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U4 GomezHernandez
U4 GomezHernandez
(¡uc tüfiinde la biblioteca. Las misiones cié la biblioteca liniversitaria se pueden con-
crelai en;
El modo en el que se han organizado en España las bibliotecas para apoyar los fi
nes de la Universidad, especialmente docencia e investigación, y dar los servicios antes
enumerados, ha dependido de diversos factores, que configuran su organización actual.
Entre ellos cabe señalar:
Las normas se pueden entender como un modelo, como una medida de valora
ción, como un estímulo para el desarrollo y la; mejora, o como un instrumento para
ayudar a la decisión y la acción. Toda norma ó recomendación para bibliotecas uni
versitarias deberá insistir en la correspondencia que debe haber entre los fines de la
Universidad y los de la biblioteca, en que éstos deben elaborarse con la implicación
total de la comunidad universitaria, objetivarse de modo que podamos examinar su
consecución, en la necesidad de conocer y atender las necesidades de los usuarios, y
en dar acceso a la información documental que se precise por todos los medios, inclu
yendo especialmente la cooperación y la integración en redes.
Reconociendo que hay una gran diversidad entre las institucibnes universitarias y
isiUiaciones muy variadas, lo que hace difícil y peligroso fijar normas precisas y cuanti-
ficables, debe haber unas normas mínimas que nos indiquen lo que caracteriza a una
biblioteca para que efectivamente lo sea en cuanto a colecciones, instalaciones, perso
nal y servicios^'. Y unas normas proycctivas que orienten sobre el futuro desenvolvi
miento de la biblioteca.
i i
21.2.1. Normas ¡Mcrnadonales para bibliotecas tmiversi¡aria.s
En este ca.so se enumeraban también unos factores adicionales para ajustar el tama
ño ele la plantilla. Esto.s dependían de los servicio.s dados por la biblioteca, como por
ejemplo el tener formación de usuarios, servicios de referencia, servicios de audiovisua-
¡es y electrónicos, o ele la institución; el número de íituíacionc.s ofertadas, d tamaño de
la plantilla docente, la c.xislencia de programas de formación continua o el volumen de
la investigación.
Por su parte, otro grupo ele la American Library Associatioii especializado en biblio
tecas universitarias redactó en 1989 unas normas'^ muy novedosas y accitada.s, orientadas
a facilitar la evaluación de su eficacia. Su punto de partida es que cada biblioteca es úni
ca, y que por ello debe determinar individualmente sus propios criterios de actuación y
evaluación, marcados por los objetivos de la Universidad. Se renuncia, por tanto, a mar
car unos indicadores ele rendimiento cuantitativos y generales. El gasto en la biblioteca
se considera como la principal inversión en capital de la Uitivcrsidad, a la que proporcio
nará un valor añadido. Se afirma igualmente que la biblioteca debe ser dinámica y orienta
da a! futuro, reconociendo la rápida transformación de la información en la era tecnológi
co, y que muchos de los recursos están fuera de la propia Univcr.stdad. Por ello, sin
abandonar el rol tradicional de reunir y conservar colecciones, se afirma que ta.s bibliotecas
añadirán nuevas misiones que habrá que recoger en el proceso de ncluadón y evaluación.
Respecto n la ubicación de la biblioteca, en consonancia cors la importancia de las
misiones de servicio que se le atribuyen, se considera que debe estar en el centro la
actividad dd campus. Se debe planificar haciendo posible el libre acceso, y sistemas re
motos o compactos de almacenamiento para los materiales menos usados, pero cvilnii-
do que en que pueda llegar a ser difícil el acceso a los usuarios.
Sobre los servicios, estas normas insisten en que debe ase.giirnrsc ¡a accesibilidad
óptima tanto a la propia colección como a !a información externa, en soporte impreso
o electrónico, y realizarse instrucción en el uso de los recursos y servicios, orientación
y referencia. El objetivo es desarrollar las ltalnlidadc.s de información ele los usuarios
ele todos los niveles. También se destaca la necesidad de que la biblioteca tenga sensi
bilidad ante lo.s cambios en el campo de la iiiíormación, anticipándolos para llamar la
alcncióna los usuarios y procurar adecuarse a ellos. Por último, se marcan uitos crite
riospara evaluación de
ia la.s bibliotecas en las universidades, que rccogcrno.s en deta
lle porquepermiten vislumbrar ¡os aspectos fundamentales
que debemos perseguir en
su funcionamiento:
I) Planificación
a) ¿Cuenta la institución con la biblioteca para su procc.so de planificación?
b) ¿Existen planes para e! desarrollo futuro de la biblioteca?
