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Introducción
1.- La explicación de las revoluciones sociales: otras teorías
Las revoluciones sociales han sido acontecimientos excepcionales, pero gigantescos en la
historia universal moderna. Estas revoluciones han transformado las organizaciones de los
Estados, las estructuras de clase y las ideologías dominantes. Han hecho nacer naciones cuyo
poder y autonomía superaron claramente a sus propios pasados prerrevolucionarios.
La Francia revolucionaria se convirtió de pronto en un poder conquistador en la Europa
continental, y la revolución rusa generó una superpotencia industrial y militar.
Nuevas revoluciones sociales han capacitado a países descolonizados y neocoloniales, como
Vietnam y Cuba, a romper las cadenas de una extremada independencia.
Las revoluciones han hecho surgir modelos e ideales de inmensa repercusión y atractivo
internacional. Los ideales revolucionarios franceses de igualdad, libertad y fraternidad
encendieron las imaginaciones que se hallaban en busca de liberación social nacional.
La revolución rusa asombro al Occidente capitalista y despertó las ambiciones de las naciones
surgentes.
Las gracias revolucionarias no solo afectan a quienes, en el exterior, quisieran imitarlas.
También afectan a los hombres de otros países que se oponen a los ideales revolucionarios, pero
que se ven obligados a recoger los retos o a enfrentarse a las amenazas planteadas por el
vigorizado poder nacionalista que se ha generado.
Merecen especial atención las revoluciones sociales no solo por su extraordinaria importancia
para las historias de las naciones y del mundo sino también por su clara pauta de cambio
sociopolítico.
Las revoluciones sociales son transformaciones rápidas y fundamentales de la situación de una
sociedad y de sus estructuras de clase, van acompañadas y en parte son llevadas por las
revueltas, basadas en las clases, iniciadas desde abajo. Las revoluciones sociales se encuentran
aparte en las otras clases de conflictos y procesos transformativos, ante todo, por la
combinación de las coincidencias: la coincidencia del cambio estructural de la sociedad con
un levantamiento de clases, y la coincidencia de la transformación política con la social.
Lo que es exclusivo de la revolución social es que los cambios básicos de la estructura social y
de la estructura política ocurren unidos, de manera tal que se refuerzan unos a otros. Y estos
cambios ocurren mediante intensos conflictos sociopolíticos, en que las luchas de clase
desempeñan un papel primordial.
La sobresimplificacion analítica no puede llevarnos hacia explicaciones validas y completas de
las revoluciones. Si nuestra intención es comprender los conflictos y cambios en gran escala, no
podríamos avanzar si partimos con unos objetos de explicación que solo aíslen los aspectos que
comparten tales hechos revolucionarios, como por ejemplo motines o golpes de estado. Hemos
de considerar a las revoluciones como conjuntos, como totalidades, en gran parte de su
complejidad. Esta definición hace de la transformación sociopolítica lograda, parte de la
especificación de lo que habremos de llamar revolución social, en lugar de dejar que el cambio
dependa de la definición de “revolución”.
Las revoluciones sociales triunfantes probablemente surgen de distintos marcos
macroestructurales e históricos, más que las revoluciones sociales fallidas o las
transformaciones políticas que no van acompañadas por transformaciones de la relación de
clases. Mi concepto de la revolución social necesariamente une en relieve el cambio triunfal
como básico rasgo definitorio.
Las revoluciones sociales no deben analizarse desde una perspectiva estructural, prestando
especial atención a los contextos internacionales y a los acontecimientos, en el interior y en el
exterior, que afectan al desplome de las organizaciones de estado de los antiguos regímenes y la
construcción de nuevas organizaciones de estados revolucionarios. Además, sostendré que el
análisis teórico comparativo es la forma más apropiada para desarrollar explicaciones de las
revoluciones.
Las teorías generales de la revolución, es decir, se trata de esquemas conceptuales formulados
bastante ampliamente y de hipótesis que pretenden ser aplicables a través de muchos ejemplos
históricos particulares.
Mi libro no solo pretende narrar los casos uno tras otro sino, antes bien, comprender la lógica
generalizable en acción en todo el conjunto de revoluciones que analiza. Claro está que los tipos
de conceptos e hipótesis que se encuentran en las teorías generales de la revolución son
potencialmente aplicables a la labor explicativa del historiador comparativo.
Las teorías generales que resumen brevemente, aunque no nos permiten explorar los argumentos
mucho más ricos de los existentes tratamientos histórico-comparativos de las revoluciones, sin
embargo, si aportan de una manera económica de identificar las cuestiones teóricas básicas
pertinentes, para su comentario posterior.
