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Los tres hermanos estuvieron nominados a los premios Afro 2011, un concurso de la

Fundación Color Colombia que buscar hacer visibles los aportes de la raza negra al país.

A Alicia Angulo le dicen que tiene un vientre mágico, porque pudo dar a luz tres científicos
de talla mundial. Algo que no es frecuente en ninguna familia, sobre todo en gente
campesina, sin antecedentes académicos como ella y su esposo Héctor Caicedo, que
salieron hace casi 40 años de Barbacoas, Nariño, y llegaron a Cali, en busca de mejor
futuro. Ella se siente orgullosa de sus hijos y de la admiración de los vecinos que vieron
crecer a los muchachos en las calles del barrio El Troncal. Unos chicos humildes, amantes
del fútbol, estudiantes de escuela pública que de pronto (y no por casualidad) hoy
terminan en Harvard y MIT investigando nanotecnología, buscando curas para el
Párkinson y vacunas para la malaria. O produciendo materiales más resistentes que el
acero para la industria. Pero no es casualidad. Es dedicación, dice el profesor Pedro Pietro,
el eminente científico de la Universidad del Valle que ha tutoriado a dos de los tres
hermanos, Hugo y Julio César. El primero, apenas con 32 años, es ingeniero electrónico,
candidato a doctor en bioingeniería en la Universidad de Illinois, y fue aceptado en un
postdoctorado en el Health, Science and Tecnology, de las Universidades de Harvard y
MIT, donde investigará micro y nanotecnologías para el desarrollo de la medicina
regenerativa.

El año pasado, Héctor Hugo ganó tres becas y fue reconocido por su excepcional potencial
en investigación   multidisciplinaria  y capacidad creativa por la Fundación Nacional para la
Ciencia de Estados Unidos. Su familia dice que siempre fue bueno para las matemáticas y
en el colegio Antonio José Camacho, donde hizo su bachillerato, empezó a formar su
espíritu científico. Pero también jugaba fútbol, lo hizo en un equipo de en Cali de la mano
de su padre que trabajaba en esta empresa. Pero lo suyo definitivamente sería la ciencia.
En el 2006, la Universidad de Illinois se lo llevó a hacer alta investigación. Héctor Hugo
había podido desarrollar en su tesis de pregrado en la Universidad del Valle -y en asocio
con el Hospital Departamental-, una interfaz para el manejo remoto de pacientes con
marcapasos o dispositivos cardiacos. Usando el celular, el paciente podría pasar
información directamente del dispositivo al médico ausente para ayudar al manejo de
situaciones críticas y prevenir infartos con el seguimiento de un protocolo. Ese era apenas
el comienzo. Porque en Illinois entró a las grandes ligas. Allí trabaja hoy en su doctorado
en biomedicina con un grupo de científicos para la creación de un dispositivo que ayuda a
controlar el Parkinson. Según explica, el Parkinson no es más que un desbalance de una
señal de voltaje, el cerebro rompe su comportamiento normal y envía señales de voltaje y
por eso la gente empieza temblar. Lo que Hugo y el grupo científico intentan hacer es
detectar esa señal y diseñar el dispositivo que envíe un contrapulso negativo para
compensar esa disfuncionalidad. Pero todo no termina allí. Hugo ya fue aceptado en un
postdoctorado en Harvard y MIT para trabajar en células madre que permitan la
reconstrucción de neuronas, que son las únicas células del organismo que no se
regeneran. Se trata de implantar células en el cerebro para que se empiecen a regenerar.
Ni más ni menos que micro y nanotecnologías para el desarrollo de la medicina
regenerativa. Julio César es el segundo discípulo del profesor Prieto Pulido y el otro
diamante negro de la familia Caicedo Angulo. Es ingeniero de materiales, doctorado en
ingeniería en la Universidad del Valle con apoyo de universidades de Estados Unidos,
España y Suecia. Trabajó en la búsqueda de nuevos materiales que no están presentes en
la naturaleza para usos industriales. Entonces descubrió un nuevo material que respondía
mejor al desgaste de las herramientas de la industria del papel. Eso tuvo impacto
internacional, y a Julio César también le ofrecieron irse a la Universidad de San Diego,
California; a la de Campinhas, de Brasil y a la de Barcelona, España. Pero al igual que el
profesor Prieto, él prefirió quedarse en la Universidad del Valle produciendo conocimiento
para la región. Sorpresivamente, aquí sólo está como docente hora cátedra e investigador
del Centro de Excelencia en Nuevos Materiales. Dice que quiere aportarle a la
Universidad, al departamento y al país. Pero no sabe cuánto tiempo le pueda durar este
sacrificio si no aparece el estímulo. Lo que Julio César hace es sintetizar en un reactor
algunos materiales, se pulverizan, se provoca una reacción en el plasma y se hace una
recombinación de ellos, lo cual genera nuevos materiales con propiedades sorprendentes.

Él profesor Prieto dice que no puede ser objetivo al hablar de su discípulo porque no es
sino mirar su hoja de vida, son pocos ingenieros con doctorado que tienen esa formación.
Es un fuera de serie. La tercera joya de doña Alicia y don Héctor (que en realidad es la
primera, porque es la mayor de los tres hermanos), es Olga Lucía, una científica formada
al lado del investigador Sócrates Herrera que busca con tesón hace muchos años la vacuna
contra la malaria. Aunque dicha vacuna aún se está probando porque el virus es mutante
y complejo, en ese proceso Olga Lucía logró probar un biológico con resultados eficaces
para un tipo de virus en poblaciones de Tumaco y la Costa Pacífica. Contrario a sus
hermanos varones, la niña Olga Lucía no salía de su casa. Cuando llegaba del colegio
Intenalco, seguía pegada los cuadernos. Alicia, su madre, le decía que saliera, que fuera
donde sus amigas y se divirtiera, pero no lo hacía porque gozaba más resolviendo sus
tareas. En la Universidad del Valle estudio bacteriología realizó estudios de maestría en
Ciencias Básicas Médicas en la misma institución.

Actualmente es la jefe del Banco de Tejidos de la Fundación Cardiovascular de Colombia,


uno de los dos bancos de tejido cardiovascular del país. En el 2008 fue la directora del
Banco de Ojos de Cali. También se la reconoce por realizar investigaciones en inmunología
con la Universidad del Valle, la Fundación de Medicina Tropical del Amazonas de Brasil y la
Universidad de Michigan de Estados Unidos. Los tres hermanos estuvieron nominados a
los premios Afro 2011, un concurso de la Fundación Color Colombia que buscar hacer
visibles los aportes de la raza negra al país. Hugo y Olga ganaron en la categoría Academia
y Sector Salud, respectivamente. Julio César dice que no ganó porque compitió en la
misma categoría que su hermano Hugo. Pero es como si hubiera triunfado. De hecho, los
tres son un triunfo de la ciencia. Unos de los mejores frutos de la Universidad y del
Departamento del Valle. Y, sin duda, tres milagros del vientre mágico de doña Alicia.

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