3ÓS Mítiinn' de UìbUoiexonomin
6) Acceso y disponibilidad
a) ¿Están claramente definidas y son disponibles fácilmente las medidas (¡ue
organizan el acceso y uso de las colecciones?
b) ¿Están las coícccioncs bien ubicadas?
c) ¿Están las coieccíoines, de hecho, accesibles y disponibles?
d) ¿Son los registros bibliográficos adecuados?
e) ¿Es suficiente el personal dedicado a la aiUomatiznción, a los servicios técni
cos o a otras funciones relacionadas cott la colección?
f} ¿Con c¡ué rapidez puede proveer la bibliolejpa los niaicriaícs que no posee?
g) ¿Qué tipo de programas cooperativos existen? '
h) ¿Es adecuado el nivel de apoyo dcl personal?
7) Preservación y conservación
a) ¿ Hene la biblioteca apropiados controles mediambientales?
b) ¿Tiene la biblioteca qn plan de enrergencias?
c) ¿Provee elj presupuesto los recursos adecuados para preservación y repara
ción de los libros dañados, deteriorados por el tiempo o estropeados?
dj ¿Tiene la biblioteca las medidas adecuadas de seguridad contra pérdidas,
niulilizaciones o robos?
La.s' brevas referencias antcriore.s no.s dan cucnla de la dificultad de tener un ¡nar
co normativo para las bibliotecas universitarias españolas. Se carece de indicaciones
basadas en estudios fiables de cuántos volúmcne.s debe Itnbcr por estudiante en las
distintas áreas de conocimiento, o de cuanto.s bibliotecarios deben formar las pianti-
llas, o de las necesidades documentales c informativas de! profesorado de diversas
materias, Junto a esto, tampoco existen estadísticas globales de la situación en España
que .se constituyan eti referencia y orientación de la evolución de las bibliotecas, ni se
utilizan los mismos modelos de recopilación de dalos para sus Memorias anuales’ ’.
Por ello, cada biblioteca universitaria está desanoilando modelos y estructuras difcicn-
tes, tanto resultado del análisis particular de sus propias necesidades como de las propias
tradiciones de la institución.
<Ji!rai’.(e al menos quince días, pues requieren lecUiras niiís sosegadas y la presión so
bre ellas seríi menor. Por úilimo, ios usuarios de lercer ciclo y los pjofesores quieren
de la biblioteca pristamos múltiples, para consultar .simiiltáiieamenle varias obras ne
cesarias en su investigación, períodos amplios de préstamo -que se iiuiorizaián siem
pre que no se pidan obras de carácter no especializado-, y sobre ¡odo, colecciones lic
revistas que contengan las aportaciones más novedosas en el conocimiento. Para ellos
es fumlameiual lauibién el rápido acceso al documeiuo original, cuando localizan re
ferencias que no están en su Universidad.
Una segunda ílistijición que cabe hacer para diferenciar las necesidadades de los
universitarios es ¡ror su área de especia libación. En efecto,las demandas de informa
ción son diferéntes en cada titulación: ni se bu.scan por igual las publicaciones, ni las
fjases de datos, ni se demandan ios mismos tipos de servicios, ele., por jrarte de los es
pecialistas de los diversos campos.
Entre los hábitos y necesidades de información se han opuesto tradicionahnenle
las de los estudiosos de humanidades, por un lado, y las ciencias experimeiUales, por
otro, estando entre ambos extremos las demandas de los de las carreras de ciencias
sociales. Así, por ejemplo, los expertos de humanidades usan una gama muy variada
de documentos, en el que ios libros cumplen todavía im papel fundamental. Eos li
bros-homenaje, las actas de congresos, la.s monografías, las memorias y estadísticas
ofícíaics, la liteniUira informal, las ediciones antiguas y dcscaialogadas, son muy nece
sarias. Además, a veces, están publicadas por entidades locales o no ksorativas con es
casa di,sfribut:ión, lo que hace diíícil al bibliotecario jjrctuporaiias íil fondo docnme.n-
lal lúeiitc a esto, los cienlíricos de áreas exjrcrimcníídcs us;m ])!¡nc¡píilmente cí
atiículo y la revista torno medio de comunicación.
i’or otro lado, la literatura científica en las ciencias sociales y las humanidades tie
ne una nuiyor vida media, hay un bajo índice de envejecimieiuo de la información, del
que se deriva un aumento del volumen de información que se demanda, pues se debe
mantener en la colección obras muy antiguas pero aún vigentes.
