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IseGORÍA. Revista de Filosofía moral y Política


n.º 53, julio-diciembre, 2015, 679-695, Issn: 1130-2097
doi: 10.3989/isegoria.2015.053.12

mística y ética: desafíos para nuestro tiempo.


De la experiencia mística a la acción moral
mysticism and ethics: challenges for our time.
From mystique experience to moral Actio

JulIA YúFeRA
universidad de barcelona

Resumen. Después del proceso de seculari- AbstRAct. After the secularisation process
zación propio de la modernidad, podemos of modernity, we can suspect that, perhaps,
sospechar que, quizás, estemos asistiendo a we are witnessing an era of post-secularisa-
una época de post-secularización debido al tion due to the growing interest for
creciente interés por la espiritualidad y por spirituality and mysticism. In this context,
la mística. en este contexto, el presente the present study on mystic and its entail-
estudio sobre lo místico y su vinculación ment with ethics aims to know which
con la ética tiene por objetivo fundamental contributions to the scope of moral action
conocer qué aportaciones al ámbito de la may arise from the study of mystical expe-
acción moral pueden surgir del estudio de la rience. therefore, we will fathom in the
experiencia mística. Para ello, profundiza- knowledge of the human being from a point
remos en el conocimiento del propio ser of view that consider its transcendent and
humano desde una perspectiva que contem- spiritual aspect, in order to assess the con-
ple su dimensión trascendente y espiritual, tribution that may suppose the mysticism
a fin de valorar la contribución que puede study in the scope of the values educa-
suponer el estudio de la mística al ámbito de tion, in pursuit of a new social cultural
la educación en valores, en pos de un nuevo anthropological paradigm that responds to
paradigma antropológico, social y cultural the eternal inquisitiveness of the human
que responda a las eternas inquietudes del being.
ser humano.

Palabras clave: mística, ética, espirituali- Key words: mysticism, ethics, spirituality,
dad, secularización, educación en valores. secularisation, the values education.

[Recibido: julio 2014 / Aceptado: junio 2015] 679


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Julia Yúfera

la falsa fortaleza que se escondían tras ta-


«De esto sirve este matrimonio espiritual: les vínculos. Pero este autor, a diferencia
de que nazcan siempre obras, obras». de Karl löwith, carl schmitt o el mismo
(santa teresa, 2009, Moradas, 851) max Weber, que postulaban el teorema de
la secularización según el cual una teoría
1. Mística y ética en tiempos de se- moderna no sería más que teología secula-
cularización rizada a modo de transferencia o desplaza-
miento, apostaba por una legitimación de la
A pesar del proceso de secularización y de modernidad que, más allá del mero proceso
laicidad que trajo consigo la modernidad de secularización, venía a fundamentarse en
y, más aún, su deslegitimación posterior, la auto-afirmación del ser humano y en el
acontecida sobre todo en los países occi- giro copernicano.
dentales; a pesar de que, en la era de la téc- Para blumenberg, por modernidad de-
nica, lo sagrado ya no parece ser lo tras- bería de entenderse, más que el producto de
cendente, sino la tecnología, y que el una secularización, el resultado de una reo-
sentido de la existencia parece no bus- cupación de posiciones que, si antes estaban
carse en el más allá ni dentro del corazón ocupadas por conceptos religiosos y tras-
humano, sino en los instrumentos que el cendentes, en el cambio de época de la edad
hombre ha fabricado y que apenas con- media a la edad moderna las ocuparían
trola (Jonas, 2001); a pesar de que parece ideas inmanentes y mundanas (blumen-
que quien decide qué se ha de hacer, qué berg, 2008). Respuestas nuevas a viejas in-
es lo correcto y lo justo, ya no es ni la re- quietudes y funciones. Así, por ejemplo, de
ligión, ni el hombre (Alcoberro, 2003), la idea de redención se pasó a la de eman-
sino la sofisticación de una maquinaria cipación generando tendencias y movi-
tecnológica que parece configurarnos y al mientos políticos de inspiración utópica. si
mismo tiempo desconfigurarnos, hacién- nos incorporamos modestamente a este de-
donos vulnerables por la potencia de su bate sobre el fenómeno de la seculariza-
propia autonomía; a pesar de todo ello, el ción, convendremos con Adela cortina que,
siglo XX y nuestro siglo son, paradójica- en cualquier caso, la secularización ha cons-
mente, los que más atención han prestado tituido el desenmascaramiento de las ideo-
a la experiencia mística. logías y, aún más, una herramienta crítica
cuando Hans blumenberg analizaba la que permite rescatar hermenéuticamente el
modernidad y su inherente creencia en el aparecer de la verdad (cortina, 1986).
progreso constataba cómo, con el eclipse de si bien theodor Adorno y max Hor-
Dios, la fe y la esperanza, más que desapa- kheimer consideraban que este anhelo se-
recer, se habían secularizado, y, cómo la cular y moderno había desembocado no en
ética había conseguido su autonomía des- la emancipación del ser humano, sino en la
vinculándose de la religión, a costa de per- barbarie, no por ello estos autores y muchos
der la solidez que le proporcionaba esta otros renunciaron ni renuncian a la idea de
dependencia. Dicha pérdida se veía com- esperanza o de progreso (Horkheimer,
pensada por la constatación de la rigidez y 2000). Walter benjamin afirmaba que sólo

