política, circunscrita por principios
y valores superiores del ordenamiento jurídico, como la dignidad, la igualdad, la libertad, la
justicia, el pluralismo político, la solidaridad, la equidad, el Estado Social de Derecho, etc.”
634 Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia del 26 de abril de
1947. MP. Dr.: Pedro Castillo Pineda. Gaceta Judicial No. 62, t LXII, p. 131. “El perjuicio es uno
de los elementos esenciales de la responsabilidad civil, sin cuya existencia y demostració n no
cabe decretar indemnizació n alguna, porque en el campo extracontractual la ley no lo
presume. Sin dañ o fehaciente comprobado no nace a la vida jurídica la obligació n de
indemnizarlo. Y conforme a las reglas generales del derecho procesal, es el demandante en
acció n indemnizatoria a quien corresponde demostrar en forma plena y completa la
existencia del dañ o para que así sea posible imponer al demandado, cuyo hecho lo ocasionó , el
deber consecuencial de repararlo”.
635 Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia del 18 de mayo de 2010. C.P. Dra.: Ruth Estella Correa Palacio. Exp. 17.047; Consejo
de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera. Sentencia del 15 de abril
de 2010. C.P. Dra.: Myriam Guerrero de Escobar. Exp. 17.837. “De cara a este concepto,
tratá ndose del régimen de responsabilidad médica, deberá n estar acreditados en el proceso
todos los elementos que configuran la responsabilidad de la administració n, de manera que le
corresponde a la parte actora acreditar el hecho dañ oso y su imputabilidad al demandado, el
dañ o y el nexo de causalidad entre estos, para la prosperidad de sus pretensiones. En suma,
Luis Felipe Giraldo Gó mez
619 En este orden de ideas, para que pueda declararse la responsabilidad patrimonial del
Estado o de una persona que ha sido demanda por responsabilidad civil, se requiere que en el
proceso estén plenamente acreditados, los elementos que estructuran la institució n jurídica de la
responsabilidad, los cuá les a nuestro sentir, pueden resumirse en: el daño, la imputación y el
fundamento por el cual se considera que el autor del daño debe reparar o indemnizará
620 La forma de hacer la clasificació n de los elementos que estructuran la responsabilidad
no ha sido un tema pacifico, al punto que para algunos debe incluirse a esta clasificació n el hecho
dañ ino;636 637 para otros debe hablarse de dañ o antijurídico, de falla del servicio y de nexo de
causalidad638 sin hablar de imputació n, y no debe hablarse de fundamento sino de culpa, incluso
por mucho tiempo la jurisprudencia administrativa consideró que el elemento indispensable era
la falla del servicio, y demostrada ésta podía comprometerse la responsabilidad patrimonial del
Estado; para otros deben probarse cinco elementos para que se configure la obligació n de
indemnizar (una conducta activa u omisiva, un título de imputació n, la prueba de vulneració n de
un derecho jurídicamente tutelado, la existencia de una relació n de causalidad y la antijuricidad
de la conducta),639 y
698
en cumplimiento del artículo 177 del C. de P.C., incumbe a las partes probar el supuesto de
hecho de las normas que consagran el efecto jurídico que ellas persiguen, y por lo tanto,
corresponde a la parte actora probar los hechos por ella alegados.”
636 Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia de 12 de julio de 1993. C.P. Dr.: Carlos Betancur Jaramillo Exp. 7622. “En síntesis, la
nueva constitució n, a pesar de su amplitud en materia de responsabilidad, no la hizo
exclusivamente objetiva ni borró del ordenamiento la responsabilidad por falla del servicio, ni
por cualquier otra fuente de las aceptadas por el derecho administrativo.”; Consejo de Estado,
Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera. Sentencia del 4 de diciembre de 2006.
C.P. Dr.: Mauricio Fajardo Gó mez. Exp. 16148. “El régimen de falla supone, para la
prosperidad de las pretensiones de la demanda, la acreditació n de los elementos constitutivos
de la responsabilidad de la Administració n, esto es, el dañ o y la relació n de causalidad entre
éste y el actuar administrativo y, adicional mente, la falla del servicio”.
637 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia de 24 de Agosto de 2009.
M.P. Dr.: William Namén Vargas. “En cuanto a sus presupuestos estructurales, existe
uniformidad, respecto de la existencia de un hecho u omisió n, un dañ o y la relació n de
causalidad, má s no en torno de los criterios de imputació n ni de sus fundamentos”.
638 Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia del 27 de noviembre de 2006. C.P. Dr.: Ramiro Saavedra Becerra. Exp. 14.882. “La
Sala recuerda que, para poder deducir responsabilidad patrimonial del Estado en virtud de
una falla del servicio, resulta necesario probar la existencia de los tres elementos que la
LA IMPUTACIÓ N COMO ELEMENTO ESTRUCTURAL DE LA RESPONSABILIDAD...
configuran, es decir: i) un dañ o antijurídico; ii) un mal funcionamiento del servicio, porque
éste no funcionó cuando debió hacerla, o fue extemporá neo, o deficiente y; iii) el nexo causal
entre los dos anteriores, o sea que el dañ o fue consecuencia directa de la falla del servicio”.
639 REGLERO CAMPOS, L. Fernando. “Conceptos generales y elementos de delimitació n”, en
L. Fernando Reglero Campos (Coord.) Tratado de responsabilidad civil. Parte general, Navarra,
Editorial Arazandi, S.A, 2002, p.49. “2. Elementos. Una conducta activa u omisiva del agente
del dañ o; un criterio de imputació n,
640sustentado normalmente en la culpa; al existencia de un dañ o injusto que afecte a un
derecho jurídicamente tutelable; y la existencia de una relació n causal entre aquella conducta
y el dañ o, han sido los elementos tradicionales de la obligació n de indemnizar. En algunos
ordenamientos cabe hablar de un quinto elemento: la antijuricidad de la conducta del agente”.
641 Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia del 21 de octubre de 1999. C.P. Dr.: Alier Eduardo Herná ndez Enríquez. Exp. 10.948.
“Por eso, la parte ú ltima del inciso primero del artículo 90 de la C.P., en cuanto exige - en
orden a deducir la responsabilidad patrimonial del Estado - , que los dañ os antijurídicos sean
“causados por la acció n o la omisió n de las autoridades pú blicas”, está refiriéndose al
fenó meno de la imputabilidad, tanto fá ctica como jurídica, Rodrigo Escobar Gil se refiere al
punto en estos términos: “para el nacimiento de la obligació n de reparar no basta só lo la
imputatio facti; es decir, la relació n de causalidad entre un hecho y un dañ o, sino que es
necesario la imputado juris, es decir, una razó n de derecho que justifique que la disminució n
patrimonial sufrida por la víctima se desplace al patrimonio del ofensor”.
642 Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia del 21 de octubre de 1999. C.P. Dr.: Alier Eduardo Herná ndez Enríquez. Exp. 10.948.
“Tal cosa ocurrió con el artículo 90 de la Constitució n Política vigente, de cuyo inciso primero,
se deduce, como ya lo ha dicho la Sala en otras oportunidades, que son dos los elementos
indispensables para la declaració n de la responsabilidad patrimonial del Estado y demá s
personas jurídicas de derecho pú blico, a saber: el dañ o antijurídico y la imputabilidad del
mismo al Estado.”
Luis Felipe Giraldo Gó mez
624 como cuando aparece demostrada una de las causales exonerativas; o el dañ o existe y es
imputable, pero el imputado no tiene el deber de repararlo, porque es no un dañ o antijurídico y
debe ser soportado por quien lo sufre”.643 644
625 Entendido lo anterior, podemos sostener de manera preliminar que el primer elemento
a demostrar en los procesos de responsabilidad, es el daño1 entendido éste como todo detrimento
o menoscabo sufrido por la víctima,645 siendo así un elemento indispensable646 para que pueda
hablarse de responsabilidad, de ahí que ante la ausencia de éste o de su prueba, la acció n
entablada para buscar la declaratoria de responsabilidad carecería de causa y no habría necesidad
de seguir estudiando los otros elementos requeridos ;647 lo anterior en atenció n al principio del
derecho de la responsabilidad el cual indica “sin perjuicio no hay responsabilidad”.
626 Por su parte el tercer elemento considerado necesario para el estudio de la
responsabilidad es el fundamento del deber de reparar, entendido como la razó n que habilita a
desplazar esa situació n nociva al patrimonio del autor del dañ o para que sea reparado,
fundamento que podrá variar dependiendo del tipo de responsabilidad a investigar, sea ella civil o
del Estado, y del régimen que le sea aplicable
700
627 al caso, pudiendo pasar por la culpa, el dolo, el riesgo creado o riesgo
beneficio, la falla del servicio, el riesgo excepcional o el daño especial.
628 A pesar de la importancia del estudio de los dos elementos mencionados, no
ahondaremos má s sobre ellos por no ser este el objeto de aná lisis en este artículo, no obstante
terminaremos esta introducció n indicando que el fin de toda acció n de responsabilidad, es la de
conseguir una indemnizació n o reparació n del dañ o padecido como consecuencia de la conducta
(acció n-omisió n) de otro, esto es, procurar porque las cosas vuelvan a su estado anterior 648 y para
lograrlo será necesario que el proceso esté acreditada la imputació n, elemento qué, có mo se ha
expresado en líneas precedente ofrece muchas interpretaciones, las cuá les no pretendemos
abordar en su totalidad, pero se espera que puedan esbozarse algunos argumentos que sirvan de
explicació n a este tema de tan difícil abordaje para el derecho.
652Colombia. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casació n Civil. Sentencia del 26 de septiembre
de 2002. M.P. Dr.: Jorge Santos Ballesteros. Exp. 6.878.
653Se considera dañ o indemnizable aquél que cumple con las características de ser cierto,
personal y directo.
654PEIRANO FACIO, Jorge. Ob. Cit., p.405. “El nexo causal señ ala la necesidad de un ligamen de
causa a efecto entre la acció n humana y el dañ o producido.”
655DE Á NGEL YAGÜ EZ, Ricardo. Ob. Cit., p.771. “Esta expresió n significa que el acto del
obligado a indemnizar debe ser la causa, o una de las causas, de la producció n del resultado
dañ oso”.
656Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia del 30 de noviembre de 2006. C.P. Dr.: Alier Eduardo Herná ndez Enríquez. Exp.
establecer
657Se mencionan entre ellas: a) Teoría de la equivalencia de las condiciones o conditio sine qua
non; b) Teoría de la causa eficiente; c) Teoría de la causa pró xima; d) Teoría de la causalidad
adecuada; e) Teoría de la causalidad probabilística.
658La teoría de la Equivalencia de las Condiciones, fue expuesta por el penalista Alemá n
Maximiliano Von Buri, en el añ o de 1860, sobre la base de la concepció n filosó fica de causa
del economista y filó sofo John Stuart Mill. Ver sobre este tema: LÓ PEZ DÍAZ, Claudia. Ob.
Cit.; GOLDENBERG, Isidoro. Ob. Cit.
660 Pese a la contundente conclusió n a la que se arriba con la aplicació n de la teoría de
causalidad que aquí se comenta, se considera que tal solució n, es a todas luces equivocada; ello
es así, por cuanto más allá de la constatació n física de los fenó menos, al derecho le interesa
preguntarse si es justo o no, que una persona pueda ser considerada como autora de un dañ o,
y en caso afirmativo si debe o no correr con las consecuencias nocivas de su actuar .659
661 Es por lo anterior que el autor Jorge Joaquín Llambías, expresa con claridad que “.. .el
derecho no se satisface con una pura relació n de causalidad material, puesto que no es una
física de las acciones humanas ”,660 de tal manera que al derecho no le es dado conformarse con
tal forma de razonar.
662 En consecuencia, el resultado que se genera en el caso analizado con la aplicació n de
la teoría de la equivalencia de las condiciones, no satisface el fin buscado por el derecho, esto
es el de lograr que se haga justicia, puesto que poner en cabeza del demandado todas las
consecuencias nocivas que se generan con la producció n del hecho dañ ino, constituye una
aplicació n errada y desproporcionada de la institució n de la Responsabilidad civil.661
663 De tal manera que, se hace necesario en este momento pasar a un segundo nivel de
estudio, apartá ndose del plano material e iniciar el estudio de la segunda etapa del proceso de
708 imputació n, el cual hemos denominado imputació n jurídica, todo ello con el fin de mitigar las
consecuencias nocivas de una aplicació n de la imputació n só lo desde el punto de vista fá ctico,
debiendo hacer un estudio de las causas que sean jurídicamente relevantes para el derecho,
con el fin de llegar a resultados que puedan ser leídos en términos de justicia. Es por ello que
proponemos pasar a continuació n al estudio de la imputació n jurídica.
709
662KELSEN, Hans. Teoría general de las normas, México, Editorial Trillas, primera edició n, 1994,
p.41. Título original, Allegemeine theorie der normen, 1979, Trad. de Hugo Carlos Delory
Jacobs.
663Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia de 11 de noviembre de 2002. C.P. Dra.: María Elena Giraldo Gó mez. Exp. 13.818.
“La jurisprudencia y la doctrina indican que para poder atribuir un resultado a una persona
como producto de su acció n o de su omisió n, es indispensable definir si aquel aparece
ligado a ésta por una relació n de causa a efecto, no simplemente desde el punto de vista
fá ctico sino del jurídico.”; Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n
Tercera. Sentencia de 29 de enero de 2004. C.P. Dr.: Alier Herná ndez Enríquez. Exp. 18.273.
“Debe precisarse también que, conforme a los principios decantados por la jurisprudencia
nacional, la relació n de causalidad só lo tiene relevancia para el derecho cuando responde a
criterios de naturaleza jurídica, más allá de la simple vinculació n física entre un
comportamiento y un resultado”.
664Colombia. Ver entre otras: Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,
Secció n Tercera. Sentencia de 16 de septiembre de 1999. C.P. Dr.: Ricardo Hoyos Duque.
Exp. 10.922; Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia de 11 de noviembre de 2002. C.P. Dra.: María Elena Giraldo Gó mez. Exp. 13.818.
665Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia de 22 de junio de 2001. C.P. Dra.: María Elena Giraldo Gó mez. Exp. 12.701. “Es por
ello que hoy se plantean nuevas hipó tesis conceptuales a efecto de determinar más que la
670 surgieron un sin número de teorías nuevas,
lencia de las condiciones,
que fueron denominadas “individualizadoras”, pues pretendían abordar el
estudio de la causalidad verificando la causa que fuera realmente
determinante en el resultado final presentado, con el fin de evitar regresos
causales infinitos y multiplicidad de autores.
671 Algunas de las teorías surgidas y que tuvieron mayor acogida por los
estudiosos del tema de la causalidad fueron la de la causalidad eficiente, la de la causa pró xima,
la de la causa preponderante y la de la causalidad adecuada.
672 Esta ú ltima doctrina, la de la causalidad adecuada667 es la que hoy en día tiene
mayor aplicació n668 en los sistemas jurídicos del mundo por ser una teoría que permite cumplir
con el fin de lograr atribuir un dañ o a su autor, cuyo fundamento se encuentra en el hecho de
querer eliminar las consecuencias nocivas de la aplicació n de la teoría de la equivalencia de las
condiciones,669 de ahí que se plantea la necesidad de evitar los cursos causales hasta el infinito
basada sobre la realizació n de un juicio de adecuació n con sustentado en la normalidad, en lo
que de ordinario ocurre, teniendo en cuenta si la acció n u omisió n que se estudia es
jurídicamente relevante por tener la virtualidad de producir el dañ o que se está imputando; esa
virtualidad o idoneidad de la acció n se puede determinar conforme a la probabilidad.
673 710
causa idó nea o pró xima del dañ o, la imputació n jurídica del mismo”.
666LÓ PEZ DÍAZ, Claudia. , Ob. Cit. p.43 “La teoría de la adecuació n no pertenece, como
opinaban originariamente sus seguidores, a las teorías de causalidad, sino a la doctrina de
la Imputació n”.
667La teoría de la Causalidad Adecuada se le atribuye al fisió logo J. von Kries, quien la expuso
en el añ o de 1888; no obstante ya en el añ o de 1871, von Bar había introducido en sus
planteamientos el concepto de regularidad, por lo cual se le considera como el precursor de
esta teoría. Ver sobre este tema: LÓ PEZ DÍAZ, Claudia. Ob. Cit. GOLDENBERG, Isidoro. Ob.
Cit.
668Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia del 1° de agosto de 2002. C.P. Dra.: María Elena Giraldo Gó mez. Exp. 13.248. “Es
necesario recordar que no cualquier causa en la producció n de un dañ o tiene nexo con el
hecho dañ ino. Sobre el punto se han expuesto dos teorías; la primera de la equivalencia de
las condiciones, segú n la cual todas las causas que contribuyen en la producció n de un dañ o
se consideran jurídicamente causantes del mismo. Esta teoría fue desplazada por la de
causalidad adecuada, en la cual se considera que el dañ o fue causado por el hecho o
fenó meno que normalmente ha debido producirlo (hecho relevante y eficiente). Por tanto
puede suceder en un caso determinado, que una sea la causa física o material del dañ o y
otra, distinta, la causa jurídica, la cual puede encontrarse presente en hechos anteriores al
suceso, pero que fueron determinantes o eficientes en su producció n”.
