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Ya hacia mediados del siglo XVI, existía considerable consenso para sostener
que las tierras emergidas se clasificaban en cuatro categorías: continente, isla,
península e istmo. Se asumía que "la tierra se parte por las aguas en cuatro
maneras": cuando el agua "cerca totalmente la tierra se dice isla, como Rodas,
Sicilia, Córcega, Taprobana, Java, América, Anglia, Islandia". La península era
"parte de la tierra, la cual no es totalmente isla, ni tierra firme, sino cerrada casi
por todas partes, y queda un pedazo de tierra, por la cual se junta con la tierra
firme". Se decía istmo "a una parte de tierra comprendida entre dos mares" y
continente a "toda tierra firme, que no es Isla, ni Península, ni Istmo, y puesto
que reciba en sí algunos senos de mar y puertos, pero toda está pegada entre
sí" (Apiano y Girava, 1575: 29).
Se examinan algunos de los esfuerzos que se han hecho por esclarecer estas
cuestiones a lo largo de la tradición del pensamiento geográfico. Más todavía,
aquí interesa analizar las profundas inconsistencias que hay bajo un aparente
consenso de significados. La premisa de origen es que el binomio isla-
continente puede ser leído como una tensión conceptual sintomática porque ha
encarnado la agenda temática y problemática de los saberes geográficos
dando sentido y coherencia a diversas preocupaciones de época: desde el
Renacimiento hasta nuestros días, estos dos términos (muchas veces,
explícitamente opuestos pero otras notablemente complementarios) han sido
discutidos, citados y reformulados en diversos contextos. El recorrido propuesto
en este artículo no sigue una línea cronológica sino que recala en algunos
momentos en los que la densidad del debate ha decantado en formulaciones
consistentes (que, miradas retrospectivamente, sabemos que han quedado
ancladas en la tradición del pensamiento geográfico). Una de las hipótesis de
trabajo que ha guiado esta investigación es que cada una de esas
formulaciones pretéritas tiene ecos que resuenan en nuestras geografías
contemporáneas. Es decir que, lejos de haberse ido reemplazando unas a
otras siguiendo una trayectoria equivalente al modelo khuniano de las
revoluciones científicas, todos los ensayos que se fueron haciendo (al menos
desde el Renacimiento en adelante) para explicar las formas geográficas tienen
alguna expresión en la actualidad.