A diferencia de las ciencias, en que las que ios investigadores sólo buscan normal
mente información de los últimos años, en las humanidades ios investigadores conside
ran útiles trabajos de un período muy dihilado de años. De hedió, en ocasiones un tra
bajo s(.)bie una éjíoca o suce.so histórica, o un estudio filosófico hecho hace decenas de
años es todavía base de la investigación, un enfoque clásico que el historiador o el filó
sofo de hoy utilizan. En humanidades la dispersión de fuentes de información es mayor
porque, además de ((ue se demandan documentos de muy clistintns clases, la iitíeixlisci-
piinariedad es muy grande, debiéndose buscar en diversas bibliotecas, bases de dalos o
archivos las fuentes' '. Todo esto debe saberlo una biblioteca universitaria del área de
humanidades, para aplicar correctamente la política de la colección y la normas para
estos usuarios. Por ejemplo, la diversidad de inlere.ses puede hacer posibles períodos
de préstamo más largos, que además se necesitan por la extensión de las obras a con
sultar.
Por otro lado, es evidente también (jue en las humanidades y eii algunas cicncia.s
sociales hay todavía inseguridad cojiccjrlual, un vocabulario caracterizado por la amlti-
güedad y |ior variaciones c¡uc dependen del entorno cutiural, coriicxto geopolílico, do
la pcriencncia a dívcisas escudas, etc. Esto lleva a problemíus de lo.s lenguajes de lecu-
¡rcración, dificullaiulo las bústiuedas de información, su e.xactiiud, exhauslividad y pci -
lincncia. Los usuarios de la ¡nformación humanística y social suelen formular sus nece-
siriades de motlo dísiinio a como se hace en las ciencias naturales, en his que es fácil
llegar a ima serie de términos tjue determinarán la búsc¡ueda. Es posible que acudan a
Cu¡!Í!ii!o 21: Ut hihUoicca uiiiveniinrin 3'ì3
■\ V,
Si los años óchenla dieron lugar a las bibliotecas dC: centro, fruto del crecimiento
del número de estudiantes, ios años noventa han dado lugar a las bibliotecas de área.
La reforma de ios Planes de Estudio, y el aumento de! número de titulaciones ha roto
el sentido de la biblioteca de facultad, porque cada centro puede impartir varias c a
rreras, alojar departamentos y titulaciones diferentes, etc. En un contexto de profesio-
naiir.acidn de la gestión de las bibliotcca.s universitarias, en donde se pretende un
buen aprovechamiento de los recursos personales, econóíuicos y documentales, ya no
tiene sentido una pequeña biblioteca para los estudiantes de cada título. La respuesta
n este problema, lauto en las nuevas Universidades, que habituaimeníe ya con mode
los centralizados, como en las históricas, ha sido crear bibliotecas de grandes áreas te
máticas, o a veces bibliotecas que han rcuíddo los .servicios para conjuntos de titula-
dones cercanas físicamente en los campus. ;
Además, la nulomalización de los proceso.s técnicos permite potenciar los servicios
centrales, que se van haciendo cargo de coordinar todas las adquisiciones -recogiendo
las demandas de profesores y alumnos-la gestión de publicaciones periódicas, el procc.so
técnico -catalogación y cinsificación centralizada, unificación de encabezamientos y otras
autoridades, catalogación retrospectiva-, La biblioteca ha procedido a una centralización
de la gestión, que debe ir acompañada de un aumento de la accesibilidad a la colección y
a la información desde cualquier lugar.