669ALTERINI, Atilio Aníbal, AMEAL, Oscar José y LÓ PEZ CABANA, Roberto M., Curso de
obligaciones, Tomo I, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, Segunda edició n actualizada, 1984, p.
233. “Esta teoría -quizá la de mayor predicamento- niega la equivalencia de las condiciones
y preconiza un criterio generalizador: el acto humano debe haber sido, conforme a la
experiencia, propio para producir el resultado”.
674 La forma de llevar a cabo ese juicio de probabilidad que predica esta doctrina
es a través de la realizació n de un aná lisis objetivo retrospectivo 670 de lo que sucedió ,
atendiendo a un juicio de probabilidad general, con el objetivo de determinar in abstracto si la
conducta que se investiga tiene o no la virtualidad de producir el dañ o irrogado, de manera
normal y ordinaria.
675 En palabras de Luis Díez-Picazo, “... no se busca establecer si un elemento de
hecho es la causa de un resultado, sino que se intenta dar respuesta a la pregunta sobre si
determinados hechos causantes deben ser considerados jurídicamente como relevantes y si
permiten la imputació n objetiva del hecho a una determinada persona ”.671
676 De tal manera que, si se logra constatar que la acció n del sujeto que se
investiga es adecuada o en otras palabras, regular, normal y ordinariamente tiene la virtualidad
de producir el dañ o que la víctima padeció , se habrá establecido jurídicamente el nexo de
causalidad, no simplemente desde una perspectiva física, sino desde el á mbito jurídico de la
adecuació n, tal y como lo manifiesta una decisió n del Consejo de Estado de agosto de 2006,
donde se expresó que “En el campo del derecho el asunto no es distinto y la adecuació n de las
relaciones causa-efecto es aplicada no só lo por su éxito, sino por una sentida necesidad, dando
cabida a la denominada “causalidad adecuada”, ocasionalmente también llamada “causalidad
jurídica”, apreciada bastante bien en el tenia (Sic) de la responsabilidad patrimonial. Pese al
repetido intento por estructurar un modelo multifuncional, ú til y verificable para hacer esa
adecuació n en lo inherente al Derecho, nada ha resultado mejor que el criterio ”.672
677 Así las cosas, el proceso de imputació n que se viene analizando, quedará
completo al hacer el aná lisis de la imputació n jurídica con aplicació n de la teoría de la
adecuació n, lo cual permitirá hacer la atribució n desde el punto de vista jurídico y ya no
solamente fá ctico a ese sujeto las consecuencias derivadas de su actuar, para luego de ello,
pasar a hacer el estudio del tercer elemento de la responsabilidad, esto es, el fundamento del
deber de reparar.
670GOLDENBERG, Isidoro. Ob. Cit., p.33. “A fin de establecer la vinculació n causa efecto entre
dos sucesos, es menester realizar un juicio retrospectivo de probabilidad, cuya formulació n
en (sic) la siguiente: ¿la acció n u omisió n que se juzga era per se apta o adecuada para
provocar normalmente esa consecuencia?”
671 DÍEZ-PICAZO, Luis. Derecho de daños, Madrid, Civitas, Primera Edició n, 1999, p.341.
672Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera.
Sentencia del 16 de agosto de 2006. C.P. Dr.: Mauricio Fajardo Gó mez. Exp. 14.957.
678 Esta forma de ver el proceso de imputació n en su segunda etapa, esto es, en relació n
con la imputació n jurídica ya ha tenido alguna aplicació n en nuestra jurisprudencia, pues no
otra conclusió n puede sacarse de lo expresado en una decisió n de la Corte Suprema de Justicia
del añ o 2002, en donde se dijo “Es necesario recordar que no cualquier causa en la producció n
de un dañ o tiene nexo con el hecho dañ ino. Sobre el punto se han expuesto dos teorías; la
primera de la equivalencia de las condiciones, segú n la cual todas las causas que contribuyen
en la producció n de un dañ o se consideran jurídicamente causantes del mismo. Esta teoría fue
desplazada por la de causalidad adecuada, en la cual se considera que el dañ o fue causado por
el hecho o fenó meno que normalmente ha debido producirlo (hecho relevante y eficiente). Por
tanto puede suceder en un caso determinado, que una sea la causa física o material del dañ o y
otra, distinta, la causa jurídica, la cual puede encontrarse presente en hechos anteriores al
suceso, pero que fueron determinantes o eficientes en su producció n”.673
679 Una vez realizado el anterior proceso, podrá determinarse, si el dañ o padecido por la
víctima, que ya se encuentra en relació n causa-efecto con la conducta del investigado, desde un
punto de vista jurídico674 y no meramente físico, debe ser resarcido por el sujeto que se
considera como autor del mismo.
680 No obstante lo anterior, existe en la doctrina, y en la jurisprudencia nacional,
712
una confusió n sobre el papel que juega en el tema de la responsabilidad la imputación
jurídica, ni de cuá les son los pasos para cumplir con su cometido, por ello se considera
prudente ver de manera breve la equivocació n en la que se pude incurrir al hacer el
estudio de la imputació n como proceso de atribució n del dañ o a su autor y el del
fundamento del deber de reparar como si hicieran parte de un só lo elemento.
678LÓ PEZ DE MESA, Marcelo J. “Elementos de la responsabilidad civil. Examen contemporá neo”,
Colecció n internacional Nro. 11, Bogotá , Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias
Jurídicas; Medellín, Biblioteca Jurídica Diké, 1- ed, 2009, p.469.
679MOSSET ITURRASPE, Jorge. Ob. Cit. p.361. “El problema de la relació n de causalidad se vincula
con la imputació n física de las consecuencias del obrar humano, sobre una base objetiva que
margina la intenció n del agente; la culpabilidad, en antítesis, atiende a la imputació n moral, es
eminentemente subjetiva.”; CAMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H. Ob. Cit. en TRIGO REPRESAS,
Félix A. y STIGLITZ, Rubén S. (Directores de la obra. Ob. Cit., p.27. “La relació n causal tiende a
resolver si las consecuencias dañ osas pueden ser imputadas a la acció n del sujeto, lo cual nos
dará la “autoría” del hecho; la culpabilidad implicará un reproche legal al comportamiento que
só lo se hará si previamente se demuestra la vinculació n del hecho”.
680Colombia. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Secció n Tercera. Sentencia de
9 de junio de 2010. C.P. Dr.: Enrique Gil Botero. Exp. 19385..
696 al deber de reparar de manera conjunta con el proceso de atribució n del dañ o a su autor,
aspecto que consideramos só lo contribuye a la confusió n del estudio de los elementos de la
responsabilidad.
697 En este punto, vale recordar lo expresado por el autor del autor Marcelo J. Ló pez de
Mesa, para quien “Los factores de atribució n son las razones que justifican que el dañ o que ha
sufrido una persona sea reparado por alguien, es decir, se traslade econó micamente a otro”. 63 Si se
tiene en cuenta lo anterior, no podrá seguirse confundiendo el objetivo de cada uno de los
elementos en discusió n, esto es, la imputació n que se dirige a buscar un autor, y el fundamento cuya
misió n es la de encontrar la razó n para que el autor del dañ o responda por sus actos.
698 Similar posició n fue la adoptada por el Consejo de Estado en el añ o 1993, en donde se
dijo sobre este tema lo siguiente: “e) Una cosa es la antijuridicidad del dañ o y otro es el criterio para
definir la imputació n. El dañ o es el efecto de una conducta (regular o irregular). La imputació n es
el elemento o vínculo que permite evidenciar la relació n causal entre ese dañ o y el
sujeto que lo produce, prescindiendo en esa relació n de la calificació n de la ilegalidad
de la conducta de un funcionario determinado o del servicio objetivamente
considerado”.64 (Negrilla fuera del texto)
699 Acogemos una posició n como la anterior, y consideramos que la culpa, el riesgo, la falla 717
del servicio, el daño especial o el riesgo excepcional hacen parte de lo que denominamos como el
tercer elemento de la responsabilidad, esto es el fundamento del deber de reparar, de tal manera
que cada una de estos supuestos va permitir establecer si es justo o no que el autor del dañ o deba
responder por las consecuencias de sus actos, pero para ello, es necesario tener muy claro quién es
el autor del hecho dañ ino, interrogante que se resuelve con la imputació n y no con el estudio del
fundamento del deber de reparar.
700 Reiteramos, con el fin de entender con mayor claridad el error que significa mezclar el
estudio de la bú squeda del autor de un dañ o -imputación- y las razones por las cuales éste debe
responder -fundamento- acudimos a lo expresado por el autor Marcelo J. Ló pez de Mesa, quien frente
al factor de atribució n -para nosotros fundamento- indica que “En palabras llanas, el factor de
atribució n es la respuesta a la pregunta de ¿por qué este agente debe reparar este dañ o? Si 681 682
709 Bibliografía
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685CAMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H. Ob. Cit. en TRIGO REPRESAS, Félix A. y STIGLITZ, Rubén S.
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735 YAGÜ EZ, Ricardo de Á ngel. Tratado de responsabilidad civil, Madrid, Civitas, 721
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736 JURISPRUDENCIA
737 CONSEJO DE ESTADO. SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO . Secció n
Tercera, Sentencias:
738 De 12 de julio de 1993. C.P. Dr.: Carlos Betancur Jaramillo Exp. 7622
739 De 16 de septiembre de 1999. C.P. Dr.: Ricardo Hoyos Duque. Exp. 10.922.
740 De 21 de octubre de 1999. C.P. Dr.: Alier Eduardo Herná ndez Enríquez. Exp.
10.948.
741 De 21 de octubre de 1999. C.P. Dr.: Alier Eduardo Herná ndez Enríquez. Exp:
11.643.
742 De 28 de octubre de 1999. C.P. Dr.: Ricardo Hoyos Duque. Exp. 12.688.
743 De 11 de noviembre de 1999. M.P. Dr.: Alier Herná ndez Henríquez. Exp:
11.499.
744 De 22 de junio de 2001. C.P. Dra.: María Elena Giraldo Gó mez. Exp. 12.701.
745 De 1° de agosto de 2002. C.P. Dra.: María Elena Giraldo Gó mez. Exp. 13.248.
746 De 11 de noviembre de 2002. C.P. Dra.: María Elena Giraldo Gó mez. Exp.
13.818.
747 De 29 de enero de 2004. C.P. Dr.: Alier Herná ndez Enríquez. Exp. 18.273.
748 De 16 de agosto de 2006. C.P. Dr.: Mauricio Fajardo Gó mez. Exp. 14.838.
749 De 16 de agosto de 2006. C.P. Dr.: Mauricio Fajardo Gó mez. Exp. 14.957.
750 De 30 de noviembre de 2006. C.P. Dr.: Alier Eduardo Herná ndez Enríquez.
Exp. 15.201.
751 De 27 de noviembre de 2006. C.P. Dr.: Ramiro Saavedra Becerra. Exp.
14.882.
752 De 4 de diciembre de 2006. C.P. Dr.: Mauricio Fajardo Gó mez. Exp. 16148.
753 Aclaració n de voto de 4 de junio de 2009. C.P. Dr.: Enrique Gil Botero. Exp.
17647.
754 De 15 de abril de 2010. C.P. Dra.: Myriam Guerrero de Escobar. Exp. 17.837.
722 De 18 de mayo de 2010. C.P. Dra.: Ruth Estella Correa Palacio. Exp. 17.047.
755 De 9 de junio de 2010. C.P. Dr.: Enrique Gil Botero. Exp. 19385.
757 Sentencias:
758 De 26 de abril de 1947. MP. Dr.: Pedro Castillo Pineda. Gaceta Judicial No.
62, t LXII,
759 De 4 de Abril de 1968, M.P. Dr.: F. Hinestrosa, G.J, T. CXXIV, Nos 2297 a 2299
De 26 de septiembre de 2002. M.P. Dr.: Jorge Santos Ballesteros. Exp. 6.878. De 13
de septiembre de 2002. M.P. Dr.: Nicolá s Bechara Simancas, Exp. 6.199. De 27 de
junio de 2005. M.P. Dr.: Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo.
760 De 24 de Agosto de 2009. M.P. Dr.: William Namén Vargas.
761 DE LOS ORGANOS INTERNACIONALES DE
PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN
EL SISTEMA INTERAMERICANO
779 trata de la solució n amistosa y de su procedimiento, y el articulo 50 del trá mite cuando no se
llegare a esta solució n (Art 51).
e. DEL AGOTAMIENTO DE LOS MECANISMOS INTERNOS PARA ACUDIR A LA COMISIÓ N
INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS: El Agotamiento de los Mecanismos Internos,
constituye un requisito de procedibilidad necesario para acudir a la Comisió n Interamericana de
Derechos Humanos en defensa de un derecho vulnerado por el Estado Infractor.
780 La Admisibilidad de una petició n está condicionada a que se hayan interpuesto y
agotado los recursos de la jurisdicció n interna, conforme a los principios del derecho
internacional generalmente reconocidos. Esta regla no es aplicable cuando esos recursos no
existan o no sean adecuados y efectivos, tal como ocurre cuando a) no existe el debido proceso
para proteger el derecho lesionado; b) se ha denegado a la víctima el acceso a los recursos
existentes o c) hay retardo injustificado en la decisió n sobre los mismos. La Comisió n ha decidido
que la regla tampoco es aplicable cuando se trata de casos generales de violació n de derechos
humanos.
781 La regla del previo agotamiento de los recursos internos se ha establecido en
provecho del Estado, y es renunciable por el Estado interesado en hacerla valer. La renuncia
puede ser tá cita, lo que ocurre cuando el Estado interesado asume una actitud incompatible con 727
hacerla valer o no la opone oportunamente, lo que indica que debe ser invocada en las primeras
etapas del procedimiento. En cambio, la decisió n sobre la excepció n del gobierno por la que
alegue que se han agotado los recursos internos puede ser suspendida para ser resuelta junto con
el fondo, sobre todo si se discute sobre la existencia o efectividad de los medio de protecció n a los
derechos humanos en el Derecho Interno.
a. DE LA ACTUACIÓ N DE LA COMISIÓ N ANTE LA CORTE.- La Comisió n está legitimada para
someter casos contenciosos a la decisió n de la Corte ( Convenció n, art 61.1) y para requerir de
éste opiniones consultivas (Art 64.1)- Ella puede asimismo solicitar de la Corte, medidas
provisionales en casos de extrema gravedad y urgencia, para evitar dañ os irreparables a las
personas en casos aú n no sometidos a la decisió n de la Corte (Convenció n, Art. 63.2)
b. LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS: NATURALEZA JURÍDICA: El
capítulo 8 de la Convenció n hace referencia específica al estudio de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos y lo subdivide en tres secciones:
3
3 Corte I.D.H., Opinió n consultiva OC 1/82 del 24 de septiembre de 1982, citada por los internacionalistas
REY CANTOR Y REY ANAYA en “Medidas Provisionales y medidas Cautelares en el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos”.
782
783 Secció n I de Organizació n (arts. 521 a 60), Secció n 2. Competencia y funciones (arts. 61 a 65), y Secció n 3 se refiere al
Procedimiento (arts. 66 al 69).
784 Sobre la naturaleza jurídica de ésta Corporació n, la Corte la define en sus estatutos como “una institució n
judicial autó noma. En efecto, la Corte es el ó rgano jurisdiccional internacional de la Convenció n. La Corte representa ademá s, el
ó rgano con mayor poder Conminatorio para garantizar la efectiva aplicació n de la Convenció n.33
785 INTEGRACIÓ N Y ORGANIZACIÓ N: (Art. 52) “La Corte se compondrá de siete jueces, nacionales de los Estados
miembros de la Organizació n, elegidos a título personal entre juristas de la má s alta autoridad moral, de reconocida
competencia en materia de derechos humanos, que reú nan las condiciones requeridas para el ejercicio de las má s elevadas
funciones judiciales conforme a la ley del país del cual sean nacionales o del Estado que los proponga como candidatos. No debe
haber dos jueces de la misma nacionalidad (art. 52).
786 El (Art. 53), hace referencia a la elecció n de los jueces : “Los jueces de la Corte será n elegidos, en votació n
secreta y por mayoría absoluta de votos de los estados Parte en la Convenció n, en la Asamblea General de la Organizació n, de
una lista de candidatos propuestos por esos mismos Estados. Cada uno de los Estados Parte puede proponer hasta tres
candidatos nacionales del Estado que los propone o de cualquier otro Estado miembro de la Organizació n de Estados
728 Americanos OEA. Cuando se propone una terna, por lo menos uno de los candidatos deberá ser nacional de un Estado
distinto del proponente”.
