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Segundo ensayo de Filosofía del lenguaje

José Luis García Palacios- 20153263

Discuta la teoría de Robin Dunbar para explicar el aumento de los niveles de


intencionalidad.

1. Sobre la teoría de Dunbar

En 1988 los investigadores Byrne y Whiten ingresaron, en el campo del debate sobre la
cognición social, el término de inteligencia maquiavélica, esté termino se fundamentaba
sobre dos premisas observadas en el comportamiento primate: primero, la capacidad de
ciertos individuos para engañar y manipular a terceros para poder obtener beneficios a su
favor; y segundo, la formación de coaliciones de sujetos con objetivos comunes (Montiel y
Martinez 2012). Si bien esta teoría abrió todo un panorama para la investigación sobre la
evolución de la cognición social, fue preciso remarcar sobre sus límites conceptuales y
explicativos, es por ello que aparecieron nuevas causas, mas no alternativas, que
intentaban resarcir la insuficiencia de la “inteligencia maquiavélica” para explicar las
diferencias en la evolución cognitiva entre primates. Es así como Dunbar postuló la
hipótesis sobre el cerebro social, el cual se pretendía mostrar como como una hipótesis
complementaria (no alternativa) a la de la “inteligencia maquiavélica” (Mondragón 2002).

Dunbar reconoce una correlación sustancial entre el crecimiento y tamaño del neocortex
con el de los grupos sociales de los primates (2007). El neocortex es la parte del cerebro
que se relaciona con la facultad pensante de él (razonamiento, capacidad lógica,
consciencia, etc.), y en el humano es la estructura que conforma casi el noventa por
ciento de la corteza cerebral. Para Dunbar, esta relación es producida por el
enfrentamiento del primate a la complejidad del mundo social que se abría como
indispensable para él. Es así como el neocortex sufrió la presión de la selección natural
para poder lidiar con la vida social. Esto se traduciría en una simple regla: a mayor
complejidad de las estructuras sociales, mayor proporción de la neocorteza cerebral.

Creo que hay dos vertientes desde donde se parte la fundamentación de Dunbar: por un
lado, está la necesidad de la sociabilidad. Pues, para el primate que evolucionó en el
homo sapiens, así como para el resto de ellos, la sabana africana se mostraba como un
terreno hostil e inhóspito, en donde la supervivencia era la tarea requerida por excelencia.
Es por ello que la cooperación con los pares se mostró como indispensable para seguir
existiendo como especie. Dunbar, más allá de la “supervivencia en general”, nos habla de
la búsqueda del agua como factor esencial para el incremento de los individuos en los
grupos sociales, y por ende del neocortex (Mente y lenguaje 2014). En ese sentido, la
selección natural habría privilegiado la supervivencia de las comunidades más
cooperativas.

Por otro lado, está la idea del incremento de la intencionalidad. Hemos mostrado como la
cooperación fue esencial para la supervivencia de los primates, pero aquella facultad
presupone a su vez otra: la capacidad de poder atribuirle estados mentales a terceros.
Esta capacidad, también llamada: “lectura de mentes” o simplemente “teoría de la mente”,
sería de una gran complejidad y totalmente emparentada con la intencionalidad, pues
como nos dirá Dunbar:

Tener una creencia acerca de una creencia (o intención) de un tercero constituye


un segundo grado de intencionalidad y constituye el criterio para la teoría de la
mente. La teoría de la mente es equivalente al segundo grado de
intencionalidad. (2007)

Esto quiere decir que frases como: “Creo que María tiene hambre” son en verdad
atribuciones de estados mentales que rompen con la centralidad que tiene el “yo”, para
poder entender y predecir acciones de otros sujetos. Esta capacidad es crucial para l
cooperación, pues nos permite mantener actualizada toda la información generada por las
interacciones en el ámbito social, además de permitir la creación de vínculos sociales
estrechos. La teoría de Dunbar se vuelve más certera cuando comprobamos que hay
muchas investigaciones que muestran como “la habilidad de lectura de mentes de los
homínidos parece depender del tamaño del neocórtex” (Mente y lenguaje 2014), esto trae
costes biológicos grandes, lo que nos permite suponer que su selección por la evolución
ha posicionado a dicha capacidad como necesaria para la supervivencia del sujeto.

Resumiendo, la intencionalidad (como el tamaño de la neocorteza) tiene un incremento


sustancial frente al incremento de los sujetos en el grupo social, lo cual es una respuesta
a los requerimientos de la cooperación, lo que a su vez es un requerimiento para la
búsqueda por la supervivencia.