El debate más fuerte se. ha producido en las Universidades históricas cuando, ade
más de la centralización de la gestión, se ha intentado unir físicamente la colección, con
centrando las bibliotecas dcpartameiUales y las de centro que habían ido surgiendo por
los campus. Aunque objetivamente este modelo sea mejor-facilita el control de los fon
dos, permite ei acceso a ios usuarios de distintos centros, y conduce a la construcción de
nuevos edificios bibliotecarios-, debe implantarse de modo que se eviten problemas
que afecten a la eficacia c imagen de las bibliotecas. Creemos que la centralización no
es un objetivo es sí misma, sino un medio, que debe utilizarse de modo eficiente, pero
distinto en cada caso, a la luz de consideraciones como las siguientes:
un;i L^poca en la que no imporla tanto )a propiaclad cuanto la accesibilidad a los docu
mentos. Otra forma importante de cooperación entre las bibliotecas es el intercambio
(k: rcgi.siros bibüogrílficos, que tanrbién es posible actualmente en España gracias a las
redes de y
connmicacione.S existentes a la edición de
catálogos en CD-ROM, El avan
ce en estas actuaciones posibilitará formas más complejas de cooperación, como la ad
quisición coordinada o cooperativa o los almacenamiciUos cooperativos. La.s distintas
bibliotecas seespecialixarfan en aspectos o parles de la colección, para economizar re
cursos, y ante la imposibilidad de tener lodos los fondos de
interés. Y, a su vez, bi la,s
bliotecas irían manteniendo las colecciones antiguas o menos demandadas de modo
coordinado, favoreciendo una política de expurgo y paso a dcpó.sitos de colcccioíies
sin uso en un momento en que la falla de espacio es
im gran problcnia de las Utiiversi-
dades.
Estas líneas de cooperación se han iniciado a través de redes como DOCUfvíAT,
RUEDO -integra a las bibliotecas <|uc usan Dobis-l.dbis como medio de gestión auto
matizada-, la Red de Bibliotecas Universitarias (líE B IU N ), y M ECANO, una red
centrada en ia cooperación de las biblioieca.s universitarias del área de Ingeniería y
'lecnokígía. Actualmente, por último, existe una conferencia de directores de bibliote
cas universitarias y científicas españolas que está procurando caiutÜzar la coopera
ción, avanzando en la unificación de los procesos de préstamo inierbibliotccano y en
los modtílo.s de oluención de dalos sobre las biblioicca.S para su análisis y evaluación.
Ello llevará, próximamente, a lit edición de una esladíslica estatal sobre la situación de
las bibliotecas universitarias españolas.
' Se tnUii tk una rccnrríiile para describir la función de ia biblinicca. Así,-d Univcisiiy Oninis
CaunniU'i', órgmm de la Administración inglesa para (a Universidad, ya en ! ‘J 2Í. afirnialra qne " t i ea-
nicler y eficacia de una Universidad puede medirse por el Iralanrieiuo tpic da a su órgaiu» eetural, ta bi-
lilioia a. Considennrios la dolación para el luaiilcniniieiUo de ía biblioteca como la necesidad primaria
y mis viiiil del etpiipamientü de una Universidad. Una biblioteca adecuada no sólo es la base de lodo
esiudio y'eíiseñimra, es la condición esencial para la investigación, sin la cual no se puede añadir nada a
la suma del conocimienlo humano" (Ch. por 'l'HOMI’SON, J. y CA RK, R.r l.a hihíibíccu ¡iiiiversiíiiríii.
Madrid; Clermin .Sánchez Ruipiírez, t'WO, pp. 17-lS). En 1%6, Cartier, desde el pumo de vista norlea-
mericano, insisy'a La biblioteca es e¡ corazón <k la Uiiiversitlad. No Iiay otro factor maleriaí más esirc-
ehumenle ligado a la calidad iiu la riducaUón ,Slípcfinr, Unas pocas imiversidades con escasos medios
bibliotecarios h,m logrado un desarrollo iiiiportanic en ¡ilgiinas áreas, porque los ¡ecursos de lal.'oraio-
rio pueden ser más importantes tpic la biblioleca en algún campo parlicular, o en otros casos poi(|uc las
universidades estén situadas jumo a otras coicccioncs de grandes bibliolccas (...) Pero las in.silliicioncs
(|oe destacan til todas las disciplinas tiene invariablemente las mejores bibliotecas de iovesligiición dei
[tais", ((.'it, en Cl.AVEL, J, |L (rlir): L ‘/\víihíaútjrt í/c.í ¡fihlioilunnu'x nniia’rs/trirrt'j, Montreal: AUI’Ll.i-'.
I'JS-I, PP- 2y.‘s-2P6). o el liifuriHe Aikinson, en lyld: "l-il biblioteca es el corazón ríe tina imiversitbid.