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por amor a los desesperados se conservaba dencia, que la intensidad del proceso de
todavía la esperanza. el mismo sigmund secularización no ha producido ni la des-
Freud que, en el Porvenir de una Ilusión, aparición del sentimiento religioso ni su
confiaba sustituir la antigua fundamenta- total reclusión en la privacidad. sin em-
ción religiosa de la moral por otra basada en bargo, podemos constatar la existencia de
la necesidad social y guiada por la luz del una considerable disminución de la práctica
logos y de la ciencia, expresó su decepción externa de las confesiones, el cuestiona-
posterior al considerar, en El Malestar en la miento de las instituciones que las repre-
Cultura, que los progresos científicos, con sentan y la aparición de un nuevo perfil del
independencia del valor irrenunciable que sujeto de creencias, incluida la creencia del
comportaban, adolecían de muchas limita- ateísmo, que las vive sin necesidad ni de
ciones y carencias respecto de las verdade- pertenencias colectivas, ni de dogmas, ni de
ras necesidades de la humanidad (Freud, devociones, y con un sincretismo que, aun-
1972). su decepción, sin embargo, no que de entrada pueda parecer positivo y
acabó en la desesperanza, pero su invoca- sintomático de una tolerancia respecto de la
ción final no fue depositada en el logos diversidad, bien pudiera ponerse en cues-
sino en el eros (Gómez, 2002). Así, la pul- tión por múltiples aspectos1.
sión estructural intrapsíquica e intersubje- si este es el escenario que podemos
tiva del eros, que aquí queremos rescatar constatar sobre todo en la europa Occi-
por el protagonismo incuestionable que dental, no es menos cierto que, en otros es-
tiene en el lenguaje de la mística y, también cenarios, se nos presentan otros fenóme-
y, en consecuencia, en el lenguaje de la nos como la proliferación de nuevos
ética, puede vencer a la pulsión thanática movimientos religiosos o pseudoreligio-
de destrucción individual y colectiva. sos, de grupos sectarios, o la radicaliza-
esta es nuestra hipótesis fundamental ción fundamentalista de las grandes reli-
que pone en marcha el desarrollo del pre- giones. tales escenas, unas y otras,
sente estudio y que pretende ser un avance podrían legitimar que la Filosofía, espe-
de un proyecto de investigación mayor cialmente la Filosofía Práctica, en su im-
que apuntaría a la necesidad de reivindicar plicación por la reflexión sobre la Ética,
la dimensión trascendente y espiritual del retomara su interés por el problema reli-
ser humano, que no está ligada necesaria- gioso o, sin querer problematizarlo, por la
mente a una confesionalidad u otra, sino cuestión religiosa en su sentido etimoló-
que puede ser vivible en el marco de la lai- gico más preciso y, por lo tanto, más am-
cidad y que es capaz, asimismo, de cons- plio, es decir, por la cuestión sobre la es-
tituir un fundamento más, quizás uno ver- piritualidad como aquello que nos relliga2
daderamente sólido, en tiempos de tanta con una dimensión trascendente del ser
liquidez, que sirva de pilar estructural en humano que puede ser vivida y, que, a
la construcción de un edificio consistente nuestro entender, debiera de ser vivida en
para una educación en valores. la más presente inmanencia.
una aproximación sociológica de nues- Weber afirmaba que, en nuestro
tro tiempo nos permite afirmar, no sin pru- mundo desmitificado, los valores últimos

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y más sublimes han desaparecido de la atiende a una dimensión espiritual y a una


vida pública y se han retirado, o bien al experiencia de fe de un orden u otro. Desde
reino de la vida mística, o bien a la frater- esta perspectiva, la fe es una experiencia vi-
nidad de las relaciones inmediatas de los tal mientras que la creencia es interpreta-
individuos entre sí (Weber, 1998). en esta ción o, lo que es lo mismo, una creación hu-
época y en este contexto ciertamente dis- mana posterior y, por tanto, secundaria.
cutible, podríamos sospechar, retomando Precisamente, el Racionalismo de René
la herencia del talante suspicaz y crítico de Descartes, que abrió la modernidad, nació
los grandes filósofos de la sospecha, si no de la confusión entre fe y creencia. no pu-
estaremos viviendo una época de post-se- diendo fiarse de las verdades de la fe, en-
cularización, sin entender con ello un re- tendidas como creencias, depositó toda su
torno a los yugos de algunos dogmas teo- confianza en la razón perpetuando un con-
logales que violentaban la vida pública y flicto en Occidente entre razón y fe. Otras
social, sino un avance hacia nuevas liber- culturas lo han resuelto pacíficamente por-
tades que vayan emancipándonos de otros que no han partido de esta suposición dua-
dogmas y prejuicios, y, así, poder pensar lista (Panikkar, 1998, 24).
una laicidad que no esté reñida con la es- Para Denys teundroup3, la creencia
piritualidad. puede ser utilizada como un trampolín
Podríamos considerar que, a lo mejor, pero, efectuado ya el salto, aquello que
estemos iniciando un tránsito de una ética tiene de más profundo la experiencia es-
sin religión (en el sentido tradicional del piritual y mística exige desprenderse de
término) a un escenario donde sea posible ella. Para realizar el absoluto hemos de
una ética de la mística (o por, o con la mís- abandonar la creencia. en uno de sus ser-
tica) y que, por lo tanto, no deberíamos mones, el maestro eckhart pedía a Dios en
desatender la pregunta por la espirituali- sus oraciones que le librara del mismo
dad y, más concretamente, por la mística, Dios (eckhart, 1983). Revolucionaria pe-
sobre todo en base a una perspectiva en- tición en un contexto teísta. en nuestros
marcada en una posmodernidad o en una tiempos, esta es la razón por la que el Da-
continuidad discontinua de la modernidad lai lama nos exhorta a una espiritualidad
que ya ha puesto suficientemente en cues- laica que nos concierne a todos, donde lo
tión todo dogmatismo, incluido el propio que importa no es ser o no creyente, sino
de una confianza extrema en la razón, y, ser bueno (Dalai-lama, 1999).
en una contemporaneidad que no puede Desde aquí, construimos nuestro aná-
abstenerse ni de reconocer la riqueza del lisis que tiene por objetivos conocer qué
pluralismo existente, ni de velar por una aportaciones al ámbito de la acción moral
apuesta decidida por la interculturalidad. pueden surgir del estudio de la experien-
Recordemos, sin embargo, que lo reli- cia mística; averiguar cuáles son las claves
gioso puede ser concebido, no tanto como de la transformación subjetiva que lleva al
un conjunto de creencias o de confesiones sujeto místico a la acción en el mundo, y,
diversas, sino como una manifestación más en concreto a la acción moral; analizar
que el hombre hace sobre sí mismo, que cuáles son los rasgos comunes caracterís-

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ticos del sujeto místico en la diversidad de inseguridad y la incertidumbre (Vattimo,


