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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Una primera revisión de la situación general en la que se encuentra

nuestro tema objeto de estudio, nos permitió diseñar nuestra investigación

sabiendo que estábamos ante un grupo social que, a grandes rasgos, se

caracteriza por “tener niveles de educación más bajos que otras mujeres y

mayores índices de analfabetismo; menor actividad laboral, con puestos de

menor responsabilidad y peor remunerados; mayor aislamiento social; menor

autoestima y más dependencia económica, socio afectiva y emocional

respecto a la familia o a las personas encargadas de apoyarlas” (CERMI,

AAVV, 2010). En definitiva, un grupo sometido a una serie de cicrcunstancias,

“que las hacen más vulnerables y expuestas a sufrir algún tipo de violencia.

Algo que reflejan los datos disponibles. Además, suelen tener un menor

desarrollo personal y social, un notable desconocimiento de su sexualidad,

mayor desprotección sociosanitaria y una baja autovaloración de su imagen

corporal” (CERMI, AAVV, 2010).

Para garantizar la inclusión y la igualdad de oportunidades es preciso


concentrarse firmemente en los procesos y agentes que constituyen las bases
de la exclusión. Para Fraser (1997) constituye aún una aspiración y un ideal
obstaculizado por el hecho de que, en la práctica, las relaciones entre
diferentes, se fundan en profundas desigualdades en el acceso a recursos
materiales y simbólicos.

Resulta importante abordar esta problemática tomando en cuenta los diversos


ejes de desigualdad existentes. Uno de los aportes de los estudios de género
ha sido demostrar que el género, en tanto sistema de desigualdad social, se
alimenta y se nutre de otros sistemas discriminatorios como son los de clase,
raza y etnia. Esta interrelación entre los sistemas de exclusión social y poder es
un aspecto central para considerar en el análisis social y en las propuestas
políticas de cambio que se generan.

La PNIG señala como una de las causas de la discriminación estructural contra


las mujeres la vigencia de “patrones socioculturales discriminatorios que
privilegian lo masculino sobre lo femenino” (p. 11), patrones que “causan, entre
otros, lo siguiente: i) la asignación desigual de roles (productivos a los hombres
y reproductivos a las mujeres) y ii) las normas y cultura institucional que
refuerzan la situación de inferioridad o subordinación de las mujeres” (p. 6).
Así, la asignación diferenciada de roles va de la mano de “una división
jerárquica y binaria del trabajo, separando el ámbito productivo del
reproductivo” (p. 6). Asimismo, vivimos una situación en la que “la sociedad, las
instituciones e incluso el Estado, valoran de forma desigual el aporte de
mujeres y hombres y, en algunos casos, invisibilizan el aporte femenino” (ibid).

Con respecto a las normas y cultura institucional, la PNIG se refiere “a los


sistemas o reglas implícitas, construidos e impuestos por la sociedad, para
darles estructura a nuestras relaciones socioeconómicas y culturales. […] los
patrones socioculturales discriminatorios resultan los más importantes, ya que
refuerzan la asignación desigual de roles (productivos a los hombres y
reproductivos a las mujeres) y se perpetúan en la sociedad a través de las
normas y cultura institucional que refuerzan la situación de inferioridad o
subordinación de las mujeres. Así, el desarrollo con igualdad de género implica
desmontar la cultura, los valores y los roles tradicionales de género que
reproducen y mantienen la subordinación de las mujeres” (MIMP, 2013, 18).
En el Perú 1 millón 575 mil personas presentan algún tipo
de discapacidad. .De este total, el 52,1% son mujeres que equivale a 820 mil
731 personas y 47,9% son hombres (754 mil 671), es decir, es mayor la
proporción de mujeres que tienen alguna discapacidad.

En este orden de ideas, la discapacidad según la Clasificación Internacional


del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF), OMS, OPS (2001:
12) es entendida: “como un término genérico que abarca deficiencias,
limitaciones de la actividad y restricciones a la participación”; esta participación
es con respecto a su entorno y realidad social.