787 El Art (54), de la Convenció n hace referencia al periodo y prescribe lo siguiente “Los jueces de la Corte será n
elegidos para un periodo de seis ( 6) añ os y solo podrá n ser reelegidos una vez. El mandato de tres de los jueces designados en la
primera elecció n expirará al cabo de tres añ os. Inmediatamente después de dicha elecció n, se determinará n por sorteo en la
Asamblea General los nombres de estos tres jueces. El juez elegido para reemplazar a otro cuyo mandato no ha expirado,
completará el período de este. Los jueces permanecerá n en funciones hasta el término de su mandato. Sin embargo, seguirá n
conociendo los casos a que ya se hubieran abocado y que se encuentren en estado de sentencia, a cuyos efectos no será n
sustituidos por los nuevos jueces elegidos”.
788 COMPETENCIA: El artículo 62 de la Convenció n hace referencia a la competencia. La Corte ejerce funció n
jurisdiccional y consultiva:
789 “1 Su funció n jurisdiccional se rige por las disposiciones de los artículos 61,
790 62, y 63 de la Convenció n.
791 “2 Su funció n consultiva se rige por las disposiciones del artículo 64 de la convenció n”. La anterior norma
distingue las dos competencias de la Corte, a saber: “ a) Competencia contenciosa. Tiene por objeto interpretar y aplicar
la Convenció n Americana.
792 Sobre la competencia contenciosa de la Corte, EL Art. 62 de la Convenció n consagra: “3. La Corte tiene
competencia para conocer de cualquier caso relativo a la interpretació n y aplicació n de las disposiciones de esta
Convenció n que lea sea sometido. Se exceptú an de esta regla, los casos en que otra Convenció n, ratificada por el Estado,
confiere competencia, a la Corte Interamericana para conocer de violaciones de los derechos protegidos por dicha
Convenció n, como por ej., la Convenció n Interamericana sobre Desaparició n Forzada de Personas.
793 El Proceso Contencioso para por dos grandes etapas procesales que el Reglamento de la Corte denomina
procedimiento escrito (capítulo II y Procedimiento oral (capítulo III).
794 >729
1. CAPITULO II. PROCEDIMIENTO ESCRITO:
795 Tiene su origen con la presentació n de una demanda ante la Corte, por un Estado Parte en la Convenció n o por
la Comisió n ; admitida la demanda, por secretaría se comunicará al estado para que la conteste y proponga excepciones
preliminares, en un solo escrito, dentro del plazo de los cuatro meses, también se le comunicará la demanda a la presunta
víctima, sus familiares, o sus representantes debidamente acreditados, para que en un plazo de dos meses presenten
autó nomamente a la Corte sus solicitudes, argumentos y pruebas, solicitud directa de medidas provisiones en la hipó tesis
que la Comisió n lo las haya formulado conjuntamente con la demanda, porque esta se le ha notificado al Estado
demandado y, por ende, existiría el Caso.
2. PROCEDIMIENTO ORAL:
796 Se inicia ésta etapa procesal con el señ alamiento de la apertura del procedimiento oral que hago el Presidente
de la Corte, y se fijará además las audiencias
DE LOS Ó RGANOS INTERNACIONALES DE PROTECCIÓ N DE LOS DERECHOS HUMANOS EN...
797 que fueren necesarias, de conformidad con lo dispuesto por el art. 40 del Reglamento.
798 Practicadas las pruebas en audiencia pú blica y presentados los alegatos, la Corte,
procederá a dictar la sentencia de fondo y en ella se declarará que el Estado violo los derechos
humanos, individualizá ndolos con las respectivas normas de la Convenció n Americana;
declarará , además, que el Estado incumplió las obligaciones del artículo 1.1 de este tratado
internacional y el pronunciamiento sobre las reparaciones y costas, si procede.
799 El art. 57 del Reglamento de la Corte, que trata de la sentencia de reparaciones,
preceptú a: “Cuando en la sentencia de fondo no se hubiere decido específicamente sobre
reparaciones, la Corte fijará la oportunidad para su posterior decisió n y determinará su
procedimiento”. 4
800 El Art. 64 de la Convenció n, hace referencia a la Competencia, así:
801 “1. Los Estados miembros de la Organizació n podrá n consultar a la Corte
acerca de la interpretació n de esta Convenció n o de otros tratados concernientes a la
protecció n de los derechos humanos en los Estrados americanos. Asimismo, podrá n
consultarle en los que les compete, los ó rganos enumerados en el Cap. X de la Carta de
la organizació n de los Estados americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires.
730 802 “2 La Corte, a solicitud de un estado miembro de la Organizació n, podrá
darle opiniones acerca de la compatibilidad entre cualquiera de sus leyes internas y los
mencionados instrumentos internacionales”.
803 De lo anterior se deduce que esta competencia podrá ser para la: a. Interpretació n de
la convenció n Americana, b. Interpretació n de los otros tratados, concernientes a la protecció n
de los derechos humanos en los Estados americanos, y la c. Interpretació n de leyes internas.
804 Todos los Estados miembros de la OEA, incluso si no son partes en la Convenció n,
pueden solicitar opiniones consultivas. Igualmente pueden consultarla todos los ó rganos
permanentes de la Organizació n enumerados en el Capítulo X de la Carta, a propó sito de los
asuntos propios de su competencia particular. En el caso de la Comisió n, esto se traduce en un
derecho absoluto a pedir opciones consultivas (4.11.5). La competencia de la Corte desborda,
pues el marco de la
4
4 Citado su trá mite y procedimiento en el libro MEDIDAS PROVISIONALES Y MEDIDAS CAUTELARES, en
el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, de los Internacionalistas Ernesto Rey Cantor y Á ngela
Margarita Rey Anaya.
805 Convenció n y puede ser ejercida como una funcionen general dentro del sistema
interamericano en su conjunto.686
806 La Corte también ha decidido sobre algunos temas específicos. Dictó dos decisiones
importantes concernientes a la libertad de expresió n. En una de ellas decidió que la colegiació n
obligatoria de los periodistas es incompatible con el artículo 13 de la Convenció n, que garantiza
la libertad de expresió n en términos má s amplios que cualquier otro tratado .687 En otra se
refirió a la naturaleza y alcance del derecho de rectificació n o respuesta reconocido por el art.
14 de la Convenció n y concluyó que el mismo era inmediatamente exigible desde el punto de
vista internacional.688
807 Finalmente en su jurisdicció n contenciosa, la Corte ha resuelto variaos difíciles
problemas jurídicos concernientes, por ejemplo, al sentido y efecto de los procedimientos ante
la comisió n; al agotamiento de los mecanismos internos; o la imputabilidad al Estado de las
violaciones a los derechos humanos ocurridos dentro de su jurisdicció n.
808 Son importantes en los ú ltimos diez añ os los fallos emanados por la Corte
Interamericana con condenas al Estado Colombianos por violació n al Derecho Internacional
Humanitario entre otras que pueden consultarse por Internet:
809 731
- MAPIRIPAN ( Hechos 15 al 20 de Julio de 1.997 )....Fallo 15 de Sept 2.005,
- MASACRE LA ROCHELA
812 (Parte 1)
819 jueces apliquen con comodidad y transparencia la responsabilidad objetiva en los casos
generales de dañ os causados en ejercicio de actividades peligrosas.
820 La tendencia internacional hacia la objetivació n de la responsabilidad
extracontractual, que ha sido plasmada en proyectos unificadores como los Principios de
Derecho Europeo de la Responsabilidad Civil “PETL ”,695 nos muestra la importancia de que el
legislador defina y delimite los supuestos en que es aplicable el régimen de responsabilidad
objetiva, para darle paso a una aplicació n abierta -general o excepcional- del mismo.
821 De no existir un fundamento jurídico claro para la aplicació n de este régimen,
no será posible que el riesgo cobre plena vigencia como fundamento de al menos algunas
responsabilidades objetivas -a menos que se considere que es posible aplicar regímenes
objetivos de imputació n sin modificar el texto legal de fundamento culpabilista, idea que para
algunos resulta discutible-.
822 Y es que seguir pensando que toda responsabilidad debe basarse en culpa,
puede derivar en una de dos cosas: i) o bien que se apliquen responsabilidades objetivas sin un
fundamento jurídico claro (como en el caso de la reiterada aunque todavía discutible
interpretació n del artículo 2356 del Có digo Civil como presunció n de culpa “no desvirtuable” en
el ejercicio de todas las actividades peligrosas); o bien ii) que las víctimas que resulten dañ adas
por ciertas actividades no culposas, no puedan obtener indemnizació n, aunque sea justo que la 735
reciban.
823 Esta necesidad de fundamentació n jurídica de la responsabilidad objetiva, de
una redefinició n de la teoría del riesgo que justifique su regreso como base interpretativa de
artículos como el 2356 del Có digo Civil, y de una explicació n de otros textos legales, ha sido ya
detectada por la jurisprudencia colombiana, y es uno de los objetivos hacia los cuales se
encamina con paso cada vez más firme el derecho de la responsabilidad civil extracontractual
en Colombia.
824 Con el presente artículo no buscamos, de ningú n modo, agotar el amplísimo
tema de la objetivació n de la responsabilidad con todo su contexto histó rico-so- cial en
concordancia con la teoría del riesgo, ni abarcar la extensa jurisprudencia y opiniones
doctrinales en la materia. Tampoco se pretende sugerir que la objetivació n de la
responsabilidad es un camino necesario para toda la responsabilidad
825 civil. Por el contrario, partimos de un conocimiento general sobre la evolució n histó rica
de la teoría del riesgo en la responsabilidad civil, y de asumir que la sociedad industrial
comporta actividades potencialmente dañ inas respecto de las cuales la prohibició n de su
ejercicio no se contempla como una alternativa que permita evitar los eventuales (y en
ocasiones casi seguros) resultados lesivos.
826 PLAN: Con base en los puntos de partida antes descritos, haremos
inicialmente algunas precisiones terminoló gicas preliminares en relació n con el fenó meno de la
objetivació n (I); luego daremos un vistazo a las nuevas tendencias objetiva- doras de la
responsabilidad civil extracontractual en los proyectos unificadores europeos, especialmente
en la regulació n contenida en los Principios de Derecho Europeo de la Responsabilidad Civil
(PETL), destacando sus características principales, los criterios de imputació n en que se basa y
el tipo de actividades que se regulan bajo este régimen. Esto, con el fin de identificar la
vanguardia internacional en materia de objetivació n (II); y, finalmente, analizaremos cuá l ha
sido la acogida de las nuevas tendencias objetivadoras en la jurisprudencia colombiana ,696
plantearemos algunas reflexiones en torno al panorama futuro de la responsabilidad objetiva
en el derecho colombiano de la responsabilidad civil extracontractual, y propondremos algunos
límites necesarios a dicho fenó meno (III).
835 denamiento en el que todos los casos sean absorbidos por responsabilidades
objetivas: se trata de modelos de reparació n del dañ o, como extremos de un espectro en el que
se ubican todos los sistemas posibles. Así, por ejemplo, un sistema concreto puede disponer
que haya algunos dañ os que se trasladan a fondos de garantías no contributivos, otros a un
sistema de seguridad social (alimentado por la contribució n de los participantes de la
actividad, como en el caso de los riesgos laborales), otros má s a las responsabilidades con
culpa y otros más a responsabilidades objetivas (con seguros voluntarios, obligatorios o sin
ellos), e incluso sistemas que combinan distintos mecanismos.
836 Los sistemas de reparació n sin culpa y, en concreto, las responsabilidades objetivas,
prescinden, pues, del aná lisis de la conducta del sujeto y aunque su conducta haya sido
diligente y cuidadosa será responsable del dañ o causado siempre que no se acredite una causa
extrañ a que rompa el nexo causal entre el hecho y el dañ o.
837 Es en este sentido en el que nos referimos a la responsabilidad objetiva y al cual
apuntaremos a lo largo del presente artículo cuando hablamos de objetivació n, concepto que
no debe ser confundido con la creació n de mecanismos de reparació n sin culpa, como los
sistemas de seguridad social y los demá s mecanismos de colectivizació n de riesgos antes
descritos.
838 Igualmente, nos concentraremos fundamentalmente en el riesgo como factor de
imputació n de responsabilidad objetiva. Esta aclaració n es importante, pues aunque la mayoría
de la doctrina se refiera a la responsabilidad objetiva como sinó nimo de la responsabilidad por
riesgo, lo cierto es que son varios los criterios de imputació n que le pueden servir de base a la
responsabilidad objetiva. Aparte del riesgo (que es el criterio que ha tenido má s importancia),
está n la garantía, la equidad, la solidaridad, etc.
839 Sobre la confusió n que puede presentarse entre responsabilidades objetivas y
sistemas de seguridad social, Tamayo Jaramillo explica que, por ejemplo, en algunos países se
han establecido fondos de garantías para indemnizar a las víctimas de terrorismo, lo que no
quiere decir que con ello se haya establecido un régimen de responsabilidad objetiva del
Estado, pues son la solidaridad y la seguridad social las que entran en acció n para proteger a
las víctimas.12 En esos pagos a cargo del Estado no hay, pues, un reproche a título de
responsabilidad.
12 TAMAYO JARAMILLO, Javier: Tratado de responsabilidad civil (tomo I). Bogotá : Legis, 2007, p. 231.
840 Confundir los sistemas de seguridad social con la responsabilidad objetiva podría llevar
a graves malentendidos dentro del á mbito de la discusió n entre “subjetivistas” y “objetivistas” que
harían estéril el debate. Por ello, debe quedar claro que a lo que se oponen los subjetivistas no es a
que haya regímenes de indemnizació n automá tica a cargo del Estado (situació n que sin lugar a
dudas es altamente deseable, pero de difícil implementació n en países sin posibilidades
econó micas), sino que se oponen a la objetivació n total de la responsabilidad civil por considerar
que se desnaturaliza la institució n.697
841 Dicho malentendido también ha llevado a algunos a plantear equivocadamente que la
objetivació n de la responsabilidad civil conlleva una responsabilidad “sin causalidad”. Decimos
que es un planteamiento equivocado, porque la objetivació n no aniquila el elemento del nexo
causal en el aná lisis de la relació n que subyace a la responsabilidad, sino que simplemente
prescinde del elemento de la culpa, o del aná lisis de la conducta del posible responsable .698
842 Por otro lado, también resulta importante aclarar que cuando hablamos de que en el
régimen de responsabilidad objetiva al demandado só lo lo exonera la prueba de la causa extrañ a,
estamos haciendo referencia a la exoneració n total de responsabilidad (en tanto probar causa
extrañ a es, precisamente, probar que no ha habido causalidad). Sin embargo, en las
responsabilidades objetivas también opera la culpa de la víctima como causal de “exoneració n”
739
parcial (o reducció n del monto indemnizable del dañ o), pues implica -precisamente- que a la
víctima le es imputable parcialmente la producció n del dañ o.
714 Cfr. TARUFFO, Michele: Páginas sobre justicia civil. Madrid: Marcial Pons, 2009, pp. 213-229.
715Los “Restatements” norteamericanos son intentos de sistematizació n o reformulació n de
diferentes campos derecho estadounidense a través de principios y fó rmulas publicadas por el
American Law Insti- tute (ALI), instituto que ha estimulado también otros grupos de principios,
como los ALI - Unidroit sobre el proceso civil transnacional.
716SWANN, Stephen. “Bases conceptuales del derecho delictual propuestos [sic] por el grupo de
estudios para un có digo civil europeo”. En: Indret Revista para el aná lisis del derecho. Versió n
digital disponible en: http://www.indret.com/pdf/130_es.pdf (visitado en marzo 23 de
2010). p. 7.
892 Los Principios de Derecho Europeo de la Responsabilidad Civil (PETL) fueron
presentados en Viena en el añ o 2005 por el Grupo de Tilsburg, hoy conocido como el European
Group on Tort Law, luego de una investigació n de má s de una década por parte de un grupo de
profesores y abogados expertos en el Derecho de la responsabilidad civil de los diferentes países de
Europa, Estados Unidos, Israel y Sudá frica. Varios de los miembros del European Group on Tort Law
participaron en la redacció n de proyectos legislativos en cada uno de sus países, mientras que otros
son expertos en el campo de los seguros. Algunos hicieron sus aportes desde el common law y otros
desde el civil law, lo que confiere al proyecto un carácter que, se advierte sin dificultad, facilitaría la
armonizació n de los ordenamientos de países que, aunque pertenecientes a familias jurídicas
distintas, pertenecen a un mercado comú n, y requieren de un entorno jurídico que no le sea extrañ o
a ninguno de ellos.
893 Esta variedad de perspectivas y de opiniones, hace de los PETL una importante fuente
de aná lisis sobre el futuro y la tendencia de la responsabilidad civil extracontractual, pues el
objetivo de esta propuesta es el mejoramiento y la armonizació n del Derecho de la responsabilidad
civil en Europa.
894 En esta secció n analizaremos entonces los temas y disposiciones má s importantes de los
PETL bajo la ó ptica de la objetivació n de la responsabilidad civil extracontractual y del
749
tratamiento que se le da la culpa como factor de imputació n, con el fin de identificar la orientació n
internacional en la materia.
