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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA

PRACTICA POCESAL PENAL


PRIMERA PRÁCTICA CALIFICADA

ALUMNO: ANTHONI JANPIER PINEDA TICONA

CICLO: X CÓDIGO: 2012232528 FILIAL: TACNA

DOCENTE: DR. CESAR AUGUSTO VASQUEZ ARANA

En estos tiempos de pandemia y aislamiento social, muchos de nosotros


hemos tenido que quedarnos en casa y, forzadamente, emplear herramientas
tecnológicas para llevar adelante nuestro trabajo. De pronto, las palabras
“Skype”, “Hangouts”, “Zoom” o “GoToMeeting” ya dejaron de ser una novedad y
forman parte de la nueva rutina de numerosos profesionales.

Las videoconferencias en las audiencias de prisión preventiva son una muestra


que sí es posible llevar a cabo las audiencias virtuales sobre hechos y pruebas.
El detalle está en que estas audiencias no se realizan con los sujetos en sus
casas, sino mediante computadores controlados por funcionarios judiciales y
del INPE.
 
Si es así, podría capacitarse a los jueces y auxiliares jurisdiccionales a dirigir
audiencias virtuales, sea desde su despacho o desde sus domicilios, siempre
contando con el soporte de técnicos que puedan solucionar los problemas que
naturalmente se pueden presentar. De ese modo, el paso a la “era” de las
audiencias virtuales implicaría que el Poder Judicial deba implementar un área
de apoyo técnico que esté al pendiente de que todas las audiencias puedan
llevarse a cabo sin ningún problema, y con los elementos de seguridad
informáticos necesarios.
 
En cuanto a la propia operatividad de las audiencias, una objeción podría ser
que el art. 204 CPC obliga a registrar en video o audio las audiencias de
pruebas y, además, a entregar copia a las partes “dejando constancia” de dicha
entrega. Empero, ya en cuestión de notificaciones electrónicas a través del
SINOE se deja constancia la correcta notificación a las partes, lo que bien
puede hacerse con la entrega (notificación) de las actas; además, las
audiencias virtuales podrían ser grabadas, y esas grabaciones también ser
enviadas a las partes.
 
Otra objeción podría consistir en que no existiría certeza de que las partes que
se presentan en la audiencia virtual, o que firman los escritos (por parte de los
justiciables y abogados) o resoluciones (por parte del juez y auxiliares), son
aquellas que dicen ser. Al respecto, la Ley N.º 27269 (Ley de Firmas y
Certificados Digitales), establece el procedimiento para certificar la autenticidad
de una firma (que ya se hace en el caso de resoluciones), por lo que el Poder
Judicial bien puede constituirse como entidad de certificación. De ese modo, la
parte que requiera firmar un acta y participar en una diligencia puede
corroborar su identidad a través de la firma digital.
 
En efecto, de forma previa a la audiencia, las partes corroborarían su identidad
mediante la firma digital de un documento donde declaren que son quienes
dicen ser, con las sanciones administrativas y penales que correspondan en
caso de falsa declaración.  Una cuestión importante, y tal vez imprescindible,
es que debería establecerse un procedimiento especial para la obtención del
certificado digital para procesos judiciales, dado que la Ley de Firmas y
Certificados Digitales está pensada básicamente para transacciones
comerciales.
 
Es importante advertir que si el juez estima que la audiencia deba ser llevada
de forma física puede citar físicamente a las partes. Es decir, la realización de
audiencias virtuales no supondría la eliminación de las presenciales, pues
estas podrían justificarse en el caso de las declaraciones de diversos testigos y
sustentaciones de informes periciales.
 
Esto no quiere decir, por cierto, que siempre que haya testimoniales u otra
actuación de pruebas necesariamente deba existir audiencia presencial. La
decisión de hacerlo, además de ser motivada, debe ser tomada por un juez que
conozca suficientemente bien sobre temas tecnológicos. Todo esto,
ciertamente, importará que los abogados litigantes deban desarrollar
habilidades forenses que permitan una mejor defensa “virtual” del caso.
 
Por último, no podemos ignorar la brecha en tecnología que existe en nuestro
país, y podría cuestionarse que sólo determinados sectores podrían verse
beneficiados de los usos de la tecnología en el ámbito judicial. Esto es cierto, y
podría solucionarse a través de la implementación de módulos permanentes
que instale el Poder Judicial, donde se permita a las partes que no cuenten con
computador en casa, o con los conocimientos tecnológicos necesarios, que
participen en las audiencias virtuales.
No afecta el derecho de defensa. - Toda vez que “la ausencia física que
desencadena el empleo de la audiencia virtual no impide la presencia virtual del
procesado y, por tanto, la oportunidad para que pueda, por sí mismo o con el
patrocinio de un abogado de su libre elección, ejercer su derecho a ser oído”.

No es incompatible con el principio de inmediación. – En razón a que el


sistema de audiencias virtuales es producto del avance tecnológico, “que ha
influido en diversos cambios en el funcionamiento de las instituciones sociales”,
no estando exenta la administración de justicia, la que gracias al uso de las
nuevas tecnologías de la información se hace cada vez más expeditiva.

Además las audiencias virtuales permiten la “comunicación bidireccional y


simultánea de la imagen y sonido, así como la interacción visual, auditiva y
verbal entre dos o más personas geográficamente distantes, en tiempo real,
otorgando con ello un diálogo personal y directo entre los intervinientes”;
características que permiten “una forma de entrelazar de manera real a los
intervinientes en una audiencia judicial, contribuyendo a la celeridad del
proceso, en aquellos casos en los que la distancia no solo conspira contra el
derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable sino también con el
adecuado ejercicio del ius puniendi estatal”

Conscientes del inevitable y necesario restablecimiento de la actividad


jurisdiccional, así como de la permanencia del virus COVID-19 en nuestro
medio, resulta necesario que todos los actores del sistema de administración
de justicia se adapten al escenario actual, ofreciendo el uso de las tecnologías
de la información y comunicación una herramienta útil para reducir los riesgos
de contagio del temible virus.

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