El Perú no es ajeno a esta realidad y problemática mundial respecto a la


discapacidad, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (2019) en
el total de la población del año 2017 (29 381 884), el 10.4% (3 051 612)
presentó alguna discapacidad y dentro de esta el 57% son mujeres y el
restante 43% son hombres; es decir por cada 10 pobladores del Perú existe 1
(un) poblador que presenta alguna discapacidad; siendo en cierta forma
favorable si lo comparamos con el ratio mundial de “7 pobladores” (que indica
que 1 de cada 7 personas en mundo presenta alguna discapacidad) (Valencia,
2018).

El estudio del Proyecto METIS (1998), señala la especial vulnerabilidad de


estas personas, considerando que se trata de mujeres con las siguientes
características: — Menos capaces de defenderse físicamente. — Algunas de
ellas presentan problemas de comunicación por lo que aum enta su dificultad
para expresar los malos tratos. — Con dificultades para acceder a los servicios
convencionales de orientación, que debido a la existencia de barreras
arquitectónicas les resultan inaccesibles. — Con una mayor dependencia de la
asistencia y cuidados de otros, por lo que aumenta su miedo a perder los
vínculos y la provisión de cuidados si denuncia. En definitiva, podemos
considerar que la base de este tipo de
En definitiva, podemos considerar que la base de este tipo de violencia asienta
en factores atribuibles a la sociedad y factores atribuibles a la propia mujer con
discapacidad. Los primeros son de tipo cultural, social, económico, físico y
psicológico y se podrían resumir en (MunMan, 2006):
• Las actitudes negativas hacia la discapacidad.
• La exclusión, aislamiento y pobreza de las personas con discapacidad y sus
familias.
• Falta de apoyos sociales.
• Soporte cultural de la violencia.
• Género y desequilibrios de poder.
• Abuso institucional.
• Actitudes negativas hacia grupos.
• La naturaleza de la discapacidad.
• Percepciones negativas acerca de la credibilidad de las personas con
discapacidad.
Si consideramos los factores atribuibles a la propia mujer con discapacidad,
sería:
-El mayor índice de desempleo de este grupo y por tanto, su mayor grado de
dependencia económica.
-El mayor grado de dependencia en relación con actividades de la vida diaria
que tiene respecto a las personas próximas (familiares cuidadores, etc. )
DEFINICIÓN DE CONCEPTOS
La persona con discapacidad
La Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad (Nueva
York, 2006), considera a las personas con discapacidad “aquellas que tengan
deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al
interactuar con diversas barreras, pueden impedir su participación plena y
efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás”. Distingue
por tanto, deficiencia (sería el trastorno o la
Alteración que presenta la persona) de discapacidad que sería la imposibilidad
de integración en la sociedad en igualdad de condiciones que los demás. Es
decir, no toda deficiencia ocasionará sistemáticamente una discapacidad.
Existen multitud de deficiencias que no impiden a la persona integrarse en la
sociedad; en ello interviene no sólo la propia naturaleza de la deficiencia sino,
de modo importante, los rasgos de personalidad y los intentos de superación
de quien sufre la deficiencia. El preámbulo de la mencionada Convención
realza estos aspectos, cuando considera en su punto e) “la discapacidad es un
concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con
deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su
participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con
las demás”. Es decir, en la situación de discapacidad confluyen dos elementos:
la actitud de la persona y el mundo en el que se desarrolla.

Qué es la violencia contra las mujeres?


La violencia contra las mujeres es un acto sexista que produce cualquier tipo
de daño físico, psicológico o emocional y se traduce en el maltrato verbal o
físico en cualquier contexto. Hoy, recogemos todos los tipos de violencia
contra las mujeres, porque no hay ninguno que sea menor: todos son
consecuencia de la discriminación que las mujeres sufren a través de las leyes
o la práctica, y persisten por razones de género; todos —desde el menosprecio
o la discriminación hasta la agresión física, sexual o el asesinato— son
manifestaciones de la necesidad de un cambio y un problema gravísimo que se
debe solucionar para obtener una igualdad real entre las personas.

