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Cronología

Después de vender su casa, Emmeline Pankhurst, en la foto en la ciudad de Nueva York en 1913,
viajó constantemente, dando discursos en toda Gran Bretaña y Estados Unidos.

Los estudios feministas europeos, entre los que destacan los que se realizan en idioma español,
distinguen como primera fase la del feminismo e Ilustración, también llamada la polémica
feminista.

Una de las primeras mujeres filósofas con principios feministas fue Hiparquía, esposa de Crates de
Tebas. Era miembro de la escuela cínica, por lo que se despojó de sus posesiones, familia y
comportamiento acuerdo a la sociedad, dejó el rol tradicional dado a la mujer y comenzó a vestir
ropa de hombre a modo de no seguir las tradiciones de la sociedad griega. Teodoro el Ateo, que se
reía de ella, le preguntó por qué no se dedicaba a las tareas propias de su sexo. Hiparquía,
consciente de lo que podía haber de revolucionario en su actitud, le respondió: «¿Crees que he
hecho mal en consagrar al estudio el tiempo que, por mi sexo, debería haber perdido como
tejedora?».17

Si bien las polémicas sobre la mujer se remontan hasta la Edad Media y aunque arrancan con el
preciosismo, siendo de destacar la obra de Poullain de la Barre (1673), es en el siglo XVIII cuando la
polémica sobre igualdad y diferencia entre los sexos se plantea con un discurso crítico, a través de
la filosofía de la Ilustración, que era contemporánea. El detonante fue la publicación de la obra
Vindicación de los derechos de la mujer, de Mary Wollstonecraft (1792). La segunda ola fue el
feminismo liberal sufragista, centrado en el derecho al sufragio y a la educación. Fue un
interregno, después de las Guerras, con la llamada mística de la feminidad. La tercera ola
comienza en los años setenta con lo que las feministas llamaron «el malestar que no tenía
nombre», y el análisis del patriarcado, los techos de cristal, así como la situación de las mujeres en
el resto del planeta donde no se reconocen los derechos humanos que se declararon universales e
inalienables. En esta tercera ola sigue el feminismo, que es un internacionalismo, en la segunda
década del siglo XXI.18

Otra cronología distingue1920 la primera ola, que apareció a finales del siglo XIX y principios del
XX y se centró mayormente en el logro del derecho al sufragio femenino; la segunda ola aparece
en los años 60s y 70s y se centra en la liberación de la mujer; por último, la tercera ola comienza
en los años 1990 y se extiende hasta hoy en día, y constituye una continuación y una reacción a las
lagunas que se perciben en el feminismo de la segunda ola.21
Christine de Pizan presenta su libro a la reina Isabel de Baviera.

Protofeminismo, feminismo premoderno y memorial de agravios

Se denomina protofeminismo o feminismo premoderno22 a las protestas expresadas por mujeres


como «memorial de agravios»23y a la defensa de las mujeres que se llevó a cabo en el contexto de
las polémicas sobre mujeres, durante la época que precede a La Ilustración y que se remonta hasta
la Edad Media.22 Este feminismo premoderno no surge del discurso de exaltación de las virtudes
femeninas que es parte de la tradición europea del siglo XIII conocida como Amor cortés.24
Tampoco es un discurso que reivindique la igualdad entre los sexos, pues se mueve en el marco de
una sociedad estamental en la que rige el prejuicio de que es por voluntad divina que existan
diferentes «estados» y diferentes formas de servir al amo, según los sexos.

Según Simone de Beauvoir, la primera mujer que utilizó una pluma para defender a las mujeres
fue Christine de Pizan, quien en el siglo XV escribió, entre otras obras, la que tituló como Ciudad
de Damas y la que publicó bajo el título Epître au Dieu d'Amour (Epístola al dios del amor).25

Ahora bien, esta defensa no se ajusta completamente al concepto de feminismo nacido con la
Ilustración, al feminismo moderno, que trasciende de la mera enumeración de agravios y entra en
el terreno de la vindicación de la mujer y la crítica racionalista de las estructuras sociales.

Primera fase: feminismo e Ilustración

Primera edición impresa de Vindicación de los derechos de la mujer: crítica acerca de asuntos
políticos y morales de Mary Wollstonecraft.

Salvo excepciones, los principales autores varones de la Ilustración relegaron el papel de la mujer
en la modernidad. Tanto Rousseau como Kant consideraban que las mujeres, al igual que los
niños, estaban excluidas «por naturaleza» del derecho de ciudadanía.26 Celia Amorós estudió el
tema, señalando que aunque el feminismo se encontraba ínsito en «la cara romántica de la
Ilustración», registrando importantes iniciativas aún desde sus etapas más tempranas, sería
finalmente una «senda no transitada», que llevó a que el pensamiento feminista sea
habitualmente ignorado en los estudios sobre del movimiento ilustrado.26

Entre los intentos más notables de incluir igualitariamente a las mujeres en el movimiento
racionalista, se encuentran los clubes de mujeres en la Revolución francesa y la publicación en
1791 de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, redactada por Olympe de
Gouges, con el fin de completar la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
aprobada dos años antes por la Asamblea Nacional Constituyente de Francia. Pero aquellos
intentos fueron «brutalmente acallados», en la expresión de Amorós, como lo evidenció la
prohibición de los clubes de mujeres y la ejecución de Olympe de Gouges.26

Se genera cierta literatura de carácter liberal a favor de la mujer: John Stuart Mill o Nicolas de
Condorcet van a ser ejemplos de líderes (varones) que defienden los derechos de la mujer, pero el
vacío y aparente olvido de la relegada figura de la mujer dentro del estado liberal, que perdura
hasta el siglo XX, no va a ser denunciado hasta la aparición de autoras como Mary Wollstonecraft
autora de Vindicación de los derechos de la mujer, que rompe con la tónica de las obras escritas
hasta el momento por mujeres, descritas como «memorial de agravios» y pasa a la «vindicación»,
componente esencial del feminismo.27

En el Imperio español también hubo expresiones feministas ligadas a la Ilustración, como fue el
caso de la actuación de Josefa Amar y Borbón en la Real Sociedad Aragonesa de los Amigos del
País, defendiendo la equidad de las mujeres ante el hombre. Una de sus obras disponibles
actualmente en internet, es el Discurso en defensa del talento de las mujeres:

No contentos los hombres con haberse reservado, los empleos, las honras, las utilidades, en una
palabra, todo lo que pueden animar su aplicación y desvelo, han despojado a las mugeres hasta de
la complacencia que resulta de tener un entendimiento ilustrado. Nacen, y se crían en la
ignorancia absoluta: aquéllos las desprecian por esta causa, ellas llegan a persuadirse que no son
capaces de otra cosa y como si tubieran el talento en las manos, no cultivan otras habilidades que
las que pueden desempeñar con estas. ¡Tánto arrastra la opinión en todas materias! Si como ésta
da el principal valor en todas las mugeres a la hermosura, y el donaire, le diese a la discreción,
presto las veríamos tan solícitas por adquirirla, como ahora lo están por parecer hermosas, y
amables. Rectifiquen los hombres primero su estimación, es decir, aprecien las prendas, que lo
merecen verdaderamente, y no duden que se reformarán los vicios de que se quexan. Entretanto
no se haga causa a las mugeres, que sólo cuidan de adornar el cuerpo, porque ven que éste es el
idolillo, a que ellos dedican sus inciensos.28

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