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Historia

Talla medieval con monje inspirado por un ángel al traducir un texto bíblico del hebreo
al latín. Sobre la imagen se encuentra incisa la siguiente inscripción hebrea: « ‫אבינו שבשמים‬
‫( »יהקדיש שמך‬Avinu shebashamáim iheakdísh shimjá), es decir, «Nuestro padre que [estás]
en los cielos, tu nombre sea santificado». Misericordia gótica, Iglesia de St Pons de
Thomières, Francia.

El memorial del traductor, en St Asaph. Al centro aparece William Morgan, el traductor


de la Biblia al galés.

La traducción es una actividad muy antigua. Una de las primeras evidencias escritas de
traducción es la Piedra de Rossetta, donde un mismo texto se encuentra en egipcio
jeroglífico, egipcio demótico y griego, que sirvió para descifrar el significado de los
jeroglíficos egipcios.

Una parte significativa de la historia de la traducción en Occidente tiene que ver con la
traducción de los textos bíblicos. Las primeras traducciones escritas atestiguadas fueron de
la Biblia, ya que como los judíos llevaban mucho tiempo sin hablar la lengua hebrea, ésta
se perdió y las Sagradas Escrituras debieron traducirse para que las entendiesen los judíos
que no hablaban su lengua original. Ptolomeo Filadelfo en el siglo III a. C. mandó traducir
del hebreo al griego koiné las Sagradas Escrituras a 72 sabios que dominaban el hebreo y el
griego. Esta versión se conoce como versión alejandrina, versión de los 70 o Septuaginta.2
A lo largo de los siglos I y II d. C. la Biblia se tradujo de manera intermitente del griego al
latín. Este conjunto de textos se conoce como Vetus Latina. San Jerónimo realizó la
primera traducción sistemática de la Biblia al latín del pueblo: la Vulgata, que apareció
alrededor del 384 d. C.20

En los siglos IX y X en Bagdad, los trabajos de los antiguos griegos en los campos de la
ciencia y la filosofía se tradujeron al árabe. Este aprendizaje se diseminó por Europa a
través de España, bajo el dominio musulmán desde principios del siglo VIII por
cuatrocientos años, hasta el siglo XV, cuando los musulmanes fueron desterrados.21

La Escuela de Traductores de Toledo, donde se realizaron traducciones del árabe al


español y luego al latín, contribuyó al desarrollo científico y tecnológico que permitió el
advenimiento del Renacimiento europeo. A lo largo de la Edad Media, el latín era la lengua
franca del mundo occidental. En el siglo IX Alfredo el Grande, rey de Wessex, en
Inglaterra, se adelantó a su tiempo en la traducción en lengua vernácula anglosajona de la
Historia Eclesiástica de Beda y Consolación de Filosofía de Boecio. Mientras tanto, la
Iglesia Cristiana veía mal incluso adaptaciones parciales de la Vulgata de San Jerónimo de
alrededor de 384, la Biblia latina estándar.20 Posteriormente, al tiempo de la invención de la
imprenta de tipos móviles, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán.

El proceso traductor
El proceso traductor es el proceso mental por el cual se permite transmitir un texto
formulado en una lengua, utilizando los medios de otra lengua.22 Históricamente se han
distinguido en él tres procesos diferenciados: comprensión, desverbalización y
reexpresión.22 Algunos autores incluyen la desverbalización como un proceso interno de la
comprensión, y por tanto distinguen solo dos procesos básicos.2324

En la fase de comprensión o análisis, se decodifica el sentido del texto original,


considerando el campo, modo y tenor y estableciendo las unidades de sentido (a nivel de
palabra, frase o incluso una o más oraciones).25 Hasta aquí el traductor funciona
aproximadamente del mismo modo que el lector monolingüe.26 En la fase de
desverbalización o representación semántica el traductor conforma en su cabeza un mapa
semántico (de significados) independiente de las relaciones gramaticales tanto de la lengua
de partida como de la lengua de llegada.22 En la fase de reexpresión o síntesis el mapa
semántico se vierte en la lengua de llegada teniendo en cuenta, además de los rasgos
puramente semánticos, el género literario o textual, el contexto, las reglas gramaticales, las
convenciones estilísticas, etc.27 Ciertos autores, como Delisle o Bell, añaden una fase más a
la traducción cuando se realiza exclusivamente por escrito: la verificación o revisión.2829