sus manifestaciones; y, finalmente, valorar 1988, 75). en este contexto y con la inten-
la contribución que puede suponer el es- ción, entre otras, de recuperar la experien-
tudio de la experiencia mística al ámbito cia como categoría esencial que funda-
de la educación en valores. menta la ética, queremos presentar una
Valiéndonos de una metodología cua- experiencia peculiar que, lejos de prescin-
litativa de interpretación hermenéutica, dir de la racionalidad, va de la mano de otra
miraremos de aproximarnos al estudio de racionalidad mucho más amplia.
la experiencia mística, empezando por de- nuestra pregunta por la espiritualidad
limitar qué entendemos por sujeto, para y, más concretamente, por la mística que
adentrarnos inmediatamente después en se da en su seno es el resultado de una in-
qué entendemos por mística, atendiendo quietud y un anhelo humano intrínseco en
especialmente a una mística no escapista todo ser que desea vivir en plenitud y que
y abierta a la alteridad y al compromiso busca referentes o ejemplos testimonia-
con el mundo, una mística de ojos abier- les para realizarla. Dado que la conducta
tos ante la injusticia y el sufrimiento. es básicamente el resultado de un apren-
una vez delimitados tales extremos, los dizaje en el que el modelaje es funda-
contenidos que se incluirán contextualiza- mental (bandura, 1980), no estaría de
rán dicha experiencia en un escenario ac- más que los sujetos místicos que se han
tual de individualismos que, aunque lo pa- dado a lo largo de la historia y que, aún
rezcan, no suponen la imprescindible hoy, tienen plena vigencia, o bien, que los
construcción de individualidades auténticas sujetos místicos contemporáneos que pue-
y firmes; de relativismos que, aunque crean den tener la misma o mayor validez y au-
ser manifestación de tolerancia, no son más toridad pudieran proponerse como mode-
que un indiferentismo tan o más peligroso los en nuestros propios horizontes.
que los absolutismos que pretenden com- Para responder a esta cuestión hemos
batir; de conformidades con una ética de de partir, primeramente, por la concep-
mínimos que, aunque velen por unos acuer- ción que tenemos del ser humano, espe-
dos incuestionables que conforman una cialmente en su condición de sujeto moral,
ética de la justicia universalizable (cor- porque de ello dependerá también nuestra
tina, 1986), pueden quedarse cortas para predisposición ante tales conceptos. Así,
otras ambiciones igualmente legítimas que desde un Humanismo que dé la conside-
aspiren a la felicidad, al ejercicio de la vir- ración que merece a la persona (mounier,
tud, o al encuentro amoroso con el otro; de 1974), siendo ésta una realidad que va
vínculos líquidos que ponen en entredicho más allá del mero individuo, concebimos
la rigidez de lo estático y del inmovilismo al ser humano como alguien singular, no
pero que pueden perderse en la inconsis- sólo abierto a la percepción de la inma-
tencia (bauman, 2009); y, de un pensa- nencia, sino con una conciencia que, desde
miento débil que huye del absolutismo de su interiorización, se extiende a una reali-
los grandes dogmas pero que no acaba de dad más amplia y trascendente. trascen-
ofrecer suficientes protecciones frente a la dencia que, no por ello, puede no darse en

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la misma inmanencia. esa es la suprema multiplicado las formas de espiritualidad,


cualidad del hombre singular y concreto situadas, incluso, al margen de las reli-
que no está reñido con la universalidad de giones (comte-sponville, 2006, 145), con
una naturaleza humana que permite la ac- la reivindicación, por parte de algunas de
tuación de dichas potencialidades. ellas, de su condición de místicas. este fe-
Desde esta perspectiva, el hombre es, nómeno ha agravado la falta de claridad ya
pues, un ser trascendente en tanto que se existente respecto de la palabra mística
realiza, fundamentalmente, en la medida por la complejidad inherente del propio
en que se trasciende, ya sea en el mundo término, originando una notable confu-
de lo ético, de lo inter-relacional, de lo in- sión en su utilización, situación que se ha
terior, y/o de lo contemplativo y estético llegado a calificar de confusión infinita
(sancho, 2009, 5). Diferentes mundos de (scholem, 1996, 25).
la vida4, cercanos a los que reivindica Jür- si reparamos en la polisemia del tér-
gen Habermas siguiendo a edmund Hus- mino mística, entenderemos la compleji-
serl que, quizás, en este contexto, la vida dad derivada de su ambigüedad. Así, por
mística sí que puede ultrapasar (Haber- ejemplo, se dice que es místico quien re-
mas, 1985). fina o sutiliza una determinada cuestión o
nos adherimos a la propuesta de Rai- asunto; quien se dedica al mundo divino o
mon Panikkar respecto del conocimiento espiritual; o bien, se dice de las formas
del ser humano como antropofanía, como exageradamente religiosas; o del ámbito
algo más que una pura antropología: como de la realidad inaccesible al conocimiento
el estudio de las manifestaciones del hom- y de lo que es preciso callarse (Wittgens-
bre sobre sí mismo bajo los parámetros de tein, 2003); o al compromiso total al ser-
una escucha como actitud existencial de vicio de algo; o lo referente a los misterios
simpatía, conocimiento y amor respecto al y a las realidades secretas u ocultas, si-
otro, en base a la fenomenología que in- guiendo la etimología del término griego
tenta describir lo que aparece (to phaino- myo- cerrar boca y ojos (martín Velasco,
menon). el presente estudio sobre lo mís- 2009, 19). Pero mística puede ser tam-
tico, la espiritualidad y su vinculación con bién, de manera mucho más sintética, toda
la ética nos llevará, pues, a profundizar en experiencia de plenitud de vida (Panik-
el conocimiento del propio ser humano. kar, 2009, 22).
con respecto al concepto experiencia
2. Sobre lo místico, una confusión mística, si bien es cierto que tales expe-
infinita riencias se caracterizan por ser especial-
mente interiores, inmediatas y fruitivas, y
estudiar la experiencia o el hecho místico por darse en un nivel de conciencia que va
requiere de unos presupuestos previos. más allá de lo ordinario y objetivo, la ex-
Deberíamos, como mínimo, intentar es- periencia mística es, ante todo, experien-
clarecer qué entendemos por mística. De cia, y, por tanto, la reivindicación de la
hecho, uno de los rasgos del actual esce- misma como un fundamento esencial de la
nario sobre lo espiritual es que se han dimensión espiritual y ética del ser hu-

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mística y ética: desafíos para nuestro tiempo. De la experiencia mística a la acción moral

