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Los Derechos Humanos como fundamento ético del Trabajo Social (2001)
Por:
Lic. Nilda Gladys Omill- Universidad Nacional de Tucumán (Universidad Pública
Argentina)
Se puede hablar del Trabajo Social y los Derechos Humanos desde distintas
perspectivas. Una de ellas es la que elegí para desarrollar este artículo. Si
partimos de la definición de derechos Humanos como los derechos inherentes a
nuestra naturaleza, sin los cuales no podemos vivir como seres humanos,
entonces podemos decir que cualquier profesión o actividad que se desarrolle con
personas tiene que tener su fundamento en estos derechos.
Hoy más que nunca el compromiso de la profesión con los Derechos Humanos
debe ser mayor, pues en estos años se ha involucionado en la concreción de los
derechos declamados. La profesionalización de nuestra práctica está ligada con
los derechos sociales de ciudadanía garantizados por el Estado de Bienestar.
Las políticas sociales concretan las exigencias o respuestas que los estados
hacen a la llamada desde Trabajo Social “la cuestión social”. En el contexto de
globalización actual nos encontramos ante la crisis del estado de bienestar. Los
derechos sociales que se había constituido en conquistas de la sociedad civil
mediante las luchas sociales, son señalados como privilegios o compensaciones
que requieren ser desmontados. En el terreno de la política, la fragmentación de
intereses trae como consecuencia un elemento de sospecha generalizada hacia
esa actividad, que se suma a la desconfianza en cuanto al papel del Estado, que
ya no puede cumplir con sus mandatos fundacionales… Por otra parte, la acción
social se privatiza. Las empresas comienzan a intervenir en lo social, ya que esas
intervenciones pueden significar un incremento en la ventas -una empresa que
invierte en la acción social tiene en la actualidad mejor presencia en la sociedad-.
En otras palabras, el horizonte de cohesión de la sociedad abre paso al de la
lógica del costo-beneficio, es decir, del mercado.
Algunas escuelas podrán ofrecer un curso facultativo separado, otras exigir a sus
alumnos que sigan un curso de derechos humanos y otras introducir el estudio de
los derechos humanos en todos sus cursos fundamentales obligatorios. Esos
métodos no tienen por qué excluirse mutuamente, ya que cada uno de ellos tiene
ventajas y desventajas. (p. 12)
En este sentido, si comprendemos a los y las profesionales del trabajo social como
sujetos y sujetas que desde sus contextos, historicidades y diversidades enfrentan
las distintas realidades sociales en las que están inmersos, elementos como la
formación profesional darán contenido a su praxis profesional (Olaya, 2009). Así,
el proyecto ético político exigido por Montaño y otros de similares características
implican una propuesta que "garantiza compromiso y responsabilidad social,
permitiendo que el sujeto sea crítico frente a los desafíos que impone la propuesta
del relativismo y la neutralidad y lo más importante, posibilita que se vincule a un
proyecto de sociedad radicalmente democrático" (Olaya, 2009, p. 7).