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Cuenta la fábula que, decidido a cruzar el río, pero sin saber nadar, el escorpión le pidió a la rana
que, por favor, lo cargara sobre su lomo y lo ayudara así a llegar a la otra orilla. La rana, que no era
tonta, lo miró e, indignada, se negó de plano. “Ni loca”, contestó, palabras más o menos. “¿Acaso
pensás que no te conozco, que no sé cómo sos? Si te llego a montar sobre mi espalda, terminarás
clavándome tu aguijón, y moriré envenenada”. “Pero, amiga rana, ¿cómo podría yo ser tan
estúpido de hacer algo semejante?¿ No te das cuenta de que así moriría yo también ahogado?”. El
argumento convenció a la rana que, finalmente, accedió. Estaban en medio del río cuando sintió el
aguijonazo, y supo que moría. Con el último aliento, desolada, alcanzó a preguntarle al escorpión
por qué lo había hecho.“Lo siento, ranita. Está en mi naturaleza”, fue la lacónica respuesta, antes
de hundirse.
b- Enseñanza o moraleja
Nos enseña que a pesar de las intenciones de una persona, siempre habrá otras personas
donde su naturaleza no cambia y nos hace daños aun nosotros queriéndoles ayudar.
e- Opinión personal
No significa esto que no se pueda modificar acciones, enmendar errores, o ser capaz de
arrepentirse. Significa, sí, que hay algo más fuerte que todo ello, más fuerte aún que las
conscientes y declamadas intenciones y que, tarde o temprano, terminará por revelarse. Quien es
mentiroso, mentirá, quien es estafador, estafará, y quien ha manipulado la ley, la justicia o los
principios en su propio beneficio, repetirá la conducta. Porque está en su naturaleza.