mano está justificada (merton, 2004). A tal menos extraordinarios que acompañan a
efecto, veremos, más adelante, nuestras estas experiencias cumbre o de trascen-
apelaciones a autores como norbert bil- dencia. sin embargo, no deberíamos pre-
beny o emmanuel lévinas. cipitarnos a la hora de equipararlas o iden-
si nos remitimos a las diferentes tra- tificarlas con las experiencias místicas
diciones religiosas que han sido expre- aunque éstas vengan también, en ocasio-
sión de la espiritualidad, veremos que cada nes, acompañadas de fenómenos similares
tradición ha puesto el énfasis en una u (martín Velasco, 2009, 320-356). la dife-
otra experiencia humana fundamental, en- rencia entre la experiencia mística y la
focando la relligatio del hombre con la experiencia cumbre radica en a qué reali-
trascendencia desde una perspectiva con- dad se remiten, es decir, si, por ejemplo, se
creta. Dicha concreción no tiene porqué remiten a una realidad estética de belleza
significar la exclusión de otras experien- o a una realidad de categoría ontológica
cias, sino simplemente la expresión de su mayor.
acento. Así, por ejemplo, la experiencia toda experiencia espiritual y mística
cristiana se centra en la experiencia del remite a una realidad última, una realidad
amor como relación personal con el mis- trascendente (aún en la inmanencia) que,
terio y con el prójimo. sin embargo, según a veces, es percibida como Presencia6.
Young chan Ro5, la experiencia confu- las diferentes tradiciones místicas, en su
ciana revela el misterio en la constatación multiplicidad de expresiones de la expe-
de que lo extraordinario está inmerso en lo riencia radical de la realidad última, la
cotidiano y lo ordinario, de que no existe revelan, a su vez, como una Realidad tam-
dicotomía entre lo sagrado y lo secular, en- bién diversa, lo que la hace aún más mis-
tre el hombre y el cielo, entre la colectivi- teriosa. la escuela Advaita Vedanta de la
dad y el individuo. esta visión experien- filosofía india reivindica que el conoci-
cial no dualista abre la puerta a un miento de esta realidad es inmediato y po-
pensamiento místico que cambia la pers- sible a través de la intuición, de cierta in-
pectiva de las dinámicas relacionales dado tuición. Arvin sharma7 considera que
que el ser individual es intrínsecamente ninguna formulación de la realidad úl-
social y cósmico (torradeflot, 2007). tima puede ser adecuada dado que es, por
Asimismo, deberíamos de distinguir definición, inabarcable desde el campo
experiencia mística de experiencia cum- conceptual (torradeflot, 2007). esta rea-
bre. es cierto que éstas últimas también lidad a la que remite la experiencia mística
afectan íntegramente al sujeto y de manera es el misterio. este término, emparentado
radical, y, además, que les acompañan con la etimología de la palabra mística, no
sentimientos sublimes sobrecogedores y debe entenderse como una realidad que va
de fascinación con fuertes repercusiones más allá de lo mundano, que también, sino
afectivas. también es cierto que de ellas se como algo que trasciende toda realidad
extraen nuevos lenguajes simbólicos con conocida, algo de lo que sólo se puede
que poder expresar los estados alterados dar noticia a través del lenguaje simbólico
de consciencia, los éxtasis, u otros fenó- frecuentemente poético, con privilegiadas

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licencias en el uso de paradojas audaces de una comunicación afortunadamente pú-


como simple y modesta aproximación a blica por ser extremadamente lúcida y po-
eso Otro que no soy yo, sino que es total- ética (Gómez, 1998).
mente Otro, es decir, que no es nada de Por su parte, erich Fromm, en Psicoa-
todo lo que es. nalisis de la sociedad contemporánea, afir-
Para que pueda darse esta experiencia maba que una persona mentalmente sana,
mística; para que el misterio pueda apare- además de ser alguien con una capacidad
cerse y desvelarse en cierto grado; para productiva no enajenada, es aquella que es
que en el noúmeno (en términos kantia- capaz de relacionarse amorosamente con el
nos) pueda vislumbrase algún fenómeno, mundo, que se siente a sí misma como una
es necesaria una actitud peculiar, una pre- entidad individual única, y, al mismo
disposición para el encuentro: el sujeto tiempo, se siente identificada con su pró-
debe descentrase, salir de su centro egoico jimo (Fromm, 1971). este podría ser otro
(martín Velasco, 2009, 321). Dicho sea de criterio de discernimiento sobre la salud
paso, no deberíamos confundir tampoco mental del místico. más adelante veremos
las experiencias místicas con fenómenos cómo discernir su autenticidad.
intrapsíquicos patológicos. entendemos Para proseguir nuestro estudio y esta-
que el terreno es resbaladizo y que el um- blecer el punto de partida de cualquier fe-
bral de la locura puede ser traspasado con nomenología de la mística, hemos de re-
cierta facilidad. cuando los místicos se mitirnos a lo que ella deja percibir de sí
autoproclaman locos de amor no están misma, lo que podríamos llamar su cuerpo
desacreditándose sino que, a nuestro jui- expresivo, a saber: el lenguaje místico, la
cio, muy al contrario, están acreditando su propia experiencia y las formas de vida re-
plenitud de vida. sultante. Raimon Panikkar adopta como
cuando Freud, en su psicoanálisis perspectiva de estudio la fenomenología
aplicado, o, en palabras de Jean laplan- epifánica que, a diferencia de la fenome-
che, en su psicoanálisis extramuros, se nología husserliana clásica y noética,
dispuso a llevar a cabo la crítica de la cul- parte del hecho de que lo que aparece al
tura, a desenmascarar las fuentes de sus hombre no es tan sólo lo que se muestra en
estructuras y, más concretamente, a des- su nous (intelecto) como único órgano de
legitimar el fundamento religioso de la conocimiento. no contemplar otras vías
ética, mostró un claro desinterés por la de conocimiento (los sentidos y la fe) se-
mística y/o por las formas más profundas ría quedarnos en un reduccionismo de un
del sentido religioso y de la espiritualidad. logos empequeñezido. Para ello, nos cen-
en esta desatención, no se percató de que, traremos en la experiencia y las formas de
a diferencia de la histeria o del delirio, el vida de los místicos, ya que tales mani-
místico, con o sin fenómenos extraordi- festaciones son las que más pueden ayu-
narios, ni se aleja de la realidad, ni la darnos a esclarecer los objetivos iniciales
niega, ni se recluye en un lenguaje privado de nuestro análisis.
sólo inteligible para él, sino que su expre- el primer rasgo característico de la ex-
sión da muestras con mucha frecuencia periencia mística es su condición holística