895 Veamos:
920 No obstante ello, finalmente se decidió acoger la noció n objetiva de culpa segú n la cual
cualquier desviació n del está ndar de conducta (del bonus pater familias) se considera como
culpa, y quedó plasmada así en el articulado:
926 Es claro que estas circunstancias particulares que se enuncian, no hacen má s laxo el
modelo de conducta exigible, sino que, por el contrario, lo vuelven má s riguroso pues la
determinació n de la culpa ya no obedece a criterios morales subjetivos, y ni siquiera a criterios de
negligencia como reproche personal que puedan ser susceptibles de valoraciones diversas segú n
el contexto personal del
38 WIDMER, Ob. Cit., p. 105 (nota al pie de pá gina nú mero 8, en relació n con Christian Von Bar).
39 Segú n veremos má s adelante, los PETL le dan gran importancia al valor de los intereses
protegidos.
927 (Capítulo II de los PETL, sobre el Dañ o)
928 juez. En esas condiciones, no sería idéntico el concepto de negligencia de un juez
formado, por ejemplo, en una disciplina religiosa conservadora, que el de un juez formado bajo
esquemas má s liberales. Por ello, el concepto de culpa que delimita el modelo de conducta
exigible resulta menos abierto -y por ello má s riguroso- cuando se lo entiende normativamente.
No es casualidad que en idiomas como el inglés y el francés se utilicen palabras diferentes para
referirse a esos dos conceptos que en españ ol se recogen en la voz culpa. Así, en inglés se utiliza
principalmente fault para el sentido normativo, mientras que se reservan palabras como blame o
culpability para sentidos que se aproximan má s al reproche; y cosa similar sucede con la
expresió n francesa faute, tal como ha puesto de presente Tamayo Jaramillo .722
929 Entre más importante sea el interés protegido, má s peligrosa sea la actividad
desempeñ ada, más experta sea la persona, má s previsible sea el dañ o, má s confianza tengan las
personas implicadas, má s disponibles y asequibles sean las medidas de precaució n del dañ o ,723
má s fácil será calificar como culposa la conducta del agente.
930 Y ello nos permite afirmar que esta noció n objetiva de culpa sí permite tener en
cuenta las circunstancias particulares del agente, pero só lo en tanto que éstas hagan el modelo
más riguroso y exigente. Por ejemplo, a alguien experto se le exige mayor cuidado,
754
pericia y previsió n; a alguien se le puede reprochar el haber emprendido actividades
para las cuales no está suficientemente capacitado; a mayor cercanía entre las partes,
más puede esperarse que presten atenció n a sus respectivos intereses.
931 Esta objetivació n de la culpa, lleva entonces a una mayor posibilidad de
establecer la responsabilidad, pues la culpa se analiza a través de una apreciació n
puramente objetiva donde es fá cilmente constatable que la persona se desvió del
riguroso modelo de comportamiento del buen padre de familia.
referente
726 KOCH, Bernard: Responsabilidad de la empresa. En: MARTÍN CASALS, Miquel (Coord.): Principios de
Derecho Europeo de la Responsabilidad Civil, Texto y Comentario. Pamplona: Aranzadi, 2008. p. 139.
48 KOCH, Ob. Cit., p. 143.
Felisa Baena Aramburo
975 que dice que la empresa será responsable, también afirma que
lo será del daño causado por el “defecto”, es decir, será responsable del
daño que sea causado por una desviación del estándar (ya que así define
“defecto”). Y contrario sensu, si el daño no es causado por una desviación del
estándar, no habría responsabilidad. En suma, la desviación del estándar
parece ser sólo otra forma de denominar la culpa.
7. La consagració n de responsabilidades objetivas. El profesor Bernard Koch, acerca del el
Capítulo 5 de los PETL sobre responsabilidad objetiva, comenta que “la responsabilidad
objetiva y la responsabilidad por culpa son alternativas para una conveniente clasificació n y
exposició n, pero un examen más pormenorizado sugiere que, en realidad, má s que dos
categorías existe entre ambas un conti- nuum”,4S y que el extremo de ese continuum sería el Art.
5:101 con la regulació n de la responsabilidad por actividades anormalmente peligrosas.
976 Los PETL consagraron pues, en su artículo 5:101, la responsabilidad objetiva para
aquellos supuestos de riesgos extremos (actividades anormalmente peligrosas), dejando
abierta la puerta para la consagració n de otros supuestos de responsabilidad objetiva. Es decir,
proporciona una base comú n, y deja espacio para ampliar dicha responsabilidad a otros casos.
760 977 El Grupo renunció a enunciar caso por caso las distintas actividades
peligrosas que pudieran dar origen a la responsabilidad objetiva, como es el caso de
los animales fieros, por la dificultad de elaborar una lista enunciativa y omnicom-
prensiva de dichos actividades que fueran reconocidas por todos los ordenamientos
jurídicos.
727 Segú n explica KOCH, el derecho inglés es muy cauto y só lo permite acciones basadas en
responsabilidad objetiva en un nú mero muy limitado de casos (tales como accidentes con
animales peligrosos), mientras que los accidentes de trá fico quedan sujetos al derecho de la
responsabilidad civil tradicional (en particular a la regulació n del tort de negligencia).
KOCH, Ob. Cit., p. 147.
LA OBJETIVACIÓ N DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL EN COLOMBIA...
989 mente en una mera diferencia en el estilo de legislar sino que afecta
obviamente el alcance de la responsabilidad objetiva.
990 Como bien lo afirma Koch:
991 “Por su propia naturaleza, una cláusula general tiende a permitir la
responsabilidad objetiva en má s casos que los que vienen regulados en piezas
concretas de legislació n, que se centran en tipos de riesgos específicos”.50
992 Por ello, el Grupo optó por adoptar una fó rmula amplia y general que
permita tener una base comú n como estándar mínimo que permita
simultá neamente reconocer los regímenes de responsabilidad objetiva ya
existentes.
993 La responsabilidad por actividades anormalmente peligrosas regulada
en este capítulo, prescinde pues, totalmente, del aná lisis de conducta del agente.
994 Tal y como lo afirma KOCH:
995 “La responsabilidad que establece en este artículo no se basa en modo
alguno en la culpa, ni siquiera en la má s leve que quepa imaginar. Aunque el
demandado haya ejercido el máximo cuidado tanto desde el punto de vista del está ndar
objetivo como del subjetivo, responderá por los dañ os causados por la fuente de peligro
que se encuentra dentro de su esfera”.
b. Peligro anormal. Este término, por incluir el vocablo “anormal”, se ha prestado para
difíciles interpretaciones. Sin embargo, dentro del Grupo se determinó que para determinar qué
actividades constituyen un peligro anormal, se deben tener en cuenta dos cosas: la frecuencia
del dañ o, que se determina mediante las leyes de la probabilidad, y su gravedad, que se analiza
a la luz de la indemnizació n necesaria para restaurar los intereses lesionados y el valor de
dichos intereses.728
c. Uso comú n. Al determinarse que una actividad es anormalmente peligrosa cuando no
es de uso comú n, surge la duda sobre el alcance de este término. Al respecto, el Restatement
(Third) of Torts: Liability for Physical Harm, del American Law Institute, definió que “una
actividad es claramente de uso comú n si en la comunidad la lleva a cabo una gran parte de la
població n”729 siendo la comunidad en este caso las personas que se hallan en situació n de riesgo
en tales circunstancias.
998 Koch730 explica que incluso si una persona ejerce una actividad por primera vez, puede
invocar esta excepció n si la actividad que lleva a cabo es típicamente de uso comú n para el
ciudadano medio. Ademá s relata que esto ha sido “convincentemente” explicado apuntando a la
idea de reciprocidad. Si muchos actores crean un riesgo significativo con su actividad, ese
peligro se considera, sin embargo, “impuesto, unos a otros, por una mayoría”.731
999 En tal sentido, explica Koch, la actividad de conducció n de vehículos quedaría, de 763
plano, descartada del alcance de este artículo sobre actividades anormalmente peligrosas.
Aunque, aclara, dicha actividad puede hallarse sujeta a responsabilidad objetiva conforme a los
regímenes nacionales a los que remite el Art. 5:102. Por el contrario, transportar explosivos
químicos altamente inflamables en un buque-cisterna no podría excluirse aplicando esta regla.
1000 También aclara este mismo autor 732que mientras que una actividad a la que se dedica
un elevado nú mero de personas será típicamente objeto de uso comú n, lo contrario no es
necesariamente cierto: aunque sean pocas las personas que se dediquen a una actividad que
conlleve un riesgo de dañ o significativamente elevado, todavía puede tratarse de una actividad
de uso comú n.
728Segú n Koch, de esa forma los intereses como la vida y la integridad física está n mejor
protegidos. Koch, Bernard. Ob. Cit., p. 149 y 150.
729 Restatement (Third) of Torts: Liability for Physical Harm, of American Law Institute.
730 KOCH, Bernard. Ob. Cit., p. 150
731 Restatement (Third) of Torts: Liability for Physical Harm.
732 KOCH, Ob. Cit., p. 150.
LA OBJETIVACIÓ N DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL EN COLOMBIA...
1001 En relació n con el requisito del “uso comú n”, Koch pone de presente
que en el comentario al artículo 20 del American Restatement (Third) of Torts,
encontramos una especie de fundamento para la existencia de la responsabilidad
objetiva en estos casos, que consiste en que “cuanto má s comú n es la actividad,
má s probable es que los beneficios de la misma se distribuyan ampliamente en la
comunidad”, por lo que concluye que “el atractivo de la responsabilidad objetiva
es má s poderoso cuando los riesgos se imponen a los terceros y los beneficios,
por el contrario, se concentran en pocas manos”.733
1002 También es importante notar, como lo pone de presente Koch, 734 que
muchas actividades que en principio son excepcionales, con el tiempo pueden
convertirse en “de uso comú n”, y tal es el caso de la aviació n en los Estados
Unidos, actividad que se consideró durante un tiempo como anormalmente
peligrosa, pero que en la actualidad no es objeto de ningú n régimen de
responsabilidad objetiva en la mayoría de los Estados.
1003 Este criterio del “uso comú n” para determinar si se está en presencia de
una actividad anormalmente peligrosa merece ser analizado, pues puede llegar a
ser insatisfactorio. El uso comú n es un término suficientemente vago como para
generar toda clase de dudas al analizar las determinadas actividades que se
pretendan calificar como de “anormalmente peligrosas”. ¿Cuá nta parte es una
764
gran parte de la població n? ¿Deben hacerse estadísticas e investigaciones de la
ciudad o regió n donde ocurrió el accidente o el hecho dañ oso para poder calificar
una actividad como anormalmente peligrosa? Por ejemplo, la prá ctica totalidad
de los agricultores usan pesticidas de algú n tipo, lo que indicaría un uso comú n
de estas sustancias. Si alguien resultara intoxicado con los pesticidas, segú n el
criterio del uso comú n, se trataría de una responsabilidad por culpa debido a que
no es una peligrosidad “anormal”. 735
d. Guardiá n. Los PETL no definieron tampoco la calidad de guardiá n, pero en
el Grupo se sobreentendió que se iba a seguir la prá ctica existente en los países
europeos en relació n con la definició n de guardiá n como persona que explota una
cosa o actividad peligrosa y que tiene el control efectivo de la misma,
descartando el elemento del beneficio econó mico por su evidente inconveniencia
en
1004
1005 casos de actividades anormalmente peligrosas desarrolladas por entidades sin ánimo de lucro.
1006 Conclusió n sobre la responsabilidad objetiva por actividades anormalmente peligrosas en los PETL
1007 En conclusió n, las actividades anormalmente peligrosas reguladas en este capítulo bajo un
régimen objetivo de responsabilidad, son evidentemente excepcionales, por lo que la mayoría de
actividades quedan finalmente comprendidas dentro del régimen general de culpa consagrado en el
Capítulo 4 de los PETL.
1008 Ahora, para las actividades que sí son peligrosas, pero no “anormalmente” peligrosas, los PETL
consagraron la posibilidad (que por demá s es obvia, pero que en todo caso quisieron dejar clara) de que
los diferentes países lo regulen bajo sus propias normas (que ya existen en la mayoría de ordenamientos
jurídicos).
1009 Ello constata que la regulació n de la responsabilidad objetiva por actividades anormalmente
peligrosas no es má s que una regla comú n y mínima para aquellos casos de riesgos extremos.
1010 Al respecto afirma Koch:
1011 “Como que el Grupo decidió reducir su propia formulació n de la 765
responsabilidad objetiva (Art. 5:501) ciñ éndola a un concepto muy estricto, que só lo
abarca actividades anormalmente peligrosas, el resto de casos de responsabilidad objetiva hoy regulados en los
ordenamientos europeos tenían que ser objeto de otra norma ”.59
1012 Finalmente, es importante destacar la posibilidad que se plasmó en el pará grafo 2 del Art. 5:102
de establecer por analogía otros supuestos adicionales de responsabilidad objetiva en aquellos casos en
que se origine un riesgo parecido de dañ o al contemplado en el artículo sobre actividades anormalmente
peligrosas. Ello eventualmente podría permitirle a los tribunales una aplicació n má s có moda y un
tratamiento má s equitativo, aunque puede generar incertidumbre y cierto riesgo para la defensa del
demandado, que no sabrá de antemano a qué régimen de responsabilidad se enfrenta. Esta regla de la
analogía fue tomada del Proyecto Suizo, Art. 50.
9. Causales de exoneració n en casos de responsabilidad objetiva. En el capítulo VII, se consagra en
primer lugar el artículo 7:101 sobre las causas de justifi-
1013 cació n y luego el artículo 7:102 que contempla las causales de exoneració n que
operan específicamente sobre los casos de responsabilidad objetiva.
768 1029 La noció n objetiva de culpa que se acogió en los PETL sí permite tener en cuenta las
circunstancias particulares del agente, pero só lo en tanto que éstas hagan el modelo má s
riguroso y exigente al demandar del agente.
1030 La consagració n de la inversió n de la carga de la prueba en los supuestos de dañ os
causados por actividades de peligrosidad intermedia, constituye, sin duda, un paso hacia la
objetivació n de la responsabilidad, pues se buscó endurecer el régimen en casos de actividades
que revisten cierta peligrosidad que no es suficiente para aplicarles el régimen de
responsabilidad objetiva.
1031 En el régimen de la responsabilidad de la empresa, si bien está basado en la culpa,
opera una presunció n de la misma, lo cual evidentemente desplaza este régimen hacia una
responsabilidad má s objetiva. Probado por el demandante un defecto en la esfera de la
empresa y que ese defecto fue la causa del dañ o, se presume la culpa de la empresa, quien
deberá rebatir dicha presunció n demostrando diligencia y cuidado.
Felisa Baena Aramburo
1032 Los PETL consagraron en su artículo 5:101, la responsabilidad objetiva para aquellos
supuestos de riesgos extremos (actividades anormalmente peligrosas), responsabilidad que no
se basa en la culpa. Aunque el demandado haya ejercido el máximo cuidado, responde por los
dañ os causados por la fuente de peligro que se encuentra dentro de su esfera.
1033 Para determinar qué actividades constituyen un peligro anormal, se deben tener en
cuenta dos cosas: la frecuencia del dañ o, que se determina mediante las leyes de la
probabilidad, y su gravedad, que se analiza a la luz de la indemnizació n necesaria para
restaurar los intereses lesionados y el valor de dichos intereses. Ademá s, para que dicha
actividad quede cobijada por el artículo 5:101 sobre responsabilidad por actividades peligrosas,
ésta no puede ser de uso comú n.
1034 Las actividades anormalmente peligrosas reguladas bajo un régimen objetivo de
responsabilidad, resultan ser excepcionales, por lo que la mayoría de actividades quedan
finalmente comprendidas dentro del régimen general de culpa consagrado en el Capítulo 4 de
los PETL.
1035 Tal y como lo afirma el Profesor Pierre Widmer, hay una “relació n dialéctica” entre la
responsabilidad basada en la culpa y la responsabilidad objetiva. La ú ltima empieza y se
justifica só lo a partir del punto en que la primera no es capaz de otorgar una compensació n
social y econó micamente adecuada del dañ o (inevita- ble)”.60 769
1040 CONTENIDO:
I. Introducció n
II. El dañ o causado por animales en otros países
III. La responsabilidad por el dañ o causado por animales en Colombia
IV. Aspectos problemá ticos para la responsabilidad por el dañ o causado por animales en los
artículos 2353 y 2354 del Có digo Civil
V. Responsabilidad por dañ os causados por perros potencialmente peligrosos
771
VI. Responsabilidad del estado por el dañ o causado por animales
VII. Responsabilidad penal por el dañ o causado por animales
VIII. Bibliografía
I. INTRODUCCIÓ N
1041 En el basto mundo jurídico de la responsabilidad, civil y del estado, contractual y
extracontractual, uno de los elementos fundamentales es el hecho dañ oso. É ste puede tener
origen en el denominado hecho propio, es decir, que el dañ o es causado de manera directa por la
persona autora del mismo. También puede tener origen en el denominado hecho ajeno o llamado
también, responsabilidad por el hecho de otro, para comprender que ya la responsabilidad no es
directa
1042 como en el hecho propio, sino que, se responde porque una persona que está bajo el
cuidado, vigilancia, control o dependencia de otra, es la que ocasiona de manera directa el dañ o.
