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EXCITABILIDAD ! ! !
ESTIMULOS
Vemos un rectángulo amarillo que es la normalidad de un niño. Se observa allí, sobre el
rectángulo amarillo, una línea celeste que sube y baja "dentro del rectángulo" sin salir por arriba
o descender por debajo. Eso es el estado de un niño normal: "dentro del rango de la normalidad
se puede variar, estar más o menos "semejantes" que siempre y eso es normal" Un niño
cualquiera puede estar más o menos activo o quieto sin que esté alterado. Hay una variabilidad
que es normal. No somos una roca. Somos humanos y podemos variar, sentir, estar diferentes
"dentro" de la normalidad. Eso de denomina EUTIMIA. Con variaciones que son normales, el
niño está normal. Sobre el rectángulo amarillo hay un número de flechas negras que "caen" sobre
el niño normal en gran cantidad, en exceso. Estas flechas son los famosos estímulos que les
damos a los niños: una caricia, un paseo, un beso, un abrazo, otro abrazo, otro beso, otro cariño,
una levantada en brazos, otra, los tocamos, vivimos "cayendo" sobre ellos con nuestras flechas-
estímulos de continuo y luego nos empezamos a preguntar sin saber qué les pasa. En blanco está
la palabrita estímulos, que tango le agrada y usa la "educación moderna". Se observa que si
continuamos estimulándolo con las flechitas, la curva celeste del niño normal, poco a poco se va
a ir desplazando hacia arriba y, muy a menudo en la vida agitada actual; va a comenzar a salir
del rectángulo amarillo normal y se escapa siendo roja en intensidad, hacia arriba con "mucha
intensidad" llegando en pocos días o meses a la conocida EXCITABILIDAD: niño inquieto,
irritable, agresivo, rebelde, "mañoso" decimos. Grita, pega, tira cosas, llantos, rabietas por
docena al día, etc. Los padres supimos hacer tan bien nuestras pequeñas tareas que hemos
logrado enfermar a nuestro hijo. Al suceder esto y excitarse el niño cambia su conducta, su
carácter, se dice en forma correcta. Es algo como de Frankestein. Ese angelito que Dios nos dio
más o menos activo lo hemos eyectado hacia una cosa que casi es un monstruito .... Lo hizo Ud.
mamá, sin intención, sin culpa, por "amor"; pero lo hizo Ud.
¿Exagerado, excesivo?. Luego de ver este gráfico y de memorizarlo vaya Ud. por la calle y con
algo de atención observe a casi todos los padres qué están haciendo con sus hijos. Están
"encima". Observe a esos niños un pequeño tiempo para conocerlos y verá que cuando realmente
se encuentra con uno normal, sus ojos (los de Ud. papá o mamá) estarán desorbitados. ¿Una
pequeña exageración, tal vez? Por favor, diríjase hacia la calle y observe.
Y mientras tanto, alejada del mundo moderno, nuestra Iglesia Católica qué nos enseña (léase
Iglesia Tradicional). "En lo moral, la virtud está en el medio". "In medio stat virtus". En todas los
ámbitos o terrenos de conductas o de lo que hacemos, de nuestros actos; lo correcto se encuentra
en el medio, ni poco ni mucho. Mores en latín son conductas, modos de actuar. Moral. Dios
sapientísimo conoce de nosotros algo mejor que los padres y psicólogos. Solución: algunos
besos, cariños, caricias, atenciones, sobrias, bien reguladas, "equilibradas". Generan niños
sobrios, tranquilos, calmos equilibrados. Ni poco ni mucho. Decimos rápidamente que el padre o
madre que crea y se vea equilibrado, hoy "seguramente está alterado hacia arriba". ¿Pues no
somos todos inquietos, nerviosos, bastante activos, hablamos mucho, nos movemos mucho?. Nos
sentamos, nos ponemos de pie a traer la birome, nos volvemos a sentar mientras estamos
hablando, vamos a apagar la luz de la cocina, luego prendemos la del living, corremos las sillas,
lavamos un plato, servimos un mate mientras hablamos, levantamos una suciedad con la pala,
vamos hacia la habitación a buscar un papel que "necesitamos” mientras hablamos y
gesticulamos..... Porque nuestra habitualidad está como se encuentra, la técnica nos ha agregado
geniales aparatitos con mensajes, luz que brilla importantemente, comunicaciones al instante,
televisores que brillan y cambian de colores y luces, computadoras que nos excitan. Hasta hace
poco hablábamos entre nosotros ...pues, tenemos un nuevo tirano: WhatsApp.