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o totalizadora que afecta de manera inte- misma la naturaleza de aquello que vive,
gral a todo el sujeto. el segundo es su ra- el estado de presencia no dual (torrade-
dical pasividad que podríamos emparentar flot, 2007).
con la idea taoísta del wu- wei8, como pa- Finalmente, la experiencia mística se
sividad activa o activa pasividad, que no da en lo más íntimo del ser, en el “más
consiste en una negación de la acción, profundo centro del alma”, en el fondo
sino en una acción que permite el surgir mismo o el “hondón” de la persona. Di-
espontáneo de la acción más genuina y au- chas expresiones nos remiten a los mistici
téntica. el tercero, su inefabilidad, a pe- maiori de la espiritualidad carmelitana, a
sar de que al místico le asalte una inven- san Juan de la cruz y a santa teresa de Je-
cible necesidad de comunicarla forzando sús (martín Velasco, 2009, 363). sin em-
el lenguaje a ultrapasar sus propias fron- bargo, los místicos de distintas tradiciones
teras. en definitiva, se trataría de una ex- y épocas coinciden de tal manera que re-
periencia inmediata que, sea por contacto sulta obvio que todos ellos han estado en
amoroso con la realidad experienciada o el mismo “país”, que han experimentado
por penetración intuitiva, permite, a quien el mismo estado espiritual (underhill,
la vive, penetrar más allá de las aparien- 2006).
cias de las cosas hasta sus dimensiones Respecto a las formas de vida conse-
más profundas (martín Velasco, 2009, cuentes, las nuevas maneras de vivir son el
320). De ahí parte la certeza subjetiva que resultado de esa experiencia espiritual
acompaña los estados místicos, que no transformante e integral. se dice del espí-
tiene traducción al lenguaje cartesiano en ritu que es aquello que rompe la cadena de-
términos de claridad y distinción ya que va terminista de causas y efectos, y es capaz de
acompañada, paradójicamente, de oscuri- generar el novum. en formas y grados dis-
dad, a causa de la perplejidad que pro- tintos, en el caso de místicas de talante re-
duce por la naturaleza de la realidad a la ligioso (en el sentido más convencional del
que remite y por la incógnita respecto de término), la vida mística comienza cuando
los cauces que la permiten. el sujeto personaliza su actitud religiosa
Para Denys teundroup, entre la clari- fundamental: la actitud teologal en el caso
dad y la oscuridad, entre el razonamiento del cristiano, que podría estar representada
deductivo y la experiencia de inmediatez por la tres virtudes sanjuanistas (fe, espe-
absoluta, existe un camino medio: el ranza y caridad) y que el místico las encar-
Madhyamika, al que apeló el filósofo na- nará en el ejercicio de todas sus facultades
garjuna en el s.II d.c. transitar por esta (san Juan de la cruz, 2009, Subida del
vía permite superar el enfoque agnóstico, Monte Carmelo, 230).
adogmático y relativo a que se ve abocado en el caso de las formas de vida que
el pensamiento discursivo para, en su sus- no se adhieren a una religiosidad concreta
pensión, abrirnos a la inmediatez de la ex- sino a una fe de otro orden, podríamos re-
periencia aconceptual. en un nivel último, marcar que la consecuencia vital que se
la inteligencia, más que comprender al- deriva es la atención constante a una di-
guna cosa, es capaz de comprender en sí mensión de trascendencia que ya forma

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parte de su ser y que les impulsa a vivir en vida mística con responsabilidad social en
conformidad con ella (Roy, 2006). su compromiso con el sufrimiento de los
ciudadanos de la India (torradeflot, 2007).
3. Mística y formas de vida ética Para teundroup, mientras el ser hu-
mano poseído por las pasiones del yo está
en unos casos u otros, hay algo previo a la dividido y vive en un dualismo destructivo
vida mística: la vida ascética. A pesar de de sí mismo y de las relaciones armónicas
que la segunda no es garantía de la pri- con los otros, aquel que toma un rumbo
mera, sí que amplifica sus posibilidades. A distinto y se determina en el conocimiento
su vez, el ascetismo, entendido en sus jus- de sí mismo puede experimentar la uni-
tos términos y no como una mortificación dad, el inter-ser, la interdependencia glo-
extrema de lo mundano, no sólo se sitúa bal de los seres. el anhelo de unión con la
en el a priori, sino también en el desarro- naturaleza absoluta, la búsqueda de sí
llo posterior de la nueva forma o estilo de mismo y la liberación del yugo de las ilu-
vida del sujeto. Ascetismo que, entendido siones están íntimamente ligados al sen-
como moderación y austeridad contrarias tido de la responsabilidad y al desenvol-
al exceso y al hedonismo, facilita y fo- vimiento del amor compasivo, la empatía,
menta el compromiso9 solidario y desin- la no-violencia y la inteligencia inmediata
teresado del ser humano. de “aquello que soy y vivo” en un nivel úl-
mística y ascesis han ido de la mano timo. esta experiencia es el origen de to-
en incontables místicos. como lo han ido dos los valores humanos fundamentales
vida mística y vida ética, y, aunque a pri- con independencia de cualquier confesión
mera vista no lo parezca, vida activa y religiosa o ideología. más aún, para este
vida contemplativa. no en vano, cuando autor, la vida ética que se deriva de esta
teresa de Ávila alcanzaba la cumbre de su experiencia fundamental es una vida y
camino espiritual en la séptima morada una ética saludable. los comportamientos
del castillo interior, exhortaba a la acción egoicos devienen patógenos. De la misma
en el mundo, una acción que venía nutrida manera que se apela a la salud alimentaria
por la experiencia de unión mística (santa o a las normas de higiene, existen reco-
teresa, 2009, Moradas, 853). este es el mendaciones favorables para la salud es-
criterio básico de discernimiento sobre la piritual, psicológica y social.
autenticidad del verdadero místico: su ac- no podemos ser felices en detrimento
ción ética y comprometida con el mundo. de la felicidad ajena. comprenderlo o,
si en el proceso de purificación espi- mejor, tener la experiencia de unidad con
ritual que acompaña la vida mística es ne- el otro hace florecer el altruismo y la vo-
cesaria la superación del egoísmo en el si- luntad de obedecer una regla de oro: “no
lenciamiento de las exigencias del ego, hagas al otro lo que no quisieras para ti
esta actitud ha de tener una repercusión so- mismo”. este es el principio ético, a modo
cial. Así, entre incontables ejemplos, de imperativo categórico, que subyace en
swami Amarananda10 recordaba el caso de todos los preceptos que enseñan las tradi-
swuami Vivekananada11 quien conjugó ciones auténticas, aquellas que fomentan