Los marxistas han sido los analistas sociales más consecuentemente interesados en el
entendimiento de las revoluciones sociales como tales.
El enfoque original de Marx a las revoluciones ha seguido siendo la base indiscutida, aunque
diversamente interpretada, de todos estos marxistas posteriores.
Marx entendió las revoluciones no como episodios aislados de violencia o conflicto, sino como
movimientos, basados en clases sociales, que surgían de las contradicciones estructurales
objetivas que había dentro de sociedades históricamente desarrolladas e inherentemente
conflictivas entre sus ideas.
La propia revolución se logra mediante una acción de clase encabezada por la naciente clase
revolucionaria, que ha cobrado conciencia de su función.
Una vez que ha triunfado, una revolución hace la transición, del anterior modo de producción y
forma de dominio de clases a un nuevo modo de producción, en que las nuevas relaciones
sociales de producción, las nuevas formas políticas e ideológicas y en general la hegemonía de
la triunfante clase revolucionaria crean las condiciones apropiadas para el ulterior desarrollo de
la sociedad. En resumen Marx considera que las revoluciones surgen de los modos de
producción, divididos por clases, y que transforman un modo de producción en otro por medio
del conflicto de clases.
En los 2 últimos decenios, de la ciencia social estadounidense han surgido abundantes teorías de
la revolución. Esta reciente proliferación se ha interesado ante todo en comprender las raíces de
la inestabilidad social y la violencia política.
La mayor parte de estas recientes teorías pueden identificarse con uno u otro de 3 grandes
enfoques: las teorías de agregado psicológico, que pretenden explicar las revoluciones por los
móviles psicológicos de la gente para dedicarse a la violencia política o para unirse a los
movimientos de oposición, las teorías de consenso de sistemas de valores, que aspiran a explicar
las revoluciones como respuestas violentas de movimientos ideológicos a graves desequilibrios
de los sistemas sociales, y las teorías de conflicto político según las cuales el conflicto entre los
gobiernos y los diversos grupos organizados que luchan por el poder deben colocarse en el
centro de la atención para explicar la violencia colectiva y las revoluciones.
La teoría de Gurr dice que las revoluciones se explican como debidas básicamente, al
surgimiento en una sociedad de una privación relativa difundida intensa y multifacéticamente,
que toca a las masas cuanto a los aspirantes a ser una elite.
Tilly dice que el objeto de análisis es la acción colectiva, definida como la acción del pueblo en
conjunto en busca de sus intereses comunes. Tilly analiza la acción colectiva con ayuda de dos
modelos generales: un modelo político y un modelo de movilizaciones. Los elementos
principales del modelo político son los gobiernos y los grupos que compiten por el poder,
incluso los miembros y los desafiantes. El modelo de movilización incluye unas variantes
destinadas a explicar la pauta de la acción colectiva a la que se dedican los contendientes. Estas
variantes se refieren a intereses de grupo, a grados de organización, a cantidades de recursos
bajo control colectivo, y a las oportunidades y amenazas a las que se enfrentan los contendientes
en sus relaciones con el gobierno y con los demás grupos contrincantes.
Las causas de una situación revolucionaria de “soberanía múltiple” incluyen lo siguiente.
Las primeras consideraciones deben ser las corrientes sociales a largo plazo, que hacen cambiar
los recursos de unos grupos de la sociedad a otros. En segundo lugar, es importante examinar
cualesquiera hechos a mediano plazo, como la proliferación de ideologías revolucionarias y el
aumento del descontento popular, que hacen probable el surgimiento de contendientes
revolucionarios por la soberanía, y no menos probable que grandes elementos de la población
apoyen sus pretensiones. Por último las revoluciones triunfantes a su vez no solo dependen del
surgimiento de la soberanía múltiple. También dependen, probablemente, de la formación de
coaliciones entre miembros de la política y de los contendientes que presentan pretensiones
exclusivas de control del gobierno. Y definitivamente dependen del control de la fuerza
sustancial de la coalición revolucionaria.
Johnson sigue a Marx al analizar las revoluciones desde la perspectiva de una teoría
macrosociologica de la integración y el cambio social. El análisis de la revolución se mezcla
con el análisis de las sociedades viables y funcionantes.
Las revoluciones son a la vez definidas y explicadas por Johnson sobre la base de este modelo
de sistema social, coordinado por los valores. Violencia y cambio son los rasgos distintivos de
la revolución. Cuando las revoluciones triunfan, lo que cambian antes todo son las orientaciones
de valor de una sociedad. Y en el intento consciente de hacerlo adopta la forma de un
movimiento ideológico orientado por valores, que está dispuesto a emplear la violencia contra
las autoridades existentes, y sin embargo semejante movimiento no surgiría ante todo a menos
que el existente sistema social entre en crisis. Esto ocurre siempre que los valores y el medio se
quedan gravemente desincronizados.