Entonces no estamos en "el medio", luego no estamos en la virtud. La virtud es una "fuerza
buena", decimos con la doctrina de la iglesia, hábito o acto virtuoso; si estamos en el promedio.
¿Estamos en el promedio? ¿Estamos en la virtud?. Queridos papá y mamá tengo una tarea para
ustedes. Pequeña, ya que tienen tantas ocupaciones... En los años que Ud. quiera, encuentre y
tómelo para sí un tratado de psicología moderna que hable de la virtud.
Así también si adoptamos los extremos estaremos en el "vicio", lo contrario a la virtud. Acto
vicioso, hábito vicioso. Otro pequeño trabajito. Obtengamos un padre, una madre que quiera
darle a su hijito un vicio. O un tratado de psicología que trate sobre el vicio.
Tenemos una segunda opción, alternativa, para que si aún no hemos logrado hacer un tirano, lo
intentemos de esta manera. Háblele (siempre continuamente y mucho); no intente ponerse en
virtuoso y lo haga poco o moderado; decíamos háblele a su bombón a su encanto como niñito
chiquitito. Háblele con muchas iiiiiiiiiii. Chi, chi. Sí, Ud. sabe. Sea moderno. Degrádelo, dígale
con su modo de hablar que es él un perfecto tontito y por eso Ud. le habla como tal. ¿Cómo lo va
a tomar Ud. en serio si es una cosita chiquitita, un animalito hermoso que me acompaña? Y
además, porqué tiene Ud. que dejar de "disfrutar" de su hijo aunque le haga mal. Este método de
hablarle como si fuese un estúpido, no es estúpido, es estupendamente bueno para deshacer a su
hijo en un ser reblandecido, sumido en sus sentidos externos, en sus pasiones. Siga preparando a
su hijo para que a los tres años se doctore en hiper-excitabilidad o (más moderno) "síndrome del
espectro autista". Este chi-chi-chi- es infalible. Algo que los Papas no quieren ser. Ud. sí puede.
Háblele como estúpido y será infalible, siempre lo alterará. Mire ahora a su alrededor y
compruebe cuántos buenos papitos bien intencionados son profesionales doctorados en
estupidización de sus hijos....
Finalmente, una tercera opción para servir de modelo, que a menudo se pasa por alto y que tiene
también efectos fulminantes, es la de adoptar siempre un tono de absoluta frialdad e implacable
indiferencia. El otro extremo. Dijimos: in medio stat virtus. Esta actitud despersonaliza a su hijo
y no le deja margen de acción, por lo que asimismo es propicia para conseguir resultados
sorprendentes.
De todos modos, nos vemos en la obligación de cerrar este apartado reconociendo que la
estrategia de tratar de manera tiránica a su hijo tiene un grave inconveniente. Por desgracia,
existe el riesgo real de que su hijo, en vez de imitar esta forma de tratar a otros o de reaccionar
de manera agresiva, se convierta en un niño en exceso obediente y después en un joven sumiso y
apocado, desesperado por encontrar la aprobación y el afecto de los demás para compensar su
nula personalidad conformada. ¡Si usted comprueba que su hijo responde de este modo, cambie
inmediatamente de estrategia!
Minimice y justifique
las pequeñas agresiones de su hijo
Hemos dejado para el final de este capítulo la estrategia más directa y sencilla para ayudar a su
hijo a convertirse en un pequeño tirano. La idea es muy simple: si lo que quiere es tener un hijo
tirano, refuerce de forma sistemática cada conducta agresiva de su hijo, prémiele cuando trate
mal a los demás y ayúdelo a que aprenda que ese comportamiento es aceptable y que no tiene
consecuencias negativas.
Una buena opción es que, en vez de ponerse serio, le ría la gracia si insulta a otra persona o a
usted mismo («Qué mono, lo bien que sabe decir “Eres tonto”»), le deje hacer mientras raya los
muebles de los vecinos a los que visitan o justifique que pegue a otros niños («Son cosas de
niños, hay que dejarles que se apañen solos»). Eso sí, si resulta que el otro niño reacciona a la
agresión pegando a su hijo, intervenga para defender a su retoño y, si las circunstancias lo
permiten, dé un cachetón al agresor de su hijo. ¡Eso será una buena enseñanza!