Qué tipos de violencia contra las mujeres


existen?
Asimismo, es imprescindible conocer y reconocer qué tipos
de violencia existen en nuestras sociedades para poder combatirlos. Teniendo
en cuenta que no existe un maltrato peor que otro, pues todos surgen de la
discriminación y terminan en la violencia física, la opresión y hasta la muerte.
Entre las formas de violencia más común están:
1. La violencia económica
Corresponde a cualquier acción o acciones (sean estas directas o mediante la
ley) que buscan una pérdida de recursos económicos/patrimoniales mediante la
limitación (por ejemplo, las mujeres no pueden tener propiedades o hacer uso
de su dinero o de sus derechos patrimoniales). Este tipo de violencia contra la
mujeres es una de las más comunes, incluso en países con alto índice de
desarrollo humano (IDH), e incluye todo tipo de acto que genere limitaciones
económicas con la intención de controlar el dinero o privar de medios
económicos para vivir de forma autónoma.

2. Violencia laboral
Presente en decenas y decenas de países donde se dificulta el acceso de las
mujeres a puestos de responsabilidad laboral, o se complica su desarrollo en la
empresa o estabilidad por el hecho de ser mujer. Este tipo
de discriminación constituye uno de los más comunes también, y algunos
ejemplos son el no cumplimiento de igual salario para hombres y mujeres en
puestos idénticos o los despidos o no contratación a causa de posibles
embarazos. Una realidad contra la que tenemos que luchar tanto hombres
como mujeres.
Al mismo nivel que la violencia laboral contra las mujeres encontramos la
violencia institucional.

3. Violencia institucional
Es aquella mediante la que funcionarios o autoridades dificultan, retrasan o
impiden el acceso a la vida pública, la adhesión a ciertas políticas e incluso la
posibilidad de que las personas ejerzan sus derechos.

4. Violencia psicológica 
Puede darse en todo tipo de contextos, si bien la casa, la pareja y la
familia suelen ser tres de los más comunes, y consiste en cualquier acción que
sintamos que nos degrada como personas o trata de controlar nuestras
acciones o decisiones. Este tipo de violencia contra las mujeres no tiene por qué
alcanzar el hostigamiento o la humillación, sino que puede manifestarse como
acoso, restricción, humillación, manipulación o aislamiento,
produciendo daños emocionales y perjudicando nuestro desarrollo personal
hasta problemas emocionales y psicológicos muy graves que han llevado a
muchas mujeres al suicidio.
La violencia psicológica suele ser la puerta de entrada hacia otros tipos de
violencia, como la física o la sexual, por lo que debemos tener mucho cuidado
si creemos que se están dando muestras de este tipo de violencia. Si dudamos,
lo mejor siempre será llamar a la Línea 100 y hablar con un/a profesional que
nos asesore.

5. Violencia física
Se traduce en cualquier acción que provoca daño o sufrimiento físico y afecte a
la integridad de la persona: hematomas, heridas, quemaduras y hasta un
empujón es violencia física y jamás debemos excusarla.

6. Violencia sexual
Toda acción que amenaza o viola el derecho de una mujer a decidir sobre su
sexualidad y abarca cualquier forma de contacto sexual. La violencia sexual no
se limita a forzar a una mujer contra su voluntad, sino a cualquier tipo de acoso,
explotación, abuso o intimidación , sin importar si se da dentro o fuera del
matrimonio o de cualquier relación. 