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mística y ética: desafíos para nuestro tiempo. De la experiencia mística a la acción moral

la paz y la armonía (torradeflot, 2007). en un pensamiento debilitado, no sólo en


consecuencia, las formas de vida que se apariencia, por seguir apegado a sus úni-
derivan de una verdadera experiencia mís- cas instancias analíticas y conceptuales
tica se caracterizan por ser más libres y (Panikkar, 1998, 76). Para ello, debería
más humanas. teresa de Ávila descartaba existir un cambio de paradigma y una ra-
toda presunta experiencia mística si ésta dical transformación y renovación de las
no derivaba en mayor humildad (santa viejas estructuras tanto internas como ex-
teresa, 2009, Camino de Perfección, 492). ternas, subjetivas y objetivas, individuales
todo místico, si es auténtico, experimenta y colectivas. tal vez la actual situación de
una conversión, una verdadera transfor- evidente crisis del sujeto y los peligros
mación que, dicho sea de paso, no sólo que comporta explique la aparición de es-
pone en entredicho sus propias estructuras tudios que destacan la relación entre mís-
intrapsíquicas, sino también las sociales, tica y humanismo (sancho, 2009, 6) por la
educacionales, morales y religiosas. no inestimable aportación que podría suponer
olvidemos que muchos de ellos fueron la vida mística a la causa de lo humano y
perseguidos por el peligro que suponía su de lo no humano12.
carácter subversivo hasta el punto que al- Hasta ahora hemos vivido en una cul-
gunos llegaron a pagar con la muerte su tura de la guerra de la que se desprende el
nueva forma de vida. imperativo de la competitividad. la exi-
gencia de nuestra época consiste en tran-
4. Mística para una nueva cultura sitar hacia una cultura de la paz. la meta-
y una nueva educación noia, la transformación de la cultura de la
guerra a la cultura de la paz no es fácil. es
Ante el panorama actual de crisis múltiple necesaria una conversión, un cambio de la
y poliédrica, donde el paradigma ético mente y del corazón (Panikkar, 1998, 7).
posmoderno parece venir representado por en este tránsito, en esta revolución espiri-
la figura del vagabundo y su desilusión, o, tual y ética ha de contemplarse lo feme-
en el mejor de los casos, por el hedonismo nino con una especial consideración que
y la superficialidad del turista (bauman, compense el lastre histórico de la des-
2009, 250), y, donde la llamada posmo- atención que ha sufrido (Gilligand, 1985).
dernidad no parece tener más salidas que es obvio que el estereotipo del guerrero es
la resignación nihilista, la reafirmación de un arquetipo patriarcal. Aunque haya sido
la modernidad o la vuelta a la pre-moder- por el encorsetamiento de los estereoti-
nidad (lyon, 1996), la mística puede ser pos de género, las mujeres han desarro-
un anclaje sólido donde agarrase, en con- llado más la empatía en el ejercicio social
trapartida a la corriente de lo líquido o a del cuidado13 del prójimo.
las consecuencias de un pensamiento dé- si retomamos el cuidado del otro
bil, aunque sólo en apariencia, y a las li- desde la libertad de lo íntimo y no desde
mitaciones no aparentes de su ética inter- las exigencias del rol social; si hombres y
pretativa consecuente (Vattimo, 1988, mujeres se incorporan masivamente a esta
167), o, todavía más, como alternativa a ética del cuidado, a la sensibilidad por el

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otro, a la empatía y a la compasión14 y si, sea modestamente, en la razón humana


por supuesto, sumamos a todo ello la ex- como fundamento de la ética, coloreada
periencia fundamental y transformante también por los afectos, lévinas apunta a
que ha sido objeto del presente estudio, una experiencia que, aunque no sea parti-
nos atreveremos a afirmar que existirán dario de calificarla de mística, tiene mu-
expectativas suficientemente fundadas cho de ella (Jonas, 1995). Para lévinas, la
para poder confiar en el progreso de la hu- relación con el otro es más que una expe-
manidad, o, mejor, como pensaba lévinas, riencia, es un acontecimiento, pues se
en la realización de la verdadera humani- trata de un descubrimiento, de una rela-
dad que, aún hoy, está sólo esbozada como ción con un misterio. lo humano del hom-
proyecto. Impulsados por la fuerza activa bre consiste en un estar permanentemente
de este nuevo giro copernicano, traspasa- abocado al afuera desde el interior de sí
ríamos el umbral hacia una nueva época mismo que, paradójicamente, es una au-
legitimada, volviendo a blumenberg, por sencia de todo sí mismo, un sin-si-mismo,
el despliegue de una nueva auto-afirma- un vaciamiento del sujeto sin que, por
ción del ser humano sustentado, según ello, éste pierda su identidad. como ve-
bergson, en una religación dinámica y en mos, la perspectiva levinasiana bien pu-
una moral abierta donde la mística, como diera recordar el camino sanjuanista de
manifestación humana de vida ejemplar, las nadas. Vivir humanamente es un des-
sería el signo definitivo de la evolución vivirse por el otro. el rostro significa infi-
hacia una nueva especie que superase los nito. Desde el otro, a través del otro, se nos
límites conocidos de la, hasta ahora, es- revela la presencia del Otro (lévinas,
pecie humana (bergson, 1996). 2000).
no hay nada más humano en el ser la remisión al otro y al compromiso
humano que traspasar lo que es, en su de- ante él, nos obliga a mencionar a simone
seo de superación y esperanza (bloch, Weil (a quien han venido a llamar la filó-
2007). más exigente que ernst bloch en sofa del Absoluto, o a quien Ferrater mora
su principio de esperanza, Hans Jonas calificó de mística), y, especialmente, un
considera que el sacrificio, la austeridad y concepto clave de su pensamiento: el con-
la responsabilidad han de primar en la cepto de la gracia. necesidad y gracia
conducta. no basta la mera compasión ni son, para ella, las únicas fuerzas que ins-
una utopía ingenua. exigente por un lado, piran al ser humano sus acciones. la ac-
pero menos reclamante por otro, Jonas se ción inspirada en la gracia es un acto de
detiene en el principio de modestia, no generosidad para con el mundo. Dicha ac-
permitiéndose ambicionar el Summum Bo- ción requiere de una nueva orientación de
num15. la propuesta de lévinas es mucho la mirada que rompe la cadena de la vio-
más ambiciosa al reclamar una responsa- lencia, de las ansias de poder y de la ne-
bilidad que atienda hasta aquello o aque- cesidad, fuerzas que operan como la
llos que no nos conciernen. la diferencia fuerza de gravedad de la naturaleza. la
entre Jonas y lévinas sería, quizás, que, gracia impulsa al ser humano a elevarse
mientras Jonas sigue esperando, aunque hacia la “luz”. Quien actúa motivado por