Octipa el lugar couiial y básico, tomo un recursi,n|ue es, pon]tie sirve a lodtis las funciones de una iini-
versiítad ■cnseñan:ra e investigación, í.t creaetáta de nuevo eonocimicnto y lit li ansmisión it la jioslc! idatl
lie bi ciencia y la cultura del présenle y ild pasado" (TilO M I’-SON, CARIÍ, R.: cj/í , di, p. 2U) l'.sla
idea t)iic ha sitio rccogitht en el ámliiío btlinoamericano ttor Burtíiocore. en su Otcdotuin'o: *‘iio se cott-
t ilie una enseñanza sin el libro, y de abí que ta liiblioleea sea el centro vital, el nervio y el contzón
i|tie impulsan ti dinamisiiio fecundo do la Univctsitlad".
Cíipíítilo 2l: La liíbiioíccíi iiiiiversilnria 371
' i ■
K U H N .T. S.; L a fw itió n <lel ilog im cu lii irivcstigucióii c/Vjiíí /Tíh . Víilcnciii: Kevialn '¡'coran:]^
La ÍJÍbliotcca d e dt-parlamenui, salvo «ii las l>iblio!fcas da imivefsidadts IiisuSrit'iis a» donde ¡iutdu ser
muy voluniiiiusa, suele ser pequeña, de pocos miles de volúmenes, porque sólo inleresiin las oliras cjí li
nca con el paradigma vigcnic. Ello explicaría, según Kuhn. la facilidad para obiener periódicanienle la
cenlruli/iicidii de algunas oliras en la bilslioicca general; "los ¿iemificus saben cuairtio pasan de moda
los libros y aún las tcvlslas cienliíicas. Aunquo no los deslruyan, los Iransfieren, conso puede lesliíicar
lodo hisloi'iadoc de la Ciencia, de la biblioicca departamenial activa a la Isiblúsleca en desuso del dc|KV
silo univcrsilario general. Los rcemplasran las obras ni día, y es Urdo lo que requiere el progreso uderior
de la Ciencia". KUl IN. T . S.; op. d¡. Respecto a este comcnlaiio. la siluacidn Iwi eanrbiado en lo releri-
do a las colecciones de publicaciones perir^dieas cienliíicas, que su han ccnü alixadü liando lugar a Me-
nicrolecas riquísimas por la exiensidn y calidad de sus fondos. I’ero éstas hemei olecas han seguirlo sien
do de uso casi exclusivo de! profesorado porque el estilo docente (lo inipulsa un uso rmfs rico de esKis
colecciones documentales.
En el Inform e l'inul dd pi'inier programa de evaluación de la Universidail española elaborado por ci ptiv
pió Consejo ríe Universidades .so ha afionado que "Los profesores dan preferencia a la actividad investiga-
ilota sobre la docencia, t|uc es percibida como una aclividatl cohilcrar (p. 197). “Con carácter gcner.il el
desarrollo de la enseñanza en las lituiaciones está poco planificaido y el profesorailo parece tener poco inte
rés por la calidad pcilHgógicu a la vísta de los mecanismos, casi exclusivamente tradicionales, (juc incorjan a
a las clases" (p. 139). Hay un mamcnimiealo de la lección magistral |Xir encima de lo aconsejable: ' Tiudo
mina la lección inagisiral, incluso en lilulaciunes poco masificadas: la paiiicipaetón directa del aluinnaito,
las clases tipo seminario de discusión, ele. son práclicas muy secundarias en el sistema docente" {/¡I., |).
1*10). La meUxIología didáctica más coriieiue se ¡imita, junto a la dase magistral, al "uso de (i/a. píxaira y
apuntes (...) En consecuencia, los trabajos individuales o en gfU|>o y una didáctica más pariicipaliva son
prácticas bastante taras" (|>. 201). Címaejo tic Utih crsidmlcs. Coniili 'l'écnico de la .Secretaria Genera!: I'm-
grcmi! experimciilnl t k cvaliwciúi] t¡c li> aiti:!n:¡ ilcl ¡in a m i ii/n'ycrsiiniio. Inform e Jiiutí. Madrid: Consejo de
Universidades, 199-1.