7. Violencia simbólica
Es aquella que recoge estereotipos, mensajes, valores o signos que transmiten
y favorecen el hecho de que se repitan relaciones basadas en la desigualdad , el
machismo, la discriminación o la naturalización de cualquier rol de
subordinación de las mujeres en nuestras sociedades. Se trata de un tipo de
violencia contra las mujeres más difícil de erradicar, porque está anclado en la
colectividad y la mera permisividad lo fortalece: así un chiste o la transigencia
ante valores que, tradicionalmente, se han aceptado dificulta el cambio.
Ahora que conoces los tipos de violencia contra las mujeres  más comunes, no
importa que seas hombre o mujer, denuncia cualquier situación de violencia
en la Línea 100 y ayuda a terminar con la violencia de género en tu país.
También puedes colaborar con Ayuda en Acción en sus proyectos de defensa de
los derechos de las mujeres en países en vías de desarrollo ante problemas como
la mutilación genital femenina, el tráfico y la trata o los matrimonios forzosos.
Ayúdanos a cambiar el mundo para todos y todas y a alcanzar una realidad
donde la violencia sea historia.

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de
violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico,
sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la
coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida
pública como en la privada» (1).

La violencia de pareja se refiere al comportamiento de la pareja o ex pareja


que causa daño físico, sexual o psicológico, incluidas la agresión física, la
coacción sexual, el maltrato psicológico y las conductas de control.

La violencia sexual es cualquier acto sexual, la tentativa de consumar un acto


sexual u otro acto dirigido contra la sexualidad de una persona mediante
coacción por otra persona, independientemente de su relación con la víctima,
en cualquier ámbito. Comprende la violación, que se define como la
penetración, mediante coerción física o de otra índole, de la vagina o el ano
con el pene, otra parte del cuerpo o un objeto.

CONCEPTUALIZACIÓN DE LA DISCAPACIAD Y APROXIMACIÓN DESDE


LA PERPECTIVA DE GÉNERO
La persona con discapacidad
La Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad (Nueva
York, 2006), considera a las personas con discapacidad “aquellas que tengan
deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al
interactuar con diversas barreras, pueden impedir su participación plena y
efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás”. Distingue
por tanto, deficiencia (sería el trastorno o la
Alteración que presenta la persona) de discapacidad que sería la imposibilidad
de integración en la sociedad en igualdad de condiciones que los demás. Es
decir, no toda deficiencia ocasionará sistemáticamente una discapacidad.
Existen multitud de deficiencias que no impiden a la persona integrarse en la
sociedad; en ello interviene no sólo la propia naturaleza de la deficiencia sino,
de modo importante, los rasgos de personalidad y los intentos de superación
de quien sufre la deficiencia. El preámbulo de la mencionada Convención
realza estos aspectos, cuando considera en su punto e) “la discapacidad es un
concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con
deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su
participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con
las demás”. Es decir, en la situación de discapacidad confluyen dos elementos:
la actitud de la persona y el mundo en el que se desarrolla.