El hecho dañ oso también puede tener origen cuando el dañ o es causado con cosas, y se distingue
entre cosas inanimadas y cosas animadas. Las primeras referidas a dañ os ocasionados por ruina
de edificios o cosas que caen de la parte alta de éstos, la segunda, referida a dañ os ocasionados
por animales.
1043 Con respecto a la divisió n de cosas inanimadas y cosas animadas, es preferible obviar
esa divisió n ya que como lo advierte RAMÓ N DANIEL PIZARRO:737
1044 “Tal terminología, empero, no parece apropiada. Animado (o animada)
significa, segú n el diccionario, “que tiene á nima” o está “vivo”. Á nima, por su parte,
significa “alma”, “principio vital”. La voz alma tiene entre sus acepciones la de ser
“sustancia espiritual capaz de entender, querer y sentir que informa el cuerpo humano y
con él constituye la esencia del hombre”. Tal noció n, por extensió n, es aplicada al
principio sensitivo que da vida e instinto a los animales y vegetativo que nutre y alimenta
las plantas. Inanimado significa por lo tanto, carecer de tales atributos o propiedades. Así
entendida la cuestió n, los dañ os causados por cosas animadas no deberían circunscribirse
só lo a los producidos por animales sino también a los causados por la intervenció n activa
de vegetales (v.gr, las raíces de un á rbol), que también son seres vivos y animados en el
772 sentido indicado en ú ltimo término.
1045 De allí que sea preferible hablar de dañ os causados por
las cosas, en general, y que en temas como el que nos ocupa, utilicemos la
locució n más específica de dañ os causados por animales (en lugar de
dañ os causados por cosas animadas”.
1046 El hecho dañ oso también puede tener origen en ejercicio de
actividades peligrosas o riesgosas y, también, ese hecho dañ oso puede tener
origen en el denominado hecho dañ oso delictual. De ahí que, conforme el Art.
1494 del Có digo Civil, el hecho que ha inferido injuria o dañ o a otra persona,
como en los delitos, es fuente de obligaciones.
1047 Como se ve, si el hecho es elemento de la responsabilidad, bien
contractual o extracontractual, ya civil o del Estado, uno de los hechos mediante
los cuales se pueden ocasionar dañ os con vocació n reparatoria, es el causado por
animales. Si bien, la mayoría de hechos dañ osos eran causados por animales, en
la época moderna, la mayoría de hechos dañ osos son causados con la má quina,
entendida
737PIZARRO, Ramó n Daniel. Responsabilidad civil por riesgo creado y de empresa. ed. Buenos
Aires. La ley. 2006. P. 423.
Saú l Uribe García
1048 ésta desde muy diversos espectros dado el avance científico y tecnoló gico, pero
mientras exista el animal, seguirá n existiendo dañ os causados por éste, así sea con menor
frecuencia.
1049 JUAN J. CASIELLO738 afirma que desde la redacció n del Có digo Civil mucha agua ha
pasado bajo los puentes desde entonces, y mucho se ha desarrollado el tema de la Responsabilidad
Civil, al punto que esto de los dañ os causados por animales ya casi parece un dato de la historia del
derecho, ajeno a la problemá tica actual enfrentada con la nuevas fuentes de dañ os potenciales,
resultantes de la estructura y diná mica de la sociedad industrial, y luego de la pos-industrial
contemporá nea. En el mismo sentido, LEYSSER L. Leó n739 después de citar Jurisprudencia reciente
respecto a dañ os causados por animales, dice que es un tema que con el impiadoso paso del tiempo,
en primera vista, parece haber quedado relegado en el repertorio, permanentemente renovado, de
la Responsabilidad Civil.
1050 No obstante que en la actualidad los dañ os causados tengan origen, en su mayoría, en
hechos donde se utiliza la má quina y no por animales como en antañ o solía ocurrir, amerita
reflexió n y aná lisis ya que en los ú ltimos añ os y precisamente debido al avance en el tema de la
responsabilidad, el criterio de imputació n, cuando el dañ o es causado por animales, ha variado,
para pasar de una simple culpa presunta, al riesgo o peligro, en la mayoría de casos. Si los animales
servían en otra época para el transporte y las labores habituales, en la era moderna y en las
773
ciudades, se utiliza la tecnología, pero queda un animal que en estas grandes ciudades es el que
acompañ a al hombre, me refiero al perro, y tal como lo manifiesta FERNANDO DE TRAZEGNIES :740
1051 “un animal sumamente importante como productor de dañ os fue el caballo,
debido a su uso difundido con fines de transporte: los accidentes de circulació n causados
por caballos o por vehículos tirados por caballos fueron frecuentes hasta comienzos de este
siglo. De otro lado, esta promiscuidad de hombres y caballos, nacida de la utilidad de estos
para los fines indicados, generaba accidentes de alguna manera independientes de la
voluntad humana, tales como fracturas de huesos causados por coces, mordiscas, etc. En la
época actual, los accidentes de circulació n son causados fundamentalmente por má quinas; y
dentro de las ciudades casi los ú nicos animales peligrosos que quedan son los perros
bravos”.
738CASIELLO, Juan. J. Responsabilidad por dañ os causados por animales. En: Responsabilidad civil,
doctrinas esenciales. Parte Especial. Buenos Aires. Abeledo Perrot. 1987. P. 853.
739LEYSSER, Leó n. L. La responsabilidad civil. Líneas fundamentales y nuevas perspectivas. 2- ed.
Lima. Jurista Editores. 2007. P. 349
740 DE TRAZEGNIES, Fernando. La responsabilidad extracontractual. 5- ed. Bogotá . Temis. 1999. P.
298
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
1052 Los dañ os causados por perros, podría decirse que en la actualidad, son los que
con mayor frecuencia se presentan debido a que, respetando el derecho a la intimidad y al libre
desarrollo de la personalidad, gran nú mero de personas que habitan en las ciudades, tienen
como mascotas o compañ ía, a los perros. De igual manera, en las zonas rurales donde estos son
utilizados, bien como compañ ía, ora, para la vigilancia.
1056 FRANCIA.
1057 Art. 1385: “El propietario de un animal, o quien se sirve de éste, es
responsable, mientras lo use, del dañ o que el animal haya causado; ya sea que estuviere
el animal bajo su guarda, ya sea que se hubiere perdido o escapado”.
1058 En Francia no se diferencia entre animal fiero y no fiero y el responsable es el
que tenga la guarda del animal. Afirma MAZEAUD - TUNC ,741 742 que la jurisprudencia decide en
la actualidad que el propietario o el usuario del animal no puede librarse de la responsabilidad
que le incumbe sino demostrando el caso fortuito, la fuerza mayor o la causa ajena. Probar que
no ha cometido ninguna culpa no resulta suficiente.
1059 ESPAÑA.
1060 Art. 1905 “El poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable
de los perjuicios que causare, aunque se le escape o extravíe, só lo cesará esta
responsabilidad en el caso de que el dañ o proviniera de fuerza mayor o de culpa del
que lo hubiese sufrido”.
1061En Españ a no se distingue si es animal fiero o no fiero. La doctrina de este país,743 es
741 MAZEAUD, Henry y Leó n. TUNC, André. Tratado teó rico y prá ctico de la responsabilidad
civil. 59 ed. T.
742segundo. V. uno. Buenos Aires. Ediciones Jurídicas Europa- América. 1962. P. 61
743 DE Á NGEL YAGÜ EZ, Ricardo. Tratado de responsabilidad civil. 3 S ed. Civitas. Madrid. 1993. P.
Saú l Uribe García
uná nime en manifestar que es una responsabilidad objetiva, con fundamento en el riesgo ya
que la ú nica forma de que el demandado se exonere es probando fuerza mayor o culpa
exclusiva de la víctima.
1062 ITALIA.
1063 Art. 2052: “El propietario de un animal, o quien se sirve de él, mientras dure
el uso, es responsable del dañ o causado por el animal, sea que éste se encontrara bajo
su custodia, sea que se hubiera escapado o extraviado, a menos que pruebe el caso
fortuito”.
1064Igualmente en Italia no se distingue si se trata de un animal fiero o no fiero.
1065 La doctrina de este país, GIOVANNA VISINTINI744 y GUIDO ALPA745 concluye que es
una típica responsabilidad objetiva.
1066 PERÚ.
775
1067 Art. 1979: “El dueñ o de un animal o aquel que lo tiene a su cuidado debe
reparar el dañ o que este cause, aunque se haya perdido o extraviado, a no ser que
pruebe que el evento tuvo lugar por obra o causa de un tercero”.
1068En Perú tampoco distingue si se trata de un animal fiero o no fiero, basta que el dañ o
haya sido ocasionado por un animal. Con respecto al criterio de imputació n, la doctrina de este
país con TRAZEGNIES746 y LEYSSER L. LEÓ N,747 concluyen que el criterio de imputació n es el
riesgo.
744VISINTINI, Giovanna. Tratado de la responsabilidad civil. Tomo 2. Buenos Aires. Astrea. 1999. P. 381
745ALPA, Guido. Nuevo tratado de la responsabilidad civil. 1s ed. Lima. Jurista editores. 2006. P. 881
746 DE TRAZEGNIES, Fernando. Ob. Cit., P. 303
747 LEYSSER, Leó n. L. Ob. Cit., P. 368
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
1071 BRASIL
1072 Artículo 936: “El dueñ o, o el detentador de una animal resarcirá el dañ o
por éste causado, sino prueba culpa de la víctima o fuerza mayor”.
1073 CHILE.
1074 Artículo 2326: “El dueñ o de un animal es responsable de los dañ os
causados por el mismo animal, aun después que se haya soltado o extraviado; salvo que
la soltura, extravío o dañ o no pueda imputarse a culpa del dueñ o o del dependiente
encargado de la guarda o servicio del animal.
1075 Lo que se dice del dueñ o se aplica a toda persona que se sirva de un
animal ajeno; salva su acció n contra el dueñ o, si el dañ o ha sobrevenido por una calidad
o vicio del animal, que el dueñ o con mediano cuidado o prudencia debió conocer o
prever, y de que no le dio conocimiento”.
1076 Artículo 2327: “El dañ o causado por un animal fiero, de que no se reporta
776
utilidad para la guarda o servicio de un predio, será siempre imputable al que lo tenga,
y si alegare que no le fue posible evitar el dañ o, no será oído”.
1077 ECUADOR.
1078 Artículo 2253: “El dueñ o de un animal es responsable de los dañ os
causados por éste, aú n después que se haya suelto o extraviado; salvo que la soltura,
extravío o dañ o no puedan imputarse a culpa del dueñ o o del dependiente encargado de
la guarda o servicio del animal.
1079 Lo que se dice del dueñ o se aplica a toda persona que se sirva de un
animal ajeno; salva su acció n contra el dueñ o, si el dañ o ha sobrevenido por una calidad
o vicio del animal, que el dueñ o con mediano cuidado o prudencia debió conocer o
prever, y de que no le dio conocimiento”.
1080 Artículo 2254: “El dañ o causado por un animal fiero de que no se reporta
utilidad para la guarda o servicio de un predio, será siempre imputable al que lo tenga;
y si alegare que no le fue posible evitar el dañ o, no será oído”.
Saú l Uribe García
1081 URUGUAY.
1082 Artículo 1328: “El dueñ o de un animal es responsable del dañ o que este
cause aun después que se haya soltado o extraviado, salvo que la soltura o extravío o
dañ o no pueda imputarse a culpa del dueñ o o de sus dependientes encargados de la
guarda o servicio del animal.
1083 Lo que se dispone respecto del dueñ o es aplicable a toda persona que se
sirva de una animal ajeno, salva su acció n contra el dueñ o, si el dañ o provino de un
vicio del animal que aquel debía conocer o prevenir y de que no le dio conocimiento”.
1084 Artículo 1329: “El dañ o causado por un animal salvaje o feroz será siempre
imputable a quien lo tenga bajo su guarda, sea o no su propietario, aunque no le
hubiese sido posible evitar el dañ o y aunque el animal se hubiese soltado sin su culpa.
1085 Lo dispuesto precedentemente no será aplicable a las autoridades y
funcionarios de los parques o jardines zooló gicos estatales o municipales, respecto de
los cuales regirá lo establecido en el artículo anterior. La misma regla se aplicará a los
propietarios de los parques o jardines zooló gicos privados guardianes de los mismos y
dependientes encargados de la guarda de los animales”.
1086 Artículo 1329 - 1: “A los efectos del artículo anterior, se consideran animales
feroces o salvajes los que no son ordinariamente domesticables o son peligrosos para
los seres humanos por su agresividad, costumbres, tamañ o o fuerza, tales como:
777
grandes felinos, paquidermos, osos, cocodrilos, ofidios venenosos y boas, primates
grandes y medianos, lobos, gatos monteses, jabalíes y similares.
1087 No exime de esta calificació n el hecho de que el animal haya sido criado por
seres humanos y en régimen de domesticidad”.
1088 PARAGUAY.
1089 Artículo 1853: “El propietario de un animal, o quien se sirve de él, durante el
tiempo que lo tiene en uso, es responsable de los dañ os ocasionados por el animal, sea
que estuviese bajo su custodia, o se hubiese escapado o extraviado, si no probase caso
fortuito, o culpa de la víctima o de un tercero”.
1090 Artículo 1854: “El dañ o causado por un animal feroz, será siempre
imputable al dueñ o o guardiá n, aunque no le hubiese sido posible evitar el dañ o, y
aunque el animal se hubiere soltado sin culpa de ellos”.
1091 MÉXICO.
1092 Artículo 1929: “El dueñ o de un animal pagará el dañ o causado por este, si no
probare alguna de estas circunstancias:
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
1098 ARGENTINA.
1099Artículo 1124: “El propietario de un animal, doméstico o feroz, es responsable
del dañ o que causare. La misma responsabilidad pesa sobre la persona a la cual se
hubiere mandado el animal para servirse de él, salvo su recurso contra el propietario”.
1100Artículo 1125: “Si el animal que hubiere causado el dañ o, fue excitado por un
tercero, la responsabilidad es de éste, y no del dueñ o del animal”.
1101Artículo 1126: “La responsabilidad del dueñ o del animal tiene lugar aunque el
animal, en el momento que ha causado el dañ o, hubiere estado bajo la guarda de los
dependientes de aquél. No se salva tampoco la responsabilidad del dueñ o, porque el
dañ o que hubiese causado el animal no estuviese en los há bitos generales de su
especie”.
778 1102Artículo 1127: “Si el animal que causó el dañ o, se hubiese soltado o extraviado
sin culpa de la persona encargada de guardarlo, cesa la responsabilidad del dueñ o”.
1103Artículo 1128: “Cesa también la responsabilidad del dueñ o, en el caso en que el
dañ o causado por el animal hubiese provenido de fuerza mayor o de una culpa
imputable al que lo hubiese sufrido”.
1104Artículo 1129: “El dañ o causado por un animal feroz, de que no se reporta
utilidad para la guarda o servicio de un predio, será siempre imputable al que lo tenga,
aunque no le hubiese sido posible evitar el dañ o, y aunque el animal se hubiese soltado
sin culpa de los que lo guardaban”.
1105Artículo 1130: “El dañ o causado por un animal a otro, será indemnizado por el
dueñ o del animal ofensor si éste provocó al animal ofendido. Si el animal ofendido
provocó al ofensor, el dueñ o de aquél no tendrá derecho a indemnizació n alguna”.
1106Artículo 1131: “El propietario de un animal no puede sustraerse a la obligació n
de reparar el dañ o, ofreciendo abandonar la propiedad del animal”.
1107 Es el ú nico país que en el Có digo Civil depara tantos artículos para el tema de la
responsabilidad por el dañ o causado por animales. É ste sí distingue entre
Saú l Uribe García
1108
1109 animales domésticos y animales fieros. Con respecto al criterio de imputació n, la doctrina de este país
concluye:
1110 “Por los demá s, el distingo entre animales domésticos y feroces tiene su razó n de ser: cuando el
dañ o ha sido ocasionado por los primeros, la ley só lo establece una presunció n de culpa contra el dueñ o o
guardiá n, susceptible de prueba en contrario por las vías expresamente previstas en los artículos 1127 y 1128 del
Có digo Civil; mientras que en el caso del dañ o causado por un animal feroz que no reporte ninguna utilidad para
la guarda o servicio de un predio se imputa siempre responsabilidad al que lo tenga, aunque el animal se hubiese
soltado sin culpa de quienes lo guardaban. Vale decir, que en este ú ltimo supuesto, la responsabilidad ya no se
funda en una falta presumida de vigilancia, sino en la circunstancia objetiva de tener consigo el dueñ o o guardiá n
semejante animal, que por sí sola envuelve una gran imprudencia”. 12
12 TRIGO REPRESAS, Félix A. LÓ PEZ MESA, Marcelo J. Tratado de la responsabilidad civil. El derecho de
dañ os en la actualidad: teoría y prá ctica. 19 ed. Buenos Aires. La ley. 2004. P. 392.
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
1118 El concepto de animal desde el punto de vista civilista lo trae el Có digo Civil en los artículos 685 y
siguientes.
1119 El Artículo 686 ibídem, prescribe: “La caza y pesca son especie de ocupación por las cuales se adquiere el
dominio de los animales bravios".