Una ocasión especialmente propicia para enseñar a su hijo a maltratar se presenta si en algún
momento su pequeño trata de pegarle o patearle a usted. Sabemos que no es fácil, pero trate de
hacerlo: déjese pegar o patear con paciencia mientras le explica que no debe hacerlo. El broche
de oro será terminar accediendo a lo que su hijo le pedía o simplemente premiándolo de alguna
manera. Tal vez se quede con algún moretón, pero el futuro tirano aprenderá de una sola vez
varias lecciones valiosas: que golpear es aceptable, que agredir sale gratis y que la violencia
(aunque sea a pequeña e infantil escala) funciona. Algunos padres dudan de si adoptar esta
estrategia o no. Es comprensible porque, al fin y al cabo, la violencia directa resulta desagradable
(¿y por qué no reconocerlo? Una patada en la pierna, incluso si la da un pitufo de 5 años, puede
resultar dolorosa). En esos momentos de debilidad, recuerde algunos argumentos útiles para
mantener la línea: «¿Y si se enfada más si lo sujeto?», «¿Y si le quito la razón y monta un
espectáculo?». Y, de nuevo, el argumento definitivo es: «¿Y si lo traumatizo por ponerme
firme?».
Pero a no caer en desánimo, ni vaya a creer que es Ud. un padre o madre con algunos pequeños
defectillos. Al fin y cabo, todos los tenemos. Y además porqué ponerse en la hastiosa tarea de
ocurrirle preguntarse: ¿por qué será así mi niño?. Ni se le ocurra, sería ir de bruces a un yerro
capital. Nada más y menos que preguntarse las CAUSAS, origen o razones sobre la forma en
que está actuando; no son parte de ningún programa de educación moderno que se precie. Lo
dijimos. Nuestra ciencia no trata de causas próximas aunque sea ciencia. Si Ud. puede esto
explicar. Escriba un libro. No querrá que aquí tiremos por la borda casi 300 años de efectiva y
muy eficaz psicología moderna. No se trata de ellas, el quid de la cosa es hacer sentir
emocionalmente bien a todos los seres humanos. Si por fin, Ud. insiste, recurra a un digno
representante de la verdadera iglesia católica y ellos le hablarán de espíritu de sacrificio, de
aprender a soportar nuestras propias miserias, de aceptar vencer nuestros caprichos, de afrontar
pruebas para forjarse en el crisol de la vida real. De oración, meditación, sacramentos, auxilios
espirituales, retiros espirituales, cumplimiento de mandamientos, consejos de la santa iglesia.
Y compruebe que se usan ingentes esfuerzos en miles de años para adherirle a Ud. a estos
sistemas oscurantistas medioevales. A sorprenderse un poco y además convencerse que hay en
estos modos de ofrecer la "psicología católica", una verdadera ingeniosidad. Dice "E.E"
en la imagen de arriba. Según nos parece no es otra cosa que las letras que indican
Ejercicios Espirituales. Pues así se entiende un modo (afirman) infalible - parece que
fueron enseñados por la misma Virgen María a San Ignacio de Loyola - de perfeccionar,
educar, ejercitando a las almas (psicología ?): "venciéndose a sí mismo, ordenando cada
vida sin que ninguno de nuestros afectos desordenados nos determine, nos forme
viciosamente". Pero, si esto es así, estaríamos frente a nuestra psicología moderna
aplicada en una especie de "internación" de 30 días, haciéndola intensiva. ¿ O no? Porque
además nos recuerdan que puede asemejarse a una especie de "E.E: EDUCACION
EXCELENTE". ¿Cómo puede Ud. lograr que de ese tipo de vida de unos cuantos días
obtengamos un hijo tirano?. Ni modo.
Lo que señalaría decir que si un alma que vive en oración, con sacramentos, vida interior,
lecturas espirituales, misa, confesión, dirigida por un sacerdote; reemplazarían nuestra
luminosa psicología moderna. Poco creíble. Pueden haber numerosas formas de "influír"
en las personas, pero formar, educar con esos modos ..... Sólo un profesional psicólogo.
Puestas así las cosas, ningún hijo podría desarrollar su vida con la tan deseada "libertad".
Sólo seríamos una buena marioneta dirigida por unos cuantos "hombres con faldas"
(felizmente vemos que han sabido tomar en cuenta que por lo menos las sotanas están
abandonadas). La libertad.