1. EL CONCEPTO DE DISCAPACIDAD SEGÚN LA ORGANIZACIÓN


MUNDIAL DE LA SALUD
La OMS define la discapacidad como “un término general que abarca las
deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la
participación. Las deficiencias son problemas que afectan a una estructura o
función corporal; las limitaciones de la actividad son dificultades para ejecutar
acciones o tareas, y las restricciones de la participación son problemas para
participar en situaciones vitales. Por consiguiente, la discapacidad es un
fenómeno complejo que refleja una interacción entre las características del
organismo humano y las características de la sociedad en la que se vive”
(OMS). Esta definición supone un importante avance en el tratamiento de la
discapacidad desde la consideración de los derechos fundamentales de las
personas con discapacidad.
Una reconversión que coge forma en el Informe Mundial de la Discapacidad,
publicado por la OMS junto con el Banco Mundial en Malta, en 2011. En dicho
informe, se considera que la discapacidad forma parte de la condición humana
(de hecho se señala que casi todas las personas sufrirán en algún momento de
su vida algún tipo de discapacidad.
2 .Según la CNUDPD, la discapacidad es un concepto en evolución y es el
resultado de la interacción entre las personas con discapacidad y las barreras
debidas a la actitud y al entorno que impiden su participación plena y efectiva
en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás. El marco de la
CNUDPD reconoce que las mujeres y niñas con discapacidad a menudo están
expuestas a un mayor riesgo, y que la discapacidad suma una nueva capa de
discriminación y carencia (Artículo 6: Mujeres con discapacidad). En conjunto,
la discriminación por motivos de discapacidad y de género puede conducir a
una mayor probabilidad de pobreza, a un acceso limitado a los servicios y
recursos de protección y a un mayor riesgo de violencia y abuso a lo largo de la
vida. Por lo tanto, la VCMN con discapacidad requiere de leyes y políticas
específicas (Artículo 16: Protección contra la explotación, la violencia y el
abuso) para asegurar que se identifique, investigue y, cuando sea apropiado,
se someta a un proceso judicial. La CNUDPD también expresa la importancia
del acceso a servicios de salud que incorporen la perspectiva de género y
servicios de salud reproductiva de calidad para las personas con discapacidad
(Artículo 25: Salud).

La definición de discapacidad
De entre las diferentes definiciones y versiones oficiales sobre lo que debe
entenderse por discapacidad, optaremos por la utilizada por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y aprobada por el IMSERSO. Según esta definición,
la discapacidad se define en relación a la deficiencia y la minusvalía. Las
definiciones para cada concepto, tomadas literalmente del estudio
“Discapacidad y Trabajo en España” antes mencionado (1998), son las
siguientes:
Deficiencia: Cualquier pérdida o anormalidad de una estructura o función
anatómica, fisiológica o psicológica. Las deficiencias son resultado del
desarrollo de enfermedades, traumatismos o trastornos de cualquier tipo
(incluso congénitos o perinatales) pero no siempre tales situaciones 26 27
producen deficiencias (es decir, sólo una parte de las enfermedades
potencialmente limitativas se traducen en deficiencias persistentes). En
principio, las deficiencias representan trastornos a nivel de órgano y no
necesariamente de la función.
Discapacidad: Cualquier restricción o ausencia de la capacidad funcional para
realizar actividades cotidianas en la forma o dentro del margen que se
considera normal para un ser humano. Las discapacidades son siempre
consecuencia de alguna deficiencia pero éstas a veces no producen
discapacidad (es decir, hay más deficiencias que discapacidades). Las
discapacidades representan trastornos funcionales a nivel de la persona en la
relación con su medio de hábitat más frecuente.
Minusvalía: Desventaja social que experimenta una persona como
consecuencia de las deficiencias y discapacidades, lo que limita o impide el
desempeño de un rol que es normal en función de su edad, sexo y otros
factores culturales. Las minusvalías implican como condición necesaria, pero
no suficiente, la existencia previa de discapacidades o deficiencias. Además es
preciso que existan circunstancias y barreras específicas que coloquen a esos
sujetos en una posición de desventaja con respecto a los grupos sociales de su
entorno (dos personas con idéntica discapacidad pueden tener o no una
minusvalía).
Las minusvalías representan trastornos o problemas a nivel de la inserción en
la sociedad y limitación de proyectos estratégicos dentro de su propia biografía.
Nuestro objetivo, por tanto, consistirá en detectar las circunstancias o las
barreras que en cada una de las trayectorias investigadas hagan que las
mujeres con discapacidad se conviertan en personas potenciales objeto de
experiencias de violencia de género, es decir a partir de qué barreras existen
en su seguridad personal en tanto mujeres que padecen alguna forma de
discapacidad se precipita su realidad como víctimas. En la existencia de estas
barreras es donde aparecen los conflictos objeto de nuestro estudio, y donde
por tanto es posible detectar necesidades y demandas susceptibles de ser
satisfechas.

