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La Doctrina Monroe constituye el principio de la política externa de los

Estados Unidos de América, y consiste en no permitir la intervención de los


países europeos en los asuntos internos de los países del continente
Americano1. El texto de la doctrina fue elaborado por John Quincy Adams,
secretario de Estado de EEUU durante el gobierno de James Monroe, su
lectura se hizo frente al Congreso norteamericano en el llamado Discurso del
Estado de la Unión del 2 de diciembre de 1823.

La doctrina Monroe nació de la reflexión norteamericana en relación a


los destinos de las nacientes repúblicas en América Latina, definiendo así las
relaciones exteriores entre los EEUU y los demás países del continente
como política expansionista que destacó la democracia y el sistema político
norteamericano diferenciando los gobiernos de América de los europeos con
un carácter ambiguo a causa de intereses políticos y económicos que
adquirió en el siglo XIX, a raíz del bloqueo naval a las costas venezolanas
por parte de Alemania, Inglaterra e Italia en diciembre de 1902, ofreció la
oportunidad de concretar a Estados Unidos a través de su política de
mediación en el conflicto, de frenar las intenciones europeas de influir en la
región y colocar a los países latinoamericanos y caribeños bajo su tutela; en
este sentido, los intereses de Estados Unidos quedaron salvaguardados y
reforzados y el imperialismo estadounidense comenzaba a erigirse ante una
Europa que dejaba de ser el centro del mundo y una América Latina
convulsionada por sus conflictos internos.

A raíz de ello Estados Unidos intervino en asuntos internos del


continente, en muchas ocasiones con la fachada de defender a
Latinoamérica, frente a las violentas políticas de Europa con ínfulas de
imponer sus intereses por cualquier medio entre ellos la fuerza, violentando
países, orquestando golpes de Estado, incriminando su voluntad en la OEA

1
 Víctor Carlos García Moreno (1994), Diccionario Jurídico de la Suprema Corte de Justicia de México
La historia del continente esta marcada por la huella de la bota
americana, no hay ningún noble principio a favor de la independencia de los
pueblos de América Latina y el Caribe en la Doctrina Monroe, ni Estados
Unidos pretende realmente convertirse como proclamaba cínicamente en
defensor de los intereses y derechos de nuestro subcontinente frente a las
potencias extra regionales, simplemente estaba garantizando para la fecha,
el presente y futuro sus propios intereses de dominación sobre la región con
lo que se demuestra la importancia estratégica que siempre ha tenido
Latinoamérica para los intereses hegemónicos de Washington; importancia
estratégica que en la actualidad se incrementa en la medida que otros
actores internacionales desafían esa hegemonía y empujan hacia la
existencia de un mundo multipolar.

“desde el nacimiento de la doctrina Monroe, en 1823, Estados Unidos al


colocar en primer lugar sus aspiraciones hegemónicas, procuran justificarlas
tempranamente, apelando a supuestos intereses comunes de seguridad con
América Latina, cuyas amenazas provenían de la posible presencia europea.
La doctrina de la seguridad nacional norteamericana, aunque no se
estructura como tal hasta el siglo xx, bajo los imperativos de la etapa
imperialista, en la que se emplazará al comunismo como la “amenaza
externa”, tiene sus raíces en la temprana ideología monroísta, que será
retomada hacia finales del siglo xix al calor del panamericanismo. Desde
aquella época se irá construyendo la concepción de la hegemonía de los
Estados Unidos en América Latina mediante la presunta defensa de la
“seguridad nacional”, configurándose así las visiones sobre “el enemigo
exterior”: primero serían las metrópolis coloniales…después los países
2
comunistas… más tarde, los Estados y movimientos terroristas”

2
Jorge Hernández Martínez, La hegemonía estadounidense y la “seguridad nacional” en América Latina: apuntes
para una reconstrucción histórica, en: www.uh.cu/centros/ceseu/BT%20.../ IJHHEg05.pdf, (Internet).

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