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Epistemolohia
Epistemolohia
Para las culturas hindús existían diferentes percepciones del conocimiento; para unos el saber
puede ser adquirido por medio de los sentidos, para otra escuela hindú, el inferir era importante
en todas las situaciones, pero de igual manera se empleaban los sentidos; también que la escritura
es un medio de verdad y de demostración y, por último, la comparación como medio de
razonamiento. De lo anterior, se puede decir que el conocimiento que un sentido proporciona
será nuevo y no debe obtenerse por medio de otro, además que un sentido ayuda a otro a
proporcionar conocimiento, y que el conocimiento obtenido por uno de ellos no debería
contradecirse con otro.
De esta misma doctrina nacerían los upanishad, que son escrituras donde se dan enseñanzas
hinduistas, y su principal ideal es que, quien se conoce a sí mismo conoce el universo en su
totalidad, así como que quien se conoce se reconoce ante Brahmán; estos textos hacen que el
hombre se introduzca en lo divino para alcanzar la liberación de su alma, y que la misma no es
diferente a su dios. Para los upanishad el conocimiento es interno, y todo aquello manifestado en
la naturaleza no es más que el reflejo de la conciencia, de donde nacería lo que para ellos es
considerado como la ciencia de la mente, donde la misma es “objeto y laboratorio”, y que está
sujeta a lo conocido.
Ya situándonos en el Nilo, la civilización egipcia fue una de las más importantes de la historia, y
de la que se obtuvieron saberes que han trascendido sobre toda la humanidad; para los egipcios la
vida y la muerte eran procesos importantes, ya que la vida era representada como un camino de
aprendizaje para obtener la perfección espiritual, y la muerte era la oportunidad de demostrar los
saberes adquiridos en la existencia corporal. Para los individuos pertenecientes a esta cultura, era
sumamente importante vivir en comunión con la naturaleza y el cosmos, puesto que de ahí
descendía la justicia y la armonía social, y además se derivan las leyes del universo entero; y por
último la verdad, haciendo que el hombre busque el camino de la certeza y a su vez sea un reflejo
del cosmos entero.
Para los egipcios, los astros y dioses regían constantemente su cotidianidad, además de ser la
personificación de las fuerzas naturales que le dan sentido a la creación del cosmos, y de igual
forma a actitudes y virtudes, e inclusive a sus construcciones arquitectónicas que eran guiadas
por los mismos; un ejemplo de ello era la construcción de viviendas en la orilla naciente del río y
el sol como sinónimo de vida, y sus templos sacramentales donde se daba el ocaso, con
pirámides y edificaciones orientadas a constelaciones y estrellas.
Con estas civilizaciones nacería el judaísmo y posteriormente la torá, la cual es una guía de vida
para quienes son fieles a ella, donde se enseña esencialmente el principio del amor hacía el
prójimo, y que no se hará al otro lo que no se quiere para sí mismo; aunque de la misma se
pueden hacer contundentes reflexiones, puesto que es casi imposible amar al otro en su totalidad,
pero que es vital el contemplar al cuerpo como solo eso, un instrumento del alma, y es así como
se puede reconocer en conjunto a otro ser, dado que el espíritu tiene el mismo origen para todos
lo individuos, y en esencia todos son un solo ser.
Alrededor del siglo V a.C llega el pensamiento oriental, donde Confucio realiza aportes a las
sociedades actuales y sus comportamientos, centrándose en los conceptos como la moral, la
virtud y la ética; estudiando cómo la humanidad debería convivir en sociedad y las actitudes que
la harían ser completa, afirmando así que el hombre es un ente perfeccionable que se forma a
través del estudio y la práctica de este, y donde la vida tiene como misión alcanzar el bienestar y
la felicidad.
Continuando, desde la antigua Grecia que data del siglo V a.C el concepto de “conocimiento” ha
sido objeto de estudio, donde llegaría Sócrates, quien inicio con la búsqueda de este a partir de la
duda y del cuestionamiento de todo aquello que nos rodea y lo que ya sabemos, para
posteriormente probarlo y adjuntarlo a la realidad dándole validez a lo que desde un principio se
puso en duda. Para Sócrates el fin único de la vida es adquirir conocimiento, y para llegar a ello
se debe ser consciente de la ignorancia propia, para así edificar nueva sabiduría a partir de las
dudas generadas en el interior, autoanalizando cada una de las conductas para de igual manera
modificarlas y a su vez, modificar la realidad.
Por otro lado, la política definida por Aristóteles es aquello que caracteriza al ser, el cual es
social, vive en comunidad y es definido por la virtud de lo constante (hábitos), construyéndose
así mismo a partir del “nosotros” y no proclamándose como un ser individual. Aristóteles
también nombra al estado como algo natural, puesto que representa lo social, y lo define como
una comunidad perfecta, ya que en ella está la vida y lo elemental para construir la vida, y que su
objetivo es proveer a sus ciudadanos de bienestar.
La epistemología germánica, que se sitúa en el año 500 a.C se produce un idealismo, heredero de
cuestiones filosóficas kantianas, que afianza al ser humano como un individuo que es capaz de
conocer la totalidad del mundo entero pero de manera subjetiva, aunque posteriormente llegaría
Schelling, afirmando que lo absoluto se encuentra en la naturaleza, lo que hace al mismo más
objetivos, y por último para Hegel, lo absoluto es el espíritu que se representa en las diferentes
ramas de la ciencia, y de igual es el espíritu la herramienta necesaria para tener una
autoconciencia del conocimiento.
Ya para la edad media, con la caída del imperio romano y un acontecimiento importante para la
historia (el nacimiento de Jesucristo), vienen corrientes epistemológicas donde se dan
significados valiosos para la vida y la realidad, donde el platonismo es tomado como referente
para el pensamiento científico y filosófico de la época. Aquí la razón y la fe buscan una forma de
vida guiada por creencias cristianas; pero por otro lado nacería el “gnosticismo, y del cual se
decía que el hombre adquiere conocimiento y experiencia a través de Dios, y del mismo modo
encontraría su salvación. Posteriormente nacerían la patrística y escolástica, en donde la primera
quiere hacer una síntesis entre la filosofía y la religión; y la segunda se encargaba de la
comprensión de la divinidad por medio de la razón humana, haciendo un balance entre la fe y el
razonamiento.
Dando paso ahora a San Agustín, quien bajo inculcación de su madre era católico, pero sin
embargo no encontró respuestas acerca de su existencia en el cristianismo, conoce a San
Anselmo, y desde allí se dedica al estudio de las escrituras, donde realiza reflexiones acerca de
“el mal”, y se cuestiona “¿qué puede ser el mal y de donde proviene?”, respondiendo así que esto
era la ausencia de Dios, ratificando que Él no es creador del mal, sino que es como en caso del
frio una ausencia de calor, asimismo el mal es la ausencia del bien, y este se presenta al haber
una desobediencia ante Dios, y que es elección de cada quien el actuar propio. San Agustín
relacionaba la fe con la razón, puesto que estas dos son necesarias para comprender a Dios, ya
que se necesita de razón para entender correctamente las escrituras, y la fe para el impulsar el
querer acercase a Dios.