rVerilo a este pobre modelo, la enscñat|/,a milversilitria es "un proceso de búsqueda y de construcción
cícrilíficfi y crítica del conocimiento", cñ el que ios conocimiculos, métodos y técnicas cieniifieas delren
ser enseñiiilos ci iliciuiieiite. Debe conducir a <¡ue el alunmo ad(|uieia una ¡n og iesiu i .(íííoíKwiia en In ml-
ijiü iidón ¡le conodnilenW s alícriorei', en desarrollar capacidades de rellexión, en el m«íir;o ¡le In iln ai-
m enladún iievciiítiti.un el cl(j!iiinit> niiló/iom o ilc! ánilnlo d etu ijk o y profciion n l de cada una t!e i.is espe
cialidades. Es eleinenlü imprcscinilible In ii\!i;gri>ción <íelproceso e/i.se/tn;ií(i-()p/en(//(;«/L' con In nciiviiUul
¡le iiaesligndúii, para favorecer el aulodcsarrollo y el anioaprendizaje. I’or ello, (a) se debe sustituir la
enseñanza (¡ue se ümila rt triismliir UJta serie de contenidos teóricos, por una enseñanza en que se simu
len, de forma gradual, los procestís de investigación, y (b), se debe integrar la actividad invcsligaifoia riel
profesor y el mismo proceso tic enseñnii/.ii/aprendizaje. V. BEN ED ITO ANTOLI. V. (coord,); /.« Im -
/ilación ilel I'rofesorm io Uiiiversinirio. Madrid: Ministerio de Eilucacióii y Ciencia, Dirección General de
Renovación t'edagógica. 1992
LAN CA STEI í . \V.: Evíilimción y rneilicióii ilc los servicios bib liolean ios. México: UNAM, 1983, Aun
que las normas euanlilativas no aseguren la calidad de una biblioteca universitaria, no cumplir unos mí
nimos es garantía de la insuficiencia de los servicios, f'or ello, las normas cuaniitalivas hacen falla espe
cialmente para las zonas que se encuentren en desarrollo. Y deben cambiar Irecuenremcnle para
ada|ilai se II las necesidades de cada momento.
Sítíiuliirs f o r university íibrories (ed. de IL I‘. Lyncír). Tire tlague: IhLA, 1986. (ibJ-A professional re-
|xirls, 10).
AS-SOCIATION POR C O L LE G E AND R ESEA RC H U BR A R1E.S. College Library .Standars Com-
niillee; «.Standars for College libraries, 1986» (bajo la dirección ile J. M. M onis) C ollege ninl U esennh
Libraries News, 1986 (3), pp. IS9-2fX).
a s s o c i a t i o n I-'OR C O L L E G E z\ND R ESEA R C H LM ÍRA RIES. University l.ibraries section:
«Slaiulars for Uiiivcrsily Libraries. Evalnaiion of Performance», C ollege R esennli IJlirnries News,
50 (8). 1989, pp. Ó79 691 (traducidas por ADAD, K.; i-Normas para bililioiecas universitarias. Evalna-
cióii <le la eficacia». Boletín tie A nabnd XI.tV, 3 ,1 993,3, pp. 193-222).
B U IL IO T E C A S Unii^ersitnrias: Recom em ínciones so bre sn reglninentadón. Miuírid: Ministerio de Cul
tura, Centro de Coordinación ílibliolecarui, 1987, '
378 M aiu in l clc ü ib U o íc c o n o m íú
r.n un coiUcxlo cn ci niic ia ciillura orp.anizativn ttc las bihiiotccns universitarias españolas sc basaba en
la tlispcrsìs')ti, se insisie cn ilcfinir la bibliiateca conio “una uniilacl runcionar* (rpic no fisica), irulcpcn-
ilicnlcincnlc de su procedencia (es decir, aumiuc lies haya pa¡»ado un DcparlanierUo en particular),
pues todos lí>s recursos perten ecen , cn úííinio cxlrcmo, a la Universidad.
lifn l PiTrrln rfe Ì2 tic ahiil, .mhrc tretidíiii y rcrniw cim iciilo tic Vnivcr.rithnlc.'í y Ct-iiiiot Uní-
rrrsüoríns (IIOF,, 'bS, ZO-d 91, pp. 12JZfi-lZdZ'l). Anexo, punto 2.