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mística y ética: desafíos para nuestro tiempo. De la experiencia mística a la acción moral

la gracia percibe en el otro un ser digno de no hablamos de dos facultades, sino del
respeto y de atención. Weil define la gra- ser humano que ama conociendo y co-
cia como un ejercicio de extrema atención noce amando, sin dicotomías artificiales.
hacia el otro, como un amor sobrenatural no se trata de una síntesis entre amor y co-
gracias al cual sabemos contemplar a nocimiento. se trata de ir a las raíces: an-
Dios, lo divino, en cada ser humano. Pero tes de que el divorcio entre ellos se con-
la gracia sólo puede llegar allí donde se ha sumara (Panikkar, 1998).
creado un vacío previo, por lo que el yo Pero el amor, como principio inde-
debe despojarse de todo aquello que le pendiente de toda creencia y como actitud
lastra (Weil, 1994). básica de orientación moral, no puede re-
la conversio cordis, raíz substancial alizarse por mandato. eso no priva que la
de la experiencia mística, exige y, a su ética del deber sea también legítima al
vez, posibilita la conversio morum. si no obligarnos a conductas que aún no ama-
se da conversión moral, la experiencia mos. el amor es y nace de una experien-
mística, sea del tipo que sea, religiosa o cia, como ocurre con el perdón. Amor y
profana, no es auténtica. el camino de la perdón, no exigibles en términos jonasia-
conversión es bidireccional: un hacia den- nos, son, en algunos casos, heroicidades
tro de sí, y una vuelta hacia afuera. si el que constituyen el único antídoto contra la
camino hacia el interior puede ser dolo- irreversibilidad de la historia (Arendt,
roso, la vuelta al mundo es exigencia de 1993) y que nos remiten al misterio, en el
coherencia, es militancia. Vuelta, ya anti- sentido fenomenológico del término, es
gua: Platón, en la República, describía al decir, a ese aspecto de la realidad que,
filósofo como aquel sabio que, una vez ha- más que ir a buscar, deberíamos evitar no
bía alcanzado la luz, debía volver a la ca- sofocar su aparecerse.
verna de las sombras para llevarla a los de- el reto de nuestra era digital es el en-
más hombres. este movimiento de vuelta cuentro con el otro cuando las relaciones
será calificado por simone Weil como la interpersonales se hacen cada vez menos
educación en la gracia, una educación en propicias. en este contexto parece difícil
la “extrema atención al otro” que deberí- proponer una ética que recupere la sensi-
amos poner en práctica. bilidad, y más particularmente el tacto y la
educados en la gracia, en esta actitud mirada. un tacto ciego y una mirada fría,
de máxima atención al prójimo, ¿cómo aquella que, como decía lévinas, se de-
podré entender al otro si sólo puedo en- tiene en los detalles superficiales del ros-
tender desde mis categorías? Quizás no tro cosificando al otro y que no contempla
pueda entender al otro, pero sí puedo su misterio inherente, son grandes obstá-
amarle, y amándole empezaré a conocerle, culos para el encuentro con el otro (bil-
ampliando así mi campo de consciencia. beny, 1997). si cada hombre es un miste-
ser consciente que no entiendo al otro es rio y, por tanto, algo místico, para
abrirse a una nueva consciencia que in- descubrirlo se le tiene que amar. un diá-
cluye la simpatía y el amor. ni puedo co- logo que no incluya el corazón no es un
nocer sin amar, ni puedo amar sin conocer. verdadero diálogo. trascender el propio

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punto de vista es imposible si se parte ex- como relación de corazón a corazón, de un


clusivamente de la razón. corazón con espacio interior que hace eco
De la misma manera que Jonas afir- en otro corazón interiorizado, podemos
maba que dado que podemos ser respon- establecer vínculos auténticos y sólidos
sables, debemos serlo (Jonas, 2001), nos- ya que, cuanto más amplio sea el espacio
otros nos atrevemos a afirmar que, dado interior, tanto más estrecho será el en-
que podemos ser místicos, quizás, deberí- cuentro con el otro (Watt, 2006).
amos serlo. en esta línea, la idiosincrasia nos guste o no, la vida que nos ha sido
de nuestro tiempo nos obliga a plantearnos dada no nos ha sido hecha, por lo que para
qué tipo de vivencia o de experiencia mís- vivir, para ese quehacer que se impone, no
tica sería la más adecuada y cómo podrí- podemos estar des-moralizados (Zubiri,
amos fomentarla. 1963). cuando Panikkar nos invitaba a la
sin el concurso de una educación que sabiduría, nos retaba a vivir en la sencillez
contemple la dimensión espiritual del ser y la radicalidad. se trataba de una invita-
humano y que proponga como referentes ción no gratuita pues nos obligaba al reco-
modélicos a testimonios que ejemplifi- nocimiento de la complejidad de la realidad
quen una vida en plenitud, es difícil con- en todas sus manifestaciones, pero tam-
seguir un sólido y verdadero cambio de bién, en muestra de donación, nos alentaba
paradigma. una educación integral debe- a descubrir que podemos acercarnos y co-
ría atender al desarrollo de la apertura a la nocerla si no nos olvidamos de nosotros
trascendencia, entendida como aquello mismos, si no nos desconectamos y si, pa-
que desborda y ensancha los límites de la radójicamente, somos capaces de un abis-
persona, como la apertura al otro desde lo mal descentramiento y autotrascendi-
interior, es decir, desde una experiencia miento. tras ello, la armonía, la paz y la
transformante que modifique las relacio- sabiduría nos conducirán a esa vida de ple-
nes, y no desde el encuentro superficial y nitud que no es otra cosa que la verdadera
reactivo. sólo desde la desnudez de lo experiencia mística a la que todos, sin ex-
esencial, desde la cordialidad, entendida cepción, estamos llamados.