Al ocurrir esto las autoridades existentes pierden su legitimidad. Si las autoridades son astutas,
flexibles y hábiles aplicaran reformas para resincronizar los valores y el medio. Pero si las
autoridades se muestran tercamente intransigentes entonces la revolución lograra por la
violencia el cambio del sistema.
La revolución triunfante a la postre logra la desincronización de los valores y del medio del
sistema social que las incompetentes e intransigentes autoridades del antiguo régimen no
lograron. Según Johnson la revolución y no el cambio revolucionario, se vuelve posible y
necesaria tan solo porque las autoridades prerrevolucionarias fracasaron así, perdiendo su
legitimidad.
Las orientaciones de valor y de la legitimidad política son los elementos clave para explicar el
surgimiento de situaciones revolucionarias, las opciones de las autoridades existentes y la
naturaleza y el triunfo de las fuerzas revolucionarias.
El concepto de la revolución social aquí empleado se basa en el énfasis marxista en el cambio
socioestructural del conflicto de clases. Y se niega a apartarse de los problemas de la
transformación estructural, como lo hacen Gurr y Tilly o a hacer de la reorientación de valores
sociales la clave del cambio social revolucionario, como lo hace Johnson.
Las relaciones de clase siempre son fuente potencial de conflicto social y político clasificado y
los conflictos de clases y los cambios de las relaciones de clase figuran en lugar destacado en las
transformaciones socio-revolucionarios triunfantes. En los casos que estudiaremos, las
relaciones de clase entre campesino y terratenientes necesitan especial análisis. Estas
relaciones fueron el núcleo de tensiones subyacentes que influyeron en la dinámica
económica y política de los antiguos regímenes prerrevolucionarios.
El análisis de clase debe suplementarse con las ideas de los teóricos del conflicto político.
Se deben establecer 3 principales principios de análisis como opción alterna a los rasgos que
comparten todas las teorías de la revolución hoy prevalecientes. En primer lugar, un
adecuado entendimiento de las revoluciones sociales requiere que el análisis adopte una
perspectiva estructural, no voluntarista de sus causas y procesos, pero todos los enfoques
existentes teorizan sobre la base de una imagen voluntarista de cómo ocurren las revoluciones.
En segundo lugar, no pueden explicarse las revoluciones sociales sin una referencia
sistemática a las estructuras internacionales y a los acontecimientos de la historia
universal, sin embargo, las teorías actuales enfocan básica o exclusivamente los conflictos
internacionales y los procesos de modernización. En tercer lugar, es esencial concebir los
Estados como organizaciones administrativas y coactivas, organizaciones que son
potencialmente autónomas, desde luego condicionadas por intereses y estructuras
socioeconómicas. Las actuales teorías que prevalecen acerca de la revolución, en cambio, o
bien unen en su análisis al Estado y a la sociedad, o bien reducen las acciones políticas y al
Estado a representaciones de fuerzas e intereses socioeconómicos.
Cada una de estas aseveraciones es de importancia fundamental, no solo como crítica de las
flaquezas que comparten las teorías actuales, sino también como base para el análisis de las
revoluciones sociales en este libro en general.
Perspectiva estructural:
Si retrocedemos para examinar las diferencias existentes entre las perspectivas predominantes
sobre la revolución, lo que más sorprende es la imagen misma del proceso revolucionario
general que subyace e imbuye en los 4 enfoques. De acuerdo con esa imagen compartida:
primero los cambios en los sistemas sociales o sociedades hacen surgir inconformidades,
desorientación social o nuevos intereses y potenciales de clase o de grupo para la
movilización colectiva. Se desarrolla entonces un movimiento consciente basado en las
masas que conscientemente emprende el derrocamiento del gobierno existente y quizá de
todo el orden social. Por último, el movimiento revolucionario lucha hasta el fin con las
autoridades o con la clase dominante y en caso de triunfar se dedica a establecer su propia
autoridad y su propio programa.
Algo similar a este modelo del proceso genérico revolucionario, como movimiento informado o
guiado con pleno propósito es supuesto por todas las perspectivas teóricas que hemos revisado.
Ninguna de estas perspectivas cuestiona nunca la premisa de que para que ocurra una
revolución, una necesaria condición causal es el surgimiento de un esfuerzo deliberado, de un
esfuerzo que una a los dirigentes y a sus seguidores y que tienda a derrocar el orden político o
social existente.