1120 El Artículo 687 ibídem, prescribe:
1121 “Se llaman animales bravíos o salvajes los que viven naturalmente libres e independientes del
hombre, como las fieras y los peces; domésticos los que pertenecen a especies que viven ordinariamente bajo la
dependencia del hombre, como las gallinas, las ovejas; y domesticados los que, sin embargo de ser bravíos por su
naturaleza, se han acostumbrado a la domesticidad, y reconocen en cierto modo el imperio del hombre.
1122 Estos ú ltimos, mientras conservan la costumbre de volver al amparo o dependencia del hombre,
siguen la regla de los animales domésticos, y perdiendo esta costumbre vuelven a la clase de los animales
bravíos".
1123 De manera concreta los artículos 693, 695, 696, 697 y 698 del Có digo Civil prescriben la forma como se
adquiere el dominio de los animales bravíos y los animales domésticos. Además, el artículo 29 de la ley 84 de 1989 (por
la cual se adopta el Estatuto Nacional de Protecció n de los Animales y se crean unas contravenciones y se regula lo
referente a su procedimiento y competencia), regula la caza de animales silvestres, bravíos o salvajes.
780 1124 Para efectos de los artículos 2353 y 2354 del Có digo Civil, esa distinció n entre animales bravíos o
salvajes, domésticos y domesticados pierde toda trascendencia ya que en este punto estamos de acuerdo con el
Doctor JAVIER TAMAYO JARAMILLO cuando afirma:
1125 “Puede existir la tendencia a identificar los conceptos de animal fiero o animal salvaje o bravío;
sin embargo, las nociones no son iguales. En efecto, muchos animales, siendo salvajes, son mansos; por ejemplo,
los peces, las ardillas, etc., otros, por el contrario, siendo domésticos o domesticados conservan una agresividad
que esperada o inesperadamente los lleva a atacar a las personas, sin que pueda evitarse su acció n dañ ina, a no
ser que se tomen medidas extremas. Ahora bien, no se puede generalizar diciendo que el animal que ha sido
amaestrado deja de ser fiero, pues, a pesar de ello, habrá situaciones en las que el animal conserva la fiereza, no
obstante la aparente mansedumbre; desde que el dañ o se produzca por el solo instinto agresivo del animal, este
debe considerarse como fiero; si unos conejos acaban con un sembrado, estaremos en el caso del artículo 2353 del
Có digo Civil; en cambio, si un toro bravo, un perro, o un tigre lesionan a una
1126persona, estaremos ante el supuesto comprendido dentro de la responsabilidad
por los animales fieros. Pero hay que distinguir la naturaleza del dañ o para saber cuá l
es la norma aplicable en algunos casos. Si un toro de casta se introduce a un predio
vecino y allí se come el pasto que encuentra, la acció n se rige por el principio general del
artículo 2353, pues el dañ o no surge de la fiereza del animal, sino de la condició n de
inconsciencia e instinto que rige el comportamiento animal; igual dañ o habría sido
causado por un animal no fiero; en cambio, si ese mismo toro embiste a un tercero, el
dañ o debe ser imputado a su fiereza (art. 2354)”. 748
1127 En igual sentido la doctrina Italiana, manifiesta que:
1128 “Aquellos eventos esencialmente debidos, no a fuerzas incoercibles de la
naturaleza externa, ni a hechos imprevisibles e inevitables de terceros, sino a impulsos
internos, propios de la naturaleza de los animales no pueden considerarse “casos
fortuitos”, por má s que sean imprevisibles e inevitables con la comú n diligencia de
quien tiene bajo su cuidado al animal.
1129 La razó n de esta premisa - segú n la Corte di Cassazione - es que los
animales “aun cuando son mansos, conservan siempre algo de salvajes y feroces, y ello
determina, a veces, manifestaciones incoercibles de violencia y agresividad física. Estos
comportamientos, justamente en tanto expresió n de dicha esencia y naturaleza, se
imputan a quien conociendo, o debiendo conocer, su posibilidad de desarrollo y de
manifestació n - por má s imprevisibles, en el plano concreto, o inevitables que sean -
deviene propietario o simple usuario de los animales, y asume, por consiguiente, la 781
responsabilidad por tales comportamientos, en virtud del artículo 2052 del có digo
Civil”.749
1130 De esta manera se puede concluir que cuando el dañ o es ocasionado por un animal
no fiero se aplica el Art. 2353 del Có digo Civil y cuando el dañ o es ocasionado por un animal
fiero, se aplica el artículo 2354 del Có digo Civil, calidad de fiereza, se insiste, de acuerdo a como
el dañ o se haya causado.
1131 En la Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, es poco lo que se ha tratado el
tema del dañ o causado por animales, pero de acuerdo a la redacció n de las normas y la
doctrina, los requisitos para que se estructure la responsabilidad en cada uno de los eventos,
inicialmente el Art. 2353 del Có digo Civil, son los siguientes:
1. El Art. 2353 del Có digo Civil tiene aplicació n cuando el dañ o es ocasionado por
cualquier clase de animal que no sea catalogado de fiero y de acuerdo a lo
748TAMAYO JARAMILLO, Javier. Tratado de responsabilidad civil. 2 S ed. Bogotá . Legis. 2007. P. 1406.
749ALPA, Guido. Ob. Cit., p. 881 y 882
1132 que se vio en los pá rrafos anteriores, la calidad de fiero se desprende de la forma como
se haya ocasionado el dañ o y por el instinto agresivo del animal.
2. Las personas responsables pueden ser dos. En primer lugar, el dueñ o del animal que lo
tenga bajo su dominio, o también el mismo dueñ o del animal aunque éste se haya soltado o
extraviado. En segundo lugar, puede ser responsable también la persona que se sirva de un
animal ajeno. Se afirma que una persona se sirve de un animal, cuando bien lo utiliza con fines
lucrativos, con fines de comodidad o servicio o detenta la guarda del animal.
1133 Dada la redacció n del Artículo 2353 del Có digo Civil es posible que en un
evento dañ oso por un animal, adquieran la calidad de responsables tanto el dueñ o del animal
como el que se sirve de él. Verbigracia, cuando el propietario de ganado lo entrega en utilidad al
dueñ o de la finca o el propietario de la caballeriza.
1134 En este punto se observa una diferencia sustancial con respecto a países como
Francia, Italia, Españ a, México, Perú , etc., donde la redacció n de los artículos que regulan la
responsabilidad por el dañ o causado por animales, no permite la responsabilidad acumulativa.
3. Si el dependiente del dueñ o del animal es el encargado de la guarda o de alguna manera
tiene materialmente el animal o el cuidado del mismo y el dañ o
1135 782 ocurre, de todas maneras la responsabilidad, para estos efectos, es del dueñ o del animal y
eventualmente puede acumularse con la responsabilidad del dependiente si se puede probar
culpa de su parte.
4. Si el dañ o es causado por el animal estando en poder de una persona que se sirva de él
conforme el inciso segundo del artículo 2353 del Có digo Civil, éste tiene acció n contra el dueñ o
si el dañ o fue causado por una calidad o vicio del animal, que el dueñ o con mediano cuidado o
prudencia, debió conocer o prever y de que no le dio conocimiento.
5. En cuanto al criterio de imputació n, el primer inciso del Artículo 2353 prescribe que el
dueñ o del animal es responsable, salvo que la soltura, extravío o dañ o no pueda imputarse a
culpa del dueñ o, del dependiente o del que se sirve del animal. Es decir, el dueñ o del animal o el
que se sirve de él pueden exonerarse de responsabilidad de dos maneras: uno, que no se le
logre probar culpa, o, dos, que tratá ndose de la culpa presunta, se logre probar que el dañ o, aun
estando el animal suelto o extraviado, no se debió a negligencia o falta de cuidado.
1136 No obstante lo anterior, la Corte suprema de Justicia mediante sentencia de
Casació n del 25 de marzo de 1976, G.J., t. CLII, pá g. 63. Con respecto al Artículo 2353 del Có digo
Civil y la forma de exoneració n de responsabilidad, dijo lo siguiente:
1137 “En resumen de lo expuesto, como doctrina de la situació n regulada por el
artículo 2353 del Có digo Civil, cabe destacar lo siguiente:
1138 Los dañ os causados por un animal, “aun después que se haya soltado o
extraviado” comportan una presunció n de culpabilidad para su dueñ o o para la persona
que de él se sirve;
1139 La referida presunció n ú nicamente releva a quien lo invoca del deber de
probar culpa del dañ o o guardiá n del animal, porque el dañ o y la relació n de causalidad
con el hecho perjudicial debe probarlos en todo caso.
1140 Dichos dueñ os o guardiá n no pueden exonerarse de la referida presunció n de
culpabilidad limitá ndose a afirmar o a demostrar ausencia de culpa de su parte en la
ocurrencia del dañ o;
1141 Tal exoneració n o reducció n, segú n el caso, de la obligació n de resarcir el
perjuicio, segú n el claro texto del artículo 2353 só lo tiene cabida en forma total, si el
dueñ o o el guardiá n demuestran plenamente un hecho positivo y concreto consistente
en que el dañ o causado por el animal obedece a fuerza mayor o caso fortuito o culpa
exclusiva de un tercero, y en forma parcial, cuando también medió culpa de la propia 783
víctima o de un tercero y en proporció n a la influencia determinante que estos hayan
tenido en la ocurrencia del dañ o (artículo 2357 C.C.). Es obvio que si el perjuicio se
produjo como consecuencia de culpa exclusiva del damnificado, el dueñ o o el guardiá n
del animal quedan exonerados totalmente de responsabilidad”.
1142 Los anteriores son los pará metros generales para la aplicació n del Artículo
2353 del Có digo Civil.
1143 En lo que corresponde al artículo 2354 del Có digo Civil, los requisitos para su
aplicació n con los siguientes:
1. La clase de animales que se incluyen allí y que causan el dañ o, son los animales fieros.
Ya se dijo que la fiereza que caracteriza un animal está dada por la forma como el dañ o se haya
causado y por el instinto agresivo del animal.
2. El responsable será la persona que tenga el animal en el momento de ocurrir el dañ o. Ya
no será el dueñ o o el que se sirva de él y, si se trata de un dependiente, a él no podrá tenerse
como tenedor del animal para efectos de la responsabilidad
1144 del Artículo 2354 ya que de todas maneras es una persona que trabaja para quien
realmente es tenedor del animal.
3. El animal fiero no debe reportar utilidad para la guarda o servicio de un predio.
Significa lo anterior que el animal puede estar destinado para la vigilancia de un predio o bien
para prestar servicio en un predio, para cuestiones laborales y de productividad. Por predio,
segú n el diccionario de la real academia hay que entender heredad o finca. Así es que, si el
animal fiero se encuentra en un sitio diferente a lo que debe entenderse por predio, tiene
cabida la responsabilidad porque puede que esté reportando utilidad para la guarda o servicio,
pero no de un predio.
IV. ASPECTOS PROBLEMÁ TICOS PARA LA RESPONSABILIDAD POR EL DAÑ O CAUSADO POR
ANIMALES EN LOS ARTÍCULOS 2353 Y 2354 DEL CÓ DIGO CIVIL
1166 No obstante la aparente claridad que depara la lectura de los Artículos 2353 y
2354 del Có digo Civil, con la inoperancia jurídica de este ú ltimo conforme la sentencia de la
Corte Suprema de Justicia y tal como se concluyó anteriormente, no deja de presentarse
aspectos problemá ticos, de ubicació n conceptual y legal para la solució n adecuada de los
mismos. Podrían ser má s, pero los siguientes son algunos de los má s relevantes.
RESPONSABILIDAD POR DAÑ OS CAUSADOS POR ANIMALES...
1. Animales que transitan por vías pú blicas y contra ellos impactan vehículos,
motocicletas, etc. y se causa dañ o a bienes o a personas. En estos casos, es indiscutible que el
animal no ha actuado por su condició n de fiero, pero el hecho de que el propietario, el que se
sirve de él o el tenedor, no establezcan de manera adecuada el encerramiento de estos
animales y así evitar que ocupen las vías pú blicas por donde transitan vehículos, podría en
principio, ubicarse en el artículo
2353 del Có digo Civil ya que como se había afirmado anteriormente, el artículo
2354 del Có digo Civil tiene aplicació n cuando el dañ o es causado por animal fiero y que en
virtud de la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia cuando estudió el artículo 2354 en sede
constitucional, se aplica la actividad peligrosa.
1167 Pero, no resulta descabellada la idea de que se aplique la actividad peligrosa cuando
animales ocupen las vías pú blicas por donde transitan vehículos. Es incuestionable el
incremento del riesgo para causar accidentes cuando los animales ocupan vías pú blicas.
1168 Eventualmente podría configurarse la responsabilidad del Estado en los casos de
ocupació n de vías pú blicas por parte de animales, pero este tema se analizará posteriormente.
2. No es infrecuente el hecho de que ante la presencia de un animal en la vía pú blica, bien
788 que este se encuentre como obstá culo inmó vil, es decir, parado o que haga su
aparició n intempestiva y por evitar atropellarlo, los ocupantes del vehículo resulten
afectados o el mismo vehículo. En estos casos es indiscutible que se puede hablar del
dañ o causado por un animal. En primer lugar, por el hecho de estar el animal en la vía
pú blica u ocuparla intempestivamente. En segundo lugar, porque si bien, no hubo
contacto físico entre el animal y el vehículo, existe nexo de causalidad entre el dañ o
producido y la estadía del animal en la vía pú blica. En tercer lugar, la solució n es la
misma propuesta en el numeral anterior, es decir se puede utilizar el artículo 2353 o
2356 del Có digo Civil, preferiblemente éste ú ltimo.
1169 Puede ocurrir que el conductor de un vehículo, por evitar atropellar a un
animal que se encuentre en la vía pú blica, esquive el vehículo y atropelle a un peató n
u ocasione dañ os materiales. La solució n es la misma propuesta en el pá rrafo
anterior.
1170 Un aspecto adicional con respecto a este punto, es el siguiente. ¿Quién
esquiva a un animal para evitar atropellarlo en la vía pú blica y atropella a una persona u
ocasiona un accidente podría argumentar para su defensa el hecho exclusivo de
Saú l Uribe García
1171 un tercero? La jurisprudencia y la doctrina son uná nimes en aceptar que la intervenció n
exclusiva de un tercero excluye la responsabilidad y que no se requiere que ese tercero sea
identificado, cuando existe prueba de que realmente intervino, pero no se puede identificar. El
problema que se presenta es si la presencia intempestiva en la vía pú blica por parte de un
animal podría tenerse como hecho de un tercero ya que por tercero hay que entender una
persona sin ninguna dependencia jurídica con el demandado.
1172 La pregunta que surge es, ¿se puede tener como tercero al propietario, a quien
se sirve del animal o al tenedor el mismo? Consideramos que en los eventos en los que se pueda
probar la presencia del animal en la vía pú blica y se identifique al propietario, al que se sirve
del animal o al tenedor y que para evitar colisionar con él se produjo un accidente o se atropelló
a una persona, es factible invocar la causa extrañ a en su especie hecho exclusivo de un tercero.
Mutatis mutandis, si para efectos de la responsabilidad se hace responsable a quien es
propietario del animal, se sirve de él o quien es tenedor en las mismas circunstancias
planteadas, de la misma manera tiene efectos para exoneració n de responsabilidad. El tercero
no será el animal, será el propietario, el que se sirve de él o el tenedor.
1173 El aná lisis y conclusió n anterior, siempre que se presenten todos los requisitos
para que entre a operar el hecho exclusivo de tercero, como especie del género causa extrañ a,
789
porque, por ejemplo, si la presencia del animal en la vía era previsible para el conductor y lo
había avistado con antelació n, en el día, en vía recta y buen visibilidad, se complica la situació n
para que se argumente hecho de tercero.
1174 Pero queda otra alternativa de exoneració n de responsabilidad en caso de que
el dañ o se produzca cuando se esquiva al animal sin tener contacto con éste y es la
argumentació n de la fuerza mayor o caso fortuito, sin importar si el propietario del animal fue
identificado o no. Piénsese por ejemplo en la ocupació n intempestiva de la vía de un perro
“callejero” y el conductor en la reacció n, ocasiona dañ o a personas o cosas. En este evento, vale
la fuerza mayor o caso fortuito como causal de exoneració n de responsabilidad, se advierte,
siempre que se prueben todos los elementos de la causa extrañ a, esto es: imprevisibilidad,
irresistibilidad y exterioridad.
3. Si se trata de un animal muerto en la vía pú blica, no sería aplicable el artículo 2353 ni el
2354 ya que el dañ o como tal no es causado por el animal. Pero, dependiendo de la situació n
concreta podría aplicarse el artículo 2356 del Có di
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
4. go Civil por dejar el animal muerto allí y con ello crear un riesgo
mayor. De no ser así, tendría aplicación el artículo 2341 del Código Civil,
esto es, culpa probada.
5. Es factible que el dañ o sea producido por transmisió n de alguna enfermedad por el
animal. La simple mordida no causa lesió n que pudiera tratarse de letal, pero lo que sí es letal
es la transmisió n de la enfermedad que en muchas ocasiones llevan a la muerte de la persona.