bIblIOGRAFÍA

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nOtAs
1
Para Javier melloni, más que por un sin- sangha Dachang Rimay. en 1996 fundó la
cretismo de tradiciones, hemos de apostar por universidad budista europea. se ha intere-
una síntesis. Véase melloni, Javier (2011), Hacia sado por el diálogo interreligioso e interdisci-
un tiempo de síntesis, Fragmenta, barcelona. en plinar con el fin de favorecer la cultura de la
esta línea, Denys teundroup también considera paz y la no-violencia, motivo por el cual fundó
que cada tradición tiene su propia lengua y mé- la Iniciativa de las tradiciones unidas y la Ini-
todo por lo que, mezclarlos en un sincretismo ex- ciativa Pax cultura. Fue también miembro del
terior, neutralizaría las potencialidades propias comité del consejo Interreligioso de la
de cada una y atentaría contra el respeto a las di- unescO.
ferencias. Por este motivo, debemos hablar, más 4
Derivados del concepto husserliano de
que de una ética o de una espiritualidad universal, lebenswelt, los mundos de la vida (objetivo, so-
de una dimensión universal de la ética y de la es- cial y subjetivo), clasificados de este modo por
piritualidad, ya que ni la una ni la otra existen con K. Popper en su teoría de los tres mundos, res-
independencia de una tradición concreta. Véase ponderían para Habermas a los conjuntos de ac-
torradeflot, Francesc (2007), Mística y diálogo in- tos culturales, sociales e individuales o subjeti-
terreligioso, Fragmenta editorial, barcelona. vos, a los cuales nuestra vida no puede ultrapasar
2
uno de los conceptos fundamentales del dado que está encarnada en estas categorías de
pensamiento de Xavier Zubiri es la religación. el las que no se puede descontextualizar fuera de las
ser humano está y se siente religado. en la reli- estructuras del propio lenguaje.
gación no se trata tanto de ir a sino que venimos 5
experto en confucionismo, neoconfucio-
de. el estar religado nos descubre que hay lo que nismo y taoísmo, está trabajando en una nueva
religa (raíz fundamental de la existencia), de la traducción del Dao De Jing. Ha publicado nu-
misma manera que estar abierto a las cosas nos merosos artículos sobre estudios confucianos y
descubre que hay cosas. esa raíz es, en Zubiri, lo religión comparada. Ganador del Premio Yulgok
que llamamos Dios o deidad. en la religación es- scholarly en el 2004. en corea, el reconoci-
tamos fundados y la deidad es lo fundante. Dios miento académico más prestigioso.
es, pues, para Zubiri, ens fundamentale o funda- 6
Presencia en mayúsculas para distinguirlo
mentante. esta religación no se traduce en un en- de presencia de cualquier otro sujeto u objeto.
contrarse con Dios igual que se encuentra con las 7
nacido en Varanasi, India. experto en re-
cosas, sino más bien en Dios. Véase Zubiri, Xa- ligión comparada, hinduismo y feminismo de la
vier (1963), Naturaleza, Historia, Dios, editora religión. Doctor en teología por la universidad
nacional, madrid. de Harvard, ha realizado incontables estudios
3
Denys teundroup (París, 1949), rimpoché sobre el Advaita Vedanta, y la hermenéutica y la
o lama superior de la congregación budista espiritualidad hindú y budista.

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mística y ética: desafíos para nuestro tiempo. De la experiencia mística a la acción moral

8
Para Young chan Ro, la pasividad activa o 12
Hans Jonas y Alfred north Whitehead
actividad pasiva del wu-wei taoísta es una ma- otorgan atributos de interioridad a todo ser, tras-
nera de vivir extremadamente cuidadosa, recep- cendiendo la dicotomía de la interioridad de lo
tiva y responsable en la que se hace posible la es- subjetivo y la exterioridad de la materia. Ambos
pontaneidad; una sensibilidad profunda de ver, autores se arriesgan a afirmar que en la primera
escuchar y sentir la realidad. es un proceso ac- manifestación orgánica existe ya una primera
tivo en tanto que existe la determinación y la vo- modalidad de subjetividad, un incipiente actuar
luntad de exponerme al desafío de un modo de desde lo interno dado su constante querer man-
vivir que me hace vulnerable. Y, a su vez, es un tenerse en el ser. A partir de estas formas primi-
proceso pasivo en tanto que constituye una aper- genias de subjetividad y sólo gracias a ellas
tura radical de absorción y receptividad. Véase puede darse una evolución que culmina en el ser
torradeflot, Francesc (2007), Mística i diàleg in- humano. esta posición no antropocéntrica encaja
terreligiós, Fragmenta, barcelona. especialmente con la visión holística y unitaria
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en el budismo, especialmente el mahā- que caracteriza la experiencia mística. Véase
yāna, el bodhisattva es un término compuesto de singer, Peter (2002), Una vida ética. escritos,
bodhi (“supremo conocimiento”, iluminación) y taurus, madrid.
sattva (ser), y que hace alusión a un ser embar- 13
Para carol Gilligand, el cuidado, que re-
cado en el camino del buda y, por tanto, en la coge la tradición emotivista y ética de las virtu-
búsqueda de la suprema iluminación, pero, al des, tiene una significación moral y psicológica
mismo tiempo, un ser comprometido en reducir que responde a una forma femenina de pensar la
el sufrimiento de los otros. el bodhisattva, que realidad (maternidad, amistad, asistencia sanita-
reconoce que no podemos esperar a que mejoren ria, etc.) la responsabilidad no es un principio
las condiciones externas hasta que hayamos abstracto: para las mujeres, se ha encarnado, por
transformado las mismas condiciones negativas ejemplo, en la maternidad. Véase Gilligand, ca-
en nosotros mismos, se convertirá en un ideal de rol (1985), ¿El pensamiento femenino?; La Mo-
vida heroico al cual todo seguidor budista aspi- ral y la Teoría. Psicología del desarrollo feme-
rará. nino, Fce, méxico.
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Pertenece a la Orden Ramakrishna desde 14
Precisamente uno de los pilares del bu-
1966 en la que está consagrado a obras de ca- dismo es la ética de la compasión. Arthur sho-
rácter humanitario. Desde 1989 es el presidente penhauer se hizo eco de ello sentenciando que
del centro Vedántico en Ginebra. Participó en el una compasión sin límites era la garantía más
comité de Diálogo mundial de Religiones para firme de la moralidad. Para Jonas, sin embargo,
el Desarrollo (1998-2000). Autor de trabajos so- la compasión no es suficiente como fundamento
bre Vedanta y de piezas teatrales sobre Rama- de la ética. el pilar fundamental será el principio
krishna. de responsabilidad, sin el cual, tampoco es legí-
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monje hinduista de finales del s.XIX y timo apelar a la esperanza. Véase Jonas, Hans
principios del s.XX. Figura clave por la intro- (1995), El principio de responsabilidad, Her-
ducción de las filosofías indias del Vedanta y del der, barcelona.
Yoga en Occidente. Discípulo de Ramakrisna. 15
en la aspiración al Summum Bonum esta-
convencido de que la mejor manera de rendir rían las éticas de la perfección. Serían aquellas
culto a Dios era servir a los hombres, contribuyó que destacan una cualidad del hombre como re-
activamente a la formación de la conciencia na- presentación de la humanidad por excelencia y
cional en la India colonial. en 1893 marchó a consideran que la tarea moral consiste en llevarla
eeuu como delegado de la India en el Parla- a su máxima expresión. Aristóteles o Friedrich
mento Mundial de las Religiones, donde se es- nietzsche, a pesar de sus grandes diferencias,
tableció como embajador espiritual de su país. compartirían esta aspiración. Véase Rawls, John
Fundador de la sociedad Vedanta tanto en eeuu (1995), Teoría de la Justicia, Fce, madrid.
como en europa, también se dedicó a impartir
clases sobre Hinduismo.

ISEGORÍA, N.º 53, julio-diciembre, 2015, 679-695, ISSN: 1130-2097 695


doi: 10.3989/isegoria.2015.053.12
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