Para Gurr la básica secuencia causal en la violencia política es, primero el desarrollo del
descontento, segundo la politización de tal descontento y por último su realización en acción
violenta contra los objetos y actores políticos. Las revoluciones en particular solo se cristalizan
si sus dirigentes deliberadamente organizan la expresión del descontento de las masas.
Johnson hace hincapié en una difundida desorientación personal, seguida por la conversión a
los valores nuevos planteados por un movimiento ideológico revolucionario que entonces choca
con las autoridades existentes.
Tilly enfoca la intención de su teoría en la fase final del proceso revolucionario intencional: el
choque de los revolucionarios organizados, que compiten por la soberanía con el gobierno, sin
embargo, también se refiere a las causas psicológicas e ideológicas puestas en relieve por la
privación relativa y por los teóricos de sistemas a fin de explicar el surgimiento y el apoyo
popular a la organización revolucionaria.
El marxismo generalmente se adhiere a una versión de la premisa de que las revoluciones son
creadas por movimientos intencionados, pues los marxistas, aunque a través de prolongadas
luchas preparatorias de clase por si misma organizada y consciente, como la condición
intermedia necesaria para el desarrollo de una triunfal transformación revolucionaria, parten de
las contradicciones de un modo de producción. Dentro del marxismo han acentuado
desproporcionalmente los elementos más voluntaristas inherentes a la original teoría marxista de
las revoluciones. La insistencia en el voluntarismo si ha sido característica del leninismo y del
maoísmo con su hincapié en la función del partido de vanguardia en la organización de la
voluntad del proletariado.
El adherirse a una imagen intencionada del proceso por el cual se desarrolla la revolución,
convierte aun las teorías que pretenden ser socioestructurales en explicaciones sociopsicologicas
pues según esta imagen las crisis revolucionarias solo brotan mediante la aparición de personas
insatisfechas o desorientadas o de grupos movilizables hacia los objetivos revolucionarios.
Por consiguiente, los analistas son inexorablemente alentados a considerar los sentimientos de
insatisfacción de los pueblos o su conciencia de objetivos y valores fundamentalmente de
oposición como los asuntos problemáticos centrales.
Cuando los neomarxistas han llegado a considerar la conciencia de clase y la organización del
partido como las cuestiones problemáticas claves de las revoluciones, han ido interesándose
cada vez menos en explorar las cuestiones acerca de las condiciones objetivas y estructurales
para las revoluciones.
Cualquiera de tales concepciones consensuales y voluntaristas del orden social y de la
perturbación o del cambio son absolutamente ingenuas (crítica).
La imagen intencional resulta muy engañosa acerca de las causas y de los procesos de las
revoluciones sociales.
El hecho es que en la historia ninguna revolución triunfante ha sido hecha por un movimiento
declaradamente revolucionario que moviliza las masas.
Es cierto que las organizaciones e ideologías revolucionarias han ayudado a cimentar la
solidaridad de las vanguardias radicales antes o durante las crisis revolucionarias. Y han
facilitado mucho la consolidación de los nuevos regímenes. Pero en ningún sentido tales
vanguardias han creado nunca las crisis revolucionarias que luego hicieron estallar. Las
situaciones revolucionarias se han desarrollado por el surgimiento de crisis político-
militares de dominación de Estado y de clase. Y solo por las posibilidades así creadas, han
logrado los dirigentes revolucionarios y las masas rebeldes contribuir a la realización de las
transformaciones revolucionarias. Además las masas rebeldes han actuado muy a menudo por
su propia cuenta, sin ser directamente organizadas ni ideológicamente ni inspiradas por
dirigentes y metas declaradamente revolucionarios.
Cuando Gurr no parece considerar las revoluciones como mucho más que actos de simple
destrucción, si sostiene que ello se debe directamente a la actividad de las masas amargadas y
furiosas y de los dirigentes que originalmente causaron la revolución. Para Johnson la violenta
reorientación de valores lograda por la revolución es un hecho del movimiento ideológico que
creció dentro del antiguo sistema social desincronizado. Y los marxistas no pocas veces
atribuyen la lógica subyacente en los procesos revolucionarios a los intereses y acciones de la
clase en si misma históricamente pertinente, ya sea la burguesía o el proletariado.
En realidad unas revoluciones históricas, grupos distintamente situados y motivados, se han
convertido en participantes en el complejo desarrollo de múltiples conflictos. Pero los conflictos
han sido poderosamente moldeados y limitados por las condiciones socioeconómicas e
internacionales existentes. Y han procedido de diferentes maneras, según la forma en que cada
situación revolucionaria había empezado por surgir.