Cualquiera sea el animal y cualquiera sea la enfermedad transmitida, puede afirmarse que se
está en presencia de un dañ o causado por un animal.
1175 En estos casos podríamos ubicarnos en el artículo 2356 del Có digo Civil si el
propietario o el tenedor del animal conocían tal situació n. O, artículo 2353 o 2341.
1176 Distinta es la situació n si en el consumo del animal, quien lo consume se le
transmite la enfermedad que tenía el animal o resulta afectado en su salud o en su vida por la
indebida preparació n del animal. Ya no se aplica la responsabilidad por el hecho del animal,
sino que se aplica actividad peligrosa y el responsable es la persona comercializadora de los
alimentos, quien lo preparó para el consumo, e inclusive quien vendió el animal.
1177 En este punto es preciso hacer alusió n a la sentencia del Consejo de Esta- 790 do con radicado
15001-23-31-000-1995-04817-01(17509) del 22 de abril de 2009,
1178 M.P. ENRIQUE GIL BOTERO, mediante la cual condenó al Estado (Universidad
Pedagó gica y Tecnoló gica de Colombia). Unos estudiantes del centro educativo reclamaron los
perjuicios padecidos con motivo de la intoxicació n causada por la ingesta de alimentos
contaminados, en la cafetería de esa institució n, el 13 de mayo de 1994. El Consejo de Estado,
en uno de los apartes importantes de la sentencia, decidió :
1179 “Está acreditado que todas las personas que resultaron con tó xicosis habían
consumido alimentos en la cafetería de la universidad el 13 de mayo de 1994, lo cual
permite colegir que, fue alguno de los alimentos que se preparaba o distribuía allí el que
les ocasionó la inoculació n. De otro lado, en la investigació n realizada por la propia
universidad respecto a las causas de la intoxicació n se determinó la presencia de la
Salmonella en una muestra de carne analizada. La inferencia anterior, se fundamenta en
la teoría de un alto grado de probabilidad preponderante, que permite al juez fundar su
decisió n en hechos, que aú n sin estar establecidos de manera exacta o matemá tica, a la
luz de la razó n, son los má s probables. Por lo anterior, la Sala considera que las pruebas
obrantes en el proceso son suficientes para declarar la responsabilidad de la entidad
demandada, en virtud del título de
Saú l Uribe García
1180 jurídico de imputació n de falla del servicio, toda vez que los dañ os antijurídicos
fueron causados por el mal funcionamiento de la cafetería que estaba a cargo del centro
educativo, y porque no se acreditó ninguna causa extrañ a que permitiera su absolució n,
por el contrario, quedó demostrado que el manejo que se le daba a los alimentos no era
el adecuado (...)”.
1181 “(...) La actividad del elaborador de alimentos es riesgosa o peligrosa y se
califica como lícita, es decir, jurídica, y se convierte en antijurídica cuando se materializa
en un dañ o al consumidor o al comerciante intermediario. Existe pues, la potencialidad
dañ osa oculta que todos no pueden ignorar (elaborador, intermediario, distribuidor
final). El anterior planteamiento nos adentra en el campo de la responsabilidad objetiva
en el derecho comparado, mediante la aplicació n del riesgo creado en la elaboració n de
alimentos, el cual opera tanto en el proceso de fabricació n como en la etapa de su puesta
en el mercado. Por lo tanto el fabricante es el creador del riesgo y quien se sirve del
producto para su provecho, ya que es este quien introduce a la sociedad el riesgo. La
responsabilidad del elaborador o fabricante se puede fundamentar en un factor de
atribució n objetivo enmarcado en el deber de responder por los dañ os causados por el
vicio de las cosas, como también por la circunstancia de haber creado un riesgo al
introducir al mercado un producto defectuoso. Por lo anterior, se puede concluir que en
el derecho forá neo cuando el Estado asume la funció n de fabricar o elaborar productos
alimentarios incursiona en una actividad que puede comportar un riesgo para la vida e
integridad de las personas, por lo tanto, cuando se causen dañ os en el ejercicio de esta
actividad, se podría predicar su responsabilidad extracontractual bajo el título jurídico 791
de imputació n del riesgo excepcional; toda vez que cuando la ejerce pone a los
administrados, bien en sus personas o en sus patrimonios, en situació n de quedar
expuestos a experimentar un “riesgo de naturaleza excepcional” que, dada su particular
gravedad, excede notoriamente las cargas que normalmente han de soportar como
contrapartida de los beneficios que derivan”.
6. Puede ocurrir que por la presencia del animal y ante la actividad de este para atacar a
una persona, ésta corra o hulla del peligro y en su maniobra de salvamento o autoprotecció n
resulte afectada en su integridad personal o su vida. En estos casos es factible la reparació n.
Para estos efectos es necesario aclarar los conceptos de intervenció n activa y pasiva del animal,
es decir, cuá ndo ha de entenderse que el dañ o es causado por el animal.
1182 Mazeaud-Tunc afirman que: “exigir un papel activo del animal no es exigir un
contacto material entre el animal y la víctima. Así, la aparición súbita de un toro des
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
8. El dañ o puede ser causado por el animal estando en poder de persona distinta del
propietario. Par estos efectos habrá que distinguir, en primer lugar, si el que lo tiene es por
relació n contractual, por ejemplo en calidad de arrendatario o comodatario. En segundo lugar, si
el que lo tiene es por una relació n contractual en ejercicio de una profesió n, Por ejemplo,
caballeriza donde se cuidan los caballos o el veterinario al cual se le llevan los animales para
curarlos. En tercer lugar, el que tiene el animal, pero no se sirve de él, ni es a ningú n título
jurídico. En estos eventos habrá que determinar de manera concreta a qué título jurídico se tiene
el animal, porque la situació n, para efectos de responsabilidad va a variar.
1188 En primer lugar, si el animal se tiene en virtud de cualquier relació n contractual y el
dañ o ocurre no estando en poder del propietario, habrá que distinguir si el dañ o causado es por la
condició n de animal fiero o no. Si es por la condició n de animal fiero, es decir, por la naturaleza
del dañ o y por el instinto agresivo del animal, el que lo tenga será el responsable, que para aplicar
el artículo 2356 del Có digo Civil, será el guardiá n. Si el dañ o es causado no por la condició n de
fiero, el que se sirva del animal será el responsable pero utilizando para ello el artículo 2353 del
Có digo Civil.
1189 Ejemplos de lo mencionado anteriormente, se pueden tener los siguientes: Si se entrega
el caballo en comodato, así sea por horas y el caballo causa dañ o, por ejemplo, propina una coz a
793
una persona, el responsable será el comodatario y como fue por su instinto agresivo, se aplica la
calidad de fiero y por ende el artículo 2356 del Có digo Civil, actividad peligrosa. Si el dañ o se
causa, no por su instinto agresivo, es decir, no implica ferocidad, por ejemplo, dañ a un bien
porque transitó por un lugar no propio para animales o ingresó a pacer a un predio ajeno, se
aplica el artículo 2353 y el responsable será el comodatario.
1190 En segundo lugar, el dañ o es causado por el animal y quien lo tiene es con fines de
cuidarlo o curarlo, ej. el caso de las caballerizas o clínicas veterinarias. En este segundo caso se
discute por la doctrina si realmente estas personas se sirven del animal o no. La doctrina y la
jurisprudencia francesa,17 hasta cierto momento histó rico, habían concluido que servirse de un
animal era alojarlo, cuidarlo, herrarlo o también siempre que se usa de él para ejercer la propia
profesió n. Posteriormente se abandonó esa posició n para quedar en que en todos los eventos en
que la persona asume la guarda del animal, sobra la distinció n si se sirve del animal o no. La
doctrina italiana,18 afirma que: “precisamente, todavía hoy,
17 MAZEAUD, Henry y TUNC, Leó n André. Ob. Cit., p. 73.
18 VISINTINI, Giovanna. Ob. Cit., p. 382
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
1197 animales o cosas de un punto a otro por vía terrestre pública o privada abierta al
público”. También, en la definición de vehículo tracción animal, prescribe:
“vehículo no motorizado halado o movido por un animal”. El artículo 98 del Código
Nacional de Tránsito prohíbe el tránsito urbano de vehículos de tracción
animal en los municipios de categoría especial y en los municipios de
primera categoría del país, excepto para fines turísticos de acuerdo a
reglamentación del Ministerio de Transporte. Esta norma fue estudiada por
la Corte Constitucional mediante sentencia C- 355 de 2003 y condicionó su
aplicación en el sentido de que su restricción se aplique a determinadas vías
y por motivos de seguridad vial y siempre que real y efectivamente se hayan
adoptado las medidas alternativas y sustitutivas previstas para los
conductores de los vehículos de tracción animal.
1198 Cuando el dañ o es causado por un vehículo de tracció n animal, consideramos
que se puede aplicar para efectos de la responsabilidad, la actividad peligrosa ya que de todas
maneras ese componente entre aparato y animal, es tenido como vehículo que participa en el
trá fico vial.
10. Existen eventos, organizados por personas particulares, pero con autorizació n del
Estado cuya funció n principal es la de soltar animales, principalmente toros, como en las
famosas corralejas, bien en ciertos trayectos de vías pú blicas o en sitios cerrados, para que todo
aquel que quiera participar, libre y voluntariamente lo haga. Con frecuencia resultan personas
795
lesionadas o muertas e indiscutiblemente estamos frente a un dañ o causado por un animal.
1199 Las preguntas que surgen, son: ¿quién es responsable? ¿El Estado? ¿El
organizador del evento? ¿Se presenta el fenó meno de la aceptació n de riesgos por parte de
quienes intervienen, para efectos de exoneració n de responsabilidad? Consideramos que
cuando el dañ o se cause en los casos planteados, habrá que analizar las condiciones concretas
para determinar si realmente estamos frente a la aceptació n de riesgos como fenó meno
exonerativo de responsabilidad, siempre que se den los presupuestos para ello.
1200 Si se presenta alguna falla en la logística y el dañ o se ocasiona no ya por el
desarrollo normal del evento, sino por problema en la seguridad, falla en aparatos utilizados
Etc. consideramos que ahí sí, habrá responsabilidad por parte del organizador del evento y no
se puede argumentar aceptació n de riesgos por parte de quienes intervienen. En este caso el
dañ o no se entiende causado por el animal porque no es su intervenció n activa la que lo causa y
se puede ubicar frente a la actividad peligrosa Art. 2356 del Có digo Civil o artículo 2341 ibídem.
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
1204 En estos casos, el perjuicio será el dañ o emergente, esto es, el valor del animal
o los gastos de veterinario. También, lucro cesante sí el animal reportaba algú n ingreso para su
propietario y eventualmente el perjuicio moral, sobre todo en los casos de muertes de mascotas
para menores de edad.
1225 que los menores de edad sean tenedores de perros de alta peligrosidad y
pongan en peligro sus vidas y las de los que los rodean, sea en sitios pú blicos o
privados, sea en lugares abiertos o en recintos domésticos.
1226 Esta conclusió n lleva también a considerar que la presencia de perros de
alta peligrosidad en las casas donde habitan menores de edad no está prohibida en sí
misma, pero que dá ndose tal circunstancia, los dañ os que pudieran ocasionarse al
menor son de responsabilidad exclusiva de quien tenga a su cargo la custodia y cuidado
del animal. Dicha regla surge como imposició n directa de la preceptiva constitucional
segú n la cual los niñ os tienen el derecho fundamental a la integridad física, a la salud y
al cuidado, mientras que “la familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y
proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus
derechos” (art. 44).
1227 El contacto que los menores pudieran tener con este tipo de animales, dada
la prohibició n legal aquí analizada, deposita en los padres, tutores o curadores, o en
quien tuviere a su cargo el cuidado directo del menor, la absoluta responsabilidad por
los dañ os que los perros pudieren ocasionar. Por ello, debe enfatizarse en que, tal como
lo dispone el inciso final del artículo 108-F de la Ley 746, el propietario de un “perro
potencialmente peligroso asume la posició n de garante de los riesgos que se puedan
ocasionar por la sola tenencia de estos animales y por los perjuicios y las molestias que
ocasione a las personas, a las cosas, a las vías y espacios pú blicos y al medio natural en
general”.
800
1228 Con base en el razonamiento anterior, para la Corte es claro que la
responsabilidad jurídica derivada de los dañ os producidos por estos animales es tanto
civil como penal. Civil, en virtud de lo dispuesto en el artículo 2354 el Có digo Civil
segú n el cual “el dañ o causado por un animal fiero, de que no se reporta utilidad para la
guarda o servicio de un predio, será siempre imputable al que lo tenga; y si alegare que
no le fue posible evitar el dañ o, no será oído”. En el caso de la responsabilidad por el
hecho de las cosas, la misma se funda, como lo sostiene la Corte Suprema de Justicia, “en
los presuntos descuidos e imprevisió n con que su propietario o poseedor las guarda o
conserva”.752
1229 “(...) De todo lo dicho cabe entonces concluir dos cosas: en primer lugar, que
cuando el artículo 108-G de la Ley 746/02 prohíbe a los menores la propiedad de los
perros enlistados en los artículos 108-E y 108-F, incurre en una prohibició n inadecuada
para garantizar la finalidad proteccionista que prescribe la Constitució n, por lo cual
dicha prohibició n también resulta desproporcionada frente al amparo que quiere
dispensarse a favor de los menores de edad. En ese sentido, la norma es violatoria del
artículo 58 de la Carta Política, que garantiza la propiedad privada y el respeto por los
derechos adquiridos con arreglo a las leyes, sin que en
1230 este caso particular pueda argü irse que la propiedad privada ha debido ceder
al interés general, pues dicha cesió n no sería adecuada a los fines constitucionales ni
sería proporcional al interés general que se pretende amparar.
1231 En segundo lugar, el artículo 108-H resulta inconstitucional en la expresió n “...
en las vías pú blicas, lugares abiertos al pú blico y en las zonas comunes de edificios o
conjuntos residenciales”, ya que la protecció n que la Constitució n y la Ley dispensan a
los menores de edad no puede restringirse a los sitios pú blicos, sino que también debe
cobijar el á mbito privado, sin que por tal circunstancia pueda argü irse que existe una
intromisió n inapropiada en el derecho a la intimidad de las personas. La Corporació n
entiende que la vida, la salud y la integridad de los menores de edad es un interés
superior que debe protegerse por encima de su derecho a tener perros altamente
peligrosos.
1232 Por lo anterior la Corte considera que si los padres, tutores, curadores o quien
tenga a su cargo la representació n legal del menor, por acció n o por omisió n en el deber
de cuidado y vigilancia, permite que éste tenga contacto con perros altamente
peligrosos, y se produce un dañ o al menor o a su familia o a terceros, aquél debe
responder civil y penalmente por la falta al deber de protecció n. A este respecto es
indispensable hacer notar que aunque la norma se refiera exclusivamente a los
propietarios de los animales, la disposició n debe cobijar a quien ostenta la posició n de
garante, es decir, a quien por su relació n con el animal tuviere el deber jurídico de evitar
el dañ o”.
801
1233 Con fundamento en la sentencia de la Corte Constitucional, el responsable de
los dañ os causados por un perro potencialmente peligroso, en principio es el propietario o el
tenedor, pero también, los padres, tutores, curadores o quien tenga a su cargo la representació n
legal del menor.
1234 En tercer lugar, el criterio de imputació n para efectos de la responsabilidad
cuando el dañ o es causado por un perro potencialmente peligroso, es el riesgo. Así lo determina
el artículo 108-F, al prescribir que el propietario, entiéndase también el tenedor o quien asuma
la posició n de garante, asumen los riesgos que se puedan ocasionar por la sola tenencia de
estos animales y por los perjuicios que se ocasionen.
1235 Indiscutiblemente que la demanda tendrá que encausarse con fundamento en
el artículo 2356 del Có digo Civil.
1236 Ahora, surge la pregunta, si el dañ o es causado por un perro que no es
catalogado de potencialmente peligroso, ¿dó nde nos ubicamos para efectos de la
responsabilidad? Nos ubicamos en la misma norma, es decir, en el artículo 2356 del
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
1237 Có digo Civil, pero no ya porque el criterio de imputació n sea el riesgo como de manera
expresa lo establece la ley 746 de 2002, sino porque el dañ o causado por el perro, lo es por su
instinto agresivo, ubicá ndonos de esta manera en el dañ o causado por animal fiero y por ende,
conforme la sentencia de la Corte Suprema de Justicia en sede Constitucional, tiene aplicació n el
artículo 2356 del Có digo Civil. El responsable es la persona que tenga el animal.
1254 Salvamento de voto del Doctor Daniel Suá rez Herná ndez:
1255 “Con el comedimiento debido a mis distinguidos compañ eros de Sala, paso a
consignar el Salvamento de Voto que hice a la sentencia de la referencia, en los
siguientes términos.
1256 1o. Por definició n legal en materia de semovientes, existen tres
categorías tradicionalmente conocidas, a saber: a) salvajes o bravos; b) domésticos; y c)
domes- ticables o domesticados.