Estas fases son de índole recursiva y no necesariamente sucesivas, es decir, el traductor


puede volver a desentrañar el sentido del texto origen, una vez que ha recodificado el
sentido en la lengua traducida.25 En él se producen procesos controlados y no controlados, y
que requiere procesos de identificación y resolución de problemas, aplicación de estrategias
y toma de decisiones.30

Complejidad del proceso


Aunque este proceso podría parecer simple a primera vista, se esconde tras él una
operación cognitiva compleja31. Para decodificar el sentido completo del texto origen, el
traductor tiene que interpretar y analizar todas sus características de forma consciente y
metódica. Este proceso requiere un conocimiento profundo de la gramática, semántica,
sintaxis y frases hechas o similares de la lengua origen, así como de la cultura de sus
hablantes.25 El traductor debe contar también con estos conocimientos para recodificar el
sentido en la lengua traducida. De hecho, estos suelen ser más importantes y, por tanto, más
profundos que los de la lengua origen. De ahí que la mayoría de los traductores traduzcan a
su lengua materna. Además, es esencial que los traductores conozcan el área que se está
tratando.25 En algunos tipos de textos, no es infrecuente la intraducibilidad como problema
(caso de varios poemas).

Competencia traductora
A diferencia de lo que se suele creer, dominar uno o varios idiomas extranjeros no es
condición suficiente para poder traducir a nivel profesional. Los idiomas extranjeros no son
sino una más de las herramientas necesarias para poder desempeñarse en traducción.
Traducir significa estar en capacidad de comprender el sentido y reexpresarlo en otra
lengua de manera efectiva y libre de las ataduras sintácticas de la lengua de origen; está
muy lejos de ser una mera sustitución de una palabra por otra.25

Competencia traductora es el nombre genérico que se da a una serie de conocimientos,


habilidades y actitudes necesarios para traducir.32 Estos a su vez se pueden subdividir en
diversas subcompetencias que el traductor debe adquirir para traducir con eficacia:33

 Subcompetencia bilingüe: Sistemas subyacentes de conocimientos y habilidades


necesarios para la comunicación en dos lenguas. Está integrada por conocimientos
pragmáticos, sociolingüísticos, textuales y léxico-gramaticales.33
 Subcompetencia extralingüística: Conocimientos sobre el mundo en general y
determinados ámbitos particulares. Integrada por conocimientos de ambas culturas,
enciclopédicos y temáticos.33
 Subcompetencia de conocimientos sobre traducción: Conocimientos sobre los
principios que rigen la traducción (tipo de unidad, procesos requeridos, métodos y
procedimientos utilizados, tipos de problemas) y conocimientos relacionados con el
ejercicio profesional de la traducción.33
 Subcompetencia instrumental: Conocimientos y habilidades relacionados con el uso
de las fuentes de documentación y las tecnologías de la información y la comunicación
aplicadas a la traducción (diccionarios, enciclopedias, gramáticas, libros de estilo, textos
paralelos, corpus, buscadores, etc.33
 Subcompetencia estratégica: Garantiza la eficacia del proceso traductor y la
resolución de los problemas poniendo en relación el resto de subcompetencias. Sirve para
planificar y elaborar el proyecto traductor, evaluar el proceso traductor y los resultados
parciales en relación con el objetivo final, e identificar los procedimientos para su
resolución.33
 Componentes psicofisiológicos: Componentes cognitivos (memoria, percepción,
atención, emoción), actitudinales (curiosidad intelectual, perseverancia, rigor, espíritu
crítico, conocimiento, confianza, motivación) y habilidades (creatividad, razonamiento
lógico, análisis, síntesis)

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