2. Algunas consideraciones

Hay cuatro aspectos sobre lo que me gustaría discutir y/o aclarar sobre la teoría de
Dunbar: en primer lugar, está la idea de que toda su teoría descansa sobre un aspecto
social-cooperativo. Recordemos que la pregunta que se trata de responder es la
diferencia en la evolución cognitiva entre primates, en ese sentido, podemos entender que
el papel crucial que se pone en el aspecto social-cooperativo no solo explicaría los
incrementos en la intencionalidad, si no también toda la capacidad racional que
compromete la neocorteza, es decir, lo que nos hace humanos en el sentido pleno del
término. Esto es interesante porque nos proporciona la clave evolutiva para entender el
potencial que hemos logrado como especie en la actualidad. Además, también nos es
posible ver, en el presente, las huellas de todo el germen cooperativo que está en la base
del desarrollo cognitivo, pues toda la complejidad que las estructuras sociales actuales
tienen una base en la amplia gama de relaciones cooperativas a la nos enfrentamos
continuamente, las cuales superan las de los primeros grupos de homínidos. Esto ha
traído todo un desarrollo de habilidades que nos permiten actuar de manera competitiva
en el terreno de lo social. Incluso autores contemporáneos, como Harari, reconocen el
papel crucial que tuvo la cooperación para el desarrollo de la especie, es así como en el
libro Sapiens vemos como se parte desde la premisa de que “todo tipo de cooperación a
gran escala está establecida sobre mitos comunes que solo existen en la imaginación
colectiva de la gente” (2016). Esto esta íntimamente integrado a la idea de Dunbar sobre
“la imaginación” como factor clave de diferenciación entre los humanos y otros primates,
poniendo a la narración y religión como los aspectos arquetípicos de aquel factor clave
(Mente y lenguaje 2014), pues recordemos como ambos aspectos son cruciales para la
cohesión de un grupo social y su posterior cooperación entre ellos.

Un segundo aspecto es el del potencial de la intencionalidad. En la sección anterior


hemos visto como los incrementos de los individuos en los grupos sociales permitiría el
incremento de los niveles intencionales, los que a su vez potenciarían todo un conjunto de
capacidades que sobrevendían por el aumento del tamaño de la neocorteza. Esto nos
permite suponer como el factor cognitivo de los aumentos de la intencionalidad (el cual a
su vez producto de la sociabilidad) sería el punto de inicio para todo el proceso cognitivo y
fisiológico del desarrollo cerebral.

Un tercer aspecto es el de la relación que se ha establecido entre el desarrollo cognitivo


(aumento de la intencionalidad) y un factor puramente social. Decido precisar este
aspecto porque parecer haber sido poco recurrente dentro de la historia de la filosofía,
pues desde sus orígenes ha preferido diferenciar aquel aspecto racional y cognoscitivo
del ser humano de aquel sobre el cual interactúa con las personas, en ese sentido, una
relación causal entre ellos no podía plantearse ni entenderse. Pero fue en Darwin como
se abrió todo un panorama para comprender la historia evolutivo desde la relación de las
especies con su contexto. Es por ello que en Dunbar encontramos una relación
sustancialmente causal entre ambos aspectos, pues la evolución de toda la zona de
neocortex, a la cual le atribuimos nuestra racionalidad, sería el resultado de la presión
social a la cual los primates eran expuestos, esto permitió los incrementos de los niveles
de intencionalidad –lo que a su vez presuponía una mayor y mejor relación con sus pares-
y toda una serie de facultades que abrían sido el sello distintivo del humano dentro de la
historia evolutiva.

Un último aspecto que me gustaría tratar es uno en el que estoy en desacuerdo con
Dunbar, pues este le atribuye un papel protagónico a la búsqueda del agua como factor
clave para que las hordas de primates comenzaran a crecer con miras a la cooperación.
Me parece que hablar de una “supervivencia en sentido general” sería más adecuado,
pues al centrarse en la búsqueda del agua no permite distinguir otras variables que
pudieron tener el mismo peso en la construcción de grupos sociales cada más grandes.
Pues el mismo Harari, por ejemplo, nos muestra como un factor puramente biológico
como el del nacimiento, y el hecho de que las crías de muchos primates necesiten de un
cuidado mucho mayor que otras especies, promovería el cuidado y por ende una mayor
relación y cohesión grupal (2016). Además, no debemos olvidar aspectos como la
protección contra depredadores u otros grupos de la misma especie, como causales de la
conformación de grupos cada vez más grandes. Es así como considero que hay muchos
aspectos que pueden tomarse en favor del crecimiento de los sujetos en los grupos.

Bibliografía

DUNBAR, Robin

2007 La odisea de la humanidad. Barcelona: Crítica.

HARARI, Yuval

2016 Sapiens. De animales a dioses. Lima: Debate.

MENTE Y LENGUAJE. GRUPO INTERDISCIPLIANRIO DE INVESTIGACIÓN

2014 “Marco conceptual”. En QUINTANILLA, Mantilla y Cépedac (editores).


Cognición social y lenguaje. Lima: PUCP.

MONDRAGÓN, Ricardo
2002 “La inteligencia maquiavélica de los primates y la evolución del cerebro
social”. Salud Mental. México, 2002, volumen 25, número 5, pp.29-39.

MONTIEL, Augusto y Jorge Martínez

2012 “En busca del origen evolutivo de la moralidad: el cerebro social y la empatía”.
Signos filosóficos. México, 2012, volumen 14, número 18.

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