1257 2o. En el asunto sub judice, no cabe la menor duda, que nos encontramos
frente a un semoviente de los calificados como domésticos, pero de toda suerte, por su
configuració n, conformació n y aptitud envuelve ciertos riesgos, especialmente para las
personas que los manejan o cuidan, como era el caso del señ or Juan de la Cruz Pabó n,
quien en su condició n de trabajador de la entidad demandada, encontró su muerte en
desempeñ o de su trabajo.
1258 3o. Si bien cierto, como se señ ala en la sentencia, el señ or Juan de la Cruz Pa-
bó n por razó n de su oficio “había podido evitar el hecho que le causó la muerte”
utilizando mediana diligencia y cuidado, no es circunstancia que de suyo excluya la
responsabilidad del dañ o ocasionado por el animal. Así las cosas, lo que correspondía
era declarar dicha responsabilidad, aunque disminuida o reducida prudencialmente, tal
como lo prevé el artículo 2357 del C.C., pues hubo concurrencia de culpa de la víctima”.
1259 804 Otra sentencia del Consejo de Estado, Secció n Tercera, del 2 de octubre de
1260 1997, Expediente 10357 M.P. JESÚ S MARÍA CARRILLO BALLESTEROS. El demandado
fue el Distrito Capital Santafé de Bogotá ya que en plena funció n de un circo un tigre se
abalanzó en contra de una niñ a que se encontraba en la primera fila con sus padres, causá ndole
graves lesiones. Las pretensiones fueron acogidas y con respecto al punto central para la
decisió n, el Consejo de Estado dijo:
1261 “La conducta de la Administració n, por acció n u omisió n.
1262 Encuentra la Sala que a la Administració n del Distrito Especial de Bogotá ,
corresponde conforme al Decreto 2801 del 30 de octubre de 1981, por medio del
Comité de Juegos, Rifas y Espectá culos expedir los permisos para la realizació n y ejercer
vigilancia en la presentació n de espectá culos pú blicos a fin de que se observen todos los
requisitos exigidos para ese tipo de eventos.
1263 Quedó acreditado que el permiso fue expedido por el Director (e) de Rifas,
Juegos y Espectá culos pú blicos de la Secretaría de Gobierno de Bogotá , Distrito Especial.
Saú l Uribe García
1271 En todo caso y cualquiera que sea la causa del dañ o entre las posibles
anotadas, en ningú n momento puede pensarse que haya sido la conducta de la víctima
en cuanto asistió al espectá culo de divertimento para adultos y niñ os por excelencia y
por tanto quien a él concurre ni compra ni asume un riesgo y por lo mismo no puede
tenérsele como causa ni siquiera parcial del accidente. Menos aú n el hecho de consumir
alimentos durante la funció n pues ellos son ofrecidos por el empresario y esta actividad
también debe ser autorizada por la Administració n, así que el consumidor obra dentro
de su normal comportamiento. Tampoco es racional acudir en busca de la causa a la
ubicació n que el usuario eligió en primera fila porque esta situació n no só lo se ofrece
como una comodidad adicional sino que implica mayor costo”.
1272 Sentencia del Consejo de Estado Secció n Tercera, del 26 de marzo de 2008.
Expediente 16310. M.P. MAURICIO FAJARDO. El demandado fue el Ministerio de Defensa - Policía Nacional.
Los hechos se centran en que un joven transitaba por la carrera 30 con calle 63 de la ciudad de Bogotá ,
conduciendo una motocicleta de propiedad de las Fuerzas Militares ya que prestaba servicio militar y en
este cruce vial chocó con un semoviente (vaca) que se encontraba en la vía pú blica. El joven se paró del
lugar y por su mal estado en que había quedado fue atropellado por un vehículo que pasaba en ese
momento. Las pretensiones fueron denegadas tanto por el Tribunal Contencioso Administrativo de
Cundinamarca, como por el 806 Consejo de Estado.
1273 El Consejo de Estado no descarta que el Estado pueda ser responsable por el
dañ o causado por animales que ocupen las vías pú blicas, concretamente cuando vehículos o
motocicletas colisionen. Aplica la falla relativa del servicio ya que el Estado no puede tener, en
cada una de las vías de Colombia, personal disponible para evitar que los animales las ocupen.
Só lo en el evento de que teniendo conocimiento y omita la obligació n de mantener las vías
despejadas de animales, podría comprometer la responsabilidad del Estado.
1274 El punto central para la decisió n fue el siguiente:
1275 “2.3.- Sobre las obligaciones normativamente impuestas a la Policía Nacional
en el caso concreto y su grado de cumplimiento.
1276 En primer lugar, resulta necesario señ alar que las normas de trá nsito a las
cuales se hará referencia mantenían vigencia para la fecha de los hechos, de manera que
las mismas son aplicables al caso concreto aun cuando a la fecha han sido derogadas por
expresa disposició n del artículo 170 de la Ley 762 de 2002.
Saú l Uribe García
1277 En relació n con el trá nsito de animales, el Có digo Nacional de Trá nsito
(Decreto 1344 de 1970) establece los siguientes preceptos:
1278 “Artículo 1°.- (...) El tránsito terrestre de personas, animales y vehículos por las vías
de uso público es libre, pero está sujeto a la intervención y reglamentación de las autoridades,
para garantía de la seguridad y comodidad de los habitantes. (...)
1279 “Artículo 158°.- Está prohibido dejar animales sueltos en las vías públicas, inclusive
en las zonas verdes.
1280 “Artículo 159°.- La movilización de ganado vacuno y de animales de carga y silla por
vías públicas, se hará bajo reglamentación de las autoridades de policía.
1281 “Los animales transitarán por la izquierda de la vía lo más cerca posible al límite de
la zona de carretera, salvo disposición expresa en contrario del Ministerio de Obras Públicas.
1282 “Artículo 160°.- Las autoridades de policía tomarán las medidas necesarias para
despejar las vías de animales abandonados, que conducirán al coso municipal”.
1283 De acuerdo con lo previsto en el Decreto 1809 de 1990, eran autoridades de tránsito,
entre otras, la Policía Nacional en sus cuerpos especializados de policía vial, policía urbana de
tránsito y policía aeroportuaria. El Decreto 2591 de 1990 señala que sin perjuicio del deber de
colaboración que deben prestarse los agentes de tránsito y transporte y la Policía Nacional, los
primeros ejercen sus facultades dentro del territorio de su respectivo municipio y la segunda a
través de la Policía Vial en las carreteras nacionales.
1284 La Policía Vial fue creada mediante el Decreto 1715 de 1936, según el cual su función 807
específica es la vigilancia en los ferrocarriles, cables aéreos, embarcaciones, carreteras y vías
públicas en general. Este cuerpo corresponde a un servicio especializado que se ejerce
principalmente en las carreteras del país y en caso de hechos en que resulten daños a personas,
vehículos, inmuebles, etc., el agente de policía de tránsito o vial que conozca de los mismos debe
proceder a levantar un croquis descriptivo de sus pormenores (art. 250. Modificado Ley 33 de
1986, art. 104).
1285 Ahora bien, el Código Nacional de Policía - Decreto 1355 de 1970-, también señala
que la policía está instituida para proteger a los habitantes del territorio colombiano en su
libertad y en los derechos que de ésta se derivan, por los medios y con los límites estatuidos en la
Constitución Nacional, en la ley, en las Convenciones y Tratados Internacionales, en el
Reglamento de Policía y en los principios universales del derecho. A la Policía compete la
conservación del orden público interno; el orden público que protege la Policía resulta de la
prevención y la eliminación de las perturbaciones de la seguridad, de la tranquilidad, de la
salubridad y de la moralidad públicas.
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
1286 Concretamente sobre el trá nsito de ganados en las calles, el Có digo Nacional
de Policía (Decreto 1355 de 1970), en relació n con las obligaciones de los Comandantes
de Estació n y de Subestació n de Policía indica:
1287 “ARTICULO 201. Compete a los comandantes de estació n y de subestació n
amonestar en privado:
1288 “1. Al que en vía pú blica riñ a o amenace a otros;
1289 “2. Al que deje vagar ganados por calles, plazas, parques, zonas de los
ferrocarriles y otros lugares semejantes”.
1290 Del aná lisis del conjunto normativo que acaba de referirse se desprende, a
juicio de la Sala, la existencia de unas competencias, que en materia de transporte,
corresponden a la Policía Vial en las carreteras nacionales, las cuales no son aplicables
al caso concreto, dado que de ellas no puede determinarse el deber aplicable al caso
concreto. No obstante lo anterior, se advierte que a la Policía Nacional corresponde, a
través de sus agentes, la protecció n de los habitantes del territorio, para lo cual puede
ejercer algunas facultades sancionatorias como la prevista en el artículo 201,
correspondiente a la amonestació n que deben imponer los Comandantes de Estació n y
Subestació n a quien deje vagar ganados por las calles.
1291 Sobre las obligaciones de la Policía Nacional, relativas a la protecció n de los
ciudadanos, la Sala ha sostenido que éstas deben entenderse dentro de lo que
normalmente se le puede exigir a la Administració n en el cumplimiento de sus
808 obligaciones o dentro de lo que razonablemente se espera que hubiese
sido su actuació n o intervenció n acorde con las circunstancias tales
como disposició n del personal, medios a su alcance, capacidad de
maniobra etc., para atender eficazmente la prestació n del servicio que
en un momento dado se requiera.
1292 El deber de protecció n correspondiente a la Policía
Nacional explica que sus agentes deben, por principio, estar atentos y
desplegar una vigilancia permanente, redoblada cuando la necesidad,
las circunstancias o el requerimiento lo indiquen; pero la obligació n
relativa a la seguridad de las personas y la protecció n de los bienes
donde quiera que se encuentren, no puede entenderse en términos
absolutos, de modo que comprometa la responsabilidad del Estado por
no encontrarse en disponibilidad inmediata, adecuada y en todo lugar,
porque es evidente que no puede esperarse que sea omnipotente,
omnisciente y omnipresente por principio. Su presencia inminente
para la cobertura de todo el territorio nacional, es un ideal jurídico, un
deber ser que debe entenderse como relativo a su poder, es decir, referido a la
posibilidad de actuar con los efectivos que tiene a su servicio, la informació n que puede
recaudar por sí y con la colaboració n de los
Saú l Uribe García
753 Colombia. Artículo 2353 del Có digo Civil: “El dueñ o de un animal es responsable de los
dañ os causados por el mismo animal, aú n después de que se haya soltado o extraviado,
salvo que la soltura, extravío o dañ o no puedan imputarse a culpa del dueñ o o del
dependiente, encargado de la guarda o servicio del animal”.
Saú l Uribe García
754Cfr. GÜ NTHER, Jakobs. Behandlungsabbruch auf Verlangen und & 216 StGB (Totung auf
Verlangen ). Medizinrecht-Psychopathologie-Rechtsmedizin.Diesseits und jenseits der
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Carlos Suá rez Gonzá lez. Claus Roxin. Strafrecht Allgemeiner Teil. Band I. Grundlagen. Der
Aufbau der Verbrechenslehre. 2 Auflage. Verlag C.H Beck. Mü nchen 1994. Pá gs. 332 y ss.
Yesid Reyes Alvarado.Imputación objetiva.Temis.Bogotá .1994.Pá gs 49 y ss.
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
755Cfr. GÜ NTHER, Jakobs. Regressverbot beim Erfolgsdelikt.Zugleich eine Untersuchung zum Gruñd der
strafrechtlichen Haftung bei Begehung. ZStW 89 (i977). Pá gs 1 y ss.
Saú l Uribe García
75725 CAMMAROTA. Responsabilidad Extracontractual. N° 395 citado por José Dovo- vsek,
“Sobre los dañ os causados por los animales, Universidad del Salvador, Facultad de Ciencias
Jurídicas.
758Colombia. El artículo 2354 del mismo Có digo, se refiere a la responsabilidad por el dañ o
causado por un animal fiero.
759 Colombia. Sentencia del 17 de octubre de 1951. LXX, 480.
Saú l Uribe García
1345 la legislació n civil arriba reseñ ada, pues, claramente esa normatividad se dirige
a atribuir responsabilidad a los padres por los hechos de sus hijos, no a brindar
protecció n a éstos.
1346 Sin embargo, por el solo hecho de la paternidad el padre o los padres tienen el
deber de velar por la protecció n y desarrollo de sus hijos, en obligació n perentoria que
parte de la regulació n constitucional y se despliega por toda la normativida- d,30 sin que
sobre este punto pueda existir mayor discusió n.
1347 Para efectos penales, en lo concerniente al deber de garante, el numeral 2° del
artículo 25 del Có digo Penal, señ ala que esa condició n jurídica se presenta “Cuando
exista una estrecha comunidad de vida entre personas”.
1348 En otros términos, el padre de la menor fallecida tenía la obligació n legal de
velar por ella e impedir cualquier tipo de dañ o sobre su vida o integridad personal, por
el solo hecho de la relació n filial que los unía.
1349 Además de ello, estima la Corte, en el asunto examinado el progenitor de la
víctima asumió la carga de proteger la fuente de riesgo para evitar que se causasen
dañ os antijurídicos, cuando sin mayores discusiones aceptó llevar consigo, sometidos a
su vigilancia y control, los ejemplares caninos.
1350 En este caso, no cabe duda de que el control de la fuente de riesgo se desplazó
desde la propietaria de los animales, hacia el padre de la menor, quien así fungía tenedor
de los perros y encargado directo de realizar lo necesario para evitar un dañ o que,
paradó jicamente, se produjo respecto de quien, a la par, se hallaba sometida a su tutela, 817
dentro de un ámbito inexcusable de garantía.
1351 Muchas cosas pueden lucubrarse en el campo teó rico acerca de có mo operó
esa traslació n de la fuente de riesgo, o hasta qué punto la asunció n del tenedor, del
deber de garante, elimina la particular responsabilidad que pueda caber a la propietaria
de los ejemplares caninos.
1352 Pero, de lo que los hechos informan, solo puede extractarse objetivo que Henry
Enrique Calderó n Cortés, con plena capacidad dispositiva aceptó llevar consigo los
perros hasta el lugar donde desarrollaría algunas labores acordes con el arrendamiento
que para fines de ganadería hizo de uno de los potreros del fundo.
1353 Y además surge inconcuso que fue en razó n de ese traslado y de la posterior
decisió n de permitir que la menor se desplazase junto con los animales hasta el sitio
donde cerraría el broche de la cerca, que se generó la agresió n violenta hoy lamentada.
1354 No puede controvertirse, así mismo, que el padre de la víctima pasó por alto de
manera ostensible el deber de cuidado que su doble condició n de tenedor de
30 Colombia. Véanse, a título de ejemplo el art. 253 del C.C., el art. 6° del decreto 2737 de 1989 (vigente
para el momento de los hechos) y los arts. 14 y 39-1 de la Ley 1098 de 2006.
RESPONSABILIDAD POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES...
1381 Empero, ocurre que en ese momento el curso causal no se había iniciado,
dado que afuera de sus jaulas los animales, presentes su propietaria o ama, y la víctima
y su progenitor, ninguna agresió n o peligro se perfiló .
1382 Comparte la Corte, acorde con lo relacionado en precedencia, lo
argumentado por el Tribunal en la sentencia impugnada, en cuanto referenció :
1383 “Y no se le puede exigir a la acusada CEDIEL MOLANO un actuar diligente y
cuidadoso en su condició n de garante de la fuente de riesgo, cuando el padre de la
menor, que repetimos, tenía el deber moral y legal de impedir que su hija pudiera sufrir
un dañ o o que un tercero se lo causara, la envía sola a má s de 260 metros de distancia
de la casa de la finca donde pudiera ser protegida, segú n se estableció en diligencia de
inspecció n judicial realizada al inmueble rural donde ocurrió la tragedia, haciendo aú n
más ostensible la ausencia de esa relació n material que debe existir entre garantido y
garante.
1384 Se explica así la determinació n tomada en el fallo materia de impugnació n,
donde se comparte la infracció n al deber objetivo de cuidado en su condició n de
garantes de la fuente de riesgo, entre la propietaria de los animales y el padre de la
obitada, decisió n que se debe desatender parcialmente puesto que, se insiste, esa
exigencia requerida en el agente para derivar un comportamiento en la modalidad
culposa segú n el artículo 23 del Có digo Penal -violació n al deber objetivo de cuidado-,
se vio menoscabada por la falta de diligencia y cuidado exigida a Henry Enrique
822 Calderó n, ante su actitud negligente asumida desde el momento mismo
en que visitó el fundo el día de autos, haciéndose má s ostensible al
retirarse con su hija acompañ ada de los perros que sabía eran furiosos,
acrecentada por un acto de irresponsabilidad en el momento en que la
envía sola a un lugar distante con el pretexto de que cerrara una
puerta, sin detenerse a pensar los peligros que la niñ a corriera
atendida sus escasos nueve añ os de edad por los que atravesaba en ese
entonces”.
1385 Desde luego, para la Corte no se trata de que la condició n
de garante de la procesada haya sido matizada o disminuida en razó n
de la intervenció n del padre de la víctima, sino que por ocasió n de esa
asunció n del riesgo, desapareció el deber de garante de la acusada, en lo que al á mbito
penal corresponde”.
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