Los conflictos revolucionarios inevitablemente han hecho surgir consecuencias ni plenamente
previstas, ni deseadas, simplemente es inútil tratar de descifrar la lógica de los procesos o las
consecuencias de las revoluciones sociales adoptando la perspectiva o siguiendo los actos de
alguna clase o elite u organización, por muy importante que sea su participación.
Para explicar las revoluciones sociales hemos de esclarecer la problemática, en primer lugar el
surgimiento de una situación revolucionaria dentro de un antiguo régimen. Luego hay que ser
capaz de identificar la interacción objetivamente condicionada y compleja, de las diversas
acciones de los grupos diversamente situados, una interacción que da forma al proceso
revolucionario y hace surgir el nuevo régimen. Podemos empezar por encontrar un sentido de
tal complejidad solo si enfocamos simultáneamente las situaciones y relaciones
institucionalmente determinadas, de los grupos dentro de la sociedad, y las interrelaciones que
se desarrollan en la historia universal. Adoptar tal punto de vista impersonal y no subjetivo
es trabajar partiendo de la que en cierto sentido genérico puede llamarse perspectiva
estructural sobre la realidad socio-histórica. Tal perspectiva es esencial para el análisis de
las revoluciones sociales.
Francia
La clase dominante terrate- Avance, pero no decisivo Moderadas. Repetidas
niente comercial tiene in- hacia la agricultura capitalista derrotas en las guerras,
fluencia dentro de la mo- debidas especialmente a la
narquía absoluta semi- competición de Inglaterra.
burocrática.
Rusia
Estado absolutista suma- Crecimiento extensivo, poco Extremas. Derrotas duran-
mente burocrático, noble- desarrollo en las regiones te 1850 y 1905. Participa-
za terrateniente, que tiene nucleares. ción prolongada y derrota
poco poder político en la 1era guerra mundial.
China
La clase dominante, Ningún avance en su desarrollo, Poderosas. Derrotas en
terrateniente comercial cerca de los límites del crecimiento, guerras e intrusiones im-
tiene influencia dentro dadas la población y las tierras perialistas.
del Estado absolutista disponibles
semiburocratico.
Contrastes Prusia/Alemania
Estado absolutista Transición a la agricultura 1806: Fuertes
Sumamente burocrático, capitalista. 1848: Benignas
La nobleza campesina
Tiene poca influencia
Política extralocal.
Inglaterra
No hay Estado buro- Transición a la agricultura Moderadas
cratico. La clase terra- capitalista.
teniente domina la
política.
Francia
Pequeños campesinos poseen entre Las aldeas son relativamente auto-
30 y 40% de las tierra, trabajan 80% nomas, bajo la supervisión de fun-
mas en pequeñas parcelas. La cionarios reales.
propiedad individual está establecida
pero la comunidad campesina se
opone a los señores, que recaudan
los derechos
Rusia
Los campesinos poseen 60% y alquilan Las aldeas son soberanas bajo con-
mas, proceso de control de producción trol de la burocracia zarista.
en pequeñas parcelas, pagan alquileres
y deudas de tierras. Comunidad fuerte,
basada en la propiedad colectiva.
China
Los campesinos poseen 50% + y trabajan Los ricos terratenientes, usureros y
virtualmente toda la tierra en pequeñas letrados dominan la vida de la orga-
parcelas. Pagan alquileres a los ricos. nizacion social, cooperan con los
No hay comunidad campesina. funcionarios imperiales.
Contrastes Prusia/Alemania
Al oeste del Elba: se parece a Francia. Los terratenientes Junker son los
Al este de Elba: grandes heredades tra- agentes locales del Estado burocra-
bajadas por labradores y campesinos con tico, dominan la administración y la
minúsculas parcelas, y no hay comunidades policía locales.
fuertes.
Japón
Las comunidades están dominadas por los Fuertes controles burocráticos a las
campesinos ricos. comunidades locales
Inglaterra
La clase terrateniente posee 70% mas. Los terratenientes son los agentes
El campesinado se polariza entre los ricos locales de la monarquía, dominan
hacendados y los labradores. No hay una la administración y la policía
fuerte comunidad campesina.
C: Transformaciones sociales
Resultados de A mas B
Francia 1787-1789: Desplome del Estado absolutista, difundidas revueltas campesinas
Contra los derechos señoriales.
Rusia 1860-1890: Reformas burocráticas desde arriba.
1905: Fracasado intento revolucionario.
1917: Disolución del Estado, difundidas revueltas campesinas contra toda la
propiedad privada de tierras.
China 1911: Desplomes del estado imperial, difusión del desorden agrario, pero no
hay revueltas autónomas de los campesinos contra los terratenientes.