b) Los tipos de discapacidad


Por otra parte, también es necesario reflexionar sobre los distintos tipos
existentes de discapacidad, por asumir igualmente la pervivencia de muy
diversas clasificaciones. En el propio transcurso de nuestra investigación
hemos encontrado profesionales que distinguen entre mujeres con
discapacidad física, psíquica y sensorial, pero que separan en otro grupo
aparte a las paralíticas cerebrales; otros, en cambio, separan a las mujeres con
deficiencias orgánicas del resto de las discapacidades, aunque generalmente
se manifiesten como una discapacidad psíquica; otros, sin embargo,
consideran que las enfermas mentales no son mujeres con discapacidad, y no
las incluyen dentro de las discapacidades psíquicas.
Sin debatir sobre la pertinencia de cada uno de estos criterios, debemos decir
que en nuestro trabajo nos hemos orientado por la clasificación de la OMS, y
que en ese sentido hemos distinguido entre discapacidades físicas –entre las
que, a lo mejor erróneamente, incluimos a las mujeres con parálisis cerebral–,
psíquicas –entre los que contamos a las enfermas mentales– y sensoriales.
Además, como ya hemos adelantado, contemplamos las discapacidades
múltiples para los casos en que confluyen varias de los anteriores tipos, y las
discapacidades raras que, aunque puedan acogerse a alguno de los grupos
anteriores o puedan no ser consideradas como tales discapacidades,
presentan rasgos susceptibles de ser tratados de forma autónoma.
Las discapacidades raras se caracterizan por las consecuencias de la
discapacidad –no tanto por las causas, como suele hacerse al definir las
enfermedades raras–; las discapacidades raras serán por tanto aquéllas que
presentan síntomas diferenciales distintos de aquellos que caracterizan a las
otras discapacidades clásicas con las que se asocian: por ejemplo, problemas
estéticos –y no técnicos– en el caso de discapacidades que podrían calificarse
como físicas. Para finalizar con los “tipos de discapacidad” debemos realizar un
breve comentario que tiene que ver con la naturaleza de este estudio –
naturaleza sociológica–, y que puede generar algún malentendido.
Lo que intentamos señalar cuando proponemos generalizaciones –por tipo de
discapacidad, por ejemplo– no implica no asumir la heterogeneidad del
colectivo de las mujeres con discapacidad. Esta heterogeneidad se asume y se
constata como un imponderable de la realidad misma, pero intentamos
superarlo en la medida en que se detectan rasgos comunes aunque
diferenciales en cada tipo de discapacidad, como en cada sujeto agente, pero
de cara a cumplimentar objetivos debemos asumirlo como información
privilegiada desde el campo de lo real.
Lo que estos rasgos peculiares nos indican, en definitiva, es la existencia de
una tendencia, a una serie de rasgos o realidades específicas con las que
estos colectivos de pertenencia articulan sus conflictos de identidad. En el
fondo, lo que un estudio sociológico como éste intenta es tratar a las personas,
en este caso mujeres con discapacidad, como sujetos sociales, sin que esto
implique una negación de la idiosincrasia personal de cada 28 29 una de ellas.
Quedarse en esa idiosincrasia, por el contrario, conllevaría una negación doble:
por una parte, de los vínculos comunes que las distintas mujeres con
discapacidad tienen entre sí ante el problema de la seguridad personal –en
relación a las que no tienen discapacidad– y, por otra parte, una negación de la
condición de sujeto (atado a la realidad como todos) que hace personas a
estas mujeres.
Ley  29973: Ley general de la persona con discapacidad
CAPÍTULO II DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS

Artículo 7. Derecho a la vida y a la integridad personal.


La persona con discapacidad tiene derecho a la vida y al respeto de su integridad moral,
física y mental en igualdad de condiciones que las demás. Su participación en
investigaciones médicas o científicas requiere de su consentimiento libre e informado.