l’ara la unificación de estos tlaUis .se csl.i trabajando: V. Onnts emii/trirfitrvo.r tic In.t c.rMrfí.tf/cri.t ck lo Oí-
lilinlrcns ii/ihrr.tiíiiriat r.vpniio/ri.t. Barcelona: Untversitat Aulónoma, Serve! de liihiiotcciucs, l'Wd, y
(üÓMI'.Z RSCObi-.T, J.: Informe, ¡■..riiiilhiiat Ariiinl i k Itir Inhlinlccas iitns’er.riiarUis. Barcelona: Untver-
sitai Antónotna. Servei de üibliotcquc.s, 1994. Se irata de documcnbis de trabajo .surgidos de la Confe
rencia de Directores de nibliotccas Universitarias,
Un investigador de la Historia do la Filosofía, por ejemplo, debería iiuír.As buscar fuente.s hislórtcas .so
bre un autor, sii época, estudios filológicos sobre su obra, las corricnics cuKuraIcs de su tiempo y su so
ciedad, revisar lodos los irabajos propiamente filosóficos sobre el autor, la valoración que hacen de él
ilistiiilas escuelas o corrientes de pcnsa!nicnlo,,.su influencia sobre el pensamiento en su país, o sobre
inoviinienlos tiislóricos o sociales. Cslo exigirá pasar por archivos y por bibtioíccas de Filología, Histo
ria, Ulcrallira, lislética. .Sociología, ole., y deher.-í consultar arlículos, monografías, tesis, coniiinicacio-
nes de Congresos, ele. A la I iisloiia le iiucrcsan fucnics de inform,ación de las Cicncia.s Sociales: l-co-
nomín. Sociología. Polílica, ele. La información que requiere el bisloriador cslar.4 por ello cn bases ele
dalos de I lisloria Social, Feonomía, Fdticación. De todo cslo so deriva que a un experto cn Humanida
des le pueden inlcrcsar fucnics de información enonuemente dispersas. Hay un fuerte componente
multidisciplinar, pues el invcsiig.ador puede llevar cf hilo comiuctor de su trabajo por muy divcr.sos ca
minos.
Lsla .aseveración ha sido comprobada rccicnleiuenlc cn el CINDOC. F.sludiantio la procedencia de tas
peliciones de obtención de documentns. se vió que sólo el ó.-S % de ésl.as correspondían a las f liiniani-
tladcs, írcrito al 79,7 % , que correspondían a inaici ias de Ciencias Expcrtnicnlales. Fn cuanlo a usua
rios, pcrlcnecfan a campos luimnnísticos y sociaic.s sólo el 20.8 % , y ci 74,fi % a las Ciencias. Cf.
V Á ZQ U EZ, M., PONDA, C., VA l.U .i, A.: i<Eslud¡o de los.usuarios de un servicio de folodocunicnla-
cióiiii. En: IV Joriiniliit fi.tjinrtohix lie Orreiiuii'riWc’íVi/i AiilomhUznfln. Ovicrio: Universidad, 1994, p. .“i46.
Una de la.s cnnchisioncs de esto Irabajo scñ.ila que la demanda do los servicios de bilotloctimcnlactón
Ele las Humanidades y las Ciencias Sociales sólo llegó a un K) % respecto de la de la.s Experimentales.
F,l desarrollo do las fuentes de información cn sopones ciceirónicos es, por estas razones, mucho menor
en las I Itimanidadcs cíuc cn las Ciencias. Así, se ha comprobado que menos del ¡0 % del tola! de los re
gistros de las bases de dalas accesibles por Dialog son tic campos liumartíslicos y sociales, marcantio
una enorme desproporción con d tr.alamíenlo tjitc reciben l.i.s .•írca.s cxpcrimcnlaic.s, Y ilei lolal de ba
ses de dalos expíenles, unas 9.000, analizadas por materias, sólo un 6 % es de Ciencias .Sociaic.s, un 4 %
de I Inmanidadc.s, y un 11 % de materias juiídic.as y legislación. Dado ci caráelcr prjvado y comercial de
Ibs principales servicios internacionales de bases de dato.s, especialmente cn c! ámbilo norleamcrícano.
se deriva qitc incluyan prcrcrcntcnuMilc las public.icioncs que por stt ámbito cullura! c idiornálico pue
dan ser más rcnlahics para la mayor parte de sus clientes. Por eso. la literatura europea está poco con-
Icmpind.a, pcrtiicmio mucha cxbaustividiul para el iinivcrsilario español. V, vAZQUfíZ, M. «Las bases
de datos. Panorama actual y pcrs¡ieclivas«. Hokiin tic. Amthatl, 1994. XLIV, 1.
Cf, l.INF., M. ib; «The concept of'library goodness': user and library perccpfiori of qualily -inti value».
Fn LINE, M. ÍL (ctl): A attk m ic Ubrnry MnimgemciU. London: Library A,s,s,fl990, pp. 185-188.