Artículo 8. Derecho a la igualdad y no discriminación


8.1 La persona con discapacidad tiene derecho a la igualdad ante la ley y a no ser
discriminada por motivos de discapacidad.

8.2 Es nulo todo acto discriminatorio por motivos de discapacidad que afecte los derechos
de las personas. Se considera como tal toda distinción, exclusión o restricción por motivos
de discapacidad que tenga el propósito o el efecto de obstaculizar o dejar sin efecto el
reconocimiento, goce o ejercicio, en igualdad de condiciones, de uno o varios derechos,
incluida la denegación de ajustes razonables. No se consideran discriminatorias las
medidas positivas encaminadas a alcanzar la igualdad de hecho de la persona con
discapacidad.

Artículo 9. Igual reconocimiento como persona ante la ley


9.1 La persona con discapacidad tiene capacidad jurídica en todos los aspectos de la vida,
en igualdad de condiciones que las demás. El Código Civil regula los sistemas de apoyo y
los ajustes razonables que requieran para la toma de decisiones.

9.2 El Estado garantiza el derecho de la persona con discapacidad a la propiedad, a la


herencia, a contratar libremente y a acceder en igualdad de condiciones que las demás a
seguros, préstamos bancarios, hipotecas y otras modalidades de crédito financiero.
Asimismo, garantiza su derecho a contraer matrimonio y a decidir libremente sobre el
ejercicio de su sexualidad y su fertilidad.

Artículo 10. Derecho a la libertad y seguridad personal


La persona con discapacidad tiene derecho a la libertad y seguridad personal, en igualdad
de condiciones que las demás. Nadie puede ser privado de su libertad en razón de
discapacidad.

Artículo 11. Derecho a vivir de forma independiente y a ser incluida en la


comunidad
11.1 La persona con discapacidad tiene derecho a vivir de forma independiente en la
comunidad, en igualdad de condiciones que las demás. El Estado, a través de los distintos
sectores y niveles de gobierno, promueve su acceso a servicios de asistencia domiciliaria,
residencial y otros servicios de apoyo en la comunidad para facilitar su inclusión social y
evitar su aislamiento y abandono.

11.2 Los establecimientos que prestan atención a las personas con discapacidad
promueven y facilitan su inclusión familiar y social.

Artículo 12. Derecho a la participación en la vida política y pública


12.1 La persona con discapacidad tiene derecho a participar en la vida política y pública en
igualdad de condiciones que las demás, directamente o a través de representantes
libremente elegidos, incluyendo el derecho a elegir y ser elegido, a ejercer cargos públicos
y a desempeñar cualquier función pública, sin discriminación.

12.2 No se puede restringir el derecho al voto por motivos de discapacidad. El sistema


electoral adopta las medidas necesarias para garantizar este derecho, asegurando que los
procedimientos, instalaciones y materiales sean adecuados, accesibles y fáciles de
entender y utilizar.

Artículo 13. Promoción del desarrollo asociativo


El Estado promueve la conformación de organizaciones y asociaciones de personas con
discapacidad. Les presta asesoría y capacitación, facilita su acceso a fuentes de
cooperación internacional y promueve su participación en todos los espacios de
concertación de asuntos públicos que no provengan de elección popular, tales como el
Consejo Nacional de Derechos Humanos, la Mesa de Concertación de Lucha contra la
Pobreza, el Consejo Nacional de Trabajo y Promoción del Empleo, los consejos de
coordinación regional y local, entre otros.

Artículo 14. Derecho a la consulta


Las autoridades de los distintos sectores y niveles de gobierno tienen la obligación de
realizar consultas con las organizaciones que representan a las personas con
discapacidad, previamente a la adopción de normas legislativas y administrativas, políticas
y programas sobre cuestiones relativas a la discapacidad. Los procesos de consulta se
desarrollan sobre la base de los principios de accesibilidad, buena fe, oportunidad y
transparencia.

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